1. INTRODUCCIÓN 1.1. Conceptos: Relieve es el conjunto de formas que presenta la superficie terrestre, incluyendo tanto las elevadas como las hundidas, y es el resultado de: - Las fuerzas internas de la Tierra (movimientos orogénicos, terremotos, etc.) y la litología, que dan lugar a las formas estructurales. - Las fuerzas externas, fundamentalmente la erosión y la acción del hombre, que dan lugar a las formas de modelado. El relieve es el objeto de estudio de la Geomorfología. 1.2. El espacio geográfico español: El territorio español tiene una superficie de unos 500.000 km2, sumando los territorios peninsulares, los archipiélagos y los territorios españoles del norte de África. La posición de los territorios españoles se encuentra en la llamada zona templada (entre los 43º y los 35º) del hemisferio norte, excepto el archipiélago canario, que la tiene subtropical. El territorio español peninsular tiene: - Una forma maciza: mide más de 1.000 km de ancho y más de 800 de largo, siendo sus costas bastante rectilíneas. - Una altitud media elevada (660 metros), siendo el segundo país europeo en altura. Esto se debe a la abundancia de sistemas montañosos y al hecho de que la Meseta se encuentre basculada hacia el oeste, encontrándose su zona oriental a alturas superiores a los 1.000 metros. - El relieve dispuesto de forma periférica, simulando una muralla, que aísla el interior de las influencias marítimas y deja un estrecho margen para el litoral, en el que se concentra gran parte de la población española. Además, la posición de las zonas elevadas del interior peninsular colaboran para diferenciar regiones geográficas o para dificultar el transporte. 2. Las grandes unidades morfoestructurales del relieve español. 2.1. La España hercínica: es la zona en la que los materiales emergidos y levantados por el movimiento herciniano (período Carbonífero, del Paleozoico) constituyen el roquedo predominante. Localización: se sitúa en la mitad occidental de la Península Ibérica, donde se localizan: • • • Zonas elevadas: el Macizo Galaico-leonés, la mitad occidental de la Cordillera Cantábrica, el Sistema Central, los Montes de Toledo. Sierra Morena, que es un escarpe que enlaza este dominio con la Depresión del Guadalquivir. Las zonas occidentales de los valles del Duero Tajo y Guadiana. Formación: si bien en este conjunto aparecen algunos materiales precámbricos, su origen se remonta fundamentalmente a finales del Paleozoico, en el Carbonífero, cuando se produjo el movimiento orogénico herciniano, que levantó conjuntos montañosos y emergió los macizos Ibérico, del Ebro, Catalana-balear y Béticorifeño, que quedaron como un conjunto de islotes rodeados por mares poco profundos, siendo el Ibérico el de mayor tamaño. Además, éste estaba basculado 1 hacia el este. A partir de ese momento, y especialmente durante todo el mesozoico, la erosión arrasó las zonas elevadas y depositó sedimentos en las zonas hundidas, especialmente en los fondos marinos. El resultado fue la conversión de esos conjuntos montañosos en penillanuras. El movimiento orogénico alpino (en el terciario) actuó sobre esos antiguos y rígidos materiales: el macizo del Ebro y el Catalano-balear se hundieron, dando lugar a depresiones, mientras que el Ibérico y el Bético-rifeño se fracturaron. El primero, aun basculado hacia el este, dio lugar a un conjunto de zonas elevadas, que se conformaron como macizos y sistemas montañosos, y de zonas hundidas. El segundo, participó en el complejo proceso de formación de los Sistemas Béticos. A finales del terciario, el Macizo Ibérico se rebasculó hacia el oeste, dando lugar, en las zonas hundidas, entre otras cosas, al trazado de la red fluvial de la vertiente atlántica, cuyos ríos excavan sus valles en las superficies arrasadas por la erosión. Roquedo: se trata, pues, de rocas muy antiguas, ígneas o magmáticas, como el granito o los basaltos, y metamórficas, como los esquistos, las pizarras, las cuarcitas, el mármol o el gneis. Se trata de rocas ricas en cuarzo, silíceas, de una gran dureza, que responden a las presiones de los movimientos orogénicos, fracturándose. Los relieves estructurales son el resultado de las fracturas: en las zonas en las que hay un roquedo homogéneo, generalmente granitos, encontramos relieves germánicos, con horst, fosas y abundantes líneas de falla. En las zonas en las que el roquedo es heterogéneo, alternándose rocas de diferente dureza, se da erosión diferencial, dando lugar a relieves apalachenses, en los que las rocas duras (por ejemplo, las cuarcitas) quedan en resalte, formando crestas, y las más susceptibles a la erosión (por ejemplo, esquistos y pizarras) dan lugar a valles. 2 Las formas de modelado: - La erosión glaciar tiene su origen en fenómenos de gelifracción, en la abrasión realizada por los materiales que arrastraron las lenguas glaciares y en procesos de depósito de estos materiales en las zonas de deshielo. La encontramos en las zonas altas de los sistemas montañosos de la mitad norte. El resultado es la existencia de circos con canchales y escarpadas paredes rematadas por afiladas crestas, valles glaciares en forma de artesa, que concluyen con morrenas laterales y finales, lagos e ibones, etc. - Las formas de modelado sobre granitos. Cuando esta roca se descompone da lugar a arenas, que se acumulan en fosas y zonas hundidas. Cuando se fractura presenta dos tipologías: • En las zonas de montaña, la gelifracción da lugar a crestas afiladas (galayos) y canchales. • En las zonas menos elevadas, las diaclasas o fracturas dan lugar a dos formas típicas: o Si son paralelas a la superficie, se da una erosión por capas o escamas, que origina un paisaje en el que dominan los montículos suavemente ondulados o domos. o Si son perpendiculares a la superficie, el terreno se fractura en bloques de formas redondeadas o “bolas”, que pueden acumularse de forma ordenada, en berrocales, tores o rocas caballeras, o de forma desordenada en “caos graníticos”. - Las formas de modelado de ladera son muy variadas y las encontramos a lo largo de todo el territorio español. Van desde las originadas por procesos de deslizamiento hasta las causadas por el agua de escorrentía, que deposita sedimentos que forman piedemontes y rañas. - Los ríos son importantes agentes erosivos. A lo largo de su recorrido forman valles en forma de uve, más abierta cuando menor es el desnivel que describe su curso. Son muy característicos los “arribes” del Duero, profundos y encajados valles resultado de la erosión del río a lo largo de líneas de falla sobre los materiales hercínicos. Los depósitos fluviales originan lechos de inundación y terrazas (acumulaciones de cantos rodados que se disponen de forma escalonada, originados por la alternancia de períodos de menor caudalosidad y mayor capacidad de depósito, y de mayor caudalosidad y mayor capacidad de arrastre). La labor de desgaste y arrastre forma meandros y galachos, que aplanan el fondo de los valles, acantilados, etc. Unidades de relieve: a. Zonas elevadas: - El Sistema Central es un conjunto de horst y fosas con dirección OSO-ENE, tiene una longitud de unos 400 km, y una anchura de unos 35-70. En el que la erosión ha individualizado sierras como las de la Estrella (Portugal), Gata, Gredos, Guadarrama y Somosierra. Su pico más elevado es el Almanzor, de 2.592 m. - Los Montes de Toledo-Sierras Cacereñas son un conjunto de sierras que no forman una barrera montañosa continua. Por el contrario, la erosión fluvial ha dado lugar a amplios valles que individualizan sierras como la de Guadalupe o los Montes de Toledo. Sus alturas son muy moderadas: los macizos más elevados de los Montes de Toledo son el Chorito y el Pocito, que tan apenas superan los 1.400. La Sierra de Guadalupe tiene alturas máximas de 1.601 m. 3 - El Macizo Galaico-leonés ocupa la superficie de Galicia y la de gran parte de León. El conjunto no es muy elevado, aunque si muy abrupto. Presenta unas alineaciones elevadas al sureste y al oeste, entre las cuales discurre una gran fosa. Conforme se aproxima al mar, el macizo presenta un conjunto de horst escalonados que van perdiendo altura. Sus sierras más importantes son las de Caurel, Cabrera o los Montes de León. Su pico más elevado es el Teleno (2.188 m) - Sierra Morena. Se trata de una cordillera peculiar: no constituye propiamente un conjunto elevado, sino el talud que separa la Meseta de la depresión del Guadalquivir, en la que los ríos han excavado encajados valles que dan al paisaje la forma de una abrupta sierra cuando se analiza desde la zona baja del valle del Guadalquivir. Mide unos 450 km de largo, yendo desde Huelva hasta Albacete. Su anchura varía entre los 40 y los 80 km. - Zona occidental o asturiana de la Cordillera Cantábrica, presenta sus mayores alturas en los Picos de Europa, cuyos picos más altos (Torrecerredo) superan los 2.600 de altitud. b. Zonas hundidas se sitúan entre las zonas elevadas y son la zonas occidentales de los valles del Duero, Tajo y Guadiana. Se trata de ámbitos fuertemente erosionados: donde el roquedo es granítico predominan las “superficies de erosión”, y donde se alternan cuarcitas y pizarras aparecen relieves apalachenses, como en la Sierra del Vino o la de Bitigudino, en el norte, y de Hornachos, Pedrosas o Alcaudín, en el sur. En la mitad sur hay unas fosas más hundidas, en las que se han depositado importantes acumulaciones de arcillas y arenas muy fértiles, como es el caso Tierra de Barros, La Serena y Los Pedroches. 2.2. Las cordilleras alpinas presentan tres subámbitos: 1. Las zonas en las que aflora un roquedo hercínico entre pliegues de estratos de material calcáreo. Se trata de zonas del zócalo que, por diversas causas, como reelevaciones de finales del terciario, exhumaciones tras una enérgica erosión de la cobertera mesozoica o por haber quedado al descubierto por el movimiento de los mantos de corrimiento, afloran en las cadenas alpinas. Las encontramos en la zona axial de los Pirineos, en las alineaciones septentrionales de las sierras litorales y prelitorales de la Cordillera Costero-catalana, en la Sierra de la Demanda y en zona central del Sistema Ibérico, y en las Sierras Penibéticas. Su roquedo y sus relieves estructurales son similares a los del dominio hercínico. 2. Las zonas de estratos carbonatados plegados por el movimiento alpino. Las encontramos en las zonas elevadas del tercio noreste de la Península Ibérica, abarcando la mitad oriental de la Cordillera Cantábrica, los Montes Vascos, las sierras Interiores y Exteriores de los Pirineos, y gran parte del Sistema Ibérico. La formación de este conjunto se debe al movimiento orogénico alpino (período terciario) que plegó los sedimentos depositados en los fondos marinos en el Mesozoico. De forma general, podemos establecer dos ámbitos: los mares poco profundos que bordeaban los macizos hercínicos, donde los sedimentos acumulados tuvieron una importancia relativa, y las profundas fosas que se formaron al norte y al sur del Macizo Ibérico, como secuencias de la apertura del océano Atlántico, en las que se acumularon una gran cantidad de sedimentos. En el primer ámbito, encontramos relieves estructurales plegados, jurásicos, inclinados, tumbados, etc. y relieves sajónicos, donde los plegamientos se fracturan por las líneas de falla del zócalo. En el segundo, además de los diversos tipos de plegamiento antedichos, tenemos amplios mantos de corrimiento. 4 3. Los Sistemas Béticos presentan una gran complejidad. Su formación se debe a las fases finales del movimiento alpino (en el Mioceno), cuando las placas Ibérica y africana se aproximaron, plegando los amplios sedimentos que se acumulaban en la fosa existente entre los macizos Ibérico y Bético-rifeño (abierta en el mesozoico como secuencia de la apertura del océano Atlántico) y fracturando este último macizo. El resultado fue una gran cadena montañosa que iba de forma continua desde Baleares al norte de África, atravesando los actuales Sistemas Béticos. A principios del cuaternario, un reajuste hundió dos fosas: una que separó la Baleares de los sistemas, constituyéndolas como un archipiélago, y otra que dio lugar al Estrecho de Gibraltar, dividiendo la cordillera en dos sectores: el ibérico y el africano (el Rif). Además estos procesos se vieron acompañados por vulcanismos. El roquedo predominante es sedimentario de origen marino y edad mesozoica o de principios del terciario. Se trata de rocas plásticas, que respondieron a los empujes del movimiento alpino plegándose. Ejemplos son las areniscas, calizas y margas. Los relieves estructurales son plegados, y se articulan en amplios mantos de corrimiento que se deslizaron hacia el norte, dejando al sur sus raíces. El roquedo de estas zonas plegadas es similar al de las zonas plegadas alpinas. Formas de modelado: - Los paisajes kársticos son típicos de los dominios carbonatados o calcáreos, donde el agua tiene una elevada capacidad erosiva (disuelve el principal componente de las rocas: carbonato de calcio). Las formas de modelado más comunes son cañones, dolinas, úvalas y poljes, los lapiaces, las simas y grutas (donde son frecuentes las estalactitas y las estalagmitas), etc. - La erosión glaciar la encontramos en las zonas altas de los sistemas montañosos de la mitad norte y en Sierra Nevada. Sus orígenes y resultados ya se han comentado antes. - Las formas de erosión en laderas y la originada por los ríos han sido explicadas antes. Unidades de relieve: -Zona oriental o cántabra de la Cordillera Cantábrica presenta un relieve estructurado en tres zonas: unas alineaciones litorales, una zona de fosas (Liébana y Santander) y las mayores alturas en las alineaciones interiores. Sus alturas no suelen superar los 1.500 m, destacando Peña Labra, con 2.017. - El Sistema Ibérico: mide 400 km en dirección NO-SE, desde la Sierra de la Demanda hasta el norte de la provincia de Alicante. Su anchura supera en algunas zonas los 100 km. Su apariencia no es la de una cordillera continua, sino la de un conjunto de sierras independizadas por la erosión. El conjunto presenta cuatro zonas diferenciadas: • La zona noroccidental con las mayores alturas, por ejemplo, en las sierras de la Demanda (2.265 m), la Cebollera (2.147 m), el Moncayo (2.386 m) o los Picos de Urbión (2.228 m). • La zona sur, con alturas en torno a los 1.500 m, donde tenemos la Paramera de Molina, el macizo de Albarracín, los Montes Universales o la Serranía de Cuenca. En el sureste, donde las alturas son intermedias (entre 1.500 y un poco más de 2.000 m), están las sieras del Maestrazgo, Javalambre y Gúdar. • Una zona central con afloraciones de rocas hercínicas 5 • Separando las tres zonas tenemos una larga fosa tectónica por la que discurren los valles del Jalón y del Jiloca, y que está rellena de materiales arcillosos postalpinos. - Los Pirineos: se extienden desde el Golfo de Vizcaya hasta el Cabo de Creus, con una longitud de 435 km. Su anchura máxima es de unos 150 km, de los que dos terceras partes se encuentran en territorio español y el resto en Francia. Las mayores alturas pirenaicas las tenemos en la zona central, en territorio de la comunidad autónoma aragonesa. Su pico más elevado es el Aneto, que mide 3.404 m. El relieve pirenaico tiene la zonificación típicamente alpina: - - - Una zona axial, que se corresponde con la del zócalo exhumado, donde se dan las mayores alturas y donde los ríos han individualizado los macizos de Panticosa, La Almunia-Barrosa, Posets- Maladeta o Lardana) Unas sierras interiores que se corresponden con la zona de plegamientos que se apoya en la zona axial. Es una zona de alturas que pueden llegar casi a los 3.000 metros, en la que la erosión ha individualizado los macizos de Monte Perdido, Bisaurín, Collarada, Telera, Tendeñera, Cotiella y Cadí. Una depresión interior que se corresponde con la zona hundida del zócalo sobre la que descansan plegamientos, encima de los cuales se depositaron, tras el movimiento alpino, sedimentos arcillosos. Esta depresión se prolonga entre Pamplona y Tremp, y es llamada la “Canal de Berdún”. Unas sierras exteriores, situadas entre la depresión interior y el valle del Ebro, de estructura plegada y alturas que raramente superan los 2.000 metros. En ellas encontramos las sierras de Sevil, Balcels, Guara, Gratal, Loarre o Pedraforça. - Los Montes Vascos: ocupan la práctica totalidad del territorio de esa comunidad autónoma (algo más de 7.000 km2) y su pico más alto es el Aitxurri, de 1.551 m. Se organiza en dos grandes anticlinales y un sinclinal interior (la llamada Llanada Alavesa), cada uno de anticlinales presenta pequeños plegamientos. - La Cordillera Costero-catalana: tiene una longitud de unos 250 km, yendo desde los Pirineos hasta el Sistema Ibérico, bordeando la costa mediterránea. Su anchura oscila entre los 30 y los 40 km. Presenta cuatro zonas: • Una depresión costera, sumergida en el mar, que sólo está emergida en la zona de Barcelona y Palafrugell. • Una cadena costera. • Una depresión prelitoral. • Una cadena prelitoral, que es donde se encuentran las mayores alturas, y que enlaza con el valle del Ebro. Es esta cadena donde se encuentran las sierras de Montseny, Montserrat, Montsant y el Puerto de Beceite. - Los Sistemas Béticos: de 620 km de longitud, van desde Cádiz al Cabo de la Nao. Su altura máxima es el pico más alto de la península Ibérica, el Mulhacén, de 4.482 m. Presentan cuatro zonas diferenciadas: cuatro zonas: • • • La sierras Penibéticas al sur son las zonas en las que aparece el zócalo exhumado, en las que se dan la mayores alturas (Sierra Nevada, con los picos de Mulhacén y Veleta) Una depresión interior, que es un conjunto de fosas (hoyas de Antequera, Guadix, Baza, etc.) cubiertas con sedimentos postalpinos. Las sierras Subbéticas que se corresponden con la zona de pliegues y mantos de corrimiento. Destacan las sierras de Grazalema, Antequera y Jabalón. 6 • Las sierras Prebéticas que se encuentran en el extremo norte de la zona de plegamientos, donde los mantos de corrimiento tienen menor importancia. Las más importantes son las sierras de Cazorla y Segura. 2.3. Las depresiones terciarias se localizan en tres grandes ámbitos: 1. Las depresiones hundidas en el movimiento alpino y en su secuela miocénica. La primera, a la vez que se levantaban los Pirineos, la segunda, cuando lo hacían los Sistemas Béticos. Se trata de depresiones tectónicas, que fueron cubiertas por las aguas del mar. La Depresión del Ebro quedó como un mar cerrado, cuando se levantaron la Cordillera Costero-catalana y los Montes Vascos, que evolucionó hacia un gran lago. A finales del terciario, la reelevación del extremo oriental del Macizo Ibérico, basculó la Depresión del Ebro hacia el este, haciendo que las aguas que contenía presionasen sobre la Costero-catalana, hasta que encontraron una línea de falla por la que atravesarla, verter sus aguas al mar y comenzar el trazado del curso del río Ebro. La Depresión del Guadalquivir quedó como un mar abierto, que, a comienzos del cuaternario, se cerró por el noreste (cuando se reelevó esa zona). Desde ese momento, el depósito de los sedimentos procedentes de la erosión de las cadenas circundantes ha ido expulsando el agua del mar y formando el curso del río Guadalquivir. Hoy en día, esa lucha entre sedimentación y agua del mar ha dado lugar a las marismas de la desembocadura de ese río. 2. Las zonas del Macizo Ibérico que el movimiento alpino hundió y que se encontraban basculadas hacia el este, lo que permitió que las aguas del mar las cubriesen y que, cuando se levantó el Sistema Ibérico, formasen mares y lagos interiores. El resultado fue el depósito de sedimentos postalpinos de origen marino y lacustre. A finales del terciario, cuando el Macizo Ibérico se rebasculó hacia el oeste, estas depresiones se elevaron, y se constituyeron en los cursos altos de los ríos Duero, Tajo y Guadiana, que comenzaron su labor erosiva sobre esos materiales terciarios. 3. Las depresiones y zonas hundidas del interior de los sistemas montañosos. Las encontramos en la Depresión Interior pirenaica, en Depresión Prelitoral de la Costero-catalana, en la fosa del Jalón-Jiloca del Sistema Ibérico, en la Depresión Intrabética, y en otras zonas hundidas del dominio hercínico. Se trata también de depresiones tectónicas que, en muchos casos, han alojado masas de agua, y que han sido lugar de depósito de sedimentos procedentes de las zonas elevadas que las rodean. El roquedo de estas zonas es arcilloso. Se trata de sedimentos dispuestos de forma estratificada de rocas plásticas y poco resistentes a la erosión, entre las que destacan las arcillas, las margas, los yesos, las sales y finos estratos de areniscas y calizas. También encontramos, especialmente en los bordes de las depresiones, rocas sedimentarias de origen continental, como los conglomerados. El relieve estructural es horizontal ya que ningún movimiento orogénico ha actuado sobre esos sedimentos. Las formas de modelado: - Son propias las del relieve tabular, especialmente en el centro de las depresiones, donde los ríos y otros agentes erosivos han actuado sobre los sedimentos horizontales, dando lugar a una erosión diferencial que ha originado formas de modelado como las muelas, las coronas y los páramos, las mesas y los cerros testigo. En los taludes abruptos de rocas deleznables se forman abarrancamientos y cárcavas, que dan lugar a badlands. Los glacis son suaves cuestas que enlazan las zonas elevadas con las de menor altura, etc. 7 - En las zonas de enlace entre las depresiones y las cadenas montañosas circundantes, encontramos: • Sedimentos detríticos procedentes de la erosion de esas cadenas, que dan lugar a alineaciones de conglomerados, cuando estos son más resistentes a la erosión que las rocas próximas, quedan en resalte, formando mallos o tormos (relieve montserratiano) • Estratos de sedimentos terciarios ligeramente ondulados, como consecuencia de la influencia de las tectónicas que levantaron las cordilleras próximas. El resultado son suaves sierras, • Zonas deprimidas, denominadas hoyas. Son el resultado de la fuerza erosiva de los ríos que descienden desde las cadenas montañosas sobre materiales fácilmente erosionables. La erosión diferencial hace que la erosión sea mucho más acusada en esta zonas, que en las que las bordean, donde areniscas y calizas resisten mejor a la misma. - En las zonas ricas en yesos, encontramos formas kársticas, como dolinas. - En las zonas llanas, los ríos pierden velocidad y capacidad erosiva, dando lugar a anchos valles, en los que meandros y galachos aplanan el fondo de los valles, dan lugar a acantilados, etc. Los depósitos de los ríos en forma de terrazas o campiñas han sido explicados antes. Unidades de relieve: - La Depresión del Ebro: mide unos 380 km de longitud y 150 de anchura máxima, situándose entre la zona más oriental de la Cordillera Cantábrica, los Montes Vascos, los Pirineos, la Cordillera Costero-catalana y el Sistema Ibérico. Presenta dos zonas diferenciadas: • Los bordes, donde la depresión enlaza con los sistemas montañosos que la bordean, encontramos los “somontanos”. • El centro de la depresión, donde nos encontramos con el modelado típico del relieve tabular. - La Depresión del Guadalquivir: tiene 330 km de longitud y una anchura máxima de 200 km. Está bordeada por Sierra Morena y los Sistemas Béticos. Concluye, al suroeste, en la desembocadura en el océano Atlántico, en una marisma. Predomina claramente el relieve tabular. - Las depresiones terciarias meseteñas ocupan las zonas orientales de los valles del Duero, Tajo y Guadiana. En ellas, encontramos dos zonas: • La central, articulada en torno al cauce de los ríos Duero, Tajo y Guadiana y al curso medio y bajo de sus afluentes. Es una zona de “campiñas”, que son llanuras suavemente onduladas, formadas por los depósitos fluviales, los lechos de inundación, etc. • Las zonas más alejadas del lecho de los ríos presentan páramos: grandes llanuras elevadas, que la erosión fluvial ha fragmentado en diversas unidades, dando lugar a la percepción de serranías o de pequeños conjuntos montañosos. Son ejemplos: La Nava, Peñafiel o Tudela de Duero, en el norte, y La Mancha, La Alcarria y la Mesa de Ocaña, en el sur. -Las depresiones interiores de los sistemas montañosos presentan una estructura dividida en dos zonas: • En los bordes aparecen alineaciones de conglomerados, formando mallos, y ondulaciones de los sedimentos terciarios o de flysch. • En las zonas centrales aparecen relieves tabulares típicos. 3. El litoral peninsular español mide unos 3.167 Km., de los que 1.663 corresponden a la zona bañada por el Mediterráneo (desde Punta Falcó, al Norte del Cabo de Creus, hasta Gibraltar), 770 Km. a la zona cantábrica (desde Bidasoa 8 hasta la ría de Foz) y 735 a la zona atlántica (sector andaluz y sector gallego). Su morfología es muy variada, dependiendo de la disposición de las cadenas montañosas (paralelas o transversales a la costa), del roquedo (más o menos resistente a la erosión), de la fuerza erosiva de los mares, y de la tectónica: el lento pero progresivo hundimiento del oeste peninsular hace que el mar vaya invadiendo progresivamente zonas litorales antes continentales e impidiendo la continuidad de los sedimentos en las mismas; por el contrario, en el litoral mediterráneo, donde domina un progresivo levantamiento, los sedimentos forman grandes playas, que el mar no puede atacar. Se pueden establecer las siguientes zonas: • • • El litoral cantábrico es de costas rectilíneas y abruptas, con escasas playas. Son formas de modelado típicas las rasas: amplias superficies rectilíneas situadas a unos metros de la costa, que las aguas erosionaron en etapas interglaciares, cuando el nivel del mar era superior al actual. El litoral atlántico tiene dos zonas claramente diferenciadas: o El litoral gallego, dominado por las rías (separadas por Finisterre, tenemos al norte las rías “altas”, y al sur las “bajas”), que no son sino el resultado de la invasión de los valles fluviales (excavados por los ríos en las duras rocas graníticas) por las aguas del mar. o El litoral atlántico andaluz, que está dominado por los procesos de las marismas del Guadalquivir. Las marismas presentan un medio propio. El agua salada recorre canales de entrada (esteros) y de salida (caños), y el viento y las aguas marinas dan lugar a flechas litorales y cordones de dunas en la zona de costa. El litoral mediterráneo presenta cuatro zonas diferenciadas: o La Costa Brava, donde las Sierras Litoral de la Costero-catalana discurren paralelas al mar, exponiendo a la erosión sus duras rocas silíceas. Su litoral es abrupto y presenta frecuentes acantilados. o El Delta del Ebro es una gran llanura aluvial de unas 28.260 Ha, compuesta por albuferas, marismas y lagunas en su mayor parte. Se formó después de la última glaciación. o Desde el Cabo de Gata al Delta del Ebro es la zona de los “arcos”, en la que las estribaciones de las cordilleras discurren transversales a la costa, permitiendo que entre ellas los ríos depositen sedimentos, que forman “medias lunas”, en las que dominan amplias playas. La estabilidad tectónica o el levantamiento de la zona continental dificultan la labor erosiva del mar. o El litoral mediterráneo andaluz es rectilíneo y abrupto y discurre paralelo a las Sierras Penibéticas. No obstante, el progresivo levantamiento de la masa continental está favoreciendo que se forme una franja de terreno en la que los sedimentos dan lugar a playas de arena. 9