INTERACCIÓN ELECTROSTÁTICA. CAMPO ELÉCTRICO Desde muy antiguo se conoce un fenómeno natural que consiste en que algunos materiales, al frotarlos, son capaces de atraer a otros cuerpos; dado; dado que el primer material con el que se experimentó, en época griega, fue el “ámbar” (en griego se conocía como “elektron”), a este fenómeno se le llamó “fenómeno eléctrico”. Hoy día son muchos los materiales que, frotados, adquieren esta capacidad de atracción, y decimos que estos materiales se han electrizado. Hay tres formas de electrizar un cuerpo: Electrización por frotamiento Electrización por contacto Electrización por inducción En todos los casos, la materia electrizada es capaz de interactuar con otra materia, a veces de forma atractiva y otras de forma repulsiva. Evidencias de esta interacción nos rodean y suceden, por ejemplo, cuando acercamos el brazo a la pantalla del televisor, los pelos del brazo son atraídos (se erizan); hay determinadas situaciones en las que trozos de plástico se nos pegan a los dedos de las manos. Otras veces, la materia electrizada se pone de evidencia en los rayos producidos en algunas tormentas y en las pequeñas descargas que notamos al tocar, en ciertas ocasiones, alguna parte metálica de nuestro coche. Al igual que la interacción gravitatoria tiene su origen en una propiedad de la materia que es su masa, esta nueva interacción observada, también tiene que tener su origen en otra propiedad de la materia, a ésta se le da el nombre de carga o carga eléctrica. Al igual que la masa, la carga ha de medirse, por lo que se necesita una unidad de medida así como un instrumento para medirla. Para justificar el hecho observado de que el fenómeno eléctrico puede ser atractivo o repulsivo, se necesita aceptar que esta propiedad de la materia llamada carga eléctrica pueda mostrarse o evidenciarse de dos formas antagónicas u opuestas; admitimos, por tanto, la existencia de materia con carga eléctrica positiva y con carga eléctrica negativa. Así pues, se produce interacción atractiva entre materia con carga eléctrica de distinto signo, mientras que se produce interacción repulsiva entre materia con carga eléctrica del mismo signo. Conociendo lo elemental de los modelos atómicos, podemos decir que esta propiedad de la materia está básicamente distribuida en dos tipos de partículas subatómicas: Los electrones, con carga eléctrica negativa y los protones con carga eléctrica positiva. Por tanto, la materia no electrizada, que no presenta interacción electrostática, sí tiene naturaleza eléctrica, poseyendo la misma cantidad de carga de un tipo que de otro (de un signo que de otro). Dado que el electrón es la partícula elemental portadora de carga eléctrica, se toma éste como unidad para su medida, del mismo modo que se toma el “metro” como unidad de medida de longitud; por tanto, la carga que poseé el electrón se toma como unidad de medida, pero es muy pequeña para las medidas habituales de ésta magnitud, así que se maneja otra unidad mayor: El Culombio (C), de tal forma que la carga del electrón será 1,6 · 10-19 C. La interacción entre cargas eléctricas, mejor sería decir entre partículas cargadas eléctricamente, fue estudiada desde principios del siglo XVII, culminando con la cuantificación de dicha interacción, llevada a cabo por Charles de Coulomb mediante la expresión: r q ⋅ q´ r F = K 2 ur r Conocida como “Ley de Coulomb”: La fuerza ejercida entre dos cargas eléctricas es proporcional a la cantidad de carga presente (q y q´) e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa. Dicha fuerza es un vector cuya dirección es la recta que une dichas cargas. La cantidad de carga se mide en culombios y la distancia (r) en metros. m2 K es una constante de proporcionalidad cuyo valor es 9 · 109 N 2 si las C cargas están en el vacío, si no fuera así, tendrá otro valor diferente.