Introducción a los principales síndromes psiquiátricos Dr. Jorge Holguín Lew Médico psiquiatra UPB Mphil Psicopatología U. de Cambridge Profesor del Departamento de Psiquiatrìa Universidad de Antioquia Introducción En este documento se presenta una aproximación inicial a los principales síndromes psiquiátricos. La adecuada identificación y descripción de estos síndromes es esencial para proceder al diagnóstico clínico y nosológico. Aunque están estrechamente relacionados, el proceso diagnóstico y el diagnóstico son dos actividades diferentes. En el proceso diagnóstico se analiza la información recolectada o proveniente de la historia clínica y de los exámenes físico y mental. El diagnóstico corresponde a la adjudicación de un término (nombre nosológico) que por convención resume o incluye las principales manifestaciones del problema de salud del paciente (por ej., episodio depresivo mayor, trastorno de pánico, esquizofrenia, etc). Dichos términos son los que se encuentran consignados en los manuales diagnósticos como el DSM o la CIE e idealmente sirven para mejorar el nivel de comunicación entre los clínicos, tener una idea acerca de los aspectos pronósticos y evolutivos más importantes (curso, complicaciones más frecuentes, comorbilidades, etc) y finalmente servir de guía para la escogencia e implementación de un tratamiento. Dado que a veces la asignación del nombre nosológico no es fácil, se propone al estudiante de pregrado incorporar el diagnóstico sindrómico como paso previo al diagnóstico nosológico. Esto es similar a lo que se hace por ejemplo en medicina interna y/o en neurología en donde al final de la historia y el examen físico, se resume la información más relevante y se enuncia un diagnóstico sindrómico, por ej., síndrome febril, síndrome de dificultad respiratioria, síndrome parkinsoniano, etc. Posteriormente se intenta asignar el diagnóstico nosológico específico, por ej., fiebre tifoidea, malaria, insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad de Parkinson, etc. En el caso de psiquiatría se podría comenzar con un diagnóstico sindrómico como síndrome depresivo, síndrome ansioso, síndrome psicótico, síndrome demencial y posteriormente asignar el diagnóstico nosológico: episodio depresivo mayor, distimia, trastorno de pánico, trastorno de ansiedad secundario a hipotiroidismo, demencia de Alzheimer, esquizofrenia, etc. En el contexto de este documento se define síndrome como la presencia simultánea o al menos cercana en el tiempo, de una serie de signos y síntomas que se presume guardan relación entre ellos. Esta relación puede ser etiológica (se comparten causas), fisiopatológica (se comparten mecanismos) o clínica (los signos y/o síntomas forman parte del problema de salud del paciente). La relación de los signos y/o síntomas en un síndrome es de coexistencia (no aparecen aislados, pertenecen a la misma entidad) y tienden a tener cierta estabilidad en el tiempo (tienden a persistir o a encadenarse en el tiempo). Recuerde: Antes de plantear cualquier hipótesis acerca de la presencia de un síndrome se debe haber efectuado la historia clínica y el examen mental. Para obtener una información relevante y útil, se utilizan varias fuentes: la entrevista del paciente y/o sus acompañantes, además de la observación de la conducta y el examen físico por parte del médico. En especial en psiquiatría la información de terceros es de gran importancia. Posteriormente esta información se relaciona con el conocimiento clínico-teórico (por ej., epidemiológico, psicopatológico, etc) y la experiencia para evaluar cual es el síndrome que más probablemente presenta el paciente. Así como “una golondrina no hace verano”, un síntoma aislado no implica un diagnóstico. Como se ha repetido, llorar no es depresión, estar muy alegre no es manía, escuchar voces no es esquizofrenia. Recuerde tratar de establecer los patrones temporales de las alteraciones de la conducta. Algunos ejemplos serían: 1. Comienzo progresivo o súbito? 2. Se repite en el tiempo (es recurrente)? 3. Tiende a ser constante o es intermitente? 4. La duración es de pocos horas a pocos días (agudo), varias semanas (subagudo), varios meses o años (crónico)? 5. Desaparecen algunos síntomas o por el contrario persisten en el tiempo? En general hay que estar alertas frente a las evoluciones muy rápidas, a la presentación en edades poco usuales (por ej., primera psicosis en un anciano) y a las presentaciones clínicas atípicas pues las alteraciones de la conducta por las que consulta el paciente pueden estar reflejando un compromiso primario o secundario del sistema nervioso central (intoxicaciones, ECV, traumatismos, etc) Trate de definir si el cuadro representa un cambio radical frente a la conducta habitual del paciente, si se trata de agravamiento de síntomas que previamente existían o si algunos de los síntomas han estado presentes desde etapas tempranas de la vida. Defina el impacto del síndrome en la vida del paciente: es incapacitante para todo o sólo para algunas actividades? Se trata más de un malestar subjetivo o es evidente también para quienes rodean al paciente? Cómo influye el problema de salud en las relaciones interpersonales, laborales, nivel económico, etc? Cuáles son los síntomas que mayor impacto desfavorable tienen? Defina la severidad del cuadro: qué tanto interfiere con la actividad del paciente? Qué riesgos potenciales entraña para la salud/seguridad del paciente? Qué riesgos potenciales entraña para quienes rodean al paciente? Hay síntomas psicóticos? Hay riesgo de violencia o de autoagresión? Estas preguntas son de importancia para definir el contexto de tratamiento (hospitalización, observación, atención ambulatoria) y el plan de tratamiento farmacológico (por ej., utilización de medicamentos de acción rápida IM frente a agentes VO). Recuerde que muchos de los signos y/o síntomas que refieren los pacientes que consultan al psiquiatra pueden ser similares a la expresión de padecimientos de otros sistemas y por lo tanto es necesario durante el proceso diagnóstico hacer diagnóstico diferencial. En este diagnóstico diferencial sería de importancia hacer un examen físico más sofisticado e incluso ordenar paraclínicos. Con cierta frecuencia se presentan varios síndromes, lo cual dificulta el proceso diagnóstico. En estos casos se recomienda: 1. Recuerde que algunos trastornos psiquiátricos están compuestos por varios síndromes, por ej., en la esquizofrenia hay tres síndromes principales: negativo, positivo y desorganizado. En algunos trastornos depresivos pueden coexistir síndromes ansiosos y depresivos. En la demencia a la par del síndrome demencial pueden presentarse síndromes psicóticos o depresivos. Analice la información que posee para ver si este es el caso. 2. Tratar de jerarquizar los diferentes síndromes, mirando cual de ellos es el principal responsable del problema de salud del paciente. Por ejemplo en algunos pacientes con episodio depresivo mayor se presentan varios síntomas ansiosos, pero lo que predomina es el síndrome depresivo. 3. Trate de definir cuál de los síndromes comenzó primero. 4. Si se encuentra que en un paciente coexisten dos o más diagnósticos que representan trastornos diferentes se habla de comorbilidad, por ej., algunos pacientes con trastorno de pánico o con trastorno obsesivo-compulsivo presentan también un episodio depresivo mayor al momento de consultar. Síndromes ansiosos Aunque la ansiedad es una respuesta normal y de importante valor adaptativo, algunas personas presentan ansiedad que se torna maladaptativa, causa malestar intenso e interfiere con el desempeño de manera significativa. La llamada respuesta ansiosa normal tiende a: Ser limitada en el tiempo: a cesar, resolverse o aminorarse cuando desaparece el estímulo desencadenante Ser relevante: es una respuesta de alarma frente a estímulos o situaciones que ponen en riesgo a la persona o que representan algún tipo de amenaza Es útil pues motiva a la supervivencia y/o a la resolución adaptativa de un problema o situación determinada. Se ha conceptualizado la ansiedad como un fenómeno en el cuál convergen varios componentes: Actividad autonómica aumentada Alerta cognitiva dirigida a enfrentar/resolver la situación Respuestas/conductas de huída o enfrentamiento En los trastornos de ansiedad: La actividad autonómica es excesiva o dura más allá de lo esperable para la situación. También esta actividad autonómica puede ser “no relevante” en el sentido que no se corresponde de manera adecuada con el estímulo. A nivel cognitivo, más que alerta hay tendencia al pensamiento catastrófico o a la preocupación excesiva. En los trastornos de ansiedad más que estar encaminada a la resolución del problema el paciente tiende a sobreestimar las posibilidades de un desenlace fuertemente negativo. Hay tendencia a las conductas de evitación. Hay interferencia con el funcionamiento cotidiano. Algunas características clínicas generales de los trastornos de ansiedad incluyen: 1. Hiperactivación autonómica: con taquicardia, sudoración, hiperventilación, temblor, náuseas, mareo, necesidad de miccionar o defecar. 2. Hiperalerta: tendencia a reaccionar de manera excesiva a estímulos (con sobresaltos) y al insomnio de conciliación. 3. Tendencia al afecto negativo: además de la ansiedad pueden presentarse irritabilidad. También es frecuente que mientras el paciente se encuentra ansioso o durante períodos breves luego de desaparecer la ansiedad puede presentarse grados variables de tristeza o anhedonia, pero en general no tan persistentes como en los síndromes depresivos. 4. Inquietud psicomotora 5. Tendencia a pensar de manera recurrente y excesiva en el foco de preocupación. 6. Tendencia a la evitación: el paciente desarrolla temor a ciertas situaciones, lugares o estímulos, lo cual lo lleva a tratar de evitarlos a pesar de las consecuencias que esto pueda tener para su desempeño cotidiano. Cuando el temor y la evitación son intensos se habla de fobias. Contexto diagnóstico Aunque los síndromes ansiosos constituyen el núcleo de los trastornos de ansiedad, los síndromes ansiosos pueden presentarse de manera más o menos clara en diversos trastornos. Es importante tratar de identificar (aunque no siempre es fácil) cuando los síndromes ansiosos que son epifenómenos de otros problemas de salud (por ej., un paciente con psicosis puede sentirse ansioso, al igual que los pacientes con depresión, abuso de sustancias, enfermedades sistémicas, etc). También es posible que un síndrome ansioso sea una comorbilidad. Principales trastornos ansiosos Trastorno de pánico: caracterizado por la recurrencia de episodios paroxísticos de ansiedad, con prominente hiperactivación autonómica y cogniciones catastróficas (el paciente piensa que morirá o enloquecerá). Además de la recurrencia (una sola crisis de pánico no hace diagnóstico de trastorno de pánico) es importante la ansiedad anticipatoria (miedo a una próxima crisis) y con frecuencia hay agorafobia (se evitan situaciones o lugares en donde se puede presentar una crisis y sería difícil recibir ayuda). Trastorno de ansiedad generalizada: caracterizado por un curso crónico y fluctuante. Aunque hay períodos de hiperactivación autonómica e hiperreactividad a estímulos tienden a ser menos intensos que en la crisis de pánico. Desde el punto de vista cognitivo lo más significativo es la tendencia a la preocupación excesiva por eventos cotidianos. Trastorno de ansiedad social: síndrome ansioso que se presenta frente a situaciones en las cuales el individuo podría ser el centro de atención, ser objeto de burla/crítica, situaciones que por definición pertenecen al ámbito de intercambio social. Los pacientes tienden a tener una respuesta autonómica exagerada en estos contextos y a evitar exponerse/participar de actividades sociales, a veces desarrollando una verdadera fobia. Son comunes el temor a hablar en público, a iniciar conversaciones con personas desconocidas, a hablar con los superiores, comer/escribir en frente de otros. Trastorno de estrés post-traumático: en donde a partir de un episodio altamente traumático (violación, combate, atracos, secuestro, accidentes, etc) el paciente desarrolla una tendencia a la hiperactivación autonómica, a la hiperreactividad ante estímulos en el contexto de una recurrente rememoración del evento traumático. Son característicos los llamados “flash backs” en donde el individuo siente que retorna al momento del trauma. Trastorno obsesivo compulsivo: en el momento existe gran discusión acerca de si debiera clasificarse como trastorno de ansiedad (es la ansiedad el núcleo sintomático de este trastorno o tan sólo un epifenómeno?). Como su nombre lo indica las obsesiones y compulsiones son prominentes e interfieren con el desempeño del paciente. Fobias específicas: temor excesivo y evitación de ciertos estímulos o situaciones (alturas, lugares cerrados, animales, objetos). Síndrome depresivo Desde el punto de vista de los aspectos temporales los síndromes depresivos se caracterizan por: 1. Comienzo gradual con tendencia al empeoramiento 2. Tendencia a la persistencia: al menos varias semanas, la mayor parte del tiempo Desde el punto de vista de signos y síntomas, los síndromes depresivos se caracterizan por: 1. Estados emocionales de valencia negativa: tristeza, anhedonia, irritabilidad. Con frecuencia también se presenta ansiedad, sin embargo la sola presencia de ansiedad, sin que se presente tristeza o anhedonia haría dudar de que se trate de un síndrome depresivo como tal. El o la paciente puede referir “estar bajado”, “aburrido”, “sin ganas de nada”, “triste”, “con una tristeza rara”, “triste sin motivo”, “ofuscación”, “rabia”, “muy sensible”, “como si no sintiera nada”, “como si nada me interesara”, “que ya no le saco gusto a nada” etc. 2. Alteraciones psicomotoras: principalmente el retardo psicomotor que incluso puede llegar al estupor. En estos casos los pacientes se observan caminar lentamente o con un esfuerzo exagerado, con expresiones faciales que denotan tristeza o cansancio, lacónicos, tardan en responder a las preguntas, tendencia a estar callados. Otros pacientes pueden presentar por el contrario inquietud o incluso agitación. En estos casos se observan pacientes que mueven los pies de manera repetida, se tocan el cabello o la cara, se frotan las manos, tienen dificultades para permanecer sentados. Algunos pacientes refieren una sensación de cansancio y/o falta de energía o que se cansan fácilmente. 3. Alteraciones del sueño y apetito: puede presentarse tanto insomnio como hipersomnia. En el primer caso los pacientes refieren dificultades para conciliar o mantener el sueño. Característicamente el insomnio es una experiencia que causa desagrado, incomodidad o ansiedad. En la hipersomnia los pacientes relatan que tienden a dormirse fácilmente, que tienen que luchar constantemente para no quedarse dormidos. Finalmente algunos pacientes no se quejan de insomnio como tal pero refieren que su sueño es poco reposador y que esto se relaciona con las vivencias de fatigabilidad/falta de energía. En las alteraciones del apetito también pueden verse extremos: la disminución del apetito (hiporexia/anorexia) o el aumento del apetito (hiperorexia). Al evaluar la disminución del apetito es importante precisar si esta se acompaña o no de disminución de la ingesta y/o pérdida de peso (en este último caso se impone tratar de cuantificar dicha pérdida de peso). Algunas veces los pacientes pueden referir que la comida ya no les sabe como antes o no le sacan el mismo gusto. Por otra parte también puede presentarse el aumento exagerado del apetito, en especial para dulces o comidas de fácil ingesta que puede o no acompañarse de aumento de peso. Sin embargo los pacientes no parecen obtener tanto placer de dicha ingesta y la consideran con frecuencia “compulsiva” o “nerviosa” (acompañada de ansiedad) y puede acompañarse de remordimientos. 4. Disminución del deseo sexual: algunos pacientes pueden referir que el deseo sexual ha disminuido con o sin disminución del disfrute de la actividad sexual. Esto con frecuencia genera desacuerdos con la pareja, remordimientos, baja autoestima, preocupación. Es importante aclarar si esta disminución del deseo sexual se da sólo con la pareja o es generalizada y si ya se presentaba antes del inicio de los síntomas. 5. Quejas somáticas: es frecuente las quejas de dolor con frecuencia poco localizables. Los pacientes se quejan principalmente cervicalgia, sensación de peso en la cabeza, lumbalgia, tensión muscular, cansancio. Además pueden referir alteraciones del hábito intestinal (similares a las que se presentan en el trastorno de colon irritable) y problemas menstruales. Usualmente estas quejas se relacionan con la aparición de los otros síntomas mencionados. 6. Contenidos negativos del pensamiento: pueden presentarse ideas de minusvalía, culpa, desesperanza, muerte y suicidio. Los pacientes refieren que ya no valen la pena, que no son tan atractivos o inteligentes, se reprochan con frecuencia sus actos, que ya no tienen futuro o que el futuro es desfavorable, que se volvieron pesimistas, que todo va a salir mal, entre otros. Las ideas de muerte (pensamientos en los cuales los pacientes verbalizan deseos de morir) deben diferenciarse de las ideas suicidas (pensamientos en donde los pacientes verbalizan deseos de matarse). Las ideas de muerte aunque frecuentes no siempre se acompañan de ideas de suicidio, sino que son más de “carácter pasivo”: “ojalá mi Dios se acordara de mi” “quisiera dormirme y no despertarme” “si llega la muerte sería un descanso”, etc. En las ideas de suicidio, la ideación es de tipo activo, en donde el paciente puede incluso tener planes muy estructurados para llevar a cabo un intento. Por último es importante mencionar que algunos pacientes pueden tener preocupaciones importantes acerca de la salud corporal, llegando a pensar que tienen una enfermedad grave subyacente (llamadas ideas o preocupaciones hipocondríacas) que pueden llegar a ser delirantes. Siempre es necesario tratar de definir si estas cogniciones son o no delirantes, que tanto tiempo duran, si son muy recurrentes y que impacto tienen sobre la conducta del paciente. 7. Alteraciones de las funciones cognitivas: se refiere a una serie de quejas sobre la memoria, la atención/concentración y la capacidad de tomar decisiones. Los pacientes pueden referir que están “muy desmemoriados” “que no se concentran” “que todo se les olvida” “que dudan mucho”, “pensar se ha hecho más trabajoso”, que es más difícil decidir acerca de aspectos cotidianos, que el pensamiento es “lento”, que “se les va la paloma muy fácil”, etc. Desde el punto de vista del contexto diagnóstico los síndromes depresivos son muy ubicuos, es decir, pueden hacer parte de muchos problemas de salud tanto psiquiátricos como no psiquiátricos: depresión unipolar, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastornos de ansiedad, demencia, abuso de sustancias, enfermedad neurológica, colagenosis, etc. También es importante enfatizar que algunos pacientes con un síndrome depresivo pueden presentar síntomas psicóticos (alucinaciones, ideas delirantes) y este es un indicio de gravedad del cuadro. Principales trastornos depresivos: Episodio depresivo mayor Distimia Depresión como parte del trastorno bipolar Depresión como parte de una enfermedad neurológica/sistémica Síndrome maníaco En general la evolución de los síndromes maníacos tiende a ser de tipo agudo (varios días) y con frecuencia son llevados a consulta más tempranamente por lo disruptivo de su conducta. Desde el punto de vista clínico se caracterizan por: 1. Alteraciones de las emociones: el paciente puede presentar euforia, irritabilidad, oscilaciones bruscas del estado del ánimo, labilidad afectiva. Los pacientes refieren sentirse “más que bien” “con una alegría desbordante” “mucha felicidad” “una alegría incontrolable” “alegría nerviosa” “triste y contento al tiempo” “el ánimo como un yoyo” “como en una montaña rusa”. Los acompañantes (y con menos frecuencia el paciente) refieren irritabilidad, explosiones súbitas de ira (ante estímulos mínimos o cuando se les contradice), cambios notorios del estado del ánimo en cortos períodos de tiempo, muy chistosos, indiscretos, aumentando el contacto con personas desconocidas, etc. 2. Aumento de la psicomotricidad: son frecuentes la hiperactividad y en algunos casos la agitación franca. En cuadros de severidad leve a moderada el paciente puede hacer muchas cosas con cierto grado de eficiencia. En cuadros más severos la actividad se distorsiona y con frecuencia no completan lo que inician. Pueden también deambular, hacer excesiva actividad física, hablar sin cesar y más rápido. Son percibidos como “acelerados” 3. Aumento de la actividad cognitiva: se puede evidenciar a nivel del lenguaje (logorrea, tendencia a la fuga de ideas) y acompañarse o no de manifestaciones subjetivas como la aceleración del pensamiento. 4. Disminución de la necesidad de sueño y tendencia a la ausencia de fatiga: a pesar de su actividad excesiva los pacientes con síndrome maníaco se sienten descansados, incansables, con gran energía y bienestar corporal. Adicionalmente refieren que a pesar de que sus horas de sueño están marcadamente disminuidas no se cansan. 5. Aumento de las conductas prohedónicas e impulsividad: tienen la tendencia a involucrarse en actividades placenteras (sexuales, consumo de sustancias, negocios, etc) pero cuyas consecuencias pueden ser potencialmente negativas. Con frecuencia son arriesgados, haciendo cosas sin pensar en las consecuencias. 6. Aumento de la estima de si mismo, cogniciones grandiosas: los pacientes piensan que tienen habilidades especiales, que son superiores a los demás, más inteligentes o incluso que son enviados de Dios, personajes famosos, ricos, aristócratas, etc. Estas cogniciones pueden ser claramente delirantes y por lo general tienden a tener gran impacto sobre la conducta global del paciente. 7. Distractibilidad: el foco de atención es fluctuante, muy a la merced de los estímulos ambientales. Puede estar relacionado o no con la fuga de ideas y la impersistencia en las actividades. Como con los síndromes depresivos, en el síndrome maníaco pueden presentarse síntomas psicóticos. En cuanto al contexto diagnóstico es uno de los componentes centrales del trastorno bipolar. Otros contextos diagnósticos menos frecuentes pueden ser los relacionados con el consumo de sustancias de abuso, algunas lesiones cerebrales y algunos procesos neurodegenerativos. Síndrome psicótico Aunque existen varias definiciones, en la actualidad se reserva el término psicosis para un síndrome compuesto por: Distorsión de la realidad: que se manifiesta por alucinaciones, ideas delirantes y falta de conciencia de enfermedad. Desorganización de la conducta: con alteraciones severas de la psicomotricidad (estupor, catatonía, agitación, estereotipias, etc) y el lenguaje. Adicionalmente la meta de la conducta es a veces incomprensible o está en relación directa con la presencia de alucinaciones/delirios. Desde el punto de vista diagnóstico el síndrome psicótico puede presentarse en los siguientes contextos: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Esquizofrenia Trastornos del estado del ánimo (depresión, trastorno bipolar, manía) Delirium (en donde la alteración del nivel de conciencia es la clave diagnóstica) Demencia (en donde el deterioro cognoscitivo progresivo y paulatino es la clave diagnóstica) Consumo de sustancias de abuso: tanto en intoxicación, como en los períodos de abstinencia de algunas sustancias. Enfermedades neurológicas: infecciones del SNC (neurolúes, encefalitis, VIH), epilepsia, demencias, etc. Enfermedades sistémicas: en general cuando comprometen el SNC (lupus, VIH) y en general acompañando al delirium. Efectos secundarios de medicamentos: por ejemplo los esteroides Síndrome de delirium Conocido también como síndrome mental-orgánico, síndrome confusional agudo, etc. Sus principales características son: 1. Rápido comienzo y progresión 2. Alteración del nivel de conciencia: usualmente fluctuante, con períodos de letargia y somnolencia que se alternan con períodos de vigilia/hiperalerta. 3. Compromiso cognitivo global: desorientación, distractibilidad/inatención, fallas en la memoria, compromiso variable del lenguaje 4. Puede acompañarse de agitación o por el contrario de períodos de retardo psicomotor (con frecuencia se relaciona la psicomotricidad con los cambios de conciencia). 5. Puede o no acompañarse de síntomas psicóticos 6. Puede o no acompañarse de cambios emocionales (ansiedad, irritabilidad, apatía) Es de gran importancia por varios factores: 1. Por definición es siempre secundario a un trastorno neurológico o sistémico. 2. Es una urgencia y es grave (alta morbi-mortalidad) 3. Implica un proceso meticuloso de diagnóstico diferencial tanto clínico como paraclínico 4. Su pronóstico depende de la pronta identificación y corrección de la enfermedad de base. Síndrome demencial Se trata de un compromiso de las funciones cognitivas de tipo progresivo (comienzo y curso insidiosos a diferencia del delirium). Puede ser reversible o irreversible. Por consenso se ha definido que debe haber compromiso importante (que genere interferencia o incapacidad) de al menos dos funciones cognitivas y principalmente de la memoria. A diferencia del delirium el nivel de conciencia está conservado. El compromiso de la memoria usualmente comienza con olvidos frecuentes hasta ir avanzando a un franco trastorno de la memoria a corto plazo/anterógrada que posteriormente (a lo largo de varios meses/años) abarca también la memoria a largo plazo. En cuanto al lenguaje hay inicialmente anomia, que luego progresa a parafasias/afasias. La llamada función ejecutiva (planeación, ejecución de planes y actividades) puede también estar comprometidas. La desorientación, las agnosias y las apraxias son fenómenos usualmente más tardíos. Adicionalmente los pacientes con demencia pueden presentar síndromes depresivos, agitación, síndromes psicóticos, y trastornos motores. Existen varios tipos de demencia (diagnóstico nosológico) que difieren en el patrón de presentación de estos síntomas (por ejemplo en las demencias de tipo frontal las alteraciones de la conducta son severas desde el principio, en las demencias como el Huntington y el Parkinson hay compromiso motor temprano, en algunos el comienzo es en edades tempranas y en otras demencias comienzan en los ancianos, etc) Síndromes extrapiramidales secundarios al uso de antipsicóticos Se mencionan pues con bastante frecuencia afectan a los pacientes que toman medicamentos antipsicóticos, en especial los de primera generación o antipsicóticos típicos. Se pueden clasificar en agudos, subagudos y tardíos (luego de varios meses de tomar estos medicamentos). Los principales son: Distonía aguda: contracción involuntaria, angustiante de grupos musculares, principalmente cervicales y de la espalda. Aparece a las pocas horas/días de iniciar tratamiento con antipsicóticos Parkinsonismo: caracterizado por la tríada temblor, rigidez, disminución de movimientos asociados. Puede presentarse de manera aguda/subaguda. Akinesia: síndrome en donde predomina la disminución generalizada del movimiento, con fascies inexpresivas, disminución de movimientos asociados, experiencia subjetiva de embotamiento/enlentecimiento cognitivo. Puede o no acompañarse de parkinsonismo y con frecuencia se confunde con depresión o síntomas negativos. Acatisia: caracterizado por la imposibilidad de mantenerse quieto/sentado. Se acompaña de disforia que puede ser muy intensa y puede llevar a la agresión/autoagresión. Puede acompañarse o no de parkinsonismo. Puede ser aguda/subaguda. Discinesia tardía: movimientos coreiformes que usualmente comprometen la musculatura oro-linguo-facial, pero también pueden afectar otros grupos musculares. Aparecen luego de varios meses de tratamiento antipsicótico.