PSICOPATOLOGÍA CRIMINAL Y DELITOLOGÍA 1. PERSONALIDAD. CONCEPTO 2. TRASTORNO CONCEPTO 3. TRASTORNOS DE PERSONALIDAD TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD DEL GRUPO A TRASTORNO ESQUIZOIDE DE LA PERSONALIDAD Delitología TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD DEL GRUPO B TRASTORNO HISTRIÓNICO DE LA PERSONALIDAD Delitología TRASTORNO NARCISISTA DE LA PERSONALIDAD Delitología TRASTORNOS DE PERSONALIDAD DEL GRUPO C TRASTORNO DE LA PERONALIDAD POR DEPENDENCIA Delitología TRASTORNO OBSESIVO – COMPULSIVO DE LA PERSONALIDAD Delitología 1 1. PERSONALIDAD TEMPERAMENTO: Factor psíquico constitucional que es innato y que parece una especie de energía de naturaleza fundamentalmente afectiva, tomada ésta en sentido amplio (lo que incluye, entre otros elementos, al tono sentimental habitual, las inclinaciones, los instintos). Galeno describía 4 tipos, a saber: a) El temperamento flemático, con predominio de la lentitud, la pausa y la debilidad. b) El temperamento sanguíneo, con rasgos de rapidez, vivacidad y fugacidad. c) El temperamento melancólico, con características de fortaleza, rigidez y lentitud. d) El temperamento colérico, con reacciones fuertes y rápidas. CARÁCTER: El temperamento es la materia prima psíquica con que el hombre llega al mundo y empieza a recibir influencias ambientales. Ese factor externo, que es educación entendida en su más amplio sentido, agrega valores que signarán el comportamiento y la relación que el sujeto entablará con el mundo. El temperamento, que es la forma, con el aporte ambiental recibirá el necesario contenido, constituyendo lo que se conoce como carácter. Según el valor humano prevalerte en el individuo, Spranger, distingue seis variantes: a) El tipo social, con una vida centrada en el altruismo, en el servicio a los demás, con despliegue generoso de actividades comunitarias. b) El tipo religioso, que va desde el místico de convento hasta el civil con vida rígida por principios religiosos y morales firmes. c) El tipo económico, con una vida desarrollada según perspectivas económicas, en la que no se tiene prójimo, sino intereses. d) El tipo político, con afán de mando que persigue el logro del poder social como forma de dominio sobre los demás e) El tipo científico, analítico y con espíritu de observación y afán de conocimiento. f) El tipo estético, cultivador de actividades y actitudes que se dirigen al placer, sea espiritual (arte, poesía) o sensitivo – sensorial (sensualidad, erotismo), con predominio de los afectos y los deseos. PERSONALIDAD Es la totalidad anímica que constituye un determinado individuo. Es la estructura mental que alguien sea como es y no de otra manera. Es la resultante del desarrollo libre y buscado de las posibilidades psíquicas. La personalidad se caracteriza por su originalidad, aunque hay tipos, es única, irrepetible. Abarca el ya mencionado carácter, surgido de las formas temperamentales moldeadas por el aporte exógeno o externo, y también es único e irrepetible. Como totalidad que es, evidencia nuevas funciones, no 2 deducibles de los miembros aislados, como por ejemplo la dimensión intelectual volitiva. Es el modo distintivo, particular, singular, original e irrepetible con que un sujeto concreto es hombre, o humano, o persona. Por consiguiente, en la personalidad se hallan contenidos no sólo los valores generales del ser hombre sino todos los condimentos peculiares de un determinado hombre. 2. TRASTORNO Alteración, perturbación. Condición que se produce cuando un grupo de fenómenos no presenta relaciones inteligibles entre sí. RASGOS DE PERSONALIDAD: Son patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales. TRASTORNOS DE PERSONALIDAD se distinguen por capacidades adaptativas persistentemente inadecuadas, que afectan varios campos del funcionamiento, como las relaciones sociales o el desempeño ocupacional. Las personas con trastornos de personalidad tienen problemas crónicos para atender las responsabilidades, los papeles y los estresantes; tienen de igual manera, dificultad para comprender las causas de sus problemas o para cambiar sus tipos de comportamiento. Para un trastorno de personalidad el DSM – IV, Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales y del Comportamiento, da los siguientes criterios diagnósticos: A. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes: 1. COGNICIÓN (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo a los demás y a los acontecimientos) 2. AFECTIVIDAD (p. ej., la gama, la intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional) 3. ACTIVIDAD INTERPERSONAL 4. CONTROL DE LOS IMPULSOS B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales. C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta. 3 E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental. F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal). Los trastornos de personalidad se clasifican en tres grupos: GRUPO A: Este grupo se caracteriza por una desconfianza general hacia otras personas, interpretación errónea de las acciones de otras personas, o creencias raras o idiosincrásicas y una tendencia hacia el aislamiento social. La valoración de que las creencias y los comportamientos son anormales debe tomar en cuenta el fondo cultural y religioso de los sujetos. Algunas tradiciones religiosas y étnicas pueden aparecer grotescas en la superficie (p. ej., el vudú, restricciones dietéticas), pero son penetrantes en ciertas culturas. La distinción de que el hallazgo es patológico se refuerza por las pruebas de que la creencia o comportamiento pone al paciente en falta de concordancia con su sociedad e interfiere con su funcionamiento social u ocupacional. El cuadro clínico inicial de los trastornos de personalidad del grupo A es a menudo de hostilidad o conflicto con otros; la desconfianza subyacente y las ideas no habituales se vuelven evidentes en el transcurso del tiempo. Sólo rara vez las personas con trastornos de este grupo acuden por sí mismas a tratamiento de salud mental. La referencia a una evaluación psiquiátrica puede haber sido motivada por profesionales de atención médica primaria, cuando se presenta depresión o síntomas psicóticos francos o cuando las creencias raras obstaculizan el tratamiento de un trastorno médico general. En ocasiones, estas personas acuden a atención psiquiátrica por el sistema legal, cuando los comportamientos idiosincrásicos entran en conflicto con las convenciones sociales o con las leyes. Por ejemplo, una persona con trastornos de personalidad esquizotípica puede vivir un estilo de vida aislado, con docenas de gatos e ignorar los códigos de higiene y de salud; se puede rehusar a abandonar la acusa cuando es condenado por las autoridades y finalmente es llevado a atención de salud mental por la policía. GRUPO B: Estas personas son caracterizadas a menudo como lábiles, impredecibles, improbables e impulsivas. El cuadro clínico inicial se relaciona habitualmente con una crisis y es caótico, con frecuencia incluye varios síntomas (que pueden disminuir después que pasa la crisis), abuso de sustancias y conflictos con miembros de la familia, empleados o con el sistema de atención a la salud. Las personas con trastornos de este grupo tienen dificultad para establecer y mantener relaciones interpersonales y a menudo tienen antecedente de alta voluntaria a la recomendación médica, van de médico en médico o fallan para cumplir con el tratamiento recomendado. GRUPO C: Son a menudo ansiosos, tímidos, perfeccionistas y evitan los conflictos; el cuadro inicial es causado a menudo por depresión o molestias somáticas. Aunque en ocasiones son renuentes a participar en el tratamiento médico o psiquiátrico, se pueden convertir en intensamente unidos debido a 4 que tienen muy pocas relaciones importantes y tienen dificultad para separase en el tiempo apropiado. GRUPO DESCRIPCIÓN TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD A RARO / EXCENTRICO PARANOIDE ESQUIZOIDE ESQUIZOTÍPICO B DRAMÁTICO / ERRÁTICO ANTISOCIAL LIMÍTE HISTRIÓNICO NARCISISTA C ANSIOSO / MIEDOSO DE EVITACIÓN DEPENDIENTE OBSESIVO/COMPULSIVO TRASTORNO ESQUIZOIDE DE LA PERSONALIDAD Los criterios para el diagnóstico son los siguientes: A. Un patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales y de restricción de la expresión emocional en el plano interpersonal, que comienza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican cuatro o más de los siguientes puntos: 1. ni desea ni disfruta de las relaciones personales, incluido el formar parte de una familia 2. escoge casi siempre actividades solitarias 3. tiene escaso o ningún interés en tener experiencias sexuales con otra persona 4. disfruta con pocas o ninguna actividad 5. no tiene amigos íntimos o personas de confianza, aparte de los familiares de primer grado 6. se muestra indiferente a los halagos y a las críticas de los demás 7. muestra frialdad emocional, distanciamiento o aplanamiento de la afectividad B. Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos u otro trastorno psicótico y no son debidas a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica. Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una esquizofrenia, añadir “premórbido”, por ejemplo, “trastorno esquizoide de la personalidad (premórbido)”. 5 VARIANTES O SUBTIPOS ESQUIZOIDE LÁNGUIDO (CARACTERÍSTICAS DEPRESIVAS): Acusada inercia; nivel de activación deficiente; intrínsecamente flemático, apático, fatigado, lento, lánguido, exhausto, débil. ESQUIZOIDE DISTANTE (CARACTERÍSTICAS EVITADORAS Y ESQUIZOTÍPICAS): Distante y apartado; inaccesible, solitario, aislado de la sociedad, sin objetivo alguno; dedicado a trabajos marginales. ESQUIZOIDE DESPERSONALIZADO (CARACTERÍSTICAS ESQUIZOTÍPICAS): Desvinculado de los demás y de sí mismo; se ve a sí mismo descorporalizado o como un objeto distante; cuerpo y mente separados, divididos, disociados, desarticulados, eliminados. ESQUIZOIDE EMBOTADO (CARACTERÍSTICAS COMPULSIVAS): Desapasionado, indiferente, no afectuoso, lento descuidado, imperturbable, insípido, desaseado, inexcitable, frío; disminución de todas las emociones. CASO ILUSTRATIVO DELITOLOGÍA: Este tipo de personalidad presenta notable proclividad a la delincuencia, siendo sus acciones a menudo de una refinada crueldad, sugiriendo la idea de una mentalidad primitiva, salvaje, inferior y prelógica (Mira y López). Suelen ser también personas difíciles cuando actúan como testigos. (Ejemplo machine de la película 8 Mm.) TRASTORNO HISTRIÓNICO DE LA PERSONALIDAD Los criterios para el diagnóstico son los siguientes: Un patrón de excesiva emotividad y una búsqueda de atención, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems: 1. no se siente cómodo en las situaciones en las que no es el centro de la atención 2. la interacción con los demás suele estar caracterizada por un comportamiento sexualmente seductor o provocador 3. muestra una expresión emocional superficial y rápidamente cambiante 4. utiliza permanentemente el aspecto físico para llamar la atención sobre sí mismo 5. tiene una forma de hablar excesivamente subjetiva y carente de matices 6. muestra autodramatización, teatralidad y exagerada expresión emocional 7. es sugestionable, por ejemplo, fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias 8. considera sus relaciones más íntimas de lo que son en realidad 6 VARIANTES O SUBTIPOS EL HISTRIÓNICO TEATRAL (VARIANTE DEL PATRÓN BÁSICO): Afectado, amanerado, luce ropas llamativas, gesticula para llamar la atención, vende su aspecto a los demás adopta poses deseables y dramáticas. EL HISTRIÓNICO INFANTIL (CARACTERÍSTICAS LÍMITE): Lábil, sensitivo y propenso a las emociones fugaces; presenta una histeria infantiloide con rabietas y una vinculación exigente con los demás. Se fija a los demás de forma que parece estar fusionado, si no enganchado o “colgado”. EL HISTRIÓNICO VIVAZ (CARACTERÍSTICAS NARCISISTAS): Vigoroso, efervescente, animado, activo e impulsivo, tiende a las excitaciones momentáneas y a las aventuras superficiales. EL HISTRIÓNICO APACIGUADOR (CARACTERÍSTICAS DEPENDIENTES): Necesita calmar a los demás. Intenta resolver los conflictos y problemas. Modera estos conflictos mediante la concesión, el compromiso, la permisividad de los deseos de los otros, y está dispuesto a sacrificarse con el fin de recibir aprobación y elogios. EL HISTRIÓNICO TEMPESTUOSO (CARACTERÍSTICAS NEGATIVISTAS): Impulsivo y con facilidad para el descontrol, lábil, turbulento, apasionado, reacciona a la mínima provocación. EL HISTRIÓNICO FALSO (CARACTERÍSTICAS ANTISOCIALES): Turbio, establece relaciones con segundas intenciones; intrigante, maquinador, astuto, egocéntrico, embustero, calculador, malicioso. CASO ILUSTRATIVO DELITOLOGÍA: En situaciones de estrés, pueden presentar (Freedman, Kaplan y Sadock) una alteración de la valoración de la realidad, intensa producción fantástica y creencias delirantes sobre las motivaciones de los actos o palabras de los demás. Tienen predilección por los delitos de amenazas, injurias, calumnias, uso indebido de título, condición uniforme o condecoraciones, lesiones, tentativa de suicidio, etc. TRASTORNO NARCISISTA DE LA PERSONALIDAD Los criterios para el diagnóstico son los siguientes: Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empieza al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems: 1. tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados) 7 2. está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios 3. cree que es “especial” y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto status 4. exige una admiración excesiva 5. es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus expectativas 6. es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas 7. carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás 8. frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él 9. presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios VARIANTES O SUBTIPOS EL NARCISISTA SIN PRINCIPIOS (CARACTERÍSTICAS ANTISOCIALES): Conciencia deficiente; sin escrúpulos. Amoral, desleal, fraudulento, engañoso, arrogante, explotador; timador; dominante, desdeñoso, vengativo. EL NARCISISTA COMPENSADOR (CARACTERÍSTICAS NEGATIVISTAS Y EVITADORAS): Intenta contrarrestar o eliminar sentimientos profundos de inferioridad y falta de autoestima; compensa las deficiencias creando ilusiones de superioridad, excepcionalidad, de ser admirable y de notoriedad; la propia valía es el resultado de la autopromoción. EL NARCISISTA AMOROSO (CARACTERÍSTICAS HISTRIÓNICAS): Sexualmente seductor, tentador, persuasivo, zalamero; elocuente y listo; rechaza la verdadera intimidad; tiene deseos hedonistas; hechiza y persuade a los necesitados e incautos; mentiroso y estafador patológico. EL NARCISISTA ELITISTA (VARIANTE PURA): Se siente privilegiado y merecedor de un trato especial gracias a un status infantil especial y a supuestos logros; la fachada de pretenciosidad no guarda relación con la realidad; busca una vida fácil y favorecida; asciende socialmente; cultiva las ventajas y el status especial conseguidos por asociación. CASO ILUSTRATIVO DELITOLOGÍA: Pueden realizar ciertos delitos contra la integridad corporal en una reacción de rabia por intensa frustración. 8 TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR DEPENDENCIA Los criterios para el diagnóstico son los siguientes: Una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, que ocasiona un comportamiento de sumisión y adhesión y temores de separación, que empieza al inicio de la edad adulta y se da en varios contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems: 1. tiene dificultades para tomar las decisiones cotidianas si no cuenta con un excesivo aconsejamiento y reafirmación por parte de los demás 2. necesidad de que otros asuman la responsabilidad en las principales parcelas de su vida 3. tiene dificultades para expresar el desacuerdo con los demás debido al temor a la pérdida de apoyo o aprobación. Nota: no se incluyen los temores o la retribución realistas 4. tiene dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas a su manera (debido a la falta de confianza en su propio juicio o en sus capacidades más que a una falta de motivación o energía) 5. va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr protección y apoyo de los demás, hasta el punto de presentarse voluntario para realizar tareas desagradables 6. se siente incómodo o desamparado cuando está solo debido a sus temores exagerados a ser incapaz de cuidar de sí mismo 7. cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación que le proporcione el cuidado y el apoyo que necesita 8. está preocupado de forma no realista por el miedo a que le abandonen y tenga que cuidar de sí mismo VARIANTES O SUBTIPOS EL DEPENDIENTE INQUIETO (CARACTERÍSTICAS EVITADORAS): Inquietamente alterado; desconcertado y molesto; siente temor y aprensión; aprensivamente vulnerable al abandono; solitario, a menos que existan figuras de apoyo cercanas. EL DEPENDIENTE ACOMODATICIO (CARACTERÍSTICAS HISTRIÓNICAS): Amable, amistoso, ansioso, benevolente, complaciente, servicial, adaptable; niega sentimientos perturbadores; adopta bien un rol sumiso e inferior. EL DEPENDIENTE INMADURO (VARIANTE DEL RATRÓN PURO): Nada sofisticado, a mitad de crecimiento, no instruido, infantil; no desarrollado, sin experiencia, crédulo, y no formado; incapaz de asumir responsabilidades propias del adulto. EL DEPENDIENTE TORPE (CARACTERÍSTICAS ESQUIZOIDES): Improductivo, infructuoso, incompetente, inútil, indigno; busca una vida sin problemas; se niega a afrontar problemas; no afectado por las deficiencias. EL DEPENDIENTE SIN IDENTIDAD (CARACTERÍSTICAS MASOQUISTAS): Se fusiona y se asume en otro; es absorbido, envuelto, incorporado, desea 9 perder su propia identidad; se convierte en ese alguien o en una extensión de otro. CASO ILUSTRATIVO DELITOLOGÍA: TRASTORNO OBSESIVO – COMPULSIVO DE LA PERSONALIDAD Los criterios para el diagnóstico son los siguientes: Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionamiento y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes ítems: 1. preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objeto principal de la actividad 2. perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p. ej., es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus propias exigencias, que son demasiado estrictas) 3. dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades (no atribuible a necesidades económicas evidentes) 4. excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores (no atribuible a la identificación con la cultura o la religión) 5. incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen un valor sentimental 6. es reacio a delegar tareas o trabajos en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas 7. adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras 8. muestra rigidez y obstinación VARIANTES O SUBTIPOS EL COMPULSIVO RESPONSABLE (VARIANTE DEL PATRÓN PURO): Vinculado a las reglas y las obligaciones; formal, trabajador incansable, meticuloso, esmerado; indeciso, inflexible; acusadas dudas sobre sí mismo; teme cometer errores y faltas. EL COMPULSIVO PURITANO (CARACTERÍSTICAS PARANOIDES): Austero, farisaico, fanático, dogmático, celoso, intransigente, indignante y crítico; moralidad severa y mojigata; debe controlar y contrarrestar sus propios impulsos y fantasías repugnantes. EL COMPULSIVO BUROCRÁTICO (CARACTERÍSTICAS NARCISISTAS): Goza de una situación de poder en las organizaciones formales; las reglas del grupo le proporcionan identidad y seguridad; oficioso, despótico, poco 10 imaginativo, intrusito, fisgón, mezquino, entrometido, insignificante, de miras estrechas. EL COMPULSIVO PARSIMONIOSO (CARACTERÍSTICAS ESQUIZOIDES): Tacaño, miserable, avaro, egoísta, acumulador; se protege de las pérdidas; teme las intrusiones en su vacío mundo interno; teme la exposición a las impropiedades personales y los impulsos contrarios. EL COMPULSIVO ENDEMONIADO (CARACTERÍSTICAS NEGATIVISTAS): Ambivalencias no resueltas; se siente atormentado, confuso, indeciso, aturdido; abrumado por conflictos, confusiones y frustraciones intrapsíquicas; las obsesiones y las compulsiones se condensan y controlan las emociones contradictorias. CASO ILUSTRATIVO DELITOLOGÍA: La capacidad delictógena de estas personalidades es sumamente escasa. Estos sujetos sufren mucho y hacen sufrir a quienes les rodean con súplicas o con amenazas por obligarles a ajustarse a su especial forma de vida. Debido a sus permanentes dudas, pueden cometer los –en general– raros delitos de omisión. CIE – 10 F60-F69 Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto F60 Trastornos específicos de la personalidad F60.0 Trastorno paranoide de la personalidad. F60.1 Trastorno esquizoide de la personalidad. F60.2 Trastorno disocial de la personalidad. F60.3 Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad. F60.4 Trastorno histriónico de la personalidad. F60.5 Trastorno anancástico de la personalidad. F60.6 Trastorno ansioso (con conducta de evitación) de la personalidad. F60.7 Trastorno dependiente de la personalidad. F60.8 Otros trastornos específicos de la personalidad. F60.9 Trastorno de la personalidad sin especificación. 11 Incluye trastornos graves del carácter constitutivo y de las tendencias comportamentales del individuo, que normalmente afectan a varios aspectos de la personalidad y que casi siempre se acompañan de alteraciones personales y sociales considerables. Los trastornos de la personalidad tienden a presentarse en la infancia y adolescencia y a persistir durante la edad adulta. Por ello es probable que un diagnóstico de trastorno de personalidad sea adecuado antes de los 16 ó 17 años. A continuación se presentan las pautas generales de diagnóstico correspondientes a todos los trastornos de la personalidad. El resto de las características complementarias se especifican en cada uno de los subtipos. Pautas para el diagnóstico Se requiere la presencia de una alteración de la personalidad no directamente atribuible a una lesión o enfermedad cerebral importante, o a otros trastornos psiquiátricos, que reúna las siguientes pautas: a) Actitudes y comportamiento marcadamente faltos de armonía, que afectan por lo general a varios aspectos de la personalidad, por ejemplo, a la afectividad, a la excitabilidad, al control de los impulsos, a las formas de percibir y de pensar y al estilo de relacionarse con los demás. b) La forma de comportamiento anormal es duradera, de larga evolución y no se limita a episodios concretos de enfermedad mental. c) La forma de comportamiento anormal es generalizada y claramente desadaptativa para un conjunto amplio de situaciones individuales y sociales. d) Las manifestaciones anteriores aparecen siempre durante la infancia o la adolescencia y persisten en la madurez. e) El trastorno conlleva un considerable malestar personal, aunque éste puede también aparecer sólo en etapas avanzadas de su evolución. f) El trastorno se acompaña, por lo general aunque no siempre, de un deterioro significativo del rendimiento profesional y social. Para diagnosticar la mayoría de los tipos citados más abajo, se requiere a menudo la presencia de al menos tres de los rasgos o formas de comportamiento que aparecen en su descripción. F60.0 Trastorno paranoide de la personalidad Es un trastorno de personalidad caracterizado por: a) Sensibilidad excesiva a los contratiempos y desaires. b) Incapacidad para perdonar agravios o perjuicios y predisposición a rencores persistentes. c) Suspicacia y tendencia generalizada a distorsionar las experiencias propias interpretando las manifestaciones neutrales o amistosas de los demás como hostiles o despectivas. d) Sentido combativo y tenaz de los propios derechos al margen de la realidad. e) Predisposición a los celos patológicos. 12 f) Predisposición a sentirse excesivamente importante, puesta de manifestado por una actitud autorreferencial constante. g) Preocupación por "conspiraciones" sin fundamento de acontecimientos del entorno inmediato o del mundo en general. Incluye: Personalidad Personalidad Personalidad sensitiva Personalidad Trastorno expansivo de Trastorno sensitivo paranoide Trastorno querulante de la personalidad. la de la Excluye: Esquizofrenia Trastorno de ideas delirantes (F22.-). expansiva. paranoide. paranoide. querulante. personalidad. personalidad. (F20.-). F60.1 Trastorno esquizoide de la personalidad Se trata de un trastorno de la personalidad caracterizado por: a) Incapacidad para sentir placer (anhedonia). b) Frialdad emocional, despego o embotamiento afectivo. c) Incapacidad para expresar sentimientos de simpatía y ternura o de ira a los demás. d) Respuesta pobre a los elogios o las críticas. e) Poco interés por relaciones sexuales con otras personas (teniendo en cuenta la edad). f) Actividades solitarias acompañadas de una actitud de reserva. g) Marcada preferencia por devaneos fantásticos, por actividades solitarias acompañada de una actitud de reserva y de introspección. h) Ausencia de relaciones personales íntimas y de mutua confianza, las que se limitan a una sola persona o el deseo de poder tenerlas. i) Marcada dificultad para reconocer y cumplir las normas sociales, lo que da lugar a un comportamiento excéntrico. Excluye: Esquizofrenia Trastorno esquizotípico Síndrome de Asperger Trastorno de ideas delirantes Trastorno esquizoide de la infancia (F84.5). (F20.-). (F21). (F84.5). (F22.0). 13 F60.2 Trastorno disocial de la personalidad Se trata de un trastorno de personalidad que, normalmente, llama la atención debido a la gran disparidad entre las normas sociales prevalecientes y su comportamiento; está caracterizado por: a) Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatia. b) Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales. c) Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas. d) Muy baja tolerancia a la frustración o bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a un comportamiento violento. e) Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular del castigo. f) Marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo. Puede presentarse también irritabilidad persistente. La presencia de un trastorno disocial durante la infancia y adolescencia puede apoyar el diagnóstico, aunque no tiene por qué haberse presentado siempre. Incluye: Trastorno de personalidad Trastorno de personalidad Trastorno de personalidad Trastorno de personalidad Trastorno de personalidad psicopática. Excluye: Trastornos disociales Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad (F60.3). sociopática. amoral. asocial. antisocial. (F91.-). F60.3 Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad Trastorno de personalidad en el que existe una marcada predisposición a actuar de un modo impulsivo sin tener en cuenta las consecuencias, junto a un ánimo inestable y caprichoso. La capacidad de planificación es mínima y es frecuente que intensos arrebatos de ira conduzcan a actitudes violentas o a manifestaciones explosivas; éstas son fácilmente provocadas al recibir críticas o al ser frustrados en sus actos impulsivos. Se diferencian dos variantes de este trastorno de personalidad que comparten estos aspectos generales de impulsividad y falta de control de sí mismo. 14 F60.30 Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad de tipo impulsivo Las características predominantes son la inestabilidad emocional y la ausencia de control de impulsos. Son frecuentes las explosiones de violencia o un comportamiento amenazante, en especial ante las críticas de terceros. Incluye: Personalidad explosiva Trastorno explosivo y agresivo de la personalidad. y agresiva. Excluye: Trastorno disocial de la personalidad (F60.2). F60.31 Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad de tipo límite Se presentan varias de las características de inestabilidad emocional. Además, la imagen de sí mismo, los objetivos y preferencias internas (incluyendo las sexuales) a menudo son confusas o están alteradas. La facilidad para verse implicado en relaciones intensas e inestables puede causar crisis emocionales repetidas y acompañarse de una sucesión de amenazas suicidas o de actos autoagresivos (aunque éstos pueden presentarse también sin claros factores precipitantes). Incluye: Personalidad Trastorno "borderline" de la personalidad. "borderline". F60.4 Trastorno histriónico de la personalidad Se trata de un trastorno de la personalidad caracterizado por: a) Tendencia a la representación de un papel, teatralidad y expresión exagerada de las emociones. b) Sugestibilidad y facilidad para dejarse influir por los demás. c) Afectividad lábil y superficial. d) Búsqueda imperiosa de emociones y desarrollo de actividades en las que ser el centro de atención. e) Comportamiento y aspecto marcados por un deseo inapropiado de seducir. f) Preocupación excesiva por el aspecto físico. Pueden presentarse además: egocentrismo, indulgencia para sí mismo, anhelo de ser apreciado, sentimientos de ser fácilmente heridos y conducta manipulativa constante para satisfacer las propias necesidades. 15 Incluye: Personalidad psicoinfantil e Trastorno psicoinfantil e histérico de la personalidad. histérica. F60.5 Trastorno anancástico de la personalidad Se trata de un trastorno de la personalidad caracterizado por: a) Falta de decisión, dudas y precauciones excesivas, que reflejan una profunda inseguridad personal. b) Preocupación excesiva por detalles, reglas, listas, orden, organización y horarios. c) Perfeccionismo, que interfiere con la actividad práctica. d) Rectitud y escrupulosidad excesivas junto con preocupación injustificada por el rendimiento, hasta el extremo de renunciar a actividades placenteras y a relaciones personales. renunciar a actividades placenteras y a relaciones personales. e) Pedantería y convencionalismo con una capacidad limitada para expresar emociones. f) Rigidez y obstinación. g) Insistencia poco razonable en que los demás se sometan a la propia rutina y resistencia también poco razonable a dejar a los demás hacer lo que tienen que hacer. h) La irrupción no deseada e insistente de pensamientos o impulsos. Incluye: Personalidad Personalidad Trastorno compulsivo Trastorno obsesivo de la personalidad. de la compulsiva. obsesiva. personalidad. Excluye: Trastorno obsesivo-compulsivo (F42.-). F60.6 Trastorno ansioso (con conducta de evitación) de la personalidad Se trata de un trastorno de la personalidad caracterizado por: a) Sentimientos constantes y profundos de tensión emocional y temor. b) Preocupación por ser un fracasado, sin atractivo personal o por ser inferior a los demás. c) Preocupación excesiva por ser criticado o rechazado en sociedad. d) Resistencia a entablar relaciones personales si no es con la seguridad de ser aceptado. e) Restricción del estilo de vida debido a la necesidad de tener una seguridad 16 física. f) Evitación de actividades sociales o laborales que impliquen contactos personales íntimos, por el miedo a la crítica, reprobación o rechazo. Puede presentarse también una hipersensibilidad al rechazo y a la crítica. F60.7 Trastorno dependiente de la personalidad Se trata de un trastorno de la personalidad caracterizado por: a) Fomentar o permitir que otras personas asuman responsabilidades importantes de la propia vida. b) Subordinación de las necesidades propias a las de aquellos de los que se depende; sumisión excesiva a sus deseos. c) Resistencia a hacer peticiones, incluso las más razonables, a las personas de las que se depende. d) Sentimientos de malestar o abandono al encontrarse solo, debido a miedos exagerados a ser capaz de cuidar de sí mismo. e) Temor a ser abandonado por una persona con la que se tiene una relación estrecha y temor a ser dejado a su propio cuidado. f) Capacidad limitada para tomar decisiones cotidianas sin el consejo o seguridad de los demás. Puede presentarse además la percepción de sí mismo como inútil, incompetente y falto de resistencia. Incluye: Personalidad Personalidad Personalidad Personalidad Trastorno asténico de Trastorno inadecuado de Trastorno pasivo de Trastorno derrotista asténico de la personalidad. la la la asténica. inadecuada. pasiva. derrotista. personalidad. personalidad. personalidad. F60.8 Otros trastornos específicos de la personalidad Se incluyen aquí los trastornos de la personalidad que no satisfacen ninguna de las pautas de los tipos específicos (F60.0-F60.7). Incluye: Personalidad Personalidad narcisista. excéntrica. 17 Personalidad Personalidad Personalidad Personalidad Trastorno narcisista de Trastorno excéntrico de Trastorno inestable de Trastorno inmaduro de Trastorno pasivo-agresivo de Trastorno psiconeurótico de la personalidad. la la la la la inestable. inmadura. pasivo-agresiva. psiconeurótica. personalidad. personalidad. personalidad. personalidad. personalidad. F60.9 Trastorno de la personalidad sin especificación Incluye: Neurosis Personalidad patológica. de carácter. VARIANTES DE LA PERSONALIDAD ESQUIZOIDE Aunque las comparaciones entre prototipos de personalidad intensifican sus diferencias, muchos individuos combinan aspectos de varias personalidades. En el mundo real, existen muy pocas personalidades esquizoides puras, pocos histriónicos puros. Cada personalidad tiene diversas variantes, que reflejan su combinación con otras, constructos secundarios que aportan otros matices al tipo principal. A continuación se exponen los subtipos de la personalidad esquizoide. Los casos reales pueden ajustarse o no a una de estas combinaciones. DIFERENCIA ENTRE ESQUIZOIDE Y ESQUIZOTÍPICO: ESQUIZOIDE: Apático, indiferente, distante, solitario. Ni desea ni disfruta de las relaciones personales. Mínima conciencia de los sentimientos propios o ajenos. Pocos o ningún impulso o ambición. ESQUIZOTÍPICO: Excéntrico, raro, ausente. Muestra manierismos y conductas peculiares. Lee el pensamiento de los demás. Preocupado por ensoñaciones y creencias extrañas. La línea que le diferencia la realidad de la fantasía está poco definida. ESQUIZOIDE LÁNGUIDO Como patrón que combina rasgos de la personalidad esquizoide y la depresiva, esta variante destaca por un tempo personal lento, un bajo nivel de activación y la ausencia de acciones enérgicas y vigorosas. Estos sujetos se fatigan con facilidad, son poco expresivos psicomotrizmente, parecen demasiado cómodos y perezosos, incapaces de ponerse en marcha para cumplir con sus responsabilidades, para iniciar las actividades placenteras más simples o comportarse con espontaneidad. Estos pacientes se caracterizan por una forma de relacionarse con los demás tranquila, insípida y dependiente, de 18 manera que la introversión del esquizoide es covariante con la apatía característica de la personalidad depresiva. Como tales, en raras ocasiones toman la iniciativa, muestran una elevada anhedonia, están aislados cognitivamente y son “rumiadores”. Estos individuos tienen pocos intereses, y prefieren un estilo de vida simple, repetitivo y dependiente. A diferencia del esquizoide embotado, que se expone más adelante, sus capacidades afectivas no son superficiales. Sin embargo, aunque preservan parte de la intensa angustia que refieren los depresivos, la carencia general de vitalidad de los lánguidos asegura que sus sentimientos no se expresen de una manera contundente. ESQUIZOIDE DISTANTE Aunque sea más característico del desarrollo de la personalidad evitadota, los niños sometidos a hostilidades intensas y rechazo desde una edad muy temprana pueden replegarse como medida de protección de forma tan extrema que se reduzca su potencial original para sentir y relacionarse con los otros. De ahí que los niños de corta edad, que en otras circunstancias podrían presentar una adaptación interpersonal normal, aprenden que tales deseos y emociones producen una angustia y decepción extremas. A diferencia del esquizoide básico se conserva cierta capacidad de sentir y relacionarse, pero han sumergido tales emociones hasta el punto de que llegan a no ser conscientes de ellas. Los esquizoides distantes más graves muestran unas características similares a las de la personalidad esquizotípica. Estos individuos se encuentran entre las gentes sin hogar y como residentes crónicamente institucionalizados de albergues de caridad. Mientras que el esquizoide básico es reservado e insensible a las experiencias emocionales, los esquizoides distantes presentan cierta ansiedad social, así como frecuentes excentricidades comportamentales, pensamiento autista y despersonalización. En el mejor de los casos su baja autoestima y sus problemas de competencia social sólo les permiten adquirir un papel marginal aunque dependiente en las relaciones familiares y sociales. Estos pacientes se convierten en observadores desvinculados del mundo y se muestran distantes de las potenciales fuentes de crecimiento y gratificación. Muchos tienen un modo de vida muy precario, y tienden a seguir un patrón sin sentido, ineficaz e inútil, van a la deriva sin objetivo alguno y permanecen en la periferia de la vida social. La mayoría de ellos son totalmente dependientes de la beneficencia pública. ESQUIZOIDE DESPERSONALIZADO Aunque se les suele ver como si estuvieran extasiados mirando cualquier punto del espacio, este tipo de esquizoides parecen lánguidos y distantes, como si estuvieran contemplando alguna visión tranquila que les aleja cada vez más de la existencia cotidiana del mundo. Al igual que los esquizoides, desatienden y se desvinculan de los asuntos de la vida. Sin embargo, los esquizoides despersonalizados acaban deteriorándose en el olvido. Aunque parecen absortos en su interior, en realidad no están absortos en nada en particular. Su aislamiento adopta una forma particular: algunos esquizoides son observadores descorporalizados que se ven a sí mismos desde el exterior, aislados no sólo del mundo interior, sino también de sus propios pensamientos y sentimientos, de su imaginación y fantasía y de su corporalidad. Se encuentran en un estado 19 que ignora tanto los fenómenos externos como los propios, y muestran una actitud etérea y una presión física residual. Si bien el patrón esquizoide básico es cognitivamente vacío. Los esquizoides despersonalizados parecen cognitivamente ausentes. ESQUIZOIDE EMBOTADO Las características de aislamiento y desvinculación emocional del esquizoide embotado sugieren factores constitucionales, probablemente una alteración en los sistemas neurológicos que regulan la empatía, calidez y sensibilidad de las relaciones humanas. Si bien podrían CHECAR LIBRO las características esquizotípicas, el esquizotípico presenta un defecto en la capacidad de entender el significado de la comunicación humana. En cambio, la variante embotada combina la apatía del esquizoide con la restricción y formalidad emocional del compulsivo, para eliminar de una manera eficaz todo tipo de expresión emocional. Al igual que los compulsivos, se sienten cómodos en las situaciones estructuradas y es más probable que funcionen mejor en roles CHECAR LIBRO que el patrón esquizoide básico. Pero, como los esquizoides, en caso de manifestar el comportamiento básico del compulsivo, autonomía frente a sumisión, sólo lo hacen débilmente. VARIANTES DE LA PERSONALIDAD HISTRIÓNICA La mayoría de los individuos recibe más de un diagnóstico de trastorno de la personalidad. Las combinaciones con patrones secundarios producen variantes del patrón primario, aunque en algunas ocasiones los subtipos aparecen simplemente como una combinación de los rasgos principales. A continuación se describen los subtipos más frecuentes de personalidad histriónica. Los casos reales es posible o no que sean el resultado de estas combinaciones. EL HISTRIÓNICO TEATRAL Especialmente romántico, afectado y buscador de atenciones, este tipo de personalidad histriónica es una caricatura del patrón histriónico básico. Descritos por Fromm como “orientados al comercio”, estos individuos viven básicamente para venderse a sí mismos y para moverse como camaleones en función de la demanda social: cambian las características que muestran dependiendo de la audiencia y de la circunstancia. Para ellos nada es intrínseco. Uno mismo queda subordinado a los requerimientos sociales; se trasforma, se crea, y se envuelve para optimizar su atractivo para el mercado en cuestión. El estilo no sólo se valora sobre el contenido, sino que lo excluye. Como resultado, el histriónico teatral es como una concha vacía, carece de cualquier identidad propia, lee los motivos de los demás y vuelve a proyectar sobre ellos lo que resulta atractivo, agradable, placentero y seductor. Dentro de este subtipo existen algunas subvariantes. Entre las mujeres aparece la caricatura del sexo femenino, que se adorna con ropa sexy y joyas llamativas. Algunas recrean una composición muy buena y acaban pareciendo modelos; otras, no obstante, parecen árboles de Navidad que se adornan sin ningún gusto ni estilo, como si el grado de atractivo fuese directamente proporcional al número de pendientes y pulseras. En el caso de los hombres este tipo de histrionismo incluye a muchos “chicos guapos” que esculpen su 20 cuerpo a través del deporte, y que representan la caricatura del rol sexual masculino creando una apariencia que sugiere superpotencia. Menos obvio, pero también dentro de este subgrupo, encontramos a los hombres que exhiben ampliamente su potencial intelectual o su éxito económico, muchas veces a través del consumo ostentoso de cosas. Ya sea hombre o mujer, estos histriónicos están siempre acompañados, por lo menos de forma simbólica. EL HISTRIÓNICO INFANTIL Esta tipología, similar a la personalidad infantil de Kernberg (1967); representa una mezcla de las personalidades histriónica y límite. Como ya se ha comentado antes, muchos histriónicos poseen fuertes características de dependencia. Sexualizando las relaciones prematuramente y atrayendo a los demás hacia su entorno, los histriónicos experimentan más gratificaciones y menos frustraciones; por tanto, no necesitan desarrollar el sentido sólido de la propia identidad que empieza a formarse con lo que los analistas denominan principio de realidad; es decir, el hecho de tomar conciencia de que la vida es tan intrínsecamente frustrante para algunas estructuras psíquicas que el yo debe enfrentarse a ellas. De esta manera, la vida del histriónico continúa dominada por la necesidad por ser el centro de atención, por una búsqueda persistente de sensaciones y por una regresión primitiva a la fantasía, todo al servicio del principio del placer. En el histriónico infantil organizado más primitivamente, la expresión de estas características es aún más intensa. Debido a que no se ha formado una identidad, su vínculo con las personas significativas de su entorno es muy dependiente y exigente. Estos individuos buscan constantemente la aprobación para poder mantener su estabilidad, y oscilan entre la sumisión total y la profunda depresión cuando no consiguen la aprobación de los demás. Sin un sentido sólido del sí mismo que les ayude a modular sus impulsos básicos, sus emociones cambian rápida, fácil e impredeciblemente, pasando del amor profundo a la rabia intensa y a la culpa, y todas estas emociones también pueden expresarse simultáneamente. En los momentos más agradables, se comportan con la dulzura o fascinación de los niños, pero a continuación se vuelven malhumorados y hoscos. Muchos se quejan de no ser queridos o de ser tratados injustamente, actitudes que escalan rápidamente hacia los berrinches cuando alguien no está de acuerdo. EL HISTRIÓNICO VIVAZ Este tipo de personalidad histriónica une la seducción del histriónico con el nivel de energía de una persona hipomaníaca. El resultado irradia atractivo, locuacidad, encanto e intensidad. Más que ser simplemente ingeniosos o desenvueltos, este tipo de histriónicos resulta encantador en sus relaciones interpersonales, optimista, espontáneo, y muy expresivo, casi de un modo impulsivo, sin atender a las consecuencias futuras. Movidos por una necesidad de excitación y estímulo, muchos se enamoran locamente, y se unen a una persona tras otra en rápida sucesión. Desde el punto de vista de su comportamiento, sus movimientos son rápidos y animados: entran por sorpresa y salen de improviso. Aunque sus pensamientos se mueven en la superficialidad, sus ideas fluyen tan deprisa y con tanta facilidad que los demás se ven contagiados por su excitación. Las personas que están en un rango más normal terminan cosas, inician proyectos, y convencen a los demás para que 21 se unan a ellos con una energía y un don de gentes propios de un agente comercial. Sin embargo, otros persiguen caprichos momentáneos sin acabar prácticamente nada, rompen promesas, vacían bolsillos y enloquecen a sus compañeros. No debe sorprendernos que muchos histriónicos de este subtipo posean también características narcisistas. EL HISTRIÓNICO APACIGUADOR Este subtipo combina características histriónicas, dependientes y compulsivas. La aprobación por parte de los demás es el objetivo de la vida de estos individuos: deben gustarnos, debemos convertirnos en sus amigos. Para conseguir este objetivo, elogian constantemente, adulan, alaban y hacen sentir a los demás que harían cualquier osa por ellos: “¡Eres tan hábil! ¡Has hecho un trabajo perfecto! ¡Tienes tan buen aspecto! ¿Cómo puedo ayudarte?” En el momento en el que perciben indiferencia, se ponen en marcha inmediatamente para resaltar todo lo positivo que tienen. En efecto, presentan la imagen de absoluta bondad, alguien para quien la aprobación por parte de los demás se convierte en un imperativo moral. Cuando hay desacuerdos, rápidamente liman las discrepancias, aun cuando deban sacrificar o comprometer sus propios deseos o ceder en cosas que son importantes para ellos. Más que vengarse de los que no les aprueban, buscan simplemente sufrir daños, presentarse como víctimas inocentes de un mundo cruel, mártires que reciben “las flechas de su injurioso destino”, siempre buscando la comprensión y la compasión. Obviamente, cualquier persona tan almibaradamente encantadora debe recibir alguna compensación. Bajo su amigable sonrisa se esconden el vacío y la falta de autoestima del histriónico, la culpa del compulsivo y la inferioridad e indefensión del dependiente. La mayoría creen que son personas problemáticas a quienes nadie quiere ni respeta. Para compensar, se transforman en sujetos extraordinariamente complacientes, siempre atentos a cualquier medio sutil de asegurar la aprobación y el aprecio de los demás. Estas personalidades están más evolucionadas que el histriónico básico, y han interiorizado las voces parentales condenatorias que tuvieron que sufrir en forma de críticas y amonestaciones. Mientras que los compulsivos se conforman con todo, estos individuos calman a sus torturadores, anticipan conscientemente sus necesidades, y ofrecen sólo su bondad y buena disposición contra la ira y la hostilidad. En esencia, se vuelven tan buenos, encantadores y dulces, que incluso podrían hacer sentir culpable a un súper yo sádico. EL HISTRIÓNICO TEMPESTUOSO Esta variante combina características de las personalidades histriónicas y negativista. Estos individuos tienen cambios de humor muy intensos y son muy variables desde el punto de vista emocional. Durante sus mejores períodos, destacan sus características histriónicas, y se presentan como personas atractivas, amigables y sociables, aunque sólo sea superficialmente, conversadoras y afectadas en su expresión emocional. No obstante, al igual que el histriónico básico, se aburren fácilmente, son muy expresivos, reaccionan desproporcionadamente a la estimulación externa y buscan sensaciones de manera impulsiva. Cuando se combinan con características límite, el resultado es un terremoto emocional. Al igual que las personalidades límite, este tipo de histriónicos son hipersensibles a la crítica, toleran muy mal 22 la frustración y son socialmente inmaduros, características que casi siempre aseguran problemas. La mayoría de estas personas alternan períodos de excitación emocional extrema y actos impulsivos con explosiones de ira y berrinches, que vienen seguidos de síntomas depresivos como el cansancio, la fatiga y los cambios en los patrones de sueño y alimentación. Mientras que las personas anormales desarrollan un fuerte sentido de la identidad que controla los impulsos básicos y modula las emociones, los histriónicos tempestuosos no sólo poseen una identidad más débil que el patrón histriónico básico, sino que además está muy fragmentada, al igual que ocurre con las personalidades límite. En consecuencia, son mucho más vulnerables a las manifestaciones explosivas de ira y a los cambios emocionales rápidos. Cuando se les provoca pierden el control, reaccionan de un modo turbulento ante el menor estímulo. Cuando no reciben la atención que desearían, la buscan frenéticamente y se convierten en personas litigantes, desanimadas o desesperanzadas cuando no la consiguen. Con el paso del tiempo, estas personas pueden volverse cada vez menos histriónicas y más malhumoradas y críticas con los demás, resentidas con la buena suerte de los otros, celosas y envidiosas. También aparecen a veces preocupaciones somáticas y sobre la salud, y utilizan sus enfermedades o síntomas como medio para captar una vez más la atención de los demás. EL HISTRIÓNICO FALSO Ese subtipo reúne características histriónicas y antisociales. El perfil varía en función de la influencia relativa de los rasgos histriónicos o antisociales. Al principio, producen una grata impresión y parecen sociables y honestos. Se comportan afectuosamente y con espontaneidad de forma que los demás bajan sus defensas rápidamente. Sin embargo, la combinación de características histriónicas y antisociales hace que este subtipo sea más manipulador que el patrón histriónico básico y va más allá de la simple búsqueda de atención. En algunos casos, las características histriónicas son sólo un método eficaz para establecer contactos y abrir puertas, pero esconden características propias del patrón antisocial, como la complacencia por violar las convenciones sociales, romper promesas y lealtades, comportarse de modo irresponsable, y reaccionar a veces bruscamente con ira, llegando incluso al enfrentamiento físico. En ciertos casos, la influencia antisocial se para aquí con rasgos atribuibles a la simple delincuencia. No obstante, otros individuos combinan unas características histriónicas y otras más psicopáticas. Sintetizan el lado más adaptativo del patrón histriónico: las habilidades sociales, el encanto, la capacidad de conocer los motivos y deseos de los demás de una manera calculada y cerebral. Obviamente, esta variedad es más egocéntrica, falsa y probablemente más consciente de sus manipulaciones que el patrón histriónico básico. Parecen que les gusten los conflictos y obtienen algún grado de gratificación o diversos de la excitación y tensión que les producen. Debido a que los antisociales suelen considerar que el ser buenas personas es un signo de debilidad, a veces se preocupan de que sus rasgos histriónicos más amigables provoquen que los demás les vean exactamente de este modo. Si tienen la sensación de que esto es cierto, pueden cambiar esta impresión equivocada comportándose de un modo particularmente cruel. 23 ANTECEDENTES HISTÓRICOS La personalidad histriónica fue descrita oficialmente por primera vez en el DSM – III, publicado en 1980, en sustitución de la antigua y sexista personalidad histérica del psicoanálisis. Aunque ya no se reconozca de forma oficial, el término histeria sigue utilizándose en la actualidad. Sus diferentes significados referentes a un estado de intensa sobrexcitación emocional, la neurosis que presumiblemente resulta de estos estados y la conversión de los conflictos emocionales en síntomas físicos también se conocen como histeria de conversión. En la perspectiva psicodinámica, estas ideas están íntimamente relacionadas. Históricamente, el tratamiento de los síntomas de conversión histéricos a través de la hipnosis de Charcot llevó a Freud al descubrimiento del inconsciente. Irónicamente, la evolución de las primeras ideas sobre la histeria mantiene cierta similitud con la evolución del psicoanálisis en sí mismo. Al principio, tanto los estadios psicosexuales de los primeros análisis como la histeria de los riesgos estaban directamente conectados al funcionamiento de los órganos sexuales. Sin embargo, en la actualidad, ambos se interpretan de una manera más amplia. La histeria ha roto su relación con el útero y se ha convertido en un conjunto de rasgos y síntomas. El psicoanálisis clásico también se ha desvinculado de los estadios psicosexuales y del determinismo de la libido, convirtiéndose en una psicología del yo y de las relaciones objetales. Hipócrates creía que la histeria estaba causada por un útero aberrante que viajaba a través del cuerpo y encontraba resistencias en el cerebro, excitando los tejidos neurales durante la menstruación. Hasta la segunda mitad del siglo XIX, no se establecieron las hipótesis más sofisticadas. Progresivamente, la interpretación del síndrome cambió de la anatomía femenina a un conjunto de síntomas concurrentes. Ernst von Feuchtersleben (1847) escribió a las mujeres con predisposición a los síntomas histéricos como personas con una activación sexual elevada, egoísta, y que “padecían un exceso de saciedad y aburrimiento”. Atribuyendo estos rasgos a la naturaleza desgraciada de la educación femenina. Von Feuchtersleben defendía que el trastorno “combina todo lo que aumenta la sensibilidad, debilita la espontaneidad, da predominancia a la esfera sexual y sanciona los sentimientos e impulsos relacionados”. Griesinger (1845, 1867) describió las personalidades histéricas como personas con gran volubilidad emocional, caprichosas sin sentido común, y con tendencia al engaño, la prevaricación, los celos y la malicia. Briquet (1859) escribió que cualquier tipo de emoción dolorosa podría producir este trastorno, incluyendo la tristeza, los celos, el miedo e incluso el aburrimiento o el enfado (Stone, 1993). En 1875, Charcot estableció que la hipnosis era un medio efectivo de aliviar los síntomas histéricos. Los psiquiatras fenomenológicos más famosos de principios de siglo también reconocieron la existencia de los síndromes histéricos. <por ejemplo, Kraepelin (1904, pág. 253) señaló que estos individuos buscan constantemente la novedad, son entusiastas, caprichosos, impulsivos, poseen una imaginación muy vívida, una gran excitabilidad, labilidad emocional, ideas románticas e intentan “obtener por la fuerza y sin piedad la máxima atención de los que les rodean”. Presagiando el cambio de histérico a histriónico, Schneider (1923, 1950) eligió la etiqueta de buscadores de atención para denominar a estos individuos. Según el autor, el término histérico era demasiado amplio y vago, además de implicar un juicio moral. Schneider destacó la gran proclividad de 24 los histriónicos a la exageración y a la mentira patológica, todo lo cual forma parte de sus recursos para parecer más interesantes y atractivos a los demás. Finalmente Kretschmer (1926, pág. 26) se hizo eco de las posiciones de sus contemporáneos y describía a los histriónicos como personas tendentes a la expresión teatral y que preferían manifestarse “fuerte y vivamente”, pero que utilizaban las amenazas de suicidio como un medio para manipular a los demás. Por supuesto, estos tres autores eran contemporáneos con el aún joven pero cada vez más importante movimiento psicoanalítico. VARIANTES DE LA PERSONALIDAD NARCISISTA Existen muy pocas personas que encarnen completamente algún tipo de ideal psicológico abstracto. En la mayoría de los casos, las personas combinan los aspectos de dos o más estilos de personalidad, aunque algunas combinaciones son más comunes que otras. En esta sección describiremos las variantes narcisistas que se encuentran a medida que el trastorno empieza a compartir características con otras personalidades. Los casos reales pueden ajustarse o no a cualquiera de estas combinaciones. EL NARCISISTA SIN PRINCIPIOS Los narcisistas sin principios combinan la confianza en sí mismo del narcisista y la conducta criminal recurrente del antisocial. Muchos de ellos alcanzan el éxito manteniéndose justo en los límites e la Ley. Otros pueblan los programas de rehabilitación para toxicómanos, los centros para delincuentes juveniles y las prisiones. Otro tipo de narcisistas sin escrúpulos está formado por los oportunistas, timadores y charlatanes que explotan a los demás en beneficio propio. En su mayor parte son vengativos y desprecian a sus víctimas. Aunque muchos narcisistas presentan un desarrollo normal del superyó, los narcisistas sin principios son diestros en el arte de la influencia social, pero poseen pocas prohibiciones morales internalizadas De hecho, carecen de escrúpulos y son amorales y engañosos. Estos narcisistas son más que simplemente desleales y explotadores, ya que muestran una indiferencia fraudulenta frente al bienestar ajeno, se arriesgan voluntariamente a sufrir algún tipo de daño y no sienten ningún miedo frente a amenazas o acciones punitivas. Suelen obtener una gratificación vengativa en humillar y dominar a los demás y después burlarse de ellos o estafarlos. Los narcisistas sin principios están completamente centrados en su propio interés y son indiferentes a la verdad. Si se les confronta con sus propias acciones es probable que muestren una actitud de inocencia justificada y que nieguen su conducta intentando mostrar una apariencia de educación y civismo. Si su culpabilidad es obvia, es probable que adopten una postura de aplomo y sangre fría, como si la víctima fuera culpable de no haber caído antes en la cuneta. Justifican su precariedad en la consecución de logros y sus irresponsabilidades sociales mediante fantasías expansivas y mentiras obvias. Los que presentan tendencias antisociales más acusadas pueden presentar una fachada más dura, arrogante y carente de miedo, pueden poner en práctica sus intenciones maliciosas y producir frecuentes dificultades familiares y ocasionales problemas legales. Sus relaciones sobreviven únicamente si el narcisista tiene algo que ganar. Tan intensos son su egocentrismo básico y su deseo de explotar a los demás que pueden expulsar a cualquier persona de su vida con completa indiferencia hacia la angustia que ésta pueda experimentar o 25 al modo en que su vida queda afectada. En muchos aspectos, el narcisista sin escrúpulos es similar al histriónico poco sincero. El narcisista sin escrúpulos hace presa en la debilidad y la vulnerabilidad, y disfruta con la consternación y la indignación ajenas. Sin embargo, el histriónico poco sincero intenta mantener el respeto y el afecto de aquellos a los que aparta de sí durante su persecución del amor y la admiración. EL NARCISISTA COMPENSADOR La variante compensadora del narcisismo se corresponde con la definición psicoanalítica de la personalidad narcisista. Las experiencias tempranas de los narcisistas compensadores no son muy distintas a las de las personalidades evitadota y negativista. Todos ellos han recibido “heridas” vitales tempranas. En vez de sucumbir al peso de la inferioridad y ocultarse a la vista de los demás, como el evitador, o vacilar entre la lealtad y la indignación, como el negativista, el narcisista compensador desarrolla una ilusión de superioridad. Así, su vida se convierte en una búsqueda constante de la consecución de sus aspiraciones de status, reconocimiento y prestigio. Por ejemplo, pueden colgar en la pared de su oficina cualquier certificado o placa, por insignificante que sea, que hayan recibido durante su vida. En otras ocasiones, aburren mortalmente a los demás mientras les relatan la historia completa de sus más nimios éxitos y logros. Igual que las personalidades evitadoras, los narcisistas compensadores son extremadamente sensibles a las reacciones de los demás, detectan cualquier juicio crítico y se sienten desairados por cualquier signo de desaprobación. Sin embargo, a diferencia de los evitadores, intentan ocultar a los demás, tanto como a sí mismos, su profundo sentimiento de deficiencia creando una fachada de superioridad. Aunque suelen poseer un cierto grado de introspección sobre sus mecanismos, se excusan mediante fantasías de grandeza y logros personales. Algunos de ellos aplazan constantemente la realización de cualquier tarea por miedo a la evaluación ajena. En lugar de vivir sus propias vidas, suelen perseguir un papel de liderazgo en un teatro falso e imaginario totalmente desconectado del mundo real. Cuando la realidad les amenaza, se defienden mostrándose más y más arrogantes y ajenos a ella, hasta que desaparece el estímulo amenazador. Si la realidad desmantela su ilusión, los narcisistas compensadores suelen retraerse completamente hacia un mundo imaginario formado por otros que “reconocen” sus supuestos logros. EL NARCISISTA AMOROSO Se distingue por el juego de seducción erótica que mantiene con el sexo opuesto. Sus habilidades se manifiestan en la atracción y tentación de personas emocionalmente necesitadas e ingenuas, a las que utiliza para satisfacer sus propios deseos hedonistas y sus apetitos sexuales. Aunque sus planes suelen incluir la posibilidad de una relación exclusiva, estos individuos no se sienten inclinados hacia la intimidad genuina, sino que suelen preferir la seducción simultánea de varias conquistas potenciales. Algunos de ellos son verdaderos atletas sexuales cuyo propósito no es más que la explotación sexual. Pueden dar la impresión de desear el cálido afecto de una relación genuina, pero cuando la encuentran suelen sentirse inquietos e insatisfechos. Las demostraciones repetidas de su destreza sexual suelen convertirse en una obsesión y sus “victorias” no hacen más que reforzar su sensación narcisista 26 de poder. Tras haber derrotado a los demás, devalúan rápidamente a sus amantes y sienten la necesidad de continuar su juego en otra parte. Para la mayoría de ellos, sus compañeros o compañeras no son más que un cuerpo cálido que pueden explotar temporalmente antes de que les invada el aburrimiento. Por tanto, los narcisistas seductores dejan tras de sí un rastro de excesos sexuales y de intrincadas mentiras a medida que maniobran para pasar de una relación patológica a otra. Es poco probable que el careo, las críticas o los castigos les hagan modificar su forma de actuar. Los narcisistas apartan de sí rápidamente este tipo de críticas, tildándolas de producto de inferiores celosos. La variedad seductora es mucho más susceptible que las demás de mostrar un considerable narcisismo corporal, que se manifiesta mediante la atención escrupulosa a la apariencia física, la ropa y otros atributos externos. EL NARCISISTA ELITISTA El narcisista elitista gurda ciertas semejanzas con el carácter fálico – narcisista de Wilhelm Reich (1933). Estas personas están seguras de sí mismas, son arrogantes, enérgicas, “de porte impresionante” y “de difícil adaptación a posiciones subordinadas” (W. Reich, 1949, págs. 217 – 218). Al igual que la variante compensadora, estas personas construyen una fachada falsa que, en su caso, amplifica una autoimagen que ya es de por sí masculina y superior, es decir, que no se limita a compensar sentimientos profundos de inferioridad. Lo que temen estas personas no es la inadecuación, sino la mediocridad. Según Reich, encontramos muchas de estas personas entre los militares, los pilotos y los atletas, a los que podríamos añadir a los abogados, cirujanos y empresarios de hoy en día. Todas estas profesiones están relacionadas de forma natural con el incremento del coraje agresivo que Reich consideraba característica fundamental del narcisista – fálico. Cuando estas características son llevadas a su extremo lógico, se convierten en personas que se consideran semidioses, que creen formar parte de una raza aparte de los seres humanos normales, y que compiten unos contra otros por la victoria por un escenario formado por el mundo entero, que solamente contiene un puñado de competidores dignos. Napoleón y Mussolini constituyen ejemplos históricos reales. Muchos de ellos contemplan a las personas normales con tal desprecio que podría considerarse que presentan rasgos de la personalidad sádica. Sin embargo, el concepto e narcisista elitista es más amplio que el de narcisista fálico de Reich. Aunque el narcisista elitista se deleita con las demostraciones de poder, el exhibicionismo de la más cruda asertividad también puede centrarse en la capacidad intelectual o la acumulación de riqueza; existen muchas formas de ser infundido de confianza agresiva. Este tipo de personas acude a las escuelas y academias más prestigiosas, se une a asociaciones exclusivas y solamente se relaciona con miembros de su propia clase social. Por otra parte, los elitistas hacen gala de símbolos de su status y de sus logros. La mayoría de ellos idolatran el reconocimiento y se involucran intensamente en la promoción de sí mismos. Cualquiera que sea la actividad que les interesa, se hacen propaganda, se jactan de sus logros (tanto si son ciertos como fraudulentos) y consiguen que cualquier cosa que hagan parezca maravillosa e impresionante. Sin rival en su camino hacia convertirse en el número uno, muchos elitistas se comparan con los demás y convierten las relaciones personales en competiciones y contiendas públicas. Al someterse a 27 excesivas exigencias, los elitistas narcisistas se exponen a crear una gran división entre sus verdaderos sí mismos y la forma de ser que aparentan. Aunque muchos narcisistas reconocen estas diferencias, los elitistas son de creencias absolutas. En vez de rectificar, retirarse o sentirse avergonzados cuando se les responde con la indiferencia, los elitistas aumentan sus esfuerzos al máximo actuando en mayor medida y de forma algo errática para mostrar hazañas y galardones de gran valor. Con frecuencia presentan ilusiones de grandeza sobre sus poderes y status futuro, “hinchan” sus limitados logros y compiten estúpidamente contra los que ya les han eclipsado en la realidad. Mediante estas conductas de autoprotección, los elitistas suelen ofender a quienes les rodean, privándose así de la admiración y el reconocimiento que requieren de forma tan desesperada y, por tanto, contribuyen más a sus propios problemas. ANTECEDENTES HISTÓRICOS VARIANTES DE LA PERSONALIDAD DEPENDIENTE Además de los casos más prototípicos que se describen en este capítulo, existen algunas variantes del dependiente que constituyen una combinación junto a otras personalidades. Los casos reales pueden o no ajustarse a una de estas combinaciones. EL DEPENDIENTE INQUIETO Combinación de los patrones dependiente y evitador, el dependiente inquieto suele encontrarse de una forma extrema en contextos institucionales en los que se atiende a pacientes ambulatorios crónicos. Muchos se mantienen en un estado parasitario y dependiente debido a las ganancias y los requerimientos institucionales. Si bien todos los dependientes son sumisos y discretos, y buscan a los demás para que les proporcionen guía y seguridad, los dependientes inquietos evidencian una intensa aprensión que les provoca una falta de iniciativa muy importante y una evitación ansiosa de la autonomía. Se les desconcierta con gran facilidad y experimentan una sensación generalizada de pavor y aprensión. Son particularmente vulnerables a la ansiedad de separación y al temor del abandono. A diferencia de la mayoría de los dependientes, expresan estos temores mediante explosiones de ira dirigidas hacia los que no han apreciado sus necesidades de seguridad y cuidado. Debido a que el dependiente inquieto suele ser prevalerte en contextos institucionales, ha adquirido un patrón de evitación de las interacciones sociales. Con frecuencia experimentan soledad y aislamiento. A pesar de sus esfuerzos por ser agradables y complacientes, como suelen ser los dependientes, los dependientes inquietos experimentan tensión, tristeza y culpabilidad. Aparentemente, se muestran pacíficos y benévolos ante las dificultades, pero ocultan el temor al abandono y al aislamiento. Las quejas sobre la debilidad y la facilidad con que se fatigan puede reflejar un estado de ánimo depresivo. Si ha experimentado un rechazo continuo de los demás, el paciente puede sucumbir a la extenuación física y a la enfermedad. En estas circunstancias, las responsabilidades más simples demandan más energía de la que el paciente puede utilizar. La vida está vacía y es muy dura para ellos. 28 EL DEPENDIENTE ACOMODATICIO Éste es más sumiso y agradable, y busca más afecto, cuidado y seguridad que en otros subtipos. El temor a ser abandonado hace que sea extremadamente complaciente y servicial. Algunos se vuelven socialmente gregarios y encantadores y buscan ser el centro de atención con comportamientos exagerados. Como tales, son similares al histriónico apaciguado. Ambos son agradables, amigables, benevolentes y cumplidores en sus relaciones con los otros, prefieren evitar el conflicto y buscan la armonía incluso a expensas de sus valores y creencias internos. Además, están preocupados por la aprobación externa, de manera que pueden quedar sin identidad propia, y no se valoran a sí mismos en términos de sus rasgos intrínsecos, sino en términos de sus relaciones con los demás. Se alían con las competencias y virtudes de los otros, y así no sólo se reafirman con la ilusión de las competencias compartidas, sino que encuentran alivio en la creencia de que los lazos que han construido son firmes y eternos. Ambos tipos de personalidad evidencian una actitud cándida hacia los problemas de la vida. Manteniendo un aire de satisfacción y bondad, niega las emociones negativas y encubre los conflictos internos con distracciones. El pensamiento crítico no es su punto más fuerte. Al ser los demás quienes se han ocupado de sus vidas, muchas áreas de conocimiento están subdesarrollándose a inmaduras. Sin embargo, a diferencia de los histriónicos apaciguados, los dependientes acomodaticios tienden al autosacrificio y adoptan el papel de persona inferior y subordinada. Son compasivos con las necesidades de sus parejas, haciendo que éstas se sientan útiles, comprensivas, más fuertes y más competentes. Evitan la autorreafirmación y dejan las responsabilidades en manos de los otros. Por el contrario, el histriónico toma una postura activa, maniobrando y manipulando su ambiente en lugar de sentarse a esperar de manera pasiva. El autosacrificio y la postura de persona inferior del dependiente acomodaticio se asemeja en parte a la personalidad masoquista. Todo lo que en realidad les importa es gustar a los demás, complacerlos y satisfacerlos con sus sonrisas y su buena voluntad. Desafortunadamente, estos dependientes son acomodaticios por una razón: la afabilidad pretende hacer que los demás tomen el control, de manera que así compensan su incompetencia. Siempre tienen una sonrisa agradable, pro no pueden aceptar las responsabilidades propias de los adultos. En realidad, sienten indefensión cuando se les demanda autonomía o iniciativa. La falta de una fuente significativa de apoyo o identificación les produce un grave abatimiento. La culpa, la enfermedad, la ansiedad y la depresión son habituales, pero tienen una finalidad. Tienden a desviar la crítica y transforman las amenazas de desaprobación en apoyo y comprensión. EL DEPENDIENTE INMADURO No todas las personas maduran al mismo nivel. En una misma persona puede haber un talento extraordinario para las matemáticas y la música desde una edad muy temprana, pero no para el lenguaje, o viceversa. Sin embargo, algunos individuos nunca conseguirán un nivel modesto de desarrollo en estas áreas. En cambio, algunos sujetos siguen siendo niños toda su vida, prefieren las actividades infantiles, encuentran gran satisfacción relacionándose con niños y se ven incapaces de asumir responsabilidades propias de la vida 29 adulta. Estas personas no sólo son dependientes debido a que son infantiles en su visión de las cosas y en sus competencias, sino también porque parecen satisfechas por el hecho de seguir siendo así. Al ir más allá de la simple ingenuidad del dependiente típico, las personalidades dependientes inmaduras están muy poco desarrolladas, no tienen prácticamente experiencia y están poco formadas. Algunos carecen simplemente de ambición y energía, lo que hace que las expectativas de la vida adulta les parezcan sobrecogedoras y terroríficas. Otros parecen claramente pasivos y no han desarrollado suficientemente la adquisición de comportamientos autónomos y la confianza necesaria en sus capacidades. Muchas parecen carecer de una identidad sexual bien definida y consideran la asunción de papeles adultos como algo terrorífico. Para la mayoría de las personas, estos individuos son sociables y complacientes, en tanto que se les permite permanecer en la etapa preadulta en lo que se refiere a sus preferencias y actividades. Sin embargo, estas personas pueden resultar bastante problemáticas para los demás cuando éstos les exigen más o les instan a que maduren y tomen las riendas de su propia vida. Para los atribulados padres o cónyuges, estos comportamientos suelen considerarse como signos de irresponsabilidad y negligencia. Su incapacidad para desarrollar las habilidades necesarias para sobrevivir por sí mismos puede hacer que no maduren a un nivel adulto. EL DEPENDIENTE TORPE Representa una combinación de un patrón dependiente y esquizoide. Ambos presentan falta general de vitalidad, nivel de energía bajo, fatigabilidad y debilidad general en la expresión y la espontaneidad. Los esquizoides poseen normalmente un temperamento anhedónico, que no les permite experimentar emociones agradables en gran profundidad. Además, se mantienen al margen de las relaciones sociales como por ejemplo formar parte de una familia, y casi siempre eligen actividades solitarias. Sin embargo, el dependiente torpe es más capaz de empalizar y entender la emociones básicas de los otros. Además, los procesos de pensamiento de los esquizoides suelen ser descentrados, irrelevantes, o incluso ausentes, en particular en lo que se refiere a los asuntos interpersonales. Las sutilezas interpersonales escapan a la comprensión de muchos esquizoides, pero son entendidas por la mayoría de dependientes torpes, que no evitan las relaciones personales íntimas. Al igual que el dependiente inmaduro, este tipo de dependientes desea llevar una vida totalmente libre de problemas y sentirse libres en todas la responsabilidades, más por una falta de energía que por una naturaleza infantil. Debido a sus características esquizoides, suelen desconectarse simplemente de las demandas del mundo que les rodea. Al no querer enfrentarse a la realidad, resisten todas las presiones caminando como sonámbulos por sus vidas, cada vez más dependientes y exentos de toda responsabilidad. Al no querer implicarse en nada ni pensar demasiado, suelen mostrar cierto fatalismo, lo cual les permite desatender los problemas y resignarse a aceptar sus propias limitaciones. Nada cambia, y no tienen la energía ni el deseo de actuar por su propio bienestar. 30 EL DEPENDIENTE SIN IDENTIDAD Para el dependiente sin identidad, la idealización y la identificación total son aspectos primordiales. Como todos los dependientes, acaban subordinados a los demás, pero de una manera mucho más exagerada. Los vínculos adquieren un nuevo significado para estos individuos, quienes se fusionan de tal forma con los otros que se pierden a sí mismos en el proceso. Las potencialidades se niegan y acaban atrofiadas como si fueran restos de una independencia no deseada. Mediante esa fusión, adquieren una identidad, una estabilidad emocional y unos objetivos más seguros en la vida. En general, cualquier cosa que hagan la realizan casi por completo al servicio del otro, ya sea una persona o una institución. En casos extremos, son sus relaciones las que los determinan, y se convierten en una extensión de la persona a la que están vinculados, sin tener un sentido de sí mismos como seres independientes. Debido a esta fusión, pueden adoptar valores y actitudes que son bastante distintos de los característicos en ellos. Algunas veces, pueden mostrar un aire de confianza y seguridad en sí mismos, pero es como si sólo reflejasen logros y poderes de la persona o institución a la que están unidos. A pesar de la pérdida de su propia identidad, muchos de estos dependientes parecen satisfechos por su estilo de vida dedicado al autosacrificio. Mientras que todos los dependientes son sumisos y adoptan los valores y las creencias de las personas más capaces a las que están apegados, la verdadera esencia del dependiente sin identidad reside en las personas por las que se sacrifican. Cuanto más unidos están a su objeto idealizado, más vinculados emocionalmente se encuentran y más sienten que existen como personas con valor en el mundo. Ejemplos típicos son las madres que viven para sus hijos o que supeditan sus vidas a sus esposos. Aunque se sienten revitalizados y valiosos gracias a tales vínculos, pueden preguntarse si han perdido mucho de sí mismos. Al delegar su identidad en fuentes externas, se vuelven extremadamente vulnerables a la pérdida. Cuando aparecen problemas en las relaciones, los dependientes sin identidad experimentan episodios de ansiedad y depresión, que fluctúan en intensidad dependiendo de la calidad del vínculo. Todos los dependientes se sienten desolados cuando la relación se acaba, pero el dependiente sin identidad acaba totalmente destruido, al estar esencialmente anulado como persona. Algunas veces, la anticipación de la pérdida es suficiente para provocarle un estado de desesperanza crónica, características de la personalidad depresiva. ÁMBITOS FUNCIONALES Y ESTRUCTURALES ÁMBITOS FUNCIONALES ÁMBITOS ESTRUCTURALES OBSERVABLEMENTE INCOMPETENTE: Evita las responsabilidades adultas y busca ayuda y guía en los demás; es dócil y pasivo, carece de competencias funcionales y evita la autoafirmación. INTERPERSONALMENTE SUMISO: Necesita seguridad y consejos excesivos; se subordina a una figura más fuerte que le proporcione cuidado, sin la cual se siente ansiosamente solo e indefenso; es cumplidor, conciliador y tranquilizador, y teme tener que ocuparse de sí mismo. AUTOIMAGEN INÉPTA: Se ve a sí mismo débil, frágil e inadecuado; le falta autoconfianza y menosprecia sus actitudes y competencias, por lo que no es capaz de hacer las cosas por sí mismo. REPRESENTACIONES OBJETALES INMADURAS: Las representaciones internalizadas están compuestas por impresiones infantiles de los demás, ideas muy poco sofisticadas, recuerdos incompletos, impulsos muy rudimentarios e infantiles, así como competencias mínimas 31 COGNITIVAMENTE INGENUO: Rara vez está en desacuerdo con los demás y se le convence con facilidad, es confiado y crédulo; tiene una actitud muy ingenua hacia las dificultades interpersonales, ignorando los problemas objetivos y las situaciones perturbadoras. MECANISMO DE INTROYECCIÓN: Se dedica devotamente a los demás para fortalecer la creencia de que existe una unión inseparable con ellos; subordina las ideas de independencia a favor de las de los otros para evitar conflictos y amenazas a su relación. para manejar y resolver las situaciones estresantes. ORGANIZACIÓN RUDIMENTARIA: Debido a que confía a los demás la responsabilidad de satisfacer sus necesidades y la asunción de las actividades adultas, existen una estructura morfológica deficiente y una falta de diversidad en los controles internos, que provocan una mezcla de habilidades adaptativas relativamente subdesarrolladas e indiferenciadas, así como un sistema muy elemental para conducirse independientemente. ESTADO DE ÁNIMO PACÍFICO: Característicamente es cálido, tierno y no competitivo; evita tímidamente la tensión social y los conflictos interpersonales. VARIANTES DE LA PERSONALIDAD COMPULSIVA El compulsivo puede combinarse con otros trastornos de la personalidad para producir matices distintos del patrón resultante. Los casos reales pueden encajar o no en una de estas combinaciones. EL COMPULSIVO RESPONSABLE Presenta, más que cualquier otra variante, una dependencia conformista, un acatamiento de las reglas y la autoridad, y la sumisión voluntaria a los deseos, valores, expectativas y demandas a los demás. Los compulsivos responsables se ven a sí mismos como considerados, cabales y cooperadores. Suelen manifestar un intenso sentimiento del deber que enmascara sentimientos subyacentes de inadecuación personal. Por tanto, tienden a minimizar sus logros, a menoscabar sus capacidades y a graduar sus éxitos en función del cumplimiento de las expectativas ajenas. Aunque suelen ser descritos como serios, trabajadores y responsables, estas características compensan profundos sentimientos de dudas sobre sí mismos e indecisión, y les sirven para congraciarse con aquellos de quienes depende su autoestima. Así pues, muestran una inseguridad similar a la del dependiente, pero la compensan de la misma manera que el compulsivo medio: temen que la incapacidad de conseguir una ejecución perfecta provoque tanto un abandono (que es el principal miedo del dependiente) como una condena,, no sólo esta última. Desean ser cuidados y amados como compensación por su trabajo. Al igual que otros compulsivos, en ocasiones se vinculan a instituciones u organizaciones religiosas, tanto para conseguir apoyo interpersonal como para participar de un aura social de respeto o bondad. Sin embargo, el compulsivo responsable suele ser el más sublimado y menos nocivo o sádico de los subtipos compulsivos y, por tanto, está más cercano a la normalidad que el resto de las variaciones que se describen a continuación. 32 EL COMPULSIVO PURITANO Tal como pusieron de manifiesto inicialmente los autores analíticos (Rado, 1959) y ampliaron posteriormente los teóricos de las relaciones objetales e interpersonales, todos los compulsivos experimentan una profunda ambivalencia entre la obediencia y el desafío, que resuelven a través de la sublimación, la formación reactiva y el desplazamiento. Aquellas personas que suprimen el conflicto parecen más normales, las personas que desplazan su agresión parecen más sádicas y los que reaccionan intensamente contra su ira interna se convierten en farisaicos. W. Reich (1933) escribió que durante el curso del desarrollo, las operaciones defensivas de cada persona forman un estilo defensivo que la protege frente al mundo. Utilizando la metáfora de Reich, podríamos decir que los instintos y los impulsos de este tipo de personas son tan intensos, y a la vez reaccionan tan intensamente contra ellos, que los compulsivos puritanos buscan la armadura de la justicia divina para purificarse, transformarse y contenerse. La mayoría de ellos sienten la persistente presión de repugnantes e irracionales impulsivos agresivos y sexuales, y adoptan un estilo de vida ascético y austero que les prohíba sus oscuros impulsos y fantasías. En muchos aspectos, el subtipo puritano es una exageración o caricatura del patrón compulsivo básico. Aunque todos los compulsivos se sienten atrapados entre la obediencia y el desafío, en la variante puritana este conflicto es especialmente intenso. Por tanto, su hostilidad también es mayor y es más probable que la resultan a partir de desplazamientos sádicos, que suelen identificar un enemigo común o utilizar a los débiles como cabezas de turco. El pensamiento dicotómico refuerza estos impulsos: en sus mentes, el mundo está compuesto por objetos absolutamente buenos y absolutamente malos, nosotros contra ellos, lo justo y lo injusto, los salvados, los pecadores y los santos, es decir los propios compulsivos. Vilipendiados por la laxitud moral que perciben, la cólera puritana se convierte en la espada vengadora de la justicia divina que desciende para convertirse en azote del pecado y la perversidad. Por supuesto, se sienten completamente satisfechos de convertirse en el instrumento a partir del cual se administra justicia. De hecho, los puritanos tienden a buscar niveles cada vez mayores de fundamentalismo, no especialmente porque el fundamentalismo proceda de principios religiosos abstractos, sino porque su lectura literal hace que sea mucho más fácil encontrar a alguien que merezca no sólo ser reprendido, sino absolutamente castigado, lo que justifica la injusticia y les libera de cualquier culpa residual. Prácticamente, todo compulsivo disfruta en secreto de hostigar o castigar a los demás, pero en este caso el juicio del superyó es eterno, el infierno arde eternamente, y no osarían contradecirlo aunque pudieran. En cuestiones de justicia e imparcialidad, la evaluación final del compulsivo puritano suele depender del lado de la valla en el que uno se encuentre. Unas personas son conversadoras inteligentes y otras son idiotas. Una gran parte de nuestra sociedad parece admitir la aparente combinación de fuerza y pureza que este tipo de personas proyecta. Por otra parte, los compulsivos puritanos no se limitan a los dogmas religiosos. A lo largote la historia han constituido una importante fuerza impulsora del fervor nacionalista. A menor escala, puede encontrárseles en cualquier gran institución, envueltos en un manto de justicia, predicando las transgresiones de sus asociados y exigiendo purgas. De hecho, el control interpersonal excesivo puede dirigirse hacia la provocación de 33 conductas de desafío por parte de los demás, de manera que el enemigo puede quedar al descubierto. Algunos de ellos tienen éxito en esta empresa, pero al cabo de un tiempo, la mayoría de las personas acaba considerándolos crueles, exigentes, ásperos y mojigatos. Algunos de ellos simplemente son excepcionalmente remilgados. En estos casos, el objetivo del comportamiento directo e intolerante es muy claro: intentan contener y civilizar unos impulsos que de otra manera serían de una intensidad prácticamente incontrolable. EL COMPULSIVO BUROCRÁTICO Los compulsivos burocráticos se alían con los valores tradicionales y las autoridades establecidas. Florecen EN Entornos institucionales, en los que se sienten cómodos, fuertes y poderosos merced a las bien definidas relaciones entre superiores y subordinados, los papeles bien claros y las expectativas y responsabilidades precisadas. Una vez establecidos, se comportan de manera leal y fiable. En efecto, estas personas utilizan las estructuras externas muy desarrolladas y formalizadas para compensar el sentimiento de ambivalencia e indecisión que padece el patrón compulsivo medio. Muchos de ellos funden su identidad con el sistema a fin de conseguir posición, un propósito y protección. Sus superiores los consideran fiables, diligentes y ciegamente comprometidos con los objetivos y valores de la institución, lo cual fortalece su autoestima y les proporciona una dirección. Ya sea en la iglesia, la policía, la universidad o los negocios, si carecen de la organización, casi todos ellos se sienten perdidos o sin objetivos. Puntillosos y meticulosos, se adhieren a la ética laboral como las hormigas obreras y evalúan su propio trabajo y el de los demás con la eficiencia del blanco – negro, definiéndolo simplemente como tarea realizada o no realizada. Al igual que el compulsivo responsable, el subtipo burocrático puede situarse en la franja de la normalidad. Sin embargo, los compulsivos burocráticos pueden ubicarse en un continuo que va desde la práctica normalidad hasta el completo sadismo. Cuando se sitúan en un nivel moderadamente trastornado, su rígida adherencia a las políticas y las reglas hace que parezcan oficiosos, arbitrarios, de miras estrechas y mezquinos. Cuando se sitúan en el nivel del trastorno grave, pueden utilizar su conocimiento de las reglas, su eficacia con la burocracia y su actitud de congraciamiento con sus superiores para aterrorizar a sus subordinados o a cualquiera que se cruce en su camino sin rendirles el debido respeto. EL COMPULSIVO PARSIMONIOSO El compulsivo parsimonioso está relacionado con la orientación acumulativa descrita por Fromm (1947). Para este tipo de personas, lo anal – retentivo adopta un significado casi simbólico. Siempre atentos al menor atisbo de posibilidad de pérdida, son egoístas y tacaños, y para protegerse mantienen firmemente agarrado todo lo que poseen, no fuera que les quitaran algo. En este caso, las preocupaciones oscilan entre la identificación con la autoridad o los códigos de organización y la seguridad que ofrecen los bienes materiales. Dado que fueron privados de muchos deseos y caprichos en su infancia, cuidan y protegen la posesión más insignificante y siempre están alerta por si los buitres que les rodean pretenden arrebatarles sus pocas y valiosas posesiones. Trazan límites bien definidos y se comportan con una tacañería 34 innecesaria. Efectivamente, su conducta indica que lo mío es mío y lo tuyo es tuyo. EL COMPULSIVO ENDEMONIADO El compulsivo endemoniado se mezcla con la personalidad negativista. Para el compulsivo típico, la estrategia de la formación reactiva (los pensamientos o impulsos inaceptables son contenidos adoptando la postura contraria, por ejemplo un estudiante que odia a un grupo de personas escribe un artículo protestando por el tratamiento injusto que estas personas reciben por parte de la universidad) funciona razonablemente bien y le permite sumergir sus deseos de oposición y establecer un aspecto adecuado y correcto. Sin embargo, la variante endemoniada lucha incesantemente con el deseo de ajustarse a los deseos y agendas de los demás y, un minuto después, con el deseo de sabotear los intereses de los demás para hacer prevalecer los suyos. Cuando se espera que actúen de forma decisiva, vacilan y aplazan las acciones, se sienten atormentados y confusos, se comportan de forma precavida y tímida y utilizan complejos razonamientos para retrasar la toma de decisiones tanto como sea posible. Incapaces de cristalizar su propia identidad y sometidos al continuo oleaje de la ambivalencia, pueden expresar su insatisfacción sintiéndose exhaustos, gruñendo y expresando descontento. Muchos se encuentran atrapados entre el corazón y la cabeza, entre lo que una parte de ellos ve como razonable y la otra como satisfactorio emotivamente. Desde el punto de vista existencial, se encuentran mucho más atrapados entre la espada y la pared que el compulsivo típico. Las personas de este subtipo más trastornadas pueden llegar a verse a sí mismas como impulsadas por fuerzas ajenas al yo, como si estuvieran poseídas. Erich Fromm 1900 - 1980 Dr. C. George Boeree Traducción al castellano: Dr. Rafael Gautier Biografía Erich Fromm nació en Frankfurt, Alemania en 1900. Su padre era un hombre de negocios y, según Erich, más bien colérico 35 y con bastantes cambios de humor. Su madre estaba deprimida con frecuencia. En otras palabras, como con unos cuantos de los autores que hemos revisado en este libro, su infancia no fue muy feliz que digamos. Como Jung, Erich provenía de una familia muy religiosa, en este caso de judíos ortodoxos. El mismo se denominó más tarde un “místico ateo”. En su autobiografía, Beyond the Chains of Illusion (Más Allá de las Cadenas de la Ilusión) Fromm habla de dos eventos acontecidos en su adolescencia temprana que le condujeron hacia este camino. El primero tiene que ver con un amigo de la familia: Tendría ella más o menos como unos 25 años; era hermosa, atractiva y además pintora; la primera pintora que conocía. Recuerdo haber escuchado que había estado comprometida pero luego de un tiempo había roto su compromiso; recuerdo que casi siempre estaba en compañía de su padre viudo. A él le recuerdo como un hombre insípido, viejo y nada atractivo; algo así (quizás porque mi juicio estaba basado de alguna manera por los celos). Entonces un día oí la tremenda noticia: su padre había muerto e inmediatamente después ella se había suicidado, dejando un testamento que estipulaba que su deseo era ser enterrada al lado de su padre (p. 4 en inglés). Como pueden imaginar, esta noticia sorprendió al joven Erich, en ese momento con 12 años, y le lanzó a esa pregunta que muchos de nosotros nos haríamos: “¿por qué?”. Más tarde, encontraría algunas respuestas (parcialmente, como admitió) en Freud. El segundo evento fue incluso más fuerte: la Primera Guerra Mundial. A la tierna edad de 14 años, pudo darse cuenta de hasta dónde podía llegar el nacionalismo. A su alrededor, se repetían los mensajes: “Nosotros (los alemanes, o mejor los alemanes cristianos) somos grandes; Ellos (los ingleses y aliados) son mercenarios baratos”. El odio, la “histeria de guerra”, le asustó, como debía pasar. Por tanto, se encontró nuevamente queriendo comprender algo irracional (la irracionalidad de las masas) y halló algunas respuestas, esta vez en los escritos de Karl Marx. Para finalizar con la historia de Fromm, recibió su doctorado en Heidelberg en 1922 y empezó su carrera como psicoterapeuta. Se mudó a los EEUU en 1934 (¡una época bastante popular para abandonar Alemania!), estableciéndose en la ciudad de Nueva York, donde conocería muchos de los otros grandes pensadores refugiados unidos allí, incluyendo a Karen Horney, con quien tuvo un romance. Cerca del final de su carrera, se mudó a ciudad Méjico para enseñar. Ya había hecho un considerable trabajo de investigación sobre las relaciones entre la clase económica y los tipos de personalidad de allí. Murió en Suiza en 1980. 36 Teoría Tal y como se sugiere en su biografía, la teoría de Fromm es más bien una combinación de Freud y Marx. Por supuesto, Freud enfatizó sobre el inconsciente, los impulsos biológicos, la represión y demás. En otras palabras, Freud postuló que nuestro carácter estaba determinado por la biología. Por otro lado, Marx consideraba a las personas como determinados por su sociedad y más especialmente por sus sistemas económicos. Fromm añadió a estos dos sistemas deterministas algo bastante extraño a ellos: la idea de libertad. Él animaba a las personas a trascender los determinismos que Freud y Marx les atribuían. De hecho, Fromm hace de la libertad la característica central de la naturaleza humana. Como dice el autor, existen ejemplos donde el determinismo opera en exclusividad. Un buen ejemplo sería el determinismo casi puro de la biología animal, al igual que dice Freud, por lo menos aquellas especies simples. Los animales no están ocupados en su libertad; sus instintos se hacen cargo de todo. La marmota, por ejemplo, no necesita un cursillo para decidir que van a ser cuando sean mayores; ¡serán marmotas!. Un buen ejemplo de determinismo socio-económico (al igual que considera Marx), es la sociedad tradicional de la Edad Media. De la misma manera que las marmotas, pocas personas de esta etapa necesitaban consultorías profesionales: tenían el destino; esa Gran Cadena del Ser, para decirles qué hacer. Básicamente, si tu padre era un labrador, tú serías labrador. Si tu padre era rey, tú también llegarías a serlo. Y si eras una mujer, bueno, solo existía un papel para la mujer. En la actualidad, miramos la vida de la Edad Media o vemos la vida como un animal y simplemente nos encogemos de miedo. Pero la verdad es que la falta de libertad representada por el determinismo social o biológico es fácil: tu vida tiene una estructura, un significado; no hay dudas, no hay motivo para la búsqueda de un alma; simplemente nos adaptamos y nunca sufrimos una crisis de identidad. Históricamente hablando esta simple pero dura vida empieza a perfilarse durante el Renacimiento, donde las personas empiezan a considerar a la humanidad como el centro del universo, en vez de Dios. En otras palabras, no solamente nos llevamos de ir a la iglesia (o a cualquier otra institución tradicional) para buscar el camino que vamos a seguir. Después vino la Reforma, que introdujo la idea de cada uno de nosotros éramos responsables individualmente de la salvación de nuestra alma. Y luego sobrevinieron las revoluciones democráticas tales como la Revolución Americana y la Francesa. En este momento parece que estamos supuestos a gobernarnos a nosotros mismos. Posteriormente vino la Revolución Industrial y en vez de trillar los cereales o de hacer cosas con nuestras manos, teníamos que vender nuestro trabajo a cambio de dinero. De repente, nos convertimos en empleados y consumidores. Luego vinieron las revoluciones socialistas tales como la rusa y 37 la china, que introdujeron la idea de la economía participativa. Además de ser responsable de tu manutención, tenías que preocuparte de tus empleados. Así, tras casi 500 años, la idea del individuo, con pensamientos, sentimientos, consciencia moral, libertad y responsabilidad individuales, se estableció. Pero junto a la individualidad vino el aislamiento, la alienación y la perplejidad. La libertad es algo difícil de lograr y cuando la tenemos nos inclinamos a huir de ella. Fromm describe tres vías a través de las cuales escapamos de la libertad: Autoritarismo. Buscamos evitar la libertad al fusionarnos con otros, volviéndonos parte de un sistema autoritario como la sociedad de la Edad Media. Hay dos formas de acercarse a esta postura: una es someterse al poder de los otros, volviéndose pasivo y complaciente. La otra es convertirse uno mismo en un autoritario. De cualquiera de las dos formas, escapamos a una identidad separada. Fromm se refiere a la versión más extrema de autoritarismo como masoquismo y sadismo y nos señala que ambos se sienten compelidos a asumir el rol individualmente, de manera que aunque el sádico con todo su aparente poder sobre el masoquista, no es libre de escoger sus acciones. Pero existen posturas menos extremas de autoritarismo en cualquier lugar. En muchas clases, por ejemplo, hay un contrato implícito entre estudiantes y profesores: los estudiantes demandan estructura y el profesor se sujeta en sus notas. Parece inocuo e incluso natural, pero de esta manera los estudiantes evitan asumir cualquier responsabilidad en su aprendizaje y el profesor puede evadirse de abordar las cuestiones verdaderamente de interés en su campo. Destructividad. Los autoritarios viven una dolorosa existencia, en cierto sentido, eliminándose a sí mismos: ¿si no existe un yo mismo, cómo algo puede hacerme daño?. Pero otros responden al dolor volviéndolo en contra del mundo: si destruyo al mundo, ¿cómo puede hacerme daño?. Es este escape de la libertad lo que da cuenta de la podredumbre indiscriminada de la vida (brutalidad, vandalismo, humillación, crimen, terrorismo…). Fromm añade que si el deseo de destrucción de una persona se ve bloqueado, entonces puede redirigirlo hacia adentro de sí mismo. La forma más obvia de auto destructividad es por supuesto, el suicidio. Pero también podemos incluir aquí muchas enfermedades como la adicción a sustancias, alcoholismo o incluso la tendencia al placer de entretenimientos pasivos. Él le da una vuelta de tuerca a la pulsión de muerte de Freud: la auto destructividad es una destructividad frustrada, no al revés. Conformidad autómata. Los autoritarios se escapan de su propia persecución a través de una jerarquía autoritaria. Pero nuestra sociedad enfatiza la igualdad. Hay menos jerarquía en la que esconderse que lo que parece (aunque muchas personas las mantienen y otras no). Cuando necesitamos replegarnos, nos refugiamos en nuestra propia cultura de masas. Cuando me visto en la mañana, ¡hay tantas decisiones que tomar!. Pero solo necesito ver 38 lo que tienes puesto y mis frustraciones desaparecen. O puedo fijarme en la TV que, como un horóscopo, me dirá rápida y efectivamente qué hacer. Si me veo como…, si hablo como…, si pienso como…, si siento como…cualquier otro de mi sociedad, entonces pasaré inadvertido; desapareceré en medio de la gente y no tendré la necesidad de plantearme mi libertad o asumir cualquier responsabilidad. Es la contraparte horizontal del autoritarismo. La persona que utiliza la conformidad autómata es como un camaleón social: asume el color de su ambiente. Ya que se ve como el resto de los demás, ya no tiene que sentirse solo. Desde luego no estará solo, pero tampoco es él mismo. El conformista autómata experimenta una división entre sus genuinos sentimientos y los disfraces que presenta al mundo, muy similar a la línea teórica de Horney. De hecho, dado que la “verdadera naturaleza” de la humanidad es la libertad, cualquiera de estos escapes de la misma nos aliena de nosotros mismos. Como lo dice Fromm: El hombre nace como una extrañeza de la naturaleza; siendo parte de ella y al mismo tiempo trascendiéndola. Él debe hallar principios de acción y de toma de decisiones que reemplacen a los principios instintivos. Debe tener un marco orientativo que le permita organizar una composición consistente del mundo como condición de acciones consistentes. Debe luchar no solo contra los peligros de morir, pasar hambre y lesionarse, sino también de otro peligro específicamente humano: el de volverse loco. En otras palabras, debe protegerse a sí mismo no solo del peligro de perder su vida, sino de perder su mente (Fromm, 1968, p. 61, en su original en inglés. N.T.). Yo añadiría aquí que la libertad es de hecho una idea compleja, y que Fromm está hablando aquí de una “verdadera” libertad personal, más que de una libertad meramente política (usualmente llamada liberalismo): la mayoría de nosotros, ya seamos libres o no, tendemos a acariciar la idea de libertad política, dado que supone que podemos hacer lo que queramos. Un buen ejemplo sería el sadismo sexual (o masoquismo) que tiene una raíz psicológica que condiciona el comportamiento. Esta persona no es libre en el sentido personal, pero agradecerá una sociedad políticamente libre que diga que aquello que hace los adultos entre ellos no es de su incumbencia. Otro ejemplo nos concierne a muchos de nosotros en la actualidad: nosotros podemos estar peleando por nuestra libertad (en el sentido político), y aún cuando lo consigamos, tendemos a ser conformistas y más bien irresponsables. ¡Tenemos el voto, pero fallamos en su aplicación!. Fromm tiende mucho a la libertad política; pero es bastante insistente en que hagamos uso de esa libertad y ejercer la responsabilidad inherente a ella. Familias Escoger la forma en la cual escapamos de la libertad tiene bastante que ver con el tipo de familia en la que crecemos. Fromm describe dos tipos de familias no productivas. 39 Familias simbióticas. La simbiosis es la relación estrecha entre dos organismos que no pueden vivir el uno sin el otro. En una familia simbiótica, algunos miembros de la familia son “absorbidos” por otros miembros, de manera que no pueden desarrollar completamente sus personalidades por sí mismos. El ejemplo más obvio es el caso donde los padres “absorben” al hijo, de forma que la personalidad del chico es simplemente un reflejo de los deseos de los padres. En muchas sociedades tradicionales, este es el caso con muchos niños, especialmente de las niñas. El otro ejemplo es el caso donde el niño “absorbe” a sus padres. En este caso, el niño domina o manipula al padre, que existe esencialmente para servir al niño. Si esto les suena extraño, déjenme asegurarles que es bastante común, especialmente en las sociedades tradicionales y particularmente en la relación entre el hijo y su madre. Dentro de este contexto de cultura particular, es incluso necesario: ¿de qué otra manera aprende el niño el arte de la autoridad que necesitará para sobrevivir como adulto?. En realidad, prácticamente todo el mundo de una sociedad tradicional aprende como ser tanto dominante como sumiso, ya que casi todo el mundo tiene a alguien por encima o debajo de él en la jerarquía social. Obviamente, el escape autoritario de la libertad está estructurado en tal sociedad. Pero, obsérvese que por mucho que pueda ofender nuestros modernos estándares de igualdad, esta es la forma en que las personas hemos vivido por cientos de años. Es un sistema social bastante estable, que nos permite un gran monto de amor y amistad y billones de personas lo secundan. Familias apartadas. De hecho, su principal característica es su gélida indiferencia e incluso su odio helado. Aún cuando el estilo familiar de “repliegue” ha estado siempre con nosotros, ha llegado solo a dominar algunas sociedades en los últimos pocos cientos de años; esto es, desde que la burguesía ( la clase comerciante) arribó a la escena con fuerza. La versión “fría” es la más antigua de las dos, propia del norte de Europa y partes de Asia, y en todas aquellas partes donde los comerciantes han sido considerados como una clase formidable. Los padres son muy exigentes con sus hijos, de los cuales se espera que persigan los más altos estándares de vida. Los castigos no son cuestión de un coscorrón en la cabeza en medio de una discusión durante la cena; es más bien un proceso formal; un ritual completo que posiblemente envuelve romper la discusión y encontrarse en el bosque para discutir el tema. El castigo es radical y frío, “por tu propio bien”. De forma alternante, una cultura puede utilizar la culpa y la retirada de afecto como castigo. De cualquiera de las maneras, los niños de estas culturas se tornan hacia el logro en cualquiera que sea la noción de éxito que éstas posean. El estilo puritano de familia defiende la huida destructiva de la libertad, lo cual es internalizado a menos que algunas circunstancias (como la guerra) no lo permitan. Yo añadiría aquí que este tipo de familias propulsa una forma más rápida de perfeccionismo (viviendo según las reglas) que es también una forma de evitar la libertad que Fromm no menciona. Cuando las reglas son más importantes que las personas, la destructividad es inevitable. 40 El segundo tipo de familias apartadas es la familia moderna, y se puede hallar en la mayoría de los lugares más avanzados del mundo, de manera especial en EEUU. Los cambios en las actitudes de la crianza infantil a llevado a muchas personas a estremecerse ante el hecho de un castigo físico y culpa en la educación de sus hijos. La nueva idea es a criar a tus hijos como tus iguales. Un padre debe ser el mejor “compi” de su hijo; la madre debe ser la mejor compañera de su hija. Pero, en el proceso de controlar sus emociones, los padres se vuelven bastante indiferentes. Ya no son, de hecho, verdaderos padres, solo cohabitan con sus hijos. Los hijos, ahora sin una auténtica guía adulta, se vuelven a sus colegas y la “media” en busca de sus valores. Esta es, por tanto, ¡la superficial y televisiva familia!. El escape de la libertad es particularmente obvia aquí: es una conformidad autómata. Aunque todavía esta familia está en minoría en el mundo (salvo, por supuesto, en la TV), esta es una de las principales preocupaciones de Fromm. Parece ser el presagio del futuro. ¿Qué hace a una familia buena, sana y productiva?. Fromm sugiere que ésta sería una familia donde los padres asumen la responsabilidad de enseñar a sus hijos a razonar en una atmósfera de amor. El crecer en este tipo de familias permite a los niños aprender a identificar y valorar su libertad y a tomar responsabilidades por sí mismos y finalmente por la sociedad como un todo. El inconsciente social Pero nuestras familias la mayoría de las veces sólo son un reflejo de nuestra sociedad y cultura. Fromm enfatiza que embebemos de nuestra sociedad con la leche de nuestra madre. Es tan cercana a nosotros que con frecuencia olvidamos que nuestra sociedad es tan sólo una de las múltiples vías de lidiar con las cuestiones de la vida. Muchas veces creemos que la manera en que hacemos las cosas es la única forma; la forma natural. Lo hemos asumido tan bien que se ha vuelto inconsciente (el inconsciente social, para ser más precisos? también llamado inconsciente colectivo, aunque esta expresión está atribuida a otro autor. N.T.). Por esta razón, en muchas ocasiones creemos que estamos actuando en baso a nuestro propio juicio, pero sencillamente estamos siguiendo órdenes a las que estamos tan acostumbrados que no las notamos como tales. Fromm cree que nuestro inconsciente social se entiende mejor cuando examinamos nuestros sistemas económicos. De hecho, define, e incluso nombra, cinco tipos de personalidad, las cuales llama orientaciones en términos económicos. Si lo desea, puede aplicarse un test de personalidad hecho a partir de los adjetivos que Fromm usa para describir sus orientaciones. La orientación receptiva. Estas son personas que esperan conseguir lo que necesitan; si no lo consiguen de forma inmediata, esperan. Creen que todas las cosas buenas y provisiones provienen del exterior de sí mismos. Este tipo es más común en las poblaciones campesinas, y también en culturas que tienen abundantes recursos naturales, de manera que no es necesario trabajar demasiado fuerte para alcanzar el sustento propio (¡aún cuando la naturaleza 41 pueda repentinamente limitar sus fuentes!). También es fácil encontrarlo en la escala más inferior de cualquier sociedad: esclavos, siervos, familias de empleados, trabajadores inmigrantes…todos ellos están a merced de otros. Esta orientación está asociada a familias simbióticas, especialmente donde los niños son “absorbidos” por sus padres y con la forma masoquista (pasiva) de autoritarismo. Es similar a la postura oral pasiva de Freud; a la “leaning-getting” de Adler (acomodada) y a la personalidad conformista de Horney. En su presentación extrema puede caracterizarse por adjetivos como sumiso y anhelante. De forma más moderada, se presenta con adjetivos como resignada y optimista. La orientación explotadora. Estas personas esperan conseguir lo que desean a través de la explotación de otros. De hecho, las cosas tienen un valor mayor cuanto sean tomadas de otros: la dicha es preferiblemente robada, las ideas plagiadas, y el amor se consigue basándose en coerción. Este tipo es más común en la historia de las aristocracias y en las clases altas de los imperios coloniales. Piénsese por ejemplo en los ingleses en la India: su posición estaba basada completamente en su poder para arrebatar a la población indígena. Alguna de sus características más notables es la habilidad de mantenerse muy cómodos ¡dando órdenes!. También la podemos encontrar en los bárbaros pastores y pueblos que se apoyan en la invasión (como los Vikingos. La orientación explotadora está asociada al lado “chupóptero” en la familia simbiótica y con el estilo masoquista del autoritarismo. Es el oral agresivo de Freud, el dominante de Adler y los tipos agresivos de Horney. En los extremos, son sujetos agresivos, seductores y engreídos. Cuando están mezclados con cualidades más sanas, son asertivos, orgullosos y cautivadores. La orientación acaparadora. Las personas que acumulan tienden a mantener consigo esas cosas; reprimen. Consideran al mundo como posesiones y como potenciales posesiones. Incluso los amados son personas para poseer, mantener o comprar. Fromm, perfilando a Marx, relaciona este tipo de orientación con la burguesía, la clase media comerciante, así como los terratenientes ricos y los artistas. Lo asocia particularmente con la ética laboral protestante y con grupos puritanos tales como los nuestros. La retención está asociada a las formas más frías de familias apartadas y con destructividad. Yo añadiría aquí que existe también una clara relación con el perfeccionismo. Freud llamaría a este tipo de orientación el tipo anal retentivo; Adler (hasta cierto punto), le llamaría el tipo evitativo y Horney (más claramente) el tipo resignado. En su forma pura, significa que eres terco, tacaño y poco imaginativo. Si perteneces a una forma menos extrema, serías resolutivo, económico y práctico. La orientación de venta. Esta orientación espera vender. El éxito es una cuestión de cuán bien puedo venderme; de darme a conocer. Mi familia, mi trabajo, mi escuela, mis ropas; todo es un anuncio, y debe estar “perfecto”. Incluso el amor es pensado como una transacción. Solo en esta orientación se piensa en el contrato matrimonial (estamos de acuerdo en que tú me darás 42 esto y lo otro y yo te daré aquello y demás). Si uno de nosotros falla en su acuerdo, el matrimonio se anulará o se evitará (sin malos sentimientos; incluso ¡podríamos ser muy buenos amigos!. De acuerdo con Fromm, es la orientación de la sociedad industrial moderna. ¡Esta es nuestra orientación!. Este tipo moderno surge de la fría familia apartada, y tiende a utilizar la conformidad autómata para escapar de la libertad. Adler y Horney no tienen un equivalente en sus teorías, pero quizás Freud sí: sería por lo menos algo cercano a la vaga personalidad fálica, el tipo que vive sobre la base del flirteo. En un extremo, la persona “que se vende” es oportunista, infantil, sin tacto. En casos más moderados, se perciben como resueltos, juveniles y sociales. Nótese que nuestros valores actuales se nos expresan a través de la propaganda: moda, salud, juventud eterna, aventura, temeridad, sexualidad, innovación…estas son las preocupaciones del “yuppie”. ¡Lo superficial lo es todo!. La orientación productiva. Existe, no obstante, una personalidad más sana, a la que Fromm ocasionalmente se refiere como la persona que no lleva máscara. Esta es la persona que sin evitar su naturaleza social y biológica, no se aparta nunca de la libertad y la responsabilidad. Proviene de una familia que ama sin sobresaturar al sujeto; que prefiere las razones a las reglas y la libertad sobre la conformidad. La sociedad que permita un crecimiento de este tipo de personas no existe aún, de acuerdo con Fromm. Por supuesto, que él tiene una idea de cómo debería ser. Lo llama socialismo comunitario humanista, ¡menudo bocado! Y desde luego no está compuesto por palabras que precisamente sean muy bienvenidas en EEUU; pero déjenme explicarme: Humanista significa que está orientado a seres humanos y no sobre otra entidad estatal superior (en absoluto) o a algún ente divino. Comunitario significa compuesto de pequeñas comunidades (Gesellschaften, en alemán), como opuesto a un gran gobierno central corporativo. Socialismo significa que cada uno es responsable del bienestar del vecino. Además de comprensible, ¡todo esto es muy difícil de argumentar bajo el idealismo de Fromm. Fromm dice que las primeras cuatro orientaciones (a las cuales otros llaman neurótica) viven el modo (o modelo) de tenencia. Se centran en el consumo, en obtener, en poseer…Se definen por lo que tienen. Fromm dice que el “yo tengo” tiende a convertirse en el “ello me tiene”, volviéndonos sujetos manejados por nuestras posesiones. Del otro lado, la orientación productiva vive en el modo vivencial. Lo que eres está definido por tus acciones en el mundo. Vives sin máscara, viviendo la vida, relacionándote con los demás, siendo tú mismo. Dice que la mayoría de las personas, ya acostumbradas al modo de tenencia, usan el verbo tener para describir sus problemas: “Doctor, tengo un problema: tengo insomnio. Aunque tengo una bonita casa, niños estupendos y un matrimonio feliz, tengo muchas preocupaciones.” Este sujeto busca al terapeuta para que le quite las cosas malas y que le deje las buenas; casi igual 43 que pedirle a un cirujano que te quite las piedras de tu vesícula. Lo que deberías decir es más como “estoy confuso. Estoy felizmente casado, pero no puedo dormir…”. Al decir que tienes un problema, estás evitando el hecho de que tú eres el problema; una vez más estás evitando la responsabilidad de tu vida. Orientación Sociedad Familia Escape de la libertad Receptivo Sociedad campesina Simbiótica (passiva) Autoritario (masoquista) Explotador Sociedad aristocrática Simbiótica (activa) Autoritario (sádico) Acaparadora Sociedad burguesa Apartada (puritana) Perfeccionista a destructivo De venta Sociedad moderna Apartada (infantil) Conformista autómata Productiva Socialismo Comunitario Humanista Amorosa y razonable Libertad y responsabilidad reconociea y aceptada Maldad Fromm siempre estuvo interesado en tratar de comprender a las personas verdaderamente malévolas de este mundo; no solamente a aquellas que sencillamente eran estúpidas, estaban mal guiadas o enfermas, sino a aquellas con total conciencia de maldad en sus actos, fuesen llevados a cabo como fuere: Hitler, Stalin, Charles Manson, Jim Jones y así sucesivamente; desde los menos hasta los más brutales. Todas las orientaciones que hemos mencionado, productivas y no productivas; sea en el modo de tenencia o de ser, tienen una cosa en común: todas constituyen un esfuerzo para vivir. Igual que Horney, Fromm creía que incluso el neurótico más miserable por lo menos está intentando adaptarse a la vida. Son, usando su palabra, biófilos, amantes de la vida. Pero existe otro tipo de personas que él llama necrófilos (amantes de la muerte). Tienen una atracción pasional de todo lo que es muerte, destrucción, podredumbre, y enfermizo; es la pasión de transformar todo lo que está vivo en lo no-vivo; de destruir por el solo hecho de destruir; el interés exclusivo en todo esto es puramente mecánico. Es la pasión de “destrozar todas las estructuras vivientes”. Si nos trasladamos al pasado cuando estábamos en el instituto, podemos visualizar algunos ejemplos: aquellos que eran unos verdaderos aficionados a las películas de terror. Estas personas podrían haber diseñado modelos y artilugios de tortura y guillotinas y les encantaba jugar a la guerra. Les encantaba explotar cosas con sus juegos de química y de vez en cuando torturaban a algún pequeño animal. Les encantaban las armas y eran manitas con todos los artilugios mecánicos. A mayor sofisticación tecnológica, mayor 44 era su felicidad. Beavis y Butthead (los personajes de la televisión musical famosa) están modelados bajo este esquema. Recuerdo haber visto en una ocasión una entrevista en la televisión, cuando la pequeña guerra que tuvo lugar en Nicaragua. Había un montón de mercenarios americanos dentro de los “Contras” y uno en particular llamó la atención del reportero. Era un experto en municiones (ése que vuela puentes, edificios y por supuesto, ocasionalmente, soldados enemigos). Cuando se le preguntó cómo se había involucrado en este tipo de trabajo, sonrió y le dijo al reportero que quizás a él no le gustaría escuchar su historia. Ya sabes, cuando era niño, le gustaba poner petardos en la parte trasera de pequeños pájaros que había capturado; encendía la mecha, les dejaba ir y veía como explotaban en el aire. Este hombre era un necrofílico. (Un ejemplo adicional y gráfico más cercano podemos verlo en el personaje de Sid en la película Toy Story. N.T.). Fromm hace algunas sugerencias sobre cómo surge este tipo de sujetos. Dice que debe existir algún tipo de influencia genética que les previene de sentir o responder a los afectos. También añade que deben haber tenido una vida tan llena de frustraciones que la persona se pasa el resto de su vida inmerso en la rabia. Y finalmente, sugiere que deben haber crecido con una madre también necrófila, de manera que el niño no ha tenido a nadie de quien recibir amor. Es muy posible que la combinación de estos tres factores provoque esta conducta. Aún así, subsiste la idea de que estos sujetos son plenamente conscientes de su maldad y la mantienen. Desde luego, son sujetos que necesitan estudiarse más profundamente. Biófilo Receptivo Modo tenencia Explotador Necrófilo Acaparadore De venta Modo vivencia Productiva Discusión De alguna forma, Fromm es una figura de transición, o si lo prefiere, un teórico que aúna otras teorías; para nosotros, de forma eminente, une las teorías freudianas con las neo-freudianas que hemos visto (especialmente a Adler y Horney) y las teorías humanistas que discutiremos más adelante. De hecho, está tan cerca de ser un existencialista, que ¡casi no importa!. Creo que el 45 interés en sus ideas será mayor de la misma manera en que la psicología existencial hace. Otro aspecto de su teoría es único de él: su interés en las raíces económicas y culturales de la personalidad. Nadie anterior ni posteriormente a él lo ha dicho de una forma tan directa: nuestra personalidad es hasta una extensión considerable, un reflejo de tales cuestiones como clase social, estatus minoritario, educación, vocación, antecedentes religiosos y filosóficos y así sucesivamente. Esta ha sido una representación no demasiado afortunada, aunque se puede deber a su asociación con el marxismo. Pero es, creo, inevitable que empecemos a considerarla más y más, especialmente como una contrapartida al incremento de la influencia de las teorías biológicas. Referencias Fromm es un escritor excelente y excitante. Podemos encontrar las bases de sus teorías en Escape from Freedom (1941) y en Man for Himself (1947). Si interesante tratado sobre el amor en el mundo moderno es el llamado The Art of Loving (1956). Mi libro favorito de todos es The Sane Society (1955), el cual debió de hecho haberse llamado “la sociedad insana” ya que prácticamente en su totalidad está dirigido a demostrar cuán loco está nuestro mundo actualmente, y como esto nos lleva a dificultades psicológicas. También ha escrito “el libro” sobre la agresión, The Anatomy of Human Destructiveness (1973), que incluye sus ideas sobre necrofilia. Ha escrito muchos otros grandes libros, incluyendo algunos sobre la Cristiandad, el Marxismo y el Budismo Zen. Todos estos libros se encuentran traducidos al castellano como sigue: “El Escape de la Libertad”; “Hombre por Sí Mismo”; “El Arte de Amar”; “La Sociedad Sana”; “La Anatomía de la Destructividad Humana”. Para mayor información, existen cerca de 2950 referencias a Fromm y su teoría en castellano en Internet; tan solo teclee en cualquier buscador la palabra “Fromm”.N.T. La etiopatogenia de los trastornos de personalidad desde la psicoterapia integrativa. Roberto Opazo Castro *; Verónica Bagladi Letelier **. * (PhD) Director of the Chilean Institute of Integrative Psychotherapy. ** (PhD)Clinical Director of the Chilean Institute of Integrative Psychotherapy. PALABRAS CLAVE: Supraparadigma Integrativo, Psicoterapia Integrativa, Estímulo Efectivo, Principios de Influencia, Sistema SELF, Conceptos 46 Movilizadores, Psicodiagnóstico Integral, Elaboración. (KEYWORDS: Integrative Supraparadigm, Integrative Psychotherapy, Effective Stimulus, Principles of Influence, SELF System, Movilizing Concepts, Integral Assessment, Working Through.) página 1 [11/4/2006] Resumen Se describe una panorámica de los Trastornos de Personalidad y se explicitan diversas aproximaciones a su etiopatogenia. Se establece que se trata de un desafío clínico difícil de enfrentar y que un abordaje integrativo pasa a constituirse en una necesidad. Se describe el Supraparadigma Integrativo cos sus paradigmas biológico, cognitivo, afectivo, inconsciente, ambiental/conductual y sistémico integrados a través del sistema SELF. Se explicita la psicoterapia integrativa que se ha venido desarrollando a partir del Supraparadigma y se establecen las ventajas comparativas que ésta aporta. En el marco de la psicoterapia integrativa, se aborda el tema de la etiopatogenia de los Trastornos de Personalidad. Se delimitan algunas “avenidas centrales” para el abordaje de los Trastornos de Personalidad desde la psicoterapia integrativa. Finalmente, se muestran algunos resultados alcanzados con la psicoterapia integrativa en Trastornos de Personalidad. Abstract An overview on Personality Disorders is presented and diverse approaches to their etiopathogenesis are considered. Since they mean a difficult clinical challenge to deal with, an integrative approach becomes necessary. The Integrative Supraparadigm is described, including biological, cognitive, affective, unconscious, environmental/behavioral and systemic paradigms, that are integrated through the SELF system. Coming from the Integrative Supraparadigm, an integrative psychotherapy is described and its comparative advantages are established. Within the integrative psychotherapy’s framework, the etiopathogenesis of Personality Disorders is considered. Some “central avenues” in terms of the integrative psychotherapy of Personality Disorders are shown. Finally, some integrative psychotherapy’s outcomes are presented dealing with Personality Disorders. Introducción Los Trastornos de Personalidad tienen una prevalencia entre el 0,5% y el 3% de la población general y entre el 3% y el 30% en poblaciones psiquiátricas y de tratamiento ambulatorio (1). En general, las cifras de prevalencia son muy variadas y no resulta fácil establecer con precisión lo que ocurre al respecto. 47 Es así que se han realizado diferentes tipos de estudios relativos al tema y los resultados suelen diferir bastante. Las encuestas comunitarias muestran una gradiente de resultados en los diagnósticos de Trastornos de Personalidad, que oscila entre un 0,1% hasta un 9,8% (la media se ubica en un 2,8%). En los países en desarrollo, los valores fluctúan entre 3,4% hasta un 10,7% (la media de este estudio fue de 4,7%). En 1999 Florenzano recoge los hallazgos de Perry y Valiant quienes afirman que entre el 5% y el 15% de los adultos pueden presentar un trastorno de personalidad el algún momento de su vida (2). En un sentido genérico, sin embargo, lo probable es que estos Trastornos estén “sub-diagnosticados”, sea porque los pacientes no consultan (egosintonía), sea porque los profesionales de la salud no los diagnostican, etc. Lo probable entonces, es que a nivel cuantitativo sean más; a nivel cualitativo, tienen una gran relevancia debido a su complejidad e impacto existencial. En el territorio de las delimitaciones clínicas, no existe una concordancia plena para conceptualizar los Trastornos de Personalidad. Los Manuales Diagnósticos y Estadísticos de los Trastornos Mentales (D.S.M. III Y IV), enfatizan la importancia de los rasgos de personalidad – inflexibles y desadaptativos – como típicos del funcionamiento de la persona a largo plazo. Desde la perspectiva D:S:M., entonces, el Trastorno de Personalidad pasa a involucrar un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento, que se presenta en las áreas de la cognición, de la afectividad, del control de impulsos o de la actividad interpersonal; y que desadapta en relación a las personas del entorno y en relación a la cultura del sujeto (3). Por su parte, la Clasificación Internacional de las Enfermedades (C.I.E.), en su décima versión, agrega que estos patrones desadaptativos son la resultante de factores constitucionales, evolutivos y sociales (4). Desde otra vertiente Theodore Millon – quien ha dedicado gran parte de su trabajo clínico al tema de los Trastornos de Personalidad – enfatiza la dinámica circular y auto-perpetuante de estos trastornos: “La personalidad patológica comprendería aquellos rasgos estables y consistentes que persisten inflexibles, son usados inapropiadamente y fomentan círculos viciosos que perpetúan e intensifican las dificultades del sujeto”( 5). Más allá de discrepancias conceptuales como las explicitadas, pareciera ser una especie de lugar común el señalar que los Trastornos de Personalidad representan para los clínicos un notable desafío. Un desafío en el ámbito de la etiopatogenia y un desafío en el ámbito de la psicoterapia. Todo lo cual nos obliga a hacer las cosas particularmente bien. En los dominios de la etiopatogenia, lo claro es que existen pocas evidencias confiables en relación a las posibles causas y evoluciones de estos Trastornos; al respecto, existe mucha mayor teorización que datos válidos y confiables. Por supuesto, cada enfoque psicoterapéutico enfatizará el ángulo consistente con su teoría: dinamismos inconscientes, esquemas cognitivos sub-yacentes, disposiciones genéticas, etc. De éstas, quien cuenta a la fecha con un mayor respaldo en las evidencias, es la influencia etiológica de las disposiciones 48 genéticas; al respecto, se estima que alrededor del 50% de los rasgos de personalidad deriva de factores genéticos (6). De ser esto así, facilitaría el comprender por qué los Trastornos de Personalidad son tan refractarios al cambio psicoterapéutico. En 1987, es decir hace ya muchos años, uno de nosotros – Roberto Opazo – participó en un “Coloquio sobre Tratamientos de los Trastornos de Personalidad”. Al Coloquio fueron invitados destacados psicoterapeutas chilenos. El Moderador inició el diálogo con la siguiente afirmación: “Tengo la sensación de que el tratamiento de los Trastornos de Personalidad es complicado. Mucho más fácil es tratar síntomas que Trastornos de Personalidad, aún cuando los síntomas se adentran en las estructuras de la personalidad. En general, cuando intentamos tratar los Trastornos de Personalidad, nos encontramos con un lecho de rocas bastante complicado, bastante difícil. Tengo la sensación que poseía una idea más optimista respecto a tratar los Trastornos de Personalidad – y yo soy un psicoanalista y me dedico a eso – mucho mayor cuando recién me inicié y realmente tuve al comienzo algunos éxitos que no sé cómo obtuve. Ahora estoy mucho más pesimista; no sé si esta opinión es compartida por los miembros de este Coloquio”. (7) Paradojalmente, uno a uno los miembros del Coloquio fueron “confesando” sus dificultades con los Trastornos de Personalidad. Y las conclusiones del Coloquio fueron bastante pesimistas. Pero eso ocurría en 1987. ¿Cuál es la situación ahora? En un sentido genérico, la situación pareciera mantenerse sin muchas variaciones. En el Handbook of Psychotherapy and Behavior Change” (2004), se presentan diversas investigaciones que conducen a esta conclusión (8). Excepciones a esta tendencia parecieran ser los trabajos de Marsha Linehan en el Trastorno de Personalidad Límite (9) y diversos abordajes a los Trastornos de Personalidad desde la Psicoterapia de grupo. (10) Lo anterior ratifica claramente que los Trastornos de Personalidad plantean un desafío complejo y difícil de enfrentar. En este contexto, los psicoterapeutas no estamos en condiciones de “farrearnos”, de ignorar o de desconsiderar opciones etiopatogénicas válidas y fuerzas de cambio aportativas, “vengan de donde vengan”. En este contexto, cualquier actitud “reduccionista” y excluyente del clínico, se traduce en un evidente perjuicio para los pacientes; si bien esto siempre es así, en estos dominios es especialmente así. Precisamente por ello, un abordaje integrativo de los Trastornos de Personalidad pareciera ser el camino más indicado. Supraparadigma integrativo En el Congreso Anual de la A.A.B.T. realizado en Washington D.C. en 1983, Roberto Opazo propuso un Supraparadigma Integrativo para contribuir a 49 comprender, explicar y predecir, la dinámica psicológica en general y sus derivaciones en el ámbito de la psicoterapia. Desde esa época, este Supraparadigma Integrativo (S.I.), viene guiando el accionar teórico y psicoterapéutico del Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa (I.C.P.S.I). El Supraparadigma Integrativo (11,12,13,14), aporta fundamentos epistemológicos, metodológicos y a nivel de los paradigmas causales, e intenta articular lo que son influencias etiológicas y fuerzas de cambio provenientes de los paradigmas biológico, cognitivo, afectivo, inconsciente, ambiental/conductual y sistémico. El Supraparadigma Integrativo fue propuesto muy tempranamente – en 1983 - y es el único que – hasta ahora -aporta una completa teoría integrativa a nivel de los diferentes paradigmas causales. Como eje integrativo el Supraparadigma ubica al sistema SELF de la persona. El sistema SELF expresa la coherencia y el equilibrio homeostático del sistema psicológico e integra los diferentes paradigmas, integrando a su vez en plenitud a la persona. El sistema SELF constituye una especie de procesador central de la experiencia humana. Para ello, desarrolla 5 funciones esenciales: función de identidad, de significación, de auto-organización, de búsqueda de sentido y de conducción existencial. En cada experiencia, el sistema SELF construye estímulos efectivos a partir de la “materia prima” que aporta la estimulación. En el Supraparadigma se habla de estímulos efectivos para referirse a los estímulos procesados, que son los que movilizan efectivamente la dinámica psicológica. En cada experiencia, entonces, el sistema SELF modifica los estímulos a través del procesamiento y es – a su vez - modificado por éstos a través de la experiencia. El Supraparadigma Integrativo se propone integrar todo conocimiento válido y rescatar toda fuerza de cambio aportativa; pero se propone a su vez ser muy selectivo, al incorporar solamente conocimientos y estrategias aportativas en términos de predicción y cambio. Distinguir el “trigo de la paja” pasa a ser crucial en medio de tanta propuesta, lo cual involucra dejar muchas de las propuestas existentes fuera. El conocimiento válido rescatado, a su vez, pasa a ser acumulado organizadamente en el marco del Supraparadigma. El Supraparadigma Integrativo (S.I.) integra lo nomotético y lo idiográfico, dado que los principios generales (nomotéticos) se organizan y configuran de un modo particular (idiográfico) en cada persona. Es preciso entonces, conocer los principios y las personas. Plantea, además, que la causalidad lineal simple (A B) es difícil de encontrar en el complejo territorio psicológico; lo que podemos encontrar son principios de Influencia del tipo si A, entonces es más probable B (A > Pr. B). La Figura 1 constituye un Diagrama del Supraparadigma Integrativo. Los 6 Paradigmas están interconectados a través de modalidades causales lineales y circulares y pasan a ser integrados a través del eje que aporta el sistema SELF. Este, a su vez, va “traduciendo” la experiencia transformando la estimulación externa e interna en estímulos efectivos. Las partes interconectadas configuran una totalidad lo cual genera una dinámica sistémica con su correspondiente punto de equilibrio homeostático. Así, el Supraparadigma privilegia las partes y el todo enriqueciendo sustancialmente 50 las opciones predictivas. Figura 1. Supraparadigma Integrativo Sin afán “publicitario” alguno, podemos sostener que durante estos casi 25 años de existencia el Supraparadigma Integrativo ha sido capaz de contribuir a seleccionar el conocimiento, a guiar la investigación y a ordenar la acumulación del conocimiento, tanto en nuestro Instituto como más allá de sus fronteras. Y ha sido capaz también, de conducir la génesis de un enfoque de la psicoterapia, la cual hemos venido desarrollando en el contexto del Supraparadigma: la psicoterapia integrativa. Desde nuestra óptica y en función de nuestra propia experiencia, nos resulta legítimo el destacar que el Supraparadigma Integrativo ha venido aportando profundidad a la comprensión (a través de una teoría completa y no reduccionista), y potencia al cambio (a través del rescate y uso articulado de estrategias de cambio válidas, tanto específicas como inespecíficas) (10, 11, 12). A partir del Supraparadigma Integrativo, hemos delimitado conceptualmente la psicoterapia integrativa como “un proceso activo que se desarrolla en un contexto interpersonal. Este proceso es diseñado específica y deliberadamente como medio de influencia, la cual se ejerce a través de la génesis de experiencias novedosas en términos cognitivos, afectivos o conductuales, las que a su vez pueden ser correctivas y/o enriquecedoras. El propósito central de un proceso de psicoterapia integrativa es alcanzar objetivos acordados entre cliente y terapeuta. El proceso es conducido por un especialista quien fundamenta su accionar en un Supraparadigma Integrativo. La psicoterapia 51 integrativa es nutrida por influencias etiológicas y por fuerzas de cambio específicas provenientes de los paradigmas biológico, cognitivo, afectivo, inconsciente, ambiental/conductual y sistémico. Estas influencias han contribuido a la explicación de la génesis de los desajustes psicológicos y a la predicción y al cambio en psicoterapia”. (13). Por supuesto, las 5 funciones del sistema SELF tienen un rol fundamental en la génesis, predicción y cambio de los desajustes psicológicos. Aproximaciones a la etiopatogenia de los trastornos de personalidad El término “etio - pato – genia” nos remite al proceso de gestación de la patología. Dar cuenta de este proceso es una tarea sumamente difícil en la psicopatología general y muy especialmente en el ámbito de los Trastornos de Personalidad. Es así como, al revisar los hallazgos de investigación y los desarrollos teóricos en torno a los trastornos de personalidad, estamos de acuerdo con Theodore Millon cuando señala que “en el estado actual de la psicopatología clínica… no se han desentrañado las complejas e interrelacionadas redes causales que subyacen a los trastornos de personalidad” (15, p. 141). Tal estado de cosas es comprensible si consideramos los deficientes datos empíricos y las divergencias teóricas en torno al concepto mismo de personalidad, al desarrollo de la personalidad, a la relación personalidadpsicopatología y al proceso de gestación de los trastornos de personalidad propiamente tales. Se ha señalado que la personalidad estaría determinada por la conjunción de factores temperamentales y caractereológicos. En los primeros, el foco está puesto en lo biológico, genético y constitucional; en los segundos, se destaca la injerencia del ambiente y de las experiencias de relación temprana con los padres, la familia y luego la sociedad. Todo esto lleva a la formación de una estructura relativamente estable. La mayor parte de los individuos muestra una combinación de múltiples rasgos temperamentales y de carácter que originan una personalidad balanceada (16). Desde la antigüedad, se reconocen diferentes aproximaciones en torno a los diferentes modos de ser y de comportarse de los seres humanos. Así, Hipócrates y Galeno desarrollan la teoría Humoral. Posteriormente en el siglo XIX, la Frenología relacionó esas formaciones craneales en 37 rasgos individuales. Por su parte en el siglo XX se plantearon relaciones entre la arquitectura corporal y el carácter. En esa línea Sheldon propone la correlación entre el predominio de las capas embrionarias durante el desarrollo y los caracteres viscerotónico, cerebrotónico y somatotónico (17). Desde la perspectiva psicodinámica, la personalidad se relaciona organización que determina los modos de relación de una persona ambiente y las experiencias subjetivas concomitantes; contiene los habituales de armonizar las necesidades internas provenientes del ello, con la con su modos con las 52 exigencias del mundo externo, por lo que tiene una función adaptativa. Freud sugirió que los rasgos de personalidad estaban relacionados con la fijación en una de las fases del desarrollo psicosexual, transformándose en formas permanentes de conducta con la ayuda de la represión y de otros mecanismos de defensa. De este modo conflictos inconscientes mantenidos en el tiempo, serían los responsables etiológicos de los Trastornos de Personalidad. Posteriormente Reich, enfatizó los estilos defensivos característicos que usan las personas, con el fin de protegerse de sus impulsos internos y de la ansiedad que producen las relaciones interpersonales; utilizó el término coraza del carácter para describirlos (17). En el ámbito descriptivo, el enfoque psicodinámico coincide con la apreciación clínica predominante entre los clínicos, en el sentido que las personas con trastornos de personalidad se caracterizarían por la forma rígida y repetitiva de reaccionar con las mismas defensas, conductas y sentimientos frente a muy diversas situaciones, demostrando así una muy limitada capacidad de adaptación (18). La postura conductual y ambientalista radical (19), no concibe la existencia de rasgos y, por ende, no acepta el concepto de personalidad. Para Skinner, por ejemplo, explicar la conducta a partir de “rasgos de personalidad” pasaría a ser tautológico: “Agrede porque es agresivo y es agresivo porque agrede”(19). Autores como Mischel y Bandura descalifican el uso de los “rasgos de personalidad” sobre la base de que no resultan predictivos en relación a la conducta (20, 21). Los autores cognitivo/conductuales sí conciben una cierta regularidad conductual, basada en elementos internos más estructurales. Por ejemplo el mismo Bandura, al referirse a la cognición, ha señalado que “existe amplia evidencia de que la conducta abierta a menudo esta gobernada por estimulación auto-generada, que es relativamente independiente de sucesos estímulos ambientales”(21 p.39). Desde la perspectiva cognitivo/conductual se postula que estilos habituales en ámbitos cognitivos y afectivos (estructuras cognitivo-afectivas, esquemas cognitivos subyacentes), podrían ser considerados como “causas” de conductas que tienden a repetirse (variables mediacionales que serían las responsables de patrones y tendencias conductuales). La interacción biología-experiencia de vida, iría generando estructuras cognitivas y afectivas, las cuales a su vez pueden ser más o menos adaptativas. Los trastornos de personalidad serían derivados de factores biológicos y de experiencias de vida, que van generando rasgos cognitivos y afectivos neuróticos, los que a su vez causan rasgos conductuales neuróticos (22). Desde la perspectiva constructivista post-racionalista, la esfera de la personalidad se relacionaría con la experiencia interior (“yo”) y la apariencia exterior (“mi”). Estas dimensiones de la personalidad se complementan con los distintos tipos de “organización de significado personal”, las que serían 53 responsables de los patrones de comportamiento más característicos de las personas. El enfoque enfatiza el rol del attachment o apego en el ámbito etiológico; el estilo de apego temprano determinaría la organización de significado personal predominante a través de la vida. Así, un estilo de apego “bifronte”, ambivalente entre el rechazo y la devoción hacia el niño, sería característico de la organización de significado personal obsesivo-compulsiva (23). En el enfoque humanista experiencial, la persona sería poseedora de una tendencia hacia la autorrealización (24) y de una sabiduría organísmica (25). Si estas tendencias son bloqueadas, obstaculizadas o desconocidas, originarían trastorno, neurosis o patología (26). Desde una aproximación evolutiva, se ha resaltado la relación con los pares como un regulador de rasgos de personalidad y conducta. Esta regulación sería más fuerte que la influencia de los padres (27). Desde otra mirada, en el último tiempo se ha venido enfatizando cada vez más la importancia de las bases y determinantes biológicos de la personalidad. A los ya conocidos desarrollos e investigaciones sobre rasgos, como neuroticismo, introversión/extroversión (28) y timidez (29), se suman planteamientos en relación al rol prioritario de los genes y de otros factores biológicos en la determinación de la personalidad individual (30). En el estudio Minnesota 350 pares gemelos idénticos criados juntos y separados, Coleman (1986) concluye que “para la mayoría de los rasgos medidos, más de la mitad de varianza se explicaba por la herencia dejando menos de la mitad determinado por la influencia de los padres, ambiente en la casa y otras experiencias de vida” (31, p. 54). En la misma línea, estudios más recientes arrojan una influencia genética de un 46% para los rasgos de apertura, amabilidad, escrupulosidad, neuroticismo y extroversión; y solo un 7% de influencia del ambiente compartido por los gemelos (32). De este modo, los genetistas del grupo Minnesota afirman que los genes actúan de manera independiente del ambiente (siempre y cuando el ambiente se mantenga dentro de rasgos normales); proponen por tanto que lo que llamamos personalidad es en grado importante una cuestión de química cerebral (33). Frente a la interrogante sobre la relación entre personalidad y psicopatología, pareciera ser que éstas se influencian mutuamente en cuanto a su aparición, manifestación y desarrollo; conjuntamente con compartir una etiología común. (34). Es así como los desórdenes mentales se presentarían dentro del contexto de una estructura de personalidad pre-morbida, que frecuentemente tendrá un significativo efecto en la presentación y curso del trastorno específico (34, 35). Documentar empíricamente la contribución de la personalidad al desarrollo de la psicopatología, ha sido difícil por decir lo menos; este aporte de la personalidad al desarrollo de la psicopatología no es certero ni específico. Son muy pocos los trastornos del DSM que presentan una etiología específica. El desarrollo de la psicopatología, en la mayoría de los casos, pareciera ser interactivo y multifactorial a lo largo del tiempo. Interesante resulta en este 54 punto la fuerte co-morbilidad existente entre los trastornos de personalidad y otras problemáticas clínicas. Los distintos trastornos de personalidad presentan una elevada frecuencia de co-morbilidad con trastornos característicos del eje I de la clasificación de los DSM, planteándose dos hipótesis para explicar estos hallazgos. La primera de ellas corresponde al “modelo de la vulnerabilidad”, el cual sostiene que un trastorno de personalidad emergería de (a la vez que configura) un estado de mayor vulnerabilidad, que predispone a estos pacientes a experimentar con mayor frecuencia y en mayor intensidad los distintos trastornos del eje I. Adicionalmente, la presencia de patrones inflexibles y desadaptativos en las distintas áreas, predispondría a estos sujetos a enfrentar el rechazo en quienes les rodean, y a construir escenarios interpersonales que gatillan la emergencia de otros trastornos del eje II (36). La segunda hipótesis corresponde al “modelo de la complicación” (5), el cual aborda el tema desde el ángulo contrario, y sostiene que la presencia temprana, intensa y recurrente de trastornos del eje I, genera una predisposición y/o efecto residual que configura la presencia co-mórbida de trastornos del eje II (36). Actualmente existe evidencia epidemiológica para sostener ambas hipótesis, aunque la ausencia de diseños experimentales impide discernir respecto de la dirección de esta relación causal a favor de una u otra (1). Así, por ejemplo, Johnson el al (1996), a partir de un estudio longitudinal de 3 años, señalan: “Las personas con trastornos de personalidad presentan un riesgo asociado de experimentar futuros trastornos en el eje I, sin importar si hayan o no tenido trastornos previos en el eje I” (37, p.359). En la misma línea, Pervin y John (1999) (37), apoyándose en investigaciones de Torgensen, señalan que la existencia de un trastorno de personalidad limítrofe es un mejor predictor de la depresión futura que la depresión misma. Estos datos concuerdan con lo reportado por Trull et al (1997), a partir de un estudio con 1700 universitarios, en el sentido que los sujetos con rasgos de personalidad límite presentaban mayor incidencia de disfunciones tales como disforia, abuso de sustancias y fracasos académicos (37). página 2 [11/4/2006] Desarrollos en torno al neuroticismo, como rasgo, también resultan aportativos en este punto. Algunos autores identifican al neuroticismo como el principal rasgo asociado a la personalidad limítrofe (incluso en la muestra no clínica). Otros sostienen que la fenomenología del neuroticismo no es específica en su contribución a la psicopatología. Una tercera línea aportaría una visión más interactiva; tal es el caso de Kendler et al (1993), quienes señalan que el efecto causal del neuroticismo y su relación con una depresión mayor está mediado por factores de riesgo genético y ambiental asociados (38). En síntesis, resulta sostenible el afirmar que personalidad y psicopatología se afectan y alteran mutuamente, en una interacción compleja que se desarrolla a 55 través del tiempo (39, 37,38). Específicamente, frente a la etiopatogenia de los trastornos de personalidad, tanto la psiquiatría como la psicología clínica han mostrado una clara evolución; desde aproximaciones monocausales reduccionistas, hacia una visión de procesos causales multifactoriales e interactivos. Es así como desde las conceptualizaciones de Kraepelin en el siglo XIX, sobre las causas metabólicas y de lesión anatómica para los trastornos esquizoides, se evoluciona en el siglo XX a los planteamientos de Bleuler y Meyer, que constituyen los primeros antecedentes del síndrome esquizotípico y de una visión multifactorial de los mismos. Para estos autores, un defecto o una disposición constitucional podría desarrollar una personalidad solo moderadamente disfuncional, bajo un régimen de experiencias vitales que impidieran que los potenciales patológicos se agravaran para dar lugar a un estado clínico manifiesto (40, 41,). Así Meyer (1906), sugirió que el trastorno esquizotípico no era una enfermedad orgánica, sino una manera desadaptativa de reacccionar al estrés (40). En una dirección similar, nos encontramos con la aproximación al trastorno de personalidad paranoide, como síntomas debidos a acentuaciones de personalidad, pre-existentes, desencadenados por algún trauma o acontecimiento inusual (40). Lo planteado anteriormente, refleja como la compleja relación existente entre rasgos de personalidad y la conformación de un trastorno de personalidad, es un área donde muy notoriamente se ha postulado la interacción biologíaambiente (42). Así, se ha reportado que existiría una mayor prevalencia de neurosis y trastornos de personalidad, entre los habitantes de las ciudades que entre los habitantes de sectores rurales. También se ha documentado el desarrollo de trastornos de personalidad, conductas delictivas, alteraciones en el funcionamiento sexual y conflictos de pareja, en personas cuya crianza se desarrolló en familias y/o ambientes donde existía maltrato físico y especialmente en aquellas en que estaba presente el abuso sexual (2). En lo relativo al rol del ambiente, ha sido particularmente enfatizada la influencia del tipo y calidad de las relaciones tempranas, las relaciones de attachment o apego. Aunque la influencia del estilo de apego temprano sobre la personalidad adulta pareciera estar bien documentado (43), no resulta fácil el realizar estudios longitudinales al respecto; y los estudios “retrospectivos” suelen adolecer de importantes fallas metodológicas. A su vez la “dirección causal” ha sido cuestionada también: ¿son los padres los que imponen un estilo de apego o es el niño quien “produce” un estilo de relación? Por ejemplo, se han reportado evidencias empíricas que muestran que los niños que poseen una disposición hacia el estrés tienden a desarrollar un apego inseguro (44). Se ha constatado también el hecho que cuando la madre o cuidador presentan una capacidad limitada, por su personalidad algunos niños presentarían mayor riesgo de desarrollar un apego inseguro (45). No se encontró apoyo empírico para las relaciones causales entre apego inseguro y Trastorno de Personalidad, pero sí para el rol etiológico del apego en el desarrollo de la 56 capacidad empática. (46). Esta visión más interactiva, concuerda con planteamientos sobre la interrelación entre rasgos y experiencias de vida. Por ejemplo, se sugiere que personas con rasgo de extroversión serían personas a las que les “pasarían” más experiencias positivas, lo que redundaría consecuentemente en efectos positivos sobre su ánimo; lo contrario ocurriría con personas poseedoras de un mayor nivel de neuroticismo (47). La evolución hacia visiones etiológicas más abarcativas, también es posible de apreciar en las consideraciones sobre el desarrollo de los Trastornos de Personalidad límite. Así por ejemplo, Paulina Kernberg, conocida psicoanalista, plantea que es posible pesquisar el tipo de organización de personalidad ya en niños, y establece además que se ha estudiado y confirmado que los déficits orgánicos (en percepción, atención, memoria y secuenciación), juega un rol primordial en el desarrollo de algunos trastornos de personalidad (48, p. 25). Este planteamiento es consistente con los resultados de un estudio reciente con adolescentes que presentaban Trastorno límite de Personalidad; encontró apoyo inicial para la hipótesis de la participación etiológica de anomalías estructurales y/o funcionales de lóbulo temporal derecho y la presencia de una organización límite de personalidad (49). Así, pareciera ser que lo que se atribuyó inicialmente al ambiente, especialmente lo relacionado con las relaciones tempranas, se ha ido modificando para dar paso a la idea de que pudieran existir también factores estructurales a la base de estos trastornos (49). Como hemos visto hasta acá, los avances en investigación y teorización resultan consistentes con los planteamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el sentido de considerar a los Trastornos de Personalidad como “…la resultante de factores constitucionales, evolutivos y sociales”. (4, p.247). La etiopatogenia de los trastornos de personalidad en el marco de la psicoterapia integrativa Teniendo como trasfondo los antecedentes expuestos, estamos en condiciones de abordar la temática de los Trastornos de Personalidad desde una perspectiva integrativa. Ello puede significar ventajas comparativas, pero en modo alguno puede involucrar una solución “mágica” en estos territorios tan complejos. En el marco de la psicoterapia integrativa, hemos conceptualizado un rasgo de personalidad como “una tendencia o predisposición estable de la persona, para responder con un patrón conductual similar ante una variada gama de situaciones estímulo. Habitualmente un rasgo involucra un patrón cognitivo y un patrón afectivo consistentes con el patrón conductual” (13). Desde el Supraparadigma se facilita una respuesta a la objeción de Skinner, en el sentido que los rasgos serían tautológicos; estructuras biológicas, cognitivas, afectivas e inconscientes aportan “desde dentro” una influencia causal estable, 57 lo cual explica que se tienda a procesar de igual forma un conjunto variado de experiencias. En el ámbito de la psicoterapia integrativa, un rasgo de personalidad pasa a ser neurótico cuando involucra un alto “costo interno” o bien cuando es muy rígido, muy abarcativo, muy repetitivo o muy desproporcionado en relación a las situaciones. En estos casos tiende a ser desadaptativo. Desde nuestra óptica, la personalidad involucra una red de rasgos entrelazados que configuran una totalidad única, estable y distintiva. Dicha totalidad caracteriza e identifica a la persona y establece las formas en que se relaciona consigo misma y con los demás. Se trata de un perfil predisponerte a ciertas conductas que tiene a la base estructuras biológicas, cognitivas, afectivas e inconscientes, las cuales influyen establemente en el procesamiento de los estímulos efectivos que a su vez movilizan el patrón conductual. Un Trastorno de Personalidad involucra una tendencia estable de la persona a procesar en forma rígida y/o desproporcionada ciertas áreas y a comportarse desadaptativamente en esos territorios. Dentro del Supraparadigma Integrativo, la personalidad está fuertemente relacionada con el SELF y corresponde a la tendencia estructural estable en la configuración de los estímulos efectivos. Se distingue entre persona y personalidad, “reservando este último concepto para los aspectos estructurales de la persona que influyen establemente en el procesamiento de los estímulos efectivos” (13, p.125). La personalidad, por lo tanto, constituiría una especie de tamiz para el operar de los principios de influencia e incluso para su modificación; cada estructura de personalidad facilitaría la actuación de ciertos principios de influencia, dificultaría la acción de otros e incluso podría contraactuar la influencia de algunos. En todos los Trastornos de Personalidad, las cinco funciones del SELF se encontrarían afectadas o alteradas, aún cuando no de la misma forma o con el mismo énfasis. Por lo tanto, los diferentes trastornos de personalidad, implican énfasis diferentes en la alteración de las distintas funciones del SELF. Así, el trastorno esquizoide presenta como mayormente afectada y de necesidad de intervención la función de control conductual; dado que si modificamos ésta, las otras no revisten de una mayor incidencia desadaptativa para la persona. En el trastorno esquizotípico y en el trastorno evitativo la función más relevante es la de significación, siendo la responsable última de las disfuncionalidades que se observan en las demás funciones del SELF de estos pacientes. Las funciones de identidad y de búsqueda de sentido serían las más significativas en los trastornos narcisista y antisocial; en éste último, además la de conducción existencial, especialmente el control de las conductas agresivas y antisociales. En el trastorno dependiente resultan centrales las alteraciones de las funciones de identidad y búsqueda de sentido, conjuntamente con sus derivados disfuncionales para la de autoorganización. En el trastorno obsesivocompulsivo también es significativa la alteración de la función de conducción existencial, sobre todo en lo referido al control conductual; no obstante la alteración central radica en la función de significación. Con un mayor número 58 de funciones que requieren un énfasis especial se presentan los trastornos histriónico y límite; siendo relevantes en el primero las funciones de identidad, significación y conducción existencial, en tanto que el trastorno límite presenta esencialmente alterada la función de autoorganización y desde allí las de identidad y de conducción existencial (1). De este modo, en nuestro Supraparadigma, la personalidad está fuertemente relacionada con el sistema SELF, sus características y funciones; resultando particularmente relevantes las diferenciaciones individuales que ésta imprime en el campo de variación y en las funciones del SELF. El grado en que el SELF individual puede modificarse en le interacción social, esto es, el campo de variación del SELF, difiere según la estructura de personalidad y más aún según los diferentes trastornos de personalidad. Ejemplos de la mayor variabilidad la encontramos en los trastornos límite e histriónico; un campo de variación intermedio lo vemos en el trastorno evitativo, en tanto que el extremo de la menor variación en los trastornos como el esquizoide y el obsesivo-compulsivo(1). En el ámbito etiológico, el Supraparadigma Integrativo nos “obliga” a preguntarnos acerca del rol etiológico que cada paradigma juega en los Trastornos de Personalidad. Al decantar dentro del marco del Modelo Supraparadigmático, las contribuciones etiológicas a los Trastornos de Personalidad nos encontramos con una serie de factores que se perfilan como agentes relevantes en la gestación y desarrollo de estos trastornos. Tales factores se han decantado a través de su respaldo, por una parte en la investigación, y por otra, en su consistencia y grado de acuerdo a nivel de desarrollos teóricos y de experiencia clínica. No obstante, es necesario volver a reiterar que tales avales solo es posible establecerlos en base a la constatación reiterativa, de su presencia genérica en los antecedentes y características de los sujetos diagnosticados con Trastornos de Personalidad, y no por una constatación clara e irredarguible de su rol causal etiopatogénico. Puesto que en cada paradigma se han postulado múltiples opciones etiológicas, nos centraremos tan solo en lo que a nuestro juicio resulta medular en relación al aporte de cada paradigma. Al interior del paradigma biológico se han establecido antecedentes relevantes que documentan la participación etiológica de predisposiciones genéticas, alteraciones del sistema límbico, desbalances hormonales y daño orgánico cerebral. La influencia genética sobre los Trastornos de Personalidad pareciera ser potente. Aunque los estudios genéticos tienden a centrarse en los rasgos de personalidad y no en los Trastorrnos, la alta heredabilidad de los rasgos resulta más que sugerente. Incluso la alta heredabilidad de algunos rasgos “neuróticos” está bien documentada; es el caso del alto neuroticismo Baker (1992) y Lyons et al.,(1989) encontraron una heredabilidad estimada de 43 por ciento para los rasgos anti-sociales. De este modo, las influencias genéticas aportan una diferente vulnerabilidad biológica la cual pasa a ser esencial en el 59 desarrollo de un Trastorno de Personalidad. Por otra parte, los propios investigadores de las influencias genéticas tienden a bajar el perfil a la importancia de la conducta de los padres en las etapas tempranas del desarrollo: “como Lytton (1990) lo ha demostrado, la conducta diferencial de los niños a menudo es la causa de la conducta diferencial de los padres más que una consecuencia.” (6, p. 101). En suma, aunque resulta teóricamente posible la génesis de un Trastorno de Personalidad sin facilitación genética alguna y sin facilitación biológica alguna, lo probable es que en la mayoría de los casos esa facilitación sí esté presente. En lo relativo al paradigma cognitivo, el rol etiológico de las estructuras cognitivas pareciera ser poco discutible. Estructuras del tipo “tengo que hacerlo todo bien siempre” estarían a la base de los Trastornos obsesivo-compulsivos; estructuras del tipo “mi valor como persona depende de lo que otros piensen de mí” facilitarían la génesis de un Trastorno de personalidad dependiente, etc. Se podría argumentar que estas estructuras cognitivas a su vez tienen una facilitación biológica, pero el que cumplen un rol en la cadena etiológica pareciera ser más que probable. Otras influencias cognitivas relevantes se refieren a sesgos atribucionales, bajas expectativas de autoeficacia, procesos atencionales disfuncionales y diálogos internos autoderrotantes En cuanto al rol etiológico del paradigma afectivo, el análisis nos conduce al tema del rol del attachment o apego. Como lo hemos señalado, el rol etiológico del apego se encuentra bien documentado, aún cuando se preste para mucha discusión al respecto. Desde nuestra óptica, las necesidades afectivas del niño, junto con su mayor sensibilidad en etapas tempranas, hace que sus primeras experiencias relacionales sean particularmente significativas; y si estas experiencias constituyen un estilo relacional estable…con mayor razón. A estas influencias etiológicas afectivas, habría que agregar el rol relevante que juegan los afectos en los propios esquemas cognitivos, los cuales pasan a ser más relevantes cuando tienen un fuerte respaldo energético/afectivo. También parecieran tener un rol etiológico releva te las alteraciones en el umbral de la respuesta afectiva y el déficit en la regulación de la respuesta emocional. El rol etiológico del paradigma inconsciente resulta especialmente difícil de verificar. Puesto que las estructuras cognitivas se plantean como “subyacentes” en el sentido que operan desde lo “no consciente”, hay allí un espacio para la influencia del paradigma inconsciente. En lo relativo al rol del inconsciente reprimido, la temática se torna particularmente especulativa. Si la interpretación sistemática apuntando a la existencia de conflictos inconscientes reprimidos hubiera aportado éxito terapéutico, la teoría se vería fortalecida; pero éste no pareciera ser el caso. En lo referente al rol etiológico del paradigma ambiental/conductual, podemos asumir la más que probable influencia del reforzamiento en relación a la génesis de los Trastornos de Personalidad. Cuando un rasgo histriónico de personalidad logra una cierta “ganancia secundaria”, tenderá a consolidarse como rasgo; otro tanto ocurrirá cuando un excesivo perfeccionismo tiende a ser reforzado sistemáticamente por el medio. Hace ya muchos años Haughton y Ayllon (1965) lograron generar conducta compulsiva en una paciente 60 esquizofrénica a través de reforzamiento positivo con cigarrillos. En el paradigma ambiental conductual se recogen todos los hallazgos relacionados con asociaciones “clásicas” ansiógenas, déficit de la conducta interpersonal, etc. (49). El Supraparadigma Integrativo incorpora el paradigma sistémico en una aproximación intrapsíquica y en una aproximación psicosocial. Si asumimos la díada madre-hijo como un sistema psicosocial, las relaciones tempranas de attachment o apego se relacionarían – no solo con el paradigma afectivo y con el ambiental – sino también con el paradigma sistémico. A través del tiempo, el paradigma sistémico ha tendido a ser aplicado en plenitud en el ámbito de la terapia familiar. Es posible asumir aquí que ciertas reglas del sistema familiar – por ejemplo el que los afectos son sobre-controlados o el que existan licencias para el intercambio agresivo – repercutirán en términos de facilitar ciertos Trastornos de Personalidad. Adicionalmente, desde el paradigma sistémico han sido destacados como importantes en la etiología y mantención de los Trastornos de Personalidad la disfuncionalidad de la familia de origen, los estilos comunicacionales patologizantes y, en especial, la comunicación fragmentada y deficitaria en el ámbito de la afectividad. El problema es que muchos adherentes al enfoque sistémico han sido a la vez renuentes a la investigación y recién en los últimos años se está perfilando una generación de terapeutas familiares menos dogmáticos y más pragmáticos (50). La Figura 2 sintetiza una explicitación de los aportes de cada paradigma a la génesis específica de los Trastornos de Personalidad. Se trata de un desglose paradigmático de los factores etiológicos que se han explicitado - desde la investigación y/o desde la práctica clínica - para los distintos trastornos. 61 Figura 2. Etiología paradigmática de los trastornos de personalidad 62 Figura 2. (Continuación) Etiología Paradigmática de los Trastornos de Personalidad Es importante destacar el hecho que en la clínica de los Trastornos de Personalidad, generalmente es posible encontrar una gran variedad de combinaciones de fuentes etiológicas para los distintos trastornos. Se presenta una vasta gama de diferencias etiológicas en los distintos sujetos, aún cuando compartan el mismo trastorno específico. Lo anterior se acentúa en la medida que la etiología implica tanto causas de origen como causas de mantención de 63 los trastornos. Por otra parte una misma alteración manifiesta puede, en un sentido profundo, involucrar diferencias muy significativas entre una persona y otra o entre un trastorno de personalidad y otro. Un ejemplo de esto lo hemos explicitado recientemente, en la dificultad para aprender de la experiencia, característica presente en los trastornos antisociales y también en los trastornos de personalidad histérica (10). En ambos, el funcionamiento presenta una pobre consolidación de afectos más estructurales y profundos, además de una dificultad en la resonancia afectiva de la experiencia. Hasta aquí todo es muy similar, pero las diferencias son sustanciales. En el caso de la personalidad psicopática, no existe un impacto significativo de la experiencia; hay una resonancia afectiva con la experiencia pobre o insuficiente como para generar arraigo afectivo. Muy por el contrario, en el caso de la personalidad histérica, existe mucho impacto afectivo de la experiencia, en el sentido de una fuerte y desmedida resonancia “emocional” con la experiencia Pero esta resonancia cursa conjuntamente con una emocionalidad reverberante, que contribuye a impedir la decantación en estructuras afectivas más estables y, por tanto, el desarrollo de un mayor arraigo afectivo de la experiencia a largo plazo. En lo relacionado con el proceso evolutivo en la gestación de un Trastorno de Personalidad, la investigación no nos puede aportar lo suficiente. Si bien el rol etiológico de los factores genéticos, y el muy probable rol de las experiencias relacionales tempranas, hacen esperable que muy frecuentemente la gestación de un Trastorno de Personalidad se establezca bastante tempranamente, lo probable es que también las experiencias posteriores vayan aportando lo suyo, Es por ello que se plantea que no es procedente el plantear el diagnóstico de estructura o trastorno de personalidad, sino hasta los 18 años (salvo excepciones muy específicas). También, es importante señalar el rol causal de ciertas experiencias y/o acontecimientos específicos en la aparición de un Trastorno de Personalidad en una personalidad pre-mórbida normal (dando pie incluso a una de las categorías de la clasificación CIE-10). Lo probable entonces, es que la gestación tienda a iniciarse tempranamente, aún cuando el Trastorno de Personalidad tienda a configurarse en plenitud más tardía que tempranamente. Más que una obligación de actualización de disposiciones biológicas específicas, los trastornos de personalidad parecieran ser la resultante de la interacción de éstas con experiencias vitales, dentro del complejo marco del desarrollo evolutivo humano. La complejidad, variabilidad y dinamismo de la etiopatogenia de los Trastornos de Personalidad, a juicio nuestro, requiere perentoriamente de un abordaje integrativo. Es en este punto donde el Supraparadigma Integrativo se constituye en un aporte sustancial a la comprensión de los Trastornos de Personalidad; posibilita una sistematización teórica más completa y no reduccionista que potenciará las opciones de cambio, al orientar la elección e implementación idiosincrásica de estrategias y técnicas psicoterapéuticas. Todo ello con el aval de la investigación y el trabajo clínico. página 3 [11/4/2006] 64 Aportes específicos a la etiopatogenia desde la psicoterapia integrativa: los conceptos movilizadores A partir del Supraparadigma Integrativo hemos venido desarrollando algunos conceptos movilizadotes aplicables tanto a la etiología como al cambio terapéutico. En el marco de la psicoterapia integrativa entendemos por concepto movilizador una formulación conceptual bien fundamentada, cuya forma aporta adicionalmente elementos motivacionales, para la participación activa del paciente en su proceso psicoterapéutico. Algunos de esos conceptos son particularmente aportativos en la etiopatogenia de los Trastornos de Personalidad. A nivel de la etiología de los Trastornos de Personalidad, un concepto movilizador muy esclarecedor es el de Significación Biológica. Las diferencias biológicas contribuyen a la traducción diferente de experiencias similares; desde la biología misma, el estímulo posee una significación diferente para cada persona. Como lo señalan Millon y Davis (1999): “El mismo entorno puede ser percibido de forma distinta por individuos que poseen diferentes sensibilidades biológicas: las personas registran los distintos estímulos e intensidades variables según su patrón único de vigilancia, agudeza sensorial y disposición temperamental. Por tanto, las diferencias significativas en la experiencia son configuradas en primer término por la dotación biológica de la persona (35,p.70). Esta dotación o configuración biológica, adquiere características muy influyentes a nivel de los rasgos de personalidad, sean éstos ajustados o desajustados. Es esta misma influencia biológica la que operaría en los niveles estructurales más complejos, dando cuenta de las particularidades que adquiere la significación de la experiencia en las diferentes estructuras de personalidad. El ambiente pato-sintónico es un concepto que hace referencia a aquellos ambientes que son consistentes y concordantes con la forma de ver el mundo de la persona, aquellos ambientes que “armonizan” con el comportamiento y las significaciones del individuo desajustado, permitiéndole continuar sin necesidad de cambio. Lo anterior es altamente frecuente en los trastornos de personalidad; el ambiente interpersonal del paciente con un trastorno de personalidad evoluciona en una dirección pato-sintónica; en torno a él solo “sobreviven” aquellos que, de un modo u otro, logran cierta sintonía con sus rasgos patológicos de personalidad. Lo anterior se relaciona estrechamente con la característica aloplástica de los síntomas en los trastornos de personalidad (17); esto es que los sujetos con trastornos de personalidad buscan “adaptarse” al ambiente cambiando el exterior y no su Yo, cambiando a los otros y favoreciendo así el desarrollo pato-sintónico. El concepto de ambiente pato-sintónico se complementa bien con el tradicional concepto de egodistonía. Cuando la patología está “en sintonía” con el mundo interno y con el mundo externo, no se perfila por lado alguno una motivación al cambio. De allí que, a la hora de la Psicoterapia Integrativa, el ambiente patodistónico se puede dar la mano con la génesis de una creciente egodistonía. 65 En la esfera de las relaciones interpersonales, un concepto movilizador interesante es el de conducta pulsante. En el ámbito de las relaciones sociales la conducta de una persona influye activando diferencialmente a su interlocutor; de este modo, una persona puede activar mejor o peor su ambiente social, de la forma como un músico puede pulsar mejor o peor un teclado, y por ende generar desde melodías hermosas hasta chirridos desagradables. “Una persona que despliega adecuadamente su conducta pulsante, será buena concertista de ambientes sociales” (14, p.277). Siguiendo con esta analogía, es en los Trastornos de Personalidad en donde podemos apreciar los “chirridos” más molestos, debidos a la falta de una adecuada conducta pulsante. Esto es consistente con la alta correlación existente entre la insatisfacción de necesidades y la presencia de un Trastorno de Personalidad; en nuestro Instituto encontramos, en una muestra de 392 casos, que la presencia de un Trastorno de Personalidad se asoció significativamente con baja satisfacción de necesidades (52,6%) o media (22,5%) (51). En los Trastornos de Personalidad, muchas necesidades que se satisfacen en la relación con otros, van quedando frustradas e insatisfechas. El concepto de inercia afectiva implica que la presencia de un estado afectivo tenderá a ofrecer resistencia a la génesis de un afecto de valencia opuesta. Este concepto movilizador implica una derivación del concepto de inercia desde el campo de la física, hacia el campo del acontecer psicológico. La inercia afectiva resulta clara tanto para los clínicos como para las personas comunes y corrientes. En el ámbito de los Trastornos de Personalidad este concepto es de gran relevancia, dado el fuerte vaivén e intensidad afectiva de las vivencias del paciente. Siendo además muy frecuente que esta experiencia se derive al terreno de lo existencial – situación que une lo afectivo, lo cognitivo y lo trascendente – y le ofrece una resistencia muy fuerte a las propuestas y/o intervenciones terapéuticas. Los sentimientos persecutorios en un Trastorno de Personalidad paranoide, por ejemplo, ofrecerán una notable resistencia a la génesis de sentimientos positivos hacia las personas. Otro concepto movilizador de gran aporte es el de las cogniciones afectivodependientes; hablamos de ellas cuando son los afectos los que influyen en la génesis de las cogniciones. El afecto puede “iluminar” cierto sector cognitivo que le resulte afín, puede facilitar la génesis de cogniciones que le sean concordantes y puede facilitar la modificación de cogniciones que le sean antagónicas. Este mecanismo resulta muy ilustrativo, por ejemplo, de las características egosintónicas de los síntomas en los trastornos de personalidad. Otra de las manifestaciones específicas del efecto de los afectos en el mundo cognitivo, es la autoimagen emocional, la cual hace referencia al fenómeno que observamos en muchos pacientes en los cuales la autoimagen “sube o baja” de acuerdo al estado emocional que están experimentando. Psicoterapia integrativa en trastornos de personalidad A la hora de la psicoterapia, todos los elementos anteriormente explicitados pasan a tener su importancia. Si asumimos que los resultados terapéuticos han tendido a ser insatisfactorios, las razones para ello se desprenden de lo que 66 hemos venido señalando. Es así que importantes pre-disposiciones biológicas, experiencias tempranas reiterativas, operaciones de reforzamiento mal planteadas y reiterativas, estructuras cognitivas con arraigo afectivo, etc., aportan una fuente explicativa convincente para el mal pronóstico psicoterapéutico de los Trastornos de Personalidad. Adicionalmente, cada paciente aporta su propio perfil etiológico, con combinaciones causales idiosincrásicas para cada uno lo cual complica mucho las cosas. Por otra parte, la larga evolución de cada Trastorno, facilita que el paciente aprenda a convivir con él, generando todo un sistema defensivo que incluye la egosintonía como un elemento central; esto también empobrece el pronóstico, dada la escasa motivación al cambio que muestran muchos de estos pacientes. Y la comorbilidad, tan frecuente en estos desajustes, nos empeora el panorama otro poco más. Por lo señalado anteriormente, la psicoterapia integrativa en Trastornos de Personalidad obliga a realizar un diagnóstico integrativo a nivel etiológico, para estimar las causas de origen y mantención de las problemáticas del paciente. Posteriormente, articula principios de influencia y conceptos movilizadores en forma estratégica e individualizada, para optimizar los estímulos efectivos en el paciente, de manera de procurar así el logro de los objetivos terapéuticos. Si bien en cada paciente la articulación de principios de influencia, variables inespecíficas y conceptos movilizadores, adquirirá una particularidad única, la psicoterapia integrativa aporta algunas sistematizaciones “nomotéticas” de gran utilidad para la planificación y elección de estrategias y técnicas que el terapeuta debe realizar en cada caso individual. No haremos aquí una amplia exposición de la psicoterapia integrativa en estos territorios; no es el objetivo del presente Capítulo. A modo de síntesis, señalaremos a continuación algunas avenidas centrales en relación a la psicoterapia. Una primera avenida se refiere al hecho que la psicoterapia integrativa de los Trastornos de Personalidad procura la modificación, “modulación” y/o readministración de los rasgos de personalidad, como objetivo terapéutico. Esto es, actuar sobre el SELF y sus funciones, buscando acercar al paciente hacia los parámetros de un sistema SELF lo más desarrollado posible…en los términos que el propio paciente considere aceptables. Estos parámetros serían el estrechamiento de los contenidos inconscientes por medio de un awareness amplio y estable de las propias cualidades y defectos, de la relación conducta/consecuencias, y del propio mundo emocional. Lo anterior, unido a la capacidad de manejarse adecuadamente en cada una de las esferas de la vida. (1). Una segunda avenida central para la psicoterapia, se refiere a rol del diagnóstico integral como el primer peldaño del accionar psicoterapéutico. Puesto que el Supraparadigma guía y comanda el proceso, el psicoterapeuta integrativo no solo hará un diagnóstico descriptivo del paciente; evaluará también el funcionamiento del paciente en cada uno de los paradigmas del Supraparadigma, otorgándole desde un comienzo una igualdad de 67 oportunidades a cada paradigma, para mostrar sus fortalezas y debilidades en cada paciente en particular. Nuestra Ficha de Evaluación Clínica Integral (FECI), constituye un cuestionario de auto-reporte que facilita la tarea evaluativa de cada paradigma y del sistema SELF de cada paciente. Y, como un aporte medular, el diagnóstico integral facilita la intervención terapéutica: al ayudar a identificar recursos y carencias, al ayudar a identificar las causas predominantes en cada caso particular y las áreas de intervención que se perfilan como más promisorias en términos del pronóstico psicoterapéutico. Se trata entonces de una evaluación completa, que procura no dejar fuera ningún recurso ni ninguna etiología relevante; y se trata también de una evaluación para la acción y no para la contemplación. Una tercera avenida relevante para la psicoterapia integrativa en Trastornos de Personalidad, se refiere al rol que juegan los estímulos efectivos en la psicoterapia integrativa. El paciente no reacciona ante estímulos “objetivos” sino ante la forma en que va procesando los estímulos. Una intervención del terapeuta aparentemente excelente, puede ser muy mal interpretada por el paciente; y una intervención aparentemente intrascendente puede producir excelentes resultados. En suma, en psicoterapia integrativa el dueño del proceso es el paciente; y los estímulos efectivos que va construyendo, constituyen el eje de todo el proceso de psicoterapia integrativa. Una cuarta avenida relevante para la psicoterapia se refiere a la génesis de egodistonía. Al respecto, el hecho que el paciente responda el FECI, aporta un material inavaluable para la génesis de egodistonía; un buen manejo clínico de las respuestas del paciente pone en juego las habilidades artísticas del psicoterapeuta; pero abre la posibilidad de generar una motivación al cambio, sin la cual, todo el proceso psicoterapéutico pasa a quedar empantanado. Una quinta avenida relevante se refiere a hacer un uso clínico no común, de los así llamados “factores comunes” a los diferentes enfoques. Especificar variables “inespecíficas” del paciente, del terapeuta y de la relación paciente/terapeuta, pasa a ser central. En el ámbito de la alianza terapéutica, por ejemplo, será crucial que el terapeuta no repita estilos de apego o estilos relacionales, que han perjudicado al paciente a través de su historia. Una sexta avenida se refiere al aporte de estrategias clínicas y/o técnicas específicas. Al respecto, cada paradigma del Supraparadigma aporta fuerzas de cambio que el terapeuta integrativo irá utilizando en función del diagnóstico, de la dinámica relacional, y de sus propias decisiones clínicas. En el “menú” del psicoterapeuta integrativo estará la farmacoterapia, el ensanchar el awareness, el generar expectativas de cambio, el ir reforzando los cambios, el elaborar con el paciente un ideal del SELF como referente, el ir desarrollando tareas específicas, el ir enriqueciendo el repertorio conductual, el ir reforzando autoimagen y auto-estima, el ir…La verdad es que las opciones válidas en estos territorios son innumerables. Una séptima avenida se relaciona con el uso de estrategias de cambio específicas de la psicoterapia integrativa. En este ámbito se sitúan los aportes de los principios de influencia y de los conceptos movilizadores. A la fecha 68 hemos precisado sobre 120 principios de influencia derivados a partir del Supraparadigma Integrativo. Y hemos delimitado 18 conceptos movilizadores, altamente aportativos y motivantes para la práctica clínica; un buen uso del ambiente pato-distónico, por ejemplo, puede significar un aporte inavaluable en la psicoterapia integrativa de los Trastornos de Personalidad. El lector interesado en estos aportes específicos, puede dirigirse a la bibliografía que hemos venido especificando a través del presente Capítulo. Una octava avenida se refiere al rol de la elaboración o “working through” a través del proceso psicoterapéutico. En el ámbito de los Trastornos de Personalidad, no se puede pretender cambiar de un momento a otro estructuras arraigadas que han acompañado al paciente a través de toda una vida. Lo que sí se puede pretender, es ir “puliendo” los cambios: en timing, con paciencia pero también con decisión. Esto involucra todo un proceso de elaboración que no puede ser muy breve, pero que será todo lo breve que pueda ser. Nuestra novena avenida se refiere a la importancia de “anclar los cambios”. Dado el peligro de recaídas, el terapeuta deberá asegurarse que los cambios involucren - para el paciente - nuevas fuentes de satisfacción y de reforzamiento. Resulta fundamental que el paciente desee y luche por mantener sus logros. Aquí la prevención de recaídas y el desarrollo personal del paciente a través del proceso, pasan a desempeñar también un rol fundamental. A modo de conclusión En lo relacionado con la calidad del accionar clínico de la psicoterapia integrativa en Trastornos de Personalidad, la verdad es que disponemos de algunos estudios sobre evaluación de resultados, los cuales nos arrojan alguna luz acerca de cómo vamos encaminados. Nuestra modalidad de psicoterapia integrativa en Trastornos de Personalidad fue evaluada “desde fuera”, es decir a través de un estudio realizado por una psicóloga que no trabaja en nuestra institución y que, a la fecha del estudio, no adscribía a nuestro enfoque integrativo (52); esto es de la mayor importancia dada la presencia del “allegiance effect”, es decir la tendencia de los enfoque a encontrar “evidencias” que les resultan favorables. Para la psicoterapia integrativa en Trastornos de Personalidad, en general, Calderón encontró resultados bastante promisorios. Esto resulta muy alentador si consideramos que en este estudio la psicoterapia que estaba a cargo de terapeutas integrativos en formación y el que se usaron criterios de significación estadística y de cambio clínicamente significativo en sus rangos más rigurosos, (53). En dicho estudio se encontró que la psicoterapia integrativa lograba cambios positivos estadísticamente significativos, y presentaba una tendencia hacia el cambio clínicamente significativo, en pacientes medidos a partir de los 6 meses de terapia. También se vio que el nivel de cambio era mayor en los Trastornos del Cluster C y menor en los pacientes del Cluster A (los que además consultan menos). Otro hallazgo interesante de este estudio, fue que los cambios mostrados por los pacientes estuvieron relacionados con los 69 aspectos nucleares o criteriales que definen los trastornos específicos contenidos en la clasificación DSM IV, sugiriéndose que los patrones de cambio en la terapia de los Trastornos de Personalidad parecieran ser complejos y variados de un trastorno a otro (52). Por otra parte en los Consultorios de nuestro Instituto, el los que se realizan más de 20.000 atenciones anuales, los Trastornos de Personalidad (diagnosticados) se presentan en un 46,4%, con una distribución porcentual bastante similar a la señalada por el DSM para cada Cluster (2,3%, 17,9% y 9%, respectivamente); siendo la prevalencia de trastorno límite bastante alta (54). En una muestra de 1261 pacientes con terapia finalizada, el 10,5% presentaban Trastorno de Personalidad límite. Aún cuando las características de estos pacientes son consideradas complejas, y en gran parte responsables del tipo de término de la intervención, la psicoterapia integrativa se muestra bastante promisoria en el tratamiento de estos pacientes. Es así como el 51,5% de los pacientes con diagnóstico de Trastorno de Personalidad límite finalizó su terapia por solución de problemas y cumplimiento de contrato o razones externas a la terapia; sólo el 11,4% lo hizo por razones de disconformidad o no cumplimiento de expectativas (1, 54). Los resultados encontrados son francamente alentadores, si los comparamos con las altas tasas de deserción que muestran estos pacientes (55, 56). La psicoterapia integrativa se propone aprender de la historia de la psicoterapia y lo primero que hay que aprender se relaciona con modestia, autocrítica y no sesgar a favor del propio enfoque, no cantar victoria antes de tiempo. Y aunque tenemos fundamentados argumentos para creer que vamos por el buen camino, no basta con creerlo sino que hay que demostrarlo. En este contexto, los estudios anteriores resultan alentadores, pero en modo alguno constituyen evidencias definitivas. Una actitud científica exige la presencia de una auténtica apertura a la crítica y exige que las estrategias “seductoras” vayan siendo desplazadas por una genuina búsqueda del conocimiento. Es el camino que está a tono con la exigencia de los tiempos y es el que se desprende de tantos años de desarrollo de la psicoterapia; es el camino a transitar si realmente queremos avanzar. Por ahora, es suficiente decir que estamos profundamente satisfechos de trabajar en este marco referencial emergente, que pretende unir ciencia y arte, y que se llama psicoterapia integrativa. Referencias Bibliográficas 1. Bagladi, V.: Trastornos de la Personalidad y Psicoterapia Integrativa en Opazo, R. y Fernández-Alvarez, H. La Integración en Psicoterapia: Manual Práctico. Paidós. Barcelona. 2004. 2. Florenzano, R.: Trastornos de la Personalidad. En Heerlein A. (Ed.); Psiquiatría Clínica. Ediciones de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía. Santiago de Chile. 2000. 70 3. 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Los trastornos de personalidad más frecuentes diagnosticados fueron el F60.3, Inestabilidad Emocional; el F07.0, Trastorno Orgánico; el F61.0 Mixto y el F60.2, Disocial. Los delitos más frecuentes, que se asociaron a estos 74 trastornos de personalidad fueron los relacionados con la vida, la integridad corporal, la seguridad social y contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales, la infancia y la familia, destacándose entre los primeros el homicidio, el asesinato y las lesiones y entre los segundos el abuso lascivo, la violación y la corrupción de menores; lo que demuestra una alta incidencia de la violencia en el comportamiento de estos pacientes, influenciado en gran medida por su relación con el medio social, llevándonos a analizar y profundizar los cambios en las conclusiones médicas legales, sobre todo, en aspectos tan importantes como: la imputabilidad y el pronóstico social de los actos violentos. Abstract A prospectus study was realize in the forensic service of psychiatry in the main hospital of Havana that carries these speciality, during the period jan-dec. 2002, in which were evaluated a total of 1819 patients were 655 for a 36% has the criteria in the CIE-10 for disorder in personality. The personal disorder most frequently diagnose was F60.3: Emotional instability, F07.0 organic instability, F61.0 Mixed and the F60.2 dissocial. The most frequent crimes that were associated to this personal disorder were those related with life, the corporal integrate and the social security and against the normal development in sexual relations, childhood and family, being emphasized between the first, homicide, murder and injuries. In second place lascivious abuse, violation and minor corruption. This shows the high incidence of violence in the behaviour of these patients, by the influence of the surround relation with their social life. This take us to analyse and go more deeply in change in medical legal conclusions above al in aspects so important as the unpunished and social prognostic for this violent act.. Introducción Los estudios sobre violencia y personalidad pueden incluirse entre los más pujantes. Las teorías sociológicas de la delincuencia han sugerido; que el ser humano de ninguna manera nace perverso; sino que aprende a serlo, mediante procesos complejos de influencia y aprendizaje social. Estudios prospectivos han demostrado, que algunos trastornos mentales y de conducta infantiles pronostican un comportamiento asocial violento en la juventud y en la edad adulta.(1) La necesidad e importancia de abordar esta temática puede ser comprendida de manera general, si aceptamos que los trastornos de personalidad representan alrededor del 40% de los diagnósticos; que anualmente se emiten en el Servicio de Psiquiatría Forense del Hospital Psiquiátrico de La Habana, desde hace más de 20 años, estadísticas éstas, que se asemejan a las planteadas por investigadores foráneos. 75 Las insuficiencias tanto teóricas como metodológicas, que presenta el escrito de la personalidad, han limitado extraordinariamente el desarrollo de una teoría psicológica de la misma. Por esta razón, no pretendemos definir el concepto de personalidad como tal; sino analizar diferentes cuestiones que resultan de interés para el desarrollo de este trabajo. En la estructura de la personalidad pueden haber intervenido factores ambientales, que afectaron el embrión o quizás incluso al niño. Aunque consideramos las direcciones y propiedades fundamentales y generales de la personalidad; como congénitas y dadas, casi siempre en las disposiciones no despreciamos de ninguna manera la importancia que tiene en su desarrollo, la influencia del ambiente, la educación, de las vivencias y las experiencias sobre aquellas direcciones y propiedades. La personalidad es una unidad biológica, psicológica y social, estos tres elementos no se pueden analizar aisladamente ni independientemente uno de los otros; si no como un conjunto que interactúan entre sí. El trastorno de la personalidad se pone en evidencia desde los primeros años de vida; son individuos parciales o totalmente desadaptados a su realidad ambiental, promoviendo por esta causa sufrimiento para consigo mismo o para los demás.(2) Si bien no podemos hablar de personalidad delincuente, ya que no existe una constelación fija de atributos de la persona infractora de la ley. Se ha comprobado que los delincuentes sistemáticos presentan elevación significativa de rasgos tales como: hostilidad, búsqueda de sensaciones, desviación psicopática, hipomanía y depresión; así como, baja puntuación en ajuste emocional y actividad, la impulsividad en estos casos genera una violencia desproporcionada.(3,4) Podemos decir entonces, que el trastorno de la personalidad es la formación y desarrollo deficiente e inadecuada de los componentes estructurales de la personalidad, que en su interrelación con el medio, tanto social como biológico, han incorporado elementos nocivos, y/o dejando de incorporar los beneficios.(5) Los estudios sobre violencia la han definido como toda forma específica de fuerza que lesiona, destruye o mata y también es toda forma de interacción humana en la cual, mediante la fuerza se produce daño a otro para consecución de un fin.(6,7) En el mundo contemporáneo la violencia se manifiesta en el 10% de todas las muertes mundiales. El 2% de la población mundial padece algún tipo de discapacidad debido, accidentes u otro tipo de violencia.(5) Las principales formas de violencia son: convencionales y no convencionales. 76 Como se puede apreciar, el tema trastorno de la personalidad y violencia es altamente complicado y depende de múltiples factores, donde sobresalen el individuo y el medio social en que se desenvuelve. Con este trabajo pretendemos conocer la relación, que existe entre los trastornos de personalidad y la violencia, a la vez ¿cuál es el más frecuente?. Para en el futuro poder hacer una labor preventiva encaminada a eliminar estas conductas asociales y evitar el daño irreparable que produce este comportamiento dentro del medio social. Material y método Se realizó un estudio prospectivo epidemiológico en un período de un año en el Servicio de Psiquiatría Forense “Carbó Serviá” del Hospital Psiquiátrico de La Habana; durante el cual se evaluaron 1819 pacientes de uno y otro sexo procedentes de las cinco secciones territoriales de instrucción policial de Ciudad de La Habana. ¨ A cada paciente estudiado se le realizó una historia clínica exhaustiva; que incluyó pruebas psicométricas, entrevista psicológica y examen psiquiátrico; los criterios diagnósticos usados fueron, los de la clasificación internacional de enfermedades (CIE-10),(8) Además de aplicar a cada paciente el Personality Assesment Schedull (PAS), este test consta de 24 rasgos y 7 categorías, él nos da un diagnóstico fiable de personalidad. Para la clasificación de los delitos se utilizó, la Ley de Procedimiento Penal vigente en nuestro país. Con todos los elementos nos dispusimos, analizar los resultados expuestos en este trabajo. Análisis y discusión de los resultados Nuestros resultados se expresan mediante tablas, en la número 1 se aprecia la distribución de los pacientes estudiados; según el diagnóstico y el sexo, de un total de 1819 pacientes, 1776 (97%) corresponden al sexo masculino y sólo 43 (2,3%) al sexo femenino, evidenciándose la mayor frecuencia de peritados en el masculino. Del total de pacientes estudiados 655 (36,0%) correspondían al diagnóstico de trastorno de personalidad y el 63,9% restante (1164) engrosaban las filas del resto de las afecciones psiquiátricas, quedando en evidencia que sin duda alguna el trastorno de personalidad es el diagnóstico más frecuente en la peritación psiquiátrico forense en nuestro servicio. 77 Tabla 1. Distribución de los pacientes estudiados En la tabla 2, podemos apreciar la frecuencia de los distintos tipos de trastornos de la personalidad según el sexo, donde predomina el masculino con excepción para el F60.4 (Histriónico), las féminas llevan la mayoría. Del total de 655 pacientes, podemos apreciar en orden descendente, que por mucho es el F60.3 (Inestabilidad Emocional) el más frecuente con 354 pacientes (54%), seguido del F07.0 (Orgánico) con 120 pacientes (18,3%), el F61.0 (Mixto) con 97 pacientes (14,8%) y el F60.2 (Disocial) con 45 pacientes y un 6,8%. 78 Tabla 2. Frecuencia de los trastornos de personalidad según sexo. En la tabla 3, apreciamos algunos delitos del código penal vigente y su relación con los distintos trastornos de la personalidad, del total de 655 pacientes vemos que la mayor incidencia está en el delito contra la vida, la integridad corporal y la seguridad social con 229 casos para un 34,9%, le siguen el delito contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales, la infancia y la familia con 187 casos para un 28,5% en este orden le sigue los relacionados con la seguridad colectiva con 89 (13,5%), y contra los derechos patrimoniales 83 (12,6%). Tabla 3. Delitos y su relacion con los trastornos de personalidad En el delito contra la vida, la integridad corporal y la seguridad social, de un 79 total de 229 casos la mayor incidencia fue para el F60.3 con 130 pacientes para un (19,8%), seguido por F07.0 con 44 casos (6,7%) y el F61.0 con 29 casos para un (4,4%); en los delitos contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales y la familia de 187 casos (28,5%) la mayor incidencia también corresponde con el F60.3 con 96 casos (14,6%) seguido del F60.2 con 30 para un (4,5%) y el F07.0 con 28 casos para un (4,2%); en el caso de los delitos contra los derechos patrimoniales de un total de 83 casos (12,6%) la mayor incidencia recae sobre el F07.0 con 35 para un (3%) seguido del F60.3 y el F61.0 con 24 casos y un (3,6%) en los delitos contra la seguridad colectiva de 89 casos (13,5%) la mayor incidencia vuelve a recaer sobre el F60.3 para un (9,3%) seguido del F61.0 con 18 para un (2,7%). Ahora pasamos a describir por su mayor frecuencia e índice de violencia los delito contra la vida, la integridad corporal y la seguridad social y los delitos contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales, la infancia y la familia con los distintos tipos de trastorno de la personalidad. página 2 [26/3/2004] Tabla 4. Relación entre los delitos contra la vida y la seguridad social y los trastornos de personalidad 80 En la tabla 4, comparamos los trastornos de personalidad con los delitos contra la vida, apreciándose que de un total de 229 casos los más frecuentes es el delito de lesión con 90 casos para un (39,3%) seguidos del asesinato con 51 (22,2%), el de amenaza con 33 casos para un (14,4%), el homicidio con 28 para un (12,2%) y el de tentativa de asesinato con 27 casos para un (11,7%); en el delito de lesión que fue el más frecuente, vemos que de 90 casos, 62 (27,0%) correspondían con el F60.3, seguido por el F07.0 con 12 casos para un (5,2%); el delito de asesinato de 51 casos la mayor incidencia recae también el F60.3 y el F07.0 con 23 (10,0%) y el 16 (6,9%) respectivamente. En el caso del delito de amenaza, de un total de 33 casos el F60.3 vuelve a ser el de más incidencia, esta vez con 23 casos para un (10,0%); seguido por el F60.2 y el F60.5 con 3 casos y un (1,3%) respectivamente; y por último, en los delitos de homicidio de 28 casos, el F60.3 también es el de mayor incidencia con 10 casos para un (4,3%) seguido por el F61.0 y el F07.0 con 8 para un (3,4%). En la tabla 5, veremos la relación entre los delitos contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales, la infancia y la familia con los trastornos de personalidad, apreciándose que de un total de 187 casos, la mayor incidencia es para el de abuso lascivo, 60 para un (32%) seguido de la violación con 51 casos (37,2%) y la corrupción de menores con (24,5%) y 46 casos, en este orden le siguen el delito de proxenetismo con 12 casos para un (6,4%), en el caso del abuso lascivo de 60 casos vemos que el F60.3 tiene la mayor incidencia con 40 para un (21,3%) seguido del F07.0 y el F60.2 con 8 casos para un (4,2%) respectivamente; en los delitos de violación vemos que de 51 casos 27 (14,4%) corresponden al F60.3, 13 (6,9%) al F07.0 y 4 casos al F61.0 para un (2,1%). En el caso de la corrupción de menores de 46 casos el F60.3 tiene 16 para un (8,5%) y el F60.2, 15 para un (8,0%). 81 Tabla 5. Relación entre los trastornos de personalidad y los delitos contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales en la infancia y la familia Como podemos apreciar, los trastornos de personalidad que más se asocian a los delitos con altos índices de violencia son los de inestabilidad emocional (F60.3), el orgánico (F07.0) y el disocial (F60.2). Conclusiones 1. Los trastornos de personalidad es el diagnóstico más frecuente, en la peritación psiquiátrico forense en estos servicios del Hospital Psiquiátrico de La Habana; con una mayor incidencia en el sexo masculino. 2. Los trastornos de personalidad más frecuentes son los de inestabilidad emocional, orgánicos y el disocial. 3. Los delitos más frecuente asociado a trastornos de personalidad es el relacionado contra la vida, la integridad corporal y la seguridad social, dentro de este los de lesiones y asesinato; y los delitos contra el normal desarrollo de la relación sexual, la infancia y la familia, encontrando dentro de estos el de abuso lascivo, violación y corrupción de menores como los más frecuentes. 82 Bibliografía 1. Moreno M J, Medina A. El trastorno de personalidad en su expresión relacional. Rev Psiquiatría Uruguay 1999;15. 2. González Menéndez R. Psiquiatría Básica para Médicos Generales. La Habana 1998. 3. Quintana Mendoza J D. El Trastorno de personalidad. Rev Latinoamericana de Psicología 2000;32(2). 4. Arnaldo V P. Violencia, Furia y Muerte. Rev Psiquiatría México 2001;4(3). 5. Esbec E, Gómez G. Violencia y delincuencia, una visión psico-patológica y psicosocial. Rev Psicopatológica Clínica 1999;19(2) 6. Kaplan H I, Sadoc B J. Trastorno de Personalidad: Sinopsis de Psiquiatría. Ed. 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Campo Charro, s/n. - 37007 Salamanca Tel. y fax: +34 (9)1 634 25 75 Introducción La poderosa influencia de las escuelas psicoanalíticas a principios de siglo, unida a la dificultad que entrañan los trastornos de la personalidad para ajustarse al modelo médico, colocaron a la patología de la personalidad en el ámbito de lo psicológico, frente a lo somático de otros trastornos psiquiátricos como la depresión, las psicosis y los trastornos obsesivos. La división, años más tarde, de los trastornos mentales en dos ejes, un eje I (trastornos mentales) y un eje II (trastornos de la personalidad) en el DSM III, contribuyó a aumentar la diferencia sustancial, no biológica, de los trastornos de la personalidad. Sin embargo, William Sheldon, y posteriormente Eysenck y Gray consideraron la personalidad como un conjunto de rasgos jerárquicos, en el que los rasgos primarios o dimensiones tienen una naturaleza biológica y están asentados en sistemas cerebrales determinados. Los modelos dimensionales de estos seguidores de la escuela pauloviana han constituido la base del estudio de la personalidad como un fenómeno, al menos en parte, biológico. Desde una perspectiva más clínica, ya López Ibor y Ceckley (1) sugirieron la posibilidad de que los trastornos de la personalidad procedieran de un fondo endógeno anómalo, recogiendo con ello las tendencias temperamentalistas de Kretschmer Los estudios biológicos realizados sobre modelos categoriales de trastorno de la personalidad han obtenido siempre resultados muy heterogéneos (2). Ello es debido a que los grupos diagnósticos, tanto del DSM-IV como de la CIE-10, están elaborados por consenso y mediante sumación de criterios, sin concretarse cual es el fenómeno patológico en sí. En los modelos dimensionales, el fenómeno patológico es el rasgo anómalo, fenómeno estable en el tiempo y en los diferentes estudios y que se caracteriza por poseer un alto grado de heredabilidad. Por ello, cabe suponer que el concepto de rasgo está más anclado en lo biológico que el de trastorno de la personalidad. 84 Modelos biológicos de la personalidad Eysenck, Cloninger y Zuckerman desarrollaron los modelos biologicistas más representativos. Más recientemente Siever y Davis presentan un modelo. extraído de la observación clínica de los trastornos de la personalidad, frente a los primeros que proceden de estudios de la psicología experimental y de investigaciones animales. El modelo de Eysenck define tres dimensiones básicas de la personalidad: extroversión, neuroticismo y psicoticismo (3). Las conductas de ansiedad, inhibición y escape ante el peligro, hipersensibilidad a las señales de amenaza y emocionalidad quedan determinadas por la dimensión neuroticismo cuyo fundamento biológico sería una hipersensibilidad de los sistemas límbicos de detección del peligro. La sociabilidad, extroversión, tendencia a la acción y la búsqueda de experiencias queda definida por la dimensión de extroversión ya que ella condiciona el grado en que el individuo orienta su conducta hacia el entorno. La base biológica de estas conductas se encontraría en los sistemas de activación mesencefálicos y de modo especial en la sustancia reticular activadora ascendente del tronco del encéfalo. Se estima que el grado de heredabilidad del modelo de Eysenck es superior al 50%, según los resultados obtenidos en los estudios realizados (4). El modelo tetradimensional (5) propone la existencia de cuatro dimensiones temperamentales, de origen heredo-biológico, junto a tres dimensiones del carácter, de procedencia aprendida-ambiental. El padre de este modelo es Cloninger. La búsqueda de la novedad, evitación del peligro, dependencia del refuerzo y persistencia constituyen las dimensiones biológicas. La búsqueda de novedades determina la actividad exploratoria. La evitación del peligro condiciona la huida de situaciones amenazantes y la conducta dirigida a la aprobación y aceptación del entorno depende de la dependencia del refuerzo. Por último, la persistencia define la tendencia del individuo a repetir conductas que han sido reforzadas de forma positiva anteriormente. De la actividad dopaminérgica mesolímbica depende el grado de búsqueda de sensaciones. La evitación del peligro deriva de la actividad del sistema septohipocámpico y de las proyecciones serotonérgicas de los núcleos del rafe. Finalmente Cloninger aunque de forma menos consistente, defiende que la dependencia del refuerzo y la persistencia están en función de la actividad noradrenérgica. La distribución desequilibrada de las dimensiones descritas daría lugar a los trastornos de la personalidad. Así, la conducta histriónica quedaría determinada por un exceso de búsqueda de novedades y por un exceso de dependencia del refuerzo. Si una elevada búsqueda de novedades se acompaña de una baja dependencia del refuerzo podrá existir una conducta antisocial. Lo trastornos del grupo C (ansiosos-temerosos el DSM IV) se caracterizarían, a su vez, por un mayor grado de evitación del peligro. Siever y Davis han construido un modelo basándose en diferentes ejes que son la organización cognitivo/perceptiva, la inestabilidad afectiva, la impulsividad y 85 la ansiedad/inhibición. Las anomalías de estos ejes o dimensiones ocurren en un continuum en el que los extremos darían lugar a los trastornos del eje I, mientras que la patología del eje II quedaría determinada por desviaciones más leves que se hacen constantes (6). La percepción y el procesamiento de la información dependen de la organización cognitivo/perceptiva. Una pobre percepción y organización de la información puede llevar a la suspicacia y al aislamiento, características éstas de los trastornos de personalidad del grupo A (extraños-excéntricos). La dimensión inestabilidad emocional regula el estado anímico del sujeto y está afectada en los trastornos de la personalidad del grupo B. Los trastornos afectivos estarían, pues, relacionados con esta dimensión. El manejo de la ansiedad ante situaciones de peligro está condicionada por la dimensión ansiedad/inhibición. Los trastornos de personalidad del grupo C (ansiosotemerosos) resultarían de una disfunción de esta dimensión y una disregulación mayor de esta dimensión daría lugar a los trastornos de ansiedad. Finalmente, el umbral del individuo para la reacción conductual agresiva queda condicionada por la dimensión impulsividad/agresividad y su alteración tendría como consecuencia la aparición de trastornos del grupo B. Otros autores, utilizando la misma técnica, no han encontrado dimensiones idénticas a las de Eysenck o Cloninger, puesto que el resultado final depende del grado de rotación de los factores seleccionados. Gray (7) afirma que el modelo de Eysenck se correspondería más con el sustrato biológico si se introdujera un factor específico para la ansiedad, diferente del neuroticismo, más relacionado con la actividad de los sistemas cerebrales de detección del peligro. A pesar de las diferencias encontradas, los diferentes modelos permiten diseñar unos ejes biológicos de la personalidad que posibilitan la sistematización de los hallazgos biológicos disponibles. El diseño de estos ejes, aunque fundamentado firmemente en hallazgos concretos, es personal y por lo tanto discutible desde otras perspectivas. Ejes biológicos de la personalidad 1. La organización cognitiva Existen algunos procesos básicos de procesamiento de la información que son troncales y que no dependen de los procesos del aprendizaje. Entre ellos se destaca la capacidad de atención, la capacidad de discriminación entre los estímulos y conceptos y la capacidad de investir emocionalmente los conceptos. El funcionamiento cognitivo viene condicionada de la actividad dopaminérgica en lóbulos frontales. En los individuos con rasgos esquizotípicos se han detectado disfunciones en la discriminación entre estímulos relevantes e irrelevantes, dando lugar lugar a una deficiente organización de la imagen global del entornos (8). 86 Estos déficits del pensamiento se asocian a hipofunción frontal. Así, aparece una disminución de la amplitud de la onda P300 de los potenciales evocados (indicando un déficit de procesamiento) y, estructuralmente, un agrandamiento de los ventrículos cerebrales. Este rasgo se correlaciona, a su vez, con una disminución de la actividad de dopamina en áreas frontales y se ha visto que estos déficits mejoran con la administración de pequeñas dosis de agonistas dopaminérgicos como la anfetamina (9). La capacidad para discriminar los contenidos emocionales de los estímulos y conceptos puede también atribuirse a una disfunción frontal aunque en este caso se implican, a su vez, mecanismos de integración córtico-subcortical y de los procesos de lateralización del lenguaje (10). Las reacciones aberrantes o desproporcionadas de los individuos antisociales pueden atribuirse a estos déficits por la interpretación suspicaz a que dan lugar. Ello podría aplicarse, asimismo, a las reacciones hiperemotivas de los trastornos borderline de personalidad. En estos dos grupos de individuos se ha encontrado una disminución de los potenciales evocados y alteraciones en las pruebas neuropsicológicas de función frontal 2. La dimensión exploratoria La dimensión exploratoria estaría ligada a conductas como la sociabilidad, la tendencia a la acción, la escasa reflexión y a la monotonía y la necesidad de estímulos excitantes para mantener un buen tono vital. Eysenck y Gray denominan a este rasgo extroversión y piensan que es independiente del grado de ansiedad y de emocionalidad del individuo. Zuckerman identifica este rasgo como búsqueda de sensaciones y Cloninger como búsqueda de novedades. La diferencia entre ellos es que la extroversión contiene elementos de la esfera afectiva mientras que la búsqueda de sensaciones y de novedades los incluye de la esfera impulsiva. En principio, se postulaba que un bajo nivel de activación interna (arousal) condicionaría la tendencia de los individuos a ser "exploradores". Para superar este hipoactivación, de origen troncoencefálico y subcortical, los individuos buscaban la excitación en el entorno. Sin embargo, algunos autores han cuestionado esta idea, otorgando a la existencia de una hiperactivación subcortical primaria las conductas "exploratorias". Se ha observado un aumento de las ondas medias de los potenciales evocados en los individuos extrovertidos, hallazgo interpretado como una necesidad de amplificar los estímulos para aumentar la activación interna. (3). Parece ser que el rasgo exploratorio está relacionado con la actividad dopaminérgica subcortical. Las sustancias agonistas dopaminérgicas como la cocaína y las anfetaminas producen activación conductual mientras que las antagonistas producen reducción de la conducta de exploración y de búsqueda del refuerzo (11). 87 La noradrenalina parece estar, también, implicada aunque de forma menos clara. Parece ser que la activación noradrenérgica regula el nivel de arousal y se acompaña de conductas de interacción con el entorno (12). De forma paralela, los niveles tanto plasmáticos como raquídeos de MHPG y de otros metabolitos urinarios de la noradrenalina en humanos se correlacionan de forma directa con las puntuaciones en las escalas de extroversión correlacionan significativamente con (13). Sin embargo, otros estudios encontraron datos en sentido contrario (14). La actividad Monoaminooxidasa plaquetaria (MAO) es el parámetro biológico más consistentemente asociado con la búsqueda de sensaciones y la extroversión es. Una dsiminución de la MAO plaquetaria se relaciona con puntuaciones elevadas en estos rasgos y aparece en individuos arriesgados, como los montañeros profesionales o los toreros (15). También los niveles de hormonas sexuales pudieran constituir un nivel superior de regulación del rasgo exploratorio de la personalidad. La tetosterona se relaciona con la extroversión y con las conductas de sociabilidad y de búsqueda de sensaciones, así como con la evitación de la monotonía (16). TABLA 1 PERSONALIDAD DIMENSIÓN COGNITIVA DE LA Componentes psíquicos Capacidad de atención Capacidad de discriminación entre estímulos Capacidad para la discriminación de los contenidos emocionales de los estímulos Afectación clínica Trastorno esquizoide de la personalidad Trastorno esquizotípico de la personalidad Trastorno límite de la personalidad Trastorno antisocial de la personalidad Alteración biológica Déficit de actividad dopaminérgica frontal Posibilidades terapéuticas Agonistas dopaminérgicos (anfetaminas, metilfenidato) Neurolépticos a dosis bajas (clozapina) TABLA 2 - DIMENSIÓN EXPLORATORIA 88 Componentes psíquicos Extroversión Búsqueda de sensaciones y de situaciones novedosas Búsqueda de riesgo Afectación clínica Trastorno límite de la personalidad Trastorno histriónico de la personalidad Trastorno antisocial de la personalidad Síndrome de hiperactividad y déficit de atención Alteraciones biológicas Disminución del arousal (activación cerebral) Disminución MAO plaquetaria Alteraciones metabolitos de la noradrenalina Posibilidades terapéuticas Inhibidores de la MAO Estimulantes 3. El tono anímico de la personalidad El tono anímico basal deriva en origen de factores endógenos propios. Sobre el tono basal se producen variaciones como consecuencia de los movimientos afectivos del entorno. La acetilcolina (Ach) y la serotonina (5-HT) han sido implicadas en la regulación del tono anímico endógeno. La implicación de la acetilcolina deriva de la observación de la disforia y labilidad emocional que produce la administración de agonistas muscarínicos y de la demostración de una hipersensibilidad colinérgica en los individuos caracterizados por un alto grado de inestabilidad anímica (17). La actividad de serotonina cerebral ha sido relacionada repetidamente con el estado de ánimo y una función disminuida de este neurotransmisor parece estar asociada a estados depresivos y de disforia. La utilización de fármacos potenciadores de la actividad serotoninérgica se ha demostrado como un eficaz estabilizador del ánimo en sujetos con trastornos de personalidad emocionalmente inestables (18). Los pacientes con trastornos de la personalidad emocionalmente inestables presentan respuestas elevadas de hormona de crecimiento a la clonidina, 89 reflejando con ello una hipersensibilidad del receptor adrenérgico (19). La noradrenalina parece mediar las conductas y actitudes de implicación con el ambiente (12) y su mayor o menor activación podría constituir un mecanismo defensivo contra la inestabilidad emocional. De acuerdo a esta teoría, los individuos hiperadrenérgicos, se implicarán intensamente con el entorno, probablemente exagerando sus respuestas emocionales con el objetivo de controlar la conducta de los demás, en un intento de suprimir las condiciones de frustración y/o de separación, y con ello de elevar su ánimo. Esto se correspondería con las actitudes conocidas como manipulativas y histeriformes de los pacientes con trastornos de la personalidad del grupo dramáticoemocional (grupo B del DSM-IV). La raíz psicobiológica del trastorno puede ser la razón por la que estos individuos no perciban sus conductas como manipulativas sino como esenciales para el mantenimiento de su estabilidad afectiva. Lo contrario ocurre en los pacientes deprimidos, que se caracterizan por una disminución de su interacción con el entorno y por conductas de aislamiento. Los estudios con pacientes deprimidos sugieren la existencia de anomalías por hipofunción noradrenérgica (20). Por tanto, la inestabilidad afectiva aparente como rasgo de personalidad dependerá de la vulnerabilidad afectiva basal junto a los intentos de evitar la misma mediante la transformación del entorno 4. La dimensión impulsiva El grado de control sobre la acción conductual determina una dimensión de la personalidad que parece tener un marcado componente biológico. Los pacientes con una alta impulsividad se caracterizan por el paso rápido a la acción y suelen padecer una dificultad para el aprendizaje de los efectos negativos de sus acciones. Los trastornos de personalidad del grupo II (dramático/emotivo) presentan características impulsivas que pueden manifestarse como intentos de suicidio, accesos de ira y abuso de sustancias. La impulsividad se expresa en el trastorno histriónico en forma de expresiones exageradas emocionales, mientras que en el caso del trastorno narcisista se manifiesta en la ira producida en respuesta al rechazo crítico. Los estudios genéticos han demostrado que existe una herencia genética del rasgo impulsividad mucho mayor que la herencia global del trastorno como tal, bien sea el límite o el antisocial. La dimensión impulsividad tienen fundamentos biológicos demostrados recientemente. Ya desde hace años se conocía la existencia de una mayor frecuencia de ondas lentas en el EEG y de una reducción de la latencia de respuesta en los potenciales evocados (21), fenómenos que indican en su conjunto un déficit de la elaboración cortical de las respuestas. 90 El sistema serotonérgico parece estar implicado en los fenómenos impulsivos, según han demostrado algunos estudios preclínicos. Las lesiones de las vías serotonérgicas producen una disminución de la capacidad de reprimir conductas castigadas (22). En el ámbito clínico el déficit serotonérgico ha sido consistentemente encontrado en relación con el aumento de la impulsividad. El metabolito principal de la serotonina, el 5-HIIA, se ha encontrado reducido en el LCR de los pacientes con intentos de suicidio y en pacientes con conductas agresivas (23). Estudios recientes han encontrado una inhibición de la respuesta de prolactina a diferentes agonistas serotoninérgicos en pacientes con trastorno límite de la personalidad (24) y parece existir un efecto beneficioso de algunos fármacos proserotonérgicos, como la fluoxetina o el litio en el tratamiento de las conductas agresivas y violentas (25). El sistema noradrenérgico pudiera jugar algún papel en los mecanismos biológicos de la impulsividad. El sistema noradrenérgico, al estar relacionado con las conductas de interacción con el entorno (12), parece mediar la expresión de la heteroagresividad (6). De esta forma, si la actividad noradrenérgica se encuentra disminuida además de la serotonérgica, sólo se expresaría la autoagresividad, como ocurre en los pacientes depresivos, en los que se dan estas condiciones (6). TABLA 3 - DIMENSIÓN ANÍMICA Componentes psíquicos Tono anímico basal (disforia/calma) Sensibilidad a la separación/frustración Conductas de evitación/reparación de la frustración Afectación clínica Trastorno límite de la personalidad Trastorno histriónico de la personalidad Alteraciones biológicas Hiperactividad colinérgica Hiperactividad noradrenérgica Hipoactividad serotoninérgica Posibilidades terapéuticas Antidepresivos tricíclicos Inhibidores de la recaptación de serotonina Betabloqueantes 91 Anticolinérgicos TABLA 4 - DIMENSIÓN IMPULSIVA Componentes psíquicos Control de la acción conductual Afectación clínica Trastorno límite de la personalidad Trastorno histriónico de la personalidad Trastorno antisocial de la personalidad Trastorno explosivo intermitente Otros trastornos del control de los impulsos Alteración biológica Hipoactividad serotoninérgica Alteraciones epileptiformes Hiperactividad dopaminérgica subcortical Posibilidades terapéuticas Inhibidores de la recaptación de serotonina Antiepilépticos Neurolépticos 5. El eje ansioso/temeroso La dimensión de la personalidad relacionada con la capacidad para detectar el peligro parece estar determinada por los sistemas que regulan las conductas de inhibición y evitación en respuesta al peligro. La evitación del peligro o amenaza puede manifestarse en forma de conductas abiertamente evitativas, como conductas sumiso-dependientes o como actitudes de contención y control excesivas. En todos estos casos, la conducta habrá sido inducida por la necesidad de manejar un sentimiento de ansiedad persistente ante una vivencia continuada de amenaza. 92 Existen datos que evidencian la implicación de factores biológicos en la fisiopatología de los trastornos de la personalidad ansiosos. Los individuos ansiosos se caracterizan por altos niveles de activación ("arousal") a nivel cortical y autonómico y elevados umbrales para la sedación (7), lo que confirma la existencia de un estado de hiperexcitabilidad o hiperrespuesta en el individuo ansioso. La fisiopatología del rasgo ansioso de la personalidad parece encontrarse en una disregulación de los mecanismos de la respuesta al estrés. Estas alteraciones podrían incluir una disminución en la actividad global del sistema GABA y/o una hiperactividad del sistema regulador del CRH (corticotropin releasing hormone). En cuanto a los neurotransmisores, algunos hallazgos sugieren que los individuos ansiosos pudieran presentar una hiperactivación de los receptores serotoninérgicos postsinápticos. Curiosamente, las benzodiacepinas potencian la acción del GABA a la vez que reducen la actividad tanto del CRH como de las neuronas serotonérgicas del tronco del encéfalo (26). TABLA 5 - DIMENSIÓN ANSIOSO-TEMEROSA Componentes psíquicos Sensibilidad al peligro y a la amenaza Evitación del peligro Afectación clínica Trastorno de la personalidad por evitación Trastorno de la personalidad por dependencia Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad Alteración biológica Hiperactividad receptor serotoninérgico postsináptico Posibilidades terapéuticas Inhibidores de la recaptación de serotonina Antagonistas receptor 5-HT2 Benzodiacepinas 93 Conclusiones Los hallazgos biológicos definen rasgos o dimensiones de la personalidad frente a la clasificación categorial tipológica. La impulsividad, el mantenimiento del tono anímico, el miedo y sus derivaciones, la percepción e interpretación autorreferencial del entorno y la actitud exploratoria pudieran estar enraizadas en sistemas biológicos funcionales. Esta perspectiva pude permitir el acercamiento a los trastornos de la personalidad con una actitud más fisiopatológica encaminada a la reparación de las posibles alteraciones en dichos sistemas que subyacen a las anomalías de la personalidad. Desde el punto de vista biologicista, las clasificaciones actuales de los trastornos de la personalidad son escasamente validables al no poderse encontrar, y ni siquiera proponer, un sustrato biológico identificable para cada una de las categorías. Más aún, los datos indican que probablemente no exista un fenómeno patológico (psico y biológico) único para cada una de dichas categorías (27). REFERENCIAS 1. Cleckley H. The mask of sanity. London: Henry Kimpton; 1941. 2. Spitzer RL, Forman JB, Nee J. DSM III field trials: I. Interrater diagnostic validity. Am J Psychiatry 1979;136:815-7. 3. Eysenck HJ, editor. A model for personality, New York: Springer-Verlag; 1981. 4. Loehlin JC. Are personality traits differentially heritable? 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