80 BOLETÍN DE LA R E A L SOCIEDAD ESPAÑOLA cuyas faldas S. han sido encontrados los restos del Mastodonte y de a l g u n a s otras especies m á s . Las faldas occidenlales de las parameras de Villalobón y las vertientes opuestas de los mencionados cerrillos, dibujan el v a llejo ó vega de Villalobón, por cuyo fondo corren las aguas de u n arroyo, resultante de las vaguadas de las alturas colindantes, de m u y escaso caudal, y que u n o s kilómetros más abajo vierte sus aguas en el río Carrión. El pequeño cordal de colinas, respetadas de la denudación, que se desprende de La Miranda, presenta, como anteriormente dijimos, su avanzada más meridional en el Cerro del Cristo del O t e r o , de todas ellas la de mayor elevación, aun cuando es de unos 110 m . sobre la llanada y alcance aproximadamente unos 810 metros sobre el nivel del mar. La forma del Cerro es la cónica, y como su distancia á la capital no es superior á kilómetro y medio, se puede observar cómo desde la estación del ferrocarril del Norte, se va elevando g r a d u a l m e n t e el terreno hasta alcanzar la cumbre del Cerro mismo. Al N . del Cerro, y separándole del Cerro de San J u a n i l l o , existen u n a s cuestas de escasa consideración, siempre sin a b a n d o n a r su forma de artesa volcada, coronadas por m a r g a s m u y coherentes, cuyas laderas de rápidas vertientes y desprovistas de vegetación, son ejemplo vivo de u n a intensa erosión y denudación que las fragmentan en agudas crestas y hondos barrancos, formas y figuras de erosión que apellidan cárcabos en el país. Desde La Miranda, admirable observatorio, se contemplan, hasta fundirse en el horizonte, las l l a n u r a s i n m e n s a s de tonos sobrios, llamadas Tierra de Campos, sin n i n g ú n accidente ni r e lieve que r o m p a n la uniformidad del plano, si se exceptúa la g r a n l a g u n a de La Nava, sabana líquida de considerables proporciones. Toda la monótona Tierra de Campos, y las l l a n u r a s que están al pie de las p a r a m e r a s descritas y que se abren en amplio p a n o r a m a al N W . de Falencia, están salpicadas de charcos i n m e n sos ó pequeñas lagunas, que deben su origen á las aguas de lluvia y que permanecen largo tiempo estancadas ó detenidas, á causa de la falta de desnivel del suelo y de la casi absoluta i m p e r m e a bilidad de las m a r g a s arcillosas y de las arcillas, sus materiales constituyentes. Colocándose en a l g u n a elevación, y haciendo observaciones con el barómetro, sorprende la igualdad de altura que alcanzan