22 Cambio climático y desplazamiento El contexto social y político de los conflictos William A V Clark Siempre ha sido difícil, y así seguirá siendo, identificar vínculos sencillos o directos entre la migración por motivos medioambientales y los conflictos. La búsqueda de una única causa suele ocultar el hecho de que los recursos e impactos medioambientales se canalizan a través de factores sociales, económicos y políticos que, a su vez, desempeñan un papel significativo en la migración de la población. La presión medioambiental es sólo uno de los factores que motivan la migración: el conflicto social y económico también motiva la migración y la adaptación. A menudo, los dos procesos coinciden. Sin embargo, si bien la escasez medioambiental puede ocasionar conflictos por la competencia de los recursos, existen pocas investigaciones que indiquen que la migración en sí genera conflicto. Es posible indicar regiones que, probablemente, sufran presión por una mezcla de factores demográficos y medioambientales. Es probable que la presión medioambiental esté vinculada a los conflictos de modo indirecto, aunque significativo, y que sea mayor en las naciones más pobres. Los conflictos surgirán directamente a raíz de la disminución de los recursos, por su dominio, y a raíz de las tensiones creadas por poblaciones que se desplazan o se trasladan a otras regiones en busca de mejores oportunidades. No obstante, la mayoría de los conflictos por motivos medioambientales se manifestarán bajo la apariencia de problemas religiosos, étnicos o civiles. Probablemente el crecimiento de la población provoque una escasez de recursos renovables, al mismo tiempo que disminuye la cantidad de tierra agrícola de alta calidad y la extensión de los bosques renovables. El agotamiento y la degradación generalizados de los acuíferos, ríos y demás recursos hídricos, bien por la presión del hombre o por el cambio climático, pueden producir conflictos violentos. La presión medioambiental y los conflictos graves son más probables en aquellos países en los que la capacidad institucional para adaptarse a las presiones medioambientales es débil. Se trata de naciones que pueden verse afectadas con mayor probabilidad por tres condiciones clave, consideradas habitualmente como desencadenantes de conflictos: ■■ disminución de la calidad y cantidad de los recursos renovables ■■ aumento del crecimiento de la población y del consumo per cápita ■■ acceso desigual a los recursos entre la población indígena Cuando concurren estas condiciones, el conflicto puede producirse por dos motivos: la marginación ecológica y la captura de recursos. La marginación ecológica tiene lugar cuando el crecimiento de la población y el acceso desigual a los recursos provocan que las personas migren a regiones frágiles desde el punto de vista ecológico, como laderas de tierras altas o zonas agrícolas marginales que lindan con los desiertos. Una alta densidad de población en esas áreas, junto con la falta de conocimiento y capital para proteger los recursos locales, puede producir graves daños ambientales y, en última instancia, una pobreza endémica. Por ejemplo, en Filipinas, el gobierno ha fomentado la expansión de la agricultura de llanura a gran escala, con lo que se ha incrementado el número de agricultores sin tierras, muchos de los cuales han migrado a laderas escarpadas con ecosistemas frágiles, donde han despejado la tierra para implantar una agricultura de subsistencia. La disidencia civil ha aumentado en estas zonas, que se encuentran, en gran medida, fuera del control efectivo del gobierno central. La captura de recursos define aquella situación en la que grupos poderosos y menos poderosos compiten por unos recursos renovables cuya cantidad o calidad está disminuyendo. En Senegal y Mauritania, al oeste de África, se construyeron diques a lo largo del Río Senegal a fin de regular el flujo de la corriente, producir energía hidráulica, permitir la expansión de la agricultura de regadío y facilitar el transporte fluvial hasta el océano. Aunque pueden ser objetivos loables, el resultado obtenido fue el aumento del valor de las tierras cercanas al cauce y la lucha entre las élites por su control. Los grupos más poderosos modificaron entonces a su favor la legislación sobre la propiedad de las tierras y sobre la distribución de los recursos, lo que produjo un súbito incremento de la escasez de recursos para la minoría étnica y la expulsión de 20.000 mauritanos marginados a Senegal, desde donde hicieron incursiones para recuperar el ganado que se les había expropiado. Aunque los dos casos anteriores ilustran el potencial conflictivo que encierra el cambio o la presión medioambientales, los conflictos de por sí se hallan sumidos en contextos sociales y políticos. Los cambios medioambientales son tensiones de fondo sobre las que otro suceso desencadena un conflicto. En general, los países pobres serán más vulnerables que los ricos al cambio medioambiental perjudicial y es probable que éste afecte más a los migrantes pobres que a los ricos. El contexto social y político es inmensamente amplio y complejo; incluye pautas de distribución de las tierras, estructuras familiares y comunitarias, e incentivos económicos y jurídicos, como los sistemas de derechos de propiedad y los mercados. Todos estos factores interactúan con el cambio medioambiental, por lo que no es sólo éste el que ocasiona conflictos medioambientales. De hecho, los conflictos medioambientales pueden manifestarse en forma de tensiones políticas o sociales, como problemas étnicos y religiosos, más que en forma de conflictos por los recursos per se. Todas las investigaciones sobre la amplia cuestión de la seguridad humana y el medio ambiente deben plantearse en el contexto de tres premisas. Primero, hemos de reconocer que las percepciones humanas del medio ambiente y la forma en que lo usamos constituyen conceptos sociales, económicos y políticos. Segundo, deben abordarse los problemas medioambientales desde una perspectiva que abarque tanto la pobreza como la desigualdad. Y tercero, es posible que RMF31 Cambio climático y desplazamiento el Estado-nación no sea el nivel más apropiado para examinar esta cuestión. Probabilidad de nuevos conflictos Resulta algo más fácil responder dónde puede darse la migración y los conflictos por motivos medioambientales que si éstos se producirán y en qué medida. Se puede clasificar la presión demográfica (y el posible conflicto) en una escala que oscila entre un riesgo muy alto (gran crecimiento repentino de la proporción de jóvenes, combinado con un rápido crecimiento urbano y pocas tierras cultivables o escasez de agua dulce), un riesgo alto (gran crecimiento repentino de la proporción de jóvenes combinado con rápido crecimiento urbano, o bien con pocas tierras cultivables, o bien con escasez de agua dulce) y la ausencia de riesgo (ninguno de dichos factores). Este proceso apunta a África y, en menor medida, a Oriente Medio como zonas principales de conflicto potencial y tensión resultantes del rápido crecimiento de la población y la presión medioambiental. Por otro lado, existen otras zonas conflictivas en Asia y al norte de Sudamérica. Los conflictos causados por el cambio medioambiental son mucho menos probables que los generados por rivalidades religiosas, étnicas o de otro tipo. Dicho lo anterior, queda claro que, probablemente, la presión medioambiental en las naciones de ‘alto riesgo’ constituya un factor que aumente el desmembramiento de la población y las posibilidades de que se produzca un conflicto. Se han identificado veinticinco países (la mayoría situados en África) que entran en la categoría de mayor riesgo de conflicto civil en las próximas dos décadas y la probabilidad sigue creciendo con el tiempo. En todos estos países escasea la tierra cultivable por persona, la mitad de ellos tiene problemas de abastecimiento de agua dulce y todos se encuentran entre las naciones más pobres del planeta. Conclusión Probablemente la presión medioambiental esté vinculada a los conflictos de forma indirecta, aunque significativa. Sus efectos derivarán directamente de la disminución de recursos y de las tensiones creadas por las poblaciones desplazadas o trasladadas a otras regiones en busca de mejores oportunidades. No obstante, en la mayoría de conflictos, los problemas medioambientales se presentarán bajo la William Clark (wclark@geog.ucla. edu) es profesor en el Departamento de Geografía en la Universidad de California, Los Ángeles. El presente artículo es una versión editada de un texto más extenso, con el mismo título, preparado para el Consejo Asesor Alemán sobre Cambio Climático (WBGU, por sus siglas en alemán), publicado en Climate Change as a Security Risk, Earthscan 2008, London and Sterling VA. Hombres armados del Ejército de Liberación de Sudán en la ciudad de Gereida, sur de Darfur, Sudán, 2006. Desintegración social en Darfur Scott Edwards ¿Qué peligros acarrea el cambio climático para las sociedades más vulnerables a las variaciones de las condiciones medioambientales locales? En Darfur, las tribus y otros grupos están en conflicto desde los albores de la historia. En gran parte, estos enfrentamientos han sido el resultado de la competencia por los recursos, la relativa escasez y las menguantes oportunidades de subsistencia ante el rápido crecimiento de la población. Quizá fue esta historia de lucha por los recursos lo que llevó al Secretario General de la ONU a señalar el cambio climático como una de las causas fundamentales del conflicto de Darfur. Los efectos del cambio climático en los sistemas naturales están bien documentados y es inevitable que afecten al hombre. La mayor duración de los ciclos de sequía en Darfur, sumada a la expansión del Sáhara hacia el sur, han amplificado los efectos del comportamiento humano sobre el medio ambiente. Las actividades agrícolas y de pastoreo a pequeña escala (aunque generalizadas), que realizan los grupos de Darfur han acelerado la desertización. La degradación medioambiental de la región no es algo nuevo, ni siquiera se ha acelerado de forma significativa en los últimos 23 apariencia de conflicto religioso, étnico o civil. Siempre ha sido difícil identificar vínculos sencillos o directos entre la migración por motivos medioambientales y los conflictos, y así seguirá siendo. IRIN/Derk Segaar RMF31 10 años. Cabe preguntarse entonces qué hay en el cambio medioambiental de esa zona que haya podido llevar a un conflicto en la actualidad. El conflicto actual de Darfur es similar a la guerra de 1987 entre los fur y los árabes, a causa de la competencia por los recursos: a medida que la sequía y la consiguiente hambruna empujaron a los pastores del norte de Darfur, árabes en su mayoría, hacia el sur, en busca de pastos más verdes, la competencia con los fur y otros agricultores se presumía inevitable. El cambio climático no sólo fuerza la migración, sino que también puede desencadenar conflictos. Sin embargo, la degradación medioambiental y la correspondiente migración en