ESPIRITUALIDAD ¿Qué es el espíritu? Tradicionalmente al referirnos al espíritu lo concebimos como algo inmaterial, que se encuentra en algún lugar muy profundo de nuestro interior, percibimos su existencia a pesar de su incorporeidad, este “espíritu” forma parte de la dualidad de la persona, integrada por un cuerpo visible “material” y el alma, sustancia etérea e “inmaterial”, que en la muerte abandona el cuerpo y trasciende hacia el más allá. Pero esto ha sido superado por un concepto distinto: el espíritu integra nuestra propia identidad consciente, no es viable separar la persona en dos elementos diferentes, cuerpo y alma, ya que ambos son inseparables de una personalidad, conformando un todo. El espíritu o alma es algo que tenemos que tenemos. Es el pulso dentro de nosotros, de la vida que gozamos, aquello que hace que estemos vivos. El espíritu del ser humano es reflexivo y autoconsciente. Es vida consciente, abierta a otros, es libre, creativa, prevaleciendo en ella el amor y el cuidado. PARA NOSOTROS LOS CRISTIANOS, EL ESPÍRITU NOS ES DADO POR DIOS, QUE NOS AMA, Y QUE NOS ENVÍA A JESÚS PARA QUE CON SU EJEMPLO DE VIDA Y EN USO DE NUESTRA LIBERTAD VIVAMOS EL PROYECTO DE DIOS EN UNO MISMO. El alma o espíritu humano cumple dos funciones: 1°) Es un principio de energía, el espíritu es aquello que le da vida al cuerpo. La persona siente en su interior una energía, un fuego, el “eros” que lo impulsa a actuar. 2°) Es el principio de integración personal que hace que seamos cada uno, uno; constituimos una unidad, necesaria tanto en el aspecto físico como en el psicológico, ya que en el corazón y en la mente, también el espíritu es aquello que nos unifica. Un espíritu sano debe hacer dos cosas por nosotros: 1°) Mantenernos energizados, capaces de vivir llenos de esperanza, al ver que la vida es hermosa y vale la pena vivirla. 2°) Debe mantener nuestra unidad, debe darnos todo el tiempo conciencia de quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos y qué sentido tiene todo esto. “¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él?” (Lc.9;25) Perder el alma es desaglutinarnos, desarmarnos. Cuando se siente que el mundo interior se derrumba sin poder hacer nada para evitarlo, cuando no sabemos quiénes somos, cuando no sabemos a dónde vamos, estamos perdiendo el alma. El espíritu es esa energía, ese fuego, ese deseo, esa tensión interna que nos hace sentir la necesidad de “ser”, de trascender, e interrelacionarnos con los demás. Es un poder ciego que nos lleva a unirnos a otros seres y crecer. “La verdadera vida interior hace que la vida activa arda sin cesar, consumiéndolo todo. Nos hace encontrar a Jesús, en los oscuros huecos de los arrabales, en la más penosa miseria de los pobres”. Madre Teresa de Calcuta ¿Qué es la espiritualidad? Comúnmente la palabra “espiritualidad” trae imágenes de algo místico, santurrón, paranormal, devoto de una manera especial, algo que no es central sino alternativo, vinculado a actividades como ir a la iglesia, orar, meditar, leer libros espirituales, etc. Por el contrario la espiritualidad está referida a un elemento vital de la fe, es algo no negociable que está en el centro mismo de nuestras vidas. Ninguno de nosotros puede elegir con respecto a este tema. No existe opción. Todos tenemos una espiritualidad que puede ser dadora de vida o destructiva conforme canalicemos nuestro espíritu. *La espiritualidad es la forma como canalizamos nuestro espíritu* La espiritualidad tiene que ver con lo que hacemos con el espíritu: con el deseo, con el fuego interno, con el anhelo, con el eros que hay dentro nuestro y la manera o el modo que canalizamos o disciplinamos esa energía. La espiritualidad es aquello que da forma a nuestras acciones. PARA LOS CRISTIANOS ES DIOS EL QUE POSEE LA FACULTAD DE OTORGAR ESA ENERGÍA, REVELADA EN CADA PERSONA NO COMO INDIVIDUO AISLADO SINO COMO SERES INTERVINCULADOS EN COMUNIDAD DE VIDA. Nosotros en cuanto seres humanos, no estamos separados de la naturaleza, que es una, sino que somos simplemente la parte de la naturaleza que puede pensar, sentir y actuar de manera consciente en uso de su libertad. El ser humano puede decidir, puede elegir. Esta capacidad es lo único que Dios no acepta que deleguemos en Él. La fuerza de voluntad, la capacidad de querer tal o cual cosa es inherente a cada individuo. Madre Teresa de Calcuta La espiritualidad es entonces, el intento consciente y deliberado de integrar la propia vida, no solamente para sí, sino para trascender hacia la comunidad. Si hacemos cosas que nos mantienen llenos de energía e integrados, encendidos, pero al mismo tiempo bien unificados poseemos una espiritualidad sana. Si nuestro anhelo, nos lleva a emprender acciones que endurecen nuestro interior y hacen que nos desarmemos y muramos, nuestra espiritualidad está enferma. Es necesario logar el equilibrio espiritual de modo de encontrar una relación óptima entre la energía interior y la forma de llevarla a la práctica. La espiritualidad tiene que ver con encontrar las maneras correctas, las disciplinas que nos permitan tanto manifestar como contener esa energía. En síntesis, la espiritualidad es toda actitud y actividad, que favorece la relación, la vida, la comunión, la subjetividad y la trascendencia, canalizando adecuadamente el espíritu. Elementos esenciales de la espiritualidad Como cristianos nos encontramos en un pluralismo espiritual, rico pero confuso, con muchos trasfondos diferentes de espiritualidad. Esto tiene que ver con el manejo adecuado de esas energías poderosas y que a veces no podemos dominar, sintiéndonos demasiados inquietos o demasiados deprimidos como para disfrutar la vida de manera plena. Para controlarla debemos reconocer el origen divino de esta energía y ejercer la opción hacia los valores adecuados. ¿Cuáles son estos valores? ¿Cuáles son los correctos? ¿Cuáles poseen una verdadera sustancia espiritual? y ¿Cuáles son simplemente modas pasajeras? ESPECÍFICAMENTE PARA NOSOTROS COMO CRISTIANOS, ¿QUÉ COSAS DEBERÍAN FORMAR PARTE DE NUESTRAS VIDAS? Y ¿CUÁLES DEBERÍAMOS IGNORAR O RECHAZAR EN EL NOMBRE DE CRISTO? *La espiritualidad se sustenta en: la oración, la opción por los pobres, el amor y la vida en comunidad* Existen principios esenciales que están prescriptos para todos y que nadie puede negociar, no se los puede ignorar, no hay aquí una cuestión de elección personal. Por otro lado existen otras verdades que son accidentales, es decir pueden ignorarse o modificarse conforme el temperamento, el gusto, la tradición, la cultura o la época. En estos hay capacidad de elección. Jesús prescribió cuatro cosas para la acción esencial de una vida espiritual sana: 1234- La Oración privada y la Moralidad privada La Justicia Social La Calidez (compasión y ternura) del corazón y el espíritu La Comunidad como un elemento constitutivo de la verdadera oración y salvación. CUANTO MÁS CONOCEMOS A JESÚS, MÁS LE AMAMOS. NUESTRA VIDA ESPIRITUAL TIENE SU RAÍZ Y FUERZA EN EL AMOR A CRISTO; A TRAVÉS DE ÉL PODEMOS COMPRENDER Y VIVIR EL AMOR AL PRÓJIMO, VOLCAR NUESTRA MIRADA Y ACCIÓN HACIA LOS POBRES, ORAR CON NUESTRO CORAZÓN Y AUMENTAR NUESTRA FE EN LA COMUNIDAD. Por lo tanto, la espiritualidad en el MCJ debe actuar desde su carisma: CRISTO AMIGO, viviendo los cuatro pilares antes mencionados, desde la “Amistad, Con y En, Cristo”. La libertad es la potestad del hombre sobre sus propios actos, la libertad interior es un atributo fundamental de la voluntad humana, que le da el poder para determinarse por sí misma a obrar o no obrar, a hacer esto o lo otro. Libertad pues, es elección, es responsabilidad por nuestros propios actos u omisiones por eso el desarrollo de nuestra espiritualidad contiene siempre una opción: el amor o el odio, la justicia social o la inequidad, la unión o la discordia, la paz o la violencia, la comunidad o el individualismo. La salud de la vida espiritual depende de la puesta en práctica sostenida y permanente de estos cuatro pilares básicos: Oración y Ética privada; Opción por los pobres; Amor; y Vida en Comunidad; ninguno de ellos puede faltar, si alguno se deteriora, sufriremos una ruptura en nuestra espiritualidad. LA ORACIÓN PRIVADA La oración y la integridad personal, en todos los actos, aún en los asuntos privados más insignificantes, es una de las cosas que Jesús convierte en no negociables dentro de la vida espiritual. Jesús nos pide “orar en secreto”, mantener una relación personal, privada con Él y a través de Él con Dios: “Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas…Pero tú cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre…y tu Padre que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio”. (Mt.6; 5-6) En los Evangelios la fidelidad en la observación del mandamiento del amor a Dios y al prójimo, es el único criterio real para distinguir la oración y la ética privada. “Si alguien me ama observará mis mandamientos” (Jn.14; 15-23) La oración personal y el cumplimiento del mandamiento del amor a Dios y al prójimo, forman parte del núcleo de la espiritualidad, no pueden borrarse, ni estimarse de manera alguna como poco importantes o banales, no son optativos en la vida espiritual. Los mandamientos transmiten los valores esenciales con los que nosotros cristianos debemos canalizar o disciplinar nuestro espíritu, solamente si practicamos una dedicada vigilancia a todas las áreas éticas de nuestras vidas privadas progresaremos en una vida espiritual plena. Es necesario mantener la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. “La Buena Nueva es que Dios continúa amando al mundo a través de nosotros. Nosotros somos la Buena Nueva de Dios. Nosotros somos el amor de Dios en acción. Cada vez que alguien se nos acerca, tiene que sentirse un poco mejor por haberse encontrado con nosotros, tenemos que irradiar el amor de Dios. Madre Teresa de Calcuta “Contemplar”, en un sentido bíblico, es plantarse frente a los grandes misterios de la vida de modo como María lo hizo frente a los eventos de la vida de Jesús, “su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (Lc.2, 51) hasta la forma cómo estuvo bajo la cruz. Hay en ello un gran gozo, y al mismo tiempo una tremenda tensión. Hoy más que nunca necesitamos revitalizar nuestra fe en esta clase de contemplación, junto con la disposición a soportar la tensión tal como lo hizo María. LA JUSTICIA SOCIAL Tal como Jesús mismo lo deja bien en claro, no puede haber una relación real con Él cuando se descuida a los pobres y abunda la injusticia. El libro del Génesis hace cuatro afirmaciones principales, interconectadas, que proveen la base para la justicia social: a) Dios creó a todas las personas con la misma dignidad y los mismos derechos. b) La tierra y todo lo que hay en ella pertenece por igual a todos. c) Todos los seres humanos son corresponsables con Dios de ayudar y proteger la dignidad de todos y todo. d) La tierra física en sí posee derechos y necesita que se la respete y no solamente como escenario de la actividad humana. La Iglesia percibió que la mayoría de los problemas sociales no son algo natural o fruto de la casualidad, sino el resultado de estructuras injustas (normas, leyes, organizaciones) que pueden ser cambiadas. La Iglesia admite que no basta tratar de solucionar los efectos, sino que hay que llegar a descubrir y erradicar las causas de la miseria. No podemos separar la vivencia de la fe en Cristo, de la experiencia de justicia social Cuando se habla de excluidos se hace referencia a los “pobres”, pero además, se está señalando el por qué de su pobreza; son pobres porque han quedado afuera. Fuera del sistema, fuera de las necesidades mínimas de comida, educación, vestido, fuera de lo que significa vivir dignamente, al margen de la vida normal de la sociedad. Así están estos hermanos, no sólo en la periferia de las ciudades, sino también en la periferia de los derechos, de las posibilidades de trabajo, de educación, de formación. En la periferia de la dignidad. Todos tenemos algún grado de responsabilidad en la difícil situación que viven los excluidos. ¿Cómo encontrar respuestas?, aquí tenemos que volver la mirada hacia las Bienaventuranzas (Mt.5, 1-12) y decir, solo los humildes, los que luchan por la justicia y los que intentan practicar la misericordia, podrán encontrar el camino de las respuestas. (“Una espiritualidad para la acción solidaria” Cáritas Argentinas) Todos los seres humanos por el sólo hecho de ser hijos de Dios tenemos derecho a gozar de los bienes necesarios para desarrollarnos en forma integral. Si un niño tiene hambre y frío no podrá aprender a leer, ni ampliar su espíritu. La pobreza no solo abarca lo material, sino también las múltiples formas de pobreza espiritual, tal como la privación de los derechos fundamentales de la persona, que la empobrecen igualo tal vez más- que la privación de los bienes materiales. Los cristianos no debemos desentendernos de los pobres. “La Iglesia, en virtud de su compromiso evangélico, se siente llamada a estar junto a esas multitudes pobres, a discernir la justicia de sus reclamos y a ayudar a hacerlos realidad sin perder de vista el bien de los grupos en función del bien común” (Juan Pablo II) LA CALIDEZ DEL CORAZÓN Y EL ESPÍRITU COMPASIVO Para tener una espiritualidad sana debemos también tener en nosotros un alma bondadosa y agradecida. Nuestra tarea como cristianos es transformar el mundo por medio del amor y la justicia. En lo que es necesario, la unidad, en lo que es dudoso, la libertad, en todas las cosas la caridad (S.S. Juan XXIII) La palabra “Caridad”, (del latín: caritas, amor), se la confunde con limosna y beneficencia. La justicia precede a la caridad y hay que cumplir antes que nada las obligaciones de la justicia para no dar como ayuda de caridad lo que ya se debe por razón de justicia. Seamos como Jesús, llenos de compasión, de humildad, el uno para con el otro. Porque amando a nuestro prójimo lo amamos a Él. ¿Cómo se demuestra este amor? No a través de grandes cosas, sino de cosas pequeñas hechas con un gran amor. En términos cristianos, la clave del servicio es el amor y el amor se expresa en el servicio. Así tenemos que entender toda la vida de Jesús, que nos pide amar hasta el extremo porque Él nos amó primero y nos hizo capaces de amar de esta manera.(1 Jn. 4,16). El amor no vive de palabras, no puede ser explicado…sobre todo el amor que sirve a Dios, que viene de Dios, que lo encuentra y que lo conmueve. Tenemos que llegar hasta el corazón, y para llegar allí, tenemos que actuar. El amor se demuestra a través de los hechos. (Madre Teresa de Calcuta) “Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua sino de obra y de verdad” (1Jn 3, 18) La espiritualidad evangelizadora está marcada por un intenso amor a cada persona. A veces se expresa como compañía silenciosa y compasiva, otras veces como palabra que alienta, abrazo que consuela, paciencia que perdona, disposición a compartir lo que se posee; también se torna indignación por la injusticia y se expresa proféticamente en la denuncia. Se trata siempre, de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre. En este mundo donde frecuentemente nos sentimos desamparados, ignorados, utilizados, excluidos, ¿No es indispensable oír el llamado del Espíritu a cuidarnos y sostenernos unos a otros con entrañas de misericordia? (Navega Mar Adentro. C.E.A.) Cuando Jesús habla del hambre no solo se refiere al hambre físico, sino al hambre de amor, de compresión, de calidez. Él supo lo que es la falta de afecto: vino a vivir entre los suyos y fue rechazado. Supo lo que significa la soledad, el rechazo y el “no pertenecer a ninguna parte” Ser desposeído no solo significa no tener un techo sobre la cabeza, sino también no tener quién nos comprenda, quién nos ame. (Madre Teresa de Calcuta) Cristo anunció la Buena Nueva de la vida y del amor. La cruz es símbolo de amor. Predicar la cruz significa seguir a Jesús. Y seguir a Jesús es per- seguir su camino, proseguir su causa y con- seguir su victoria. La bondad del corazón es un elemento no negociable dentro de la vida espiritual que se refleja en el amor y el cuidado con que nos relacionamos con los seres con los cuales compartimos la vida (incluyendo los que forman la naturaleza) LA COMUNIDAD COMO ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA VERDADERA ORACIÓN Y SALVACIÓN Para un cristiano, participar de la Iglesia, es otro de los elementos no negociables de la vida espiritual. Para Jesús los dos grandes mandamientos, amar a Dios y amar al Prójimo, no pueden separarse. Esencialmente significa que para amar a Dios, que es amor, debemos comprometernos con una comunidad real sobre la tierra. Juan Pablo II nos invitaba a hacer de la Iglesia “casa y escuela de comunión”, abriendo espacios de encuentro, reflexión y fiesta, generando un ambiente acogedor y cálido donde todos los fieles puedan vivir los diversos carismas con verdadero y fecundo espíritu de caridad, de verdad y de unidad en la diversidad en plena comunión con el sacerdote que preside. La Comunidad es la mediadora de Cristo en el mundo, somos sus “manos, su piel, su boca, su corazón” LA ESPIRITUALIDAD ES UNA ACCIÓN COMUNITARIA, PORQUE LA BÚSQUEDA DE DIOS NO ES UNA BÚSQUEDA PRIVADA DE LO QUE ES PARA UNO LO MÁS ELEVADO O LO MEJOR. LA ESPIRITUALIDAD ES UNA BÚSQUEDA COMUNITARIA DEL ROSTRO DE DIOS Y SE BUSCA DE MANERA COMUNITARIA SOLO DENTRO DE UNA COMUNIDAD. Lo que Jesús quiere es que experimentemos su presencia al ingresar con Él a una comunidad de vida y de celebración. Jesús no es un modelo que deba imitarse sino una presencia que debemos encarnar para actuar a partir de ella. BIBLIOGRAFÍA Conforme Ronald Rolheiser Sacerdote de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada en EEUU. Profesor de Teología y Filosofía. Escribe desde el año 1982 una columna en 65 periódicos católicos a cerca de la Espiritualidad y Nuestra relación con Dios. Madre Teresa de Calcuta Sus escritos, oraciones y entrevistas