Corrosivos Las sustancias corrosivas incluyen una gran variedad de materiales con propiedades diferentes, pero con la particularidad de ser todos ellas ácidos con pH menor a 2 o álcalis con pH mayor a 12, pudiendo estar en estado sólido, líquido o gaseoso y ser capaces de causar lesiones químicas directas en la piel y mucosas. Comúnmente se encuentran en el hogar en los productos de limpieza; además de estos productos, en las publicaciones médicas se está advirtiendo últimamente sobre los peligros de ingerir las baterías en miniatura y de botón de las calculadoras y relojes. Propiedades de los ácidos Tienen sabor agrio como en el caso del ácido cítrico en la naranja y el limón. Cambian el color del papel tornasol azul a rosa, el anaranjado de metilo de anaranjado a rojo y deja incolora a la fenolftaleína. Son buenos conductores de electricidad en disoluciones acuosas. Reaccionan con metales activos formando una sal e hidrógeno. Reaccionan con bases para formar una sal más agua (neutralización). Propiedades de las bases Poseen un sabor amargo característico. Sus disoluciones conducen la corriente eléctrica. Cambian el papel tornasol rojo en azul. La mayoría son irritantes para la piel (cáusticos) ya que disuelven la grasa cutánea. Son destructivos en distintos grados para los tejidos humanos. Los polvos, nieblas y vapores provocan irritación respiratoria, de piel, ojos, y lesiones del tabique de la nariz. Tienen un tacto jabonoso. Reaccionan con ácidos formando sal y agua (neutralización). Corrosivos son materiales que pueden atacar y destruir químicamente los tejidos corporales expuestos. Los corrosivos también pueden dañar e incluso destruir el metal. Empiezan a provocar daño tan pronto están en contacto con la piel, ojos, tracto respiratorio, tracto digestivo, o metal. Pueden ser peligrosos en otras formas también, dependiendo del material corrosivo en particular. Los ácidos son agrios por lo que al ser ingeridos de forma accidental son expelidos de forma inmediata sin ser deglutidos, al quemar la mucosa orofaríngea. En el caso de los ácidos, se produce una necrosis por coagulación, formándose una escara firme y protectora que impide la penetración del cáustico y limita la profundidad de la lesión. Sin embargo los álcalis son capaces de disolver grasas por lo que pueden penetrar más profundamente en los tejidos y provocar lesiones más graves. Una vez ingerido un cáustico, ya sea álcali o ácido, la gravedad de las lesiones dependerá del estado físico del agente: mientras que las formas sólidas lesionan sobre todo a la mucosa orofaríngea, con las formas líquidas quedan afectadas principalmente el esófago y el estómago, lo que produce una violenta regurgitación al esófago, seguida de nueva propulsión al estómago (acción de vaiven que puede durar incluso varios minutos). Por otra parte los ácidos provocan un espasmo del píloro (orificio de salida del estómago) que facilita su acumulación en el antro. La duración del contacto cáustico/tejido, será otro de los factores que modelará la lesión tisular. Por último la cantidad, concentración y pH de la sustancia serán factores determinantes. En el caso de los álcalis, el pH crítico que ocasiona ulceración esofágica es 12,5, mientras que con pH 14 se producen ulceraciones profundas que pueden progresar a perforaciones. Los corrosivos ácidos de uso frecuente incluyen: ácido muriático (ácido clorhídrico comercial) y líquido para baterías de autos (contienen ácido sulfúrico), ácido nítrico, ácido crómico, ácido acético y ácido fluorhídrico. Los corrosivos ácidos de uso frecuente incluyen: soda cáustica (hidróxido de sodio comercial), destapacañerías (contiene soda cáustica), cal (contiene hidróxido de calcio), amoníaco y productos de limpieza amoniacales. Otros químicos pueden también ser corrosivos. Los materiales corrosivos están presentes en casi todos los lugares de trabajo. Todo aquel que trabaja con corrosivos debe tener claro sus riesgos y como trabajar de manera segura con ellos. Es inteligente tratar los materiales desconocidos como muy peligrosos hasta que se identifiquen claramente el riesgo real. Los corrosivos pueden quemar y destruir el tejido corporal por contacto. Algunos corrosivos son tóxicos y pueden provocar otros problemas de salud. Los materiales corrosivos pueden irritar severamente, o en algunos casos, quemar los ojos. Esto puede terminar en cicatrices o ceguera permanente. Entre más fuerte, o más concentrado, sea el material corrosivo y toque los ojos por más tiempo, peores serán las lesiones. Los corrosivos que tocan la piel pueden irritar severamente e incluso quemar y ampollar la piel. Las quemaduras corrosivas severas en una gran porción del cuerpo pueden provocar la muerte. Respirar vapores corrosivos o partículas irrita y quema la capa interna de la nariz, garganta, tráquea y pulmones. En casos graves, esto resulta en edema pulmonar, una acumulación de fluido en los pulmones que puede ser fatal. Ingerir corrosivos quema la parte interna sensible de la boca, garganta, esófago y estómago. En casos no fatales, se puede dar una cicatrización severa de la garganta y esto puede resultar en la pérdida de la habilidad para tragar. Muchos corrosivos ácidos atacan y corroen los metales. El contacto con corrosivos puede dañar recipientes, equipo, instalaciones y componentes de edificios hechos de materiales inconvenientes. La proporción de corrosión de metal es mayor cuando el corrosivo es más fuerte y la temperatura más alta. Cuando los ácidos atacan metales, el gas hidrógeno se libera a menudo. Este es un gas inflamable que puede quemar o explotar si se encuentra presente una fuente de ignición. Lo cual supone un importante riesgo adicional. Bases comunes, tales como hidróxido de sodio e hidróxido de potasio, también pueden atacar algunos metales como el aluminio, zinc, metal galvanizado y estaño para producir gas hidrógeno. Algunos corrosivos son incompatibles con otros químicos. Pueden sufrir reacciones químicas poderosas y liberar tóxicos o productos explosivos si entran en contacto entre sí. Las etiquetas en los recipientes deben explicar todos los riesgos de los materiales corrosivos con los que se trabaja. Ingestión de cáusticos La ingestión de un cáustico es un accidente frecuente y potencialmente grave, que en la mayoría de los casos requerirá atención médica especializada. Las agresiones químicas producidas en el tramo digestivo superior por la ingesta de sustancias corrosivas es causa de una elevada morbimortalidad. Con la introducción de los detergentes limpiadores líquidos concentrados en la década de los sesenta, los accidentes por sustancias cáusticas aumentaron de forma considerable en prácticamente todo el mundo. La ingestión accidental de sustancias se produce con mayor frecuencia en niños menores de cinco años, llegando a alcanzar al 85 % de los afectados; esto es comprensible, dado que las sustancias corrosivas propias de la limpieza casera suelen estar almacenadas con descuido y contenidas en envases de colores llamativos. En los adultos la ingestión accidental ocurre con mayor frecuencia en alcohólicos, personal de laboratorio, o como consecuencia del almacenamiento de estas sustancias en recipientes destinados a productos comestibles (agua mineral, vino, refrescos, etc); sin embargo, la mayoría de los casos en esta población son debidos a ingestión con fines autolesivos. Mecanismo de acción tóxica Los ácidos liberan H+ y las bases liberan OH–. Ambos necesitan rodearse de moléculas de agua y tratan de capturarla de su entorno más inmediato. En caso de que el corrosivo entre en contacto con la piel, sacan el agua de la piel produciendo una intensa deshidratación. Por otra parte la unión de agua con estos iones es exotérmica por lo que se suma una intensa liberación de calor. Entre ambos efectos se producen las quemaduras en la piel. Tratamiento inmediato No debe administrarse al paciente nada por vía oral. En primer lugar, la ingestión oral puede desencadenar el vómito, lo cual produciría una reexposición esofágica a la sustancia cáustica al volver a pasar ésta por el esófago, con el consecuente aumento de las lesiones y el riesgo de una aspiración. Por otra parte los intentos de neutralizar están contraindicados, ya que el calor producido en la reacción exotérmica aumentaría el daño tisular. Además, para que la neutralización fuera efectiva, debería darse la misma concentración del corrosivo opuesto, es decir que se debería suministrar la misma cantidad de H+ que de OH-. En caso contrario se estaría exponiendo al paciente a la acción residual del corrosivo que no fue neutralizado completamente o a la acción del corrosivo opuesto que se puso en exceso. Dado que la acción tóxica es por captura de agua, el tratamiento inmediato debe ser lavar la zona con abundante agua para darle al corrosivo toda el agua que necesita, refrigerar la zona para contrarrestar el calor producido por el corrosivo y barrer los restos de corrosivo que aun no tomaron contacto con la piel. En caso de que el corrosivo haya mojado la ropa de la persona será necesario mojar con abundante agua la zona impregnada por el corrosivo antes de quitar la ropa para evitar aumentar la superficie del cuerpo expuesta al corrosivo.