Comunicación Creativa EL BLOQUE DE MADERA ! ! ! ! ! ! Por: Mayte Hidalgo Lozano Muchas veces quiero hacer cosas que no puedo, ya que soy muy chiquito y ni siquiera puedo hablar o caminar. Es por esto que decidí hacerme de mi mejor amigo: Un trozo de madera. Cuando mi mamá escondía las galletas sobre una de las repisas de la alacena, yo colocaba mi trocito de madera, y con mucho cuidado subía por mi rampa improvisada hasta poder alcanzar alguna de esas galletas que tanto me gustaban. Por las tardes al estar aburrido, colocaba mi pedazo de madera y lo utilizaba para subir a sacar tierra de la maceta en donde se encontraban aquellas cochinillas que se hacían bolita cada vez que las tocaba. Mi mamá nunca se enojaba, ya que le daba demasiada curiosidad lo que yo, siendo un bebe, podía llegar a hacer con un trozo de madera. Derepente comencé a crecer y muchos juguetes empecé a tener. Como cualquier niño, no me gustaba que mis juguetes agarraran, y mi trocito de madera se encargaba de que nadie los encontrara, ya que detrás de ella siempre estaban. Cuando mi papá me regalo aquellos dardos, dibuje un tablero para jugar tiro al blanco. Mi trozo de madera era ahora de mil colores, se veía más divertido. Hablando de diversión, recuerdo que mi mamá siempre me decía: "No te tragues los chicles, que se te pegan en la panza". Ahorita que lo pienso, podría haber pegado todos aquellos chicles que tengo en mi panza en aquel pedazo de madera; sería aún más colorido y pegajoso. Pero que bueno que no lo hice, porque total, deje mi infancia y entre en mi difícil pubertad, y parecía que el único que me escuchaba y me entendía era mi querido trozo de madera. Y ahí estaba mi tabla, que siempre me escuchaba, hasta que comencé a taparla con fotos de los "Back Street Boys" y "Leonardo Di Caprio", con letreritos y cartitas que me hacían mis amigas, fotos con caras ridículas y dientes separados, y claro que no podía faltar la imagen de aquel niño de pelo chino y voz sexy que en algún lugar del mundo conociste y te encantaba, y así una infinidad de recortes de cualquier tipo. Pero como todos, comencé a crecer y me empecé a olvidar de mi fiel amigo, aquel que me había acompañado toda la vida. Yo ya no lo veía, Pero la tabla seguía ahí. Haciendo maletas para irme de intercambio, aproveche para hacer una limpieza de mi cuarto. Y lo encontré. Y ahí fue cuando recordé que divertido era aquel amigo Mio. Nos sentamos frente a frente y no podía parar de reírme de aquellas cosas ridículas que solían gustarme tanto y que el me hizo recordar. "Algo bueno tiene que traerme" pensé. Al acordarme que siempre había sido parte importante de mi vida decidí llevarlo conmigo, al fin que el departamento no iba a estar amueblado y de algo tenía que servir. Al llegar no sabía que hacer con el, lo deje a un lado y seguí con otras cosas. Al anochecer llegaron unos amigos a tomar unas copas. "¿Puedo tomar este trozo de madera para poner mi vaso?" Mire a mi amigo y reí. Y es así como hoy este pedazo de madera, con las marcas de las copas, quemaduras de cigarro, los hoyos de las tachuelas y el juego del tiro al blanco, es participe de las más locas experiencias contadas: entre copas.