LA RUAH SANTA: ALIENTO DE VIDA Miryam Martín 4ª formación para la preparación a las JMJ Índice: I. VER: “He visto, he escuchado su clamor, conozco sus angustias” (Ex 3,7) II. JUZGAR: “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios…” (Lc 11,28) 1. ¿Es posible? 2. Una nueva comunidad. 3. El Espíritu sigue clamando ¿Puedo oír su clamor? 4. ¿Cuándo creemos en el Espíritu Santo? (Oración de Karl Rahner) 5. Ruah: manantial de agua viva. Encuentros III. ACTUAR: “Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón (Fito Páez) LA RUAH SANTA: ALIENTO DE VIDA Miryam Martín I. VER “He visto, he escuchado su clamor, conozco sus angustias” (Ex 3,7) El Espíritu es vida (Rom 8,10) Ruah significa el aliento de la persona viva o el viento que traen las nubes de las que procede la lluvia indispensable para la vegetación y la vida; significa el aire posible de respirar, con la capacidad de generar vida y además una vida que es vitalidad y energía. Pero, aplicado a Dios, se convierte en símbolo para expresar su condición de Dios vivo y que da vida. En el relato de la creación aparece Dios tomando polvo de la tierra para modelar al ser humano y al inspirar un hálito aliento- de vida, sobre esa creación que había modelado con sus manos, se convirtió en ser viviente. En el Antiguo y en el Nuevo Testamento, es el hálito, el aire, la Ruah de Dios, el que se manifiesta en todo lo creado y permanece en lo creado para dar fuerza y esperanza. 2 Impresiona hasta la emoción el pasaje del primer Canto del Siervo (Is 42,1-4) en el que se afirma que Dios envía su Espíritu al Siervo para que éste “no desmaye ni quiebre, no desfallezca” en la misión. Lo normal es que la caña se rompa, o que la mecha se apague y que el Siervo llegue a decir un día: “he consumido mis fuerzas para nada” (49,4). La función del Espíritu consiste en transmitir al Siervo la fortaleza necesaria para que esto no suceda y, como consecuencia, para que la caña quebrada no se parta y la mecha vacilante no se apague. María e Isabel, llenas del Espíritu Santo son capaces de empujar y alumbrar la nueva vida que nace de aquello que se tenía por estéril o imposible. La solidaridad de estas dos mujeres abre caminos de esperanza a la acción del Dios que ensalza a los humildes y colma de bienes a los hambrientos. VER En los relatos evangélicos, desde el primer momento, se habla de la presencia del Espíritu. “El Espíritu Santo, la Ruah Santa, vendrá sobre ti…”. La acción creadora de Dios presente ya en la historia de Israel, en el nacimiento de Jesús llega a un momento decisivo y la promesa: “Yo seré vuestro Dios”, “yo estaré con vosotros” se está haciendo realidad con Jesús. La misma presencia aparece desde el comienzo de la vida pública. En el bautismo: “Jesús vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu en forma de paloma bajaba sobre él” (Mc 1,10). El Espíritu mueve a Jesús a lo largo de su vida: “llevado por el Espíritu se retira al desierto”. En la sinagoga de Nazaret, Jesús hace vida el texto de Isaías 61: “El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y dar la vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19). En otros textos Jesús aparece lleno del Espíritu Santo: “El Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús y dijo: ‘Yo te bendigo, 3 Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos’” (Lc 10,21). En el evangelio de Juan, Jesús Resucitado entrega el Espíritu a sus discípulos: “sopló sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo”. También en Juan se presenta al Espíritu como principio de vida: “Si alguien tiene sed que venga a mí y beba; como dice la Escritura: si alguien cree en mí, de sus entrañas brotarán ríos de agua viva. Decía esto refiriéndose al Espíritu que recibirían los que creyeran en él”. Tras la resurrección: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5). El Espíritu de Dios en nuestra vida nos comunica la vida misma de Dios: “¿No sabéis que el Espíritu de Dios habita en vosotros?” (1Cor 3,6); “La prueba de que sois hijos es que Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abbá, Padre. De suerte que ya no eres siervo sino hijo” (Gál 4,6). Jesús se dejó llevar por el Espíritu para aliviar el sufrimiento humano y para ofrecer a los hombres y mujeres motivos por los que vivir, razones por las que soñar un mundo mejor. La espiritualidad que presenta el evangelio funde la causa de Dios con la causa de la vida. Es decir, encontramos a Dios en la medida en que defendemos, respetamos y dignificamos la vida. La espiritualidad de la que nos habla el evangelio no es un proyecto que centra a la persona en sí misma, en su propia perfección o en la adquisición de determinadas virtudes. Es un proyecto centrado en los otros, orientado a los demás, con la intención puesta en aliviar el sufrimiento ajeno y dar motivos de vida y esperanza a quienes la han perdido. 4 misterio que nos envuelve y del que formamos parte. Pero, lejos de ser una maniobra de distracción de la realidad en la que vivimos es un estilo de ser y de estar, es un modo de situarse en la realidad. Como nos recuerda Pagola, Jesús no puede pensar en Dios sin pensar en su proyecto de transformar el mundo. No separa nunca a Dios de su reino. No lo contempla encerrado en su propio mundo, aislado de los problemas de la gente; lo siente comprometido en humanizar la vida. Por eso, para Jesús, el lugar privilegiado para captar a Dios no es el culto, sino allí donde se va haciendo realidad su reino de justicia entre la humanidad. Jesús capta a Dios en medio de la vida y lo capta como presencia acogedora para los excluidos, como fuerza de curación para los enfermos, como perdón gratuito para los culpables, como esperanza para los aplastados por la vida. Espiritualidad es más bien el espíritu con el que se afronta lo real, la historia en que vivimos con toda su complejidad. (Jon Sobrino) No nos surge constantemente la pregunta, ¿qué aliento? ¿qué Espíritu acompañó la vida histórica de Jesús para traernos un reino con semejante fuerza transformadora? Ese Espíritu le llevó de un modo constante a una implicación por esa Tierra Nueva anunciada desde antiguo. Dios quiere que rían los que lloran y que coman los que tiene hambre: ¡que todos puedan vivir! La acción de la Ruah, es primordialmente dar vida. Vida en plenitud para los que la tienen amenazada o insegura. Vida digna, vida rescatada de la humillación o del desprecio a los que tienen que soportar cualquier tipo de rechazo o discriminación en nuestra sociedad. Abrirnos a la acción del Espíritu es abrirnos a la dimensión de encuentro con el Dios de Jesús, que afecta y cambia a toda la persona, que transforma radicalmente el modo de ver y estar con los demás. Hablar de espiritualidad es hablar de la dimensión de profundidad, del 5 No podemos evadirnos de la realidad porque es en la cotidianidad, llena unas veces de motivaciones y otras de frustraciones, de sueños y sufrimientos, donde se va fraguando nuestra historia de relación con Dios y con los demás. Algo que Jesús nos mostró que no puede concebirse por separado. En ocasiones se ha podido transmitir una idea equivocada de lo que es la espiritualidad. Como si también nosotros necesitáramos escuchar “¡Insensatos! El que hizo el exterior ¿no hizo también el interior?” (Lc 11,40). Como afirma Xavier Meloni, “en la vida espiritual, lo contrario de la interioridad no es la exterioridad, sino la superficialidad. Interioridad y superficialidad son opuestas en cuanto que corresponden a dos disposiciones incompatibles ante Dios, ante el entorno y ante uno mismo/una misma. Interioridad y exterioridad se complementan. Cultivar la primera no significa abandonar la segunda”. Igual que Jesús se encarnó, también nosotros nos hacemos hombres y mujeres, nos hacemos cada vez más humanidad, por obra del Espíritu Santo. 6 La espiritualidad de la encarnación consiste en vivir la presencia de Dios aquí y ahora, y seguir esperando que esta presencia nos implique más cada día para llegar a ser una presencia transformadora para los otros, especialmente para los que más sufren. Como dice Mario Benedetti “Todo depende del dolor con que se mire”. Nuestra mirada ha de tener una tendencia, igual que la tuvo la propia mirada de Jesús: una mirada compasiva hacia las situaciones de más dolor y sufrimiento. Nos lo recordaba Pedro José Gómez en el segundo de los temas: “Una mirada desde dentro y desde abajo llena de misericordia”. Todo esto sólo puede realizarse en la cotidianidad de la vida, en todo lo que realizamos en nuestra existencia diaria; en la escucha y el silencio, en el diálogo y la comunión, en la profecía y en el amor, en la dedicación y el compromiso con lo pobre y lo pequeño. Reflexión para el trabajo personal y de grupo - - 7 ¿Cómo percibes ese hálito, el aire, la Ruah de Dios, manifestándose en todo lo creado y permaneciendo en lo creado para dar fuerza y esperanza? ¿De qué manera sientes su presencia en medio de la cotidianidad? ¿Qué situaciones personales vives con la necesidad de ser alentadas por la Ruah? ¿Qué manifestaciones descubres en nuestro mundo que gritan la necesidad de avivar la acogida de la Ruah? II. JUZGAR “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios…” (Lc 11,28) “Cuando venga el Espíritu de la verdad, os iluminará para que podáis entender la verdad completa” (Jn 16,13) 1.- ¿Es posible? Simeón, el Nuevo teólogo, llamado así por sus contemporáneos por la autenticidad y hondura de su experiencia cristiana de Dios, perteneció a la Iglesia Bizantina de los siglos X y XI. En esta época se estaba viviendo el peligro de la ritualización excesiva del culto que llevaba a una ruptura entre la experiencia de la resurrección de Jesús y la de toda la humanidad. Simeón nos recuerda que vivir la radicalidad de la vida cristiana -la experiencia del Espíritu como anticipo de la resurrección futura- es siempre posible, en todo tiempo; que no podemos refugiarnos en épocas más místicas de la experiencia cristiana. Hoy es el tiempo de la radicalidad evangélica, hoy es el tiempo de la vida en el Espíritu. Los escritos de este autor dejan una semilla de verdadera esperanza: todo es posible para quien, a pesar del desaliento, no deja de agradecer y de invocar. “No digáis que es imposible recibir el Espíritu divino. No digáis que sin él es posible ser salvados. No digáis por tanto que se puede poseer el Espíritu sin saberlo. No digáis que los hombres no pueden ver una luz divina, O que es algo impensable en los tiempos actuales”. 8 2.- Una nueva comunidad El libro de los Hechos cita, variándolo ligeramente, el pasaje de Joel para describir los acontecimientos de Pentecostés: Derramaré mi Espíritu a toda la humanidad. “Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán sus hijos e hijas; los jóvenes tendrán visiones y los ancianos sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas Derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra… (Hech 2,17-19) JUZGAR El texto del profeta Joel no sólo ayudó a interpretar escatológicamente la profecía sino que ayudó a hacer comprensible un fenómeno social que se asentaba con fuerza creciente en la conciencia: los discípulos de Jesús que se habían reunido en Jerusalén se convirtieron más y más en comunidad. En una comunidad donde todos estaban habitados por Dios. Precisamente este hecho creaba entre ellos una relación nueva que excluía privilegios y marginaciones. Joel anuncia esta nueva estructura social del pueblo de Dios cuando dice: cuando Israel sea llamado de nuevo a la vida, Dios derramará su Espíritu sobre todo el pueblo. Todo Israel se convertirá entonces en un “pueblo de profetas”. A partir de ese momento, el don del Espíritu no será privilegio de un profeta individual ni de un grupo de profetas. Todos se convertirán en portadores del Espíritu: las mujeres 9 igual que los hombres, los jóvenes tanto como los ancianos, los esclavos exactamente igual que los libres. El profeta anuncia la Ruah a la totalidad del pueblo de Dios, con la consiguiente eliminación de todas las diferencias sociales. La desbordante experiencia del Espíritu conduce a una nueva comunidad. 3.- El Espíritu sigue clamando ¿Puedo oír su clamor? La palabra clamor (saaq) significa “queja contra la injusticia cometida”. Clamor que brota de situaciones injustas, no queridas por Dios. A través de este clamor de la injusticia sufrida se descubre la presencia misteriosa pero real de la Ruah pidiendo justicia, derecho, reconciliación, paz. El Espíritu sigue clamando en la historia, desde el clamor del pueblo. Y esto interpela a toda la Iglesia que no puede ser sorda a dicho clamor. El clamor del Espíritu es, principalmente, un clamor profético que pide justicia. “El Espíritu ha decidido administrar el octavo sacramento: ¡la voz del Pueblo! (Pedro Casaldáliga). 10 4.- ¿Cuándo creemos en el Espíritu Santo? (Oración de Karl Rahner) Cuando tenemos una esperanza total en la vida, a pesar de nuestras caídas y nuestras dudas. Cuando se siente la desesperación y, sin embargo, se experimenta un consuelo interior que nadie nos puede quitar. Cuando somos capaces de orar en medio de las tinieblas y el silencio, sabiendo que siempre somos escuchados, aunque no percibamos una respuesta que se pueda razonar. 5.- Ruah: manantial de agua viva. Encuentros Primer encuentro: Cuando experimentamos el desgarrón de la muerte propia o ajena y la sabemos asumir con fe y esperanza. Cuando aceptamos libremente una responsabilidad, aunque no tengamos claras perspectivas de éxito y de utilidad. Cuando vivimos con serenidad y perseverancia la existencia de cada día, a veces amarga, decepcionante y aniquiladora, y la aceptamos por una fuerza cuyo origen no podemos abarcar ni dominar. Segundo encuentro: Tercer encuentro: Cuarto encuentro: Quinto encuentro: Cuando nos entregamos sin condiciones y cuando el caer se convierte en un verdadero estar de pie. Cuando en el fondo de nuestras interrogantes y nuestros conocimientos nos sentimos abrazados por un misterio que nos acoge y nos salva y que experimentamos como el fondo más profundo y auténtico de nuestro ser. Cuando vivimos las tinieblas del aparente sin-sentido en nuestra vida, porque esperamos una promesa que no podemos entender. Cuando vivimos las experiencias fragmentarias del amor, la belleza y la alegría, como promesa del amor, la belleza y la alegría plena que un día recibiremos junto a Dios. 11 Jesús y Nicodemo “Nacer de nuevo del agua y del Espíritu” (Jn 3, 1-21) Jesús y la samaritana “Dame de beber” “Si conocieras el don de Dios” (Jn 4) Jesús y el pueblo “Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba” “De lo más profundo de todo el que crea en mí brotarán ríos de agua viva” (Jn 7, 3739). Jesús y María de Betania. “La casa se llenó de un perfume único” (Jn 12, 1-8) Jesús amando hasta el extremo a los suyos “Echó agua en un lebrillo y comenzó a lavar los pies a sus discípulos” “Vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros” (Jn 13, 1-20) Reflexión para el trabajo personal y de grupo - - Te invitamos a recrear las escenas de encuentros con Jesús. ¿Quién es el personaje? ¿Cuál parece ser su momento vital, la situación que manifiesta? ¿Cómo se produce el encuentro? ¿Qué cambia a partir de ese encuentro? ¿Qué te llega a ti de este encuentro? ¿Qué dudas, qué inquietudes te acompañan? ¿Cómo ilumina la Palabra de Dios lo que has ido nombrando en el ver? 12 III. ACTUAR “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón” (Fito Paez) “No temas, yo derramaré agua sobre lo sediento, arroyos en la tierra ardiente” (Is 44,2-3) Espíritu de Dios en nosotras, derriba los muros antiguos, construye una nueva creación, levanta la ciudad de Dios. “El Espíritu vive en vosotros y está en vosotros” (Jn14,17) No tiemblen tus huesos, Yo seré tu fuerza, haré fecundo lo estéril, los lisiados danzarán. “Hará que recordéis lo que yo os he enseñado” (Jn 14, 25) “Vosotros mismos seréis mis testigos, porque habéis estado conmigo desde el principio” (Jn 15,27) Tu fuerza sobreabundará en la humilde pequeñez, de la raíz de una flor al sabio corazón anciano. Nuestros mayores verán visiones y los jóvenes tendrán sus sueños, las mujeres profetizarán y al frente irán los pequeños. Otros textos para la reflexión y oración: Ruah (Ain Karem) RUAH, RUAH, ALIENTO DE DIOS EN NOSOTRAS; RUAH, RUAH, ESPÍRITU DE NUESTRO DIOS. 13 Sabiduría encarnada en Jesús, gracia que recrea de nuevo, fuego que prende en la historia, en el centro y en los márgenes. La Creación entera danza y entona un alegre canto, belleza de días eternos, alabanza de nuestro amante Dios. 14 desviemos de su mandato del amor. Que no se pierda en el mundo su memoria. Raíz del Tronco de Jesé, árbol con brazos tan fuertes, vida que crece muriendo y revelando la ternura de Dios. Benditas mujeres fuertes como Rut, Sara y Esther, vincularon generaciones en Espíritu y en verdad. Una llamada a las naciones: “mujeres levantaos, poneos en pie, naced con nuevo poder. Los humildes poseerán la tierra”. Luchamos a una por la libertad, un mismo latido, canción del Espíritu. Hermanas en el gozo, en el dolor, antigua y fuerte es nuestra danza. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU: Jn 20, 19-23 (Pentecostés) - (José Antonio Pagola) Ven Espíritu Santo. Despierta nuestra fe débil, pequeña y vacilante. Enséñanos a vivir confiando en el amor insondable de Dios nuestro Padre a todos sus hijos e hijas, estén dentro o fuera de tu Iglesia. Si se apaga esta fe en nuestros corazones, pronto morirá también en nuestras comunidades e iglesias. Ven Espíritu Santo. Haz que Jesús ocupe el centro de tu Iglesia. Que nada ni nadie lo suplante ni oscurezca. No vivas entre nosotros sin atraernos hacia su Evangelio y sin convertirnos a su seguimiento. Que no huyamos de su Palabra, ni nos 15 Ven Espíritu Santo. Abre nuestros oídos para escuchar tus llamadas, las que nos llegan hoy, desde los interrogantes, sufrimientos, conflictos y contradicciones de los hombres y mujeres de nuestros días. Haznos vivir abiertos a tu poder para engendrar la fe nueva que necesita esta sociedad nueva. Que, en tu Iglesia, vivamos más atentos a lo que nace que a lo que muere, con el corazón sostenido por la esperanza y no minado por la nostalgia. Ven Espíritu Santo. Purifica el corazón de tu Iglesia. Pon verdad entre nosotros. Enséñanos a reconocer nuestros pecados y limitaciones. Recuérdanos que somos como todos: frágiles, mediocres y pecadores. Libéranos de nuestra arrogancia y falsa seguridad. Haz que aprendamos a caminar entre los hombres con más verdad y humildad. ACTUAR Ven Espíritu Santo. Enséñanos a mirar de manera nueva la vida, el mundo y, sobre todo, a las personas. Que aprendamos a mirar como Jesús miraba a los que sufren, los que lloran, los que caen, los que viven solos y olvidados. Si cambia nuestra mirada, cambiará también el corazón y el rostro de tu Iglesia. Los discípulos de Jesús irradiaremos mejor su cercanía, su comprensión y solidaridad hacia los más necesitados. Nos pareceremos más a nuestro Maestro y Señor. 16 Ven Espíritu Santo. Haz de nosotros una Iglesia de puertas abiertas, corazón compasivo y esperanza contagiosa. Que nada ni nadie nos distraiga o desvíe del proyecto de Jesús: hacer un mundo más justo y digno, más amable y dichoso, abriendo caminos al reino de Dios. Reflexión para el trabajo personal y de grupo - ¿Qué ha movido tu corazón la reflexión y oración propuesta? ¿A qué te sientes llamado/a? Subraya algunas de las peticiones que se hacen al Espíritu en esta última oración presentada en el actuar y recógelas en forma de compromiso. HH. Carmelitas de la Caridad PJV-C 17