JURISPRUDENCIA Por presunta falta de notificación de sentencia al letrado y al cliente Desestimación de reclamación de daños al procurador Sentencia de la Sección 2ª de la Audiencia Provincial de Navarra dictada el 22 de julio de 2013 (rec. 223/2012) bajo ponencia de su presidente, el magistrado Francisco Cobo Saenz, que desestima un recurso de apelación promovido contra una sentencia que, en primera instancia, desestimaba la reclamación de daños y perjuicios a un procurador por no haber efectuado notificación, ni a su cliente ni a su letrado, de la sentencia de un proceso penal. JULIÁN CABALLERO AGUADO Procurador “ E n la demanda iniciadora por Dña. A. se ejercitaba f­ rente al procurador Sr. M. la acción de reclamación de indemni­ zación de los daños y perjuicios supuestamente causados por dicho procurador al no haber comunica­ do, ni al letrado director de la de­ mandante ni a ella misma, la sen­ tencia dictada en el procedimiento penal en el que la representaba, de modo que la sentencia fue declara­ da firme. El Juzgado de 1ª Instancia nº 4 de Pamplona desestimó la de­ manda por sentencia de fecha 12 de abril de 2012 que, en síntesis, se fundaba en: 1. No se había justificado que Dña. A. hubiera impartido instruccio­ nes específicas, a su procurador Sr. M., para que le notificara personalmente las resoluciones rele­ vantes en el procedimiento. 2. El sistema de comunicación em­ pleado entre el procurador Sr. M. y el letrado de la Sra. A., Sr. J., para la comunicación de resolu­ ciones en dicho procedimiento abreviado, era el postal ordina­ rio. Y así se hizo en el supuesto enjuiciado, mediante la remisión por correo ordinario de una car­ ta en la que se indicaba que se remitía copia de la sentencia. 3. La constancia de la existencia de comunicación telefónica, el mismo día en que se recibió la sentencia, entre el Sr. M. y el letrado Sr. J. 4. El transcurso de mucho tiempo, sin solicitar información alguna por parte del letrado sobre el estado de las actuaciones. En el fundamento cuarto de la sentencia de instancia se decía que: “… partimos de una realidad recogi­ da también por nuestros tribunales y es que el procurador en el cum­ plimiento de sus responsabilidades profesionales debe entregar toda la documentación al letrado, pero no al cliente. Así la STS de 27 de julio de 2006 que se remite al Art. 26 de la LEC y al Estatuto General de Procuradores para señalar que es­ tos preceptos no obligan al procu­ rador a entregar copias al cliente y añade que dicha obligación puede tener cabida en el Art. 1719 del Código Civil en caso de que exis­ tan instrucciones expresas del man­ dante al respecto, lo que aquí no ha ocurrido. En este mismo sentido ponemos de manifiesto que es el Art. 26 de la actual LEC el que re­ coge la obligación del procurador de transmitir al abogado elegido por su cliente o por él mismo todos los documentos antecedentes o ins­ Una realidad recogida también por nuestros tribunales es que el procurador en el cumplimiento de sus responsabilidades profesionales debe entregar toda la documentación al letrado, pero no al cliente 46 Procuradores • Nº 104 JURISPRUDENCIA trucciones que se le remitan o pueda adquirir. Por tanto no existiendo obli­ gación del procurador de entregar copia de la sentencia al cliente, en­ tendemos que ninguna negligencia ha cometido por ello en relación con la entrega a la actora. Examinando ahora su actuación en relación con la comunicación con el letrado, tanto en el escrito de contestación a la demanda como posteriormente en el acto del juicio el procurador Sr. M. señaló que efectivamente con fecha 14 firmó la diligencia de remisión de resolución al servicio de recepción del colegio de procuradores, a ­ unque en realidad en el colegio consta como notificada el día 15 de abril siendo esta la forma normal de actuación del colegio de procuradores. Igualmente manifestó el Sr. M. que ese día 14 de abril de 2008 efectuó una llamada al móvil del Sr. J., letra­ do de la actora, y otra después al despacho hablando personalmente con él en las dos ocasiones y que además tenían una audiencia previa, en la que intervenían los dos, en un juzgado de instancia de Pamplona que se inició con mucho retraso seña­ lando en este sentido que primero lla­ mó al móvil y luego habló personal­ mente con él, y más tarde le remitió la sentencia por correo ordinario que era la forma normal de actuación. Concluyó diciendo que desde enton­ ces hasta el día 24 de noviembre de 2009, que es cuando recibió la carta, es decir año y medio después, no ha sabido nada del asunto. Examinando el resto de la prueba practicada consideramos necesario dejar constancia de una realidad en la actuación de los procuradores y es que al estar basado su trabajo en una relación de confianza con el letrado no es necesario el cumplimien­ to de determinados requisitos forma­ les. En este sentido hemos de decir que la prueba por parte del deman­ dado de su actuación diligente no está exenta de dificultades máxime si partimos de la base de que como es de sobra conocido no es costum­ bre recabar recibo de las notifica­ ciones que se envían a los letrados, utilizando para ello procedimientos ciertamente difíciles de probar como puede ser en este caso el correo or­ dinario”. En este sentido la sentencia del TS de 14 de junio de 1994 re­ vocó la dictada por la Audiencia y dice que “parte ésta de que ‘la sim­ ple aportación de la copia de la carta que el demandado dice haber remitido, que carece de firma o se­ llo alguno, no puede estimarse bas­ tante para estimar acreditado que cumplió con su deber profesional’, y no podemos valernos para ello de ningún otro elemento de juicio, pero sin embargo tampoco la parte con­ traria ha acreditado que el deman­ dado dejara de cumplir tal deber y, por otro lado, sería desorbitado exigir de los procuradores que ten­ gan que recoger la firma que acre­ dite la entrega de todos y cada uno de los documentos que pasan por sus manos, máxime basándose en la confianza la relación que les une a sus clientes y a los profesionales encargados de la dirección jurídica. Consideramos que conforme a todo ello bien podría haber aportado la parte actora que no olvidemos ac­ túa asistida por el mismo letrado que en el procedimiento penal, cualquier prueba documental que acreditara que las comunicaciones entre abo­ gado y procurador se realizaban de otra forma distinta cuya constancia hubiera sido más fácil de acreditar; sin embargo es la propia actora la que aporta como medio de prueba el sobre de una carta ordinaria como documento nº 28 por el que se co­ munica la providencia firmada con fecha 7-10, o como documento nº 35 otro sobre dirigido igualmente por correo ordinario al letrado Sr. J. A todo ello añadimos como he­ cho a nuestro juicio relevante, que resulta curioso que haya transcurrido tanto tiempo desde que se celebrara el juicio, el 27 de marzo de 2007 hasta que se solicitara al Sr. M. infor­ mación sobre la sentencia, a través de la carta de noviembre de 2009, no siendo causa justificativa de ello el retraso de los tribunales en dictar sentencia, puesto que no olvidemos estamos hablando de dos años y me­ dio transcurridos sin solicitar ningún tipo de información. En conclusión, una valoración global de la prueba aportada no nos permite considerar acreditada con el rigor necesario la exigencia de una posible negligencia en la actuación del demandado. No se ha probado que la forma normal de comunicación entre abogado y procurador fuera otra y sí consta pri­ mero que hubo una comunicación telefónica curiosamente el mismo día que se recibió la sentencia, consta Sería desorbitado exigir de los procuradores que tengan que recoger la firma que acredite la entrega de todos y cada uno de los documentos que pasan por sus manos, máxime basándose en la confianza la relación que les une a sus clientes y a los profesionales encargados de la dirección jurídica Procuradores • Nº 104 47 JURISPRUDENCIA igualmente la remisión de cartas por correo ordinario por parte del Sr. M. al despacho del letrado Sr. J., y es igualmente un hecho constatable el transcurso de mucho tiempo sin so­ licitar información alguna por parte del letrado sobre el estado de las actuaciones. Por todos estos motivos procede la desestimación de la de­ manda presentada”. Frente a esta sentencia se interpu­ so el recurso de apelación por la de­ mandante que ha sido resuelto por la audiencia navarra desestimándolo, y no sólo confirmando la sentencia re­ currida, sino que la sala asume como propios y parte integrante de su reso­ lución los razonamientos contenidos en los fundamentos de derecho de la sentencia apelada y singularmente los contenidos en el expresado fun­ damento de derecho 4º. Añadiendo, en cuando a la falta de justificación de que la recurrente hubiera imparti­ do instrucciones específicas a su pro­ curador para que le notificara perso­ nalmente las resoluciones relevantes, que “el fundamento de derecho ter­ cero B) de la sentencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo de 12 de mayo de 2009 (RJ 2009/2919) nos dice que ‘(…) La calificación ju­ rídica que corresponde a la relación entre un procurador y su cliente es la del carácter contractual. La falta de un modelo central de la relación de gestión determina que doctrinal 48 Procuradores • Nº 104 y jurisprudencialmente se construya, quizá de manera necesariamente no del todo satisfactoria, con elementos del mandato y del arrendamiento de servicios, que responden ambos a momentos históricos y necesidades sociales diferentes. Pueden citarse, entre otras muchas, las SSTS de 28 de enero de 1998 (RJ 1998, 357), 25 de marzo de 1998 (RJ 1998, 1651), 3 de octubre de 1998 (RJ 1998, 8587), 23 de mayo de 2001 (RJ 2001, 3372), 7 de abril de 2003 (RJ 2003, 3003) y 11 de mayo de 2006 (RJ 2006, 3950), que acuden a la figura del mandato represen­ tativo, mientras que otras, como la STS de 25 de noviembre de 1999 (RJ 1999, 9133) entiende aplicable el régimen del contrato de arrenda­ miento de servicios (STS 27 de julio de 2006 (RJ 2006, 6548) RC n.º 4466/1999). El cumplimiento de las obligaciones nacidas de un contrato debe ajustarse a la diligencia media razonablemente exigible según su naturaleza y circunstancias. La res­ ponsabilidad por negligencia o mo­ rosidad concurre cuando, producido objetivamente el incumplimiento, el obligado no acredita, si, como nor­ malmente ocurre, está en su mano, haber actuado con el grado de cui­ dado exigible con arreglo a dichas circunstancias y haber concurrido circunstancias imprevisibles o inevi­ tables que impidieron el cumplimien­ to en los términos convenidos’. Para continuar manifestándonos que, en la actualidad, el Art. 27 de la LEC establece que a falta de disposición expresa, sobre las relaciones entre el poderdante y el procurador, regi­ rán las normas establecidas para el contrato de mandato en la legisla­ ción civil aplicable. Y el Art. 26.2.2º establece que el procurador actuará bajo la responsabilidad que las leyes imponen al mandatario, con remisión por lo tanto a los Arts. 1718 y siguien­ tes del CC, y en el presente caso, no se ha acreditado por la parte actora, que Dña. A. impartiera instrucciones específicas al procurador Sr. M., para que le pasara copias de las resoluciones que se le notificaran en el procedimiento abreviado. Cumpli­ mentando en consecuencia sus debe­ res profesionales el Sr. M., ‘pasando’ al Sr. letrado director de Dña. A. en aquel procedimiento abreviado las copias de todas las resoluciones que se le notifiquen”.