: QUE LOS CUERPOS ALEGRE E A LAS ALMAS PRESTE". TEORÍA Y PRAXIS EN EL LIBRO DE BUEN AMOR Juan Paredes Universidad de Granada La contradicción aparente, manifestada por el Arcipreste, del doble propósito de su Libro de buen amor: que alegre a los cuerpos y a las almas aproveche, ha dado lugar a opiniones diversas y encontradas. ¿Qué es lo que realmente pretende el Arcipreste, divertir o moralizar? ¿Acaso los elementos morales sólo sirven para disimular su intención libre? El propio Arcipreste tiene conciencia clara de que su libro puede desconcertar. Por eso apunta al sentido del "dentro" y del "fuera": Non creades que es libro necio, de devaneo, nin tengades por chufa algo que en él leo: ca, segund buen dinero yaze en vil correo, ansí en feo libro está saber non feo. El axenuz, de fuera negro más que caldera, es de dentro muy blanco más que la pefiavera; blanca fariña está so negra cobertera, acucar dulce e blanco está en vil cañavera. So la espina está la rosa, noble flor, so fea letra está saber de grand dotor; como so mala capa yaze buen bevedor, ansí so mal tabardo está el buen amor. (16-18)' Y por eso, hace especial hincapié en que no nos fijemos sólo en el aspecto exterior del libro, porque "Las del buen amor son razones encubiertas" (68a). El propio significado del buen amor del título ha dado lugar también a controversias filosóficas y de interpretación casi interminables.2 Sin embargo, las ocurrencias de los términos en el texto, quince concretamente, no dejan lugar a dudas sobre la significación prioritaria, bien es verdad que no exclusiva, de "amor de Dios", como queda ya explícito en el prólogo en prosa, donde la expresión aparece por primera vez, fuera del título: "E desque está informada e instruida el alma, que se ha de salvar en el cuerpo linpio, piensa 1 Todas las citas por la ed. de Alberto Blecua, Madrid, Cátedra, 1998. Vid. Jacques Joset, "Le 'bon amors' occitan et le 'buen amor' de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Réflexions sur le destín d'une expresión 'courtoise'", Actes du V' Congres International de Langue et Littérature d'Oc et d'Etudes franco-provéngales, n, Montpelliert, Centre d'Etudes Occitanes-Revue des Langues Romanes, 1971, pp. 349-368; "Buen amor en las literaturas hispánicas posteriores a Juan Ruiz", en Estudios ofrecidos al Excmo. Sr. D. Emilio Alanos Llorach, Oviedo, Universidad, 1977, pp. 355-371; Brian Dutton, "Buen amor: Its Meaning and Uses in Some Medieval Texts", en Libro de buen amor Studies, ed. G. B. Gybbon-Monypenny, Londres, Tamesis Books, 1970, pp. 95-122; F. Márquez Villanueva, "El buen amor", Revista de Occidente, 3 (1965), pp. 269-291; J. Menéndez Peláez, El "Libro de buen amor": ¿Ficción literaria o reflejo de la realidad?, Gijón, Noega, 1980, pp. 66-81. 2 273 TEORÍA Y PRAXIS EN EL LIBRO DE BUEN AMOR e ama e desea omne el buen amor de Dios e sus mandamientos"; claramente contrapuesta -antítesis que de manera más o menos explícita late a lo largo de toda la obra- al loco amor: "E otrosí desecha e aborresce el alma el pecado del amor loco d'este mundo". El libro tiene del uno y del otro. De ahí la supuesta contradicción, no sólo de la declaración de intenciones (13cd) sobre el contenido del libro y, en alguna medida y de manera irónica, del título, sin duda referido al "dentro", sino de la obra entera, como queda patente en numerosos pasajes. Cuando el Arcipreste llama buen amor a Trotaconventos, y así quiere que la llamen la alcahueta, fiel a la sentencia pedagógica según la cual el mejor camino para alentar un comportamiento es utilizar el nombre de lo que se estima como gran cosa, está remitiendo de alguna manera al plano de la ironía, y la equivocidad de los términos en este pasaje queda rota con la expresión "por dezir razón", es decir porque el libro trata realmente, a pesar de las maneras para el uso del "loco amor especificadas en la segunda parte del prólogo en prosa, del "buen amor" en su sentido primigenio, después contaminado por otros significados procedentes de la/272 amors o, en el otro extremo, el amor naturalista de raíz aristotélica:3 Nunca diga[de]s nonbre malo nin de fealdat, llamatme "buen amor" e faré yo lealtat, ca de buena palabra págase la venzindat: el buen dezir non cuesta más que la nesgedat Por amor de la vieja e por dezir razón, "buen amor" dixe al libro e a ella toda sajón; desque bien la guardé, ella me dio mucho don: non ay pecado sin pena nin bien sin gualardón (932-933). El título queda así concebido como una referencia a su unidad y su totalidad. Unidad de una obra de estructura abierta, tanto en el sentido material, como en el de la interpretación. En los prólogos en prosa y verso, el Arcipreste deja claro que el libro tiene dos lecturas y precisamente por ello deja su obra abierta, susceptible de ulterior desarrollo y ampliación. Como ocurre en el caso de estructuras abiertas de obras como el Conde Lucanor o Las mil y una noches se pueden añadir nuevos elementos, engarzándolos con los anteriores, sin que ello modifique ni altere la obra en modo alguno. Lo que ocurre es que los elementos que entran en juego en el Libro de buen amor son muy diferentes y dispares: líricos, narrativos, dramáticos, etc., aunque ello no impele su posibilidad de desarrollo y ampliación: Porque Santa María, segund que dicho he, es comienco e fin del bien, tal es mi fe, fizle quatro cantares, e con tanto faré punto a mi líbrete, mas non lo cerraré (1626) 5 El Arcipreste conocía las disputas que se mantenían en las universidades europeas de su tiempo sobre filosofía y teología. La filiación neoplatónica de las ideas contenidas en el prólogo en prosa, de raíz agustiniana, es la más coherente con el debate naturalista, clave de la disputa del aristotelismo radical o heterodoxo, representado por el Arcipreste. A lo largo de todo el libro, a través de la ficción narrativa, se plantea una questio escolástica en la que el Arcipreste va a rebatir sus propias ideas. Vid. F. Rico, "Por aver mantenencia. El aristotelismo heterodoxo en el Libro de buen amor", El Crotalón, 2 (1985), pp. 169-198. Cf. la introducción de A. Blecua a la ed. cit. 274 JUAN PAREDES Qualquier omne que.l ova, si bien trobar sopiere, más á y [a] añadir e emendar, si quisiere; ande de mano en mano a quienquier que.l pidiere, como pella a las dueñas, tómelo quien podiere (1629). No cabe duda de que las declaraciones del autor sobre sus intenciones pueden ocultar algunas de sus finalidades. Fernando de Rojas dice escribir su obra para prevenir a los jóvenes enamorados de los peligros de la pasión y de las alcahuetas; pero es indudable que se proponía algo más. También Cervantes dice querer acabar con la autoridad de los libros de caballerías. Y éste es sin duda uno de sus fines, pero en modo alguno el único ni el más importante. En el caso del Arcipreste, la declaración de intenciones parece quedar condensada en un sólo verso: "que los cuerpos alegre e a las almas preste" (13c). Una finalidad didáctico-moral, pero a través de la vía de la diversión, de la alegría. Quiere divertir, por lo tanto hacer arte, pero para que con él se aprovechen las almas. Didactismo, que no sólo afecta al aspecto moral: "Non creades que es libro necio, de devaneo" (16a); "a trobar con locura non creas que me muevo" (66c); "De la santidat mucha es bien grand licionario" (1632a), sino al poético, la lección de metrificar: E Dios sabe que la mi intención non fue de lo fazer por dar manera de pecar nin por maldezir, mas fue por reducir a toda persona a memoria buena de bien obrar e dar ensienplo de buenas costunbres e castigos de salvación; e porque sean todos apercebidos e se puedan guardar de tantas maestrías como algunos usan por el loco amor [...] E conpóselo otrosí a dar algunos leción e muestra de metrificar e rimar e de trobar; ca trobas e notas e rimas e ditados e versos fiz conplidamente, segund que esta ciencia requiere (131-140) Una doble implicación, didáctico-moral y didáctico-poética, nuevamente recogida en los versos que cierran el libro: fue conpuesto el romance por muchos males e daños que fazen muchos e muchas a otros con sus engaños, e por mostrar a los sinples fablas e versos estraños (1634bcd) Con ello el Arcipreste no se distanciaba, en principio, de la línea seguida por otros autores anteriores, coetáneos y posteriores. No muy distinta era la intencionalidad de autores como Andrea Capellanus, Jean de Meun, Boccaccio, Chauser o Francois Villon. La mezcla de moralidad y desenfado no podía extrañar al auditorio medieval. El Arcipreste coloca una trampa deliberada y manifiesta. En el prólogo parece prometer una enseñanza erótica: "Enpero, porque es umanal cosa el pecar, si algunos, lo que non los consejo, quisieran usar del loco amor, aquí fallarán algunas maneras para ello" (118-120) y, sin embargo, el libro bien podría situarse en la línea, de gran fortuna en la época, de los libros dedicados a la enseñanza religiosa.4 El libro provoca una sensación de contradicción: por un lado, avisa contra el loco amor; por otro, incita a seguir el ejemplo de la historia. Sirve lo mismo para cumplir una 4 Vid. Derek W. Lomax, "Algunos autores religiosos (1295-1350), Journalof HíspantePbilology, 2 (1978), pp. 81-90; J. Menéndez Peláez, "Catequesis y literatura en la España medieval", Studiwm ovetense, 8 (1980), pp. 7-41. Citados por A. Blecua, (ed. cit., p. XL,v,'n.66), que apunta esta posibilidad de que el libro del Arcipreste se situé en esta corriente de inquietud religiosa. 275 TEORÍA Y PRAXIS EN EL LIBRO DE BUEN AMOR finalidad como la contraria. Más que un enfrentamiento de pecado y ley moral, en la dialéctica del Libro de buen amor hay una razón vital de impulso de goce y alegría y otro de freno y desengaño. Al Arcipreste no le interesa el ser del hombre, sino el fluir de la vida del hombre. Esto lo lleva a pasar del ascetismo moral a lo sensual, en una contraposición que nos extraña. Existen dos Arciprestes que se van interfiriendo continuamente: El aristotélico heterodoxo, que se deja arrastrar por la incitaciones de la lujuria, y el moralista, que previene contra esas mismas incitaciones del loco amor. El libro aconseja contra este último, pero al mismo tiempo presenta toda una serie de ejemplos para realizarlo.Y es que, al igual que la vida, se ofrece a todos, con sus múltiples caminos: los cuerdos con buen sesso entendrán la cordura; los mancebos livianos guárdense de locura: escoja lo mejor el de buena ventura (67bcd) Todo depende de la interpretación que cada uno haga: "Ca dize sant Gregorio que menos fieren al onbre los dardos que ante son vistos, e mejor nos podemos guardar de lo que ante hemos visto" (137-140). El Arcipreste, apoyándose en la exégesis alegórica de las Escrituras, moraliza siguiendo la enseñanza ex contrario, procedimiento que era norma en la pedagogía medieval. No es otro el principio fabulístico: "No hagas como la zorra..."; ni el de la novela autobiográfica o las Novelas ejemplares de Cervantes. El libro es como un instrumento musical: De todos instrumentos yo, libro, só pariente: bien o mal, qual puntares, tal diré ciertamente; qual tú dezir quisieres, y faz punto, y tente; si me puntar sopieres, sienpre me avrás en miente (70) Todo depende de la interpretación de los signos, como de manera muy significativa deja patente el primer ejemplo De la disputación que los griegos e los romanos en uno ovieron. Lo que realmente está haciendo el Arcipreste en el famoso verso 13c no es otra cosa que una distorsión de precepto horaciano de escribir "delectando pariterque monendo" o "delectare autprodesse", 3 repetido hasta la saciedad por numerosos autores medievales y renacentistas. En este sentido, la obra del Arcipreste se insertaría en esta corriente general de obras cuya pretensión confesada es enseñar deleitando. El tópico, característico de la introducción de los textos medievales, es patente en el Libro de Alexandre: Qui oir lo quisiere, a todo mi creer, avrá de mí solaz, en cabo grant plazer, aprendrá buenas gestas que sepa retraer, averio an por ello muchos a connocer.6 No es otra la intención de los predicadores al utilizar los exempla en la homilética. Desde el siglo vi, concilios y doctrinarios clamaban contra lo predicadores por su complacencia 5 6 Ais poética, 3 44 y 3 3 3. Libro de Alexandre, ed. J. Cañas, Madrid, Cátedra, 1988, 3. 276 JUAN PAREDES excesiva en los "poetarum carmina", los "nugae" y en particular las "fabulae". El exemplum, muy ligado inicialmente a la homilética, aunque como cuerpo independiente del que la Iglesia se servía como ayuda para sus fines, se fue desplazando paulatinamente, como se evidencia ya en la primeras colecciones, de lo didáctico a lo ameno, aunque nunca perdió esta doble polaridad. El precepto era de obligado cumplimiento en El conde Lucanor: Et a esta semeianca, con la merced de Dios, será fecho este libro, et los que lo leyeren [si por] su voluntad tomaren plazer de las cosas provechosas que y fallaren, será bien; et aun los que lo tan bien non entendieren, non podrán escusar que, en leyendo el libro, por las palabras falagueras et apuestas que en él fallarán, que non ayan a leer las cosas aprovechosas que son y mezcladas, et aunque ellos non lo dese[e]n, aprovecharse an ellas, así commo el fígado et los otros miembros dichos se aprovechan de las melezinas que son mezcladas con las cosas de que se ellos pagan." También Le Román de la Rose, una de las obras más leídas y que mayor difusión conoció en la Edad Media, hacía gala de este doble propósito: la verras une grant partie des secrez de philosophie ou mout te vodras deleiter, et si porras mout profiter; en deleitant profiteras, en profitant deleiteras car en leur geus et en leur fables gisent deliz mut profitable.8 Pero Juan Ruiz introduce con el "que los cuerpos alegre" una referencia erótica concreta, que añade un efecto humorístico, como una sonrisa velada, latente siempre en el texto, al intentar armonizar el goce corpóreo y la enseñanza religiosa. También Boccaccio había intentado inscribir su obra en la tradición ejemplar de la cuentística medieval, aludiendo en el Proemio del Decameron al "utile consiglio" que sus novelle podían proporcionar. Pero este supuesto carácter ejemplar no podía encubrir en modo alguno el enfrentamiento con la teoría preceptiva que su obra representaba, como quedaba patente en la Introduzione a la IV Giornata, donde deja totalmente al descubierto el truco mediante el cual el autor había querido asomarse a la tradición del exemplum. Y el cuento del adolescente, educado en total apartamiento del mundo, que no puede sustraerse a la llamada de la naturaleza ante la contemplación de la mujer, que Boccaccio utiliza a modo de defensa, no es más que una confesión abierta de sus propias intenciones.9 Hasta el punto de que, como señala Walter Pabst: 7 Donjuán Manuel, El conde Lucanor, o Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio, ed. José Manuel Blecua, Madrid, Castalia, 1969, pp. 52-53. 8 Guillaume de Lorris et Jean de Meun, Le Román de la Rose, ed. F. Lecoy, París, Champion, 3 vols., 19651970, w. 7136-7145. Sobre las correspondencias del Román de la Rose y el Libro de buen amor, vid. F. Rico, art. cit., p. 198 n. 49. ' El cuento contenía todos los elementos para gozar de gran popularidad. El asunto siempre es el mismo, sólo varían los personajes, las circunstancias concretas y naturalmente el motivo central, el nombre asignado a las mujeres: "cabras" en el Libro de los enxemphs, "ánades" en el Fructus Sanctorum, "diablos", en el Barlaam e Josafat o "gansas" en el Decameron. Vid. D. P. Rotunda, Motif-índex of the Italian Novella in Prose, Haskell 277 TEORÍA Y PRAXIS E N EL LIBRO DE BUEN AMOR En parte alguna ha sido mostrado el derrocamiento de las ideas estéticas fundamentales que imperaban en el umbral de la Edad Media hacia el Renacimiento, desde el punto de vista del autor, con tanta claridad y en tan profunda oposición a la doctrina, como en este profundo ejemplo boccacciano.10 Es desde esta misma perspectiva de la antinomia entre la teoría y la praxis literaria como habría que analizar también la aparente contradicción planteada por el Arcipreste. Claro que de muy distinta manera podría interpretarse esta antinomia si la analizáramos a la luz de la consideración, propuesta por Bajtin, de la cultura carnavalesca popular.11 Una perspectiva que exige una reformulación de los conceptos artísticos e ideológicos precedentes y una concepción de la realidad y de las formas de expresión de esa realidad acordes con un nuevo sistema de valores. A partir de esta consideración teórica de los planteamientos fijados por Bajtin sobre la cultura carnavalesca popular, el texto requiere una nueva descodificación a través de una visión nueva, que conlleva una inversión de las normas y la creación de un mundo alternativo, al revés, basado en lo grotesco, la parodia, la burla y la ironía. Los ritos y espectáculos cómicos medievales -y no cabe duda de que este "librete de cantares" estaba lleno de ellos- representaban una forma invertida del culto y ceremonias oficiales de la Iglesia y el estado feudal, y ofrecían una visión del mundo y el hombre no oficial, exterior a los poderes establecidos. Esta "dualidad del mundo" es la misma que se expresa en el Libro de buen amor. Es la misma contradicción aparente que va del buen amor al loco am,or, del deleite al ejemplo, de lo religioso a lo cotidiano, de lo seglar a lo eclesiástico, de lo bueno a lo malo. Sólo la risa popular permite el enfoque adecuado que ilumina la realidad en su plenitud total. El Libro de buen amor, visto desde la perspectiva de las formas y rituales del espectáculo popular, de las obras cómicas verbales, tanto en latín -y de ellas da buena prueba el libro del Arcipreste-, como en lengua vulgar, y de las diversas formas del vocabulario popular, se nos aparece en su total dimensión. A diferencia de la concepción oficial, la fiesta popular se opone a toda reglamentación fija, siendo expresión de libertad y parodia de una vida ordinaria, presentada como "mundo al revés". Esa cosmovisión carnavalesca obligaba a una ruptura del mundo oficial, de las normas, y a una contemplación del mundo desde un punto de vista cómico y carnavalesco del que no estaban exento, sino al contrario, los personajes eclesiásticos, como es el caso del Arcipreste. Aduchas imágenes del Libro de buen amor son fruto de esta cultura cómica popular y de la concepción estética del realismo grotesco que la caracteriza. De ahí, por ejemplo, la transferencia al plano material de lo espiritual y abstracto y su gramática jocosa, así como la materialización y degradación de la risa. Un canon que debe ser analizado dentro de su propio sistema. Ese grotesco es ajeno al estatismo, quiere expresar las imágenes en evolución, en la imperfección de su forma multipolar y ambivalente. House, New York, 1973; M. Chevalier, Cuentos folklóricos del Siglo de Oro, Barcelona, Crítica, 1983, p. 355; M a . J. Lacarra, ed., Cuento y novela corta en España. I Edad Media, Barcelona, Crítica, 1999, pp. 118-120. 10 Walter Pabst, La novela corta en la teoría y en la creación literaria. Notas sobre la historia de su antinomia en la literaturas románicas, Madrid, Gredos, 1972, p. 72. 1 ' Mijail Bajtin, UOeuvre de Francois Rabelais et la culture populaire au Mayen Age et sous la Renaissance, París, Gallimard, 1970. 278 JUAN PAREDES Por eso el libro rebosa alegría. Es uno de los libros más alegres de la literatura medieval. Hasta las composiciones líricas se refieren a los gozo. Hay toda una amalgama de elementos integradores: fábulas orientales y occidentales, antecedentes clásicos, poesía goliardica, etc., pero nunca pierde su unidad; la configuración de una estructura, explicable precisamente, lejos del modelo estructural arábigo o hispano-hebreo, por la conjunción de tradiciones literarias occidentales.12 El arte del Arcipreste tiende siempre a lo vivo; evoca la realidad concreta en el tiempo y el espacio, con una penetrante obsen-'ación de la realidad. Y el signo de expresión de esa realidad es la parodia y la risa. La enseñanza ex contrario que quiere realizar el Arcipreste era práctica normal entre predicadores y moralistas; pero lo que caracteriza al Libro de buen amor es precisamente, su puesta en escena, la forma de exposición, de representación podríamos decir mejor,, desde los parámetros de la risa y la alegría: "que la mucha tristeza mucho pecado pon" (44d). La parodia, arte en el que el Arcipreste fue un consumado maestro, es el hilo conductor." Es la imagen del aristotélico heterodoxo que, nacido bajo el signo de Venus y acuciado por ello de erotismo, se arroja a la aventura amorosa, destinada siempre al fracaso. Sólo conseguirá su propósito con dos descomunales mujeres: la Chata (950-958) y Gadea de Riofrío (987-992). El Arcipreste, "omne como otro, pecador" (76 a), se inscribe así en la realidad cotidiana de su época, sumándose a la tendencia general de la condición humana (71-76). En la misma línea se inscriben la parodia del clero, su avidez de dinero (505-507); de las horas canónicas14 o el habla por señas de los monasterios en los que se observaba la regla de silencio. Los diversos sentidos de la burla contenida en el episodio de La disputación que los griegos e los romanos en uno ovieron (46-63), subrayados por A. Deyermond, ponen de relieve las parodias de las disputas académicas, del lenguaje de los signos, de la traslatio studii y la exégesis bíblica.1' Desde otra perspectiva, también se ha señalado el sentido de la parodia en este episodio como reflejo de la correlación entre la retórica y la dialéctica, representadas en la tradición isidoriana por los signos, usados en la disputa por el doctor griego y el ribaldo romano, de la palma extendida y el puño cerrado, respectivamente.16 12 Sobre el mudejarismo del Libro de buen amor vid. A. Castro, La realidad histórica de España, México, Porrúa Hermanos, 1954; AIa Rosa. Lida de Malkiel, Dos obras maestras españolas: el ''Libro de buen amor" y "La Celestina", Buenos Aires, EUDEBA, 1966. F. Rieo ("Sobre el origen de la autobiografía en el Libro de buen amor", Anuario de Estudios Medievales, 4 (1967), pp. 301-325) explica la estructura relacionándola con los manuscritos medievales de uso escolar. 15 Vid. Alan Deyermond, "Some Aspects of Parody in the Libro de buen amor", en Libro de buen amor Studies, pp. 53-78; John K. Walsh, "Juan Ruiz and mcster de clerezía. Lost Context and lost Parody in the Libro de buen amor", Romance Philology, 33 (1979-1980), pp. 62-86; Dayle Seidenspinner-Núñez, The Allegory ofGood Love: Parodie Perspectivisme in the "Libro de buen amor", California, University, 1981; J. Joset, Nuevas investigaciones sobre el "Libro de buen amor", Madrid, Cátedra, 1988, pp. 73-82. 14 Vid. Louise O. Vasvari, "Vegetal-Genital Onomastic in the Libro de buen amor", Romance Philology, 42 (1988), pp. 1-29; V. Reynal, El lenguaje erótico medieval a través de las obras de Arcipreste de Hita, Madrid, Playor, 1988; J. Joset, Nuevas investigaciones sobre el "Libro de buen amor", pp. 71-73. '' Alan Deyermond, "Some Aspects of Parody in the Libro de buen amor", pp. 56-61 16 Olga J. Impey, "Los topoi y los comentarios literarios en el Libro de buen amor", Nueva Revista de Filología Hispánica, 25 (1976), pp. 286-290. 279 TEORÍA Y PRAXIS EN EL LIBRO DE BUEN AMOR Y con la retórica y la dialéctica, son parodiados -no en vano confluyen en el Libro de buen amor casi todas las tradiciones literarias medievales- los géneros y técnicas de la literatura románica, de la pastorela a la épica. La batalla de Don Carnal y Doña Cuaresma, con toda la fuerza interpretativa del debate que supone, sigue la trama general del fabliau de la Bataille de Karesme et de Chamage.11 También la literatura latina paródica o semiparódica es utilizada. De hecho el episodio más largo es una paráfrasis de una comedia latina del siglo XII, el Pamphilus, a la que se imprime una preocupación moralizadora. Pamphilus es don Melón, nombre simbólico que representa el importante papel del azar, y Galathea, doña Endrina, nombre jocoso y moralizante a la vez, símbolo de la delicadeza del honor femenino. Es la conjunción de la burla, la risa y la parodia, junto a la intención didáctica, la que está presente por todas partes, de ahí la multiplicidad de voces, aunque bien es verdad que no en el mismo plano: De la santidat mucha es bien grand licionario, mas de juego e de burla es chico breviario (163 lab) Y es precisamente esta bipolaridad, la intención manifiesta de imbricar lo provechoso y lo deleitable, desde la perspectiva de la cultura popular -y no hay que desdeñar en modo alguno el tono juglaresco, representativo, de la obra-, la que explica y da sentido al libro y su particular estructura; la antítesis entre lo grave y lo cómico, lo didáctico y lo humorístico, la burla y lo serio, el letargo o la vida, la tierra y el cielo. 17 E. Barbazan y M. Méon, Fabliux et cantes des poetesfrangaisdes x*, xnc, xuf, xw* et xV- sudes, tires des meilleurs auteurs, París, 1808, vol. iv, p. 80. 280