ESCUELA DE POSTGRADO DOCTORADO EN DERECHO CURSO: EQUIPO DE INVESTIGACIÓN IV TEMA: Principios limitadores de las reformas penales en los tiempos de inseguridad Doctorandos: José Luis Azañero Cuya Manuel Balcázar Vásquez Ángela Magalli Báscones Gómez-Velásquez Gustavo Begglo Abraham Miriam Edith Camayo Yauri Raúl Caro Magni Clotilde Cavero Nalvarte María Jimena Cayo Rivera-Schreiber Roxana Frieda Del Águila Tuesta Flavia Fiorella Dondero Ugarriza Profesor director de la investigación: Dr. José Antonio Caro John Lima, diciembre de 2010 1 ÍNDICE § 1. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD I. Principio de legalidad 1. Antecedentes 2. Concepto 3. Elementos del principio de legalidad II. Principio de prohibición de analogía 1. Definición 2. Clasificación 3. La prohibición de la analogía III. Prohibición de retroactividad de la ley penal IV. Prohibición de retroactividad de la ley versus delitos de lesa humanidad § 2. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD: EL CONTENIDO DE LA CULPABILIDAD I. Ideas previas II. Teorías III. Definición IV. Ausencia de culpabilidad V. Críticas al principio de culpabilidad VI. Jurisprudencia § 3. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD: LA PROSCRIPCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA I. El principio de culpabilidad 1. Origen 2 2. 3. Noción Fundamentos II. La exigencia de dolo y culpa III. La proscripción de la responsabilidad objetiva § 4. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD: DERECHO PENAL DE HECHO VS. DERECHO PENAL DE AUTOR I. Noción II. Evolución: Franz von Liszt y el derecho penal del autor III. Tendencias del derecho penal del autor IV. El derecho penal de hecho 1. Teoría objetiva 2. Teoría subjetiva V. La reincidencia y habitualidad como manifestaciones del derecho penal del enemigo 1. El principio de lesividad y principio de proporcionalidad 2. Principio de ofensividad § 5. PRINCIPIO DE LESIVIDAD I. Contenido II. Delitos de peligro III. Análisis de tipos penales que constituyen delitos de peligro IV. El agente pone en peligro la seguridad nacional V. Jurisprudencia 3 § 6. PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD DE LA PENA I. Del principio de proporcionalidad desde el ámbito penal II. Descripción legal III. El principio de proporcionalidad desde el ámbito constitucional IV. Diferencias entre proporcionalidad penal y constitucional V. Criterios del principio de proporcionalidad VI. Contenido del principio de proporcionalidad VII. Problemática en torno a la desproporcionalidad en la aplicación de las penas 1. Estado de la cuestión 2. Puntos problemáticos 3. Principio de coercitivas. proporcionalidad en la aplicación de medidas VIII. Jurisprudencia § 7. EL PRINCIPIO DE HUMANIDAD I. Contenido II. Tratamiento constitucional del principio de humanidad III. La protección del principio de humanidad en los tratados y convenios internacionales IV. Aspectos más relevantes en los que el principio de encuentra afectado humanidad se 1. La pena de muerte 2. La pena de cadena 4 3. Pronunciamiento del tribunal constitucional sobre la cadena perpetua V. La aplicación de las penas privativas de libertad en el perú VI. La prohibición de otorgamiento de los beneficios penitenciarios VIII. Jurisprudencia § 8. EL PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA I. Planteamiento II. Concepto III. Antecedentes IV. Evolución V. Presunción de inocencia y culpabilidad VI. Alcances del principio de presunción de inocencia VII. La presunción de inocencia en la constitución política VIII. El estado jurídico de la inocencia en los tratados internacionales sobre los derechos humanos IX. Presunción de inocencia y medios de comunicación X. Presunción de inocencia y prisión preventiva XI. Presunción de inocencia y actividad probatoria XII. Un problema manifiesto: el lavado de activos XIII. Jurisprudencia § 9. PRINCIPIO DE DEFENSA I.- Introducción II.- El derecho de defensa 5 III.- El derecho de defensa en nuestro ordenamiento jurídico. IV.- El derecho de defensa en los tratados internacionales de derechos humanos V.- Garantías del derecho de defensa 1. Derecho del detenido a ser comunicado sobre la imputación 2. Derecho al tiempo y las facilidades necesarias para la defensa 3. Derecho a contar con un intérprete 4. La asistencia del imputado por un abogado defensor 5. El derecho a la autodefensa 6. Derecho a confrontar la evidencia presentada por la acusación 7. El derecho de no ser obligado o inducido a declarar contra sí mismo o a declararse culpable VI. Defensor público VII. Principales problemas del derecho de defensa 1. El derecho de defensa no se respeta, desde los inicios de la investigación 2. Gratuidad en el acceso a la justicia 3. Defensoría pública 4. Prejuicios que atentan contra el principio de la presunción de inocencia y por lo tanto con el derecho de defensa: los medios de comunicación VIII. Alcances del derecho de defensa en el tribunal constitucional IX. Supuestos amenazantes del derecho de defensa § 10. EL PRINCIPIO DE LA LEGITIMIDAD DE LA PRUEBA Y PROHIBICIÓN PROBATORIA I. Estado de la cuestión II. La regla de exclusión de la prueba ilícita III. La regla de exclusión del código procesal penal peruano de 2004 y su fundamento 6 IV. La regla de exclusión en la constitución política V. Prohibiciones de prueba VI. Teorías a la exclusión de la prueba ilícita 1. Fuente independiente 2. Descubrimiento inevitable 3. Buena fe 4. La ponderación de intereses en conflicto 5. Seguridad pública 6. Los testimonios dotados de voluntad autónoma VII. Jurisprudencia 7 PRESENTACIÓN Los principios del Derecho penal cumplen la función de limitar el poder punitivo del Estado para fortalecer y mantener vigente la esencia del Estado de Derecho. En virtud de los principios, la afectación de la libertad del ciudadano no queda expuesta a una suerte de arbitrariedad, sino ella queda sujeta a un sistema ordenado de conceptos sustraídos a la mera subjetividad e intereses diversos de quien ostenta el poder de decidir un caso concreto. Por ello los principios brindan legitimación a toda práctica estatal que implique la restricción de los derechos de la persona. A pesar que los principios sientan la base de control de toda limitación del poder estatal no debiendo siquiera imaginarse la posibilidad de su relativización, los tiempos recientes están demostrando que la absolutez de los principios vienen perdiendo esa fuerza frente al fenómeno de la inseguridad que genera determina forma de criminalidad. Ello está obligado a los Ordenamientos Jurídicos contemporáneos, entre ellos al nuestro, a introducir ciertas excepciones en torno a la aplicación de los principios. Es precisamente esta cuestión lo que se analiza en el presente trabajo de investigación, donde se analizan algunos principios claves del Derecho penal con la finalidad de penetrar en el contenido del principio y procurar delimitar en lo posible hasta dónde admitir alguna flexibilización en su configuración. Así, por ejemplo, se analizan los principios de legalidad, de culpabilidad con las garantías derivadas del mismo, el principio de lesividad, de proporcionalidad, de defensa, de legitimidad de prueba, entre otros. Si bien los tiempos de la inseguridad han conducido a relativizar la configuración de algunos principios, ello sólo ocurre de manera excepcional, incluso temporal. Esto es así porque la fuerza limitadora del poder estatal de los principios es irrenunciable, lo que pone de manifiesto que la idea de Estado de Derecho es para el servicio de la persona y no al revés. Agradecemos al Doctorado de la Universidad de San Martín de Porres, representada en la persona de su Director, Dr. Felipe Villavicencio Terreros, por el apoyo recibido para el desarrollo del presente trabajo de investigación. Asimismo, nuestra gratitud es para el Prof. Dr. José Antonio Caro John por su paciente dirección a lo largo de la ejecución de la investigación. Sirva este trabajo para tomar consciencia y tener siempre presente que los principios limitadores del poder punitivo posibilitan una convivencia democrática y más justa en sociedad. 8 § 1. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD VII. PRINCIPIO DE LEGALIDAD 4. ANTECEDENTES Su formulación en latín (nullum crimen, nulla poena sine lege) no data de muy antiguo, y en todo caso, su origen no está en el derecho romano. La significación y los límites del principio de legalidad son mejor comprendidos si se tiene en cuenta la menara como surge y evoluciona1. En la época de las monarquías el sistema judicial era absoluto, todo estaba en manos del Rey, quien delegaba su poder a uno de sus funcionarios y en los señores Feudales. Su sistema se caracterizó por una marcada irregularidad en el sistema jurisdiccional, por el desorden y la multiplicidad de leyes y por una gran arbitrariedad debido a los innumerables privilegios para castigar que gozaban los señores feudales y en particular, por el derecho del rey o por sus representantes para castigar sin observar procedimiento alguno. El soberano directo o indirectamente decidía y ordenaba ejecutar los castigos, el absolutismo imperaba. En esta época la legislación penal se había constituido bajo la influencia de una concepción que identificaba crimen con pecado, y que no distinguía muy bien las leyes penales de las reglas morales y como consecuencia de ello los crímenes de lesa majestad divina eran las más graves. Frente a éste poder absoluto y arbitrario del Rey surge a mediados del siglo XVIII un fuerte movimiento social inspirado y fomentado por filosofo, políticos, juristas y magistrados, cuyo objetivo era controlar de modo más estricto y constante la conducta ilegal de las personas y de limitar el poder punitivo del Estado. Con esta finalidad se considero indispensable dar a las disposiciones legales cierto grado de precisión, mediante la descripción de los delitos y la fijación de las penas. Se trato pues de una actitud política conducente a poner en marcha una nueva manera de ejercer el poder de castigar. La teoría del contrato social constituye el fundamento ideológico de este nuevo movimiento en la cual el ciudadano acepta todas las leyes de la sociedad, aun aquellas por las cuales se le puede sancionar. Quien viola el pacto se convierte en enemigo de la sociedad y participa, al mismo tiempo en el castigo que se le impone, el más pequeño delito lo ataca en su totalidad y, toda las sociedad, comprendido el infractor está presente en la más pequeña sanción. 1 HURTADO POZO, José, Manual de Derecho Penal Parte General I, 3ª ed., Editorial Grijley, 2005, Lima Perú, p. 50. 9 El castigo Penal es concebido aquí como una función general de todos los miembros de la sociedad. La teoría del contrato social es llamada corriente contractualita, siendo sus máximos representante Tomas Hobbes y Locke. Esta corriente sostenía que los hombres en un determinado momento eran libres, en ese estado de naturaleza no había normas, vivían un constante miedo, el hombre era malo por naturaleza y en algún momento estos señores deciden suscribir un contrato social, un ente, lo que Hobbes denomina el gran Leviatán (Estado), éste no se justifica por si mismo, todos los hombres renunciaban a sus derechos para darle al Estado. Locke, en cambio decía que en el estado de naturaleza, el hombre no es tan malo, no es un ser malo como señalaba Hobbes, es un ser bueno por naturaleza y a afectos de preservar ese estado de felicidad deciden suscribir un contrato social y crear el Estado, agrega que el hombre nunca renuncia a sus derechos, los antepone frente al Estado. Esta teoría señala que el Estado surge de un contrato social para garantizar el orden, la paz y la seguridad, el Estado no puede intervenir en las relaciones entre los particulares sino hay lesión al orden, la paz y la seguridad. Así Becaria sostenía que las principales consecuencias respecto a la justicia Penal son, por un lado, que sólo en las leyes penales se pueden establecer las conductas prohibidas y fijadas las penas que les corresponden y, por otro, que el único titular de éste poder es el legislador que representa a toda la sociedad constituida conforme al contrato social; sostenía también que ningún magistrado (que es parte del contrato social) puede con justicia decretar a su voluntad penas contra otro individuo de la misma sociedad, los jueces no pueden consiguientemente, ―aumentar la pena establecida por las leyes‖, ni siquiera ―bajo pretexto de celo o de bien público‖. El principio de Legalidad en su sentido actual, se derivó de un principio de la teoría ilustrada del contrato social y presuponía una organización política basada en la división de poderes, en la que la ley fue competencia exclusiva de los representantes del pueblo. El ciudadano sólo admite el paso del estado de naturaleza al estado civil en virtud de un pacto –contrato social- en el que asegura su participación y control de la vida política de la comunidad. Tal participación tiene lugar por medio del poder legislativo que representa al pueblo. Sólo de él puede emanar la ley, que constituye, pues, la expresión de la voluntad popular2. Su consagración legislativa se realizó en la época moderna, con la formación de los Estados, y especialmente con la constitución Norteamericana de 1776 (Virginia, Maryland) y con la declaración Francesa de los derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, pues expresamente señala su Art. 8 que ―la ley sólo puede establecer las penas estrictamente necesarias; nadie puede ser penado sino en virtud de una ley establecida y promulgada anteriormente al delito y 2 MIR PUIG, Santiago. 2005. p.115 4 ESER, Albin / BURKHARDT, Björn, Derecho Penal, Cuestiones Fundamentales de la Teoría del Delito sobre la base de casos de sentencias, Editorial Colex, Madrid, 1995, p. 59. 10 legalmente aplicada‖, aquí nace básicamente el principio de Legalidad constitucionalmente protegido. Los antecedentes anteriores como la Magna Charta Libertatum inglesa de Juan sin Tierra, de 1215 y la Constitutio Criminalis Carolina Germánica de 1532, no poseen el sentido moderno del principio de legalidad, el primero es básicamente una garantía procesal y no excluía a la costumbre y la segunda no prohibía la analogía contra el reo. Podemos concluir pues que a partir de la ideología liberal impulsada por la ilustración y consagrada políticamente a partir de la revolución francesa, se concibe al principio de legalidad como un límite del poder punitivo del Estado dotada del sentido de garantía para la libertad del ciudadano. 5. CONCEPTO El principio de legalidad o Primacía de la ley es un principio fundamental del Derecho público conforme al cual todo ejercicio del poder público debe estar sometido a la voluntad de la ley de su jurisdicción y no a la voluntad de las personas, de lo que depende la seguridad jurídica. Se podría decir que el principio de legalidad es la regla de oro del Derecho público y en tal carácter actúa como parámetro para decir que un Estado es un Estado de Derecho, pues en él el poder tiene su fundamento y límite en las normas jurídicas. En íntima conexión con este principio, la institución de la reserva de Ley obliga a regular la materia concreta con normas que posean rango de Ley, particularmente aquellas materias que tienen que ver la intervención del poder público en la esfera de derechos del individuo. Por lo tanto, son materias vedadas al reglamento y a la normativa emanada por el Poder Ejecutivo. La reserva de ley, al resguardar la afectación de derechos al Poder legislativo, refleja la doctrina liberal de la separación de poderes. La excepción es cuando el Parlamento concede al Ejecutivo facultades para legislar sobre determinada materia. Esta relación entre el principio de legalidad y el de reserva de la ley esta generalmente establecida en una democracia en el llamado ordenamiento jurídico y recibe un tratamiento dogmático especial en el Derecho constitucional, el Derecho administrativo, el Derecho tributario y el Derecho penal. En el derecho penal rige respecto de los delitos y las penas, postura originariamente defendida por Cesare Beccaria. Paul Johann Anselm von Feuerbach estableció este principio en materia de derecho penal basándose en la máxima nullum crimen, nulla poena sine praevia lege, es decir, para que una conducta sea calificada como delito debe ser descrita de tal manera con anterioridad a la realización de esa conducta, y el castigo impuesto debe estar especificado también de manera previa por la ley. La legalidad penal es entonces un límite a la potestad punitiva del Estado, en el sentido que sólo pueden castigarse las conductas expresamente descritas como delitos en una ley anterior a la comisión del delito. 11 6. ELEMENTOS DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD Los elementos que integran el principio de legalidad pueden entenderse al texto literal y a su significado material: a. La legalidad en sentido formal: implica, en primer término, la reserva absoluta y sustancial de ley, es decir, en materia penal solo se puede regular mediante una ley los delitos y las penas, no se pueden dejar a otras disposiciones normativas esta regulación, ni por la costumbre, ni por el poder ejecutivo ni por el poder judicial pueden crearse normas penales tan solo por el poder legislativo y por medio de leyes que han de ser Orgánicas (según doctrina interpretativa del art. 81 CE) en los casos en que se desarrollen Derechos Fundamentales y libertades públicas. b. La legalidad en sentido material: implica una serie de exigencias, que son: Taxatividad de la ley: las leyes han de ser precisas, ésta exigencia comporta 4 consecuencias: La prohibición de la retroactividad de las leyes penales, como regla general las normas penales son irretroactivas, excepto cuando sea más favorable para el reo. La prohibición de que el Ejecutivo/Administración dicte normas penales. La prohibición de la analogía en materia penal (generar razonamientos y conductas basándose en la existencia de semejanza con otra situación parecida) La prohibición de creación judicial de normas penales. La prohibición de que la materia penal se regule por normas consuetudinarias (no son fuentes del Derecho Penal). En el sistema penal peruano, el principio de legalidad, de acuerdo al código penal en su artículo II del Título Preliminar establece que "Nadie será sancionado por un acto no previsto como delito o falta por la ley vigente al momento de su comisión, ni sometido a pena o medida de seguridad que no se encuentren establecidos en ella". Asimismo, conforme a la Constitución Política del Perú de 1993, en su artículo 2, Inciso 24.d prescribe que "Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley; de manera expresa e inequívoca, como infracción punible, ni sancionado con pena no prevista en la ley". La única fuente formal del derecho penal es la ley y sólo ésta puede crear los delitos y sus penas. Sin embargo, "no se crea que la ley dentro de nuestro sistema jurídico es la única fuente de derecho; muy por el contrario, con ella conviven la jurisprudencia (de acuerdo a la ley orgánica del poder judicial, las Salas Supremas deben publicar sus fallos), la costumbre, los principios generales del derecho (la constitución establece que no se debe dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley) y la misma doctrina. Lo que sucede es que la ley prevalece sobre ellas en jerarquía e importancia, vinculando 12 directamente las decisiones de los jueces y de los tribunales judiciales y administrativos. En nuestro sistema jurídico el imperio de la ley es mucho mayor que las demás fuentes del Derecho, pero no por ello es la única fuente". VIII. PRINCIPIO DE PROHIBICIÓN DE ANALOGÍA 4. DEFINICIÓN Analogía es una palabra que deriva del griego ana logon cuyo significado literal es semejanza, proporción. La analogía es la semejanza en los elementos esenciales de dos [o más] hechos o cosas que permiten a una decisión jurídica imponer la misma consecuencia. La analogía no supone identidad o igualdad plena, sino simplemente semejanza en los elementos esenciales; de allí que se hable de igualdad parcial o situaciones parcialmente iguales. Es el traslado de una regla, dada en la ley para el supuesto de hecho [A], o para varios supuestos de hechos similares, a otro supuesto de hecho [B], no regulado en la ley, ―similar‖ a aquél. Asimismo, se apunta que la analogía significa ―la comprobación de una igualdad normativa entre dos casos que no son completamente iguales, pero que lo son en grado suficiente para que el régimen jurídico de uno deba ser igualmente al del otro‖. Ella es muy útil y fecunda en el desarrollo del pensamiento tópico que partiendo de la solución del caso conocido se dirige a la solución de supuestos semejantes. Antes que un principio se haga consciente, es captado intuitivamente en la ―semejanza‖. Ella se dirige a obtener un determinado resultado y su esencia es más valorativa que lógico – sistemática. La analogía no crea un derecho nuevo, descubre uno ya existente, integra una norma establecida para un caso previsto por el legislador a otro patentado por la vida social. Asimismo, no presupone la falta absoluta de una norma, sino la no previsión por la misma de un supuesto determinado. Siguiendo en la evolución de la analogía en el derecho al profesor Hirsch, podemos recordar que los antiguos Derechos penales tradicionales chino y coreano, admitían la aplicación de la analogía, pero con una particularidad ya que ―para las ideas de entonces existían delitos y penas jurídicamente configurados, no sólo con el objetivo de la prevención general, sino también, y sobre todo, para la evitación de la aplicación arbitraria de la ley por los funcionarios. Por eso, la analogía sólo se admitía en los casos en que el ámbito de lo que la ley regulaba faltasen disposiciones concretas, y se castigaría a quien, intencionadamente o por error, se sirviera de la analogía de manera fraudulenta‖. Para Esser y Burkhardt, la analogía es un “método de complementación jurídica por parte del juez para llenar el contenido de lagunas legales, no planeadas.3 . Mientras que para Zanotti, “el argumento ( o procedimiento) analógico viene de manera comúne definido como aquel procedimiento interpretativo-creativo mediante el cual se disciplina un episodio de vida que no está expresamente regulado en la ley por el trámite de una norma detectada por ser casi símil 3 ESER, Albin; BURKHARDT, Björn; Derecho Penal, cuestiones fundamentales de la Teoría del Delito sobre la base de casos de sentencias, Editorial Colex, Madrid, 1995, p. 59. 13 (analogía legis) o bien recurriendo a los principios generales del ordenamiento jurídico (analogía juris) 4. Pero en el derecho penal, el llenado de las lagunas se complica, ya que por aplicación de los principios de legalidad y reserva, el requisito de la lex stricta, trae aparejada una de las consecuencias fundamentales, la prohibición de la analogía. Para Marco Zanotti, es el natural corolario del principio de la taxatividad de los tipos penales5. El profesor alemán Jakobs, cree que es errónea la denominación que antes utilizamos y entiende que es más correcto hablar de prohibición de generalización, que esta dirigida al aplicador de la ley y consiste en que éste “no puede nunca aumentar el nivel de generalización de los elementos positivos del tipo delictivo, es decir, llegar a ser más general, ampliando así el ámbito de aplicación.”6 Es importante esta postura relacionada con el principio de legalidad o sujeción a la ley como lo llama el profesor alemán, pues no excluye la analogía sino la creación de nuevos tipos delictivos o ampliar el ámbito de aplicación de los ya existentes, conducta que violaría el mencionado principio constitucional. La mayor exigencia para una garantía de determinación como es el principio de legalidad, se da con la formulación correcta y acotada del tipo legal, a fin de asegurar que en ningún caso los límites de la punibilidad sean alterados en contra del autor del injusto. 5. CLASIFICACIÓN Se suelen ensayar distintas clasificaciones de la analogía, entre ellas: Analogía legis, se parte de una o más disposiciones legales. Analogía juris, se toma el ordenamiento jurídico en su totalidad y primordialmente sus principios fundamentales. Analogía individual , de acuerdo a la ratio legis applicandae, se trata de la aplicación de un caso regulado a uno no regulado, tomando una sola norma legal, por lo que es aplicable sólo a la analogía legis. Analogía global, surge de un concepto jurídico extraído de varios tipos penales, puede aplicarse a la analogía legis o juris. Analogía in malam partem, es decir en perjuicio del imputado, no se admite bajo ningún punto de vista por la expresa aplicación de los principios de legalidad y de reserva. Analogía in bonam partem, es la extensión de diversas disposiciones en beneficio del imputado, se discute actualmente su viabilidad, sobre todo sí su 4 ZANOTTI, Marco, Principio di determinatezza e tassatività, en Introduzione al sistema penale, Vol. I, Seconda Edizione, G. Giamppichelli Editore, Torino, 2000, p. 152. 5 ZANOTTI, Marco, Principio di determinatezza e tassatività, op. cit., p. 152. 6 JAKOBS, Günther, Derecho Penal parte general, Marcial Pons, Madrid 1995, p. 100. 14 aplicación afecta a un tercero. Por ejemplo si una persona opone resistencia al ejercicio por parte de otra de una conducta que no esta contemplada dentro de las causas de justificación, pero por una interpretación analógica in bonam partem, el tribunal extiende el tipo permisivo, la resistencia de esa persona que hubiera sido legal antes de esa interpretación, dejaría de serlo. Distinta es la postura si se tratara de un caso de condiciones de operatividad de la ley penal o excusas absolutorias, ya que aquí no se perjudica a ningún tercero, simplemente por una conveniencia de política criminal no se le aplicará pena al autor del injusto. La evolución del tratamiento de esta problemática, pasa por no considerar normas penales a “las disposiciones que prevén una circunstancia discriminadora o atenuante, una causa de exención de pena, o una causa de extinción del delito o de la pena” 6. LA PROHIBICIÓN DE LA ANALOGÍA Es la garantía exigida al juez penal. Es decir, ésta garantía es exigible en la administración de justicia penal. Para Mantovani "la analogía puede ser entendida como el proceso por el cual son resueltas los casos no previstos por la ley, extendiéndose a ellos las disposiciones previstas para casos semejantes (analogía legis) o están deducidas de los principios generales del derecho (analogía jurís). En la constitución Política del Perú en su artículo 139.9 establece la inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan derechos. Por su parte, el Código Penal en el articulo III del Titulo Preliminar prescribe que: No es permitido la analogía para calificar el hecho como delito o falta, definir un estado de peligrosidad o determinar la pena o medida de seguridad que les corresponda". En ese contexto, por la prohibición de la analogía se entiende que: a. se restringe la analogía para calificar el hecho como delito o falta; b. por la analogía se prohíbe definir un estado de peligrosidad y; c. se prohíbe determinar la pena o una medida de seguridad. En el primer supuesto se prohíbe calificar un hecho como delito o falta al no encontrarse previsto en la ley, ya sea porque la supuesta figura delictiva nunca ha existido, porque se encuentra derogada o porque no se encuentra recogida por el tenor de la ley (sentido literal posible). Lo que se prohíbe es que sobre la base de un supuesto de hecho sólo inmoral, o que no se encuentra previsto dentro de la norma, se imponga una pena o medida de seguridad. En el segundo caso, se prohíbe aplicar la analogía para homologar un estado peligroso determinado como presupuesto para la imposición de una medida de seguridad o para instaurar otra medida jurídica. En el tercer supuesto, la ley prohíbe aplicar una pena o medida de seguridad por analogía en base a la gravedad del hecho, si éstas no se encuentran reguladas en la ley o no son las que el respectivo delito contiene o tiene previstas". 15 IX. PROHIBICIÓN DE RETROACTIVIDAD DE LA LEY PENAL (A propósito de la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad) NULLUM CRIMEN, NULLA POENA SINE LEGE PREVIA Este Principio es conocido como la prohibición de la retroactividad de la Ley penal, el cual busca fortalecer la Seguridad Jurídica, y exige que el ciudadano conozca, en la actualidad, qué conducta está prohibida y cuál es la pena que se aplica al infractor. En consecuencia está prohibida promulgar leyes penales con efectos retroactivos, esto limita la libertad decisoria del legislador, ―significa que una acción impune al tiempo de su comisión no puede ser considerada más tarde como punible, al igual que se excluye la posterior agravación penal. La prohibición de la retroactividad se aplica, además a otros empeoramientos posteriores de la situación jurídica del delincuente‖7. Esta prohibición tiene rango constitucional, está regulado en el Art.103 de la Constitución, en la cual dispone expresamente ―…la ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencia de las relaciones y situaciones jurídicas existentes y no tienen fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal cuando favorece al reo…‖; también está reconocida en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su Art. 15 y en la Comisión Americana de Derechos Humanos en su Art. 09. De la norma enunciada podemos afirmar que no solo está regulado la prohibición de legislar y de aplicar la norma retroactivamente sino que está permitido aplicarla retroactivamente cuando favorece al reo, es decir se permite en Bonan Parte y se prohíbe en Malam Partem, en consecuencia el principio de la retroactividad de la ley penal no es un principio absoluto. Asimismo la prohibición de la irretroactividad no sólo está dirigida al legislador sino también al Magistrado que aplica la Ley. A nivel de la criminalización primaria se busca evitar que se introduzcan nuevos delitos o figuras agravantes con posterioridad al hecho ocurrido y a nivel de la criminalización secundaria, evitar que los operadores jurídicos aplique una ley de manera retroactiva salvo que favorezca al reo. ―con la exigencia de una lege Praevia se expresa la prohibición de la retroactividad de las leyes que castigan nuevos delitos o gravan su punición: es preciso que el sujeto pueda saber en el momento en que actúa si va incurrir en algún delito o en alguna nueva pena. Este aspecto del principio de legalidad, afecta a su sentido de protección de la seguridad jurídica. No está prohibida, en cambio, la retroactividad de las leyes penales más favorables, que viene a suprimir algún delito o atenuar su pena.‖8 Este principio tiene diversos alcances: 1. No se puede sancionar con una Ley de manera retroactiva, 2. No se puede sancionar retroactivamente con una pena más grave, (pena privativa de libertad en lugar de multa), 7 8 HANS-HEINRICH JESCHECK, Tratado de Derecho Penal Parte General, 4ª ed. p. 123. MIR PUIG, Santiago, Op Cit, p. 116. 16 3. No se puede gravar la pena de manera retroactiva (aumentarla de cinco a diez años por ejemplo). En este sentido también podemos afirmar que la aplicación retroactiva de la Ley penal favorable viene a ser también una garantía no sólo procesal (su inobservancia viola el debido proceso), sino también constitucional. Por ejemplo, actualmente está penalizado tener relaciones sexuales -pese a que exista consentimiento entre ambas partes-, con menores de dieciocho años, pero si posteriormente se promulgara la ley que lo despenaliza o se reduce el marco de punición a los menores de catorce años, el Magistrado estará obligado a aplicar la nueva ley porque favorece al reo, tendría que extinguir la acción penal y todos sus efectos, conforme lo dispone el Art. 07 del CP. La aplicación retroactiva no infringe la seguridad jurídica, ni el principio de legalidad, así lo sostuvo Mir Puig al señalar que ―la retroactividad de la ley penal más favorable para el reo no infringe el sentido limitador de la potestad punitiva que corresponde al principio de legalidad. El sujeto podría contar, cuando actuó, con una determinada pena y, sin embargo, la aplicación retroactiva de la ley posterior le deja sin castigo o le disminuye la pena. De ahí que esta clase de retroactividad favorable no se oponga al significado liberal del principio de legalidad, siendo así resultaría inadmisible seguir aplicando la ley anterior más desfavorable para el reo cuando, ya derogada a dejado de considerarse necesaria para la protección de la sociedad‖. 9 La ley penal benigna es toda Ley penal que favorece al reo y que el magistrado está obligado a aplicarla retroactivamente, así lo dispone taxativamente la norma sustantiva en el Art. 6 segundo párrafo, el cual consagra el principio de retroactividad benigna de la Ley penal. Esta puede serlo de dos formas: Cualitativamente, cuando la ley penal es más benigna respecto a los elementos que conformen el tipo (objetivo o subjetivo) o Cuantitativamente, cuando la ley penal es más benigna respecto a la pena. Se determina que la nueva Ley es más benigna cuando favorece al reo en su forma cualitativa o cuantitativa, pero el problema surge en su aplicación al caso concreto por los operadores jurídicos y sobre todo, no cuando el sujeto está sometido a un proceso en la cual se determinará o no su responsabilidad, sino cuando tiene sentencia firme con calidad de cosa juzgada. En este caso se tiene que aplicar no sólo la Ley favorable sino también el criterio de ponderación para poder bajar o sustituir la pena. El grado de reducción de la pena lo ha determinado la Sala Penal de la Corte Suprema al dictar la sentencia vinculante con carácter de precedente, pero ya antes la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema ha emitido diversas resoluciones con esta misma tendencia referido a sustitución de penas, como las: ―que conforme tiene establecido ésta suprema sala la aplicación del articulo 6 del Código Penal, tiene como criterios directivos el respeto absoluto a los hechos declarados probados en la sentencia originaria y la incorporación en sus propios términos de los factores referidos a la determinación judicial de la pena consagrados en el fallo firme, que, por consiguiente, que en la sentencia inicial 9 MIR PUIG, Santiago, Op Cit, p. 116. 17 se impuso una pena por debajo del mínimo legal necesariamente la pena productos de la sustitución debe serlo por debajo del nuevo mínimo legal; que, empero, la pena concreta sustituida debe ser producto, no de simples criterios matemáticos cual si se estaría ante un sistema de penas tasadas sino de una adecuada ponderación del conjunto de factores presente en el caso, entre los que se encuentra el monto de reducción de la pena por debajo del mínimo legal que se hizo valer. Que, en el presente caso, el tribunal de instancia disminuyó la pena privativa de libertad de veinte años a doce años, sustitución que a importado una reducción muy importante de la pena- ocho años- pese a la forma y circunstancia de la omisión de los hechos- cantidad de droga incautada y número de participantes en el hecho-, a la entidad del injusto y a la culpabilidad por el hecho perpetrado, lo que no permite una disminución aun mayor como pretende el recurrente‖.23 O la emitida en el Expediente 3244-05, en la cual se pronuncia sobre el criterio para adecuación del tipo y de la pena al señalar ―Que según se advierte de la sentencia del siete de noviembre de mil novecientos noventa y seis, el imputado fue intervenido por la policía en posición de un maletín conteniendo cinco kilos con quinientos gramos de pasta básica de cocaína, para los cual –transporte de la misma- utilizó al menor Oscar; que la ley numero veintiséis mil doscientos veintitrés, del veintiuno de agosto de mil novecientos noventa y tres, estipuló como agravante del trafico de drogas, cuando ― el agente se vale o utiliza para la comisión del delito menores de edad…‖; que, sin embargo, la ley numero veintiocho mil dos, del diecisiete de junio de dos mil tres, limitó esa agravante a la venta de droga a menores de edad o a la utilización de menores para la venta droga; que, en consecuencia, la intervención de un menor en un transporte de drogas , con la nueva ley, no está incursa en esa agravante, limitada exclusiva a la venta de la misma; que, en tal virtud, es de adecuar la tipificación del hecho punible perpetrado por el sentenciado al tipo básico del artículo doscientos noventa y seis del Código penal, y, como tal, imponer la penalidad que corresponde, a cuyo efecto debe tomarse en cuenta la forma y circunstancias de la comisión delictiva, la entidad del injusto, la intervención de un menor en el transporte de la droga incautada y la culpabilidad por el hecho.‖10. X. PROHIBICIÓN DE RETROACTIVIDAD DE LA LEY VERSUS DELITOS DE LESA HUMANIDAD Como ya hemos señalado, la prohibición de retroactividad de la ley se haya contenida en el Artículo 103º de la Norma Constitucional; mas habría que preguntarse si esa regla es absoluta, o si por el contrario es ponderable frente a delitos de lesa humanidad, que contiene principios de jus cogens. De acuerdo al Derecho Penal Internacional, el crimen contra la humanidad o crimen de lesa humanidad consiste en los actos como asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, encarcelación, tortura, violación, prostitución forzada, esterilización forzada, persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos u otros definidos expresamente, desaparición forzada, secuestro o cualesquiera actos inhumanos que causen graves sufrimientos o atenten contra la salud mental o física de quien los sufre, 10 MIR PUIG, Santiago, Op Cit p. 194. 18 siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque. Estos principios están contenidos en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional; siendo que uno de los casos de este tipo de delito es el genocidio. El delito de genocidio se ha definido como la acción del gobierno o de un poder fáctico que provoca la muerte o eliminación de un grupo identificado de individuos, por razones étnicas, ideológicas, religiosas, raciales o, incluso, políticas. 1. La Convención sobre imprescriptibilidad de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad de las Naciones Unidas La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre imprescriptibilidad de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, de 26 de noviembre de 1968, en el contexto en que se debatía en Europa la cuestión de la posible prescripción de los crímenes cometidos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En el Preámbulo del citado instrumento, se recuerdan las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que confirman los principios de derecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg y por la sentencia de este Tribunal. Sobre este punto hay que precisar que el Perú se adhiere a este tratado, mas declarando que su vigencia es desde su entrada en vigor, y no para hechos sucedidos con anterioridad al tratado. Con fecha 11 de junio de 2003, el Congreso de la República aprobó la Resolución Legislativa N° 27998 por la cual el Estado peruano adhiere a la referida Convención, pero con el texto de la siguiente declaración: De conformidad con el Artículo 103° de su Constitución Política, el Estado Peruano se adhiere a la Convención sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 26 de noviembre de 1968, para los crímenes que consagra la convención, cometidos con posterioridad a su entrada en vigor para el Perú”. Ello constituye un contrasentido, ya que la Convención señala la imprescriptibilidad con indiferencia de la fecha en que haya ocurrido el hecho perseguible; esta circunstancia implica que el Estado peruano, a través de esta ―declaración‖, contraviene el sentido y el espíritu del primer artículo de la precitada Convención, que determina de manera clara y expresa que los crímenes que persigue son imprescriptibles ―cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido‖. La cláusula agregada por el Congreso y promulgada por el Presidente de la República (diario oficial El Peruano, 12 de junio de 2003, Suplemento Normas legales, págs. 245818 a 245820) concede vigencia a la Convención sólo a partir de su entrada en vigor para el Perú, dejando sin aplicación a la Convención a los hechos producidos anteriormente a ese período que sería a partir del 9 de noviembre de 2003, en tanto que el depósito del instrumento se produjo el 11 de agosto de este año. 19 Encuentra sentido entonces la ligazón de la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad absoluta y el derecho a la prescripción de los delitos, con el argumento de que resulta desproporcionado someter a una persona a una persecución indefinida; teniendo que dilucidar por obligación en este extremo el concurso propuesto entre el derecho a la prohibición de retroactividad de la ley y la persecución de los delitos de lesa humanidad, si en ambos casos se salvaguarda un DERECHO HUMANO, o si por el contrario el derecho a la prescripción es más bien un derecho procesal de menor rango, que debe sucumbir frente a la obligación de perseguir y sancionar los delitos perpetrados en contra de la humanidad. Los delitos de lesa humanidad no se pueden entender como una conducta que daña únicamente a los nacionales de un determinado territorio, sino que en sus efectos se extiende fuera de las fronteras del país donde sucedió el hecho. Si bien la estructura del delito en el ámbito espacial sigue siendo un territorio determinado, el factor que transforma el delito nacional en internacional es justamente el efecto. Los delitos de lesa humanidad presentan los siguientes rasgos: Como crimen internacional, la naturaleza del crimen contra la humanidad y las condiciones de su responsabilidad son establecidas por el derecho internacional con independencia de la que pueda establecerse en el derecho interno de los Estados. Esto significa que el hecho de que el derecho interno del Estado no imponga pena alguna por un acto que constituye un crimen de lesa humanidad, no exime de responsabilidad en derecho internacional a quien lo haya cometido. Estos crímenes no son amnistiables. Los crímenes contra la humanidad están sujetos al principio de jurisdicción penal universal. La desaparición forzada se considerará incluida entre los delitos que dan lugar a extradición en todo tratado de extradición celebrado entre Estados partes. El principio de acuerdo con el cual los Estados contemporáneos están decididos a perseguir por todos los medios los delitos de lesa humanidad. Delito permanente en el tiempo, hecho se renueva constantemente desde el momento de la acción. El juzgamiento del delito se lleva en el fuero común, no se lleva a cabo en el fuero militar, sean militares y civiles. 2. La excepción a la irretroactividad en Delitos de lesa humanidad concordante al principio de legalidad Esta excepción se entiende por el propósito de impedir la impunidad de delitos perpetrados contra el género humano en su conjunto, por ser actos reconocidos como criminales por los principios generales del derecho internacional, aún cuando estos actos no estaban tipificados como tales al momento de su comisión por el derecho nacional (tipificado ex post facto). Los que como en el caso del ex-Ministro de Defensa Rafael Rey, sostienen que le persecución de estos delitos no pueden soslayar el 20 Principio de Legalidad y la prohibición de retroactividad contenida en la normativa constitucional y penal, acusan una ignorancia supina del sentido de las normas de ius cogens y que en el caso concreto incluso sí existe norma previa. Debe tenerse en consideración que: En la Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas 96(I), del 11 de diciembre de 1946, se reconoció que el genocidio es un crimen de derecho internacional, que los Estados civilizados condenan. La prohibición de genocidio, así, forma parte de los principios generales de derecho internacional, como norma de jus cogens, y por ende, existe como derecho vinculante desde antes de la Convención sobre imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad. En el caso del delito de la desaparición forzada, se trata de un delito pluriofensivo, que afecta el núcleo duro de los derechos humanos. Asimismo, la desaparición forzada debe ser considerada como una forma de trato cruel, inhumano y degradante puesto que generalmente entraña también la violación a la integridad personal por la angustia o temor extremos que produce en la víctima privada de su libertad así como en su familia y comunidad. Por consiguiente, su práctica está prohibida por atacar las bases de humanidad que sustentan el orden jurídico y es una norma de derecho internacional consuetudinario. Si se practica en forma general y sistemática, como ha concluido la CVR para el caso peruano, es un delito de lesa humanidad, y como tal constituye un delito internacional. No son imprescriptibles per se, salvo cuando estos actos son cometidos dentro de una práctica a gran escala o sistemática, pues en ese evento, se invierten jurídicamente en otra entidad a saber un crimen de lesa humanidad. Si al momento de la acción no se encontraba regulado el tipo penal ya sea de manera interna o supranacional, ya era considerado delito por el derecho internacional, sea convencional o consuetudinario. La Convención sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes de Lesa Humanidad sólo afirma la imprescriptibilidad, lo que importa el reconocimiento de una norma ya vigente (ius cogens) en función del derecho internacional público de origen consuetudinario. De esta manera, no se fuerza la prohibición de irretroactividad de la ley penal, sino que se reafirma un principio instalado por la costumbre internacional, que ya tenía vigencia al tiempo de comisión de los hechos. 21 § 2. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD: EL CONTENIDO DE LA CULPABILIDAD I. IDEAS PREVIAS El artículo VII del Título Preliminar del Código Penal, está consagrado a la Responsabilidad Penal, norma en la cual se establece que la pena requiere de la responsabilidad penal del autor, quedando proscrita toda forma de responsabilidad objetiva. La responsabilidad objetiva no requiere para su conceptualización de la actividad o conducta del sujeto, de su culpabilidad o intencionalidad; en ella se atiende única y exclusivamente al daño producido: basta éste para que su autor sea responsable, cualquiera que haya sido su conducta, haya o no culpa o dolo de su parte. Es por ello que en el principio de culpabilidad es importante destacar, que al Estado no le es suficiente culpar a una persona por la comisión de un delito sin mayor criterio que su propia discrecionalidad, porque perdería legitimidad ante la sociedad y ante el infractor mismo. De allí que sea necesario determinar bajo qué presupuestos y condiciones, tanto fácticas como jurídicas, un delito puede atribuirse como obra a un autor, ya que el principio de culpabilidad limita y restringe las formas de imputación respecto a cómo se puede hacer a un determinado autor o participe responsable de un ilícito cometido. Este principio en realidad entraña un imperativo o una necesidad, pues solo así se justifica que una conducta quede inmersa en los dominios del Derecho Penal. II. TEORIAS 1. Teoría Psicológica En las denominadas teorías psicológicas, en las cuales se conciben a la culpabilidad como una relación de causalidad psíquica, el dolo y la culpa se ven como las dos formas posibles de esta conexión psíquica entre el autor y su hecho. Para ésta concepción la culpabilidad es la relación psicológica del autor, con su hecho, su posición psicológica frente a él. En la teoría psicológica, la culpabilidad abarca el estudio del dolo, de la culpa y la preterintención, como las tres formas de vinculación que acepta la ley entre el autor y el hecho ilícito para que sea responsable jurídicamente de éste, tal es así, que la declaración de culpabilidad, (a diferencia de la imputabilidad, que es una condición o capacidad personal, que se advierte de la observación individualizada del sujeto activo del delito), requiere de la capacidad de ser 22 culpable, para ser vinculado por el ejercicio de un hecho típicamente antijurídico. 2. Teoría Normativa Asimismo, existen otras teorías como la normativa, en virtud de la cual se entiende a la culpabilidad como un juicio de reproche por la realización del hecho antijurídico cuando era exigible obrar conforme a derecho, reconociéndose también al dolo y la culpa en la culpabilidad como elementos necesarios para su configuración. En estas teorías normativas, el punto de partida es la concepción final de acción, la cual es magníficamente desarrollada por Hans Welzel, quien señala que la acción humana es ejercicio de actividad final (…) el carácter final de la acción se basa en que el hombre, gracias a su saber causal, puede prever, dentro de ciertos límites, las consecuencias posibles de su actividad, ponerse, por tanto, fines diversos y dirigir su actividad, conforme a su plan, a la consecución de estos fines; siendo que la culpabilidad es reprochabilidad de la configuración de la voluntad. Esta teoría ampara dos postulados del enfoque de la culpabilidad, los cuales se manifiestan a través de las siguientes fórmulas: a. El tema de la culpabilidad no se agota con los elementos psicológicos de dolo y la culpa. b. La culpabilidad es un juicio formulado sobre una situación de hecho, generalmente psicológica, consecuencia de la cual es reprochable. De lo antes dicho, es importante destacar que el dolo y la culpa no son formas de culpabilidad, sino elementos que sirven de base del juicio de reproche, ya que las circunstancias bajo las cuales actúa el autor, encierran un comportamiento prohibido, pudiendo imputarle determinado hecho, solamente si se le puede formular un reproche por haberlo realizado. III. DEFINICIONES Para el profesor Roxin la figura culpabilidad es una valoración desde el punto de vista del hacer responsable al sujeto, la cual está revestida de los siguientes criterios: 1. Culpabilidad, ya que el sujeto que actúa realizando un injusto jurídico – penal, 2. La posibilidad de conocimiento de la antijuricidad y la normalidad de la situación en la que se actúa, puesto que falta en el caso de determinadas formas de peligro . El maestro Günther Jakobs sostiene que la culpabilidad, es un concepto que rinde un fruto de regulación, conforme a determinados principios (de acuerdo 23 con los requisitos del fin de la pena), para una sociedad de estructura determinada. Ahora bien, es importante indicar que el principio de culpabilidad en la moderna concepción del Derecho Penal, es el precepto más importante de los que emanan de modo directo un Estado de Derecho, porque su violación implica el desconocimiento de la esencia del concepto de persona, y más aún su vigencia permite que una persona sólo sea responsable por los actos que podía y debía evitar e impide que pueda responder por todas las consecuencias que se deriven de su acción. Este principio, representa un límite mínimo que el Estado debe respetar si se pretende legitimar su intervención y la aplicación del instrumento estatal más poderoso como lo es su facultad de imponer penas. El Fundamento del Principio de Culpabilidad, no es otro mas que la dignidad de la persona humana, cuyo respeto impide que un hombre sea tratado como medio o instrumento para alcanzar otros fines distintos a los planteados por el Estado, puesto que no puede existir pena sin culpabilidad y no puede existir una pena que exceda la medida de la culpabilidad. Su función es político criminal y, a la vez, cumple una función dogmática imprescindible en el Derecho penal contemporáneo, puesto que permite al Estado optar por un determinado tipo de configuración del Derecho Penal, y permite fundamentar la responsabilidad penal y la tarea de fijar los límites en la fase de la medición de la pena. Merece especial comentario establecer que el principio de culpabilidad fundamenta la pena a través de tres principios básicos: a. El Principio de Personalidad de las Penas: La pena no puede trascender la personalidad del delincuente. b. El Principio de Responsabilidad por el Hecho Propio: Toda vez que sólo pueden castigarse aquellas conductas que han puesto en peligro o lesionan determinados bienes jurídicos protegidos por el derecho penal y cuya punibilidad depende de un principio de ejecución. c. El Principio de Responsabilidad Subjetiva: a través del cual se legitima la aplicación de la pena siempre que el resultado o suceso exterior se corresponda con la intención o el propósito perseguido por el agente o en el caso de los delitos imprudentes (por culpa), según la infracción del deber objetivo de cuidado. En realidad la función de la culpabilidad, al igual que la de la tipicidad y la de la antijuridicidad es dogmática, ya que existe la necesidad de relacionar el injusto penal con la responsabilidad del agente. La culpabilidad, posibilita la imputación subjetiva, es decir, la vinculación del hecho antijurídico con el agente, pues parte de la hipótesis de que el delito sólo es perceptible como hecho de un autor. Asimismo, es importante, destacar aquel principio del Derecho Penal, representado por el axioma: "no hay pena sin culpabilidad" el cual supone una 24 tendencia doctrinal bastante concreta que implica la adopción de un fórmula neutra, toda vez que la culpabilidad es un concepto normativo que podría llenarse con unas u otras condiciones, según la escuela o posición doctrinal que se adopte. Adoptan esta posición, profesores como Petrocelli, quien enseña que para que el agente sea culpable desde el punto de vista jurídico penal, tienen que darse en él, de modo positivo: la existencia de la capacidad de entender y de querer, dentro de los límites establecidos por la ley, y la manifestación de esa capacidad en un acto voluntario concreto. No culpable sería, no tan solo el agente no imputable, sino también el agente que, aun siendo imputable, no ha podido formar y manifestar su voluntad, libre y normalmente, por violencia o por error. Así para el maestro Zaffaroni, el concepto de culpabilidad debe impedir que el poder punitivo se ejerza con magnitud que supere el reproche que pueda formulársele al agente del esfuerzo personal que haya realizado para alcanzar la situación concreta de la vulnerabilidad . Sin embargo, a nuestro entender, la definición más completa de la culpabilidad, y que adopta elementos tanto de la teoría normativa, como de la teoría psicológica, es la del profesor Mir Puig, para quien el término culpabilidad se contrapone al de inocencia, ya que bajo este concepto se incluyen diversos límites del iuspuniendi, que tienen de común exigir, como presupuesto de la pena, que pueda ―culparse‖ a quien la sufra del hecho que la motiva. En sentido amplio la culpabilidad llega a identificarse con la total gravedad del delito imputable a su autor. En sentido estricto, en el contexto de teoría del delito se contrapone a antijuridicidad (desde la concepción psicológica de la culpabilidad, antijuridicidad constituía la parte objetiva, mientras que la culpabilidad la parte subjetiva. Desde la concepción normativa la antijuridicidad integraría tanto la parte objetiva como la subjetiva, pasando a ser la culpabilidad el juicio de reproche cuyos presupuestos son: imputabilidad, posibilidad de conocimiento del injusto y ausencia de causas de exculpación). Asimismo, la profesora García Aran, propone una definición interesante, a través de la cual puede entenderse por principio de culpabilidad: a. b. c. d. Exclusivamente la prohibición de la responsabilidad objetiva. Exclusivamente la exigencia de culpabilidad en sentido dogmático. Conjunto de garantías más amplio. Como factor de determinación de la pena y concepto que opera como límite de ésta, determinando la pena proporcionada al delito. Podemos llegar a la conclusión que la culpabilidad es un elemento básico del delito y es el nexo intelectual y emocional que une al sujeto con el acto delictivo, que desde una perspectiva dialéctica y democrática se entiende como posibilidad de reclamar e imponer por parte del iuspuniendi un comportamiento acorde con la norma jurídico-penal como el auténtico fundamento material de la culpabilidad, cuando el agente ha adecuado su conducta a la norma penal. 25 La culpabilidad es un concepto empleado en el Derecho Penal, como parte del concepto de delito o como presupuesto de aplicación de una pena. Es en realidad un concepto con un alto contenido dogmático, toda vez que sus elementos están representados por el conocimiento de la antijuricidad y la exigibilidad de la conducta conforme a derecho. Asimismo, dentro de este contexto, la culpabilidad puede ser concebida como elemento de graduación de la pena, puesto que en función al principio de proporcionalidad, representa la relación entre culpa y castigo. Ahora bien, la culpabilidad implica el fundamento para comprobar la existencia del dolo o culpa como elementos necesarios para la configuración de la responsabilidad penal, como antítesis de la responsabilidad objetiva, pues representa una garantía contra los excesos que se pudieran cometer en nombre de ésta última. En síntesis, se puede concebir a la culpabilidad como un concepto que comprende no sólo las figuras del dolo o la culpa; sino todos los presupuestos necesarios que determinen la aplicación de una pena. IV. AUSENCIA DE CULPABILIDAD La diversa normativa Penal, contenida en los Códigos penales a nivel mundial, acepta como supuestos de exculpación que el juez debe valorar antes de emitir un juicio, a los siguientes. 1. Error de prohibición "ignorantiavel error iuris non excusat": Bajo este supuesto el agente, tiene conciencia de lo que hace, sin embargo desconoce que dicho proceder se encuentra prohibido, por falta de conocimiento de la norma, por falta de conocimiento de la antijuridicidad del tipo penal, o considera que existe una prerrogativa o una justificación a su favor que le permite realizar el hecho. 2. Error de comprensión: El agente, conoce la norma pero no puede internalizarla, es decir no puede incorporar en su personalidad los patrones de conducta prevalecientes en una sociedad, o tiene costumbres muy distintas a la del lugar donde se encuentra, así por ejemplo los integrantes de centros poblados recónditos de nuestra serranía que se propinan castigos físicos como parte de la celebración de sus fiestas patronales o en las fiestas de carnavales, generándose lesiones graves, hechos que en la capital constituyen delitos contra el cuerpo y la salud. 3. Error de Tipo invencible: desconocimiento de alguno o todos los elementos del tipo de injusto, por lo cual, se considera que no existe dolo alguno, se presenta cuando el agente, no hubiese logrado evitar un daño ni aun aplicando la diligencia debida, no existe dolo, por cuanto no existe el conocimiento de todos o algunos de los elementos del tipo objetivo. 4. Error de Tipo vencible: el error vencible excluye el dolo pero no la imprudencia. El agente hubiese podido evitarlo si se hubiera observado el debido cuidado. 5. Estado de necesidad inculpante: Se da cuando el agente, ante bienes jurídicos de igual jerarquía tiene un ámbito de autodeterminación 26 restringido, lo que impide al iuspuniendi exigir una conducta distinta a la que realizó. 6. Estado de necesidad justificante, Aquí el agente, elige entre dos bienes jurídico, optando por salvar el de mayor jerarquía, aquí el iuspuniendi tampoco opera, por ser una circunstancia extrema. 7. Inimputabilidad: El individuo puede comprende que adecua su conducta a la norma penal, sin embargo es incapaz de dirigir sus acciones por alguna fobia una incapacidad psíquica. 8. Coacción: El agente se encuentra bajo una amenaza real e inminente que lo obliga a realizar determinada acción, el iuspuniendi no podría exigirle haber procedido de manera distinta, no existe reproche. 9. Miedo insuperable: Es la ausencia total de representación en si del agente en el delito y la proyección del resultado, a causa de que la persona o el individuo se encuentra en una situación desventajosa por causa del miedo que siente y que es manifiestamente colocado por la persona en la cual se producirá el resultado. 10. La obediencia debida: El agente es eximido de responsabilidad penal cuando comete algún ilícito debido a la ejecución de una orden impartida por un superior jerárquico, siendo este beneficiado con aquel proceder, por lo cual la sanción penal a este superior si le resulta aplicable. XI. CRITICAS AL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Existen muchas criticas al principio de culpabilidad, el cual según diversos autores debe ser sustituido por un sistema penal exclusivamente fundado en la criminología, desarrollando una construcción que permita fusionar el principio del ser responsable objetivamente con el principio de proporcionalidad. Sin embargo, pese a la cantidad de críticas, ninguno de los autores que han estudiado este principio, niega su vigencia, aunque si discrepan de la conceptualización, pues para algunos representa el fundamento base en la que se sustenta, como capacidad para obrar de otro modo, como capacidad de motivación o de motivación normal de la norma; mientras que para otros, este principio es el límite de la pena. Una critica que se le formula a esta principio es que no es posible suprimirlo ni menos transformarlo en prevención general, si antes bien, se le debe liberar del exceso de carga ideológica que contiene, determinando su contenido de manera más precisa y situándolo en una relación adecuada a los fines de prevención del Derecho Penal. Ahora bien, la problemática surgida en torno al principio de culpabilidad se remonta a sus orígenes, los cuales derivan del Derecho Penal Teológico, en el cual se recogía dos preceptos: ―Sin culpabilidad no habría delito‖, y "el que la hace la paga". Para este Derecho Penal Teológico, la culpabilidad tiene un carácter estrictamente subjetivo; para esta Derecho, el delito es pecado, basado en la ofensa de pensamiento, palabra, obra u omisión. 27 Asimismo, el problema surgido también tiene como origen la utilización de la expresión "libre albedrío" cuyo significado implica la no sujeción del hombre a sus instintos, es decir, a la racionalidad propia del obrar humano. El principio de culpabilidad está siendo hoy amenazado, tanto en la teoría como en la praxis, por los intereses de una política criminal eficaz. Es válido explicar y defender las misiones irrenunciables que se le han asignado: No lo es, en cambio, mantener el reproche de culpabilidad que hoy se formula contra el autor de un delito en nombre del principio de culpabilidad, porque desde el punto de vista teórico es insostenible y desde el punto de vista práctico perjudicial. Un Ordenamiento jurídico penal que procure evitar en lo posible molestias a las personas y fundamentar honestamente sus intervenciones debe renunciar a ese reproche. La Doctrina es unánime al establecer que el libre albedrío es indemostrable, inclusive lo consideran inexistente, y manifiestan, en última ratio, que de existir sería imposible demostrar si una persona en una situación concreta ha cometido libremente o no un determinado delito, por lo que no se puede fundar el Derecho penal en el comportamiento de cada sujeto activo del ilícito. VI. JURISPRUDENCIA RELACIONADA CON EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD SENTENCIA Nº 1 R.N. N° 4166-99 SALA PENAL LIMA Lima, siete de marzo del año dos mil.VISTOS; con lo expuesto por el señor Fiscal Supremo; y CONSIDERANDO: que, conforme fluye de autos, se imputa al encausado, Luis Alberto Villalobos Chumpitaz, ser co-autor del delito de robo agravado, en agravio de Sixto Rogato Basilio Minaya, Víctor Eduardo Santolalla Villanueva Meyer y José Manuel Ignacio Chávez, hecho que habría perpetrado el catorce de febrero de mil novecientos noventa y nueve, en horas de la madrugada, en compañía de otros sujetos no identificados, siendo su rol el de conducir el vehículo automotor a bordo del cual desplazaron las especies sustraídas del domicilio de los citados agraviados, hasta ser interceptados por efectivos policiales, quienes procedieron a la captura del referido encausado, mas no así de sus acompañantes, quienes lograron darse a la fuga; que, ha quedado establecido a través de las pruebas aportadas al proceso, que Villalobos Chumpitaz, el día de los hechos, se encontraba por inmediaciones del domicilio de los agraviados, ubicado en la manzana Q guión uno, lote once Villa Chorrillos, realizando su labor habitual de taxista, siendo requeridos sus servicios por un individuo que lo condujo hasta el inmueble en mención; al llegar al lugar recibió la indicación de hacer ingresar el vehículo hasta la cochera del mismo, lugar donde esperaban otros sujetos, en número de cinco aproximadamente, quienes introdujeron diversas especies al vehículo, luego de lo cual, le indicaron que iniciara la marcha, siendo intervenidos durante el trayecto por la autoridad policial; que, conforme ha quedado sentado en su manifestación policial obrante a fojas once con presencia 28 del señor Fiscal Provincial, en su instructiva de fojas treinta y cinco continuada a fojas setentitres y durante el interrogatorio llevado a cabo durante el juicio oral, recaído en el acta de audiencia de fojas doscientos seis, el encausado Villalobos Chumpitaz afirmó haberse percatado de las intenciones delictivas de los sujetos que tomaron sus servicios, en el instante que lo hicieron ingresar a la cochera del inmueble, situación ante el cual, refirió, no haber podido hacer nada dado que ya se encontraba dentro; que, siendo estos los hechos que han quedado establecidos como presupuesto fáctico en la causa que nos ocupa, corresponde calificar la participación de Villalobos Chumpitaz a efectos de determinar si es posible imputarle o no el delito materia de autos; que, el punto inicial del análisis de las conductas a fin de establecer si devienen en penalmente relevantes, es la determinación del rol desempeñado por el agente en el contexto de la acción; así el concepto de rol está referido a ―un sistema de posiciones definidas de modo normativo, ocupado por individuos intercambiables‖ (cfr. JAKOBS, Günther, La Imputación Objetiva en Derecho Penal. Trad. Manuel Cancio Meliá, Ed. Grijley, Lima 1998, p. 21) de modo que el quebrantamiento de los límites que nos impone dicho rol, es aquello que objetivamente se imputa a su portador; que, una vez establecido esto, cabe afirmar, que tratándose de actividades realizadas por una pluralidad de agentes, la comunidad que surge entre ellos, no es, de manera alguna, ilimitada, ya que quien conduce su comportamiento del modo adecuado socialmente, no puede responder por el comportamiento lesivo de la norma que adopte otro, que, como hemos sostenido, ha quedado acreditado en autos que Villalobos Chumpitaz, se limitó a desempeñar su rol de taxista, el cual, podríamos calificar de inocuo, ya que no es equivalente per se, ni siquiera en el plano valorativo, al delito de robo agravado; que, de otro lado, se ha establecido en autos que el citado encausado, en un momento determinado del desarrollo de la acción, tuvo pleno conocimiento de la ilicitud de los hechos desplegados por sus contratantes, lo cual tampoco es sustento suficiente para dar lugar a alguna forma de ampliación del tipo, de modo que la responsabilidad penal por el delito perpetrado pueda alcanzarle, ya que el sólo conocimiento, no puede fundar la antijuridicidad de su conducta; que, dicho esto, concluimos afirmando que, si bien el encausado, intervino en los hechos materia de autos, su actuación se limitó a desempeñar el rol de taxista, de modo, que aun cuando el comportamiento de los demás sujetos, fue quebrantador de la norma, el resultado lesivo no le es imputable en virtud a la prohibición de regreso, lo que determina que su conducta no pueda ser calificada como penalmente relevante, situándonos, en consecuencia ante un supuesto de atipicidad: declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fojas doscientos veintiséis, su fecha diez de setiembre de mil novecientos noventa y nueve, que absuelve a Luis Alberto Villalobos Chumpitaz, de la acusación fiscal por el delito contra el Patrimonio -robo agravado-, en agravio de Sixto Rogato Basilio Minaya, Víctor Eduardo Santolalla Villanueva Meyer y José Manuel Ignacio Chávez; con lo demás que contiene; y los devolvieron.COMENTARIO El agente en su condición de taxista tuvo un comportamiento que genera un riesgo permitido dentro de los estándares objetivos predeterminados por la sociedad y por tanto, no le es imputable el resultado, ya que no es partícipe del hecho delictivo porque el obrar conforme al rol lo exonera de toda responsabilidad, a no ser que se le impute por una desviación respecto de otro 29 rol del cual también es portador, por ejemplo si también fuese policía. El razonamiento aplicado por la Sala, es correcto ya que no existe culpabilidad por parte del agente, ya que solo pueden ser objeto de sanciones los individuos que comprenden lo injusto del hecho que realizan. Además que su voluntad se fundamenta en esa comprensión, lo cual implica la idea de responsabilidad. SENTENCIA Nº 2 RESOLUCIÓN Nº 1698-2002 FECHA DE EMISIÓN: 22-04-2003 SALA PENAL R.N. Nº 1698-2002 LIMA Lima, veintidós de abril del dos mil tres.VISTOS; de conformidad con el dictamen del Señor Fiscal Supremo; por sus fundamentos: y CONSIDERANDO además: Que conoce esta Suprema Sala el presente proceso por haber interpuesto recurso de nulidad el Procurador Público encargado de los asuntos especiales relativos a terrorismo; que la construcción de una sentencia condenatoria, debe serlo previa una actividad cognoscitiva de acopio selectivo y oportuno de los medios probatorios pertinentes, conducentes y útiles para comprender el themaprobandum y que de la valoración de los mismos se establezca de manera indubitable la existencia del hecho delictuoso así como la culpabilidad y responsabilidad penal del procesado; que en el caso submateria, los cargos formulados por el representante del Ministerio Público contra el encausado José Bernabé Quispe Chávez no se han acreditado de modo alguno, que conlleven a determinar que haya sido integrante de la organización terrorista denominado ―Sendero Luminoso‖ y como tal haya participado en el asesinato del agraviado Garay De la Cruz, ocurrido en la madrugada del día cinco de abril de mil novecientos ochenta y nueve; que si bien está acreditado que ese día, acompañó al grupo subversivo hasta la casa del agraviado, empero tal hecho se debió a que fue obligado con la finalidad que los guíe en el camino, habiendo sido previamente interceptado en el puente ―Supaymayoc‖ bajo amenaza de muerte, por lo tanto su accionar se vio compelida por miedo ante la pluralidad de personas y armadas; en consecuencia su conducta se encuentra dentro de los alcances del inciso siete del artículo veinte del Código Penal y no en el inciso cuarto, como señala el Fiscal Supremo en su dictamen; en tal sentido la absolución se encuentra con arreglo a ley: Declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fojas ochocientos cuarenta y siete, su fecha nueve de octubre del dos mil uno, que absuelve a José Bernabé Quispe Chávez, de la acusación fiscal por el delito de terrorismo- en agravio del Estado; reserva el proceso respecto a los acusados Esteban Nicomedes Saravia Aguado y William Cesareo Palomino Gonzáles hasta que sean habidos; MANDARON que la Sala Penal Superior reitere las órdenes de captura impartidas contra los mencionados procesados; con lo demás que contiene; y los devolvieron.COMENTARIO Como es de verse existe una eximente de la responsabilidad penal, toda vez que se ha acreditado que el procesado fue involucrado en el hecho delictuoso actuando por miedo insuperable, por lo que lo resuelto por la Sala ha sido 30 emitido de conformidad a lo establecido en el artículo 20, inciso 7 del Código Penal. SENTENCIA Nº 3 EXP. N° 03245-2010-PHC/TC LIMA JESUS BELISARIO ESTEVES OSTOLAZA Y SANTOS ORLANDO SÁNCHEZ PAREDES SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL En Lima, a los 13 días del mes de octubre de 2010, el Tribual Constitucional, en sesión de Pleno jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Mesía Ramírez, presidente; Beaumont Callirgos, Vergara Gotelli, Calle Hayen, Eto Cruz, Álvarez Miranda y UrviolaHani, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto del magistrado Vergara Gotelli, que se agrega ASUNTO Recurso de agravio constitucional interpuesto por el Procurador a cargo de la defensa jurídica del Ministerio Público contra la resolución expedida por la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, a fojas 2646, su fecha 6 de julio de 2010, que declaró fundada la demanda de hábeas corpus de autos. ANTECEDENTES Con fecha 10 de marzo de 2010, don Alfredo Llalico Núñez interpone demanda de hábeas corpus a favor de don Jesús Belisario Esteves Ostolaza y don Santos Orlando Sánchez Paredes. Alega que en la investigación preliminar Nº 33-2007 que se les sigue a los favorecidos ante la Primera Fiscalía Provincial Especializada en Criminalidad Organizada de Lima ha habido sucesivas ampliaciones de plazos de investigación desde que fuera abierta en enero de 2008, lo que revelaría un actuar negligente e irresponsable por parte de la Fiscalía, así como vulneratorio del derecho al plazo razonable. Aduce además que no se ha especificado el delito fuente de lavado de activos por el que se le investiga. En este sentido aduce que lo que se sanciona en el delito de lavado de activos no es cualquier acción de ―adquirir, utilizar, custodiar, recibir, etc.‖, sino que tales actos de transferencia, ocultamiento y conversión provienen de una actividad delictiva previa, y que al no haberse especificado la conducta delictiva previa se estaría violando el principio de legalidad penal, por cuanto la referencia legal a un delito previo constituiría un elemento normativo del tipo penal. Señala además que la investigación vulnera el principio de responsabilidad personal por cuanto se pretende vincular al favorecido Santos Orlando Sánchez Paredes con el objeto de la investigación únicamente por su relación con otros investigados, por lo que solicita que se disponga el archivo definitivo de la investigación. 31 Realizada la investigación sumaria se tomó la declaración del Fiscal de la Primera Fiscalía Provincial Especializada en Criminalidad Organizada, don Jorge Chávez Cotrina, a fojas 1371, quien refirió en cuanto a la alegada violación al plazo razonable de la investigación que con fecha 28 de agosto de 2009 su despacho amplió por ciento veinte días la investigación, por lo que debía concluir el 29 de diciembre de 2009, sin embargo el Estudio Nakazaki, que ejerce la defensa de Orlando Sánchez Paredes y otros investigados, el Estudio Roy Freire, a través del abogado Jorge Paredes Pérez, y la procuraduría Pública para casos de tráfico ilícito de drogas solicitaron a su despacho una ampliación de la investigación preliminar con la finalidad de tener el tiempo necesario para aportar medios probatorios, por lo que su despacho concedió 45 días más de investigación, la misma que concluyó el 26 de febrero de 2010. Agrega que la Policía Nacional del Perú hace entrega a su despacho del atestado policial Nº 02-02-2010-DIRANDRO-PNP/DIVINES-DEPINV-1, y que al tomar conocimiento de que dicho documento policial había sido evacuado, los abogados de todos los investigados han solicitado se les conceda informe oral y se les ha concedido a todos los investigados para los días 16, 17 y 18 de marzo de 2010. Refiere además que no se ha vulnerado el derecho de defensa porque los abogados han tenido irrestricto acceso a la investigación y que en la propia resolución de la que se dispone la apertura de investigación se señala expresamente que el delito precedente es el de tráfico ilícito de drogas, por lo que no pueden aducir que no se les informó debidamente. El Quincuagésimo Octavo Juzgado Penal de Lima, con fecha 19 de abril de 2010, declaró infundada la demanda de hábeas corpus por considerar que si bien el derecho al plazo razonable constituye un elemento del debido proceso, en el presente caso no incide directamente en la libertad. La Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, revocando la apelada, declaró fundada la demanda en el extremo relativo al plazo razonable de la investigación preliminar y declaró nulo y sin ningún efecto jurídico todo lo actuado desde el 10 de marzo de 2010, en la que se interpone la demanda de hábeas corpus. FUNDAMENTOS 1. El objeto de la demanda de hábeas corpus es que se disponga el cese de la investigación preliminar Nº 33-2007 a cargo del fiscal emplazado, seguida en contra de los favorecidos por delito de lavado de activos, por considerar que la misma resulta indebida en términos constitucionales por haberse vulnerado el plazo razonable de la investigación, el principio de legalidad penal y el principio de responsabilidad personal. Cuestiones previas Del recurso de agravio constitucional excepcional 32 2. La presente demanda de hábeas corpus fue estimada en segunda instancia, ante lo cual el Procurador a cargo de la defensa jurídica del Ministerio Público interpuso recurso de agravio constitucional, elevándose los actuados a este Tribunal Constitucional. Al respecto, este Tribunal debe reiterar que el tráfico ilícito de drogas afecta en grado sumo diversos valores e instituciones básicas en todo Estado social y democrático de derecho, tales como el principio-derecho de dignidad de la persona (artículo 1º), la familia (artículo 4º), la educación (artículos 13º a 18º), el trabajo (artículos 22º y 23º), la paz social (inciso 22 del artículo 2º), entre otros. (Cfr Exp. Nº 0020-2005-PI/TC). Asimismo, tanto el tráfico ilícito de drogas como el lavado de activos constituyen ilícitos de carácter pluriofensivo, en la medida en que ponen en estado de alarma y peligro a las bases sociales y amenazan la propia existencia del Estado. 3. Por ello, a fin de concretizar la obligación establecida en el artículo 8 de la Constitución, este Tribunal ha dispuesto que en los procesos constitucionales en que se haya dictado sentencia estimatoria de segundo grado relacionados con el delito de tráfico ilícito de drogas y/o lavado de activos, excepcionalmente, la Procuraduría del Estado correspondiente se encuentra habilitada – independientemente del plazo– para la interposición de un recurso de agravio constitucional especial, el mismo que deberá ser concedido por las instancias judiciales (Exp. Nº 2748-2010-PHC/TC, fundamento 15, 2663-2009-PHC/TC, fundamento 11). 4. En el presente caso ha sido estimada en segunda instancia una demanda de hábeas corpus contra una investigación fiscal que es seguida contra los favorecidos, por la presunta comisión de delito de lavado de activos provenientes del tráfico ilícito de drogas, por lo que en virtud del criterio jurisprudencial antes mencionado, cabe admitir el recurso de agravio constitucional. 5. Asimismo, cabe señalar que en la sentencia recaída en el Exp. Nº 027482010-PHC/TC este Tribunal Constitucional estableció que los procuradores pueden interponer el recurso de agravio constitucional contra la sentencia estimatoria de segunda instancia en cualquier plazo. Al respecto, cabe señalar que ello fue establecido en virtud de posibilitar la revisión por parte de este Tribunal Constitucional de aquellas sentencias que indebidamente fueron declaradas fundadas contra procesos judiciales o investigaciones preliminares en materia de tráfico ilícito de drogas. Sin embargo, esta regla no puede permanecer sine die, sin el peligro de atentar seriamente contra la seguridad jurídica. Es así que, habiendo transcurrido un plazo prudencial desde la publicación de la referida sentencia este Tribunal constitucional advierte que desde la fecha de publicación de la presente sentencia el plazo para la interposición del recurso de agravios el previsto en el artículo 18 del CPConst. Sobre la pretendida litispendencia 6. En la vista de causa del presente proceso ante este Colegiado se ha alegado que la demanda tendría que ser declarada improcedente por cuanto se estaría ante una supuesta litispendencia, debido a que el Procurador del Ministerio Público habría interpuesto una demanda de amparo. 33 7. Para resolver este cuestionamiento debe recordarse que en las SSTC 019842004-AA/TC, 02427-2004-AA/TC y 05379-2005-AA/TC, se ha precisado que para que se configure la litispendencia se requiere la identidad de procesos, lo cual se encuentra determinado por la identidad de partes, del petitorio (aquello que efectivamente se solicita) y del título (el conjunto de fundamentos de hecho y de derecho que sustentan el pedido). 8. Teniendo presente la precisión que antecede, este Tribunal considera que en el presente caso no hay litispendencia, por las siguientes razones. Primero, no existe identidad de partes, pues en el presente caso los demandantes son los investigados y el demandado es el Fiscal que los investiga, mientras que en el proceso de amparo el demandante es el Ministerio Público y los demandados la Sala Penal que emitió la resolución judicial que se cuestiona en él. Segundo, no existe identidad del petitorio en los dos procesos, ya que en el presente caso se solicita que se ordene la conclusión de la investigación fiscal, mientras que en el proceso de amparo se persigue que se declare la nulidad de una resolución judicial, es decir que se trata de dos petitorios totalmente distintos. Finalmente, en ambos procesos los fundamentos que sustentan las demandas son distintos, pues en este proceso los demandantes alegan que la investigación fiscal afecta el derecho al plazo razonable, mientras que en el amparo el Ministerio Público sostiene que la resolución judicial cuestionada afecta sus competencias constitucionales y contraviene la jurisprudencia constitucional. 9. Así las cosas, resulta obvio que entre el presente proceso y el proceso de amparo iniciado por el Ministerio Público no existe identidad, pues ambos procesos tienen finalidades distintas, en el presente se busca tutelar la libertad individual que se encontraría presuntamente amenazada de ser afectada, mientras que en el amparo se busca dilucidar si la resolución judicial cuestionada es, o no, constitucional. 10. Además de la falta de identidad entre ambos procesos, cabe señalar que la litispendencia permite declarar la improcedencia de la segunda demanda interpuesta. Esto es, si ya existe un proceso constitucional iniciado, y surge un segundo proceso idéntico (con identidad de partes, de petitorio de título) la demanda que deberá ser declarada improcedente es la segunda. En el presente caso este proceso de hábeas corpus ha sido iniciado con anterioridad a la referida demanda de amparo por lo que en el supuesto negado de que estemos ante una identidad de procesos, la demanda improcedente sería la de amparo y no la del hábeas corpus. Análisis del caso Derecho al plazo razonable en el marco de la investigación fiscal 11. En cuanto a la alegada violación del derecho al plazo razonable en la investigación preliminar, cabe señalar que este derecho constituye una manifestación del derecho al debido proceso, y alude a un lapso de tiempo suficiente para el esclarecimiento de los hechos objeto de investigación y la emisión de la decisión respectiva. Si bien es cierto que toda persona es susceptible de ser investigada, no lo es menos que para que ello ocurra debe 34 existir una causa probable y la búsqueda de la comisión de un ilícito penal en un plazo que sea razonable. Asimismo, este Tribunal Constitucional ha señalado que el plazo legal para la investigación preparatoria previsto en el Código Procesal Penal muchas veces puede ser insuficiente: ―…se advierte que el plazo de investigación preparatoria previsto en el artículo 342.2 del Nuevo Código Procesal Penal de 2004, no se condice con la realidad social, ni con la capacidad de actuación del Ministerio Público, pues es de conocimiento público que existen investigaciones preliminares o preparatorias sobre tráfico ilícito de drogas y/o lavado de activos que por la complejidad del asunto exceden los ocho meses, que pueden ser prorrogados por igual plazo. Por esta razón, este Tribunal estima que el plazo previsto en el artículo referido debe ser modificado con la finalidad de que no queden impunes los delitos de tráfico ilícito de drogas y/o lavado de activos, pues vencido el plazo (8 o 16 meses) se puede ordenar la conclusión de la investigación preparatoria. De ahí que, se le exhorte al Congreso de la República a que modifique el plazo del artículo mencionado (investigación preparatoria en casos complejos) de acuerdo a la capacidad de actuación del Ministerio Público, sin que ello suponga la afectación del derecho al plazo razonable.‖ (Exp. Nº 2748-2010-PHC/TC, fundamento 10). Y es que si bien el derecho a un plazo razonable alude frecuentemente a evitar dilaciones indebidas, esta manifestación del debido proceso también está dirigida a evitar plazos excesivamente breves que no permitan sustanciar debidamente la causa. Así, el Tribunal Constitucional declaró la inconstitucionalidad del artículo 1° del Decreto Ley Nº 25708 por establecer un plazo excesivamente breve para el procesamiento por delito de traición a la patria (Exp. Nº 0010-2002-AI). De otro lado, al margen de la inconstitucionalidad en abstracto que puede implicar determinada regulación del proceso penal o investigación fiscal, este Tribunal, para evaluar en concreto una presunta violación del plazo razonable, ya sea del proceso penal, de la prisión preventiva o de la investigación fiscal, ha señalado que esto no puede hacerse solo a partir del transcurso del tiempo, sino más bien atendiendo a las circunstancias del caso, básicamente la complejidad del asunto y la actividad procesal de las partes. Sobre el particular este Tribunal en la sentencia del Exp. Nº 5228-2006PHC/TC, GleiserKatz, ha precisado con carácter de doctrina jurisprudencial (artículo VI del Título Preliminar del CPConst) que para determinar la razonabilidad del plazo de la investigación preliminar, se debe acudir cuando menos a dos criterios: Uno subjetivo que está referido a la actuación del investigado y a la actuación del fiscal, y otro objetivo que está referido a la naturaleza de los hechos objeto de investigación. Dentro del criterio subjetivo, en cuanto se refiere a la actuación del investigado, es de señalar que la actitud obstruccionista de éste puede manifestarse en: 1) la no concurrencia, injustificada, a las citaciones que le realice el fiscal a cargo de la investigación, 2) el ocultamiento o negativa, injustificada, a entregar información que sea relevante para el desarrollo de la investigación, 3) la recurrencia, de mala fe, a determinados procesos constitucionales u ordinarios con el fin de dilatar o paralizar la investigación prejurisdiccional, y 4) en 35 general, todas aquellas conductas que realice con el fin de desviar o evitar que los actos de investigación conduzcan a la formalización de la denuncia penal. En cuanto a la actividad del fiscal, los criterios a considerar son la capacidad de dirección de la investigación y la diligencia con la que ejerce las facultades especiales que la Constitución le reconoce. Si bien se parte de la presunción de constitucionalidad y legalidad de los actos de investigación del Ministerio Público, ésta es una presunción iuris tantum, en la medida que ella puede ser desvirtuada. Ahora bien, para la determinación de si en una investigación prejurisdiccional hubo o no diligencia por parte del fiscal a cargo de la investigación deberá considerarse la realización o no de aquellos actos que sean conducentes o idóneos para el esclarecimiento de los hechos y la formalización de la denuncia respectiva u otra decisión que corresponda. Dentro del criterio objetivo, a juicio del Tribunal Constitucional, cabe comprender la naturaleza de los hechos objeto de investigación; es decir, la complejidad del objeto a investigar. De lo que obra en autos no se advierte una conducta negligente por parte del fiscal. Antes bien se advierte que las reiteradas ampliaciones de investigación han estado motivadas en la necesidad de investigación. Incluso, como se apreciará más adelante, una de las últimas ampliaciones del plazo de la investigación se dio a pedido de los propios investigados. De otro lado, no se aprecia de los actuados una conducta obstruccionista por parte de la defensa de los investigados. En cuanto al criterio objetivo, atinente a la complejidad del asunto, este Tribunal ha reconocido de modo reiterado que las investigaciones relacionadas con determinadas actividades delictivas, entre las que se encuentra el tráfico ilícito de drogas o el lavado de activos, pueden ser consideradas prima facie complejas. Ello en atención, sobre todo, al número de investigados, a la posible existencia de organizaciones criminales nacionales y/o internacionales, a la particular dificultad de realizar determinadas pericias o exámenes especiales que se requieran, así como a la complejidad de las actuaciones que se requieran para investigar los tipos de delitos que se imputan al investigado (Cfr. Exp. Nº 76242005-PHC/TC, fundamento 14; Exp. Nº 2748-2010-PHC/TC, fundamento 8). Así, en el presente caso, conforme consta a fojas 1333 del parte policial Nª 03302-2010-DIRANDRO-PNP-DIVINESP, se advierte que la investigación es sumamente compleja, pues se ha abierto investigación contra 64 personas y su propósito fue analizar la presunta participación en delito de lavado de dinero de 118 empresas. A su vez, resulta oportuno destacar que en diciembre de 2009, habiendo transcurrido casi dos años de investigación, las propias partes solicitaron al fiscal una ampliación del plazo de la investigación. Así, a fojas 1256 consta el escrito del abogado César Nakazaki, defensor de Santos Orlando Sánchez Paredes y otros investigados, de Jorge Paredes Pérez, abogado de otros investigados y de la propia procuradora Pública a cargo de los asuntos judiciales del Ministerio del Interior relativos al Tráfico Ilícito de Drogas solicitando que se amplíe el plazo de investigación para poder aportar mayores elementos probatorios, lo que corrobora la complejidad del asunto, en el que la actividad de obtención de medios probatorios, a juicio de las partes, no podía todavía concluir abruptamente. Asimismo, tal como consta a fojas 1295 y siguientes de autos, a pedido de los abogados defensores de los investigados se dispuso conceder informe oral a fin de que expongan ante el fiscal sus argumentos de 36 defensa, que se programó para el 11 de marzo de 2010, y se reprogramó en algunos casos para el 16 de marzo del mismo año. 23. A juicio de este Tribunal esto da cuenta de la complejidad del asunto materia de controversia, por lo que no puede considerarse que al momento de interponerse la demanda se haya vulnerado el derecho a un plazo razonable en la investigación fiscal. Principio de legalidad penal 24. En cuanto a la alegada vulneración del principio de legalidad penal, se aduce que se habría iniciado investigación por delito de lavado de activos sin especificar el delito fuente del presunto lavado. Al respecto, cabe señalar que el artículo 2º, inciso 24, literal "d" de la Constitución Política del Perú, establece que: ―Toda persona tiene derecho: (...) 24. A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia: (...) Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como infracción punible, ni sancionado con pena no prevista en la ley‖. 25. Con tal tenor se consagra el principio de legalidad penal, el que no sólo se configura como principio propiamente dicho, sino también como derecho subjetivo constitucional de todos los ciudadanos. Como principio constitucional informa y limita los márgenes de actuación de los que dispone el Poder Legislativo y el Poder Judicial al momento de determinar cuáles son las conductas prohibidas, así como sus respectivas sanciones. En tanto que, en su dimensión de derecho subjetivo constitucional, garantiza a toda persona sometida a un proceso o procedimiento sancionatorio que lo prohibido se encuentre previsto en una norma previa, estricta y escrita, y también que la sanción se encuentre contemplada previamente en una norma jurídica [Cfr. STC Exp. N.° 2758-2004-HC/TC]. En el presente caso, si bien se invoca el principio de legalidad penal, no se alega que se les estuviere investigando a los favorecidos por la comisión de una infracción penal que no estuviera contenida en ley penal vigente, ni que la subsunción hecha por el juez excede excesivamente los marcos legales previstos, sino más bien que no se ha especificado el delito previo al lavado de activos que se habría cometido, lo que no resulta violatorio del contenido de este derecho fundamental. Es por ello que este extremo de la demanda debe ser desestimado. No obstante lo anteriormente expuesto en el sentido de que el hecho alegado no afecta el contenido del principio de legalidad penal, a mayor abundamiento cabe precisar que a fojas 1333 obra el parte policial Nº 033-02-2010-DIRANDROPNP-DIVINESP, que en su parte introductoria transcribe la disposición fiscal que da inicio a la investigación preliminar y señala expresamente que se trata de una investigación por delito de lavado de activos provenientes del tráfico ilícito de drogas. Principio de responsabilidad personal y proscripción de responsabilidad por hecho ajeno 37 El principio de responsabilidad personal y la proscripción de responsabilidad por hecho ajeno constituye una manifestación del principio de la culpabilidad, que a su vez es uno de los pilares sobre los que descansa el derecho penal. Este principio, si bien no goza de reconocimiento constitucional expreso, pude ser derivado del principio de proporcionalidad de las penas y de legalidad penal (Cfr. Exp. Nº 0014-2006-PI, fundamentos 28-33). Así, el principio de culpabilidad brinda la justificación de la imposición de penas cuando la realización de delitos sea reprobable a quien los cometió. (cfr. Exp. Nº 00142006-PI, fundamento 25), de este modo queda proscrita la responsabilidad objetiva. Al respecto, en el presente caso se alega que se les imputa a los favorecidos el delito por la sola vinculación familiar y no en atención a una concreta conducta propia. Pese a lo alegado se advierte del texto de los actuados que se ha llevado a cabo la investigación de una pluralidad de personas naturales y jurídicas en virtud de su presunta participación en el delito de lavado de dinero que se les imputa y no únicamente sobre su vinculación familiar cono se afirma en la demanda. Asimismo, la denuncia fiscal (a fojas 2071) se basa en concretos actos de investigación como informes contables, testimonios y otros actos de investigación que relacionan la actividad empresarial investigada con el presunto delito de lavado de dinero. Por tanto, este extremo de la demanda debe ser también desestimado. Efectos de la presente desestimatoria Dada la desestimatoria del presente caso, que implica la revocación de la sentencia expedida en segunda instancia que estimaba la demanda así como lo dispuesto en dicha sentencia en el sentido de dejar sin efecto todo lo actuado desde la fecha de interposición de la demanda. Al respecto, ya en resolución expedida por el Pleno de este Tribunal Constitucional recaída en el expediente N° 3689-2008-PHC/TC (fundamento 10) se estableció que la reparación de la violación al plazo razonable del proceso no puede ni debe significar el archivo definitivo del proceso penal como si de un pronunciamiento sobre el fondo del asunto, equivalente a una decisión de absolución emitida por el juez ordinario, sino que más bien, actuando dentro del marco constitucional y democrático del proceso penal, lo que, corresponde es la reparación in natura por parte de los órganos jurisdiccionales que consiste en emitir en el plazo más breve posible el pronunciamiento definitivo sobre el fondo del asunto, lo que ha sido reiterado por este Colegiado para los casos de plazo razonable en investigación preliminar en la sentencia recaída en el expediente N° 2748-2010-PHC/TC (fundamento 12) y recalcando en el fallo de la propia sentencia que esto forma parte de la doctrina jurisprudencial de este Tribunal Constitucional. Por tanto, siendo una consecuencia necesaria de la revocatoria de la recurrida el anular lo dispuesto en dicha resolución, este Tribunal considera pertinente recalcar que con la presente resolución la nulidad de lo actuado en sede ordinaria queda sin efecto, debiéndose proseguir con el trámite de la investigación. Es por ello que, habiéndose formalizado la denuncia, conforme consta a fojas 1848 de autos, y habiéndose dictado auto de apertura de instrucción con fecha 7 de mayo 38 de 2010, tal como consta a fojas 2569, el efecto de la presente desestimatoria implica que se prosiga con el proceso penal ya iniciado. Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú RESUELVE 1. Declarar FUNDADO el recurso de agravio constitucional e INFUNDADA la demanda de autos. 2. Declarar la nulidad de la resolución recurrida y de todo lo que de ella se deriva, debiéndose proseguir con el proceso penal iniciado. COMENTARIO: En la demanda los favorecidos argumentan que se les imputa el delito por la sola vinculación familiar y no en atención a una concreta conducta propia. Conforme al Principio de Culpabilidad se justifica la imposición de penas cuando la realización de delitos sea reprobable a quien los cometió, de lo cual se deriva el principio de responsabilidad personal y consecuentemente la proscripción de la responsabilidad por hecho ajeno. En el presente caso, coincidiendo con la apreciación del Tribunal Constitucional, no se aprecia vulneración de dicho principio, toda vez que la investigación que se viene efectuando a diversas personas naturales y jurídicas, entre los que se encuentran los favorecidos, es por su participación a través de actos propios en la comisión del delito de lavado de dinero y no por el vínculo familiar con otros investigados. SENTENCIA Nº 4 Corrupción Activa de Funcionarios. CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SEGUNDA SALA PENAL TRANSITORIA R.N. Nº 538 – 2004 CALLAO Lima, trece de diciembre de dos mil cuatro.VISTOS; de conformidad con el dictamen del señor Fiscal Supremo; y CONSIDERANDO: además: Primero: Que, conoce del presente proceso esta sala suprema, al haber interpuesto recurso nulidad del representante de la Superintendencia de Administración Tributaria y el sentenciado Ernesto IlquimicheArgomedo, conforme se aprecia en autos o fojas 2251 y 2252, fundamentándola a fojas 2260 y 2264, respectivamente, Segundo: Que, la responsabilidad el procesado Bonifacio Orlando Jiménez Ruiz se circunscribe a tramitar la solicitud de reintegro tributario luego de la intervención de los funcionarios de aduanas encargado de verificar el reconocimiento físico de la mercadería en el lugar del destino, en este caso los depósitos señalados por el comitente en la ciudad de Tarapoto, teniendo dicha procesado la calidad de empleado de la agencia de aduanas de su coprocesados César Alejandro Pérez Foinquinos; no siendo su contribución causal al resultado del delito, imputable 39 objetivamente al citado acusado, quien post facto a la realización de los hechos actuó dentro de una esfera de confianza respecto a la documentación que le entregó el convincente, habiendo incluso visado los funcionarios de aduanas tanto la documentación como supuestamente verificado físicamente la existencia de la mercadería importada. Tercero: Que, en lo que se refiere al procesado César Alejandro Pérez Foinquinos, su labor como agente de aduanas sólo se limitó a despachar el reintegro de los impuestos de acuerdo a la documentación que le presentó el comitente, siendo en todo caso la responsabilidad de este último la adulteración de los documentos y demás trámites para la obtención del reintegro tributario, y de los funcionarios de aduanas de verificar la existencia física de la mercadería importada, por lo que en todo caso también habría procedido dentro de riesgo permitido y dentro de un ámbito de confianza en el desarrollo de su conducta como agente de aduanas. Cuarto: Que, en cuanto al extremo de la impugnación del sentenciado Ernesto IlquimicheArgomedo referente a la pena impuesta, se verifica que para determinar judicialmente la pena, se ha tomado en cuenta lo señalado en el artículo 45 y 46 del Código Penal a efecto de graduar el quantum de la misma; por lo tanto no hubo omisión alguna, encontrándose la pena acorde con su agrado de su participación; consideraciones por las cuales: declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fojas 2235, su fecha 23 de diciembre del año dos mil tres, que absuelve a César Alejandro Pérez Foinquinos, de la acusación fiscal por el delito de corrupción de funcionarios -corrupción activa de funcionarios, en agravio del Estado; absuelve a Bonifacio Orlando Gutiérrez Ruiz y a César Alejandro Pérez Foinquinos, de los cargos formulados en su contra por el delito de defraudación de renta de aduanas agravado, y contra de la fe pública Falsificación de Documentos y uso de documento falso, en agravio del Estado; y condenan a los acusados Ernesto José IlquimicheArgomedo y Estuardo Alejandro Angulo Toribio, como autores del delito de defraudación de renta de aduanas agravado, y contra le fe pública -Falsificación de Documentos y uso de documento falso, en agravio del Estado; impone al sentenciado Ángulo Toribio cuatro años de pena privativa de la libertad y suspendida condicionalmente por el plazo de tres años; y, al acusado IlquimicheArgomedo tres años de pena privativa de la libertad suspendía condicionalmente por el término de dos años; bajo las reglas de conducta que allí se señalan; fija en la suma de diez mil nuevos soles, el monto que por concepto de reparación civil que deberán abonar los sentenciados en forma solidaria, a favor del agraviado; impone la pena de 365 días multa que deberán abonar los sentenciados a favor del Tesoro Público; la integraron para fijar en observancia del artículo 43 del Código Penal, en siete nuevos soles el día multa para el sentenciado Ernesto IlquimicheArgomedo, habiendo un total de 2550 nuevos soles, y en 25 nuevos soles el día multa para el sentenciado Estuardo Alejandro Angulo Toribio, lo que hace un total de tener 9125 nuevos soles; reservaron el proceso contra los acusados Benny Darwin Camacho Faccio, Magali Clorinda Saravia Ponce y Juan Santiago Cedrón Alva; con lo demás que contiene; y los devolvieron.COMENTARIO Para determinar la culpabilidad, es necesario que el sujeto haya creado un riesgo jurídicamente desaprobado y, segundo, que el resultado sea producto del mismo peligro. 40 El peligro creado por el sujeto activo debe ser un riesgo típicamente relevante y no debe estar comprendido dentro del ámbito del riesgo permitido o socialmente adecuado, no siendo posible la aplicación de la imputación objetiva. En el presente caso, no es posible determinar la culpabilidad del agente, por cuanto este actuó basándose en el principio de confianza o la confianza en la labor de los compañeros de trabajo de que cumplirían sus funciones de acuerdo a las reglas preexistentes. La responsabilidad del procesado se circunscribe a tramitar la solicitud de reintegro tributario luego de la intervención de los funcionarios de aduanas encargados de verificar el reconocimiento físico de la mercadería en el lugar del destino, en este caso los depósitos señalados por el comitente, teniendo dicho procesado la calidad de empleado de la agencia de aduanas de su coprocesado; no siendo su contribución causal al resultado del delito, imputable objetivamente al citado acusado, quien post facto a la realización de los hechos actuó dentro de una esfera de confianza respecto a la documentación que le entregó el convincente, habiendo incluso visado los funcionarios de aduanas tanto la documentación como supuestamente verificado físicamente la existencia de la mercadería importada. SENTENCIA Nº 5 PROSCRIPCION DE RESPONSABILIDAD PENAL OBJETIVA O POR RESULTADO RESOLUCION Nº 2378-2001 (FECHA DE EMISIÓN: 03-07-2002) SALA PENAL R .N. Nº 2378-2001 AYACUCHO Lima, tres de julio del dos mil dos.VISTOS; de conformidad con el dictamen del señor Fiscal Supremo; actuando como ponente el Vocal Supremo Provisional señor Julián Rodolfo Garay Salazar; Y CONSIDERANDO además: Primero.- Que, conoce del presente proceso ésta Suprema Sala Penal, a mérito del Recurso de Nulidad interpuesto por el Procurador Público contra la sentencia en el extremo que absuelve al procesado Grimaldino Andía Carrera de los cargos que contiene la acusación fiscal por el delito contra la salud pública- trafico ilícito de drogas; Segundo.Que, las pruebas actuadas deben llevar al Juez a la convicción de la existencia del delito y la responsabilidad penal del imputado; Tercero.- Que, en el presente caso el procesado Grimaldino Andía Carrera, fue intervenido conjuntamente con sus co-procesados Ciriano Arone Yanasupo o Javier Gutiérrez Bellido y Vídal Arone Flores en el inmueble de la localidad de Ubiato del Distrito de Quinmbiri, Provincia la Convención-Cuzco, encontrándose en las inmediaciones del mismo, armas de fuego, insumos químicos fiscalizados, y otros objetos para la elaboración de pasta básica de cocaína; Cuarto.- Que, a fojas cincuenta y dos, cincuenta y cuatro y sesenta y ocho obra el acta de entrevista in situ y las manifestaciones a nivel policial de los procesados CirianoAroneYanasupo o Javier Gutierréz Bellido y Vidal Arone Flores, las cuales constituyen prueba preconstituida realizada a nivel de investigación preliminar con presencia del fiscal, apreciándose de las mismas que éstos no sólo aceptan dedicarse a la ilícita actividad de elaboración de pasta básica de cocaína, sino que también afirman que su co- procesado Grimaldo Andía Carrera no tenía conocimiento que la 41 droga estaba destinada para el tráfico ilícito, puesto que su presencia en el lugar de los hechos se debe a que ha sido contratado días antes de la intervención para recoger hoja de coca para ser vendida a ENACO; que a nivel judicial en las instructivas de fojas ciento cuarenta y nueve y ciento sesenta ambos procesados se ratifican en su dicho manteniéndolo en el Juicio Oral; por otro lado, el procesado Grimaldino Andía Carrera a fojas sesenta y cuatro en la investigación policial y a fojas ciento cincuenta y cinco a nivel judicial ha sostenido categórica y uniformemente tal versión; Quinto.- Que, consecuentemente de autos fluye que no existe elemento probatorio válido e idóneo que acredite fehacientemente que el encausado Grimaldino Andía Carrera le alcance responsabilidad penal en el hecho imputado; que el artículo séptimo del Título Preliminar del Código Penal constituye principio rector del Derecho Penal, por el cual la pena requiere indefectiblemente de la responsabilidad penal del autor, quedando proscrita toda forma de responsabilidad penal objetiva o por el resultado, por lo que debe modificarse en tal virtud; Sexto.- Que, la Sala Penal Superior ha omitido imponer el porcentaje del pago de la multa y el plazo bajo apercibimiento tal como lo prevé los artículos cuarenta y tres y cuarenta y cuatro del Código acotado, al no variar el sentido de la sentencia procede a integrar dichos extremos de conformidad con la ultima parte del artículo doscientos noventa y ocho de código de procedimientos penales; Sétimo.- Que, la inhabilitación principal es de seis meses a cinco años de acuerdo a lo establecido en el artículo treinta y ocho del Código Penal, sin embargo en la sentencia se ha impuesto por el término de la condena, contraviniendo el principio de legalidad; Declararon NO HABER NULIDAD, en la sentencia recurrida de fojas cuatrocientos cincuenta y cinco, su fecha veinticuatro de mayo del dos mil uno, que condena a Ciriano Arone Yanasupo o Javier Gutiérrez Bellido como autor de los delitos contra la salud pública- tráfico ilícito de drogas y contra la fe públicafalsificación de documentos, en agravio del Estado a siete años de pena privativa de libertad; ciento ochenta días multa; e INTEGRANDO la propia sentencia, a razón del veinticinco por ciento de sus ingresos diarios, en el plazo de diez días bajo apercibimiento de conversión; Fija en la suma de dos mil nuevos soles el monto que por concepto de reparación civil deberá pagar el sentenciado a favor del estado condena a Vídal Arone Flores como autor del delito contra la salud pública-tráfico ilícito de drogas en agravio del Estado a seis años de pena privativa de libertad; ciento ochenta días multa que deberá pagar el sentenciado a favor del Tesoro Público; e INTEGRANDO la propia sentencia a razón del veinticinco por ciento de sus ingresos diarios, en el plazo de diez días quedar ejecutoriada la presente sentencia, bajo apercibimiento de reconvención; fija en mil nuevos soles el monto que por concepto de reparación civil deberá abonar el referido sentenciado a favor del Estado; absuelve a Grimaldino Andía Carrera de la acusación fiscal como autor del delito contra la salud pública -tráfico ilícito de Drogas en agravio del Estado; y reserva el juzgamiento a Crisán Durán Canales, hasta que sea habido; declararon HABER NULIDAD en la inhabilitación por el término de la condena; reformándola IMPUSIERON la inhabilitación los sentenciados Ciriano Arone Yanasupo o Javier Gutiérrez Bellido por el término de cinco años de conformidad con los incisos primero, segundo y cuarto del Código Penal; MANDARON que la Sala Penal Superior, reitere la orden de captura contra el antes citado procesado; con lo demás que contiene y los devolvieron.- 42 COMENTARIO En el presente caso, el agente consideró que estaba realizando una conducta socialmente permitida y no reprochable penalmente, toda vez que su labor se limitaba a transportar hoja de coca para entregarla a ENACO, institución legalmente constituida. Asimismo, el procesado desconocía que las hojas de coca que transportaba estaban destinadas al tráfico ilícito de drogas, por lo cual se establece que su conducta no estaba provista de dolo, no existiendo responsabilidad penal del procesado debidamente probada, por lo que lo absuelven de la acusación por el delito de tráfico ilícito de drogas. 43 § 3. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD: LA PROSCRIPCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA IV. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD 1. ORIGEN Ignacio Berdugo Gómez11 nos informa que la idea de que el castigo penal requiere la culpabilidad del sujeto tiene su origen en la lucha contra el Derecho penal del antiguo régimen, en el que se hacía responder por el delito de uno a sus parientes, tanto por hechos causales o fortuitos en los que el sujeto carecía de toda responsabilidad o en los que tenía una responsabilidad tan solo indirecta o causal. En cuanto a los orígenes del concepto de culpabilidad Fernando Velásquez 12 señala que si se tiene en cuenta que el Derecho de los pueblos más antiguos de la Humanidad se basaba en el castigo por la sola producción del resultado dañoso (responsabilidad sin culpa), y que la culpabilidad se fue acuñando a través de los siglos hasta llegar a los modernos derechos penales, en los cuales rige el principio de culpabilidad con amplitud (responsabilidad por la culpa), se entiende por qué solo en el siglo XIX se acuña como tal la categoría examinada aunque sus raíces se encuentran en la ciencia penal italiana de la Baja Edad Media y en la doctrina del Derecho Común de los siglos XVI y XVIII, elaborado a partir de aquel. Nos informa que, fue PUFENDORF, quien vivió en el siglo XVII, el primero en denominar a la acción libre que se reputa como perteneciente al autor en la cual se funda la responsabilidad como imputatio, a partir de lo cual FEUERBACH (1799) pudo entender dicho concepto como el "fundamento subjetivo de la punibilidad" y los discípulos de Hegel, a mediados del siglo XIX, asumir que todo el sistema del Derecho Penal descansa en la "imputación subjetiva" aunque sin aludir a la culpabilidad como una categoría sistemática. 2. NOCIÓN Santiago Mir Puig nos dice que en su sentido más amplio el término ―culpabilidad‖ se contrapone al de ―inocencia‖ 13, así bajo la denominación de ―principio de culpabilidad‖ pueden incluirse diferentes límites al Ius Puniendi, que tienen de común exigir, como presupuesto de la pena, que pueda ―culparse‖ a quien la sufra del hecho que la motiva. Por el principio de culpabilidad, no hay pena sin culpabilidad, así la sanción criminal solo debe fundarse en la seguridad de que el hecho puede serle exigido 11 AUTORES VARIOS. Lecciones de Derecho Penal. Parte General. Barcelona, 1996. p. 54. VELASQUEZ VELASQUEZ, Fernando. ―La culpabilidad y el principio de culpabilidad‖. En: Revista de Derecho y Ciencias Políticas. Vol. 50, Año 1993, Lima, p. 283. 13 MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte General. 4ª. ed. Barcelona, 1996, p. 95. 12 44 al agente e implica -nos dice Fernando Velásquez distintas: 14 - en realidad cuatro cosas En primer lugar, posibilita la imputación subjetiva de tal manera que el injusto penal solo puede ser atribuido a la persona que actúa; el delito, en consecuencia, solo es concebible como el hecho de un autor y -como producto de ello- la sanción debe ser individual o estrictamente personal, y alcanzar únicamente a quien ha transgredido la ley en su calidad de autor o partícipe, mas no a terceros, así se hallasen ligados con el sujeto activo del comportamiento punible por vínculos de amistad, credo político o religioso, sangre, afectos, etc. En segundo lugar, no puede ser castigada quien obra sin culpabilidad, con lo que se excluye la responsabilidad objetiva o por el mero resultado; de aquí dimana la categoría dogmática de la culpabilidad- a veces llamada responsabilidad, pese a las diferencias entre ambos conceptos en la teoría general del derecho- acorde con la cual solo puede ser punido quien estuviere en posibilidad de gobernar el acontecer lesivo para los bienes jurídicos. En tercer lugar, la pena no debe sobrepasar la medida de la culpabilidad, y su imposición se hace atendiendo al grado de culpabilidad, pues hay diversos niveles de responsabilidad que van desde la culpa, en sus distintas modalidades, hasta el dolo y, en algunas legislaciones como la colombiana, llegan a figuras complejas que aglutinan ambas formas de conducta punible, como sucede con la preterintención. Por último, en cuarto lugar, este axioma impone la idea de proporcionalidad como pauta surgida del postulado de igualdad para tasar la pena en concreto. Cuando el juzgador persigue imponer una sanción justa debe hacerlo según el postulado constitucional de la igualdad, gracias al cual es posible tratar de manera diversa lo disímil; y ello parece obvio porque, para imponer la pena, es necesario distinguir dentro del juicio de exigibilidad normativa las diversas modalidades de conducta punible (dolo, culpa, preterintención). 3. FUNDAMENTOS Conforme nos informa el profesor Felipe Villavicencio Terreros al término ―culpabilidad‖ se le asigna un triple significado.15 En primer lugar como fundamento de la pena referido a la cuestión de si procede imponer una pena al autor de un hecho típico y antijurídico. En el segundo lugar, como fundamento de la determinación o medición de la pena, su gravedad y su duración. Tercero, como lo contrario a la responsabilidad por el resultado, aquí encontramos al principio de culpabilidad que impide la atribución a su autor de un resultado imprevisible, reduciendo las formas de imputación de un resultado al dolo o la culpa. 14 VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando, Manual de Derecho Penal Parte General, 2ª. ed., Editorial TEMIS S.A., p. 56. 15 VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe, Derecho Penal Parte General, 2006, pp. 110 y sgte. 45 Para Fernando Velásquez16 el axioma no hay pena sin culpabilidad implica en realidad cuatro cosas distintas: En primer lugar nos dice, posibilita la imputación subjetiva de tal manera que el injusto penal solo puede ser atribuido a la persona que actúa, en consecuencia el delito solo será concebible como el hecho de un autor y como resultado la sanción debe ser individual o estrictamente personal, esto es, debe alcanzar solo a quien ha transgredido la ley en su calidad de autor o partícipe, mas no a terceros, aún cuando estos se encuentren ligados con el sujeto activo del comportamiento punible ya sea por vínculos de consanguinidad, afinidad, credo político o religioso, etc. En segundo lugar, por dicho principio no se puede castigar a quien obra sin culpabilidad, con lo que se excluye la responsabilidad objetiva o por el mero resultado; de aquí dimana la categoría dogmática de la culpabilidad, a veces llamada responsabilidad, pese a las diferencia entre ambos conceptos en la teoría general del derecho, acorde con la cual solo puede ser punido quien estuviere en posibilidad de gobernar el acontecer lesivo para los bienes jurídicos. En tercer lugar, es de utilidad para determinar la pena a aplicar pues esta no deberá ser superior a la medida de la culpabilidad, pues hay diversos niveles de responsabilidad que van desde la culpa, en sus distintas modalidades, hasta el dolo y, en algunas legislaciones como la colombiana -nos dice el autor citadollegan a figuras complejas que aglutinan ambas formas de conducta punible, como sucede con la preterintención. En cuarto lugar, este axioma impone la idea de proporcionalidad como pauta surgida del postulado de igualdad para tasar la pena en concreto, cuando el juzgador persigue imponer una sanción justa debe hacerlo según el postulado constitucional de la igualdad, gracias al cual es posible tratar de manera diversa lo disímil, y ello parece obvio porque, para imponer la pena, es necesario distinguir dentro del juicio de exigibilidad normativa las diversas modalidades de conducta punible (dolo, culpa, preterintención). Y de acuerdo a ello las consecuencias jurídicas imponibles deberán corresponden de forma proporcionada con dichos distingos. Por este camino, pues el axioma de culpabilidad posibilita la vigencia del principio de proporcionalidad o de prohibición de exceso, ya examinado, con lo que se incardinan claramente los axiomas de igualdad, culpabilidad y proporcionalidad, que se tornan en columnas vertebrales de la tarea de medición de la pena. Además de lo indicado precedentemente en la doctrina se encuentra la posición predominante de que el principio de culpabilidad presenta tres manifestaciones o plasmaciones, a saber: La responsabilidad personal, la exigencia de dolo o culpa y la atribuibilidad o imputabilidad del autor. A continuación nos referimos a cada una de ellas: 16 VELASQUEZ VELASQUEZ, Fernando, Manual de Derecho Penal Parte General, 2ª ed., TEMIS S.A., Bogotá–Colombia, 2004, p. 56. 46 a. Principio de dolo o culpa En mérito al cual se prohíbe imputar a un sujeto un resultado imprevisible y solo se admitirá responsabilidad a través de estructuras dolosas o imprudentes. Por este principio se rechaza la responsabilidad objetiva o responsabilidad por el resultado que tiene como postulado la máxima “versari in re illicita casus imputatur” que se puede entender como ―quien quiso la causa quiso el efecto‖. Por esta máxima si una persona realiza un acto prohibido responde por cualquier resultado que devenga de ella, no importando si lo hizo con intención, imprudencia o si fue resultado de un hecho fortuito. Al respeto Santiago Mir Puig señala que la evolución del Derecho Penal ha seguido una línea tendente a la espiritualización de la responsabilidad penal, que ya se inició en el Derecho Romano y llega a nuestros días, tras el paréntesis germánico de la Edad Media17; admitiéndose generalmente hoy que la pena del delito doloso debe ser mayor que la del delito imprudente y que si ni siquiera concurre imprudencia, porque el sujeto actuó con el cuidado que le era exigible, no cabe imponer pena alguna. b. Principio de responsabilidad por el hecho Doctrinariamente se acepta que el Derecho Penal de autor es incompatible con el Estado social y democrático de Derecho, solo resulta compatible con el Derecho Penal de acto. De este principio se originan dos consecuencias: Primero, nadie puede ser castigado por sus deseos “cogitationes poenam nemo patitur”, dado que en el Derecho Penal carecen de importancia los actos meramente internos que no trascienden al mundo exterior social. Segundo, la personalidad o la forma de ser de un determinado sujeto no hay de servir de fundamento a la responsabilidad criminal o a la agravante de la misma. Siendo así, constituye una barrera a la actuación de un Derecho Penal autoritario que encuentra en la pena un instrumento que intervenga en la conciencia moral del individuo, a través de la discriminación de los ciudadanos, según sus elecciones morales o ideológicas o dirigiendo a los desviados la responsabilidad de todos los males de un determinado sistema social o constitucional. c. Principio de responsabilidad personal En épocas antiguas se presentaba la responsabilidad colectiva, esto es, se castigaba a los miembros de una familia o de un pueblo por la falta de uno de ellos. El Derecho Penal actual es incompatible con la responsabilidad objetiva o con una idea de represión por las conductas de otras personas (responsabilidad colectiva). Se impide por el mismo que al que no es 17 MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte General. 4ta. Edición. Barcelona, 1996. p. 97 y sgte. 47 responsable de un determinado hecho se le castigue, por ello se dice que se persigue la individualización de la pena. Sobre el particular Santiago Mir Puig18 señala: “Hoy nadie admite la responsabilidad colectiva que en otro tiempo llevaba a castigar a todos los miembros de una familia o pueblo por el hecho de uno de ellos.” V. LA EXIGENCIA DE DOLO Y CULPA De las tres manifestaciones del principio de culpabilidad que se han señalado precedentemente, nos ocuparemos en específico sobre el principio de dolo o culpa, por el cual se exige que el delito sea cometido dolosamente o por imprudencia, excluyéndose por tanto la responsabilidad por el solo resultado vinculado causalmente a la conducta del sujeto, pero que ni eran previsibles ni evitables. Al respecto José Caro Jhon señala: “Justamente, por eso el principio de culpabilidad impone que el Derecho penal solo puede injerir sobre la esfera individual de la persona mediante una pena como reacción frente al dolo o la culpa, mas no así ante cualquier otra manifestación del conocimiento. El principio de culpabilidad funda de este modo una “regla de oro” consistente en que solo el conocimiento que admite graduación puede ser castigado con una pena también graduable” 19. Siendo así, a continuación abordaremos el estudio del dolo y la culpa, para luego tratar sobre la proscripción de la responsabilidad objetiva regulada en el artículo VII del Título Preliminar de nuestro Código Penal. 1. EL DOLO Noción Percy García Cavero refiriéndose al dolo indica que el este se muestra sólo como un elemento subjetivo necesario para la imputación del hecho, sino también como la forma más grave de infracción de la norma.20 Esta gravedad se fundamenta en el hecho que el sujeto ha conocido y querido realizar todos los elementos pertenecientes al tipo penal. Siendo así nos explica que el contenido del tipo subjetivo estaría constituido por una especial relación subjetiva entre el autor (conocimiento y voluntad) y la lesión de un bien jurídico penalmente protegido. Agrega que: “el dolo en el Derecho penal (…) consiste en la imputación de conocimiento no sólo de los aspectos configuradores del tipo legal, sino también de su carácter prohibido.” 21 18 MIR PUIG, Santiago, Ob. Cit., p. 97. CARO JHON, José Antonio, ―Imputación Subjetiva‖ en: Revista Peruana de Doctrina y Jurisprudencia Penales N°7 (2006), p. 237. 20 GARCIA CAVERO, Percy, Derecho Penal Económico Parte General, T. I, Grijley, Lima, 2007. p. 479. 21 GARCIA CAVERO, Percy, Ob. cit., p. 494. 19 48 Ello es así porque no es suficiente, para atribuir responsabilidad penal, que el autor sepa que realiza una determinada conducta lesiva, sino que debe saber que se trata de una conducta antijurídica. Por su parte Santiago Mir Puig al tratar sobre el concepto de dolo, nos dice que es discusión antigua si el dolo requiere conocimiento y voluntad o solo conocimiento. La doctrina dominante –afirma- se ha inclinado por exigir tanto el conocimiento como la voluntad, aunque últimamente ha ganado terreno la opinión que considera suficiente el conocimiento. 22 Al respecto hace referencia a dos doctrinas23, a saber: a. Según la doctrina causalista clásica, nos dice que el dolo se concebía como dolus malus, conteniendo como tal dos aspectos: el conocimiento y la voluntad de los hechos, y la conciencia de su significación antijurídica (conocimiento del Derecho). b. Por el finalismo –agrega- que en la actualidad se prefiere un concepto más restringido de dolo, entendiéndosele como dolo natural. Así para el finalismo ortodoxo el dolo está constituido únicamente por el conocer y el querer la realización de la situación objetiva descrita por el tipo del injusto, no requiriendo que se advierta que dicha realización es antijurídica. Clases Según la doctrina tres son las clases más importantes de dolo: a. Dolo directo de primer grado.- Por este, el autor persigue la realización del delito. b. Dolo directo de segundo grado.- En este caso, el autor no busca la realización del tipo, pero sabe y advierte como seguro, o casi seguro, que su actuación dará lugar al delito. En consecuencia no persigue la realización del delito c. Dolo eventual.- A diferencia del caso precedente, donde la consecuencia de la realización del delito se presenta como inevitable aquí se presenta el resultado como posible, esto es, eventual. Y estando a que es una forma de dolo, lleva aparejada la penalidad correspondiente al delito doloso, a diferencia de la culpa consciente, que al ser modalidad de imprudencia determina únicamente las penas señaladas al delito imprudente, siempre más leves, o la impunidad cuando la imprudencia no es punible. Respecto a la figura del dolo, se considera pertinente consignar aquí una sentencia referida al mismo, que se ha extraído del cuaderno Serie de Jurisprudencia 3 editada por la Academia de la Magistratura24, caso en el cual se absolvió al procesado al no haberse determinado que existió en el ánimo del encausado la intencionalidad de causar daño (lesiones) al agraviado, lesiones que se habían producido al desarrollarse un partido de fútbol. 22 MIR PUIG, Santiago. Ob. Cit. pp. 240 y sgtes. Ibidem. pp. 238 y sgtes. 24 Serie de Jurisprudencia 3 editada por la Academia de la Magistratura, pp. 158-159. 23 49 Jurisprudencia: CASO N° 1 Dolo Sumilla: No debe considerarse como delito las lesiones producidas durante un partido de fútbol, al no demostrarse que el inculpado tuvo la intención de realizarlas. Distrito Judicial de Ucayali. EXP. N"8-092-242501 JPOI Pucallpa, dieciséis de noviembre de mil novecientos noventiocho.VISTOS: Con lo expresado por el señor Fiscal Superior en su dictamen de fojas ciento setenticuatro; y, CONSIDERANDO; Primero. Que la acción tipicamente antilegal, culpable subordinada a una figura legal constituye un delito, por tanto punible y sancionable. La culpa es la acción u omisión que configuran un delito o una falta cometida con intención. En lo penal la intencionalidad es fundamental para la aplicación de la punición; Segundo.- Que, del análisis y pruebas actuadas en el presente proceso especialmente de las declaraciones de los testigos, tanto en la etapa procesal como en lo jurisdiccional, no se ha llegado a establecer con meridiana claridad que el encausado haya agredido alevosamente al agraviado y producido los daños a que se refiere la Historia Clínica de fojas veinticuatro al cuarentiséis; Tercero.- Que, en efecto loa testigos Jorge Luis Rengifo Vela y Juan Carlos Vela García, en sus declaraciones policiales de fojas doce al quince, manifiestan que al disputarse una pelota el encausado y agraviado ambos impactaron llevando la peor parte el agraviado; por su parte el testigo Víctor Valderrama Sánchez Armas, en su declaración policial de fojas dieciséis y testimonial de fojas ciento treintinueve, expresa que el acusado agredió al agraviado cuando éste le quito hábilmente la pelota; declaraciones que se deben tomar en cuenta con mucha reserva, desde que los dos primeros son amigos del encausado y el tercero cuñado del agraviado; Cuarto.- Que, la declaración policial del testigo Napoleón Brines Chacon comente a fojas ocho y la testimonial de Jorge Luis Rengifo Vela, obraste a fojas ciento diez quienes se encontraban en el lugar de los hechos es disímil a los anteriores, pues el primer o manifestó que ambos se liaron a 158 golpes y el segundo, que fue un choque casual; no habiendo una versión uniforme en los testigos respecto al hecho instruido; Quinto.- Que, siendo esto así, si bien existen certificados médicos que acrediten la magnitud del daño causado, no puede determinarse que exisitío en el ánimo del encausado la intencionalidad de causar daño al agraviado, máxime si ambos son amigos conforme lo manifiestan, habiéndose producido los hechos al fragor del juego de pelota; por consiguiente no puede el hecho ser reprimido por no existir dolo, culpa, o preterinterición, y que en todo caso, lo que se persigue es el resarcimiento de los daños sufridos los mismos que no pueden hacerse en esta vía; que por tales razones y no habiéndose dado los presupuestos contenidos en el artículo ciento veinticuatro segunda parte del artículo doscientos ochenticuatro del Código de Procedimientos Penales; REVOCARON. La sentencia recurrida de fojas ciento sesenticuatro al ciento sesentisiete, su fecha 50 veinticuatro de Setiembre del año en curso, que condena a lvan Gaviria De Souza como autor del delito contra la Vida Cuerpo y la salud -Lesiones, en agravio de Spencer Torres Lima, a tres años de Pena Privativa de la Libertad y al pago de quinientos nuevos soles por concepto de Reparación Civil, REFORMANDOLA Absuelven a lvan Gaviria De Souza de la acusación Fiscal; DISPUSIERON; Se anule los antecedentes derivados del presente proceso en su contra, y los devolvieron.- Vocal Ponente Doctor Hermoza Astete.-SS. HERMOZA ASTETE, LECAROS CHÁVEZ, SOTELO MATEO” (sic) (negrita nuestra) CASO N° 2 Culpa Sumilla: Se dice que se actúa con culpa cuando el sujeto no quiere cometer el hecho previsto en el tipo doloso, pero lo realiza por infracción de la norma de cuidado, esto es, por inobservancia del cuidado debido. a) Culpa consciente.- Se presenta cuando si bien no se quiere causar la lesión, se advierte su posibilidad y sin embargo se actúa. b) Culpa inconsciente.- En cambio, en este caso, no solo no se quiere el resultado lesivo, sino que ni siquiera se prevé su posibilidad, al no advertir el peligro. Si bien nuestro estudio se encuentra restringido al principio de culpabilidad, mas no a la culpabilidad como elemento del tipo penal, atendiendo a que, aquél nutre a este último, resulta pertinente sobre este punto, consignar una sentencia referida a la infracción al deber de cuidado, a manera de ejemplo, la cual se ha recogido también del cuaderno Serie de Jurisprudencia 3 editada por la Academia de la Magistratura25: DELITO CULPOSO: Infracción del deber de cuidado Al comprobarse que el inculpado condujo una motocicleta a excesiva velocidad, lo que originó que no pudiera evitar atropellar a un peatón, se evidencia la infracción del deber de cuidado y la comisión de un delito culposo (lesiones culposas) Distrito Judicial de Arequipa Arequipa, mil novecientos noventa y ocho, Diciembre, treinta.VISTOS; el proceso penal número diecinueve -noventa i siete, seguida en contra de MILTON CESAR MANRIQUE LLANOS, cuyas calidades personales son las siguientes: Hijo de Magdalena y Zenobio, nacido el cinco de Agosto de mil 25 Serie de Jurisprudencia 3 editada por la Academia de la Magistratura. pp. 166-169. 51 novecientos setenta i cuatro, natural del Distrito de Mariano Melgar, Provincia y Departamento de Arequipa, identificado con libreta electoral número veintinueve millones seiscientos cuarenta i seis mil ciento veinticuatro, con grado de instrucción superior, de ocupación estudiante, domiciliado en calle Don Bosco ciento doce, Mariano Melgar, sin renta mensual, soltero, sin hijos; por el delito de LESIONES CULPOSAS en agravio de LUIS ALBERTO VARGAS MELGAREJO. Que tramitada la causa con sujeción a las normas establecidas en el Decreto Legislativo número ciento veinticuatro modificado por Ley número veintiséis mil ciento cuarenta i siete, con el vencimiento de los términos ordinario y ampliatorio dispuesto a fojas cien a cuyo vencimiento y remitidos los actuados al Señor Representante del Ministerio Público, éste a fojas ciento dieciocho y siguiente emite su Dictamen y puestos los actuados de manifiesto por el término de ley y vencido el mismo se expidió sentencia a fojas setenta i dos a setenta i cuatro, la misma que notificada a la parte civil, es apelada por ésta, concediéndose dicho recurso a fojas ciento cuarenta i dos. Que elevada la causa en grado de apelación a la Superior Sala Penal, a fojas ciento cuarenta i seis, los señores vocales, declaran la nulidad de la sentencia recurrida, y ordenan la ampliación del término investigatorio por treinta días, a cuyo vencimiento se remitieron los autos para vista del Señor Representante del Ministerio Público, que producida la Acusación Fiscal, y puestos los autos de manifiesto para que los señores abogados presenten sus informes escritos u orales, es su estado, habiendo vencido éste, el de expedir Sentencia, y; CONSIDERANDO: Que de los medios probatorios actuados y recaudados se ha establecido: Que con fecha diecisiete de febrero del año en curso siendo aproximadamente las seis con quince minutos de la mañana, en circunstancias en que el agraviado conducía la motocicleta de placa Rodaje ME- seis mil ochocientos treinta i seis, de propiedad del encausado, quien no posee licencia de conducir, por inmediaciones de la calle Colón, primera cuadra de la Urbanización Mi Perú; con una velocidad aproximada de cincuenta kilómetros por hora, en sentido Sur a Norte, vía doble, al tratar de sobrepasar a un ómnibus toma el carril contrario y al retornar a su carril correspondiente atropella al agraviado lanzándolo a una distancia de seis metros aproximadamente, ocasionándoles las lesiones descritas en el Certificado Médico Legal que obra en autos a fojas quince debidamente acreditado a fojas cincuenta i cinco. Que el agraviado en su preventiva de fojas treinta y tres, refiere que perdió e1 conocimiento siendo auxiliado por Nicola Freda, quien presencia el hecho y depone a fojas catorce a nivel policial corroborando la declaración del agraviado quien se encontraba en estado ecuánime pues no había ingerido licor, tal como consta del certificado de dosaje etílico que obra a fojas dieciocho debidamente ratificado a fojas cincuenta y ocho. Que el imputado en su instructiva de fojas cuarenta i cuatro reconoce los cargos que se le imputan alegando que al intentar sobrepasar e! ómnibus iba conduciendo a muy poca velocidad y que el agraviado se encontraba trotando delante del ómnibus, razón por la cual no fue visto por el procesado, aduciendo que no le prestó auxilio al agraviado a razón de que también saló lesionado tal como obra del Certificado Médico Legal de fojas dieciséis debidamente ratificado a fojas cincuenta i ocho que corroboro su dicho, en mérito a lo cual tampoco ha corrido con los gastos de atención médica del agraviado. Que de las conclusiones arribadas a nivel policial, contenidas en el atestado de fojas dos y siguientes, se a precisado que el factor determinante del accidente "fue la 52 velocidad mayor que la prudente y razonable para las circunstancias del momento y lugar imprimía el procesado, que le impidió hacer a tiempo alguna maniobra evasiva que evitará el accidente." conclusión policial que a quedado probada de la investigación judicial, con la declaración uniforme del procesado, que tanto en su instructiva, en su manifestación policial de fojas once, así como en la diligencia de Confrontación de fojas cincuenta i siete, a afirmado que en el momento de los hechos había intentado adelantar al ómnibus de la Fuerza Armada mencionado, para lo cual es de suponer el procesado debió imprimir mayor velocidad a su vehículo motorizado, hecho que se corrobora por lo afirmado uniformemente por el agraviado en su declaración preventiva y en su manifestación ante la policía de fojas diez, y por la manifestación de Nicola Freda, quien así mismo afirma que el accidente se produjo por la excesiva velocidad en la que transitaba Manrique Llanos, con lo que ha quedado, por ende, acreditado la violación del deber de cuidado infringido por el procesado, elemento esencial para la tipificación de las conducta de comisión culposa. Que del acta de confrontación que obra en autos a fojas cincuenta i siete se tiene que las huellas digitales contenidas en la transacción extrajudicial que en copia corre a fojas veintiuno i veintidós no corresponden a ninguna de las partes alegando el inculpado que le entregó al agraviado un papel firmado en blanco bajo amenaza de éste de ser encarcelado y que no ha firmado ninguna transacción extrajudicial tal como lo sostiene a fojas cuarenta i cinca, Que con respecto a estos hechos, el Colegio de Notarios a remitido copia del Descargo efectuado por el Señor Notario Público José Luis Concha Revilla quien afirma haberse limitado a certificar las firmas más no la huella digital, y que en consecuencia no habría dado fe de ninguna huella digital, hecho que debe ser investigado por la posible comisión de un delito. Que de fojas setenta i nueve treinta i ocho, la parte civil ha prestado recibos y copia de algunos documentos, destinados a acreditar los daños y perjuicios ocasionados como consecuencia de la comisión del delito, los cuales se tiene en cuenta para efectos de determinar el monto de la Reparación Civil, además de considerarse para tal efecto la capacidad económica del procesado. Que a fojas ciento cuarentiséis y siguiente, la Superior Sala Penal ha declarado la Nulidad del acta de fojas cuarenta i tres así como el decreto de fojas cuarenta i dos vuelta, en razón a que el juzgado no había expedido resolución alguna declarando tercero civil responsable a Rolando Manrique Llanos y que de la tarjeta de propiedad, aparece que el procesado es el propietario de la motocicleta citada. Que por estos fundamentos administrando Justicia a Nombre de la Nación y con el criterio de conciencia que la ley faculta, FALLO: DISPONIENDO LA RESERVA DEL FALLO CONDENATORIO en contra de MILTON CESAR MANRIQUE LLANOS, cuyas calidades personales obran en la parte introductoria de la presente resolución, en la causa que se sigue en su contra por el delito de LESIONES CULPOSAS, ilícito previsto y penado por el artículo ciento veinticuatro del Código Penal, en agravio de LUIS ALBERTO VARGAS MELGAREJO, y por el que ha sido acusado por el Señor Representante del Ministerio Público, en mérito al artículo setenta i dos del mismo Cuerpo de Leyes FIJO: Como plazo de reserva del fallo o período de prueba UN ANO debiendo el encausado cumplir las siguiente reglas de conducta No se ausentará de la sede de su domicilio sin previa autorización del Juzgado, donde además concurrirá cada primer día hábil de mes a justificar sus actividades, se abstendrá del consumo de bebidas alcohólicas y el uso de 53 estupefacientes, no concurrirá a lugares de dudosa reputación, reparará el daño ocasionado por el delito y observará intachable conducta; bien entendido de que el incumplimiento de que cualquiera de éstas reglas dará lugar a lo establecido por el artículo sesenta i cinco y siguiente del Código Sustantivo; SENALO: Como monto que por concepto de Reparación Civil deberá abonar el sentenciado a favor del agraviado, la suma de TRES MIL NUEVOS SOLES suma que estimo prudencial al daño ocasionado, DISPONGO: Se remita copias certificadas de los actuados al Ministerio Público para los fines de ley. ORDENO: Que el registro judicial de condenas se abstenga de la inscripción y registro de la presente y una vez vencido el término de prueba, si no fuera revocado éste, se tenga por no efectuado el juzgamiento. Y por esta mi sentencia, así la pronuncio, mando y firmo en la sala de mi despacho. TOMESE RAZON Y HAGASE SABER.” (sic) (negrita nuestra) VI. LA PROSCRIPCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA Noción Conforme al principio del acto, al cual se ha hecho referencia precedentemente, la pena se impone al autor culpable de un delito, en función de su culpabilidad, que actúa como fundamento y límite de la sanción penal. Significando ello que el derecho penal de acto es a la vez un derecho penal de culpabilidad por el acto y no un derecho penal de responsabilidad objetiva por el resultado, caso en el cual se le sanciona al autor exclusiva o principalmente porque ―ha causado‖ un resultado lesivo tomando en cuenta el resultado del hecho como determinante de la gravedad de la pena. Así el derecho penal de culpabilidad por el acto significa que un resultado lesivo es imputable al autor culpable, y además en la medida de su culpabilidad. Al respecto Miguel Polaino Navarrete26 citando a Schmidhauser nos dice: “no quiere ello decir que este modelo se pregunte exclusivamente por la culpabilidad, no teniendo para nada en cuenta el resultado. Antes bien, el resultado puede jugar un papel para el hecho punible, pero no el resultado material impersonal, sino el resultado ocasionado voluntariamente por el hombre y que es susceptible de culpabilidad. El Derecho Penal de culpabilidad por el acto integra pues, también un Derecho penal de culpabilidad del resultado típico.” En el Código Penal Peruano, se establece expresamente la proscripción de la responsabilidad objetiva, así se lee en el artículo VII de su Título Preliminar: “Artículo VII.- Responsabilidad Penal La pena requiere de la responsabilidad penal del autor. Queda proscrita toda forma de responsabilidad objetiva.” La disposición normativa precedente debe ser siempre observada en la resolución de los casos presentados a la judicatura, así se hizo al expedirse la sentencia que a continuación se consigna, donde a uno de los procesados se le imputa ser cómplice del delito de homicidio y es precisamente en aplicación – 26 POLAINO NAVARRETE, Miguel. Introducción al Derecho Penal. Grijley. p. 219. 54 básicamente- de la prohibición contenida en el artículo VII del Título Preliminar del Código Penal que se le absuelve del cargo formulado; a saber: Jurisprudencia CASO Nº 1 Sumilla: AUSENCIA DE DOLO Ha de ser absuelto el inculpado como cómplice del delito de homicidio, quien ayudo a arrojar los restos de las víctimas, en tanto no se ha demostrado fehacientemente que conocía que estaba ayudando en dicha conducta. La legislación penal prohíbe toda forma de responsabilidad objetiva. Distrito Judicial de Ancash Exp. N° 1127-93 Huaraz. veintidós de Setiembre de mil novecientos noventiocho VISTA: En audiencia pública, la causa penal seguida contra el acusado en cárcel LIZANDRO JUAN BANEZ URBANO, como cómplice por el delito contra la vida, el cuerpo y la Salud -homicidio- en agravio de Ignacio Solórzano Medina y Sofia Rojas Giraldo; RESULTA DE AUTOS Oue, por actas de fojas trescientos treintiuno, trescientos treintisiete, trescientos treintinueve, trescientos cuarentidós trescientos cuarentiséis, trescientos cuarentiocho y trescientos cuarentinueve, sentencia de fojas trescientos cincuenticinco, su fecha seis de Enero de mil novecientos noventicinco y acta de cierre de fojas trescientos cincuenta, se mandó reservar el proceso con respecto al acusado en cárcel quien se puso a derecho como aparece a fojas cuatrocientos veinticuatro, a quien se le tomó su declaración instructiva en la cárcel por estar con mandato de detención, por lo que se dispuso se le gire la papeleta de ingreso al Penal, habiendo asimismo señalado la audiencia para el día treintiuno de Agosto del año en curso. a las nueve y treinta de la mañana, conforme aparece del Decreto de fojas cuatrocientos cincuentiséis, la misma que se ha desarrollado conforme aparece de las actas de su propósito y de acuerdo a lo prescrito en el articulo trescientos veintiuno del Código de Procedimientos Penales; por lo que oída la requisitoria del señor Fiscal Superior, el alegato del Abogado Defensor y el dicho del acusado en cárcel ha llegado el momento de 160 expedir sentencia: y CQNSIBERANDQ Que, conforme aparece de autos y en el curso de los debates orales, se ha llegado a establecer que el día veintitrés de enero de mil novecientos noventitrés. los agraviados Pablo Solórzano Medina y su conviviente Sofia Rojas Giraldo después de almorzar siendo aproximadamente las dos de la tarde, salió con dirección al domicilio del sentenciado Jorge Darlo Gantu Bañez, con el fin de efectuar una cobranza que le tenía pendiente; y como no retornaba hasta las cinco de la tarde. la agraviada Sofia Giraldo, decidió buscarlo pensando que se hallaba libando licor con el sentenciado en referencia, quien venía a ser su compadre por haber bautizado a las dos menores hijas de los agraviados, saliendo de su puesto de ventas a las seis de la tarde, también comunicando a su progenitora que iría a la casa del compadre; y llegada la noche ambos agraviados no volvieron a su puesto; por lo que, doña Trinidad Giraldo Dominguez pensando que su hija y su conviviente se hallaban festejando algún acontecimiento en el domicilio del sentenciado, fue a su casa 55 habitación ubicada en "Cochac" con sus dos menores nietas y regresar al día siguiente al referido puesto y seguir vendiendo papas y al ver que ambos agraviados no retornaban a su domicilio y puesto de ventas, decidieron dar aviso a los vecinos y familiares de la desaparición de los occisos y salir en su búsqueda llegando inclusive al inmueble del sentenciado; quien, les manifestó que los agraviados no habían llegado a su domicilio y juntamente con sus familiares fueron en búsqueda de los referidos convivientes por no tener noticias de su paradero, por lo que pusieron en conocimiento de la autoridad policial sobre la desaparición, así es como Brígida Solórzano Medina formula su denuncia de parte por ante la Fiscalía Provincial de Turno en la mañana del día veinticinco de Enero de mil novecientos noventitrés. en compañía de los familiares y compañeros de trabajo del Mercadillo del puente "Quillcay"; saliendo en su búsqueda por diferentes lugares; y como la Policía tenía la información de la denunciante como la madre de la agraviada y que ambos occisos se habían dirigido a la casa del acusado, la Policía allanó tal domicilio, hallando el cuerpo del delito, como es un revólver marca "Smith Wesson" calibre treintiocho. en la habitación donde se encontró gran cantidad de sacos de trigo y abono y a indicación del sentenciado se hallaba dentro de un saco de trigo como esta probado a fojas diecinueve, y de inmediato procedieron a efectuar la prueba de la parafina como consta del informe de fojas dieciséis, efectuado en la mano derecha de Jorge Gantu Bañez la cual arrojó resultado positivo compatible con residuos de pólvora producida por disparo de arma de fuego; y como en esa misma fecha apareció el cadáver de Sofia Rojas Giraldo a orilla del Río Santa á la altura del Caserío denominado "Paty" comprensión de la Provincia de Carhuaz y al verse descubierto en el hecho criminal, el ahora sentenciado recién confesó a la Policía en presencia del señor Fiscal Provincial ser el autor material del crimen de sus compadres dando los detalles del mismo; y el día treinta del mes y ano referido fue hallado el cadáver de Pablo Solórzano Medina que se encontraba seccionado e incompleto, faltando la cabeza y algunos miembros y extremidades en total estado de descomposición en la ribera del Río Santa, en el lugar de la Planta Minera "Santa Rosa" comprensión del distrito de Jangas conforme se acredito con el acta de levantamiento de cadáver de fojas ciento sesenticuatro. que el ahora sentenciado Gantu Bañez lo había arrojado al río después de haberlo victimado dentro de un costal de polietileno de color negro al igual que a la occisa; habiéndose hallado ambos cadáveres y haberse efectuado la necropsia de ley como se prueba del protocolo de necropsia de fojas ochenticinco y ochentiséis; que el citado sentenciado Jorge Gantu Bañez manifestó que los agraviados se encontraban dentro de costales de papas los que fueron llevados hasta el puente de Jangas y arrojados al río con ayuda de su primo JUAN BANEZ URBANO; a quien durante la etapa instructora y del juzgamiento se le ha considerado su participación como cómplice del evento criminoso, el mismo que se encontraba en la situación jurídica de reo ausente, por lo que no ha prestado ante la policía su manifestación policial, menos su declaración instructiva, habiéndolo hecho recién durante los debates orales, como aparece a fojas cuatrocientos sesenticinco. quien negó los cargos formulados en su contra, esto es, que no se considera ser cómplice del delito de homicidio por el cual se le incrimina; pues su intervención o participación fue que el sentenciado Jorge Gantu Bañez, llegó a su domicilio con doce sacos de papa que era para venderlos, pero cuando han llegado al puente de Jangas más o menos eran las tres y treinta de la mañana su 56 primo el sentenciado Gantu Bañez, bajó de la camioneta y le dijo "Ayúdame a volar la basura" demoró en abrir la puerta de la camioneta y le ayudó a votar un saco al río, pues su primo Gantti "sintió" que botó un saco al río, dichos sacos estaban amarrados y eran de color negro, y que no sospechó nada sobre el contenido de los costales, que no se ha y enterado que lo que habla votado cran cadáveres, cuando fue notificado por la Sala Penal, para su juzgamiento manifiesta que no ha desaparecido del lugar de su residencia que es Hualcán, pero mayormente ha vivido en Chavín. Que El refirió que después de arrojar los sacos al río, se dirigieron a Carhuaz, que le quería preguntar a su primo el contenido de los sacos, pero éste alzó el volumen de la radio y no quiso conversar, por lo que Be quería recomendar para que regalara a los chancheros cuando llegaron a Carhuaz vaciaron los doce sacos, que no percibió el olor de carne humana. pero si percibió el olor de abono de gallina y que su primo no se sincer6 con él que en ningún momento han coordinado para votar loa sacos ni desaparecer los cuerpos humanos, que nunca se ha dado a la fuga que ha estado en su chacra, ha viajado a Lima y ha sido Presidente del Comité de Auto Defensa de Yanacaneha que está ubicado cerca de Chavín; Que, de! análisis de los hechos y las pruebas actuadas. se advierte que en autos no existe más que la imputación efectuada por el sentenciado Jorge Gantu Bañez a nivel de instrucción y debates orales, imputación que ha sido retractada en el presente juicio oral al manifestar el sentenciado Gantu Bañez, que su confrontado el acusado presente no tuvo conocimiento en ningún momento que el contenido de los sacos, que éste le ayudó a votar al río, hayan contenido los cadáveres, por lo que siendo esto así y atendiendo que el derecho penal es netamente objetivo, esto es que resulta necesario para dictar una sentencia condenatoria la existencia de pruebas objetivas, que lleven a la convicción del juzgador de la plena responsabilidad del encausado, tal como está establecido en el artículo séptimo del Título Preliminar del Código Penal, que recoge el principio de la Responsabilidad Penal, por el cual resulta necesario acreditar indubitablemente la responsabilidad del autor del ilícito. Quedando proscrita toda forma de responsabilidad objetiva y en este orden de ideas atendiendo que contra el acusado presente sólo existía una imputación de su coacusado sin otras pruebas que la corrobore. Máxime si dicha imputación ha sido materia de retractación, éste no puede servir de fundamento para una sentencia condenatoria: que, asimismo el hecho de que el acusado presente haya ayudado a votar los cadáveres al río. En sacos de polietileno. sin haber tenido Conocimiento de que estaba ayudando a ocultar el cuerpo del delito, no lo pone en condición de cómplice en tanto que el cómplice, es aquel que dolosamente presta auxilio para la realización del hecho punible sin el cual no se hubiera perpetrado o en su defecto él que de cualquier modo, hubiera dolosamente prestado asistencia analizando el primer supuesto, se establece que el acusado Lizandro .Juan Bañez Urbano, no participó en el evento criminoso esto es el homicidio, en tanto que el sentenciado Gantu Bañez, no necesitó su ayuda de éste para perpetrar el homicidio; que en cuanto al segundo supuesto, atendiendo que éste se produce con dolo esto es con el conocimiento de la existencia del delito que se pretende ocultar y estando acreditado que el acusado presente no tuvo ese conocimiento, su conducta resulta atípica, esto es fuera del tipo penal investigado, por lo que su inocencia se mantiene incólume, en tanto la inocencia se presume y a culpabilidad se prueba. así lo reza el literal e) del inciso veinticuatro del articulo des de la Constitución Política del Estado, 57 la misma que recoge el Principio Universal del Derecho de la Presunción de la Inocencia, consecuentemente resulta de aplicación lo preceptuado por el artículo doscientos ochenticuatro del Código de Procedimientos Penales debiendo procederse a Absolver al acusado Lizandro Juan Bañez Urbano de la acusación fiscal por éstos hechos; que el acusado Bañez Urbano formuló excepción de naturaleza de acción contra esta acción penal, la misma que se reservó su pronunciamiento con fa sentencia, y atendiendo 4119 el artículo cinco del Código de Procedimientos Penales expresamente señala que ésta excepción es procedente cuando el hecho denunciado no constituye delito o no es justiciable penalmente, que de lo actuado se establece que el hecho homicidio de dos personas debidamente acreditado si constituye delito y que su argumento de irresponsabilidad debe establecerse en la sentencia y no en una vía incidental, por lo que el medio de defensa resulta. Infundado; POR ESTAS CONSIDERACIONES: Apreciando los hechos y las pruebas con criterio legal y de conciencia y en aplicación de los artículos cinco, doscientos ochenta, doscientos ochentitrés. doscientos ochenticuatro y doscientos ochentiséis del Código de Procedimientos Penales, éste último por la no necesidad de votar las cuestiones de hecho: la Primera Sala Especializada en lo penal de la Corte Superior de Justicia de Ancash, administrando justicia a nombre de la Nación, FALLA Declarando INFUNDADA la Excepción de Naturaleza de Acción formulada por el acusado Lizandro Juan Bañez Urbano: ABSOLVIERON al acusado Lizandro Juan Bañez Urbano de la acusación fiscal por el delito de Homicidio - Cómplice Secundario, en agravio de Pablo Ignacio Solórzano Medina y Sofia Rojas Giraldo; MANDARON que consentida y/o ejecutoriada que sea la presente sentencia, se ANULEN los antecedentes policiales y judiciales generados a éste procesado por los hechos materia de éste juzgamuento; MANDARON archivar en forma definitiva la presente instrucción en el modo de ley; ORDENARON que encontrándose en cárcel el acusado OFICIESE para su inmediata excarcelación, siempre y cuando no exista otro mandato de detención emanado por autoridad competente. Dictada esta sentencia en la Sala de Audiencia del Establecimiento Penal de ésta ciudad. SS. SALAZAR L., CASTRO A., PAJUELO” (sic) (negrita nuestra) Como se ha leído, tenemos que, al no haberse acreditado en autos que el encausado conocía que en las bolsas que se le solicitó botar se hallaban contenidos dos cuerpos sin vida de varón y mujer, y siendo ello fundamental para determinar su responsabilidad en los hechos, se le absolvió de la acusación fiscal por el delito de Homicidio- cómplice secundario; habiendo tenido en cuenta además que solo la inocencia se presume, mas la responsabilidad subjetiva se determina únicamente mediante pruebas, pruebas que no se presentaron en el caso indicado27. 27 Nuestro Tribunal Constitucional también se ha pronunciado al respecto al emitir sentencia de fecha 24 de noviembre del 2004, en el Expediente N° 2868-2004-AA/TC, fundamento 21: ―(…) La respuesta no puede ser otra que la brindada en la STC 0010-2002-AI/TC: un límite a la potestad sancionatoria del Estado está representado por el principio de culpabilidad. Desde este punto de vista, la sanción, penal o disciplinaria, solo puede sustentarse en la comprobación de responsabilidad subjetiva del agente 58 CASO 2 SALA PENAL PERMANENTE R.N. N° 3944-2007 UCAYALI Lima, treinta y uno de julio de dos mil ocho.VISTOS; interviniendo como ponente el señor Vocal Supremo Pariona Pastrana; el recurso de nulidad interpuesto por los encausados Jaime Grández Pinchi, Ángel Manuel Souza Tuanama, Luis Tolentino Claudio, Harry Henry Bruderer Macedo, Andy Arquel Soto Gonzales y el Fiscal Superior contra la sentencia de fojas dos mil cuatrocientos cincuenta y cuatro, del veintiséis de julio de dos mil siete, de conformidad en porte con el dictamen del señor Fiscal Supremo en lo Penal; y CONSIDERANDO: Primero: Que el encausado Jaime Grández Pinchi en su recurso formalizado de fojas dos mil quinientos diecinueve alego haberse acogido a la ley de confesión sincera a fin de esclarecer los hechos materia de investigación, y a pesar de ello se te ha impuesto una pena excesiva, contraria a los principios de humanidad, protección, prevención y resocialización, es por ello que solicita se le imponga la pena mínima; por otro lado el encausado Ángel Manuel Souza Tuanama fundamenta en su recurso de fojas dos mil quinientos veinticuatro y refiere que en el proceso ha negado su participación en los hechos que se le atribuye, si bien, aceptó la aplicación del artículo quinto de la Ley número veintiocho mil ciento veintidós y expresó ser responsable del delito que se le imputo y de la reparación civil fijada, fue debido al mal asesoramiento de su abogado defensor, situación que no puede ser determinante para atribuirle responsabilidad, siendo su participación haber alquilado la moto, que luego facilitó a Andy Ángel Soto Gonzáles, sin conocer que sería utilizado para cometer un delito, motivo por el que se presentó a las instancias policiales a efectos de dar con el paradero de dicho vehículo motorizado, por lo que, al no existir prueba alguna que demuestre su culpabilidad, deberá ser absuelto de todos los cargos; que, el encausado Luis Antonio Tolentino Claudio en su recurso formalizado de fojas dos mil quinientos veintisiete manifiesta ser falso que María Edith Cárdenas Ratto Viuda de Melgarejo, con fecha ocho de julio del dos mil cuatro, haya sido victima de robo por parte de su persona y los conocidos como ―Bill‖ y ―Agapito‖, menos aún haberlo intimidado o violentada para arrebatarle su cartera y apoderarse de la suma de dos mil dólares americanos, cuya preexistencia no ha acreditado, resultando extraño que recién formulara la denuncia el trece del indicado mes y año, además, la supuesta agraviada a brindado versiones contradictorias respecto a lo sucedido luego de haber sido supuestamente victima de robo, al referir inicialmente haberse dirigido caminando a la Comisaría y que al no encontrar a nadie dirigirse a la cases de su amigo, para luego señalar que se dirigió a la Comisaría a bordo de un mototaxi y al no ser atendida se dirige a la cases de so abogado, situación que resta credibilidad a su dicho; por so parte el procesado Harry Henry Bruderer Macedo en su recurso formalizado de fojas dos mil quinientos treinta y cuatro, infractor de un bien jurídico. En ese sentido, no es constitucionalmente aceptable que una persona sea sancionada por un acto o una omisión de un deber jurídico que no le sea imputable.‖ (negrita nuestra) 59 alega que no se ha valorado correctamente la prueba actuada, dada que no se ha probado el delito de robo agravado contra María Edith Cárdenas Ratio Viuda de Melgarejo, quien no ha acreditado la preexistencia de los dos rail dólares americanos supuestamente sustraídos, imputación que además fue formulada en venganza por haber tratado de impedir que esta tome a la fuerza las instalaciones del Hospedaje ―Marcos‖; que, Andy Ángel Soto Gonzáles en su recurso formalizado de fojas dos mil quinientos treinta y siete, que su participación en la muerte de María Edith Cárdenas Melgarejo se limitó a conducir la motocicleta donde se desplazaba el autor material del delito, siendo su actuación de cómplice primario, por lo que la pena impuesta no guarda proporcionalidad con el grado de participación en el delito; aunado a ello, que no se ha tenido en cuenta que se ha sometido a lo confesión sincera, colaborando con la justicia al mencionar la participación de todos sus coacusados; que, el arma de fuego estaba en posesión de Jaime Grández Pinchi, razón por la cual no puede imputársele el delito de tenencia ilegal de arma de fuego, asimismo, señala que no tuvo implicación alguna en el robo cometido contra el SOB PNP Lorenzo Aguilar Noriega, acaecido el primero de enero del dos mil cuatro, tampoco forma parte de una organización criminal dedicada a delinquir asimismo, el Fiscal Superior en su recurso de fojas dos mil cuatrocientos cuarenta y uno afirma que Jaime Grández Pinchi, Andy Soto Gonzales, Ángel Souza Tuanama, Marco David Melgarejo Cárdenas y Carlos Meléndez López, forman parte de una organización delictiva, donde cada uno cumple un rol especifico, constituida inicialmente para perpetrar el delito de robo agravado en agravio de María Edith Cárdenas de Melgarejo para luego acabar con su vida, siendo el móvil de tales hechos el procurarse de los bienes de la aludida víctima; que, Marco David Melgarejo Cárdenas, es el autor intelectual de la muerte de su madre Moya Edith Cárdenas Melgarejo, a quien vería amenazando de muerte constantemente, los cuales mantenían varios procesos judiciales, sujeto que, además, tenía la administración judicial de los bienes de la sucesión indivisa de su padre David Melgarejo Flores; y con relación a Carlos Meléndez López, fue éste quien hizo entrega del arma de fuego para victimar a María Edith Cárdenas de Melgarejo, además de facilitar toda la información de sus actividades y de su residencia, ofreciendo el pago de mil dólares americanos a Jaime Grández Pinchi para dar muerte a la agraviada, habiendo además brindado una dirección falsa con el ánimo de evitar ser notificado para rendir su declaración con relación a los hechos, obstruyendo de esta forma la correcta administración de justicia. Segundo: Que fluye de la acusación fiscal de totes mil trescientos se sesenta y uno: a) Que el día ocho de julio del dos mil cuatro, la agraviada María Edith Cárdenas Ratto (occisa) en compañía de aproximadamente ocho personas ingresó al Hospedaje ―Marcos‖, cuya Administración Judicial se encontraba a cargo de su hijo Marco David Melgarejo Cárdenas; a las siete y media de la noche del mismo día, la agraviada fue victima de agresiones físicas y robo de dinero ascendente a dos mil dólares americanos, por parte de los encausados Luis Antonio Tolentino Claudio, Harry Henrry Bruderer Macedo, los conocidos como ―Bill‖ y ―Agapito‖; b) El veintisiete de julio de dos mil cuatro, a las ocho y treinta horas en un cabina telefónica ubicada en el Jirón José Gálvez número quinientos dos - Pucallpa, se produjo la muerte de la agraviada María Edith Cárdenas Ratto, por parte de los procesados Jaime Grández Pinchi, Andy Arquel Soto Gonzales, Ángel Manuel Souza Tuanama, Marco David Melgarejo Cárdenas y Carlos Meléndez López, quienes habrían concertado y desempeñado dentro de su participación roles 60 distintos a efectos de llevar a cabo la muerte de la indicada agraviada; como consecuencia del hecho de sangre, la Unidad Motorizada de Radio Patrulla PK mil cuatrocientos cincuenta y uno a merito de una llamada telefónica de la Central ciento cinco, constituidos por inmediaciones del Kilómetro seis de la Carretera Federico Basadre, a la altura del recreo Turístico ―Shirambari‖ de la Laguna Shirambari, motocarristas del lugar capturaron a la persona de Andy Arquel Soto Gonzáles y Jaime Grández Pinchi, incautándole a éste último una pistola marca ―Pietro Beretta‖ calibre nueve milímetros, parabellum, de serie número G noventidos setenta y ocho seis Z con su respectiva cacerina abastecida con once municiones un manuscrito en papel cuaderno con el siguiente tenor: ―Te mato concha tu madre por que no me cumpliste lo que me prometiste‖, que se encontraba en uno de los bolsillos de su pantalón; asimismo a inmediaciones del lugar de los hechos se encontró la motocicleta marca Konda, color roja, sin placa de rodaje y que fuera utilizada para la comisión del homicidio calificado; que tanto Jaime Grández Pinchi y Andy Ángel Soto Gonzáles aceptaron haber victimado a la occisa en la cabina telefónica, así como Ángel Manuel Souza Tuanama aceptan su participación dado que conjuntamente con Andy Argel Soto Gonzáles alquilaron la motocicleta que utilizaron para cometer el asesinato de la agraviada María Edith Cárdenas Ratto; c) Que con relación al robo agravado, ocurrido el primero de enero del dos mil cuatro, por inmediaciones de la Fabrica Galpesa, en agravio del SOB PNP Lorenzo Aguilar Noriega, quien por acta de reconocimiento de fojas setenta a setentiuno reconoce a Andy Arquel Soto Gonzáles, Ángel Manuel Souza Tuanama y Jaime Grández Pinchi como los autores del delito de robo agravado perpetrado en su agravio, donde le robaron su pistola de reglamento marca ―Pietro Baretta‖ de propiedad del Estado Peruano con número de serie G noventa y dos setenta y ocho seis Z, siendo aproximadamente a las siete de la noche cuando retornaba a su domicilio; por su parte los procesados Jaime Grández Pinchi, Ángel Manuel Souza Tuanama y Andy Argel Soto Gonzáles niegan ser autores del robo agravado con arma de fuego, versión que se tendrá en cuenta como mero argumento de su defensa; d) por otro lado, el procesado Carlos Meléndez López, al rendir su declaración a nivel policial de fojas cuarenta y cuatro - cuarenta y cinco, dio una dirección ubicado en el Jirón John F. Kennedy numero ciento cuarenta y dos - Pucallpa, y de fojas cuatrocientos veinticinco se aprecia que no vive en dicho lugar, no obstante saber que se recepcionaría su testimonial por ser persona cercana a la agraviada, pese a ello dio una dirección incorrecta, lo cual dificulta y obstruye la Administración de la Justicia; más aún al haber recibido una imputación que lo incrimina como el autor intelectual del asesinato de María Edith Cárdenas Ratto, por sindicación del procesado Jaime Grández Pinchi a fojas veintidós y ampliación de fojas cuatrocientos cuarenta y uno, donde indica que le ofreció mil dólares americanos para asesinar a la agraviada y que le dictó el manuscrito obrante de fojas cincuentiocho que le fuera encontrado en el momento de su captura, así como la persona que le entregó el arma que utilizó para asesinar a la occisa agraviada y que se encontró en su poder, asimismo indica que le facilitó todos los detalles en donde vivía la agraviada, y precisa que a nivel preliminar ocultó la identidad y autoría de Carlos Meléndez López, fue para protegerlo por que le había prometido el pago indicado; e) Que, la agraviada María Edith Cárdenas Ratto, cuando se encontraba con vida al sentirse agredida tanto física y en su patrimonio por parte de su hijo Marco David Melgarejo Cárdenas y las personas conocidas como Luis Antonio Tolentino Claudio, Harry Henrry 61 Bruderer Macedo por hechos ocurrido el ocho de julio del dos mil cuatro, en el Hospedaje ―Marco‖ a las siete y treinta minutos donde fue golpeada por Luis Antonio Tolentino Claudio, Harry Henrry Bruderer Macedo y los sujetos conocidos con el alias ―Bill‖ y ―Agapito‖, provistos de armas le arrebataron su cartera sustrayéndole dos mil dólares americanos, luego de golpearle en diversas partes del cuerpo le arrojaron a la pista cerrándole la puerta del Hospedaje, por lo que la agraviada acude a la Comisaría de Pucallpa para asentar su denuncia en donde el Jefe de la Unidad Policial Comisario Eduardo Hugo Santa Cruz Fernández oriento que por los hechos le corresponde investigar a la Unidad Especializada DIVINCRI a cargo del Comandante Nel Oliveros Llanos, a pesar de que tenía conocimiento de los hechos preliminares de amenazas de muerte, toda vez que la Prefectura le remitió la solicitud de garantías personales solicitadas por la agraviada efectuados en el día mencionado, omitió disponer el reconocimiento médico legal de la agraviada en su calidad de Jefe de la Comisaría; por su parte el Jefe de la DIVINCRI, Comandante Nel Oliveros Llanos se limitó informarte que es la División de Seguridad del Estado que ha intervenido por ser una presunta Usurpación del Hospedaje ―Marco‖ y que se dirija en todo caso a la misma unidad; no le dio la atención e inmediatez, toda vez que los hechos eran recientes y la agraviada presentaba lesiones, o sea eran hechos distintos a los que la Unidad Especializada de Seguridad del Estado se había avocado; es decir no solicitó un reconocimiento médico legal y efectuarse una verificación de los hechos en coordinación con la Unidad de Seguridad del Estado; por lo que el Jefe de la DIVINCRI Comandante Nel Oliveros Llanos incumplió sus obligaciones omitiendo la prestación de auxilio; debió de haber solicitado el reconocimiento médico legal de la agraviado, no se decepcionó la denuncia de la agraviada; tal así que la agraviado por intermedio de su abogado Habacú Penadillo Chávez al día siguiente acudió a la Comisaría de Pucallpa y DIVINCRI, recibiendo el mismo trato por parte de los responsables de las citadas unidades policiales, quienes aducían que se había avocado en la investigación la División de Seguridad del Estado, no obstante de tratarse de hechos distintos y que el propio Comisario de Pucallpa advirtió que era de obligación de la DIVINCRI avocarse a la investigación del hecho; por lo que los citados miembros policiales han incurrido en ilícito. Tercero: Que del contexto de la prueba actuada se ha acreditado la responsabilidad penal del encausado Jaime Grández Pinchi en su calidad de autor, en los delitos contra la Vida, el Cuerpo y la Salud -homicidio agravado- en agravio de María Edith Cárdenas Ratto Viuda de Melgarejo, el Patrimonio -robo agravado- en agravio del SOB PNP Lorenzo Aguilar Noriega y del Estado, Seguridad Pública -Peligro Comúntenencia ilegal de armas de fuego en agravio del Estado, en atención a su admisión realizada en el curso del proceso -ver declaración preliminar de fojas veinticuatro y ampliatoria de fojas cincuenta y cuatro- en presencia del fiscal provincial, acta de registro personal de arma y manuscrito de fojas cincuenta y siete y cincuenta y ocho, actas de reconocimiento efectuado y declaración del agraviado Lorenzo Aguilar Noriega a fojas cuarenta y seis con participación del Ministerio Público -ver fojas setenta y setenta y uno-, instructiva -ver fojas doscientos veintidós-, ampliada -ver fojas cuatrocientos noventa y uno-, en el plenario -ver fojas mil seiscientos cuarenta y cuatro y mil seiscientos sesenta y ocho- en la que reconoce ser autor de los disparos que cegó la vida de la mencionada agraviada, así como al momento de su detención por los pobladores del lugar le incautaron el arma homicida como el manuscrito, con el informe 62 técnico de fojas setenta y cuatro y pericia balística de fojas mil seiscientos treinta y seis que acredita la operatividad del arma incautada: que es menester puntualizar que si bien el encausado citado al inicio del juicio oral, se acogió a lo dispuesto por el artículo cinco de la ley número veintiocho mil ciento veintidós que prevé la conclusión anticipada del debate oral -ver fojas mil seiscientos cuarenta y cuatro- donde aceptó cargos materia de acusación y su abogado defensor manifestó su conformidad, también lo es que el Tribunal de Instancia lo declaró inaplicable debido a que los otros encausados comprendidos en el proceso no se acogieron a dicho procedimiento y afectaría el debate oral; que, al no haber cuestionado el mencionado encausado la materialidad de los ilícitos en los que participó, cabe analizar el objeto de la impugnación circunscrita a la pena; que, el indicado sostiene que al haber confesado los hechos, la pena debe ser rebajada; que, para considerarse como confesión sincera es menester que ésta se de sin que exista ninguna circunstancia que impele a reconocer el hecho, esto es que no existe un hecho previo, extremo que no se da en autos, toda vez que el procesado Grández Pinchi cuando se daba a la fuga en lo moto conducido por su co procesado Andy Arquel Soto Gonzáles, al tener un desperfecto mecánico, fue intervenido por los pobladores de zona cuando huía a pie, los cuales posteriormente lo condujeron a la comisaría del sector -ver declaración de Luis Matios Viena de fojas cincuenta y dos-, siendo por ese motivo que admitió los hechos, al no tener ninguna coartada, ya que le fue incautada el arma homicida como el manuscrito respectivo, por lo que la pena impuesta es proporcional a la magnitud de los ilícitos cometidos, toda vez que no existe ninguna circunstancia que atenúe la pena, sino que mas bien estando a la forma y circunstancias como se produjo el homicidio en agravio de Edith Cárdenas Ratto Viuda de Melgarejo, se colige que el procesado Grández Pinchi tiene un desprecio sobre la vida humana, toda vez que por algo fútil le produjo la muerte, extremo que permitiría agravar la pena, lo cual no puede darse en atención a que el Fiscal Superior no recurre este extremo, y se agrava se estaría en la reforma en peor, lo cual nuestra legislación ha proscrito. Cuarto: Que en relación al procesado Andy Arquel Soto Gonzales, se ha acreditado meridianamente su participación: 1. En el homicidio agravado de María Edith Cárdenas Ratto Viuda de Melgarejo, toda vez que desde un primer momento tuvo conocimiento de parte de su coacusado Jaime Grández Pinchi que iba a victimar a dicha persona, siendo el encargado de buscar la movilidad para el traslado de ambos, ubicando a Ángel Manuel Souza Tuanama para que alquilará una moto, debido a la carencia de documentos, y una vez rentada le entregó, quien lo dejo en su casa, para luego movilizarse recogiendo y llevándolo hasta el lugar donde se encontraba la agraviada; que producido el evento, se dieron a la fuga, pero fue aprehendidos por los pobladores al sufrir un desperfecto la móvil que conducía cuando huían a pie ver declaración de fojas veintiocho con presencia Fiscal, instructiva de fojas doscientos quince y plenario de fojas mil seiscientos catorce, mil setecientos, ocurrencia policial de fojas tres, confirmado por las declaraciones de sus coacusados Grández Pinchi y Ángel Manuel Souza Tuanama de fojas veinticuatro, veintiocho con presencia fiscal, instructivas de fojas doscientos veintidós y doscientos veintisiete, plenario de fojas mil seiscientos catorce, mil seiscientos ochenta y ocho y mil setecientos veintiuno-; 2. Que, con respecto al delito contra el patrimonio -robo agravado- en agravio de Lorenzo Aguilar Noriega, que si bien el indicado niega la comisión del ilícito, también lo es que aquella negativa se encuentra desautorizada por la aceptación efectuada en el 63 juicio oral -fojas mil seiscientos catorce-, donde acepta los términos de la acusación fiscal, y si bien el Tribunal de Instancia lo rechazo, no lo desmerece sino que mas bien determina que actuó en dicho evento, ya que ninguna persona acepta algo que no ha realizado, comprobándose su participación con el reconocimiento efectuado por el agraviado a fojas setenta y setenta y uno con la presencia del Fiscal Provincial, constituyendo elementos probatorios de conformidad con lo dispuesto por los artículos sesenta y dos y setenta y dos del Código de Procedimientos Penales, agregándose a esto que el arma robada al agraviado fue recuperado -ver fojas cincuenta y siete-, acreditándose con ello la preexistencia de lo sustraído de conformidad con el numeral doscientos cuarenta y cinco del Código Procesal Penal de mil novecientos noventa y uno, todo lo cual acredita su responsabilidad penal en el mencionado delito; 3. Que, en cuanto a la imputación formulada por el delito de Tenencia Ilegal de Armas de Fuego, se desprende que al mencionado procesado no se le incautó arma alguna al momento de ser aprehendido por los pobladores de la zona -ver acta de fojas cincuenta y siete-, por lo que su conducta no se encuadra en la hipótesis establecida en el artículo doscientos setenta y nueve del Código Penal, toda vez que aquella sanciona la tenencia o posesión de armas de fuego sin tener la licencia respectiva que lo autorice, extremo no acreditado en autos, siendo procedente absolverlo por este delito. 4. Que habiéndose establecido su participación en el homicidio agravado, es menester establecer si tiene la calidad de autor o cómplice primario, tal como ha sostenido en su formalización de su impugnación; que, estando a la forma de su actuación derivado a que fue el encargado de buscar la movilidad y trasladar de un lugar a otro, la intervención del mencionado encausado corresponde a la complicidad primaria derivada de la intensidad objetiva aportada al delito como el momento en que se realizó el aporte, toda vez que el hecho principal estuvo dominado todo el tiempo por el procesado Jaime Grández Pinchi, por lo que en esa dimensión y teniendo en cuenta la absolución por el delito de tenencia ilegal de arma de fuego, estando a las condiciones personales, su grado de participación, como su admisión realizada desde el inicio de las investigaciones prelimares, la pena debe ser proporcional a ello, por lo que debe rebajarse la pena impuesta, de conformidad con lo dispuesto por los artículos cuarenta y cinco y cuarenta y seis del Código Penal. Quinto: Que con relación al encausado Ángel Manuel Souza Tuanama, del contexto de la prueba actuada: a) se desprende meridianamente la participación en el delito contra el patrimonio en su modalidad de robo agravado en agravio de Lorenzo Aguilar Noriega acaecido el primero de enero de dos mil cuatro y por ende su responsabilidad penal; que la negativa sostenido por este no es sino un medio de eludir la responsabilidad penal que le concierne, la misma que está desautorizada por la admisión realizada a nivel del juicio oral -fojas mil seiscientos quince-, donde sin presión alguna aceptó los términos de la acusación fiscal, del cual estuvo de acuerdo su abogado defensor, demostrando con ello que estaba consciente de su actuación en tal evento, ya que ninguna persona que no ha cometido alguno, admite aquello, y si posteriormente -fojas mil setecientos veintiuno- vuelve a negar los cargos, debido a que el Tribunal de Instancia no acepto la conclusión anticipada del juicio oral, aquello no hace perder merito a dicha declaración expuesta al iniciar el juicio oral, agregándose a esto, que dicha negativa está desvirtuada con las actas de reconocimiento -ver fojas setenta y setenta y uno- como la declaración del agraviado en la que relata la forma y circunstancias como sucedieron los hechos, identificando plenamente 64 al mencionado procesado como uno de los participantes en el evento en su agravio, no evidenciándose en autos un móvil espurio basado en odio, resentimientos, enemistad u otras que pueden incidir en la parcialidad de su testimonio, sino que mas bien existe una verosimilitud en su imputación sustentada en la coherencia y solidez de su propia declaración, y por ende una persistencia en la imputación -ver fojas cuarenta y seis-, actas de reconocimiento de fojas setenta y setenta y uno, realizadas con presencia del Fiscal Provincial, constituyendo elemento probatorio, tal como lo dispone los numerales sesenta y dos y setenta y dos del Código de Procedimientos Penales, declaración del agraviado de fojas quinientos cuarenta, agregándose a esto, la aceptación formulada por sus coencausados Grández Pinchi y Soto Gonzáles fojas mil seiscientos quince que admiten los cargos que se le atribuye, por lo que debe graduarse la pena en este extremo en atención al grado de participación, su carencia de antecedentes en aplicación de lo dispuesto por los artículos cuarenta y cinco y cuarenta y seis del Código Penal. b Que con respecto al delito de homicidio agravado, del contexto de lo actuado, se desprende que la participación del encausado fue el de alquilar una moto, a solicitud de su coacusado Andy Arquel Soto Gonzáles, debido a que carecía de documentos, siendo por cual se acercó al local regentado por Gregorio Magno Suárez Ricaldi -ver declaración preliminar de fojas noventa y ocho con fiscal y fojas seiscientos sesenta y nueve como los documentos de alquiler de fojas seiscientos cuarenta y cinco-, previo pago, indicar su domicilio, y retiró dicha móvil, entregándole a éste quien lo dejo en su domicilio, y al no retornarlo procedió a denunciar el hecho, no siendo aceptado por la carencia de la tarjeta de propiedad, siendo por el cual nuevamente se apersona a dicha instancia policial conjuntamente con el dueño de la moto, quedando detenido -ver declaración preliminar de fojas treinta y dos con fiscal Provincial, instructiva de fojas doscientos veintisiete, y plenario de fojas mil setecientos veintiuno-, que, la versión del mencionado encausado, está confirmada por las declaraciones de su coprocesado Andy Arquel Soto Gonzáles -ver fojas veintiocho ampliado con presencia del Fiscal -ver fojas cincuenta y seis-, instructiva -ver fojas doscientos quince-, diligencia de confrontación -ver fojas setecientos uno- y plenario -ver fojas mil setecientos-, así como por la diligencia de confrontación realizado a fojas setecientos cuatro realizado con Grández Pinchi, quien se retracta de lo vertido en su declaración instructiva de fojas doscientos veintidós en el sentido de que lo conocía, lo cual no reitera a nivel del juicio oral -ver fojas mil seiscientos ochenta y ocho-; que, es indudable que el acusado Souza Tuanama al momento de alquilar el vehiculo para Soto Gonzáles no tenía conocimiento cual era la finalidad y la utilización que iban a darle a dicho vehiculo motor; que el hecho de alquilar la moto, así como la aceptación de los cargos al inicio del juicio oral, no puede servir para sustentar una sentencia condenatoria, ya que si se hace aquello se estaría dentro de la responsabilidad objetiva que nuestro Código Penal lo proscribe en su articulo sétimo del Título Preliminar, agregándose a esto al ser interrogado acerca de esta notitia criminis sostuvo una negativa que lo ha mantenido desde las investigaciones preliminares con presencia del Fiscal Provincial, por lo que es procedente absolverlo en este extremo. Sexto: Que respecto a los encausados Luis Antonio Tolentino Claudio y Harry Henry Bruderer Macedo, del análisis y valoración de la prueba acopiada se desprende que no se acreditado la responsabilidad ni la existencia del delito contra el patrimonio en su modalidad de robo agravado en agravio de Edith Cárdenas Ratto Viuda de Melgarejo, por 65 cuanto la versión dada por éste no esta sustentada con prueba alguna, sino que mas bien esta desautorizado por su propia denuncia formalizada a la Fiscalía Provincial -fojas ciento cincuenta y nueve-, en el sentido que concurrió en unión de ocho sujetos al Hospedaje ―Marco‖ ubicado en el Jirón siete de junio número trescientos nueve- Pucallpa con la finalidad de asumir la administración de la misma, que se encontraba bajo la regencia del administrador judicial su hijo Marco David Melgarejo Cárdenas, lo cual no se materializó debido a la intervención policial, toda vez que aprendieron a dichos sujetos -ver declaraciones de los SOT Terceros Roberto Baltazar Díaz y Rolando Cerquera Huamán, testimoniales de Manuel Jara Meza y Edman Gonzáles Ometa de fojas quinientos cuarenta y cinco y mil novecientos treinta y tres, que indican haber sido contratados por la agraviada y fueron intervenidos por la policía-, quedándose en el interior la mencionada agraviada, la misma que posteriormente fue expulsada del interior del hospedaje; que, los encausados desde el inicio de las investigaciones –preliminar de fojas treinta y nueve con Fiscal, instructiva de fojas doscientos cuarenta y cuatro, plenario de fojas mil seiscientos quince y mi ochocientos veintiocho- correspondiente a Bruderer Macedo -y fojas mi ochocientos diez- de Tolentino Claudio, niegan la comisión del evento, las mismas que no se encuentran desvirtuadas, sino que mas bien han sido confirmadas por las declaraciones testimoniales en primer orden luego en instructiva toda vez que fueron comprendidos en el proceso del Comandante PNP Nel Olivares Llanas -ver cuatrocientos treinta y cuatro, instructiva de fojas ochocientos cuarenta y ocho y plenario de fojas mil seiscientos sesenta-, como del Mayor PNP Hugo Santa Cruz Fernández -ver fojas cuatrocientos treinta y siete, instructiva de fojas ochocientos cuarenta y tres y plenario de fojas mil seiscientos cuarenta y cinco-, en el sentido que no atendieron a la agraviada, debido a que las personas que había llevado para tomar el hospedaje fueron detenidos, los mismos que estaban a cargo de otra unidad la investigación respectiva, motivando que se le orientada en ese sentido, agregándose el último de los citados, que al momento en que concurrió la agraviada no presentaba ningún tipo de huellas de lesiones en los brazos, percatándose debido que estaba con manga corta, agregándose a esto, que la denuncia ante el Fiscal Provincial lo realiza después de tres días, esto es el doce de julio del dos mil cuatro, hecho que no se condice con el evento donde una persona ha sufrido lesiones de consideración así coma sufrió un desmedro patrimonial -sustracción de dos mil dólares-, todo lo cual desmerece la imputación formulada, la misma que se deriva de problemas existentes sobre la administración del hospedaje ―Marcos‖ que quería recuperar la agraviada, donde los encausados eran trabajadores del mismo, y Harry Henry Bruderer Macedo era hijastro de la mencionada, todo lo cual hace inmediatamente colegir que aquello no pudo haberse producido en atención a que inmediatamente serían capturados, debido a que estaban plenamente identificados; que la agraviada, hoy occisa, no ha acreditado la preexistencia de lo sustraído, de conformidad con lo dispuesto por el articulo doscientos cuarenta y cinco del Código Procesal Penal de mil novecientos noventa y uno, ya que pudo acreditar su solvencia económica, debido a que obtuvo su libertad el veinticinco de mayo de dos mil cuatro -ver constancias de excarcelación de fojas noventa y uno, noventa y dos- hasta el momento que ocurrieron los hechos denunciados, había transcurrido cuarenta y tres días, lo cual hace imposible que pudiera conseguir dicha cantidad de dinero en tan poco tiempo, agregándose a esto, que de las testimoniales de Buenaventura Cárdenas 66 Sánchez y Manuel Jara Meza se desprende que la occisa no tenía dinero -ver fojas ochocientos treinta y cinco y quinientos cuarenta y cinco-; que, las declaraciones de Maribel Gambini Cucipa y Nelson Pineda Pisco -fue ciento noventa y siete y ciento noventa y ocho- que refieren haber observado que a la agraviada fue sacada a rastras del hospedaje así como le arrojaron una cartera, no permite concluir valederamente que se haya acreditado el delito materia de imputación, ya que dichos testigos no se percataron de la secuencia anterior toma del mencionado local-, lo cual es admitido por el procesado Bruderer Macedo, así como haberse percatado que tenia veinte céntimos la cartera, extremo que no puede generar una sustentación de una condena, debido a que estaba defendiendo lo suyo, toda vez que tenía la condición de hijastro de la agraviada, por lo que, es procedente absolverlos de la acusación fiscal; Sétimo: Que para la configuración del delito de asociación ilícita para delinquir, se requiere que se den ciertas características que viene a ser los elementos típicos del mismo, lo cual lo constituyen: una organización requirente en la cohesión del grupo en orden a la consecución de los fines delictivos comunes; una estructura orgánica donde exista la distribución de los roles a cada uno de los miembros, basados en su proyecto criminal; la permanencia en el tiempo, es decir, que la calidad de integrantes de esta asociación criminal requiera la existencia de un vínculo estable y duradero de los sujetos orientados hacia la ejecución del programa criminal que lo diferencia de la convergencia transitoria propia de la participación, y por último, la concertación que es el elemento finalista de la misma, lo cual se traduce en el propósito colectivo de cometer delitos; que, en el caso de autos no se han dado las mencionadas característicos descritas, sino que mas se ha determinado fehacientemente una cohesión transitoria entre los encausados Jaime Grández Pinchi y Andy Arquel Soto Gonzales, lo cual finiquitó al momento de cometer el evento convocado, tanto mas que en autos no se ha acreditado la participación de los encausados Angel Manuel Souza Tuanama, Marco David Melgarejo Cárdenas y Carlos Meléndez López ni la existencia del mencionado delito, siendo procedente confirmar la sentencia absolutoria; Octavo: Que, con respecto a la participación del procesado Marco David Melgarejo Cárdenas en el delito de homicidio agravado, del análisis realizado de la prueba acopiada en el curso del proceso, no se desprende ningún elemento que vincule en forma directa o indiciariamente que sea el autor intelectual de la muerte de señora madre, la agraviada, sino que mas bien se ha comprobado que entre ellos existía una discrepancia que nació cuando lo denunció como autora conjuntamente con Carlos Meléndez López de la muerte de su progenitor David Melgarejo Flores, proceso donde se constituyó como autor civil, al ser absueltos en el Sala Penal Superior fue recurrida, la Corte Suprema de la Republica declaró nula la mencionada sentencia, disponiendo la realización de un nuevo juicio oral -ver copia del dictamen del Fiscal Supremo y Ejecutoria Suprema de fojas mil cincuenta y uno, mil sesenta-, y a consecuencia de ello se generó una litis por la tenencia de los bienes del premuerto, siendo nombrado posteriormente administrador judicial el mencionado acusado, tal como es de verse de la partida registral que corre a fojas ciento treinta y ocho, y en tal virtud al obtener su libertad la agraviada, es que después de cuarenta y tres días -veinticinco de mayo al ocho de julio del dos mil cuatro- pretendió asumir la dirección del Hospedaje ―Marcos‖, para lo cual contrató a ocho personas, no logrando su propósito debido a que efectivos policiales detuvieron a los sujetos que había llevado, generándose con ello una denuncia formalizada ante el Fiscal 67 Provincial -fojas ciento cincuenta y nueve- donde le imputa haber atentado contra su vida, así como la sustracción de dinero ascendente a dos mil dólares en unión de los procesados Bruderer Macedo y Tolentino Claudio, extremo que no esta comprobado en autos, sino que mas bien está desvirtuado por las declaraciones de los efectivos policiales Comandante PNP Nel Olivares Llanos ver fojas cuatrocientos treinta y cuatro, instructiva de fojas ochocientos cuarenta y ocho y plenario de fojas mil seiscientos sesenta-, y el Mayor PNP Hugo Santa Cruz Fernández -ver fojas cuatrocientos treinta y siete, instructiva de fojas ochocientos cuarenta y tres y plenario de fojas mil seiscientos cuarenta y cinco-, quienes sostienen uniformemente que la agraviada al momento de presentarse a la unidad policial no hizo referencia alguna a la tentativa de homicidio, sino solamente al robo agravado, la misma que no esta desvirtuada con las declaraciones de los hombres que llevó a tomar el Hospedaje ―Marcos‖ el ocho de julio de dos mil cuatro –testimonial de Manuel Jara Meza y Edman Gonzales Ometa de fojas quinientos cuarenta y cinco y mil novecientos treinta y tres-, todo lo cual hace enervar la imputación formulada por dicha agraviada; que, las pruebas presentadas por el Fiscal Superior para sustentar su recurso nulidad, como son la resolución prefectural -fojas noventa y tres- que otorga garantías a la agraviada, aquella no tiene conectividad alguna con los hechos materia de análisis, ya que data del diecinueve de enero de dos mil uno, la misma que es anterior al ingreso de ésta al Establecimiento Penal de Sentenciados de Huanuco, ocurrido el catorce de junio del dos mil dos -fojas noventa- a consecuencia de la imputación de homicidio en agravio de su cónyuge David Melgarejo Flores, agregándose a esto, que las declaraciones de Habacu Penadillo Chávez -fojas cuarenta y dos- y de David Moisés Inuma Silva -fojas mil doscientos cincuenta y uno-, no generan convicción alguna, toda vez que el primero de los nombrados es abogado de la occisa, y hace referencias a los pleitos judiciales que existía entre ambos, lo cual ha sido expresado líneas arriba, mientras que el segundo, fue una de las personas que concurrió con la agraviada a tomar el hospedaje, coligiéndose de ello que su testimonio es interesado, ya que estaba a servicio de la occisa y fue detenido por los efectivos policiales que concurrieron al lugar; que, siendo así la negativa del acusado Marco David Melgarejo Cárdenas no ha sido desvirtuada con prueba alguna, agregándose a esto, que el encausado Jaime Grández Pinchi, quien es el autor material del evento, no le hace cargo alguno ver fojas veinticuatro, cincuenta y cuatro, doscientos veintidós, cuatrocientos noventa y uno, mil seiscientos catorce y mil seiscientos ochenta y ocho-; por lo que es procedente confirmar la absolución dictada por el Tribunal de Instancia; Noveno: Que, en relación al procesado Carlos Meléndez López por el delito de administración de justicia en su modalidad de obstrucción de actuación de pruebas, la sentencia absolutoria dictada por la Sala Penal Superior se encuentra ajustada a las pruebas actuadas, toda vez que el hecho de que haya dado una dirección que no le corresponde, le genere una sentencia condenatoria, toda vez que en autos no existe elemento alguno que acredite que tuvo la intención de obstruir la justicia, sino que mas bien se debió a los procesos judiciales en los que estaba involucrado, como son las muertes de José María Aguilar Ruiz (a) ―Shusshupe‖ -fojas ochocientos sesenta y cuatro, ochocientos sesenta y cinco- y del padre de su coencausado Mario David Melgarejo Cárdenas -fojas mil treinta y siete-, opto por resguardar su integridad física, habiéndose presentado posteriormente a las citaciones judiciales -fojas seiscientos noventa y dos donde rindió su instructiva y en el juicio oral fojas mil seiscientos quince, mil 68 setecientos cuarenta y cuatro y mil ochocientos siete-, todo lo cual demuestra la colaboración que tuvo para con la administración de justicia; Décimo: Que con respecto al otro extremo absolutorio de la sentencia referido al delito de homicidio agravado, de lo actuado, se desprende que el Tribunal de Instancia no ha evaluado ni analizado debidamente las pruebas existentes en autos, donde el encausado Jaime Grández Pinchi lo sindica como la persona que lo contrato para matar a la agraviada María Edith Cárdenas Ratto Viuda de Melgarejo, para lo cual le facilitó toda la información acerca de las actividades que realizaba como los lugares que frecuentaba, le ofreció pagarle la suma de un mil dólares por dicho trabajo, mientras que un día antes del evento de la muerte le entregó el arma de fuego con el que victimaría a la occisa y le dictó el manuscrito que le fuera incautado a su persona -ver ampliación de su declaración preliminar de fojas cincuenta y cuatro con intervención del Fiscal Provincial, instructiva de fojas doscientos veintidós, ampliatoria de fojas cuatrocientos cuarenta y uno, y el plenario de fojas mil seiscientos ochenta y ocho respectivamente, así como las actos de fojas cincuenta y siete y cincuenta y ocho-, agregándose a esto, la imputación formulada por el procesado Marco David Melgarejo Cárdenas, al sindicarlo como el autor intelectual de la muerte de su señora madre, tal como aparece en su declaración de fojas treinta y cuatro a treinta y ocho y doscientos treinta y tres a doscientos cuarenta y dos, así como dicho encausado debe explicar los pormenores del documento de fojas ochocientos sesenta y tres, todo lo cual debe ser evaluado en un nuevo juicio oral, donde deberán concurrir los mencionados imputados a efecto de que presten su testimonio, así como debe revisarse los libros del Hospedaje ―Marco‖ para determinar si dicha persona estuvo en planilla de dicha entidad, debiendo recabar todos los antecedentes que pudiera tener dicho procesado en relación con la occisa, por lo que, de conformidad con la segunda parte del articulo trescientos uno del Código de Procedimientos Penales, debe declararse nulo el extremo de esta sentencia absolutoria; Por estos fundamentos declararon: I. NO HABER NULIDAD en la sentencia de fojas dos mil cuatrocientos cincuenta y cuatro, del veintiséis de julio de dos mil siete, en el extremo que condenó a Jaime Grández Pinchi por delito contra la Vida el Cuerpo y la Salud -homicidio agravado- en agravio de María Edith Cárdenas Ratto viuda de Melgarejo, contra el Patrimonio -robo agravado- en agravio del SOB PNP Lorenzo Aguilar Noriega y el Estado, por delito contra la Seguridad Pública -Peligro Común -tenencia ilegal de armas de fuego- en agravio del Estado, a treinta años de pena privativa de la libertad; II. NO HABER NULIDAD en la propia sentencia en el extremo que condenó a Andy Arquel Soto Gonzáles por delito contra la Vida el Cuerpo y la Salud homicidio agravado- en agravio de María Edith Cárdenas Ratto viuda de Melgarejo, contra el Patrimonio -robo agravado- en agravio del SOB PNP Lorenzo Aguilar Noriega y el Estado; HABER NULIDAD en el extremo que lo condenó, por delito contra la Seguridad Pública -Peligro Común- tenencia ilegal de armas de fuego en agravio del Estado, reformándolo: lo ABSOLVIERON; HABER NULIDAD en el extremo que impone treinta años, la que reformándola le IMPUSIERON veinte años, la que con descuento de la carcelería que viene sufriendo desde el veintisiete de julio de dos mil cuatro vencerá el veintiséis de julio de dos mil veinticuatro. III. NO HABER NULIDAD en la propia sentencia, en el extremo que condenó a Ángel Manuel Souza Tuanama por delito contra el Patrimonio -robo agravado- en agravio del SOB PNP Lorenzo Aguilar Noriega y el Estado; y HABER NULIDAD en el extremo que lo condenó por delito contra 69 la Vida el Cuerpo y la Salud -Homicidio Agravado- en agravio de María Edith Cárdenas Ratto viuda de Melgarejo, fija en la suma de veinticinco mil nuevos soles que deberá abonar en forma solidaria a favor de los herederos legales de occisa agraviada; reformándolo: lo ABSOLVIERON; HABER NULIDAD en el extremo que le impone treinta años, y reformándola le IMPUSIERON diez años, la que con descuento de lo carcelería que viene sufriendo desde el veintisiete de julio de dos mil cuatro vencerá el veintiséis de julio de dos mil catorce; IV. HABER NULIDAD en la propia sentencia en el extremo, que condena a Harry Henry Bruderer Macedo y Luis Antonio Tolentino Claudio por el delito contra el patrimonio -robo agravado- en agravio de María Edith Cárdenas Ratto, a quince años de pena privativa de la libertad; fija en la suma de siete mil nuevos soles que deberán abonar en forma solidaría a favor de los herederos legales de la occisa agraviada; reformándola, los ABSOLVIERON; ORDENARON: la libertad de los mencionados encausados, oficiándose para su excarcelación, siempre y cuando no exista mandato de detención emanada por autoridad competente; V. NO HABER NULIDAD en la propia sentencia, que absuelve: a) Jaime Grández Pinchi, Andy Arquel Soto Gonzáles, Angel Manuel Souza Tuanama, Marco David Melgarejo Cárdenas y Carlos Meléndez López por el delito contra la Tranquilidad Pública - contra la Paz Pública -Asociación Ilícita para delinquir- en agravio del Estado; b) a Marco David Melgarejo Cárdenas, por el delito contra la Vida, el Cuerpo y la Salad -Parricidio- en agravio de María Edith Cárdenas Ratto Viuda de Melgarejo; c) a Carlos Meléndez López por delito contra la Administración de Justicia -Obstrucción de actuación de pruebas- en agravio del Estado; DISPUSIERON: la anulación de los antecedentes penales y judiciales de los procesados absueltos; NULA la sentencia indicada en el extremo de la absolución del encausado Carlos Meléndez López por el delito contra la vida, el cuerpo y la salud Homicidio Agravado en agravio de María Edith Cárdenas Ratto Viuda de Melgarejo; ORDENARON: la realización de un nuevo juicio oral por otro Colegiado, debiendo actuarse las diligencias señaladas en el considerando décimo de la presente Ejecutoria; NO HABER NULIDAD en lo demás que contiene, y los devolvieron.S. S. PONCE DE MIER URBINA GANVINI VINATEA MEDINA PARIONA PASTRANA ZECENARRO MATEUS PP/psg CASO Nº 3 SALA PENAL R.N. N° 4288-97 ANCASH Lima, trece de abril de mil novecientos noventiocho.VISTOS; por sus fundamentos pertinentes; y CONSIDERANDO: que, es derecho de toda persona el ser considerada inocente mientras no se haya 70 declarado judicialmente su responsabilidad, conforme a lo dispuesto por el parágrafo "e" del inciso vigésimo cuarto del artículo segundo de la Constitución Política en vigor; que, el artículo séptimo del Título Preliminar del Código Penal proscribe la responsabilidad objetiva, entendida ésta como la responsabilidad fundada en el puro resultado sin tomar en cuenta la concurrencia de dolo o culpa en la conducta del autor; que, el tipo objetivo de los delitos culposos o imprudentes exige la presencia de dos elementos: a) la violación de un deber objetivo de cuidado, plasmado en normas jurídicas, normas de la experiencia, normas del arte, ciencia o profesión, destinadas a orientar diligentemente el comportamiento del individuo, y b) la producción de un resultado típico imputable objetivamente al autor por haber creado o incrementado un riesgo jurídicamente relevante que se ha materializado en el resultado lesivo del bien jurídico; que, en el caso de autos no existe violación del deber objetivo de cuidado en la conducta del encausado José Luis Soriano Olivera al haber organizado el festival bailable "Rock en Río" el tres de junio de mil novecientos noventicinco en la localidad de Caraz, contando con la autorización del Alcalde del Concejo Provincial de dicha ciudad, el mismo que fuera realizado en una explanada a campo abierto por las inmediaciones de un puente colgante ubicado sobre el Rio Santa, tal como se desprende de las tomas fotográficas obrantes a fojas cincuentisiete, cincuentiocho, noventicinco y noventiséis, aconteciendo que un grupo aproximado de cuarenta personas en estado de ebriedad se dispusieron a bailar sobre el mencionado puente colgante ocasionando el desprendimiento de uno de los cables que lo sujetaba a los extremos, produciéndose la caída del puente con sus ocupantes sobre las aguas del Río Santa en el que perecieron dos personas a causa de una asfixia por inmersión y traumatismo encéfalo craneano conforme al examen de necropsia obrante a fojas tres y cinco, quedando asimismo heridos muchos otros; que, en efecto, no puede existir violación del deber de cuidado en la conducta de quien organiza un festival de rock con la autorización de la autoridad competente, asumiendo al mismo tiempo las precauciones y seguridad a fin de evitar riesgos que posiblemente pueden derivar de la realización de dicho evento, porque de ese modo el autor se está comportando con diligencia y de acuerdo al deber de evitar la creación de riesgos; que, de otra parte, la experiencia enseña que un puente colgante es una vía de acceso al tránsito y no una plataforma bailable como imprudentemente le dieron uso los agraviados creando así sus propios riesgos de lesión; que, en consecuencia, en el caso de autos la conducta del agente de organizar un festival de rock no creó ningún riesgo jurídicamente relevante que se haya realizado en el resultado, existiendo por el contrario una autopuesta en peligro de la propia víctima, la que debe asumir las consecuencias de la asunción de su propio riesgo, por lo que conforme a la moderna teoría de la imputación objetiva en el caso de autos "el obrar a propio riesgo de los agraviados tiene una eficacia excluyente del tipo penal" (Cfr. JAKOBS, Günther, Derecho Penal. Parte General, Madrid 1995, p. 307), por lo que los hechos sub-examine no constituyen delito de homicidio culposo y consecuentemente tampoco generan responsabilidad penal, siendo del caso absolver al encausado José Luis Soriano Olivera, conforme a lo previsto en el artículo doscientos ochenticuatro del Código de Procedimientos Penales: declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fojas doscientos ochenta, su fecha tres de julio de mil novecientos noventisiete, que absuelve a Walter Máximo Meléndez Sotelo de la acusación fiscal por el delito contra la vida, el cuerpo y la salud - homicidio 71 culposo- en agravio de Zaida del Milagro Alegre Alegre y Félix Tuya Santos; y a Marcos Rodríguez Monge de la acusación fiscal por el delito contra la administración pública -usurpación de autoridad- en agravio de la Policía Nacional del Perú; declararon HABER NULIDAD en la propia sentencia en cuanto condena a José Luis Soriano Olivera por el delito contra la vida, el cuerpo y la salud -homicidio culposo- en agravio de Zaida del Milagro Alegre Alegre y Félix Tuya Santos, a dos años de pena privativa de la libertad, suspendida en su ejecución; con lo demás que al respecto contiene; reformándola en este extremo: ABSOLVIERON a José Luis Soriano Olivera de la acusación fiscal por el delito contra la vida, el cuerpo y la salud - homicidio culposo- en agravio de Zaida del Milagro Alegre Alegre y Félix Tuya Santos; MANDARON archivar definitivamente el proceso; y de conformidad con lo establecido por el Decreto Ley número veinte mil quinientos setentinueve: DISPUSIERON la anulación de sus antecedentes policiales y judiciales generados como consecuencia del citado ilícito; y los devolvieron.S.S. SIVINA HURTADO ROMAN SANTISTEBAN FERNANDEZ URDAY GONZALES LOPEZ PALACIOS VILLAR JCJ.- CASO Nº 4 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA QUEJA N° 734-2008 CAÑETE Lima, veintitrés de marzo de dos mil nueve.VISTOS; el recurso de queja excepcional interpuesto por el sentenciado Alfredo Rosas Chauca Navarro, contra la resolución de fojas ochentiuno, su fecha diecisiete de abril de dos mil ocho, que declara improcedente el recurso de nulidad deducido contra la sentencia de vista, su fecha cuatro de abril de dos mil ocho, obrante a fojas setenta y seis, que confirma la sentencia emitida por el Tercer Juzgado Penal de Cañete, su fecha veinte de diciembre de dos mil siete, obrante a fojas cincuenta y ocho; interviniendo como ponente el señor Vocal Supremo José Antonio Neyra Flores; de conformidad con el dictamen de la señora Fiscal Supremo en lo Penal; y CONSIDERANDO: Primero: Que, el recurrente aduce que se ha vulnerado el debido proceso, al no haberse valorado las pruebas actuadas conforme lo dispuesto en el artículo doscientos ochenta y tres del Código de Procedimientos Penales, siendo pasible de condena al tenerse en cuenta el resultado del hecho - lesión -, esto es, por responsabilidad objetiva, lo que esta proscrito en el titulo preliminar del Código Penal. Agrega que la sentencia se sustenta en la transacción extrajudicial celebrado entre su persona y el agraviado, a pesar que dicho documento expresa que no reconoce responsabilidad alguna, dejando a salvo su derecho de repetir contra los 72 verdaderos responsables cuando se les identifique, y que lo hizo en representación de la Comunidad Campesina de Chilca como acto humanitario por haber sucedido los hechos cuando ejercia el cargo de Presidente de dicha Comunidad, y haber participado otros comuneros; asimismo indica, que si bien el certificado médico legal obrante a fojas diecisiete, denota la lesión sufrida por el agraviado, no resulta prueba suficiente para determinar que dicha lesión haya sido causada por su persona, ya que en la riña participaron otras personas; Segundo: Que, el apartado dos del artículo doscientos noventa y siete del Código de Procedimientos Penales, autoriza excepcionalmente la procedencia del recurso de queja contra sentencias, autos que extingan la acción o pongan fin al procedimiento o a la instancia, o de resoluciones que impongan o dispongan la continuación de medidas cautelares personales dictadas en primera instancia por la Sala Penal Superior, una vez denegado el recurso de nulidad, siempre que se acredite que la resolución impugnada o el procedimiento que la precedió infringió normas constitucionales o normas con rango de ley directamente derivadas de aquella; Tercero: Que, de la revisión de los actuados se advierte que la presente queja deriva de un proceso sujeto a trámite sumario, debiendo precisarse, que la resolución cuestionada de la Sala Penal Superior, se encuentra arreglada a ley, la cual establece correctamente la responsabilidad penal del procesado recurrente respecto al delito imputado; y, que si bien el recurrente alega que la lesión sufrida por el agraviado se debió a una pelea que se produjo entre varias personas el día de los hechos, dicho argumento de defensa se encuentra desvirtuado por el mérito de: i) versión policial del agraviado, quien sindica al procesado Alfredo Chauca Navarro como autor del golpe que recibió intempestivamente en la cabeza en momentos que requería el permiso de construcción en el lugar de los hechos, y quien luego le manifestó que "en su casa hacía lo que quería y nadie tenia que decirle nada", acercándosele nuevamente y sin mediar motivo lo empezó a golpear en diferentes partes del cuerpo; ii) declaración del testigo presencial Maximiliano Zavala Avalos, Regidor de la Municipalidad de Santa Cruz de Flores - Cañete, quien refiere que en circunstancias que se encontraba en el lugar de los hechos con el Alcalde Víctor Manuel Huapaya Huapaya, verificando una obra de construcción que se estaba realizando, en forma sorpresiva se acerca Alfredo Chauca Navarro quien por el lado derecho logra agredir al Alcalde sin mediar motivo alguno, y en momentos que se estaban retirando, fueron alcanzados por Alfredo Chauca Navarro y cuatro o cinco personas más, agrediendo nuevamente al Alcalde en diferentes partes del cuerpo; iii) el certificado medico legal de fojas quince, donde se advierte las lesiones sufridas por el agraviado producto de los golpes recibidos el día de los hechos, prescribiéndose cinco días de atención facultativa y treinta y cinco días de incapacidad medico legal; y, iv) mérito del documento privado obrante a fojas cincuenta y cinco, por el cual, el procesado Alfredo Chauca Navarro abona cinco mil nuevos soles al agraviado Víctor Manuel Huapaya Huapaya como resarcimiento por todo concepto de daños ocasionados a su persona, de lo que se infiere la aceptación tácita del recurrente como responsable del hecho imputado; sin perjuicio de indicarse, que pese a que dicho procesado hace constar en el documento su irresponsabilidad en las lesiones sufridas por el agraviado, debe tomarse con la reserva del caso, dado que, resulta contradictoria e ilógica en relación al pago realizado; Cuarto: Que, asimismo, no se advierte la vulneración del debido proceso alegada por el recurrente, por cuanto, de lo reseñado anteriormente se colige que se encuentra suficientemente 73 acreditada su responsabilidad penal en el delito por el cual ha sido posible de sentencia condenatoria; no advirtiéndose vulneración de orden constitucional, procesal o material en la sentencia de vista recurrida o el procedimiento que la precedió en el presente proceso penal, la que ha sido expedida en cumplimiento estricto de las garantías procesales que la ley exige y el deber de debida motivación de las resoluciones judiciales. Por estos fundamentos: declararon INFUNDADA la queja excepcional interpuesta por el sentenciado Alfredo Rosas Chauca Navarro, contra la resolución de fecha diecisiete de abril de dos mil ocho, obrante a fojas ochentiuno, que declara improcedente el recurso de nulidad deducido contra la sentencia de vista, su fecha cuatro de abril de dos mil ocho, obrante a fojas setenta y seis, que confirma la sentencia emitida por el Tercer Juzgado Penal de Cañete, su fecha veinte de diciembre de dos mil siete, obrante a fojas cincuenta y ocho, que condena a Alfredo Rosas Chauca Navarro, como autor del delito contra la Vida el Cuerpo y la Salud - lesiones graves, en agravio de Víctor Manuel Huapaya Huapaya, a tres años de pena privativa de libertad, suspendida en su ejecución por el plazo de dos años bajo reglas de conducta, con lo demás que contiene; MANDARON se transcribe la presente resolución al Tribunal de origen ; hágase saber y archívese.SS. RODRIGUEZ TINEO BIAGGI GOMEZ BARRIOS ALVARADO BARANDIARAN DEMPWOLF NEYRA FLORES CASO Nº 5 SALA PENAL PERMANENTE QUEJA Nº 556 - 2007 JUNÍN Lima, quince de enero de dos mil ocho.VISTOS; interviniendo como ponente el señor Vocal Supremo Josué Pariona Pastrana; el recurso de queja excepcional interpuesto por el encausado Paúl Quispe Pérez y el tercero civilmente responsable contra los resoluciones de fojas ciento doce y ciento diecinueve, del veinte de marzo de dos mil siete, que declararon improcedente el recurso de nulidad que plantearon contra la sentencia de vista de fojas ciento uno, del ocho de marzo de dos mil siete, que confirmando por mayoría la sentencia de primera instancia de fojas setenta y cinco, del diecinueve de septiembre de dos mil seis, lo condenó por delito de homicidio culposo en agravio de Ely Hualparuca Amaya; de conformidad con el señor Fiscal Supremo en lo Penal; CONSIDERANDO: Primero: Que el encausado Paúl Quispe Pérez en su recurso formalizado de fojas ciento treinta y cuatro alega la no valoración de los medios probatorios actuados a nivel preliminar, testificales y pericia toxicológica, y por el contrario en interpretación errónea tanto el A-quo como la Sala Superior lo han condenado por un delito, lo que importa una vulneración a la debida motivación, alega también vulneración del principio de proscripción de responsabilidad objetiva al no tener en cuenta que en el delito materia de imputación no sólo el chofer incrementó el riesgo 74 socialmente permitido, sino también el transeúnte y que en el caso concreto fue la occisa quien incremento el riesgo al abordar el vehículo en estado de ebriedad; que por otro lado, el tercero civilmente responsable en su recurso formalizado de fojas ciento veintiséis estima que la impugnada se expidió en forma ilegal e incluso sin analizar adecuadamente las pruebas válidamente actuadas, que no evaluó críticamente la conducta del encausado Paúl Quispe Pérez al tipo penal de homicidio culposo toda vez que existe prueba indubitable e idónea que acredite la responsabilidad del citado encausado en los hechos materia de incriminación, que no se han glosado con la debido solvencia los medios probatorios recabados durante el proceso vulnerando los principios del debido proceso, legalidad y defensa que se encuentran garantizados legalmente, que se ha causado indefensión al tercero civil responsable toda vez que el juzgado penal no cumplió con notificarlo para la lectura de sentencia pase a tener señalado domicilio legal en al proceso. Segundo: Que tanto la sentencia de primera instancia como la de vista han cumplido con analizar el merito de la acusación fiscal por el delito de homicidio culposo imputado al encausado Quispe Pérez, que se valoró las pruebas aportadas al proceso y las características del tipo legal en función a las alegaciones del encausado; que el artículo séptimo del Título Preliminar del Código Penal consagra el principio de responsabilidad o culpabilidad, por el cual se incide en el imperativo de establecer la responsabilidad penal del autor para facilitar la imposición de la pena proscribiendo por consiguiente toda forma de responsabilidad por el resultado, esto es, responsabilidad objetiva, así como no es de recibo el cargo de ausencia de motivación; que la decisión de condena contra el encausado emanó de un proceso regular en el que las partes han tenido oportunidad de ejercer su defensa y hacer uso de la pluralidad de instancias en pleno ejercicio de sus derechos constitucionales; que, en cuanto a lo alegado por el tercero civilmente responsable de que no se le notificó para la diligencia de lectura de sentencia, y si bien es cierto de autos no obra la notificación de lectura de sentencia también lo es que esta no le causó indefensión material toda vez que al recurrir la presente queja este Supremo Tribunal revisó integrante el presente proceso, por lo que, es pertinente acotar que uno de los contenidos del debido proceso es el derecho de obtener de los órganos jurisdiccionales una respuesta razonada, motivada y congruente con las pretensiones oportunamente deducidas por una de las partes en cualquier clase de procesos y del derecho a una sentencia debidamente motivada presidida por lo regla de imparcialidad judicial, extremos que se han producido; que siendo así se concluye que no se acreditó la vulneración de derecho constitucional alguno, que además este Tribunal ha dejado expuesto en forma reiterada que los motivos del recurso de queja no permiten una revisión de la valoración de las pruebas realizadas por el Tribunal A-quo. Por estos fundamentos: declararon INFUNDADO el recurso de queja excepcional interpuesto por el encausado Paúl Quispe Pérez y el tercero civilmente responsable contra las resoluciones de fojas ciento doce y ciento diecinueve, del veinte de marzo de dos mil siete, que declararon improcedente el recurso de nulidad que plantearon contra la sentencia de vista de fojas ciento uno, del ocho de marzo de dos mil siete, que confirmando por mayoría la sentencia de primera instancia de fojas setenta y cinco, del diecinueve de septiembre: de dos mil seis, lo condenó por delito de homicidio culposo en agravio de Ely Hualparuca Amaya; MANDARON se transcriba la presente Ejecutoria al Tribunal de origen; hágase saber y archívese.75 S.S. SALAS GAMBOA PONCE DE MIER URBINA GANVINI PARIONA PASTRANA ZECENARRO MATEUS JPP/psg 1. EXCESO DEL IUS PUNIENDI a. Tipos Penales Aunque se encuentra consagrado, como se ha indicado líneas arriba, la proscripción de la responsabilidad objetiva el propio legislador no ha sido congruente con este al regular determinadas figuras delictuales (lesiones y robo agravado). Así tenemos que cuando regula el tipo de lesiones leves señala en su artículo 122 del Código Penal: “Artículo 122.- Lesiones leves. El que causa a otro un daño en el cuerpo o en la salud que requiera más de diez y menos de treinta días de asistencia o descanso, según prescripción facultativa, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años y con sesenta a ciento cincuenta días-multa. Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y el agente pudo prever este resultado, la pena será no menor de tres ni mayor de seis años.” Texto a partir del cual se puede apreciar que el legislador, para sancionar a una persona por la muerte producto o seguida de lesiones leves exige que el agente haya podido preveer el resultado, es decir, que haya actuado a título de culpa, sin embargo el articulado que ha generado controversia es el Artículo 189, último párrafo del Código Penal 28 que establece: “Artículo 189.- Robo agravado La pena será no menor de doce ni mayor de veinte años si el robo es cometido: 1. En casa habitada. 2. Durante la noche o en lugar desolado. 3. A mano armada. 4. Con el concurso de dos o más personas.(…) La pena será de cadena perpetua cuando el agente actúe en calidad de integrante de una organización delictiva o banda, o si, como consecuencia del hecho, se produce la muerte de la víctima o se le causa lesiones graves a su integridad física o mental.” De la cita precedente se puede concluir a primera instancia que, a pesar de la proscripción de la responsabilidad objetiva, el tipo penal agravado que se cita 28 Modificación del texto legal introducida por el Artículo 1º de la Ley Nº 29407, publicada el 18 septiembre 2009. 76 precedentemente prevé una sanción penal en base a tal figura, esto es, se castiga gravemente al sujeto por el resultado que trae consigo la comisión del tipo penal (robo agravado) que puede ser la muere de la víctima o se le cause lesiones graves a su integridad física o mental, no importando –pareciera- de la lectura literal que se hace de los textos citados si el autor resulta responsable desde el punto de vista subjetivo, es decir el legislador no realiza la exigencia – que es vital- de sancionar guiado por el principio de culpabilidad, entiéndase en la manifestación estudiada aquí, ligado a que debe existir dolo o culpa del autor para que sea pasible de sanción penal, para que de esta forma se de cumplimiento efectivo a la proscripción de la responsabilidad objetiva, criterio superado ya, y que su adopción -por el legislador- en algunos casos, como en los citados, afectan gravemente la seguridad jurídica y la protección adecuada de los bienes jurídicos tutelados por el Derecho Penal. Jurisprudencia sobre robo con subsecuente muerte EJECUTORIAS SUPREMAS VINCULANTES 2005 ―Ejecutoria Recurso de Nulidad Procedencia : : : 17 de febrero de 2005 3932-2004 Amazonas Segunda Sala Suprema Penal Transitoria Sin constancia de vocal ponente Villa Stein / Valdez Roca / Ponce de Mier Ponente : Vocales Integrales de Sala : / Quintanilla Quispe / Prado Saldarriaga Derecho procesal penal : Derecho penal : Asesinato por conexión y robo con muerte subsecuente o concurrente Disposiciones estudiadas : Código Penal: Art. 188 al 189 QUINTO: Que para evaluar el caso sub judice, esta Suprema Sala considera necesario hacer precisiones en relación a dos circunstancias: a) La determinación del momento en que se consuma el delito de robo agravado y b) Violencia ejercida con posterioridad a la consumación del mencionado delito. Que respecto de la primera es de precisar: Que el delito de robo consiste en el apoderamiento de un bien mueble, con ánimus lucrandi, es decir el aprovechamiento y sustracción del lugar donde se encuentre, siendo necesario el empleo de la violencia o amenaza por parte del agente sobre la víctima (vía absoluta o vis corporales y vis compulsiva), destinadas a posibilitar la sustracción del bien, debiendo ser éstas actuales e inminentes en el momento de la consumación del evento y gravitar en el resultado, consumándose el delito con el apoderamiento del objeto mueble aunque sea por breve lapso de tiempo. Que en cuanto a la segunda cabe señalar: Que cuando la violencia es ejercida con posterioridad a la consumación del hecho punible y se cause la muerte de la víctima, la conducta del agresor habría quedado circunscrita a un resultado preterintencional o a un delito contra la vida, el cuerpo y la salud –homicidio doloso-, produciéndose aquí un concurso real de delitos, esto es, la presencia de dos ilícitos calificándolos cada uno de ellos como hechos independientes. Que, 77 sin embargo, si la muerte la ocasionó el agente para facilitar la consumación del robo o para ocultar su realización o impedir su detención, tal acción homicida constituirá delito de asesinato (Ver José Hurtado Pozo. Manual de Derecho Penal. Parte Especial I. Homicidio. Ediciones Juris. Lima mil novecientos noventa y cinco, páginas cincuenta y nueve y sesenta).‖ Acuerdo Plenario N° 3-2008/CJ-116 Los Jueces Supremos de lo Penal, integrantes de las Salas Penales Permanente y Transitorias de la Corte Suprema de Justicia de la República, reunidas en Pleno Jurisdiccional, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116° del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, con fecha trece de noviembre de dos mil nueve emitieron un acuerdo plenario sobre el tema puntual: Robo con muerte subsecuente y delito de asesinato y las lesiones como agravantes en el delito de robo. Este acuerdo plenario tuvo lugar debido a que, existían diversas sentencias emitidas por las Salas Superiores y Ejecutorias Supremas en las que se analizaba y decidía sobre los alcances del delito de robo agravado por muerte subsecuente (artículo 189º in fine del Código Penal) y el delito de asesinato por conexión con otro delito (artículo 108º, inciso, del Código Penal) , con la finalidad de determinar las diferencias entre ambos supuestos típicos; asimismo se buscó identificar cuál era la naturaleza penal de las lesiones causadas a la víctima y a las que se refiere el inciso 1 de la parte segunda del artículo 189° del Código Penal, para distinguirlas de aquellas mencionadas en el último párrafo del citado artículo. Los extractos que sean pertinentes para el presente trabajo serán citados a continuación a fin de verificar si existe o no por parte del Estado un exceso en el ejercicio del ius puniendi, así tenemos que en el acuerdo plenario refiriéndose a los agravantes contenidos en el último párrafo del artículo 189° del Código Penal señala: “7. (…) Se trata, pues, de un típico supuesto de homicidio preterintencional donde el resultado sólo se le puede atribuir al agente a título de culpa –la responsabilidad objetiva por el simple resultado es inadmisible, está prohibida por el artículo VII del Título Preliminar del Código Penal-. El citado dispositivo regula, entonces, un caso de tipificación simultánea, dolosa y culposa, pero de una misma conducta expresamente descrita. (…)” Se reconoce entonces que, los actos propios desarrollados por el agente (violencia) entiéndase aquellos que van a posibilitar el apoderamiento del bien patrimonial o aquellos dirigidos a vencer la resistencia de quien se opone al apoderamiento, le ocasiona la muerte, desprendiéndose de dicha situación que el agente no buscaba la muerte de la víctima sino solo el desapoderamiento patrimonial, en consecuencia el resultado muerte no quiso causar, por lo que solo será condenado el agente respecto del cual se pruebe que pudo prever y evitar la consecuencia mortal. Definiendo la preterintención, nos dice el Pleno Casatorio que es una figura compuesta en la que el resultado sobrepasa el dolo del sujeto. Consignando un 78 ejemplo sobre el particular se dice que, el agente roba valiéndose del ejercicio de violencia física contra la víctima, esto es, infiere lesiones a una persona, quien fallece a consecuencia de la agresión, siempre que el agente hubiere podido prever este resultado, advirtiéndose que la muerte, en este caso, no fue fortuita. Lo señalado precedentemente distingue claramente del delito asesinato, producido para facilitar u ocultar otro delito, lo que implica que siempre es doloso; situación que por lo general se produce en delitos contra el patrimonio, siendo relevante verificar el mundo interno del agente, la finalidad perseguida, por consiguiente se sancionará al agente cuando se establezca que su voluntad delictiva de cometer un asesinato esté ligada a otro delito En lo que respecta a la producción de lesiones graves como consecuencia de la comisión de robo y que según establece el artículo 189°, último párrafo del Código Penal se pena con cadena perpetua, con el acuerdo plenario se buscó determinar cuándo se estaba ante un delito de robo simple (contenido en el artículo 188° del Código Penal ), cuándo se ha cometido el subtipo agravado del inciso uno de la segunda parte del artículo 189° del mismo cuerpo normativo y, finalmente, cuándo es del caso sancionar por el subtipo especialmente agravado del párrafo final del artículo 189° del Código Penal, con ocasión de ello el pleno ha expresado respecto de lo que nos interesa para el presente trabajo que: “(…) Ahora bien, la producción de lesiones determina en nuestra legislación vigente la configuración de circunstancias agravantes específicas y que están reguladas en el inciso 1) de la segunda parte del artículo 189° CP y en el párrafo final del mencionado artículo. (…) Entender, por tanto, que el supuesto agravado del inciso 1) de la segunda parte del artículo 189° CP comprende toda clase de lesiones, con excepción de las graves por estar referida taxativamente al último párrafo del citado artículo 189° CP, no resulta coherente con el tipo básico, ya que lo vaciaría de contenido.” Agregando que es obvio que una vis in corpore en un contexto de desapoderamiento patrimonial constituye una circunstancia que da gravedad al hecho, pero para definir su eficacia agravante en el robo lo relevante será, siempre, con exclusión de las circunstancias de su empleo, el nivel de afectación a la integridad corporal de la víctima que ella produjo. Disponiendo finalmente el acuerdo plenario que los fundamentos jurídicos numerados del 6° al 13° son doctrina legal, y los principios jurisprudenciales contenidos en ellas deben ser invocados por los jueces de todas las instancias judiciales, sin perjuicio de la excepción que estipula el segundo párrafo del artículo 22° de la LOPJ, aplicable extensivamente a los Acuerdos Plenarios. 79 § 4. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD: DERECHO PENAL DE HECHO VS. DERECHO PENAL DE AUTOR VI. NOCIÓN El derecho penal del hecho consiste en la regulación por la cual la punibilidad se vincula a una acción concreta descrita típicamente y la sanción es una respuesta al hecho individual y excluye cualquier consideración de la vida del autor o respecto a alguna expectativa negativa del mismo29. El Derecho penal del autor, en cambio, hace referencia a la situación en la cual se vincula la pena a la personalidad del autor y es la misma la que justifica la sanción penal. Así, en cuando encontremos que una norma penal además de la descripción de la acción individual incluye elementos adicionales que nos remiten a la peculiaridad humana del autor, entonces se trata de un derecho penal del autor30. Lo que está claro es que un derecho penal de índole liberal siempre tenderá hacia el derecho penal del hecho pero también es cierto que las exigencias de prevención especial alientan la formulación de normas en la dirección del derecho penal del autor, por el dato respecto a las intervenciones sobre el delincuente que sean necesarias para impedir futuros delitos, son cuestiones que dependen más de la personalidad del delincuente que del hecho concreto individualmente considerado. Se afirma entonces, que el Derecho penal y la sanción deben ajustarse a la individualidad del autor, en tanto que el delito releja una determinada personalidad del autor, por lo cual lo que se debe indagar es la intensidad del ánimo delictivo o antisocial del autor31. Por tanto, cabe señalar que aunque en líneas generales el derecho penal contemporáneo se ha configurado como un derecho penal del hecho, no es menos cierto el que en diversos momentos se experimenta la influencia del derecho penal de autor32. VII. EVOLUCIÓN: FRANZ LISZT Y EL DERECHO PENAL DEL AUTOR Los rasgos que el pensamiento de este autor formulaba y que lo señalan como defensor del derecho penal del autor son los siguientes: el alegar la introducción de las ―sentencias penales indeterminadas‖, donde la duración de las mismas dependería de que la pena alcanzara su finalidad y dicha meta hace relevante la consideración de la personalidad del autor para la determinación de la pena y su evaluación respecto a si ha alcanzado el fin de la pena. Mas, la época 29 Cfr. ROXIN, Claus, Derecho Penal Parte General, Civitas, Madrid, 1999. p. 176. Cfr. ROXIN, Claus. Ob. Cit. p. 177. 31 Cfr. STRATENWERTH, Gunter, Derecho penal Parte General I, Hammurabi y José Luis Depalma Editor, Buenos Aires, 2005. pp. 74-75. 32 Cfr. ROXIN, Claus. Ob. Cit. p. 177. 30 80 contemporánea aunque no ha generado a las hipotéticas sentencias penales indeterminadas, sí ha establecido a las medidas de seguridad, y entre ellas la figura de custodia de seguridad, lo cual es una privación de libertad orientada hacia el autor y de duración indeterminada. En líneas generales las medidas de seguridad constituyen las sanciones que reflejan con mayor énfasis al derecho penal del autor en estos días. Von Liszt, afirmó en el famoso "Programa de Marburgo": 1. La pena correcta o justa, es la pena necesaria. 2. La finalidad de la prevención especial se cumple de formas distintas según las tres categorías de delincuentes que muestra la criminología. De acuerdo a lo anterior, las medidas a adoptar según las particulares tipologías de delincuentes, son las siguientes: a. Frente al delincuente ocasional: Como se trata de un delincuente que todavía no ha optado abiertamente por el delito como forma cotidiana de vida, la pena en este caso puede formularse como una particular forma de "recordatorio" cuyo efecto principal sea inhibir en el delincuente las intenciones de posteriores comisiones delictivas. b. Frente al delincuente de estado: Se trata de delincuentes con cierta vocación por la carrera del delito. Para vencer dicha resistencia se afirma que la pena debe ejecutarse de forma adecuada, buscando la corrección y la resocialización. c. Frente al delincuente habitual: Se trata del delincuente que ya no puede ser corregido, caso en el cual la única opción que le queda al grupo es el aislar al delincuente, dado que el aislamiento es la única forma de preservar al grupo del peligro que representa dicho delincuente. En resumen, para Von Liszt la función de la pena resulta siendo la prevención especial frente al delincuente o por medio de la intimidación y la corrección. Es así que la adscripción a la teoría de la prevención especial del jurista alemán se basa en concebir al derecho penal como un instrumento de lucha contra el delito y que debe entenderse como un ataque a las causas empíricas del delito, las cuales se reflejan en la personalidad del delincuente. La idea final es entonces la protección de los bienes jurídicos, en tanto la función de la pena y del Derecho penal es la protección de bienes jurídicos mediante la incidencia de la pena en la personalidad del delincuente con la finalidad de evitar posteriores delitos. Los seguidores de Liszt formularon dos tendencias: 1. La concepción sintomática del delito: según esta posición no se debe enjuiciar el hecho por su repercusión en el mundo externo sino por lo que nos revela respecto de la personalidad del autor. Pero, en la medida en que esta posición persiste en asumir que el hecho concreto es el presupuesto de la sanción y que sólo se dan consecuencias respecto de la 81 clase y configuración de las sanciones, siguen estando dentro del marco previo formulado por Liszt. 2. La concepción caracterológica de la culpabilidad: en este caso el hecho es concebido como plasmación del carácter o personalidad del autor y la culpabilidad del mismo radica en la responsabilidad que tiene el hombre por su carácter, por lo cual la peligrosidad del delincuente es un elemento de la culpabilidad. También en este caso se mantiene –por exigencias del Estado de Derecho- que el hecho concreto es el presupuesto de las sanciones penales, por lo cual no se trata de una postura que desarrolla las propuestas de Liszt sino que intenta limitarlas hacia las consecuencias jurídicas del hecho punible. VIII. TENDENCIAS DEL DERECHO PENAL DEL AUTOR El Derecho penal de autor conoció un conjunto de propuestas, entre las cuales destacaron: a. Erik Wolf y la culpabilidad por conducción de vida.- Afirma que el autor es un integrante de la comunidad jurídica que posee una actitud jurídica corrompida, y los grados de dicha corrupción son ―la peligrosidad para el común‖ (en el caso de los delincuentes sexuales); ―la oposición al común‖ (por ejemplo, los casos de estafa y la administración desleal); ―la hostilidad al común‖ (como ocurre en los delincuentes por convicción); ―la dejadez frente al común‖ (en los delitos contra la Administración) y ―la dañosidad para el común‖ (como ocurre en los delitos imprudentes). Se puede constatar que en este particular caso el concepto de la corrupción de la actitud interna no vincula el derecho penal del autor con la necesidad de prevención, sino a la ética y culpabilidad33. b. Teoría del tipo criminológico de autor.- Esta posición nació de una ley de los delincuentes habituales dada en Alemania en 1933, la cual no solamente reflejó las ideas del derecho penal de autor en las medidas de seguridad, sino también en las penas. Por ejemplo, estableció una pena de presidio en caso de una tercera condena si es que mediante una apreciación global de los hechos se pusiera de relieve que el autor fuera un ―delincuente habitual peligroso‖. Por tanto, lo que determinaba la pena era la pertenencia al tipo criminológico del delincuente habitual. Asimismo, en tal línea se hallaba la atenuación facultativa para los casos de imputabilidad disminuida, también los casos de la punición del rufián, el vagabundo, mendigo, borracho o vago. En todos estos casos claramente se ve la sanción no de hechos sino de formas de existencia. Sin embargo, el principal defecto de esta teoría era el no poder justificar cómo se podía compatibilizar la dependencia de la pena de la pertenencia a un cierto tipo de autor, con la idea de la pena por la culpabilidad, usada en los restantes supuestos punibles. 33 Cfr. ROXIN, Claus. Ob. Cit. p. 177. 82 c. La respuesta más coherente al problema detectado a la teoría anterior la ofreció el jurista Mezger con la ―culpabilidad por la conducción de la vida‖, la cual debía adicionarse a la culpabilidad por el hecho concreto. Según dicha perspectiva la culpabilidad no constituye únicamente la culpabilidad por el hecho aislado, sino también corresponde por la total culpabilidad de una conducción de vida del autor, que lo ha llevado a un estado de degeneración. Dicha culpabilidad incluye a la personalidad del autor y esta vez el problema consiste en que resulta casi imposible separar la culpabilidad y destino (el cual no es provocado de modo culpable) en la evolución del ser humano34. En suma, se vuelve a vincular la teoría del tipo criminológico con la culpabilidad por el carácter. Teoría del tipo normativo de autor: Esta posición fue un reflejo de las ideas del nazismo respecto al derecho penal. En especial cabe señalar como hitos de esta postura las Ordenanzas contra los sujetos nocivos para el pueblo (del 5 de Septiembre de 1939) y contra los delincuentes violentos (del 5 de Diciembre de 1939). Dichas normas contenían las figuras del ―sujeto nocivo para el pueblo‖ y el ―delincuente habitual‖. Como se trataba de leyes formuladas con gran indeterminación, un modo de racionalizar su aplicación fue sostener que no se debía incorporar a dichas normas a quienes podían ser subsumidos en el texto literal de dichas normas, sino que sólo se aplicaban si es que el autor se hubiera mostrado como un típico ―sujeto nocivo para el pueblo‖ o un ―típico delincuente habitual‖. Es así que esta teoría recibió su nombre del hecho que se establece un criterio de apreciación, el cual consiste en un modelo del autor típico y en caso que el hecho correspondiera con el modelo es que se subsumía en el tipo penal. La diferencia saltante con el tipo criminológico de autor en que ésta teoría considera la personalidad totalmente individual del autor, la misma que debe concordar con las características criminológicas del delincuente habitual, rufián, etc., en el caso de la teoría del tipo normativo de autor consiste en verificar si el hecho concreto corresponde a la representación que se efectúa respecto del modo de actuación de un típico autor, lo cual en definitiva, consiste en un juicio de valor. Es por este rasgo que se señala que en realidad esta teoría no tiene mucha relación con el derecho penal de autor, puesto que lo que hace es cotejar el hecho concreto con un modelo conductual representado de la acción que se espera de un típico autor de dicho delito. En realidad, se trata de un método de interpretación de los tipos legales dentro del marco del derecho penal de autor35. Pero, en la medida en que implica una extensión de la punibilidad, la misma que va más allá del texto de la norma, resulta improcedente por vigencia de la exigencia constitucional de precisión y certeza. Asimismo, una crítica importante al derecho penal de autor es que la indagación por la personalidad del autor constituye una actividad de resultados inciertos y además de ello, existe el 34 35 Cfr. ROXIN, Claus. Ob. Cit. p. 181. Cfr. ROXIN, Claus. Ob. Cit. p. 183. 83 dato respecto a que si bien se puede mandar o prohibir una conducta, la imagen de la personalidad queda apartada de toda actividad normativa controladora36. Dichas tendencias han sedimentado en la actividad jurídico penal destinada a analizar pormenorizadamente las circunstancias del autor. Un ejemplo de ello lo tenemos en el siguiente repertorio de jurisprudencia: ―la graduación de la pena debe ser el resultado del análisis lógico-jurídico de la prueba aportada en función de la gravedad de los hechos cometidos, de la responsabilidad del agente y de su cultura y carencias personales, como lo establecen los artículos cuarenta y cinco y cuarentiséis del código penal"37 La sentencia intenta delimitar la respuesta punitiva, basándose en la historia personal del sujeto, en la medida en que no se busca agravar su posición ante el ordenamiento, sino establecer el espacio dentro del cual es posible expresar la punibilidad. Pero, también es cierto que está fuertemente presente el sesgo del derecho penal del acto: el mayor reproche debe obedecer a la naturaleza del acto en sí, y no en relación a la peligrosidad del autor. "Para la determinación y cuantificación judicial de la pena deben considerarse los intereses de la víctima, que en este caso la agraviada es una empresa mixta. en el delito de concusión cometido por los acusados funcionarios públicos; además de evaluarse la naturaleza de la acción, los medios subrepticios empleados, la importancia de los deberes infringidos, la extensión del daño causado, los móviles lucrativos y fines egoístas, la pluralidad de agentes, su grado de cultura superior, todas como circunstancias agravantes genéricas"38 El análisis de la sentencia gira alrededor de las condiciones personales de los autores del hecho. Aunque cabe indicar que el señalamiento de los deberes especiales derivados de su carácter de funcionarios públicos también se integran en una apreciación inherente al derecho penal del autor, ello claramente se deriva de una opción por el legitimar medidas de prevención. Así, en la mención de la extensión del daño y la naturaleza de la acción, se comprueba la opción por el derecho penal del autor. ―Para efectos de imposición de la pena el juzgador ha de tener en cuenta la forma y modo como el acusado perpetró el ilícito, la amenaza que ejerció sobre las víctimas; también aspectos personales y el desvalor del resultado en que ha ocasionado un significativo perjuicio patrimonial"39 36 Cfr. STRATENWERTH, Gunter. Ob. Cit. pp. 75-76. Ejecutoria Suprema del 24 de Diciembre de 1996. Sala penal Exp. Nº 5002-96-B-CUSCO. GÓMEZ MENDOZA, Gonzalo. Jurisprudencia penal de la Corte Suprema. Lima: Idemsa, 1997. T. III. p. 22. 38 Sentencia de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Junín. 12 de Diciembre de 1996. Exp. Nº 1531-92. ACADEMIA DE LA MAGISTRATURA. Serie de Jurisprudencia. Nº I. Lima, 1999. p. 421. 39 Ejecutoria Suprema del 15 de Junio del 2004. R.N. Nº 695-2004. CASTILLO ALVA, José Luis. Jurisprudencia penal I. Sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la República, Lima, Grijley, 2006, p. 418. 37 84 "En la determinación judicial de pena es particularmente relevante el principio de co-culpabilidad, según el cual debe reconocerse la situación de marginación social y económica del procesado como un ingrediente de su conducta"40 Encontramos una versión del derecho penal de autor, pero que no se dirige hacia una reacción desproporcionada o radicalmente retributiva, sino que considera las circunstancias del sujeto buscando una respuesta que al mismo tiempo que recoja el desvalor del hecho, también reconozca la particular situación del autor en tanto las condiciones sociales generaron en él un impacto limitante de las posibilidades de desarrollarse tal como lo hubiera hecho cualquier otro sujeto.. "Por definición de la exposición de motivos del Código Penal, el juzgador al momento de imponer una pena debe tener en cuenta, la culpabilidad social, vale decir las carencias sociales que hubieran afectado al agente, condición que no es aplicable en el presente caso, debido a que de la evaluación personal de ambos acusados, se tiene que se trata de dos profesionales carentes de estas deficiencias y por el contrario se encuentran en situación de ventaja social, lo que en todo caso originaría perjuicio en su evaluación punitiva contrario sensu del criterio glosado, que puntualmente señala que la culpabilidad a la que se alude (co-culpabilidad social) disminuye o desaparece en la misma medida en que el delincuente haya tenido las oportunidades de comportarse según la norma de convivencia social, como en el caso de los acusados"41 ―Que, las exigencias que plantea la determinación de la pena no se agotan en el principio de culpabilidad, ya que no sólo es preciso que se pueda culpar al autor del hecho que es objeto de represión penal, sino que además, la gravedad de ésta debe ser proporcional a la del delito cometido: que por lo tanto para los efectos de la graduación de la pena se debe tener en cuenta la forma y circunstancias con que la encausada perpetró el ilícito que se le atribuye, conforme a lo dispuesto por el artículo 46 del Código Penal: declararon haber nulidad en la sentencia recurrida, en el extremo que impone 4 años de pena privativa de libertad, reformándola impusieron 1 año de pena privativa de libertad"42 ―Las circunstancias compatibles que agravan o atenúan la penalidad del autor o partícipe de un hecho punible deben apreciarse conjuntamente para decidir la pena concreta aplicable; por consiguiente, ante la presencia de un concurso real de delitos y de imputabilidad restringida por la edad del imputado, el juzgador debe aplicar una penalidad que evalúe proporcionalmente ambas circunstancias"43 "Por el grado de responsabilidad de los procesados les correspondería la pena de cadena perpetua, contenida en el último párrafo del artículo 189 del Código Penal; 40 Sentencia Nº 476-98 de la Sala Mixta de Camaná de la Corte Superior de Justicia de Arequipa. 23 de Noviembre de 1998. ARMAZA GALDÓS, Jorge y ZAVALA TOYA, Fernando. La decisión Judicial, Lima, Gaceta Jurídica, 1999, p. 191. 41 Sentencia de la Segunda Sala Penal Especial de la Corte Superior de Justicia de Lima. 15 de Noviembre del 2005. Exp. Nº 045-2001-SPE/CSJL. BARANDIARÁN, Roberto y NOLASCO, José. Jurisprudencia penal generada en el subsistema Anticorrupción, Lima, Palestra Editores, 2006, T. II., p. 775. 42 Ejecutoria Suprema del 5 de Abril del 2001. R.N. Nº 68-2001. LIMA. URQUIZO OLAECHEA, José, CASTILLO ALVA, José Luis. Jurisprudencia Penal, Lima, Jurista Editores, 2005, p. 287. 43 Ejecutoria Suprema del 10 de Agosto de 1998. Exp. Nº 2639-98 LIMA. PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Derecho Penal. Jueces y Jurisprudencia, Lima, Palestra Editores, 1999, p. 307. 85 también es de tener en cuenta el grado de participación de cada procesado, la forma y circunstancias en que se perpetró el evento criminoso, y que este reviste gravedad; asimismo debe tenerse en cuenta sus condiciones personales, la naturaleza de la acción, los medios empleados, la existencia del daño o peligro causado, los móviles y fines y la pluralidad de agentes como es el caso que el agraviado se encontraba en desventaja para defenderse de la agresión causándole la muerte; que siendo así la pena no guarda proporción con el daño causado, por lo que debe incrementarse proporcionalmente; declararon haber nulidad en la sentencia recurrida que impone 15 años de pena privativa de libertad, reformándola impusieron cadena perpetua"44 ―La calidad de miembro de la Policía Nacional constituye una circunstancia agravante si incurren en delitos comunes, dicha agravante no viola el principio de igualdad ante la ley, pues la calidad de miembro de la institución tutelar del orden, impone deberes especiales, que obligan frente a la sociedad y que no debe confundirse con una condición discriminatoria"45 IX. EL DERECHO PENAL DE HECHO Reconociendo que actualmente la tónica general en el derecho penal está marcado por el derecho penal del hecho, dentro de esta vertiente se encuentran las tesis correspondientes a las teorías objetiva y subjetiva del delito. 3. Teoría objetiva En primer lugar, para las teorías objetivas el punto central del delito se encuentra en la lesión de los intereses jurídicamente protegidos, por lo cual la actitud interna del autor no es algo que interese sino en la medida en que trasmite la imputación de la lesión a la culpabilidad personal. Y ello no hace sino manifestar la separación entre el derecho y la moral. Así, el derecho únicamente puede demandar la legalidad u obediencia externa hacia la norma jurídico penal mientras que la conducta interior es algo que sólo interesa a la moral46. En consonancia con dicha perspectiva es que la acción es asumida como una conducta humana significativa en el mundo exterior, que es dominada o dominable por la voluntad47. También está claro que es de ella que depende el análisis y la propia estructura del delito, dado que lo que el derecho penal juzga es una conducta humana. En base a ello se excluyen casos tales como los fenómenos naturales, los hechos de personas jurídicas y los hechos provenientes de los animales. 44 Ejecutoria Suprema del 19 de Junio del 2004. R.N. Nº 992-2004 CHICLAYO. CASTILLO ALVA, José Luis. Jurisprudencia penal I. Sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la República. Lima: Grijley, 2006. p. 489. 45 Ejecutoria Suprema del 17 de Octubre de 1995. Exp. Nº 3319-95 LAMBAYEQUE. ROJASSI PELLA, Carmen. Ejecutorias Supremas penales 1993-1996. Lima: Legrima, 1997. p. 122. 46 Cfr. STRATENWERTH, Gunter. Ob. Cit. pp. 76-77. 47 Cfr. ROXIN, Claus. Ob. Cit. p. 194. 86 La vertiente objetiva está representada por la posición causalista, la cual asumió el modelo de las ciencias naturales establecido por el positivismo naturalista, y lo que hizo fue aplicarlo al campo de la teoría del delito48. Afirma que la acción consiste esencialmente en un movimiento corporal que produce o genera una transformación en la realidad fáctica y que es perceptible por los sentidos, de modo tal que la relevancia de la acción no tiene nada que ver con la voluntariedad o no de la misma y se asume explícitamente que la voluntad humana es solamente un impulso que genera el resultado. En resumen, se sostiene la idea de una conducta puramente objetiva, y lo subjetivo más bien se debe analizar en la parte de la culpabilidad (donde entonces se analizará si el sujeto actuó de modo doloso o culposo). Como consecuencia de lo anterior, la acción aparece como el elemento sustantivo y las demás características (tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad) son solo elementos accesorios. Así, en virtud de esta formulación es que ―el delito es acción‖ y lo injusto (o acción injusta) es lo objetivo y en él se presenta un aspecto objetivo-descriptivo consistente en la tipicidad, y un aspecto objetivo-valorativo que es la antijuridicidad. Mientras, la culpabilidad es remitida hacia el ámbito de lo subjetivo49. La crítica esencial a esta postura era que se dejaba de lado a las conductas omisivas, donde claramente no hay movimiento corporal alguno. 4. Teoría subjetiva Para las tesis subjetivas, en cambio, más que el resultado exterior lo que interesa es la actitud interior que la conducta refleja, es decir, la decadencia de los valores verificada en el delito. Ello involucraba la concepción del delito como lesión de las normas de conducta que sirven al bien común50. En concordancia con ello se asume que la acción humana consiste en una actividad finalista de modo tal que la acción tiene una orientación y no posee únicamente un carácter causal. La finalidad de una acción se fundamenta en que el hombre puede conocer el curso causal y respecto a ello entonces puede prever las consecuencias de su hacer. Se nota el énfasis que trasluce la ideología de la prevención, basada en que precisamente por ser final, la actividad, el hacer humano es capaz de orientación. La finalidad o el carácter final de la acción se basa en que el hombre gracias a su saber causal puede prever dentro de ciertos límites, las consecuencias posibles de su actividad. Por tanto, la acción no es solamente causal, sin que sobre todo, es final, y la finalidad, el carácter final de la acción se fundamenta precisamente en que el hombre, gracias a su saber causal, puede prever dentro de ciertos límites las 48 Cfr. BUSTOS RAMIREZ, Juan, Manual de Derecho Penal. Parte general, 4ª ed., PPU, Barcelona, 1994, p. 248. 49 Cfr. BUSTOS RAMIREZ, Juan. Ob. Cit. p. 249. 50 Cfr. STRATENWERTH, Gunter. Ob. Cit. p. 77. 87 posibles consecuencias de su actividad, y por tanto, puede proponerse fines diversos y dirigir su actividad51. A consecuencia de ello es que la culpabilidad es reconocida como un ámbito de intrínseca valoración, pero al mismo tiempo con un contenido también esencialmente subjetivo en la medida en que se fundamenta en la capacidad de actuar de otro modo del sujeto o lo que es lo mismo, en la capacidad de configuración de su voluntad por parte del sujeto52. La siguiente jurisprudencia consideramos que se inscribe dentro de esta perspectiva: "la gravedad de la pena debe estar determinada por la trascendencia social de los hechos que con ellos se reprimen, de allí que resulte imprescindible la valoración de la nocividad social del ataque al bien jurídico"53 Se mantiene la tónica de la sentencia anterior. Se analiza el impacto social del evento delictivo, asumiendo que al mismo tiempo que estamos frente a un hecho que es socialmente relevante, ello debe legitimar una respuesta adecuada. La valoración del hecho nos remite, pues, al derecho penal del hecho. ―Existen dos factores que determinan la imposición de la pena; el primero de ellos está vinculado a la necesidad de que ésta sea proporcional al delito; y, el segundo, constituido por la exigencia de que dicha proporcionalidad sea medida en función a la importancia social del hecho, es decir teniendo en cuenta la nocividad social del ataque al bien jurídico"54 La valoración del hecho como tal legitima el empleo de criterios de proporcionalidad, dado que ellos correlacionan al hecho con la pena impuesta. Pero, la proporcionalidad también depende de la percepción social sobre el evento. Ello aparece como una demanda natural en la medida en que el derecho penal no consiste en un control desconectado de las demandas e inquietudes sociales, sino que es una respuesta dramática y que pretende ser disuasoria (rol de prevención). La proporcionalidad en el empleo de la pena nos indica una racionalidad propia de un Estado Democrático de Derecho, esto es, se intenta limitar la pena, no aplicar la violencia como una pura respuesta retributiva. La racionalidad reconoce entonces en el sujeto un límite frente al poder del Estado, pero también es cierto que la proporcionalidad tiene como presupuesto la comisión delictiva, Nos encontramos frente a otra respuesta del tipo de derecho penal del hecho. 51 Cfr. WELZEL, Hans, Derecho Penal Alemán. Parte general, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1976, p. 353. 52 Cfr. BUSTOS RAMIREZ, Juan, ―Evolución de la Teoría del Delito‖ en PRADO SALDARRIAGA, Víctor (Compilador), Derecho penal parte general. Materiales de enseñanza Universidad Nacional Mayor de San Marcos Facultad de Derecho, Grijley, Lima, 1995, pp. 224-225. 53 Ejecutoria Suprema del 26 de Mayo del 2004. R. Nº 150-2000 LAMBAYEQUE. Jurisprudencia Penal II. Trujillo: Editora Normas Legales, 2005. p. 84. 54 Ejecutoria Suprema del 27 de Abril del 2000. R.N Nº 156-2000 LIMA. Jurisprudencia Penal II. Trujillo: Editora Normas Legales, 2005. p. 87. 88 Las exigencias que plantea la determinación de la pena no se agotan en el principio de culpabilidad, ya que no sólo es preciso que se pueda culpar al autor del hecho que es objeto de represión penal, sino que además, la gravedad de ésta debe ser proporcional a la del delito cometido; ello a su vez implica el reconocimiento de que la gravedad de la pena debe estar determinada por la trascendencia social de los hechos que con ella se reprimen, de allí que resulte imprescindible la valoración de la nocividad social del ataque al bien jurídico55. Existen ciertas exigencias que plantea la determinación de la pena, como es agotar el principio de culpabilidad, que no sólo implica que se pueda culpar al autor del hecho que es objeto de represión penal, sino además, precisar la gravedad de ésta, que debe ser proporcional a la del delito cometido y a las circunstancias en que se perpetró el evento delictivo; por ende se da el reconocimiento de que la gravedad de la pena debe estar determinada por la trascendencia social de los hechos que con ella se reprime, es de allí que resulta imprescindible la valoración de la nocividad social del ataque al bien jurídico protegido56. Para la imposición de la pena y sus efectos civiles se ha tenido en cuenta las circunstancias atenuantes que rodearon los hechos, tales como la convulsión social que produjo el terrorismo en el lugar donde se cometieron los delitos materia de este proceso y la ausencia de asesoramiento contable en el uso del presupuesto asignado57. X. LA REINCIDENCIA Y HABITUALIDAD COMO MANIFESTACIONES DEL DERECHO PENAL DEL ENEMIGO Aunque tradicionalmente el derecho penal peruano siguiendo el mandato constitucional ha optado por destacar el fin resocializador y rehabilitador del tratamiento penitenciario y en considerar que en la generación del delito existe un conjunto de factores o circunstancias que no son adjudicables exclusivamente al sujeto delincuente, sino que tienen su explicación en las condiciones sociales o penitenciarias, variables en las que la labor del Estado es esencial; sin embargo, la aparición en el ordenamiento peruano de las leyes 28726 y 28730 han alterado dicho orden de cosas. El artículo 1 de la ley 28726 adiciona como incisos al artículo 46 del código penal a la habitualidad del agente y la reincidencia. Y adiciona al artículo 46 un nuevo contenido: "Artículo 46°-B.- Reincidencia El que después de haber cumplido en todo o en parte una condena privativa de libertad, incurre en nuevo delito doloso, tendrá la condición de reincidente. Constituye circunstancia agravante la reincidencia. El juez podrá aumentar la pena hasta en un tercio por encima del máximo legal fijado para el tipo penal. 55 Ejecutoria Suprema del 4 de Noviembre de 1999. Exp. Nº 2521-99 LIMA. RPJAS VARGAS, Fidel. Jurisprudencia penal patrimonial. Lima: Grijley, 2000. p. 73. 56 Ejecutoria Suprema del 26 de Marzo del 2001. R.N. Nº 375-2001. LIMA. URQUIZO OLAECHEA, José, CASTILLO ALVA, José Luis. Jurisprudencia Penal. Lima: Jurista Editores, 2005. p. 278. 57 Ejecutoria Suprema del 3 de Abril de 1997. (Sala C) Exp. Nº 4777-95 PUNO. ROJAS VARGAS, Fidel. Jurisprudencia penal. Lima: Gaceta Jurídica, 1999. p. 206. 89 A los efectos de esta circunstancia no se computarán los antecedentes penales cancelados. Artículo 46º-C- Habitualidad Si el agente comete un nuevo delito doloso, será considerado delincuente habitual, siempre que se trate al menos de tres hechos punibles que se hayan perpetrado en un lapso que no exceda de cinco años. La habitualidad en el delito constituye circunstancia agravante. El juez podrá aumentar la pena hasta en una mitad por encima del máximo legal fijado para el tipo penal." La reincidencia y habitualidad se configuran como circunstancias agravantes del delito, imponiéndose hasta un tercio por encima del máximo legal fijado y para el segundo caso, hasta la mitad por encima del límite máximo. Anteriormente la legislación peruana no mencionaba que la reincidencia o habitualidad constituyan criterios a considerar para un incremento de la pena. Lo que sí existe es el mandato de considerar todas las circunstancias y datos que en la mente del juzgador permitan establecer la personalidad del sujeto activo. La norma básica es el artículo 45 (las reglas sobre la determinación de la pena), norma que vincula las circunstancias del agente y la víctima. Las reglas reconocidas exigen considerar en la sentencia las carencias sociales que hubiere sufrido el agente (inc. 1), su cultura y sus costumbres (inc. 2) y los intereses de la víctima, de su familia o de las personas que de ella dependen (inc. 3). Así, el artículo 45 no exige del juzgador una valoración según la cual el delito sea un problema atingente únicamente al sujeto activo con el sujeto pasivo del delito, sino que ordena que se hurgue en el pasado, en la historia del delincuente en orden a sus carencias sociales. La idea implícita de ello es que el delincuente se ve obligado por circunstancias de orden social y personal –precariedad, pobreza, marginación, aislamiento, falta de oportunidades y de estímulos para una vida integrada a su comunidad- ha optar por el delito. En otras palabras, la opción por el delito no puede explicarse únicamente como si se tratase de una opción libre por el mal. Desde esa perspectiva podría entenderse que dichos criterios deben ser complementados por las consideraciones que expresa el artículo 46 del código penal peruano de 199158. Claramente, el texto legislativo 1991 lo que hacía era reconocer como válida o legítima la apreciación del delito como manifestación de una situación en cuya 58 Artículo 46.- Para determinar la pena dentro de los límites fijados por la ley, el Juez atenderá la responsabilidad y gravedad del hecho punible cometido, en cuanto no sean específicamente constitutivas del hecho punible o modificatorias de la responsabilidad, considerando especialmente: 1. Naturaleza de la acción; 2. Los medios empleados; 3. La importancia de los deberes infringidos; 4. La extensión del daño o peligro causados; 5. Las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión; 6. Los móviles y fines; 7. La unidad o pluralidad de los agentes; 8. La edad, educación, situación económica y medio social; 9. La reparación espontánea que hubiere hecho del daño; 10. La confesión sincera antes de hacer sido descubierto; y 11. Las condiciones personas y circunstancias que lleven al conocimiento del agente. El juez debe tomar conocimiento directo del agente y, en cuanto sea posible o útil, de la víctima. 90 génesis tiene responsabilidad la propia sociedad59. Por tanto, la formulación de la reincidencia y habitualidad como circunstancias agravantes, va exactamente en contra de lo que se postula y refleja el artículo 45, esto es, la corresponsabilidad de la Sociedad. Mientras que en el artículo 45 se destaca el rol o impacto que tiene la Sociedad en el delito, en el artículo 46 se hurga en las coordenadas personales del sujeto, que lo ubican frente al delito. Específicamente el inciso 1 del artículo 45 ordena al juez tratar de establecer el proceso de socialización por el que ha discurrido el agente del delito, tratando de conocer los roles participativos que el sujeto activo haya desenvuelto y el grado de desarrollo que hubiera logrado alcanzar, para así poder establecer sus posibilidades de conocimiento y motivación por la norma penal. Con esto se reconoce el principio de coculpabilidad de la sociedad en la comisión del delito. Así, el Estado peruano actualmente apuesta por identificar el pasado criminal de un delincuente y sobre la base de dicho pasado criminal (reincidencia y habitualidad) es que se fundamenta la imposición de una agravante. Dicha opción es contradictoria con la propia norma penal a la cual se pretende adscribir. Si la norma del artículo 46 ordena apreciar las circunstancias de tiempo, lugar modo y ocasión, los móviles, el medio social y la reparación espontánea y la confesión sincera, el establecimiento de la reincidencia y habitualidad induce a dejar de lado las consideraciones que la misma norma postula. Frente a la posibilidad de un arrepentimiento o por ejemplo, delinquir por hambre o necesidad, la norma penal reformada sólo dice que si un sujeto es reincidente o habitual en el delito, se le aplicará un plus de penalidad. La norma penal trata de inducir la relevancia sobre un elemento temporal como lo es la reincidencia y habitualidad por sobre otras consideraciones, obviando el hecho que el órgano jurisdiccional puede formular dicha apreciación, pues ya estaba implícitamente admitido en el inciso 11 del artículo 46. 3. El principio de lesividad y principio de proporcionalidad El principio de lesividad apunta al reconocimiento de la necesidad de protección de los bienes jurídicos a efectuarse con el menor coste social posible60, no se trata entonces de ejercer la máxima violencia o tender hacia la mayor represión. Pero, con vistas a la reforma operada puede sostenerse que el Código penal peruano en la regulación de los delitos contra el patrimonio refleja la denominada ―expansión del derecho penal‖, esto es, la asunción del derecho penal como prima ratio, idea que es compatible con el denominado ―derecho penal del enemigo‖ y que asimismo, es contraria al rol del derecho penal como última ratio61. La salida por la que se ha optado parece abrupta y desproporcionada en relación a los fines de protección lo cual comprueba que 59 Cfr. VILLA STEIN, Javier. Derecho penal. Parte general, 2ª ed, San Marcos, Lima, 1998, pp. 497-499. Cfr. CARO CORIA, Dino Carlos, ―Principio de lesividad de bienes jurídicos penales‖, en GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter (Director), Código penal comentado. T. I, Gaceta Jurídica, Lima, 2004. p. 140. 60 61 Cfr. ALLER, Germán, ―El paradigma penal de la co-responsabilidad social‖, en ARMAZA, José (Coordinador), Estudios de derecho penal. Libro homenaje a Domingo García Rada, Editorial Adrus, Lima, 2006. p. 480. 91 una dirección de política criminal basada en el derecho penal del autor tiende a rebasar los límites constitucionales impuestos al ejercicio punitivo del Estado. Sin embargo, la agravante en derecho penal se sustenta en un particular desvalor de la conducta efectuada. La agravante de una conducta debe serlo sobre la base del reproche del acto delictivo por el que es juzgado, y no sobre el pasado criminal tal como ocurre con la reforma penal operada. Con dicho razonamiento asumido como metalenguaje del ordenamiento, todo delincuente que reincide de antemano ya está recibiendo un extra de punibilidad que no se fundamenta en el daño inferido (que puede ser de no mucho impacto), sino en el pasado criminal del sujeto. Aunque el daño causado en el último delito no sea muy grave, de cualquier modo el sujeto recibirá una pena desmesurada. Dentro de esa perspectiva hallamos que el derecho penal del enemigo es un derecho penal que se aparta de los fines que ordinariamente asume el derecho penal. No consiste en la reafirmación del orden jurídico o de la norma lesionada de acuerdo a las tendencias actuales de la prevención general positiva, o de la prevención intimidadora y de la prevención especial en sus vertientes rehabilitadora o de reinserción social62, sino todo lo contrario: en el contexto del derecho penal del enemigo se renuncia a las garantías materiales y procesales del Derecho penal de la normalidad o derecho penal del ciudadano63. El derecho penal de autor entonces, patrocina una salida injusta al delito. 4. Principio de ofensividad El derecho penal solo debe intervenir cuando se genere una lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos y por ello debe mantener distancia de hechos que pueden merecer un reproche moral, porque se trata de conductas que no requieren de tutela jurídico penal: ―no puede hablarse de hecho punible (delito) sin que, desde luego, haya lesión o puesta en peligro de un bien jurídico tutelado (nullum crimen sine iniuria). En efecto, el principio de exclusiva protección de bienes jurídicos trabaja como límite material del ius puniendi (poder punitivo del Estado)‖64 En el caso de la reforma penal operada, el derecho penal peruano ha abandonado este principio, pues no se busca tanto proteger los bienes jurídicos, sino ―atacar‖ a los delincuentes, el ataque al bien jurídico es usado como pretexto ya no para confirmar la vigencia de la norma, sino para exceder los alcances e impacto del delito. Así, la presencia del derecho penal del enemigo como el ahondamiento del derecho penal del autor, buscando el combate de ciertos sujetos calificados como 62 Cfr. GRACIA MARTIN, Luis, La modernización del derecho penal y el derecho penal del enemigo, Idemsa, Lima, 2007, pp. 199 y ss. 63 Cfr. GRACIA MARTÍN, Luis, Ob. Cit. p. 205. 64 Cfr. BRICEÑO PUENTE, Carlos, Los límites del Ius Puniendi, Editora Escolari, Lima, 2005, p. 60. 92 enemigos y rebasando la idea de proporcionalidad o limitación inherente al Derecho Penal, se halla representada en la siguiente jurisprudencia: Si se consideran los alcances del texto de la norma, se comprende que la reincidencia consiste en una calificación de la conducta delictiva, adicional a la calificación ya prevista por el tipo penal. Esto quiere decir que ante la presunta realización de un delito, el juzgador evalúa, en un primer momento, si la conducta puede subsumirse en los elementos que conforman el tipo penal; si se produce dicha subsunción, la conducta es calificada con el nomen iuris que corresponde al delito (primera calificación). En un segundo momento, el juzgador evalúa nuevamente la conducta para establecer si califica como reincidencia, en función a la existencia de antecedentes del imputado por cometer anteriormente el mismo delito (segunda calificación). Una vez que se constata la comisión del delito y su carácter reincidente, se produce la atribución de las sanciones: una sanción por la comisión per se del delito y la agravación de dicha sanción como consecuencia de haberse identificado el carácter reincidente de la persona.65 Los imputados no son confesos y aun cuando son delincuentes primarios, no existe circunstancia atenuante que autorice a rebajar la pena por debajo del mínimo legal; que por lo demás es de acotar que existe una pluralidad de víctimas y una lógica delictiva reiterada en el tiempo; que este concurso real homogéneo de delitos obliga a tomarlos en cuenta para medir la pena.66 65 Sentencia del Tribunal Constitucional. Exp. Nº 003-2005-PI/TC del 9 de Agosto del 2006. Fundamento 48. 66 Ejecutoria Suprema del 27 de Mayo del 2004. R.N. Nº 430-2004 CUSCO. CASTILLO ALVA, José Luis. Jurisprudencia penal I. Sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la República. Lima: Grijley, 2006. p. 283. 93 § 5. PRINCIPIO DE LESIVIDAD VI. CONTENIDO En un Estado Social y Democrático la potestad normativa penal del Estado está sujeta a límites materiales, estos límites al ius puniendi se expresan en forma de principios que tienen base constitucional. Existía consenso sobre la necesidad de limitar el poder penal del Estado en función del principio de exclusiva tutela de bienes jurídicos. Se aceptaba la vigencia del principio ―nullum crimen sine injuria‖ según el cual todo delito debe comportar la lesión o puesta en peligro para un bien jurídico penalmente protegido. Sin embargo en la actualidad entre algunos tratadistas tenemos al jurista alemán Gunther JAKOBS, citado por Dino Carlos Caro Coria, quien niega que la misión del Derecho Penal consista en proteger bienes jurídicos y entiende que el verdadero objeto de tutela es la vigencia o estabilización de la norma67. Conceptuar materialmente el bien jurídico-penal es doblemente importante de cara a su función crítica: como descripción y cuestionamiento del Derecho vigente (sentido dogmático, de lege lata) y como guía para construir el modelo penal que se desea alcanzar (sentido político-criminal, de lege ferenda). La construcción de un concepto material de un bien jurídico-penal debe asentarse en determinados presupuestos básicos, el profesor CARO CORIA considera que la dogmática debe orientarse no por la línea de las definiciones negativas, que no logran precisarlo con certeza y fiabilidad. El Derecho Penal no debe renunciar a su esencia de Carta Magna, y debe continuar en el camino de hallar una definición positiva de bien jurídico-penal y como segundo presupuesto el hecho de no desvincular dicho concepto de la realidad axiológica en la que debe operar. Si se espera que el bien jurídico limite racionalmente la obra del legislador y de los jueces (función crítica), en los procesos de criminalización primaria y secundaria, ello presupone que debe ser coherente y funcional a un específico sistema de valores que relacionan directamente con la realidad histórica-social que se vive y la que se desea alcanzar‖, pues el bien jurídico penalmente protegido está sujeto al cambio histórico y condicionado por las estructuras socio-culturales de una comunidad que ocupa un espacio y tiempo determinado. Juzga como punto de referencia el sentido político criminal del modelo de Estado social y democrático de Derecho. Desde esta base mínima, se requieren ulteriores desarrollos del concepto material para determinar tanto los bienes que merecen una valoración positiva por parte del ordenamiento punitivo, como las conductas que deben ser desvaloradas por este.68 67 Cfr CARO CORIA, Dino Carlos, ―Principio de Lesividad de Bienes Jurídicos Penales‖, en Código Penal Comentado, T. I, 1° ed., Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 94. 68 Ibidem, p. 130. 94 Es de destacar lo anotado por el jurista MIR PUIG citado por Caro Coria al expresar que ―si el Derecho Penal solo protege bienes jurídicos, ello no significa que todos estos deban ser tutelados penalmente, ni tampoco que todo ataque en su contra deba determinar la intervención punitiva, pues ambas pretensiones se opondrían, respectivamente al principio de subsidiaridad y al carácter fragmentario del Derecho Penal‖.69 En el contexto que bien jurídico-penal como expresión del merecimiento y necesidad de pena, si un determinado comportamiento le es imputable un resultado socialmente dañoso que no afecta directamente al individuo en sus posibilidades de participación social, queda sin lugar la intervención penal, pero está justificado el uso del derecho administrativo. En consecuencia, la síntesis de los aspectos de afectación a los individuos y dañosidad social, a través del entendimiento del bien jurídico como posibilidad de participación individual en la sociedad, constituye una primera e importante delimitación que permite excluir la sanción de las conductas lesivas tan solo para cierta forma de moralidad, valores, funciones o estrategias político sociales. Esta construcción refuerza el fundamento de la protección penal de los bienes jurídicos supraindividuales o colectivos, como la salud pública, el ambiente natural o la ordenación del territorio que, en menor medida que los individuales pero de manera trascendental, constituyen medios importantes para la autorrealización social del individuo.70 Para satisfacer la necesidad de una mayor concreción del concepto material de bien jurídico-penal, debe acogerse la idea de plasmación constitucional, en sentido amplio y no como vinculación estricta, por la máxima jerarquía y el carácter consensual que se atribuye a la Carta Magna, lo que dispensa al bien jurídico una mayor legitimidad en términos normativos. No obstante, aun entendido el bien jurídico-penal a partir de la dañosidad social de las agresiones, la referencia individual y su plasmación constitucional, esta orientación solo permite determinar que bienes ameritan una valoración penal positiva, es decir el juicio sobre el merecimiento de pena, pero no señala que comportamientos deben incriminarse por ser oportuna o útil la intervención punitiva, extremos que debe enfrentar una teoría del bien jurídico-penal que aspira a ejercer una función crítica y rectora de los procesos de criminalización y descriminalización.71 Como expresa SILVA SANCHEZ citado también por Caro Coria para que un bien jurídico, en cuanto a su protección, revista la calidad de merecedor de pena, debe de aglutinar, simultáneamente la referencia al individuo, la dañosidad social de las agresiones y su plasmación constitucional.72 A decir del profesor Carlos Caro Coria debe tomarse distancia de aquellas posturas donde la afectación individual no es una condición sustantiva para la conformación del bien jurídico-penal, esquema en el que hay lugar para 69 Ibidem, p. 131. Ibidem, p. 132. 71 Ibidem, p. 133. 72 Idbiem, p. 135. 70 95 formulas imprecisas como afectación individual indirecta o afectación individual próxima las que ampliamente entendidas pueden tolerar la incriminación de conductas de bagatela o remotamente peligrosas para las condiciones de participación del individuo en la vida social, casos que tienen el acento en la funcionalidad del sistema.73 El derecho penal debe tender a la protección de la dignidad humana, se fundamenta en las premisas del Estado Democrático de Derecho y erige en el razonamiento penal un límite infranqueable contra cualquier signo de autoritarismo de la política social del Estado.74 En su línea argumentativa del merecimiento de pena Caro Coria destaca la construcción realizada por ZUÑIGA RODRIGUEZ cuando indica que los objetos de protección jurídico penal están embuídos de un producto contenido material en el marco de una categoría programática de justicia, que es la realización de los Derechos Humanos, como límite de intervención de la función represiva del Derecho, con lo cual se erige un importante criterio legitimador del Derecho Penal que señala los ámbitos y límites en su forma primaria de intervención, el proceso de criminalización, opción garantista respaldada por las previsiones contenidas en la Carta Magna española.75 Los derechos humanos son núcleo de obligada referencia para el juicio de merecimiento de pena que puede fundamentarse asimismo desde la perspectiva de los Derechos Humanos de Tercera Generación, conjuntamente con los argumentos de dañosidad social desarrollo digno de los individuos en sociedad y plasmación constitucional. En conclusión si se entiende el bien jurídico – penal como un interés merecedor y necesitado de protección penal. Nuestro Código Penal como muchos otros códigos modernos inicia su contenido normativo con la regulación de un titulo preliminar incorporando una serie de pautas rectoras, principios constitucionales y penales que desde una perspectiva histórica, cultural e ideológica deben orientar la actividad legislativa y la praxis judicial en el campo del derecho penal. Así tenemos el artículo IV del titulo preliminar del código penal cuyo tenor literal dice: ―La pena, necesariamente, precisa de la lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos tutelados por ley‖. De esta manera, se recoge en nuestra legislación penal el llamado “principio de lesividad”. Según la doctrina nacional, tal principio cumple una función relevante dentro de un Estado social y Democrático de Derecho ya que: ―(…) comprende las siguientes consecuencias: Primera, todos los preceptos penales deberán por principio, proteger bienes jurídicos. Pero tal protección se debe entender que actúa ante la puesta en peligro o lesión del bien jurídico. Segunda, un Estado no puede pretender imponer una moral, una política o una religión, ya que esto depende de una función libre del ciudadano (…). Tercera, debido a que la potestad punitiva del Estado debe estar al servicio de la mayoría de los ciudadanos, se debe tutelar intereses que pretendan toda la sociedad y no un grupo determinado76. 73 Ibídem, p. 135. Ibidem, p. 136. 75 Ibidem, p. 137. 76 Cfr. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe, Derecho Penal. Parte General, 1° ed., Grijley, Lima, 2006, p. 96. 74 96 El principio de lesividad tuvo como fuente directa el artículo 4° del CP Colombiano de 1980, según el cual para que una conducta típica sea punible se requiere que ―lesione o ponga en peligro, sin justa causa, el interés jurídico tutelado por la ley‖. La doctrina colombiana que interpreta esta norma y su equivalente en el CP colombiano del 200077, considera unánimemente que la expresión ―lesión o puesta en peligro‖ idéntica a la que utiliza el código penal peruano que hace referencia únicamente a la lesión o puesta en concreto peligro del bien jurídico78. Así en estricto no se incluye en estas categorías el peligro abstracto, en donde no se aprecia la puesta en peligro de un bien jurídico como resultado del comportamiento del autor sino un simple comportamiento con idoneidad lesiva en el que no se observa un resultado peligroso, de concreto o efectivo peligro‖ Por tanto en armonía al referido principio solo será considerado como un ilícito penal aquellos comportamientos que lesionen o pongan en peligro un bien jurídico determinado. VII. DELITOS DE PELIGRO Cuando se dice que un comportamiento lesiona un bien jurídico es porque dicho acto u omisión provoca un daño efectivo al objeto material que representa dicho valor. Por ejemplo, en el delito de lesiones (articulo . 121 CP) la salud se ve afectada si es que se le desfigura a una persona o en el caso del delito de hurto (articulo 185 CP) el acto recae en el bien mueble que es sujeto de sustracción por parte del autor afectando la propiedad (expresión del bien jurídico patrimonio). En otras palabras, generalmente en los bienes jurídicos individuales se presenta un daño efectivo (lesión) provocado por la conducta delictiva. Por otro lado, de acuerdo a nuestra normativa, se pueden sancionar comportamientos peligrosos (delitos de peligro). Y es que se dice que una sola conducta no puede dañar efectivamente un bien jurídico con características especiales (colectivos e institucionales)79. Por ejemplo, el delito ambiental 77 CODIGO PENAL COLOMBIANO del 2000 mantiene la estructura de la formula anterior en el artículo 11. ―Para que una conducta típica sea punible se requiere que lesiones o ponga efectivamente en peligro, sin justa causa, el bien jurídicamente tutelado por la ley penal en www.alcaldia de monteria triplo.com. 78 Cfr. VELASQUEZ VELASQUEZ, Fernando, Manual de Derecho Penal Parte General, Temis, Bogotá, 2002, p. 53. 79 BUSTOS RAMIREZ, Juan, sostiene que resulta necesario considerar una ordenación de los delitos en vista a los bienes jurídicos, no sobre la base de una atomización de la sociedad, sino del todo que implica un sistema. En consecuencia existen bienes jurídicos, que están referidos a las bases de existencia del sistema y aquellos que están en conexión con el funcionamiento del sistema. Los primeros, son los que tradicionalmente se les han llamado bienes jurídicos individuales, como es el caso de la vida humana, la salud individual, la libertad, etc. En cambio, los segundos, son aquellos que inciden en relaciones macrosociales. Dentro del funcionamiento del sistema hay que distinguir, a su vez, en tres diferentes niveles: aquellos bienes jurídicos denominados colectivos, que están presentes en forma constante en el quehacer cotidiano de cada uno de los sujetos o grupos en que éste se integra, como el medio ambiente, libre competencia, la política de ingresos y egresos del Estado, y los delitos contra el orden económico. Cualquier atentado a estos bienes repercuten en la integridad física, la libertad y la vida misma. El segundo nivel, se trata de bienes jurídicos institucionales, como la fe pública, administración de justicia, garantías constitucionales, etc. En tercer nivel están los bienes jurídicos de control como es el caso de la seguridad interior y exterior del Estado. 97 (articulo 304 CP) sanciona el acto contaminante que ―pueda‖ causar daño al medio ambiente; también tenemos el delito se manejar en estado de ebriedad (articulo 274 CP) que sanciona el mero acto de manejar un vehículo bajo el estado de embriaguez suficiente (mayor a 0.5 gramos litro de alcohol en la sangre) sin exigir un daño efectivo a bienes jurídicos individuales de terceros) o también el delito de fraude tributario (articulo 1 del D. Leg. 813) ya que dicha conducta por sí sola no va a crear una situación de descalabro al sistema de hacienda pública, solo la pondrá en peligro. Desde el plano político criminal, ello se explica debido al avance tecnológico y a fenómenos tales como la globalización que ha provocado que nuestra sociedad experimente una serie de cambios, tanto positivos como negativos. Así por ejemplo, la constitución de distintas empresas ha generado nuevas oportunidades de desarrollo profesional para muchas personas; sin embargo, en la cara opuesta de este desarrollo, también se puede observar la presencia de nuevas formas de criminalidad, que obliga al Estado a cambiar sus formas de intervención penal, lo que ha generado controversia con el principio de lesividad. Dentro de estos cambios, podemos encontrar la opción por flexibilizar diversos principios penales en aras de la protección de bienes jurídicos. Así, uno de los principios sujetos a esa relajación punitiva es el Principio de lesividad dando cabida a los llamados tipos de peligro, como hemos visto anteriormente. Una de las características del ―moderno‖ Derecho penal, es precisamente la aparición de bienes jurídicos colectivos e institucionales, que supone una forma de ―adelantamiento de la barrera criminal‖, pues legitima la sanción de comportamientos peligrosos. Por otro lado, los delitos de peligro pueden ser de peligro abstracto o de peligro concreto. Según Caro Coria, la diferencia entre se encuentra en lo siguiente: ―(…) que los ilícitos de peligro concreto constituyen delitos de resultado, razón por la cual se exige en cada caso una verificación ex post sobre la puesta en peligro del bien jurídico. Antes bien, las infracciones abstractas de peligro se concentran en una acción peligrosa, aquí el peligro no se configura en un resultado sino que es inherente a la realización de la conducta, de modo que su constatación precisa de un análisis ex ante, es decir la verificación de si al momento de ejecutar la conducta el agente podía prever el contenido peligroso de la misma‖80 Así, mientras en los delitos de peligro concreto se necesita que la conducta haya puesto en real peligro al objeto material que representa el bien jurídico colectivo, por ejemplo, en el delito ambiental (articulo 304 CP) que el acto contaminante haya recaído –entre otros- en el suelo o en aguas terrestres (se requiere de una verificación ex post); en cambio, en los delitos de peligro abstracto, solo basta el mero comportamiento, sin la verificación posterior de la situación de peligro en relación a los objetos materiales que representan al bien jurídico, por ejemplo, el Cfr. BUSTOS RAMÍREZ, Juan, Manual de Derecho Penal Parte Especial, editorial Ariel, Barcelona, 1986, p.18. 80 Cfr. CARO CORIA, Dino Carlos, Derecho Penal del Ambiente Delitos y Técnicas de Tipificación, Grafica Horizonte, Lima, 1999, p.468. 98 delito de tenencia ilícita de armas (articulo 279 CP) sanciona la sola posesión ilegítima de dichos instrumentos. Ese solo hecho ya pone en peligro la seguridad pública y merece sanción. Así, siguiendo una vez más a Caro Coria podemos decir que: ―(…) el único criterio que nos permite diferenciar las infracciones de peligro abstracto y concreto radica en si para la tipicidad es suficiente un mero disvalor de acción, o si es necesario además un disvalor de resultado‖81. El carácter excepcional de los tipos de peligro ha sido afirmado en el artículo IV del Título Preliminar del Anteproyecto de la Parte general del Código Penal del 2004 que señala lo siguiente: ―Solo en casos excepcionales, por razones de estricta necesidad para la protección de un bien jurídico colectivo o institucional, se sancionaran comportamientos idóneos para producir un estado de peligro para el referido bien jurídico‖. De otro lado, es innegable la influencia que tienen las nuevas corrientes europeas que buscan criminalizar el estadío previo a la lesión de un bien jurídico lo cual es denominado en el texto de Jakobs como das vorfeld. Es previo con relación a la realidad objetiva y por ello, a la conducta punible objetiva y pertenece, exclusivamente a la esfera de la subjetividad; se trata ni mas ni menos, que del fuero interno, lo que genera un desbordamiento del poder punitivo del Estado, porque con ello, como lo expresa Jakobs: (…) el autor es definido por el simple hecho de que puede constituir un peligro para el bien jurídico, con el añadido de que cabe anticipar, potencialmente sin límite alguno, el comienzo de tal peligro. El autor no tiene ninguna esfera privada, ningún ámbito para una conducta-todavía-no-socialmente-relevante, sino que es solo fuente de peligro o, con otras palabras, enemigo del bien jurídico‖ 82 VIII. ANÁLISIS DE TIPOS PENALES QUE CONSTITUYEN DELITOS DE PELIGRO En nuestro sistema a raíz del nuevo modelo penal de la seguridad ciudadana existe una política criminal que pretende dar respuesta a esa moderna sociedad del riesgo incrementando la criminalización de comportamientos mediante la proliferación de nuevos bienes jurídicos de naturaleza colectiva, con predominio de las estructuras típicas de simple actividad, ligadas a delitos de peligro o de lesión ideal del bien jurídico en detrimento de las estructuras que exigen un resultado material lesivo: dentro de esa tendencia, los delitos de peligro concreto ceden terreno frente a los de peligro abstracto, y se consolidan los delitos de acumulación y de obstaculización de funciones de control, anticipación del momento en que procede la intervención penal: se penan abundantes ilícitos antes solo administrativos, civiles o mercantiles, se generaliza el castigo de actos preparatorios específicamente delimitados, es decir criminalización en el estadio previo a la lesión de un bien jurídico, se autonomiza la punición de la asociación delictiva, se hace una interpretación generosa de la lesividad real o 81 Ibidem, p. 469. Cfr. JAKOBS, Gunther, Fundamentos del Derecho Penal, traducción de Cancio Meliá y Peñaranda Ramos, Ad-Hoc., Buenos Aires, 1996, p. 185. 82 99 potencial de ciertos comportamientos. Que analizando nuestro ordenamiento penal tenemos: El delito de Contaminación Ambiental tipificado en el articulo 304° del Código Penal ―El que, infringiendo leyes, reglamentos o límites máximos permisibles, provoque o realice descargas, emisiones, emisiones de gases tóxicos, emisiones de ruidos, filtraciones, vertimientos o radiaciones contaminantes en la atmósfera, el suelo , el subsuelo, las aguas terrestres, marítimas o subterráneas, que cause o pueda causar perjuicio, alteración o daño grave al ambiente o sus componentes, la calidad ambiental o la salud ambiental, según la calificación reglamentaria de la autoridad ambiental…‖ Es de naturaleza supraindividual por lo que la tipificación penal ha de tomar un cauce distinto mediante la inclusión de los tipos penales de peligro, donde el adelantamiento de las barreras de punición.83 Desde el punto de vista de su consumación, basta con la creación de una situación de peligro para el bien jurídico protegido, peligro que podrá ir referido bien a la causación de un perjuicio, bien a la alteración de la flora, fauna y recursos hidrobiológicos. Esto es, la consumación del tipo no requiere una efectiva lesión del medio ambiente, lo que significa un adelantamiento de las barreras de protección de este bien jurídico.84 En el delito contra la fe pública el artículo 439° del Código Penal ―El que, a sabiendas, fabrica o introduce en el territorio de la República o conserva en su poder máquinas, cuños, marcas o cualquier otra clase de útiles o instrumentos, destinados a la falsificación de timbres, estampillas, marcas oficiales o cualquier especie valorada…‖ Se tipifica un acto preparatorio, ya que abarca el comportamiento típico solo la fabricación, introducción o conservación de ciertos instrumentos o útiles, sin que sea necesaria para su punición su empleo efectivo en la falsificación de timbres, estampillas, marcas oficiales o cualquier especie valorada.85 En el delito de Producción o venta de alimentos dañinos para los animales el artículo 207° del Código Penal ―El que produce o vende alimentos, preservantes, aditivos y mezclas para consumo animal, falsificados, corrompidos o dañados, cuyo consumo genere peligro para la vida, la salud o la integridad física de los animales…‖ Aquí el legislador opta por anticipar de forma significativa la represión penal, a estadios previos de lesión, sin interesar el grado de relevancia del bien jurídico tutelado, como sucede en este caso, puesto que la consumación de los delitos contra el patrimonio está condicionada a la exteriorización de un resultado material. 83 Cfr. PEÑA CABRERA FREYRE Alonso, Raúl Derecho Penal Parte Especial, T. IV, Editorial Moreno S.A., Lima, 2010, p. 240. 84 Cfr. BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Alberto, GARCIA CANTIZANO, María del Carmen, Manual de Derecho Penal. Parte Especial, 3ª ed., editorial San Marcos, Lima, 1997, p. 590. 85 Ibidem, p. 462. 100 Es suficiente con una puesta en peligro para la vida, la salud o la integridad física de los animales, de tal manera que tampoco ha de requerirse que el agente obtenga un beneficio económico y que la víctima sufra un detrimento patrimonial. De forma específica, en la modalidad de elaboración del producto, el estado consumativo se adquiere cuando su producción ha sido culminada, siendo apta para su posterior distribución; la peligrosidad debe verificarse de forma ex -ante, sin tener que haber ingresado al mercado, por lo que sería reputado como una modalidad de peligro abstracto.86 En los Delitos informáticos el articulo 207°–C del Código Penal ―En los casos de los artículos 207° A y 207° B IX. EL AGENTE PONE EN PELIGRO LA SEGURIDAD NACIONAL La tipificación en comento en la segunda circunstancia calificada, se hace referencia a un bien jurídico de especial relevancia en cualquier sistema jurídicoestatal, a la Seguridad Nacional‖. La tipificación puede ingresar en una conflicto aparente de normas con el comportamiento recogido en el artículo 330 del CP referido a la revelación de secretos nacionales. Si la información que se accede de una base de datos, de forma indebida claro está, se realiza a fin de hacerla accesible a un Estado extranjero y no para dañarla o destruirla, debemos inclinar la adecuación típica en base al artículo 330° aunque pueda decirse que el solo hecho de usar de forma indebida dicha información pueda poner en peligro la Seguridad Nacional, en el sentido de que el bien jurídico tutelado por el artículo 207 C constituye la Seguridad de la información contenida en base de datos o red de computadora. Consideramos que al incluirse de forma expresa el interés jurídico puesto a discusión, se desnaturaliza la esencia de los injustos informáticos.87 En los delitos de Peligro Común el artículo 273° del Código Penal ―El que crea un peligro común para las personas o los bienes mediante incendio, explosión o liberando cualquier clase de energía…‖. Como todo delito de peligro, el adelantamiento de las barreras de punición se sustenta en su estrecha vinculación, con el reforzamiento de tutela punitiva sobre los bienes jurídicos convencionales, que pueden no resultar suficientes para prevenir conductas de alto contenido de disvalor. Los supuestos de hechos precisados en el artículo 273 del CP, están orientados a sancionar ciertas conductas de peligro para los bienes en común.88 El artículo 274° del Código Penal ―El que encontrándose en estado de ebriedad, con presencia de alcohol en la sangre en proporción mayor de 0.5 gramos-litros, o bajo el efecto de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas, conduce, opera o maniobra vehículo motorizado, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de seis meses ni mayor de dos años o con 86 Cfr. PEÑA CABRERA FREYRE Alonso Raúl, Derecho Penal Parte Especial, T. II, Editorial Moreno S.A., Lima, 2010, p. 505 87 Ibidem, p. 520. 88 Cfr. PEÑA CABRERA FREYRE Alonso Raúl, Derecho Penal Parte Especial, T. III, Editorial Moreno S.A., Lima, 2010, p. 518. 101 prestación de servicios comunitarios de cincuenta y dos a ciento cuatro jornadas e inhabilitación, conforme al artículo 36 inciso 7). Cuando el agente presta servicios de transporte público de pasajeros, mercancías o carga en general, encontrándose en estado de ebriedad, con presencia de alcohol en al sangre en proporción superior de 0.25 gramos – litro, o bajo el efecto de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas…‖La redacción normativa propuesta en el tipo legal, describe una conducta de peligro abstracto, donde la realización de la mera actividad, de conductor un vehículo automotor bajo la influencia de alcohol o de sustancias psicotrópicas, da por cumplido el tipo del injusto. A lo que debe añadirse, la idoneidad del comportamiento para develar el disvalor, que ingresa al ámbito de protección de la norma, entonces, el agente tiene el derecho de presentar evidencias de la no peligrosidad de la conducta, con arreglo a los principios rectores del Derecho penal, lo cual toma otro cauce, cuando se trata de una infracción administrativa, donde la responsabilidad es en esencia objetiva.89 EL artículo 279° A del Código Penal ―El que, produce, desarrolla, comercializa, almacena, vende, adquiere, usa o posee armas químicas, -contraviniendo las prohibiciones establecidas en la Convención sobre Armas Químicas adoptada por las Naciones Unidas en 1992- o las transfiere a otro, o el que promueve, favorece o facilita que se realicen dichos actos…‖. Existe una tendencia de un tiempo a esta parte, de penalizar cualquier conducta vinculada, con el Tráfico de Armas y comportamientos conexos, esto ha conllevado a la inclusión de figuras delictivas, que se inició con la dación de la Ley No. 26672 del 20 de octubre de 1996, seguida luego por el Decreto Legislativo numero 898 de mayo de 1998, la Ley No. 28627 de noviembre del 2005, la Ley número 28824 del 22 de julio del 2006, la Ley número 29177 del 03 de enero del 2008 y finalmente, el artículo 2° de la ley 29439 del 19 de noviembre del 2009. En principio se sanciona a quien participa en cualquier etapa de la cadena delictiva (produce, desarrolla, comercializa, almacena, vende, adquiere, usa o posee) establecida por la norma penal contraviniendo la Convención sobre Armas Químicas adoptada por las Naciones Unidas. La figura es de mero peligro abstracto, el que está insito en al tenencia de armas de guerra o de los materiales aptos para causar estragos y de pura actividad, razón por la cual no admite tentativa, no resulta necesario verificar la producción de un resultado perjudicial, ni tampoco la afectación a bienes jurídicos fundamentales, tampoco que se verifique la compra-venta del armamento, menos la obtención de lucro por parte del autor.90 En los delitos contra los medios de transporte, comunicación y otros servicios el artículo 280° del Código Penal ―El que, a sabiendas, ejecuta cualquier acto que pone en peligro la seguridad de naves, aeronaves, construcciones flotantes o de cualquier otro medio de transporte colectivo o de comunicación destinado al uso público…‖. Si el hecho produce naufragio, varamiento, desastre, muerte o lesiones graves y el agente pudo prever estos resultados…‖. El delito se consuma al realizar el acto que pone en peligro la seguridad de los objetos; 89 90 Ibidem, p. 549. Ibidem, p. 589. 102 constituye per se una figura delictiva que para su perfección no requiere la verificación de una modificación material del mundo exterior, conforme el plano supraindividual del bien jurídico protegido. Art. 281° del Código Penal ―Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de diez años, el que crea un peligro para la seguridad común realizando cualquiera de las conductas siguientes: 1.- Atenta contra fábricas, obras o instalaciones destinadas a la producción, transmisión, almacenamiento o provisión de electricidad o de sustancias energéticas, o contra instalaciones destinadas al servicio público de aguas corrientes. 2.- Atenta contra la seguridad de los medios de telecomunicación pública o puestos al servicio de la seguridad de transportes destinados al uso público. 3.- Dificulta la reparación de los desperfectos en las fábricas, obras o instalaciones a que se refieren los incisos anteriores. Lo que caracteriza la infracción es el hecho de que en este caso podría decirse que el peligro es menos directo que el que crean los actos de prender fuego, colocar una bomba, romper un dique o cortar un riel, es decir, la valoración prevista en la norma se dirige a actos muy anteriores a la producción de un estado de efectivo disvalor, que se legitima en mérito a la función preventiva del precepto penal, tomando en cuenta la esencia del bien jurídico protegido.91El delito de tráfico ilícito de drogas articulo 296° del Código Penal ―El que promueve, favorece o facilita el consumo ilegal de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, mediante actos de fabricación, o trafico…‖ El que posee drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas para su tráfico ilícito El que provee, produce, acopie o comercialice materias primas o insumos para ser destinados a la elaboración ilegal de drogas en cualquiera de sus etapas de maceración, procesamiento o elaboración y/o promueva, facilite o financie dichos actos…‖. El que toma parte de una conspiración de dos o mas personas para promover, favorecer o facilitar el trafico ilícito de drogas, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años y con sesenta a ciento veinte días multa….‖. Los actos de posesión de drogas con fines de tráfico ilícito configuran una hipótesis de peligro abstracto, los actos de tenencia de se sitúan en un estadio anterior a la consumación, sistemática seguida por las Convenciones Internacionales. El segundo párrafo del artículo 296 el supuesto delictivo es una estructura de peligro abstracto, esto es que para su consumación solo se requiere que el agente materialice, de cualquier modo, la tenencia o posesión de la droga 91 Idem, pp. 611, 621. 103 fiscalizada no se requiere la comprobación de que alguien u otros hayan sido afectados en su salud comprometiendo el bien jurídico tutelado en el supuesto.92 En los delitos contra la tranquilidad pública tenemos el artículo 317° del Código Penal ―El que forma parte de una organización de dos o mas personas destinadas a cometer delitos será reprimido por el solo hecho de ser miembro de la misma, con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años……‖. Aquí el legislador en el marco de los bienes jurídicos supraindividuales, ha optado por construir tipos penales de peligro abstracto, donde el peligro es elaborado artificialmente, mediante un juicio de abstracción generalizado, propiciando un adelantamiento de las barreras de intervención del ius puniendi estatal, que para algunos puede resultar contrario a un Derecho penal mínimo y al principio de ofensividad.93 X. JURISPRUDENCIA No obstante existir crítica sobre los delitos de peligro abstracto de la parte especial como supuestos no adecuados al principio de lesividad del artículo IV del título preliminar. Observamos que en nuestro sistema penal parece operar con una cierta contradicción por cuanto la legislación de un tiempo a esta parte contiene múltiples delitos de peligro abstracto, mucho de ellos gestados en la época de la codificación, como el delito de contaminación de aguas y otros de origen moderno ligados a la criminalidad organizada como los delitos de posesión de armas, terrorismo o tráfico de drogas, o vinculados a la actividad empresarial En materia jurisprudencial ni la Corte Suprema o el propio Tribunal Constitucional tampoco han señalado hasta el momento, con efectos vinculantes, que el principio de lesividad tiene asidero constitucional. Que de la revisión de alguna jurisprudencia en materia penal se aprecia casi en todas las ejecutorias se consigna como cliché la definición del principio de lesividad se conceptualiza los delitos de peligro concreto y peligro abstracto sin adoptar una posición sobre la inconveniencia de que se configuren en nuestro sistema penal delitos de peligro abstracto. XI. JURISPRUDENCIA NACIONAL Dentro de la jurisprudencia nacional encontramos varias referidas al principio de lesividad la misma que se glosan a continuación: 1. ―(…) En la comisión de un delito tiene que determinarse, según corresponda la naturaleza del mismo, al sujeto que haya sufrido la lesión o puesta en peligro del bien jurídico tutelado por la norma penal, de allí que el sujeto pasivo siempre es un elemento integrante del tipo penal en su aspecto objetivo, que por tanto al no encontrarse identificado trae como consecuencia la atipicidad de la conducta…‖ Así lo estableció la Sentencia de la Corte Suprema de la República del Perú exp. 5269-97 de 17 de enero de 1997. 92 Cfr. PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl, Derecho Penal Parte Especial, T. IV, Editorial Moreno S.A., Lima, 2010, p. 51. 93 Ibidem, p. 431. 104 2.- En el delito de producción de peligro común con medios catastróficos artículo 273° ― (…) el sujeto pasivo en el delito de peligro común es la colectividad o la sociedad y no así la persona que eventualmente haya sufrido las consecuencias de la situación de peligro existente, toda vez que se trata de un delito de peligro abstracto el cual el bien jurídico es la colectividad y para su consumación, no se requiere que se produzca un daño concreto a consecuencia de la situación de peligro existente… ‖ Así lo estableció la Sentencia de la Corte Suprema del Perú, exp. 1988-99 del 20 de diciembre de 1999. 3.- En el delito de Fabricación y tenencia ilegal de armas, municiones y explosivos art. 279. ― (…) El delito de peligro común en su figura de tenencia ilegal de armas de fuego prevista en el art. 279° del código penal vigente, constituye un delito de peligro abstracto en la cual se presume –juris tantum- que el portar ilegítimamente un arma de fuego implica de por si un peligro para la seguridad pública, sin que sea necesario verificar en la realidad si se dio o no tal resultado de peligro‖. Así lo estableció la Sentencia de la Corte Suprema del Perú exp. 647-94 del 3 de noviembre del 1994. 4.- En el delito de tenencia ilegal de armas de fuego (….) Siendo que el delito de tenencia ilegal de armas constituye un delito de peligro abstracto, el cual implica presunción iuis tantum que el portar ilegítimamente un arma de fuego implica de por si un peligro para la seguridad pública, resulta por ello irrelevante el argumento de la defensa en el sentido que desconocía las disposiciones legales que obligaban a entregar dicho bien a las autoridades competentes‖. Así lo estableció la Sentencia de la Corte Suprema de la República del Perú, Exp. Nº 884-99, del 22 de julio de 1999. 5. ―(…) Si bien se han encontrado en posesión las municiones incautadas, aun cuando alega no haber tenido conciencia del carácter delictuoso de su conducta, lo cierto es que no portaba licencia o autorización alguna, configurándose por ello el delito de tenencia ilegal de arma, dicho ilícito se considera de peligro concreto o abstracto, constituyendo la sola tenencia, el elemento objetivo del tipo penal. Así lo estableció la Sentencia de la Corte Suprema del Perú exp. 4651-99 Huánuco del 13 de enero del año 2000. 6. ― (…) Que la posesión de cartuchos de dinamita, que se encuentran en mal estado de conservación y funcionamiento, por la descomposición de sus componentes, encontrándose inactivos para su funcionamiento, no crea peligro común para el bien jurídico protegido por la ley penal; por lo que no se cumple la exigencia del artículo 4 del título preliminar del Código Penal‖. Así lo estableció la sentencia de la Corte Suprema del Perú, exp. 2636-2001 del 21 de junio del 2002. 105 7. ―(…) El artículo IV del Título Preliminar del Código Penal establece el principio de lesividad en virtud del cual, en la comisión de un delito, tiene que determinarse según corresponda la naturaleza del mismo, al sujeto pasivo que haya sufrido la lesión o puesta en peligro del bien jurídico tutelado por la norma penal; de allí que el sujeto pasivo siempre es un elemento del tipo penal en su aspecto objetivo‖ Así lo estableció la sentencia de la Corte Suprema del Perú, exp. 668-99, del 20 de mayo de 1999. 8. ―(…) Los tipos de peligro abstracto han sido proscritos de nuestro ordenamiento penal, en función del principio de lesividad consagrado en el artículo IV del Título Preliminar del Código Penal‖. Así lo estableció la Resolución Superior SP-CSJ Camaná – Arequipa Exp. 9008-04-0401-JXP. 9. Finalmente no se puede dejar de mencionar el Acuerdo Plenario N° 116 TUO LOPJ sobre reparación civil respecto de los delitos de peligro. Habiendo considerado la Corte Suprema de la República del Perú como fundamento jurídico como precedente vinculante ―que los delitos de peligro – especie de tipo legal según las características externas de la acción- pueden definirse como aquellos en los que no se requiere que la conducta del agente haya ocasionado un daño sobre un objeto, sino que es suficiente con que el objeto jurídicamente protegido haya sido puesto en peligro de sufrir la lesión que se quiere evitar (el peligro es un concepto de naturaleza normativa en cuanto a que su objeto de referencia es un bien jurídico, aunque su fundamento, además de normativo, también se basa en una regla de experiencia o de frecuente que es, a su vez, sintetizada en un tipo legal), sea cuando se requiere realmente la posibilidad de la lesión –peligro concreto- o cuando según la experiencia general representa en sí misma un peligro para el objeto protegido –peligro abstracto-. Los primeros son, siempre delitos de resultado, y los otros son delitos de mera actividad. A pesar que no se haya producido un resultado delictivo concreto, es posible que existan daños civiles que deban ser reparados. Por consiguiente, no cabe descartar la existencia de responsabilidad civil en esta clase de delitos, y en tal virtud, corresponderá al órgano jurisdiccional en lo penal determinar su presencia y fijar su cuantía‖. VII. JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL 1. Sentencia C-939-02 de fecha 31 de octubre del año 2002 de la Corte Constitucional de Colombia En el marco que el gobierno Colombiano declaro el Estado de conmoción Interna en toda el territorio nacional se dieron medidas de carácter penal para contrarrestar las actividades de organizaciones delincuenciales entre ellas el Decreto 1900, que tuvo por objeto establecer tipos penales relacionados con el hurto, contrabando de hidrocarburos y sus derivados; que más tarde dicha norma fue sometida a revisión ante la Corte Constitucional. En esta sentencia la Corte Constitucional estableció que el legislador en materia penal no tiene una discrecionalidad absoluta para definir los tipos delictivos y los procedimientos 106 penales ya que debe respetar los derechos constitucionales de las personas que aparecen como el fundamento y límite al poder punitivo del Estado por tanto: ―(…) No son admisibles tipos penales descritos bajo la forma de amenaza o de capacidad abstracta de afectar el orden público sino que se demanda una precisión sobre la capacidad concreta de alterar en forma grave el orden púbico…‖ ―(…) no es la posibilidad abstracta y teórica de la amenaza de bienes jurídicos en cuestión, sino que se debe probar que exista una amenaza concreta de los mismos, identificándose así los posibles agresores y las conductas que implican la concreción del peligro‖ ―(…) la exigencia de que los tipos penales, aunque se contemplen como pluriofensivos, deben contener elementos que permitan identificar conductas que de forma inmediata y directa, ponen en peligro tales bienes jurídicos. Así el gobierno, al crear tipo penales, debe identificar claramente la conducta que de manera cierta, atenta contra los bienes jurídicos tutelados y que deben enfrentarse, es decir deben contemplar tipos penales de peligro concreto‖. ―(…) debe tratarse de un peligro concreto, no basta con que el autor hubiere realizado una conducta de lesión para un bien jurídico sino que además, siempre se requiere la prueba que ha surgido un peligro próximo para la estabilidad institucional que se trata de salvaguardar‖ Que la Corte Constitucional analizó los tipos penales contenidos en el Decreto 1900 y se pronunció sobre cada uno de ellos considerando que no existía elemento alguno que permita establecer qué tipo de peligro es necesario para atentar contra el orden público y afectar la convivencia ciudadana, la seguridad del Estado o la estabilidad Institucional. La Corte Constitucional agrega que existe ausencia de precisión sobre otros elementos estructurales del tipo. No aparece claro los términos del tipo penal, cómo el contrabando tiene capacidad para alterar el orden público. Los tipos penales adolecen de los mismos defectos y ausencia de indicación clara de la relación o conexidad entre tipo penal y la protección de bienes tutelados, ausencia de elementos que permitan establecer que conducta en concreto amenaza contra tales bienes jurídicos. Por tanto los tipos penales en examen violan la Constitución. Concluye la Corte Constitucional que lo que se busca con estas normas es una mera función simbólica hacer creer a la opinión pública que en verdad se está luchando contra el terrorismo y el crimen organizado, cuando en realidad lo que se busca es tranquilizar a la población sin dar mayor seguridad. Sentencia de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de la Republica de Colombia número caso 31362 seguida contra José Daniel Acero Saganome sobre la violación a los derechos patrimoniales de autor y derechos conexos su fecha 13 de mayo del año 2009. La Sala ha sostenido que no es acertado sostener que la voluntad del legislador al consagrar delitos como los de peligro abstracto era la de prever como punible todo comportamiento que se ajuste en la descripción típica del precepto, pues tal como lo ha reiterado la Corte Constitucional en varias oportunidades la potestad punitiva del Estado no puede ir en contra de los principios que legitiman al Derecho Penal en un Estado Social de Derecho de acuerdo con este Tribunal: 107 ―(…) en los delitos de peligro abstracto que son los únicos que podrían asimilarse al concepto de mera actividad, la Sala ha mantenido la exigencia de un resultado‖ Al señalar: ―que en ellos la producción del riesgo para el bien jurídico es presumida por el legislador, sin perjuicio de que pueda admitir prueba en contrario dentro de la apreciación del caso concreto‖. ―(…) El Tribunal llegó a la conclusión de que la conducta de ofrecer tan solo un ejemplar no autorizado de los libros en cuestión no representa amenaza significativa alguna a tales intereses y por lo tanto, aunque había concurrido un desvalor de la acción (es decir, tanto un ánimo de lucro como la intención de afectar los derechos patrimoniales de autor) no había sucedido otro tanto en lo que al desvalor del resultado respecta‖ 108 § 6. PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD DE LA PENA IX. DEL PRINCIPIO ÁMBITO PENAL DE PROPORCIONALIDAD DESDE EL Este aforismo —también denominado como prohibición de exceso, principio de racionalidad o razonabilidad (aludiendo al vocablo reasonableness, propio del derecho anglosajón)—, está integrado por un conjunto de criterios o herramientas gracias a las cuales es posible sopesar y medir la licitud de todo género de límites normativos de las libertades; así como, de cualquier grupo de interpretaciones o aplicaciones de la legalidad que restrinjan su ejercicio, desde un perfil concreto o desde un punto de mirada determinado: el de la inutilidad, innecesariedad y desequilibrio del sacrificio. Es un principio de carácter relativo del cual no se desprenden prohibiciones abstractas, sino por referencia al caso concreto, dependiendo de la relación medio a fin que, eventualmente, guarde el límite o gravamen de la libertad, con los bienes, valores o derechos que pretenda satisfacer; por ello se dice que es un principio relacional en cuanto compara dos magnitudes: los medios a la luz del fin. El principio de proporcionalidad no es concebido como un principio netamente penal o que tenga su origen en el ordenamiento jurídico-penal94. Este principio se configura como uno de naturaleza general [como principio general del Derecho] y por ende, responde a todos los sectores del ordenamiento jurídico que tengan como característica la imposición de una sanción, ya se trate de una patrimonial en sede del Derecho civil o una de naturaleza disciplinaria en el campo del Derecho administrativo. A partir de lo cual, el Derecho penal no puede reclamar exclusividad sobre el principio de proporcionalidad, pues este es importante también en el ámbito del resto de las consecuencias jurídico-penales que se pueden derivar de la comisión de un delito: las medidas de seguridad y las consecuencias accesorias95. El principio de proporcionalidad, como tal, se constituye en un mecanismo de control de la actuación de los poderes públicos cuando éstos intervienen en los derechos fundamentales, evaluando si una medida estatal determinada (legislativa, judicial o administrativa) es idónea para alcanzar un fin constitucionalmente legítimo (prueba de idoneidad), si es necesaria al no existir otro medio apropiado para conseguir el mismo fin (prueba de necesidad), y si existe un balance o equilibrio entre: i) el logro del fin constitucional que se pretende obtener con la medida estatal, y ii) el grado de afectación del derecho 94 Cfr. MIR PUIG, Santiago. Derecho penal Parte general, 7ª ed., reimp. B de F. Montevideo-Buenos Aires, 2005, p. 136. 95 Cfr. AGUADO CORREA, Teresa, El principio de proporcionalidad en Derecho penal, Edersa, Madrid, 1999, pp. 118 y ss. 109 fundamental intervenido (prueba de la ponderación o de la proporcionalidad en sentido estricto). Como sostiene Roxin ―a través de la jurisprudencia del BVerfG sobre el principio de proporcionalidad se ha elevado la eficacia de la jurisprudencia constitucional en el caso concreto a una altura jamás alcanzada (a pesar de la merma de la seguridad jurídica), han sido reducidas las habilitaciones generales concedidas al Estado para la práctica de injerencias en la medida no deseable según las circunstancias particulares del caso concreto, y el legislador ha debido doblegarse a ello‖96. X. DESCRIPCIÓN LEGAL El Código penal peruano, en el artículo VIII de su Título Preliminar señala lo siguiente: la pena no puede sobrepasar la responsabilidad por el hecho. Esta norma no rige en caso de reincidencia y habitualidad del agente al delito. La medida de seguridad solo puede ser ordenada por intereses públicos predominantes. La relación entre las manifestaciones del principio de proporcionalidad: abstracta [dirigida al legislador] y concreta [dirigida al juzgador], son notorias respecto de la pena privativa de libertad- en la regulación del Código penal peruano, cuando en el artículo 29° se señala que: “La pena privativa de libertad puede ser temporal o de cadena perpetua. En el primer caso tendrá una duración mínima de 2 días y una máxima de 35 años”. Por un lado, este precepto reconoce una división al interior de la pena privativa de libertad, se puede tratar de una temporal, es decir, que no tiene una duración indeterminada, pues como lo señala el texto legal tiene límites inferiores y superiores que no se pueden sobrepasar. Y, también, se reconoce la existencia de una pena de duración indefinida como la prisión perpetua. Por otro lado, el legislador confiere a la discrecionalidad del juez penal la facultad de determinar el quantum de la pena a imponer atendiendo a este marco previamente establecido y que ha de ser apoyado por lo establecido en el artículo VIII del Título Preliminar y lo normado en el capítulo II del Título III [de las penas] del Código Penal. En lo que respecta a el criterio o los criterios a emplear para determinar que ―ese‖ hecho merece ―esa‖ pena, en abstracto y en concreto97, el legislador penal nacional ha establecido los criterios a tomar en cuenta para la individualización y aplicación de la pena, regulado todo ello en el capítulo II [artículos 45°, 46°, 46°-A, 46°-B, 46°-C] del Título III [de las penas] del Código Penal. Por último, merece llamar la atención acerca de un punto que ha sido frecuentemente tocado por la doctrina nacional pero que lamentablemente no ha recibido respuesta de parte de los legisladores, se trata de la ausencia de congruencia respecto a los criterios de proporcionalidad que existen al interior del Código penal peruano, en tanto, no se respeta la jerarquía de los bienes jurídicos y se termina sancionando con menor gravedad, aquellos delitos que atentan contra institutos 96 Cfr. STRAFVEFAHRENSRECH, München, citado por GONZÁLES-CUELLAR SERRANO, Nicolás, Proporcionalidad y derechos fundamentales en el proceso penal, Colex, Madrid, 1990. p. 25. 97 Cfr. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, Aproximación al derecho penal contemporáneo, Bosch, Barcelona, 1992, p. 160. 110 socio-jurídicos que se encuentran en la primera línea, v. gr., en el artículo 106° se sanciona con pena privativa de la libertad de entre seis a veinte años la configuración de un delito de homicidio simple [el bien jurídico es la vida humana, principal garantía constitucional]; mientras que desproporcionadamente, la sanción es mayor cuando se trata del delito de Extorsión en su forma más simple, en el cual se sanciona con pena privativa de libertad que va de diez a quince años, previsto en el artículo 200°, [el bien jurídico es el patrimonio]. Si hablamos de desproporcionalidad, los supuestos más insoportables, son aquellos en los que el legislador peruano sanciona aplicando la pena de cadena perpetua, como por ejemplo en el delito de extorsión con agravante, artículo 200° del Código penal. De esta manera se grafica, que el legislador nacional se equivoca y vulnera el principio de proporcionalidad abstracta. Villavicencio Terreros señala por su parte que se le denomina prohibición en exceso, consiste en la búsqueda de un equilibrio entre el poder penal del Estado, la sociedad y el imputado. Constituye un principio básico respecto de toda intervención gravosa de este poder, directamente a partir del Principio del Estado de Derecho98. En efecto, el Principio de Proporcionalidad se constituye en un principio político criminal de primer orden, en un Estado democrático de derecho, a fin de sujetar la reacción jurídico – penal a un mínimo de racionalidad. Este principio legitimador del derecho punitivo, actúa como un límite contenedor del ejercicio de la violencia punitiva, destinado a tutelar la libertad y la dignidad humana99. Y así lo ejemplariza claramente al señalar que, por el Principio de Proporcionalidad se conectan los fines del derecho penal con el hecho cometido, por el delincuente, rechazándose el establecimiento de conminaciones penales (proporcionalidad abstracta) o la imposición de penas (proporcionalidad concreta) que carezcan de toda relación valorativas con tal hecho, contemplado en la globalizad de sus aspectos. En el primer ámbito de valoración se toma en consideración el grado de jerarquización del bien jurídico protegido, en definitiva, la vida es el interés jurídico de mayor valor, seguido por otros bienes personalísimos, por lo que un delito de asesinato debe ser punido con más pena que un delito de robo. Precisamente del principio de proporcionalidad se desprende la necesidad que el bien jurídico tenga la suficientes relevancia para justificar una amenaza de privación de libertas, en general, y una efectiva limitación de la misma en concreto100. XI. EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD DESDE EL ÁMBITO CONSTITUCIONAL El Principio de Proporcionalidad es un principio general del Derecho Positivizado, cuya satisfacción ha de analizarse desde cualquier ámbito del Derecho. En efecto, en nuestro ordenamiento Jurídico, éste se halla constitucionalizado en el último párrafo del artículo 200° de la Constitución. En 98 Cfr. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe ―Límites a la Función Punitiva Estatal‖, Derecho & Sociedad Nº 21, PUPC, Lima, 2006, p.12 99 Ibidem 100 Ibidem, Ob.Cit. p. 13. 111 su condición de principio, su ámbito, de proyección no sólo se circunscribe del análisis del acto restrictivo de un derecho bajo un estado de excepción, pues como lo dispone dicha disposición constitucional ella sirve para analizar cualquier acto restrictivo de un atributo subjetivo de la persona, independientemente de que aquel se halla declarado o no. Y las penas, desde luego, constituyen actos que limitan y restringen esos derechos de la persona. Sin embargo, el Principio de proporcionalidad tiene una especial connotación en el ámbito de la determinación de las penas, ya que opera de distintos modos, dado que se trata de la determinación legal, determinación judicial o, en su caso, administrativa-penitenciaria de la pena. XII. DIFERENCIAS ENTRE CONSTITUCIONAL PROPORCIONALIDAD PENAL Y En la medida que el Principio de Proporcionalidad se deriva de la cláusula del Estado de Derecho, éste no sólo comporta una garantía de seguridad jurídica, sino también, concretas exigencias de justicia material. Es decir, impone al legislador el que al momento de establecer las penas, ellas obedezcan a una justa y adecuada proporción entre el delito cometido y la pena que se vaya a imponer. Este principio en el plano legislativo, se encuentra en el artículo VIII del Título Preliminar del Código Penal. Corresponde al ámbito del legislador, al momento de determinar las penas, evaluar factores tales como: la gravedad del comportamiento, percepción social relativa a la adecuación entre delito y pena. Sin embargo, al Tribunal Constitucional, en cambio, le corresponde indagar si los bienes o intereses que se trata de proteger son de naturaleza constitucional y por tanto, son socialmente relevantes; asimismo, evaluar si la medida es idónea y necesaria para alcanzar los fines de protección que se persiguen por no existir otras penas menos aflictivas de la libertad y, finalmente, juzgar si existe un desequilibrio manifiesto, esto es, excesivo o irrazonable entre la sanción y la finalidad de la norma. XIII. CRITERIOS DEL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD El principio de la proporcionalidad es un concepto técnico-jurídico complejo que exige un análisis integral del hecho justiciable. Este análisis no debe excluir el principio de legalidad, el cual se extiende al reconocimiento de la normatividad supranacional, especialmente la referida a los derechos humanos. En este sentido, el concepto de Derechos Humanos debe cumplir una doble función positiva y negativa sobre el Derecho Penal, la primera respecto del objeto posible, pero no necesario de la tutela por medio del Derecho Penal; y la segunda, relativa a los límites de la intervención penal; a ello se añade el Principio de Respuesta no Contingente, de acuerdo al cual no deben adoptarse medidas penales para solucionar problemas sociales o económicos, pues el Derecho Penal es de última ratio. El principio de proporcionalidad no se encuentra previsto en el artículo VIII del Título Preliminar del Código Penal, por cuanto este artículo se refiere al Principio de Culpabilidad, esto es al juicio de reproche, lo que impide al Estado 112 extender su potestad penal más allá de lo que corresponde al autor en virtud del injusto. El Principio de Proporcionalidad está diseminado en diferentes normas del Código Penal y del Código de Procedimientos Penales, así tenemos aquellas que establecen los grados de ejecución, participación, omisión, errores vencibles y confesión sincera, por ejemplo. Teniendo en cuenta que el Principio de Proporcionalidad se sustenta eminentemente en la correspondencia razonable entre el hecho justiciable, la personalidad de su agente y la pena justa, y que limita y prohíbe la arbitrariedad de los poderes públicos, consecuentemente permite al juez como garante de esa proporcionalidad enmendar la imprudencia legislativa de la sobrepenalización. Siguiendo a Hassemer, proponemos los siguientes criterios a tener en cuenta para aplicar el principio de proporcionalidad: la importancia del bien jurídico protegido (ejemplo: vida versus propiedad); la gravedad de la lesión del bien jurídico protegido (ejemplo: daño versus protección); los diferentes medios de comisión del hecho (ejemplo: armas de fuego versus un bolígrafo); las condiciones personales del agente (ejemplo: edad, estado mental del agente, responsabilidad penal restringida, grado de educación, ocasionalidad versus habitualidad); comportamiento de la víctima antes del hecho (provocación versus falta de provocación); grados de ejecución del hecho (delito consumado versus tentativa, delito instantáneo versus delito continuado); grados de autoría y participación (autor, coautor y cómplices primarios versus cómplices secundarios); grados participación interna del autor (dolo, intención versus culpa imprudencia); comportamiento del autor después del hecho (capacidad de resocialización versus carencia de la misma); importancia social del hecho – grado de nocividad social– (ejemplo: estado de zozobra en la población versus estado de zozobra en un sector de la misma). No obstante que no existe normatividad expresa sobre compensación entre atenuantes y agravantes, es posible efectuarla, quedando al arbitrio del juez lo relativo al quantum de la pena. Para efectos de la compensación el juez debe observar en su motivación los presupuestos de: idoneidad, necesidad y ponderación. XIV. CONTENIDO DEL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD Este principio posee actualmente en el Derecho Penal un significado muy relevante, aún cuando mucho más restringido que en otras ramas del ordenamiento jurídico, como pudieran ser el derecho procesal penal o el derecho administrativo. Ello se debe, fundamentalmente, a dos razones: A que el fin que se persigue a través de las normas penales es único: protección de los bienes jurídicos frente a lesiones o puestas en peligro a través de la amenaza penal. Al ser el fin del Derecho Penal la protección de bienes jurídicos a través de la prevención, se introduce una limitación al medio que puede ser utilizado por el legislador para alcanzar dicho fin: las normas redactadas por el legislador así como las sanciones que en el caso concreto sean impuestas por el juez, deben ser medios adecuados para prevenir la comisión de los delitos. 113 Este fin se alcanza a través del medio de la desaprobación ético-social del comportamiento delictivo, la mayor sanción de la que dispone el Estado. Asimismo, el principio de proporcionalidad, en sentido amplio, es el primer test de legitimación que ha de superar cualquier intervención penal, vinculando a todos los poderes públicos. Este principio debe ser respetado no sólo en el momento de la creación del derecho penal, sino también, en el momento de su aplicación por los jueces o tribunales e incluso en el momento de ejecución de las sanciones que en el caso concreto sean impuestas por aquellos. Es por ello que, en el derecho Penal se destaca la funcionalidad de este principio en el momento de establecer en enlace material entre delito y su consecuencia jurídica. Al poseer rango constitucional, ha de ser respetado no sólo cuando se trata de la pena, sanción tradicional en Derecho Penal, sino cualesquiera otra consecuencia jurídico-penal que se pueda derivar de la comisión de un hecho delictivo, a saber, las medidas de seguridad y las consecuencias accesorias La mayoría de la doctrina y de la jurisprudencia constitucional europeos, coinciden en afirmar que bajo esta expresión quedan abarcados varios limites al ius puniendo. Se habla del principio de idoneidad, del principio de necesidad y del principio de proporcionalidad en sentido estricto. Es obvio que al formular o dotar de contenido al principio de proporcionalidad en sentido amplio, el Tribunal Constitucional peruano ha utilizado, como en su día hicieran otros, el conocido como test de proporcionalidad alemán; es decir, la distinción y el análisis sucesivo de los requisitos de idoneidad, necesidad y proporcionalidad. En el ámbito de Derecho Penal, esta forma de proceder ha quedado plasmada en las sentencias de 9 y 15 de diciembre de 2006 y 19 de enero de 2007, recaídas en los expedientes 003-2005-PI/TC (FFJJ 69 y ss), 0012-2006-PI/TC (FFJJ32 y ss) y 0014-2006-PI/TC (FFJJ 42 y ss), respectivamente. De estas dos resoluciones, se puede deducir la existencia del principio de proporcionalidad en sentido amplio, en su variante de prohibición o interdicción exceso, la cual está integra por tres sub principios: idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto; en esta rama del ordenamiento jurídico; y en relación con la principal consecuencia jurídica derivada del delito de la pena, se concretarían como sigue: a. Idoneidad: Dado que la ley penal interviene en el derecho a la libertad personal y otros derechos fundamentales, en el examen de idoneidad hay que constatar que la pena es idónea para la consecución de un objetivo constitucionalmente legítimo. Examen que, en primer lugar, exige la identificación de un fin de relevancia constitucional en la medida legislativa penal que limita un derecho fundamental; ámbito en el que se manifiestan, según el Alto Tribunal peruano, el principio de exclusiva protección de bienes jurídicos y el principio de lesividad. De manera que sólo será constitucionalmente válida si tiene como fin la protección de bienes jurídicos de relevancia constitucional y tipifica conductas que realmente lesionan o pongan en peligro esos bienes jurídicos. Tanto la relevancia constitucional del bien jurídico como la dañosidad social justifican que nos encontremos ante un bien jurídico merecedor de protección por parte del Estado, Identifica pues, esta parte del examen de idoneidad con el concepto de merecedor de protección penal. En segundo 114 lugar ―se trata del análisis de una relación medio-fin‖, de constatar que la idoneidad de la medida tenga relación con el objetivo, es decir: ‖que contribuya de algún modo con la protección de otro derecho o de otro bien jurídico relevante‖. En esta relación medio a fin se debería tener en cuenta no sólo el fin de la protección de bienes jurídicos que se persigue a través del Derecho Penal; sino también, los fines preventivos que se predican de las penas, aún cuando el Tribunal Constitucional peruano, a diferencia de cómo procede cuando aborda el examen de la necesidad, parece no tener en cuenta éstos a la hora de decidir la idoneidad de las medidas que se cuestionan. García Cavero sostiene que el Tribunal Constitucional parece que va en línea de lo que se conoce como derecho de garantista; es decir, de quienes defienden que el derecho penal no sólo cumplen una función de prevención de delitos sino también una función garantista frente al delincuente (hay que proteger también los bienes jurídicos de los delincuentes), y ello porque establece la observancia obligatoria de los principios de la dignidad de la persona y de la libertad. En mi opinión, teniendo en cuenta que el fin de las normas que prevén penas es la protección de bienes jurídicos a través de la prevención, general y especial, habrá que excluir del Derecho Penal aquellas penas que se manifiesten como ineficaces por no servir a la prevención, como sucede, por ejemplo, con la pena de muerte o la cadena perpetua. Las indicaciones del principio de idoneidad en el ámbito de Derecho Penal no se agotan aquí, sino que también conlleva la necesidad de que el mismo sea realizable a través de las normas del Derecho Procesal y de Derecho Penitenciario. b. Necesidad: Es un principio comparativo y de naturaleza empírica, en la medida en que el legislador ha de buscar medidas menos gravosas, pero igualmente eficaces. Al respecto el Tribunal Constitucional Español, refrenda esta afirmación cuando sostiene que el control sobre la existencia o no de medidas alternativas menos gravosas o de la misma eficacia, se centra en constatar si a la luz del razonamiento lógico de datos empíricos no controvertidos y del conjunto de sanciones, que el mismo legislador ha estimado necesarios para alcanzar fines de protección análogos. Resulta evidente entonces la manifiesta insuficiencia de un medio alternativo menos restrictivo de derechos para la consecución igualmente eficaz de las finalidades deseadas por el legislador. Si bien, el principio de necesidad adquiere especial relevancia en el momento legislativo de seleccionar las conductas a incriminar, también opera en el momento de la aplicación de la ley penal. Por ello, para los casos en los que no sea necesario castigar o no sea necesario hacerlo con una pena tan grave, el Código Penal debe prever mecanismos que 115 permitan al juez o tribunal prescindir de la pena o que permitan sustituirla por otra menos graves o, incluso, por medidas de otra índole. c. Proporcionalidad en sentido estricto: Constituye un requisito imprescindible que exista una proporción entre la pena y el delito. La Pena deberá aparecer, en abstracto y en concreto, como proporcionada. Se dice en el seno de la doctrina de proporcionalidad abstracta y proporcionalidad concreta, que para hacer referencia a ello debemos hacer referencia a los dos momentos o ámbitos, en los que la proporcionalidad estricta actúa en el momento legislativo y momento judicial, respectivamente. En tanto que, la exigencia de proporcionalidad abstracta, entendida como la proporción entre la gravedad del injusto y la gravedad de la pena, con la que este se conmina, se dirige al legislador. En ese sentido, la exigencia de proporcionalidad concreta debe ser interpretada como la necesaria proporción entre la gravedad del hecho concreto cometido y la pena aplicada al autor, el cual tiene como destinatario al juez o tribunal. Cabe indicar que dentro de ésta, encontramos la proporcionalidad abstracta y concreta, así tenemos: Abstracta: La proporcionalidad abstracta es fruto de un complejo análisis político- criminal y técnico que le corresponde en exclusiva al legislador y que, por consiguiente, no se reduce a una exacta proporción entre el desvalor de la sanción y el desvalor del comportamiento, dada la libertad de la que goza el legislador en el momento de establecer la pena y el amplio poder de decisión que posee en este ámbito, siempre que no vulnere la Constitución. El principio de proporcionalidad se presenta entonces como una fórmula vacía, en tanto que no se establezcan los criterios de proporcionalidad que son constitucionalmente legítimos; de ahí que la doctrina ha querido contribuir a establecer los criterios de proporcionalidad constitucionalmente legítimos que deben ser tenidos en cuenta, para asegurar la proporcionalidad abstracta. Así, con carácter general, podemos afirmar que se exige que la gravedad de la pena sea proporcional a la gravedad del hecho antijurídico, a la gravedad del injusto, resultando fundamental la gravedad intrínseca del hecho; es decir, el desvalor de acción y desvalor de resultado. Entre los criterios que se deben tener presentes, se apuntan entre otros: - La importancia del bien jurídico; - Grado de ofensa al bien jurídico protegido; - Elemento subjetivo del desvalor de acción; - La trascendencia o nocividad social del hecho delictivo; - Grado de ejecución; 116 - Grado de participación. Concreta: La pena aplicada por el Juez o Tribunal, debe ser proporcionada a la gravedad del hecho delictivo cometido. En este momento de determinación de la pena, la relación entre el principio de proporcionalidad y el de culpabilidad se intensifica, pudiéndose afirmar que cuando hablamos de proporcionalidad en sentido estricto, en el momento judicial, estamos haciendo referencia a la necesaria relación de proporción en que han de encontrarse el injusto y la culpabilidad del autor, con la pena que impone el Juez o Tribunal. El principio de proporcionalidad en sentido estricto, en el momento de determinación de la pena, opera fundamentalmente cuando el legislador deja en manos del juez o tribunal un cierto grado de discrecionalidad en la imposición de la pena, estando obligado el juez o tribunal a ajustar la pena exacta a la gravedad del injusto y al grado de culpabilidad. XV. LA PROPORCIONALIDAD DE LA PENA 1. Concepto La palabra pena proviene del latín poena, que significa castigo, tormento físico, padecimiento, sufrimiento. Para el desarrollo del presente ensayo, el concepto de pena se plantea como un concepto formal del derecho, en tal sentido, la pena es la sanción jurídica aplicable a quien viola la norma jurídica prohibitiva101. Es un ―mal‖ que debe imponerse al culpable o responsable de la comisión de un delito. Es una figura previamente creada por el legislador, en forma escrita y estricta, al amparo del ―principio de legalidad‖102, donde toda persona debe ser castigada si el hecho está previsto en la ley como delito con anterioridad a la comisión del mismo. Este principio, es el pilar del Derecho Penal, representado por el apotegma latino: nullum crime, nulla poena sine lege. Es un mal consistente en la pérdida de bienes como retribución por haber violado el deber de no cometer un delito. Es la pérdida de un bien del delincuente (Valores jurídicos: vida, libertad, propiedad, fama, etc.). Sólo la pérdida de bienes como retribución por el mal causado por el delito cometido es una pena. La pena es retributiva a la culpabilidad del autor con arreglo a su personalidad, es intransferible, con ella la sociedad responde a la ofensa que, violando su deber de abstenerse de delinquir, el autor le infiere a bienes individuales o sociales. Rodriguez Devesa103 indica que el monopolio de la pena por el estado significa algo mas que eliminación conceptuadle toda idea de odio o venganza contra el 101 Cfr. CABANELLAS, Guillermo, Diccionario de Términos Jurídicos, Ed. Alternativa, Buenos Aires, 1978, p. 487. 102 Cfr. BRAMONT-ARIAS TORRES, Luís Miguel, Manual de Derecho Penal Parte General, Ed. Santa Rosa, Lima, 2000, p. 70; y VILLA STEIN, Javier, Derecho Penal Parte General, ed., San Marcos, Lima, 1998, p. 101. 103 Cfr. RODRÍGUEZ DEVESA, José, Derecho Penal Español, ed. Dikinson, Madrid, 1994, p. 94. 117 ofensor, en un intento de desapasionamiento y de enjuiciar el hecho delictivo a la luz de criterios mas elevados, con puntos de vista colectivos y no personalizados, dejando las acciones correspondientes para el juego de los intereses privados que lesiona el delito. Por tanto, el derecho penal es el conjunto de normas jurídicas que regulan la potestad punitiva del Estado, asociando a hechos, estrictamente determinados por la ley, como presupuesto, una pena, medida de seguridad o corrección como consecuencia, con el objetivo de asegurar los valores elementales sobre los cuales descansa la convivencia humana pacífica. Cuando se habla de derecho penal se utiliza el término con diferentes significados, de acuerdo a lo que se desee hacer referencia; de tal modo, podemos mencionar una clasificación preliminar tal como: derecho penal sustantivo, y por otro lado, el derecho penal adjetivo o procesal penal. El primero de ellos está constituido por lo que generalmente conocemos como código penal o leyes penales de fondo, que son las normas promulgadas por el Estado, estableciendo los delitos y las penas, mientras que el derecho procesal penal es el conjunto de normas destinadas a establecer el modo de aplicación de aquellas. 2. Fundamentos de la Pena Hurtado Pozo104 señala que el ejercicio del poder punitivo se halla condicionado por el complejo de circunstancias que constituyen el fundamento y la finalidad del derecho penal y del derecho en general, instrumentos, por último, de la política criminal que es parte de la política social general de Estado. No se impone una pena porque es necesario intimidar a delincuentes en potencia o porque se estime que es necesario someter a tratamiento al agente. Se le castiga porque culpablemente ha cometido una infracción. El "para qué" se castiga, puede determinar una disminución o suspensión de la sanción; pero no sobrepasar en intensidad los límites de la culpabilidad. Una pena que no guarde estas proporciones no será comprendida por la población y será nulo su efecto de prevención general. Esta depende, en general, de la capacidad del sistema para plasmar y reforzar en los individuos la desaprobación moral de las infracciones. Es pues, ingenuo pensar cuanto más severas sean las penas, mayor será su efecto de prevención general. Esta se halla más bien en directa relación con la oportunidad y la eficacia de la persecución penal. Entre nosotros no se tiene en cuenta esta realidad y cada nueva ley, ampliadora y modificadora del sistema represivo, comporta casi siempre, un aumento de la escala de penas. En el texto original de nuestro Código se materializaba el criterio correcto. No figuraba la pena de muerte y las escalas penales eran proporcionadas. Los efectos negativos de la actual orientación de nuestra 104 Cfr. HURTADO POZO, José, Manual de Derecho Pena, Edilii. Lima, 1988. p. 32. 118 legislación penal se multiplican debido a que la función de prevención general es la única que podría ser cabalmente utilizada en nuestro país, ya que no se cuenta con los medios necesarios para llevar a cabo con cierta eficacia la función de "prevención especial". 3. Características de la Pena Las características que se desarrollan a continuación son las que distinguen a la pena desde un punto de criminal: a. Personal Con respecto a esta característica se entiende que solamente debe de imponerse la pena al autor culpable, atendiendo de esta manera al principio de culpabilidad; por consiguiente, nadie puede ser castigado por ilícitos cometidos por otros, la responsabilidad se entiende que es personal porque va ser aplica a la persona que resulte culpable después de haber llevado a cabo un juicio previo; no obstante, no podemos negar que el sufrimiento del condenado pueda extenderse a su familia o a terceras personas, es decir, que a pesar de que es personal tiene trascendencia social. Un efecto secundario lo encontramos en las repercusiones negativas que la ejecución de la pena pueda tener en la familia del condenado, un claro ejemplo lo encontramos en el alto índice de adicción a las drogas de niños y adolescentes, la desintegración familiar, la prostitución etc. Que son la consecuencia de la aplicación de una pena a algún familiar; de esta manera se provoca así la existencia de autenticas víctimas indirectas del delito por ser víctimas directas de la pena. b. Proporcionada La pena debe ser proporcionada a la naturaleza y a la gravedad del delito, atendiendo a los caracteres de la personalidad del delincuente, valorados objetiva y subjetivamente por el juzgador en el momento de dictar sentencia condenatoria. Esta proporcionalidad que debe existir entre la pena y el delito es tarea primordial del juzgador, quien debe ser objetivo a la hora de aplicar una pena, basándose en los medios probatorios que se produzcan durante el debate; sería ilógico pensar que una persona que se le encuentre culpable de un hurto de una cadena de oro se le imponga una pena máxima. c. Determinada En cuanto a esta característica considero que la pena debe de estar determinada e la legislación penal, el condenado no debe de tener más sufrimiento que el que la ley señala, esta característica va íntimamente relacionada con el principio de legalidad puesto que el juzgador no debe de aplicar una pena que no esté previamente establecida en la ley. 119 d. Flexible A la anterior característica le sumamos la de flexibilidad, en el entendido que debe ser fijada la pena dentro del mínimo y máximo que señala la ley, en el artículo 65 del Código Penal se establece que "el juez o tribunal determinará en la sentencia, la pena que corresponda, dentro de un mínimo y una máximo señalado por la ley, para cada delito". Está característica se extiende a que debe ser flexible también en cuanto a una impugnación para reparar un error judicial; como dice Sebastian Soler, Citado por De León Velasco y De Mata Vela, "la pena es elaborada y aplicada por el hombre, por el cual supone siempre una posibilidad de equivocación . e. Pronta e ineludible Una administración de justicia ineficaz consigue con su lentitud que el poder intimidante de la pena desaparezca, la conciencia social perturbada por el crimen quede insatisfecha al ver que los culpables siguen sin castigo y la ejemplaridad de este desaparece con el tiempo, ejemplo latente en estos tiempos son los linchamientos, ya que las personas optan por hacer justicia con su propia mano. De todo lo anterior, se puede afirmar que la pena debe ser aplicada con la mayor brevedad posible, por la incidencia negativa de los retrasos en la aplicación de justicia que es latente cuando el sujeto se encuentre en prisión preventiva. f. Individualizada Teniendo en cuenta que todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos, la ley penal, como toda ley, responde a los principios de generalidad e igualdad. El legislador al tipificar los hechos constitutivos del delito, no lo hace para alguna persona en particular, lo hace en forma abstracta, de manera de que a la hora de que alguna persona trasgreda la ley exige que debe de individualizar al infractor para poder aplicar la pena. Como señala Mapelli Caffarena105 ―La ley penal, como toda ley, responde a los principios de generalidad e igualdad. El legislador tipifica hechos; no puede tener a la vista personalidades concretas. Pero como la pena no se impone a hechos sino a personas, y no a personas en abstracto, sino a individuos concretos, se exige su individualización‖. Por supuesto, la individualización, que supone acercamiento de la norma general al caso concreto, no puede hacerse atendiendo a rasgos específicos que no justifiquen un tratamiento penal diferenciado. 105 MAPELLI CAFFARENA, Borja, Los Delitos y las Penas en el Diccionario de Echebarria de 1971, Padilla Libros. Sevilla, 2007. p. 123. 120 4. La finalidad de la sanción penal El fin jurídico de la pena es castigar para que no se delinca, se puede lograr esto: Fin individual de la pena: Readaptando socialmente al autor del delito y evitando así su recaída en él mediante el cumplimiento efectivo de la pena (coacción penal), o su suspensión condicional (prevención penal). Fin General de la pena: Funciona como prevención respecto de los demás miembros de la sociedad. Sobre la pena privativa de libertad, Prados Saldarriaga106 señala que ―la finalidad expresada y que se ha pretendido a través de la ejecución de la pena ha sido resocializar al penado; así se ha entendido en la constitución política; tiene un raigambre preventiva especial al establecer que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducacion rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad; el mismo que se repite en el articulo II del código de ejecución penal‖. En principio, el Código Penal de 1991 introdujo normas sobre la finalidad de la pena y un nuevo sistema de penas. En este sentido, el artículo I del Título Preliminar declara que ―este código tiene por objeto la prevención de delitos y faltas como medio protector de la persona humana y de la sociedad”; y el artículo IX del Titulo Preliminar expresa que ―la pena tiene función preventiva, protectora y resocializadora‖. Así, el código se refiere a las teorías preventivas (teoría unitaria aditiva). La pena es la característica más tradicional e importante del Derecho Penal. Su origen se encuentra vinculado con la del propio ordenamiento punitivo; y constituye, por la gravedad de su contenido, el medio de mayor severidad que puede utilizar el Estado, para asegurar la convivencia en la sociedad. La pena esta relacionada con conductas socialmente desvaloradas de las personas, siendo, por consiguiente, una consecuencia jurídica asignada a cualquier persona que haya realizado un hecho punible contrario a la norma. Sin embargo, ―la pena es ajena a la norma. Pero también la pena es un mal e implica sufrimiento dolor y aflicción a la persona humana. Sin embargo, su aceptación o negación categórica dependerá de si es posible comprobar su utilidad en el caso específico. Es la teoría de la pena la que busca identificar dicha utilidad o fin limitando al poder penal (prevención general y especial), pero sin embargo faltaría comprobar si en la realidad se cumple o se hace efectiva dicha utilidad. Si el Estado asume el cumplimiento de la utilidad de la pena y con ello logra sus efectos, el poder penal habrá sido ejercido satisfactoriamente, pues se habrá sujetado a los límites preventivos. Si por el contrario, el cumplimiento de la utilidad es sólo un discurso no realizado -el poder penal no lo ejerce o no surte efectos- entonces la pena se estará utilizando sin lograr dichos fines, y fuera de los límites preventivos. Así, la utilidad está limitada a través del Derecho Penal 106 Cfr. PRADOS SALDARRIAGA, citado por FLORES MUÑOZ, Milko R, La pena privativa de la libertad, ed. Lima, 1995, p. 126. 121 (teoría de la pena), pues de lo contrario la aplicación de la pena en el marco del ejercicio del poder penal sería completamente ilegítima. Además, para evitar un Derecho Penal desbordado y politizado será necesario coordinar la perspectiva de protección de bienes jurídicos con la pena. Para establecer los límites a la aplicación de la pena por parte del poder penal, el Derecho penal ha desarrollado las siguientes teorías: a. Teoría de la retribución absoluta Son distintas las teorías de los fines de la pena desarrolladas en la doctrina. Una es la teoría de la retribución absoluta, cuyos exponentes son Kant y Hegel. Según ella, la pena no cumple ninguna función social, pues es una institución independiente de su esfera social; es decir, agota toda virtualidad en la generación de un mal al delincuente, de modo tal que el Estado, en representación de la sociedad, toma venganza por la afectación de algún bien jurídico relevante, aplicando un mal de similar gravedad a la relevancia del bien en el ordenamiento jurídico. Se trata de la concreción punitiva del antiguo principio del Talión: ―ojo por ojo, diente por diente‖. Esta teoría no sólo carece de todo sustento científico, sino que es la negación absoluta del principio-derecho a la dignidad humana, reconocido en el artículo 1º de nuestra Constitución Política, conforme al cual ―La defensa de la persona humana y el respeto por su dignidad son el fin supremo de la sociedad y el Estado.‖ b. Teoría de la prevención especial Por otra parte, la teoría de la prevención especial o también denominada teoría de la retribución relativa, centra la finalidad de la pena en los beneficios que ella debe generar en el penado o, cuando menos, en aquellos que tengan la voluntad de ser resocializados. De esta manera, la finalidad de la pena puede ser dividida en dos fases: a) en el momento de su aplicación misma, teniendo como propósito inmediato disuadir al delincuente de la comisión de ilícitos penales en el futuro, desde que internaliza la grave limitación de la libertad personal que significa su aplicación; y, b) en el momento de su ejecución, la cual debe encontrarse orientada a la rehabilitación, reeducación y posterior reinserción del individuo a la sociedad. Esta finalidad encuentra una referencia explícita en el inciso 22 del artículo 139º de la Constitución: “Son principios y derechos de la función jurisdiccional: (...). El principio de que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.‖ c. Teoría de la prevención general La teoría de la prevención general circunscribe su análisis, antes que en el penado, en el colectivo, de forma tal que considera que la pena tiene por finalidad influir en la sociedad a través de la efectividad de la amenaza penal y su posterior ejecución en aquellos que, mediante una 122 conducta antijurídica, atentan contra valores e intereses de significativa importancia en el ordenamiento jurídico y que, por tal motivo, son objeto de protección por el Derecho Penal. Hoy se reconoce una vertiente negativa y otra positiva a la teoría de la prevención general. La primera establece como finalidad sustancial de la pena el efecto intimidatorio que genera la amenaza de su imposición en aquellos individuos con alguna tendencia hacia la comisión del ilícito. Sin embargo, es discutible sustentar la tesis conforme a la cual todo individuo proclive a la criminalidad genere el grado de reflexión suficiente para convertirlo en objeto del efecto intimidatorio. En algunos supuestos, dicho efecto es resultado, antes que de la gravedad de la pena preestablecida, del grado de riesgo de ser descubierto, durante o después de la comisión del delito. Por ello, son los efectos de la vertiente positiva de la prevención general los que alcanzan mayor relevancia. Claus Roxin, los resume del siguiente modo: ―(...) el efecto de aprendizaje motivado socio-pedagógicamente, el `ejercicio de la confianza en el derecho´ que se produce en la población por medio de la actividad de la justicia penal; el efecto de confianza que resulta cuando el ciudadano ve que el derecho se impone; y finalmente, el efecto de satisfacción que se instala cuando la conciencia jurídica se tranquiliza como consecuencia de la sanción por sobre el quebrantamiento del derecho, y cuando el conflicto con el autor es visto como solucionado.‖ (Fin y justificación de la pena y de las medidas de seguridad. En: Determinación judicial de la pena. Compilador Julio B. J. Maier. Buenos Aires: Editores Del Puerto, 1993, p. 28). d. Teorías mixtas o de la unión: La polémica entre teorías absolutas y relativas de la pena evidencia que existe más de un fin de la pena ya que ninguna de las mencionadas concepciones agota el fundamento para su explicación. De allí se derivan teorías de la unión que procuran articular una síntesis entre las doctrinas en pugna. Parten del supuesto realista de que no es posible adoptar una fundamentación desde las formar puras precedentemente señaladas porque ellas ofrecen varios flancos a la crítica. Surgen así teorías pluridimensionales de la pena que suponen una combinación de fines preventivos y retributivos e intentan configurar un sistema que recoja los efectos más positivos de cada una de las concepciones puras hasta aquí analizadas. Los intentos para presentar una fundamentación coherente de la pena, que contemple al mismo tiempo las teorías absolutas y las relativas, son variados. Además, éstas "teorías de la unión" son dominantes en el Derecho penal contemporáneo. Algunos autores señalan que su existencia pone en evidencia una crisis cuya manifestación más evidente es la ausencia de respuestas doctrinarias y legislativas armónicas para justificar el "ius puniendi" estatal, "con todas las consecuencias de 123 inseguridad que de allí se derivan".Comúnmente las teorías mixtas le asignan al Derecho Penal la función de protección a la sociedad, sin embargo, tal función no reviste iguales características en todas las teorías. La teoría de más incidencia durante la ejecución sería la prevención especial en su versión moderna, debido a que el sistema penitenciario debe orientarse al logro de la readaptación social del condenado. XVI. PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA DESPROPORCIONALIDAD EN LA APLICACIÓN DE LAS PENAS 4. Estado de la cuestión En nuestra legislación positiva, la profesa postura neocriminalizadora del legislador significó la exasperación de los marcos penales en el ámbito del Derecho Penal patrimonial, concretamente el delito de robo agravado (art. 189° A) al haberse incorporado la pena de cadena perpetua en el marco penal imponible. Habiéndose producido resultados en realidad irracionales y desproporcionados. De haber condenado con penas de quince años de pena privativa de libertad a individuos por le solo hechos de haber sustraído dinero u otros bienes mediante un empujón a la víctima, lo cual resulta un exceso de punición, que a veces, va corregido en las instancias jurisdiccionales supremas, aplicando este principio, que tiene que ver también con le rechazo a penas inhumanas y abiertamente lesivas a la dignidad humana. Con todo, el principio de proporcionalidad cumple un rol preponderante, como interdicción a la arbitrariedad judicial, poniendo en primer nivel los presupuestos que deben concurrir para imponer una pena y para fijar su contenido. Ahora bien, habiendo esbozado la argumentación teleológica del principio de proporcionalidad de la sanción, pasaremos a describir la modificación efectuada al artículo VIII del título preliminar del Código Penal, efectuada por la ley 28730: La pena no puede sobrepasar la responsabilidad por el hecho. Esta norma no rige en caso de reincidencia o de habitualidad del agente del delito. La medida de seguridad solo puede ser ordenada por intereses públicos predominantes‖. Con la modificación producida, el legislador lo que a hecho de lege lata, es relativizar la vigencia del principio de proporcionalidad de la sanción cuando aparecen intereses políticos criminales, que nada tienen que ver con los fines que la ley fundamental le asigna al derecho penal, en un orden democrático de derecho. Concretamente, la reincidencia y habitualidad suponen la desvinculación del derecho punitivo con el principio de proporcionalidad, a fin de ejercer una violencia punitiva draconiana esencialmente, sostenida en un derecho penal de autor inclinado a una función exclusivamente represora. En el caso de la reincidencia, es importante hacer recalcar que, esta institución tiene legitimación en cuanto se desliga con un concepto de culpabilidad empíriconormativa, pero con otros matices e ingredientes. Empero, parece que para el legislador, la ratio de esta institución radica en un derecho penal de autor, pues, 124 sino fuese así, no hubiera tenido la necesidad de incluir a la reincidencia en esta modificación normativa. De ahí que se hace necesaria la exigencia de proporcionalidad por parte de nuestros magistrados al momento de emitir un fallo en un caso concreto, respetando los derechos fundamentales de la persona, los tratados internacionales. 5. Puntos problemáticos Uno de los puntos problemáticos sería tratar de regular las diferencias entre sujetos desiguales: el Estado, como aparato coercitivo y el ciudadano, generalmente inerme. Creemos que a partir de las atribuciones funcionales del Estado se pueden estudiar limites a su poder penal: principio de necesidad, exclusiva tutela de bienes jurídicos, protección de Derechos Humanos (Derecho Penal garantista), etc. El Estado ya no tiene un poder absoluto, como antes lo tuvo, sino que al ejercer su poder punitivo lo hace de acuerdo a determinados límites que lo rigen. Estos límites se expresan en forma de principios, la mayoría de lo cuales, tienen nivel constitucional. Por tanto, el Estado cuando promulga y aplica determinadas normas penales, tiene que mantenerse dentro del marco de estos principios garantistas. Por ende, el problema de los principio legitimantes del poder sancionador del Estado es tanto constitucional como jurídico-penal. En este sentido, su legitimación extrínseca proviene de la Constitución y los tratados internacionales; pero su legitimación intrínseca se basa en una serie de principios específicos. Aún así ―todos son igualmente importantes en la configuración de un Derecho penal respetuoso con la dignidad y libertad humanas, meta y límite del Estado social y democrático de Derecho y, por tanto, de todo su ordenamiento jurídico‖. La medida de coerción que se impone debe guardar proporcionalidad con el peligro procesal existente y a su vez se relaciona con el delito doloso o culposo y la gravedad o no de la lesión o puesta en peligro del bien jurídico, entre otros factores propios de la conducta penal y procesal. La comisión de de un delito de poca intensidad o considerado leve puede merecer una medida de coerción de su misma intensidad o proporcionalidad. En este contexto la persistente percepción de inseguridad ciudadana en el país ha obligado al Estado a insistir aún más en su política de incrementar la represión penal. Política estatal que desde hace más de una década se ejecuta precisamente para erradicar ese sentimiento de ausencia de seguridad interna. Muestra de la perseverancia del Estado en esa dirección constituye la reciente publicación de las leyes Nº 28726 y 28730, mediante las cuales se incorpora – por un lado– la reincidencia y la habitualidad como elementos que el juez debe tomar en consideración al emitir sentencia en casos penales, y se modifica –por otro lado– el tratamiento del principio de proporcionalidad de las penas. Con la Ley Nº 28730, hay un cambio del sistema de penas aplicables en el Perú. La primera modificación que incorpora esta norma recae sobre el Título 125 Preliminar del Código Penal, referido al principio de proporcionalidad de las penas. Este título alberga las bases programáticas e ideológicas fundamentales del sistema penal peruano. Así, se estableció que la pena no podía sobrepasar la responsabilidad por el hecho, con lo cual se aseguraba que la sanción por imponerse esté directamente relacionada y, sea proporcional al daño o lesión perpetrada. No obstante, la ley modificatoria determina que ―esta norma no rige en caso de reincidencia ni de habitualidad del agente del delito‖, por lo que se abre una peligrosa fractura en una de las piezas claves del sistema de penas. Estamos ante una ley modificatoria que vulnera el sistema penal peruano, pues buscan sancionar a una persona como el delincuente reincidente o habitual, no por lo que hace, sino por lo que es. ―Eso es inconveniente, más aún si la reincidencia y la habitualidad ya fueron proscritas del derecho penal peruano‖. 6. Principio de coercitivas. proporcionalidad en la aplicación de medidas La aplicación de las medidas coercitivas tiene que ceñirse a determinadas reglas, sus efectos no deben exceder la finalidad perseguida por la ley. LA MEDIDA de precaución debe ser proporcional al peligro que se trata de prevenir. Es decir que una medida coercitiva tiene que ser proporcional con la necesidad o interés principal de la finalidad del proceso, que es su razón de ser. En el ámbito de la detención domiciliaria encontramos: a. Procede sólo cuando el proceso penal está iniciado y por mandato judicial, no existiendo detención domiciliaria policial dispuesta por la policía b. Procede para cualquier inculpado, pudiendo obedecer a situaciones de índole personal del imputado como enfermedad, necesidad laboral o de estudio, lo que hace incompatible su permanencia en un centro penal. c. En caso de que el imputado tenga 65 años no obliga al Juez ordenar arresto domiciliario sino también tiene que ver si dicha persona tiene alguna enfermedad, o incapacidad física. d. Puede llevarse a cabo en el propio domicilio del inculpado o de otra persona, en un centro hospitalario público o privado. e. El imputado puede ser vigilado por un policía o terceros. f. La resolución de arresto domiciliario debe indicar el lugar donde estará, el tiempo que ha de durar, obligaciones y prohibiciones, así como la advertencia de revocar la medida en caso de incumplimiento. g. Detención domiciliaria absoluta: El arresto se cumple en el lugar fijado sin que el imputado pueda salir del mismo, salvo para ir a las diligencias que programe el juzgado. h. Detención domiciliaria relativa: El arresto se cumple pero con salidas autorizadas judicialmente para realizar sus labores o estudios, con el retorno al lugar donde se cumple el arresto. 126 En un reciente trabajo Molina Escobedo107 que realiza un estudio sobre este tipo de comparecencia señala, que no cabe duda que este tema ha concitado la atención de toda la población a raíz de la modificatoria del artículo 47 del Código Penal, por la que se abonaba con estricta igualdad la detención preventiva y el arresto domiciliario a efectos del cómputo del cumplimiento de la pena privativa de la libertad. En base a ello, ha surgido una serie de comentarios. Los doctrinarios, los políticos, la prensa, han manifestado su opinión respecto al tema, opiniones que son respetadas por ser un derecho constitucional. Pero, ¿qué concepto o criterio manejamos respecto al arresto domiciliario, desde el punto de vista técnico procesal penal? A razón de ello, es oportuno precisar algunos conceptos. El arresto domiciliario es una medida cautelar personal provisional, que se ubica dentro de la modalidad de la comparecencia restrictiva. Se trata de una alternativa a la detención realizada a los imputados mayores de 65 años de edad que adolezcan de una enfermedad grave o de incapacidad física, siempre que el peligro de fuga o de perturbación de la actividad probatoria pueda evitarse razonablemente, ya que la ley presume que esta persona requiere una atención y un trato especial que sería imposible brindarle en prisión, por lo que esta medida es excepcional que restringe la libertad de ciertas personas, con la finalidad de cautelar, esto es, proseguir y garantizar la eficacia de la eventual sentencia condenatoria, y evitar la fuga del imputado. Esta restricción de la libertad personal se cumple en el propio domicilio u otro señalado por el Juez, con la vigilancia necesaria. El artículo 47 del Código Penal equipara un día de detención a un día de privación de la libertad, porque ambos son materialmente idénticos, en cambio la comparecencia en la modalidad de arresto domiciliario, no sólo tiene requisitos distintos a los de la detención, sino que en ningún caso se trata de los mismos y responden a requisitos distintos, porque se trata de medidas diferentes, y no es lógico también equipararlos en cuanto a sus efectos. Sobre este tema, el Pleno Jurisdiccional Superior Nacional Penal de Trujillo del 11 de diciembre de 2004, plantea en uno de sus considerandos lo siguiente:‖… otra interrogante surge de si el arresto domiciliario sufrido se deduce del cómputo de la pena privativa de la libertad; considerando un sector que su naturaleza es de aseguramiento al proceso y no el de la pena, por lo tanto es independiente a la ejecución de la sanción, pues no se aplica como una pena anticipada sino por la intensidad del peligro procesal que existe, a fin de poder concluir con el proceso, pues en el caso que se sustrajere no se podría expedir sentencia condenatoria en ausencia o contumacia ―Por lo que Acordaron: por mayoría; el arresto domiciliario es sólo una restricción en comparecencia no equiparable a la detención preventiva‖. Con ello, creemos que toda duda ha de poderse ya esclarecer. También resulta necesario precisar que, sea cual sea la resolución judicial expedida por el Órgano Jurisdiccional respecto a estas medidas, deberá ser motivada como un principio básico de la función jurisdiccional de rango constitucional. Por lo que dicha medida además se extinguirá cuando el proceso penal se termine, si la pretensión no es estimada, la medida se extingue, porque ya no hay efectos que deban asegurarse ni dificultades en su desenvolvimiento 107 Cfr. ESCOBEDO MOLINA, Edilberto, ―La Naturaleza jurídica del Arresto domiciliario fiscal adjunto provincial penal del distrito judicial del Cusco‖. Encontrable en: http://www.justiciaviva.org.pe., 2005. 127 que deban evitarse. Si la pretensión es estimada, sancionándose al imputado, la medida también se extingue porque a partir de ella la sentencia despliega sus efectos propios, esto es, desarrolla su eficacia ejecutiva. Por lo que con un criterio propio, y aplicando el PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD, podría descontarse por un día de prisión efectiva cuatro días de arresto domiciliario, pero nunca a razón de un día de prisión efectiva por la de uno de arresto domiciliario. Si bien es cierto que esta modificatoria ha sido derogada por el Congreso de la República, pero dicha ley por la retroactividad benigna podría aplicarse a algunos casos, es por esta razón que posteriormente es declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional por ende nulo sus efectos, de allí sale a relucir la interrogante. Si el Tribunal Constitucional puede declarar la inconstitucionalidad de una norma derogada, bueno este tema dejamos en debate hasta una próxima publicación. Sobre la variabilidad de las medidas coercitivas, puede ser aplicada, así como se hace al considerar la medida de detención, también con la comparencia restringida, para su variación por una comparencia simple o general. 1. Las medidas previstas en este Título podrán variarse, sustituirse o cesar cuando atendiendo a las circunstancias del caso y con arreglo al PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD resulte indispensable hacerlo. 2. La imposición, variación o cesación se acordarán previo traslado, por tres días, a las partes. Contra estas decisiones procede recurso de apelación. Rige, en lo pertinente, lo dispuesto en los numerales 2) y 3) del artículo 278°. En el ámbito de la Terminación anticipada, como el proceso penal, el nuevo código que se introduce como uno de los mecanismos de simplificación del proceso, que modernamente ha sido incorporado en los códigos procesales y que su finalidad es evitar la continuación de la investigación judicial y el juzgamiento, si de por medio existe un acuerdo entre el imputado y el Fiscal, aceptando los cargos de imputación, el primero y obteniendo por ello, el beneficio de la reducción de la pena de una sexta parte. Se trata en esencia en una transacción penal para evitar un proceso innecesario. Por su parte, el Tribunal Constitucional, también ha perfilado una definición de este mecanismo definiéndolo como el acuerdo entre el procesado y la fiscalía con admisión de culpabilidad de alguno o algunos de los cargos que se formulan, permitiéndole al encausado la obtención de la disminución punitiva. La introducción de este proceso en nuestra legislación procesal penal, mucho antes de la vigencia del NCPP, responde a una decisión político criminal que parte de la constatación del desbordamiento de los sistemas de impartición de justicia y el fracaso del uso exclusivo de los modelos de procesamientos tradicionales, por lo que podemos entender que se trata de una alternativa al viejo problema de la sobre carga procesal, la lentitud de la administración de justicia, sin embargo, pese a la discrecionalidad que se reconoce a las partes en la actuación de sus pretensiones en el proceso penal, no es absoluta, en especial al Ministerio Público, todavía se mantiene la facultad de control judicial del juez penal a fin de garantizar un acuerdo justo y evitar la vulneración del principio de proporcionalidad de la pena. 128 XIX. JURISPRUDENCIA 1. Tendencia jurisprudencia de la corte suprema. Expediente Nº : 326-2002. Lima Fecha : 04 de setiembre de 2002 Ejecutoria Suprema : Sala Penal Suprema Las exigencias que plantea la determinación de la pena no se agotan en el principio de culpabilidad, ya que no solo es preciso que se pueda culpar al autor del hecho que es objeto de represión penal, sino que además, la gravedad de esta debe ser proporcional a la del delito cometido; ello a su vez, implica el reconocimiento de que la gravedad de la pena debe estar determinada por la trascendencia social de los hechos que con ella se reprimen, de allí que resulte imprescindible la valoración de la nocividad social del ataque del bien jurídico. Expediente Nº : 3234-2001. Lima Fecha : 25 de setiembre de 2001 Ejecutoria Suprema : Sala Penal Suprema Uno de los principios rectores de nuestro ordenamiento jurídico-penal es el de proporcionalidad de las penas, que exige tomar en consideración el grado de participación delictiva del reo, ya sea en calidad de autor en sus diversas facetas, instigador, cómplice primario o cómplice secundario. Expediente Nº : 2639-98. Lima Fecha : 10 de agosto de 1998 Ejecutoria Suprema : Sala Penal Suprema Las circunstancias compatibles que agravan o atenúan la penalidad del autor o partícipe de un hecho punible deben apreciarse conjuntamente para decidir la pena concreta aplicable; por consiguiente, ante la presencia de un concurso real de delitos y de imputabilidad restringida por la edad del imputado, el juzgador debe aplicar una penalidad que evalúe proporcionalmente ambas circunstancias. Expediente Nº : 4186-99. Cono Norte-Lima Fecha : 10 de mayo de 2000 Ejecutoria Suprema : Sala Penal Suprema Que, si bien en el presente caso concurren las circunstancias especiales de atenuación de orden sustantivo –responsabilidad restringida– y de orden procesal –confesión sincera– que faculta al juzgador a rebajar la pena por debajo del mínimo legal, también lo es que a ello se debe agregar el principio de proporcionalidad, aspecto que no ha sido tomado en cuenta por el Colegiado, pues de ninguna manera la pena privativa de la libertad de cuatro años puede considerarse reducción prudencial del mínimo de quince años, más cuando esta se suspende condicionalmente bajo el cumplimiento de ciertas reglas de conducta. Expediente Nº : 279-99. Huánuco Fecha : 25 de marzo de 1999 Ejecutoria Suprema : Sala Penal Suprema La gravedad de la pena debe ser proporcional a la magnitud del hecho cometido por el encausado, en atención al principio de proporcionalidad, el cual imprime 129 los criterios pragmáticos que deben guiar al juez en la discrecionalidad que le es atribuida en la aplicación de la pena. Expediente Nº : 3923-95. Lima Fecha : 12 de abril de 1996 Ejecutoria Suprema : Sala Penal Suprema El Derecho Penal Peruano, reconoce al magistrado la potestad de fijar la pena privativa de la libertad; en atención al principio de la proporcionalidad de las sanciones que recoge el Código Penal, por el cual la sanción debe guardar relación con el daño causado y con el bien jurídico protegido, es decir, que la aplicación de las sanciones debe ser proporcional al delito y a las circunstancias de la comisión del mismo, ya que de otro modo se habría vuelto al sistema de la pena legal o tasada que no admite arbitrio judicial alguno y que pertenece a un derecho punitivo ya desterrado. COMENTARIO En virtud al principio de proporcionalidad de las penas, se exige que tanto la previsión legal de las penas como su imposición judicial se correspondan valorativamente con el hecho previsto en el tipo como el cometido por el procesado. La clase y cantidad de pena aplicable en un caso concreto debe ser así proporcional al injusto cometido y a la culpabilidad de su autor. Así, la pena debe corresponderse con la gravedad o levedad de lo injusto cometido y con el grado de culpabilidad poseído por el autor. Además, el juez penal, dentro del marco penal, tiene libertad para decidir la proporcionalidad de la pena conforme a los criterios establecidos en el artículo 46 CP. En virtud al principio del interés público predominante en las medidas de seguridad, las medidas de seguridad únicamente pueden imponerse con el fin de proteger intereses públicos predominantes; solo cuando se pueda afirmar que existe el peligro de que el inculpable cometerá un nuevo ilícito. El interés público predominante debe ser lo suficientemente relevante como para justificar la aplicación de la medida de seguridad respectiva. El principio del interés público predominante debe ser concordado con el de proporcionalidad de las medidas de seguridad, previsto en el artículo 73 CP. De acuerdo al IV PLENO JURISDICCIONAL PENAL NACIONAL, CHICLAYO – 2000, por consenso, el principio de proporcionalidad de las penas permite disminuir por debajo del mínimo legal las penas previstas para los delitos agravados Decreto Legislativo Nº 896, aun cuando no concurran circunstancias atenuantes específicas, correspondiendo a los jueces motivar suficientemente la aplicación de este principio con precisión de los criterios de proporcionalidad empleados para fijar la pena. Por consenso: Los criterios de proporcionalidad entre delito y la pena que pueden utilizar los jueces son enunciativamente los siguientes: a) importancia o rango bien jurídico protegido, b) gravedad de la lesión al bien jurídico protegido, c) acto social del hecho cometido (grado de nocividad social de la conducta incriminada), d) los diferentes medios de comisión del hecho punible, e) el grado de ejecución del hecho punible, f) el grado de intervención delictiva, g) las condiciones personales del agente (edad, estado mental del agente, responsabilidad penal restringida, grado de educación, ocasionalidad versus habitualidad), h) el comportamiento de la víctima, i) el comportamiento del autor después del hecho. 130 Por consenso: En los casos de concurrencia simultánea de circunstancias agravantes y atenuantes (genéricas o específicas) es obligatoria su apreciación o consideración. En tal supuesto, los jueces para determinar la pena deben realizar un proceso de compensación racional entre los factores de aumento y disminución de la sanción penal, fijando el quantum de la misma mediante el correcto uso del arbitrio judicial, que deberá ser motivado en la sentencia. GRADUACIÓN DE LA PENA. Para la graduación de la pena es menester precisar la función preventiva, protectora y resocializadora de la pena, en virtud del principio de racionalidad y proporcionalidad, está prima respecto a las disposiciones contenidas en leyes especiales conforme a lo dispuesto a los numerales VII, IX, y X del titulo preliminar del código penal. Sentencia de la segunda sala penal de reos en cárcel del cono norte de Lima, del 9 de agosto del 2000, exp. Nº 2000-232 APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD. La gravedad de la pena debe ser proporcional a la magnitud del hecho cometido por el encausado, en atención al principio de proporcionalidad, el cual imprime los criterios pragmáticos que deben guiar al juez en la discrecionalidad que le es atribuida en la aplicación de la pena. R.N. Nº 279-99 huánuco – pasco LA PENA DEBE ENMARCARSE DENTRO DEL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD. La pena debe enmarcarse dentro de los principios de lesividad y proporcionalidad recogidos en los artículos cuarto y octavo del Título Preliminar del Código Penal, siguiendo los lineamientos que establecen los artículos cuarenticinco y cuarentiséis del Código acotado y atendiendo a un análisis crítico-jurídico de la prueba aportada en razón del grado de responsabilidad del justiciable. R.N. Nº 430-99 Huánuco LA GRAVEDAD DE LA PENA DEBE SER PROPORCIONAL A LA DEL DELITO COMETIDO. La gravedad de la pena debe ser proporcional a la del delito cometido, ello a su vez implica el reconocimiento de que la gravedad de la pena debe estar determinada por la trascendencia social de los hechos que con ella se reprimen, de allí que resulte imprescindible la valoración de la nocividad social del ataque al bien jurídico. R.N. Nº 453-99 Lima EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD COMO LÍMITE A LA LIBERTAD DE CONFIGURACIÓN LEGISLATIVA EN MATERIA PENAL. Exigencias del principio de proporcionalidad: Examen de idoneidad. Este examen a su vez, exige, en primer término, la identificación de un fin de relevancia constitucional, y, una vez determinado tal fin, verificar si la medida legislativa es idónea o adecuada para lograr tal fin. 131 Examen de necesidad. Significa que, para que una injerencia en los derechos fundamentales sea necesaria, no debe existir ningún otro medio alternativo que revista, por lo menos, la misma idoneidad para alcanzar el objetivo propuesto y que sea más benigno con el derecho afectado. Requiere analizar, de un lado, la idoneidad equivalente o mayor del medio alternativo, y, de otro, el menor grado en que éste intervenga en el derecho fundamental". Examen de proporcionalidad en sentido estricto. Este subprincipio exige que exista proporcionalidad entre dos pesos o intensidades: 1) aquel que se encuentra en la realización del fin de la medida estatal que limita un derecho fundamental; y, 2) aquel que radica en la afectación del derecho fundamental de que se trate, de modo tal que el primero de estos deba ser, por lo menos, equivalente a la segunda. Sentencia Nº 0012-2006-PI/TC. Caso Justicia Militar (III). Fecha de publicación 19/12/2006. 2. Tendencia jurisprudencia del tribunal constitucional EXP. Nº 010-2002-AI/TC LIMA MARCELINO TINEO SILVA Y MÁS DE 5,000 CIUDADANOS En esta sentencia el Tribunal Constitucional peruano se pronuncia sobre la inconstitucionalidad planteada contra la legislación antiterrorista emitida durante el gobierno del Ingeniero Alberto Fujimori Fujimori. En lo referente a la vulneración del principio de proporcionalidad de la pena el supremo intérprete de la Constitución analiza éste para exhortar al Congreso a que cumpla con prever los plazos máximos de pena en cada una de la figuras típicas reguladas por los artículos 2º, 3º literales “b” y “c”, 4º y 5º del Decreto N.º Ley 25475 Proporcionalidad de las penas. 195. El principio de proporcionalidad es un principio general del derecho expresamente positivizado, cuya satisfacción ha de analizarse en cualquier ámbito del derecho. En efecto, en nuestro ordenamiento jurídico, éste se halla constitucionalizado en el último párrafo del artículo 200 de la Constitución. En su condición de principio, su ámbito de proyección no se circunscribe sólo al análisis del acto restrictivo de un derecho bajo un estado de excepción, pues como lo dispone dicha disposición constitucional, ella sirve para analizar cualquier acto restrictivo de un atributo subjetivo de la persona, independientemente de que aquel se haya declarado o no. Y las penas, desde luego, constituyen actos que limitan y restringen esos derechos de la persona. 196. Sin embargo, el principio de proporcionalidad tiene una especial connotación en el ámbito de la determinación de las penas, ya que opera de muy distintos modos, ya sea que se trate de la determinación legal, la determinación judicial o, en su caso, la determinación administrativa-penitenciaria de la pena. En el presente caso, se ha cuestionado la desproporcionalidad de las penas establecidas en el Decreto Ley Nº 25475; esto es, la impugnación de inconstitucionalidad gira sobre uno de los ámbitos de la determinación de la pena. En concreto, sobre la denominada “determinación legal”. 132 197. En la medida que el principio de proporcionalidad se deriva de la cláusula del Estado de Derecho, él no sólo comporta una garantía de seguridad jurídica, sino también concretas exigencias de justicia material. Es decir, impone al legislador el que, al momento de establecer las penas, ellas obedezcan a una justa y adecuada proporción entre el delito cometido y la pena que se vaya a imponer. Este principio, en el plano legislativo, se encuentra en el artículo VII del título preliminar del Código Penal, que señala que “la pena no puede sobrepasar la responsabilidad por el hecho (...)”. 198. El Tribunal Constitucional considera que, en materia de determinación legal de la pena, la evaluación sobre su adecuación o no debe partir necesariamente de advertir que es potestad exclusiva del legislador junto los bienes penalmente protegidos y los comportamientos penalmente reprensibles, el tipo y la cuantía de las sanciones penales, la proporción entre las conductas que pretende evitar, así como las penas con las que intenta conseguirlo. En efecto, en tales casos el legislador goza, dentro de los límites de la Constitución, de un amplio margen de libertad para determinar las penas, atendiendo no sólo al fin esencial y directo de protección que corresponde a la norma, sino también a otros fines o funciones legítimas, como los señalados en el inciso 22) del artículo 139º de la Constitución. Corresponde al ámbito del legislador, al momento de determinar las penas, evaluar factores tales como la gravedad del comportamiento o la percepción social relativa a la adecuación entre delito y pena. Mientras que a dicho órgano le corresponde evaluar los elementos y circunstancias antes señaladas y de conformidad con ellas, establecer, entre otros supuestos, las penas aplicables para determinados delitos; al Tribunal Constitucional, en cambio, le corresponde indagar si los bienes o intereses que se tratan de proteger son de naturaleza constitucional y por tanto, son socialmente relevantes; asimismo, evaluar si la medida es idónea y necesaria para alcanzar los fines de protección que se persiguen, por no existir otras penas menos aflictivas de la libertad y, finalmente, juzgar si existe un desequilibrio manifiesto, esto es, excesivo o irrazonable entre la sanción y la finalidad de la norma. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PLENO JURISDICCIONAL Nº 0014-2006-PI/TC COLEGIO DE ABOGADOS DEL CONO NORTE DE LIMA A través de esta sentencia el pleno el Tribunal Constitucional analiza las normas que modificaron el Código Penal y el Código Procesal Penal en materia de reincidencia y habitualidad. En ese ámbito determina la relación existente entre el principio de culpabilidad y proporcionalidad de las penas, indicando que si bien el legislador al momento de determinar las penas tiene un amplio margen de libertad –que no lo debe llevar a imponer penas tan onerosas ni tan leves–, esa facultad debe procurar la búsqueda de la proporción con el nivel de reprochabilidad jurídica y social del acto sancionado. El Principio de Proporcionalidad de las Penas y su relación con el Principio de Culpabilidad El segundo principio del que se deriva el principio de culpabilidad en el ordenamiento constitucional es el principio de proporcionalidad de las penas. 133 Este Tribunal se ha expresado anteriormente sobre el tema en la sentencia recaída en el Expediente N° 0010-2002-AI/TC, (fundamento 138 et pássim) señalando que el principio de proporcionalidad de las penas ha sido constitucionalizado en el artículo 200° de la Constitución, en su último párrafo. Este principio tiene implicancias en las diversas etapas del proceso dirigido a la imposición de una sanción penal, como son la determinación legal de la pena, la determinación judicial o, si corresponde, la determinación administrativa penitenciaria de la pena. Dentro de ellos, el contexto relevante para efectos del cuestionamiento hecho por el accionante es el de determinación de la pena, es decir, el momento en que el legislador genera una norma que establece un tipo penal y le impone un cierto tipo de sanción. En este escenario, el principio de proporcionalidad de las penas es una limitación dirigida al ejercicio de las facultades legislativas en materia penal, revelada como el equilibrio cuantitativo y cualitativo que debe existir entre un delito cometido y la pena aplicable prevista por ley. Este principio ha sido descrito en la aludida sentencia (fundamentos 197 y 198) en el sentido que, en la medida que el principio de proporcionalidad se deriva de la cláusula del Estado de derecho, éste no sólo comporta una garantía de seguridad jurídica, sino también concretas exigencias de justicia material. Es decir, impone al legislador que, al momento de establecer las penas, éstas obedezcan a una justa y adecuada proporción entre el delito cometido y la pena que se vaya a imponer. El Tribunal Constitucional considera que, en materia de determinación legal de la pena, la evaluación sobre su adecuación o no debe partir necesariamente de advertir que es potestad exclusiva del legislador determinar, junto con los bienes penalmente protegidos y los comportamientos penalmente reprensibles, el tipo y la cuantía de las sanciones penales, la proporción entre las conductas que pretende evitar, así como las penas con las que intenta conseguirlo. En efecto, en tales casos el legislador goza, dentro de los límites que establece la Constitución, de un amplio margen de libertad para determinar las penas, atendiendo no sólo al fin esencial y directo de protección que corresponde a la norma, sino también a otros fines o funciones legítimas, como los señalados en el inciso 22) del artículo 139º de la Constitución. En tal sentido, el principio de proporcionalidad significa que las penas establecidas por el legislador aplicable a las conductas delictivas no deberían ser tan onerosas que superen la propia gravedad del delito cometido, ni tan leves que signifiquen una intrapenalización de los delitos y una desvalorización de los bienes jurídicos protegidos que fueren afectados. Esto siempre en el marco constitucional de libre configuración que tiene el legislador. De este principio se deriva el principio de culpabilidad: toda pena debe guardar proporción y correspondencia con el nivel de reprobabilidad jurídica y social del acto sancionado, es decir, debe sancionar el acto en tanta dimensión como tan reprobable resulte el acto respecto a la persona responsable. De este modo, el principio de culpabilidad guarda estrecha relación con los principios de legalidad penal y de proporcionalidad de las penas, derivándose aquél de estos. En tal sentido, la constitucionalización de los últimos permite afirmar que el principio de culpabilidad se encuentra constitucionalizado y que 134 es un principio rector de nuestro ordenamiento jurídico. Corresponde, ahora, establecer si la reincidencia como factor a considerar para establecer la determinación de la pena vulnera el principio de culpabilidad. Sentencia C-472/97 CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA La Corte Constitucional Colombiana que permanece a la vanguardia de los Tribunales Constitucionales en esta parte del continente por la calidad de sus sentencias, analiza a través de una demanda de inconstitucionalidad planteada contra el articulo 140º del Código Penal referido al delito de concusión que la competencia del legislador para graduar las penas es amplia, en buena cuenta habla de discrecionalidad, pero de una discrecionalidad que no debe llegar a la arbitrariedad, pudiendo la Corte determinar, en estos casos, si existe desproporción en la determinación de las penas. 3. Competencia del legislador para graduar las penas (...) El Congreso de la República, titular de la función legislativa, mientras no contraríe preceptos fundamentales, puede señalar libremente los comportamientos que estime deban tener el carácter de delictivos, y atribuir a ellos las penas correspondientes, aumentarlas o disminuirlas, plasmar causales de atenuación y agravación punitivas, crear nuevos tipos penales, e inclusive suprimir delitos o establecer que en el futuro tengan el carácter de contravenciones. (...) Desde luego, la discrecionalidad del legislador no puede confundirse con la arbitrariedad. La creación de delitos, así como el señalamiento de penas, pueden ser objeto de examen constitucional, a la luz de los principios y mandatos de la Carta, siendo claro que la Corte tiene la facultad de declarar que tales actos son inexequibles cuando quebranten aquéllos, o cuando resulten desproporcionados o irrazonables. (...) En el asunto propuesto ahora por el actor, no aparece como irrazonable ni como desproporcionada la sanción contemplada por la norma en su primitiva versión (prisión de 2 a 6 años e interdicción de derechos y funciones públicas de 1 a 5 años), ni tampoco lo es la consagrada en el nuevo texto (prisión de 4 a 8 años, multa de 50 a 100 salarios mínimos legales mensuales vigentes, e interdicción de derechos y funciones públicas por el mismo término de la pena principal), si se considera la gravedad de la conducta perseguida por el legislador -que consiste en el abuso que haga el empleado oficial de su cargo o funciones para constreñir o inducir a alguien a darle o prometerle dinero o utilidad indebidos, o a hacer lo propio respecto de un tercero-, además de la alarmante ola de corrupción que viene afectando a la administración pública. La sociedad tiene derecho a que los servidores públicos que se aparten de las reglas establecidas para el cumplimiento de sus funciones o que pretendan obtener ilegítima ganancia a costa de los ciudadanos, reciban un castigo ejemplar, proporcionado a la gravedad de la ofensa que infieren, no solamente 135 reflejado en pena privativa de la libertad sino en el aspecto patrimonial. Si los servidores públicos inmorales obtienen ganancia a partir de sus faltas, lo menos que puede esperar el conglomerado es que la ley afecte, así sea con multas cuantiosas, el producto económico de sus actos delictivos. Ello, desde luego, sin perjuicio de la aplicación de figuras autónomas como el enriquecimiento ilícito y la extinción del dominio de los bienes mal habidos (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-374 del 13 de agosto de 1997). Comentario. El examen del caso concreto desde la perspectiva del principio de proporcionalidad exige un análisis en tres niveles que son los subprincipios de idoneidad, necesidad o de intervención mínima y proporcionalidad strictu sensu. Tales requisitos deben cumplirse en forma concurrente pues, si faltase tan solo uno de ellos, la conclusión sería que nos encontramos frente a un caso de injerencia desproporcionada y, por lo tanto, injustificada. Dado el caso, el operador debe examinar el fin perseguido por la injerencia en el ámbito del derecho fundamental y establecer si aquella es adecuada o pertinente para la consecución de dicho fin. Si la respuesta es positiva, entonces se podrá decir que se cumple con el requisito de idoneidad. En segundo lugar, se preguntará si la medida es o no necesaria, es decir, si el fin puede ser logrado a través de otros medios alternativos que impliquen un menor o nulo menoscabo del interés en conflicto, de tal manera que si la respuesta es negativa se tratará de una injerencia necesaria. En tercer y último lugar, el operador deberá realizar el análisis de proporcionalidad en sentido estricto, examinando si existe proporción entre el fin perseguido y la afectación de los derechos fundamentales, realizando propiamente un ejercicio de ponderación y valoración para determinar finalmente si la injerencia o afectación es razonable o admisible a la luz del bien jurídico que se trata de salvaguardar. Es en el sentido precedentemente aludido que nuestro Tribunal Constitucional ha venido aplicando el test de proporcionalidad en diversos casos sometidos a su conocimiento, tanto en procesos de amparo como de inconstitucionalidad. En todos ellos se han discutido y resuelto temas de enorme trascendencia tanto para los ciudadanos como para el colectivo social. Se trata de una metodología cuya elaboración dogmática y jurisprudencial con aplicación al proceso penal es atribuida a los alemanes108 quienes lo habrían tomado del Derecho Administrativo en el que se aplicaba como contención o límite a los excesos del Poder Ejecutivo. Como es de apreciarse, el principio de proporcionalidad sirve, pues, como criterio metodológico para el operador que debe determinar el contenido de los derechos fundamentales en el caso concreto109. Y cuando decimos operador jurídico nos referimos no solamente a los jueces, fiscales y autoridades de la Administración, sino también al legislador para quien el principio debe ser de obligatoria observancia cuando decida sobre cualquier medida que implique una injerencia en la esfera de los derechos fundamentales del ciudadano. 108 Gonzáles-Cuellar Serrano, Nicolás, ―Proporcionalidad y derechos fundamentales en el proceso penal‖, Editorial Colex, Madrid, 1990, p. 17. 109 Bernal Pulido, Carlos, ―Principio de Proporcionalidad y los Derechos Fundamentales‖, CEPC, Madrid, 2003, p. 75. 136 Pero, ¿el principio de proporcionalidad tiene regulación constitucional? Al igual que en Alemania, donde el Tribunal Constitucional Federal (BVerfG) le ha dado rango constitucional a través de su jurisprudencia(11), en nuestro país puede sostenerse que el principio de proporcionalidad deriva del concepto de Estado de Derecho o más contemporáneamente de la idea de Estado Constitucional de Derecho(12), modelo que proscribe el abuso y la arbitrariedad y que consagra como valores fundamentales la justicia, el respeto del contenido esencial de los derechos fundamentales y la primacía de la Constitución. Asimismo, no debe olvidarse que, al consagrar el artículo 1 de nuestra Ley Fundamental la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad como fines supremos de la sociedad y del Estado, irradia con dicho concepto a todo el ordenamiento jurídico. Con razón Fernández Sessarego sostiene que ―el enunciado contenido en el artículo 1 de la Constitución peruana de 1993 es el eje sobre el cual gira la interpretación de las normas de este cuerpo legal, así como de todas aquellas otras que integran el ordenamiento jurídico del país‖(13). Por lo tanto, la dignidad de la persona humana es también sustento del principio de proporcionalidad en tanto y en cuanto el respeto de ella exigirá que cualquier injerencia en los derechos fundamentales sea igualmente respetuosa de los cánones de proporcionalidad, bajo pena de ser catalogada como desproporcionada y, en consecuencia, no surta efectos legales. Desde otra óptica se ha considerado al principio de proporcionalidad como una excepción a la regla de exclusión de prueba ilícita, en la medida que su aplicación en casos concretos puede servir para admitir prueba ilegalmente obtenida bajo los criterios antes estudiados de idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto. Hairabedián, señala que en el marco de las prohibiciones probatorias el principio de proporcionalidad ―consiste en hacer valer una prueba ilícita en base a criterios de proporcionalidad, dados en la relación existente entre la gravedad de la infracción a las reglas probatorias, la entidad del hecho objeto del proceso y el daño que derivaría de su extirpación‖(14).El principio de proporcionalidad no es, pues, propiamente una excepción a la regla de exclusión sino una herramienta o mecanismo que puede servir para justificar, en el caso concreto, la admisión de prueba ilícitamente obtenida. PENA: RESPETA LOS PRINCIPIOS DE PROPORCIONALIDAD Y RAZONABILIDAD La Sala Superior ha emitido fallo teniendo en cuenta la confesión sincera y condiciones personales del incriminado, por lo que la pena y reparación civil impuestas guardan proporcionalidad y razonabilidad con el daño causado. R.N N° 2889-03 LAMBAYEQUE CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA PENAL TRANSITORIA Lima, tres de febrero de dos mil cuatro.VISTOS; con lo expuesto por el señor Fiscal Supremo; y CONSIDERANDO: Que de las pruebas aportadas y merituadas al proceso, se establece que se encuentra acreditada la comisión del delito y la responsabilidad penal del procesado Walter Zalatiel Aurazo Goicochea; que la Sala Superior ha emitido fallo teniendo en cuenta la confesión sincera y condiciones personales del incriminado, por lo que la pena y reparación civil impuestas guardan proporcionalidad y razonabilidad con el daño causado; fundamentos por los que: 137 declararon NO HABER NULIDAD en la resolución recurrida de fojas ciento cuarentiocho, su fecha veintisiete de agosto de dos mil tres, que condena a Walter Zalatiel Aurazo Goicochea, como autor del delito contra el patrimonio robo agravado, en agravio de Enrique Cueva Espinoza y le impone cuatro años de pena privativa de la libertad efectiva que computada desde el veintiocho de julio de dos mil dos, vencerá el veintisiete de julio de dos mil seis, fija en la suma de un mil nuevos soles que deberá abonar el procesado por concepto de reparación civil a favor del agraviado; y lo absuelve de la acusación fiscal por el delito de robo agravado en agravio de Willian Cueva Chuquilin y Doris Cueva Chuquílin; con lo demás que contiene; y los devolvieron.Principio del formulario PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD DE LA PENA: NOCIÓN El principio de proporcionalidad, reconocido en el artículo VIII del Título Preliminar del Código Penal, debe ser entendido como la correspondencia que debe existir entre la gravedad del hecho y la pena que corresponde aplicar. R.N. N° 3242-2003 CONO NORTE-LIMA SALA PENAL Lima, quince de marzo del año dos mil cuatro.VISTOS los recursos de nulidad interpuestos por el Fiscal Superior y el procesado Isidoro Yovera Morales o José Toribio Yovera Morales contra la sentencia condenatoria de fojas doscientos noventiocho; por los fundamentos pertinentes de la recurrida; y CONSIDERANDO: Primero: Que, en el caso de autos, el colegiado ha valorado congruentemente todas las pruebas aportadas al proceso, estableciendo fehacientemente la responsabilidad penal del acusado Isidoro Yovera Morales o José Toribio Yovera Morales. Segundo: Que, si bien es cierto que el ilícito que se imputa al acusado sólo se ha configurado en el grado de tentativa, la pena impuesta por el colegiado resulta mínima, teniendo en cuenta la magnitud y dañosidad del ilícito cometido, por lo que procede aumentarla en atención a lo previsto en el artículo dieciséis del Código Penal, así como lo dispuesto en el artículo octavo del Título Preliminar del Código Penal el cual establece el principio de proporcionalidad, entendida como la correspondencia debida entre la gravedad del hecho y la pena que corresponde aplicar a su autor; por lo que de conformidad a lo previsto en el artículo trescientos del Código de Procedimientos Penales: declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fojas doscientos noventiocho, su fecha seis de octubre de dos mil tres, que condena a Isidoro Yovera Morales o José Toribio Yovera Morales como autor del delito contra la libertad -violación de la libertad sexual en grado de tentativa - en agravio de la menor de iniciales J.M.M.P., cuya identidad se mantiene en reserva por mandato legal; fija en dos mil nuevos soles, la suma que por concepto de reparación civil deberá pagar el sentenciado a favor de la agraviada; declararon HABER NULIDAD en la propia sentencia en la parte que impone a Yovera Morales ocho años de pena privativa de la libertad, con lo demás que al respecto contiene; REFORMÁNDOLA en este extremo: impusieron a Isidoro Yovera Morales o José Toribio Yovera Morales doce años de pena privativa de la libertad, la misma que con el descuento de la carcelería que viene sufriendo desde el catorce de noviembre de dos mil dos, vencerá el trece de noviembre de dos mil catorce; declararon NO HABER NULIDAD en lo demás que dicha sentencia contiene; y los devolvieron.138 REPARACIÓN CIVIL: PROPORCIONALIDAD La reparación civil se rige por el principio del daño causado, cuya unidad procesal -civil y penal- protege el bien jurídico en su totalidad, conforme a lo establecido por el articulo noventa y tres del Código Penal; que en el caso de autos existe proporcionalidad entre estos, en consecuencia, el monto fijado debe mantenerse. R.N. N° 5698-2006 SALA PENAL PERMANENTE R.N. N° 5698-2006 LAMBAYEQUE Lima, veintiséis de abril de dos mil siete.VISTOS; siendo ponente el señor Salas Gamboa; el recurso de nulidad interpuesto por el señor Fiscal Superior contra la sentencia condenatoria de fojas ciento sesenta y nueve, del siete de noviembre de dos mil seis; y CONSIDERANDO: Primero: Que el señor Fiscal Superior en su recurso formalizado de fojas ciento ochenta cuestiona el quantum de la pena impuesta y el monto de la reparación civil, a cuyo efecto estima que estas no han sido fijadas de manera razonable y proporcional atendiendo a las consecuencias funestas del hecho punible, por lo que solicita se eleve ambos extremos. Segundo: Que de autos aparece que el día veintitrés de febrero de dos mil cinco como a las siete y treinta de la noche cuando la menor se dirigía a las cabinas de internet ubicadas en la Avenida Chiclayo del Pueblo Joven "Villa Hermosa" del Distrito de José Leonardo Ortiz fue interceptada por el acusado Ronald Roman Silva Mendoza quien Ie propuso viajar a la ciudad de Lima; que como la agraviada acepto la propuesta la condujo hasta la vivienda de sus padres donde sostuvieron relaciones sexuales hasta en tres oportunidades; que en dicho predio permanecieron tres días hasta que la agraviada fue encontrada por sus padres con apoyo del personal policial del Sector. Tercero: Que la sentencia recurrida, invocando adicionalmente el artículo ciento treinta y seis del Código de Procedimientos Penales, impuso al encausado cinco años de pena privativa de libertad; que la pena conminada para el tipo penal materia de juzgamiento es no menor de veinte ni mayor de veinticinco años; que si bien es cierto el acusado admitió su culpabilidad, ello fue consecuencia de habérsele intervenido en su vivienda en compañía de la menor, a la vez que adujo -a fin de evadir su responsabilidad- que la agraviada consintió el trato sexual, circunstancia que la agraviada niega, y que resulta irrelevante en delitos de esta naturaleza en que el bien jurídico tutelado es la intangibilidad e indemnidad sexual de la menor. Cuarto: Que, en ese orden de ideas, son atendibles los fundamentos expuestos por el Fiscal Superior y consecuentemente la pena impuesta debe incrementarse teniendo en cuenta los principios de lesividad y proporcionalidad previstos en los artículos cuatro y ocho del Mulo Preliminar del Código Penal, de manera que la sanción penal este acorde con la culpabilidad por el hecho y entidad del injusto perpetrado. Quinto: Que, finalmente, la reparación civil se rige por el principio del daño causado, cuya unidad procesal -civil y penal- protege el bien jurídico en su totalidad, conforme a lo establecido por el articulo noventa y tres del Código Penal; que en el caso de autos existe proporcionalidad entre estos, en consecuencia, el monto fijado debe mantenerse. Por estos fundamentos: DECLARARON NO HABER NULIDAD en la sentencia de fojas ciento sesenta y nueve, del siete de noviembre de dos mil seis, que condena a Ronald Roman 139 Silva Mendoza como autor del delito de violación sexual de menor de catorce años en perjuicio de la menor de iniciales C.L.M.G, dispone su tratamiento terapéutico y fija en tres mil nuevos el monto que por concepto de reparación civil deberá abonar el sentenciado a favor de la agraviada; declararon HABER NULIDAD en la propia sentencia en el extremo que impone al citado Silva Mendoza cinco años de pena privativa de libertad; reformándola: IMPUSIERON a Ronald Roman Silva Mendoza ocho años de pena privativa de libertad, Ia misma que con descuento de la carcelaria sufrida desde el tres de noviembre de dos mil seis, vencerá el dos de noviembre de dos mil catorce; declararon NO HABER NULIDAD en lo demás que contiene y es materia del recurso; y los devolvieron.S.S. SALAS GAMBOA_ SAN MARTIN CASTRO LECAROS CORNEJO PRINCIPE TRUJILLO URBINA GANVINI PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD: DETERMINACIÓN REQUIERE REPARAR EN LA GRAVEDAD DE LO INJUSTO, PARA LOGRAR UNA SANCIÓN QUE NO RESULTE DESPROPORCIONADA. Las exigencias que determinen la aplicación de pena, no se agotan en el principio de culpabilidad, por lo que al imponer la pena se debe tener en cuenta además las condiciones personales, así como la forma y circunstancias de la comisión del evento delictivo, considerando también el principio de proporcionalidad, como relación de correspondencia entre injusto cometido por el agente y la pena que le corresponde, conforme lo dispone el artículo octavo del título preliminar del código sustantivo. R.N. Nº 477-2004 LA LIBERTAD CORTE SUPREMA DE JUSTICIA PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA Lima, dos de junio del dos mil cuatro.VISTO, el recurso de nulidad interpuesto por el inculpado Joel Raúl Olivares Rodríguez, contra la sentencia que lo condena, como autor del delito contra el patrimonio, robo agravado; interviniendo como ponente el señor Vocal Supremo Guillermo Cabanillas Zaldívar por los fundamentos pertinentes de la recurrida; y CONSIDERANDO además: Primero: Que el Colegiado ha efectuado una debida apreciación de los hechos materia de investigación y compulsado adecuadamente la prueba actuada desde que se colige con certeza la responsabilidad penal de Joel Raúl Olivares Rodríguez, como coautor del evento delictivo ocurrido el veintiocho de diciembre del dos mil dos, cuando juntamente con otros sujetos no identificados y premunidos de armas de fuego, ingresaron al domicilio de la agraviada y le sustrajeron un televisor marca Sony, dándose a la fuga y siendo perseguidos por la agraviada y su hermano que lograron que personal policial interviniera al citado procesado cuando el auto tico en que huía colisionó con una camioneta rural dándose a la fuga los demás participantes; por lo que la negativa del justiciable a lo largo del proceso, se debe tomar como medio de defensa orientada a enervar su responsabilidad. Segundo: Que asimismo, las exigencias que determinen la aplicación de pena, no se agotan en el principio de culpabilidad, por lo que al imponer la pena se 140 debe tener en cuenta además las condiciones personales, así como la forma y circunstancias de la comisión del evento delictivo; considerando también el principio de proporcionalidad como relación de correspondencia entre el injusto cometido por el agente y la pena que le corresponde, conforme lo dispone el artículo octavo del Título Preliminar del Código sustantivo, resultando procedente en el presente caso, modificar la pena al amparo de la facultad concedida por el artículo trescientos del Código de Procedimientos Penales, modificado por ley veintisiete mil cuatrocientos cincuenta y cuatro; en consecuencia: Declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrido de fojas doscientos treintitrés, su fecha veinticuatro de diciembre el dos mil tres, que condena a Joel Raúl Olivares Rodríguez, como autor del delito contra el patrimonio - robo agravado- en perjuicio de Angélica Juanita Cabanillas Murga; HABER NULIDAD en la propia sentencia, en el extremo que le impone diez años de pena privativa de la libertad; y reformándola, le IMPUSIERON ocho años de pena privativa de la libertad, que con descuento de la carcelería que viene sufriendo desde el veintiocho de diciembre del año dos mil dos, vencerá para el veintisiete de diciembre del dos mil diez., NO HABER NULIDAD en los demás que contiene; y los devolvieron. S.S. GONZALES CAMPOS R.O. / VILLA STEIN / VALDEZ ROCA/ CABANILLAS ZALDIVAR / VEGA VEGA. PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD: ALCANCES En aplicación al principio de proporcionalidad de la pena previsto en el artículo VIII del Título Preliminar del Código Penal, la sanción impuesta debe guardar relación con el daño causado y con el bien jurídico protegido. R.N. N° 122-2003 JUNIN CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA PENAL PERMANENTE Lima, veinticinco de abril del dos mil tres.VISTOS; de conformidad en parte con el dictamen del señor Fiscal Supremo; por sus fundamentos pertinentes; y CONSIDERANDO además: que conoce del presente proceso este supremo tribunal, por haberse concedido el recurso de nulidad interpuesto por el sentenciado Alfredo Gonzáles Fernández; que durante la secuela de la instrucción y el juicio oral, se ha llegado a establecer fehacientemente tanto la comisión del delito materia de acusación, así como la responsabilidad penal del acusado González Fernández, hecho que ha quedado debidamente evidenciado con la sindicación directa de la agraviada y el certificado médico legal de fojas catorce, debidamente ratificado a fojas sesenticuatro; que aún cuando en el caso de autos, el acusado sólo ha confesado parcialmente su ilícito accionar, en aplicación al principio de proporcionalidad de la pena previsto en el artículo VIII del Título Preliminar del Código Penal, la sanción impuesta debe guardar relación con el daño causado y con el bien jurídico protegido, teniendo en cuenta su elemental grado de instrucción y la carencia de antecedentes penales y judiciales, fundamentos por los cuales la resolución materia del grado se encuentra arreglada a ley: declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fojas ciento setenta, su fecha catorce de noviembre del año dos mil dos, en el extremo que condena a Alfredo Gonzáles Fernández por el delito de violación de la libertad sexual de menor de edad en agravio de la menor cuya identidad se mantiene en reserva, y fija en tres 141 mil nuevos soles el monto que por concepto de reparación civil deberá abonar el sentenciado a favor de la agraviada; declararon HABER NULIDAD en la propia sentencia, en cuanto le impone veintiséis años de pena privativa de la libertad; con lo demás que al respecto contiene; y REFORMÁNDOLA en este extremo impusieron a Alfredo Gonzáles Fernández, veinte años de pena privativa de la libertad, la misma que con descuento de carcelería que viene sufriendo desde el seis de agosto del año dos mil uno, vencerá el cinco de agosto del año dos mil veintiuno; declararon NO HABER NULIDAD en lo demás que dicha sentencia contiene; y los devolvieron.PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD: APLICACIÓN Se ha impuesto una pena por debajo del mínimo legal establecido, en atención al principio de proporcionalidad de la pena y sus fines así como las condiciones personales y edad del procesado, conforme lo estipulan los artículos octavo y noveno del Título Preliminar y cuarenta y seis del Código Penal. R.N. N° 3120-2003 CALLAO SALA PENAL PERMANENTE Lima, once de diciembre de dos mil tres.VISTO el recurso de nulidad interpuesto por los sentenciados Víctor Jesús Manrique Carbajal y Ricardo Josué Preciado Ramos, contra la sentencia que los condena por el delito de robo agravado en agravio de Julio Carbajal Hernández a ocho años de pena privativa de libertad; por sus fundamentos; y CONSIDERANDO además: que de la revisión de autos se aprecia que existen elementos probatorios que acreditan la comisión del delito y la responsabilidad de los procesados impugnantes, habiéndose impuesto una pena por debajo del mínimo legal establecido en atención al principio de proporcionalidad de la pena y sus fines así como sus condiciones personales y edad, conforme lo estipulan los artículos octavo y noveno del Título Preliminar y cuarentiséis del Código Penal; en consecuencia: declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fojas doscientos setenticinco,de fecha diecisiete de setiembre de dos mil tres, que condena a Víctor Jesús Manrique Carbajal y Ricardo Josué Preciado Ramos, por el delito contra el patrimonio -robo agravado- en agravio de Julio Carbajal Hernández, a ocho años de pena privativa de libertad; y fija en quinientos nuevos soles por concepto de reparación civil que los sentenciados deberán abonar solidariamente a favor de los herederos legales del agraviado Julio Carbajal Hernández; con lo demás que contiene; y los devolvieron. 142 § 7. EL PRINCIPIO DE HUMANIDAD V. CONTENIDO El principio de humanidad está básicamente referido al respeto de la dignidad humana, por su condición de persona, y atañe a la protección del llamado núcleo duro de los derechos humanos, los cuales ni aún en períodos de emergencia, de sitio o de guerra pueden dejar de aplicarse. El reconocimiento de tales derechos ha sido fruto de una larga evolución que data desde la suscripción del Bill of Rights de 1215 en Inglaterra y que alcanza su reconocimiento internacional con la Carta de las Naciones Unidas, que importa la garantía de su respeto, pues a partir de ella la persona humana será titular de los derechos subjetivos protegidos por el derecho internacional. En este contexto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la opinión consultiva OC-8-87, emitida en enero de 1987, menciona los siguientes derechos: reconocimiento de la personalidad jurídica, derecho a la vida, a la integridad personal, la prohibición de esclavitud y servidumbre, el principio de legalidad y de retroactividad, libertad de conciencia y religión, protección de la familia, derecho al nombre, de los derechos del niño, derecho a la nacionalidad y de los derechos políticos. Estos derechos no pueden ser materia de suspensión ni aún en estado de sitio. Así, no obstante que la persona haya cometido un delito, su condición de persona debe ser respetado. La pena no puede rebajar su condición humana, pues aún cuando hubiese cometido un ilícito, no debe ser humillado y menos privarlo de la posibilidad de reeducación y reinserción a la sociedad. La aplicación de este principio impide la cosificación del penado. Este principio ha sido aplicado por el Tribunal Constitucional, entre otras sentencias en la correspondiente al expediente 010-2002-AI/TC, en efecto, en los fundamentos que pasamos a glosar, se explica, a nuestro entender, con la suficiente amplitud, este concepto: Fundamento 217. La dignidad de la persona humana es el presupuesto ontológico para la existencia y defensa de sus derechos fundamentales. El principio genérico de respeto a la dignidad de la persona por el solo hecho de ser tal, contenido en la Carta Fundamental, es la vocación irrestricta con la que debe identificarse todo Estado Constitucional y Democrático de Derecho. En efecto, este es el imperativo que transita en el primer artículo de nuestra Constitución. Fundamento 218. Como el Tribunal Constitucional ha señalado en reiterada jurisprudencia, ningún derecho fundamental es absoluto y, por ello, en determinadas circunstancias son susceptibles de ser limitados o restringidos. No obstante ello, en ningún caso puede ser permitido desconocer la personalidad del individuo y, por ende, su dignidad. Ni aun cuando el sujeto se encuentre 143 justificadamente privado de su libertad es posible dejar de reconocerle una serie de derecho o atribuciones que por su sola condición de ser humano le son consubstanciales. La dignidad, así constituye un mínimum inalienable que todo ordenamiento debe respetar, defender y promover. Fundamento 219. El respeto al contenido esencial del derecho a la integridad personal, tanto en lo que respecta al ámbito físico como en lo que atañe al ámbito espiritual y psíquico de la persona, transita entre aquellos atributos que constituyen la esencia mínima imperturbable en la esfera subjetiva del individuo. Inclusive en aquellos casos en que pueda resultar justificable el uso de medidas de fuerza, éstas deben tener lugar en circunstancias verdaderamente excepcionales, y nunca en grado tal que conlleven el propósito de humillar al individuo o resquebrajar su resistencia física o moral, dado que esta afectación puede desembocar incluso en la negación de su condición de persona, supuesto inconcebible en un Estado Constitucional de Derecho. Así lo ha establecido la Corte Interamericana de Derecho Humanos al establecer que ―todo uso de la fuerza que no sea estrictamente necesario por el propio comportamiento de la persona detenida constituye un atentado contra la dignidad humana‖ (Caso Loayza Tamayo, párrafo 57). Fundamento 220. Es cierto, que así como el ius punendi del Estado puede manifestarse en distintas intensidades, pues el grado de severidad sancionadora puede variar en proporción directa a la gravedad del delito cometido, también es posible que las condiciones en que el individuo debe cumplir la pena puedan ser distintas en atención a las particulares circunstancias que rodean el caso de cada sentenciado, es decir, en atención al margen de peligrosidad que pueda ser deducido de sus características personales, su comportamiento, antecedentes penales, especial gravedad del ilícito cometido, etc. No obstante, en ningún caso puede justificarse la degradación del ser humano, de lo contrario el Estado, lejos de actuar como promotor de la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad(artículo 139,inciso 22 de la Constitución), se convertiría en un colaborador del acrecentamiento de la desviación social del condenado, negándole incluso su condición de persona humana. Fundamento 222. La calificación de una pena como inhumana o degradante y, por lo tanto, como atentatoria del derecho a la integridad personal, depende, en buena cuenta, del modo de ejecución de la misma. No puede desatenderse que, aunque proporcional, la simple imposición de la condena ya implica un grado importante de sufrimiento en el delincuente, por ello sería inconcebible que ésta venga aparejada, a su vez, de tratos crueles e inhumanos que provoquen la humillación y envilecimiento en la persona. Dicho trato inhumano bien puede traducirse en una duración injustificada de aislamiento e incomunicación del delincuente. Siendo el ser humano un ser social por naturaleza, la privación excesiva en el tiempo de la posibilidad de relacionarse con sus pares genera una afectación inconmensurable en la psiquis del individuo, con la perturbación moral que ello conlleva. Dicha medida no puede tener otro fin más que la humillación y el rompimiento de la resistencia física y moral del condenado, propósito, a todas luces, inconstitucional. 144 VI. TRATAMIENTO CONSTITUCIONAL DEL PRINCIPIO DE HUMANIDAD En nuestra Constitución Política se reconoce este principio en los siguientes artículos: Artículo 1º. La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado Artículo 2º. Inciso H) Nadie deber ser víctima de violencia moral, psíquica o física ni sometido a y tratos inhumanos o humillantes. Inc. 139º. Son principios y derechos de la función jurisdiccional: Inciso 21) el derecho de los reclusos y sentenciados de ocupar establecimientos adecuados. Inciso 22) El principio de que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad. VII. LA PROTECCIÓN DEL PRINCIPIO DE HUMANIDAD EN LOS TRATADOS Y CONVENIOS INTERNACIONALES Consideramos de suma importancia tener presentes las disposiciones de carácter internacional que el Perú ha suscrito en esta materia, en razón de que por la norma contenida en el artículo 55 de la Constitución del Estado, los tratados celebrados por el Estado y en vigor, forman parte del derecho nacional. Sobre la materia se tienen los siguientes Tratados: a. La Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada el 10 de diciembre de 1948. b. La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada en 1948 c. Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhuman os o Degradantes adoptada en 1984. En esta Convención no sólo se previeron las normas sustantivas sino también se instituyó un órgano de vigilancia, el Comité Contra la Tortura que se encarga fundamentalmente de velar por la observancia y la aplicación de la Convención. El Comité se reunió por primera vez, en abril de 1988 en Ginebra, y desde entonces ha desarrollado una intensa actividad. Sobre los Tratados en materia de derechos humanos, es pertinente señalar que, por su carácter jurídico de normas internacionales, tienen carácter obligatorio. Es decir un Estado parte debe cumplirlas, en caso contrario incurrirá en responsabilidad. De otro lado, es necesario distinguir entre los derechos humanos en general y aquéllos que son inderogables, sea cual fuere la circunstancia, es decir no admiten restricción ni siquiera cuando se trate de un período de emergencia y/o situaciones que pongan en peligro la continuidad de una nación como guerra o peligro público. Entre estas normas que constituyen el ―núcleo duro‖ de los derechos humanos, se encuentran los derechos a la vida, a no ser sometido a tortura o a tratos inhumanos o degradantes, a no ser sometido a esclavitud o servidumbre, a la no discriminación racial, entre otros, son los atributos 145 inalienables de la persona humana fundados en valores que se encuentran presentes en prácticamente todas las culturas y sistemas sociales. IV. ASPECTOS MÁS RELEVANTES EN LOS QUE EL PRINCIPIO DE HUMANIDAD SE ENCUENTRA AFECTADO 4. La pena de muerte En nuestro país, la pena de muerte sólo es aplicable, de conformidad con el artículo 140 por el delito de traición a la patria en caso de guerra, y el de terrorismo, conforme a los tratados de los que el Perú es parte obligada. En la práctica, de acuerdo a la ley específica sobre terrorismo, decreto ley 25475, actualmente vigente, la pena máxima es la de cadena perpetua para este delito. A nivel internacional esta pena ha sido cuestionada en distintos ámbitos, así refiere José Luis De la Cuesta Arzemendi, que ya en 1977, la Declaración de Estocolmo aprobada por los países participantes en la Conferencia Internacional sobre la abolición de la pena de muerte organizada por Amnesty Internacional, calificó a la pena de muerte como ―el castigo más cruel, inhumano y degradante‖ y exhortó a los gobiernos a tomar medidas para la total e inmediata abolición de la pena de muerte, manifiesta violación del derecho a la vida. De otro lado han sido cuestionados los métodos de aplicación de esta pena, habiéndose calificado, por ejemplo, la ejecución por gas asfixiante, como particularmente horrible. En efecto, la aplicación de la pena de muerte no es compatible con el principio de humanidad, centrado en el respeto a la persona humana como tal. En consecuencia, su abolición es un tema muy importante a nivel internacional y nacional. Es importante señalar que las más importantes Cortes Internacionales, como la del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, han renunciado a la inclusión de la pena de muerte en el elenco de penas previstas. 5. La pena de cadena Una de las penas cuyo contenido de inhumanidad y contraposición a los fines de la pena es, sin duda, la cadena perpetúa. Su contradicción radical con la dignidad humana deriva de su desconocimiento de las propiedades específicas del ser humano, al que se acaba declarando incapaz de un proyecto existencial del que no forme parte el delito. Sin embargo, existen en nuestro ordenamiento penal diversos artículos que reprimen con pena de cadena perpetua a los que cometen un delito. Así tenemos los siguientes: Artículo 152, en caso de secuestro especialmente agravado. 146 Art. 173 A) violación sexual de menor seguida de muerte o lesión grave, o si procedió con gran crueldad Artículo 172, concordado con el artículo 177 violación de persona incapaz, cuando el autor comete el delito abusando de su profesión ciencia u oficio. Artículo 189, robo agravado cometido por integrante de banda o si como consecuencia del hecho produce la muerte de la víctima o le produce lesiones graves a su integridad física o mental. Artículo 3 de la ley 25475, terrorismo agravado, por pertenencia al grupo dirigencial de una organización terrorista. Pertenencia a grupos armados, bandas pelotones, grupos de aniquilamiento o similares de una organización terrorista encargados de la eliminación física de personas o grupos de personas indefensas sea cual fuere el medio empleado. 6. Pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre la cadena perpetua Sobre la ejecución de la cadena perpetua, es trascendente la sentencia del Tribunal Constitucional en el caso Tineo silva, en efecto esta resolución, contiene los conceptos siguientes: 1.- De las exigencias de reeducación, rehabilitación y reincorporación, como fines del régimen penitenciario, se deriva la obligación del legislador de prever una fecha de culminación de la pena, de manera tal que permita que el penado pueda reincorporarse a la vida comunitaria. Si bien el legislador cuenta con una amplia libertad para configurar los alcances de la pena, sin embargo, tal libertad tiene un límite de orden temporal, directamente relacionado con la exigencia constitucional de que el penado se reincorpore a la sociedad. 2.- El establecimiento de la pena de cadena perpetua es contraria al principio de libertad, ya que si bien la imposición de una pena determinada constituye una medida que restringe la libertad personal del condenado, es claro que, en ningún, caso la restricción de los derechos fundamentales puede culminar con la anulación de esa libertad, pues no solamente el legislador está obligado a respetar su contenido esencial, sino además, constituye uno de los principios sobre los cuales se levanta el Estado Constitucional de Derecho, con independencia del bien jurídico que se haya podido infringir. Por ello, tratándose de la limitación de la libertad individual como consecuencia de la imposición de una sentencia condenatoria, el Tribunal Constitucional considera que ésta no puede ser intemporal, sino que debe contener límites temporales. 3.- El internamiento en un centro carcelario de por vida, sin que la pena tenga un límite temporal, aniquila tal posibilidad. Como antes se ha expresado, no sólo anula la esperanza de lograr la libertad. También anula al penado como ser humano, puesto condena, hasta su muerte, a transcurrir su vida internado en un establecimiento penal, sin posibilidad de poder alcanzar su proyecto de vida trazado con respeto a los derechos y valores ajenos. Lo convierte en un objeto, en una cosa, cuyo desechamiento se hace en vida. La cadena perpetua, en sí misma considerada, es repulsiva con la naturaleza del ser humano. El Estado Constitucional de Derecho no encuentra justificación para aplicarla, aun en el 147 caso que el penado con un ejercicio antijurídico de su libertad haya pretendido destruirlo o socavarlo. Concluye el Tribunal Constitucional que el legislador nacional puede optar por establecer la revisión de la condena de cadena perpetua luego de transcurrido un determinado número de años, a semejanza de la previsión que contiene el Estatuto de la Corte Penal Internacional. Expresa también que, en definitiva, el establecimiento de la pena de cadena perpetua sólo es inconstitucional si no se prevén mecanismos temporales de excarcelación, vía los beneficios penitenciarios u otras que tengan por objeto evitar que se trate de una pena intemporal. V. LA APLICACIÓN DE LAS PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD EN EL PERÚ Las penas privativas de libertad en nuestro país, deben ser ejecutadas con respeto a la dignidad humana y con fines de resocialización y reeducación, así lo establecen los artículos II y III del Título Preliminar del Código de Ejecución Penal, en efecto, aparecen los siguientes enunciados normativos: Artículo II.- La ejecución penal tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad. La misma regla se aplica al procesado, en cuanto fuera pertinente. Artículo III.- La ejecución penal y las medidas privativas de libertad de los procesados están exentas de tortura o trato inhumano o humillante y de cualquier otro acto o procedimiento que atente contra la dignidad del interno Sin embargo, es evidente que en los países, como el nuestro, que cuentan con pocos recursos económicos, para dedicar a programas de desarrollo, son menores aún los recursos que se destinan a la resocialización de las personas que delinquen, así como lo observa el profesor José Hurtado Pozo,110al expresar que un Estado inestable y pobre no dispone de medios suficientes para realizar una política criminal eficaz Frente a la delincuencia común una de cuyas causas es el orden económico, el Estado tiene como medio de lucha más accesible el poder punitivo en su aspecto puramente represivo. La amenaza penal deviene indispensable. Se recurre a sanciones severas para tratar de limitar el avance de la criminalidad. Con el fin de alcanzar este fin de prevención general, el Estado multiplica las disposiciones penales. La naturaleza particularmente represiva de la legislación penal, la frecuencia con que se ordena la detención de los inculpados, la lentitud con que se desarrollan las investigaciones y se llevan a cabo los juzgamientos, son causas determinantes de la sobrepoblación de los establecimientos carcelarios. Estos no son sino simples depósitos donde los detenidos (condenados o no) sobreviven en condiciones inhumanas. Lo descrito, desafortunadamente, tiene plena vigencia en la actualidad, así hace poco, la televisión, mostró a la Cárcel de Lurigancho como la peor de Latinoamérica, graficando con imágenes muy lamentables las condiciones carcelarias en que se hacinan cerca de diez mil presos en una cárcel que fue construida para mil quinientos, lugar donde ni siquiera el alimento 110 HURTADO POZO José, Manual de Derecho Penal, Grijley, Lima, 2005, p. 78-79. 148 diario a que tienen derecho los presos es proporcionado a todos, sin mencionar las condiciones sanitarias prácticamente inexistentes y condiciones de seguridad confiadas a los taitas de los pabellones , a falta de un control de parte de las autoridades y empleados del INPE. La resocialización debería ser un objetivo vigente y válido del sistema penitenciario. No es deseable que los centros de reclusión sean meros centros de depósito de presos, por ello la institución penitenciaria debería comprometerse de manera decidida con la humanización de la prisión, presupuesto ineludible de cualquier labor resocializadora. Asimismo, junto al refuerzo de las garantías individuales de los internos y la apertura de amplios programas de relación con el exterior, se requiere de manera prioritaria la puesta en práctica de acciones eficaces y permanentes de control de la sobrepoblación penitenciaria, que origina tantas dificultades para la intervención adecuada y eficaz. Es también pertinente señalar que, es en el ámbito penitenciario en que se han detectado la mayor parte de los casos de tratos crueles o humillantes, que han sido materia de la jurisprudencia especialmente internacional. En estas condiciones no puede cumplirse con los fines de resocialización o reeducación de los presos, ni tan solo con la finalidad de aislarlos de su medio delictivo, pues un delincuente primario sometido a ese modo de subsistencia, tendrá, por necesidad, que someterse a las bandas poderosas y violentas que reinan en la prisión, la que se convierte en 111centro de corrupción y aprendizaje de formas de vida contrarios a los fines de la pena, reconocidos por la Constitución. CUADRO N°2 SOBRE EL NÚMERO DE ESTABLECIMIENTOS PENALES CAPACIDAD DE ALBERGUE, POBLACION PENAL, SOBREPOBLACION PENAL Y HACINAMIENTO 2004-2006 DIRECCIO N REGIONAL LIMA NORTECHICLAYO ORIENTEPUCALLPA CENTROHUANCAY O SURAREQUIPA SUR ORIENTE CUZCO NOR ORIENTESAN MARTIN ALTIPLAN O- PUNO TOTAL NACIONAL N° de EE.PP CAPACIDAD ALBERGUE POBLACIO N PENAL 14 7,169 15,099 SOBRE POBLAC ION 7,930 20 4,309 4,772 463 11% 4 1,106 2,010 904 82% 10 1,805 1,911 106 6% 6 952 1,337 385 40% 13 1,542 1,349 -193 -13% 8 1,132 1,877 745 66% 6 1,186 665 -521 -44% 81 19,201 29,020 9,819 51% HACINA MIENTO 111% Fuente: Plan Estratégico Multianual 2004-2006, INPE. Dirección General de Infraestructura (Memoria Anual 2002). Evaluación de los 149 establecimientos penitenciarios desde febrero del 2002 hasta julio de 2005. Elías Neuman en su obra El problema sexual en las cárceles, citado por el Dr. Small Arana112 dice: en la formación de las instituciones destinadas a reprimir al malvado, es preciso distinguir el verdadero designio del castigo, no debe ser el gusto de satisfacer los sentimientos de venganza, sino la prevención del crimen y esto sólo puede conseguirse por medio de la aplicación de medidas a propósito, para impedir la reincidencia del delincuente y, a partir de él a los demás. Ambos objetos pueden lograrse por medio de una disciplina en cárceles bien reguladas. Estas, por desgracia, se han manejado, casi generalmente, de manera que han producido resultados totalmente contrarios, porque en donde los presos no han sido tratados con violencia hay con crueldad, son víctimas del abandono, se les ha sujetado a una severidad a la que la ley no les condenaba, y que era repugnante a la humanidad. Se les ha oprimido con grillos y cadenas y se les ha consumido con enfermedades. No se han causado más perjuicios menores en su ánimo, que lo ya injuriado a su persona. La ociosidad, la reunión y la depravación han viciado al inocente, han hecho todavía más malo al criminal y han confirmado en su propósito al malvado, y de la combinación de todas estas causas, una cárcel en lugar de ser beneficiosa ha sido una plaga para el público; y los presos no han vuelto a la sociedad si no es para robar la propiedad del hombre de bien, para corromper la moral y para alterar la tranquilidad pública.113 VI. LA PROHIBICIÓN DE OTORGAMIENTO DE LOS BENEFICIOS PENITENCIARIOS Otro de los aspectos de la realidad en materia penal en que es relevante el principio de humanidad es, sin duda, el referido a la concesión o prohibición de los beneficios penitenciarios, en efecto en nuestro país, existen delitos con penas muy altas en cuyo caso, además existe prohibición de otorgar beneficio penitenciario. No obstante que la Constitución Política del Estado, como ya se anotó reconoce que uno de los fines de la pena es la reinserción del condenado a la sociedad, se encuentran, en la actualidad prohibidos los beneficios penitenciarios para los delitos de terrorismo, violación agravada y narcotráfico agravado. El Dr. Small Arana, en su obra ya citada (pp. 318 y siguiente), menciona que el actual Código de Ejecución Penal, D. Leg. Nº 654, promulgado el 31 de julio de 1991, se establecen los siguientes beneficios penitenciarios: permiso de salida, redención de pena por el trabajo y la educación, semilibertad, liberación condicional y visita íntima. El mismo autor opina que la supresión de las casas de semilibertad eran centros que daban protección y apoyo al beneficiado aunado al hecho de la inexistencia de jueces de ejecución, conllevan una mayor desatención del problema carcelario, el mismo que debiera ser atendido al margen de influencias políticas 112 SMALL ARANA, Germán, Situación carcelaria en el Perú y beneficios pPenitenciarios, Grijley, Lima, 2006, p. 17. 113 Ob.cit. p. 320. 150 y ceñidas estrictamente a las técnicas rehabilitadoras que requieren no solamente de la presencia del Estado, sino de la comunidad entera, por ser el interno un miembro que al final de la condena regresará bien o mal rehabilitado a la sociedad, con las consecuencias que ello determina. Asimismo, las normas contenidas en leyes especiales o de emergencia tienen un impacto negativo en el campo de la ejecución penal, toda vez que la vigencia normativa de las mismas evidencia una estrategia política del Estado peruano, contraria a los principios rectores que sustentan la humanización del sistema penitenciario peruano, enmarcada dentro del sistema progresivo y basada en la resocialización del interno como eje fundamental de la ejecución penal, en la perspectiva de revertir la situación caótica por la cual vienen atravesando nuestros centros penitenciarios. En este contexto, la operatividad y eficacia en la concesión de los beneficios penitenciarios han sufrido una fuerte restricción, principalmente, debido a la tendencia limitativa y o prohibitiva mantenida hasta la actualidad, teniendo, en muchos casos un tratamiento legislativo de orden genérico con la única finalidad de lograr su improcedencia; configurándose así, dichos dispositivos legales en instrumentos normativos contrarios al logro de los fines planteados en el plano de la ejecución penal. Detalle de la inaplicabilidad de beneficios penitenciarios: Redención de la pena por el trabajo y la educación y semilibertad y liberación condicional. Los siguientes artículos del Código Penal: 296 y 297, favorecimiento del tráfico ilícito de drogas, y formas agravadas del TID respectivamente. 301, 302, coacción e inducción al consumo de droga. 319 a 323, sobre este punto, es preciso aclarar que actualmente esos artículos corresponden a los delitos de lesa humanidad, sin embargo, cuando se promulgó el Código de Ejecución Penal, correspondían al delito de terrorismo; en consecuencia, la restricción está referida a ese delito, por cuanto el Código en cita no ha sido modificado y sí las materias tratadas en los artículos bajo comentario, en cuanto a su contenido. VIII. JURISPRUDENCIA RELACIONADA AL PRINCIPIO DE HUMANIDAD JURISPRUDENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS CASO DE LAS PENITENCIARÍAS DE MENDOZA 1. Jurisprudencia de la corte interamericana de derechos humanos Mediante Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, fechada el 18 de junio de 2005, se reiteran medidas provisionales consistentes en: 1.- Requerir al Estado que adopte de forma inmediata las medidas que sean necesarias para proteger la vida e integridad personal de todas las personas privadas de libertad en la Penitenciaría Provincial de Mendoza y en la unidad Gustavo André, de Lavalle, así como la de todas las personas que se encuentren en el interior de éstas. 151 2.- Requerir al Estado que, como una medida de protección adecuada a la presente situación investigue los hechos que motivan la adopción de estas medidas provisionales con el fin de identificar a los responsables e imponerles las sanciones correspondientes. Motivó esta resolución la denuncia realizada ante la Comisión Interamericana de las condiciones carcelarias de la penitenciaría de Mendoza, Comisión que comprobó las condiciones siguientes: a. No se advirtieron avances en las construcciones b. Los pabellones carecen de luz artificial; c. El promedio de personas por celda es de cuatro a cinco n lugares para una o dos personas; d. Muchos internos duermen en el piso; no poseen utensilios para comer; no hay agua potable; e. La escuela se usa como dormitorio para los presos que salen a trabajar durante el día; los médicos no suben a los pabellones porque temen por su vida e integridad física. Para ser atendidos los internos tienen que recurrir a presentar hábeas corpus; no existe vigilancia dentro de los pabellones; f. Existe mucha preocupación de parte de los pesos en relación con los procesos judiciales, la falta de comunicación con las autoridades y el rol del juzgado de Ejecución Penal para acceder al régimen progresivo de la pena; g. Los pabellones visitados se encuentran hacinados, sucios y son focos infecciosos donde conviven excrementos, ratas, insectos, cloacas tapadas, pabellones inundados con aguas servidas. h. En suma, las condiciones de detención constituyen un trato cruel inhumano y degradante; i. Se reitera la gravedad de la situación en el Pabellón 2, donde los internos tienen un régimen de encierro de 23 horas y algunos llevaban ahí casi 30 días compartiendo una celda entre tres o cuatro personas La situación descrita líneas arriba, nos conduce a la afirmación de que muchas veces el sistema carcelario no es más que un amontonamiento de presos, sin las mínimas condiciones que garanticen siquiera la supervivencia de los reos, quienes son tratados sin el más mínimo respeto a su dignidad personal, a su condición de humanos. En las condiciones que fueron comprobadas por miembros de la Comisión Interamericana, in situ, no es posible la reeducación ni la resocialización, pues se reduce al preso a condición de objeto sin valor. Caso Castillo Páez vs. Perú, del 3 de noviembre de 1997 En este caso, al describir la forma cómo fue detenido el agraviado Castillo Páez, dice en su fundamento 66 y 67: ―La Corte da por probado con las declaraciones de los testigos presenciales, que el señor Castillo Páez, después de ser detenido por agentes de la Policía fue introducido en la maletera del vehículo oficial. Lo anterior constituye una infracción al artículo 5 de la Convención que tutela la integridad personal, ya que, aún cuando no hubiesen existido otros maltratos físicos o de otra índole, esa 152 acción por sí sola debe considerarse claramente contraria al respeto debido a la dignidad inherente al ser humano. Lo anterior se corrobora con la declaración del agente del Estado durante la audiencia pública de 6 y 7 de febrero de 1997, quien expresó que el día que ocurrieron los hechos hubo operaciones policiales en las que se detuvieron a personas e ―incluso las metieron, parece, a la maletera‖. Caso Lori Berenson Vs. Perú, del 25 de noviembre de 2004 En el fundamento 103 104 de la sentencia de fondo del caso en cita, la Corte Interamericana dice : ―La Corte ha establecido que el aislamiento prolongado y la incomunicación coactiva son, por sí mismos, tratamientos crueles e inhumanos, lesivos de la integridad psíquica y moral de la persona y del derecho al respeto de la dignidad inherente al ser humano. La incomunicación solo puede utilizarse de una manera excepcional tomando en cuenta los graves efectos que genera, pues, ―el aislamiento del mundo exterior produce en cualquier persona sufrimientos morales y perturbaciones psíquicas, la coloca en una situación de particular vulnerabilidad y acrecienta el riesgo de agresión y arbitrariedad en las cárceles‖ Caso Neyra Alegría y otros Vs. Perú, del 19 de febrero de 1995. En este caso, conocido como El Frontón, en los fundamentos 74 y 75 de la sentencia de fondo establece: ―El artículo 4.1 de la Convención estipula que ―nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente‖. La expresión arbitrariamente excluye, como es obvio, los procesos legales aplicables en los países que áun conservan la pena de muerte. Pero, en el caso que nos ocupa, el análisis que debe hacerse tiene que ver, más bien, con el derecho del Estado a usar la fuerza, aunque ella implique la privación de la vida, en el mantenimiento del orden, lo cual no está en discusión. Hay abundantes reflexiones en la filosofía y en la historia sobre cómo la muerte de individuos en esas circunstancias no genera para el Estado ni sus oficiales responsabilidad alguna. Sin embargo, como aparece de lo expuesto con anterioridad en esta sentencia, la alta peligrosidad de los detenidos en el Pabellón Azul del Penal San Juan Bautista y el hecho que estuvieren armados, no llegan a constituir, en opinión de esta Corte, elementos suficientes para justificar el volumen de la fuerza que se usó en esto y en los otros penales amotinados y que se entendió como una confrontación política entre el Gobierno y los terroristas reales o presuntos de Sendereo Luminoso, lo que probablemente indujo a la demolición del Pabellón, con todas sus consecuencias, incluida la muerte de detenidos que eventualmente hubieran terminado rindiéndose y la clara negligencia en buscar sobrevivientes y luego en rescatar los cadáveres. Como ya lo ha dicho esta Corte en casos anteriores, está más allá de toda duda que el Estado tiene el derecho y el deber de garantizar su propia seguridad. Tampoco puede discutirse que toda la sociedad padece por las infracciones a su orden jurídico. Pero, por graves que puedan ser ciertas acciones y por culpables que puedan ser los reos de determinados delito, no cabe admitir que el poder pueda ejercerse sin límite alguno o que el Estado pueda valerse de cualquier proc4edimiento para alcanzar sus objetivos, sin sujeción al derecho o a la moral. 153 Ninguna actividad del Estado puede fundarse sobre el desprecio a la dignidad humana.‖ Caso Tamayo Loayza Vs. Perú, del 5 de julio del 2004. En el fundamento 58 de la sentencia de fondo, la Corte establece: ―Aún cuando la Comisión alegó en su demanda que la víctima fue violada durante su detención, la Corte, después de analizar el expediente y, dada la naturaleza del hecho, no está en condiciones de darlo por probado. Sin embargo, los otros hechos alegados como la incomunicación durante la detención, la exhibición pública con un traje infamante a través de medios de comunicación, el aislamiento en celda reducida, sin ventilación ni luz natural, los golpes y otros maltratos como el ahogamiento, la intimidación por amenazas de otros actos violentos, las restricciones al régimen de visitas, constituyen formas de tratos crueles, inhumanos o degradantes en el sentido del artículo 5.2 de la Convención Americana. De las alegaciones y pruebas examinadas aparecen elementos graves y convergentes, y no desvirtuados por el Estado, que permiten válidamente presumir la existencia de una práctica de tratos crueles, inhumanos y degradantes en la cual se enmarca el presente caso de la señora María Elene Loayza Tamayo, en violación del derecho a la integridad personal consagrado en el artículo 5 de la Convención Americana. Caso Bámaca Vs Guatemala, del 27 de noviembre de 1998 En el fundamento 150 de la sentencia de fondo, la Corte Interamericana dice: ―Como ya lo ha establecido este Tribunal, una ―persona ilegalmente detenida se encuentra en una situación agravada de vulnerabilidad, de la cual surge un riesgo cierto de que se le vulneren otros derechos, como el derecho a la integridad física y a ser tratada con dignidad‖. A lo anterior habría que agregar que ―el aislamiento prolongado y la incomunicación coactiva a los que se ve sometida la víctima representan, por sí mismos, formas de tratamiento cruel e inhumano, lesivas de la integridad psíquica y moral de la persona y del derecho de todo detenido al respeto debido a la dignidad inherente al ser humano. 2. Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Peruano Expediente 010-2002-AI/TC/ En su fundamento 186 aparece: ―Este Colegiado considera que detrás de las exigencia de ―reeducación‖, ―rehabilitación‖ y ―reincorporación‖ como fines del régimen penitenciario, también se encuentra necesariamente una concreción del principio de dignidad de la persona (artículo 1º. De la Constitución) y, por tanto, éste constituye un límite para el legislador penal. Dicho principio, en su versión negativa, impide que los seres humanos puedan ser tratados como cosas o instrumentos, sea cual fuere el fin que se persiga alcanzar con la imposición de determinadas medidas, pues cada uno, incluso los delincuentes, debe considerarse como un fin en sí 154 mismo, por cuanto el hombre es una entidad espiritual moral dotada de autonomía‖. Sentencia del 3 de enero del 2003, Expediente 0010-2002-AI/TC En su fundamento 207 establece: ― En el Estado Democrático de Derecho, el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, lo cual conforme a nuestra Constitución Política, artículo 139 inciso 22, constituye uno de los principios del régimen penitenciario que, a su vez, es congruente con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derecho Civiles y Políticos, que señala ―el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados‖. 155 § 8. EL PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA V. PLANTEAMIENTO Si la presunción de inocencia implica considerar inocente a toda persona mientras no se haya declarado judicialmente su responsabilidad, lo cual significaría que la persona debiera conservar su derecho a la libertad y seguridad personales tal como dictan los derechos fundamentales, entonces ¿qué significa la prisión preventiva, no es acaso una medida cautelar que priva al imputado de su derecho fundamental a la libertad? En nuestra Constitución Política encontramos en el art. 2 inciso 24 e, el cual señala que: toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado judicialmente su responsabilidad. Además el Nuevo Código Procesal Penal en el artículo II establece que toda persona imputada de la comisión de un hecho punible es considerada inocente, y debe ser tratada como tal, mientras no se demuestre lo contrario y se haya declarado su responsabilidad mediante sentencia firme debidamente motivada y que hasta antes de la sentencia firme, ningún funcionario o autoridad pública puede presentar a una persona como culpable o brindar información en tal sentido. Como podemos apreciar estas disposiciones son claras y a su vez son las que generan menos dificultades de interpretación. Ciertamente, tenemos en cuenta a la presunción de inocencia ante la existencia de imputación de hecho punible a una persona, sea ante la autoridad policial o judicial; antes de ello sólo puede ser considerado como un derecho latente, con posibilidades de exigencia al presentarse alguna imputación. A lo largo del presente trabajo de investigación se busca abarcar el concepto fundamental de una manera clara y práctica ya que mediante este concepto va a girar todo un modelo de proceso penal; el cual va a establecer garantías para el imputado frente a la actuación punitiva estatal. Queremos además considerar los límites de este principio y ver la veracidad del mismo en la práctica. VI. CONCEPTO Al respecto Pablo Sánchez Velarde114 menciona que la presunción de inocencia del imputado es considerada como un principio rector del proceso penal, es entendida como un derecho subjetivo que tiene toda persona que es inculpada por la supuesta comisión de un delito, de tal manera que deberá ser tratado como inocente mientras no se llegue a demostrar lo contrario, durante todo el proceso, del cual no puede ser privado de dicho derecho por ser este de un rango constitucional y tener respaldo en el derecho internacional. 114 Cfr. SANCHEZ VELARDE, Pablo. Manual de derecho procesal penal. Idemsa, Lima, 2004, p. 299. 156 El mencionado autor115 también señala que desde la perspectiva de la autoridad judicial constituye un principio fundamental que debe orientar su actuación investigadora y juzgadora respecto del imputado, a quien debe considerársele como no autor del delito hasta la culminación del proceso penal, es decir con la sentencia o resolución que sobresea el procedimiento, lo cual también debe ser de acatamiento por la autoridad Fiscal y Policial en tanto dirigen la investigación del delito contra persona denunciada o imputada, a quienes se les debe conferir igual trato. Por lo tanto, la inocencia de la persona imputada se presume y por tanto no puede tener ni policial ni judicialmente un calificativo de culpabilidad mientras no se dicte sentencia o resolución judicial definitiva. Para obtener más conceptualizaciones de nuestro tema tomaremos las realizadas por reconocidos autores. La presunción de inocencia, cono en este caso, es para unos un derecho y mientras que para otros es una garantía. César San Martín Castro116 añade que esta norma crea a favor de las personas un verdadero derecho subjetivo a ser consideradas inocentes de cualquier delito que se les atribuya, mientras no se presente prueba contundente para destruir dicha presunción, aunque esta sea mínima. Este mismo autor César San Martín en la citada obra recoge la opinión del profesor Jaime Vega Torres y manifiesta que ―la precisión de los contornos de este derecho no es nada sencilla porque esta institución es una consecuencia del origen histórico diferente en el derecho comparado, el cual nace en momentos, lugares y culturas jurídicas distintas y que da respuesta a preocupaciones de muy diferente naturaleza y para este profesor tiene tres significados: 1) Como concepto fundamental en torno al cual se construye todo un modelo de proceso penal, en el que se mira fundamentalmente a establecer garantías para el imputado frente a la actuación punitiva estatal. 2) Como postulado directamente referido al tratamiento del imputado durante el proceso penal, conforme al cual habría de partirse de la idea de que el inculpado es inocente y, por tanto, reducir al mínimo las medidas restrictivas de derechos en el tratamiento del imputado durante el proceso. 3) Como una regla directamente referida al juicio de hecho de la sentencia penal, con incidencia en el ámbito probatorio, conforme a la cual, la prueba completa de la culpabilidad del imputado debe ser suministrada por la acusación, imponiéndose la absolución del inculpado si la culpabilidad no queda suficientemente demostrada‖.117 Estos tres significados son plenamente aplicables a la interpretación de los alcances de dicho Derecho. 115 Cfr. SANCHEZ VELARDE, Pablo. Ob. Cit. p. 300. Cfr. SAN MARTIN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal: Cuestiones generales del derecho procesal penal, jurisdicción y competencia penal, las partes procesales, acción y objeto procesal y estructura del proceso penal, 2ªed.,editora juríduca Grijley, Lima, 2003, p. 114 117 Cfr. SAN MARTIN CASTRO, César. Ob. Cit.p.115 116 157 Mientras que para Luzón Cuesta, citado por Raúl Cárdenas Rioseco, establece que mediante la presunción de inocencia se considera al inculpado como el no autor del delito, por el cual debe ser tratado como inocente, por constituir la presunción de inocencia un derecho fundamental y uno dentro de derecho procesal. Como textualmente lo establece dicho autor, que señala: ―la presunción de inocencia es un derecho subjetivo público, que se ha elevado a la categoría de derecho humano fundamental que posee su eficacia en un doble plano: por una parte, opera en las situaciones extraprocesales y constituye el derecho a recibir la consideración y el trato de no autor o no partícipe en hechos de carácter delictivo o análogos a éstos; por otro lado, el referido derecho opera fundamentalmente en el campo procesal, con influjo decisivo en el régimen jurídico de la prueba‖.118 Para el Ex Fiscal de la Nación, Manuel Catacora, la presunción de inocencia solo será destruida en el momento que se demuestre la culpabilidad de imputado, pero no siendo suficiente esto, es necesario que se declare su culpabilidad mediante una sentencia firme y motivada, mientras tanto será trata como inocente. Así establece que: ―Con la Presunción de Inocencia, se afirma que la persona imputada de un delito es considerada inocente y debe ser tratada como tal mientras no se demuestre lo contrario y se le haya declarado responsable en sentencia firme motivada; requiriéndose además suficiente prueba de cargo actuada con las debidas garantías. La Constitución (Art. 2°, Inc. 24, e.) precisa que toda persona es considerada inocente y que sólo después de una sentencia firme se aplicará la pena o medida de seguridad correspondiente. Lo que las leyes dejan entado es que al imputado se le trate como si fuera inocente, que su situación procesal no debe afectar su estado de ciudadanía, ni sus derechos fundamentales. Pues, la convicción sobre el delito y la identidad del autor, debe estar libre de prejuicios y presunciones y lograrse sólo en un marco de imparcialidad, serenidad e independencia. En el proceso sólo hay un imputado cuya definición se sabrá al final. ‖119 ―El imputado no prueba su inocencia, sino quien acusa debe acreditar la culpabilidad a través de los medios probatorios en el ordenamiento jurídico respectivo. El derecho a la presunción de inocencia es un elemento esencial para la realización efectiva del derecho a la defensa y acompaña al acusado durante toda la tramitación del proceso hasta que una sentencia condenatoria que determine su culpabilidad quede firme. Este derecho implica que el acusado no debe demostrar que no ha cometido el delito que se le atribuye, ya que el onus probandi corresponde a quien acusa.‖120. Finalmente, podemos establecer que por presunción de inocencia se entiende al derecho subjetivo mediante el cual el imputado será considerado como inocente, durante todo el 118 Cfr. CÁRDENAS RIOSECO, Raúl, La Presunción de Inocencia, 2da. ed, Editorial Porrúa S.A., México 2006, p. 23 119 Cfr. CATACORA GONZÁLES, Manuel, "De la presunción al principio de inocencia "; en: VOX JURIS, Revista de Derecho. Año 4 - Lima, 1994, p. 121 ss. 120 CIDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, sentencia de 2 de julio de 2004, Serie C N° 107, Párr. 154. 158 proceso, mientras no se llegue a demostrar la culpabilidad mediante pruebas recogidas por el acusador. También este derecho es el estado jurídico en el se encuentra protegido el inculpado, a través del cual su inocencia prevalecerá hasta que se logré encontrar medios probatorios que destruya dicha presunción. Así mediante la presunción de inocencia se trata de limitar el ius punendi del Estado, estableciendo un equilibrio entre éste y el inculpado. Pedro Flores Polo en su diccionario de términos jurídicos121 también conceptúa a la presunción de inocencia como aquella en cuya virtud a todo acusado se le presume inocente en tanto no se le pruebe lo contrario, inclusive cuando éste se halla confeso, porque se tiene que establecer aún la verdad del delito. Consideramos que esto es muy cierto puesto que teniendo en cuenta que en muchos casos el sujeto que confiesa de plano un delito, no necesariamente dice la verdad, como sucede en muchas ocasiones donde sus estados emocionales varían y en algunos casos tratan de encubrir a alguien y posteriormente se animan a confesar la verdad por lo tanto aún cuando confesare culpabilidad tendríamos que presumir su inocencia. También con respecto a este tema Fany Quispe Farfán122 afirma que el que toda persona sea inocente mientras no se declare judicialmente lo contrario, es una de las más importantes conquistas humanas de los últimos tiempos. Ya que el Estado democrático ha colocado a la presunción de inocencia como uno de los principios cardinales del sistema procesal. VII. ANTECEDENTES En cuanto al origen de la presunción de inocencia posee una larga data, se dice que se encontró establecida en el Digesto de Ulpiano donde se expresaba algunas máximas romanas en los escritos de Trajano, tal como aquella que señala: “Satius esse impunitum relinqui facinus nocentis quam innocentme damnare” que al traducirla refiere a: ―El estado de impunidad descansa en el hecho de mirar al otro como inocente hasta que la inocencia no sea denunciada.‖ Esta posibilidad nos demuestra que la garantía con la que contaba un imputado, tiene una gran presencia desde el derecho matriz, el derecho romano, dando esa importancia que hasta ahora resguarda los derechos del los imputados, desde el punto internacional hasta llegar a la nacional. Sin embargo, en cuanto al proceso, se acepta unánimemente la aplicación del indubio pro reo en el que el derecho romano y que devino en antecedente para el desarrollo de la presunción de inocencia. Con el devenir de los años y luego de ser sepultada durante la Edad Media, la presunción de inocencia fue declarada como un principio necesario por el ilustre Beccaria. En su obra capital De los Delitos y las Penas donde sostiene que ―un hombre no se le puede llamar reo antes de la sentencia del juez, ni la sociedad puede negarle su 121 Cfr.FLORES POLO, Pedro. Diccionario de términos jurídicos,1ª ed., Editores importadores, Tomo II, 1984, p.334. 122 Cfr.QUISPE FARFAN, Fany Soledad. El Derecho a la Presunción de Inocencia. 2 ° ed., Palestra Editores, Lima, 2003, p.14. 159 protección pública, sino cuando se haya decidido que ha violado los pactos con que se le otorgó‖123 Al leer diferentes autores, encontramos que destacados autores establecen que este principio ha sido regulado por primera vez en el ámbito internacional en la Declaración Francesa de 1789 específicamente en el artículo 9, donde se estableció por primera vez el principio de presunción de inocencia considerada como una garantía procesal para todos los procesados o inculpados de comisiones delictuosas. Es en esta Declaración que se demanda este principio establecido en el artículo Noveno que “presumiéndose inocente a todo hombre hasta que haya sido declarado culpable, si se juzga indispensable arrestarlo, todo rigor que no sea necesario para asegurar su persona debe ser severamente reprimido por la ley”. A la vez también se encuentra como origen en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece esta garantía como uno de los puntos importantes para la defensa del hombre contra las violaciones en los fueros, así en su artículo 11.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, determinando que: ―Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa. (...)‖. Donde sentenció que: verdaderamente tal afirmación fue en forma directa y concreta, la reacción frente al régimen inquisitivo que imperaba en aquella época con anterioridad a la Revolución. Desde este punto de vista se puede establecer que desde la Revolución Francesa que se establece no permitir que los procesados no sean tratados como los verdaderos delincuentes, así dándose la protección contra la opresión y sobre todo el exceso de éstos que se daba en la práctica común. De tal suerte se pone el freno a los abusos policiales y judiciales dándole el fortalecimiento a la presunción de inocencia de los imputados que solo se desestimará con la demostración de pruebas irrefutables que borran toda duda acerca de la responsabilidad del inculpado, siendo aportado por los acusadores ya que el acusado no necesita acreditar su inocencia. Así en base al imperativo ya mencionado, de la Revolución Francesa que a pesar del tiempo transcurrido se mantiene vigente y operativa que cada vez va adquiriendo más amplitud, a pesar que algunos autores no la consideren con la importancia que ésta merece. Pero a pesar de ello, no existe discusión en la doctrina en admitir que la presunción de inocencia se halla moldeada a nivel supranacional en documentos internacionales como Convenciones y Declaraciones de Derechos humanos, como la que expresa que: “toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad (...)” VIII. EVOLUCION La evolución de este principio de manera más notoria la encontramos a finales del siglo XIX y a inicios del siglo XX donde surgieron movimientos encontrados, sobre todo aquellas que refutaban en forma absoluta la preexistencia de tal presunción que se 123 Cfr. BECCARIA, Cesare, De los Delitos y las Penas, Orbis, Buenos Aires 1984, p. 60. 160 establecía en auxilio del imputado, así encontramos a los doctrinarios Italianos; como Garófalo el que establece que este principio aminora la acción procesal ejercida por el Estado, ya que es un obstáculo para que se de la efectividad de las resoluciones en contra de los investigados, sobre todo en la materia de prisión preventiva, hasta favorecer la libertad de los imputados, más cuando en el caso pudiera instituir un peligro común y un desafío a la víctima del delito, aún cuando la culpabilidad se mostrara por confesión o flagrancia. En este punto, al tratar sobre la prisión preventiva en nuestro sistema penal, es un asunto muy importante, pues al tratarse de dicha medida se refleja claramente que es una vulneración y violación del derecho de presunción de inocencia, ya que solo se dan presupuestos simples, que no son contundentes y sobre todo que demuestren suficientemente la responsabilidad del acusado. Pero cabe mencionar que, algunos autores consideran que cuando se realiza la imputación de un delito se tienen presupuestos suficientes, que debería llevar a constituir una presunción de culpabilidad, razón de la cual resultan ilógicos admitir lo contrario , por ende aceptar la presunción de inocencia. A pesar de las doctrinas italianas que contradijeron imperativamente la validez de la presunción de inocencia, ésta fue modificada con el transcurso del tiempo dejando su postura en el pasado, más aún cuando se estableció la Constitución Italiana de 1949 promulgada el 22 de Diciembre; que en su segunda cláusula menciona que no se considera culpable al encausado hasta su sentencia definitiva. En la Carta Magna inglesa la presunción de inocencia estaba comprendida en una promesa por el cual ningún hombre sería detenido o puesto en prisión o fuera de la ley excepto por ―el juicio legal de sus pares o conforme a la ley de la tierra‖ (art. 39). Según la doctrina inglesa la expresión ―juicio legal de sus pares‖ y ―ley de la tierra‖ equivale al actual concepto inglés de debido proceso legal o due process legal. Fany Quispe 124 citando a Zamora Pierce, señala con respecto al origen de la presunción de inocencia que es el principio del debido proceso legal inglés. Pues la presunción de inocencia se encuentra ligada a la máxima ―nullum poena sine iudice‖, y ―entendida la presunción de inocencia como la exigencia de un juicio previo a toda privación de derechos la cual es similar al debido proceso contenido en los derechos Inglés y Norteamericano‖. La mencionada autora sostiene que ambos principios, el de presunción de inocencia y debido proceso legal, se encuentran previstos en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en una sola norma, el artículo 11 inciso 1, que dice: ―Se presume inocente a toda persona acusada de un acto delictivo hasta que su culpabilidad haya sido legalmente establecida en el curso de un proceso penal público donde se hayan asegurada todas las garantías necesarias para su defensa‖. Cuando hablamos del Due Process of Law actual del sistema jurídico de los EE.UU podemos reconocer derechos procesales fundamentales que se originan de los enunciados generales conocidos como Bill of Rights lo cual es mucho más complejo ya que es el fruto de ocho siglos de evolución del ordenamiento anglosajón. 124 Cfr.QUISPE FARFAN, fany Soledad. Ob. Cit. P. 26 161 Como se ha podido apreciar hasta la fecha, el Due Process se ha tenido siempre como una ―válvula reguladora‖ de los derechos a la vida, a la libertad y a la propiedad. Y actualmente es considerado como el principio informador de todo ese ordenamiento jurídico y consiste en dos garantías, el Due Process Procesal por el cual nadie puede ser privado de la vida, la libertad o propiedad sin un juicio limpio y el Due Process Sustantivo por el cual no se puede limitar estos derechos sin un motivo justificable. Luis de Bernardis125 sin embargo señala que nuestro ordenamiento no tiene el mismo contenido que en el sistema anglosajón y que la relación entre debido proceso y presunción de inocencia es innegable ya que ―sólo a través de una actividad probatoria practicada dentro de un proceso en el que se respete todas las garantías del debido proceso, por lo tanto se podrán anular los efectos de la presunción de inocencia, que de otra manera se constituirá como contenido necesario del propio proceso debido, donde desplegará la eficacia que la caracteriza. Es así como el desarrollo de la presunción de inocencia se encuentra ligada a la historia de los ataques en su contra, tal como lo señala el jurista italiano Luigi Ferrajoli126 que estos ataques vinieron en un primer momento de la escuela positiva la cual consideraba absurda la presunción de inocencia, los principales exponentes de esta postura fueron Enrico Ferri, Garófalo y Consenza. Ferri sostenía que la presunción de inocencia debía reconocerse ―no a favor de todos los delincuentes sino sólo respecto de algunos‖. Como vemos se adelantaba a poner el calificativo de ―delincuentes‖. La Escuela Positiva en su afán de lograr una justicia penal eficaz en la defensa de la sociedad, no dudó en retroceder siglos de civilización jurídica para propugnar la reintroducción de la ―absolución en la instancia‖ y para ―autorizar un nuevo proceso por el mismo hecho cuando se presenten nuevas pruebas‖, debiendo admitirse junto con los pronunciamientos de absolución de non liquet (no está claro) o not proven (no probado) para los casos en que el tribunal no pueda salir de la duda. En el estudio que hace Fany Quispe a la evolución del principio de presunción de inocencia 127 refiere que posteriormente la presunción de inocencia fue negada en un plano dogmático y técnico por Bettiol.,quien restringía lo que él llamaba la ―debatida presunción de inocencia‖ a la aplicación del indubio pro reo y agregaba además que si bien la presunción de inocencia podría admitirse políticamente, no podría aceptarse su existencia jurídica. La inversión del principio, afirmando que ―no se presumía a nadie culpable‖, originó el reconocimiento de su existencia jurídica y sus consecuencias por este autor. Sin embargo fuertes fueron las críticas que recibió por parte de Manzini, quien la catalogó de ―un extraño absurdo extraído del empirismo francés‖, pues sostenía que la experiencia demostraba que la mayor parte de los inculpados eran culpables. De este modo se sostenía que era un error afirmar que la finalidad del proceso penal era principalmente la de tutelar la inocencia. 125 Cfr. DE BERNARDIS LLOSA, Luis Marcelo. La Garantía Procesal del Debido Proceso. Lima, Cultural Cuzco, 1995, p. 279. 126 Cfr. FERRAJOLI, Luigi. Derecho y Razón: Teoría del Garantismo Penal. Madrid, Editorial Trotta, 1995, p.550. 127 Cfr. Cfr.QUISPE FARFAN, fany Soledad. Ob. Cit., p. 30. 162 Posteriormente, con la aparición del fascismo, la presunción de inocencia deviene en caída, ya que en dicha época primó la presunción opuesta es decir la de ―culpabilidad‖, ya que la captura era practicada en todo momento y lugar al igual que la detención preventiva y la exclusión de la defensa. A lo largo de las últimas décadas la aplicación de la presunción de inocencia ha sido objeto de confusiones que han sido corregidas con el desarrollo jurisprudencial y doctrinario. Así, en algunos países la aplicación de la presunción de inocencia, antes de su constitucionalizacion, se realizaba por los tribunales bajo la invocación del indubio pro reo. IX. PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y CULPABILIDAD La culpabilidad para el profesor Amado Ezaine Chávez128 es uno de los elementos esenciales del delito. No basta que la acción sea típicamente antijurídica para agotar la teoría del delito, sino que ésta ha de ser culpable, es decir que debe existir el desprecio del sujeto por el orden jurídico y por los mandatos y prohibiciones que tienden a constituirlo y conservarlo. Una acción es culpable dolosa, culposa o preterintencionalmente, según las exigencias de la ley penal lo cual constituye el núcleo de la culpabilidad. En un sentido amplio de responsabilidad penal, solo se declara mediante una sentencia firme, la cual además se erige como la única forma de imponer una pena a alguien. César San Martín Castro129 sostiene al respecto dos ideas fundamentales: a) b) La exigencia de auténticos actos de prueba. El principio de libre valorización o criterio de conciencia por los jueces ordinarios en su valoración. Este principio constituye un punto de partida político ya que no afirma que el imputado sea, en verdad, inocente, sino, antes bien, que no puede ser considerado culpable hasta la decisión que pone fin al procedimiento, condenándolo. Por lo tanto podemos considerar adecuada la exigencia de que nadie puede ser considerado culpable hasta que así se declare por sentencia condenatoria. Este mismo autor sostiene cinco presupuestos tomados de la jurisprudencia constitucional española que son los siguientes: 1. Suficiente actividad probatoria. 2. Producida con las garantías procesales. 3. Que de alguna manera pueda entenderse de cargo. 4. Que se pueda deducir la culpabilidad del procesado. 5. Que se haya practicado en el juicio. Teniendo en cuenta que los imputados gozan de una presunción iuris tantum, es decir, admite prueba en contrario, por tanto en el proceso ha de realizarse una actividad 128 Cfr. EZAINE CHAVEZ, Amado. Tratado de derecho Penal. 6ª ed. Ediciones jurídicas, Lambayeque, 1986, p. 69. 129 Cfr. SAN MARTIN CASTRO, César. Ob. Cit.p.116 163 necesaria , exhaustiva y suficiente para convertir la acusación en verdad que se pruebe; las pruebas deben merecer la intervención judicial en la fase del juicio oral, cuya obligatoriedad y publicidad impone la Constitución Política ; con un escrupuloso respeto a las normas tuteladoras de los derechos y principios fundamentales, que guían todo Estado Social y Democrático de Derecho, pues de lo contrario sería incoherente. Además, para que pueda aceptarse el principio de presunción de inocencia es necesario que se aprecie un vacío en lo actuado o una notable insuficiencia probatoria, debido a la ausencia de pruebas y que no necesita de un comportamiento activo del imputado. César Martín Castro130 recoge dos niveles en los que se da este derecho según una jurisprudencia española. a) Fáctico, comprensivo tanto de la acreditación de hechos descritos en un tipo penal como de la culpabilidad del acusado, entendida como sinónimo de intervención o participación en el hecho de una persona. b) Normativo, que abarca tanto la regularización en la obtención y producción de la prueba como a la comprobación de la estructura racional de la convicción del juzgador, lo cual se realizaría través de la necesaria motivación que toda sentencia debe tener. Es importante además remarcar la necesidad de afirmar la certeza de los cargos objeto de acusación. Ya que la duda y aun la probabilidad son argumentos que invalidan la imposición de una sentencia condenatoria. La idea central del tratamiento como inocente se vincula, al carácter restrictivo de las medidas de coerción en el proceso penal y la prueba de los hechos contenidos en la acusación corresponde al acusador, es decir al fiscal en los delitos públicos y en los delitos privados como es lógico corresponderá al acusador privado o querellante; porque siendo él quien niega la inocencia establecida por el orden jurídico, será él quien deberá asumir la responsabilidad, incluso frente a la víctima, en el caso de suministrar la prueba de culpabilidad. X. ALCANCES DEL PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Devis Echandía131 afirma que esta presunción de inocencia tiene origen constitucional, y es consecuencia de los principios in dubio pro reo y del favor rei, pero su enorme importancia justifica que sea formulado también con entidad propia. Se viola este principio cuando se consagran en la ley penal presunciones de responsabilidad; cuando se establece el sistema de que a falta de prueba suficiente para procesar, en vez de sobreseer de forma definitiva al imputado, se le dicta un sobreseimiento temporal que lo mantiene como sospechoso de ser culpable; cuando se 130 Cfr. SAN MARTIN CASTRO, César. Ob. Cit.p.117 131 Cfr. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría General del Proceso, 3ª ed., Editorial Universidad, Buenos Aires, 2004, p. 80. 164 absuelve al procesado, pero agregando que se debe a insuficiencia de pruebas, porque equivale a desconocer que si éstas no existen, simplemente se le debe considerar inocente y que solamente cuando el juez tenga pleno convencimiento o certeza de la responsabilidad deja aquel de estar protegido por la presunción de inocencia que toda persona tiene mientras no se le pruebe plenamente. En un modelo de Estado de Derecho se demanda la construcción de mecanismos protejan la libertad de la persona humana, que tal forma que la limitación de la libertad de una persona sea con el mínimo margen de error. Así podemos afirmar que nuestro modelo prefiere la existencia de culpables sueltos que existan inocentes que sufran penas que no deben. Lo aludido es porque hoy el principio de presunción de inocencia, la que nació como una renuencia frente a la demasía del sistema inquisitivo, ―forma parte de la conciencia universal acerca del valor de la persona‖132. Así en este sentido es que la presunción de inocencia llegar a tener un alcance muy amplio en un Estado, en sentido de justicia y protección humana lo que ha llevado a la constitucionalización de la presunción de inocencia, que explicaremos más adelante. Como ya lo mencionamos la presunción de inocencia constituye para unos un derecho y para otros una garantía. El ser ―mirado como inocente‖ al que hacía alusión la máxima de Trajano, es una forma de creer y respetar al ser humano. Hoy la presunción de inocencia, que nació como una reacción frente al exceso del sistema inquisitivo, está en la conciencia de todos en el sentido de justicia y de protección humana, por lo que podemos afirmar que tiene un alcance universal. Citando una vez a Fany Quispe, concordamos con la autora en cuanto a la exigencia por parte del Estado de que se construyan mecanismos para que la limitación de la libertad de una persona sea con el mínimo margen de error. Es decir, que el modelo prefiere que existan culpables absueltos, pero no puede tolerar que existan inocentes sufriendo pena alguna. Por ello se lleva a reconocer a la presunción de inocencia como un escudo de protección. VII. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA Nuestra Constitución ubica a la presunción de inocencia dentro de los Derechos Fundamentales de la persona. Al respecto Fanny Quispe Farfán 133considera que esta norma constitucional tiene aplicación directa e inmediata al caso concreto, es decir, no requiere de otra disposición que la desarrolle. Es de observancia obligatoria por los jueces, fiscales y policía, en los casos que son de su conocimiento. También en aquellas investigaciones administrativas realizadas por los órganos de Control del poder Judicial 132 Cfr. BINDER, Alberto, Introducción al derecho Procesal Penal. Ad HOC, Buenos Aires 1993, p. 120. 133 Cfr. QUISPE FARFAN, Fanny. El Derecho a la Presunción de Inocencia, Ob. Cit., p. 95 165 y Ministerio Público; las que realiza el Consejo Nacional de la Magistratura; y el Congreso por medio de sus Comisiones Investigadoras. La inocencia de una persona a quien se incrimina una infracción siempre se presume, y debe ser observada por toda autoridad hasta que una sentencia dictada por el juez lo niegue o lo confirme. Como lo mencionamos la presunción de inocencia, considerado como estado jurídico del imputado, establece que la carga de la prueba no le corresponde al imputado sino al acusador; pero que se debe entender que no impide naturalmente que el imputado, si así lo estima necesario, presentar los descargos y los alegatos que crea convenientes a su defensa. Nuestra Constitución sitúa este principio dentro de los derechos fundamentales a la libertad el cual se podría definir como un derecho subjetivo público que puede limitarse o perderse por acción de los órganos penales. EL Tribunal Constitucional ha señalado en anterior oportunidad: ―que el derecho fundamental a la presunción de inocencia, en tanto que presunción iuris tántum, implica que ―(...) a todo procesado se le considera inocente mientras no se pruebe su culpabilidad: vale decir, hasta que no se exhiba prueba en contrario. Rige desde el momento en que se imputa a alguien la comisión de un delito, quedando el acusado en condición de sospechoso durante toda la tramitación del proceso, hasta que se expida la sentencia definitiva‖.134 El artículo 1° constitucional establece la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad por lo tanto todo individuo goza de las garantías derivadas de esa ley y no pueden restringirse ni suspenderse sino en los casos y con las condiciones estipuladas en la propia Constitución. Pablo Sánchez Velarde135 al respecto señala que nuestra norma constitucional tiene aplicación directa e inmediata al caso concreto, es decir, no requiere de otra disposición que la desarrolle. Es de observancia obligatoria por los jueces, fiscales y policía, en los casos que son de su conocimiento. Como podemos apreciar a la luz de la legislación señalada a lo largo del presente trabajo sobre la presunción de inocencia, calificada también como un estado jurídico, constituye hoy un derecho fundamental de ser solamente un principio teórico de derecho, representa una garantía procesal para todos; es la máxima garantía del imputado y uno de los pilares del proceso penal acusatorio. Por lo tanto, surge que no se puede tratar como culpable a una persona a quién se le atribuya un hecho punible cualquiera sea el grado de la imputación, hasta que el estado, por medio de sus órganos pronuncie una sentencia penal firme que declare la culpabilidad y lo someta a una pena. La presunción de inocencia es muy importante en nuestro sistema procesal penal peruano, además denota un alto grado de democracia y refuerza un Estado Social y Democrático de Derecho. El derecho de la presunción de inocencia en Europa la presunción de inocencia no existe. En Europa el sospechoso o acusado tiene la obligación de probar su inocencia. 134 STC 0618-2005-PHC/TC, FF.JJ. 21 y 22 135 Cfr. SANCHEZ VELARDE, Pablo. Ob. Cit. p. 301. 166 Sin embargo en nuestro sistema de justicia, el sospechoso o acusado no se encuentra obligado a probar su inocencia, es el Estado el que tiene la responsabilidad de probar que se ha cometido un delito. Por lo tanto, el Estado Peruano, tienen no solo el derecho sino también la obligación de combatir la violencia en el marco del respeto de la legalidad, de los derechos humanos y del estado democrático de derecho. No todas las limitaciones a los derechos humanos constituyen por lo tanto una violación a los mismos. No obstante, es necesario recordar que debe existir un justo equilibrio entre el goce de las libertades individuales y el interés general en torno a la seguridad nacional. Al respecto el Tribunal Constitucional se ha referido en diferentes sentencias sobre este derecho fundamental y a manera de ejemplo analizaremos una de ellas,136 en esta sentencia el Tribunal ha sostenido que la presunción de inocencia, por ser una presunción iuris tántum, implica que ―(...) a todo procesado se le considera inocente mientras no se pruebe su culpabilidad: vale decir, hasta que no se exhiba prueba en contrario. Rige desde el momento en que se imputa a alguien la comisión de un delito, quedando el acusado en condición de sospechoso durante toda la tramitación del proceso, hasta que se expida la sentencia definitiva‖. De igual forma, se ha dicho que ―la presunción de inocencia se mantiene ‗viva‘ en el proceso penal siempre que no exista una sentencia judicial que, como corolario del cauce investigatorio llevado a cabo con las garantías inherentes al debido proceso, logre desvirtuarla (...)‖. En cuanto a su contenido, se ha considerado que el derecho a la presunción de inocencia comprende: ―(...) el principio de libre valoración de la prueba en el proceso penal que corresponde actuar a los Jueces y Tribunales; que la sentencia condenatoria se fundamente en auténticos hechos de prueba, y que la actividad probatoria sea suficiente para generar en el Tribunal la evidencia de la existencia no sólo del hecho punible, sino también la responsabilidad penal que en él tuvo el acusado y así desvirtuar la presunción‖. No obstante el desarrollo del derecho fundamental a la presunción de inocencia, es pertinente hacer algunas precisiones adicionales a efectos de una cabal comprensión y tutela del derecho en mención. En primer lugar, se quiere decir que, como todo derecho fundamental, el derecho a la presunción de inocencia tiene un doble carácter. Esto es, que no solamente es un derecho subjetivo, sino también una institución objetiva dado que comporta determinados valores inherentes al ordenamiento constitucional. Esta misma sentencia señala por otro lado, que el derecho fundamental a la presunción de inocencia no es un derecho absoluto sino relativo. De ahí que, en nuestro ordenamiento, se admitan determinadas medidas cautelares personales –como la detención preventiva o detención provisional–, sin que ello signifique su afectación, ―(...) porque tales medidas sirven precisamente para esclarecer el hecho reprochado y por ello son imprescindibles para llevar a cabo un procedimiento penal orientado en principios propios de un Estado de derecho‖ ; siempre, claro está, que tales medidas sean dictadas bajo criterios de razonabilidad y proporcionalidad. Parte de esa relatividad del derecho a la presunción de inocencia se vincula también con que dicho derecho 136 Expediente N.° 10107-2005-PHC/TC 167 incorpora una presunción iuris tántum y no una presunción absoluta; de lo cual se deriva, como lógica consecuencia, que la presunción de inocencia puede ser desvirtuada o destruida mediante una mínima actividad probatoria. En el presente caso, el demandante alega que procede la adecuación del tipo penal previsto en el artículo 297.º, inciso 6, del Código Penal al tipo base, en la medida en que, al estar ausente el tercer imputado, no puede sostenerse que el delito haya sido cometido por tres personas, sino por dos; de lo contrario, se estaría afectando el derecho a la presunción de inocencia de aquella persona que está ausente en el proceso penal, toda vez que esta no ha sido sentenciado. Tal argumento no es compartido por este Colegiado. Como ya se señaló anteriormente, el derecho a la presunción de inocencia no comporta una presunción absoluta, sino una presunción iuris tántum. Por eso mismo, tal presunción puede quedar desvirtuada sobre la base de una mínima actividad probatoria. En el caso concreto, tanto el demandante como Jorge Acosta Huamán fueron condenados por la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas, reservándose el proceso a David López Silva o Isaías Aira Vásquez. A juicio de este Colegiado, el hecho de que el juez penal haya ordenado la reserva del proceso de este último se sustenta en que existen evidencias suficientes que, llegado el momento, justificarán una condena; de lo contrario, se le habría absuelto, toda vez que lo que la Constitución (artículo 139, Inciso 12º) prohíbe es que una persona sea condenada en ausencia, mas no que sea absuelta. En consecuencia, no se advierte la alegada violación de los derechos fundamentales invocados por el demandante. VIII. EL ESTADO JURÍDICO DE LA INOCENCIA EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS El principio de inocencia también tiene un amplio marco internacional, viene a ser el reconocimiento y el respeto de dicho derecho en el ámbito internacional. El primer respaldo internacional de este principio lo encontramos en La declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 establece en el art. 11º.1 que: … ―Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa‖. También el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en el artículo 14 inciso 2 señala: que ―Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley‖. Igualmente la Convención Americana sobre Derechos Humanos de San José de Costa Rica señala en el artículo 8º inciso 2 que ―toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad”. En Europa también encontramos el mismo principio en el Convenio de Roma para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales el cual en el art. 6º 168 inciso 2 establece que “Toda persona acusada de una infracción se presume inocente hasta que su culpabilidad haya sido legalmente declarada”. De lo establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), podemos mencionar que por el derecho de presunción de inocencia el imputado goza de este derecho mientras que no se demuestre su culpabilidad, siendo el acusador el responsable de demostrar mediante pruebas incuestionables dicha culpabilidad, que determine una sentencia firme. Países Latinoamericanos como Colombia (art. 29 Constitución), Bolivia (art. 17 inc. 1 Constitución), Guatemala (art. 14 Constitución), han regulado constitucionalmente la presunción de inocencia, al igual que España por encontrarse previsto en importantes tratados internacionales. En Colombia la Corte Constitucional 137ha declarado que el sistema penal y procesal colombiano se encuentra edificado sobre el principio de la presunción de inocencia, consagrado en el artículo 29º de la Constitución, según el cual toda persona se presume inocente mientras no se haya declarado judicialmente culpable. En este caso la carga de la prueba está a cargo del Estado, sin perjuicio de que los sujetos procesales también puedan ejercer su iniciativa probatoria a fin de buscar el esclarecimiento de los hechos. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en el artículo 8.5 establece que si bien el proceso debe ser público, debe evitarse la publicidad en todo aquello que debe sea necesario para preservar los intereses de la justicia. También el artículo 14.1 establece restricciones al acceso de los medios de comunicación y del público por razones de moralidad, orden público o seguridad nacional. Además de que se inculque una mayor precisión en el lenguaje por parte de los profesionales de la comunicación, es decir que su lenguaje sea ponderado, sobre todo cuando hay que informar de determinados hechos que puedan afectar los derechos fundamentales, de tan trascendental contenido como lo es la presunción de inocencia e incluso el propio derecho al honor de la persona afectada. XII. PRESUNCION DE INOCENCIA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN Hay que tener presente en todo momento que el principio de inocencia sólo se puede romper con la sentencia penal y solo mediante la sentencia se puede señalar a una persona como autor de un delito. Por lo tanto, mientras no exista tal resolución no es admisible que otros señalen como culpables a quienes la ley no los han señalado así. Sin embargo, basta mirar unos cuantos programas noticiosos o leer unas cuantas portadas de diarios y revistas para apreciar que este principio se vulnera a cada instante. La jurisprudencia Española tal como señala Fany Quispe138 señala que ―no es admisible que una noticia publicada en un medio de información pueda calificar a una persona como autor de un delito‖ en el momento de la detención de esa persona, dado que el único acto que puede quebrar la presunción de inocencia del acusado en nuestro ordenamiento es la sentencia del tribunal que declara la autoría del delito, y tal 137 138 Sentencia C-176 de 1994 Cfr. QUISPE FARFAN, Fanny. El Derecho a la Presunción de Inocencia, Ob. Cit., p. 71 169 resolución judicial, obviamente no existía en el momento de publicarse la noticia de la detención‖. A pesar de ello, como ya lo mencionado, se observa a diario que los medios de comunicación suelen tomarse esa atribución, sin medir los graves efectos que conlleva. Sin embargo la difusión de noticias sustentadas en la publicidad de los procesos y en el derecho a informarse de la población, encuentran límite en el respeto a la presunción de inocencia y en evitar su sensacionalismo. La noticia en torno a la comisión de un delito por el cual se sindica como culpable, genera un estigma en la persona frente al grupo social en el que se desenvuelve, este daño a quien se presume inocente y más aún resulta perdurable. Por eso podemos afirmar que este error que cometen los medios de comunicación atropella el honor de las personas ya que estos medios solo le dan prioridad al hecho de tener una noticia importante que ―venda‖ amparándose en los derechos de libertad de expresión y libertad de informar atropellan el principio que estamos tratando y marcan a la persona como con hierro de marcar porque la sociedad le negará su confianza y oportunidades laborales. Todo esto evidencia que no se ha tomado conciencia de los alcances de la presunción de inocencia porque los medios de comunicación informan a la opinión pública sobre la comisión de un delito no solo suministrando el nombre sino también dando a conocer a la opinión pública sus fotos o videos y de esta manera estará definitivamente estigmatizado por la sociedad, ya que se lo relacionará de por vida, como autor del presunto hecho delictivo aunque posteriormente resulte absuelto. Fany Quispe139 señala que solo un Juez libre de prejuicios podrá ostentar una actitud imparcial ante el inculpado y aplicará debidamente a la hora de resolver, de ser el caso, el indubio pro reo. Por lo tanto, para que ello resulte así, se requiere que el Juez tenga una autonomía frente a la opinión pública y a diferentes presiones como el ―rating‖. Es por eso que encontramos que la prensa o la opinión pública puede influir en el Juez. Entonces lo más aconsejable sería que la justicia penal fuera lo suficientemente rápida para evitar la intromisión de la prensa en los juzgados y que se cree en la sociedad prejuicios sobre la culpabilidad de algún imputado, lo cual pone en peligro su derecho de defensa y por consiguiente la presunción de inocencia. Además, la presencia de los medios de comunicación en los juicios puede generar en los casos de interés, una excesiva publicidad, y ésta a su vez pudiera afectar de alguna manera el ánimo del juzgador, sea juez o jurado. XIII. PRESUNCION DE INOCENCIA Y PRISION PREVENTIVA La prisión preventiva es definida por Pedro Flores Polo140 como un acto procesal dispuesto por una resolución jurisdiccional que produce una privación provisional de la libertad personal del imputado, con el propósito de asegurar el desarrollo del proceso penal del imputado, con el propósito de asegurar el desarrollo del proceso penal y la eventual ejecución de la pena. 139 140 Cfr. QUISPE FARFAN, Fanny. El Derecho a la Presunción de Inocencia, Ob. Cit., p. 120 Cfr. FLORES POLO, ob. Cit. Tomo II, p.337. 170 Para Gonzalo del Río Labarthe 141 la prisión preventiva resulta un tema en completa oposición con el principio de presunción de inocencia y afirma que es sin duda la más grave y polémica de las resoluciones que el órgano jurisdiccional puede adoptar en el transcurso del proceso penal, porque mediante la adopción de esta medida cautelar se priva al imputado de su derecho fundamental a la libertad, en un prematuro estadio procesal en el que por no haber sido todavía condenado se presume su inocencia. Por esta razón, consideramos que el principio tratado en el presente trabajo es decir el principio de inocencia encuentra uno de sus principales obstáculos en la prisión preventiva. Por ello, consideramos de vital importancia que se establezcan los límites de una manera más clara. Ya que la doctrina vincula como derecho fundamental al principio de inocencia aún con el tratamiento del imputado sometido a prisión preventiva durante el proceso penal. Al respecto hemos logrado comprender que el derecho a la libertad que es una consecuencia del principio de inocencia no se ve limitado en gran medida porque priman criterios de orden público. Citando una vez más a Gonzalo del Río Labarthe142, él establece tres exigencias específicas: 1) Criterio rector del ordenamiento procesal penal, mediante el cual se establecen garantías para el imputado frente al ius puniendi del Estado, que obliga a partir siempre de la inocencia y no de la culpabilidad hasta que una u otra esté establecida con certeza jurídica firme; 2) Regla de juicio, que exige que la prisión preventiva recaiga en supuestos donde la pretensión acusatoria tiene un fundamento razonable; 3) Regla de tratamiento del imputado durante el proceso penal. Que obliga que la medida de prisión preventiva no adquiera carácter retributivo, ni sea impuesta como una pena anticipada. Como vemos la regulación de la prisión preventiva adquiere una especial importancia con respecto a la presunción de inocencia y viceversa. La contradicción material consiste en privar de libertad a un imputado antes de que se le condene. Aquí consideramos que es natural que exista esta prisión preventiva la cual no debe verse como una pena porque no lo es y tampoco vulnera el principio considerado en el presente trabajo. XIV. PRESUNCION DE INOCENCIA Y ACTIVIDAD PROBATORIA La presunción de inocencia está vinculada estrechamente a la actividad probatoria, pues aquella gira en torno a la inocencia que se presume del imputado. Aquí radica el 141 Cfr. DEL RIO LABARTHE, Gonzalo. Comentarios al nuevo Código Procesal Penal, Ara editores, Lima, 2009, p. 307. 142 Cfr. DEL RIO LABARTHE, Gonzalo. Ob. Cit. p. 308 171 significado principal de la presunción de inocencia que según Ortells Ramos143 hacen necesaria las exigencias respecto a la prueba para que puedan hacerse una válida declaración de culpabilidad. Sobre esta misma relación presunción de inocencia y actividad probatoria Ramos Menéndez144 destaca lo siguiente: a) Se trata de una presunción iuris tantum que puede desvirtuarse con una mínima actividad probatoria, producida con todas las garantías procesales, que puede entenderse de cargo y de la que se puede deducir la culpabilidad del acusado. b) No puede tomarse como prueba lo que legalmente no tenga carácter de tal, y que la simple reproducción en el juicio oral no puede otorgar valor de prueba, como sucede con el atestado policial. c) La actividad probatoria ha de realizarse normalmente en el acto del juicio oral, afirmación que se vincula al derecho del interesado a su defensa y a un proceso público con todas las garantías, y que se traducen en los principios de oralidad, inmediación y contradicción que rigen en el proceso penal. d) El órgano judicial puede realizar inferencias lógicas de la actividad probatoria llevada a cabo, siempre que no sean arbitrarias, irracionales o absurdas. Ciertamente, se trata de una presunción iuris tantum, que permite que toda persona conserve su estado de inocencia mientras no se expida una resolución judicial definitiva. De todo ello, derivan consecuencias igualmente importantes, pues las personas mantienen inviolable su derecho de defensa, es liberada de la carga de la prueba y, además, existiendo duda sobre su culpabilidad, el juzgador resolverá la situación del acusado aplicando otro principio: el indubio pro reo. XIII. UN PROBLEMA MANIFIESTO: EL LAVADO DE ACTIVOS Hemos querido tratar como tema de fondo el Lavado de activos y la presunción de inocencia. Comenzaremos por definir lo que es el lavado de activos y al respecto en el portal de la Superintendencia de Banca y Seguros encontramos la siguiente definición: ―… conjunto de operaciones realizadas por una o más personas naturales o jurídicas, tendientes a ocultar o disfrazar el origen ilícito de bienes o recursos que provienen de actividades delictivas. El delito de lavado de activos, se desarrolla usualmente mediante la realización de varias operaciones, encaminadas a encubrir cualquier rastro del origen ilícito de los recursos‖. Al respecto podemos dar un breve preámbulo señalando que anteriormente solo se consideraba al lavado de dinero lo que hoy se denomina lavado de activos y la primera 143 Cfr. ORTELLS RAMOS, Manuel. Jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derecho Humanos, Akal, Madrid, 1993, p. 195 144 Cfr. RAMOS MENENDEZ, Fernando. El Proceso Penal, Bosch, Barcelona, 1997, p. 15 172 vez que se incorpora la figura de lavado de dinero en nuestro Código Penal fue en noviembre de 1991 a través del Decreto Legislativo 736, en donde solamente se consideraba como delito de lavado de dinero a las ganancias ilegales provenientes de actividades del tráfico ilícito de drogas. Un año más tarde este Decreto legislativo fue derogado por el artículo 1 de la Ley Nº 25399, publicado el 10 de febrero de 1992, siendo incorporado nuevamente en el Artículo 1 del Decreto Ley Nº 25428, publicado el 11de abril de ese mismo año. Posteriormente a ello se da otra modificación mediante el Artículo Primero de la Ley Nº 26223, publicado el 21 de agosto de 1993, siendo el último párrafo de ésta norma adicionado por el Artículo Único de la Ley Nº 27225, publicado el 17 de diciembre de 1999 que reguló este delito hasta la entrada en vigencia de la Ley Nº 27765 del 27 de junio del año 2002 fecha a partir de la cual se deja de hablar de lavado de dinero proveniente del tráfico ilícito de drogas, y se utiliza el término ―Lavado de Activos‖ para referirse a las actividades orientadas a legalizar o lavar dinero mal habido o de ilícita procedencia, considerando las ganancias ilegales provenientes de actividades delictivas en general y no exclusivamente del tráfico ilícito de drogas, pues conforme al artículo 6º de la citada ley, las ganancias ilegales pueden provenir de actividades del tráfico de drogas, terrorismo, delitos contra la administración pública, secuestro, extorsión, proxenetismo, trata de personas, tráfico ilícito de migrantes, defraudación tributaria; contra el patrimonio en su modalidad agravada; delitos aduaneros, u otros similares que generen ganancias ilegales, con excepción de los actos contemplados en el artículo 194 del Código Penal. La prueba que se convalida en el delito de lavado de activos según César Hinostroza145 resulta estar un tanto apartado de la concepción formal de la prueba, ya que la prueba usual en este delito es la indiciaria, a cuyo efecto la experiencia dicta como válidos, y a título simplemente enunciativo los siguientes indicios: 1. En primer lugar, el incremento inusual del patrimonio de quien realiza las operaciones de ingreso de dinero o bienes al mercado o el manejo de cantidades de dinero que por su elevada cantidad, dinámica de las transmisiones, características del negocio mercantil llevado a cabo, razonabilidad de las inversiones o por tratarse de dinero en efectivo, pongan de manifiesto operaciones extrañas a las prácticas comerciales ordinarias. 2. En segundo lugar, la inexistencia de negocios lícitos que justifiquen el incremento patrimonial o las transferencias dinerarias. 3. En tercer lugar, la constancia de algún vínculo o conexión con actividades de tráfico de drogas o con personas o grupos relacionados con aquellas; y, 4. En cuarto lugar, la utilización de documentos falsos para aparentar operaciones inexistentes, que estos indicios y otros que se establezcan caso por caso, siempre que por su gravedad y fuerza conviccional permitan inferencias razonables, y claro está, en la medida que se encuentren plenamente acreditados, pueden enervar la presunción de inocencia y, por ende, justificar una sentencia condenatoria. En efecto, para la procedencia de una sentencia condenatoria se exige la concurrencia de los elementos indiciarios precedentemente señalados, indicios que en conjunto hacen 145 Cfr: HINOSTROZA PARIACHI, César. El delito de lavado de activos : delito fuente. Lima : Grijley, 2009, p. 79. 173 unidad de prueba que crea convicción en el Juzgador sobre la responsabilidad penal del procesado o los procesados y como tal se hacen merecedores de la correspondiente sanción penal. El término "Lavado de Activos" tiene varios sinónimos. Entre los más comunes: - Money Laundering (lavado de dinero), en la terminología anglosajona. - Blanqueo de capitales (Blanchiment de Capitaux), en la zona EURO. - Ripulitura, en Italia. El delito de lavado o blanqueo de activos según Tomás Galvez146es una figura penal autónoma de carácter pluriofensivo de distintos bienes jurídicos penalmente relevantes y dirigida a tutelar el orden socio económico, en concreto, la leal competencia del ordenamiento socio económico; ello es así porque se trata del ingreso de capitales generados sin los normales costos personales y financieros o industriales, ni carga tributaria, que dan lugar a una desestabilización de las condiciones mismas de la competencia y el mercado. A nuestro entender encontramos que el artículo 6º de la ley que a la letra dice:”… El origen ilícito que conoce o puede presumir el agente del delito podrá inferirse de los indicios concurrentes en cada caso. El conocimiento del origen ilícito que debe conocer o presumir el agente de los delitos que contempla la presente ley, corresponde a conductas punibles en la legislación penal como el tráfico ilícito de drogas; delitos contra la administración pública; secuestro; proxenetismo; tráfico de menores; defraudación tributaria; delitos aduaneros u otros similares que generen ganancias ilegales, con excepción de los actos contemplados en el artículo 194° del Código Penal. En los delitos materia de la presente ley, no es necesario que las actividades ilícitas que produjeron el dinero, los bienes, efectos o ganancias, se encuentren sometidas a investigación, proceso judicial o hayan sido objeto de sentencia condenatoria.” Como podemos apreciar este artículo colisiona ampliamente con el principio de presunción de inocencia puesto que en la doctrina se ha repetido de manera constante y reiterada que debe haber un indicio, es decir un hecho base que debe ser probado por medio de pruebas directas, pero en este caso recién se va a investigar el hecho partiendo de la presunción de culpabilidad mas no de inocencia; por lo tanto resulta necesario que los indicios se basen en hechos bien acreditados. Consideramos que es incorrecto que se parta de una presunción de culpabilidad porque esto altera el derecho a la dignidad humana. El ser humano debe ser mirado como inocente y sin embargo las medidas cautelares que se toman señalan lo contrario. 146 Cfr. GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. “El Delito de Lavado de Activos”. Lima- Perú: Editora Jurídica Grijley. 2004., p.35- 68. 174 El Doctor José Caro147 en su artículo sobre lavado de activos señala una verdad tangible, que la norma sobre lavado de activos está encaminada a combatir las acciones de encubrimiento que dificultan la identificación del origen ilícito del activo, y esto es así debido a que la norma nacional se ha adecuado a los principios contenidos en las diferentes Convenciones de las Naciones Unidas sobre la materia realizando medidas procesales como la incautación, la confiscación, el decomiso, sin embargo no se está atacando el origen de la enfermedad sino solo los síntomas externos o como cita el autor la idea es atacar ―el nervio de la organización criminal‖ porque el sentido jurídico de la ley antilavado apunta únicamente a la identificación del activo ilícito para su pronta incautación o decomiso pero sin atacar la actividad previa generadora del activo ilícito es decir el delito previo o delito fuente de donde emanan los activos ilícitos; si se corrigieran estos errores que acarrean tantas incongruencias que colisionan con distintos derechos entre ellos el principio que hemos tratado a lo largo de éste capítulo se daría un gran avance en la humanidad. XII. JURISPRUDENCIA JURISPRUDENCIA PENAL Corte Superior de Justicia de Ucayali SALA ESPECIALIZADA EN LO PENAL PERMANENTE EXP. Nº 2004-0083-242502-JX1P PROVIENE JUZGADO MIXTO DE LA PROVINCIA DE ATALAYA D. D. LLANOS CHÁVEZ SENTENCIA “CONSIDERANDO: PRIMERO: Que, para dictar una sentencia condenatoria no es suficiente el convencimiento subjetivo del Juez, sino que el mismo debe apoyarse en una mínima actividad probatoria de cargo producida con las garantías procesales y especialmente, con respeto absoluto a los derechos fundamentales, tendientes a desvirtuar la presunción de inocencia, de tal forma que el resultado de la misma puede obtenerse la convicción judicial acerca de la culpabilidad del procesado; y, en caso de duda, de acuerdo a los Principios Constitucionales que orientan todo proceso, se debe presumir su inocencia conforme a lo previsto en el literal «e» del inciso vigésimo cuarto del artículo segundo de la Constitución Política del Perú‖. 147 Cfr. CARO JOHN, José Antonio. Alcances del ―auto-lavado‖ impune en el delito de lavado de activos. Trabajo inédito. 175 JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL STC: EXP. N.° 0618-2005-PHC/TC FF.21 (…) que el derecho fundamental a la presunción de inocencia, en tanto que presunción iuris tántum, implica que ―(...) a todo procesado se le considera inocente mientras no se pruebe su culpabilidad: vale decir, hasta que no se exhiba prueba en contrario. Rige desde el momento en que se imputa a alguien la comisión de un delito, quedando el acusado en condición de sospechoso durante toda la tramitación del proceso, hasta que se expida la sentencia definitiva‖. STC: EXP. N.° 0618-2005-PHC/TC FF. 22 (…) ―la presunción de inocencia se mantiene ‗viva‘ en el proceso penal siempre que no exista una sentencia judicial que, como corolario del cauce investigatorio llevado a cabo con las garantías inherentes al debido proceso, logre desvirtuarla (...)‖. FF.22 ―(...) el principio de libre valoración de la prueba en el proceso penal que corresponde actuar a los Jueces y Tribunales; que la sentencia condenatoria se fundamente en auténticos hechos de prueba, y que la actividad probatoria sea suficiente para generar en el Tribunal la evidencia de la existencia no sólo del hecho punible, sino también la responsabilidad penal que en él tuvo el acusado y así desvirtuar la presunción‖. STC EXP. N. ° 10107-2005-PHC/TC FF.6. ― … No obstante el desarrollo del derecho fundamental a la presunción de inocencia, es pertinente hacer algunas precisiones adicionales a efectos de una cabal comprensión y tutela del derecho en mención. En primer lugar, se quiere decir que, como todo derecho fundamental, el derecho a la presunción de inocencia tiene un doble carácter. Esto es, que no solamente es un derecho subjetivo, sino también una institución objetiva dado que comporta determinados valores inherentes al ordenamiento constitucional‖. FF. 7. ―Por otro lado, el derecho fundamental a la presunción de inocencia no es un derecho absoluto sino relativo. De ahí que, en nuestro ordenamiento, se admitan determinadas medidas cautelares personales –como la detención preventiva o detención provisional–, sin que ello signifique su afectación, ―(...) porque tales medidas sirven precisamente para esclarecer el hecho reprochado y por ello son imprescindibles para llevar a cabo un procedimiento penal orientado en principios propios de un Estado de derecho‖ siempre, claro está, que tales medidas sean dictadas bajo criterios de razonabilidad y proporcionalidad. Parte de esa relatividad del derecho a la presunción de inocencia se vincula también con que dicho derecho incorpora una presunción iuris tántum y no una presunción absoluta; de lo cual se deriva, como lógica consecuencia, 176 que la presunción de inocencia puede ser desvirtuada o destruida mediante una mínima actividad probatoria. STC EXP. N. ° 01382-2006-PHC/TC, FJ 2. ―[p]arte de esa relatividad del derecho a la presunción de inocencia está vinculado también con que dicho derecho incorpora una presunción iuris tantum y no una presunción absoluta; de lo cual se deriva, como lógica consecuencia, que la presunción de inocencia puede ser desvirtuada mediante una mínima actividad probatoria‖. STC EXP. N.° 06613-2006-PHC/TC FF.2 ―Por tanto, el derecho fundamental a la presunción de inocencia incorpora una presunción iuris tantum y no una presunción absoluta, de lo cual se deriva, como lógica consecuencia, que la presunción de inocencia puede ser desvirtuada o destruida mediante una mínima actividad probatoria; es por ello que en nuestro ordenamiento se admiten determinadas medidas cautelares personales –como la detención preventiva o la detención provisional–, sin que ello signifique su afectación, siempre, claro está, que tales medidas sean dictadas bajo criterios de razonabilidad y proporcionalidad‖. EXP. N.° 00431-2010-PHC/TC ACERCA DE UN RECURSO DE AGRAVIO CONSTITUCIONAL interpuesto por don César Augusto Bautista Flores contra la sentencia expedida por la Segunda Sala Mixta de Tarapoto de la Corte Superior de Justicia de San Martin, de fojas 243, su fecha 23 de diciembre de 2009, que declaró infundada la demanda de autos; y, que con fecha 27 de enero de 2009, el recurrente interpone demanda de hábeas corpus y la dirige contra la Primera Sala Mixta de Tarapoto de la Corte Superior de Justicia de San Martín y la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, a fin de que se declare la nulidad de la sentencia condenatoria de fecha 27 de mayo de 2008, que le impone 20 años de pena privativa de la libertad por el delito de violación sexual en agravio de tres menores de edad, y la nulidad de la sentencia confirmatoria mediante ejecutoria suprema de fecha 23 de setiembre de 2008. Alegando la violación de sus derechos constitucionales al debido proceso, a la prueba, a la presunción de inocencia y a la debida motivación de las resoluciones judiciales. El Tribunal Constitucional sostiene que La Constitución establece expresamente en el artículo 200.°, inciso 1, que el hábeas corpus protege tanto la libertad individual como los derechos conexos a ella; no obstante, no cualquier reclamo que alegue afectación del derecho a la libertad individual o derechos conexos puede reputarse efectivamente como tal y merecer tutela, pues para ello es necesario analizar previamente si tales actos denunciados vulneran el contenido constitucionalmente protegido del derecho tutelado por el hábeas corpus. Este Tribunal en reiterada e uniforme jurisprudencia ha establecido que no es función del juez constitucional proceder a la subsunción de la conducta en un determinado tipo penal, a la calificación específica del tipo penal imputado, a la resolución de los medios 177 técnicos de defensa, a la realización de diligencias o actos de investigación; a efectuar el reexamen o revaloración de los medios probatorios, así como al establecimiento de la inocencia o responsabilidad penal del procesado, pues ello es tarea exclusiva del juez ordinario que no compete al juez constitucional; por tanto, lo pretendido resulta manifiestamente incompatible con la naturaleza de este proceso constitucional de hábeas corpus. Por consiguiente, dado que la reclamación del recurrente (hecho y petitorio) no está referida al contenido constitucionalmente protegido del derecho tutelado por el hábeas corpus, resulta de aplicación el artículo 5.°, inciso 1, del Código Procesal Constitucional, el Tribunal Constitucional declara improcedente la demanda. EXP. N.° 05566-2009-PHC/TC REFERIDO A UN RECURSO DE AGRAVIO CONSTITUCIONAL interpuesto por don Víctor Hugo Coello de la Cruz contra la sentencia de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Ica, de fojas 528, su fecha 28 de septiembre de 2009, que declaró infundada la demanda de autos. Con fecha 4 de marzo de 2009 el recurrente interpone demanda de hábeas corpus contra los Vocales integrantes de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Ica, señores Coaguila Chávez, Acevedo Vega y Albújar de la Roca, y contra los Vocales integrantes de la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, señores Rojas Maraví, Villa Stein, Santos Peña, Calderón Castillo y Urbina Gambini, alegando la vulneración de sus derechos constitucionales al debido proceso, a la motivación de las resoluciones judiciales, la presunción de inocencia y del principio in dubio pro reo. Refiere que en el proceso penal que se siguió en su contra por la comisión del delito de robo agravado (Exp. N.º 2006-265) se cometieron irregularidades, las que se materializaron en la indebida motivación de las sentencia condenatoria, así como en la falta de corrección lógica, razonabilidad y coherencia de su posterior confirmatoria. Sostiene que se vulneró la actividad probatoria en los actos de investigación preliminar, siendo que ha sido sentenciado sin la existencia de pruebas directas o indicios, motivos por los cuales solicita la nulidad de las sentencias en cuestión, habiéndose revocado su beneficio de semilibertad. Los Vocales accionados precisan que el proceso penal seguido contra el ahora demandante se realizó en sujeción de las garantías que conforman el derecho al debido proceso, por lo cual no se han vulnerado los derechos alegados por el recurrente, el cual ha hecho uso de tales garantías durante la duración de dicho proceso. El TC sostiene que el objeto del proceso de hábeas corpus es que se declare la nulidad de la Resolución de fecha 8 de enero de 2007 y de la Ejecutoria Suprema de fecha 11 de septiembre de 2007 en el extremo que declara no haber nulidad en la sentencia condenatoria, en el proceso que se le siguiera al demandante como autor del delito contra el patrimonio -robo agravado-, en el cual se le condenó a doce años de pena 178 privativa de libertad. Considera el demandante que en ambas instancias se cometieron irregularidades, las cuales se materializaron en la indebida motivación de las sentencias condenatorias, así como en la falta de conexión lógica, razonabilidad y coherencia de su posterior confirmatoria. Sostiene que se vulneró la actividad probatoria en los actos de investigación preliminar, siendo que ha sido sentenciado sin la existencia de pruebas directas o indicios, motivos por los cuales solicita la nulidad de las sentencias en cuestión. Asimismo alega que se le revocó su beneficio de semilibertad sin tener el incidente a la vista y por juez distinto al competente. Alega la vulneración de sus derechos constitucionales al debido proceso, a la motivación de las resoluciones judiciales, a la presunción de inocencia y al principio in dubio pro reo. Establece además que La Constitución establece expresamente en su artículo 200. º, Inciso 1, que el hábeas corpus procede cuando se vulnera o amenaza la libertad individual o los derechos constitucionales conexos a ella. No obstante, no cualquier reclamo que alegue la presunta afectación del derecho a la libertad individual o sus derechos conexos puede dar lugar al análisis del fondo de la materia cuestionada mediante el hábeas corpus, pues para ello debe examinarse previamente si los hechos cuya inconstitucionalidad se denuncia afectan el contenido constitucionalmente protegido del derecho fundamental a la libertad personal. De la sentencia que corre de fojas 364 a 372 se observa que la Sala hace una valoración pormenorizada de los elementos constitutivos del delito atribuido, esclareciendo la participación del demandante como integrante de un grupo organizado, del cual es el único que ha sido identificado. En lo referido a la alegada falta de elementos probatorios que sustentan la imputación del tipo penal, se advierte que dicha pretensión versa sobre un tema de suficiencia probatoria, aspecto que, tal como lo ha recalcado este Tribunal en reiterada jurisprudencia, es de competencia del juez ordinario, por lo que no puede ser objeto de análisis en los procesos constitucionales relacionados con la libertad. Por tanto, no existiendo afectación del derecho constitucional invocado en la demanda, ésta debe desestimarse en aplicación del artículo 2°, a contrario sensu, del Código Procesal Constitucional. Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, resuelve Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus en los extremos referidos a la revocación de la semilibertad y al debido proceso. Declarar IMPROCEDENTE la demanda en lo referente a la insuficiencia probatoria.; y pone esta sentencia en conocimiento de la OCMA, para que actúe conforme a sus atribuciones. EXP. N.° 02080-2010-PHC/T REFIERE EL RECURSO DE AGRAVIO CONSTITUCIONAL interpuesto por don Eduardo Elías Erazo Viena contra la sentencia de la Sala Penal Transitoria de la Provincia de Abancay de la Corte Superior de Justicia de Apurímac, de fojas 783, su fecha 29 de abril de 2010, que declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos. con fecha 15 de setiembre de 2008 el recurrente interpone demanda de hábeas corpus contra el Juez del Primer Juzgado Penal de la Provincia de Abancay, don Julio Chacón 179 Chávez, y los vocales integrantes de la Sala Especializada en lo Penal de la Provincia de Abancay de la Corte Superior de Justicia de Apurímac, señores Paredes Infanzón y Vivanco Herrera, con el objeto de que se declare la nulidad de la Resolución de fecha 21 de abril de 2008, y su confirmatoria por Resolución de fecha 18 de julio de 2008, a través de las cuales fue condenado a 3 años de pena privativa de la libertad suspendida por el delito de lesiones graves (Expediente N.° 2004-00450-0-0301-JR-PE-1). Alega afectación a los derechos al debido proceso, a la presunción de su inocencia, al juez natural y a la libertad individual. Al respecto, afirma que en el caso penal no se ha cumplido con ofrecer, actuar y valorar los medios de prueba, pues ni el titular de la acción penal ni la parte agraviada han cumplido con ofrecer las pruebas de cargo que determinen la existencia del delito que se le incrimina (referido a un proceso quirúrgico que habría efectuado a una señora). Señala que los médicos legistas recomendaron la realización de otras pruebas ya que no se podía establecer de manera definitiva la existencia de la intervención quirúrgica. Asevera que a fojas 36 del expediente obra el reconocimiento médicolegal practicado a la supuesta agraviada, que señala: ―ilesa físicamente‖, significando ello que la agraviada no presenta ninguna lesión, ya sea leve o grave. Asimismo, puntualiza que a fojas 40 del expediente corre el informe médico que indica que la supuesta agraviada se sometió a una prueba recomendada por los médicos legistas, en la que se concluyó que ella presentaba permeabilidad tubárica bilateral, lo que implicaba que la agraviada estaba en condiciones de concebir y que, por lo tanto, estaba demostrado que no existía lesión alguna. Concluye que no existe ningún medio de prueba de cargo que acredite la existencia de los hechos o que acredite su responsabilidad. El TC sostiene que la Constitución establece expresamente en su artículo 200º, inciso 1 que el hábeas corpus procede cuando se vulnera o amenaza la libertad individual o los derechos constitucionales conexos a ella. No obstante, no cualquier reclamo que alegue la presunta afectación del derecho a la libertad individual o sus derechos conexos puede dar lugar al análisis del fondo de la materia cuestionada mediante el hábeas corpus, pues para ello debe examinarse previamente si los hechos cuya inconstitucionalidad se denuncia revisten relevancia constitucional y, luego, si aquellos agravian el contenido constitucionalmente protegido del derecho fundamental a la libertad personal. Es por ello que el Código Procesal Constitucional prevé en su artículo 5°, inciso 1) que ―no proceden los procesos constitucionales cuando: 1) los hechos y el petitorio de la demanda no están referidos en forma directa al contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado‖. En el presente caso, el TC advierte que lo que en realidad pretende el recurrente es que se lleve a cabo un reexamen de las resoluciones a través de las cuales los órganos judiciales emplazados lo condenaron a 3 años de pena privativa de la libertad suspendida por el delito de lesiones graves, arguyendo con tal propósito la presunta afectación de los derechos de la libertad individual reclamados. El TC sostiene que la demanda de hábeas corpus se encuentra sustentada en alegatos de valoración probatoria e irresponsabilidad penal, y que corresponde su rechazo en aplicación de la causal de 180 improcedencia prevista en el artículo 5º, inciso 1, del Código Procesal Constitucional, toda vez que los hechos y los fundamentos fácticos que la sustentan no están referidos en forma directa y concreta al contenido constitucionalmente protegido del derecho a la libertad personal al no ser atribución del Juez constitucional subrogar a la justicia ordinaria en temas propios de sus competencia. El TC rechaza la demanda por improcedente sosteniendo que se alegaban afectación al derecho a la libertad individual por una presunta incompetencia del jugador al que los actores eran sometidos. De tal manera que reitera que "la competencia (...) es una cuestión que, al involucrar aspectos legales, deberá ser resuelta en la vía judicial ordinaria, no apreciándose la vulneración de los derechos constitucionales alegados por el demandante‖. Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional ha declarado IMPROCEDENTE la demanda de hábeas corpus de autos. EXPEDIENTE N.° 01945-2010-PHC/TC SOBRE EL RECURSO DE AGRAVIO CONSTITUCIONAL interpuesto por doña Ana Luisa Vásquez Aliaga contra la sentencia expedida por la Cuarta Sala Penal con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 729, su fecha 5 de abril de 2010, que declaró infundada la demanda de autos; Con fecha 14 de julio de 2009, el recurrente interpone demanda de hábeas corpus contra los vocales Supremos de la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la Republica, señores Villa Stein, Santos Peña, Calderón Castillo y Zecenarro Mateus, a fin de que se declare la nulidad de la sentencia de la Corte Suprema R.N.Nº 4297-2007, de fecha 11 de junio de 2008, que declaró no haber nulidad en cuanto a la condena de 20 años que le impuso la Segunda Sala Penal con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque, por la comisión de los delitos de tráfico ilícito de drogas y de tenencia ilegal de municiones. Alega que se vulneró sus derechos a la pluralidad de instancia, de defensa, a la debida motivación de las resoluciones judiciales, a la presunción de inocencia y el principio in dubio pro reo. Refiere que la Corte Suprema, por mayoría, integró la sentencia de primera instancia en el extremo referido a la reparación civil, fijando el pago independiente por el sentenciado Huallpa Quispe en dos mil nuevos soles a favor del Estado por el delito de tenencia ilegal de municiones, lo que ha vulnerado su derecho a la pluralidad de instancia, pues se encuentra imposibilitado de cuestionar dicha decisión. Refiere, además, que se ha vulnerado el derecho a la debida motivación de las resoluciones judiciales porque ―el Tribunal Supremo en su calidad de instancia revisora suprema omitió ejercer dicha facultad pues al fundamentar su fallo comparte y asume como válidos los mismos fundamentos esgrimidos por el Colegiado Superior‖. Por otro lado, manifiesta que la imputación del delito de tenencia ilegal de municiones parte de la premisa de que él era propietario del inmueble ubicado en Pamplona Alta, donde supuestamente se encontró 20 cajas con 500 cartuchos para pistola de 9 milímetros. Señala que el Colegiado Supremo no tuvo en cuenta que en su manifestación la señora Espinoza López se atribuyó la propiedad del aludido inmueble; finalmente, alega que se vulneró su derecho a la presunción de inocencia así como el 181 principio in dubio pro reo al no haberse tomado en cuenta sus testigos como medios probatorios. El TC sostiene que la Constitución establece expresamente en el artículo 200º, inciso 1, que el proceso de hábeas corpus procede cuando se amenace o viole el derecho a la libertad individual o los derechos conexos a ella. A su vez, el artículo 25.º del Código Procesal Constitucional señala que procede el hábeas corpus ante la acción u omisión que amenace o vulnere los derechos que, enunciativamente, conforman el derecho a la libertad individual. Sin embargo, no cualquier reclamo que alegue afectación del derecho a la libertad individual o derechos conexos puede reputarse efectivamente como tal y merecer tutela, pues para ello es necesario analizar previamente si tales actos denunciados vulneran el contenido constitucionalmente protegido de los derechos tutelados por el hábeas corpus. Y que de la revisión de autos se desprende que lo que en puridad pretende el recurrente es el reexamen de los medios probatorios. Ante ello, cabe aclarar que no es función del juez constitucional determinar la responsabilidad penal y, en tal sentido, hacer una valoración de los medios probatorios que a tal efecto se incorporen al proceso penal, siendo ello competencia exclusiva de la justicia ordinaria. Dicha valoración probatoria no es atribución del órgano constitucional, dado que excede el objeto del proceso de hábeas corpus y el contenido constitucionalmente protegido de la libertad individual. Por lo tanto, dado que la reclamación del recurrente (hecho y petitorio) no está referida al contenido constitucionalmente protegido del derecho tutelado por el hábeas corpus, resulta de aplicación el artículo 5.°, inciso 1, del Código Procesal Constitucional, por lo que la demanda debe desestimarse. El Tribunal Constitucional, declara IMPROCEDENTE la demanda. EXP. N.° 05289-2009-PA/TC REFIERE EL RECURSO DE AGRAVIO CONSTITUCIONAL interpuesto por Giovanna Marilú Anaya Nalvarte contra la resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fojas 48 del segundo cuadernillo, su fecha 6 de marzo de 2009, que confirmando la apelada declaró improcedente la demanda de amparo de autos con fecha 23 de junio de 2008 la recurrente interpone demanda de amparo contra la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, solicitando que se declare nula y sin efecto legal la Ejecutoria Suprema de fecha 19 de julio de 2007, que declara nulo el extremo de la sentencia expedida por la Sala Penal Nacional que la absuelve de la comisión del delito de terrorismo, en su modalidad agravada y ordena la realización de nuevo juicio oral por otro Colegiado, disponiendo la reprogramación de fecha para la vista de la causa, pronunciamiento expedido en la causa penal N.º 1220-2008, seguida en contra suya por el presunto delito de terrorismo. A su juicio la ejecutoria cuestionada lesiona sus derechos a la presunción de inocencia, al debido proceso, a la tutela jurisdiccional efectiva, el precepto de aplicación de lo más favorable en caso de duda o conflicto de leyes, la inmutabilidad de la cosa juzgada y la motivación resolutoria. Refiere la demandante que con fecha 22 de agosto de 2002, siendo aproximadamente las 19:30 horas, fue intervenida en su domicilio ubicado en el AA.HH. Balnearios de 182 Ventanilla Cuarto Sector s/n Pachacutec, añade que los efectivos policiales ingresaron abruptamente y que tras maniatarla y reducirla fue informada por la fiscal que existía una requisitoria en contra suya, dictada en el año de 1993, agrega que el registro de su domicilio, se efectuó sin mandato judicial y en circunstancias diferentes al flagrante delito o muy grave peligro de su perpetración, establecidos por la Norma Fundamental como supuestos de excepción que facultan a la Policía Nacional a ingresar sin dicha orden, alega que mal podrían ser considerados tales actuados como prueba de cargo en contra suya, conforme lo sostiene la Ejecutoria cuestionada, lo que evidencia la afectación de los derechos constitucionales invocados. El Tribunal Constitucional considera que la demanda debe desestimarse, pues por vía del amparo se pretende que el juez constitucional se pronuncie sobre competencias propias del juez ordinario, siendo que la valoración y/o la determinación de la suficiencia de los medios probatorios, así como la determinación de la inocencia o la responsabilidad penal del imputado, son asuntos que le competen únicamente a la judicatura penal, específicamente, al momento de expedir la sentencia, y que por tanto, tal atribución escapa de la competencia del juez constitucional, toda vez, que no es facultad de este analizar la validez o no de los fallos dictados, ya que ello implica un juicio de reproche penal sustentado en actividades investigatorias y en la valoración de pruebas, aspectos que no son de competencia ratione materiae de los procesos constitucionales, a menos que pueda constatarse una arbitrariedad por parte de la instancia judicial respectiva que ponga en evidencia la violación de otros derechos de naturaleza constitucional, lo que no ha ocurrido en el presente caso. El TC observa que la recurrente cuestiona específicamente la declaración de nulidad del extremo absolutorio del fallo dictado, toda vez, que considera que los vocales supremos emplazados, no tomaron en cuenta que le asiste la presunción de inocencia. Sin embargo, la Ejecutoria Suprema cuestionada explica que “[l]a teoría de la ponderación de los intereses en conflicto es de puntualizar como sustento inicial de esta línea teórica que ante un incumplimiento de un requisito de producción de un elemento probatorio-ausencia de flagrancia delictiva, en caso de un allanamiento, entrada o registro- no necesariamente sigue una prohibición de valoración, pues es estos casos, sin perjuicio de reconocer que en la generalidad de los mismos la regla de exclusión tendrá plena operatividad, es de tener en cuenta de un lado el peso de la infracción de un procedimiento incurrida en este caso, y de otra su importancia para la esfera jurídicamente protegida del afectado y la consideración de que la verdad debe ser investigada, para los intereses de una efectiva persecución penal…”. Razonamiento que expresa el criterio jurisdiccional de los magistrados emplazados y que constituye justificación suficiente que respalda la decisión adoptada, por lo que no procede su revisión a través del proceso de amparo, en consecuencia, al advertirse que los hechos y el petitorio de la demanda no están referidos en forma directa al contenido constitucionalmente protegido de los derechos invocados resulta de aplicación el inciso 1) del artículo 5. º Del Código Procesal Constitucional. El TC declara IMPROCEDENTE la demanda. 183 EXP. N.° 5325-2006-PHC/TC PUNO DAVID ANÍBAL JIMÉNEZ SARDÓN SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ANTECEDENTES En Arequipa, a los 29 días del mes de agosto de 2006, la Sala Segunda del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente sentencia Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Rolando Jiménez Sardón, a favor de don David Aníbal Jiménez Sardón, contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Puno, de fojas 350, su fecha 21 de abril de 2006, que declara improcedente la demanda de autos. Refiere que se incluyó al favorecido de manera irregular en el proceso penal señalado mediante el impugnado auto ampliatorio de instrucción, que es irregular porque no describe concretamente los hechos que se le imputa, no tipifica concretamente el ilícito del que se le acusa y no precisa qué medio probatorio ni que indicio señalan su responsabilidad presunta, por lo que tal acto procesal violenta su derecho a la tutela procesal efectiva. FUNDAMENTOS Del derecho cuya protección se reclama Si bien el fundamento de derecho expuesto por el demandante de manera genérica es la tutela procesal efectiva, … la que estaría afectando los derechos de defensa, y la libertad personal del beneficiario como principio de presunción de inocencia (artículo 2°, inciso 24, de la Constitución), al haberse dispuesto medidas que restringen su libertad individual sin dársele explicación al respecto. Análisis del acto materia de controversia constitucional Recibida la denuncia y sus recaudos, el Juez Especializado en lo Penal sólo abrirá instrucción si considera que de tales instrumentos aparecen indicios suficientes o elementos de juicio reveladores de la existencia de un delito, que se ha individualizado a su presunto autor o partícipe, que la acción penal no ha prescrito o no concurra otra causa de extinción de la acción penal. El auto será motivado y contendrá en forma precisa los hechos denunciados, los elementos de prueba en que se funda la imputación, la calificación de modo específico del delito o los delitos que se atribuyen al denunciado, la motivación de las medidas cautelares de carácter personal o real, la orden al procesado de concurrir a prestar su instructiva y las diligencias que deben practicarse en la instrucción (subrayado agregado). 184 Como se aprecia, si para aceptar una denuncia y dictar el auto de apertura de instrucción se requiere la indicada individualización exigida por el primer párrafo del artículo 77º del Código de Procedimientos Penales, obligación judicial que debe ser efectuada con criterio constitucional de razonabilidad, con mayor razón es imperativo que el juez del proceso en trámite dé razón con amplitud suficiente de motivación la necesidad de considerar a persona o personas que no conformaron la relación procesal originaria. Ello exige, pues inexcusablemente, que no solo debe consignarse la identidad en el auto de ampliación sino la explicación de que la norma procesal citada responde a la necesidad de corrección jurídica del juicio de imputación propuesto por el fiscal. Resulta conforme al derecho de todo ciudadano reconocido por la Constitución Política del Estado la exigencia, para que la acusación sea cierta, no implícita sino precisa, clara y expresa, es decir todo auto de ampliación ha de contener en la motivación una descripción suficientemente detallada de los hechos nuevos considerados punibles que se imputan y del material probatorio o de los indicios que justifican tal decisión. En el presente caso se advierte que la imputación penal materia del auto ampliatorio cuestionado adolece de falta de conexión entre los hechos que configura las conductas ilícitas penales atribuidas al beneficiario y las pruebas que se aportan como sustento de cargos. No se advierte en dicho auto la delimitación concreta y precisa de la relación de causalidad que denote la verosimilitud de las imputaciones que se incriminan al afectado, lo cual perjudica ostensiblemente un adecuado ejercicio de su derecho de defensa, más aún si el favorecido ha sido pasible de una medida coercitiva que restringe su libertad individual, situación que legitima su reclamación de tutela constitucional urgente. CONCLUSION Tratándose de un caso de restitución de la libertad personal de un funcionario público de notoriedad manifiesta en su comunidad la demanda debe ser estimada, resultando de aplicación el artículo 2º del Código Procesal Constitucional. el Tribunal Constitucional HA RESUELTO Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus. EXP. N.º 2915-2004-HC/TCL IMA FEDERICO TIBERIO BERROCAL PRUDENCIO SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTIUCIONAL 185 ANTECEDENTES En Lima, a los 23 días del mes de noviembre del año 2004, el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli Lartirigoyen; Vicepresidente, Revoredo Marsano, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia Recurso extraordinario interpuesto por don Federico Tiberio Berrocal Prudencio contra la sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Huaura, de fojas 74, su fecha 15 de septiembre de 2004, que declaró improcedente la acción de hábeas corpus de autos. El recurrente, con fecha 27 de agosto de 2004, interpone acción de hábeas corpus contra el Juez de Tercer Juzgado Penal de Huaura, Dr. Miguel Alzamora Zevallos, por considerar vulnerado su derecho a la libertad personal. Refiere que se encuentra internado en el Penal de Carquin desde el 13 de febrero de 2003, por la presunta comisión de los delitos de robo agravado, tenencia ilegal de armas y tráfico ilícito de drogas (TID); y ostiene que a la fecha lleva más de 18 meses detenido, motivo por el cual, en aplicación del artículo 137° del Código Procesal Penal corresponde ordenar su inmediata excarcelación. ANALISIS Presunción de inocencia y persecución del delito El contenido del derecho a que la detención preventiva no exceda de un plazo razonable se expresa en el adecuado equilibrio entre los dos valores que se encuentran en contrapeso al momento de aplicar la medida: por una parte, el deber del Estado de garantizar sentencias penales justas, prontas y plenamente ejecutables; y, por otra, el derecho de toda persona a la libertad personal (artículo 2º24) y a que se presuma su inocencia, mientras no se declare judicialmente su culpabilidad (artículo 2º24.e). La presunción de inocencia se mantiene ―viva‖ en el proceso penal siempre que no exista una sentencia judicial que, como corolario del cauce investigatorio llevado cabo con las garantías inherentes al debido proceso, logre desvirtuarla. Mientras ello no ocurra dicho principio debe informar a todos y cada uno de los actos de la judicatura, máxime si existe una medida de detención vigente. La duración desproporcionada de dicha medida desvirtúa la funcionalidad del principio en el seno del proceso, generando la mutación de una medida cautelar en una sanción que, a diferencia de la pena impuesta por una resolución judicial condenatoria, agota su propósito en el abatimiento del individuo, quien deja de ser ―sujeto‖ del proceso, para convertirse en ―objeto‖ del mismo. Tal como lo ha establecido la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: ―[l]a situación jurídica de la persona que se encuentra en prisión preventiva es muy imprecisa: existe una sospecha en su contra, pero aún no ha logrado demostrarse la culpabilidad. Los detenidos en tales circunstancias sufren usualmente grandes tensiones 186 personales como resultado de la pérdida de ingresos, y de la separación forzada de su familia y comunidad. Debe enfatizarse igualmente el impacto psicológico y emocional al que son sometidos mientras dura esta circunstancia.‖ (Informe N.° 2/97. Casos N.os11205 y otros, párrafo 7). La falta de diligencia de los órganos judiciales tendría lugar, incluso, en aquellos supuestos en los que su actuación se viera ―formalmente‖ respaldada por el ordenamiento legal, puesto que, tal como ha establecido la Corte Interamericana de Derechos Humanos: ―(...) nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento por causas y métodos que –aun calificados de legales– puedan reputarse como incompatibles con el respeto de los derechos fundamentales del individuo, por ser, entre otras cosas, irrazonables, imprevisibles, o faltos de proporcionalidad‖. (Caso Gangaram Panda. Sentencia del 4 de diciembre de 1991. Serie C, núm. 12, párrafo 47). Así, por ejemplo, tal como ocurriera en el Caso Toth vs. Austria, ventilado en el seno del TEDH, sería atribuible a la falta de diligencia de los órganos judiciales la aplicación de leyes de procedimiento que tengan un injustificado efecto suspensivo sobre las investigaciones en diversas oportunidades. (Sentencia de 12 de diciembre de 1991, párrafo 77). CONCLUSIONES En consecuencia, la complejidad del asunto mantiene plena materialidad a la fecha, sin perjuicio de lo cual, a la luz de los fundamentos expuestos de la presente sentencia, será deber del emplazado mantener especial diligencia y celeridad en la tramitación de la causa. Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, HA RESUELTO declarar IMPROCEDENTE la acción de hábeas corpus de autos. EXP. Nº 1934-2003-HC/TC LIMA JUAN ROBERTO YUJRA MAMANI SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ANTECEDENTES En Lima, a los 8 días del mes de setiembre de 2003, la Sala Primera del Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Aguirre Roca, Presidente; Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia Con fecha 4 de marzo de 2003, don Alberto Mendoza Pérez interpone hábeas corpus a favor de don Juan Roberto Yujra Mamani, a fin de que se anule el proceso penal por tráfico ilícito de drogas que se siguió contra el beneficiario de la presente acción, mediante el cual se le condenó a pena privativa de la libertad, por atentar contra el derecho al debido proceso, la garantía del juez predeterminado por ley y los principios de inmediación y presunción de inocencia. Afirma que se abrió proceso contra el beneficiario de la presente acción sobre la base de sindicaciones de un detenido que no han podido ser corroboradas. Señala, además, que los Juzgados y Salas especializados en materia de tráfico ilícito de drogas fueron 187 creados por resolución administrativa y no por una ley, violándose, así, el principio del juez natural. También afirma que la causa ha sido conocida por jueces distintos, vulnerándose el principio de inmediación, agregando que en el proceso se amplió sucesivamente el plazo de la instrucción, en lugar de remitirse los actuados al Ministerio Público, como lo establece el artículo 202° del Código de Procedimientos Penales. La recurrida confirmó la apelada, por estimar que mediante Ley N.º 26546 se creó la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial, la cual tenía la facultad de crear salas y juzgados, y ésta a su vez emitió la Resolución Administrativa N.º 97-CME-PJ, que crea la Corte Superior de Justicia Especializada en Tráfico Ilícito de Drogas.. ANALISIS Presunción de inocencia y actividad probatoria 1. Con respecto a la afectación del debido proceso por insuficiencia probatoria, este Colegiado considera que, si bien es cierto que el derecho a la prueba constituye un elemento implícito del debido proceso, y la presunción de inocencia obliga al órgano jurisdiccional a una actividad probatoria suficiente que desvirtúe el estado de inocencia del que goza todo imputado, también lo es que en nuestro ordenamiento la prueba se rige por el sistema de la libre valoración razonada. En virtud de ello es que el juzgador tiene libertad para evaluar los medios probatorios sin que éstos tengan asignado un valor predeterminado. 2. Desde luego, ello no significa que la actividad probatoria se sustraiga del control de la jurisdicción constitucional. Aquélla debe ser realizada de acuerdo a los principios que la informan. Entre dichos principios, un lugar especial es el que ocupa la necesidad de la debida motivación, la que deberá quedar plasmada en la sentencia de manera suficiente. Evidentemente, al juez constitucional no le compete valorar las pruebas o revocar las sentencias emitidas en sede penal, o determinar la responsabilidad o irresponsabilidad penal de los imputados, pero sí analizar si en su valoración existe una manifiesta irrazonabilidad. En el caso, analizadas, la sentencia condenatoria y las alegaciones expuestas por el recurrente, el Tribunal considera que no se ha afectado el derecho a la presunción de inocencia por insuficiencia probatoria. En efecto, conforme se desprende de la sentencia emitida por la Sala Penal Superior Transitoria Especializada en Delitos de Tráfico Ilícito de Drogas, la condena impuesta al recurrente se sustentó en la valoración de diversos medios de prueba, ponderación que quedó suficientemente expresada en la sentencia condenatoria. CONCLUSIONES Este Colegiado no considera que tales hechos comporten la violación de derecho constitucional alguno. Y es que si bien la injustificada dilatación de un proceso puede implicar la lesión del derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable, en el caso del recurrente, al encontrarse sentenciado, tal violación, si la hubo, devino en irreparable. El Tribunal Constitucional, ha resuelto declarar INFUNDADA la acción de hábeas corpus. 188 EXP. N.° 3194-2004-HC/TC LIMA NICANOR CARREÑO CASTILLO SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ANTECEDENTES En Lima, a los 28 días del mes de diciembre de 2004, la Sala Primera del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, García Toma y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia Con fecha 13 de abril de 2004, la recurrente interpone acción de hábeas corpus contra el titular del Primer Juzgado Permanente de la Zona Judicial de la Marina, capitán de Fragata Felipe Genaro Untiveros Espinoza, alegando que el beneficiario de la presente demanda se encuentra detenido arbitrariamente en el Centro de Reclusión de la Policía Naval en la Base Naval del Callao. Sustenta su demanda en que se le ha juzgado dos veces por la misma causa, vulnerando las garantías del debido proceso previstas en la Constitución y la Convención Americana de Derechos Humanos, afectándose, además, la presunción de inocencia. De otro lado, afirma que a través de la Resolución N° 0076-2004 la Comandancia General del Ejército dispuso su pase a la situación de retiro por la causal de ‗medida disciplinaria‘; y que, consecuentemente, debe ponérsele a disposición del fuero común a fin de que asuma competencia en su calidad de civil. El acto lesivo se habría producido con la expedición de una resolución que ordena la detención del recurrente en el Centro de Reclusión de la Policía Naval en la Base Naval del Callao, por haber sustraído galones de petróleo de los tanques de combustible del BAP Callao. El demandante ha alegado afectación de los derechos constitucionales a la libertad personal (artículo 2, inciso 24, literal b), a la presunción de inocencia personal (artículo 2, inciso 24, literal e) y al debido proceso (artículo 139, inciso 3, ), al principio ne bis in ídem (artículo 139, inciso 3,) y al juez natural (artículo 139, inciso 2,). Se ha solicitado lo siguiente: El cese de la afectación de sus derechos constitucionales producida a través de un acto arbitrario y su inmediata libertad. Independientemente de la existencia de un proceso regular y a fin de analizar la supuesta afectación al debido proceso, ¿la sanción disciplinaria impuesta es consecuente con la sanción judicial militar? Para responder tal interrogante debe analizarse: ¿Cómo se llega a configurar una afectación a la presunción de inocencia? ¿Cuál es el sentido del ne bis in ídem constitucional? ¿Existe un proceso penal militar dentro de los cánones constitucionales? En tal sentido: ¿Cuál es la naturaleza del delito de función en el marco de la justicia militar como parte de un proceso regular? ¿Cómo se configura su ámbito subjetivo? ¿De qué manera debe entenderse el ámbito objetivo del delito de función castrense? ¿Es razonable el mandato de detención? ANALISIS La presunción de inocencia Según la demandante, vulneración de la presunción de inocencia 189 Configurando un delito de abuso de autoridad, para la accionante, el juez militar ha afectado la presunción de inocencia ―pues no habiéndose declarado judicialmente su responsabilidad penal mediante resolución judicial, se tomó la presunta comisión de dichos ilícitos penales como determinante para disponerse la sanción de pase a la situación de retiro de operado‖. El sentido constitucional de la presunción de inocencia La presunción de inocencia es a la vez un principio y un derecho fundamental, previsto en el artículo 2, inciso 24, acápite e, de la Constitución, según el cual ―toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado judicialmente su responsabilidad‖1. De la mano con el derecho a la contradicción correcta y transparente se encuentra el cumplimiento real y la observancia de la presunción de inocencia. Esta presunción, nacida del principio pro homine, demanda del juzgador la suficiente capacidad de equidad como para no asumir la responsabilidad de los acusados antes de que se realice la investigación o el procedimiento. De esta forma, la presunción de inocencia no requiere una causalidad entre un hecho y supuesto sancionable, sino un razonamiento jurídico a través del cual se determine una culpabilidad. Con la consecuente vinculación de los poderes públicos y su aplicación inmediata, este principio adopta un carácter de observancia obligatoria. Consecuente con ello, cabe reparar la existencia de la presunción de inocencia administrativa, según la cual se debe considerar que no se puede tener en cuenta que el funcionario o servidor público ha cometido infracción a menos que la autoridad administrativa haya determinado su responsabilidad. Pase a retiro y presunción de inocencia Tal como constitucionalmente está prevista la presunción de inocencia, el juzgador no puede presumir la responsabilidad de una persona si es que antes no se ha demostrado y verificado sobre la base de los hechos. Sin embargo, hay que saber diferenciar la naturaleza de las responsabilidades que pueden existir sobre la base de un mismo hecho, sin que ello venga a suponer un ne bis in ídem, tal como se ha venido a sostener anteriormente. En el caso concreto, si bien el hecho de la sustracción del petróleo supone una investigación judicial que se está llevando a cabo, no puede soslayarse la investigación administrativa que paralelamente tiene que realizar la propia institución con el fin de mantener la incolumidad de la propia organización. No es que esta última se está basando en una responsabilidad no determinada para el caso de la primera, sino que el mismo hecho determina una intervención administrativa concurrente y paralela a la judicial. De lo expuesto, se desprende que no ha existido afectación alguna a la presunción de inocencia administrativa. El Tribunal Constitucional ha declarado fundada la demanda de hábeas corpus de autos. Por tanto: 1. Ordena la inmediata libertad del detenido. 2. Son inaplicables al caso concreto los artículos 200 y 276 del Código de Justicia Militar. 3. Exhorta al Congreso a emitir las normas adecuadas respecto a la detención en un proceso militar, asimilándolas a las detenciones en los procesos ordinarios. 4. Dispone la remisión de los actuados al Ministerio Público para que proceda conforme a sus atribuciones. 190 § 9. PRINCIPIO DE DEFENSA I.- INTRODUCCION No se puede cuestionar la naturaleza esencial y fundamental del llamado ―derecho de defensa‖ el mismo que existe para garantizar la protección de la libertad o los intereses de un procesado. El derecho de defensa es la garantía fundamental con la que cuenta el ciudadano ya que permite que las demás garantías tengan vigencia concreta dentro del proceso penal. Para que haya un proceso penal propio de un Estado de Derecho es irrenunciable que el inculpado pueda tomar posición frente a los reproches o cargos formulados en su contra, y que se consideren en la obtención de la sentencia los puntos de vista sometidos a discusión. Como quiera que la meta procesal del esclarecimiento de la sospecha se alcance en la mejor forma por medio de un proceso dialéctico, en el que se ponga a discusión aspectos inculpatorios y exculpatorios, así como los argumentos y contra argumentos ponderados entre sí148 Cabe señalar que el derecho de defensa no solo se extiende exclusivamente al procedimiento penal, sino que este derecho fundamental abarca también a otros procedimientos jurisdiccionales como, el procedimiento civil, laboral, tributario e incluso a los procedimientos no jurisdiccionales, como el administrativo. En cuanto al derecho de defensa desde el punto de vista de una imputación de carácter delictivo, se debe señalar que el derecho de defensa no puede tener limitaciones y por tanto debe ser ejercido desde las etapas pre-procesales como es la investigación policial o preliminar, incluso desde el momento mismo de la detención preventiva. Enrique Bernales Ballesteros149, señala que el derecho de defensa cuenta con tres características: a) Es un derecho constitucionalmente reconocido, cuyo desconocimiento invalida el proceso; b) Convergen en él una serie de principios procesales básicos: la inmediación, el derecho a un proceso justo y equilibrado, el derecho de asistencia profesionalizada y el derecho de no ser condenado en ausencia, y c) El beneficio de la gratuidad. Así, el derecho de defensa, se encuentra estrechamente ligado a un principio fundamental, cual es el de la igualdad. Y es por ello, que a través de las tres 148 TIEDEMANN, Klauss; "El Derecho Procesal Penal", en: ROXIN, Clauss, ARZT GUNTHER, TIEDEMANN KLAUSS, "Derecho Penal y Derecho Procesal Penal, Editorial Ariel, Barcelona 1988, p.104 149 BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Lima p. 656 191 características anteriormente citadas, se pretende, de alguna forma, buscar un equilibrio entre las partes de un proceso. II.- EL DERECHO DE DEFENSA La ―defensa‖ en un sentido lato, se entiende como aquel derecho, reconocido constitucionalmente, que tiene toda persona, de solicitar ante un órgano de justicia, una solución justa ante un determinado litigio. Aquí se presenta el problema del individuo a quien supuestamente se le ha lesionado un derecho, por lo que deberá recurrir a la justicia para efectuar su reclamo, conforme a una garantía constitucional que va avalar dicha reclamación. En un sentido más estricto y específicamente dentro de la esfera penal, debemos decir que mediante la ―defensa‖, las partes deberán estar en la posibilidad –tanto en el plano jurídico como en el fáctico- de ser convocadas para ser escuchadas, y colocarse frente al Sistema en una formal contradicción con ―igualdad de armas‖ siendo pues –como lo señala Julio Maier-, ―una garantía frente al Poder del Estado y representa una limitación del poder estatal‖.150 Podemos señalar que el derecho de defensa presenta una serie de características que debemos tener claramente en cuenta: 1. Es un derecho reconocido constitucionalmente; 2. Comprende una serie de derechos derivados o conexos como: a) Conocer los fundamentos de la imputación; b) Conocer los motivos de la detención (esto con la finalidad de que pueda ser defendido de manera eficaz, contando con todos los elementos de juicio); c) El derecho de no ser condenado en ausencia; d) Derecho a una justicia penal gratuita y, con ello, la garantía de la defensa de oficio para aquellas personas que no cuenten con los recursos suficientes para ejercer plenamente su derecho de defensa; e) Derecho a impugnar las resoluciones judiciales que lo perjudiquen; f) Derecho a valerse de su propio idioma; g) Derecho a guardar silencio y a no ser obligado a declarar contra su voluntad (en este aspecto, entra a tallar, el tema de las torturas que, a todas luces, no pueden permitirse por tratarse de una vulneración flagrante a los derechos humanos) y; h) En general, todo aquello que se respete y ajuste a un debido proceso, que permita que el derecho de defensa sea debidamente ejercitado. El Derecho de Defensa es un derecho fundamental e imprescindible en un debido proceso. Es el derecho subjetivo público individual del imputado de acreditar su inocencia o cualquier circunstancia capaz de excluir o atenuar su responsabilidad; constituye una actividad esencial del proceso, integrando el triángulo formal de la justicia represiva, en cuanto nadie puede ser condenado sin ser oído ni defendido151. 150 Cita efectuada por informe del Estudio Torres y Torres Lara -Abogados. “El derecho de Defensa”; en Teleley: www.asesor.com.pe/teleley 151 VÉLEZ MARICONDE, Alfredo, “Derecho Procesal Penal”, Tomo II, Editorial Córdoba, Argentina 1986, p. 377 192 También se concibe a la defensa como el derecho inviolable, público y subjetivo que tiene toda persona para poder cautelar sus derechos cuando es imputado de un acto delictuoso. Se funda en el principio de la libertad. Es un poder que la ley confiere al hombre para impedir cualquier sanción152. Responde a la idea de protección de amparo, frente al ataque que supone la contienda procesal bajo el cual subyace el conflicto de intereses y libertades, que si bien afectan a cuantos intervienen en el mismo, tiene una especial significación respecto del imputado, constituyendo un derecho consagrado constitucionalmente. El Derecho de defensa constituye pues, ―un derecho fundamental de naturaleza procesal que conforma a su vez, el ámbito del debido proceso, y sin el cual no podría reconocerse la garantía de este último. Por ello, en tanto derecho fundamental, se proyecta como principio de interdicción para afrontar cualquier indefensión y como principio de contradicción de los actos procesales que pudieran repercutir en la situación jurídica de algunas de las partes, sea en un proceso o procedimiento, o en el caso de un tercero con interés‖ (STC, Exp. Nª 8605-2005-AA,F.J.14)153. CARROCA PEREZ154 advierte dos dimensiones del derecho de defensa: a) como derecho subjetivo; y, b) como garantía del proceso. En lo que respecta a la primera dimensión, es visto como un derecho fundamental que pertenece a todas las partes del proceso, cuyas notas características son su irrenunciabilidad (la parte no puede decidir que no se le conceda la oportunidad de defenderse) y su inalienabilidad (no puede ser dispuesta por su titular, ni su ejercicio puede serle sustraído ni traspasado a terceros). En cuanto a su segunda dimensión, de carácter objetivo institucional, la defensa constituye un verdadero requisito para la validez del proceso, siempre necesaria, aun al margen o por sobre la voluntad de la parte, para la validez del juicio. Como podemos inferir, el derecho de defensa, tiene estrecha relación con los principios fundamentales que garantizan la seguridad y la igualdad ante la ley, principios que se encuentran consagrados en los textos constitucionales democráticos. El Derecho de Defensa pretende, de alguna forma, buscar un equilibrio entre las partes de un proceso. Por una parte, el poder acusador del lado de la mano del Fiscal y, por el otro, el inculpado ejerciendo su derecho de defensa en forma adecuada; logrando de esta forma, conseguir la tan ansiada igualdad que debe prevalecer por encima de todo, por cuanto sin ella, nunca podremos decir que el valor justicia se ha llegado a alcanzar. III.- EL DERECHO DE DEFENSA EN NUESTRO ORDENAMIENTO JURÍDICO. 152 DEL VALLE RANDICH, Luis, “Derecho Procesal Penal, Parte General”, Segundo Tomo, Editorial Pérez Pacussich, p. 7 153 CARO JOHN, José Antonio, Diccionario de Jurisprudencia Penal: Definiciones y conceptos de Derecho Penal y Derecho Procesal Penal extraídos de la Jurisprudencia, Edición Única, Editora Jurídica Grijley E.I.R., Perú 2007, p.155 154 CAROCCA PEREZ, Alex, Garantía constitucional de la defensa procesal, José María Bosch Editor, Barcelona, 1998, p. 20-22 193 Nuestro actual y vigente texto constitucional contiene normas tanto en lo que a derechos de las personas se refiere, consagrados en el artículo 2, inciso 24, como también en las garantías de la Administración de Justicia, en su artículo 139, inciso 14. Por otra parte, es importante señalar que nuestra actual Ley Orgánica del Poder Judicial hace una alusión al derecho de defensa, en su artículo 7, al señalar que ―en el ejercicio y defensa de sus derechos, toda persona goza de la plena tutela jurisdiccional, con las garantías de un debido proceso.‖ Asimismo, destina un Capítulo al tema de la Defensa Gratuita (arts. 295 y ss.). El derecho de defensa se encuentra enraizado – por lo menos en los textos de las distintas normas - como una garantía fundamental que busca la protección de la libertad o los intereses de un procesado. El derecho de defensa, como lo he manifestado líneas arriba, se encuentra consagrado constitucionalmente en el art. 139 inc. 14 de la Constitución de 1993, en el siguiente término: "El principio de no ser privado del Derecho de Defensa en ningún estado del proceso‖. Toda persona será informada inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de su detención. Tiene derecho a comunicarse personalmente con un defensor de su elección y a ser asesorada por éste, desde que es citada o detenida por cualquier autoridad". El maestro procesalista peruano SAN MARTIN CASTRO155 señala que el derecho de defensa de toda persona nace, según el texto constitucional, desde que es citado o detenida por la autoridad. Ello significa que surge con la mera determinación del imputado: no hace falta que exista una decisión nominal o formal al respecto, basta que, de uno u otro modo, se le vincule con la comisión de un delito. Existiendo una imputación nace el derecho de defensa, lo que importa reconocer que el sujeto pasivo de la imputación tiene, en cuanta posibilidad procesal, el derecho de acceder al proceso o investigación preliminar, a ser oído por la autoridad en todas y cada una de las instancias en que la causa se desenvuelve. IV.- EL DERECHO DE DEFENSA EN LOS INTERNACIONALES DE DERECHOS HUMANOS TRATADOS El Derecho de Defensa se encuentra reconocido en los instrumentos internacionales de derechos humanos. En lo que al sistema universal se refiere, la Declaración Universal sobre Derechos Humanos, lo consagra en sus artículos 3 y 1.1., donde establece el acceso a la justicia sin discriminación y el derecho de toda persona a que se aseguren las garantías necesarias para su defensa, respectivamente. Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, consagra el derecho de defensa en el ámbito penal, al señalar en su artículo 14.3.b que toda persona acusada de un delito tiene la garantía mínima de disponer del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa y a comunicarse con un defensor de su elección. Asimismo, el referido pacto, incorpora, como garantía mínima, el derecho de toda persona a la asistencia jurídica gratuita, si careciere de medios suficientes para pagarlo. 155 SAN MARTIN CASTRO, César, Derecho procesal penal, volumen I, editora Grijley 1999, p. 70-71. 194 Asimismo, el derecho de defensa, se encuentra igualmente reconocido en la Declaración Americana sobre Derechos y Deberes del Hombre, documento que en su artículo XXVI, segundo párrafo, establece lo siguiente: ―toda persona acusada de delito tiene derecho a ser oída en forma imparcial y pública.‖ Finalmente, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, protege el derecho de defensa, dentro del marco de las garantías judiciales contempladas en el artículo 8, reconociendo a toda persona el derecho, en plena igualdad, a ciertas garantías mínimas, entre las que se menciona el hecho de conceder al inculpado el tiempo y los medios adecuados para la preparación de su defensa; el derecho de defenderse personalmente o ser asistido por un defensor a su elección y; el derecho irrenunciable a ser asistido por un defensor público. Por otro lado, debemos señalar que si bien es cierto, parece un consenso que el derecho de defensa debe ser respetado y bien ejercido, en otro tipo de ordenamientos legales, más lejanos a nuestra idiosincrasia, parece haberse comprendido e interiorizado más profundamente, significando una mayor garantía para los individuos. En este sentido, se puede mencionar, a manera de ejemplo un caso que se ventiló en la Corte Suprema de los Estados Unidos, donde se dejó en libertad a un sentenciado, bajo el argumento que su derecho de defensa no había sido eficientemente ejercido por cuanto, a pesar de contar con un abogado defensor, éste lo habría representado tan ineficientemente que finalmente resultó perjudicado. Cabe reflexionar sobre este caso, en cuanto a que parece tener lógica y total sentido, pero también es prudente preguntarse ¿resulta aplicable en nuestro ordenamiento legal? La respuesta resulta evidente, y es que difícilmente un procesado podría alegar una representación ineficiente y obtener por ello, una absolución. Sin embargo, no debemos dejar de mencionar que, así como existen en otras legislaciones casos en que se observa claramente un respeto irrestricto por el derecho de defensa, también se presentan mecanismos que atacan a su operatividad como por ejemplo el llamado “plea bargaining”, que consiste en privar al acusado de un juicio mediante su reconocimiento de culpabilidad, conviniendo una pena con el Fiscal, sanción que finalmente, el Tribunal no podrá aumentar aunque sí disminuir, e incluso llegar a una absolución. Este mecanismo se ha convertido en una suerte de ―panacea‖ con el único fin de obtener sentencias con mayor celeridad. Es de esta forma en que el defensor y, básicamente el ―público‖ recibe presiones constantes para que se aplique este método y los procesados, teniendo en cuenta la situación terrible que viven dentro de los establecimientos penitenciarios, no dudan un instante en declararse culpables, aunque ello no signifique recuperar su libertad de inmediato. ¿Aquí, está garantizado el derecho de defensa? Y si el procesado se niega a ―convenir‖ con el Fiscal, ¿qué sucedería? Como ejemplo de ello, me permito citar un caso ocurrido en Filadelfia (USA): el 9 de marzo del año 2001, el juez Joel Lazarus, condenó a Lionel Tate, de 14 años de edad, a cadena perpetua sin fianza, por haber dado muerte, -cuando contaba con 12 años- a una amiga de nombre Tiffany Eunick, durante una imitación de luchadores profesionales. El adolescente, su madre y su abogado defensor habían rechazado antes del juicio el ofrecimiento del fiscal de tres años de cárcel, un año de arresto domiciliario y diez años de libertad bajo 195 fianza, a cambio del reconocimiento de su culpabilidad. Al parecer, la diferencia entre la pena finalmente expuesta y la ofrecida bajo el procedimiento de plea bargaining, se obedeció al deseo del inculpado de ejercer su derecho a un juicio justo. Este hecho nos demuestra que todos los sistemas tienen sus fallas, por lo que debemos tender a subsanar dichas fallas, en beneficio de una búsqueda real de la justicia. V.- GARANTIAS DEL DERECHO DE DEFENSA El derecho de defensa configura una amplia gama de garantías con los que cuenta el imputado o acusado en materia penal. Estas se pueden sintetizar en las siguientes: 1. Derecho del detenido a ser comunicado sobre la imputación Ante la detención de una persona por las autoridades competentes, surge la necesidad de éste de ejercer su derecho a la defensa, de allí que nuestra Constitución en su artículo 139º inciso 15 prescriba el principio de que toda persona debe ser informada, inmediatamente y por escrito, de las razones o causas de su detención. La razón o causa de la detención debe consistir en una noticia íntegra, clara, precisa, circunstanciada y oportuna del hecho concreto que se atribuye al imputado156. Si resultara que sólo se da cumplimiento del deber de comunicación de la imputación, obviando alguno de estos requisitos, no se estará cumpliendo con la totalidad de elementos que caracterizan jurídicamente a la imputación157, se estaría provocando la privación del derecho a ser oído y, con ello, la facultad de influir eficientemente por esa vía, en la decisión respectiva. Hay dos aspectos que merecen ser destacados: a) El alcance y las características de la información que se deben otorgar al acusado, aquí es necesario indicar que la información que se le brinda al investigado, procesado o acusado debe ser total a efecto de que pueda estar en igualdad de condiciones con las otras partes, en este caso el Fiscal, en este sentido nuestro país ha dado un paso adelante al promulgar la vigencia del Nuevo Código Procesal Penal del 2004, teniéndolo como un principio fundamental incluso para la víctima (artículo IX del título Preliminar); y, b) La prontitud con que se le debe proporcionar dicha información, aquí como corolario de lo dicho anteriormente se hace necesario reiterar que esta información debe ser desde el primer momento en que el imputado es detenido o tomado conocimiento de algún proceso en su contra. 2. Derecho al tiempo y las facilidades necesarias para la defensa Como se puede ver de esta garantía se desprenden dos aspectos: a) La consideración del tiempo necesario para la preparación de la defensa; y, b) la facilitación de los medios necesarios para la preparación de la defensa. 156 VÉLEZ MARICONDE, Alfredo, Derecho Procesal Penal, Tomo II, Editora Córdoba, Argentina, 1986, p. 222 y ss. 157 En: NUÑEZ; Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba, anotado, art. 296º Nº 1, ps. 265 y ss., citado por MAIER, Julio, Derecho Procesal Penal Argentino, 1b, fundamentos, Editora Hammurabi, Buenos Aires. 1989. p.325. 196 a.- Tiempo necesario para la preparación de la defensa.- Aquí es necesario advertir que mientras la parte acusadora (Ministerio Público) puede con frecuencia haber estado preparando un caso durante un largo periodo antes del comienzo del proceso, la defensa deberá confrontar la evidencia acumulada por la acusación, encontrar testigos, presentar sus propios medios de prueba y examinar y rebatir los argumentos jurídicos de la parte acusadora en el lapso sustancial más breve. Por ello es válido preguntarse ¿Que tiempo es el ―adecuado‖ o el ―necesario‖ para la preparación de la defensa?. Bueno ello, dependerá de la gravedad del delito, las dificultades para obtener evidencias a favor de la defensa, el número de personas acusadas en el mismo proceso, la novedad u originalidad de los problemas jurídicos que se requiere examinar, etc. b.- Medios adecuados para preparar la defensa.- Esta garantía implica el derecho del acusado a comunicarse privadamente, sin censuras ni interferencias de ninguna especie, con quien le asista en la preparación de su defensa. Sin embargo, esta garantía también incluye el derecho a comunicarse con otras personas distintas del defensor. También implica el acceso a toda la documentación necesaria para la preparación de la misma, y muy especialmente a aquellos que han sido sometidos a la consideración del los juzgados o Salas Penales y que forman parte del proceso (Conforme lo dispone nuestro Nuevo Código Procesal Penal, vigente en algunas provincias de nuestro país). 3. Derecho a contar con un intérprete Es esencial que se le proporcione un intérprete que le ayude a comprender todo lo que se pueda decir en el juzgado o sala penal y todos los documentos o pruebas que se le puedan someter. El propósito de esta garantía es no sólo permitir al acusado presentar argumentos en su defensa, ofreciendo su propia versión de los hechos y su interpretación del derecho aplicable, sino que, lo que es más importante, permitirle familiarizarse con la evidencia y los argumentos legales presentados por la parte acusadora. 4. La asistencia del imputado por un Abogado defensor Está referida a aquella defensa ejercida generalmente por un abogado y sólo en algunas otras legislaciones, por excepción al propio imputado; se ejerce mediante instancias, argumentaciones, alegatos u observaciones que se basan en normas de derecho sustantivo o procesal. Exige lógicamente conocimientos jurídicos de que, el imputado en la mayoría de casos carece; sin ellos, él no podría defender eficazmente, y la defensa, por ende, no respondería a los fines de su institución158. El defensor tiene la función de incidir en los hechos materia de autos, pero fundamentalmente en el derecho. El defensor es un auxiliar de la justicia pero no como órgano imparcial que procura el triunfo de la verdad aunque traicione a su cliente, sino 158 VÉLEZ MARICONDE, Alfredo; Derecho Procesal Penal, Tomo II, Editorial Córdoba, Argentina 1986, Actualizada por AYÁN, Manuel y CAFFERATA NORES, José I., p. 379. 197 como engranaje ineludible del marco instrumental que el derecho predispone para garantía del individuo y de la sociedad159. La defensa técnica fundamentalmente presupone asistencia y representación, la primera referida al aporte técnico a la defensa material, informa acerca de los derechos e intereses que la ley le acuerda o reconoce, en relación a los pro y contra que franquean al imputado tanto a nivel de los hechos que se le incriminan como al derecho etc. El segundo presupuesto de la defensa técnica es la representación, es decir que representa al imputado -valga la redundancia- a lo largo de todo el proceso, salvo en aquellos actos en que la ley exige una participación personalísima del procesado. Es importante remarcar que la defensa tiene tres características fundamentales: pública, libre y profesional: así, es pública porque cumple una función en este orden, si bien es cierto que el defensor, defiende los intereses privados del procesado, pero su accionar va encaminado a una finalidad de orden social160; es libre porque no admite restricción alguna salvo las establecidas por ley; y es profesional porque es solicitada por determinada persona especialista en derecho. El derecho de defensa constituye un derecho fundamental de naturaleza procesal que conforma el ámbito del debido proceso. En cuanto derecho fundamental se proyecta como principio de interdicción de ocasionarse indefensión y como principio de contradicción de los actos procesales que pudieran repercutir en la situación jurídica de algunas de las partes de un proceso o de un tercero con interés. Es necesario reiterar que la Constitución Política del Perú reconoce el derecho de defensa en el inciso 14), artículo 139, garantizando que los justiciables, en la protección de sus derechos y obligaciones, cualquiera que sea su naturaleza (civil, mercantil, penal, laboral, etc.), no queden en estado de indefensión. Al respecto el Tribunal Constitucional (STC 13232002-HC/TC, caso Silvestre Espinoza Palomino) ha señalado, refiriéndose al ejercicio del derecho de defensa, que este ―tiene una doble dimensión: una material, referida al derecho que tiene el imputado de ejercer su propia defensa desde el mismo instante en que toma conocimiento de que se le atribuye la comisión de determinado hecho delictivo; y otra formal, lo que supone el derecho a una defensa técnica, esto es, el asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor durante todo el tiempo que dure el proceso. Al respecto, la Corte Suprema de Justicia de la Republica de Colombia viene poniendo de manifiesto un elevado concepto de garantismo con respecto al derecho de defensa de los imputados en el ámbito del nuevo sistema penal acusatorio, particularmente en lo que se refiere a su dimensión formal, esto es a la defensa técnica. Así lo ha demostrado (Casación Nº 27283 del 01AG02007) al resolver el recurso de casación interpuesto por los defensores de los procesados ÓMAR BENJAMÍN DÍAZ VELA y PEDRO HIGINIO PIZA VELA, condenados mediante sentencia proferida el 12 de diciembre del 2006 como autores responsables de la conducta punible de acceso carnal violento agravado (Código Penal, artículos 205 y 211-1-2-6) en agravio de la menor YCVV y les impuso las penas de prisión de 16 años y 16 años y 6 meses, respectivamente. 159 Ob. cit., VÉLEZ MARICONDE, Alfredo, p. 399 DEL VALLE RANDICH, Luis; Derecho Procesal Penal, Parte General, Segundo Tomo, Imprenta Editora Pérez Pacussich, p.20. 160 198 En vía de casación, los abogados de los condenados, plantearon en primer lugar que la sentencia había sido proferida en actuación viciada por desconocimiento a la garantía fundamental de la defensa técnica, porque los abogados defensores que participaron en el proceso penal desde la fase preparatoria fueron inidóneos para desempeñar el cargo, destacando que no hubo defensa técnica ni estrategia para amparar a sus defendidos frente a la acusación del Ministerio Público; en segundo lugar por el manifiesto desconocimiento de las reglas de apreciación y valoración de las pruebas en que se fundamentaron las condenas. Los integrantes de la Sala encargada de resolver la demanda de casación, concordando con el primer extremo de la demanda expusieron que cuando la defensa inopinadamente desatiende actuar de conformidad con el principio de contradicción, bien porque no propone la práctica de pruebas o simplemente se mantiene silente ante las presentadas por la Fiscalía que buscan fundamentar los cargos o de alguna manera contribuyen al éxito de la acusación, se puede estar presentando una grave mengua del derecho de defensa y el juez está en la obligación de requerir al apoderado para que ejerza la función encomendada y advertir al acusado de las consecuencias de tal inactividad e inclusive aclararle que en todo caso puede reclamar que su protector dentro del proceso sea un letrado de la defensoría pública. La Sala concluyó argumentando que a lo largo del juicio oral la defensa de los imputados se mantuvo ausente, distante, sin compromiso, permitiendo impasiblemente que en contra de sus representados se edificara toda la prueba de cargo, pues teniendo elementos de juicio para participar del contradictorio se le vio impotente ante las reglas que debía respetar pero que por su desconocimiento se convirtieron en una barrera infranqueable que materialmente le impidieron pronunciarse en defensa de la causa encomendada. Por tanto, en una resolución digna de comentar, analizar y discutir, acordaron declarar la nulidad de todo lo actuado a partir de la audiencia preparatoria y conceder la libertad inmediata e incondicional a los condenados. En otro caso más reciente, la misma Corte Suprema de Justicia de la República de Colombia al resolver la casación interpuesta por JOSÉ DUBAN GIL VÁSQUEZ (Casación Nº 27283 del 19FEB2009) presunto integrante de las FARC el mismo que había sido condenado a la pena de 6 años, 4 meses de prisión por la conducta punible de rebelión declaró la nulidad de lo actuado desde el auto por medio del cual se clausuró la fase instructiva del proceso, no pronunciándose con respecto a la libertad del condenado por cuanto este ya se encontraba excarcelado. En este caso la Corte Suprema determinó que desde su privación de la libertad y hasta el día de su indagatoria, JOSÉ DUBAN GIL VÁSQUEZ no se entrevistó con ningún profesional del derecho, como para pensar que recibió asesoría anterior a la vinculación procesal para hacer frente a la investigación en su contra y que durante el proceso no gozó de una defensa activa por parte del defensor de oficio como del defensor público que estuvieron a cargo de ella, cuya presencia real en el proceso en ambos casos, fue totalmente inexistente. Por lo que para la Corte, en conclusión, era manifiesta la lesión del derecho a la defensa técnica del procesado JOSÉ DUBAN GIL VÁSQUEZ. Esta nueva corriente del derecho penal, ha logrado incorporar en la legislación colombiana, por ejemplo, contextos jurisprudenciales tales como: ―El derecho de defensa constituye la excepción al principio de convalidación de actos irregulares. En caso de vulneración del derecho de defensa no opera la convalidación, de modo que 199 para subsanar la vulneración de esa garantía superior se impone invalidar todo lo actuado que se observa con respecto‖. Es muy importante, a mi entender, examinar y analizar detenidamente esta posición de la jurisprudencia colombiana, en previsión a los antecedentes que este tipo de posturas garantistas pudieran ir generando en nuestra legislación nacional como ya se hace en algunos distritos judiciales de nuestro país donde se encuentra vigente el Nuevo Código Procesal del 2004 donde hasta incluso el Magistrado puede disponer que la defensa del imputado sea cambiada al advertir que no se realiza una defensa adecuada a los estándares internacionales. 5. El derecho a la Autodefensa La autodefensa consiste en la intervención directa y personal del inculpado en el proceso, realizando actividades encaminadas a preservar su libertad: impedir la condena u obtener la mínima sanción penal posible161. Llamada también defensa material, y como dijera VÉLEZ MARICONDE, "es la que se realiza mediante manifestaciones que el imputado puede hacer en el proceso, declarando cuantas veces sea necesario (tanto en la etapa preliminar, en la instrucción como en el juicio oral) siempre que sus declaraciones sean pertinentes". Corrobora en este sentido la afirmación que la autodefensa es un hecho instintivo y natural del hombre y la ley permite esta actividad personal, que no significa en modo alguno una absoluta libertad para el ejercicio de la defensa personal. El derecho a la postulación en el proceso le permite al imputado presentarse al Juez conjuntamente con su defensor alegando el derecho que le asiste. 6. Derecho a confrontar la evidencia presentada por la acusación Este derecho le permite examinar – personalmente o por medio de su defensor -las pruebas acumuladas en su contra, descalificarlas, criticarlas o incluso en su propio favor. Admitir que el acusado pueda ser condenado en virtud de documentos que no ha tenido ocasión de conocer, o de testimonios que no ha podido refutar, sería aceptar un procedimiento viciado desde un comienzo y diseñado para condenar. Si el propósito de todo proceso criminal es hacer justicia, y si un principio fundamental del derecho a un juicio justo es el derecho del acusado a defenderse, para que tal defensa sea efectiva deben ponerse a disposición del inculpado todos los medios indispensables para la preparación de la defensa162. 7. El derecho de no ser obligado o inducido a declarar contra sí mismo o a declararse culpable Este derecho es una de las manifestaciones del Derecho de Defensa, y en particular corresponde al deber que impone la norma de no "emplear ciertas formas de coerción, para privar al imputado de su libertad de decisión como informante (transmisor de conocimientos) en su propio caso, reside, por último, evitar que una declaración coacta del imputado pueda ser valorada como elemento de cargo en su contra"163. 161 MORENO CATENA, Victor; en: GIMENO SENDRA, Vicente y otros; "Derecho Procesal‖, Tomo II Proceso Penal, 3ª edición revisada y actualizada, Editora Tirant lo Blanch, Valencia, 1990, p.175. 162 Cfr.: FAUNDEZ LEDESMA, Héctor: “El derecho a un Juicio Justo”. En Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Caracas; Junio, 1991, Nº 80, pp. 138-179. 163 En: Fallos CSN t. 303, p. 1938, citado por: MAIER, Julio B.; Derecho Procesal Penal Argentino, 1 b Editorial Hammurabi, Buenos Aires, 1989, p. 367 y 368. 200 VI. DEFENSOR PUBLICO Para velar por uno de los derechos fundamentales de toda persona: El Derecho a la Defensa, sin discriminación alguna, mediante la Ley N° 29360, reglamentado por el D.S. N° 013-09-JUS, el Ministerio de Justicia reguló el Servicio Nacional de la Defensa Pública (antes Defensoría de Oficio), para que continúe promoviendo la defensa gratuita a las personas de escasos recursos económicos, que no puede contratar y pagar los servicios de un Abogado sin poner en peligro su subsistencia o la de su familia. El defensor Público, es un abogado que depende del Ministerio de Justicia y que brinda sus servicios profesionales al detenido en una sede policial, al procesado ante un Juzgado Especializado Penal, Sala Especializada Penal, Tribunal Militar, a los menores infractores, sentenciados y a los que la ley señale. Este profesional del derecho, asume la defensa GRATUITAMENTE en los procesos penales, asesorando, examinando y analizando los elementos de prueba, participando activamente en el proceso, colaborando para que se desarrolle dentro del marco del Debido Proceso. En los establecimientos penitenciarios ayuda a gestionar los beneficios penitenciarios. En las sedes policiales asume la defensa de las personas que son detenidas en las siguientes Direcciones especializadas: DININCRI, DINANDRO, DINCOTE, DIVINCRI. Es decir, tiene competencia para brindar asistencia legal en dependencias policiales, asumiendo la defensa de las personas a las que se inician investigaciones, así como también aquellas que ya están sometidas a investigación policial y fiscal; de igual modo está facultado para ejercer la defensa gratuita de los imputados y/o procesados en salas y juzgados especializados en lo penal; finalmente el defensor público asesora a los internos recluidos en establecimientos penitenciarios, gestiona beneficios penitenciarios, cumplimiento de sentencias y rehabilitaciones y solicita los derechos de gracia (extraído del portal del MINJUS). VII. PRINCIPALES PROBLEMAS DEL DERECHO DE DEFENSA No podemos, de forma alguna, negar un hecho: el derecho de defensa en nuestro país, no se encuentra plenamente garantizado. Y esta terrible verdad se debe a varios motivos, entre los cuales podemos destacar los siguientes: 2. El derecho de defensa no se respeta, desde los inicios de la investigación Esto es, que desde el momento mismo de la detención por parte de la policía, se viene violando esta garantía constitucional. Para muestra, un botón: El Instituto de Defensa Legal, realizó una encuesta164 sobre ―Detención e Investigación Policial‖, habiéndose obtenido los siguientes resultados alarmantes: a) ¿El derecho de defensa ejercido a través de un abogado se respetó durante la detención? 164 Cita efectuada por informe del Estudio Torres y Torres Lara -Abogados. “El derecho de Defensa”; en Teleley: www.asesor.com.pe/teleley 201 SÍ : 3.57% NO: 96.42% b) ¿El derecho de defensa ejercido a través de un abogado se respetó durante el interrogatorio? SÍ : 3.57% NO: 96.42% c) ¿El ofrecimiento de la defensa de oficio por el Ministerio Público se respetó? SI: 2% NO: 98% Este es un problema fundamental y quizá se lo debemos a la filosofía de nuestra policía que, en ocasiones, considera –erróneamente- que en todos los casos se está tratando con delincuentes convictos y confesos que no merecerían –según su criterio – ningún tipo de garantía. Muchos de nuestros miembros de las fuerzas policiales no conciben que al ―detenido‖ se le presume inocente, hasta que no se pruebe lo contrario. Observamos que, lamentablemente, en muchos casos, sucede lo contrario, se le considera culpable, hasta que se pruebe su inocencia. Pero, también entendemos que el Perú, ha estado sometido durante muchos años al ―terror‖ que infundieron los grupos senderistas, por lo que definitivamente, en el plano psicológico, debemos aceptar que nuestras fuerzas policiales, difícilmente podrán olvidar las consecuencias de hechos abominables cometidos en esta época de terror y, por lo tanto, en muchas ocasiones, los actos policiales reflejan ese rencor y revancha que aún no pueden desterrar de sus almas. 2. Gratuidad en el acceso a la justicia Invocar la gratuidad en el acceso de la justicia resulta tan lírico como invocar la gratuidad en el acceso a la educación. Es cierto que si un procesado no cuenta con recursos suficientes para proveerse de una defensa de tipo privada, el Estado está en la obligación de asignarle un Defensor Público. Al parecer, con ello, todo estaría solucionado, pero ¿podemos hablar de ―gratuidad‖ en todo el sentido estricto de la palabra? ¿No es el procesado quien tendrá que hacer frente a las costas del juicio, que nada tiene que ver con los honorarios del abogado defensor? La educación es gratuita –reza el precepto-, pero ¿no es cierto que los colegios estatales, exigen ciertos pagos pro determinados derechos? ¿y no exigen también, acaso, que el niño cuente con ciertos útiles escolares? ¿no es cierto que de nada vale que un niño asista a clases, si no tiene una lapicero y un cuaderno donde escribir? Esto, ciertamente, no es costeado por el Estado. Por ello, aún no es posible hablar aún de una completa gratuidad 202 3. Defensoría Pública Sin tratar de desmerecer de forma alguna, el esfuerzo que realizan los defensores de oficio, ¿podríamos afirmar categóricamente, sin temor a equivocarnos, que se encuentra en igual condición un procesado representado por un defensor de oficio que un procesado representado por un defensor privado? Lamentablemente, en nuestro país, aún no se ha desarrollado un adecuado sistema de defensa pública que pueda satisfacer las necesidades de los más pobres, por lo que arribamos a una terrible apreciación: ―La libertad de una persona puede depender de su capacidad económica.‖ Y esto sin contar que, si se piensa que el acusado es culpable, como anticipadamente suele sospecharse, la conclusión se resume a: ¿qué sentido tiene que se lo defienda, y sobre todo con dinero del Estado? Así ...."esta íntima convicción...se traduce en un trato casi irrespetuoso hacia la actividad de la defensa.‖165 3. Prejuicios que atentan contra el principio de la presunción de inocencia y por lo tanto con el derecho de defensa: Los medios de comunicación Este tema se complica cuando un proceso que debe ser reservado para todos excepto para las partes involucradas en proceso en sí y por tanto pasa de la esfera policial o judicial a otros niveles, cometiéndose graves injusticias, donde se involucran directa o indirectamente, hasta a la propia familia del procesado. Cuando en un proceso, es la presunción de culpabilidad la que prima, definitivamente, no puede ejercerse el derecho de defensa en iguales condiciones. Muchos de estos casos, desprovistos de completa razón, son claramente motivados por prejuicios incomprensibles y lo que es peor, por el temor cobarde a no tomar una posición discrepante con la mayoría. Es pertinente hacer la siguiente interrogante en este punto: ¿la prensa, muchas veces, no contribuye frontalmente a generar en el público una idea errada de los acontecimientos? ¿No efectúa acaso una pre-valorización de los hechos? ¿No escuchamos a diario que tal o cual persona ―habría‖ matado a alguien; ―habría‖ robado a alguien, ―habría‖ violado a alguien; etc, etc.? Bajo el escudo del lenguaje condicional, muchos medios de comunicación –en un afán sensacionalista- dilapidan el honor de las personas sin esperar siquiera la existencia de pruebas contundentes que ayuden a sostener las distintas hipótesis que se suelen manejar y presentar a la ciudadanía. Pero, mientras tanto, la persona ya fue juzgada y sentenciada por los medios de comunicación, sentencia que acarrea la deshonra no sólo del involucrado sino también la de su familia. Ante este caso nos preguntamos ¿tiene la prensa, avalada en el llamado ―derecho a la información‖ y a la tan mentada ―libertad de expresión‖, la facultad de atropellar los derechos fundamentales de las personas, como por ejemplo el de la presunción de inocencia y, con ello entorpecer el legítimo derecho a ejercer su defensa sin la contaminación que los medios generan día a día al brindar un noticia de manera 165 MARTINEZ, Stella. “¿Quién defiende a la defensa?”, en MESUTTI y SAMPEDRO ARRUBLA (compiladores), La Administración de Justicia en los albores del tercer milenio. Buenos Aires, Universidad, 2001P. 168. 203 irresponsable, carente de sustento y por qué no decirlo, en muchos casos – con grandes dosis de morbosidad? Lo cierto es que la sentencia judicial es el único elemento que puede lograr el rompimiento del principio de la presunción de inocencia y señalar a determinada persona como autor de un delito. En la medida de que dicha sentencia no exista, no puede permitirse que otros vulneren este derecho fundamental. En este sentido, existe profusa jurisprudencia española que ha señalado lo siguiente: ―no es admisible, pues, que una noticia publicada en un medio de información pueda calificar a una persona como ―autor de un delito de estafa‖ en el momento de la detención de esa persona, dado que el único acto que puede quebrar dicha presunción de inocencia del acusado en nuestro ordenamiento es la sentencia del tribunal que declara la autoría del delito, y tal resolución judicial, obviamente no existía en el momento de publicarse la noticia de la detención‖166 El principio de la presunción de inocencia, le impone al periodista unas severas normas de conducta para la elaboración de las informaciones judiciales cuyo enfoque y redacción deben dejar en el lector, oyente o televidente la idea de que los acusados no necesariamente son culpables, sino que deben presumirse inocentes. Lamentablemente, muchos periodistas hacen caso omiso de estas normas y consideran – como ya lo hemos mencionado líneas arriba- que al exponer la noticia en lenguaje condicional ya cumplieron con no dilapidar al acusado, sabiendo perfectamente que el interlocutor que recibe la noticia, no entiende que este tipo de lenguaje no es definitivo. Es por ello, pese a que el derecho a la información se encuentra consagrado en nuestro texto constitucional, en su artículo 2, inciso 4), no puede ser ejercido si con ello entra en colisión con otros derechos fundamentales como lo son el de presunción de inocencia y el derecho al honor, y asimismo, influye en que el derecho de defensa no pueda ser ejercido con total objetividad. La libertad de información no es ilimitada, como tampoco lo es ninguna otra libertad. No afirmamos que no se debe informar, sino que se informe con conciencia y, sobre todo, con responsabilidad. Así...‖lo que se pide a los profesionales es que vivan la honestidad profesional, desglosada en dos requisitos indispensables: no intencionalidad en el relato y juego limpio en el comentario...‖.167 Obviamente el comentario de una persona es completamente libre, si embargo, deberá ser lo objetivo posible de tal forma que permita la posibilidad de la formación de otras opiniones. Está pues, en juego, mucho más que el derecho de la persona a ser debidamente informada, por encima de ello, se encuentra la dignidad y el honor del ―presunto autor‖ de un ―presunto delito‖. A manera de reflexión final, podemos señalar que en la medida que los ciudadanos no tomen real conciencia de que vivimos en una sociedad con prejuicios, y, asimismo, no asuman que es responsabilidad colectiva apoyar para que estos prejuicios no contaminen el ejercicio de los derechos fundamentales de las 166 Sentencia del Tribunal Constitucional Española del 3-12-1992; citado en QUISPE FARFAN, Fany. p. 71 167 MARTINEZ ALBERTOS, José Luis. Efectos de la tecnología electrónica sobre la comunicación periodística. Citado en ROMERO COLOMA, Aurelia María. Libertad de Información frente a otros derechos en conflicto: Honor, intimidad y presunción de inocencia. p. 91 204 personas, la labor de nuestra administración de justicia no avanzará, se verá constantemente obstaculizada y todo ello redundará en un solo hecho: el declive moral de una sociedad que –como la nuestra- exige, necesita y clama, día a día, por una inyección de valores que la haga cada vez más digna y justa. VIII. ALCANCES DEL DERECHO DE DEFENSA EN EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL El Tribunal Constitucional ha establecido respecto del derecho de defensa168: Su ámbito de vigencia abarca a la totalidad del íter procesal. Por tanto, no existe etapa alguna del proceso en la cual el derecho a la defensa pueda ser limitado y si ello ocurre, constituye un supuesto de afectación del derecho al debido proceso. Por tanto, el derecho de defensa constituye parte integrante del derecho al debido proceso. El derecho de defensa comporta dos dimensiones: a) dimensión material, referida al derecho del imputado de ejercer su defensa desde que conoce la imputación de un acto ilícito y b) dimensión formal, que consiste en el derecho a ser asesorado y patrocinado por un abogado defensor durante el desarrollo del proceso. Ambas dimensiones integran el contenido constitucionalmente protegido del derecho. La finalidad última de este derecho es impedir que el sujeto sometido a proceso sea reducido a un estado de indefensión, esto es, quede inerme, carente de los medios jurídicos que el ordenamiento ha formulado para hacer frente a las imputaciones. Apunta a preservar una situación de índole material, consistente en que no puede ser este derecho satisfecho con salidas de orden formal, sino que lo que se garantiza es el ejercicio de una defensa efectiva, concreta, eficaz. Por tanto, no puede sobreponerse la exigencia del cumplimiento de un requisito o formalidad por sobre la exigencia anotada. A pesar que el derecho de defensa tiene un carácter marcadamente procesal, su lesión no remite únicamente a una situación que podría ser remediada mediante un proceso de Amparo, sino que puede alcanzar dimensiones lesivas a la libertad y seguridad personales, por ello es que en ciertos casos la afectación del derecho de defensa legitima la interposición de un proceso constitucional de Hábeas Corpus. Por su naturaleza, el derecho de defensa abarca a todo tipo de procesos y demanda la no existencia de alguna norma legal que limite el derecho de libertad probatoria o libertad de presentar pruebas. Así, la violación del derecho de defensa viola los siguientes derechos y principios constitucionales: 168 Exp. N° 1323-2002-HC/TC. Fundamentos 1, 2 y 11. 205 a.Presunción de inocencia: en la medida en que cada sujeto tiene tras de sí la presunción de su inocencia, la misma que sólo debe ser vencida en el proceso, una limitación al derecho a la defensa lesiona la posibilidad de que el sujeto pueda sostener dicha presunción. Es decir, si se limita el derecho de defensa, entonces la presunción de inocencia se vuelve una entelequia dado que el sujeto no puede hacerla valer en el proceso. b.El derecho a la igualdad procesal: si es que se limita el ejercicio del derecho a la defensa, indefectiblemente se coloca al sujeto afectado en una situación de inferioridad procesal frente a la parte acusadora, violando así la igualdad procesal. c.El derecho al debido proceso: el derecho de defensa forma parte del derecho al debido proceso por lo cual al limitarse el ejercicio del derecho de defensa, se deprecia el derecho al debido proceso que lo contiene. d.El principio de jerarquía normativa: la Constitución tanto en su texto como finalidad, demanda que cada sujeto tenga tras sí un conjunto de derechos, principios y garantías para hacer frente a las imputaciones que se le hacen. Pues bien, dicho conjunto de derechos, principios y garantías son afectados conjuntamente por el acto de limitación del derecho a la defensa, puesto que si un sujeto no puede hacer frente a las acusaciones, carece de sentido todos las demás normas, principios y garantías que la Constitución haya señalado. Por ejemplo ¿Puede hablarse del derecho a un juez imparcial cuando se limita el derecho a la defensa? Se trataría de una afectación genérica. e.- El derecho a la tutela procesal efectiva 169: ―Se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancia en el proceso, a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad procesal penal‖ Asimismo, consideramos que si un sujeto ejerce el derecho de defensa de modo defectuoso o incumple la norma procesal de modo indubitable. ¿Dicho incumplimiento total o parcial o defectuoso basta para impedir que la pretensión del sujeto llegue a ser decidida por los órganos jurisdiccionales? La respuesta debe ser negativa en la medida en que para preservarse el ejercicio material del derecho a la defensa, se debe apuntar a la subsanación de los errores o deficiencias cometidas en ejercicio del derecho de defensa. IX. SUPUESTOS AMENAZANTES DEL DERECHO DE DEFENSA a.- El derecho a probar y el plazo reducido en la citación 169 Código Procesal Constitucional. Artículo 4. 206 El derecho a probar constituye un elemento esencial del derecho fundamental a un proceso justo, por el cual todo sujeto de derecho que participa como parte o tercero legitimado en un proceso o procedimiento, tiene el derecho de producir la prueba necesaria para formar la convicción del juzgador acerca de la existencia o inexistencia de los hechos que son o serán objeto de prueba, sea que se trate del objeto de prueba principal o de un objeto de prueba secundario170. Asimismo, se reconoce que se trata de un derecho complejo, dado que su contenido se encuentra integrado por los siguientes derechos171: 1. El derecho a ofrecer los medios probatorios destinados a acreditar la existencia o inexistencia de los hechos que son objeto concreto de prueba. 2. El derecho a que se admitan los medios probatorios ofrecidos. 3. El derecho a que se actúen adecuadamente los medios probatorios admitidos y los que han sido incorporados de oficio por el juzgador. 4. El derecho a que se asegure la producción o conservación de la prueba a través de la actuación anticipada y adecuada de los medios probatorios 5. El derecho a que se valoren en forma adecuada y motivada los medios de prueba que han sido actuados y que han ingresado el proceso o procedimiento. Por su parte, en sede de derecho internacional el artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos establece que la frase ―durante el proceso‖ incluye -en el caso de los procesos penales-, al ámbito de la etapa pre-jurisdiccional, es decir, aquella etapa indagatoria previa al proceso y cuya dirección compete al Ministerio Público. Ello se encuentra reconocido así en el artículo 159 inciso 4 de nuestra Constitución. Así, se reconoce que debe haber un tiempo razonable entre la citación y concurrencia para preparar la defensa 172 y de no cumplirse ello, pues la actividad fiscal –o policial o administrativa- en tal caso, podría convertirse en una amenaza para la libertad de la persona, en la medida en que lo reducido del plazo o0bstaculiza el derecho que tiene cada persona de poder preparar su defensa para hacer frente a las imputaciones que se le formulan. b.La configuración del Principio de oportunidad y las facultades del Fiscal El ejercicio del principio de Oportunidad puede inducir al imputado a aceptar la acusación fiscal, el cual puede colocar al imputado ―entre la espada y la pared‖. 170 BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. El derecho a probar como elemento esencial de un proceso justo. Lima: ARA Editores, 2001. p. 101. 171 BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. Ob. Cit. pp. 102-103. 172 Exp. Nº 1268-2001-HC/TC. En: PIZARRO GUERRERO, Miguel. Jurisprudencia constitucional de Hábeas Corpus. Lima: Editora Jurídica Grijley, 2003. pp. 63-64. 207 El inicio de la acción penal y su ejercicio están constitucionalmente consagrados al fiscal como representante del Ministerio Publico, pero también es cierto que la decisión final acerca de la situación o status jurídico del imputado, recae en una resolución judicial. Por los alcances que comporta el ejercicio del principio de oportunidad es que se genera, de hecho, una situación en la que el juez penal no emite resolución alguna y ello aparece como un sobredimensionamiento de las facultades del fiscal, el cual ejerce, de facto, un rol que puede ser calificado de ―para-judicial‖. La necesidad del contralor judicial es prevista para un conjunto de situaciones jurídicas tanto en el orden procesal civil como procesal penal, y ello incide en el proceso que se denomina ―determinación de la pena‖, instancia o etapa procesal en la que se ponen en juego no solamente exigencias normativas, sino cuestiones valorativas y exigencias sociales que determinan el quantum a ser aplicable o no al delincuente. O sea, el poder otorgado al fiscal en materia de principio de oportunidad, puede en ciertos casos inducir al fiscal a que el imputado ―reconozca‖ un delito que no ha cometido. Dicha posibilidad es una amenaza al ejercicio del derecho de defensa. Si se analiza con mayor detenimiento, encontramos que lo que hace el fiscal a fin de cuentas es una apreciación de la culpabilidad del delincuente, labor que es la más característica y típica del juez penal. Es así que en el caso de la aplicación del principio de oportunidad, para no dejar de lado la necesidad del contralor judicial, se ve como necesario que el juez tenga alguna intervención a titulo de supervisión o control sobre el ejercicio del principio de oportunidad por parte del fiscal. Finalmente, quien administra justicia a nombre de la Nación, es el juez y no el representante del Ministerio Publico. Si el fiscal tiene el rol reconocido de defensor de la legalidad, no se puede asumir que en la defensa de la legalidad las respuestas o dediciones a ser asumidas por el fiscal o juez tengan que se contradictorias y, en todo caso, de ser así, necesariamente debe prevalecer la decisión del juez, sometida a los controles pertinentes. c.983 La regulación de la prueba trasladada en el Decreto Legislativo Nº Decreto Legislativo Nº 983 ―Artículo 261.- Prueba trasladada En los delitos perpetrados por miembros de una organización criminal o asociación ilícita para delinquir, la Sala a pedido de las partes o de oficio podrá realizar las actuaciones probatorias siguientes: Las pruebas admitidas y practicadas ante un Juez o Sala Penal podrán ser utilizadas o valoradas en otro proceso penal, siempre que su actuación sea de imposible consecución o difícil reproducción por riesgo de pérdida de la fuente de prueba o de amenaza para un órgano de prueba. Sin necesidad de que concurran tales motivos, podrán utilizarse los dictámenes periciales oficiales, informes y prueba documental admitida o incorporada en otro proceso judicial. La oposición a la prueba trasladada se resuelve en la sentencia. La sentencia firme que tenga por acreditada la existencia o naturaleza de una organización delictiva o asociación ilícita para delinquir determinada, o que demuestre una modalidad o patrón de actuación en la comisión de hechos delictivos o los resultados o daños derivados de los mismos, constituirá prueba con respecto de la existencia o forma de actuación de esta organización o asociación en cualquier otro proceso penal, la misma que deberá ser valorada conforme al artículo 283‖ 208 El derecho de defensa consiste en la potestad del imputado de poder resistir y contradecir la imputación penal en el proceso y a dichos efectos, dicha aspiración se materializa en las facultades procesales de poder ser oído en juicio, de controlar la prueba de cargo, de invocar y probar los hechos que justifican una exclusión o la atenuación de la responsabilidad. En suma, el ejercicio del derecho de defensa permite alcanzar lo que sea más favorable para el acusado. Desde dicha perspectiva, posee una dimensión vinculada con la prueba trasladada y consiste en lo siguiente: como sabemos, el derecho a ser oído no supone simplemente la posibilidad de argumentar sino que ha incluye la capacidad de aportar al proceso todos los hechos que se estimen adecuados al objeto del mismo (alegación), y el poder utilizar los medios de prueba legales, pertinentes y útiles para probar los hechos afirmados (pruebas). De acuerdo con ello es que el uso de la prueba trasladada optimiza el ejercicio del derecho de defensa, puesto que coloca en manos de la defensa del imputado los medios necesarios para que pueda hacer frente a las imputaciones. Si existe en un proceso previo un medio probatorio con relevancia e idoneidad para demostrar las alegaciones que hace el imputado en un proceso posterior, entonces el ordenamiento debe facilitar que dicho medio probatorio pueda ser trasladado hacia el nuevo proceso, preservando así la garantía de defensa del imputado y consagrando la vigencia del derecho de defensa. Por tanto, en la medida en que se limite la posibilidad de actuar la prueba trasladada en ciertos casos, ello limita la posibilidad de ejercer el derecho de defensa respecto a los medios probatorios que generados o aportados y analizados en un proceso, posteriormente intenten hacerse valer en otro proceso pero que por mandato del artículo 261 del Nuevo Código Procesal Penal, no podrían ser trasladados. d.La posible consideración del inciso 11 del artículo 20 del Código penal, para el caso del resultado muerte en el contexto de protestas sociales El supuesto de hecho de la norma es la realización de protestas sociales, donde supuestamente el manifestante ha hecho uso de su derecho a la libertad de expresión y al ejercicio de las libertades de sindicalización y huelga. En caso que hubiera empleo de violencia y atentado contra la vida y propiedad, dichos casos se encuentran perfectamente cubiertos por el ordenamiento peruano, y son previstos como conductas punibles en la modalidad de entorpecimiento del funcionamiento de servicios públicos, disturbios, afectación al libre tránsito. Al estar por tanto, dichas conductas previstas, no puede establecerse como un nuevo supuesto de exculpación de responsabilidad penal, el resultado muerte en el contexto de protestas sociales, porque ello induce a asumir que la ley de antemano está colocándose en una posición de legitimación de antemano de todo posible resultado letal en actuación de la violencia legítima que se encuentra en el personal policial. Dichas situaciones ya están previstas en el caso de actuación por órdenes del superior y en ejercicio de una función. La norma penal induce a una apreciación jurisdiccional que limita la posibilidad de ejercer una adecuada defensa de los parientes de quien además de resultar muerto, indudablemente que sobre sí tendrá la presunción de haber estado efectuando algo ilícito o indebido, lo cual no es así. En otras palabras, el último inciso del artículo 20 del Código penal consagra una especie de presunción de impunidad si es que el resultado lesivo se produce en el contexto de disturbios o protestas sociales, ello disminuye la posibilidad de defensa legal y de defensa material de las potenciales víctimas de un exceso policial. 209 e.- El caso del internamiento preventivo En la adopción de la medida del internamiento preventivo del menor, una situación amenazante para el derecho de defensa puede ser el instrumentalizar una actuación en la cual el menor no tiene la asistencia de un abogado defensor, ni tampoco se encuentran presentes los padres del menor. En dicha situación, la presencia del representante del Ministerio Público, a pesar de su rol de defensor de la legalidad, no puede hacer las veces de convalidar una actuación que claramente lesiona el ejercicio del derecho de defensa por parte del menor. ¿Por qué es lesionante del derecho de defensa? En principio, se reconoce que el menor de edad puede celebrar actos vinculados a su vida diaria. Pero, en el caso especial de ser imputado de cometer infracciones, la sola voluntad del menor de edad, por tal condición, no puede ser asumida sin más por los encargados de combatir los ilícitos. El menor indefectiblemente requiere la presencia de alguien que pueda sostener o complementar sus declaraciones, y es así que necesita o bien al abogado defensor o a sus padres. La figura del representante del Ministerio Público no es la idónea para satisfacer el requerimiento señalado. De ello da cuenta la jurisprudencia constitucional, donde se destaca precisamente que la no asistencia de abogado defensor o la ausencia de sus padres, viola el ejercicio del derecho de defensa del menor y ello no se atenúa por la presencia del representante del Ministerio Público. Las consideraciones pertinentes son173: ―8. Sin embargo, no considera en absoluto el hecho de que se le privó del derecho de defensa al no haber sido asistido por un abogado defensor, ni tampoco estar presentes sus padres. En cuanto a la presencia del representante del Ministerio Publico, esta no puede de ninguna manera ser suficiente para garantizar la defensa del presunto adolescente infractor,…‖. 9. Así, al haber sido declarada fundada la demanda en primera instancia, y haberse hallado graves afectaciones al debido proceso al momento de tomarse las declaraciones del menor, en clara vulneración de los derechos constitucionales del adolescente beneficiario de la presente demanda, los cuales están contemplados en el artículo 2º, inciso 24, literal f, de la Constitución y en los artículos 185°, 187°, 200° 203°, 208° y 209° del Código de los Niños y Adolescentes, y también al haberse verificado que no se les informó a los padres del menor, ni tampoco se requirió su presencia para la toma de la declaración del mismo, entonces carece de validez la Resolución N° 01, de fecha 20 de diciembre de 2004, emitida por el demandado, ya que se sustenta en un acto declarado ilegal y vulneratorio de derechos constitucionales; ilegalidad que la incluye en sus alcances. Por tanto, el internamiento preventivo dictado contra el favorecido deviene en arbitrario, al provenir de un acto violatorio al debido proceso. ― 173 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. Exp. Nº 986-2005-PHC/TC. Lima, 2 de Noviembre de 2005. Fundamentos 8 y 9. 210 f.- En la investigación preliminar: posible arbitrariedad Como consecuencia del sistema acusatoria instaurado en el nuevo Código Procesal Penal, encontramos que en lo que respecta a la investigación, la propia normativa del Código Procesal Penal establece que la libertad personal y demás derechos fundamentales, solo podrán se objeto de restricción si es que ello resulta absolutamente necesario e indispensable, en medidas y tiempos estrictamente necesarios, para asegurar los fines de averiguar la verdad, desarrollo del procedimiento y, en fin, de la aplicación de la ley 174. Asimismo, se ha determinado que la acción penal, debe darse a un órgano distinto al órgano jurisdiccional, al ciudadano particular y a la persona agraviada 175. Así, la actuación del Ministerio Público se enmarca en la necesidad de preservar los derechos del justiciable y en promover la correcta aplicación de la ley. g.Virtualidad amenazante del dictamen fiscal frente al derecho a la libertad El artículo 159 de la Constitución señala que el Ministerio Público ―primero evalúa la procedencia de iniciar el juicio penal al sospechoso, y sólo si encuentra razones fundadas, elabora la denuncia176. Por tanto la denuncia penal solo puede ser consecuencia de una convicción del fiscal de encontrarse ante el posible responsable de un delito cometido. Por ello mismo, no pueden admitirse elucubraciones o imputaciones sin sustento, puesto que en tal caso, el magistrado lo que estaría haciendo es colocar a la ley como un medio de infringir derechos y cometer un acto arbitrario, cuando precisamente el que tenga que expresar las razones, es un filtro para evitar la posibilidad de arbitrariedades. Esencialmente, la actividad del Ministerio Público es el proteger a las personas177. En otras palabras, la racionalidad exigida al fiscal constituye una valla previa a todo pedido de apertura de instrucción e impide que las facultades del Ministerio Público sean puestas al servicio de fines contradictorios con el rol constitucional que se le ha asignado: defensor de la legalidad y representante del interés público. Dichos roles son incompatibles con todo uso arbitrario y lesivo de los derechos fundamentales –en el caso del fiscal, afectación al derecho al debido proceso-. Si la actividad fiscal no ha respetado los parámetros establecidos en el artículo 139 de la Constitución, que constituyen principios procesales que deben estar presentes en todos los procesos –independientemente de la especialidad o ámbito en el cual se concreten-, ello claramente es una violación al derecho al debido proceso y tiene una incidencia directa en la posibilidad del justiciable, de defender su libertad por todos los medios que el sistema ha puesto a su disposición. El fiscal no tiene la libertad de poder ejercer su facultad dictaminadora de manera caprichosa, arbitraria o irrazonable. Si se admitiera ello se introduciría en la institución encargada de defender el Interés Público, una línea de actuación contraria a los derechos 174 Cfr. CUBAS VILLANUEVA, Víctor. El Proceso Penal. Lima, Palestra Editores, 2003. 5ª. Ed. p. 144. FLORES POLO, Pedro. Ministerio Público y defensor del Pueblo. Lima, Cultural Cuzco Editores, 1984. p. 42. 176 RUBIO CORREA, Marcial. Quítate la venda para mirarme mejor. La reforma judicial en el Perú. Lima: Desco, 1999. Pág. 157. 177 RUBIO CORREA, Marcial. Ob. Cit. Pág. 157. 175 211 fundamentales y que se convertiría en un engranaje siniestro de cualquier intento de persecución, intimidación o acoso. Necesariamente, la labor del fiscal debe estar orientada por una actitud de racionalidad: ―cuando hablamos de razonabilidad nos estamos refiriendo a un parámetro al cual debe ceñirse la labor de quien cuenta con autoridad (…) sin embargo, ello no le habilita a actuar de cualquier manera… sino de acuerdo a fines lícitos (o por lo menos, no prohibidos por el ordenamiento jurídico vigente) La proporcionalidad de los medios utilizados será consecuencia de analizar la utilidad, idoneidad y el equilibrio de dichos mecanismos‖178 Asimismo, respecto a la vinculatoriedad y certeza que se le deben adjudicar o reconocer al dictamen fiscal, el Tribunal Constitucional ha señalado: ―Respecto a la actividad probatoria y el grado de convicción al que debe arribar el fiscal en el transcurso de esta investigación previa al proceso penal, la doctrina ha señalado lo siguiente: ―(...) no se requiere que exista convicción plena en el fiscal ni que las actuaciones estén completas, sólo se necesita que las investigaciones arrojen un resultado probabilístico razonable, en orden a la realidad de un delito y de la vinculación delictiva del imputado o imputados‖. Sin embargo, desde una perspectiva constitucional, resulta insuficiente valorar la actuación fiscal en sus propios términos legales; se requiere de su conformidad con los mandatos constitucionales de respeto a los derechos fundamentales y al ordenamiento jurídico constitucional‖ (179). De ello se sigue que si no se exige una certeza absoluta respecto a la responsabilidad penal del sujeto, es porque la misma debe ser consecuencia del íter procesal, instancia donde el sujeto tiene a su disposición un conjunto de principios, mecanismos y procedimientos a efectos de defender su inocencia. Asimismo, independientemente de la certeza que albergue el fiscal, la Constitución no le ha reconocido la potestad de establecer o dirimir de modo definitivo la responsabilidad penal del sujeto y con ello, de determinar cual será el status a serle aplicable. Por tanto, la actividad indagatoria del fiscal no tiene como finalidad el demostrar la responsabilidad penal del sujeto, sino preparar las condiciones bajo las cuales el sujeto puede ser procesado en caso de una interpretación de los medios probatorios recopilados y las actuaciones realizadas, resulta ostensible que mediante una actividad racional existe la posibilidad que el sujeto haya cometido el delito. Adecuando los fundamentos de la referida sentencia a la actividad fiscal, es posible afirmar que el grado de discrecionalidad atribuido al fiscal para que realice la investigación sobre la base de la cual determinará si existen elementos suficientes que justifiquen su denuncia ante el juez penal, se encuentra sometida a principios constitucionales que proscriben: a) actividades caprichosas, vagas e infundadas desde una perspectiva jurídica; b) decisiones despóticas, tiránicas y carentes de toda 178 ESPINOSA SALDAÑA-BARRERA, Eloy. Derecho al debido proceso: un acercamiento más didáctico a sus alcances y problemas. En: SALDAÑA BARRERA, Eloy (Director). Derechos fundamentales y derecho procesal constitucional. Lima: Jurista Editores, 2005. Pág. 65. 179 EXP. N.° 6167-2005-PHC/TC. Fundamento 28. 212 fuente de legitimidad; y c) lo que es contrario a los principios de razonabilidad y proporcionalidad jurídica‖180 h.- El caso de cambio de tipificación entre la instrucción y la acusación El derecho de defensa demanda por un lado conocer con exactitud las imputaciones que se le hacen al procesado, y por otro lado la coherencia del ordenamiento en establecer un conjunto de situaciones y procedimientos que bajo ningún aspecto dejen al individuo indefenso frente a las acusaciones que se le hacen. Es decir, debe ser el más amplio posible, pues lo que está en juego es la privación de la libertad de la persona. La actuación del conjunto de operadores del sistema de Administración de justicia debe necesariamente inspirarse en una línea de investigación e imputación coherente, como demanda de facilitación de las condiciones en las cuales la persona puede razonablemente adoptar las medidas posibles para hacer frente a las imputaciones que se le hacen. La sentencia del Tribunal Constitucional que refleja ello181 es: ―14. (…) Al respecto, en autos aparece que: c. El Fiscal Superior, al emitir acusación contra el demandante, consideró que los hechos cometidos por éste tipificaban el delito de homicidio calificado previsto en el artículo 152º del Código Penal de 1924 (…) 15. Lo antes anotado nos permite concluir que se ha afectado el derecho de defensa del demandante, toda vez que fue instruido por los tipos básicos de homicidio, terrorismo y asociación ilícita con fines de terrorismo, sin precisar la modalidad básica o agravada, y sin que exista un auto ampliatorio de instrucción y con ello la oportunidad que el procesado amplíe su declaración y su defensa sobre los nuevos cargos imputados. De lo cual se colige que el Fiscal Superior agravó su situación al emitir acusación por el delito de homicidio agravado…‖ i. La no descripción de la conducta presuntamente punible En la medida en que el derecho defensa se ejerce contra imputaciones que sindican al sujeto como un posible responsable de un ilícito penal, el primer requisito sin duda alguna es que la imputación se construya de modo indubitable, en términos tales que no quepa duda que es a determinada persona a quien se dirige la acusación. Ello facilita la respuesta y defensa que debe hacerse: no se puede defender contra aquello que se desconoce. Así, existen dos situaciones en las cuales el derecho de defensa puede ser afectado o limitado en el ámbito penal: el primero de ellos consiste en la no descripción de la conducta materia de persecución. La sentencia del Tribunal Constitucional donde se reconoce ello es182: ―10. En el presente caso se advierte que la imputación penal materia del auto ampliatorio cuestionado adolece de falta de conexión entre los hechos que configura las conductas ilícitas penales atribuidas al beneficiario y las pruebas que se aportan como sustento de cargos. No se advierte en dicho auto la 180 EXP. N.° 6167-2005-PHC/TC. Fundamento 30. EXP. N.° 1939-2004-HC/TC. Lima, 21 de Julio del 2005. Fundamentos 14 y 15. 182 EXP. N.° 5325-2006-PHC/TC. Arequipa, 29 de Agosto del 2006. Fundamento 10. 181 213 delimitación concreta y precisa de la relación de causalidad que denote la verosimilitud de las imputaciones que se incriminan al afectado, lo cual perjudica ostensiblemente un adecuado ejercicio de su derecho de defensa, más aún si el favorecido ha sido pasible de una medida coercitiva que restringe su libertad individual, situación que legitima su reclamación de tutela constitucional urgente.‖ Otra variante de la misma posible limitación del derecho de defensa, es recogida en la siguiente jurisprudencia 183: 8. (…). A juicio de este Colegiado, el hecho que el juez penal, por un lado, haya abierto instrucción por un delito no denunciado y, por otro, que no haya tipificado de modo preciso la conducta del imputado, comporta una vulneración del principio de legalidad así como del derecho a la defensa. (…) al no precisar si la presunta falsificación de documentos que se imputa a la favorecida está referida a instrumentos públicos o privados, lesiona su derecho a la defensa, toda vez que, al no estar informada con certeza de los cargos imputados, se le restringe la posibilidad de declarar y defenderse sobre hechos concretos, o sobre una modalidad delictiva determinada y, con ello, la posibilidad de aportar pruebas concretas que acrediten la inocencia que aduce‖. 183 EXP. N.º 8780-2005-PHC/TC. Lima, 17 de Enero del 2006. Fundamento 8. 214 § 10. § 10. EL PRINCIPIO DE LA LEGITIMIDAD DE LA PRUEBA Y PROHIBICIÓN PROBATORIA I. ESTADO DE LA CUESTIÓN El principio de la legitimidad de la prueba se refiere a que no pueden admitirse al proceso aquellos medios probatorios obtenidos en violación del ordenamiento jurídico. Para Devis Echeandia184 el principio de legitimidad exige que se utilicen medios de prueba moralmente lícitos. Este principio comprende tanto el concepto de legitimidad como el de licitud de la prueba. El principio de legitimidad de la prueba ha sido recogido en el Título Preliminar del Código Procesal penal que establece que todo medio de prueba solo podrá ser valorado si se ha obtenido e incorporado al proceso por un procedimiento constitucionalmente legítimo. Art. VIII. Legitimidad de la Prueba. 1. Todo medio de prueba será valorado sólo si ha sido obtenido e incorporado al proceso por un procedimiento constitucionalmente legítimo. 2. Carecen de efectos legales las pruebas obtenidas, directas o indirectamente con violación del contenido esencial de los derechos fundamentales de la persona. 3. La inobservancia de cualquier regla de garantía constitucional establecida a favor del procesado no podrá hacerse valer en su perjuicio. Siguiendo al profesor Miranda Estrampes185, la regulación contenida en el artículo VIII CPP peruano se refiere en exclusividad a la prueba ilícita, esto, aquella obtenida con vulneración de los derechos fundamentales o garantías constitucionales. Refiere que en España, la postura mayoritaria, tanto en la jurisprudencia como en la doctrina, se decanta por distinguir la prueba ilícita de la prueba irregular. La primera sería aquella en cuya obtención se han vulnerado derechos fundamentales. Por su parte la prueba irregular, es aquella que se ha obtenido o regulado con vulneración de las normas de 184 DEVIS ECHEANDIA, Hernando, Teoría general de la prueba judicial,Tomo I, Editorial Temis, Bogotà, 2002, pàg.117-118 185 MIRANDA ENTRAMPES, Manuel,‖ La Valoración de la Prueba a la luz del nuevo Código Procesal Penal peruano del 2004‖.En: Homenaje al profesor Raúl Peña Cabrera. Tomo II Ara Editores, Lima 2006, pàg.537 215 rango ordinario que regulan dicha actividad pero sin afectación a derechos fundamentales. La distinción tiene trascendencia en el reconocimiento de efectos que producen casa una de estas dos categorías. Así la prohibición de admisión y de valoración se predica exclusivamente de las pruebas ilícitas, pero no de las pruebas irregulares. José María Ascencio Mellado186 señala que en un Estado de Derecho se producen conflictos entre los dos intereses que están en la base de toda investigación penal, el interés público en defensa de la sociedad y el interés privado en el respecto de los derechos y garantías individuales y fundamentales de rango constitucional; y es el Estado democrático el que se autolimita en su obligación de obtener la verdad. En ese sentido, los medios utilizados a los fines de la represión penal han de acomodarse a los principios jurídicos que predominan en un momento determinado y a los valores fundamentales de nuestra civilización. Teresa Armenta Deu187 refiere que la prueba ilícita patentiza la tensión entre la tutela de bienes esenciales de la sociedad a través del proceso penal como medio ineludible de realización del derecho penal, asì como la propia libertad u derechos de los ciudadanos a quienes se imputa una lesión de bienes esenciales. La problemática que gira en torno a la denominada prueba ilícita se manifiesta en el debate de principios y valores como la libertad, presunción de inocencia y seguridad que a veces se utilizan como enfrentados o contrapuestos. En la teoría de la prueba ilícita está siempre presente el conflicto entre la averiguación de la verdad en el proceso penal y la defensa de los derechos fundamentales de las personas. Se entiende que no se puede utilizar cualquier medio para averiguar la verdad y esto supone un límite al principio de que el juez debe indagar la verdad material de los hechos objeto del proceso penal. Es así, que las pruebas obtenidas con vulneración de derechos fundamentales resultan inadmisibles en el proceso penal. El artículo VIII introduce una prohibición de valoración probatoria: el primer inciso proclama la valoración de todo medio de prueba siempre que se haya obtenido e incorporado al proceso por un procedimiento constitucionalmente legítimo. Los incisos dos y tres contemplan la regla de exclusión desde la perspectiva negativa proclamando la carencia de efectos de aquellas pruebas obtenidas con vulneración de derechos fundamentales o con inobservancia de las garantías constitucionales establecidas a favor del procesado. Miranda Estrampes188 señala que la ubicación sistemática de dicho precepto en el nuevo Código Procesal Penal hace que irradie sus efectos sobre todo el conjunto normativo contenido en el texto procesal penal y especialmente sobre la regulación legal de la actividad probatoria y esto se condice con lo prescrito por el artículo X del CPP peruano al señalar que ―las normas que integran el presente título prevalecen sobre cualquier otra disposición de éste Código‖. 186 ASCENCIO MELLADO.J.M La prueba prohibida y Prueba Preconstituida en el Proceso Penal ,Instituto Peruano de Criminología y Ciencias Penales, Lima, Perù, pàg. 106-107. 187 ARMENTA DEU, Teresa, La pureba ilícita ( Un estudio comparado), Editorial Marcial Pons , Madrid, 2009, pàg 21 188 MIRANDA ENTRAMPES, Manuel,op cit, pàg.538 216 Este artículo constituye una novedad con la regulación procesal anterior pues el Código de Procedimientos Penales no hacía ninguna referencia a la ilicitud o ilegitimidad de la prueba. Este vacío legal traía consigo una legislación penal y procesal carente de garantías. En la coyuntura que tuvimos que vivir en la década pasada, la política criminal estuvo orientada hacia una lucha frontal contra el terrorismo, narcotráfico y bandas de secuestradores y asaltantes que habían puesto en estado de pánico a la ciudadanía peruana. Es así, que la legislación se endureció, se agravaron las penas y se recortaron derechos fundamentales en aras de la seguridad ciudadana. El artículo VIII del Título Preliminar se plasma de igual manera en el artículo 159º del Código Procesal del 2004 al señalar que el Juez no podrá utilizar directa o indirectamente las fuentes o medios de prueba obtenidos con vulneración del contenido esencial de los derechos fundamentales de las personas. Pablo Talavera189 sostiene que el nuevo Código Procesal Penal asume un concepto estricto de prueba ilícita cuando señala en el artículo VIII.2 del Título preliminar: ―Carecen de efecto legal las pruebas obtenidas, directa o indirectamente, con violación del contenido esencial de los derechos fundamentales de la persona‖. II. LA REGLA DE EXCLUSIÓN DE LA PRUEBA ILÍCITA La exclusionary rule es aquella regla jurisprudencial elaborada por el Tribunal Supremo Federal Norteamericano ,según la cual los materiales probatorios (evidence) obtenidos por las fuerzas del orden público mediante acciones de investigación criminal que vulneren los derechos procesales constitucionales reconocidos por las Enmiendas Cuarta, Quinta, Sexta o Decimocuarta de la Constitución Federal, no podrán ser valorados en la fase decisoria de los procesos federales o estatales a los efectos de la determinación o prueba de la culpabilidad o inocencia del acusado cuyos derechos fueron violados. En el caso Elkins v. US del año 1960 se extendió la aplicación de la regla de exclusión a las pruebas obtenidas no sólo por policías federales sino también por policías estatales. En el caso Mapp vs Ohio se extendió la aplicación obligatoria de la exclusionary rule a todos los Estados cuando estuviese involucrada la Cuarta Enmienda. Esta regla tiene sus origen en la jurisprudencia del Tribunal Supremo Federal norteamericano, pudiéndose determinar su nacimiento en el famoso caso Weeks, caso en el cual el Tribunal Supremo declaró la inadmisibilidad como prueba de la correspondencia epistolar confiscada al acusado sin autorización judicial, sobre la base de que su incorporación y valoración implicaría una vulneración de las garantías proclamadas en la IV Enmienda. En la actualidad, la mayoría de países incorporan en sus legislaciones determinadas normas de prohibición o exclusión probatoria aunque con significado y alcances diferentes; es así que la totalidad de los Códigos Procesales Penales latinoamericanos aprobados en los últimos años, incorporan determinadas reglas de exclusión, fijando la prohibición de admisión y de valoración de aquellas pruebas obtenidas con vulneración de los derechos fundamentales o de garantías constitucionales. 189 TALAVERA ELGUERA Pablo, La Prueba en el nuevo Código Procesal Penal, Editorial Zoom, 2009, pág.150 217 III. LA REGLA DE EXCLUSIÓN DEL CÓDIGO PROCESAL PENAL PERUANO DE 2004 Y SU FUNDAMENTO El Código de Procedimientos Penales no hacía ninguna referencia a la ilicitud o ilegitimidad de la prueba. Este vacío legal ha sido llenado por el artículo VIII del Título preliminar del Código Procesal del 2004, el cual parece inspirarse en el artículo 11.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de España que señala que ―no surtirán efectos las pruebas obtenidas, directa o indirectamente violentando los derechos o libertades fundamentales. Esta inclusión es de suma importancia pues rompe con el silencio de nuestro ordenamiento procesal penal respecto a protección de los derechos fundamentales y garantías, que se tuvo en una época en que la política criminal estuvo orientada a la lucha contra el terrorismo, narcotráfico y bandas del crimen organizado que pusieron en estado de alerta a todo el país. El artículo 159 del Código Procesal Penal es más claro al no solo reproducir el artículo VIII sino el de señalar que las pruebas que se obtengan con vulneración de los derechos fundamentales no se podrán utilizar ni directa ni indirectamente. Si consideramos que todo Estado de Derecho se debe caracterizar por la imposición de límites a la actuación de los órganos de persecución penal, y que en la averiguación de la verdad dentro de un proceso penal no todo está permitido, la regla de exclusión en el CPP peruano tutela los derechos fundamentales frente a la búsqueda de la verdad a cualquier precio. Dicha norma constituye una limitación al ejercicio del poder punitivo del Estado y su fundamento se encuentra en el respeto de los derechos fundamentales. Como señala Miranda Entrampes190, la introducción por el legislador peruano en el artículo VIII de una regla de exclusión incorpora una autolimitación en el ejercicio del poder penal estatal que se basa en el respeto a los derechos fundamentales. La regla de exclusión tiene como misión tutelar esos derechos ‗frente a las injerencias de los órganos de persecución penal y actúa como norma de cierre, pues además de las concretas prohibiciones probatorias existentes en su articulado, impone la prohibición de admisión y de valoración de las pruebas obtenidas con violación de los derechos fundamentales y de las garantías constitucionales establecidas a favor del acusado. El legislador ha optado por dar preferencia a la tutela de los derechos fundamentales. Así el artículo 157.1 del Código Procesal Penal dispone que los hechos objetos de prueba pueden ser acreditados por cualquier medio de prueba permitido por Ley y a continuación añade que excepcionalmente puede utilizarse otros distintos, siempre que no vulneren los derechos y garantías de la persona. Esto hace que el Juez tenga herramientas cuando se enfrente a un caso concreto y aplique la regla de exclusión pues la solución ya ha sido previamente establecida por el legislador. Las razones de incorporación de la regla de exclusión a nuestro Código Procesal del 2004 son razones constitucionales, de protección de los derechos fundamentales de las personas al inutilizar la infracción de cualquier regla de garantía constitucional establecida a favor del procesado. IV. LA REGLA DE EXCLUSIÓN EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA 190 MIRANDA ENTRAMPES, Manuel, op cit, pàg 538-539. 218 La Constitución del Perú de 1993 reconoce la llamada regla de exclusión (prueba prohibida o prueba ilícita) en forma expresa en dos disposiciones en el artículo 2º, 24 h cuando señala que carecen de valor las declaraciones obtenidas por violencia- moral, psíquica o física- y que quienes las emplea incurre en responsabilidad, y en el artículo 2º.10 al prescribir que los documentos privados obtenidos con violación del precepto constitucional-. Primer párrafo de la citada disposición constitucional- no tiene efecto legal. Podemos señalar entonces que nuestra Constitución adopta el criterio de la ineficacia probatoria o regla de exclusión de aquella fuente de prueba obtenida mediante la infracción de preceptos constitucionales. V. PROHIBICIONES DE PRUEBA Pablo Talavera Elguera191 señala que la legitimidad de la prueba se refiere esencialmente a las prohibiciones de prueba y la llamada prueba ilícita o prueba prohibida. Las prohibiciones de prueba o como las denomina el nuevo Código Procesal Penal- prueba prohibida por la ley (art. 155.2) comprenden los casos de prohibiciones de temas probatorias, prohibición de medios probatorios y prohibición de métodos probatorios. En el caso de prohibición de temas probatorios refiere que los hechos que guarda por razón del secreto profesional un ministro de cultos religiosos no pueden ser tema de prueba en un proceso penal, aun cuando dicho ministro sea liberado por el interesado del deber de guardar el secreto. Respecto a la prohibición de medios probatorios se refiere a que determinados medios de prueba no pueden ser objeto de actividad probatorio en un caso concreto. Así dice Talavera que el artículo 182.3 estatuye que no procede el careo entre el imputado y la víctima menor de catorce años de edad. En relación a las prohibiciones de métodos probatorios, determinados métodos de prueba no pueden ser empleados. Específicamente el artículo 157.3 prescribe que no pueden ser utilizados- aún con el consentimiento del interesado- métodos o técnicas idóneos para influir sobre su libertad de autodeterminación o para alterar la capacidad de recordar o valorar los hechos. VI. TEORÍAS A LA EXCLUSIÓN DE LA PRUEBA ILÍCITA La llamada regla de exclusión a la prueba ilícita admite excepciones que han sido desarrolladas por la jurisprudencia norteamericana, entre ellas tenemos a las siguientes: 1. Fuente Independiente La excepción a la fuente independiente funciona192 cuando el acto ilegal o a sus consecuencias se puede llegar por medios probatarios legales presentes, que no tienen conexión con la violación constitucional. Es decir que aun suprimiendo hipotéticamente el acto viciado, se puede arribar a sus consecuencias por vías legales independientes. 191 TALAVERA ELGUERA Pablo, LA PRUEBA – En el nuevo Proceso Penal, Editorial Zoom, Primera Edición- 2009 pág. 37 192 TALAVERA ELGUERA, Pablo, op cit, pág. 155 219 Esta excepción, también receptada en los Estados Unidos, recibe allí el nombre de independent source ( fuente independiente).Se remonta al caso Silverthorne Lumber Co. V United States donde la Corte Suprema sostuvo que las pruebas obtenidas por vías ilegales podían de todas maneras ser admitidas en juicio si el conocimiento de ellas podría derivar de una fuente independiente. 2. Descubrimiento Inevitable La excepción del descubrimiento inevitable se aplica cuando la actividad ilícita (allanamiento domiciliario sin orden judicial) y sus consecuencias se hubieran conocido por otros caminos que en el futuro, indefectiblemente se hubiesen presentado, prescindiendo de la actuación contraria a derecho. Esta excepción se da cuando la prueba obtenida ilegítimamente, por sus características, habría sido encontrada tarde o temprano. La Corte Suprema de los Estados Unidos ha admitido esta teoría en los casos en que se acreditara por el Estado que: 1) La Policía no había actuado de mala fe y solamente con el propósito de acelerar la investigación, recurriendo a un medio ilegal; 2) Que efectivamente la prueba no podía haber permanecido oculta. Ahora bien, la diferencia entre esta excepción y la fuente independiente radica en que esta última se requiere que la prueba alternativa e independiente sea actual, en cambio en el descubrimiento inevitable que sea hipotéticamente factible. Uno de las modalidades del descubrimiento inevitable lo constituyen los registros sin orden judicial, pero con causa probable. La regla del descubrimiento inevitable se debe aplicar siempre y cuando la policía tenga suficientes pruebas en su poder en el momento de la realización de la acción que si se hubieran presentado el pedido ante un juez éste hubiera emitido las órdenes correspondientes. La orden, de acuerdo a este razonamiento, hubiera sido emitida y la policía habría encontrado las pruebas por este medio. 3. Buena fe Esta excepción se da cuando por error, se lleve a cabo un procedimiento que vulnera la garantía constitucional en juego o su reglamentación, en el cual ha habido buena fe de los funcionarios actuantes. Dicha excepción se desarrolló en el caso león vs. United States que consiste en la posibilidad de valorar evidencias obtenidas en infracción a principios constitucionales si esta fue realizada sin intención, generalmente por error o por ignorancia. En dicho caso se analizó la validez de la prueba obtenida como consecuencia de una orden de allanamiento no sustentada en causa probable para su emisión, situación que ignoraban los policías que la llevaron a cabo. La excepción opera cuando la policía actúa de buena fe y en cumplimiento de una orden judicial, aun cuando se determine que esa orden estuvo mal dictada. El fundamento es que no tiene ningún sentido intentar disuadir a quien de buena fe ha confiado que obraba correcta y conforme a derecho. 4. La ponderación de intereses en conflicto 220 Con referencia a esta excepción, San Martín Castro193 señala que tratándose de la lesión de un derecho fundamental material, no hay necesidad de acudir a juicio de ponderación alguno en la medida en que la doctrina de la exclusión de la prueba prohibida se construya en nuestro ordenamiento en términos absolutos. Sin embargo, al tratarse de derechos fundamentales de naturaleza procesal, resulta esencial el juicio de ponderación o la concepción del ámbito jurídico. Se han establecido criterios para operativizar la ponderación, uno de ellos es el del profesor español Gálvez Muñoz quien menciona: a) La gravedad o entidad objetiva de la infracción; b) La intencionalidad del infractor; c) La naturaleza y entidad objetiva que tenga el hecho investigado por el infractor; d) La dificultad probatoria; e) La naturaleza rígida o flexible del derecho fundamental afectado; f) La inevitabilidad o no del descubrimiento de la prueba por medios lícitos; y g) Las consecuencias de la aplicación de la regla de exclusión sobre otros bienes y valores dignos de protección. 5. Seguridad Pública Este caso de excepción a la exclusión de la prueba obtenida ilegalmente se ve plasmado cuando la ―seguridad pública‖ requirió acción inmediata por parte de la Policía. Tal como se advierte en el caso Quarles vs. New York en 1984 cuando oficiales de la Policía localizaron en un supermercado a un sospechoso por una violación recientemente denunciada, quien intento escapar pero fue detenido. Al palparlo de armas, los Policías advirtieron que portaba una cartuchera vacía. El sospechoso fue interrogado, sin ser advertido previamente de sus derechos, acerca del lugar donde estaba el arma, es así que admitió haberla escondido entre unas cajas en el supermercado, lugar donde fue localizada. Durante el juicio el procesado objetó la validez de su admisión incriminatorias y del arma así encontrada. Llegado el caso de la Corte Suprema, ésta en votación sumamente dividida, declaró tales pruebas admisibles. El tribunal sostuvo en las consideraciones sobre la ―seguridad pública‖ justificaban hacer lugar a una ―pequeña excepción‖ a los principios de exclusión de prueba obtenida en violación de los derechos de los imputados. La Corte Estadounidense aclaro que el caso en mención no era un caso en el cual la Policía hubiese forzado a un procesado a auto incriminarse194. 6. Los testimonios dotados de voluntad autónoma Cabe señalar por esta excepción que la prueba que proviene directamente de las personas a través de sus dichos, admiten mayores posibilidades de atenuación de la regla ya que se encuentran dotadas de voluntad autónoma. Por ello, el grado de libertad de quien declara no es irrelevante para evaluar la libertad con que hizo sus manifestaciones, por lo que la exclusión requiere un vínculo más inmediato entre la ilegalidad y el testimonio exigido para descalificar la prueba material. VII. LA PRUEBA ILÍCITA EN LA JURISPRUDENCIA 193 SAN MARTIN CASTRO, César – ―Breves apuntes en torno a la Garantía Constitucional de la inadmisión de la prueba prohibida en el proceso penal‖. En: Proceso De Justicia. Revista de Derecho Procesal Penal Nº 4. Lima, pág 64. 194 TALAVERA ELGUERA, Pablo, op cit, pág 158. 221 1. Sentencias del Tribunal Constitucional, Corte Suprema de la Republica y Corte Superior de Justicia de Lima. La Corte Superior de Justicia de Lima, Tercera Sala Penal de Reos en Cárcel, en la sentencia del proceso constitucional de Habeas Corpus recaída en el expediente Nª 2406 HC, caso Linares contra la Primera Fiscalía Penal Especial Dra. Gloria Ordoñez Castillo y contra Telefónica del Perú Sociedad Anónima, se pronunció sobre una presunta amenaza por la incorporación a la investigación fiscal de una prueba prohibida (por la interceptación telefónica a la que habían sido sometidos las partes accionantes) afectando con ello el debido proceso. Dicho tribunal, hace importantes afirmaciones, al señalar que: a) el proceso penal en un Estado Social y Democrático de Derechos se funda en los principios establecidos en la Constitución, por lo que necesariamente tiene que llevar consigo la interdicción de la ilicitud. b) Que en relación a la admisión de las pruebas en la investigación preliminar y el proceso penal hace referencia a la característica de la legalidad, que la define como el presupuesto indispensable para la visualización del convencimiento judicial válido, es decir que tiene que ser incorporado al proceso o a la investigación preliminar siguiendo las prescripciones establecidas por la ley, respetando los derechos fundamentales establecidos en la Carta Magna. c) Que el derecho al secreto e inviolabilidad de las comunicaciones y documentos privados reconocido en el inciso décimo del artículo segundo de la Constitución del Estado…. Se conculca el derecho tanto cuando se produce una intercepción de la comunicación dirigida a terceros como cuando se accede al conocimiento dirigida a terceros, como cuando se accede al conocimiento de la comunicación sin encontrarse autorizado para ello. d) Para que una intervención telefónica no tenga la característica de ilegal debe reunir ciertas formalidades expresas, como es el caso de que debe ser autorizado por el Juez con una resolución motivada y si no se obtiene conforme a ella, se convierte en ilícita, consecuentemente no tiene efectos legales. e) En el caso que no se cumplan con dichas características, dicha prueba deviene en ilícita y por lo tanto no valorable en un proceso o investigación preliminar debiéndose significar que el Código Procesal Penal aprobado por el Decreto legislativo número 977 establece en el inciso segundo del artículo octavo del Título Preliminar que carecen de efecto legal las pruebas obtenidas, directa o indirectamente con violación del contenido esencial de los derechos fundamentales de la persona, extremo que no se encuentra en funcionamiento, pero permite conocer el derrotero a seguir cuando esté vigente dicho Código en relación a las pruebas. f) El derecho a la prueba es parte consustancial del debido proceso, siendo inválida una prueba cuando no ha sido recogida con licitud de acuerdo a los estándares establecidos para la incorporación de una prueba, ya sea a nivel preliminar o al proceso mismo. 222 g) Que es indudable que para que una prueba tenga la validez necesaria en todo tipo de proceso, debe ser recabado conforme a los principios constitucionales enmarcados en la Carta magna por ende en una ley que es el desarrollo de ésta y si vulnera alguna de ellas, dicha prueba no tiene dicha condición, por lo cual en puridad no debe ser valorada por ninguna instancia, ya sea a nivel del Ministerio Público o en el judicial, toda vez que aquella ha sido obtenida violando principios fundamentales. La Sala concluye declarando fundada la demanda de habeas corpus en el extremo del debido proceso conexo a la libertad individual y en consecuencia declara nula y sin valor legal alguna, la prueba constituida por una cinta de audio que grabó las comunicaciones de las accionantes con tercera persona . El Tribunal Constitucional ha intentado configurar una noción de lo que es la prueba ilícita a efectos de establecer sus alcances. De las sentencias que hemos considerado importante citar, podemos extraer no solo su concepto, sino las características que debe reunir la Prueba válida o lícita, teniendo como fundamento más importante aquel que se refiere a la ―Constitucionalizarían de la actividad probatoria‖. La sentencia del 15 de Setiembre del 2003, Exp. Nº 2053-2003-HC/TC caso Edmi Lastra Quiñónez definió la prueba ilícita en su fundamento 3, como aquella en cuya obtención o actuación se lesionan derechos fundamentales o se viola la legalidad procesal, de modo que la misma deviene procesalmente en infectiva o inutilizable. En esta jurisprudencia, se tiene el acta de entrevista personal en el local de la DIRANDRO sin presencia de abogado defensor como referencia a la prueba ilícita, al violar un derecho fundamental como es el derecho a la defensa. Así mismo, en la sentencia del 18 de Agosto del 2004.Exp. 1058-2004-AA/TC Caso Rafael Francisco Garcìa Mendoza en el fundamento 22 establece que conforme lo establece el artículo 2, inciso 10 de la Constitución, los documentos privados obtenidos con violación de los preceptos anteriormente señalados, no tienen efecto legal. Señala el Tribunal Constitucional que los medios de prueba ilícitamente obtenidos no permitan desnaturalizar los derechos de la persona, ni mucho menos que generen efectos en su perjuicio. El Tribunal por un lado asume que estamos ante una prueba ilícita cuando se lesiona un derecho fundamental (criterio estricto) y, por el otro, cuando se viole la legalidad procesal (criterio amplio). Una interesante jurisprudencia del Tribunal Constitucional recaído en el expediente Nº 1014-2007-PHC/TC en el recurso de agravio constitucional interpuesto por Luis Federico Salas Guevara Schultz contra la sentencia de la Segunda Sala Especializada en lo Penal para procesos con Reos en cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima en la que respecto a la Prueba sienta importantes criterios respecto a su legitimidad. Es el caso, de que en el fundamento 8, el Tribunal Constitucional, señala que el derecho fundamental a la prueba tiene protección constitucional, en la medida que se trata de un derecho comprendido en el contenido esencial del derecho al debido proceso reconocido en el artículo 139, inciso 3 de la Constitución. Asimismo en el fundamento 12 determina las características que debe reunir la prueba, esto es: 1) veracidad objetiva según la cual la prueba exhibida en el proceso debe dar un reflejo exacto de lo acontecido en la realidad…2) Constitucionalidad de la actividad probatoria, la cual implica la proscripción de actos que violen el contenido esencial de los derechos 223 fundamentales o transgresiones al orden jurídico en la obtención , recepción y valoración de la prueba, 3) Utilidad de la prueba, característica que vincula directamente a la prueba con el hecho presuntamente delictivo y que se habría cometido, pues con esta característica se verificará la utilidad de la prueba siempre y cuando ésta produzca certeza judicial para la resolución o aportación a la resolución del caso concreto,4) Pertinencia de la prueba toda vez que la prueba se reputará pertinente si guarda una relación directa con el objeto del procedimiento. Respecto a las sentencias de la Corte Suprema de la República, podemos señalar que, son pocas oportunidades las que se ha pronunciado sobre la prueba ilícita y en una ocasión ha tenido posiciones contrarias en la misma materia. Es así que en el RN. Nº 4824-2005 la Segunda Sala Penal Transitoria con fecha 24 de Mayo del dos mil seis recoge en la mencionada Ejecutoria Suprema, los siguientes fundamentos sobre el principio de valoración de la prueba y la prueba ilegítimamente obtenida, no valorando el material incautado por haberse violado el derecho constitucional a la inviolabilidad de domicilio. ―Fundamento Segundo: Que, la necesidad de que el Estado Democrático vele por el respeto y protección de los derechos fundamentales, obliga a que se defina en la Constitución los límites del ejercicio del poder estatal. ―Fundamento Tercero: Que el principio de la necesidad de la prueba se erige como pauta rectora y fundamental para la seguridad jurídica, por que el encartado y los demás sujetos de la relación jurídico procesal saben a ciencia cierta que sin la prueba el Estado no podría cumplir su función esencial de administrar justicia, dado a que la prueba permite la aplicación de las normas jurídicas sea para tipificar el delito, acreditar la antijuricidad de la conducta, la culpabilidad o para concluir en la inexistencia de estos fenómenos jurídicos.‖ ―Fundamento Cuarto: Sin embargo esta prueba debe ser legítimamente obtenida para que así pueda servir de argumento al operador jurisdiccional cuando éste deba emitir el juicio de valor correspondiente, En el caso de autos, se aprecia que los registros domiciliarios efectuados en los domicilios de las encausadas Pilar Sulena Montenegro Soria y Giovanna Marilú Anaya Nalvarte, cuyas actas obran a fojas cuatrocientos ochenta y cinco y cuatrocientos noventa y uno, respectivamente han sido realizados con clara afectación al derecho constitucional a la inviolabilidad del domicilio, pues estos no revistieron las formalidades de ley-inmediatez y flagrancia- por ende, el material incautado y decomisado a las encausadas no puede ser valorado convenientemente, por ello es que resulta correcta la decisión del Tribunal A-quo respecto a la absolución de Pilar Sulena Montenegro Soria al no existir otro elemento de prueba que la vincule con el grave delito imputado.‖ En cambio, contradictoriamente, en la Ejecutoria Suprema RN Nº 4826-2005 de fecha 19 de julio del dos mil siete, en el caso del ―atentado al centro comercial el Polo‖ la Sala Penal Permanente dice lo siguiente: ―Que la noción de urgencia o inevitabilidad y el comportamiento y niveles de Fundamento Décimo: Que los fundamentos para absolver a las acusadas Giovanna Marilú Anaya Nalvarte y María Delia Vidal Mariño no son razonables, que en el caso 224 de la acusada Anaya Nalvarte es de tener en cuenta que el derecho constitucional de inviolabilidad de domicilio no es absoluto, el mismo que establece en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a la entrada y registro a un predio, por consiguiente la propia carta Magna autoriza restringir la libertad domiciliaria en supuestos excepcionales y calificados…… que es así que la irrupción de las autoridades en un recinto resguardado por la inviolabilidad domiciliaria sólo puede darse sin mandamiento judicial cuando en aquel lugar hay una situación de flagrancia o es inminente la consumación de una conducta punible, de tal manera que si no se dieran estas dos hipótesis el allanamiento extrajudicial constituye una de las injerencias arbitrarias prohibidas no sólo por la Constitución Política del Estado sino también por instrumentos internacionales……que de autos aparece que miembros de la DIRCOTE venían efectuando un sigiloso seguimiento a los acusados Meza Majino y a su conviviente Anaya Nalvarte, quienes cohabitan en el mismo inmueble al punto que con el objetivo de la búsqueda y obtención de evidencias o elementos de prueba que los vinculara o asociara con el atentado terrorista en el Centro Comercial ―El Polo‖ contando con la anuencia y presencia del representante del Ministerio Público y por la urgencia del caso, en función de los signos evidentes o percepción sensorial de su vinculación delictiva en función al seguimiento efectuado, decidieron ingresar a la vivienda, oportunidad en que fueron atendidos por la acusada Anaya Nalvarte quien por registrar una orden de captura fue aprehendida: Que en el registro domiciliario se halló evidencia pertinente y relevante……… que si se asume la concepción o ―teoría de la ponderación de intereses en conflicto‖, es de puntualizar como sustento inicial de esa línea teórica que ante un incumplimiento de un requisito de producción de un elemento probatorio- ausencia de flagrancia delictiva en el caso de allanamiento o entrada y registro- no necesariamente sigue una prohibición de valoración, pues en esos casos, sin perjuicio de reconocer que en la generalidad de los mismos la regla de exclusión tendrá plena operatividad, es de tener en cuenta, de un lado el peso de la infracción de procedimiento incurrida - en este caso la inviolabilidad domiciliaria - su importancia para la esfera jurídicamente protegida del afectado y la consideración de que la verdad no debe ser investigada a cualquier precio cuanto por otro lado, los intereses de una efectiva persecución penal- que merme la confianza ciudadana en el proceso penal y la propia justicia –de suerte que en casos singularmente graves y excepcionales es posible reconocer validez de valoración a una fuente de prueba obtenida en esas circunstancias cuando al final de cuentas la vulneración denunciada en el caso concreto, importe una afectación de menor entidad frente a la gravedad del delito objeto de acreditación (El subrayado es nuestro). ―Que la noción de urgencia o inevitabilidad y el comportamiento y niveles de seguridad adoptados por la autoridad legítima para la consecución de la evidencia será determinante, que en el presente caso, a posteriori, no sólo se tiene el concurso del Ministerio Público, que concede garantía de limpieza en el acto de intervención domiciliaria,- sino que con anterioridad los factores que determinaron la incursión domiciliaria- lugar y tiempo de ejecución y en especial, las diligencias de seguimiento previo y lo ya obtenido en la propia investigación hacen aplicable la doctrina del denominado ―caso probable‖ plasmada por ejemplo en la sentencia recaída en el asunto Souza contra Estados Unidos resuelto por la Corte Suprema de los Estados Unidos ( mil novecientos ochenta y cuatro) en cuya virtud se atenúa la regla de exclusión cuando una prueba se obtenga sin orden judicial siempre que se acredite que en el momento del registro ya existían indicios suficientes para que el Juez la hubiera emitido de haberla solicitado ……..‖. (El subrayado es nuestro). 225 En este último caso, la Corte Suprema recoge la teoría de la ponderación de intereses y la doctrina del caso probable haciendo valer la evidencia recogida atenuando la regla de exclusión Al comparar ambas Ejecutorias, vemos por un lado en el primer caso que el razonamiento de los magistrados integrantes de la Segunda Sala Transitoria se adecúa a lo prescrito por el artículo VIII del Título Preliminar del Código Procesal Penal del 2004 y a la posición del tribunal constitucional al considerar prueba ilícita como aquella cuya obtención o actuación se lesionan derechos fundamentales( en este caso la inviolabilidad del domicilio) o se viola la legalidad procesal ( el allanamiento no se ciño a lo prescrito por el ordenamiento procesal penal( flagrancia u orden judicial). En la Segunda Ejecutoria Suprema de fecha posterior a la primera, los miembros de la Sala Permanente de la Corte Suprema recogen dos excepciones a la exclusión de la prueba ilícita. La primera, teoría de la ponderación de los intereses en conflicto que constituye una postura intermedia en la admisibilidad de la Prueba ilícita, señala que las fuentes de prueba obtenidas con violación de los bienes jurídicos de menor entidad deben ser admitidas al proceso, sin perjuicio de las sanciones que puedan proceder contra la persona responsable de ello. Es así que la Ejecutoria pondera dos intereses: por un lado el peso de la infracción del procedimiento incurrido (la inviolabilidad domiciliaria) y por otro, los intereses de una efectiva persecución penal, de suerte que en casos singularmente graves y excepciones es posible reconocer validez de valoración a una fuente de prueba obtenida cuando la vulneración denunciada en el caso concreto importe una afectación de menor entidad frente a la gravedad del delito objeto de acreditación. En el caso concreto, frente al delito investigado ―terrorismo‖, el hecho de no seguir el procedimiento regular para ingresar al domicilio constituye para la Corte Suprema, una afectación de menor entidad. La segunda excepción, se refiere a la doctrina del caso probable como lo denomina la Ejecutoria. Ya hemos señalado que la regla del descubrimiento inevitable se aplicará siempre y cuando la policía tenga suficientes pruebas en su poder en el momento de la realización de la acción, que se hubiera presentado el pedido ante el juez este hubiera emitido la orden correspondiente. Consideramos que admitir un razonamiento de esta naturaleza, eliminaría el requisito de obtener órdenes judiciales para realizar allanamientos en todos los casos que la policía tuviera suficientes pruebas para solicitar una orden judicial, lo cual constituiría una violación a la norma que protege los derechos constitucionales de la persona, dando carta abierta a la Policía para que pueda ingresar sin control a los domicilios, regularizando de manera posterior la infracción constitucional cometida y resquebrajando el principio de legitimidad de la prueba en aras de proteger la seguridad pública. En el caso citado por la Corte Suprema, la Sala Permanente basa su argumentación en el caso norteamericano Souza vs. United States, en el cual Ministerio Fiscal Estadunidense había dado los pasos necesarios para obtener la orden, aunque la policía no la tuviera en mano cuando efectuó el registro; hechos que difieren con el caso en 226 concreto, pues en éste, el Ministerio Público Peruano no había realizado ningún requerimiento, ni pedido previo a la autoridad judicial, para la realización de un allanamiento, por lo que mal podría equiparse con el caso norteamericano para sustentar una excepción a la regla de exclusión de la prueba ilícita. En conclusión, de la jurisprudencia estudiada, tenemos dos posiciones contrarias en la misma Corte Suprema, lo que pone en relieve que en relación al concepto de legitimidad de la prueba no existe un criterio uniforme sobre que teoría adoptar en relación a la exclusión de la prueba prohibida y que derechos afectados son de menor entidad respecto a cada caso concreto. En líneas generales, podemos sostener que el tratamiento jurisprudencial de la prueba ilícita es todavía incipiente dado que muchas se limitan a desarrollar solo el concepto y no abordan temas de importancia dada la complejidad de la misma, como las reglas de exclusión, la teoría de la ponderación, de la conexión, principios de legalidad, proporcionalidad. Lo que sí podemos sostener que constituye un importante avance en su tratamiento procesal el reconocimiento del principio de la legitimidad de la prueba en el artículo VIII del Título preliminar del Código Procesal Penal del 2004. 2. La prueba ilícita en la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos La jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha reiterado la conexión prueba ilícita-proceso equitativo y la perentoriedad de acudir siempre a la valoración conjunta de la prueba, lícita e ilícita, a efectos de alcanzar un juicio ponderativo y a partir de ahí alcanzar el correcto enjuiciamiento sobre la eventual vulneración del derecho a un proceso justo en el que la condena del acusado resulte fruto de un proceso de tales características. Resultan significativos los siguientes casos : -Adolf vs Austria del 26 de Marzo de 1982. - De Cubre vs Bélgica del 12 de Julio de 1988. -Schenk vs Suiza del 16 de Diciembre de 1992 -Khan vs Reino Unido del 12 de Mayo del 2000 -P.G. y J.H s Reino Unido del 25 de Setiembre del 2001 - Allan vs Reino Unido del 5 de Noviembre del 2002. -Jalloh vs Alemania del 11 de Julio del 2006. De ellas se permite extraer la siguiente doctrina jurisprudencial: La Convención Europea de Derechos del Hombre consagra en su artículo 6º el derecho a un proceso justo sin dedicar ningún precepto a la admisibilidad de las pruebas, aspecto que remite al derecho interno de cada país. De ahí, nos señala Armenta Deu195, que el ámbito objetivo del TEDH no abarque la incorrecta admisible de pruebas en el proceso sino que debe limitarse a revisar si éste en su conjunto ( incluyendo la forma de 195 ARMENTA DEU, Teresa, ob cit, pàg.55 227 incorporación de los medios de prueba) reviste un carácter justo(èquitable). Desde esta perspectiva, se reconoce el efecto excluyente por resultar contrarias a la exigencia de un proceso justo: a) las pruebas obtenidas a partir de una provocación policial, o b) violando el derecho del acusado a permanecer en silencio y a no declarar contra sì mismo. En el proceso K vs Austria del 13 de octubre de 1992 se declaró que el derecho a la no autoincriminación forma parte esencial del proceso equitativo. En el caso Schenk se trataba de una llamada efectuada a un domicilio particular que quedó grabada por el mecanismo instalado por el propio titular del teléfono destinatario de la llamada. Interpuesta la demanda al amparo del art. 8 CEDHH, el tribunal se declaró incompetente al no haberse agotado los recursos en la vìa interna; si analizó, no obstante, la violación del art. 6º CEDDHH al apreciar que podría haberse vulnerado el derecho a que la causa se oiga con justicia desde la perspectiva de si el uso de un medio de prueba obtenido ilegalmente (la grabación en cuestión) bastaba para convertir en injusto el procedimiento, máxime cuando como alegaba el Sr. Schenk- la condena del tribunal nacional se basò fundamentalmente en los resultados obtenidos a partir de la cinta grabada. La demanda no invocaba la violación del art.8.2 CEDDHH por el hecho de la grabación, sino por su utilización como prueba, pero lo cierto es que finalmente no se entró a considerar la vulneración de este último precepto, al entenderlo subsumido en su examen del art. 6 CEDDHH desestimándose finalmente la demanda. Resalta el voto disidente del Juez Loucadies que a su juicio, señalò que el término equitativo que figura en el art. 6 del CEDDHH exige la exclusión del las pruebas obtenidas violando el derecho a la vida privada garantizado por el art.8CEDH como corolario de aquèl. En otras palabras, un proceso no puede ser equitativo en el sentido del citado art. 6 CEDDHH cuando la culpabilidad ha sido establecida con medios probatorios obtenidos violando derechos garantizados por la propia Convención. Lo contrario, supone destruir la prevalencia que debe otorgarse al sometimiento al derecho. 3. Doctrina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre Prueba Prohibida. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, no ha dictado doctrina específica sobre la prueba ilícita. Sin embargo hay diversos pronunciamientos de la Corte en torno a derechos que se vinculan a ilicitudes probatorias en conexión con el art. 8 de CADDHH( Garantías y debido proceso). En supuestos de prueba de confesión obtenida bajo tortura, se señala la violación de la garantía contra la autoincriminación, declarando la responsabilidad internacional del Estado receptor que enlaza con los arts. 5.1 y 8.2, 8.3 de la Convención interamericana para prevenir y sancionar la Tortura. Podemos citar el caso Cantoral Benavides vs Perú, Sentencia del 18 de Agosto del 2000:‖Atendiendo al conjunto de las circunstancias del caso y al contexto en que se produjeron los hechos, estima este tribunal, sin lugar a duda razonable que cuando menos parte de los actos de agresión examinados en esta causa pueden ser calificados como torturas, físicas y psíquicas. Considera también la Corte que dichos actos fueron preparados e infligidos deliberadamente contra el Señor Cantoral Benavides cuando 228 menos con un doble propósito. En la fase previa a la condena, para suprimir su resistencia psíquica y forzarlo a autoinculparse o confesar determinadas conductas delictivas. Caso Castillo Petruzzi y otros vs Perù, sentencia del 30 de mayo de 1999: ―… durante la diligencia de declaración instructiva se requirió a las supuestas víctimas que declarasen la verdad, no obstante que ―el imputado tiene que declarar libremente y no puede estar sujeto siquiera a la presión de decirle ― diga la verdad‖ pues no es un testigo y puede ampararse en el derecho a declarar, en general, no puede existir obligación a declarar de una determinada manera .El derecho al silencio no es sino una manifestación del estado de inocencia.‖ La Corte consideró probado que durante la declaración instructiva ante el Juez instructor Militar especial se exhortó a los inculpados a decir la verdad. Sin embargo, no hay constancia de que esa exhortación implicara la amenaza de pena u otra consecuencia jurídica adversa para el caso de que el exhortado faltara a la verdad, Tampoco hay prueba de que se hubiese requerido a los inculpados rendir juramento o formular promesa de decir la verdad, lo cual contrariaría el principio de libertad de aquéllas para declarar o abstenerse de hacerlo. Tampoco hay prueba de que se hubiese requerido a los inculpados a rendir juramento formular promesa de decir la verdad, lo cual contrariaría el principio de libertad de aquéllas para declarar o abstenerse de hacerlo. Por todo lo expuesto, la Corte considera que no fue probado en el presente proceso que el Estado violó el art.8.3 de la Convención Estas son algunas líneas directrices que establece el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos cuando establece como parangón el proceso equitativo consagrado en el art. 6 del CEDDHH o el proceso debido en el art. 8 CADDHH. Podemos, a modo de conclusión señalar, que, en realidad, los fundamentos de la prueba ilícita, tal como lo señala Teresa Armenta Deu196 más que depender de un sistema u otro, obedecen a las circunstancias socio políticas complejas y variables que conducen a preservar en mayor o menor medida determinadas garantías y entre ellas, singularmente la de un proceso debido o justo proceso. Como refiere, salvo los Estados Unidos de América, la prueba ilícita atiende a la garantía de los derechos de los ciudadanos mediante un proceso donde la eventual condena no proceda de un quehacer ilícito (público pero asimismo privado) donde la verdad no pueda obtenerse a toda costa y en el que, caso de conflicto con otros intereses igualmente legítimos , se lleve a cabo una ponderación equilibrada informada por principios que cierren el círculo de tutela del citado justo proceso. En todo caso, se debe preservar un núcleo de derechos cuya vulneración o transgresión, determina la ilegitimidad de la condena por estar en juego la dignidad de la persona, como acontece con la confesión obtenida a partir de la tortura, supuesto en que no cabe juicio ponderativo ante la dificultad de invocar interés proporcionalmente oponible. Puede concluirse, que aun resultando inevitable aceptar la adopción de respuestas jurídicas más agresivas en épocas de mayores asaltos contra la paz social o que la situación contraria propicia una mayor atención a la tutela de las garantías individuales; 196 ARMENTA DEU TERESA, OB CIT, pàg.148 229 en ambas circunstancias el Estado de Derecho debe garantizar ámbitos seguros e intangibles de libertad ciudadana, a partir de cuya seguridad podrán ser contrapuestos y equilibrados con otros. 230 CONCLUSIONES 1. El principio de legalidad o primacía de la ley es un principio fundamental del Derecho público conforme al cual todo ejercicio del poder público debe estar sometido a la voluntad de la ley de su jurisdicción y no a la voluntad de las personas, de lo que depende la seguridad jurídica. En la prohibición de retroactividad de la ley, a propósito de la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad en la adhesión del caso peruano, debe advertirse que no está en juego el principio de legalidad con toda su complejidad, sino una de sus expresiones: el principio de la lex praevia. En efecto, la legalidad prescribe, entre otras cosas, como ya se ha dicho, "someter la actividad penal del Estado a una ley previa a los hechos que se quieren sancionar, lo que impide su retroactividad" en el caso de los delitos de lesa humanidad el principio de la lex praevia debe ponderarse con un principio que no aparece en otro tipo de supuestos. Se trata, en concreto, de un principio del ius cogens según el cual tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial los Estados se encuentran obligados a perseguir y castigar. En el concurso entre el derecho a la prescripción de los delitos y la persecución de los delitos de lesa humanidad, es evidente que el primero sucumbe frente a la protección de las bases de humanidad que sustentan el orden jurídico, y la proscripción de los delitos pluriofensivos que atentan contra la humanidad en su conjunto, no pudiéndose considerar ambos como derechos humanos, o al menos no del mismo rango; siendo a nuestro entender la prescripción un derecho más bien procesal, y no fundamental como los delitos de lesa humanidad que afectan el núcleo duro de los derechos humanos. 2. El principio de culpabilidad, implica un conjunto de garantías que prohíben la determinación de una responsabilidad objetiva y que circunscribe la imputación al dolo y a la imprudencia concebida como culpa. La culpabilidad se equipara a la responsabilidad plena, la cual puede entenderse como el juicio de exigibilidad en virtud del cual se le imputa al agente la realización de un injusto penal pues, dadas las condiciones de orden personal y social imperantes en el medio donde actúa, se encontraba en posibilidad de dirigir su comportamiento acorde con los requerimientos del orden jurídico y no lo hizo habiendo podido llevarlo a cabo. Se trata de un juicio de carácter eminentemente normativo fundado en la exigibilidad, idea que preside toda la concepción de la culpabilidad y en virtud de la cual el agente debe responder por su comportamiento ante los tribunales legalmente constituidos 231 según un rito procesal consagrado con anterioridad al hecho por el ordenamiento jurídico estatal-, por no haber actuado conforme a la norma. Este principio implica un conjunto de garantías que prohíben la determinación de una responsabilidad objetiva y que circunscribe la imputación al dolo y a la imprudencia concebida como culpa. Las funciones de la culpabilidad son individualizar la pena, fundamentar la pena, limitar la pena, excluir la responsabilidad por azar, diferenciar y valorar la participación interna en el suceso externo y garantizar la proporcionalidad de las consecuencias jurídicopenales; ya que en un Estado de Derecho, el poder no es absoluto, existen una serie de limitaciones que parten desde la división de los poderes, y específicamente en materia penal a través de los límites establecidos al iuspuniendi, orientado a la prevención. 3. El Derecho penal del autor patrocina salidas que por lo general contemplan las condiciones y circunstancias del sujeto, pero a efectos de incrementar la pena. Pero, podemos señalar que el derecho penal del autor sí puede ser usado para disminuir la pena o ejercer un ponderado ejercicio de la punibilidad y un buen ejemplo de ello lo tenemos en el caso del artículo 45 del código penal que ordena apreciar las carencias sociales del agente y también el caso de las medidas de seguridad internamiento y tratamiento ambulatorio, donde la restricción a la libertad se da en congruencia con la disminución y/o aumento de la peligrosidad del sujeto. La presencia de la reincidencia y habitualidad en el ordenamiento peruano, además de reiterar esquemas ya empleados en el primer tercio del siglo XX, contradicen la corriente actual que desde el Derecho penal aboga por un ejercicio ponderado, mesurado y realista de la punición La reforma penal al considerar la reincidencia y habitualidad lo que hace es acrecentar el nivel de violencia punitiva, sobrepasando el límite de la dignidad de la persona y la perspectiva de promover siempre una lógica a favor de la libertad y no a favor de la represión, ingresando entonces a una ideología de Estado autoritario y contrario al derecho penal liberal. 4. Nuestra sociedad experimenta cambios lo que ha dado lugar a un Derecho penal moderno que ha optado por flexibilizar diversos principios penales dando cabida a los llamados tipos penales de peligro. Que los delitos de peligro concreto constituyen delitos de resultado, exigen en cada caso una verificación ex post sobre la puesta en peligro del bien jurídico. Mientras que las infracciones abstractas de peligro se concentran en una acción peligrosa, aquí el peligro es inherente a la realización de la conducta, de modo que su 232 constatación se precisa de un análisis ex ante es decir la verificación de si ejecutar la conducta el agente podría prever el contenido peligroso de la misma. El único criterio que nos permite diferenciar las infracciones de peligro abstracto y concreto radica en sí para la tipificación es suficiente un mero disvalor de acción, o si es necesario además un disvalor de resultado En un Estado Democrático y Social de Derecho basado ante todo en el respeto a la dignidad humana es necesario abandonar tipos penales de peligro abstracto porque significaría desconocer la presunción de inocencia, derecho de defensa y el principio de contradicción. El principio de lesividad como principio rector orienta la actividad legislativa y la praxis judicial en el campo del Derecho Penal. En virtud de este principio la imposición de una pena necesariamente se requiere la lesión o puesta en peligro de bienes tutelados en la ley. La expresión ―lesión o puesta en peligro‖ del artículo 4 del Título Preliminar debe entenderse en estricto que solo se admite delito de peligro concreto. En un Estado Social y Democrático de Derecho resulta inconveniente que se configure en nuestro sistema penal delitos de peligro abstracto por cuanto vulnera el principio de lesividad. 5. El principio de proporcionalidad es mecanismo de control de la actuación de los poderes públicos cuando éstos intervienen en los derechos fundamentales, evaluando si una medida estatal determinada (legislativa, judicial o administrativa) es idónea para alcanzar un fin constitucionalmente legítimo (prueba de idoneidad), si es necesaria al no existir otro medio apropiado para conseguir el mismo fin (prueba de necesidad), y si existe un balance o equilibrio entre: i) el logro del fin constitucional que se pretende obtener con la medida estatal, y ii) el grado de afectación del derecho fundamental intervenido. El principio de proporcionalidad se vuelve relevante si aceptamos que no existen derechos absolutos, sino que cada derecho se enfrenta a la posibilidad de ser limitado. La cuestión que interesa entonces es, de qué manera y con qué requisitos se pueden limitar los derechos. De hecho, el principio de proporcionalidad constituye hoy en día, quizá el más conocido y el más recurrente ―límite de los límites‖ a los derechos fundamentales que tienen cada ciudadano; y en esa medida, supone una barrera frente a intromisiones indebidas en el ámbito de los propios derechos. Para aplicar el principio de proporcionalidad debemos tener los siguientes criterios: la importancia del bien jurídico protegido (ejemplo: vida versus propiedad); la gravedad 233 de la lesión del bien jurídico protegido (ejemplo: daño versus protección); los diferentes medios de comisión del hecho (ejemplo: armas de fuego versus un bolígrafo); las condiciones personales del agente (ejemplo: edad, estado mental del agente, responsabilidad penal restringida, grado de educación, ocasionalidad versus habitualidad); comportamiento de la víctima antes del hecho (provocación versus falta de provocación); grados de ejecución del hecho (delito consumado versus tentativa, delito instantáneo versus delito continuado); grados de autoría y participación (autor, coautor y cómplices primarios versus cómplices secundarios); grados participación interna del autor (dolo, intención versus culpa imprudencia); comportamiento del autor después del hecho (capacidad de resocialización versus carencia de la misma); importancia social del hecho grado de nocividad social. El principio de proporcionalidad de la pena contiene dos conceptos: el concepto abstracto de proporcionalidad entendido como la respuesta punitiva que hace el estado a través del Legislador destinada a proteger bienes jurídicos penalmente tutelados, atendiendo la relevancia de aquellos, y teniendo como parámetro los bienes jurídicos fundamentales como vida y libertad. El concepto concreto de proporcionalidad, por su parte, es entendido como la resultante de considerar los principios de legalidad, lesividad, humanidad y culpabilidad por el hecho. 6. La presunción de inocencia representa la principal garantía a efectos de determinar la exclusión de culpabilidad hasta que la conducta sea reprochada por una condena penal. Cualquier persona debe tener la consideración y trato de inocencia como garantía fundamental ante cualquier imputación de delito o falta que se le formule ante la autoridad judicial, policial o administrativa y política incluso, en tanto sometido el hecho ante el Poder Judicial, el órgano jurisdiccional, mediante proceso con todas las garantías, establezca su culpabilidad o afirme su inocencia. Consecuentemente, el imputado no está obligado a probar su inocencia; todo lo contrario, se le debe probar su culpabilidad. Ello no significa que no pueda defenderse, es su derecho y para ello designa defensor o el sistema penal le provee uno de oficio. Incluso en los supuestos de confesión judicial se corrobore con medios probatorios ya existentes o los que el mismo imputado proporciona. La presunción de inocencia es una garantía en los procesos en que se tratan acciones delictivas donde exista una prueba de cargo suficiente, realizada a través de medios de prueba constitucionalmente legítimos. Por lo tanto podemos afirmar que es un principio indispensable para que exista civilización jurídica, democracia política y verdadera justicia judicial. 234 La presunción de inocencia está presente a lo largo de todas las fases del proceso penal y de todas sus instancias. Inclusive en los supuestos de flagrancia, dado que es posible la existencia de alguna circunstancia eximente o atenuante de responsabilidad a favor del imputado. En tal virtud, la persona puede ser intervenida en el momento de la comisión de un delito y mantener su status de inocencia hasta la sentencia judicial como decisión final. 7. El derecho de defensa constituye el más esencial de los derechos que integra el derecho al debido proceso y tutela jurisdiccional, en la medida en que la finalidad última de los principios inherentes a aquél es asegurar las condiciones en las cuales el individuo pueda hacer frente a las imputaciones que se le hacen, en cualquier etapa del proceso. Así, resulta imposible que en ausencia del derecho de defensa pueda admitirse la validez y legitimidad de cualquier tipo de proceso. El derecho de defensa involucra múltiples dimensiones, ámbitos y fases de la actividad procesal, dado que puede sostenerse que toda limitación de índole procesal, finalmente genera una disminución de las posibilidades de defensa. Las amenazas son múltiples y provienen tanto de los órganos encargados de combatir el delito (policía) como de aquellos involucrados en la labor de Administración de Justicia (Poder Judicial y Ministerio Público) e incluso del orbe normativo que hubiera aprobado el órgano legiferante. Vistas así las cosas, el único remedio posible es una actividad reglada, supervisada y publicitada para de ese modo asegurar la posibilidad de cuestionamiento y oposición. 8. El principio de la legitimidad de la prueba se refiere a que no pueden admitirse al proceso aquellos medios probatorios obtenidos en violación del ordenamiento jurídico. Ha sido recogido en el Título Preliminar del Código Procesal penal peruano del 2004 que establece que todo medio de prueba solo podrá ser valorado si se ha obtenido e incorporado al proceso por un procedimiento constitucionalmente legítimo. La regulación contenida en el artículo VIII CPP peruano se refiere en exclusividad a la prueba ilícita, esto, aquella obtenida con vulneración de los derechos fundamentales o garantías constitucionales. En un Estado de Derecho se producen conflictos entre los dos intereses que están en la base de toda investigación penal, el interés público en defensa de la sociedad y el interés privado en el respecto de los derechos y garantías individuales y fundamentales de rango constitucional; y es el Estado democrático el que se autolimita en su obligación de obtener la verdad. En ese sentido, los medios utilizados a los fines de la represión penal han de acomodarse a los principios jurídicos que predominan en un momento determinado y a los valores fundamentales de nuestra civilización. 235 La problemática que gira en torno a la denominada prueba ilícita se manifiesta en el debate de principios y valores como la libertad, presunción de inocencia y seguridad que a veces se utilizan como enfrentados o contrapuestos. En la teoría de la prueba ilícita está siempre presente el conflicto entre la averiguación de la verdad en el proceso penal y la defensa de los derechos fundamentales de las personas. Se entiende que no se puede utilizar cualquier medio para averiguar la verdad y esto supone un límite al principio de que el juez debe indagar la verdad material de los hechos objeto del proceso penal En la teoría de la prueba ilícita está siempre presente el conflicto entre la averiguación de la verdad en el proceso penal y la defensa de los derechos fundamentales de las personas. Se entiende que no se puede utilizar cualquier medio para averiguar la verdad y esto supone un límite al principio de que el juez debe indagar la verdad material de los hechos objeto del proceso penal. El artículo VIII introduce una prohibición de valoración probatoria: el primer inciso proclama la valoración de todo medio de prueba siempre que se haya obtenido e incorporado al proceso por un procedimiento constitucionalmente legítimo. Los incisos dos y tres contemplan la regla de exclusión desde la perspectiva negativa proclamando la carencia de efectos de aquellas pruebas obtenidas con vulneración de derechos fundamentales o con inobservancia de las garantías constitucionales establecidas a favor del procesado. 236 BIBLIOGRAFIA 1. AGUADO CORREA, Teresa, El principio de proporcionalidad en Derecho penal, Edersa. Madrid, 1999. 2. ARMENTA DEU, Teresa, La prueba ilícita (Un estudio comparado), Editorial Marcial Pons , Madrid, 2009. 3. ASENCIO MELLADO.J.M, La prueba prohibida y Prueba Preconstituida en el Proceso Penal, Instituto Peruano de Criminología y Ciencias Penales, Lima, Perú. 4. AUTORES VARIOS. Lecciones de Derecho Penal. Parte General. Barcelona 1996. 5. BACIGALUPO, Enrique. Principios de Derecho Penal. Parte General. 3ª ed., Madrid, 1994. 6. BERNALES BALLESTEROS, Enrique, La Constitución de 1993. 7. BRAMONT-ARIAS TORRES, Luís Miguel, Manual de Derecho Penal Parte General, Edit. Santa Rosa, Lima, 2000. 8. 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