Mujer Aguafuerte -aguatinta lqq4 ¿ ~erá verdad que me llegó el diablo? -Per(ep(ione~ de mujere~ y prá(ti(a~ ~obre la men~trua(ión de un grupo de ~e(tore~ populare~- . Yolanda Puyana Villamizar. Introducción Profe~ora A~ociada La sangre menstrual encarna la esencia de la feminidad, dice Simone de Beauvoir en el Segundo Sexo, texto que precisamente cumple hoy cincuenta años. La cultura tiende a interpretar la sangre menstrual como el momento de conversión de la niña en mujer porque indica su capacidad de ser fecundada. Este hecho biológico es interpretado y representado en razón a las concepciones sobre la maternidad y la sexualidad femenina. Para unos es misterioso y genera terror; para otros, es moti va de celebración, pero en general, despielta en los varones toda clase de ambivalencias. del Departamento de Trabajo ~o(ial de la facultad de (jencia~ Humana~ de la Univenidad Nacional de Colombia. Coordinadora del Programa de E~tudio~ de 6énero, Mujer yDe~arrollo. Integrante del 6rupo Mujer y~o(iedad El estudio se realizó entre 1997 y 1998, desde el Programa de Género de la Universidad Nacional, con el auspicio del Cindec y de la Cooperación Holandesa. Para el análisis de las historias de vida, se compararon las condiciones de la infancia de dos cohortes de mujeres con un promedio de edad de 49 años, quienes se llamarán "adultas", con las de 29 años llamadas "jóvenes". La niñez de las primeras ocurrió entre las décadas del 40 y 50, la de las segundas, durante las décadas del 70. 1 En este artÍCulo se tratará la manera como distintos grupos sociales y culturales de Colombia vienen interpretando este evento del ciclo vital de la niña y los imaginarios que se tejen respecto a la sangre menstrual. Así mismo, se analizarán algunos rasgos del cambio de las percepciones sobre la menstruación asociados con las fluctuaciones de la división sexual del trabajo en los últimos años, dinámica que se percibe al interpretar el discurso sobre el cambio generacional. 1 La pregunta con la cual se titula este aI1Ículo expresa estos procesos de transformación: la madre como reproductora de su propia expeliencia biográfica, representando al mismo tiempo la biografía de sus abuelas, previene a la niña con la llegada de la menstruación medianlEN OTRA§ IP'AILAIB,RA§ ... te la metáfora del diablo, ya que éste genera terror, constituye una tentación y se esconde. La niña campesina se pregunta a prutir de otras informaciones, si realmente debe creer el mensaje materno y entra en choque con esta visión. El escrito se fundamenta en una investigación realizada sobre los imaginarios sociales de un grupo de mujeres de sectores populares en tres regiones de ~olombia: Norte de Bolívar, Santander y la meseta Cundiboyacense. El enfoque de la investigación fue de tipo cualitativo profundizando en las prácticas de socialización a través de 56 historias de vida y 18 grupos focales. El estudio se realizó a través del método biográfico a partir del análisis de relatos en los que cada subjetividad interviene, transmite su vida, se refiere al pasado con los ojos de] presente y comunica al lEN OTRA§ IP'AILAIB',RA§ .' ..' investigador su versión acerca de su vida como si fuera una representación teatral del narrador para el que escucha. Vivencias sob~e la menstruación en las regiones. Menstruar constituye un cambio fundamental en la corporalidad de las niñas y manifiesta el paso inevitable durante el cual cada una de ellas se conviel1e en mujer. Al mismo tiempo, los discursos y las vivencias relacionadas con este evento, dependen de los imaginarios con los cuales han sido socializadas. No existe por tanto un hecho vital neutro; éste es simbolizado y prejuzgado de acuerdo a la apreciación que cada cultura tiene sobre las relaciones de o-énero. La biología por sí misma no habla de esos ~ambios; habla la cultura, que ha construido imaginarios sociales expresados en percepciones y prácticas acerca del hecho vital. Los imaginarios producen sentimientos, sueños, lisas y llantos. En estos se adscliben las relaciones de género, la simbólica, los roles, el poder y las jerarquías que cada grupo social construye acerca de la diferencia sexual. (Lamas 1995 2) La menstruación es una manifestación dela capacidad de la niña par'a procrear, capacidad que genera unos dispositivos de control hacia su cuerpo. Los imaginarios dan razón a ese control social, porque al ser inteliorizados por las jóvenes como lo único, las paralizan, aterrorizan y generan las conductas que la sociedad desea. Como lo plantea Ana Mmia Fémández ( 1996, 23) "La producción y reproducción de un universo de significaciones imaginmias constitutivas de lo femenino modemo forman paJ1e no solo de los valores de la sociedad, sino de la subjetividad de hombres y mujeres. Por ejemplo, los imaginar'ios sobre mujer =madre ordenar'án las prácticas individuales, sociales, públicas y privadas, desde la objetividad laboral hasta la subjetividad del amor. Desbordan el orden de lo posible: lo que es amado, actuado, pensado, teorizado en un momento histólico paJ1icular. El imaginaJio individual produce sueños, el social produce mitos, piezas fundaJllentales en el rompecabezas social que regulan, orgaJ1izan estipulan y no solo prohiben". Como parte de lajerarquía entre los sexos establecida por esta sociedad patliarcal, el tratamiento de la sangre de hombres y mujeres es totalmente diferente: la sangre del hombre es la derramada por el guerrero, ella redime a la humanidad. Mientras que la sangre menstrual, asociada con la vida, se oculta y produce vergüenza. "La sangre menstrual no hace de la mujer un ser impuro, sino que manifiesta su impureza, aparece en el momento que la mujer puede ser fecundada y cuando desaparece la mujer se vuelve estéril; esa sangre brota del mismo vientre donde se elabora el feto y a través de ella se expresa el horror que el hombre siente acerca de la fecundidad femenina." (Beauvoir, Op. Cit 193). Entre los grupos de mujeres provenientes de la región cundiboyacense y la santandereana, se asocia la menarquia con sentimientos de vergüenza, temores, miedos, silencios y rechazo social. En un mo- 2 Se remite al lector a la autora Ci tada, qUien demuestra el papel de la cultura sobre la IJiología para consag rar e interpretar la divIsión sexual eJel trabajO lEN OTRA§ IP'A ILAIB'RA§ ... ~~. - t~ , • " , ~ .. ' 1 I ti , } , "'" , "r'/ ~ 1/, í ,/.ti.',".¡ •, I - '\ I .' mento crucial para que la niña se convierta en mujer, estas percepciones culturales sobre este cambio vital, inciden en que lajoven intetiorice referentes imaginarios despreciativos de su corporalidad y genere una baja estima menoscabando la imagen que cada una tiene sobre sí misma y su papel en la vida social. La mujer produce algo vergonzoso: para las campesinas de esas zonas, quien menstruaba no podía asistir a la misa porque su sangre era rechazada por Dios. Muy poco se les habló previamente sobre la menstruación, y sumidas en el silencio, ha sido común una visión animista de la sangre menstrual. Como relata Rosa (50 años), campesina Boyacense: jo, ni de limones, ni acercarse al novio." - "No meterse a los ríos, porque si se moja le crece la barriga y e infla. -"No hacer el amor." "Cuando un hombre hace el amor con una mujer así, se le agranda el pene. A un hombre le penetraron tres gotas de sangre y le creció como la cabeza de un ternero." ( Barreto, 1996, 73) - "Una mujer en período seca las matas o produce flujo al niño recién nacido." - 'Tener cuidado, esconderse y estar aseadas". "la lJ)enstruación me dio harto lIliedo: me llegó a las ol/ce Wlos ,v del susto escondía los trapos debajo del junco y /I/i /I1a/l/á me desclIbrió. Me decía qlle cuando llegaba el desarrollo no podía Im'at; I/i cru:ar la qllebrada, I/i comer queso, porqlle 1II1O se enloqllecía. Yo preglll/taba sobre eso y /l/e decíal/ qlle lIIW herl/lana de UIl vecino se había comido UI1 plátano y se había mllerto de eso y .lúe ¡'erdad. La muchacha lIlurió de eso y dicen qlle si 11110 baria la cabe;:.a, todo el cuerpo es peligroso. se aloca; ella nos decía eso . .. Las mujeres de esta zona del país oyeron la siguientes recomendaciones , cuando se sintieron "manchadas" por la sangre menstl1lal: - "No se puede bañar en tres días. Se ponen malas". - "No pueden pasar por debajo de palos de naran- - "Le va a llegar el diablo" . En el interior del país todas estas sugerencias se deri van de valores patriarcales heredados de la religión Católica"3 que podtían interpretarse como disposiciones misógenas contra la capacidad de la mujer de fecundar, ya que escondiendo su sangre té:unbién oculta su capacidad reproductiva y con ello se controla su sexualidad. Al sentir como vergonzosa la sangre menstrual, la mujer aprende aescondel' también sus deseos sexuales y su propia corporalidad. Obsérvese por ejemplo, cómo se refiere a la menarquia el Levítico en la Biblia: ''La mujer que tenga un flujo de sangre en su carne permanecerá siete días en la impure:::.a. Quien la toque será impuro hasta la noche. Todo lecho sobre el que ella se {[cueste .... todo objeto sobre el cual ella se siente. será impllro. Quien 3 No es obleto de este estudio Indagar SI para el caso de la cultura ClIldlboyacense estas Interpretaciones de la menstruación provienen cel ancestro II1dlgena o son fruto de un sincretismo con la religión católica. Se dela abierto este In terrogante ... lEN OTRAS IP'AILA IB', RAS toque su lecho y lave sus ropas se lavará con agua y será impuro hasta la noche. (Levítico /6. 19-33, citado por Beauvoir, Op. Cit, 190.) - "Esconde el trapo, lo hechas en un hoyo y normal." - "Báñate así se acostumbra el cuerpo". En general las historias de vida muestran que por tradición ha sido coniente ocultar a la niña la menstruación, como s~ misma corporalidad y los cambios que el desarrollo generan. Sin embargo, en el caso del Norte de Bolívar, percepciones y prácticas sobre el evento varían. Los mensajes que los adultos mandan a las jovencitas de esta zona del país, no contienen esas prevenciones atemorizantes y animistas del intelior. Allí les recomiendan bañarse, asocian la sangre menstIUal con la fecundidad y aunque deben ocultarla, no creen que produce tantos efectos negativos en la mujer o en las cosas. ¿Qué puede explicar dichas diferencias? Probablemente el ancestro afiicano o las tradiciones indígenas del NOIte del país fueron menos negativas a la menarquía. Por ejemplo, entre la etnia Wayú , comunidad del Norte de la Guajira, la menstruación expresa la capacidad de la joven para fecundar y cuando se fmaliza el período las mujeres de la familia se visten con hermosos atuendos, les cortan el pelo, les pintan figuras en el rostro y bailan la chichamaya anunciando que está apta para casarse. - "Me dio un pañal rojo." - "Mi papá se alegró de que ya tuviera una mujercita." Cambio generacional. El contraste generacional de las vivencias sobre la menstruación es mm'cado en las tres regiones: Mientras la mayOlía de las entrevistadas adultas, (70% yen promedio de 49 años) no sabían acerca de este evento antes de ocurrir, menos del 30% de las jóvenes (hoy con 29 años) tenía información previa acerca de la llegada de la menstruación. El no saber, generaba angustia y temor; en ese momento se escondían de sus madres, optando por informarse a través de las amigas o palientes. - "Es nOlmal, te voy a dar un pañito." Similm- dinámica contienen las creencias animistas respecto a los poderes de la menstruación: la generación más joven se muestra ambi valente ante esas creencias y aparece un conflicto entre los imaginalios tradicionales comunicados por la madre y los discursos de las maestras o los que provienen de las mujeres educadas en concepciones más cercanas al "saber médico'·4. - "Te vas a hacer señorita. Me dio un trapito" El siguiente relato proveniente de una campesina de Otras expresiones provenientes de estas regiones confirman estas particulmidades regionales: 4 Se entiende por saber médico aquellas explicaciones que derIvadas de la biolog ía no relacionan la menstruación con la enferme dad sino que la explican como parte del proceso vital femenino. lEN OTRAS IP'AILAIB'.JR:.AS ... 33 años ilustra con c1ruidad dicho proceso: .. Mi mamá me deCÍa que llegaba el diablo, pero yo pensaba que si es el diablo, entO/lces todas las I/ILIc1wchas gral/des pues se mantendrían endiabladas. Sin embargo cuando ya me toco a mi, yo no me dejaba ver de mi mamá, ni le conté: bueno, me dolía el estómago, yo me sentía rara y todo. MeftlÍ a la quebrada a bañarme y I'i que me salió sangre, para mifl/e un susto espantoso. porque ahí me acordé de lo que mi l17amá me deCÍa y de lo que la profesora me decía. Entol/ces, a mi me daba lIIiedo: si de verdad era el diablo el que estaba ahí o si seria eso normal, COI/lO dijo la prqfesora. Yo no sabia que hacer, ni que ponerme: me ponía la ropa, se me manchaba y entonces, yo toda asustada fui por allá, cogí unos trapos y me los puse. Ya llegué al pueblo, me acosté y no le quería contar a mi madrina, me puse a llorar. Mi madrina me dijo: qué me había pasado, qué, si algún muchacho me había hecho algo por el camino? Le conté y me dijo: que l/O me preocupara que eso era una cosa muy bonita, que comen-:.aba la verdadera vida de la mujer. Que eso no era cierto que fueran diablos, ni nada de esas cosas, sino que uno se desarrollaba porque era la vida normal. Lo que si había que tener era mucho cuidado con la higiene; debía baí'íanne todos los días y si me cambiaba una \'e-:. al día de ropa interior. iba tener que cambiarme dos o tres I'eces." El cambio generacional se expresa en una actitud ambivalente como la de esta narración; las nuevas generaciones dudan y se angustian, porque la cul- lEN OTRAS IP'AILAIB'dR:-AS •.. tura les transmite a través de la menstruación un referente directo de su identidad. Se oscila ante los mensajes duales del mundo campesino, en contraste con el llamado saber moderno. De todas maneras, la madrina, que representa el mundo novedoso, cuando percibe sus temores, interroga a lajoven sobre una posible agresión masculina . Hoy y cada vez más se extiende entre las jóvenes una información sobre la menstruación menos animista, pero aún relacionada con múltiples prevenciones que la asocian a experiencias negativas como la enfermedad, el sufrimiento, la suciedad y el ocultamiento. Al mismo tiempo se le anuncia que va a ser señorita, pero esto significa también que puede dejar de ser virgen, perjudicada por algún hombre y madre sin capacidad para asumir este mal. De manera que se aumentan los mecanismos de control sobre el cuerpo adolescente. Los cambios culturales respecto a la corporalidad femenina y a su sexualidad van impactando a las mujeres de las nuevas generaciones respecto al entendimiento de su ciclo vital: hoy se habla y se ilustran las niñas sobre el cuerpo femenino; las maestras en las escuelas explican y el tema se aborda con mayor facilidad. Sin embargo, los que han producido un impacto sustancial en la información de la temática son los medios de comunicación vehículo de expansión del consumismo en vütud del cual los comerciales de toallas higiénicas saturan a los y las televidentes. Son informaciones virtuales, parciales que por sí mismas no cambian valores ancestrales muy profundos de rechazo y temor a la sangre menstrual. Así se demuestr·a en un estudio sobre las jóvenes campesinas de Cogua, coincidente con los datos de esta investigación: "la mayoría sabía sobre la menarquia antes de ocunir el evento. Sin embargo, aún se carecía de suficiente información al respecto, por lo cual se generó temor, angustia y sensación de que algo enfermizo estaba ocurriendo. La referencia a la menstruación se cambiaba por la palabra "algo" , para esconder este hecho". (Rios, 1995,344) Las niñas aprenden con la televisión que exi sten protectores para su sangre menstrual; se ofrecen productos para el consumo que las invitan a no estar menguadas, temerosas, trabajar o hacer deportes con la menstruación. Los medios de comunicación y el mercadeo han intervenido en la vida más Íntima de .las mujeres condicionándolas a demandar ciertos bienes ligados a un prototipo de felicidad, así no dispongan de recursos. La imagen de la mujer blanca de pelo largo, joven, que conquista a un joven apuesto gracias al uso de toallas higiénicas cada vez mas delgadas, conti núa reproduciendo un ideal de identidad femenina inmaculada, limpia, fresca y seca. Se acompañan estos vientos pretendidamente modemizadores sobre la menstruación de nuevos dispositivos de poder muy sutiles sobre la corporalidad. Se incorpora en las metas sobre el ciclo vital femenino la necesidad de moldear la figura virtual que los medios imponen. La mujer se libra del terror que acompañaba sentirse manchada y marcada por los poderes diabólicos de sus menstruos, pero el carácter patriarcal de estos mensajes continúa: La sangre menstrual debe esconderse porque cualquier mancha produce vergüenza y puede anuinar la vida. El mito central que expresa la subvaloración de la mujer continúa sin transformarse. La sangre de la mujer es vergonzosa y la conducta a seguir se liga a las múltiples nuevas fOlmas de dominación del cuerpo femenino, impuestas por la supuesta modernidad. Usar toallas higiénicas para seducir un hombre y mantenerse dentro de los cánones impuestos a la corporalidad femenina ser delgada, atractiva, rubia, de pelo largo y seductora. Como tan brillantemente 10 ha planteado Jean Baudrillard, el cuerpo ha sido resaltado por la publicidad, dándole una importancia central si se compara con la negación del mismo en la Edad Media. Los estereotipos de belleza femenina se constituyen en otra manera de esclavizarlas y producir un consumismo sin [m. Al mismo tiempo en la familia las jóvenes menstruantes reciben mensajes restrictivos de su sexualidad. La sangre menstlual continúa manifestando la entrada a una etapa vital que debe ser controlada por los efectos nefastos de un posible embarazo sin que medie el mauimonio. Las nuevas generaciones son objeto de un seguimiento minucioso; en las historias de vida se relatan como las madres observan temerosas la continuidad o no de la menstruación y cuando esta se interrumpe acuden al saber médico, cuestionando la intimidad de la niña ante el temor de un embarazo indeseado. Incluso en el caso de la región Caribe, el control de la sexualidad de la joven adquiere una fuerza especial. Los cambios en tomo a la menstruación corren parejos con fluctuaciones en la imagen del cuerpo femenino; ahora la mujer puede reconocer su cuerpo, desarrollar múltiples actividades cuando está o no mensu'uando, identificar las relaciones entre menstmación y fecundidad, evitar un embarazo indeseado y gozar su sexualidad sin tanto temor a gestar un nuevo ser. Sin embargo, la historia de la menstruación indica muy claramente que aún no se rompen imágenes en contra de la sangre menstrual como tenebrosa y portadora de sentimientos de vergüenza. Así mismo se continua con el irnaginatio mujer = madre, porque la menstruación sigue identificándose con la potencialidad de fecundar y por eso se controla a la niña. Hoy el reconocimiento de esa etapa del ciclo vital femenino está mediado por una interiOlización sobre una imagen femenina condicionada por los medios masivos de comunicación que somete a la mujer, controla su corporalidad hasta producir enfermedades como es el caso de la anorexia o la bulimia. Las niñas interlOlizando esa imagen de mujer bella, delgada y liberada no vuelven a comer hasta que se producen la muerte. lEN O T RAS PAlLA lB',RAS . Finalmente. estas breves retlexiones dan cuenta de la vigencia de la afirmación hecha por Simone de Beauvoir hace 50 años "la sangre menstrual sigue expresando laesenciade la feminidad". BIBLlOGRAFIA Beauvoir, Simone. El segundo sexo. Los hechos.v los mitos. Editorial Siglo XX Buenos Aires, 1987. Barreto, Juanita y Yolanda Puyana. Sentí que se lile desprendía el alma. Indepaz. Programa de Género. Mujer y Desarrollo de la Universidad Nacional. de Colombia. Bogotá, 1997. Baudrillard, Jean. Ellllás hem/Oso objeto del ('onSlIIIIO: el cuellw. 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