Sociedad Iberoamericana de Información Científica En la Práctica Clínica, Algunos Antihipertensivos son Mejor Tolerados que Otros Agentes de la Misma Clase Resumen objetivo elaborado por el Comité de Redacción Científica de SIIC en base al artículo A Retrospective Audit of Prescribing Suggests Antihypertensive of the Same Class Have Different Tolerabilities del autor Baqir W integrante de The Village Green Surgery, The Green, Reino Unido El artículo original, compuesto por 5 páginas, fue editado por Pharmacy in Practice 17(8):282-286, Nov 2007 La tolerabilidad a un determinado agente es un factor decisivo para asegurar la continuidad del tratamiento antihipertensivo, sobre todo si se tiene en cuenta que la enfermedad en general es asintomática. Introducción En 2006, la British Hypertension Society y el National Institute for Health and Clinical Excellence (BHS/NICE) establecieron pautas para el tratamiento de la hipertensión arterial (HTA). Según estas recomendaciones, los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA), los antagonistas de los receptores de la angiotensina (ARA) y los bloqueantes de los canales del calcio (BCC) representan las opciones de primera y segunda línea para el tratamiento de la HTA. Los diuréticos tiazídicos están recomendados como terapia de primera línea en los pacientes de más de 55 años o los sujetos de origen afrocaribeño o como tratamiento de segunda línea en combinación con los agentes que inhiben el sistema renina-angiotensina o los BCC. La continuidad de cualquier terapia antihipertensiva es un factor esencial para lograr el objetivo deseado; en este contexto, la tolerabilidad tiene una influencia decisiva sobre la adhesión de los pacientes al tratamiento. Los efectos adversos representan una causa importante de interrupción, más aun en el caso de las enfermedades asintomáticas, como la HTA esencial. Las recomendaciones del BHS/NICE no especifican la droga de elección de cada clase y aunque todos los fármacos disponibles se asocian con determinados efectos adversos, el perfil de seguridad puede ser distinto para cada agente. El autor señala que en su institución estas recomendaciones se siguen desde hace tiempo y se lleva un registro farmacológico para conocer las características del tratamiento antihipertensivo en todos los pacientes. En esta ocasión, efectuó una evaluación retrospectiva para definir el patrón de prescripción de los agentes antihipertensivos. La investigación tuvo por objetivos identificar el perfil de prescripción, conocer los agentes más utilizados en los pacientes con diagnóstico reciente de HTA y valorar la tolerabilidad de los fármacos pertenecientes a las cuatro clases recomendadas. Métodos La revisión de la base de datos farmacéutica y de las historias clínicas permitió establecer la prevalencia de HTA según la edad y el sexo y cuantificar tres aspectos fundamentales: la cantidad de pacientes con HTA en el sistema computarizado, las cifras de presión arterial registradas en los últimos 9 meses y la cantidad de pacientes con presión arterial de menos de 150/90 mm Hg. El algoritmo de búsqueda incluyó la identificación de todos los pacientes con HTA (código READ G2), de los agentes antihipertensivos utilizados por estos sujetos, de los fármacos empleados en los últimos 18 meses, y la evaluación de los factores que motivaron la interrupción de la terapia, en casos particulares. Una búsqueda posterior permitió conocer las nuevas prescripciones de IECA, ARA, BCC y diuréticos y la persistencia o la interrupción del tratamiento. El estudio consideró los pacientes que comenzaron la terapia antihipertensiva en los últimos 18 meses y la dosis inicial del fármaco. Resultados El análisis inicial permitió identificar 1 507 pacientes con HTA, lo que representó el 14.6% de la población asistida en la institución (10 297). El mayor porcentaje de HTA en ambos sexos se registró en el grupo de 60 a 79 años. El 90% de estos pacientes (n = 1 355) se había realizado un control de la presión arterial en los últimos 9 meses y el 72% (n = 1 090) tuvo valores por debajo de 150/90 mm Hg. El 9.1% de los 1 507 sujetos con HTA (n = 137) no recibía agentes antihipertensivos; el 90.9% restante se hallaba bajo tratamiento farmacológico. El 35.5% (n = 487) recibía una droga, el 41% (n = 559), 2 fármacos, el 18% (n = 252) tenía prescripción de 3 agentes, el 5% (n = 65) recibía 4 fármacos, el 0.4% (n = 6) estaba tratado con 5 drogas y el 0.1% (n = 1), con 6. Durante los últimos 18 meses, 453 pacientes habían comenzado la terapia antihipertensiva con al menos un fármaco de las cuatro clases recomendadas por el BHS/NICE (IECA, ARA, BCC o una tiazida). En todos los casos, el tratamiento se inició con las dosis establecidas para cada droga, según el protocolo correspondiente. En un paso posterior se identificó el porcentaje de pacientes que abandonó el tratamiento con cada uno de los diferentes fármacos en los 18 meses previos. Los BCC fueron los agentes más prescriptos en los pacientes con HTA de reciente diagnóstico (43% de los casos); con menor frecuencia se utilizaron IECA (33%), diuréticos tiazídicos (13%) y ARA (10% de los pacientes). Asimismo, el tratamiento con BCC fue el que con mayor frecuencia se interrumpió en los pacientes con HTA de reciente diagnóstico (29% de los casos con prescripción reciente de BCC); siguieron en frecuencia los diuréticos (19%), los IECA (17%) y los ARA (11%). En ocasiones, la terapia se interrumpió por motivos no relacionados con la tolerabilidad de los antihipertensivos. En otros pacientes, el fenómeno obedeció a que dejó de ser necesario el tratamiento, mientras que en algunos casos fue atribuible a los efectos adversos específicos –edemas, tos, trastornos hidroelectrolíticos y otros efectos secundarios–. Discusión Los resultados de la presente investigación reveló una variación sustancial en los índices de interrupción del tratamiento con diferentes agentes antihipertensivos y en los factores que motivan dicho abandono. El lisinopril fue el IECA mejor tolerado en comparación con los otros agentes de la misma clase (perindopril y ramipril). El índice de abandono por efectos adversos fue del 9.1% en los pacientes tratados con lisinopril (6 de 65) en comparación con el 16.4% (13 de 80) entre los asignados a perindopril y con el 20.0% entre aquellos que recibieron ramipril. La tos resistente al tratamiento fue el efecto adverso que con mayor frecuencia motivó la interrupción de la terapia. Nuevamente, el índice de abandono por tos fue mucho más bajo entre los sujetos que recibieron lisinopril en comparación con aquellos tratados con perindopril o ramipril (4.6%, 13.8% y 20.0%, respectivamente). Sin embargo, añade el experto, cabe mencionar que el número de pacientes tratados con ramipril fue escaso: sólo 5 sujetos. Los BCC fueron los fármacos antihipertensivos más utilizados en los pacientes con HTA de reciente diagnóstico. El autor comparó los dos agentes más comunes en esta clase: la amlodipina y la lercanidipina. El 25.4% de los sujetos tratados con la primera, en comparación con el 11.1% de los que recibieron lercanidipina, interrumpieron el tratamiento por la aparición de efectos adversos: el fenómeno fue 2.3 veces menos común entre los pacientes que recibieron lercanidipina en comparación con los tratados con amlodipina. Esto demuestra claramente que la lercanidipina fue mejor tolerada que la amlodipina. Al evaluar los motivos que obligaron al cese de la terapia, se constataron diferencias sustanciales entre ambos fármacos. Sólo una minoría de los pacientes de los dos grupos refirió náuseas, irritación cutánea, calor en las piernas o mareos. En cambio, el edema maleolar fue el efecto adverso que con mayor frecuencia motivó la interrupción del tratamiento con ambos agentes. El 14.9% de los sujetos tratados por primera vez con amlodipi- na, en comparación con el 3.9% de aquellos que recibieron lercanidipina, abandonó el tratamiento por edema maleolar. La observación del mejor perfil de tolerabilidad de la lercanidipina en comparación con la amlodipina (una incidencia de edema maleolar 3.8 veces más baja) coincide con los resultados de estudios previos, añade el experto. Las nuevas recomendaciones relacionadas con el tratamiento de la HTA de reciente diagnóstico seguramente modificarán el patrón de prescripción de los fármacos antihipertensivos en los próximos años, agrega el especialista. Sin duda, el uso de los BCC, los IECA, los ARA y los diuréticos se incrementará. La continuidad del tratamiento depende casi con exclusividad de su eficacia y su perfil de tolerabilidad, añade. Este último factor tiene una importancia decisiva en el contexto de las terapias prolongadas. La tolerabilidad es uno de los aspectos que merece mayor análisis en el momento de optar por un fármaco determinado. En este sentido, los hallazgos de este trabajo revelan diferencias sustanciales entre los fármacos de las cuatro clases de antihipertensivos. Por ejemplo, las observaciones sugieren que la lercanidipina es preferible a la amlodipina, ya que se asocia con un índice más bajo de interrupción de la terapia, especialmente en relación con la aparición de edema maleolar. Asimismo, los datos indican que el perindopril se asocia con más frecuencia con tos, respecto del lisinopril. En otras palabras, en la práctica, ciertos agentes en cada clase de fármacos antihipertensivos se asocian con mejor perfil de tolerabilidad. La investigación también pone de manifiesto algunos puntos que merecen mayor análisis y estudio. De hecho, el 64% de los pacientes recibía más de un fármaco y el 41% estaba tratado con 2 agentes. La utilización de más de un fármaco antihi-pertensivo puede comprometer la adhesión del paciente al tratamiento. Sin duda, los futuros trabajos prospectivos serán de gran ayuda para definir mejor estas situaciones y para identificar otros posibles elementos que pueden contribuir al cumplimiento de la terapia, concluye el experto. Copyright © Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC), 2009 www.siicsalud.com