Ciclo de Conferencias Pasado, presente y futuro de la nobleza en España d Antonio Pau Pedrón “Las casas de la Nobleza en Madrid” Ú ltima de las conferencias del tercer ciclo, que bajo el título Pasado, “Presente y Futuro de la Nobleza en España”, realizó el Casino de Madrid en colaboración con la Real Asociación de Hidalgos de España”; a cargo de Antonio Pau Pedrón, Doctor en Derecho, Notario, Registrador de la Propiedad, Académico de Número y Vicesecretario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y un largo etc. Fue presentado por el coordinador del ciclo, Faustino Menéndez Pidal de Navascués. Ya con la primera frase, el conferenciante dejó claro el primer aspecto de la distribución de los nobles en la capital. En Madrid, “al contrario que en otras ciudades europeas, no había unos barrios nobles propiamente dichos. Los nobles vivían en la ciudad, codo con codo con los demás vecinos”, dijo. Y además, “sus casas no se distinguían, en la mayoría de las ocasiones, de las demás casas”. Pero este planteamiento “no obedece a la virtud, exactamente; mas bien a la necesidad”, que venía determinada por la cerca, pues una real orden de 1625 de Felipe IV, disponía que se levantara en torno a la ciudad una cerca que se mantendría durante dos siglos y medio y que comprimió el crecimiento y la expansión de la ciudad. Esta cerca era eso, pues no ejercía de muralla como tal. Había tramos que eran de tierra o de ladrillo pero ejercía una importante presión moral, y a nadie se le ocurría construir su vivienda fuera de sus límites. De hecho solo estaban Chamartín y Peñuelas y eran barrios marginales. Antonio Pau Pedrón diferenció cuatro etapas históricas y comentó que sólo Liria, Altamira, Villahermosa, Infantado, Medinaceli y Oñate, eran las casas que a mediados del siglo XIX podían recibir el nombre de palacio. En total seis. De ellas, dos ya no se conservan. La de Medinacelli se tiró en 1910 para construir el Hotel Palace y la de Oñate, en Villamediana, se destruyó por completo. También aludió a los documentos, “las fuentes de conocimiento”, que eran muy irregulares y “no siempre existían, de hecho hubo épocas de las que no hay ni un solo plano y otras como los años entre 1750 y 1770, dos décadas, con una imagen absolutamente nítida y rigurosa de cada una de las casas de Madrid”. Del siglo XVII sólo había un plano del portugués era Pedro Teixeira, visto desde el sur. En esa época las casas nobles se disponían en dos barrios distantes por la profundidad de la calle Segovia porque el viaducto no se realizó hasta mucho más tarde. No se llamaban palacios. Eran grandes casas nobiliarias y explicó donde estaban situadas cada una de ellas, de las prominentes familias de la época. En el siglo XVIII, pudo el ponente extenderse, por la abundancia de documentos. Con especial atención a la pormenorizada y detenida planimetría realizada con visitadores, alguaciles y medidores de la que se deduce que Madrid tenía 557 manzanas y 7553 casas. Hasta la llegada del Marqués de Pontejos, las calles no tuvieron nombre y fue él quien estableció este importante dato, así como la numeración desde la puerta del Sol. Las calles dejaron de llamarse nombres populares, —como el ahorcado— por el de personalidades y denominaciones más cultas. Aunque ahí están la calle del Codo, o de los Mancebos, para demostrar que el pueblo se resistió en muchos casos y se salió con la suya. En el XIX se ensancha Madrid, la ciudad amplía su perímetro e hicieron un foso que no llegó a terminarse. Se realizó un ensanche que casi duplicaba al original. El responsable fue Carlos María de Castro que asignó los barrios por clases sociales, y el ancho de las calles era una característica propia. Argüelles, Chamberí y Salamanca para la burguesía, la Castellana para la nobleza y Arganzuela para el proletariado. En el siglo XX se produjo una descolonización de la Castellana ya que los nuevos planes lo propiciaron. La consideran una vía rápida, que no invita al paseo y ya es menos compatible con una vida plácida. “En Madrid, al contrario que en otras ciudades europeas, no había unos barrios nobles propiamente dichos”. Palacio de Liria. 23