el planeta tierra en peligro - Editorial Club Universitario

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EL PLANETA
TIERRA EN PELIGRO
(Calentamiento Global, Cambio Climático, Soluciones)
José Amestoy Alonso
El planeta Tierra en peligro: Calentamiento Global, Cambio Climático, Soluciones.
© José Amestoy Alonso
ISBN: 978-84-8454-984-0
Depósito legal: A-773-2010
Edita: Editorial Club Universitario Telf.: 96 567 61 33
C/ Decano n.º 4 – 03690 San Vicente (Alicante)
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e-mail: ecu@ecu.fm
Printed in Spain
Imprime: Imprenta Gamma Telf.: 965 67 19 87
C/ Cottolengo, n.º 25 – 03690 San Vicente (Alicante)
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gamma@gamma.fm
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o
transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación
magnética o cualquier almacenamiento de información o sistema de reproducción, sin permiso
previo y por escrito de los titulares del Copyright.
A mis hijos y a mi mujer por su dedicación,
paciencia y estímulo.
Agradecimientos
Al Dr. D. Cayetano Espejo Marín, profesor Titular de Geografía de la
Universidad de Murcia, por su deferencia al prologarme este libro y por el
material proporcionado sobre fuentes de energía.
Al Dr. D. Tomás Franco Aliaga, Director del Departamento de Geografía
de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y profesor Titular de
Geografía, por su amabilidad en ponerme en contacto con el Instituto de
Estudios Pirenaicos y con la Fototeca de la Diputación de Huesca.
A la Dra. Dñ.ª Ascensión Julián Andrés, glacióloga de la Facultad de
Geografía de la Universidad de Zaragoza, por su amable aportación de
material impreso y fotográfico sobre los glaciares del Pirineo.
A la Fototeca de la Diputación de Huesca por la información sobre material
histórico-fotográfico de los glaciares del Pirineo.
A Greenpeace España por toda la información material proporcionada
sobre el Calentamiento Global y el Cambio Climático y por su deferencia
al proporcionarme fotografías de los glaciares del Himalaya y del Monte
Perdido en los Pirineos.
A Editorial Club Universitario por la publicación de este libro.
A todas cuantas personas he hablado del tema por sus consejos, estímulo,
apreciaciones y que me han ayudado a encontrar materiales impresos.
Mi agradecimiento sincero y personal a todos ellos pues sin su contribución
este libro no hubiera visto la luz.
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Prólogo
En lo que va del siglo XXI existe un consenso generalizado de que uno de
los problemas más graves del Planeta son las consecuencias derivadas del uso
inapropiado de los recursos naturales. Ha sido frecuente que toda actividad
económica haya conllevado un elevado consumo de suelo y recursos naturales
de todo tipo, incluidas las fuentes de energía fósiles, que en general han estado
a precios asequibles.
Los procesos de transformación de la superficie terrestre han cambiado
los usos del suelo en casi todo el Planeta. En muchos casos, su intensidad ha
sido tal que las consecuencias sobre el medio ambiente ya son irreversibles:
pérdida de masa forestal, erosión de suelos, contaminación de acuíferos…
La abundancia de recursos energéticos de origen fósil (carbón, petróleo,
gas natural) y la accesibilidad a los mismos, apenas si llevó a plantearse,
tanto a las administraciones como a la iniciativa privada, dos asuntos básicos.
En primer lugar, su previsible agotamiento, y en segundo lugar, y lo que es
más importante, las consecuencias medioambientales de su uso masivo. El
consumo de estas fuentes de energía y su combustión están teniendo unas
consecuencias muy graves por las emisiones de gases de efecto invernadero.
Hasta que no se empiezan a sufrir estos efectos, ya casi en los umbrales
de nuestro siglo, no parece que sea un tema tratado con la importancia que
merece; por lo que se minimizaba su impacto.
Por eso es tan meritorio este libro del Profesor José Amestoy Alonso,
que ha tenido a bien que prologue. Este encargo ha sido recibido con mucha
satisfacción por quien se considera discípulo suyo, ya que a finales de los
años setenta recibí de él, en el Instituto Isaac Peral de Cartagena, mis primeras
lecciones de Geografía en profundidad y, lo que es más importante, consiguió
despertar en mí el interés por saber qué era la Geografía y qué aportaba a
la sociedad. A lo largo de más de tres décadas, el Profesor Amestoy ha sido
docente en una doble vertiente: en la enseñanza media y en la docencia
universitaria en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en la sede
de Cartagena en la que continúa como profesor.
Este libro es fruto del esfuerzo de muchos años de recopilación y selección
de información, y sobre todo de reflexiones en profundidad sobre el tema
que le da contenido a la obra. Supone un paso más entre sus publicaciones
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José Amestoy Alonso
geográficas, todas con un elevado componente medioambiental, que ha ido
publicando en los últimos tiempos. Queda estructurado en siete capítulos, en
los que pone de relieve la importancia que tiene y merece el estudio y toma
de medidas sobre el cambio climático.
Considero que ha conseguido un doble objetivo: exponer la magnitud de
este fenómeno con todos los puntos y datos necesarios, y contribuir a aumentar
la conciencia de que es necesario y urgente continuar con la toma de medidas
que contribuyan a paliar el cambio climático, que en ningún momento se
debe bajar la guardia. Por eso dedica el capítulo séptimo a las soluciones que
pueden mitigarlo.
Esta obra debe ser una herramienta docente y de divulgación. Los
responsables de la Gestión Pública, encargados de marcar las directrices
medioambientales, tienen la oportunidad de valorar la aportación que supone.
Todo ello con el fin de que, tanto nosotros como las generaciones venideras,
no suframos más las consecuencias que sobre el medio ambiente ha tenido
y tiene el uso poco apropiado, y por tanto irresponsable, de los tres recursos
básicos para toda sociedad, al margen de su grado de desarrollo, como son el
suelo, el agua y la energía.
Murcia, octubre de 2009.
Cayetano Espejo Marín
Departamento de Geografía. Universidad de Murcia.
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Lo que comenzó como una respuesta a una agresión de los valores del medio
y al deterioro de las condiciones básicas para la vida, ha pasado a constituir
no sólo una alarma o una conciencia moral socialmente restringida, sino un
movimiento ciudadano, a veces espontáneo y otras –más escasas– políticamente
organizado, pero ha dejado de ser un hecho minoritario, ha comenzado a estar
vigente en la sociedad.
Eduardo Martínez de Pisón
Presentación
El cambio climático está íntimamente relacionado con el consumo de las
fuentes de energía fósiles y con otros gases efecto invernadero que veremos
más adelante. Lo explicábamos a nuestros alumnos indicándoles las ventajas
y los inconvenientes de la energía y la contaminación a la atmósfera, sobre
todo la emisión de contaminantes como el CO2. A su vez, hacíamos hincapié
en lo que entonces se denominaban “otras fuentes de energía” o “fuentes de
energía alternativas”, conocidas hoy como “energías renovables limpias” por
definición.
La energía solar, abundante e inagotable, depende de factores como la
latitud, la nubosidad, etc. El procedimiento para aprovecharla era reflejar sobre
un punto el calor recogido en unos grandes espejos. Estas altas temperaturas
eran y son utilizadas de forma similar a las centrales térmicas para calentar
el agua, vaporizarla y enviarla a unas turbinas para generar electricidad. Por
aquel entonces solo existían hornos solares en países cálidos y soleados, como
en el Mont Louis, en Francia o en Bouzarea, en Argelia. También se utilizaba
para calefacción doméstica.
La energía mareomotriz se utilizaba en los llamados molinos de marea en
Bretaña (Francia), pero desde el siglo XVIII existían proyectos de utilización
a gran escala, tanto en Francia (Brest) como en Gran Bretaña (Severn) y
Estados Unidos (bahía de Bobscook). El sistema de utilización de la energía
mareomotriz consiste en la utilización de las mareas, en zonas donde la
diferencia de altura entre la marea alta y la baja es considerable, mediante el
uso de presas y compuertas; en aquellos años existía una central mareomotriz,
la de Rance, en Francia (en la bahía de Saint-Malo).
La energía eólica, es decir, la fuerza del viento, es utilizada en molinos
de viento y navegación a vela; pero su variabilidad planteaba problemas de
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José Amestoy Alonso
aprovechamiento. Pese a ello se construyeron elevadas torres para aprovechar las
corrientes de aire de las capas elevadas de la atmósfera en Vermont (USA) y Saint
Albaans (Gran Bretaña). Hoy es una de las energías renovables, junto con la solar,
más utilizada, para lo cual se han construido en muchas áreas aerogeneradores que
generan electricidad.
Otras fuentes de energía alternativas que trasmitíamos a nuestros alumnos
eran la energía térmica marina, que trata de aprovechar la diferencia de
temperatura entre las capas superiores y las profundas del agua del mar. Se
proyectaron centrales de este tipo en la bahía de Matanzas (Cuba) y en Abidján
(Costa de Marfil); la geotérmica, que trata de aprovechar el aumento de
temperatura de la Tierra a medida que se profundiza en ella. Se ha intentado
en grandes zonas volcánicas, como en Toscana (Italia) o Nueva Zelanda. Esta
última fuente de energía es también contaminante. En el caso de Islandia, se
utilizan las aguas termales para calefacción.
De la fusión del hidrógeno, les insistíamos en que era uno de los grandes
proyectos para el futuro y que consistía en tratar de reproducir el proceso
atómico por el que en el Sol, a una temperatura de 15 millones de grados y a una
presión tal que 100 gramos de materia se comprimen en un centímetro cúbico,
los núcleos de hidrógeno se aceleran y chocan entre sí. Ya se han conseguido
las temperaturas requeridas y la gravedad puede suplir los efectos de la presión
gaseosa, pero para evitar la volatilización de la energía se requieren intensos
campos magnéticos. Tendría grandes ventajas: la abundancia de hidrógeno y la
no creación de residuos radiactivos.
Estudiábamos noticias en prensa e informes que tímidamente hablaban de
las emisiones de CO2, metano, óxido de nitrógeno, etc., a la atmósfera y sus
consecuencias. Estos gases estaban formando un colchón en la atmósfera, incrementando el efecto invernadero y si se seguía quemando en las industrias
combustibles fósiles llegaría el día en que se produciría un incremento tal de
la temperatura que generaría un calentamiento global tan importante que los
ecosistemas y seres humanos se perjudicarían y producirían grandes transformaciones en el clima.
Este libro es fruto de una larga reflexión y de una continuada reactualización
a través de años de los Informes publicados al respecto desde la Cumbre de Río
hasta el Cuarto Informe de Evaluación del IPCC de 2007 e informes posteriores,
como se verá a lo largo de estas líneas; hemos analizado todas las Conferencias
y Cumbres de la ONU sobre el cambio climático, contrastando diversas fuentes
de información que explican que el cambio climático es inequívoco y que
está originado por la acción humana. En él informamos de la realidad de este
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El planeta Tierra en peligro
hecho, de sus efectos y del peligro inminente que tiene el Planeta Tierra como
consecuencia del mismo.
Existen soluciones para mitigar y adaptarse al calentamiento global
y cambio climático, pero advertimos que hay que actuar con celeridad y a
tiempo; para ello, los gobiernos de las distintas naciones que ya se han puesto
a trabajar no deben ser intimidados por los lobbys, por los grupos de presión,
multinacionales e intereses creados en torno a la combustión de fuentes
de energía fósiles. Deben actuar ya, sin miedos, sin temores, cambiando
dichas fuentes de energía por energías renovables que no emitan dióxido de
carbono.
Todos, en estos últimos tiempos, estamos oyendo y viendo en los medios televisivos hablar del Cambio Climático y del Calentamiento Global, pero escuchamos expresiones como “el tiempo está loco” sin, en muchas ocasiones, dar
una explicación razonada del asunto; escuchar esas expresiones y otras parecidas nos da la impresión de que se está ¿minimizando? lo que ya es una realidad.
Pero, realmente, nos planteamos ¿qué es el Cambio Climático?
¿Qué es el Calentamiento Global? En estas líneas que siguen trataremos
de explicar, no solo, estos dos interrogantes de manera que el lector pueda
entendernos y saque sus consecuencias al respecto.
Este libro tiene por finalidad presentar a la opinión pública la realidad de
los peligros medioambientales y climáticos que están ocurriendo en la Tierra.
Estudiamos todos los aspectos desde un punto de vista evolutivo.
La degradación del medio ambiente es un hecho que está cobrando en la
actualidad un interés inusitado.
Instituciones, organismos, ecologistas, organizaciones no gubernamentales, comunidad de científicos, etc., estudian con detenimiento las causas y
las soluciones de la degradación de los bosques tropicales, praderas, estepas,
sabanas, así como la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera y
el calentamiento global, analizando las consecuencias en el ámbito humano,
político, económico y climático.
La erosión de los suelos y la desertificación en el mundo, y en particular
en las áreas áridas, es un problema que está alcanzando una gran magnitud.
El desierto avanza muy rápidamente.
La contaminación atmosférica, junto con la cada vez mayor quema de
combustibles fósiles, provoca lluvias ácidas, agujeros en la capa de ozono y
efecto invernadero, incremento de la temperatura global, cambio climático,
etc. Utilizamos un número elevado de informes que iremos analizando.
Todo ello está planteando serios problemas al Planeta Tierra, por lo que
deben ponerse remedios, soluciones que impidan la desaparición de ecosiste-
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José Amestoy Alonso
mas y la elevación de la temperatura global lo más urgentemente posible, para
no solo mitigar los efectos del calentamiento global sino solucionar todas las
consecuencias que tiene el cambio climático.
Deseamos que las líneas que siguen, con todo el material que aportan
los Informes, Conferencias, Cumbres, así como la bibliografía, webgrafía y
enlaces útiles para estudiar el cambio climático y la degradación medioambiental, sean útiles para todas aquellas personas estudiosas y preocupadas por
la degradación del medio ambiente, por los problemas del cambio climático,
y realizar estudios de investigación, para conseguir un futuro más sostenible
para todos y especialmente para las generaciones venideras y sirvan también
de información a los ciudadanos para que tomen las decisiones que les corresponda y crean oportunas, para mitigar el calentamiento global y el cambio
climático que a todos nos afecta.
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Introducción
Tanto la presión demográfica como las prácticas de cultivo sin consideración
por la naturaleza son los principales agentes de la desertificación. En los años
setenta se denunciaba que, mientras que en todo el mundo se cultivaban de 13
a 14 millones de km2, se estimaba que por lo menos 10 millones de km2 habían
sido ya en algún grado esterilizados por el hombre. Debemos recordar que «el
desierto del Sahara se extiende hacia el Sur, tragándose praderas degradadas
a un ritmo de 50 km al año» (Hall & Scurlock, 1991). Como veremos más
adelante, el desierto del Sahara avanza también hacia el Norte, lo que afecta
a las zonas sur y sureste de la Península Ibérica.
En este sentido, una grave sequía ocurrida entre 1973 y 1975 atrajo por
primera vez la atención mundial sobre la región subsahariana del Sahel en
África; en ella, el modo de vida de muchos pastores nómadas está amenazado
por el aumento de la población, el exceso de ganado pastando y la conversión
de tierras semiáridas en campos de cultivo; todo ello conduce inexorablemente
a la desertificación de una gran parte de las praderas del Sahel.
Si bien los datos son contradictorios, según los métodos empleados por
los distintos Programas, la Dirección General de Medio Ambiente del año
1982 estimaba que la pérdida de suelo español anual era de 1.000.000 de
toneladas métricas, aproximadamente, y que la superficie afectada por una
erosión acusada era de 5.000.000 de hectáreas; por regiones se estimaba
que registraban erosiones graves, por encima de la media nacional, las
Comunidades Autónomas de clima mediterráneo menos Cataluña, es decir,
Levante, Murcia, Andalucía y las mediterráneo-continentales, como CastillaLa Mancha, Madrid, Extremadura y Aragón. En el Mapa de Desertificación
Mundial, España figuraba como la única nación europea que presenta peligro
de desertificación para más de la mitad de su territorio y con peligro muy
grave una décima parte (Bielza, 1989). Según el Informe de Sostenibilidad de
España 2006 la tercera parte de España sufre una erosión calificada de muy
grave, es decir, unos 183.000 km2.
De acuerdo con los datos suministrados por López Bermúdez y Albadalejo
(1990), unos 27 millones de ha (53% del territorio español) sufren pérdidas de
suelo que pueden calificarse de importantes a alarmantes. Tasas de erosión,
por encima de la media española, se registran en Murcia y Andalucía. Según
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José Amestoy Alonso
Mateu Belles (1993), también en Aragón, País Valenciano y en la meseta
meridional existen comarcas con altas pérdidas de suelo. Estimaciones del
ICONA cifran el grado de erosión en tantos por ciento en Murcia, sobre el
total de la superficie provincial en hectáreas, de grave en un 47,7%, moderada
el 21,7%, leve el 7,0% e inapreciable el 23,6%; según la misma fuente el
grado de erosión en tantos por ciento en España, sobre el total de la superficie
nacional en hectáreas, se estima grave en un 25,8%, moderado en un 27,6%,
leve en un 10,8% e inapreciable en un 35,8%. Atendiendo al Informe de
Sostenibilidad de España 2006 en Murcia, Levante, sureste español y gran
parte de Andalucía la erosión del suelo es del 90%.
El cambio climático es uno de los desafíos graves con que se enfrenta la
Humanidad.
La Dirección General de Calidad Ambiental y Cambio Climático del
Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón (2007) señala
que “el cambio climático es el aumento de la temperatura media natural
(calentamiento global) y se debe al aumento de la concentración en la atmósfera
de los gases efecto invernadero producidos por las actividades humanas”.
El clima de la Tierra ha evolucionado de forma natural desde su formación.
El planeta Tierra ha experimentado cambios climáticos, originados por causas
astronómicas y geológicas.
El efecto invernadero natural permite la vida en el planeta Tierra y
proporciona una temperatura media global de 15 ºC pues retiene parte del
calor del Sol que la Tierra refleja a la atmósfera, como el tejado de cristal de un
invernadero. Si esto no sucediera, la temperatura media global sería de –18 ºC
y el planeta Tierra “un lugar frío y yermo”.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, con el inicio de la revolución
industrial, el aumento de las concentraciones de CO2 (Dióxido de carbono) y
otros gases de efecto invernadero (GEI) como Metano (CH4), Óxido nitroso
(N2O), Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC), Hexafluoruro
de azufre (SH5). [A todos estos GEI se aplican las limitaciones de emisiones;
en la contabilidad se traducen todos ellos a CO2 equivalente], se incrementaron
en la atmósfera producidos sobre todo por el consumo de combustibles fósiles
(carbón, petróleo, gas natural) “en la producción de energía, el transporte y
la industria, han provocado un aumento del efecto invernadero”; asimismo,
“la tala y quema de bosques y algunos métodos de explotación agropecuaria
también contribuyen”.
Según las mismas fuentes, “el resultado es un calentamiento de la superficie
terrestre y la atmósfera: durante el siglo XX la temperatura media de la
superficie terrestre subió más de 0,6 ºC” (hoy el Panel Intergubernamental
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El planeta Tierra en peligro
de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, en sus siglas
en inglés IPCC, admite en sus Informes que el incremento de la temperatura
media de la Tierra es de 0,76 ºC y que continuará incrementándose si no se
ponen medidas reales y eficaces) “y el nivel del mar entre 10 y 20 cm. Basta una
pequeña subida de la temperatura para que el clima cambie de forma acelerada
y profunda: es el cambio climático, que puede afectar negativamente a los
ecosistemas naturales y a las sociedades humanas”.
El Cuarto Informe de Evaluación (2007) del IPCC, del que posteriormente
hablaremos, admite que las consecuencias del cambio climático, muy probablemente, son y serán en el futuro un problema muy grave para el planeta Tierra,
por ello, aseguran que las consecuencias del cambio climático son un peligro
para la Tierra, admitiendo que algunos de los escenarios previsibles del cambio
climático son los siguientes:
– En cuanto a las temperaturas, los cambios esperados oscilan en un
incremento entre 1,1-6,4 ºC en el 2100; aumentarán las temperaturas máximas
y mínimas; los inviernos serán más cortos pero con días de heladas, olas de frío,
nieve, viento huracanado, etc.
– Sobre el nivel del mar, es previsible que ascienda entre 18-59 cm para el
2100.
– Respecto a las precipitaciones se producirá un incremento con posibles
inundaciones, salvo en algunas zonas tropicales; como las temperaturas en
primavera y verano se incrementarán, al igual que en otoño, la evaporación
será muy elevada, aumentando la sequía; aseguran que se está produciendo un
retroceso de las nevadas, de los glaciares y del hielo marino.
– Informan que se incrementarán las tormentas, las inundaciones y las
sequías, éstas con más frecuencia e intensidad.
– Los principales efectos negativos del cambio climático se resumen en: aumento de la invasión del mar en litorales poblados, incremento de la contaminación de las reservas de agua dulce, aumento en el desplazamiento y extinción
de especies animales y vegetales, mayor daño en los ecosistemas, incremento
de la alteración de los ciclos y ritmos biológicos de las especies, mayor aridez
y desertificación en zonas mediterráneas e interior de los continentes, mayor
riesgo de incendios forestales, incremento de la distribución de plagas vegetales
y animales, riesgo de epidemias y enfermedades como el paludismo (y otras
enfermedades tropicales) así como incremento de enfermedades infecciosas,
aumento de los riesgos en infraestructuras, cultivos, vidas humanas y bienes
materiales, aumento de la presión sobre seguros y sistemas públicos de socorro,
disminución o retroceso de los rendimientos agrícolas en zonas intertropicales y
subtropicales, retroceso en la calidad y cantidad de recursos hídricos, etc.
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José Amestoy Alonso
El 16 de febrero de 2009, Chris Field, miembro de Panel Intergubernamental
sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), comunicó a Prensa
Latina en Washington que el calentamiento global es mucho más grave de lo
pensado y sus consecuencias pueden ser incalculables.
El académico afirmó que en el futuro las temperaturas serán más altas de lo
pronosticado y causarán serios daños ambientales, como la pérdida de selvas
tropicales e incremento del deshielo ártico, con la consiguiente trascendencia
económica y social.
Informaciones recientes muestran que de 2000 a 2007 las emisiones de
GEI (gases efecto invernadero) aumentaron por encima de lo previsto.
Field señala que el reporte de 2007, que pronosticaba una elevación de la
temperatura entre 1,1 y 6,4 grados centígrados en el siglo XXI, subestima la
magnitud del problema.
“El clima del futuro es muy diferente al que se ha considerado”, aseveró el
especialista.
En su último reporte el IPCC expresó que la mayor parte del calentamiento
global observado durante el medio siglo ha sido causado por actividades
humanas.
Su principal conclusión es que si no se hace nada para reducir las emisiones, el planeta se calentará dos veces más en las próximas décadas y pronostican mayor cantidad de eventos extremos, ciclones intensos, olas de calor,
precipitaciones mayores.
El Cambio Climático, asegura el Gobierno de Aragón y otras Comunidades
Autónomas, “no va a afectar de forma homogénea a todo el planeta: los efectos
en las precipitaciones, las temperaturas, las cosechas, las zonas industriales, los
ecosistemas o las enfermedades serán distintos en cada lugar, pero en cualquier
caso afectarán a los modos de vida e intereses de las personas. Además, se
entremezcla en cuestiones complejas como la pobreza, el desarrollo económico
y el crecimiento demográfico. Los países pobres, que apenas han contribuido
a la emisión de GEI, están más expuestos a los efectos del calentamiento
atmosférico y son los que menos recursos tienen para enfrentarse a ellos. Por
ello se trata de un reto social, económico y ambiental global”.
Todos los años asistimos a noticias escalofriantes sobre graves inundaciones
o sequías persistentes en zonas del planeta y temperaturas o precipitaciones
que no corresponden demasiado a las estaciones del año en que estamos, por
ejemplo en España. Las consecuencias geográficas para la vida cotidiana son
muy importantes, por lo que tenemos que tomar conciencia del problema.
La degradación, por su parte, hace referencia al empobrecimiento cuantitativo y cualitativo de cualquier conjunto: biológico, del suelo, urbanístico,
16
El planeta Tierra en peligro
ambiental, etc. En este caso es especial la actuación del hombre, aunque también puede producirse por causas naturales, como ocurre a partir de erupciones
volcánicas, incendios naturales, etc. (Aguilera Arilla et ál., 1991).
En este estudio, y desde un punto de vista geográfico y medioambiental,
analizaremos, por la importancia que tiene la degradación del bosque tropical,
las praderas, llanuras, estepas y sabanas, la degradación de los suelos, la
erosión, la desertificación, la contaminación atmosférica y sus repercusiones
(lluvia ácida, capa de ozono, efecto invernadero) en el calentamiento global
de la atmósfera; a la vez tratamos de insertar la degradación ambiental en el
contexto del cambio climático; analizamos las posibles causas que originan
tal degradación, los impactos que generan, los organismos y proyectos que lo
estudian, las Conferencias mundiales y las posibles soluciones.
Advertimos que debido a los distintos métodos utilizados en la obtención
de datos por las distintas fuentes y Programas, estos pueden ser en algún caso
contradictorios, por ello, los hemos utilizado con prudencia contrastándolos
entre sí.
El material utilizado para este estudio es el que figura en la Bibliografía;
además hemos utilizado numerosas páginas Web y enlaces de interés como
recursos didácticos que proporciona Internet.
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De todos los bosques del mundo son los del trópico los que
han sufrido una mayor destrucción en los últimos años. En
esta zona la sierra mecánica y el fuego han causado estragos.
Norman Myers
CAPÍTULO PRIMERO
Degradación medioambiental: los bosques en peligro y su influencia
en el cambio climático
1. La degradación del bosque tropical
El biociclo terrestre comprende cuatro grandes biócoras: el bosque, la
sabana, la pradera y el desierto (Strahler, 1977).
De acuerdo con www.esi.unav.es (1998), “sin entrar en detalles de los
diferentes tipos de bosques tropicales que existen, se puede decir que alrededor
de 1.000 millones de hectáreas están cubiertas por bosques tropicales y la
mitad de esta superficie, aproximadamente, son selvas húmedas, concentradas
en Latinoamérica, África y el sudeste asiático”.
Hasta mediados del siglo XX la destrucción de bosques en el mundo se
producía casi exclusivamente en las zonas templadas. Pero en las últimas
décadas los bosques tropicales han sufrido una tala masiva y una fuerte
degradación. Alrededor de 20 millones de hectáreas de estos bosques son
talados o dañados cada año. Si la destrucción continuara a este ritmo, en unos
40 años desaparecerían todos los bosques tropicales.
La destrucción de las selvas se está produciendo por varios motivos. En
Latinoamérica se cortan bosques para hacer pequeñas granjas y ranchos de
ganado. En Asia la preparación de nuevos terrenos para la agricultura es
la principal causa de desaparición de la selva, y en África la obtención de
combustible y la preparación de pequeñas granjas son los principales motivos.
También en muchas ocasiones desempeña un papel muy importante el comercio
de maderas entre los países en vías de desarrollo y los desarrollados.
El Informe SOFO 97 (Situación de los bosques del Mundo 1997) de la FAO
dice: “Los bosques higrofíticos tropicales y los bosques tropicales húmedos,
que tienen importancia económica y social local y significación mundial para
19
José Amestoy Alonso
la conservación de la diversidad biológica y la regularización del clima, están
también experimentando un cambio rápido.
»De la información reciente disponible sobre la naturaleza y las causas
de las variaciones de la cubierta forestal en las zonas tropicales se desprende
que la expansión de la agricultura de subsistencia en África y Asia y los grandes programas de desarrollo económico, en especial, los de reasentamiento,
agricultura e infraestructura, son factores clave que contribuyen considerablemente a la modificación de la cubierta forestal. Aunque las operaciones de
aprovechamiento maderero no son por lo general causa directa de deforestación, en algunas zonas pueden ser un factor que la favorezca por la construcción de carreteras que hacen accesibles a los colonizadores agrícolas zonas
antes remotas. Entre las causas de degradación forestal están la excesiva recolección de leña, el sobrepastoreo, los incendios y el sobre aprovechamiento
y las malas prácticas de aprovechamiento de madera”.
Según Greenpeace (2008) “la Amazonía es el lugar de los grandes bosques tropicales. Regula el clima y absorbe CO2. Es necesaria para combatir
el cambio climático. Cada 8 segundos DESAPARECE una superficie equivalente a 1 campo de fútbol (unos 10.000 m2). Entre el 60% y el 80% de lo
deforestado proviene de la TALA ILEGAL. La Unión Europea importa casi
la mitad de la madera procedente de la Amazonía. ¡No existe ninguna ley que
impida que madera procedente de la TALA ILEGAL entre en Europa! Esta
madera acaba, por ejemplo, en bancos públicos o en la ampliación del Museo
Reina Sofía”. Por tanto, es necesario para paliar el cambio climático, entre
otras cosas, dictar leyes que impidan la Tala Ilegal del bosque tropical.
“Se prevé que en las décadas venideras las presiones para aumentar la
producción de alimentos llevarán a una transformación constante de tierras
forestales para destinarlas a la agricultura en muchos países en desarrollo,
especialmente en el África al sur del Sahara y en América Latina, donde otras
opciones para subvenir a las necesidades alimentarias son limitadas”.
“En la Situación de los bosques del mundo 1997 (SOFO 1997) se
informa sobre el estado actual de los bosques mundiales”.
“La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y
el Desarrollo (CNUMAD), que se celebró en Río de Janeiro en junio de
1992, impulsó y promovió la adopción de actividades internacionales en
los bosques mundiales, lo que dio lugar a la creación, en abril de 1995, del
Grupo Intergubernamental sobre los Bosques (GIB) por la Comisión de las
Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible. El cometido del GIB es
seguir de cerca las recomendaciones de la CNUMAD sobre una ordenación
forestal sostenible y fomentar un consenso internacional sobre cuestiones clave
20
El planeta Tierra en peligro
referentes a los bosques. La labor del GIB, junto con la que desarrollan las
organizaciones internacionales, los gobiernos nacionales, las organizaciones
no gubernamentales y el sector privado, constituye una actividad forestal
internacional que no tiene precedentes.
»Las tendencias de orden económico, político, demográfico y social determinan la ordenación de los bosques e influyen en la formulación de políticas
forestales nacionales y en los arreglos institucionales. Los cambios demográficos, tanto el tamaño cada vez mayor de la población del mundo como
su creciente urbanización, han tenido, y seguirán teniendo, grandes repercusiones en la cubierta forestal y en la situación de los bosques, en la demanda
de productos forestales, madereros y no madereros, y en la capacidad de los
bosques de cumplir sus funciones ecológicas esenciales. Entre las tendencias
políticas y económicas que afectan al sector forestal están: la descentralización, la privatización, la liberalización del comercio y la globalización de la
economía mundial; así como un crecimiento económico, empañado por un
desnivel cada vez más pronunciado entre la población rica y pobre de muchos
países”.
En el SOFO 1997 se presenta nueva información sobre la cubierta forestal
mundial, y concretamente sobre la superficie de los bosques en 1995; los
cambios habidos desde 1990, y las estimaciones revisadas de la variación
de la cubierta forestal entre 1980 y 1990, datos todos ellos procedentes del
programa de la Evaluación de los recursos forestales (ERF) de la FAO.
Se estima que la superficie mundial de bosques, naturales y plantados, ha
alcanzado en 1995 los 3.454 millones de hectáreas, de las cuales algo más de
la mitad corresponde a países en desarrollo.
Entre 1990 y 1995, se registró una pérdida neta estimada en 56,3 millones
de hectáreas de bosques en todo el mundo, lo que entraña una reducción de
65,1 millones de hectáreas en los países en desarrollo, compensada en parte
por un aumento de 8,8 millones de hectáreas en los países desarrollados.
Teniendo en cuenta solo los bosques naturales de los países en desarrollo, que
es donde más deforestación se está produciendo.
Está habiendo deforestación y degradación en zonas áridas y de montaña
que poseen ya una cubierta forestal limitada y son entornos frágiles expuestos
a la erosión de los suelos y otras formas de degradación, y donde las
comunidades pobres dependen mucho de los bosques para su alimentación,
sus combustibles y sus ingresos. Los bosques higrofíticos tropicales y los
bosques tropicales húmedos, que tienen importancia económica, social y local
y significación mundial para la conservación de la diversidad biológica y la
regularización del clima, están también experimentando un cambio rápido.
21
José Amestoy Alonso
Mientras ha venido reduciéndose constantemente la superficie forestal
mundial, ha habido un aumento continuo en la demanda de productos forestales.
Las estadísticas más recientes de la FAO sobre productos forestales, que
dan cifras hasta 1994 inclusive, indican que el consumo mundial de madera
aumentó un 36 por ciento entre 1970 y 1994 y más en años sucesivos como
hemos visto más arriba.
La demanda de leña, que es la fuente principal o única de energía doméstica
para dos quintas partes de la población mundial, sigue aumentando un 1,2 por
ciento anual. Un 90 por ciento aproximadamente de la leña mundial se produce
y utiliza en los países en desarrollo. En cambio, los países desarrollados
contribuyen con más del 70 por ciento de la producción y el consumo total
mundial de productos madereros industriales. Mientras la tasa de consumo en
los países desarrollados se ha estabilizado, sigue, sin embargo, aumentando
en los países en desarrollo.
Para proveer a sus necesidades de madera, son muchos los países que
tienen una mayor dependencia de las plantaciones y en algunos lugares de la
silvicultura en explotaciones agrícolas y de los sistemas agroforestales. En Asia,
Oceanía y América del Sur está aumentando rápidamente la disponibilidad de
madera procedente de plantaciones. La superficie de las plantaciones en los
países en desarrollo, por no hablar de otros, se ha duplicado, pasando de 40
millones de ha en 1980 a más de 80 millones de ha en 1995.
El comercio internacional de productos forestales, que actualmente
responde por el 6 a un 8 por ciento de la producción mundial de madera
rolliza, con un valor estimado de 114.000 millones de dólares EE. UU., sigue
creciendo en importancia económica. Los países desarrollados dominan el
comercio mundial de productos forestales, pues les corresponde un 80 por
ciento del valor tanto de las exportaciones como de las importaciones, pero
hay regiones de los países en desarrollo, especialmente Asia y América Latina,
que se están volviendo cada vez más importantes. Los recientes acuerdos
regionales de comercio han contribuido a diversificar el intercambio y a
aumentar el comercio intrarregional.
Han surgido preocupaciones sobre si la demanda futura de productos forestales podría cubrirse de forma sostenible ante el aumento de la demanda a
nivel mundial y la reducción de la superficie forestal. De los resultados provisionales de un estudio prospectivo mundial de la FAO sobre tendencias para
el año 2010 se desprende que debería haber suficiente madera para satisfacer
la demanda mundial hasta esas fechas. La suficiencia a largo plazo de la oferta
dependerá de una ordenación sostenible de los recursos forestales. Se prevé
que el comercio de productos forestales aumente, y habrá que compensar los
22
El planeta Tierra en peligro
grandes déficits madereros proyectados para Asia y aliviar la rígida oferta de
maderas blandas prevista en los Estados Unidos. Algunos países en desarrollo
tropezarán, no obstante, con dificultades a la hora de cubrir sus necesidades
de productos de madera industrial por su falta de capacidad de importación,
y tendrán déficit de productos no comercializables, como la leña. Según las
proyecciones mundiales se presuponen una recuperación y un reciclaje crecientes de papel y cartón y una dependencia mayor de las plantaciones por
lo que se refiere a la producción de madera. Estudios de la FAO que están en
marcha sobre proyecciones de la oferta de fibras complementan el citado estudio prospectivo y, conjuntamente, proporcionarán un cuadro más nítido de
la situación de la demanda/oferta de madera en el futuro.
Aunque la madera es el producto comercial más importante que se obtiene
de los bosques, últimamente se ha prestado una mayor atención a la importancia
económica real y potencial de los productos forestales no madereros (PFNM).
Aunque hay deficiencias en la cuantificación de su producción, en las
cuentas nacionales se subestima por lo general su valor. La importancia de
los PFNM para las economías familiares y locales, especialmente entre los
pobres de los países en desarrollo, se reconoce cada vez más, lo mismo que
su potencial para el comercio internacional. Actualmente, al menos 150 de
estos productos tienen importancia para el comercio internacional, por un
valor total estimado en 11.100 millones de dólares EE. UU. La expansión
del comercio de los PFNM favorecería a los países en desarrollo, que son los
principales proveedores de los mercados internacionales. Sin embargo, en la
mayoría de los países faltan todavía políticas coherentes y apoyo oficial para
un desarrollo comercial sostenible de dichos productos.
El Programa 21 (“Lucha contra la deforestación”) y en los “Principios
Forestales”, aprobados en la CNUMAD, se destacó la mayor importancia que
se asigna a las funciones ecológicas de los bosques y a su cometido integral
dentro de una ordenación forestal sostenible. Esa misma importancia también
se recoge en las convenciones internacionales promulgadas últimamente,
entre ellas: la Convención internacional de lucha contra la desertificación, la
Convención sobre la diversidad biológica y la Convención Marco sobre los
cambios climáticos del mundo. Se espera que estas convenciones refuercen las
actividades nacionales, regionales e internacionales que están en marcha en
estas áreas. Es probable que las medidas complementarias de la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre asentamientos humanos (Estambul, 1996) y
demás esfuerzos encaminados a mejorar el entorno urbano acrecienten la
prioridad que se da a la silvicultura urbana y periurbana. En tiempos más
recientes, la Cumbre Mundial de la Alimentación (FAO, Roma, 1996) señaló a
23
José Amestoy Alonso
la atención internacional la función que ejercen los bosques y los árboles en la
seguridad alimentaria, sobre todo en apoyar sistemas de producción agrícola,
pero también en complementar los suministros alimentarios y proporcionar
combustible para cocinar y para generar ingresos.
Los avances recientes en materia de ordenación forestal, que reflejan el
mayor hincapié que se está haciendo en los servicios ecológicos de los bosques,
comprenden: los esfuerzos para ordenar los bosques como sistemas ecológicos
(teniendo en cuenta las funciones protectoras de los bosques y su importancia
para la conservación de la diversidad biológica), la adopción de sistemas
de tala de impacto reducido y la elaboración de códigos sobre prácticas de
aprovechamiento, así como las restricciones impuestas al aprovechamiento
de la madera en bosques de América del Norte y algunos países tropicales de
Asia y el Pacífico. Las inquietudes ecológicas han llevado también a esquemas
de certificación y a controles de exportación de los productos forestales. La
tendencia a una mayor participación de las comunidades vecinas a los bosques
en la ordenación forestal, especialmente en los países en desarrollo, permite
prestar mayor consideración a las inquietudes medioambientales locales y a los
beneficios sociales que a nivel local se derivan de los bosques.
La rápida evolución de los arreglos institucionales para la planificación y
ordenación de los bosques responde a los cambios de prioridades y criterios
dentro del sector y a las tendencias económicas y políticas externas. En muchos
países en desarrollo, entre las áreas a las que se da actualmente prioridad están las
siguientes: desarrollo e institucionalización de sistemas de ordenación forestal
en régimen participativo; el reconocimiento de los derechos de acceso que tienen
las comunidades locales a los recursos forestales y cuestiones relacionadas con
las poblaciones indígenas que dependen de los bosques. El mayor énfasis que
se está poniendo en las funciones medioambientales de los bosques ha inducido
a varios países en desarrollo a traspasar algunas de las competencias de los
departamentos forestales a departamentos de reciente creación que se ocupan
del medio ambiente o de los recursos naturales. En los países en transición, las
modificaciones habidas en la propiedad de las tierras y empresas forestales han
ejercido un fuerte impacto sobre la ordenación forestal. En muchos países existe
una tendencia general a la privatización de las empresas forestales públicas y
de las funciones de investigación y extensión. Entre los fenómenos que a nivel
mundial están influyendo en las instituciones forestales cabe enumerar: las
reducciones de presupuestos y de personal de las administraciones forestales
nacionales; la descentralización de las administraciones forestales y los esfuerzos
constantes por crear mecanismos que involucren a una amplia serie de grupos
interesados en la planificación y formulación de políticas forestales.
24
El planeta Tierra en peligro
Se han desplegado muchos esfuerzos, gubernamentales y no gubernamentales, tanto a nivel nacional como internacional, para promover la ordenación
forestal sostenible. Entre las principales iniciativas internacionales está el
“Objetivo año 2000” de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales, con el que los países miembros productores se han comprometido a que
todas sus maderas tropicales comercializadas internacionalmente procedan
para el año 2000 de bosques de ordenación sostenible; así como esfuerzos
nacionales y regionales para definir criterios e indicadores para una ordenación forestal sostenible, y establecer los medios para evaluar los avances que
se hagan para conseguirla. Éstos comprenden varias iniciativas regionales, la
mayor parte de las cuales se han acometido a partir de 1995 y se han centrado
en: los bosques tropicales húmedos en los países productores de la OIMT;
los bosques boreales, templados y mediterráneos en Europa (el “Proceso de
Helsinki”); los bosques templados y boreales fuera de Europa (el “Proceso
de Montreal”); los bosques de la cuenca del Amazonas (“Propuesta de Tarapoto”); y los bosques en el África subsahariana de las zonas secas (Iniciativa
PNUMA/FAO de la zona seca del África), en la región del Cercano Oriente
(Reunión de expertos FAO/CNUMAD para el Cercano Oriente), y en América Central (Reunión de expertos FAO/CCAD sobre criterios e indicadores
para una ordenación forestal sostenible en América Central).
El poder seguir avanzando hacia una ordenación forestal sostenible más
generalizada dependerá del mejoramiento de la información sobre los recursos
forestales mundiales, del potenciamiento de la planificación sectorial sobre
la base de métodos perfeccionados de evaluación de bosques, de mejores
conexiones intersectoriales y de un constante diálogo constructivo entre varios
grupos de intereses, así como del fortalecimiento de las instituciones forestales
y de una mejor coordinación entre las diversas entidades involucradas en
la ordenación forestal y la utilización de los recursos. Lo más importante
es que la ejecución de una ordenación forestal sostenible dependerá de un
compromiso a nivel local, nacional e internacional para conseguirlo.
1.1. Impactos negativos de la tala del bosque
La eliminación de árboles en los terrenos tropicales tiene una especial
repercusión sobre el suelo, que es muy pobre en nutrientes en estas zonas.
El ecosistema tropical depende de un rápido reciclado de los nutrientes que
están, en su gran mayoría, en las plantas y animales que viven sobre el terreno
y no en el suelo, como sucede en los bosques templados. Por esto solo se
pueden obtener unas pocas cosechas cuando se tala la selva y en muchas
25
José Amestoy Alonso
ocasiones el suelo desnudado sufre un proceso de laterización que hace muy
difícil la reposición del antiguo bosque.
“El interés de estos bosques es grande no solo para las personas que viven
cerca, sino para toda la humanidad. Contienen una proporción muy alta (entre
el 50% y el 90%) de todas las especies del mundo. Muchos de estos seres
vivos no se conocen todavía o no se han estudiado con detalle. De ellos se
pueden obtener gran cantidad de sustancias útiles y corremos el riesgo de que
se pierdan antes de poder aprovecharlos. Son asimismo fuentes de alimentos
y cumplen importantes funciones ecológicas en el funcionamiento de la
ecosfera.
»Con una inteligente política forestal de uso y aprovechamiento de estos
bosques no sería difícil conseguir no solo conservar estos bosques, sino
además obtener de ellos recursos para sostener a la población local. Hay
muchos proyectos en marcha para llegar a una explotación sostenible de este
ecosistema, pero todavía queda mucho camino por recorrer hasta detener su
destrucción”.
De todos los bosques del mundo son los del trópico los que han sufrido una
mayor destrucción en los últimos años; en esta zona la sierra mecánica y el
fuego han causado estragos (Myers, 1991). Estas palabras definen claramente
el estado del bosque tropical, muchos de los cuales están hoy en peligro. Ya se
han perdido más de la mitad y el índice de deforestación casi se duplicó en la
década de los ochenta. Es posible, si no se pone el remedio, que en unos pocos
años se asista a la práctica destrucción del bosque tropical.
Más de una cuarta parte del bosque húmedo tropical que sobrevive en el
mundo se encuentra en Brasil. En Costa de Marfil la quema y la tala están
reduciendo los bosques existentes en un 15% al año, uno de los porcentajes más
elevados del mundo. En Nigeria, el país más poblado de África, la demanda de
tierras puede eliminar los bosques. Los bosques tropicales de Madagascar, que
albergan muchas especies endémicas, son los más amenazados del mundo. En
Papúa Nueva Guinea los bosques han sufrido relativamente poco, pero desde
hace unos años están amenazados por la explotación maderera y la tala para
plantar cultivos comerciales. Se puede afirmar que casi la mitad del bosque
húmedo tropical ha sido destruido por la actividad humana.
En los años setenta, la Amazonía, cubierta por densas selvas tropicales, es
un área de unos 7 millones de km2 (según los expertos ambientalistas, representa el 40% de los bosques tropicales de la Tierra, un gigantesco pulmón que
permite seguir respirando a miles de seres vivos, incluido el hombre) que se
extiende por nueve países: Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, Boli-
26
El planeta Tierra en peligro
via, Surinam, Guyana y la Guayana Francesa, y que se convirtió en objetivo
económico para el gobierno brasileño. Antes de estos años, la deforestación
en la zona no llegaba al 0,5% del área; entre 1970 y 1991, se deforestó un
10% de la superficie total, lo que supuso cerca de 70 millones de ha, de las
que 40 millones se consideraron zonas degradadas. En los últimos diez años,
1990-2000, la tala abusiva ha supuesto la deforestación de más de 600.000 km2
de selva amazónica, es decir, una superficie equivalente a la de Francia. Las
causas más sobresalientes de tal deforestación fueron: la explotación agropecuaria en suelos no aptos para ella, la construcción de más de 3.000 km
de carretera transamazónica, la proliferación de represas hidroeléctricas, pozos petrolíferos y la tala indiscriminada para las empresas madereras. No podemos dejar de señalar como causa, también, la tala ilegal de madera de la
Amazonía, según Greenpeace, como hemos indicado más arriba.
Las principales causas de deforestación del bosque húmedo tropical en
el Pacífico colombino han sido las industrias maderera y minera, basadas en
un modelo económico de enclave y extractivo orientado a mercados externos
a la región; en este sentido, en el análisis de las causas subyacentes a la
pérdida y empobrecimiento de los bosques del Pacífico se deben considerar
las implicaciones de las políticas de Estado, al igual que los diferentes
dispositivos de la intervención del capital, en el contexto del territorio de las
comunidades negras e indígenas que ha configurado prácticas tradicionales
de producción de manejo sostenible de los diferentes ecosistemas. Durante el
período 1993-1995 se puso en marcha la primera fase del Proyecto Bosques
de Guandal (PNUD-Corponariño-Universidad Nacional de Colombia) para
regenerar 40.000 hectáreas de bosque húmedo tropical (World Rainforest
Movement).
Todos contribuimos, de manera directa o indirecta, a la desaparición del
bosque tropical: la demanda de maderas especiales está llevando a los habitantes del mundo intertropical a la explotación abusiva del bosque; los consumidores de Occidente están contribuyendo a la demanda consumista de
alimento barato para el ganado, así la UE importa al año de Tailandia millones
de t de mandioca, rica en calorías para alimentar ganado estabulado y de corral de Europa; la mandioca se cultiva en Tailandia en terrenos previamente
deforestados.
Según un estudio publicado por la FAO y el PNUMA de 1994, cada año
se pierden en el mundo unos 11,3 millones de hectáreas de bosques tropicales.
Las pérdidas en 75 países del área tropical de América del Sur y Central,
Asia y África se reparten como sigue: 23 países de Latinoamérica perdieron
5,6 millones de hectáreas; 36 países de África perdieron 3,67 millones; y
27
José Amestoy Alonso
16 países de Asia, dos millones. Desde 1994 a 2008 la tala de bosque ilegal
en la Amazonía asciende a 44.150.400 hectáreas de bosque tropical y en el
total mundial asciende a 154,3 millones de hectáreas desde 1994 hasta 2008,
según cálculos efectuados por nosotros con base en los datos de Greenpeace
de 2008 y el PNUMA de 1994.
Entre los beneficios que pueden obtenerse de los bosques tropicales
destacan los medicamentos (los pueblos indígenas de la Amazonía utilizan
más de 600 plantas medicinales, pudiéndose considerar la farmacia natural
del mundo), y existe una posibilidad entre cuatro de que ese medicamento
se haya extraído de alguna planta tropical. Para medir los beneficios que se
obtienen de los artículos extraídos del bosque tropical, podemos considerar
que la venta comercial de los mismos en todo el mundo arroja una cifra
aproximada a los 30.000 millones de dólares al año (Myers, 1991); asimismo,
un beneficio aún más importante reside en el papel que juegan los bosques
tropicales en el control del clima; la deforestación está creando dos problemas
a este respecto. A medida que la franja verde en torno al ecuador se transforma
en terreno baldío, se produce un aumento de la brillantez de la superficie
terrestre; este efecto albedo está alterando las corrientes de convección, los
sistemas de vientos y los regímenes de precipitaciones en las regiones de
los trópicos y posiblemente en otras más lejanas. Aún más significativa es
la alteración climática fruto de la acumulación de dióxido de carbono en la
atmósfera global. La comunidad de científicos está de acuerdo en considerar
que a las emisiones de CO2 debe la mitad el efecto invernadero, que amenaza
con causar un drástico cambio climático y ecológico mediante el proceso de
calentamiento global (la deforestación contribuye entre un 12% y un 19% al
efecto del calentamiento global del Planeta). Se ha estimado que cada año se
acumulan en la atmósfera unos 4.000 millones de t adicionales de carbono y
aproximadamente el 30% de este exceso proviene directamente de la quema
acelerada de los bosques tropicales; el bosque húmedo tropical está siendo
quemado y arrancado a un ritmo de 160.000 km2 cada año (Myers, 1991).
Sin embargo, constituye un avance la campaña para plantar árboles en
los trópicos húmedos, que podría contrarrestar la acumulación de dióxido de
carbono en la atmósfera global. Los árboles al realizar la fotosíntesis absorben
CO2; se ha estimado que la mitad de un árbol es carbono. Según los expertos,
una sola hectárea de bosque tropical puede absorber hasta 10 t de carbono al
año durante décadas; así, un millón de km2 de bosque tropical puede absorber
1.000 millones de t de carbono. Es innegable que plantando árboles no se
puede eliminar el carbono acumulado en la atmósfera, al no haber terreno
disponible, pero es cierto que se puede aspirar a reducirlo a la mitad. El costo
28
El planeta Tierra en peligro
de la inversión oscila en torno a los 80.000 millones de dólares durante diez
años.
Esta idea, en otros tiempos, fue considerada poco realista, pero el Informe
de 1990 del Comité Intergubernamental sobre el cambio climático propuso la
reforestación de 2,4 millones de km2 de árboles en todo el mundo durante el
período 1990-2010.
Desde hace unos años Filipinas, Tailandia y la India, entre otros países, han
declarado su deforestación problema nacional urgente. Brasil, país que en los
últimos años ha sufrido la más grave deforestación (en la Amazonía brasileña
entre los años 70 y 90 se talaron 70 millones de hectáreas, de las cuales unos
40 millones ya se consideraron zonas degradadas), se ha enfrentado con
resolución al problema. El Foro Ambiental Indonesio, el Movimiento Chipko
y la campaña del Valle Silencioso en la India, han conseguido notables
resultados. En Kenia, la organización Cinturón Verde ha plantado más árboles
en un año que el gobierno en los diez años precedentes. También en Colombia
se ha producido un gran incremento en la plantación local de árboles.
El Plan de Acción Forestal Tropical (PAFT), propuesto por la FAO, es
un instrumento de reforma, reorientación, regeneración y aprovechamiento
sostenido de los recursos forestales tropicales, cuyo objetivo principal es
ayudar a los países en desarrollo a decidir las prioridades nacionales en
materia de recursos forestales.
Los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas de Costa Rica,
El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá firmaron en la ciudad
de Guatemala el 29-X-1993 el Convenio para el Manejo y la Conservación
de los Ecosistemas Naturales Forestales y el Desarrollo de Plantaciones
Forestales, del que destacamos su primer considerando:
Que el Protocolo de Tegucigalpa, que instituye el Sistema de la Integración
Centroamericana (SICA) reafirma entre sus propósitos: «Establecer acciones
concertadas dirigidas a la preservación del medio ambiente por medio del
respeto y armonía con la naturaleza, asegurando el equilibrado desarrollo
y explotación racional de los recursos naturales del área, con miras al
establecimiento de un Nuevo Orden Ecológico en la región».
A partir de 1997 se iniciaron en América Latina una serie de Proyectos
de mejora de los bosques tropicales, de los que destacamos el Programa de
Investigación sobre Metodologías de Seguimiento y Evaluación de Proyectos
de Manejo de Recursos naturales en América Latina y el Caribe, dirigido por
el Departamento de Recursos Naturales de la Universidad para la Paz (Ronnie
de Camino, 1997), que sigue las directrices de la Agenda 21 (CNUMAD o
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo,
29
José Amestoy Alonso
conocida como Cumbre de Río, 1992) en la que se recomienda avanzar en la
obtención de indicadores de desarrollo sostenible.
Según el XI Congreso Forestal Mundial, celebrado entre el 13 y el 22 de
octubre de 1997 en Antalya, Turquía (Departamento de Montes de la FAO, 1997)
hay pruebas de que los bosques y sus recursos se están perdiendo a un ritmo
creciente; esta pérdida tiene tres series de consecuencias: pérdida de biomasa
y recursos concretos de valor inmediato, procesos ecológicos deteriorados
(captación de agua, carbono, capacidad de recuperación), pérdida de diversidad
biológica (comunidades, especies, géneros).
De acuerdo con www.esi.unav.es (1998) “la muerte de los bosques es un
complejo fenómeno que sufre el arbolado de las zonas templadas. Muchos
árboles enferman y mueren sin que se haya encontrado una causa clara,
aunque sí sabemos que es por la contaminación. En algunos países de Europa
(Alemania, República Checa, Eslovaquia, Grecia, Gran Bretaña y Francia) y
en zonas de América del Norte está tan extendido que supone muy elevadas
pérdidas económicas y un grave problema ambiental.
»Se comenzó a observar en Alemania en los primeros años de la década de
1970. Se comprobó que muchos árboles perdían vigor, las hojas se decoloraban
y caían prematuramente y la debilidad de la planta facilitaba el que las heladas,
el viento o los insectos u otras plagas terminaran matando el árbol.
»A finales de los años ochenta y durante todos estos últimos años se ha visto
con optimismo que el fenómeno no se ha ido agravando, sino que ha habido una
mejoría, muy probablemente por el descenso en la contaminación atmosférica
en los países más afectados.
»El fenómeno ataca a algunas especies con más fuerza que a otras. Las
coníferas, como pinos, abetos, píceas, etc., son las más afectadas, debido a su
larga vida y a que al tener hojas perennes acumulan contaminantes a lo largo
de todo el año, aunque también algunos bosques de hayas han sido dañados.
Los bosques situados en zonas altas también son más dañados, probablemente
porque están mucho tiempo dentro de nieblas y nubes que agravan la acción de
la contaminación sobre la planta. Las observaciones en Alemania continuaron
y se comprobó que para 1982 un 8% de sus bosques estaba dañado, y en un
estudio hecho en 1985 se señalaba que alrededor de la mitad de sus árboles
mostraban síntomas de decadencia, más o menos graves.
»Los principales síntomas de la enfermedad son:
• Coloración anormal de las hojas. En vez de ser del verde habitual de
la planta, están más amarillentas, con síntomas de clorosis. Las hojas
contienen menos iones de lo normal, especialmente Mg y también Ca,
K y Zn.
30
El planeta Tierra en peligro
•
Caída prematura de la hoja. En los árboles de hoja caduca las hojas se
desprenden del árbol antes del tiempo normal y en los de hoja perenne
se pierden más hojas de las habituales, con lo que el árbol va quedando
sin hojas.
• Disminuye la producción neta. Se frena o se detiene la formación de
madera y el árbol no aumenta su biomasa.
• Muerte de las ramas. Algunas ramas se van secando y mueren.
• Regresión de las raíces. Se van secando y como encogiendo, con lo
que disminuye la capacidad de absorber agua y nutrientes del suelo.
• Muerte. Por fin, insectos, hongos, musgos, heladas u otras causas que
en un árbol sano y normal no provocarían daños irreparables, acaban
matando a ejemplares debilitados.
»No se conoce bien qué puede estar provocando este debilitamiento de los
árboles. Es muy probable que sea un conjunto de factores los que intervienen.
»Durante mucho tiempo se pensó que las sustancias que dañaban las
plantas eran el ozono y la deposición ácida, pero últimamente predomina
la idea de que otros contaminantes atmosféricos y del suelo tienen también
importancia, pues se ven bosques dañados en los que ni la acidez es excesiva
ni la proporción de ozono alta.
»Causan daño directo a las hojas de las plantas los óxidos de nitrógeno y de
azufre, el ozono y otros oxidantes. Se sabe también que el amoníaco multiplica
la acción dañina de algunos de estos gases. Por otra parte puede haber daños
indirectos procedentes de la acidez del suelo, que hace que los minerales del
suelo pierdan iones importantes para la nutrición de la planta como Mg, Ca y
K y a la vez libera iones de aluminio que dañan los pelillos absorbentes de las
raíces. Estos cambios iónicos destruyen también microorganismos del suelo
que son muy útiles para árbol”.
Según www.greenpeace.es (2007), en el año 2005, el Estado español emitió
a la atmósfera 440,64 millones de toneladas de gases de efecto invernadero
(GEI), gases responsables del cambio climático. Pero esta cifra no recoge la
verdadera contribución de nuestro país al problema del cambio climático.
Es bien conocido que el calentamiento del planeta obedece fundamentalmente a la combustión de carbón, petróleo y gas para la obtención de energía
y al transporte.
Pero no se es tan consciente de que los bosques y sus suelos almacenan
más carbono que cualquier otro ecosistema terrestre. Los bosques tropicales,
donde más rápida está siendo la deforestación, contienen el 40% de todo el
carbono del planeta y juegan un papel vital en la mitigación de la creciente
inestabilidad del clima. Si desaparecen los bosques, estos dejan de ser
31
José Amestoy Alonso
almacenes de carbono para pasar a ser fuentes del mismo, agravando el
calentamiento global de la Tierra.
Deforestación y degradación forestal son responsables de casi el 20% de GEI,
haciendo de este problema la segunda causa de emisiones de GEI causantes del
cambio climático a escala mundial.
Tanto los ciudadanos de a pie como los responsables políticos tenemos que
asumir que el cambio climático hunde sus raíces en nuestro modelo de desarrollo
económico y nuestras pautas de consumo, por lo que nuestras actitudes y las
políticas públicas son fundamentales para abordar el cambio climático, dentro y
fuera de nuestras fronteras.
La organización Greenpeace está proponiendo en todo el mundo un modelo
energético basado en las energías renovables y la eficiencia energética, así como
un cambio en el modelo agrícola mundial que evite que la agricultura industrial
siga siendo uno de los mayores sectores productores de GEI.
La sobreexplotación, la mala gestión forestal y la tala ilegal son factores
claves en la degradación y posterior desaparición de los bosques. La tala ilegal es
una actividad muy extendida entre los principales países productores de madera,
especialmente en aquellos con problemas de gobierno y donde la corrupción de las
instituciones públicas es rampante. Se estima que casi la mitad de las actividades
de tala en regiones como la Amazonía, la cuenca del Congo, el Sureste Asiático y
Rusia son ilegales. Y las talas ilegales son la antesala de la deforestación.
Greenpeace está trabajando en distintas regiones del planeta para denunciar
los principales motores de la deforestación, impulsados por la creciente demanda
internacional de materias primas. En la Amazonía, la Cuenca del Congo,
Indonesia o Papúa Nueva Guinea, está proponiendo el objetivo “Deforestación
Cero”, demandando un acuerdo internacional para detener la deforestación antes
de que sea demasiado tarde.
En la pasada Cumbre de Bali, en diciembre de 2007, Greenpeace lanzó una
propuesta a la comunidad internacional para preparar un mecanismo de reducción
de la deforestación que estuviera dotado de un fondo internacional con recursos
económicos suficientes que permitiera a los países afectados la reducción drástica
de la deforestación en los próximos 15 años:
“Si los bosques tropicales contienen más del 40% del carbono terrestre
mundial y juegan un magnífico papel en la mitigación del cambio climático, la
deforestación debe de ser un elemento crítico en la próxima fase del Protocolo de
Kyoto.
»El mundo necesita reducciones drásticas de emisiones, procedentes tanto de
la quema de combustibles fósiles como de la deforestación, para lograr mantener
el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 ºC”.
32
El planeta Tierra en peligro
Dado que la tala ilegal supone el primer proceso para facilitar el avance de
la frontera agrícola, Greenpeace está demandando a la Comisión Europea que
apruebe una ley que prohíba en la UE la entrada de madera y otros productos
forestales procedentes de talas ilegales.
No se debe esperar más. Cuanto más tardemos en reducir estas emisiones,
peores serán las consecuencias y más nos costarán en el futuro en términos
económicos, sociales y ecológicos.
Los bosques son los aliados del clima. Los árboles, como el resto del reino
vegetal, y a través de la fotosíntesis, captan el CO2 atmosférico y lo transforman en
carbono orgánico que pasa a formar parte de la biomasa vegetal. En los bosques,
además, la materia orgánica muerta y los restos vegetales se depositan en los
suelos formando capas de materia orgánica que constituyen reservas importantes
de carbono. Un suelo rico en carbono no solo es un suelo fértil y estable, sino
también cumple la función de regular el ciclo hidrológico a través de la retención
del agua de lluvia.
Los bosques y sus suelos son enormes almacenes de carbono, más que
cualquier otro ecosistema terrestre. En el caso de los bosques tropicales, donde
más acelerada está siendo la deforestación, éstos contienen el 40% de todo el
carbono del planeta y juegan un papel vital en la mitigación de la creciente
inestabilidad del clima.
La deforestación y la degradación de los bosques suponen, en primer lugar, la
liberación a la atmósfera del carbono presente (quema, degradación de los suelos,
etc.) y, en segundo lugar, una reducción o eliminación total de la capacidad de
fijación de CO2 de la masa forestal. Los bosques absorben CO2, actuando (vid.
fotografía 1) como un “sumidero” pero cuando se deterioran o destruyen se
convierten en una “fuente”, liberando CO2 a la atmósfera.
Es un círculo vicioso. La deforestación envía a la atmósfera gases de
efecto invernadero, lo que provoca alteraciones en el ciclo hidrológico,
merma en su función reguladora, etc., incrementando el cambio climático. El
cambio climático, a su vez, genera olas de frío y calor, huracanes, sequías,
inundaciones, incendios, plagas, cambios en la distribución de especies,
desertificación, pérdida de bosques, etc. En definitiva, la deforestación es una
causa del cambio climático y este cambio climático agudiza los problemas de
los bosques y favorece la deforestación.
Los ecosistemas forestales almacenan actualmente 1,5 veces la cantidad
de carbono presente en la atmósfera. “Si no se produce de manera urgente una
drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes
de la deforestación, los bosques van a ser una verdadera bomba contra el
clima”. Además, el incremento de la temperatura resultante podría producir
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José Amestoy Alonso
alteraciones en los ecosistemas forestales de manera que provocara aún más
emisiones de gases de efecto invernadero, lo que supondría potencialmente
una mayor aceleración en el cambio climático.
La situación es especialmente preocupante en las regiones tropicales:
Indonesia, un país con grandes extensiones de bosques tropicales, es,
después de China y EE. UU., el tercer país emisor de gases invernadero.
La degradación y quema de los bosques de turberas de Indonesia causan
al año la emisión de 1,8 mil millones de toneladas (Gt) de gases de efecto
invernadero.
“Sólo la destrucción de las turberas de Indonesia producen casi el 4%
de las emisiones globales de GEI. Es decir, menos del 0,1% de la superficie
terrestre emite el 4% de las emisiones globales de estos gases. Si se destruyeran
los bosques de turberas en Riau (del tamaño aproximado de Extremadura) el
resultado de estas emisiones podría equivaler al total de las emisiones globales
del planeta en un año” (Greenpeace, diciembre 2007).
La misma organización señala que una de las principales razones para
que Indonesia ocupe este triste lugar en el ranking de la deforestación es la
destrucción de los bosques de turberas en Kalimantan y Sumatra, principalmente
para la plantación de palma de aceite. Si la industria agroalimentaria y de la
cosmética han sido hasta ahora los grandes demandantes de aceite de palma,
la demanda de biocombustibles empieza a ser una seria amenaza para los
bosques de Indonesia y otras partes del mundo.
En los últimos 3 años, más de 6 millones de hectáreas de bosque tropical
amazónico de Brasil han sido arrasadas para sembrar soja y crear pastos para
el ganado. Según el Instituto de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE),
de seguir el ritmo actual de deforestación, la Amazonía perdería en 2050 el
40% de su cubierta forestal. Esto supondría:
a) Un proceso irreversible de sabanización.
b) Un incremento de la temperatura local en 4 ºC.
c) La reducción de las precipitaciones en un 24%.
d) La emisión de GEI a la atmósfera equivalente a las emisiones globales
de 5 años.
Brasil es ya el cuarto país emisor de gases invernadero, debido fundamentalmente a la deforestación. El clima planetario no es el único perjudicado.
Las condiciones sociales y laborales asociadas al cultivo de soja o la explotación forestal en la Amazonía son deplorables, con numerosos casos de trabajo
forzado, una forma moderna de esclavitud. La soja producida es exportada y
forma parte de los piensos que alimentan los pollos, vacas y cerdos que componen nuestra dieta.
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El planeta Tierra en peligro
Un artículo de Julia López recogido en www.moncomunicacio.com,
acerca de la deforestación de la Amazonía titulado “La Amazonía necesita
medidas urgentes para no desaparecer” (3-8-2007), señala, entre otras cosas,
“que aunque se ha avanzado algo para frenar la deforestación de la Amazonía,
sobre todo después de que Greenpeace lanzara una campaña internacional
contra el cultivo de soja, y los habitantes de los pueblos indígenas y agrícolas
de las zonas afectadas hicieran oír su voz de protesta contra un inmenso
negocio que sólo beneficia a las grandes multinacionales agroalimentarias
estadounidenses, y algunos caciques locales, el Gobierno de Lula puso en
marcha nuevas medidas de protección y control de las más de 70.000 hectáreas
afectadas… Greenpeace presentó un informe Devorando la Amazonía en la
primavera del 2006, y lanzó en Europa una campaña destinada a presionar a
las empresas que compran soja a la región y a concienciar a la población que
consume alimentos derivados (productos avícolas y cárnicos procedentes de
animales alimentados con soja). Según Greenpeace, eso no sería complicado,
ya que la ruta de exportación es básicamente Santarem-Holanda, desde donde
parte la distribución para el resto del continente”.
La misma articulista indica que “la campaña trataba de conseguir que
las empresas implicadas en el comercio de alimentos y piensos animales
no usaran la soja amazónica, y que los grandes comerciantes (y principales
culpables de la deforestación salvaje) Cargill, ADM y Bunge, y otras
empresas, dejaran de comprar soja producida en la Amazonía, a la vez que se
pedía que suscribieran un Pacto Nacional para la Erradicación del Trabajo
Esclavo; a su vez también se pide que los bancos dejen de financiar empresas
implicadas en el comercio de soja amazónica (caso: Maggi), así como que
los gobiernos europeos se implicaran más en frenar la deforestación de la
Amazonía y en apoyar las políticas públicas brasileñas de implantación de
unidades de conservación en la región”.
Julia López señala que “Greenpeace arremetió contra la red McDonald’s,
cuyos productos avícolas, particularmente en Inglaterra, son producidos a
partir de la avicultura de la empresa Sun Valley, concesionaria de Cargill”.
Según Pat Vendetta, coordinador de Greenpeace en Londres afirmó que
“McDonald’s estimula un comercio depredador de la Amazonía. Se tala la
selva para poder plantar soja que alimente a los animales de Europa. Cada
vez que usted hinca el diente en un Chiken McNugget, está mordiendo un
pedazo de la Amazonía”.
La articulista señala que “pese a los ‘teóricos’ esfuerzos del gobierno
de Lula da Silva, que quiere ‘armonizar’ el desarrollo económico del país y
la ecología, por ejemplo: adecuando (pavimentando) la larga carretera que
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José Amestoy Alonso
cruza la selva amazónica, para mejorar la vida de la población y sobre todo
para controlar el ‘crecimiento desmedido’ del cultivo de soja, aplicando
a la vez, más medidas concretas de protección. Medidas que pueden
significar un avance positivo, pero que no van a servir para recuperar las
10.000 hectáreas que se han perdido durante su mandato. Evidentemente
se han hecho cosas, como la protección de grandes parques, el control del
negocio forestal, pero muy poco para atajar el dañino cultivo de la soja
en la selva amazónica, cuya vegetación continúa menguando a un ritmo
alarmante (…) desgraciadamente, a pesar de la buenas intenciones, desde
la llegada al poder en Brasil del Presidente Lula da Silva en enero de 2003
se han destruido casi 70.000 km2 de selva tropical amazónica. Entre agosto
de 2003 y agosto de 2004 se perdieron en un solo año 27.200 km2 –un área
del tamaño de Bélgica–, tres cuartas partes de esta inmensa destrucción han
sido ilegales”.
De acuerdo con Julia López, “la devastación de la biodiversidad es irreversible, con la pérdida para siempre de un recurso sostenible de inimaginable riqueza. El impacto de la deforestación tampoco termina en los límites
de la Amazonía. Al liberar a la atmósfera carbono en grandes cantidades, la
destrucción de la selva tropical amazónica contribuye sobremanera al calentamiento global, poniendo en riesgo a todo el mundo”.
Las selvas de la República Democrática del Congo (RDC) acumulan el 8%
del carbono almacenado en los bosques del planeta. Son el mayor almacén de
África y el cuarto del planeta. Más de un 25% del país aún se conserva como
bosque primario (selva virgen), unas 60 millones de hectáreas. Pero estas
selvas están siendo fragmentadas y destruidas por la explotación forestal
industrial y el carbono que almacenan está siendo liberado a la atmósfera.
Las estimaciones de deforestación para África central en 2050 auguran que,
solo en la RDC, se podrían liberar 34.400 millones de toneladas de CO2.
En los tres casos anteriores la industria maderera actúa como punta de
lanza y supone el primer paso para la llegada de la frontera agrícola. Los
caminos creados para sacar la madera son utilizados por colonos, cazadores
y empresas para seguir con el proceso de deterioro y proceder a la conversión
de la selva tropical en pastos y cultivos.
Según la Organización de las Naciones para la Agricultura y la
Alimentación (en adelante FAO) el planeta tiene casi 4.000 millones de
hectáreas de bosques, que cubren alrededor del 30% de la superficie terrestre
mundial. A lo largo de los 15 años transcurridos entre 1990 y 2005 hemos
perdido el 3% de la superficie forestal total, lo que representa una media de
alrededor del 0,2% de tasa de deforestación anual.
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