El contexto social y político de los conflictos

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Cambio climático y desplazamiento
El contexto social y político
de los conflictos
William A V Clark
Siempre ha sido difícil, y así seguirá siendo, identificar
vínculos sencillos o directos entre la migración por
motivos medioambientales y los conflictos.
La búsqueda de una única causa suele
ocultar el hecho de que los recursos
e impactos medioambientales se
canalizan a través de factores sociales,
económicos y políticos que, a su vez,
desempeñan un papel significativo en
la migración de la población. La presión
medioambiental es sólo uno de los factores
que motivan la migración: el conflicto
social y económico también motiva la
migración y la adaptación. A menudo,
los dos procesos coinciden. Sin embargo,
si bien la escasez medioambiental
puede ocasionar conflictos por la
competencia de los recursos, existen
pocas investigaciones que indiquen que
la migración en sí genera conflicto.
Es posible indicar regiones que,
probablemente, sufran presión por
una mezcla de factores demográficos
y medioambientales. Es probable
que la presión medioambiental esté
vinculada a los conflictos de modo
indirecto, aunque significativo, y que
sea mayor en las naciones más pobres.
Los conflictos surgirán directamente a
raíz de la disminución de los recursos,
por su dominio, y a raíz de las tensiones
creadas por poblaciones que se desplazan
o se trasladan a otras regiones en
busca de mejores oportunidades. No
obstante, la mayoría de los conflictos
por motivos medioambientales se
manifestarán bajo la apariencia de
problemas religiosos, étnicos o civiles.
Probablemente el crecimiento de la
población provoque una escasez de
recursos renovables, al mismo tiempo
que disminuye la cantidad de tierra
agrícola de alta calidad y la extensión de
los bosques renovables. El agotamiento
y la degradación generalizados de
los acuíferos, ríos y demás recursos
hídricos, bien por la presión del hombre
o por el cambio climático, pueden
producir conflictos violentos. La presión
medioambiental y los conflictos graves
son más probables en aquellos países
en los que la capacidad institucional
para adaptarse a las presiones
medioambientales es débil. Se trata de
naciones que pueden verse afectadas con
mayor probabilidad por tres condiciones
clave, consideradas habitualmente
como desencadenantes de conflictos:
■■ disminución de la calidad y cantidad
de los recursos renovables
■■ aumento del crecimiento de la
población y del consumo per cápita
■■ acceso desigual a los recursos
entre la población indígena
Cuando concurren estas condiciones,
el conflicto puede producirse por dos
motivos: la marginación ecológica y la
captura de recursos. La marginación
ecológica tiene lugar cuando el
crecimiento de la población y el acceso
desigual a los recursos provocan que
las personas migren a regiones frágiles
desde el punto de vista ecológico, como
laderas de tierras altas o zonas agrícolas
marginales que lindan con los desiertos.
Una alta densidad de población en esas
áreas, junto con la falta de conocimiento y
capital para proteger los recursos locales,
puede producir graves daños ambientales
y, en última instancia, una pobreza
endémica. Por ejemplo, en Filipinas, el
gobierno ha fomentado la expansión de
la agricultura de llanura a gran escala,
con lo que se ha incrementado el número
de agricultores sin tierras, muchos de los
cuales han migrado a laderas escarpadas
con ecosistemas frágiles, donde han
despejado la tierra para implantar una
agricultura de subsistencia. La disidencia
civil ha aumentado en estas zonas, que
se encuentran, en gran medida, fuera del
control efectivo del gobierno central.
La captura de recursos define aquella
situación en la que grupos poderosos
y menos poderosos compiten por unos
recursos renovables cuya cantidad o
calidad está disminuyendo. En Senegal
y Mauritania, al oeste de África, se
construyeron diques a lo largo del Río
Senegal a fin de regular el flujo de la
corriente, producir energía hidráulica,
permitir la expansión de la agricultura
de regadío y facilitar el transporte fluvial
hasta el océano. Aunque pueden ser
objetivos loables, el resultado obtenido
fue el aumento del valor de las tierras
cercanas al cauce y la lucha entre las
élites por su control. Los grupos más
poderosos modificaron entonces a su
favor la legislación sobre la propiedad
de las tierras y sobre la distribución de
los recursos, lo que produjo un súbito
incremento de la escasez de recursos para
la minoría étnica y la expulsión de 20.000
mauritanos marginados a Senegal, desde
donde hicieron incursiones para recuperar
el ganado que se les había expropiado.
Aunque los dos casos anteriores ilustran
el potencial conflictivo que encierra el
cambio o la presión medioambientales, los
conflictos de por sí se hallan sumidos en
contextos sociales y políticos. Los cambios
medioambientales son tensiones de fondo
sobre las que otro suceso desencadena un
conflicto. En general, los países pobres
serán más vulnerables que los ricos al
cambio medioambiental perjudicial y
es probable que éste afecte más a los
migrantes pobres que a los ricos. El
contexto social y político es inmensamente
amplio y complejo; incluye pautas de
distribución de las tierras, estructuras
familiares y comunitarias, e incentivos
económicos y jurídicos, como los sistemas
de derechos de propiedad y los mercados.
Todos estos factores interactúan con el
cambio medioambiental, por lo que no
es sólo éste el que ocasiona conflictos
medioambientales. De hecho, los
conflictos medioambientales pueden
manifestarse en forma de tensiones
políticas o sociales, como problemas
étnicos y religiosos, más que en forma
de conflictos por los recursos per se.
Todas las investigaciones sobre la amplia
cuestión de la seguridad humana y el
medio ambiente deben plantearse en
el contexto de tres premisas. Primero,
hemos de reconocer que las percepciones
humanas del medio ambiente y la
forma en que lo usamos constituyen
conceptos sociales, económicos y políticos.
Segundo, deben abordarse los problemas
medioambientales desde una perspectiva
que abarque tanto la pobreza como la
desigualdad. Y tercero, es posible que
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Cambio climático y desplazamiento
el Estado-nación no sea el nivel más
apropiado para examinar esta cuestión.
Probabilidad de nuevos conflictos
Resulta algo más fácil responder dónde
puede darse la migración y los conflictos
por motivos medioambientales que si
éstos se producirán y en qué medida. Se
puede clasificar la presión demográfica
(y el posible conflicto) en una escala que
oscila entre un riesgo muy alto (gran
crecimiento repentino de la proporción
de jóvenes, combinado con un rápido
crecimiento urbano y pocas tierras
cultivables o escasez de agua dulce), un
riesgo alto (gran crecimiento repentino
de la proporción de jóvenes combinado
con rápido crecimiento urbano, o bien con
pocas tierras cultivables, o bien con escasez
de agua dulce) y la ausencia de riesgo
(ninguno de dichos factores). Este proceso
apunta a África y, en menor medida, a
Oriente Medio como zonas principales de
conflicto potencial y tensión resultantes
del rápido crecimiento de la población
y la presión medioambiental. Por otro
lado, existen otras zonas conflictivas
en Asia y al norte de Sudamérica.
Los conflictos causados por el cambio
medioambiental son mucho menos
probables que los generados por
rivalidades religiosas, étnicas o de
otro tipo. Dicho lo anterior, queda
claro que, probablemente, la presión
medioambiental en las naciones de
‘alto riesgo’ constituya un factor que
aumente el desmembramiento de
la población y las posibilidades de
que se produzca un conflicto.
Se han identificado veinticinco países (la
mayoría situados en África) que entran en
la categoría de mayor riesgo de conflicto
civil en las próximas dos décadas y la
probabilidad sigue creciendo con el
tiempo. En todos estos países escasea la
tierra cultivable por persona, la mitad de
ellos tiene problemas de abastecimiento
de agua dulce y todos se encuentran entre
las naciones más pobres del planeta.
Conclusión
Probablemente la presión medioambiental
esté vinculada a los
conflictos de forma
indirecta, aunque
significativa. Sus
efectos derivarán
directamente de
la disminución de
recursos y de las
tensiones creadas
por las poblaciones
desplazadas o
trasladadas a
otras regiones en
busca de mejores
oportunidades.
No obstante, en la
mayoría de conflictos,
los problemas
medioambientales se
presentarán bajo la
William Clark (wclark@geog.ucla.
edu) es profesor en el Departamento de
Geografía en la Universidad de California,
Los Ángeles. El presente artículo es
una versión editada de un texto más
extenso, con el mismo título, preparado
para el Consejo Asesor Alemán sobre
Cambio Climático (WBGU, por sus
siglas en alemán), publicado en Climate
Change as a Security Risk, Earthscan
2008, London and Sterling VA.
Hombres
armados del
Ejército de
Liberación
de Sudán en
la ciudad de
Gereida, sur
de Darfur,
Sudán, 2006.
Desintegración social en Darfur
Scott Edwards
¿Qué peligros acarrea el cambio climático para las
sociedades más vulnerables a las variaciones de las
condiciones medioambientales locales?
En Darfur, las tribus y otros grupos
están en conflicto desde los albores
de la historia. En gran parte, estos
enfrentamientos han sido el resultado
de la competencia por los recursos,
la relativa escasez y las menguantes
oportunidades de subsistencia ante el
rápido crecimiento de la población.
Quizá fue esta historia de lucha por los
recursos lo que llevó al Secretario General
de la ONU a señalar el cambio climático
como una de las causas fundamentales
del conflicto de Darfur. Los efectos
del cambio climático en los sistemas
naturales están bien documentados y
es inevitable que afecten al hombre.
La mayor duración de los ciclos de sequía
en Darfur, sumada a la expansión del
Sáhara hacia el sur, han amplificado los
efectos del comportamiento humano
sobre el medio ambiente. Las actividades
agrícolas y de pastoreo a pequeña escala
(aunque generalizadas), que realizan
los grupos de Darfur han acelerado
la desertización. La degradación
medioambiental de la región no es
algo nuevo, ni siquiera se ha acelerado
de forma significativa en los últimos
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apariencia de conflicto religioso, étnico
o civil. Siempre ha sido difícil identificar
vínculos sencillos o directos entre la
migración por motivos medioambientales
y los conflictos, y así seguirá siendo.
IRIN/Derk Segaar
RMF31
10 años. Cabe preguntarse entonces
qué hay en el cambio medioambiental
de esa zona que haya podido llevar
a un conflicto en la actualidad.
El conflicto actual de Darfur es similar
a la guerra de 1987 entre los fur y los
árabes, a causa de la competencia por
los recursos: a medida que la sequía y
la consiguiente hambruna empujaron a
los pastores del norte de Darfur, árabes
en su mayoría, hacia el sur, en busca de
pastos más verdes, la competencia con
los fur y otros agricultores se presumía
inevitable. El cambio climático no sólo
fuerza la migración, sino que también
puede desencadenar conflictos. Sin
embargo, la degradación medioambiental
y la correspondiente migración en
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