EL IMPARCIAL PENSANDO EN VOZ ALTA Cataluña, la integridad territorial 11-11-2012 La opción independentista seguramente no será satisfecha ni con la proclamación de España como estado federal, ni con el concierto económico. Son pasos que apuntalan el objetivo de los nacionalistas: la secesión. En este punto desde el gobierno de España debe de establecer un método de negociación y, en último término, una salida para las demandas nacionalistas. Quizás en el resto de España se haya producido un hartazgo del victimismo y del continuo chantaje catalán. De ahí las palabras de Artur Mas diciendo que “entre Cataluña y España hay un sentimiento de fatiga mutua”. Ya se oyen voces en España que dicen que se independicen y nos dejen en paz. El mensaje del catalanismo es reiterativo en la queja y la idea que España está quitando la riqueza de Cataluña. Es difícil entender lo números que apoyan esos argumentos —en sentido más preciso puede verse el Informe de FAES ’El mito fiscal. Razones para un debate’ , pero parece claro que tanto Madrid como Baleares contribuyen mucho más que Cataluña a los gastos de todo el Estado, aunque en realidad somos los ciudadanos y no los territorios los que contribuimos a las arcas públicas. No es difícil aventurar que una Cataluña independiente no será más próspera que una Cataluña dentro de España, por una simple razón; porque juntos podremos más. En todo este debate he escuchado a los independentistas decir que la voluntad de los catalanes, de los cientos de miles, de los millones de catalanes —no, no llegamos todavía a las decenas de millones de catalanes porque no hay tantos es la independencia. Que eso se arregla con un referéndum y punto. Se olvida que la convocatoria puede ser ilegal. Hace unos años existía en el Código Penal un delito de de convocatoria ilegal de un referéndum. A iniciativa del Gobierno de Rodríguez Zapatero ese tipo penal se derogó. Pero siguen existiendo preceptos en el Código Penal que condenan la sedición y la rebelión. Hay un par de cosas que sería bueno tener en cuenta. La primera que Cataluña nunca ha sido un estado independiente, ni siquiera un reino medieval y, por supuesto el pueblo catalán nunca fue soberano. Granada, Galicia, Aragón, por ejemplo, sí que lo fueron. La segunda es que Cataluña tiene sus instituciones y su marco jurídico gracias a la Constitución de 1978. Los catalanes el 6 de diciembre de 1978 votaron abrumadoramente a favor de la Constitución Española, exactamente dieron el “sí” 2.701.870 votantes, el 91,09% de los votos válidos. Porcentaje superior al de Madrid que sólo votó a favor del “sí” el 86,77%. En esta Constitución se encuentran las reglas esenciales del juego político, por eso el presidente de la Comunidad jura la Constitución española. Ahora parece que Mas quiere jugar en permanente fuera de juego y, lo malo es que no hace caso de las indicaciones del árbitro. Lo aconsejable es que fuera expulsado del terreno del juego. Así sería, si de verdad existiese en Cataluña una auténtica opinión pública libre, pero dudo mucho que eso ocurra en las próximas elecciones. La Constitución Española establece dos principios que debemos tener en cuenta: que la soberanía reside en el pueblo español (párrafo 2 del artículo 1), no en el catalán, ni en los pobladores del Valle de Arán…; y que “la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Española” (artículo 2). Ello se completa con la misión constitucional encomendada a las Fuerzas Armadas: de “garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional (artículo 8). Cualquier solución pasa por ahí. Es cierto que se puede producir una modificación constitucional, pero precisamente el Título Preliminar necesita la reforma Constitucional agravada del artículo 168: aprobación por 2/3 del Congreso y del Senado, disolución de Las Cortes, elecciones generales, nueva aprobación por 2/3 partes de ambas cámaras y referéndum. En todo este proceso político no podemos olvidar que hay gente que vive en Cataluña que se sienten catalanes y también españoles. Algunos pese a la presión mediática catalanista, hasta incluso se atreven a pedir la escolarización de sus hijos en castellano. Tampoco se puede olvidar el sentimiento catalanista independentista que se manifiesta por las calles de Barcelona con 200.000 o 1 millón de personas. ¿Es posible alguna solución? Quizás sí. Durante la Transición española creamos el llamado Estado de las Autonomías. Posiblemente ahora podamos dar solución a los problemas que plantea Cataluña y que no se solucionaron con el Estado de la Autonomías, aprendiendo de los errores cometidos. Entre estos errores se encuentra el hecho que no se fijó un techo de competencias de las autonomías, ni estableció la primacía de las normas estatales, o de la federación como ocurre en los estados federales. Artur Mas propone un estado asociado semejante a Puerto Rico, aunque de semejanza no haya nada, pues Puerto Rico se encuentra en un proceso de integración en los Estados Unidos de América y los independentistas catalanes quieren separarse de España. Son dos acciones que operan en sentidos opuestos. Unos que van, que suman y otros que se van, que restan. Además esa solución sólo satisface uno de los problemas: el ansia de independentismo, pero a costa de la integridad territorial de España y de los catalanes que se sienten españoles. El referéndum como mecanismo de decisión plantea el problema que ya hemos visto en Quebec: si los independentistas lo pierden, volverán a plantearlo años después. Si lo ganan ¿habrá vuelta atrás? Personalmente desconfío de este tipo de consulta pública, muy empleada por dictadores y que depende del tipo de pregunta, del estado anímico de las personas, de la propaganda y de la tendencia votar “sí”. Debemos evitar un referéndum que determine algo tan importante como la victoria de unos a costa de otros. El precedente de la escasa participación en el referéndum del último Estatuto de Autonomía de Cataluña, nos puede indicar que para una gran mayoría la política catalana no es motivo preferente de preocupación. Sí que les preocupa la situación económica, encontrar trabajo, estar cubiertos por una buena sanidad, conseguir que sus hijos reciban una buena educación. Cualquier solución debe de contemplar los tres hechos antes citados: la unidad de la Nación española que se traduce en su integridad territorial —salvo reforma constitucional que supone la consulta a todo el pueblo español , el deseo de una parte de la población catalana de dejar de ser españoles y el deseo de otra parte que quieren seguir siendo catalanes y españoles. De ello hablaremos en el siguiente artículo. Manuel Sánchez de Diego Dr. MANUEL SÁNCHEZ DE DIEGO FERNÁNDEZ DE LA RIVA. Abogado y Periodista. Miembro del Aula Política del CEU. Miembro de la Coalición Pro Acceso. Profesor Titular de Universidad de Derecho de la Información. Sección Dptal. de Derecho Constitucional. Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid. manuels@ccinf.ucm.es Todos los artículos de Manuel Sánchez de Diego PORTADA » OPINIÓN