LA JUVENTUD NO TIENE PROBLEMAS "DELICADOS"... Dirijo el teatro Bartok de Budapest, el único en Hungría que se dirige exclusivamente a niños (Aunque hay algunos teatros de provincias que dan más y más obras para público infantil). El teatro Bartok quiere aprovecharse de su posición especial y aspira a convertirse en el teatro-estudio central de las obras destinadas a los niños y a los adolescentes. En este momento trabajamos para dos grupos de edades: Los pequeños de seis a diez años y los muchachitos de diez a catorce. En breve el límite superior llegará a dieciocho años para dar hasta esa edad a todos los jóvenes una educación estética y política homogénea. ¿Cuál puede ser, según nuestra opinión, la base común a estos tres grupos de edad? . En primer lugar es necesario mencionar la influencia paralela y complementaria que ejerce el teatro en el plan de educación. Para los niños más pequeños utilizamos obras poéticas de magia y de hadas, más tarde les ofrecemos obras sobre un hecho histórico o adaptaciones de obras clásicas, más estrechamente unidas a los programas escolares. Es importante decir que representamos también obras sobre acontecimientos contemporáneos. El conjunto de nuestro repertorio está encaminado a ofrecer a la juventud ideales, dentro de una presentación artística, interesante y atractiva. Atribuimos una función importante a la música. Es cosa notoria que la juventud de hoy —¡desde los niños de seis años! — adoptan la música como su segunda lengua materna. Es por eso que el espectáculo teatral debe ir unido a una interpretación musical de calidad. También nos parece esencial el lado espectacular de la representación puesto que el sentido de la vista está en los niños menos desarrollado que el sentido auditivo. Procuramos interesar en nuestros trabajos a muchachos que han hecho las Bellas Artes para mejorar el gusto de nuestro público. El decorado es una creación que depende de las bellas artes aunque boy día se contenten con facilidad los escenaristas en colocar unas feas manchas grises o negras. Queremos también establecer contactos extrateatrales con los jóvenes, sobre todo en el marco de círculos de amigos del teatro o de programas libres de pioneros pues ambas cosas ofrecen buenas ocasiones de educación teatral. En lo que concierne a los espectadores de diez a catorce años, nosotros procuramos mejorar la elección de los asuntos o temas y dada la aceleración con que hoy día se vive y viven los niños procuramos presentar problemas de ética que, hace quince o veinte años, hubieran parecido inimaginables para un público de esa edad. Por eso es por lo que buscamos obras inspiradas en la vida de los "teenager" (12, 14 años ...). Por lo que se refiere al tercer grupo, el de los jóvenes de quince a dieciocho años, el empeño desborda la sola competencia de teatro para la juventud. Nuestros - 2 7 - teatros para adultos, sobre todo el teatro nacional de Budapest, dan ciertos espectáculos para la juventud. Sin embargo las obras clásicas solas no son suficientes. El teatro no sólo debe instruir sino también educar. Son precisamente los jóvenes entre catorce y dieciocho años quienes no encuentran en el teatro, e incluso en las artes en general, sino muy raramente expuestos sus problemas específicos, la reflexión sobre su propia generación. Hay muchísimos problemas que les atañen directamente y no reciben respuesta sino en el periodismo y de esta forma el efecto emotivo causado en primer término por las artes falta y es particularmente peligroso ya que la personalidad se forma justamente durante este período, cuando los jóvenes encuentran y asimilan cuanto será el caudal de su existencia de adultos. Sin embargo, los jóvenes viven la realidad de todos los días, descubren las contradicciones más frecuentes, por ejemplo, las divergencias presumidas, o efectivas entre la realidad que les explican y la realidad tal como es, los problemas de la cotidiana existencia, el miedo a no poder conseguir un puesto bueno en la carrera futura, la incertidumbre en la apreciación de las actitudes morales, etc. Al mismo tiempo, los jóvenes se forjan ciertas opiniones sobre las normas sociales y morales en vigor y quieren saber la opinión de los otros sobre ellas. El teatro para la juventud debe, en todas estas cuestiones, tomar posición, en cierta manera. Sabemos muy bien que las verdades de la generación de los padres, los modelos que ofrecen los adultos chocan generalmente con la repulsa o la aversión de la juventud. Pero si reciben todo esto a través de su propia generación, dicho en un tono y con palabras que les son familiares, están dispuestos a aceptarlo. Ahora bien, en los espectáculos teatrales para adultos, el protagonista es casi exclusivamente un hombre de media edad. La pasividad de la juventud hacia el arte del teatro es un problema universal. Hay que suscitar en ella una actividad ya como público, ya como creadores. Pero ¿cómo hacerlo? . A esta pregunta se puede contestar ciertamente con ciertas innovaciones de forma; las últimas décadas bajo este aspecto, han aportado no pocos fenómenos nuevos y dignos de atención. Sin embargo, el verdadero punto de partida debe buscarse en la nueva dramaturgia contemporánea que lleva a cabo una armonía entre lo que afirma la escena y lo que piensa y siente la sala. Es con esta condición que el teatro podrá convertirse en el nuevo foro de la juventud, en donde ésta comprenderá y sentirá la necesidad y la importancia de su presencia en la comunidad que, sin ella, no podrá jamás construir la sociedad del porvenir. Al mismo tiempo y puesto que la juventud tiene tendencia a destruir las formas antiguas y a inventar otras nuevas, hay que dejar completamente libre el campo a las innovaciones tocando al género y a la forma, lo que quiere decir que podemos muy bien imaginarnos el nacimiento de formas teatrales mucho más libres, quizá veremos incluso algunas que no se parecerán en nada al espectáculo tradicional. Hemos hablado de nuestro público, del repertorio que se le debiera ofrecer, queda otra importante cuestión: ¿Cómo hay que representar para él? . El teatro debe tratar a la juventud de igual a igual, sin ningún afán didáctico e incluso sin ninguna veleidad de patrocinio. En la escena, no deben proclamarse declaraciones sino instaurar un - 2 8 - diálogo. No hay ninguna, o casi ninguna cosa de la que no se pueda hablar, para la juventud no existen problemas "delicados". No olvidemos jamás que la sala de nuestro teatro, del teatro de la juventud, está lleno de los que, en el año 2000 dirigirán nuestro país. Esperemos que serán para ello, más hábiles que nosotros. Nuestro teatro procura también rejuvenecer el proceso creador: busca en primer lugar autores, escenógrafos y actores que son jóvenes. Ponemos en escena muchas obras de debutantes, favorecemos los primeros pasos de los artistas jóvenes, sostenemos muy seguidas relaciones con la Facultad de Letras y nos hemos asegurado el concurso de varios jóvenes que parecen bien dotados y sienten interés por el teatro. También intentamos interesar en nuestras actividades a jóvenes interesados en las Bellas Artes. Todo cuanto acabo de decir vale en una proporción aun mayor para el caso de jóvenes escenógrafos de provincias. Les invitamos regularmente a colaborar para impedir que se hundan en la vida de provincia necesariamente más estrecha, más apagada. Y a los jóvenes comediantes les ofrecemos la posibilidad de hacerse conocer en la capital. Así contribuimos a hacer desaparecer la diferencia entre el arte teatral de la capital y el de las provincias. Interesando en nuestro trabajo a los autores jóvenes, realizamos igualmente un contacto permanente con la juventud en general. Me he dado muchas veces cuenta de que si las ideas, los problemas, el texto que se enuncia en la escena están vivos y son apasionantes, de una actualidad verdaderamente candente, poco importa la eventual imperfección de la construcción de la obra, tal o cual laguna de tacto profesional. ¡Que el tema, el mensaje sean verdaderamente cautivadores, que sepan retener la atención del público son las dos cualidades imprescindibles para el éxito! . Itsvan KAZAN - 29 -