Año: 17, Diciembre 1975 No. 355 Psicosis Malthusiana Por Alberto Benegas Lynch (h) En círculos académicos, en la prensa cotidiana, en los medios orales de comunicación, en reuniones sociales y en declaraciones de entidades internacionales, se dibuja y se transmite la pavorosa imagen de la inanición colectiva que provocará el creciente desequilibrio entre los medios de subsistencia y la población mundial. El espectro del hambre se muestra en proporciones devastadoras y, así, el futuro de la especie humana se ve envuelto en una encrucijada por demás inquietante. Tan aterradora perspectiva crea un fenómeno que bien podemos denominar «psicosis malthusiana». Sin embargo, un análisis que contemple más de cerca las variables contenidas en el problema, ofrece elementos de juicio que entreabren el horizonte y permiten resolver algunas incógnitas y encarar e] porvenir con una postura anímica distinta de «la psicosis malthusiana», injertada por los agoreros del cataclismo universal. Thomas Robert Malthus predijo en 1781 1 , que los medios de subsistencia crecerían en progresión aritmética mientras que la población lo haría en progresión geométrica 2 . Esta predicción fue inmediatamente desautorizada por los hechos. La Revolución Industrial en Inglaterra permitió que la población de aquel país que se habla mantenido prácticamente estática en loe años anteriores se cuadruplicaría en pocas décadas. Se redujeron sensiblemente los alarmantes índices de mortandad que tenían lugar en la era precapitalista, debido a las hambrunas, las pestes, la higiene precaria y los limitados recursos con que contaban los pocos médicos que había para atender debidamente a los pacientes 3 . Aumentos considerables en el nivel general de vida permitieron ir subsanando las aludidas condiciones sociales, imperantes al iniciarse el proceso industrial. Los permisos para comerciar, los carnets para trabajar, el férreo en la tercera y cuarta ediciones, suavizando su tesis central. Acertadamente se dijo que su obra debería haberse titulado «La Pobreza de las Naciones» (estableciendo un paralelo con el trabajo de Adam Smith «La Riqueza de las Naciones»), puesto que en buena parte del libro se apuntan procedimientos por los cuales los pueblos se empobrecen. Cabe destacar, sin embargo, que fuera de su vaticinio determinista sobre la población y los alimentos, Malthus contribuyó con atinadas meditaciones puntualizando algunos de los acuciantes problemas relativos a la novel ciencia económica, especialmente en relación a la libertad contractual. 2 3 1 [i] «Ensayo sobre la población y su efecto sobre la evolución de la sociedad», título que modificó en la segunda edición. También el autor introdujo variantes [ii] De razón dos, según Malthus. [iii] En 1745 murieron el 70% de los niños menores de 5 años. (Véase el artículo de Dean Russell: «La Revolución Industrial» y, con el mismo título, el libro de T. S. Ashton). sistema gremial, los monopolios gubernamentales, las restricciones al comercio internacional, el régimen anacrónico del feudalismo y las trabas de toda índole, fomentadas por la ideología mercantilista, producían una intolerable asfixia económica. La tesis de los fisiócratas y la idea básica del libre cambio sustentada por los clásicos, permitió librarse de los prejuicios mercantilistas que por aquel entonces prevalecían, desterrando las pesadas reglamentaciones y la opresora maquinaria precapitalista para reemplazarla por una tranquilizadora atmósfera de libertad y progreso. Según revela la historia, en cualquier tiempo y lugar donde se adoptan los principios de la Revolución Industrial, se reproducen sus benéficos efectos, tanto en lo espiritual como en lo material. Es que la Revolución Industrial, más que un hecho concreto, implica un espíritu: el espíritu del hombre libre, del derecho y de la justicia 4 . Es interesante, por ejemplo, contemplar la evolución económica en Estados Unidos en el período 1870-1970 donde, a pesar de que la población se multiplicó por ocho, el ingreso per cápita, en valores constantes, se multiplicó por diez. Malthus no previó lo que la iniciativa creadora del hombre puede producir con el suficiente estímulo y las garantías adecuadas. Malthus no pudo prever la «revolución verde», los nuevos recursos energéticos, nuevos medios de transporte, productos sintéticos y tantos otros descubrimientos en los más diversos campos de la ciencia, el arte y la cultura en general. Como bien afirmaba Walter B. Wriston: «Los que tal vez más se han acercado a la 4 [iv] Los socialistas de la «Sociedad Fabiana», comprobando que la Revolución Industrial abiertamente contradecía sus teorías, se dedicaron a tergiversar los hechos. Al respecto, resulta aleccionadora la obra editada por el profesor Hayek titulada «El Capitalismo y los Historiadores». realidad al predecir el futuro, han sido los escritores de ciencia ficción que, sin integrar ampulosas juntas gubernamentales de investigación, contaban con una buena dosis de imaginación» 5 . Lo que los seguidores de Malthus bautizaron como «ley de hierro», respecto a la predeterminación de la magnitud del desequilibrio entre los medios de subsistencia y la población, resultó ser un fiasco al momento siguiente de la enunciación de la tesis. Hay, en cambio, un aspecto importante en la obra de Malthus, que aunque no contemplado explícitamente por él, lo insinuó y fue luego tomado como punto de partida por Darwin para elaborar su teoría de la selección de las especies. El crecimiento vegetativo, es decir, el resultante neto luego de deducir la mortalidad y computar la natalidad, no puede crecer más que los medios de subsistencia 6 , en otras palabras, esta verdad de Perogrullo nos indica que la población buscará su nivel respecto a los recursos necesarios para alimentarse, si aquella es mayor que ésta aumentará la mortandad y/o descenderá la natalidad. Ahora bien, el comportamiento irreflexivo de traer al mundo un número de hijos mayor de los que se pueden mantener es signo de ignorancia e irresponsabilidad. Esta conducta, imitando la de los animales, generalmente se observa en familias y en pueblos que no han tenido acceso a la 5 [v] «La Crisis Energética», revista de la Cámara de Comercio (No. 1, junio, 1974). 6 [vi] Resulta sumamente difícil, por no decir imposible, llegar a una definición lúcida que explique la cantidad de alimentos necesarios para «el mínimum de subsistencia», especialmente si consideramos las enormes diferencias individuales en cuanto a los requerimientos de vitaminas, minerales, proteínas e hidratos de carbono. Podemos, sin embargo, afirmar agrosso modo que es «lo necesario» para que el hombre se mantenga en pie. educación o no la han sabido digerir correctamente; en consecuencia, su nivel cultural es, en el mejor de los casos, deficiente y mediocre 7 . poderes limitados, el mercado libre y la igualdad ante la ley, con lo que habremos resuelto nuestro problema en la medida de lo que es humanamente posible. Con ese proceder, irremediablemente se incrementa el índice de mortandad. Este es un hecho que, lamentablemente, sucede en muchas regiones del planeta. ¿Cómo encarar, entonces, el problema? Nos encontramos aquí frente a una disyuntiva de la cual no podemos evadirnos. Debemos decidirnos por uno de dos caminos. El primero consiste en que los gobiernos redistribuyan nacional e internacionalmente los ingresos, con lo cual se acentuará notablemente el problema, ya que el empobrecimiento será mayor para todos y se estará alentando la irresponsabilidad, lo cual, a su vez, intensificará el mal 8 . El segundo camino reside en comprender cabalmente el estímulo que brinda y los beneficios que reporta el gobierno con Reiteradamente se nos dice que sólo se explota el cuarenta y cinco por ciento de los recursos terrestres conocidos y el seis por ciento de los marítimos. Aquel vasto campo queda inexplotado por falta de capital, y el capital se forma en ambientes donde prevalecen los incentivos y el clima de seguridad necesarios para lograr el máximo desarrollo de la potencialidad creadora. 7 [vii] Nos estamos refiriendo aquí a la paternidad responsable que, desde luego, contempla, en primer término, la posibilidad de mantener a la familia. Dicho aspecto que en definitiva se reduce a un problema de subsistencia-, no excluye, en modo alguno, otros factores dignos de la mayor consideración como la capacidad para educar a los hijos, que constituye la función más trascendental de los padres. El poder de decisión es, en última instancia, facultad inalienable de los padres; nada tiene que hacer aquí el gobierno con «planes para limitar la natalidad», decidiendo caprichosamente el tamaño de cada familia y vulnerando los derechos del individuo. El gobierno sólo debe intervenir para proteger derechos, por ejemplo, en lo que concierne al tema que estamos tratando, el gobierno debe actuar para evitar y castigar debidamente a los que recurran al aborto, puesto que se trata de un homicidio y, por ende, de una lesión gravísima a los derechos humanos más elementales. 8 [viii] Véase nuestro trabajo «Apología de las Desigualdades» (No. 8 de la Revista de la Cámara de Comercio), reproducido por el Centro de Estudios Económico-Sociales de Guatemala, en mayo del corriente año. Si ésto es verdad para la explotación más intensa de recursos conocidos, con mayor razón resulta válido para promover la investigación pertInente a los efectos de descubrir nuevos medios de bienestar, hasta hoy desconocidos. Por el contrario, si se cree que el capital se suple con inflación, mayores impuestos y otras múltiples trabas gubernamentales a la actividad comercial, estaremos entonces provocando deliberadamente nuestra ruina y estará, así, plenamente justificada la preocupación por el futuro de la especie humana. Pero no podríamos sin cometer un grave acto de injusticia culpar a la Naturaleza ni a ninguna causa ajena a nosotros mismos; entonces, con razón, nos veríamos involucrados en una psicosis aguda: «la psicosis socialista». El Centro de Estudios Económico-Sociales, CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad privada, cultural y académica , cuyos fines son sin afan de lucro, apoliticos y no religiosos. Con sus publicaciones contribuye al estudio de los problemas económicosociales y de sus soluciones, y a difundir la filosofia de la libertad. Apto. 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