de pueblos originarios y de colectividades filosóficas que asedian e

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MENCIÓN HONORÍFICA CON RECOMENDACIÓN PARA PUBLICACIÓN
DE PUEBLOS ORIGINARIOS Y DE COLECTIVIDADES FILOSÓFICAS QUE ASEDIAN
E INTERPELAN A CONTRAPELO
Autor(a): Lilia de Jesús Palacios Gervacio
Seudónimo: Lilith
Introducción
En este trabajo, reflexiono sobre los pueblos originarios, concretamente sobre estos pueblos, su
pensamiento, cosmovisiones y filosofías frente al pensamiento moderno, al eurocentrismo y la
filosofía falogocéntrica. Esta reflexión nace fundamentalmente de la lectura de Modernidad
monotópica y destrucción del eurocentrismo; un ensayo de David G. Arredondo y las reflexiones
sobre los pueblos originarios de América en dos momentos: a) pueblos originarios en la etapa
precolombina y b) los pueblos originarios existentes en el presente.
¿Los pueblos originarios concretos y vivos podrían desde sus pensamientos, cosmovisiones
y filosofías asediar –obviamente por un camino distinto al que Arredondo revela- al pensamiento
moderno, al eurocentrismo y a la filosofía falogocéntrica? Mi postura es que eso es plausible. Así
entonces, lo fundamental de este trabajo será exponer los argumentos que me permitan comprobar
dicha tesis. El orden es el siguiente: en primera instancia expondré los principios organizativos que
regulan al pueblo tojolabal y las coincidencias con otros pueblos originarios de América.
Posteriormente, retomaré la importancia y las formas diferentes de enunciación en su filosofar que
no es el grafo-argumentativo-sistemático-científico tradicional. Así también, retomo la importancia
de un saber y una epistemología no occidental-hegemónica-científica que los pueblos originarios
han conservado aún
después de la conquista y la colonialización. Saberes invisibilizados e
ignorados y, sin embargo, actuantes paradójicamente al mismo tiempo que el capitalismo, el
neoliberalismo, la globalización y una filosofía aparentemente universal. Finalmente mostraré la
síntesis de estos rasgos que hacen evidente el asedio de los pueblos originarios a la modernidad, al
eurocentrismo y a la filosofía falogocéntrica.
Eventualmente estas reflexiones nos llevarán a comprender de fondo las posturas políticas
de rebelión y de resistencia que caracteriza a los pueblos originarios. Rebeldías que concretizan la
negación a seguir viviendo en un mundo de excluidos, de negados, de olvidados, de valores
universales que imponen conductas y conocimientos. Los pueblos originarios con sus prácticas
1
comunitarias, sus principios, enunciaciones, saberes, abren la posibilidad a repensar nuestra realidad
y repensar la filosofía occidental, la latinoamericana, la nuestroamericana y por supuesto la de los
pueblos originarios. Me parece, de hecho, que este es su aporte más significativo, porque provocan
la intención de crear una realidad y un pensamiento más independiente, más propio, más nuestro.
El origen de la reflexión
Modernidad monotópica y destrucción del eurocentrismo de David Gómez Arredondo es un trabajo
en el que el autor intenta realizar un “asedio, desde distintos enfoques teóricos a una visión
hegemónica de la modernidad. Se trata del pensamiento monotópico de la modernidad eurocéntrica,
que ha sido el blanco de múltiples ataques en el pensamiento latinoamericano contemporáneo”1
Para lograr este asedio, Arredondo, parte de la consumación filosófica del eurocentrismo en el
pensamiento hegeliano y continúa retomando los aportes teóricos de tres filósofos
latinoamericanistas: Leopoldo Zea, Enrique Dussel y Walter Mignolo. Arredondo deja al
descubierto que –aunque por distintas vías- Zea, Dussel y Mignolo tienen como punto de
concordancia la destrucción del eurocentrismo. No obstante, me parece, existen otras formas de
asediar y otros puntos de partida para la destrucción del eurocentrismo que se encuentran fuera de la
teoría y la filosofía académica, me refiero al asedio desde la práctica filosófica de los pueblos
originarios.
La modernidad que nace realmente en 1942 […] se constituye como nuevo “paradigma” de
la vida cotidiana, de comprensión de la historia, de la ciencia, de la religión […]2 Como proyecto de
“progreso”, de razón y de universalidad responde a intereses específicos de una clase concreta, la
burguesía, en detrimento de países “periféricos” y sobre todo de pueblos originarios. “América
Latina entra a la modernidad como la “otra cara”, dominada, explotada, encubierta […]”3Pero,
¿cuál ha sido el papel que han jugado los pueblos originarios? Se abre esta interrogante porque es
justamente con la modernidad donde nace el indígena que denotará desde entonces, la condición de
colonializado y también hará referencia necesaria a la relación de colonialidad. Además, en el
espacio político surgen los Estados-Nación que se edificarán precisamente en base a la exclusión de
los indígenas, es decir, de los pueblos originarios. Así pues, el papel que juegan los pueblos
originarios frente a la modernidad, al colonialismo, al neoliberalismo, a la globalización, a la
colonialidad epistémica ha sido desde la exclusión, la discriminación, la persecución, etcétera. Y sin
embargo sus aportes son fundamentales para concebir una realidad social mejor. Por un lado, la
importancia de los discursos políticos de resistencia frente a los proyectos de modernización y
1
David Gómez Arredondo, Modernidad monotópica y destrucción del eurocentrismo, Seminario Permanente de
Filosofía Nuestroamericana, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, p. 1
2 Enrique Dussel, Europa, modernidad y eurocentrismo, p. 48. Disponible en:
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/dussel/artics/europa.pdf
3 Ídem
2
desarrollo –ejemplo de ello son los discursos del EZLN, conformado en su mayoría por tojolabales,
tzotziles, tzeltales, etc. -. Por otro lado, el extraordinario trabajo de conservación de sus principios
organizativos y de su epistemología que regula a los pueblos desde tiempos precolombinos y que
paradójicamente actúan en paralelo en el momento álgido de la modernidad. Ambas ideas en
conjunción harán evidente la falsa idea de modernidad, de eurocentrismo, pero sobre todo la falaz
creencia que nace de estas dos últimas: una pretendida filosofía universal (evidentemente el
conocimiento y la filosofía serán más bien un asunto político). Estas ideas las iremos desarrollando
en el trascurso de la argumentación.
Principios organizativos: explicación y ordenamiento del mundo
Pese a la exclusión que sufren los pueblos originarios sorprende que las comunidades sobrevivan
después de una conquista, a la colonialidad, a las consecuencias desastrosas del capitalismo, del
neoliberalismo, la globalización y la sobreviviente colonialidad epistémica. Para este apartado,
recupero a uno de los pueblos originarios de México, los maya-tojolabales de Chiapas y el trabajo
de Carlos Lenkersdorf que han resistido -como muchos otros- a esos acosos constantes de lo
llamado moderno, eurocéntrico, universal y racional.
Los principios organizativos son la manera de explicar y ordenar el mundo. Para los mayatojolabales ordenarlo –como para cualquier cultura- implica estructurar el pensamiento y la lengua
sobre la realidad. Los tojolabales lo hacen desde el NOSOTROS, lo que implica ordenar desde la
comunidad y la colectividad. Rasgo que comparte con muchos otros pueblos originarios de América
como el andino, el mapuche, etcétera. “La concepción de los comuneros andinos –como la
tojolabal, también- es más humana que la occidental y es una buena alternativa a la concepción
individualista del mundo”4 Así pues, lo comunitario, es decir, el sujeto colectivo es lo fundamental
en los principios organizativos de los pueblos originarios de América.
La realidad nosótrica nace en el espacio de la INTERSUBJETIVIDAD, aspecto fundamental
de este pueblo porque las relaciones intersubjetivas permiten el paso hacia el nosotros organísmico.
La realidad nosótrica ordena y construye sobre la ausencia del sentido objetual5 y a partir de la
exclusiva percepción de sujetos. Esto permite la existencia de la intersubjetividad que no es otra
cosa que la pluralidad de todos esos sujetos que se complementan como iguales.
En el pueblo maya-tojolabal todo está organizado y construido desde el nosotros: la lengua,
el pensamiento, la educación, el trabajo, la política, el conocimiento, los saberes, la cultura, la
economía, la ética y, por supuesto, el filosofar y la filosofía. Este concepto, el nosotros, marca el
4 Mario Mejía Huamán, Hacia una filosofía andina, doce ensayos sobre el componente andino de nuestro pensamiento,
Primera
edición
computarizada,
Lima
Perú,
2005,
p.
70
Disponible
en:
http://lengamer.org/admin/language_folders/quechuadecusco/user_uploaded_files/links/File/Qhapaqkuna/Filosofía
andina.pdf
5 Gustavo Ogarrio, Notas sobre una filosofía del nosotros, en, Pensares y Quehaceres, revistas de políticas de la
filosofía, Ediciones Eón, México, 2007, p. 80
3
principio organizativo que evidencia la vida comunitaria que se constituye bajo una estructura
social horizontal, es decir, una construcción entre iguales, sin jerarquías. En este sentido, el poder y
las responsabilidades son compartidos de manera equitativa. Pero también los problemas de la
comunidad se solucionan en consenso, con todos los comuneros presentes. Luego entonces, la
organización del nosotros implica comunidad y la comunidad implica un concepto de libertad con
características colectivas con todos los seres vivientes. En suma, podemos decir que los
componentes principales de la realidad nosótrica son los siguientes: la pluralidad, el antimonismo,
la diversidad y la complementariedad6 que incluye a todo el cosmos.
A estos principios organizativos de los pueblos originarios se contraponen los principios
organizativos occidentales hegemónicos. Estos principios se caracterizan por ser diametralmente
opuestos entre sí. En primer lugar, los principios organizativos occidentales hegemónicos están
regidos por un concepto distinto, el YO, el cual sintetiza la manera de ordenar su realidad de
manera individualizada. Este concepto nace justamente con el pensamiento moderno cartesiano y
con él el sujeto de conocimiento moderno y la epistemología científica moderna. De este
pensamiento, de este sujeto y de esta epistemología surge en el terreno de las ideas, la razón, que se
convertirá en el principio lógico de validez “universal” que tendrá alcances políticos, científicos,
filosóficos y por lo tanto a nivel social e individual. La razón se utilizará como el fundamento de la
modernidad y a partir de entonces todo aquello que no se adecúe a ese paradigma será un
excluido/a, discriminado/a, perseguido/a, negado/a. Desde entonces, la historia de los pueblos
originarios –que no cumple con los criterios de tal paradigma porque ha tenido que demostrar, de
hecho, lo más elemental: que es un ser humano. Pero no cualquier ser humano sino un hombre; un
hombre blanco y letrado- ha sido de persecución y como consecuencia su filosofía e historia
negadas y olvidadas.
Los pueblos originarios y su particular enunciación oral en el filosofar
“Aparentemente, la filosofía sólo podría ser escritura y esta concepción es coherente con la visión
Logocéntrica y Grafocéntrica de la llamada cultura Occidental. No obstante, la filosofía también es
un acto de habla, de expresión-experiencia oral.”7 Esa oralidad es lo que caracteriza la enunciación
de los pueblos originarios. Hugo Carrasco afirma, por ejemplo, que “[…] en la mayoría de las
organizaciones mapuches se observa desinterés y renuencia a mantener archivos escritos
actualizados”.8 Y es que existe una profunda y relevante razón: las fuertes raíces de los pueblos con
respecto a su tradición oral están estrechamente vinculadas con las formas de vida que además se
6
Carlos Lenkersdorf, Filosofar en clave tojolabal, Miguel Ángel Porrúa, México, 2005.
Horacio Cerutti Guldbert, Filosofar desde Nuestra América, ensayo problematizador de su modus operandi, Miguel
Ángel Porrúa/UNAM, México, 2000, p. 24
8 Hugo Carrasco, La lógica del discurso público mapuche, en, Lengua y literatura mapuche 8, Departamento de
lenguas, literatura y comunicación. Facultad de educación y humanidades. Universidad de la frontera, Temuco-Chile,
1998, p. 205
7
4
mantienen vigentes. Existe en los pueblos originarios una mayor confianza por la palabra oral, el
diálogo y la acción del escuchar que por los textos escritos. A continuación exponemos las razones
acompañadas de ejemplos concretos de algunos pueblos.
Para los mapuches la oralidad –a diferencia de los textos escritos- no es fija ni definitiva.
Los textos orales son versiones que se reproducen cada vez que se considera necesario, con la
consecuente transformación de las circunstancias, condiciones de producción y recepción y agentes
que interactúan en ellas.9 La importancia de la oralidad, la palabra o los textos orales radica en el
resguardo de la memoria colectiva actuante del pueblo.
Para los tojolabales la oralidad y el diálogo, también, es asunto imprescindible. De la
oralidad –tojolabal- se desprenden matices distinguibles entre “[…] palabras habladas (K´umal) y
escuchadas (´ab´al).”10 Así entonces, Tojol´ab´al es alguien que cumple su vocación de ser, a través
de la palabra; pero no la palabra que dice, sino la que escucha. El tojolabal es el buen escuchador.11
La oralidad expuesta en la palabra-hablada y la palabra-escuchada es el punto de partida de la
enunciación tojolabal. Pero el rasgo más intenso y provocador –y que más aprecio yo- de esta
oralidad es el de su ser caótico. Hablar y escuchar todos al mismo tiempo seguido de un silencio
que expresa la solución y el acuerdo es sinónimo de “desorden” en nuestra cultura; en ésta el
“orden” debe ser que, el emisor hable, mientras el receptor escucha y a la inversa, pero manteniendo
siempre esa organización comunicativa.
De lo dicho con anterioridad se sigue todo un hilo conductor. En la manera en que se
concibe y se construye la realidad –representados en los principios organizativos individualizados o
colectivos- en ese nivel –y no me refiero a niveles jerárquicos- está también el lenguaje, el
pensamiento, el filosofar y la filosofía. La manera de enunciar y enunciarse sintetiza el proceso. La
oralidad, la importancia del diálogo, el ejercicio de escuchar y los textos orales sintetizan el proceso
de la mayoría de los pueblos originarios de América que conservan sus principios organizativos.
En este sentido, Gustavo Ogarrio señala:
A partir de la poderosa oralidad y del marco de las lenguas indígenas se infieren formas
de racionalidad no escritas, silenciadas muchas veces en su relación con prácticas
discursivas dominantes o resguardadas y reelaboradas al interior de la comunidad y de los
pueblos indígenas como formas políticas y culturales, también, de resistencia y
sobrevivencia. Su legitimidad está inscrita en lugares poco explorados por el discurso
filosófico y político dominante, como la oralidad, las lenguas indígenas y los sujetos
9
Ibídem, p. 206
Rafael Mondragón, Apuntes sobre el pensamiento vivo de Carlos Lenkersdorf, en, Pensares y Quehaceres, revista de
políticas de la filosofía, Ediciones EÓN, México, 2007, p. 66
11 Ídem
10
5
colectivos, son figuras difíciles de pensar desde la tradición de la filosofía y política
occidental.12
En suma, podemos decir que colectividad y enunciación
oral son el fundamento de las
tradiciones amerindias. En particular, los tojolabales, enuncian desde la oralidad del sujeto colectivo
nosotrificado, desde la ausencia de objetos, desde la intersubjetividad y el “caos”. El caos -una
forma de ordenar y organizar distinta a la impuesta- no es más que otro elemento que muestra la
cosmovivencia tojolabal13.
Del ingenio colectivo a la filosofía colectiva
En el contexto de la filosofía teórica académica la explicación de los principios epistémicos,
ontológicos, míticos, éticos o culturales de un pueblo es fundamental para concluir si éste es capaz
de “producir” filosofía o no. No obstante, determinar si un pueblo posee o carece del filosofar y de
filosofía se hace desde una posición equívoca y mal intencionada porque no se asignan valores de
juicios neutrales. Por el contrario, las características que tiene la filosofía occidental se confunden y
se utilizan, mejor dicho, se monopolizan como criterios de valor para determinar y evaluar si los
demás pueblos tienen filosofía o simplemente se limitan a pensamientos y cosmovisiones.
En el terreno de las ideas, de la epistemología y la filosofía –occidental hegemónica- es la
razón el elemento desde el que se determina lo que es pensamiento, cosmovisión o filosofía.
Filosofía en sentido estricto –claro, para todos los occidentales y occidentalizados- debe cubrir las
siguientes características: “Racionalidad lógica; metodología sistemática; actitud anti-mitológica;
cientificidad; graficad; individualidad del sujeto (filósofos históricamente identificables).”14 Pero, si
filosofía denota las características de la filosofía occidental-hegemónica, entonces, ésta no es
“filosofía en sentido estricto” sino un privilegio que occidente utiliza sólo para reconocerla o
negarla a otros.
Así, occidente sembró en su mentalidad y en la nuestra un fantasma imaginario: desconocer
la posibilidad de filosofar desde principios diferentes a lo occidental, eurocéntrico, científico y
moderno. Para muestra de ello un par de ejemplos. En el ensayo Análisis de la concepción del
mundo y la filosofía Mario Mejía Huamán afirma:
“Respecto a si la concepción andina del mundo es una filosofía, nuestra respuesta es no
[…] –continúa- No hay nada a lo cual pueda llamarse específicamente Filosofía inka,
porque el saber o conocimiento que tuvieron los pueblos andinos precolombinos no se
ajusta al saber crítico, racional, teorético y trascendental que exige la filosofía. En todo
12
Gustavo Ogarrio, Notas sobre una filosofía del nosotros, en, Pensares y Quehaceres, revistas de política de la
filosofía, Ediciones Eón, México, 2007, p. 81.
13 Daniel Hernández Ramos, La escuela del nosotros, en, Pensares y Quehaceres, revista de políticas de la filosofía,
Ediciones EÓN, México, 2007, p. 83
14 Mario Mejía Huamán, Hacia una filosofía andina, doce ensayos sobre el componente andino de nuestro
pensamiento, op. cit, p. 85
6
caso, podemos llamarle pensamiento prefilosófico o cosmovisión ancestral, pero no
filosófico, por carecer de las características antes señaladas y por no ser teorético, sino,
más bien, mítico […] Los hamawt´as incas no hicieron reflexión filosófica; esto es, no
usaron la razón para teorizar […]15
Otro ejemplo de eurocentrismo es el que expone Carlos Lenkersdorf en Lo que los tojolabales
nos enseñan. La respuesta al dictamen de un artículo, suyo, sobre los tojolabales afirma: “Los maya
tojolabales son un pueblo de indios, atrasados y primitivos, carentes de ciencia y de otros avances
científicos que conocemos en Occidente. En efecto, nosotros los occidentales representamos la
cultura más avanzada de todas, porque fuera de nosotros ninguno ha sido capaz de poner a un
hombre en la luna”.16
Son estos los motivos por los que no apelo al reconocimiento de la razón como elemento
principal del filosofar de pueblos originarios. No obstante, si recurro al ingenio en el sentido que
expone Horacio Cerutti, es decir, como la cualidad que engloba inteligencia, sensibilidad y a la
misma razón.17
La filosofía de pueblos originarios tiene como punto de partida un ingenio o inteligencia
totalmente opuesta a lo occidental. Comprender y nombrar la realidad desde una enunciación propia
es el resultado de un ejercicio reflexivo de inteligencia, de ingenio. Los tojolabales ejercen esta
reflexión desde el nosotros reguladas por las relaciones intersubjetivas. En este sentido, la reflexión
epistemológica es subjetiva, desobjetivada, es decir, no existen objetos que epistémicamente se
subordinen sino sólo sujetos que se relacionan de manera coordinada. Es un saber que incluye e
integra el conocer mental y el corporal.
La epistemología o ingenio tojolabal tiene como particularidad que el saber-aprender no
necesariamente tiene como educadores seres humanos; el cosmos también educa. La relación
epistémica sujeto-objeto edificó en occidente la teoría del conocimiento y, por consecuencia, a la
ciencia. Sin embargo, la relación sujeto-sujeto permite que los sujetos se conozcan y comprenda
como conjuntos organísmicos enteros. Este distintivo epistémicos es resultado de la inexistencia de
nociones como división o separación en el proceso cognoscitivo. “En el tojolabal no existe el
concepto parte/componente, tampoco se conoce el todo mediante el análisis de las partes, es decir,
el saber/conocer se realiza holística y no analíticamente. No se divide el todo en partes, sino que
hay que captar-conocer en totalidad”.18 Es decir,
comprender la totalidad sin necesidad de
fracturarla. Además, estas formas de conocer, saber y aprender no busca resultados acabados, más
15
Ibídem, p. 76, 77.
Carlos Lenkersdorf, Lo que los tojolabales nos enseñan, en, Pensares y Quehaceres, revista de políticas de la
filosofía, Ediciones EÓN, México, 2007, p. 55
17 Horacio Cerutti, Seminario Permanente de Filosofía, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2008.
18 Carlos Lenkersdorf, Conceptos tojolabales de filosofía y del altermundo, Plaza y Valdés, México, 2004
16
7
bien, está en un continuo constante. Por lo tanto, el conocer, saber y aprender holístico tojolabal es
un proceso de “inteligencia colectiva”19 y fundamentalmente una “epistemología intersubjetiva”.20
Desde ahí se debe entender su filosofía, sus reflexiones y sus interpretaciones, Por lo tanto, la
filosofía de los pueblos amerindios debe comprenderse en dirección contraria a lo occidental porque
como señala Enrique Dussel, éstas son filosofías a contrapelo21. Y como también afirma
pertinentemente Horacio Cerutti “-sólo- han sido las clases dominantes los que han soñado con el
sistema filosófico que todo lo explicaría de una vez para siempre y de un modo organizado, perfecto
y bello”22.
Donde empiezan los asedios
Las filosofías de los pueblos originarios no carecen de las características fundamentales de la
“filosofía en sentido estricto”, lo que sucede
es
que
no
se
pueden
compartir
esas
peculiaridades si desde los principios organizativos se es diferente. Los pueblos originarios apelan y
cuestionan el principio ególatra de validez “universal” de la filosofía occidental hegemónica, pero
lo cierto, es que lo hacen desde una posición bastante desventajosa como bien apunta María del
Rayo Ramírez Fierro:
[…] en los márgenes de la modernidad, porque su presencia ha sido definitoria de la
misma, porque sin el saqueo de los recursos naturales de nuestra América y la
“naturalización” y “reducción” a objetos, “bestias de carga” o “menores de edad” de los
sujetos culturales tan diversos que se encontraron los descubridores y colonizadores, no
hubiese sido posible la acumulación originaria del capital en Europa, ni la ampliación del
mercado, ni la configuración del mundo como espacio moderno. Los pueblos originarios
de América y los grandes grupos de hombres y mujeres atrapados-vendidos-compradosesclavizados en las costas de África, y los “encomendados”, sobrevivientes a las terribles
matanzas en Mesoamérica y los Andes, y de las otras regiones de nuestra América –el
Caribe, la zona amazónica y la araucana-, forman parte de la modernidad desde su lugar
más oscuro y siniestro: la colonización y la esclavización.23
Y sin embargo asedian… La colonización, la esclavización, el intento por civilizarlos,
desindianizarlos, aniquilarlos –desde hace más de 500 años- no a sido suficiente para destruir las
19
Ibídem, p. 63
Ibídem, p. 200
http://latinoamericanos.wordpress.com/2007/03/08/filosofia-a-contrapelo/
Mesa Redonda: El pensamiento de los pueblos originarios (Filosofía a contrapelo)
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México
Noviembre 2006
22 Horacio Cerutti, Filosofar desde Nuestra América, ensayo problematizador de su modus operandi, Miguel Ángel
Porrúa/UNAM, México, 2000
20
21
23
María del Rayo Ramírez Fierro, El filosofar tojolabal, un desafío para la filosofía, en Pensares y Quehaceres,
revista de políticas de la filosofía, Ediciones EÓN, México, 2007, p. 72, 73.
8
bases de los principios organizativos que los regulan, ni las particularidades de enunciación oral y
mucho menos su inteligencia o ingenio colectivo. El sólo hecho de conservar estos principios es el
primer nivel o grado en que los pueblos originarios interpelan, asedian y contribuyen a la
destrucción de los valores “universales” que nacen de la modernidad y el eurocentrismo. Valores
falaces inaplicables a las singularidades concretas que conforman una totalidad heterogénea.
Un segundo nivel está estrechamente vinculado al primero porque los principios
organizativos, la enunciación oral y el ingenio colectivo de los pueblos originarios, es decir, el
hecho de filosofar en otras claves24 provoca un indiscutible movimiento dentro de la misma
tradición filosófica latinoamericana. Entonces, lo latinoamericano se torna insuficiente porque
excluye las aportaciones de estos pueblos, como afirma, Lenkersdorf, “al concepto de América
Latina le falta […] un componente fundamental; nos estamos refiriendo a los pueblos originarios
que anteceden por milenios a los ‘latinos’ del continente”; y porque “latinoamericanos” termina
siendo un término excluyente, es decir, exclusivo y no inclusivo”25
De los aportes filosóficos de los pueblos amerindios, de la insuficiencia de lo latinoamericano y
del desenmascaramiento de los erróneos valores universales nace la posibilidad de percibir,
nombrar, ordenar y organizar distinta nuestra realidad; más propia. “En este contexto de
preocupaciones, Horacio Cerutti no se cansa de insistir en recuperar el apelativo de
‘nuestroamericanos’ porque es un término incluyente; nuestroamericanos en la herencia martiniana
significa hermanarnos, ‘nosotrificarnos’”26 –como el principio organizativo tojolabal-.
El tercer nivel, nace de la síntesis de los dos primeros puesto que reflexionar sobre ello nos
lleva al hecho indudable y evidente de la “crisis de la civilización euro-occidental, que se expresa
en la crisis de su logos como razón técnico científica […] La crisis del logos helénico-cristiano, que
llega hasta la modernidad y se prolonga hasta la posmodernidad, ha arrastrado desde 1900, la crisis
de la Verdad, la Razón, la Civilización, el Progreso, la Libertad, la Tradición con que se había
justificado sus sucesivas imposiciones”.27
Por lo tanto, filosofar desde los pueblos originarios para atravesar lo latinoamericano y llegar a
lo nuestroamericano por medio de la evaluación y destrucción de los erróneos valores universales
de la civilización occidental, es filosofar críticamente desde nuestros legados, desde nuestras
propias tradiciones filosóficas como afirma Horacio Cerutti28. Filosofar así, es hacer una filosofía
propia sin colonialismos mentales, exigiéndonos una actitud de replanteamientos sobre nuestra
realidad y obviamente de nuestra filosofía. En suma, podemos decir que estos son los alcances del
24
Gustavo Ogarrio, Notas sobre una filosofía del nosotros, op. cit., p. 80
María del Rayo Ramírez Fierro, El filosofar tojolabal… op. cit., p. 73
26 Ídem
27 Ibídem, p. 75
28 Horacio Cerutti, Filosofar desde Nuestra América, ensayo problematizador de su modus operandi, Miguel Ángel
Porrúa/UNAM, México, 2000
25
9
ingenio-colectivo-filosófico de los pueblos originarios. Ingenio que también alcanza a nuestra
realidad, nuestro pensamiento y nuestra filosofía académica, institucionalizada y occidentalizada.
Conclusión
En la introducción a este trabajo planteaba como problema la posibilidad de que los pueblos
originarios pudieran asediar de algún modo al pensamiento moderno, al eurocentrismo y a la
filosofía falogocéntrica. El asedio y los aportes a la destrucción de lo moderno y eurocéntrico no
son una posibilidad, sino un hecho de los pueblos originarios.
Las aportaciones filosóficas con las que contribuyen los pueblos originarios en un primer
nivel pueden distinguirse de la siguiente manera: a) la supervivencia de los principios organizativos
que explican y ordenan la realidad desde sujetos-colectivos; b) su particular forma de enunciación
desde la oralidad, el diálogo y la palabra conectadas a las profundas raíces del pueblo con respecto a
sus formas de vida en unión al ejercicio y la práctica de escuchar; c) el ingenio colectivo en sentido
bidireccional con respecto a los principios organizativos y a su forma de enunciación que provoca el
nacimiento de una filosofía colectiva. Los puntos antes señalados se contraponen a los principios
impuestos desde lo occidental-hegemónico-moderno revelando su insuficiencia e inaplicabilidad a
otros singulares concretos y diferentes. La falsa “universalidad” queda al descubierto.
El segundo nivel surge en los límites del primero, las tres características apuntadas con
anterioridad son el antecedente del indiscutible movimiento que los pueblos originarios provocan en
la tradición filosófica latinoamericana. Lo latinoamericano se torna insuficiente al no incluir los
aportes de estos pueblos. Es menester, transitar a lo Nuestroamericano, un término incluyente
nosotrificado.
El tercer nivel nace de la síntesis de los dos anteriores, la reflexión de éstos nos lleva el
hecho indudable y evidente de la crisis de la civilización euro-occidental, que se expresa en la crisis
de su logos como razón técnico científica. Ahora es necesario replantear y repensar conceptos,
categorías, herramientas y métodos de análisis, sin confundir esas herramientas y métodos con las
características de un filosofar propio de una cultura.
El filosofar colectivo de los pueblos originarios atraviesa lo latinoamericano y llega a lo
nuestroamericano por medio de la evaluación y destrucción de los falaces valores universales
10
nacidos en la civilización occidental moderna. Estos son los alcances del ingenio-filosóficocolectivo de los pueblos originarios conservados en las raíces de sus principios organizativos
actuantes antes de la conquista y la colonización. Filosofías que exigen un esfuerzo extra a la
estructura mental y lingüística que tenemos, se deben entender, comprender, analizar e interpretar
en dirección contraria al “orden” establecido. Paradójicamente, aquí el orden a seguir es más bien
caótico; a contrapelo.
Si un pueblo originario puede -a pesar de las condiciones de exclusión, discriminación,
invisibilización, persecución, negación y a la asfixiante colonialidad epistémica- conservar sus
principios organizativos, sus modos distintos pero propios de enunciarse en la cotidianidad y
filosóficamente, así como las maneras propias de conocer, comprender e interpretar la realidad,
entonces, sin lugar a dudas, asedian y destruyen concreta y simbólicamente aquellos valores
universales falaces impuestos por la cultura occidental hegemónica moderna. Dejan al descubierto
la crisis innegable de su Logos privilegiado.
Sin lugar a dudas también este hecho, hace evidente que además de los discursos políticos de
resistencia frente a los proyectos de modernización, neoliberalistas y de globalización, así como los
movimientos indígenas de resistencia frente a estos mismos proyectos, y la negativa a la
permanentemente colonialización epistémica, los pueblos originarios abren la posibilidad de
reconstruir más sanamente nuestra sociedad, más independiente, más propia. Para ello nos
demandan una actitud filosóficamente más crítica. Como apunta María del Rayo: “[…] se tienen
que replantear los conceptos, las teorías económicas, los criterios de validez del pensar, los del
ejercicio político, la misma noción de poder […]”29. Este es el recorrido y la propuesta para pensar
y cambiar nuestra realidad desde el testimonio, las acciones, los movimientos, los discursos y la
filosofía de nuestros pueblos originarios.
Bibliografía
CERUTTI GULDBERT, Horacio, Filosofar desde nuestra América, ensayo problematizador de su
modus operandi, Miguel Ángel Porrúa/UNAM, México, 2000.
DUSSEL
Enrique,
Europa,
modernidad
y
eurocentrismo,
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/dussel/artics/europa.pdf.
29
María del Rayo Ramírez Fierro, El filosofar tojolabal…op. cit., p. 75.
11
Disponible
en:
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