Correspondencia Mioclonías de origen propioespinal y radicular: respuesta al levetiracetam Julia Vaamonde-Gamo a, Guillermo MartínezPalomeque b, M. Josefa Álvarez-Soria a, José Manuel Flores-Barragán a, Ramón IbáñezAlonso a, Juan Pablo Cabello-De la Rosa a Servicio de Neurología. b Servicio de Neurofisiología. Hospital General de Ciudad Real. Ciudad Real, España. a Correspondencia: Dra. Julia Vaamonde Gamo. Servicio de Neurología. Hospital General de Ciudad Real. Avda. Obispo Rafael Torrija, s/n. E-13005 Ciudad Real. E-mail: juliavaamonde@hotmail.com Aceptado tras revisión externa: 10.12.09. Cómo citar este artículo: Vaamonde-Gamo J, MartínezPalomeque G, Álvarez-Soria MJ, Flores-Barragán JM, Ibáñez R, Cabello-De la Rosa JP. Mioclonías de origen propioespinal y radicular: respuesta al levetiracetam. Rev Neurol 2010; 51: 126-7. © 2010 Revista de Neurología Las mioclonías constituyen un tipo de movimiento involuntario frecuente, brusco, de corta duración, que puede afectar a uno o varios grupos musculares, ‘shock-like’. Dicho movimiento involuntario, causado por la actividad contráctil muscular que define la mioclonía, puede ser altamente discapacitante y a menudo requiere tratamiento. Desde el punto de vista fisiopatológico, las mioclonías pueden ser el resultado de actividad anormal en diversas partes del sistema nervioso central; se clasifican, según su origen, en corticales, subcorticales o espinales (segmentarias o propioespinales) [1,2]. En las mioclonías propioespinales, son varios los segmentos espinales involucrados, con actividad eléctrica ascendente y descendente, vía propioespinal, desde un generador espinal [3]. Las mioclonías espinales se han asociado a diferentes lesiones medulares o fármacos, pero existen mioclonías medulares espinales primarias de causa desconocida [4]. Son pocos los casos publicados de mioclonías generadas en el sistema nervioso periférico [5]. Nosotros describimos dos pacientes, el primero con mioclonías propioespinales, y el segundo, con mioclonías de origen radicular. Ambos experimentan una marcada mejoría con levetiracetam. Caso 1. Mujer de 22 años de edad que acudió a la consulta de neurología por presentar, desde unas semanas antes, sacudidas bruscas espontáneas en su pierna derecha. Los movimientos no eran dolorosos, pero sí incapacitantes para 126 la paciente al impedirle caminar con seguridad, y que llegaron a provocarle, en alguna ocasión, caídas al suelo. No podían ser suprimidos voluntariamente. Los movimientos voluntarios de la pierna exacerbaban las sacudidas, las cuales no se modificaban por la estimulación cutánea sensitiva o tendinosa. En la exploración, su marcha presentaba aumento de la base de sustentación debido a los fallos en la estabilidad ocasionados por las sacudidas. Tenía contracciones repentinas, enérgicas y espontáneas de la parte distal del miembro afectado. Las sacudidas eran exacerbadas en amplitud y frecuencia durante la tentativa funcional. La exploración general y neurológica fue normal, excepto las sacudidas musculares en la extremidad inferior derecha. El estudio electromiográfico practicado en la pierna derecha mostró la presencia de descargas con latencia mayor de 150 ms, con un patrón de descarga temporal irregular y distribuido en músculos inervados por muchos segmentos medulares espinales diferentes con propagación ascendente y descendente, vía propioespinal, desde un segmento medular generador L4. Estos estudios sugirieron el diagnóstico de mioclonías propioespinales. Los tests de laboratorio estándar y el estudio autoinmune fueron normales. Los estudios serológicos para la enfermedad de Lyme y el virus de inmunodeficiencia humana fueron negativos. Los niveles séricos de vitamina B12, B6, folato, hierro, ferritina, TSH, T3, T4, cobre y ceruloplasmina fueron negativos. Los anticuerpos paraneoplásicos fueron negativos. El examen del líquido cefalorraquídeo fue normal. No se encontró ninguna lesión estructural al realizar la resonancia magnética cerebral y medular. Fue tratada con múltiples fármacos, entre ellos clonacepam, ácido valproico y gabapentina, que no resultaron eficaces. Se inició el tratamiento con levetiracetam 500 mg/12 h. En tres días, las mioclonías mejoraron y, un mes después de haber iniciado el tratamiento, los movimientos cesaron completamente. No toleró la retirada del tratamiento a causa de la reaparición de las mioclonías. Caso 2. Mujer de 24 años de edad con sacudidas dolorosas en el brazo izquierdo que empezaron 10 días antes de la consulta en neurología, inmediatamente después de una maniobra de tracción cervical realizada durante una sesión de fisioterapia, en un intento de reducir la tensión muscular cervical desarrollada tras una flexoextensión forzada del cuello en un acci- dente de tráfico. La exploración física objetivó disestesia en la zona radial del brazo y debilidad leve en los músculos bíceps, tríceps y braquiorradial izquierdos. Los reflejos del supinador y el bíceps izquierdos estaban reducidos en comparación con el lado derecho. Presentaba sacudidas mioclónicas espontáneas e inducidas por la acción, pero no al estímulo sensitivo, en el bíceps y tríceps izquierdos. El resto de la exploración neurológica fue rigurosamente normal. La electromiografía documentó cocontracción de varios músculos, todos ellos inervados por las raíces C6/C7 izquierdas, con un registro de descargas electromiográficas en latencias similares. El estudio de potenciales evocados somatosensoriales mostró un leve aumento en la latencia de N20, después de la estimulación del nervio mediano izquierdo. La resonancia magnética craneal y medular espinal fue normal. El electroencefalograma también fue normal. Los estudios de laboratorio, inmunología, hematología, calcio, magnesio, cobre, ceruloplasmina y líquido cefalorraquídeo fueron normales. Fue tratada con ácido valproico (1.500 mg/día) y presentó una mejoría mínima, pero en combinación con levetiracetam (250 mg/dos veces al día) se obtuvo un efecto beneficioso. Los movimientos involuntarios de origen espinal o radicular son poco frecuentes. En el presente estudio describimos a una paciente con mioclonías propioespinales y a otra con mioclonías radiculares, con buena respuesta al levetiracetam. La fisiopatología de las mioclonías espinales no se conoce bien [3] (pérdida de la función inhibitoria de las interneuronas del asta dorsal, pérdida de la inhibición desde segmentos medulares superiores vía descendente, etc.). La causa de las mioclonías propioespinales a menudo se desconoce, pero se ha publicado la asociación de este tipo de mioclonías con varios tipos de lesiones de la médula espinal como mielopatía isquémica, glioma medular, siringomielia, esclerosis múltiple, radioterapia, infecciones, fármacos, anestesia espinal epidural, síndromes paraneoplásicos y déficit de vitamina B12 [2]. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes, como en el caso que describimos, no está clara la etiología y la resonancia magnética de médula espinal es generalmente negativa. En estos pacientes, la resonancia magnética con tensor de difusión y tractografía para detectar las anomalías puede ser útil [6]. La ausencia de patología psiquiátrica asociada, www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 51 (2) Correspondencia la respuesta al levetiracetam y la reaparición de los movimientos al retirar el tratamiento hacen improbable el origen psicógeno de las sacudidas mioclónicas en nuestra paciente. Las mioclonías periféricas se han descrito en pacientes con lesión de la raíz espinal [7], plexo braquial [8] y nervio periférico [9]. Nosotros presentamos una paciente con mioclonías de probable origen radicular, inducidas por una maniobra de estiramiento cervical. Este estiramiento cervical habría determinado un mecanismo transitorio de irritación radicular [7]. En concordancia con otros autores, un potencial mecanismo de las mioclonías de origen radicular puede ser la modificación del patrón normal del sistema de entrada sensorial hacia la médula espinal, con la subsiguiente desinhibición de las neuronas del asta anterior medular [10], lo que daría lugar a las mioclonías. Otro mecanismo fisiopatológico implicado podría ser la transmisión de una excitación ectópica de la raíz espinal [7]. El levetiracetam es un fármaco antiepiléptico, estructuralmente muy similar al piracetam [11], que parece estimular el efecto de los inhibidores glicinérgicos [12,2]. Estudios de mioclonías en modelos animales postulan que el déficit de transmisión inhibitoria glicinérgica puede dar lugar a una disfunción del circuito inhibitorio segmentario medular e induce focos mioclónicos en la médula espinal [13]. Nuestras pacientes mejoraron con levetiracetam como los pacientes con mioclonías espinales publicados por Keswani et al [14]. En concordancia con estos autores, es posible que la efectividad del levetiracetam pueda relacionarse con los mecanismos glicinérgicos. La pequeña muestra de pacientes con mioclonías radiculares y espinales tratados con levetiracetam no permite llegar a una conclusión y la eficacia del levetiracetam debe ser determinada en un grupo de pacientes más amplio. Bibliografía 1. Fahn S, Marsden CD, Von Woert MH. Definition and classification of myoclonus. Adv Neurol 1986; 43: 1-5. 2. Erro ME, Navarro MC. Mioclonías: características clínicas y neurofisiológicas, etiología y tratamiento. Rev Neurol 2009; 48 (Supl 1): S1-6. 3. Brown P, Rothwell JC, Thompson PD, Marsden CD. Propiospinal myoclonus: evidence for spinal ‘pattern’ generators in humans. Mov Disord 1994; 9: 571-6. 4. Campos CR, Limongi JC, Machado FC, Brotto MW. A case of primary spinal myoclonus: clinical presentation and possible mechanism involved. Arq Neuropsiquiatr 2003; 61: 112-4. www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 51 (2) 5. 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Rev Neurol 2010; 51: 127-8 © 2010 Revista de Neurología La narcolepsia es un trastorno neurológico de etiología desconocida que se caracteriza por somnolencia excesiva diurna asociada a cataplejía y otros trastornos del sueño REM [1]. Se piensa que la narcolepsia humana puede estar causada por la interrelación de factores ambientales y genéticos, y se ha demostrado una estrecha relación con el antígeno leucocitario humano (HLA) DQB1*0602 [2]. Junto a los casos idiopáticos, se han descrito casos de narcolepsia secundarios a diversos trastornos del sistema nervioso central, como esclerosis múltiple, postencefalitis, trastornos cerebrovasculares, síndromes hipotalámicos, traumatismos craneales y enfermedades neurodegenerativas [3]. En pacientes con narcolepsia, se ha puesto de manifiesto una disminución importante de los valores de hipocretina en el líquido cefalorraquídeo [4]. El abordaje terapéutico de la narcolepsia-cataplejía se ha basado en el manejo por separado de cada uno de los síntomas mediante fármacos estimulantes y antidepresivos. Sin embargo, el oxibato sódico ha demostrado mejorar de forma conjunta todos los síntomas [5]. Varón de 36 años, sin antecedentes personales ni familiares de interés. Presentaba un cuadro de 12 meses de evolución de excesiva somnolencia diurna, ataques de sueño irresistibles durante situaciones activas, parálisis del sueño del despertar y alucinaciones de tipo auditivo. Negaba presentar una clínica sugerente de cataplejía ni ronquidos. La puntuación en la escala de Epworth fue de 21 (rango: 0-24). En los últimos tres meses refirió cefalea holocraneal, que no se modificó con los cambios posturales, pero que aumentaba con las maniobras de Valsalva y le despertaba por la noche. El dolor cedía parcial y transitoriamente con antiinflamatorios. La exploración neurológica no mostraba datos de focalidad neurológica. No presentaba rigidez de nuca ni signos meníngeos. El fondo de ojo evidenciaba un leve borramiento nasal derecho. La polisomnografía nocturna informó de cuatro ciclos de sueño, con una latencia de 16 minutos y una latencia REM de 36 minutos, y ausencia de apneas obstructivas. En la prueba múltiple de latencias de sueño se obtuvieron cinco siestas con unas latencias de 8, 5, 4, 3 y 7 minutos, con sueño REM en tres de ellas. El estudio de antígenos HLA-DR mostró un DQB1*0602 negativo. La tomografía computarizada craneal demostró: masa hipodensa mal definida de 4 cm, localizada en la cisterna cuadrigeminal que no realzaba el contraste. Presentaba un efecto ma­ sa, con desplazamiento del III ventrículo de derecha a izquierda, e hidrocefalia triventricular. En la resonancia magnética cerebral se observó: masa de características quísticas de probable origen en el territorio retropulvinar derecho, con contorno lobulado, no tabicado y que comprimía el III ventrículo en su pared derecha y hacia atrás se extendía a las cisternas retropul- 127