MAQUIAVELO

Anuncio
MAQUIAVELO:
,
GEOMETRlA DE LA
,
REPUBLlCA
Ronerlo Garda ./url.l.do �
El e:c<llLdio y anúli�is de\.1aquiavdo
,;;;:
ha httbo (tooici()Jwlmcn!e a partir de FI prilJ(;ipe. Ésta es la oom
que ha r""il)l(lo mayur aLención ':/ ];1 qUto �()/nÚllm�!1tc se tm �o[t':idcrado
�u obm lündamental, Si" embargo, (kbe �efialflrsc q\l� su o:ra gran
obra, k,� T)i,w:w:I'OY so/m' !aprimera década di' Tttv L/vio, [lO dcslllnc"
ce
�!1 cuanlo
"
mit'-rb; y vig0r, aunque CIl tél1"ino.1 gcncraks haya
recibido siempre UilH ¡¡ie'nci6n llllld.,,-, m�!1or_ F� posible que un3 de
1 fI � razones más ;mpo¡; fintes para alead "" primor¡\ialmmte a 10 que �,C
dice en FI p,.i"ópc y �óJ()
;:,n
segundo lugar a lo que <,:,"nlicI1Cil 10.1
Discursos, �ea que "11 el primero es donde con muyor darid3<j ,e puede
encuntrar ju qu e la opinión popul al' concibe COIl1U maqui avel ;,mo, es
decir, cl 3 rtc d" gobernar o de akaIll.ar el podcrvaliéndGsc d" �"'1.1'-lui cr
medio o l"Cl,lr"o, �in reparar en ninguna mnsidemeión ni escrúpulo,
POI' el contrnrio, ,;e ha considerado tradicionalmellle que los TJi,I'C"''',"()S
(i�ncn
mlllO Gbjctivo fund¡¡¡m;nt.J1 acollsej�r a lo,; eiud�danos comu­
nes SObl"C h,< Illeiore� rnediGs de fundar, gobernar y con�erv¡¡r una
rt<públicu.
Pero esta dislin�ión es dcrla �ólo parcüilincnle, Eljuicio ql.,c se ha
di I'LlIdidG �obrc el primer libw C.I en términG� gt<nerales ",ln'cele), �in
"""bargo, no ¡m."jc dccir.lc 10111i STnG sobre el sq,'lllldo. 'l-'laquiav�1 o �c
ocupa en éslC fundamen!a11ll e.lllC de la.1 repúblicas por cielto, pt<w
•
D:.-op:H1.arnento d� Poi i(i,," y Cull urJ. l JA M -Xochi "" leo,
I �5
!
ROB ERTO GARCÍA JURADO
realiza también numerosos com entarios sobre el gobierno de los Plin­
cípados y sobre el gobi erno general de un Estado, sin distinguir en
muchos casos si se refiere a una fonna de gobi erno u otra. No obstante,
el punto de atención central de l os Discursos es el exam en d e ] a fun­
dación, gobierno y conservación de las repúblicas hecho a partir del
análisis de la organización y el desarrollo histórico de la repúb l i ca
romana, en cuya labor ocupó un lugar central ] a obra de Tito Lívio.
El análisis del gobi erno republicano a partir de la hi stori a de Roma
cumplía un dob l e propósito. El primero y más importante era el de
demostrar la utilidad y peliinencia d el método histórico. Como es bien
sabido, Maquiavelo consideraba que ]a historia no tenía una tenden­
ci a de cambio l i n eal , una evolución progresiva , sino que se moví a
en círculos, es d ecir, se repetía ineludiblemente a través de un des a­
nollo cíclico. Así, el estudio de l as causas, desanollo y consecuencias
de los acontecimientos del pasado brindaban enseñ anzas prácti cas y
p enni tí an fonnular máximas
p ara cualquier momento de l a hi storia
de la humanidad.
La certeza de Maquiavelo sobre su método histórico se debía a que
66
consideraba que la naturaleza humana no había regi strado cambio alguno desde los ti empos más remotos de la humanidad, es d ecir, a
p esar de las transfurmaciones económicas, sociales, polí ticas y cul ­
turales, su esencia se h abía mantenido i ntacta. Los hombres respon­
den si empre a los mismos apetitos, pasiones y temores. A partir de
esta noción, Maquiavelo pretendí a demostrar que el estudio de la es­
tructura y desarrollo de otras repúblicas del pasado, corno la romana,
p ermitiría entender mej or lo que acontecía a l as repúblicas itali anas
del siglo XVI.
El otro propósito era menos analí6co y más emotivo. Mediante el
estudio de la república romana se proponía tambjén evocar su grandeza,
destacar el espíritu cívico que animó su construcción y recordar su
posición preeminente en Europa. De este modo, lo que Maquiavelo
perseguía era alentar a los Estados italianos a recuperar es e p asado
grandioso y defenderse del acoso de l as potencias europeas, que inter­
venían en la p enínsula itálica con gran faCilidad.
MAQUIAVELO
�No obstante, debi do a la leyenda nebTfa que pesa sobre Maqui avel0
y a estas a spi raciones de alcanzar la unidad italiana, se ha prestado
poca aten ción a su concepto de república. Además, este ténnino ha
sido uti lizado de m aneras tan distintas y ambiguas a lo l argo de la
historia de l a filosofi a política, que es muy frecuente observar cómo
de sus tantas acep ciones no prevalece cl aramente ninguna: algunas
veces se le usó para designar una forma de gobierno, otras como sinó':'
nimo de Estado y otras como equivalente de la democracia.
Pero para Maquiavelo la república tiene una signifi cación cl ara y
precisa. En los Discursos se exponen ampliamente las caracterí sticas
de esta fonTIa de gobierno, desarrolladas en tomo a tres rasgos genera­
les: la constitución republicana, l a l ibeliad republicana y la virtud re­
publicana. El análi si s a través de estos rasgos permitirá mostrar l a
riqueza y el vigor de esta parte del pensamiento de Maquiavel0 tan
poco conocida.
La constitución republicana
En el mundo antiguo se di o una coincidencia m ás o menos extendida
en l a concepción de l as diferentes formas de gobierno . En términos
generales se aceptaba que podían dividirse en sei s tip o s . Sin duda
alguna la clasificación más difundida fue la de Aristóteles, que las
dividía en dos grupos, tres positivas y tres negativas. Las del primer
grupo l as l lamab a monarquía, aristocraci a y gobierno constituci onal,
y las del segundo tiranía, oligarquía y democracia. Con diferentes
variantes, esta clasificación perduró hasta el mundo moderno, pero a partir
de Maquiavelo adquilió fuerza la idea de una nueva divi sión, que di stinguía tan sólo dos formas esenciales, la república y el principado. C ada
una de ellas tenía sus correspondientes especies y subesp ecies, pero
en rcalidad su distinción no resultab a tan determinante, pues 10 funda­
mental seguía siendo l a separación de l as dos formas fundamental es. I
1 A través del libro de Norberto B obbio La teoría de lasformas de gobierno
en la historia del pensamiento político
se puede realizar una primera
67
RORFRTO GMlCL\
JTJRM)()
Posteriormente, j� otnl clilsiliea�jim qlIe dejó huella en la hislO1l"
del pensllmiento políti<:o lue la de Monte�quj cu, quien esl.ableció una
cllISlj"ClIClón tripmtita, rli.,¡ingLLiendo repúblic.
1, 11l01li!rqu.ia y tirania.
No obslante, liLe robre l"do a partir de la RevollIóón li'an�e.,a y del
resto dc las reVülllCiollcs hurgue:¡!ls curopea� qu.c la dw'illC<Kión de
gOhl eme.," se rcd,Üo 11 u.cvume!lte a d os lipo�. En I.anlo que en 111 mayo"
pmtc de ",las re"o11Ici()nl'S no se hada di�ti[]ci ,,.., entre monarq lIill y
tirania, ¡1l1es se consülerahil q ue todo golJleluO lImpe.rsonnl era ne<:e.'II­
riamente tiránico, s� ¡JJlimdió rilpidal11enle la idCfl de q u.c sólo existían
en la realid¡¡¡] dos posibilidades: que el &lado
se
goberl'lanl �om() rc­
ptíblÍ<:a O <:01m\ monarquía, &tfl última era necc.,arial11ente riránica;
represcntab1l 'Io.; exceso' 'nás dete,H"bl es del pc><ler ah"ohllo, y ,iem­
pre estaba dispue"ül fl d cr"nder los pri vikgios y flbu sos de los sntig\lo�
cslamelllOS lilllrlfllcs, a menos 'l"e se 1 c "'.>metiera al imperio d" la le.\-'
y el parlmnenlo, lo 'l "e en realidad �ignitÍ<:aha anlIlar O'US fncultade>;
gubernsrnenl1l1es tradicwnales, En contraste, se mrihuía lilas repú'hli­
t·as ]¡IS caractelistieas contrarias, ró�to es, un gobierno me.)dnado y re�­
pei.l1oso de I os hombres y, .wbre todo, hmdooo en ]¡I plena igualdad dc
hS !
lodos los ll1t.egnlllte� del F,.,tndo.
De �te modo, rón cl mundo moderno la repú'blicfl rcprcsentó esCllciahmmw lIn gobierno 1ISmtado en la igllflldfld, Las revoluciones bur­
gUCSflS y la .«)<:iedacl posrcvoll1<:ionmül cnarbolaron la divisn dc ,\na
'Ufllcs, de
,oei edfld de ig"aJe� pma contraponed a a la soeicdfld de dcsib
privilegios y �� cndones del mundo Icu.dal. Era Ulla consigna efe.:;liva
para convocar " un IIlllplio e.'pcetro de scdorcs sociales eT1 contra del
fllltigl.lo régimen, y aunque se trat�ba obviamente de UlHl ig\lfll dad vá"
lid fl >úlo en cierto., a,pcdos, ,1I n()vcdad y lfls pos;b;li dade.' '1 u.e con
ellrt se ahlÍan la hadan mu.y seductora.
Así, las jdca� republicfllJas sc irlenlir,carOtl direclalllcme con las
idea� igualitari a.�: la ib
'Ualdad social reque.ría necesariamente una fOllna
de g()bierno rq1l1blicfma. No oostfmte, IXlCO a poco, el �onceflt() rl�
armx;maci(m a este tema, ya qU(: ekscrilx, dc m'lllma general las pdl\�irales
koría, '1"" ,obr� esla m�le[';� se han l-om",lado,
MAQUlAYELO
repúblíca fue sustituyéndose por el de democraci a, el cual tenninó al
final suplantándolo de modo absoluto .2 Pero en este tránsito se perdió
una distinción esencial . La democraci a moderna se construyó de ma­
nera gradual, com enzando por asegurar un número limitado de dere­
chos individuales y de aspectos sociales en los cuales privasen criterios
igualitarios, a lo que sigui ó un proceso de expansión y ampliación de
estas esferas, 10 cual conduj o a pensar en muchas ocasi ones que tal
tendencia evolucionaría de una m anera incesante, hasta llegar a una
sociedad donde privara la igualdad absoluta. Sin embargo, el concepto
tradicional de igualdad republicana no era el de la igualdad absoluta,
la igualdad asociada a la democracia. Mientras que en ésta no se estable­
cían diferencias substanciales entre los ciudadanos, en la primera tal
diferenci ación constituía un aspecto esencial de su funcionamiento . 3
Así, para Maquiavelo l a república signifi caba mucho más que sólo
i gualdad. La igualdad era un ingrediente importante ci ertamente, pero
al mismo tiempo la distinción entre los ciudadanos era vital.
Maquiavelo considerab a que ]0 que distinguía a la república era su
régimen de igualdad y 1ibeliad, así como la virtud de sus ciudadanos.
P ara comenzar, exan1inemos lo que entendía por igualdad. Es necesario
destacar que no se trataba de una igualdad simple, aquella que Mosca
consideraba vulgar porque igualaba a los hombres hasta en las penas
y el sufrimiento. No se trataba pues de una igualdad que estableciera sus
parámetros a partir de un criteri o numérico, aritmético, que tratara
igual a cada ciudadano por tratarse de "uno"; no, para Maquiavelo la
república pelmitía estab lecer un régimen en donde privara un a igual­
dad complej a, una igualdad que tratara igual a los iguales pero reco­
nociera a los desigual es, atendi era a la diferencia entre el mérito y l a
mediocridad, distinguiera 1 a virtud del vicio, el vigor d e la moli cie; se
2 En
Teoría de la democracia,
Giovanni Sartori explica cómo se dio el
tránsito conceptual entre estos dos modelos; de la república a la democracia.
3 A través de1 liberalismo del siglo
XIX se conservó la idea de la diferen­
ciación de los ciudadanos, pero poco a poco fue perdiendo fuerza hasta
disolvers e completamente. Cfr. José Guilhenne Merquior, Liberalismo viejo
y nuevo, 1988, México, FCE.
69
ROBERTO
GARCÍA JURADO
trataba sobre todo de una igualdad geométri ca, aquella que concibe
que el Estado está formado por distintas p artes, cuyas funciones, ca­
racterísti cas y tareas son claramente disti ntas .4
A esto se refiere Maquiavelo cuando habl a de una república b i en
ordenada. No se refi ere a que prive una igualdad absol uta entre sus
ciu dadanos, sino a que l as diferentes partes del Estado ocupen el sitio
que l es corresponde por mérito y función.
Esta concepción orgánica del Estado, donde cada una de sus partes
tiene asignadas funciones específicas, parece una n oción totalmente
rebasada, anacrónica y distante. Rousseau, por ej emplo, no aceptaba
la existencia de cuerpos, organizaciones o asociaciones que intennedia­
ran entre la sociedad y el Estado, pues el recuerdo de las corporaciones
feudales hacía suponer que cualquier tipo de organización soci al cris­
talizaría la desigualdad entre los ciudadanos. Así, la imagen del Esta­
do moderno y p arti cul armente de la democracia se construyó baj o
este supuesto, e s decir, la creación d e u n a ciudadanía inclusiva e indi ­
fercnciada.
No obstante, la transición del Estado feudal al moderno no signi fi có
70
l a abolición de las corporaci ones sino el tránsito de un tipo de sistema
corporativo a otro; de una sociedad estamental a una de organizaciones.
El organismo del Estado moderno no posee la estructura del orden
estamental medieval , sino la de un pluralismo corporativo extenso y
compl ejo, pero que al igual que su predecesora tiene una lógica y diná­
mica intema, esencial para la interacción política.
4 Ludovico S ettala 10 expresa de este modo: " La verdad es que la i,b'Ualdad
que se debe mantener en la república no es una igualdad aritmética en el
sentido de que los cargos y las magistraturas se distribuyan sin tener en
cuenta la cal idad de las personas; este tipo de igualdad 110 es favo rab l e a la
conservación del Estado, porque no todas l as personas son adecuadas para todos
los cargos; la igualdad debe ser geométrica, o sea, que los nombramientos y la
asignación de los cargos se efectúa considerando la condición y cali dad de
l o s c iu da dan os La di ferenc i a entre la república común y la democracia
.
consiste en esto; que en la dem ocrac i a se apli c a la di stribuci ó n ari tméti ca
y en la otra la geométrica. " La razón de EstaClo, Madrid FCE, p. 1 73 .
,
,
MAQU1AVELO
Sólo la fi cción con la que en muchas ocasiones se cubre al Estado
modemo pem1ite observarlo como una gran masa de ciudadanos discer­
niendo y deliberando aisladamente. De ninguna mancra podría fun­
cionar así. En todos los Estados mo dernos se apreci a una extensa red
de partidos, organizaciones y asociaciones cuya existencia no es sólo
tolerada, sino deseada y requerida, pues, como antaño, tienen funciones
estatales específicas. 5
S iguiendo esa anti gua doctrina de la concepción orgánica estatal,
Maquiavelo establece que la república está fonnada por tres partes: el
pueblo, los nobles y el principe. Reconoce que existen repúblicas domi­
nadas por uno de estos tres el emento s, en cuyo caso se trata de repúbli­
cas democráti cas, aristocráticas o monárquicas, respectivamente. Pero
en caso de que no operen justamente y estén cOTI"ompi das, entonces
deb erán denominarse repúb licas de licencia, oli gárquicas o tiránicas,
todo esto de acuerdo con los principios que estableció Aristóteles. Sin
emb argo, Maquiave10 señala que las repúblicas de este tipo tienen
una vi da efímera; su basamento exclusivo en sólo uno de los componen­
tes l as conduce a un acelerado proceso de desgaste y agotami ento. P ara
remediar tal degeneración, 10 que propone es un régimen mixto, que
combine lo mej or de la monarquía, la aristocraci a y la democracia, de
acuerdo a los conceptos de los antiguos, o 1 0 mej or del pueblo , los
nobles y el príncipe, para expresarlo en lo s ténninos que prefiere
Maquiave1o .
5 L a comp ara ci ón
n o es sencill a , pues no s e acostumbra establecer tal
paral elismo entre ambas estructuras. Tal vez e xistan diferencias entre una
y otra que deban adv erti rse sin emb argo una cons iderac i ón detenida puede
,
,
mostrar similitudes notables. De hecho, si se examinan con este espír itu los
s iguientes textos, se podrá comprender mej or la i dea : Louis TIartz, "Dem o­
cracia: ima gen y realidad", en La democracia en la actualidad, W. Chambers
y R. Salisbury (comps.), 1 967, México , UTEHA; Robert Dahl, Los dilemas
del pluralismo demo-crático, 1 99 1 , M éx ico CONACULTA-Alianza edi­
torial; Joseph Shump et er Capitalismo, socialismo y demo'cracia, 1 98 3 ,
B arcelona, Orbi s
,
,
.
71
ROBERTO GARCÍA .nJRADp
El pueb l o , el componente más numeroso, ofrece contribuciones
negativas y positivas. Comúnmente se ha creí do que Maquiavelo l o
despreciaba y denigraba s i n ni ngun a consideración . Una gran canti­
dad de comentari stas y críticos han dado esa im agen di stors i onada y
parcial , contribuyendo aSl a
o scurecer su teoría.
Un libro tan popul ar
como el de Maurice Jolly, Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y
MOlllesquieu, puede servir de ej emplo para mostrar con qué desatino
6
se ha interpretado su pensami ento . Es necesario señal ar que, en efecto ,
en repetidas ocasion es se refiere a la vil eza y mediocri d ad popul ar,
pero en muchas otras se expresa con calificativos igu almente duros
del
prín cipe o de los
nob l es .
Para Maqui avelo l a multitud reunida e ínfonnc n o tenía ninguna
util id ad ; sin j efes no servía para nada: nada habia más inconsistente,
vol átíl e impredecible que el pueblo
reunido . A ese t emp eramento
inconstante es al que deben atlibuirse los di sturb i o s y desórden es
gobi ern os populares, ya que ambicionando l a
po s i ción , riqueza y p restigi o d e los mej or colocados, el pu eblo no
reconocí a ti-eno para el d eso rd en, pues cual qu i er camb io o inestabili­
característicos de los
72
dad le favorecería.
No ob stant e, si el puebl o reun ido tendí a a equivo cars e, de manera
ai s l ad a y en el examen de detenninados asuntos particulares no erraba,
6 En este libro, Jol l y ll ega a poner en boca de Maquiavelo la expresión d e
¡ Báscula constitucional maravillosa! para referirse así de manera irónica y
mordaz a la división de poderes que ha hecho clásica Montesquieu, dando
a entender que tal disposición era simp lemente un artefacto para disimular
las verdaderas intensiones del príncipe, esto es, las de concentrar el poder
de manera absoluta. De acuerdo a ello, Maquiavelo no tomaba en serio las
posibil i dades del gobierno mixto, pues tal como lo presenta Jolly, era sólo
una cortina de humo. A este respecto, no hay que perder de vista el tono
irónico y jocoso con el que está escrito el l ibro, por lo que no se le puede
tomar con absoluta seriedad, p ero también es necesario señalar que ese tipo
de nociones s ob re él son las que se han difundido con más vigor y las que
p elmiten concluir que nada de lo que decía era franco y sincero, sino envuelto
en dob leces y celadas.
MAQUIAVELO
de hecho, podía tener un m ejor juicio que los nobles y el príncipe .
Maquiave10 dice que en la designación de los fun ci on ario s públicos
nOffilalmente el pueblo elegía mejor que el prín cipe, es decir, el equi­
po de gobierno al servicio del monarca podía ser mucho más útil siendo
dcsignado democrátícamente.
Más aún, en uno de los pasaj es que ha sido citado profusamente
para acreditar el espíritu republi cano de Maquiavel o, éste llega a decir
que el gobi erno popular es mejor que el real y que es m ás ad apt abl e y
duradero . Explicaba que el gobierno popular es mejor que el real porque
si los excesos de la multitud causan desorden, los del príncipe pueden
conducir la república a la ruina. Además, un régi men republicano es
más fl exible que el real porque, si está b i en ordenado, ti ene la capaci­
dad de que sus partes se adecuen y reaj u sten más fáci lmente entre sí
para encontrar un nuevo equilibrio , algo que es muy dificil que logre
el p rínci pe cuando gobierna autocráti camente, pues no es sencillo que
cambie el ánimo y disposi ci ón de su propio fuero interno . 7
Sin embargo, ninguna repúbl i ca puede exi stir sin hombres que
sobresalgan y se distingan del resto de los ciudadanos, cuyos atribu­
tos excepcional es forman el conjunto de lo quc Maquiavelo llama los
nobl es . No obstante, estos nobles deben destac ar por sus propios mé­
ritos personales y no por la riqueza o los títulos nobiliarios heredados.
No son los títulos los que honran a los hombres, sino los hombres
q ui enes honran a los títulos.
Maquiavelo critica con mordacidad a l o s hombres que fonnan pmte
de los nobles y cuyo único mérito es di sfrutar de l a riqueza acumulada
por sus ancestros, lo que les permite vivir de l a especulación y en l a
más absoluta improdu ctivi dad . Para comprender mejor esta descahfica­
ción debe considerarse que Maquiavelo observaba el c omportmn iento
de las ol í garquí as italianas de entonces, cuya especulación comercial
7 El mi smo IsaÍah Berlin pierde de vista la dÍstinción que hace Maquiavelo
entre república y principado, ya que generaliza diciendo que su pensamiento se
caracteriza por proponer la centralización incondicional del poder político. Cfr.
"La originalidad de Maquiavelo", en Contra la corriente, 1 983, Méx1cO, FCE.
73
nOULKIO (;."KcíA IUKADO
y f'inanClen\ no sólo corrompía las C()�tumbres Cn el interior dc Ii!o
rcpúbl ic.�c" �1ll0 que adcmás k> gcncraba innul\1crabks problema" en
sus relacioncs con 01 cXkrior,"
PL'fO la función o:¡uilibranlc dc los nobles crJ. msu,tituib1c. � lt cflpJci­
dad para fungir como ejcmpl o y modelo para el re" lo de los ciudadanos
con�(ituyc �I mOlOr más vigom¡;o de la vi,la rcpubI i",m'L Adcmás, su
nmLiúL1 militar cs il\1p,-e�cindibl e, pu e:'< son lo;; jclü y ü\l1ducl ores de
la miliL-ia r�publicaL1a, ya que sin su mando cl cjÓT1(0 .,e convicrtc cn
una ma�a ini'ormc.
El pnncipc, paradóji�'Irnellt�, e:'< l a pl�za �erl!ral dd cquilibrio rc­
publi cano. Mi CL1tr'lS el ret!to de las part.e, ,le la rcpúbliC¡I se l'¡Kuerllrc
,ano y en su po., ció" cOlTc>pondicnte, cI plincipe podrá cumplir �alis­
radoriamcnle e,
<;!a r�,pon�'Ibill elad, pco.-o cllumlo no sea a�í, .Ie OOIfom­
j1L1'á a�clcraelamcllie; ante' l a a",=�ia el" lr�no� �xtc[JlO, no reconocc
ningún limik y se �onvicrt,' entonce:'< cn el propullor de la ruina de III
rcpúblic-.a. Ivhlt¡uiavdo hm�-,\ Lllla sentcllc.ia inal:>dablc: son muy poco>
lo� príncipe:'< buenos y ,ahios_ A la inverf<a d" l-ilmcr, quien di,ía qm'
son pocos los reyc, malvadO>! y mu�hos los bondadoso�, MaquJHvclo
74 i
1
señalaba que el príncipe podia h¡¡ccr bkL1 a l a r�pública bajo l a -¡Iigi­
9
landa y celo d" los dcrn ás cOlnponCtlks,
El plínL'p� �stá llamado a fundar, COnSerVar f
' nutrir a I� república.
roara \1¡I'luiavclo la única lllan�ra dc fundar UIla rCj1Ública bi"n orclc­
nada e;; '1"" su constilllción sea obra d c un solo hombre, dc un prínópc
l'undador, arquikcto maestro eld eelifiLio con,titucional. Una de las
1lIayorcs ap<.lltilcioncs del príncipe se ellcu�ntm �n su �on¡rihllcióll
8 No seda prudente ,,'Ugmatizar hajo esta ,ol� "",(ell�i" ti la oli!,:"rqnIH d..'
la epoca_ Sil InnóÓ!1 en la actividad �conómica y social en el }kn"cimien­
ID �, ha.'L1nl'; compleja, Siu cmb."\rgo, ,i ¡mo:le aproc�u-,e cómO Mal)"iavoo
cr;liea �o",i"lmt,,"ente este ti ro rk �ornpflltamieuto, lte mnpli% ""dore,
oligárquico,_ Crr, ,\l[ro:l "011 Mmlin, Sudologia del renildm;ct!t(), 199S,
México, FCE,
, l'u contrH d" b opinión más difundida, M 3quiavelo no """ un dd"nwr a
ultranza de la mOllarq1¡ja y �l poder ahsolulO, como huoo tanto" ."ks y
tks¡nl(,s J� él, cuyos ejemplo, lípicos OOn Bexlino, Hobbe� y Filmer.
MAQUIAVELO
leg i s l ativa fundacional ; en dar unas l eyes tan apropi adas que no haya
necesidad de transformarlas a pesar del transcurso temporal , de los
aj u stes dentro de la estructura interna de la república y de las mudan­
zas del escenario i nternacional. Maquiavelo acude sin vacil ación al
ej emplo puesto por Licurgo en Esparta, no menciona la Atenas de
Sa lón, quizás porque admirara pro fundamente la vocación guerrera
de los espmianos, pero , en todo caso, no vacila al afirmar que ésa es l a
úni c a manera d e diseñar una república bien ordenada.
Pero el príncipe tiene también una importante función en la vi da
cotidiana de la repúbli ca. Su posición equi l i brante es evidente si se
observa que en l as disputas y controversias que se suscitan en la repú­
b lica en tomo a los asuntos púb licos sólo existen dos patiidos; el de
los nobl es y el del pueblo. El príncipe no entra en la disputa; para que
no se desgarre la repúb lica y se respete cierto estatuto en la lucha, el
príncipe deb e mantenerse fuera, vigilante, imparci al .
.
Ésta es l a fisonomía de una república bien ordenada. En ell a el res­
peto a la ley, la observancia de las buenas costumbres y la noción
correcta de la po síción qu e ocupa cada uno es indispensab le. De aquí
puede deducirse lo infundado de una enorme cantidad de comentari s­
tas que han atribuido a Maquíavelo la intención de fundar siempre un
poder absoluto, tiránico y malévolo. l O En muchas partes M aquiavelo
hace alusión a la utilidad de gobernar un Estado mediante una u otra
fOnTIa de gobierno, señala, por ej emplo, que ahí donde l as costumbres
se han corrompido, las l eyes quebrantado, las multitudes desbordado
y los magnates subl evado , no hay otra manera de gob ernar que fun­
dando un reino, es decir, a través del poder absoluto, un poder que
tenga la fuerza para doblegar cualquier resistencia, cualquier desorden
y cualquier tentativa de suplantación. Por el contrarío, donde exista
10
El pequeño texto de Louis Gautier-Vignal Maquiavelo, 1 993, México
FCE, es una muestra de la incomprensión hacia el florentino, dado que no
penetra en el p en s amiento de Maquiavelo sino que se sitúa fuera, desde
donde lo critica y descalifica. Por ej emplo, hacia el final su gi ere una co­
nexión entre Maquiavelo y el totalitarismo, lo que es en verdad insostenible.
,
,
75
ROllFKm {¡ARdA ¡URADO
l.ma rcpllblica biell ordenada, no �:::'ll, �.s imposible el ¡xKicr cClllmlizooor
absoluto sino inútil; las otras dos panes de la repúhlica, lo, nohles y el
puehlo, conociendo su posición y disfl1ltando de los honorcs y bene­
ficios que les corresponden mlllca intmtarún suplan lar al principe ni
alterar el ordl11 para defendcr�e; el plincipe le� conlCnrú lo q ut mere­
cen Ellun régimen de este lipo a ningllll partido convendrá un cambio
de gobierno, al conlr�rio, se gu:nlarún de conse¡-,¡al' el que tienen,
en
vi sta de lo cll.!ll el príncipe no temerá por su posición ni lendrú necesidad
de rC<;lllTT a acdones ¡jr(Ulica� para cOll�a'varla
l\faqU;'lVelO admilaba la consti.tución de la república de Vene<:Ía,
D� h"c.ho, eJ e1l1.plificaba Cü11 ella el erdenanllOfllo e."n-edo de la repll­
bliea, ya <¡ucen ese b:stado el pueblo, los nobles yel príncipe tenían la
posición 'I"e les cOlTeo¡xl1ldía a través del Con.l'i"l/o Gro",":, el Senado
y ciD/Ix. La prueba d� Sll correcto oalen radicaba precisamente en S<l
durabilidad, el l"Ual se habia manlcnide casi intlldo deo,de mediado,;
del siglo Xlll, y quo le valió el nombre de
república s<'I"enisima. 11
Esta cOllsislCnt� estahilidad de los ESlados e� lo que Maquiavclo
i portantes de su correcto
cOIlsidcraha uno ue 1 os r·ines e�plícitos mús m
76
ordcnmnicnto i nknot_ A 1 igual que AlÍstótcles, asumía que la �tabi­
lidad política era en ,;i misma llll v;llor; nada había mús dmlino que el
desordm, el desgohi�rno y la :wilrquja. l'or esta razón, cuando se tra­
taha de la conservaci ón del Estado, en muchas ocasiones llegó ajusti-­
flcar ex<;cpcionales mcdida� violelllas, ilegales u opresivas, 1 2 .b:n el
1 I Cfr, Fecb-;co Ch;.,hxl, ¡;:s(.'I'ilv,\',\'ulme elR"moc¡'",álo, i990, :';f�xi"", T'CP,
l2
En el le'<to citado, Berlin considen, yl1C para los teilricos d� In ¡-aLón {I�
T'.�l�do b, acc;olle, ,-cpmhablcs ,on �xcejlcio¡wh:B,
NI
[,mIo yue pam
'\b'lUü, I'do "lll 'IOrlllal�,. Pe", M aqnial'clo m;:;l1Io �s qu,,,,\ ,e �llc"rga de
,lesuK'1l.lÍr t,,1 ide�: "Ningún hOlUhr� ",bio cm�umrú �I cm1'l"" de �Igún
irnto e�tr�J'[uinario pa.r:¡ r,,,,dar un r<-ino n or!;" I1i.L�r l= 1'�púbIj ���
l'''>eo:lim
pero convie,,,, al r'lUld�dor yllC cuando el llecho lo ncu&c, el rc¡;ull�do lo
eXCll"": y ,i ""to �, hllcno, COIllO 'lJcediil con Rilnmlo, �iem�l'c ,� Ic "b",,,I­
veriL Digna de ce
nsura c. In violerlci" 'Iue ,le�truy�, 1)0 I� "iolencia yll"
recon�lru)'e, Dehe, ,in cm!.lIlrgo, �I l�!!.i"bdor 'cr prudmle y 'Iittth'f;O �ara
no d�jar (Uno hCI'C'lCia a olro la "" lorid'KI de 'Iue &C apodo"" IXJnjUC, ,iendo
MAQUIA VEI ,O
caso de la república, la fónnula de su conservación se encontraba en
la invariabilídad de su constitución, el respeto a la ley y el castigo
para sus infractores. Ésa era la única fon11 a de m antener el esquema
de convivencia entre las distintas partes de la república, que garanti­
zaba la plena igualdad ciudadana, y que era también l a condi ción in­
dispensable para el ejercicio de su libertad.
La libertad republicana
Los dos principios constitutivos que caractc11zan a l a república son la
i gualdad y la libertad. La igualdad debe ser un sistema complejo de
derechos, facultades y obligaciones, así corno un mecanismo de san­
ciones y recompensas, recriminaciones y reconocimientos, es decir,
la igualdad republicana no puede ser una igualdad democrática, insen­
sible ante la diferencia y la diversidad. Del mismo modo, la libertad
republi cana es un conj unto de instituciones y prácticas que permiten
la vida independiente del Estado, la autonomía de las partes integrantes
de ] a república y la integridad irrestri cta de cada ciudadano, es decir,
la libertad republi cana no puede ser una licenci a desbordada que no
reconozca límites, contenciones y responsabilidades.
A lo largo de los Discursos Maquiavclo no deja de insi stir en que la
libeliad republicana debe concebirse tanto como una libertad ante el
exterior frente al dominio de potencias extranjeras, como una libertad
en el interior del Estado, que permita a cada ciudadano hacer valer sus
derechos ante cualquier instancia. '3 Pero lo más impOliante es que no
las concibe de manera separada, es decir, que pueda disfrutarse de una
y carecerse de la otra, para él deben existir juntas, ya que una condilos hombres más inclinados al mal que al bien podría el sucesor emplear
por ambición los medios a que él apeló por virtud." Discursos sobre la pri­
mera década de Tito Livio, 1 97 1 , La Habana, Editorial de ciencias so ciale s .
13 Esta concepción dic otómi c a de la libertad es una de las características
de los hu m an i s tas cívicos del siglo XV. Cfr. Quent in Skinner, Los fimda­
mentas de! pensamiento p o lítico moderno, 1 993, México , FCE.
77
R( )flERT() (,ARdA .1 U]{AUO
dona " la olra: una n;j1úl,lica sin lioc1'tad CXl�n()r impli�a 'lu<; una
potencia �xlranJora domina al l'.stado, lamo en su �onJunlO �omo a
cada uno de lus ciudadanos de mancra indi vidual : de iguill manera,
UWI
rtp lLbli�a sin liherlad Hlt<w'TiGr se corrumpe autGmáticamente, �e
arruina de lOHm irrnJl�Ul�blc y picnle su fortaleza, En e
stas cOlldi­
�ionts, nü es �apaz de ddenler:':e y �\Kulllbe sin o!i'cttr resiSlcn�HI
anle el más d&hil asedio �,l�rior. 1 '1
P"ra Maqui"ve1o iampuco e� posihle et>ta ble<:er una distinción en d
interior dc la repúblka enlre libertad privada y politica, al ��tilo dc
'RenpmHl Cunsl:¡nt, 'l"" atribuía un� a lus nwdernos y la otra a lus
an liguos �in )m,il,iI idi�i ,lo; f\l�ión, Maquiavclu cr.,cihc que la libertad
repul,lican u ��iá compuesta lit ambas y no es posible separarlas, Una
dc las funciune� inCXCUSi¡hles de la autoridad pública .s sancionar
cl",lquier corduda de los mdividuos que af�cle interescs, pG�l'Siones
u palrimonio de olrus. A�í, plumea que ninguna repúl,lica pucde tok·
rar 'liLC se viole la ley sin que haya la correspondiente sanción: la
impunidad C�lrme las bases de la ;¡¡nist.ad cívica de furma irreparable.
Llega a (kcir que Jus ciudadunGs put'üen lGlcn¡,. el abu�o de una autu­
ridad púl,h�(l legi!ima, pero nun�a el que 11f()\�rne de una entidad pri­
vada. La mejor maocra de ink1'prelar e�(o no e, c.(msidenlnao que
Ju�li lic� el abuso del Esioou Silll) seííal3ndo el daí'in lJllC cau�a al ordUl
civil el no respetar IGS c�paci()s de la libertad plivada. A tal punlo sc
con�iacnl reprobable el abuso dd Estado, que MaqlLlavc1() insiste el1
'lue ninguna constitución repuhlicana puede care�er de la� via� I ega-
L
·' Jame, Burham ¡"mhitn ha ser'llado e,la con exión enlre lilxTLaJ in\"rior
y exterior, �:<Í cOmo ", mutu" ,kj>cn(kr>eia, Explica 'lu" en 1" �ullstn""ci(,n
,k [os p"ísc" ""rol)COI 8C ¡",bb ""guido el "'Lmillo ,le b ""Lllm1iza�i6n
n1unárqui,", por l� qUe lL�li" d"bía h,,�er lo llliSlllO si dcseal", e�i,ti" "Sí
,,,' e40s airo, raíi;C" b lTLOllar'lui" klbia ,ido el camino ,,,"ce,,,do I"'¡-"
�on.>lru ir la naci6n, �,a [arma dc g'obieL"l"Wl, según indico lvlaquiavclo. �m
l<xhvia mil., nc�es"ria �n llalia, porque: en e:,e pab la\ divi, io"eo; i>olíli�as
cran mi" ""'�nlu,,(b, p /,n.' maqu;"""lis/(I,\'. eh:!i'",,,,,,,,.,, d" 1" Iib,rli1d, 19,15,
Bueno, Aire" Fme:cé,
M AQUIAVELO
les apropiadas para que los ciudadanos se defiendan de l as acciones
públicas. 1 5
N o obstante, e n la preservación d e la libertad interior cada parte de
la república constituía una amenaza distinta, y al mismo tiempo un
fa ctor de conservación. Maqui ave10 consideraba que el pueblo era el
componente más tentado por los excesos: servía con sumisión y hu­
mildad o dominab a con insolencia y opresión. Los ciudadanos en mul­
titud no solamente perdían la capacidad del juicio detenido y meditado,
sino también la mutua confianza y fácilmente actuaban guiados por el
temor y la angusti a. 1 6 En contraparte, debido a que l a libertad es sobre
todo una costumbre, una fOlma de vivir, el suj eto depositario de ell a
es precisamente el pueblo, quien dentro del Estado practica y conserva
l as costumbres y tradiciones, y por la misma razón quien más enérgi­
ca y violentamente protesta cuando se pretende pasar sobre ellas. Así,
para hablar de libetiad, debe dirigirse la atención al tipo de costum­
bres de un pueblo.
Sin embargo, no era fácil elegir a quién debía encomendarse la
guardia de la libertad: al príncipe, a los nob les o al pueblo. Maquiavelo
escogió a los nobles, quizá porque encarnaban el conjunto de libertades dentro de una república, las cuales penniten que sus hombres más
ilustres se destaquen del resto, se conviertan en sus modelos y guías y,
así, doten de vigor y fuerza a las instituciones públicas. l 7 No obstante,
1 5 El clásico ensayo de Benjamin Constant La libertad de los antiguos
comparada con la de los modernos ha sido una de las bases sobre la que se
ha pretendido establecer una separación absoluta entre la libertad privada y
la política. No obstante, Maquiavelo muestra que, al menos par él, no existe
tal separación.
16
Los j uicios de Maquiavelo sobre la veleidad e inconstancia de la multitud
han permitido a limentar su fama despótica y mal vada, si bien no presentan
gran diferencia con los de teórico s de la sociedad de masas del presente
siglo, como José Oltega y Gasset y Karl M annheim, sobre quienes no ha
caído la misma reputación.
1 7 Aunque Maquiavelo
explícitamente se dec1arQ en favor de un gobierno
mixto que combinara lo mej or de la monarquía, la �ristocracia y la democra-
79
ROBERTO GARCÍA JURADO
tampoco podía entregárseles sin condiciones, dado que su ambición
podía rebasar su mesura, advirtiendo q ue la libertad era deseada por
distintos motivos en uno y otro bando : mientras los nobles, siendo
pocos, deseaban libeliad para mandar, el pueblo sólo l a deseaba para
vivir seguro .
El príncipe representaba una amenaza para la libertad siempre que
actuara sin obedecer a la ley y sin la contención de los nobles y el
pueblo. De hecho, Maquiavelo advertía sobre los riesgos de lo que
posteriormente fue llamado cesarismo . Este peli gro podía sobrevenir
cuando los nobl es y el pueblo se preocupaban más por defender sus
propios intereses que por preservar una legislación de l ibertades, en
cuyo caso ambos se empecinaban en encumbrar a un ciudadano con la
sola finalidad de vencer a su adversario, asumiendo el ri esgo de que
se subordinara a ambas partes emprendiendo el camino m ás directo
hacia la tiranía.
Pero la libertad de la república tiene otra de sus bases en el mismo
príncipe, que en el interior obliga a que se viva con fonne a la l ey que
protege la libertad y en el exterior defiende la libertad de l a repúbl ica
80
frente a otros Estados. Maqui avelo sale al paso de las criticas a l as
facultades extraordinarias que en situaciones de emergencia eran confe­
ridas al príncipe que debilitarían la libertad interior preparando para
su extinción, argumentando que tales facultades eran necesari as, pues
el mecanismo cotidiano que seguían l as repúblicas para decidir acerca
de los asunto s públicos era demasiado lento, lo cual las podía volver
impotentes en ·una situación de emergenci a. Por tal motivo, todas l as
constituciones republicanas debían prever dichos recursos e incorporar­
los a sus disposiciones constitucionales, ya que si estas facultades extra­
ordinarias se ej ercían confonne a l a ley nada había que temer.
La libertad exterior de la república preocupaba a Maquiavelo no
menos que la interior. De hecho, tradicionalmente se ha considerado
que el espíritu cívico y nacionalista fue el que lo ll evó a esclibir el
cia, una lectura atenta de los Discursos podri<,t sugerir que tal vez se inclinara
con mayor preferencia hacia una república aristocrática.
MAI)LlIA VU n
eapimlo Imal el e FIprincipe. donde el espirilu anillirko y prc,'"riptivo
es sustituido por la arenga y �_l feL'vor palno, Sill cmbargo, !:-JI ánimo
taLllb1 6n '\C L'IlCll .:Jura en vari<l� pas:-lj�s de lo� Discursos, en loo cuales
lamenta la ckqmión y dchil i dad de los Esl.ado italia,�)s,
Su conC.ol-'l1Ón llliSl\l� n.o l� Illrmae¡ón de los b:slados " e illlléL! eJl
eslil preo�upación por lil hb"'1ml exterior: l� f,mnae;ún de las eilLda-·
dcs ,,, r�ali/"ba por dos Cmrl111(h: por la co lonvm,ión dc exlran¡ l�'lJ" o
l)(Jr I a reunión dc lllS hO[l1bres procedcnte, de eomJl'cas l"'ql.Ieií as <J [IC
sc reunian en una muyor pum 1!eI"ndcfSe mejor dc los nl.mnJer03,
Así, la l ib",¡ta(l . d ¡:\l'OglTllO, la pcrvivencia y el bi e
ne,lar de una ei lIdad
d l1,endia,11 direelillllcnte de S11 l ibertad exterior,
En d�rto "'ntido, puede ¡¡�eptars� qlle la arenga de l\il aqui>welo
para COllSlnm la ltnidad itilliana se debíil ell parl'<; a sU' e�pirilu p"lnórico, P�[O habría que col1�cdel' igu;ü atenGÍón il .\U I nsistencia sobre l a
nec�si dad de (Iis lhllar de la libertml exterior para ljlle el FY13do pro­
gl'es-ara. [slo adqlLler� un �cmido mucr.:.\ mas prolbndn si se ,ité", "
Italia en la �o:npdenda �omeTdal y e-conómica qu� ya ¡-..-.r entolLCb
_,e ll\�ni restaba descarnadamenlc entre los reinos eunJj:>(;os, delllTo de
lo, cuales !levaban la delanlera aquellos quc �on su Unidad n,,¡;ional
habi�n lA.>lIslruido su merc.ado interior y �im�olidado sus lll�T�ados
extc,;úfes,
Si en 1l\uclws OlfO, aspeclo� M<x¡ui ilVelO cri (-jcuba acrClnem� a Frun·
ei a y FSPill1<l, t'f1 ¿sk- l o� ildmi l'ilha: IT"OIlO�iil qU{; eran pueblos unido.,
¡,,�o Un 'nismo mandil politi�o, lo ljl1e le, dab il enormes v,'nl.>1jiIS en
l<l� pugn�s i Ille-reIlfOI1Cil�_ [n e�te seJlli do, se ha 1 kgilllo :-J deei r q lle lo
que leo prctlcupalxi no era prop[�mellle l� Unidad i¡aham.l sino SlL d�­
fcns� ¡i'ente a las potcnci �s exlel1l3S, el �.1Cll<iim [cnl,) de lu injer�ncia
�n b ",da interior de �ilda E�lado itallano, l'cro pilra d
I
eslab a d!lro que no Ix><Ua conse!,�\lirne llna �osa -'111 I i1 otra. �
extran¡u'"
[8 l'cncn ca (:habad ha ,,,fia1.'\(10 uno " cric d" i,x:,)nsiSIU'UO' el\: ('pree-,oció"
hislóri ea en ¡", l",i, de Maquiavdo, por "¡"npliL 'llle r"<"li"b,, nI! ¡,mio
"r",erotlica " u I}ropll"st� d� ulljjjcar ltalia bajo d marrlo de un príne',pe,
eusndu �Il ,1 re;;lo de los r.,1 ,,,,lo, �u''OJ'eo" se b,'\b i� i">cü",lo lt11 IlI0vil11i"nlo
d" r�'IIicdú1) ,r"eio los 111On�r""" ,\,i111i''''o, q"� otro errOr r"dicah� en
81
ROIlFRTO C;ARci... JURADO
T.a indefensión italiana pwd l1cida pur Sl1 desinte�,'radón l"e la qlie
lo hWl lamentar)' criticar la fúnciCm de la igksia católica en la penín­
slila: nUnCa había si dll lo Slití�;en ttll1tnte n¡erte como para linilíC¡lr a
Italia ni lo S<lfi�;"" temellle débil <lOmo pü.n¡ permitir qlie otro Estado
lo 11i cienL A partir �e esa actitud se hu diJ'undl(kl la ideJ dt que Maquia­
velo despreciaba y denigraba la religión, sobre todo la cristiana, Si
bien criliC/) Cün gran �evcridad [as C(dumhres de la iglC!;i a católica de
la ép"ca, la elLal apartándose de las tradiciones utiginalcs dd ctislia­
nisnlO habia con ducido a esa religión a lina seri e de prúcli cas pcrvCT­
lidas y COlTllpl.as, nuncu desC!;ümó la irnJXlliancia de la religión. Tanto
en ¡;;¡ pJ'incipe como en lo�
J)i.w:w',\'()S se puede obser.'ü.r qlie otorga
uua llnporlanlc rundún ..xial a la religión, pOr medio elela c\.ml p llt'den
alimen!¡lfsc las buena� C()snl1nbres elvicas oel pueblo. I�
No llbstanle, pocas décaoas despucs oe la muerte de .\laq uiaveJo,
en la lejana Inglaterra Chl"Ístophcr Marlowe CÚll1Cll7l,ha a difundir su
supuesto desprecio hacia la religión, haciendo q l� en nj"dío de Malta,
reci te un op ú.sculo oono", se burla y la oe�precia !nllrdazrnente, con In
cual continuaba difumliénduse Sl1 timm con rasgos impíll� y perversos,
Maqui uvelo es tan ¡nsi :,tente sobre la libertad exterior de las repúbli­
cas qlie, cllntemplandll el ejemplo de la mm,lna, alírrna que SIl in dep"'ndescartar n I o, ej6rdto, mercenarill' para apoya',;;e en las milicias propia"
cuanoo '" el T�slo <k los F"�la,los �'Uropco, se h�bla iniciMo también un
proceso ,le conmucción de �jérciio, ¡:><''Tlnan�'ll\es y pa¡;!;8J.k>,. :';0 obstanle,
�sta, CritiCll' d�n pie ti una púh'mica má, profllnda sobre la, circunstancia,
hi,tórica, ,le Italia y EUIOp;l. 0;-" 1'��Nil"" " ohee Maquim'úo, 1994, lv[ói�o,
FCE.
'9
El fraik Toma, Campanella, unO de lo, n!>\> furibundo, críticos ,le
Maquiavdo, cr� una clar� muc
,tra de la corrupción a la ,!ue b�bía Ilc!,\ado
la il'l�.·:� c"tb1ica. No 0.610 c()Tlcebfa método.' ta" brutale:l oomo el flor<-"'l;tlO,
puc, acotls�j"ba al ",y ,Ic F.,p�"a que para ""'lCer 18. r.si.lmcia d� lo"
il"m<.'nAlS lo, echara simpl",nenlc ,Ic 'u IlTI1l,io tcrri!(lfio, sino queni siq"i=
sentia el patriotiomo de aquél, pnell soi\aba COn la domirmóón de to,lo, los
I'.,ta"'=', por llnnu�'"O imp,,,io cri"tiano dero,it"do en la ='�",!Uia e,pai\ola_
C n'_, 1,iI polilica, 1991 , M",lrid,
Ali� '''<l_
MAQUIAVELO
dencia no puede garantizarse más que con el expansionismo. No es
posible seguir el modelo independiente de Esparta y Venecia. D ada l a
situación internacional de competencia y expansión, no pueden vivir
independientes, mucho menos si son pequeñas, pues para preservarse
deberán extenderse. Ni siquiera es posible un punto medio . Para Maqui a­
vel o, las repúblicas no son necesari amente pacífi cas -como después
pensaría Kant-; para conservarse deben atacar y defenderse, y, en con­
secuencia, perfeccionar una economía de guelTa, 10 que evitará que
sus campañas bélicas las lleven a la ruina. Como Roma, deben financiar
la guerra con el botín que de ella obtienen, y para conservar sus posesio­
nes sin incurrir en el costoso sostenimiento de ej ércitos de ocupación,
deben fundar colonias que permitan controlar esas posesiones.
En este aspecto, debe reconocerse la cl ara comprensión del funcio­
namiento interestatal por parte de Maquiave1o, al ob servar que l o s
Estados renacentistas n o eran autárquicos n i estaban aislados sino parte
de un sistema, cuya dinámica se alimentaba precisamente de la exis­
tencia de otras unidades políticas en permanente tensión internacio­
nal . Así pues, no era posible imaginar un Estado viviendo pací fi ca y
felizmente, pues para sobrevivir estaba obligado a permanecer en alerta,
no permitir que los demás le adel antaran en la competencia ni perder
la iniciativa en la conquista de nuevos tenitorios.20
Para preservar la libertad había que practicar la guerra, de donde se
desprende la enonne importancia que le concede en todos sus escri­
tos , haciendo derivar incluso la libertad de la república de la propia
organización del ej ército.
En este sentido, una de sus recomendaciones más comunes en El
príncipe como en los Discursos es que tanto la república como el prin�
20
El nacimiento del Estado-nación moderno es incomprensi bl e sin el
sistema de E stados que 10 circunda La dísputa y competencia entre estas
.
unidades políticas son inmanentes a su fundación y, de hecho, la permanent e
tens i ón que exist e entre el1 0s es precisamente la manera en que permanecen
unidos en el sistema internacional. Cfr., Paul Kennedy, Auge y caída de fas
grandes potencias, 1 994, B arcelona, Plaza y Janés.
83
ROBERTO GARCÍA JURADO
cipado deben disponer de un ej ército propio, pues la experiencia le
había enseñado que nada había más peligroso que confiar la defensa a
mercenarios -requisito que después se convertiría en componente ca­
racterístico del Estado moderno. Pero además señala la importancia
de su composición, pues indica que tanto por razones de estrategia
militar como por sus implicaciones sociales, la infantería debía ocupar
un puesto relevante, pues no sólo simbolizaba la disposición de la
república a defender su libertad, sino que también encamaba la deter­
minación del ciudadano annado de manifestar su libertad y defender
su patria por propio convencimiento, 10 cual era una de las mayores
virtudes.
La virtud republicana
84
Para definir la naturaleza humana se han configurado tres posiciones
fundamentales a lo largo de la historia de la filosoRa política. Una que
consiste en suponer que el hombre es malo, egoísta y envidioso por
naturaleza; otra que lo concibe bueno, generoso y fraternal congénita­
mente; y la tercera que sostiene que no existe una naturaleza definida
sino dependiente del tipo de sociedad, civilización y orden politico en
el cual se desarrolle cada ser humano. Existen matices, pues los sostene­
dores de la primera y segunda opinión consideran que tal naturaleza
puede atemperarse por la tercera, pero éstas son las tres posibilidades
básicas.
Maquiavelo es partidario de la primera. La envidia y la maldad son
naturales en el hombre, no puede despojarse de ellas en ningún mo­
mento y baj o ninguna circunstancia. Los seres humanos sólo pueden
hacer el bien si se les obliga, si existe un conductor que les imponga
esa conducta, les ofrezca su ejemplo y les enseñe a obrar correcta­
mente, pero ante su ausenci a seguramente volverán a ser malvados.
Pero existe otra posibilidad. Pueden adquirir la costumbre de compor­
tarse correctamente de manera duradera a,través de la ley, convitiiendo
la buena conducta en uno de sus hábitos. Ésta es la idea que permite
MAQUIAVELO
atemperar la sentencia drásti ca de Maquiavelo, no obstante siempre
consideró que el hombre sólo puede hacer el bien por coerción externa.
Este juicio contundente tiene el propósito de ad,vertir a los gobernan­
tes y legisladores, sobre todo a quien pretenda fundar un Estado. Las
leyes deben prever que los hombres tienen un apetito ilimitado por
todo cuanto los rodea, que no se conti enen ante la idea de que no todo
pueden tenerlo, y que harán cuanto esté en su mano para conseguirlo.
Su avaricia los hace valorar mucho más los bienes que los honores,
pues la aspiración a estos últimos es privilegio de unos cuantos.
Uno de los temas característicos en los escritos de Maquiavelo es el
de la virtud. Habl a de la virtud del príncipe, de la virtud de los nobles
y de la virtud de los ciudadanos. Todas comparten rasgos, pero tam­
bi én se distinguen por diferencias notables.
La virtud del príncipe es amplianlente tratada tanto en el libro que
dedica a este personaj e como en los Discursos. Su definición es bas­
. tante complej a, pues un príncipe puede ser virtuoso en el bien y en el
m al, en la perversidad y en la generosidad. Su conducta no puede
someterse a una descripción que se Convierta en prescripción, puesto
que eso precisamente es lo que define su virtud; actuar de acuerdo con
las costumbres compartidas y aceptadas por todos los ciudadanos, pero
al mismo tiempo saberse apartar de ellas cuando sea necesari ó . Esto
significa que existen situaciones en las cuales la conducta del príncipe
puede ser excepcional; no acostmIlbrada por el resto de los ciudadanos, ni siquiera por él mismo. Éste es, sin duda, uno de los problemas
más complejos de la ética política de ahora y de siempre, y es también
una de las cuestiones más inquietantes que abordó Maquiavelo y que
siempre será su privilegio haber tratado de dilucidar.
El problem a es complejo porque a partir de él se separan dos campos
de valoración distinta: el de la ética política y el de la ética privada. Y
aquí comienzan las dificultades, pues una de las nociones más difun­
didas en la sociedad burguesa es que no existe esta diferenciación
sino sólo la ética privada, a la que debe sujetarse el individuo tanto en
la escena privada como en la política.
85
ROBERTO GARCÍA ruRADO
Esta valoración ética se basa en los principios del mundo burgués :
el progreso personal como generador de la mejora colectiva, el cum­
plimiento estricto del contrato comercial , y la acumulación de riqueza
como medio de reconocimiento sociaL A estas líneas generales de
conducta debe atenerse el buen ciudadano b urgués, esto es, a cultivar
los valores de la convivencia privada. Por ello, quien se aparte de este
modelo sacrificará sin duda estos princlpios éticos, sobre todo si se
abandona la vida privada para dedicarse a la política, en la cual no
sólo se vive apartado de esto s valores, sino que prácticamente se re­
nuncia a ellos.
Con 10 cual se desprende automáticamente la conclusión de que la
política es naturalmente sucia y malévola, y para dedicarse a el la se
requiere ser cínico, perverso y traidor. No basta ser amoral, sino que
debe estarse dispuesto a ser inmoral. Así, se establecen entonces dos
espaci os claramente definidos: el de los asuntos públi cos, es decir, la
política, en el que se mueven aquel los hombres corruptos, malvados y
tramposos, y el de los asunto s privados, en donde permanecen los
hombres industriosos y honestos.21
86
Por supuesto, nada más irreal. La maldad del Shylock de Shakespearc
es
tan grande como la de Claudio, y la avaricia del Barrabás de Marlowe es
tanta como la perversidad de Tamerlán. La moralidad burguesa ha
condenado a quienes se dedican a los asuntos públicos y exonerado a
los que sólo se ocupan de los negocios privados, sin embargo, en nin­
guno de los dos campos se mantiene la pureza moral de manera auto­
mática. El individuo dedicado a los asuntos privados puede ser tan
21
Por el contrario, no es la vida privada sino la pública la que forma el
carácter del ciudadano: "Puede decirse que las virtudes y los vicios humanos
se definen primariamente en ténninos políticos. La sociedad civi l y sus
leyes definen lo que es bueno y 10 que es malo y la educación de la sociedad
civil forma a los ciudadanos . El carácter de la vida de ésta está decisivamente
influido por el carácter del régimen en el cual vive el hombre, y es el régimen
lo que alienta o desalienta el crecimiento de los varios tipos humanos."
Alan B loom, Gigantes y enanos, 1 99 1 , Buenos Aires, Gedisa .
MAQUIAVELO
corrupto como el que se ocupa de los públi cos, ambos pueden incurrir
en faltas igualmente reprobables.22
De la mi sma manera, tampo co es cierto que en la vida privada los
individuos cumplan siempre con su deber, de acuerdo con estrictos pre­
ceptos moral es . Las situaciones excepcionales en l as que los individuos
tienen que deliberar y elegir ante una disyuntiva moral se presentan
tanto en la vida pública como en l a privada, en esto no hay diferenci a
entre uno y otro espacio.
No obstante existen diferenci as según el nivel de la responsabilidad.
Cuando un individuo decide, su elección afectará sus intereses y, en
diferente medida, la situación de quienes se en cuentran a su alrededor.
Pero la decisión de un hombre público afectará a todo el conjunto de
los ciudadanos; sus crímenes y hazañas repercutirán más intensamente.
Este mayor nivel de repercusión es precisamente lo que hace distin­
ta la falta moral en uno y otro campo, pues de acuerdo con Maquiavelo
las faltas del príncipe y del hombre público en general, podrán ser
dis culpadas más razonabl emente que las del privado, atendiendo pre­
cisamente a esa responsabilidad m ayor. No obstante, este argumento
no puede utilizarse paraj ustificar los excesos y despoti smo del principe,
pues es ahí donde radica su virtud, en ser capaz de incurrir en faltas
morales sólo en atención al bien común, no al suyo propio.23
La virtud de los nobles no radica en l as mismas actividades de go­
bierno del príncipe. En muchos caso s comparten tareas públicas, pero
nunca puede equipararse el nivel de responsabilidad. La virtud de los
22
José Luis Aranguren señala que para la ética liberal la virtud social es el
resultado de las virtudes privadas, cuyo egoísmo, individualismo, industrio­
sidad y honradez comercial producirían la annonía social. Cfr., Etica y
política, 1 9 8 7 , Barcelona, Orbis.
23 Bernard Williams comenta que se requiere
el tipo de polítíco para el
que existan ciertas cosas moralmente reprobables, �es decir, que conserve
un criterio ético, que le pennita discernir entre lo correcto y 1 0 inCOlTecto�
ya que s6lo éste podrá aplicar frenos a su conducta. Cfr., "La púlítica y el
carácter moral", en Moral pública y privada, Stuart Hampshire (comp .),
1 9 8 3 , México, FeE.
87
jWlJLR j\) CiARCU JUK"J)O
nobles consisic cn d�slacar d� �nlrc d reS10 d� 10.\ l'.1 u<ladsn0s por
lrIcdiú� hOllOrablc.�. ¡\nles (j\W su pn.1pio C11Ti'l LleCllnicnlo y opulen­
cia, dd)�n perseguir �I hmlúr y reconodmlenl () de I()" ¡(""TI ás,
E�lú es algo poco �omlln elllnlos !lmnhr<=s debid,) '1 'l"e L, mayúría
]lrdi�rt la., riqw;zas y m1l1údid:lde<;. No �s (i'c�\lenl� que arriesguen
su P'·'T';ona. propicdades y tiullibo
en
aras de una gloria i"';n:n'l y
vdt'.ielo,a,
Allí ndi'�1 b v"'lml l1úble, en desta�a(' por ,us mcjores d,,!C., y �c�p'
1 ando �I pel igro que dIo irnpli'-'<I, pues "ieriamcn!<; ]", nohles di�f¡lItan
,k un'l pll vi legimh posi"i on ;<ucial, pero lambi �l de un rics¿'O mayor
para alcanzada y >os/(;nerse t11 �lla,
1vh'luiMclú t'Snibio en una tp0�'1 dome la �lica aristocr!;r-i ca e,I.;.lb�
sienelo 'llPlanhdll por Otr'l democr{¡¡i ca y burgu�,,,,l'¡ De ahí que d,,­
tinga distintas virtudes en cada uno de los COLllp')llent�s del Est".lú y
s�ntenci� sin v'lciJacióu que una república r�uicrc ine!mhbkmcn1.c
de lo� núbk'S, ,le un wnj\mto de hombres qu� rksta(jucn y pongan
"jc1\lplo a los demá�;, pct<.1 nú en el medio privado sino en el plLbl1co.
A di (ercn'';1 a ,le! principio burgués (j "" por e,-,lonces eom eW'lb a '1 di­
lundirse, ,;on,ielera que d pTúgre,o y avance el" la repúblú;a (kpem!e
nO ele la persecución dd bien privado sinú ¡!c.1 ,-,,)]min, aún "ll�ndo dlo
impli(jUC sacrifi"ar "lguno'i il'l"
,,:ses mdiv)(lualo:s, Esto, la bús(jueel"
del bien común, es pl'eósamente lo que di�lingue a la rqlúbli<>1 �omü
¡'mna de gübicl11o,
¡ ,a virtud del ciudmlal10 CÚInlLn e� pn)bahlcme11l� lo (jU� meno�
tr,,¡a M 'Klui�vd0, aUlHiue no l1ecr,,
;arialllent� lo que menos le pl1:ÚC.upa.
Vano, l1istoriEldort'S ha.n �xplicado quc en aquella époc� s, c'K..Tibi,,­
ron.
I!n� gnm cantidad de libre.,
de Cl,)OSCjos para monarcas, nobles y
cortes�nos, dehido a qu� mucha, repúb!ic�s cslaban siendo elimiwld 'IS
y absorbidas por rd",,, y prindpado" lo que hada que el interés (k
2. No sólo S<o L"tab�
pa8!ludo de un" ""ica "i'¡UGr<Ílic" a lllla demncdl i CH,
sinn q LLe en C"L naci�"\e oociedil(1 burguesa el �ire ,e ib� cnmrccinLdn para
lo, héroe, y .·1 honnr "ri,¡(}cniLiGo, Crr, Helma.ll Nohl, J"fmducción a 1(1
aiea, 1993, M6�ic<)"rCE.
MAQUIAVELO
l o s escritores no fuera el de düigirse al típico ciudadano republi cano,
ya en extinción, sino a los naci entes monarcas. U no de los ej emplos
más típi cos de estos textos es El cortesano de Castiglione, desde su
apari ción conveliido en clásico. Sin embargo, difícilmente podría ex­
pli carse su éxito atendiendo sólo a este fenómeno, y mucho menos
podrí an comprenderse los Discursos.
Maquiavelo no se ocupa de una manera extensa de la virtud del
ciudadano, pero algunas indi caciones al respecto enmarcan toda su
concepción de la repúbli ca. En prim er lugar, señala que el ciudadano
virtuo so es aquel comprometido con la defens a de su patria; ésa es su
mayor virtud. Tanto los nobles como el príncipe deben estar di spuestos
a
el l o , pero si tal determinación está ausente en el ciudad ano común
no hay esperanzas : nada pueden hacer l o s comandantes sin un ej ército
comprometido con l a defensa de la patria. En cambio, un pueblo deter­
m inado en su defensa pero sin comandantes compromeb dos, puede
hacer surgir de entre sus fi l as a aquellos que por su carácter más noble
y habilidad t.,l1lerrera puedan ponerse al frente y conduci rlo.
P o r otro lado , M aquiavelo es un exponente típico del hombre
renacenti sta, ese ser que todo 10 sabe, lo puede, y se compromete con
ell o . La virtud del ciudadano no es producto de la n aturaleza sino del
empeño , radica también en ser responsable y fo rj ador de su destino ,
s u suelie y su modo de vida. S u mérito e s mayor -considerando que
por n aturaleza no es virtuoso- es sobreponerse a su propia naturaleza
y habituarse a obrar correctamente.
En El príncipe Maquiavelo había dado un gran paso al afirmar que
podía conceder que la Fortuna detenninara en gran parte la vida del
hombre, tal vez en la mitad, pero en los Discursos va mucho más allá
y llega a decir que allí donde hay orden y disciplina rara vez falta l a
Fortuna, e s decir, que ésta ya no e s tan responsable del acontecer
humano , sino que ahora le corresponde tan sólo una posición margi­
nal, accesoria.
P ara Maqui avelo l a república es i gualdad, libertad, virtud. Los Dis­
cursos están animados por un entusiasta espíritu republicano, es cielio,
pero eso no obsta para reconocer limitaciones de esta fonna de go-
89
ROBERTO GARCÍA JURADO
bíerno. En Elpríncipe está igualmente presente la admiración hacia la
figura del monarca y l as instituciones de la monarquía. Pero ninguna
contradicción hay en ello. Para Maquíavelo se trata de dos recursos al
servicio del hombre para ordenar su convivencia política.
90
Descargar