XXXVII ENCUENTRO DE INSTITUTOS DE DERECHO COMERCIAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. Monte Hermoso, Buenos Aires, Argentina. 5 y 6 de Junio de 2003. Tema: Revisión del Contrato por causa de legislación de emergencia. Principio del esfuerzo compartido. Título: Vías para la recomposición de la equivalencia de las prestaciones por causa de variables ajenas a la voluntad de las partes. Pretensión distributiva del esfuerzo compartido. Autor: Destéfano, Mirta Liliana, Abogada.- (C.A.L.P., miembro permanente del Inst.de Dcho.Comercial- Asesora Legal en Seguros.- Docente en la UNLP Asignatura Derecho Comercial I, Cátedra II, de la Carrera de Abogacía, Fac.de Cs.Js.y Ss.de La Plata) PONENCIA Cuando las relaciones jurídicas pre-existentes son alcanzadas por legislación de emergencia, el orden público comprometido impone soluciones ajenas a la voluntad de las partes de un contrato. La readecuación de las condiciones de cumplimiento resulta requisito ineludible, ante la hipótesis que pudiera tornarse de cumplimiento imposible, y puede alcanzarse en diferentes etapas o por diferentes vías. Si la vía de solución es la distribución del esfuerzo, en el caso del art.11 de la ley 25561 y el art.8 del decreto 214/02, se ha propuesto la aplicación del principio del esfuerzo compartido. Respecto de este criterio, la interpretación jurisdiccional ha encontrado diferente apoyatura, y lo ha sido con alcance que va de lo amplio a lo estricto. Para el debate se ha traído una solución jurisprudencial concreta, para la aplicación de dicho principio del esfuerzo compartido, procedente de la Cámara de Apelación en lo Civ.y Com. I, Sala III del Departamento Judicial La Plata. La ponencia postula la necesidad de analizar en cada caso en particular: las circunstancias previas a la situación de emergencia; si ha mediado incumplimiento moroso imputable; la incidencia causal; el modo en que las partes pudieron haber acordado la salida ante situaciones de imprevisión, entre otras circunstancias fácticas que ameritan demostración, con miras a preservar valores esenciales para el respeto del derecho privado entre las partes y el orden público que en tales situaciones pudiere verse comprometido. FUNDAMENTOS. La legislación de emergencia a menudo irrumpió en nuestro país, en el curso de los contratos, alterando las bases del negocio jurídico, añadiendo costos de transacción elevados, en muchos casos imprevisibles, modificando sus elementos esenciales y en algunas circunstancias legitimando –de algún modola infracción al principio de fidelidad a lo pactado. Al variar las bases tenidas en cuenta para la negociación, se alteró la ecuación económica de los contratos. En su momento fue por causa de la inflación, que obligó a aplicar mecanismos 1 paliativos de la desvalorización monetaria mediante los índices de actualización. Hoy estamos frente al fenómeno de la pesificación de las deudas pactadas en dólores, la salida del régimen de paridad que preveía la ley de Convertibilidad del Austral y la indisponibilidad de dinero por parte de los ahorristas, para hacer frente a compromisos contraídos, por el colapso del sistema financiero. El presente trabajo se propone abordar la recomposición contractual dentro del marco privado de las negociaciones, esto es, entre las partes, no frente al Estado. Y dentro de este acotado marco, en particular el criterio de solución que está por la aplicación del principio del esfuerzo compartido. Dentro de estos parámetros, justo será reconocer que durante los primeros meses de sanción de la legislación supra citada, muchas fueron las voces que con un justo criterio de razonabilidad, se ocuparon de proponer como inmediata respuesta ante la emergencia, medidas de autocomposición eficaz entre las partes, de sus respectivos intereses. Se habló de pagar las deudas contraídas en dólares, que ahora quedaban pesificadas, sobre la base nominal, con diferentes alternativas: 1) A la paridad que había tenido en cuenta la ley de convertibilidad vigente a la época de la contratación. 2) Al cambio que proponía la ley de emergencia, esto es, $1,40 por cada U$S.Pero como estas pautas de inmediato demostraron no ser suficientemente compensatorias de la ecuación de cambio, ante la rápida pérdida de valor de nuestra moneda frente a un dólar liberado, el propio P.E. mediante el Dec.214/02 previó como alternativa a estas pautas, la percepción bajo recibo como pago a cuenta y la compensación de la diferencia por algún modo que equidistara esos mayores costos de transacción, de modo que pese a las consecuencias derivadas de la legislación de emergencia, el deudor pudiera cumplir con los compromisos asumidos y el acreedor no se sintiera tentado de beneficiarse con la diferencia que se veía resultaría producto de la salida del régimen de paridad cambiaria, especulación no tenida en cuenta al momento de contratar.Y al suspender el curso de los procesos de ejecución, estableció indirectamente un plazo de 180 días para que las partes se sentaran a negociar, a recomponer sus intereses, plazo tras el cual se establecería el medio legal de composición. Cumplido dicho lapso, irrumpió en la escena jurídica el C.E.R. y comenzaron a publicarse sus índices. Pero al momento de sentarse a negociar, los operadores del derecho hemos debido salir a buscar las herramientas que permitieran lograr esa recomposición, que fueran mutuamente aceptables para las partes. Y en caso que una de ellas persistiere en que esto no era viable, tener habilitada la vía judicial. Así surgieron las acciones de amparo, los planteos de inconstitucionalidad de la ley 25561 y del Decr.214/02, entre las más comunes. También se ha apelado a la “pretensión distributiva del esfuerzo compartido”. Se ha planteado esta alternativa aún para situaciones no alcanzadas por la legislación de emergencia, así como para deudores morosos, y no morosos, considerando la entrada en vigencia de dicha legislación. Si la legislación de emergencia reconoce su causa en situaciones preexistentes, la emergencia sin duda venía gestándose, con diversa intensidad e incidencia en los distintos sectores de la Economía. Algunos autores han 2 sostenido que esa situación debe asimilarse al caso fortuito y que por ende, al no resultar previsible, ni evitable, hace irrelevante la cuestión de si el deudor se encontraba ya en mora o no, al momento en que entraron en vigencia las normas de emergencia, en el caso, al 6/1/02. Lo que sí se ha dicho resultaría relevante es conocer si ese incumplimiento moroso resultó imputable al deudor. En tal sentido, algunos autores han llegado a sostener que el deudor no será responsable de los daños e intereses que se pudieren haber originado al acreedor por falta de cumplimiento, aún moroso, si ese incumplimiento tuvo como causa origen el caso fortuito (art.513 CC) que constituye la situación crítica del país. Y que ante la configuración de tal hipótesis, resultaría indiferente se considerara la morosidad o no en el incumplimiento, por la "imposibilidad" de cumplir. Una circunstancia tan genérica parecería parámetro demasiado amplio -a mi entender-, para considerar la morosidad, si no la circunscribimos a un período previo más o menos razonable atendiendo a las particularidades del caso y tal situación resulta indubitablemente demostrada. Si nos encontramos, por ejemplo, ante una medida de indisponibilidad de los depósitos, cuando tenemos un compromiso de pago previamente asumido y esa es la causa por la cual nos hemos visto impedidos de cumplir en tiempo y forma, o por razones de orden interno de determinada institución bancaria no hemos podido realizar la extracción querida en tiempo útil y esa es la causa de la mora, ajena a la voluntad del deudor y finalmente desconocida para cualquier persona medianamente diligente, y luego de ello irrumpe en las relaciones jurídicas una legislación de emergencia que ordena la pesificación de esos depósitos, que nos ha obligado a percibir pesos en vez de la moneda de origen, a una paridad reñida con el mercado, y la suma obtenida, antes suficiente, ahora demuestra no serlo, obviamente estaremos ante una situación de mora, no imputable, que permitirá al deudor se apliquen sobre obligaciones pendientes de cumplimiento, las normas de emergencia. Por lo que más allá del uso que pudiera darse a la doctrina citada, para el caso puntual que propone este ensayo, sólo habremos de mencionarla, sin entrar en mayores disquisiciones. Abocados puntualmente a analizar posibles soluciones, cuando de recomponer se trata, debe ponerse de resalto que la pretensión distributiva del esfuerzo compartido en análisis fluye de normas de Equidad. La clara referencia que el art.11 de la ley 25561 hace del principio del esfuerzo compartido y la alusión del art.8 del decreto 214/02 a un reajuste equitativo, son muestras evidentes de que ello es así. Por lo que los magistrados que se encuentren frente a la aplicación concreta de dichas pautas normativas, deberán asumir que formularán un juicio de Equidad y que por ello sus resoluciones deberán estar gobernadas por una particular adherencia a la realidad económico-financiera ahora vigente y una cuidadosa valoración de las circunstancias del caso. Es por ello que debe privilegiarse el tema probatorio, cuando se trate de determinar la medida del esfuerzo que deberá soportar cada una de las partes, en la recomposición de los términos económicos del sinalagma contractual. Se trata de indagar cuál es el límite de los renunciamientos recíprocos más compatibles con el principio de fidelidad a lo pactado con la conducta subsiguiente de las partes. Si existía una situación de morosidad previa, imputable al deudor. Cuál fue la voluntad de las partes, si tuvieron en miras la contingencia de la 3 desaparición de las bases contractuales por causas sobrevinientes y externas a la voluntad común, y se previeron la forma en que adjudicarían los riesgos en caso de desaparecer la base del negocio, el tipo de interés aplicable, el destino del bien afectado en garantía del pago y las restantes particularidades que surgen de la convención. El fallo de la Cámara 1ra.,Sala III de La Plata que he tomado como referencia para ejemplificar la aplicación del principio del esfuerzo compartido, a un caso concreto, ha sido publicado en el Boletín de Jurisprudencia N° 104 que edita el CALP, correspondiente al período ene/febr./mar de 2003, dictado en causa 240.458 RS 155/02 del 8/10/02, con voto del Dr.Perez Crocco. Se trata de un crédito, en cuyo cumplimiento el deudor se encuentra en mora. La pretensión actora se limitó a solicitar la adecuación del monto de la pretensión, según la normativa de emergencia económica. Digo se limitó, porque al aceptar la pesificación, el Tribunal interpretó que había mediado renuncia de su parte a hacer valer la aplicación estricta de las pautas contractuales. Por otra parte, en la expresión de agravios la actora pretendió se declarara la inaplicabilidad del decreto 214/02, invocando la mora del deudor, cuando en la demanda se había aceptado –como se dijo supra- la aplicación lisa y llana de la normativa de emergencia. En este aspecto se aplicó la doctrina de los actos propios, por lo cual debió circunscribir su análisis al reajuste compensatorio al que hubiera lugar, de acuerdo a lo que surgía de la prueba producida. En lo que interesa al tema en tratamiento, el Juzgador hizo una descripción somera del panorama generado por la emergencia económica, en cuyo caso su tarea se limitaría a buscar bien una autocomposición eficaz de sus intereses por las partes, o en su defecto, examinar en qué forma se reconstruye el sinalagma contractual desquiciado y procurar una distribución razonable de los costos, que no incline la balanza ni le imponga el mayor sacrificio a la parte inocente, tratando de encontrar las pautas más compatibles con el principio de fidelidad a lo pactado con la conducta subsiguiente de las partes. También determinó que el esfuerzo compartido que propone el art.11 de la ley 25561 para restablecer el equilibrio contractual reconoce su fundamento en la equidad, pero, obviamente, en el reparto del esfuerzo no se podrá ubicar al deudor moroso en la misma situación en que se encontraría si no lo fuera. De manera que al repartir los efectos del desequilibrio contractual, debe hacérsele caer en mayor medida sobre la parte morosa. Porque en el caso, si bien no se invocó tal morosidad para pretender el reconocimiento de la inaplicabilidad del Decreto 214/02 (mora anterior a la publicación), dicha mora había existido. Se aludió a razones de Justicia conmutativa, y para la cancelación de la deuda se estableció que la obligación debería ser cancelada en pesos, pero no a la paridad del art.8 del dec.214/02, sino con aplicación del principio del esfuerzo compartido, en mérito al cual los demandados morosos deberían cargar con una incidencia mayor en el precio de la divisa extrajera, estimándose razonable que soporten el equivalente al 60% del valor del dólar que fije el BCRA el día del pago, en tanto que el esfuerzo de la acreedora quedaría limitado a resignar el 40% restante. Para realizar la operación matemática se tomó la diferencia en el valor del dolar, a la fecha de pago, en cuanto superara la paridad 1 a 1, y a ese importe se aplicaría el porcentual a cargo del deudor. 4 Más allá de la Justicia de la decisión, que seguramente dependerá de la prueba rendida con la cual para este estudio no hemos contado, el caso ha sido tomado referente para mostrar una forma concreta de aplicación del principio al cual hemos venido refiriéndonos, pero la praxis judicial ha producido infinidad de ejemplos de distribución en el esfuerzo. _______________________________________________________________ Bibliografía: -Rev.de Jurisprudencia N° 104 del CALP, Pesificación, págs.40/42. -Lorenzetti, Ricardo Luis “La Emergencia Económica y los Contratos”, Ed.Rubinzal- Culzoni, 2002. -Peyrano, Jorge W. ,”La Nueva Pretensión: La distributiva del esfuerzo compartido. Comentarios procesales sobre el regimen de “pesificación” forzosa de obligaciones en moneda extranjera no vinculadas al sistema financiero”, E.D.,T.196 págs. 861/864. -Robles, Estela y Agugliaro, Ricardo “La Pesificación de las deudas en mora”, J.A., 2002-IV, págs.1469/1476. MIRTA L.DESTEFANO 5