WALL STREET - guillermo edelberg

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WALL STREET: EL REGRESO DE GORDON GEKKO
Guillermo S. Edelberg DBA
Profesor Emérito
guillermo.edelberg@incae.edu
www.guillermoedelberg.com.ar
The New York Times informó a principios de mayo de 2007 que se planeaba una segunda
parte de Wall Street1, la película que, en una encuesta llevada a cabo entre críticos de cine y
visitantes del sitio web de la revista Forbes, fue votada como la mejor de todos los tiempos sobre el
tema del dinero. Obtuvo el 35 % de los votos o sea, más del triple de los recibidos por la votada en
segundo lugar. “Curiosamente, aunque Gekko es el villano de la película, el personaje parece ser
recordado en un sentido positivo ―como un gurú de los negocios, un negociador que ’no toma
prisioneros’ y una especie de ‘dominador universal’. Sin duda su atractivo y su poder inspiraron a
muchos jóvenes a entrar en el mundo de la banca de inversión en las últimas dos décadas” (David
M. Ewalt, The 10 Best Movies about Money. Forbes. MSNBC.com: 18 de febrero de 2006).
El argumento de Wall Street es el siguiente:
A principios de los 80 Bud Fox (Charlie Sheen) es un vendedor de acciones en
Wall Street ansioso por llegar a la cima de los negocios. En sus horas libres busca la
forma de acercarse a un poderoso y exitoso (además de despiadado y avariento)
Gordon Gekko (Michael Douglas). Fox consigue reunirse con Gekko; éste lo toma bajo
su ala y le explica su filosofía de negocios resumida en la frase “La avaricia es buena”.
Fox sigue sus consejos y trabaja estrechamente con él. Pronto se ve envuelto en un
mundo de yuppies, negocios oscuros, la “buena vida” y dinero y mujeres fáciles que
se contradice con su familia, especialmente con su padre (Martin Sheen) del cual se
ha distanciado, y con el estilo de vida de los trabajadores que formó parte de su
crianza (The Internet Movie Database www.imdb.com)
La película, dice el artículo del Times, tuvo un éxito modesto cuando se estrenó en 1987;
pero “logró adeptos apasionados en el mundo de las finanzas donde muchos encontraron algo que
admirar en el rapaz Gekko” (nombre derivado de la palabra gecko, con la que se designa una
familia de lagartijas asiáticas). Michael Douglas hizo de Gordon Gekko un personaje creíble y por
esta actuación recibió el Oscar al mejor actor en 1988.
Wall Street, dirigida por Oliver Stone ―quien critica con frecuencia a sectores de la sociedad
americana en las películas que dirige― tiene escenas memorables. Una de las que más se
recuerda es la de la frase “la avaricia es buena”. Allí se lo ve a Gekko en una reunión de
accionistas de una empresa donde se discute la oferta de compra que hizo. Al dirigirse a los
accionistas dice así:
1
Ver artículo # 94 La Lealtad en la Empresa en www.guillermoedelberg.com.ar
2
Éste es el punto, señoras y señores: la avaricia, a falta de una palabra mejor, es
buena. La avaricia es lo correcto; la avaricia logra sus objetivos. La avaricia clarifica,
atraviesa dificultades y capta la esencia del espíritu evolucionista. La avaricia en
cualquiera de sus formas, avaricia por la vida, avaricia por el dinero, avaricia por el
amor, el conocimiento ―ha caracterizado el progreso de la humanidad y la avaricia,
tomen nota de mis palabras― salvará no sólo Teldar Paper sino también esa otra
empresa que está funcionando mal y que se llama USA.
Otras frases recordadas son, por ejemplo, éstas: “la commodity más valiosa que conozco es
la información,” “cuando se trate de dinero, controla tus emociones,” “los almuerzos de negocios
son para gente débil,” “se trata de dinero, muchacho. Lo demás es pura charla” y “no soy creador
de nada. Yo poseo”. En una escena, al mencionar que ganó mucho dinero en un negocio
inmobiliario, Gekko dice: “fue mejor que una relación sexual”.
La película, se señala, se inspiró en los excesos de los financistas de Wall Street durante la
década de los 80 (hay quienes opinan, por el contrario, que Gekko es un adelantado de lo que
vendría después). Dos de éstos, Ivan Boesky y Michael Milken, son emblemáticos de aquellos
años. Ambos terminaron en la cárcel, aunque no por mucho tiempo. El primero se especializaba en
insider trading (operaciones de compra-venta sobre la base de información no disponible para el
público en general); el segundo, en junk bonds (bonos “basura”). Boesky, en 1986, al hablar en la
ceremonia de graduación de los estudiantes de administración de la Universidad de California en
Berkeley, dijo lo siguiente: “La avaricia está bien. Quiero que ustedes lo sepan. Se puede ser
avariento y sentirse bien al mismo tiempo”.
Otro autor explica la época de manera distinta:
Existía una visión poderosa detrás de los mejores negocios de la década de los
80: que los activos poco productivos de las empresas, liberados de la interferencia de
la burocracia de oficinas centrales (de grandes conglomerados), de inversiones
improductivas de CEO’s ansiosos por crear un imperio y de la costosa indiferencia de
gerentes con poco para ganar con el progreso de las empresas, valdrían mucho más
si se los manejaba con el objetivo de incrementar su valor para los accionistas. Esta
“brecha de valor” se constituía en un premio importante a disposición de cualquier
grupo de interesados que supiese como cerrarla (William Taylor. Crime? Greed? Big
Ideas? What Were the 80’s About? Harvard Business Review. Boston: enero-febrero
de 1992)
(Gekko dice: “no soy un destructor de empresas. ¡Las libero!)
El artículo del Times anticipa poco y nada acerca del argumento de la segunda parte. Habrá
que esperar. Sólo dice que su título será El dinero nunca duerme ―otro principio de Gekko― y que
éste, en una época de globalización y hedge funds, proseguirá sus oscuros enredos financieros a
escala mundial.
Es posible asegurar, sin embargo, que no compartirá la escala de valores señalada en el
2
tango :
Porque a mí me importa poco
La ventaja que da el oro.
Soy amigo del que tiene
Una pena y un dolor.
2
Bien Bohemio. Música: E. Rossi y J. Pomati. Letra: S. Rainer
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