Hoja informativa Septiembre de 2003 VIH/SIDA y seguridad alimentaria En el último año, se ha vuelto evidente que existe un doble vínculo entre el VIH/SIDA y la seguridad alimentaria en África meridional. La crisis alimentaria que azotó la región pone de manifiesto la vulnerabilidad de muchos países para enfrentar los impactos que desestabilizan la producción y el consumo de alimentos. La epidemia de VIH por sí misma fue un golpe considerable en cada uno de los países afectados. La crisis relacionada con la alimentación en África meridional es también producto de una compleja red de contratiempos y desaciertos políticos que varían de país en país. Entre los factores que intervienen se encuentran la sequía o las inundaciones, la mala administración y la gestión pública deficiente, las reformas comerciales equivocadas, la falta de servicios de extensión agrícola y de otros servicios de apoyo para los agricultores damnificados, la eliminación de la defensa al consumidor (lo que permite la suba vertiginosa de los precios de los alimentos a medida que se agrava una emergencia) y la inestabilidad política. Lo mismo sucede con la epidemia de VIH/SIDA en todos los países que hoy enfrentan una emergencia alimentaria. En aquellos lugares donde se incrementó la falta resultante de disponibilidad o de acceso a alimentos asequibles, es también preocupante la alta prevalencia del VIH: las tasas de prevalencia del VIH en los adultos varían desde el 15% en Malawi al 33% en Swazilandia. Desde la mayor sequía que azotó a África meridional en 1992, esta subregión se convirtió en la morada de la peor epidemia de VIH/SIDA del mundo. Casi 15 millones de personas en el sur de África vivían con VIH a finales de 2001; se estima que 1,1 millones murieron de SIDA el año pasado, la mayoría de los cuales se encontraba en el mejor momento de su vida productiva. El VIH/SIDA lleva a una mayor inseguridad alimentaria En un continente donde el 80 por ciento de la población depende de la agricultura de subsistencia en pequeña escala para su medio de vida y su alimentación, alrededor de 7 millones de trabajadores agrícolas murieron de SIDA desde 1985 en los 25 países más afectados. Es probable que otros 16 millones mueran en los próximos 20 años a menos que se ejecute con rapidez el acceso a tratamientos eficaces y las respuestas a la prevención. En varios países, entre el 60 y el 70 por ciento de los establecimientos agrícolas sufrió pérdidas de mano de obra por causa del VIH/SIDA. A medida que los trabajadores productivos sucumben a las enfermedades relacionadas con el VIH/SIDA, la pérdida de mano de obra obliga a cada familia a reducir la superficie sembrada, a cultivar cosechas que no exijan tanta mano de obra y a sacrificar el tiempo que normalmente se dedica a los campos para cuidar a los enfermos y vender el ganado. Estas estrategias de afrontamiento junto con la pérdida de conocimiento sobre la agricultura y las disminuciones en el rendimiento de los cultivos, conducen a marcadas reducciones en la producción agrícola. Una evaluación realizada en Zambia demostró que las familias en las que el jefe era un enfermo crónico sembraron hasta un 53% menos de superficie en comparación con las familias sin un enfermo en esas condiciones. Al disminuir la cantidad de miembros productivos de la familia, también baja el ingreso por producción agrícola y por mano de obra fuera de la granja. Los recursos financieros decrecientes se desvían para cubrir los gastos de atención médica, asistencia sanitaria y finalmente los gastos fúnebres. Hay menor disponibilidad de ingreso de dinero en efectivo para la compra de alimentos. Las mujeres son las principales productoras de alimentos y la gran mayoría de ellas cuidan de los enfermos. Los datos obtenidos en Malawi revelan que el 87% de las familias que perdieron mujeres adultas pueden padecer una deficiencia alimentaria, mientras que sólo el 38% de las familias que perdieron un adulto varón pueden estar en esa situación. Una evaluación realizada en Zimbabwe en abril de 2003 descubrió que las familias con la mayor inseguridad alimentaria en las comunidades rurales son las familias pobres, principalmente bajo la tutela de mujeres. Éstas incluyen a los grupos familiares bajo la tutela de mujeres de edad y familias numerosas con más de siete miembros. Estas características sugieren en gran parte que la familia fue afectada por enfermedad y muerte causada por el SIDA. El VIH/SIDA erociona los métodos de afrontamiento Generalmente, las familias pueden lograr la seguridad alimentaria cuando están en condiciones de producir cantidades suficientes de alimentos nutritivos, ganar suficiente dinero para comprar alimentos, vender o hacer el trueque de sus bienes para obtener alimentos en tiempos difíciles y contar con las redes de apoyo social para asistencia. La epidemia de VIH/SIDA deteriora cada uno de estos métodos de supervivencia. Esta epidemia disminuye las capacidades del grupo familiar para producir y comprar alimentos, reduce sus bienes drásticamente y agota las redes de seguridad social. La inseguridad alimentaria exacerba el VIH/SIDA El hambre obliga a que muchas personas adopten estrategias de afrontamiento de alto riesgo. A medida que las personas se sienten desesperadas por conseguir alimentos y otros recursos, quizás emigren hacia zonas urbanas en busca de empleo o se involucren en la prostitución; en consecuencia, aumenta su vulnerabilidad a la infección por VIH. Existen indicios de que la escasez de alimentos impulsa a más mujeres y niñas a tener relaciones sexuales a cambio de dinero o alimentos en los seis países de África meridional que están afectados por la crisis. La carencia de alimentos suficientes y de adecuada nutrición es especialmente perjudicial para la salud y el bienestar de las personas que viven con VIH/SIDA. La malnutrición debilita el sistema inmunitario y por consiguiente puede llevar al desarrollo acelerado de las enfermedades relacionadas con el SIDA en las personas que son VIH-positivas. Las personas que viven con VIH/SIDA tienen requerimientos nutricionales adicionales que deben tenerse en cuenta al realizar el cálculo de las necesidades de nutrición y alimentación de las poblaciones con alta prevalencia de VIH. La respuesta de las Naciones Unidas a la emergencia humanitaria de África meridional El nuevo tipo de crisis que se observa en África meridional exige la reestructuración de las respuestas del gobierno y de las Naciones Unidas para cubrir las necesidades de las poblaciones afectadas. Hay una demanda de acciones inmediatas en dos niveles: resolver las necesidades de emergencia relacionadas con la crisis actual y, al mismo tiempo, iniciar las acciones para resolver las necesidades a largo plazo en la región. En octubre de 2002, se creó la Oficina de Apoyo de Coordinación Interinstitucional Regional (RIACSO) que comprende a FAO, OCHA, ONUSIDA, PNUD, UNICEF, FNUAP, PMA y OMS con el fin de proveer apoyo a los esfuerzos nacionales para resolver la crisis humanitaria y asegurar la cohesión y complementariedad de la respuesta a un nivel regional. ONUSIDA apoyó la incorporación de los indicadores de VIH/SIDA en las evaluaciones de vulnerabilidad en muchos países, lo que permitió obtener datos útiles en familias afectadas con VIH/SIDA. En Zimbabwe, PMA aporta alimentos a las actividades de atención en los hogares y a las instituciones, como prueba piloto. En varios países, las ONG suministran las raciones a través de los grupos de atención hogareña, los dispensarios, los hospitales y otros mecanismos comunitarios. Las actividades de alimentos por recursos, como por ejemplo, la capacitación de los jóvenes, se desarrollan específicamente para ayudar a las personas que viven con VIH/SIDA, a los huérfanos y a los niños vulnerables. La alimentación escolar junto con las iniciativas de jardinería en la escuela, ofrecen la ayuda necesaria inmediata y mantienen a los niños vulnerables en la escuela. En Zambia y Swazilandia, UNICEF y PMA apoyan dichos programas en muchas escuelas. En Mozambique y en Malawi, se proveen raciones netas para los huérfanos y para las familias numerosas de niños con padres enfermos. Para evitar la explotación sexual durante la distribución de la ayuda humanitaria, UNICEF, PMA y Save the Children del Reino Unido capacitaron personal de relevo para los problemas de abuso y explotación sexual de niños y mujeres. En seis países de África meridional, se capacitó a más de 4.000 administradores de programas, distribuidores de alimentos, supervisores de alimentos, conductores de vehículos y otros trabajadores implicados en la respuesta humanitaria. _______________________________ Para obtener más información, diríjase a Anne Winter, ONUSIDA, Nairobi, (+41 79) 213 4312, o a Dominique De Santis, ONUSIDA, Ginebra (+41 22) 791 4509. También, puede visitar nuestro sitio web, www.unaids.org, para obtener más información acerca del programa.