Platón (427 a.C. – 347 a.C.) fue un filósofo político, discípulo de Sócrates. Viajó por muchos lugares del mundo hasta entonces conocidos, tales como Egipto, Sicilia. Dichos viajes marcaron profundamente su pensamiento filosófico-político. Lo interesante de Platón es que a diferencia de los filósofos anteriores, consideró a una gran variedad de conocimientos; se preocupó por desarrollar una concepción del origen del cosmos, de los hombres; estudió las posibilidades del conocimiento, la ciencia, la tecnología e incluso planteo una ética. Además de ello planteó una teoría del conocimiento conocida con el nombre de idealismo. Dicha teoría llegó inclusive hasta la modernidad. Platón consideraba que el hombre “es un compuesto de alma y cuerpo”, considerando a éste último como la cárcel del primero. El alma, según Platón, “se unía al cuerpo de forma accidental”. Consideraba al alma como inmaterial, eterna, incorruptible y al cuerpo como lo contrario (material, finito y corruptible), sometido al cambio. Para Platón existen dos mundos: 1.- Mundo sensible 2.- Mundo inteligible. Dichos mundos a pesar de estar separados forman uno a la vez. El mundo sensible es el mundo de las cosas, de los objetos, de todo aquello sometido al cambio, es decir las cosas particulares. El mundo inteligible, por el contrario, es el mundo de las ideas, de lo incorruptible. Las ideas para Platón son “modelos de las cosas, arquetipos”. A partir de un ejemplo cotidiano podemos entender mejor la idea de los dos mundos: En el mundo sensible encontramos a un árbol y en el mundo inteligible encontramos la idea de árbol. En otras palabras: “el mundo sensible está compuesto de copias de las ideas del mundo inteligible”. Las ideas son universales, es decir para millones de árboles diferentes, con distintas características tenemos una sola idea de árbol. El hombre conoce las cosas por medio de los sentidos y por medio de la razón conoce las cosas del mundo inteligible, es decir las ideas. Para Platón, “conocer es poder llegar a las ideas por medio de la abstracción”. Abstraer es poder aislar conceptualmente un objeto o propiedad del mismo. Siguiendo el ejemplo: Se puede conocer el color verde aislándolo, abstrayéndolo de la idea de árbol. Por otro lado, para Platón, el alma es sumamente importante. Planteaba que “el hombre no conoce las cosas, sino que las reconoce”. “Las almas existen antes de reencarnarse en el cuerpo y por lo tanto ya conocen todas las ideas”. Al nacer el alma olvida todo lo que sabe y necesita de las cosas sensibles de nuestro mundo para empezar a reconocer. Aristóteles fue discípulo de Platón aunque sus pensamientos fueron completamente diferentes. Nacido en el año 384 a.C. en Estaragita, región de Macedonia. Entre las principales obras de Aristóteles encontramos: Metafísica, Ética a Nicómaco, Política y Poética. Al igual que Platón, revolucionó la filosofía, abordando muchas temáticas. Aristóteles definió a la filosofía como “la ciencia de las primeras causas”, es decir la ciencia de los primeros principios de todo lo que hay en el mundo. En su obra Metafísica hizo un repaso por la filosofía anterior. Allí decía que los Milesios (Tales, Anaxímenes, Anaximandro) fueron “los primeros en filosofar porque buscaban el principio primordial para poder explicar el origen de las cosas, además de ser los primeros en introducir los elementos naturales como la explicación natural del principio del cosmos”. Al llegar a Platón, en su repaso por la historia de la filosofía, critica la separación que aquél hace entre las cosas sensibles y las ideas que imitan aquellas cosas. Critica fundamentalmente la división entre mundo sensible e inteligible. Aristóteles pensaba que “una cosa no puede estar separada de su sustancia o entidad, porque de ser así no puede ser conocida ni explicada”. Aparece con él la noción desustancia, palabra hasta entonces ausente en la filosofía antigua. Para Aristóteles, “la sustancia era lo que es en tanto que es”. Ello puede entenderse como una especie de esencia. Plantea que “la sustancia es un compuesto de materia y forma”, entendiendo a la primera como aquello de lo que la cosa está hecha (por ejemplo en el caso de una silla la madera); y “la forma es la determinación esencial de una cosa”, es decir aquello que hace que la cosa sea lo que es (lo que hace que la silla sea silla y no mesa). Plantea la noción de accidentes de la sustancia, los mismos son varios: Cualidad Cantidad Relación Lugar Tiempo Posición Posesión Acción Pasión Aristóteles ejemplifica su planteo tomando, por ejemplo, un hombre: La cantidad de pies serían dos; la cualidad blanco, negro o trigueño; la relación mayor o menor; el lugar el sitio donde se encuentra (casa, calle); el tiempo ayer; la posición parado; la posesión armado; la acción corta o quema y la pasión es cortado. Plantea además la noción de potencia y de acto. La primera sería la materia considerada dinámicamente y el segundo la forma consumada. La filosofía aristotélica es considerada realista, porque “las cosas tienen una existencia propia independiente del acto de conocimiento del hombre”. Cuando hablamos de ética aristotélica, debemos entender que Aristóteles parte de la antropología, porque parte de la vida del hombre y de su accionar cotidiano. Para Aristóteles la vida es praxis, es decir actividad. Plantea que “todo hombre motoriza su voluntad en pos de la consecución de algún fin”. “Una vez que el hombre llega a ese fin, se convierte en un medio para llegar a otro fin que el hombre se vuelve a proponer. De esta manera, la vida del hombre termina siendo una cadena infinita de fines y para ella enuncia una ética. Plantea que existe un fin último, que tiene como característica no poder devenir en medio, dicho fin último es la felicidad. Aristóteles dice que la praxis de la vida “debe estar regida por la prudencia y con ello nos convertimos en hombres virtuosos”. Entiende a la virtud (arethé en griego) como resultado de la praxis, del hábito constante que tenemos como hombres. La virtud no es innata, sino que proviene de cierta educación a lo largo de la vida. Hablar de ética aristotélica nos obliga a hablar de un Nosotros, ya que Aristóteles es un “comunitarista”, es decir que nos plantea que no podemos quedarnos con el yo, sino que se debe ir del yo al nosotros. La ética debe ser pensada desde un nosotros. Solo se alcanza la virtud en el diálogo comunitario: “La ética es un camino del yo al nosotros como camino de lo correcto. Es el pasaje de un arethé subjetiva a una arethé intersubjetiva. Para que haya ética debe haber un nosotros. Como conclusión: Todos los hombres tienen como fin último la felicidad, la vida es praxis y debe estar regida por la prudencia para convertirnos en hombres justos y virtuosos. Siempre que pensamos en ética aristotélica debemos pensar en nosotros, pasar de lo subjetivo a lo intersubjetivo. La prudencia es el cálculo humano que nace de la experiencia. Así, el hombre se va haciendo prudente a lo largo de su vida. Pero si seguimos indagando dentro de las ideas éticas de Aristóteles, nos vamos a topar con un concepto esencia de dicha área: la virtud, o “arethé”. La fronesis constituye la arethé. La prudencia constituye la virtud, entendiendo que la prudencia es la “razón práctica” que sirve para dar realidad al concepto de virtud. La virtud o arethé es aquella que, ante un abanico de posibilidades, te permite elegir el accionar que esté ligado al término medio (mesotes). Por ejemplo, si debo ir a la guerra, no debo convertirme ni en un temerario ni en un cobarde, sino en un guerrero con valor para afrontar la función social que me corresponde. Y te convertís, dice Aristóteles, en un virtuoso, pasando por los extremos. El término medio es aquel al cual llegan solo los virtuosos y uno se hace virtuoso a partir del hábito en comunidad. El hombre se hace virtuoso viviendo en comunidad. Vamos a introducirnos en el estudio de la filosofía medieval conociendo el pensamiento de San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino. Veremos cuáles fueron los aportes que han hecho a la filosofía, su postura en cuanto a la religión y la fe en tanto elementos que deben conciliar, o no, con la filosofía. Entre los principales pensadores de la etapa Patrística encontramos a San Agustín de Hipona, nacido en Tagaste (provincia romana) hacia el año 354. Hasta los 30 años fue pagano, luego al trasladarse a Milan (año 385) a enseñar retórica comenzó a entrar en contacto con las doctrinas platónicas. Hacia el año 386 se da un suceso que marcará su vida profundamente: Se convierte al cristianismo. A partir de allí comenzará a desarrollar una filosofía propiamente cristiana aunque introduce también en ella elementos platónicos. En el año 391 se convierte en obispo de Hipona. San Agustín consideraba que había dos grados de realidad: 1.- Dios: Inmutable, eterno, incorruptible 2.- Creada por Dios: Cambiante y finita. También estudió al hombre, decía que para que éste llegue a la felicidad debía tomar el camino de la interioridad, partiendo de esta interioridad el hombre podía ascender a Dios. Encontramos aquí una mezcla entre antropología y teología. Lo importante para San Agustín era explicar la relación entre el alma del hombre y Dios, “fe y razón son tan solos caminos de los cuales nosotros como hombres tenemos que servirnos para emprender la llegada a Dios y a la Verdad”. Planteaba, además, que “el hombre conoce gracias a la luz natural de Dios, Dios irradia nuestra razón con su luz”, por ese motivo el hombre podía contemplar las verdades universales y eternas. Considera que “nuestra mente contiene verdades inmutables, verdades que están en la mente de todos los hombres por igual”. Es Dios quien abre nuestras mentes para acceder las verdades. “Dios es el fundamento del mundo de las ideas, todo lo que existe fue creado por Dios ya que creó al mundo siguiendo modelos que ya estaban en su mente”. Por otro lado encontramos a Santo Tomás de Aquino, representante de la Escolástica. Nace al Norte de Nápoles (Aquino) hacia el año 1225. En el año 1243 ingresa a la orden dominicana ejerciendo como maestro de teología. Para su planteo filosófico toma muchos elementos de Aristóteles, siendo su mayor preocupación la disputa entre fe y razón. Para él la razón tenía más autonomía y planteaba que el hombre puede conocer mediante dos vías: 1.- Cuerpo: ayudado por los sentidos 2.- Intelecto: Puede abstraer de las cosas sensibles su forma o esencia y llegar así al mundo espiritual. Con respecto a Dios, Santo Tomás plantea que la existencia del mismo es un conocimiento natural en el ser humano, “el hombre puede llegar al conocimiento de Dios gracias al uso de la razón”, “solo las criaturas racionales pueden llegar a Dios por medio del conocimiento y del amor; Dios es el único ser necesario, existe y no podría no existir a diferencia de los demás seres”. El hombre, en otras palabras, es considerado por Santo Tomás como un compuesto de cuerpo y alma, dos realidades que dependen una de la otra, ya que el alma hace que el cuerpo sea cuerpo, que el hombre sea hombre. “El fin del hombre se identifica con su bien y ese bien es la felicidad: la unión eterna del alma con Dios. El hombre puede llegar a unir su alma con Dios eternamente siguiendo la ley natural, una ley que Dios imprime en el alma del hombre y por la cual debe guiarse durante toda su vida”.