SON LAS CINCO HRAS. AMANECE Toño ha ordenado las redes plegadas por sus robustas manos, y las deja sobre la pequeña barca; la ría amarra con cariñosa acogida la apreciada herramienta de trabajo del ya maestro pescador; frente a las aguas marinas se encuentra la humilde casa, la encaló Irene, su esposa, allí habita el matrimonio; conocedor de las mareas, los vientos y la meteorología en el mar, pocos días falta a su trabajo, con los faros de la embarcación o en la fase de la luna llena, se basta para encontrar los bancos con abundantes peces. El bravo mar lo llama desafiante. En la periferia de la ciudad minera, un fuerte golpe de tos, inquieta a Ximo, apenas puede respirar, el oxigeno no llega a sus pulmones, a sus bronquios hace tiempo que el polvo del carbón los fue obstruyendo. Nela lleva días que no se aleja del lecho de su marido, vigila su débil sueño, está agotada, apenas dormita en el viejo sillón. Viky despeinada y con el maquillaje ajado deambula por la acera, la gran ciudad despierta, el ruido creado por los servicios de limpieza con la mecanización cada día más intensa es inevitable; Fulgencio, el viejo taxista le tomó cariño el primer amanecer que la encontró en la calle, el no tuvo hijos, aquella desgraciada hubiera podido ser su hija, al verla el corazón le llevó a recogerla, le fue difícil con su enredado lenguaje encontrar el domicilio de la muchacha, rodearon las vías de servicio en diferentes ocasiones, hasta dar con su lujosa residencia. Una última ojeada al mar, apenas el viento levanta olas, el amanecer lo ve muy despejado, será una buena jornada de pesca para Toño, la mujer lo espera, junto a la puerta, ha cubierto sus hombros con una toquilla, allí comienza a notar la tímida brisa húmeda, este es el momento más difícil, ella teme al Cantábrico, él la abraza, con sus manos acaricia el vientre de Irene, la llegada de Toñito se aproxima—cuídame al chaval y tú no te encierres en la casa, date una vuelta por el mercado, así a mi regreso me enseñas lo que has comprado para el chavalín; las estrellas juguetean con su luz,es la hora de una nueva jornada de pesca. El regresará al mediodía, nunca se perdería la comida con su familia. El minero ha sido vencido en su última batalla este nuevo día, desde muy joven ha conducido las vagonetas de carbón arrancado a la tierra, el ambiente era irrespirable, nunca hubo suficiente ventilación en aquellas profundas galerías, sus días los ha sesgado la silicosis. Nela está desconsolada,-- la mina, la mina se repite entre sollozos—Ximo ya la observa ayudado con la luz de las estrellas, éstas le van acompañar, a descubrir un nuevo horizonte, desde donde cuidará de ella. La mina con su ronca voz , sigue llamando a los jóvenes. Amanece,seca sus lágrimas, Nela recuerda las palabras de su compañero en el viaje de la vida mientras mientras dirige sus ojos al nuevo firmamento, -- la mujer de un minero nunca tiene miedo,se valiente, nos volveremosmos a encontrar--,ahora está segura de ello. La noche ha sido muy divertida,”la movida plena”, los amigos la seducen con la cocaína y el alcohol ,ella inconsciente de anoréxico cuerpo , inhala, bebe todo lo que le ofrecen, ha bailado descontrolada, los focos con luces de fluorescentes colores y la estridente música se apagan al amanecer; Fulgencio sabe que llega la hora, se lo dicta el sentimiento, la sigue, al fin la ha convencido, --chiquilla vamos sube al taxi, lleva cuidado con la cabeza—el camino, es viejo conocido del vehículo, una gran pena invade al conductor, la observa a través del espejo retrovisor no puede dejar de decirse—hija mía, cuanto daño te ha hecho el dinero—La zona residencial donde nació y creció Viky, fueron la universidad de su vida. Con el amanecer llega su tesis doctoral de titulo : terapia para una mujer cocainómana y alcoholica; la joven descubre una esperanza en su lectura, la luna con su brillante luz ,será la tutora de su despertar. Mª Pilar Nov. 2014