Nicolás Malla Castelló. "Todos están solos. Todos están vacíos. La gente ya no tiene ninguna necesidad de otros. Siempre se puede encontrar un sustituto (...). Cualquier relación puede ser reemplazada". Makishima Shougo. La era tecnológica ha trastrocado seriamente nuestras relaciones con los demás. Inconcusamente, existe una sinergia entre el modelo de relaciones sociales de esta nueva era por excelencia: impersonales, indirectas, efímeras, públicas, reemplazables y superficiales1- y la internalización generalizada de la concepción de individuo imperante en la actualidad, según la cual éste es aquello que aparenta y no aquello que simplemente es. Esta sinergia lo conduce a la soledad, a lo vacío, pues las relaciones sociales devienen banales y, en el fondo, dejan de ser tales. Cree estar más unido que nunca, cuando en realidad está solo y vacío. Y ello no es baladí, dado lo que está en juego: él mismo. Ante este escenario, el individuo se encuentra en una paradoja: o pasa a relacionarse con los demás a través de los conductos que ofrece la era tecnológica, y, en realidad, se relaciona con la comunidad virtual a través de una máquina y en caso alguno con otro individuo, o bien lisa y llanamente pierde la posibilidad de relacionarse con sus pares. Usualmente, optará por el mal menor y preferirá la primera alternativa, que conlleva al mismo resultado; al menos si prefiriere la otra, no sería posible achacarle falta de autenticidad. Tarde o temprano deberá abandonar la burbuja tecnológica y afrontar la realidad, y solo podrá reencontrarse consigo mismo relacionándose humanamente con los demás. La era tecnológica promete superar todos los límites temporales y espaciales a los que el individuo está sujeto para relacionarse con los demás, y honestamente lo hace; es posible relacionarse con otros en cualquier tiempo y lugar. Empero, salvo los casos en que no existe otra forma distinta de hacerlo, antes de relacionarse con otros, el individuo se 1 Ciertamente no todas las relaciones sociales que tienen lugar en esta nueva era revisten tales caracteres, pero sí la gran mayoría. Fuera de esta análisis se encuentran las relaciones cuyo contenido las excluye de los conductos de esta nueva era. Aunque, repito, cuantitativa y cualitativamente, hoy casi todas las relaciones sociales tienen lugar a través de los conductos de la nueva era y, por ello, revisten dichos caracteres. La masa simpatiza con esta forma de relacionarse "con otros"; está generalmente conforme. autoaísla socialmente. Pasa de relacionarse con individuos reales, a relacionarse con un dispositivo tecnológico, aunque así no lo crea. Las relaciones sociales son importantes por diversos motivos, de los cuales cabe destacar tres. Primero, porque al relacionarse con otros el individuo construye su identidad y se concientiza de su individualidad y existencia en cuanto distinto a los demás. Segundo, por cuanto conoce genuinamente la realidad de lo social y participa en ello, en el mundo. Y, tercero, porque existen ciertas cosas que solo pueden comunicarse a otros al vincularse directa y personalmente con ellos. En términos simples, esto es lo que hace que el individuo sea tal y no un mero objeto en el mundo. También, en relación a lo primero, el individuo precisa de relaciones sociales en razón de que no puede lidiar con la soledad que es propia de su existencia; necesita salir de ella y de su aislamiento y precisamente por esto necesita a y de los demás. El caso paradigmático se encuentra en su necesidad de amor, cualquiera sea su especie. Para ser tal y salir de la soledad que tanto le pesa, el individuo necesita vincularse directa y personalmente con otros; en algunos casos de manera privada; en otros solo puede hacerlo con cierto individuo y no con cualquiera; también en algunos la relación con sus pares no se agota en una única interacción. En otras palabras, sin perjuicio de las peculiaridades y propósitos de cada vínculo social, generalmente éstos tienden a ser personales, directos, más o menos privados o discretos, continuos y profundos2. Solo a partir de este tipo de relaciones con los demás, puede construir su identidad, conocer el mundo o comunicar ciertas cuestiones. De esta manera (y no de otra), el individuo puede ser consciente de que existe y que no constituye simplemente un algo en el mundo. Y no solo eso. También de esta manera el individuo da sentido a su existencia, pues solo lo humano lo hace humano; solo humanos pueden sacarlo de su estado de soledad y aislamiento. Sin embargo, tristemente hoy no es posible ser aquello que simplemente se es. Hoy se es aquello que se aparenta, en particular en el ámbito material y económico. La identidad, la individualidad, el conocimiento y participación de lo social, lo que expresa, no depende de la percepción que el individuo tiene de sí, sino que de aquella que los demás tienen de él. O 2 No necesariamente profundos en lo que respecta a su contenido, sino más bien habida consideración de la circunstancia de que en ellos está envuelta la individualidad de sus participantes. bien aquella que él tiene de sí, condicionada por la de los demás. Lo relevante es lo que se aparenta en relación a los demás. Y esta cuestión goza de conformidad general; a todos les importa lo que piensan todos de ellos. En efecto, como toda cuestión que goza de conformidad general, todo lo que no se ajuste a ella, lo distinto (y verdaderamente auténtico), se tiene por extraño, por desviado. Puesto que lo desviado cuestiona lo conforme, lo pone en tela de juicio, debe ser excluido. Volveré sobre esto último en las siguientes líneas. Analicemos ahora el principal modelo de relaciones sociales que ofrece la era tecnológica. Limito mi análisis al principal por cuanto a través de él tienen lugar la mayoría de las relaciones sociales de nuestro tiempo. El conducto típico mediante el cual el individuo se relaciona con sus pares en esta nueva era corresponde a las redes sociales en general y a Facebook en particular. Como en toda relación virtual, por cierto, el individuo se relaciona a partir de dispositivos electrónicos conectados a Internet: indirecta e impersonalmente. Las relaciones sociales en la era tecnológica operan entre nodos que están conectados por líneas; los individuos son los nodos y las líneas los vínculos intersubjetivos que éstos mantienen entre sí. Las redes sociales son públicas y, al menos formalmente, todos los nodos son iguales. Por lo demás, en ellas el contenido de aquello que se pública no está, en principio, limitado. La era tecnológica ha propiciado la masificación de la mentada concepción acerca del individuo, y de la mano de ésta, su conformidad general. Ello tiene una explicación bastante obvia: en la red social, a diferencia del mundo fáctico, el individuo no tiene límites, y puede aparentar todo aquello que se le plazca. Ése es el atractivo de la redes sociales; en ellas el individuo deja de relacionarse individualmente y pasa más bien a exteriorizar a la comunidad virtual aquello que le place, pues no tiene restricciones; y a mayor exteriorización, mayor reconocimiento, y si el esperado reconocimiento no es obtenido, mayor exteriorización hasta que se alcance; un triste circulo vicioso. Nadie cuestiona tal actitud, pues ha sido normalizada: he aquí el tránsito desde relaciones privadas a públicas3. En este contexto, la práctica de relacionarse "públicamente", es decir, 3 Esto no obstante ciertas redes sociales admitan una especie de comunicación "privada", que en realidad en cualquier momento puede dejar de serlo, pues de ella existen registros que pueden eventualmente divulgarse, vía "posts, likes & comments" lleva a que las relaciones sean efímeras, en el entendido de que se agotan en el mismo instante en que se originan; una vez que algo es posteado/likeado/comentado termina allí, pues la relación es con la comunidad virtual y no así con el usuario respectivo. Si se produce un "diálogo", es entre el usuario y la comunidad virtual, a través de su dispositivo electrónico, pero no entre individuos; no hay relaciones sociales continuas, sino un cúmulo de interacciones de distintos sujetos con la comunidad virtual; figurativamente, los individuos nunca llegan a conectarse. La cercanía se convierte en una ilusión llamada conexión, y la realidad que ella esconde no es otra cosa que la soledad que el individuo tanto procura superar. ¿Por qué esto que parece tan simple no logra ser advertido? Por la sensación de conformidad general; si todos lo hacen, ¿por qué yo no? Por otra parte, si aquello que se comunica a la comunidad virtual es objeto de crítica o rechazo, y el fin de reconocimiento con ello frustrado, simplemente basta con "borrar" al patógeno: problema solucionado. Pese a lo perplejo que pudiere resultar, la era tecnológica ofrece muchos interlocutores y/o amigos, en la terminología de las redes sociales, y sin embargo, en ella, éstos son absolutamente prescindibles: bloqueables o eliminables, conforme a la termología antes indicada. De ahí que cualquier relación social en esta nueva era sea, de suyo, reemplazable. La era tecnológica pone a disposición del individuo una forma de poner término a una relación social jamás vista: a través de un "click", lo cual es, por decir poco, cómodo; todos los nodos son iguales e igualmente preteribles. El individuo debe proyectar una imagen que valga la pena. Por esto, no puede exponerse ni mostrar debilidad ante la comunidad virtual, pues nadie quiere aparentar ser débil o frágil; por el contrario, el individuo desea superar esa fragilidad que le produce la soledad a la cual pretende escapar al relacionarse con el resto. Cualquier cuestión "profunda" que devele debilidad del nodo, queda sustraída de la red, lo cual tiene como consecuencia que los asuntos que pasan a ventilarse en ella son más bien banales; por la fuerza de las cosas, mejor dicho por la necesidad de proyectar una imagen digna de reconocimiento, las relaciones sociales (que en verdad no son tales) devienen superficiales. O bien, las cuestiones profundas no son tratadas con la profundidad que merecen y de esa manera se o bien la cuenta del participante de la relación puede ser usurpada. Nótese cómo este mecanismo que parece más seguro que el simple secreto humano, tiende a no serlo. banalizan. Lo profundo o está sustraído de las redes sociales, o deviene superficial. Así todo, en cualquier caso, lo que allí se ventila no es sino superficial. Así las cosas, queda claro que las "relaciones sociales" de la era tecnológica no son tales. Solo se trata de relaciones con Ipads, Tablets, celulares y otros dispositivos. Al desaparecer la esencia de las relaciones sociales, ellas devinieron en cualquier cosa, menos en relaciones sociales. Por ello, cuando el individuo cree estar relacionándose con otros, no es así; cuando cree superar su soledad y aislamiento y acercarse a los demás, en realidad acrecienta la brecha que lo separa de ellos. La compañía es ilusoria. La conexión es separación del resto. Y ello se debe a la inadecuada utilización de la tecnología, motivada por la necesidad de reconocimiento de parte del resto, propia del individuo contemporáneo. De la mano de la superación de los límites espaciales y temporales en relación a los demás, surgieron otras barreras que el individuo debe superar. Mas, esta vez no de la mano de la tecnología, sino por y para sí, relacionándose humanamente con sus pares. Solo así podrá dejar de ser ese algo en el mundo en el que ha devenido y volverá a ser humano. La conformidad general solo puede ser superada con autenticidad. Y en este aspecto es precisamente en el que se diferencia el individuo que opta por resolver la paradoja planteada al inicio de estas líneas a partir de la segunda opción del que opta por la primera. Es más preferible ser un exiliado virtual pero humano, a ser un miembro de la comunidad virtual no humano, que no se relaciona con humanos de la forma en que ellos entre sí lo hacen, sino que, por el contrario, como máquina y tal como ellas lo hacen. En ese sentido, pese a que el resultado sea el mismo y ambos sigan solos, el individuo que opta por la segunda vía sigue siendo humano, un humano auténtico, y sigue en el mundo real, consciente de su situación, en tanto que el otro, el que opta por la primera, bajo el espejismo de la conexión. Al menos este tipo de individuo (el que opta por la segunda opción) está preparado para relacionarse con sus pares, para forjar su identidad, a comunicar lo de otra manera incomunicable, y, en definitiva, para conocer y participar de su existencia y del mundo. En suma, como dice un proverbio cuyo autor ignoro, "la tecnología acerca a los más lejanos y separa a los más cercanos". Las relaciones sociales en una era tecnológica Camila Rojas Miranda. “En el conversar construimos nuestra realidad con el otro” (Maturana, 1997). Con estas palabras iniciamos una reflexión en torno a la interacción del humano en la era del internet. El conversar al que se refiere Maturana hace una referencia directa al convivir que supone la interacción presencial de dos individuos de la especie humana en un mismo espacio físico. Los avances tecnológicos, que se han sucedido de manera frenética durante los últimos 30 años, han generado que ese espacio de conversación se vea más lejano para el individuo promedio. Desde tiempos remotos la interacción con el otro ha sido un elemento fundamental para la existencia humana, ya sea por razones de supervivencia o socialización el humano es un animal que requiere vivir en comunidad. Con el devenir de las ciencias hemos descubierto incluso que el vivir en comunidad genera elementos relevantes y útiles para la autoestima e identidad de cada uno de sus miembros. “El lenguaje tiene que ver con las coordinaciones de seres. Mientras más rico es el ámbito de los haceres y las coordinaciones de seres, más rico es el lenguaje. Lo que hace uno al conversar es moverse en un flujo de coordinaciones de seres y emociones. O sea, generamos mundos.” (Maturana, 1997). De no haber sido por estas coordinaciones no existiría la evolución del hombre, estaríamos todos viviendo en diferentes cuevas, tal como en el mito de la caverna de Platón. La interacción y el lenguaje han permitido todos los avances de la humanidad. El desarrollo de la nuevas tecnologías ha incidido de manera transversal en nuestras relaciones sociales, ya que nuestra manera de comunicarnos cada vez es menos cercana y mas virtual. Es así como ya no nos extraña cuando vemos parejas que se casan luego de “conocerse" por internet, tampoco que alguien diga que tiene 10.000 amigos, mucho menos que alguien nos cuente de manera reiterada cuántos seguidores de Instagram o similar posee. Me llama la atención poderosamente que esas mismas personas esperan que se les felicite por sus excelentes habilidades sociales, cuando en realidad podríamos asegurar que nos consta que en la captación de aquel ejercito de amigos, no se ha cruzado ninguna palabra en persona, ni se ha tenido contacto físico. No es de extrañar en esta dinámica que se genera de conocer sin presenciar ni vivir al otro, que ocurran muchos casos de plagio, suplantación de identidad y otros que nos es difícil imaginar, pero que documentan generosamente programas como Catfish de MTV. A nivel humano, veo dos problemas que me llaman poderosamente la atención, éstos son, el primero, es la irrealidad en que puede vivir un individuo, que se muestra hacia otros con lo que quiere llegar a ser o con aquello que roba a otro, para no ser lo que en realidad es. Me da tristeza no solo que una persona no tenga el valor suficiente para verse en la red si no esta photoshopeada o con un halo de éxito que solo denota ostentación. Y eso nos lleva al segundo problema que hace pocos días atrás vi muy bien graficado en una imagen, en la que se veía una mano vaciando likes sobre un plato como de mascota en el que se leía la palabra “ego”. Hay muchos que viven a través de la cantidad de likes que ellos tienen en las redes sociales. Es cierto que la psicología ha estudiado suficientemente el tema de la aceptación del entorno y cómo eso incide en la aceptación y autoestima del individuo. Pero también es cierto que la aceptación de uno como persona debe ser más fuerte que solo una manito con el pulgar hacia arriba y que en los momentos en que esa persona requiera más contención esos no será suficiente. En la muerte de un ser querido o en una larga y compleja enfermedad, se necesita el abrazo, el apoyo y la contención presencial, no basta el comentario en el muro de Facebook. Los adultos se han obsesionado con la idea de entregar todas las herramientas necesarias a los infantes, para que estos sobrevivan a un mundo digital, que ellos no comprenden de manera absoluta, dejando de lado que nuestras nuevas generaciones se mueven en un entorno totalmente digitalizado y que por un fenómeno de adaptación les ha provisto de manera espontánea de las herramientas para sobrellevarlo. El sociólogo Holandés, Jan Van Dijk, quien se presentó el año pasado en Chile a propósito del uso de las tecnologías de la información, hace una reflexión interesante en torno a como la generación adulta cree que la discusión se centra en torno a que dispositivo tecnológico se debe utilizar, y él cree que en realidad la discusión es absurda ya que las herramientas que hay que entregar son justamente aquellas que las maquinas de este siglo no pueden realizar tal como las habilidades sociales, la resolución de problemas y la cooperación entre otros. Es a lo menos curioso que en este momento se haya hecho una separación entre lo que son las habilidades sociales y las relaciones sociales, ya que es evidente que en la generación actual no van de la mano. La habilidades sociales que nos permiten desarrollarnos en un mundo que se basa en la convivencia con otros individuos, y que nos permiten aprender elementos como la empatía, la contención emocional del otro, la solidaridad, o la tolerancia, no pueden ni podrán ser desarrolladas a través de la redes sociales, ya que nosotros también necesitamos del lenguaje no verbal para desarrollarlas. En conclusión, si bien es cierto los beneficios de la era tecnológica son muchos, ya que creo firmemente que se ha producido por primera vez el libre acceso a la información para muchos que antes no lo tenían. Lamentablemente esto también ha generado, desde mi perspectiva, un empobrecimiento sustancial de las relaciones humanas, ya que los afectos se producen en la convivencia, y también en el convivir se desarrolla el amar al otro de manera consciente. Tal como en el encuentro del zorro y el principito, cada uno de nosotros antes de crear un vinculo somos un humano semejante a cien mil humanos, que solo una vez que somos “domesticados” en la interacción con el otro pasamos a ser necesitados por el otro, y nos vemos mutuamente como únicos en el mundo. La aceptación de uno es uno de los mayores conflictos existenciales a los que se puede enfrentar un individuo a lo largo de su vida, ya que siempre puede ser un misterio lo que oculta realmente el alma del otro. citas de referencia en el texto: Van Dijk, Jan. 2014. Presentación realizada en seminarios TIC en educación. Presentación: (video) http://www.enlaces.cl/index.php?t=99&i=2&cc=2513&tm=2 Presentación: (texto) http://www.enlaces.cl/tp_enlaces/portales/tp43a0afdeer99/uploadImg/File/presentaciones/2 014/Van%20Dijk%20Digital%20Skills%20Santiago%20de%20Chili%20November%2020 14.pdf Maturana, Humberto. 1997. libro: “El sentido de lo humano” http://www.angolnoticias.cl/2013/11/humberto-maturana-al-conversar-generamos-mundos/ El deterioro de las relaciones sociales Thomas Stephen Foot Tala Hoy en día vivimos en una sociedad llena de progresos y avances tecnológicos. Al mirar nuestro entorno somos capaces de percibir lo conectados que estamos ya que vemos personas están permanentemente pendientes de sus aparatos electrónicos sacando fotos, revisando variadas aplicaciones que nos facilitan la comunicación, interacciones sociales con personas que se encuentran a la lejanía, entre otras funciones que nos propician estos viciantes aparatos. Es increíble lo fácil que es estar conectado con todo y todos a tan solo el alcance de nuestros dedos. Tenemos acceso a fuentes de información ilimitadas, podemos comunicarnos con alguien que está al otro lado del mundo como si estuviera cerca de nosotros, tenemos la oportunidad y libertad de hacer lo que queramos con todos estos privilegios que nos brinda esta era tecnológica. Pero la verdad es que, a pesar de todo esto, ¿nos vemos realmente beneficiados? La comunicación es una parte fundamental tanto dentro de nuestras relaciones sociales como la base de nuestra sociedad de hoy en día. Francamente, creo que la relaciones sociales se están destruyendo debido a nuestra falta de comunicación cara a cara que nos trae esta era tecnológica. Es por esto que planteo que la era tecnológica deteriora nuestras relaciones sociales ya que muchas veces al estar con otras personas, la tentación de revisar el celular por distintos motivos (debido al gran repertorio de posibilidades que nos ofrece) es más potente que dedicarle tiempo al que está frente nuestro o simplemente a nuestro entorno. El uso de la tecnología nos acerca a las personas que no se encuentran a nuestro alrededor, restándoles importancia a las personas que sí lo están. Lo mismo pasa con nuestro entorno que ha perdido la belleza de su estado debido a la constante comparación con otros lugares del mundo que resultan más asombrosos y atractivos, preocupándonos más de conocer el extranjero que nuestro propio país. Cada vez somos menos susceptibles a la belleza de lo simple, de lo que tenemos a nuestro lado. En primer lugar me atrevo a decir que los celulares y los medios de comunicación instantáneos están creando un nuevo dialecto entre los que formamos parte de una sociedad, conformada por relaciones sociales. Claro está que este dialecto proviene del intento de acortar palabras, darle un significado a una abreviación para describir algo más grande o una palabra más larga, todo en función de optimizar el tiempo y no tener que escribir tanto, por ejemplo; Lol (“laugh out loud”), tqm (te quiero mucho), ola (hola), q (que), etc. Tal como dice Ramón Jáuregui: “ahora se comienza a utilizar esta escritura en los mensajes de los celulares o de Internet, con lo que está naciendo una nueva rama del castellano” (Jáuregui, 2008: 625). Efectivamente optimizamos el tiempo y nos entendemos entre nosotros, los usuarios que formamos una parte activa de esta era tecnológica. Así, cada sociedad y cultura tiene su propio dialecto para comunicarse por estos medios, ya sea inglés, francés, español, entre otros. Otra razón que puede influenciar a nuestro cada vez más reducido dialéctico es que como seres humanos, inconscientemente, tratamos de adecuarnos a la velocidad de los medios sociales y su instantaneidad. Lo cual al fin y al cabo hace que olvidemos cómo escribir de manera correcta, olvidamos nuestra ortografía, y muchas veces terminamos escribiendo palabras incoherentes o inventadas. Esto queda evidenciado en la siguiente cita: “Algo similar okurre ahora kon los mensaje ke se envían tanto por la komputadora komo por los sedulares. Afirmar ke estos jóvenes al enfraskarse en esos instrumentos digitales violan las reglas de ortografía es no kaer en la kuenta de ke está nasiendo un nuevo dialecto”. (Jáuregui, 2008: 627). En ocasiones esto podría afectar nuestras relaciones sociales en el modo del trato del uno a otro, en el sentido que se le da distinción o trato diferente a personas por su forma de hablar o escribir, lo cual a veces puede llevar a una posible discriminación a tal persona debido a las diferencias de cultura lingüística utilizada, así deteriorando nuestras relaciones sociales. Vale mencionar que, en consecuencia de lo expuesto anteriormente, se ha reducido la capacidad de síntesis y expresión de las personas. Esto se ve a diario, donde por muy bien que puedan mandar un mensaje de texto, no saben escribir una carta, un ensayo, informes, etc. Se ha perdido la creatividad para poder escribir y uno se adhiere a las normas de comunicación masivas de la sociedad. “Dos estudios investigaron si el uso reportado de mensajes de textos en la comunicación electrónica diaria estaba relacionada a la calidad de escritura (…) Los datos reflejaron una asociación negativa entre el uso de textos a diario y la escritura formal”. (Rosen, Chang, Erwin, Carrier, Cheever, 2010: abstracto). Siendo esto que mientras más uso se hace de mensajería instantánea, peor es su calidad de escritura formal. Si ya no escribimos cartas y no sabemos hacer ensayos, lentamente vamos perdiendo nuestra capacidad de síntesis como seres humanos, la cual, al perderla, acortamos nuestro vocabulario al mínimo requerido y necesario para comunicarnos. Claro está que no son todos, pero sí una gran mayoría de la población. Junto con esto, también hemos deteriorado nuestra capacidad de expresión; decir lo que sentimos e identificar nuestros sentimientos. Así, realmente no logramos conocernos a nosotros mismos, a nuestro "yo interno", debido a nuestro corto vocabulario para describir nuestras emociones, sentimientos y sensaciones. Al final, gastamos más energía en tratar de describir un sentimiento que en ocasiones tan solo una palabra, en específico, podría describir. Del mismo modo, se va perdiendo la empatía, ¿cómo sabremos lo que siente el otro? ¿Cómo sabrán los otros como nos sentimos? Lentamente vamos perdiendo la capacidad de relacionarnos con otros al no poder describir la manera correcta y expresarnos, poniendo límites tanto al mundo externo como a nosotros mismos. Por último es necesario mencionar la pérdida de libertad sobre nuestras vidas. Como fue mencionado anteriormente, estamos tan inmersos en nuestro mundo tecnológico, este mundo que sentimos que domina nuestras vidas y que tenemos que estar pendientes de él a cada momento. Nuestras vidas ya no son privadas, publicamos todo lo que nos sucede en línea para que todos puedan verlo. Lo que en consecuencia causa que personas que muchas veces no consideramos amigos, incluso podríamos llamar desconocidos, sepan más de nuestras vidas privadas que nuestros amigos más cercanos. Hemos perdido la capacidad de comunicarnos frente a frente, este elemento crucial para llegar a conocer a alguien de manera más profunda, y también de gozar de nuestro entorno y darnos cuenta de lo que está sucediendo a nuestro alrededor. El ejemplo más claro de esto, que aparece en un artículo del diario The Telegraph, es la construcción de vías peatonales para personas que están mandando mensajes de textos. Funcionan de la misma forma que las ciclo vías, donde tenemos dos direcciones de tránsito en la cual solo hay que caminar en forma recta sin preocupaciones de perturbar a los demás. Las cuales han sido implementadas tanto en Antwerp en Bélgica, como en China. (Chazan, 2015) Se desconoce si son parte de una intervención social o si fueron implementadas con la intención de ser usadas. Pero esto nos ejemplifica de manera bastante clara como el ser humano ya no se relaciona con su entorno. Finalmente podemos concluir, a través de los argumentos y evidencias expuestos anteriormente que, a pesar de sentimos que la tecnología nos brinda comodidad y beneficios en nuestro andar diario, deteriora nuestras relaciones sociales. Pero por sobre todo con las personas que están presentes frente a nosotros. Somos una sociedad dominada por el uso de celulares, computadores, tablets, etc. donde estamos pendientes todo el día de ello. Hemos cambiado nuestra forma de escribir y de hablar, la comunicación cara a cara se nos hace cada vez más complicada, así lentamente distanciándonos de la realidad. La relación existente entre el uso de mensajería instantánea y la calidad y capacidad de escribir nos demuestra como comenzamos a desconocernos. Y por último la perdida de libertad sobre nuestras vidas al estar constantemente conectados, sin darnos cuenta de nuestros entornos y la posibilidad de valiosas oportunidades que se nos presentan y dejamos pasar por estar demasiado inmersos en nuestro mundo tecnológico. Referencias: Chazan, David. 2015. Antwerp introduces 'text walking lanes' for pedestrians using mobile phones. Paris: The Telegraph. Disponible en: http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/europe/belgium/11674215/Antwerpintroduces-text-walking-lanes-for-pedestrians-using-mobile-phones.html (Traducción de la referencia por Thomas Foot) Jáuregui, Ramón M. 2008. El problema de la ortografía. Venezuela: Revista Educere: 625627. Disponible en: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/26319/1/articulo22.pdf Rosen, Larry. Chang, Jennifer. Erwin, Lynne. Carrier, Mark. Cheever, Nancy. 2010. The Relationship Between “Textisms” and Formal and Informal Writing Among Young Adults. USA: California State http://crx.sagepub.com/content/37/3/420.short (Traducción de la referencia por Thomas Foot) University. Disponible en: