Terapéutica en APS Tratamiento de la pitiriasis versicolor R. Vives y A. Valcayo Servicio de Dermatología. Hospital de Navarra. Pamplona. La pitiriasis versicolor es una micosis superficial frecuente producida por Malassezia furfur, levadura lipofílica componente de la flora cutánea normal. Se caracteriza por máculas descamativas de coloración variable. El diagnóstico es clínico, por la morfología de las lesiones y su distribución típica. En este trabajo revisamos las conocimientos actuales de la enfermedad, métodos diagnósticos y modalidades terapéuticas disponibles por vías tópica y oral, sus indicaciones y efectos adversos. La pitiriasis versicolor (PV) es una micosis superficial caracterizada por máculas descamativas, de coloración variable, aisladas o coalescentes, localizadas más frecuentemente en la mitad superior del tronco. El término “versicolor” resulta especialmente apropiado considerando la variedad de color de las lesiones. Su agente causal es Malassezia furfur, levadura lipofílica que forma parte de la piel normal1. Hasta hace poco se ha hablado de Pityrosporum ovale y Pityrosporum orbiculare como los agentes etiológicos de la PV, utilizándolos como sinónimos de Malassezia furfur. Sin embargo, desde hace más de 10 años, los taxónomos los han rechazado por razones de sinonimia y de prioridad taxonómica. Su equivalente admitido es Malassezia. Dentro del género Malassezia hay hasta 7 especies distintas, todas ellas se encuentran en proporciones variables, tanto en la piel normal como en las distintas enfermedades atribuidas a estos hongos2,3. Actualmente se considera que Malassezia furfur no es la especie más frecuente en la PV ni en la piel sana, donde predominan otras como M. sympoidalis, M. restrictiva o M. globosa2. Estos microorganismos también producen foliculitis, onicomicosis, infecciones sistémicas y fungemias. Y están implicados en la patogenia de la dermatitis seborreica y otras dermatosis1,4. Etiología. Aspectos epidemiológicos M. furfur es un hongo dimórfico, lipofílico, que sólo crece in vitro con la adición de ácidos grasos de C12 a C24 en el medio de cultivo. Bajo condiciones apropiadas, el hongo saprofito se transforma en la morfología micelial parasitaria que se asocia con la enfermedad clínica. Por tanto, la PV representa una desviación de la relación entre el huésped humano y su flora residente de levaduras. Los factores responsables de esta transformación incluyen: calor, humedad, predisposición hereditaria, enfermedad de Cushing, inmunosupresión o malnutrición (tabla 1). La PV, pese a ser de origen fúngico, no es una enfermedad contagiosa ni debida a mala higiene5,6, pero se cree que existe una predisposición hereditaria5. El microorganismo es ubicuo, y la infección está más rela- TABLA 1.Situaciones asociadas con aumento de frecuencia de pitiriasis versicolor Adrenalectomía Enfermedad de Cushing Diabetes mellitus Corticoterapia parenteral Embarazo Malnutrición Inmunosupresión Anticonceptivos orales Quemaduras severas Estrías Hiperhidrosis Ictiosis Palabras clave: Pitiriasis versicolor. Malassezia furfur. Antifúngicos. Micosis. 110 FMC 2002;9(2):110-8 Oclusión local: ropas, aceites Calor, humedad Vives R, et al. Tratamiento de la pitiriasis versicolor cionada con susceptibilidad individual del huésped que con exposición7. Tiene una distribución mundial, pero predomina en áreas tropicales con temperaturas elevadas y humedad relativa alta, donde afecta al 30-40% de la población. En los climas templados la incidencia es del 1-4%2,5-7. La incidencia real en España no se conoce, ya que no se han realizado estudios en este sentido, pero quizá sea la micosis superficial más frecuente en nuestro medio. La distribución por edad es variable, predominando entre los 15 y 45 años, período de la vida en que hay mayor actividad de las glándulas sebáceas6,8,9. Sin embargo, en zonas tropicales es más frecuente en la infancia5,10. En sentido estricto, la PV es una infección oportunista. La enfermedad puede ser inducida de modo experimental por inoculación del microorganismo bajo oclusión. El incremento resultante de humedad, temperatura y tensión de CO2 parecen ser factores que aumentan la susceptibilidad de la piel a la infección. Cuando termina el estado oclusivo se produce curación espontánea1, pero el M. furfur no se erradica de la piel y puede cultivarse a partir de áreas clínicamente curadas4. En la patogenia de la PV se han implicado mecanismos inmunológicos, sin que se haya podido demostrar su importancia. Se ha comprobado que las poblaciones de linfocitos T y B y las respuestas inmunológicas son normales en los pacientes con PV11. Por otro lado, se han encontrado alteraciones en la respuesta de inmunidad celular frente a M. furfur12-14, además de una disminución en la producción de citocinas (IL-1β) y una participación de las células de Langerhans11,15. Es poco probable que la inmunidad humoral tenga importancia en la patogenia de la PV, ya que se han encontrado anticuerpos frente a Pityrosporum en títulos similares en pacientes con y sin PV16. También se ha demostrado que M. furfur induce anticuerpos IgG, IgA e IgM y puede activar el complemento por las vías clásica y alternativa17. Figura 1. Máculas hipocromas redondeadas, confluentes y salpicadas en espalda. Manifestaciones clínicas Las lesiones típicas son máculas redondeadas, de distintos tamaños, con una coloración variable, hipo o hiperpigmentadas o ligeramente eritematosas, con escama fina, blanquecina y seca, en zonas características del cuerpo: tronco, brazos, cuello y abdomen (figs. 1-5). Zonas menos frecuentes son: cara, cuero cabelludo y genitales1,4,6. La distribución de las lesiones de la PV se corresponden con la de las glándulas sebáceas18,19. La localización en cara es rara en adultos y más frecuente en niños, en climas tropicales, y en mujeres, probablemente debido al uso de cosméticos faciales por el efecto oclusivo que producen20,21. La zona del pañal es una localización típica de niños y lactantes10. Es característico que la erupción evidencie grandes áreas coalescentes, de bordes geográficos, placas ovaladas salpicadas y máculas distantes. A simple vista, la descamación no es un dato muy Figura 2. Pitiriasis versicolor con máculas eritematosas en tronco. aparente, pero puede ponerse de manifiesto por rascado suave de las lesiones, con la uña o con un portaobjetos de cristal (“signo de la uñada”) (fig. 6)1,6,21. Tras la curación, queda hipopigmentación residual, sin descamación, que puede persistir varios meses. El prurito es leve o ausente. El motivo de consulta suele ser cosmético cuando las lesiones no se broncean con la exposición solar. Incluso tras el tratamiento, la repigmentación tarda meses o años en aparecer6. Existe una forma atrófica de PV, con máculas deprimidas, que se ha reFMC 2002;9(2):110-8 111 Vives R, et al. Tratamiento de la pitiriasis versicolor Figura 3. Máculas hiperpigmentadas de distribución típica, extensa, en tronco y brazos. Figura 6. El “signo de la uñada” pone de manifiesto la descamación fina de la pitiriasis versicolor. síntesis de melanina, y un efecto tóxico directo sobre los melanocitos24. Todavía no se ha encontrado una explicación para la hiperpigmentación observada en individuos de piel clara; la microscopia electrónica revela la presencia de melanosomas anormalmente grandes en esas lesiones23. Diagnóstico Figura 4. Lesiones de pitiriasis versicolor en cuello. Figura 5. Pitiriasis versicolor en antebrazo. lacionado con la aplicación prolongada de corticoides tópicos22. La causa de la hipopigmentación no está muy clara. Los estudios ultrastructurales han mostrado disminución en el número, tamaño y agregación de los melanosomas de los melanocitos y queratinocitos circundantes1,6,23. Además, las especies Pityrosporum producen ácidos dicarboxílicos, a través de la oxidación de los lípidos cutáneos, que ocasionan una inhibición competitiva de la tiroxinasa impidiendo la 112 FMC 2002;9(2):110-8 El diagnóstico de la PV es clínico. Aunque el color de las lesiones puede variar, el aspecto clínico característico, la distribución típica de las lesiones en espalda, con posible afección de tórax, cuello y extremidades proximales, son datos sugestivos del diagnóstico25. La descamación, que a veces es poco evidente, se pone de manifiesto rascando las lesiones (“signo de la uñada”). Este es un signo diagnóstico importante, y muy fácil de realizar por cualquier médico de atención primaria1,6,21. La exploración con luz de Wood puede ayudarnos a establecer el diagnóstico y a identificar lesiones subclínicas, observándose fluorescencia amarillo-verdosa. También es útil para comprobar la eficacia del tratamiento. El diagnóstico se confirma mediante la visión directa del hongo causal al microscopio óptico. Para ello se han de recoger escamas de las lesiones, raspando con el borde de un porta de cristal o con papel adhesivo transparente tipo celofán (“test del cello”) que se adhiere a la piel con lesiones y a continuación se monta sobre un porta de cristal y se tiñe con azul de metileno al 1% o con tinta azul mezclada con hidróxido potásico (KOH)25. El examen al microscopio de las escamas revela una serie de hallazgos que son diagnósticos: hifas cortas sin ramificar con tendencia a romperse en segmentos de varios tamaños, y levaduras redondas u ovales agrupadas en racimos (masas de esporas) que ocasionalmente están en gemación1,4,26, adoptando un aspecto de “albóndigas con fideos”. Los cultivos no son necesarios para el diagnóstico y no se realizan de forma rutinaria. Tampoco es necesaria para el diagnóstico la biopsia cutánea25. Al microscopio óptico, los microorganismos se ven Vives R, et al. Tratamiento de la pitiriasis versicolor TABLA 2. Claves diagnósticas de la pitiriasis versicolor Datos clínicos/exploración dermatológica Máculas de color variable con descamación fina “Signo de la uñada” Luz de Wood Fluorescencia amarillo-verdosa Confirmación microbiológica Visión directa de las escamas al microscopio óptico en la capa córnea con hematoxilina-eosina. La tinción de PAS (periodic acid-schiff) es confirmatoria y permite ver con claridad las hifas y esporas. En la epidermis existe hiperqueratosis, paraqueratosis y ligera acantosis. En la dermis, el infiltrado inflamatorio es leve o ausente, y está formado por linfocitos, histiocitos y células plasmáticas27. Al microscopio electrónico se puede ver destrucción de melanocitos27,28. En la tabla 2 se sintetizan las claves del diagnóstico de la PV. Diagnóstico diferencial Se plantea con diversas entidades como: vitíligo, pitiriasis alba e hipopigmentaciones residuales postinflamatorias, en los casos de PV variedad hipopigmentada. Si predominan lesiones hiperpigmentadas, con cloasma, y en la variedad eritematosa con pitiriasis rosada (fig. 7), tinea corporis (fig. 8), dermatitis seborreica y sífilis secundaria (tabla 3). En el vitíligo hay una pérdida completa del pigmento, y las máculas tienen una tonalidad blanca brillante sin descamación. La distribución es opuesta a la de la PV, ya que predomina en manos, pies y cara. La pitiriasis alba es muy frecuente en la atopia. Son máculas hipocromas rasposas o ásperas al tacto, de bordes poco netos y que en los niños se localizan en cara, tronco o extremidades, y en los jóvenes predominan en zonas de extensión de extremidades. El cloasma o melasma son máculas hiperpigmentadas bilaterales y simétricas que aparecen en la cara, y carecen de descamación, frecuentes en el embarazo o durante tratamientos con anticonceptivos orales. La pitiriasis rosada, tinea corporis, dermatitis seborreica y sífilis secundaria evidencian lesiones más inflamatorias (eritematosas) que las de la PV, y ninguno de estos procesos presenta la descamación fina, seca típica de la PV. En todos estos procesos la exploración con luz de Wood carece de la fluorescencia característica de la PV. Otro cuadro cutáneo que puede confundirse con la PV es el eritrasma, y se diferencia de ella en que las lesiones predominan en pliegues, las lesiones satélites son menos frecuentes y con la luz de Wood tiene fluorescencia rosa-anaranjada1,4. Figura 7. Pitiriasis rosada de Gibert: placas eritematosas con descamación fina en la periferia en “collarete”. Figura 8. Tinea corporis: placas eritematosas en cuello, con tendencia a curación central y borde más activo en “collarete”. TABLA 3. Diagnóstico diferencial de la pitiriasis versicolor Variedad clínica de PV Diagnóstico diferencial Hipopigmentada Vitíligo Pitiriasis alba Hipopigmentación residual postinflamatoria Hiperpigmentada Cloasma Eritrasma Eritematosa Pitiriasis rosada Tinea corporis Dermatitis seborreica Sífilis secundaria FMC 2002;9(2):110-8 113 Vives R, et al. Tratamiento de la pitiriasis versicolor Primera elección 2-4 semanas Tratamiento tópico Pequeña Jóvenes (< 18 años) Sí No Extensión Edad Colaboración Enfermedades crónicas predisponentes Grande > 18 años No Sí Tratamiento oral Dosis única o diaria 3 a 10 días según fármaco Recaídas frecuentes Recaídas al tratamiento Figura 9. Indicación de tratamiento tópico frente a sistémico. Tratamiento Sin tratamiento, la PV persiste durante muchos años y, aunque algunos casos experimentan curación espontánea en épocas frías, la mayoría de los pacientes requieren tratamiento. Existen diversos productos eficaces en el manejo de la PV, en aplicación tópica o vía sistémica5,29,30. Para decidir la vía óptima del tratamiento hay que considerar diferentes factores (fig. 9): extensión y localización de las lesiones, edad del paciente, colaboración, riesgo-beneficio de la modalidad terapéutica y coste. Como norma general, el tratamiento de primera elección será vía tópica, dejando la vía sistémica para situaciones especiales. La colonización fúngica que produce la PV está limitada a la capa córnea y, en teoría, es fácilmente accesible a los medicamentos tópicos específicos disponibles en el mercado. TABLA 4. Tratamiento tópico de la pitiriasis versicolor Siempre 2-4 semanas de duración Imidazoles Clotrimazol, miconazol, econazol, oxiconazol, ketoconazol, sertaconazol, flutrimazol, tioconazol, bifonazol Ciclopiroxolamina Alilaminas Naftitina, terbinafina Miscelánea Sulfuro de selenio, piritiona de cinc, preparados de azufre, preparados de ácido salicílico, propilenglicol, tiosulfito sódico, peróxido de benzoilo 114 FMC 2002;9(2):110-8 Tratamientos tópicos (tabla 4) Existen múltiples productos tópicos que son útiles en el tratamiento de la PV: propilenglicol, sulfuro de selenio, imidazólicos, tolnaftato, tiosulfito sódico, antifúngicos no imidazólicos, etc. Es importante explicar al paciente que ha de aplicarse el producto por todo el tronco, cuello, brazos y muslos, aunque la extensión de las lesiones sea limitada31. La duración del tratamiento varía en función del principio activo, pero debe ser, como mínimo, de dos a cuatro semanas. En la mayoría de los casos, poco extensos, se recomienda la aplicación de sulfuro de selenio al 2,5% en una base detergente. Se deja en contacto con la piel de 5 a 15 min, y se aclara con agua. Este ciclo se repite cada día durante 2 a 4 semanas. Posteriormente se recomienda aplicar el tratamiento una o dos veces al mes, para evitar recidivas, o bien 3 días consecutivos cada mes. El sulfuro de selenio es irritante para la piel de la cara y los genitales; en estas zonas es mejor utilizar otro antifúngico en crema. Las ventajas del tratamiento tópico están en relación a su ausencia de efectos secundarios y al menor coste económico. Las desventajas o inconvenientes son: olor desagradable de algunos productos, tiempo de aplicación y dificultad de aplicación en determinadas zonas como la espalda. Además, son menos efectivos y se asocian con mayor tasa de recidivas (60-80%)19. Por estas razones, el cumplimiento suele ser inadecuado. Tratamientos orales No son de primera elección, debido a la naturaleza trivial de la infección y al gran número de pacientes afectados. Se Vives R, et al. Tratamiento de la pitiriasis versicolor TABLA 5. Pautas de tratamiento de la pitiriasis versicolor Agente Tópico Sulfuro de selenio 2,5% gel Tioconazol 1% crema Clotrimazol 1% crema Econazol 1% crema Ciclopiroxolamina 1% crema Oxiconazol 1% crema Ketoconazol 2% crema Bifonazol 2% crema Miconazol 2% crema Flutrimazol 1% crema Naftitina 1% crema Terbinafina 1% crema Sertaconazol 2% crema Sistémico Ketoconazol 200 mg Itraconazol 100 mg Fluconazol 200 mg Fluconazol 100 mg Dosis (veces/día) Duración Tamaño envase/ precio ptas. Coste tratamiento* completo ptas./euros 1 1 2 1 2 1-2 4 semanas 2 semanas 3 semanas 3 semanas 2 semanas 2 semanas 2 1 1-2 1 3 semanas 2 semanas 4 semanas 2 semanas 2 2 semanas 2 1-2 2 semanas 4 semanas 100 ml/720 30 g/558 30 g/460 40 g/629 30 g/868 30 g/914 60 g/1.636 30 g/705 20 g/774 40 g/608 30 g/1.345 60 g/2.448 30 g/1.461 60 g/2.657 30 g/1.645 30 g/1.228 60 g/2.235 2.016/12,12** 1.562/9,39 1.932/11,61 2.032/12,21 2.430/14,60 2.559/15,38 2.290/13,76 2.961/17,80 3.095/18,60 3.282/19,73** 3.766/22,63 3.427/20,60 4.090/24,58 3.720/22,36 4.606/27,68 6.877/41,33 6.258/37,61** 200 mg 400 mg 200 mg 400 mg 400 mg 10 días Dosis única 5-7 días 3 días Dosis única 10 comprimidos 10 comprimidos 18 comprimidos 7 comprimidos 7 comprimidos 1.243/7,47 1.243/7,47*** 5.927/35,62*** 15.629/93,93*** 7.908/47,53*** *Consideramos 30 g cantidad suficiente para tratamiento de tronco y extremidades durante 5 días, una aplicación diaria. **Precio para 4 semanas. ***Sobran comprimidos. pueden utilizar en pacientes con enfermedad extensa, recidivas frecuentes o lesiones resistentes a los tratamientos tópicos25,31,32. Los fármacos más empleados son antifúngicos azólicos (ketoconazol, fluconazol, itraconazol) que alteran la síntesis de ergosterol, componente de la pared del hongo, inhibiendo las enzimas dependientes del citocromo P-450. La dosificación de estos fármacos es variable según los diferentes autores, obteniendo todas ellas unos resultados similares. El ketoconazol oral ha sido utilizado con éxito a dosis de 200-400 mg/día durante 10 días. También puede usarse en dosis única de 400 mg con buen resultado. Fernández-Nava et al33, en un estudio en el que comparan la pauta de 400 mg en dosis única frente a 200 mg/día 10 días, encontraron resultados similares en la curación de la PV. Su efecto se maximiza si se ingiere con bebidas ácidas, se realiza actividad física que desencadene sudación 2 h después de la ingesta y si se evita la ducha 12 h después1,34. La sudación también mejora la transferencia del fluconazol a la superficie cutánea35. El itraconazol se excreta por el sebo más que por el sudor, por tanto estas medidas no son necesarias. El fluconazol se utiliza a dosis de 150 mg a la semana durante 3 semanas, en dosis única de 400 mg, o 400 mg al día durante 3 días seguidos7. Estas diferentes pautas consiguen tasas de curación altas (> 80%), excepto la modalidad de dosis única, que es algo inferior (74%)36. La ventaja de la dosis única respecto al resto es la mayor adherencia al tratamiento6,7. El itraconazol se emplea a dosis de 200 mg/día durante 5-7 días37. La terbinafina oral no es eficaz en el tratamiento de la PV, quizá porque la cantidad de medicamento que se acumula en la capa córnea es insuficiente para alcanzar niveles fungicidas para el M. furfur38. En la tabla 5 se resumen los antifúngicos tópicos y vía oral más utilizados, su dosificación, duración del tratamiento y coste. En relación al coste económico, debemos tener en cuenta que variará en función del fármaco usado, la vía de administración, el número de aplicaciones/día y la duración del tratamiento. Además del precio del fármaco hay que considerar el encarecimiento añadido si hemos de repetir el tratamiento por fracaso del mismo o falta de cumplimiento7. La ventaja de los tratamientos orales es su comodidad. Y son mayores las desventajas por sus efectos secundarios, principalmente la hepatotoxicidad. Además, los azoles afectan al metabolismo de otras drogas relacionadas con el citocromo P-45039. La hepatotoxicidad puede aparecer a los 2-3 días de iniciar el tratamiento oral, por idiosincrasia; pero es más frecuente con el uso prolongado7. Las elevaciones de las transaminasas, durante el tratamiento con la mayoría de antifúngicos sistémicos, generalmente se normalizan cuando se suspende el fármaco39. La necesidad de monitorizar la función hepática para identificar pacientes con riesgo potencial de desarrollar daño hepático durante tratamientos cortos no está aclarada. Sin embargo, sí se debe monitorizar la funFMC 2002;9(2):110-8 115 Vives R, et al. Tratamiento de la pitiriasis versicolor ción hepática periódicamente durante los tratamientos largos (más de un mes). El itraconazol tiene menos efectos secundarios hepáticos y una menor interacción con otros medicamentos. En general, el riesgo de efectos adversos en tratamientos cortos es mínimo. Otros efectos secundarios más leves que pueden aparecer con los antifúngicos azólicos son: náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea, cefalea, reacciones cutáneas. Además, el tratamiento oral es muy caro respecto al tópico. Interacciones medicamentosas40 El ketoconazol es soluble en agua y se absorbe bien en el tracto gastro-intestinal, sobre todo con alimentos ácidos. Los antiácidos, anticolinérgicos y antihistamínicos anti-H2 disminuyen su absorción. El itraconazol se absorbe mejor cuando se ingiere con alimentos, ya que también necesita un pH ácido. El fluconazol es soluble en agua y su absorción no se afecta por la acidez gástrica. Los antifúngicos azólicos inhiben ciertas isoenzimas hepáticas P-450, sobre todo ketoconazol, itraconazol y, en menor medida, fluconazol (a dosis altas). Por lo que se debe evitar la administración concomitante de ciertos fármacos que son substratos de estas enzimas, como algunos antihistamínicos anti-H1 de nueva generación y ciertas benzodiacepinas. Otros medicamentos como ciclosporina, anticoagulantes orales, digoxina, eritromicina y quinidina necesitan monitorización cuidadosa si se administran conjuntamente con estos antifúngicos7. Fármacos como fenobarbital, fenitoína o rifampicina pueden actuar como inductores del citocromo P-450. La consecuencia clínica de esta inducción enzimática tarda días o semanas en manifestarse. Por contra, los inhibidores del P-450 actúan más rápidamente y pueden producir una disminución del metabolismo en 1-2 días. Son inhibidores potentes de las enzimas P-450 fármacos como la cimetidina, inhibidores de proteasas y los antifúngicos azólicos. El resultado de esta inhibición es la disminución del aclaramiento del fármaco sustrato, elevación de los valores sanguíneos y potencial toxicidad. El ketoconazol puede aumentar las concentraciones de cisaprida, triazolam, astemizol y terfenadina, así como alterar la farmacocinética de eritromicina, ciclosporina y dicumarínicos. El fluconazol inhibe el citocromo P-450 de forma dosis dependiente. No se debe administrar en pacientes que estén en tratamiento con astemizol, cisaprida, dicumarínicos, digoxina, fenitoína y sulfonilureas. El fluconazol disminuye el metabolismo y el aclaramiento de dicumarínicos, fenitoína y sulfonilureas. También es conveniente evitar la administración simultánea con fármacos nefrotóxicos. Cuando se administran fármacos inductores del citocromo P-450 se disminuye la biodisponibilidad del itraconazol, por lo que se debe vigilar estrechamente la respuesta clínica del 116 FMC 2002;9(2):110-8 paciente, ya que la dosis o duración del tratamiento con itraconazol puede necesitar modificaciones para evitar el fracaso terapéutico (p. ej., carbamazepina, prednisona, dexametasona, fenobarbital, fenitoína, rifampicina). El itraconazol no debe ser administrado en pacientes con disfunción ventricular o insuficiencia cardíaca congestiva, ya que tiene efecto inotrópico negativo. Otro problema importante con itraconazol es la producción de alteraciones cardíacas en enfermos tratados de forma concomitante con cisaprida, pimozida, quinidina o dofetilida41. En general, la administración concomitante de antifúngicos azólicos está contraindicada con los siguientes fármacos, o bien precisa monitorización o ajuste de dosis: astemizol, alprazolam, diazepam, midazolam, triazolam, ciclosporina, digoxina, felodipino, glipizida, glibumida, hidroclorotiazida, lovastatina, simvastatina, metilprednisolona, fenitoína, pimocida, quinidina, rifampicina, ritonavir, zidovudina, sildenafilo, tacrolimus, terfenadina, teofilina, tolbutamida, vincristina, warfarina. Y son especialmente vulnerables: astemizol, cisaprida, digoxina y warfarina. Deben esperarse recidivas ocasionales tras el tratamiento, ya que la infección está originada por un microorganismo de la flora cutánea normal, cuya erradicación no puede alcanzarse nunca. Es importante advertir a los pacientes que realicen re-tratamiento de lesiones individuales cuando aparezcan o realizar tratamiento preventivo periódicamente con sulfuro de selenio. Evolución y pronóstico La PV es muy crónica y recidivante. Sin tratamiento preventivo las recaídas son muy frecuentes, alcanzando el 60% el primer año y un 80% a los 2 años31. Las recidivas probablemente se deban a la presencia continua de factores endógenos y exógenos. También, a que las levaduras residen en los folículos pilosos como parte de la flora normal, y como se ha comentado ya, no se pueden eliminar completamente. Para evitar las recaídas hay autores que recomiendan realizar profilaxis mientras que otros encuentran más sencillo tratarlas cuando reaparezcan5. A veces desaparece en la edad media o avanzada de la vida. En general, con el tratamiento tópico se produce mayor índice de recaídas que con el oral6. Bibliografía 1. Martin AG, Kobayasi GS, Freedberg IM, Austen KF, Johnson RA. Yeast Infections: candidiasis, pityriasis (tinea versicolor). In: Fitzpatrick TB, Eisen AZ, Wolff K, et al, editors. Dermatology in General Medicine. 4th ed. New York: McGraw-Hill, 1993; p. 2452-2467. 2. Faergemann J. Pityrosporum yeasts-what’s new? Mycoses 1997; 40(Suppl 1):29-32. 3. Cannon PF. International comission on the taxonomy of fungi (ICTF): name, changes in fungi of microbiological, industrial and medical importance. Microbiol Sci 1986;3:285-287. 4. Del Palacio-Hernanz A, Moore MK. Pitiriasis versicolor y otros procesos superficiales producidos por levaduras lipofílicas. En: Torres-Ro- Vives R, et al. Tratamiento de la pitiriasis versicolor Puntos clave • La pitiriasis versicolor es una micosis superficial frecuente en nuestro medio, producida por hongos del • • • • • • • • • género Malassezia. Pese a ser de origen fúngico, no es una enfermedad contagiosa; representa una desviación de la relación entre el huésped humano y su flora residente de levaduras. El diagnóstico es clínico y se basa en la morfología de las lesiones y su distribución típica. El “signo de la uñada”, que pone de manifiesto la descamación de las lesiones, es un signo diagnóstico importante y muy fácil de realizar. El diagnóstico clínico puede confirmarse mediante exploración con luz de Wood y visión directa de las escamas al microscopio óptico, aunque no es necesario. La luz de Wood también es útil para visualizar lesiones no perceptibles a simple vista y para valorar la eficacia del tratamiento. El tratamiento de primera elección de la pitiriasis versicolor es por vía tópica. El producto tópico elegido debe aplicarse por todo el cuerpo hasta muslos, independientemente de la extensión de las lesiones. El tratamiento oral se reservará para casos extensos, recidivas frecuentes o lesiones resistentes a los tratamientos tópicos. Los antifúngicos orales son en general efectivos y bien tolerados, sin embargo pueden producir efectos secundarios e interacciones medicamentosas cuando se administran a la vez que otros fármacos que actúen a través del citocromo P-450. El ketoconazol oral tiene más efectos secundarios hepáticos que itraconazol y fluconazol. Las recaídas tras el tratamiento son frecuentes, y se pueden prevenir con la aplicación periódica de gel de sulfuro de selenio al 2,5%, o bien realizar terapia precoz de las lesiones cuando reaparezcan. dríguez JM, del Palacio-Hernanz A, Guarro-Artigas J, Negroni-Briz R, Pereiro-Miguens M, editores. Micología médica. Barcelona: Masson, S.A., 1994; p. 51-63. 5. Borelli D, Jacobs PH, Nall L. Tinea Versicolor: epidemiologic, clinical and therapeutic aspects. J Am Acad Dermatol 1991;25:300-5. 6. Sunenshine PJ, Schwartz RA, Janninger CK. Tinea Versicolor: an update. Cutis 1998;61:65-72. 7. Savin R. Diagnosis and treatment of Tinea Versicolor. J Fam Pract 1996;43:127-32. 8. Schmidt A. Malassezia furfur: a fungus belonging to the physiological skin flora and its relevance in skin disorders. Cutis 1997;59:21-4. 9. Bergbrant IM, Faergemann J. Variations of Pityrosporum orbiculare in middle-aged and elderly individuals. Acta Derm Venereol (Stockh) 1988,68:537-40. 10. Terragni L, Lasagni A, Oriani A, Gelmetti C. Pityriasis versicolor in the pediatric age. Pediatr Dermatol 1991;8:9-12. 11. Ashbee HR, Ingham E, Holland KT, Cunliffe WJ. Cell-mediated immune responses to Malassezia furfur serovars A, B and C in patients with pityriasis versicolor, seborrheic dermatitis and controls. Exp Dermatol 1994;3:106-12. 12. Sohnle PG, Collins-Lech C. Analysis of the lymphocyte transformation response to Pityrosporum orbiculare in patients with tinea versicolor. Clin Exp Immunol 1982;49:559-64. 13. Sohnle PG, Collins-Lech C. Cell-mediated immunity to Pityrosporum orbiculare in tinea versicolor. J Clin Invest 1978;62:45-53. 14. Sohnle PG, Collins-Lech C. Analysis of the lymphocyte transformation response to Pityrosporum orbiculare in patients with tinea versicolor. Clin Exp Immunol 1982;49:559-64. 15. Brasch J, Martens H, Sterry W. Langerhans cell accumulation in chronic Tinea pedis and pityriasis versicolor. Clin Exp Dermatol 1993;18:329-32. 16. Faergemann J. Antibodies to Pityrosporum orbiculare in patients with tinea versicolor and controls of various ages. J Invest Dermatol 1983;80:133-5. 17. Silva-Lizama E. Tinea versicolor. Int J Dermatol 1995;34:611-7. 18. Leeming JP, Notman FH, Holland KT. The distribution and ecology of Malassezia furfur and cutaneous bacteria on human skin. J Appl Bacteriol 1989;67:47-52. 19. Faergemann J, Fredriksson T. Tinea versicolor: some new aspects on etiology, pathogenesis, and treatment. Int J Dermatol 1982;21:8-22. 20. Terragni L, Lasagni A, Oriani A. Pityriasis versicolor of the face. Mycoses 1991;34:345-7. 21. Aspiroz Sancho MC, Sáenz de Santamaría MC, Moreno Borraz LA. Afecciones cutáneas relacionadas con Malassezia furfur. Rev Clin Esp 1997;197:420-8. 22. Tatnall FM, Rycroft RJG. Pityriasis versicolor with cutaneous atrophy induced by topical steroid application. Clin Exp Dermatol 1985;10:258-61. 23. Karaoui R, Bou-Resli M, Al-Zaid NS, Mousa A. Tinea versicolor: ultrastructural studies on hypopigmented and hyperpigmented skin. Dermatologica 1981;162:69-85. 24. Nazzaro-Porro M, Passi S. Identification of tyrosinase inhibitors in cultures of Pityrosporum. J Invest Dermatol 1978;71:205-8. 25. Drake LA, Dinehart SM, Farmer ER, Goltz RW, Graham GF, Hordinsky MK, et al. Guidelines of care for superficial mycotic infections of the skin: pityriasis (tinea) versicolor. J Am Acad Dermatol 1996;34:287-9. 26. Faergemann J, Aly R, Maibach HI. Growth and filament production of Pityrosporum orbiculare and Pityrosporum ovale on human stratum corneum in vitro. Acta Derm Venereol (Stockh) 1983;63:388-92. 27. Lever WF, Schaumberg-Lever G. Fungal diseases. In: Lever WF, Schaumberg-Lever G, editors. Histopathology of the skin. 7th ed. Philadelphia: JB Lippincott Company, 1990; p. 364-93. 28. Breathnach AS, Nazzaro-Porro M, Martin B. Ultrastructure of skin in pityriasis versicolor. G Ital Dermatol-Minerva Dermatol 1975;110:457-69. 29. Rezabek GH, Friedman AD. Superficial fungal infections of the skin. Diagnosis and current treatment recommendations. Drugs 1992;43:674-82. 30. Gupta AK, Sauder DN, Shear NH. Antifungal agents: an overview. J Am Acad Dermatol 1994;30:677-98. 31. Faergemann J. Pityrosporum infections. J Am Acad Dermatol 1994;31: S18-20. FMC 2002;9(2):110-8 117 Vives R, et al. Tratamiento de la pitiriasis versicolor 32. Lesher JL, Jr. Oral therapy of common superficial fungal infections of the skin. J Am Acad Dermatol 1999;40:S31-4. 33. Fernández-Nava HD, Laya-Cuadra B, Tianco EAV. Comparison of single dose 400 mg versus 10-day 200 mg daily dose ketoconazole in the treatment of tinea versicolor. Int J Dermatol 1997;36:64-6. 34. Faergemann J, Laufen H. Levels of fluconazole in serum, stratum corneum, epidermis-dermis (without stratum corneum) and eccrine sweat. Clin Exp Dermatol 1993;18:102-6. 35. Faergemann J. Pharmacokinetics of fluconazole in skin and nails. J Am Acad Dermatol 1999;40:S14-20. 36. Faergemann J. Treatment of pityriasis versicolor with a single dose of fluconazol. Acta Derm Venereol (Stockh) 1994;72:74-5. 118 FMC 2002;9(2):110-8 37. Delescluse J. Itraconazole in tinea versicolor: a review. J Am Acad Dermatol 1990;23:551-4. 38. Balfour JA, Faulds D. Terbinafine: a review of its pharmacodynamic and pharmacokinetic properties, and therapeutic potential in superficial mycoses. Drugs 1992;43:259-84. 39. Perfect JR, Lindsay MH, Drew RH. Adverse drug reactions to systemic antifungals. Drug Safety 1992;7:323-6. 40. Katz HI. Drug interactions of the newer oral antifungal agents. Br J Dermatol 1999;141 (suppl 56):26-32. 41. Ahmad SR, Singer SJ, Leissa BG. Congestive heart failure associated with itraconazole. Lancet 2001;357:1766-7.