Un milano real surca el cielo de los Pirineos en su camino hacia lugares con climas más templados en los que pasar el invierno. Contabilizar semejante cantidad de aves no resulta sencillo, aunque la también ornitóloga Uxue Itoiz considera que la clave está en «la práctica para su correcta realización. A nivel pirenaico se emplea una metodología estandarizada con el fin de que los datos se tomen siempre igual, para que sean comparables a futuro. Por supuesto, hay que saber distinguir todas las aves de visu para poder identificarlas, datarlas y sexarlas. También ayuda saber identificarlas por el reclamo migratorio». Diversos objetivos. Esta tarea no solo sirve para determinar el número de ejemplares de cada especie que realiza el tránsito migratorio estacional, sino que, al mismo tiempo, permite a los expertos conocer cómo se encuentran las poblaciones europeas de especies como el milano real, el milano negro, la cigüeña blanca, la grulla común y un largo etcétera. Según señala Itoiz, «este ha sido un año muy bueno para el milano negro, con más de 7.000 aves; muy bueno para el aguilucho cenizo, con más de 120 ejemplares, casi el doble que otros años; no muy bueno para el abejero europeo, que no llega a los 5.000 ejemplares... y estamos todavía pendientes de los datos de la paloma torcaz. De forma general, se puede decir que esta primavera la reproducción ha sido buena tras al menos tres muy inestables climáticamente y que han influido de manera negativa en la reproducción de las aves a nivel continental». Siguiendo en el terreno de las poblaciones de aves, este trabajo permite establecer «tendencias al alza o a la baja a nivel continental y ayuda a realizar políticas de conservación. Si cada año van pasando menos y menos ejemplares de una especie y no pasan por ningún sitio, es evidente que debe de tener un problema en los lugares donde se reproduce, atraviesa o hiberna». Asimismo, estas observaciones tienen un valor a más largo plazo, ya que permitirán conocer las afecciones del cambio climático en las aves migradoras e incluso la dimensión que este último fenómeno está alcanzando. Los cambios de temperatura que experimenta el planeta están haciendo que algunas especies dejen de migrar, ya que en los lugares donde pasan el verano, el invierno ya no es tan crudo como antaño y, por lo tanto, no es necesario que se muevan buscando un clima más benigno, que, en definitiva, era el sentido último de esa migración. Al respecto, Itoiz señala que «en 25 años de seguimiento en los collados pirenaicos, el milano negro ha adelantado su viaje entre una semana y diez días. Y zazpika 2 9