1 Condición humana y felicidad: hechos y palabras Carmen

Anuncio
Carmen
Luciano
–Lección
inaugural
Curso
2010‐2011
Universidad
Almería
1
Condición
humana
y
felicidad:
hechos
y
palabras
Carmen
Luciano
Soriano
Catedrática
de
Psicología
Lección
inaugural
Curso
2010‐11
Universidad
de
Almería
Con la Venia
Excelentísimo Señor Rector Magnífico, Excelentísimo Señor Consejero, Excelentísimo
Señor Presidente del Consejo Social, Señora Secretaria, Profesores, Estudiantes,
Señoras y Señores. Agradezco haber sido invitada a dictar esta lección inaugural del
curso 2010-11.
Este lección versará sobre una temática inicial en
Psicopatología
y
se
ubica
en
la
necesidad
de
entender
la
naturaleza
del
ser
humano
para
poder
entender
y
remediar
su
sufrimiento.
Comencemos.
Bien
sabemos
que,
a
lo
largo
de
la
vida
del
ser
humano,
se
presentan
multitud
de
problemas
a
los
que
tratamos
de
buscar
soluciones.
Muchos
se
resuelven
pero,
en
otros
casos,
las
soluciones
que
aplicamos
terminan
produciendo
un
mayor
enredo.
Con
el
tiempo,
surgen
nuevas
dificultades
y
se
buscan
nuevas
soluciones.
Y
así
sucesivamente.
La
condición
del
ser
humano
implica
vivir,
pero
la
vida
de
un
ser
humano
supone
algo
especial
y
diferencial
del
resto
de
seres
vivos.
Somos
verbales
y,
para
bien
o
para
mal,
esto
tiene
las
dos
caras
de
una
moneda.
A
veces,
nuestra
posibilidad
de
comparar
es
muy
útil
y
otras
provoca
pensamientos
que
no
quisiéramos.
Al
explicar,
unas
veces,
nos
sentimos
bien
y
otras
no.
Al
recordar,
unas
veces,
surgen
recuerdos
placenteros
y
otras
veces,
recuerdos
que
quisiéramos
olvidar.
Al
pensar
en
el
futuro,
a
veces,
lo
que
vemos
es
agradable,
y
otras
no.
Al
hacer
algo
planeado,
a
veces,
logramos
lo
que
queremos
y
nos
sentimos
bien,
y
otras
veces
no
y
nos
sentimos
mal,
y
podemos
quedarnos
preguntándonos
por
qué
sí
y
por
qué
no.
Podemos
enredarnos
en
el
lenguaje,
en
las
palabras,
en
el
mundo
de
ilusión
o
malestar
que
rodea
al
lenguaje
y
dejar
pasar
oportunidades,
olvidarnos
de
los
hechos
presentes,
de
la
vida.
A
lo
largo
del
siglo
pasado
la
humanidad
ha
avanzado
considerablemente
en
el
conocimiento
de
asuntos
complejos
gracias
a
su
comunidad
científica.
Vamos
conociendo
el
universo,
estamos
desentrañando
la
esencia
de
la
vida,
y
se
anhela
alcanzar
la
reparación
y
llegar
al
fondo
del
misterio
de
la
vida.
Sin
embargo,
no
hemos
avanzado
en
la
misma
proporción
en
el
conocimiento
del
propio
ser
humano.
Esto
es,
de
las
causas
que
determinan
su
pensar,
su
sentir
y
su
hacer.
Siempre
hemos
contado
y
seguimos
contando
con
variadísimas
explicaciones,
algunas
de
gran
sofisticación,
pero
de
validez
relativa
y
escasamente
útiles
cuando
se
trata
de
influir
o
alterar
la
conducta
y
la
cognición
del
ser
humano
de
un
modo
replicable.
Carmen
Luciano
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inaugural
Curso
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Almería
2
En
esta
lección
no
osaremos
tocar
la
condición
humana
desde
ningún
aspecto
que
sobrepase
la
consideración
del
individuo
como
otra
cosa
que
entidad
psicológica
por
excelencia.
Preguntarse
por
la
naturaleza
psicológica
del
ser
humano
es
intentar
responder
a
interrogantes
del
tipo:
¿Por
qué
evaluamos
y
razonamos?
¿Por
qué,
al
hacerlo,
ya
no
vemos
las
cosas
igual?
¿Por
qué
derivamos
pensamientos
y
sensaciones
en
presencia
de
cosas
y
personas
desconocidas?
¿Por
qué
hacemos
planes
y
nos
sentimos
animados?
¿Por
qué
al
recordar
algo
pasado,
nos
sentimos
tristes?
¿Cómo
se
relaciona
lo
que
pensamos
y
sentimos
con
lo
que
hacemos?
¿Cómo
se
produce
ese
nexo
de
importancia
capital?
¿Por
qué
nos
duele
algo
que
realmente
está
pasando
a
otros,
o
nos
alegramos
cuando
pierde
el
enemigo?
¿Por
qué
un
momento
de
alegría
se
torna
en
lo
contrario
y
el
dolor
es,
a
veces,
bienvenido?
Es
el
sino
de
la
naturaleza
humana:
pensar,
sentir,
hacer,
más
pensar,
más
sentir
y
más
hacer,
y
más
pensar,
comparar,
razonar,
planificar,
y
más
hacer
y
más
sentir
y
así...
hasta
el
final
de
nuestros
días.
Pero
viviremos
según
hayamos
permitido,
o
no,
que
nos
atrape
el
sistema
verbal,
ese
sistema
que
ha
permitido
que
lleguemos
como
civilización
hasta
donde
hemos
llegado,
pero
que
puede
ser
destructivo
en
otras
facetas.
Resulta
tan
familiar
la
naturaleza
humana,
tan
aparentemente
simple,
que
cualquiera
puede
terminar
dogmatizando
sobre
ella
sin
demasiado
esfuerzo.
La
Historia
está
repleta
de
ejemplos,
y
la
actualidad
sobrecargada
de
vendedores
de
soluciones
para
todos
los
males
humanos.
Sin
embargo,
la
realidad
de
nuestro
objeto
de
estudio
es
muy
otra,
y
resulta
tan
complicada
que
llevamos
siglos
esperando
construir
una
ciencia
que
atrape
la
esencia
de
este
objeto
de
estudio
tan
escurridizo
y
burlón
como
resulta
ser
la
conducta
humana.
En
realidad,
la
mayor
dificultad
en
este
camino
es
la
variabilidad,
una
de
las
características
especiales
de
los
seres
vivos
y
del
ser
humano
en
particular.
Encontramos
que
aunque
dos
personas
piensen
lo
mismo,
una
pueda
hacer
una
cosa
y
otra
la
contraria.
Pero
también
que
dos
personas
pueden
hacer
lo
mismo
por
razones
bien
distintas,
que
nuestra
visión
de
algo
puede
cambiar
sin
razones
aparentes.
Encontramos
ejemplos
de
recorridos,
llenos
de
vida
y
de
acciones
en
dirección
a
algo
como
un
soporte
de
valor,
que
se
persigue
y
se
mantiene
aún
con
dolor,
malestar
o
incomprensión.
Pero
también
encontramos
personas
que
en
su
afán
por
vivir
felices,
ni
son
felices
ni
viven,
y
sus
vidas
terminan
por
convertirse
Carmen
Luciano
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3
en
un
martirio,
en
un
vivir
sin
vivir,
con
posibilidades
de
terminar
haciéndose
un
hueco
en
el
ámbito
de
la
enfermedad
mental,
calificados
como
enfermos
y
con
la
recomendación
de
seguir
un
tratamiento.
Pero
ni
son
enfermos,
ni
su
enfermedad
es
mental.
Llevamos
décadas
desbordados
por
esta
deriva.
Treinta
años
de
docencia
universitaria
en
asignaturas
dedicadas
al
análisis
y
tratamiento
de
los
problemas
psicológicos,
me
han
permitido
asistir
a
la
proliferación
de
las
denominadas
“enfermedades
del
siglo
XX”,
que
también
lo
están
siendo
del
XXI,
como
la
depresión,
los
trastornos
de
la
ansiedad,
las
adicciones
y
los
trastornos
de
la
personalidad,
por
citar
sólo
algunos
de
los
más
conocidos...
En
realidad,
son
sólo
una
parte
de
un
contexto
mucho
más
amplio
y
básico
en
el
que
habitan
los
miedos,
la
intolerancia
al
malestar,
el
rechazo
a
la
incomodidad,
la
insatisfacción
por
la
propia
vida;
la
infelicidad,
en
una
palabra.
¿Por
qué
un
segundo
la
alegría
se
convierte
en
tristeza?
¿Por
qué
las
personas
“se
acomodan”
y
transigen,
aunque
no
sean
felices?
¿Por
qué
esos
miedos
que
atenazan
ante
lo
que
aún
no
ha
ocurrido?
¿Por
qué
se
teme
el
fracaso
y
el
rechazo?
¿Por
qué,
a
pesar
de
sentir
miedo,
molestias
o
dolor,
unos
se
mantienen
fieles
a
sus
objetivos
y
valores,
mientras
otros
se
enredan
en
la
tristeza
y
el
malestar,
se
diluyen
en
sus
miedos
y
se
dejan
llevar
cegados,
sin
ver
más
allá
de
la
miseria
verbal
en
la
que
están
envueltos?
Desde
el
punto
de
vista
de
la
ciencia
psicológica,
responder
a
todas
estas
preguntas
es
responder
al
contexto
que
sostiene
el
quehacer
humano.
La
condición
humana,
como
condición
psicológica,
está
enmarcada
en
su
condición
biológica
por
abajo
y
en
su
cultura
por
arriba.
El
contexto
que
sostiene
al
ser
humano
es
su
biología
como
constante
interacción
con
la
naturaleza,
y
la
cultura
que
le
toca
vivir,
con
sus
crecientes
características
de
aldea
global,
de
permanente
interacción,
de
adelgazamiento
de
la
esfera
privada,
de
permanente
exposición
a
los
demás.
La
cultura,
más
allá
de
definiciones
al
uso,
está
presente
en
prácticamente
todo,
en
los
objetos,
los
mensajes,
los
gestos,
las
acciones
y
las
palabras…
Inevitablemente,
andamos,
pensamos,
sentimos,
acorde
a
nuestra
cultura.
Pero
su
impacto
ni
es
literal
ni
automático.
El
significado
de
las
cosas
que
la
cultura
organiza
no
es
directo
porque
requiere
de
un
medio
de
transmisión,
que
no
es
otro
que
el
de
las
contingencias
y
el
lenguaje.
Es
esto
último
el
tipo
de
selección
que
marcará
la
enorme
variabilidad
que
caracteriza
al
comportamiento
humano,
y
que
servirá
como
agente
de
cambio
de
la
propia
cultura
generación
tras
generación.
En
esencia,
lo
importante
son
las
contingencias
y
el
lenguaje,
lo
específicamente
psicológico
y
el
foco
de
interés
para
entender
al
ser
humano.
Vaya
por
delante
que
contingencias
y
lenguaje
operan
a
nivel
del
individuo
y
van
generando
la
historia
personal
que
nos
hace
únicos
y,
necesariamente,
diferentes.
Simplemente,
porque
las
leyes
que
regulan
lo
que
somos
lo
hacen
en
interacciones
individuales.
Carmen
Luciano
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4
Estamos
virtualmente
rodeados
de
mensajes
en
torno
a
la
vida,
a
cómo
ser
feliz.
Mensajes
que
equiparan
la
felicidad
a
ausencia
de
dolor,
de
malestar
y
de
preocupaciones.
De
modo
que,
en
lugar
de
simplemente
vivir
como
objetivo
y
esperar
lo
demás
por
añadidura,
evitar
el
malestar
se
alza
como
objetivo
prioritario
sobre
el
cual
gira
todo
lo
que
se
hace.
Y
la
cuestión
es
que
al
hacerlo,
ponemos
las
palabras,
en
forma
de
razones,
sensaciones
valoradas,
como
“me
siento
deprimido,
los
demás
son
mejores,
no
estoy
motivado,
no
puedo
hacerlo”…,
decíamos,
ponemos
las
palabras
antes
que
los
hechos
y
podemos
terminar
dedicándonos
a
ellas
en
vez
de
a
vivir
cada
momento
de
acuerdo
a
lo
relevante
para
uno,
a
lo
que
entendemos
como
nuestros
valores.
La
idea
de
ser
feliz
que
se
expande,
es
una
idea
fácil
de
generar
y
fácil
de
transmitir,
porque
la
tecnología
permite
su
distribución
masiva
a
cualquier
lugar
del
globo.
Hoy
se
proyecta
una
vida
con
numerosos
mensajes
y
recetas
que
dicen...
“No
al
dolor”
“No
a
la
frustración”
“No
al
malestar”
“Lo
quiero
YA”
“Tengo
derecho
a
sentirme
bien”
Y
se
programan
contingencias
con
actividades
que
no
supongan
esfuerzo,
metas
cortas,
donde
prima
la
influencia
de
otros
en
las
acciones
de
uno,
donde
se
organiza
el
sistema
para
no
contactar
con
el
malestar
ineludible
como
seres
verbales.
El
mensaje
de
referencia,
normalizado,
que
se
eleva
por
encima
de
todos
es:
Siéntete
bien
y
elude
el
malestar
Algo
que,
probablemente,
todos
firmaríamos.
Un
mensaje
de
aparente
salud
normalizada,
pero
que
termina
resultando
destructivo
porque
no
estamos
hechos
para
ello.
El
niño,
el
adolescente,
el
joven,
el
adulto
y
el
anciano,
se
encuentran
con
demasiada
información
diciéndole
cómo
debe
ser
su
vida,
cómo
ha
de
vivirla,
cómo
ha
de
afrontar
los
problemas,
cómo
puede
motivarse,
y
qué
necesita
pensar
y
sentir,
para
ser
feliz
en
todos
sus
detalles
(para
encontrar
pareja,
para
que
sus
hijos
le
quieran,
para
ser
un
buen
ciudadano,
para
tener
salud,
para
ser
simpático,
para
ser
espontáneo,
para
tener
amigos...).
Parece
que
hubiera
un
exceso
de
presión
sobre
cómo
hemos
de
ser
y
vivir…
La
mayoría
de
las
informaciones
y
las
contingencias
van
en
la
misma
dirección:
un
sentido
de
la
vida
que
tiene
una
gran
probabilidad
de
atrapar
al
individuo
por
exceso
de
derivaciones
sobre
uno
mismo
y
los
demás,
por
enseñarle
a
centrarse
en
eso,
por
situar
las
causas
del
vivir
donde
no
están.
La
cuestión
es
que
mensajes
y
contingencias
pueden
terminar
generando
una
historia
personal
en
la
que
algunas
personas
deriven,
de
un
modo
u
otro,
que
son
débiles,
que
necesitan
ayuda,
que
no
saben,
que
son
infelices,
que
fracasan...,
Carmen
Luciano
–Lección
inaugural
Curso
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Almería
5
que
no
logran
conseguir
lo
que
parece
tan
fácil
y
necesario
conseguir
para
vivir.
Poco
importa
si
ése
no
era
el
propósito
ya
que
las
leyes
de
la
naturaleza
humana
no
entienden
de
objetivos
o
propósitos.
Importa
que
se
dan
las
condiciones
para
que
la
persona
derive
muchos
más
pensamientos
y
sensaciones
problemáticas.
Con
todo,
sin
duda
alguna,
lo
más
importante
es
que
esos
pensamientos
y
sensaciones
terminen
convertidos
en
causas
mecánicas
de
la
acción
y
rijan
literalmente
la
vida
personal.
El
mundo
actual
ha
terminado
por
dar
a
entender
que
la
vida
feliz
es
una
vida
sin
dolor.
Que
si
hay
malestar,
hay
un
problema.
Que
el
problema
ha
de
ser
eliminado
y
que
si
el
malestar
no
se
elimina
se
convierte
en
un
trastorno.
Que
como
trastorno
debe
tener
un
fondo
biológico
y,
consecuentemente,
requiere
de
una
solución
ajena
a
uno
mismo,
tal
vez
farmacológica…
¡Tómese
tal
y
estará
motivado,
tómese
cual
y
se
sentirá
bien…
Y
si
vuelve
a
sentirse
mal,
tómese
una
más,
distráigase,
haga
algo
para
olvidar,
para
no
sentir
el
dolor,
para
no
sentir
los
pensamientos
taladrantes…!
Todo
encaja...
Pero,
así,
la
vida
quedará
cada
vez
más
mermada,
sin
apenas
notar
que
se
dejan
las
riendas
en
manos
del
malestar,
en
manos
del
“no
puedo
porque
me
siento
mal”.
¿Qué
regula
el
quehacer
del
ser
humano?
¿Qué
regula
su
comportamiento?
Enfrentarse
a
esta
empresa
ha
sido
y
es
el
objetivo
de
numerosas
disciplinas,
muchas
de
ellas
previas
a
la
psicología,
que
pugnan
por
explicar
sus
numerosos
enigmas.
Las
explicaciones
tradicionales
sobre
el
quehacer
humano
son,
por
tanto,
numerosas,
pero
todas
apuntan
en
la
misma
dirección:
son
de
carácter
dualista
y
están
tan
arraigadas
en
nuestro
lenguaje,
en
nuestro
modo
de
explicar
el
comportamiento
de
los
demás
y
el
propio,
que
resulta
verdaderamente
difícil
apreciar
la
trampa
verbal.
Son
explicaciones
que
trocean
al
individuo
como
si
se
tratase
de
una
máquina
donde
unas
partes
son
más
importantes
que
otras,
como
si
hubiera
un
“un
algo
dentro”
que
determinase
su
devenir,
y
fuere
responsable
de
lo
que
valora,
piensa,
siente
y
hace.
Es
una
metáfora
útil
para
predecir,
pero
una
metáfora
con
trampa.
Por
un
lado,
resulta
coherente
para
todos
porque
así
hemos
aprendido
a
hablar
de
nosotros
mismos,
es
parte
de
nuestro
lenguaje.
Pero,
por
otro
lado,
actuar
apoyados
en
tales
explicaciones,
produce
resultados
no
esperados
y
genera
más
problemas
que
soluciones
en
numerosas
circunstancias.
Por
el
contrario,
una
visión
funcional
donde
el
organismo
no
se
trocea
para
dar
explicación
de
lo
que
valora,
piensa,
siente
y
hace,
donde
el
comportamiento
tiene
entidad
por
sí
mismo,
ha
guiado
la
investigación
desde
el
inicio
de
la
Psicología
científica
buscando
explicaciones
que
sirvan
para
controlar
o
influir
en
los
fenómenos
psicológicos,
vía
prevención
y
vía
tratamiento.
De
modo
general
podemos
decir
que:
• Más
de
80
años
de
estudio
científico
han
mostrado
el
impacto
de
las
consecuencias
sobre
el
comportamiento
humano.
La
importancia
de
lo
que
vulgarmente
llamamos
motivación
permite
que
las
consecuencias
obren.
Carmen
Luciano
–Lección
inaugural
Curso
2010‐2011
Universidad
Almería
6
De
ahí
las
leyes
centradas
en
las
contingencias
que
han
hecho
posible
desarrollar
numerosos
procedimientos
para
generar
repertorios
múltiples
y
para
cambiar
el
ritmo
conductual.
• Sin
embargo,
faltaba
una
comprensión
central
de
la
génesis
del
lenguaje
que
permitiera
responder
a
la
derivación
de
pensamientos,
de
sensaciones,
de
relaciones
múltiples
en
milésimas
de
segundo;
a
la
capacidad
de
“transportarnos”
al
pasado
y
al
futuro,
a
la
capacidad
de
cambiar
lo
que
se
siente
o
valora
sólo
por
una
palabra.
En
suma,
a
derivar
relaciones
y
transformar
las
funciones
en
cada
momento
hasta
el
punto
de
trascender,
entre
otras
cosas,
al
mismísimo
malestar.
• A
lo
largo
de
los
últimos
20
años,
hemos
entrado
a
fondo
en
ese
análisis
y
las
puertas
del
conocimiento
que
permanecían
entornadas,
que
permitían
ver
“algo”,
pero
más
sombras
que
luces,
se
han
abierto
de
par
en
par.
Y
el
panorama
resulta
espectacular
para
quienes
amamos
la
exploración
científica
del
ser
humano.
Empezamos
a
encontrar
las
respuesta
a
muchas
preguntas
generando
análogos
experimentales
en
los
que
provocamos
y
alteramos
estos
productos,
tanto
en
laboratorio,
como
en
el
mundo
real.
Toda
esta
investigación
ha
sido
sintetizada
en
la
denominada
Teoría
de
los
Marcos
Relacionales,
una
Teoría
Funcional
del
Lenguaje
y
la
Cognición
que
se
desarrolla
a
partir
del
análisis
experimental
de
contingencias.
¿Cuáles
son
los
hechos
experimentales?
Siquiera
sea
brevemente,
nuestro
nivel
de
conocimientos
actual
nos
decir
que:
1. Aprender
lenguaje
es
aprender
a
enmarcar
relacionalmente
y
es
generado
por
la
comunidad
verbal
a
través
de
múltiples
ejemplos
y
contingencias....
• Sabemos
ya
las
condiciones
para
aprender
las
claves
relacionales
más
relevantes
en
el
lenguaje
humano
actual
(coordinación,
comparación,
oposición,
jerarquía,
distinción,
de
perspectiva‐deíctica,
temporales
y
espaciales).
• Sabemos
que
esto
permitirá
derivar
relaciones
y
proporcionar
funciones
a
estímulos
nuevos
y
alterar
funciones
previamente
establecidas.
• Sabemos
que
este
aprendizaje
permitirá
la
formación
del
potente
reforzador
conocido
como
“tener
razón”,
“estar
en
lo
correcto…”
que
mantendrán
la
coherencia
verbal
de
cada
uno.
• Sabemos
que
la
fluidez
y
flexibilidad
en
enmarcar
relacionalmente
y
con
múltiples
transformaciones
es
la
base
de
la
inteligencia.
• Y
sabemos
de
las
derivaciones
y
transformaciones
necesarias
para
la
formación
del
YO
Carmen
Luciano
–Lección
inaugural
Curso
2010‐2011
Universidad
Almería
7
Y
las
aplicaciones
de
todo
lo
anterior
son
extraordinarias
en
el
ámbito
de
problemas
como
el
autismo
y
el
retraso
en
el
desarrollo,
o
para
la
toma
de
perspectiva,
la
reducción
de
la
impulsividad
y
la
mejora
de
la
inteligencia,
por
citar
sólo
algunos
ejemplos.
Más
hallazgos
que
cabría
destacar:
• Se
ha
generado
un
procedimiento
denominado
IRAP
como
método
para
aislar
la
Cognición
Implícita,
desde
los
sesgos
y
los
valores
personales,
hasta
los
pensamientos
y
actitudes
escondidas.
• Se
ha
aislado
el
contexto
contingencial
que
hace
que
unas
conductas
influyan
en
otras,
en
cuanto
relaciones
arbitrarias
(por
sociales)
entre
pensar‐sentir
y
actuar;
responsables
de
fomentar
una
coherencia
causal
que
no
lo
es,
pero
que
lo
parece.
Y
las
aplicaciones
son
múltiples,
por
cuanto
permiten
entender
y
generar
protocolos
para
la
formación
de
los
valores
personales.
Permiten
generar
regulaciones
eficaces
‐por
elegidas‐
apoyadas
en
la
transformación
de
los
contenidos
derivados
sobre
uno
mismo.
Permiten
alterar
el
comportamiento
fundido
a
las
derivaciones,
a
las
funciones
verbales.
Permiten
explicar
y
alterar
el
patrón
de
regulación
denominado
Evitación
Experiencial
Destructiva,
como
tronco
común
de
la
mayoría
de
los
Trastornos
Psicológicos
o
Mentales.
Etcétera.
Toda
la
evidencia
experimental
disponible
señala
que
dar
la
espalda
al
dolor,
al
miedo,
al
malestar,
limita
o
reduce
considerablemente
la
vida
personal.
Es
como
moverse
en
arenas
movedizas
para
intentar
salir
y,
sin
embargo,
hundirse
más.
Comportarse
fundido
a
las
palabras,
a
mantener
la
literalidad
del
comportamiento
relacional,
es
limitar
la
trayectoria
personal.
Es
ir
sin
dirección,
cegados
por
las
palabras
como
“no
puedo”,
“estoy
triste”,
“me
ahogo”,
"me
saldrá
mal”,
y
es
una
dirección
de
corto
recorrido.
Es
engañarse
por
la
ilusión
verbal,
es
ver
los
árboles
sin
ver
el
bosque.
De
nuevo,
palabras
y
hechos
enfrentados
y
como
resultado,
la
insatisfacción
y
la
limitación
en
la
vida
personal.
La
evidencia
experimental
nos
permite
explicar
que
el
sufrimiento
humano
es,
precisamente,
no
estar
dispuesto
a
incluir
el
malestar
como
parte
de
la
vida,
no
estar
dispuesto
a
aceptar
las
leyes
que
regulan
nuestro
comportamiento
como
seres
biológicos
y
verbales.
Sin
embargo,
no
estamos
condenados
al
control
sin
freno
de
la
derivación
de
funciones
verbales.
No,
según
indica
la
investigación
en
comportamiento
relacional,
puesto
que
hemos
probado
que
niveles
de
transformación
adicionales,
deícticas
y
jerárquicas,
nos
convierten
en
los
“dueños
de
la
dirección
de
la
vida
propia”
de
acuerdo
a
las
leyes
que
regulan
lo
que
somos.
Nos
referimos
a
transformaciones
funcionales
que
permiten
diferenciarnos
verbalmente
de
nuestros
pensamientos,
sensaciones
y
recuerdos.
Carmen
Luciano
–Lección
inaugural
Curso
2010‐2011
Universidad
Almería
8
Como
consecuencia
de
los
avances
anteriores,
es
la
primera
ocasión
en
la
que
asistimos
a
la
génesis
de
un
tipo
de
terapia
psicológica
apoyada
en
la
evidencia
experimental
en
lenguaje:
la
Terapia
de
Aceptación
y
Compromiso
(conocida
como
ACT,
por
sus
siglas
en
inglés
–Acceptance
and
Commitment
Therapy).
La
terapia
con
más
expansión
en
los
últimos
diez
años,
dirigida
a
romper
el
patrón
destructivo
de
actuación
fusionada
a
las
palabras
mediante
métodos
de
transformación
de
funciones,
y
aplicada
con
eficacia
a
un
amplísimo
abanico
de
problemas
psicológicos
desde
los
más
graves
y
limitantes
a
los
menos
graves
por
cotidianos
y
relativamente
limitantes.
En
síntesis,
la
investigación
en
la
Derivación
del
Comportamiento
relacional
muestra
una
vez
más
la
eficacia
del
principio
científico
de
la
parsimonia:
no
deja
de
ser
una
alegría
comenzar
a
encontrar
algo
de
orden
ante
el
gran
desorden
que
muestra
el
estudio
del
comportamiento
humano.
Los
resultados
obtenidos
en
estas
líneas
de
investigación
ratifican,
una
vez
más,
la
premisa
básica
y
añaden
otra
de
gran
valor:
Sabíamos
que
la
historia
de
interacciones
personales
explica
las
funciones
del
comportamiento
presente
en
cada
circunstancia,
Sólo
que,
ahora
a
los
hallazgos
previos
sobre
las
leyes
contingenciales,
se
añade
que
hemos
aislado
los
principios
que
regulan
la
transformación
de
las
funciones
y,
por
tanto
es
posible
producir
funciones
sin
contingencias
y
alterar
la
función
puntual
de
los
productos
de
la
historia
personal.
Somos
organismos
únicos
que
respondemos
al
presente
con
la
carga
de
nuestra
historia.
Esta
historia
siempre
ocurre
en
la
cultura
en
la
que
nos
toca
vivir
y
transmitimos
los
valores
predominantes
de
modo
muy
variable.
Ahora,
conocemos
los
procedimientos
para
alterar
verbalmente
las
funciones
que
la
historia
personal
conlleva,
para
bien
o
para
mal.
Esa
es
la
gran
baza.
No
tenemos
que
pelear
con
el
malestar
que,
a
veces,
sobreviene.
No
tenemos
que
deshacernos
de
los
pensamientos
crónicos
ni
de
las
sensaciones
hirientes.
Podemos
aprender
a
actuar
a
pesar
de
todo
ello.
Podemos
tener
paz
entre
los
hechos
y
las
palabras
si
aprendemos
a
clarificar
las
direcciones
de
valor
personal
y
nos
hacemos
cargo,
por
inclusión,
de
lo
que
lleva
consigo
elegir
actuar
de
acuerdo
a
ello.
A
la
corta
y
a
la
larga,
la
sensación
de
hacer
lo
que
uno
quiere
produce
una
gran
satisfacción
aunque
el
camino
haya
tenido
y
continúe
teniendo
recovecos
en
los
que
uno
sienta
perderse
y
zonas
oscuras,
por
las
que
uno
pasó
en
vez
de
darse
la
vuelta.
Necesitábamos
la
investigación
compleja
en
comportamiento
relacional
para
conocer
cómo
se
genera
ese
nivel
de
transformación
verbal
que
nos
permite
todo
ello.
Hemos
necesitado
miles
de
sujetos
experimentales
y
diferentes
grupos
Carmen
Luciano
–Lección
inaugural
Curso
2010‐2011
Universidad
Almería
9
de
investigación
a
lo
largo
y
ancho
del
mundo
entregados
a
la
búsqueda
de
conocimiento
para
que
el
insight
surgiera,
pasara
al
plano
experimental,
y
permitiera
replicar
y
establecer
leyes
útiles.
Lo
hemos
conseguido
y
seguimos
avanzando
y,
al
hacerlo,
tendremos
a
la
vista
nuevos
horizontes
para
ser
abordados
experimentalmente.
Lo
que
se
sabía
de
la
condición
humana
era
un
conocimiento
cotidiano,
apoyado
en
el
sentido
común
y
en
el
mero
razonamiento.
Equivalente
a
lo
que
hace
20
años
se
podía
saber
sobre
la
célula
y
el
sistema
solar.
Ahora,
sabemos
mucho
más
de
las
leyes
que
regulan
la
naturaleza
humana
y
de
cómo
alterar
sus
productos
cuando
se
interponen
para
ajustarse
a
los
hechos
de
cada
uno.
Podemos
seguir
comportándonos
como
si
estos
descubrimientos
no
existieran,
adjudicando
causas
supersticiosas
al
quehacer
humano.
Sería
negar
la
evidencia
experimental
y
permitir
que
el
lenguaje,
transmitiendo
el
sentido
de
felicidad
ciego
potenciado
por
la
cultura,
siga
envolviendo
a
las
personas
con
el
resultado
ya
conocido.
Sin
embargo,
también
podemos
ajustarnos
a
los
hechos
y
tomar
las
palabras
por
lo
que
son
poniéndolas
al
servicio
de
las
acciones
que
valoremos
a
nivel
personal.
Podemos
decir,
como
dijeron
José
Ortega
y
Gasset,
Santiago
Ramón
y
Cajal,
Bertrand
Russell,
o
Ayn
Rand,
y
algunos
otros
de
su
nivel,
que
el
ser
humano
está
obligado
a
elegir,
que
no
es
posible
eludirlo,
que
está
condenado
a
ser
libre.
Lo
relevante
es
que
la
ciencia
psicológica
está,
ahora,
en
disposición
de
explicar
los
procesos
contingenciales
y
verbales
que
conforman
repertorios
que
harán
individuos
libres,
responsables
de
su
vida,
pero
que
también
pueden
generar
individuos
insatisfechos,
apresados
por
las
palabras
preñadas
de
mensajes
de
felicidad
infructuosos.
La
investigación
ha
mostrado
que
la
vida
humana
está
ligada,
inexcusablemente,
al
lenguaje.
Sin
lenguaje,
no
sería
posible
el
sufrimiento
humano,
pero
tampoco
lo
que
nos
ha
hecho
llegar
a
donde
hemos
llegado
como
especie,
para
bien
o
para
mal.
El
paquete
de
leyes,
que
definen
la
condición
humana,
operarán
a
lo
largo
de
la
historia
de
cada
uno.
Por
tanto,
parafraseando
a
Ortega,
la
historia
será
necesariamente
personal,
única,
no
podrá
transferirse
a
otros,
y
es
aditiva:
lo
andado,
andado
queda,
y
sólo
queda,
en
cada
momento,
preguntarse
en
qué
dirección
continuar
caminando.
Lo
que
en
cada
momento
sentimos,
pensamos
o
recordamos
es
producto
de
la
historia
personal;
es
un
hecho
que
responde
a
las
leyes
que
han
ido
generando
un
tejido
personal
del
cual
no
es
posible
des‐hacerse.
Sólo
es
posible
construir
sobre
ello.
Ahora,
comenzamos
a
saber
mucho
más
de
ese
arte
que
es
saber
vivir
al
hacerlo
en
conjunción
con
las
leyes
aisladas
experimentalmente.
Es
tiempo
de
terminar
y
para
cerrar,
desearía
resaltar
que
la
tarea
y
responsabilidad
de
un
científico
es
mostrar
las
evidencias
y
ponerlas
al
servicio
de
su
comunidad.
Es
nuestra
tarea
hacer
avanzar
el
conocimiento.
Otros
serán
los
responsables
de
utilizarlo.
Podrán
dar
la
espalda
a
este
conocimiento
y
dejar
el
proceso
en
manos
de
las
contingencias
imperantes.
Podrán
utilizarlo
en
provecho
propio.
Podrán
usarlo
para
generar
personas
débiles
que
necesiten
ser
cuidadas.
Carmen
Luciano
–Lección
inaugural
Curso
2010‐2011
Universidad
Almería
10
Podrán
emplearlo
para
generar
personas
libres
que
sepan
andar
por
la
vida
conscientes
y
responsables
de
sí
mismos.
Nuestra
misión
como
científicos
en
un
contexto
universitario
es
seguir
investigando
para
perfeccionar
lo
que
sabemos
y
ahondar
en
lo
que
desconocemos.
No
es
una
tarea
fácil
ni
grata.
Es
frustrante
e
incomprendida
muchas
veces,
pero
si
se
ama
el
conocimiento
se
convierte
en
un
gran
valor,
y
permite
mantenerse
formando
parte
de
la
ciencia,
de
ese
pequeño
sector
de
humanos
cada
vez
más
parecido
a
una
orden
mendicante
de
puerta
en
puerta
suplicando
los
fondos
que
nos
permitan
mantener
viva
la
esperanza
en
el
conocimiento.
Hemos
dicho
sí
al
trabajo
complicado
que
permite
resolver
muchas
de
las
miserias
humanas,
poniendo
al
descubierto
las
condiciones
para
que
se
conviertan
en
humanos
inteligentes,
libres
y
responsables
de
su
condición.
Sólo
le
queda
a
la
sociedad
aprovecharlo.
Permítanme
terminar
diciendo
que
ha
sido
un
placer
poder
decir
lo
que
he
dicho
ante
una
audiencia
tan
distinguida.
Permítanme
señalar,
con
el
orgullo
que
la
ocasión
merece,
que
desde
esta
Universidad,
a
pesar
de
todas
las
dificultades,
hemos
podido
desarrollar
una
próspera
línea
de
investigación
puntera,
internacionalmente
reconocida
y
respetada.
Permítanme,
también,
traer
aquí
el
recuerdo
y
la
gratitud
a
mis
colegas
compañeros
de
objetivos
investigadores
en
Irlanda,
en
Estados
Unidos,
en
Gran
Bretaña
y
en
Suecia.
Permítanme,
por
último,
finalizar
dando
las
gracias
a
todos
y
cada
uno
de
los
integrantes
de
mi
grupo
de
investigación
a
lo
largo
de
todos
estos
años.
Muchos
de
ellos
colegas
ya
en
otras
universidades
españolas.
Y,
especialmente,
a
los
becarios,
alumnos
y
profesores
que
forman
el
grupo
actual,
con
la
esperanza
de
que
podamos
seguir
trabajando,
si
las
condiciones
nos
lo
permiten
y
la
fortaleza
nos
acompaña,
por
el
bien
de
esta
institución
y,
sobre
todo,
por
el
valioso
deber
de
buscar
el
conocimiento
allá
donde
se
hallare,
para
que
pueda
ser
usado
por
quién
lo
necesite.
Muchas
gracias.

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