Las tensiones entre Perú y Chile ¿La mejor defensa es el ataque? En las últimas semanas peruanos y peruanas fuimos testigos de declaraciones alarmistas emitidas por funcionarios y políticos, peruanos y chilenos, que pusieron en máxima tensión las relaciones entre ambos países. Detrás de estos hechos se encuentra el recuerdo de un negro episodio de nuestra historia que nadie quisiera que se repita. ¿O sí? Todo comenzó cuando la cancillería del Perú, el pasado 19 de julio, solicitó a la de Chile el inicio de las negociaciones para establecer el límite marítimo entre ambos países. Obviamente, nuestro vecino del sur consideró este pedido como inoportuno, ya que fue realizado al día siguiente de que la población boliviana de Tarija eligiera, mediante referéndum, la salida de su gas por algún puerto peruano. Los siguientes días fueron declaraciones de una y otra cancillería exponiendo su postura en los medios de comunicación. Para Chile no habría nada que tratar porque los límites ya están fijados desde 1952 por el Tratado de Zona Fronteriza Marítima. El Perú, por su parte, considera que este acuerdo sólo fijó los límites para la actividad pesquera y que, en todo caso, llevaría sus reclamos a una instancia internacional, como la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Mientras la diplomacia de uno y otro país exponían sus posturas, el ministro de Defensa peruano Roberto Chiabra, poco después de presenciar el desfile cívico-militar del 29 de julio y ante la insistencia de la prensa para que se pronuncie sobre el tema de la frontera marítima, tuvo la imprudencia de declarar que «nuestras Fuerzas Armadas están preparadas para un eventual conflicto bélico con Chile». Como era de esperarse, dichas declaraciones dieron la vuelta al mundo y retumbaron en el país del sur en donde congresistas, políticos y hasta el propio presidente Ricardo Lagos se mostraron contrariados. El canciller peruano, Manuel Rodríguez, tratando de calmar la tormenta pidió al ministro de Defensa aclarar sus declaraciones y al resto de funcionarios no pronunciarse sobre un tema que es propio de cancillería. Sin embargo, lo que consiguió fue que nuestro vicepresidente, David Waisman, avivara el fuego ratificando lo declarado por Chiabra. El espectáculo continuó, esta vez, con el desplazamiento de las tropas terrestres chilenas hacia la frontera con Perú y con el sobrevuelo en Tacna de dos aviones Mirage 2000 de la Fuerza Aérea Peruana (FAP). Pero, más allá de estas muestras de nuestro «poderío bélico», lo cierto es que el gasto en defensa ha ido disminuyendo sobre todo en los dos últimos años, siendo su asignación del 6.86% en el 2002 y del 5.86% en el 2003, del total del Presupuesto General de la República. De ahí que, en los primeros días de agosto, el Ejecutivo a través de la cartera de Economía anunciara la presentación de un proyecto de ley ante el Congreso para la creación de un fondo permanente destinado a repotenciar los armamentos y equipos militares de nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional, que comenzaría a regir a partir del siguiente año y que demostraría que, muy lejos de las inapropiados anuncios de Chiabra y Waisman, la situación es otra. Recordemos que hasta hace unos meses el desbalance en armas entre Perú y Chile era tan evidente que se debió comprar fragatas italianas Lupo para amenguarla. Aún así, el gasto militar no es prioritario para el desarrollo, pero eso no parece importar mucho. Latinoamérica gastó entre 1991 y el 2000, 210.000 millones de dólares, lo que equivale a un aumento del 59% en su gasto militar con respecto a la década anterior. De esta manera, es la segunda región del mundo que más incrementó su presupuesto, superada sólo por Africa del Norte que lo hizo en un 74%. Bajo este marco, Chile es el país que más gasta en sus FF.AA. De acuerdo a un estudio del Departamento de Estado norteamericano, Chile tiene el tercer ejército más numeroso en América Latina, con 102.000 uniformados, sólo superado por Brasil con 296.000 hombres y por Perú, que oficialmente cuenta con 115.000 efectivos, de los cuales se sabe que muchas plazas fueron inventadas por el gobierno de Fujimori para desviar fondos públicos. Argentina cuenta con sólo 65.000 soldados. Además, Chile tiene la mayor cantidad de militares en relación con el número de habitantes, con un promedio de 7 uniformados por cada mil personas, bastante más que Perú (4,5 por cada mil), Argentina y Brasil (ambos con una proporción de 1,8 por cada mil). Otro dato es que Chile es el tercer país que más gasta en sus FF.AA. en el continente. Son 2.864 millones de dólares anuales, superado sólo por Brasil y Argentina. El Perú ni siquiera llega a la mitad del presupuesto chileno, con 1.352 millones de dólares. Si lo analizamos en el contexto de su población y recursos, Chile destina el mayor ingreso per cápita, con 196 dólares, superando a Argentina con 103 y a Brasil con 84. El Perú tiene un gasto per cápita en defensa de tan sólo 53 dólares. En cuanto al porcentaje del Producto Interno Bruto, Chile es el país que mayor porcentaje destina a la defensa, con un 3.1%, seguido de lejos por Colombia con 2.6%. Argentina y Brasil destinan tan sólo un 1.2% y un 1.3%, respectivamente. Ahora bien, crear un fondo especial para gastos de defensa no estaría mal, siempre y cuando ello no implique el recorte de las asignaciones a otros sectores sumamente importantes, como son salud y educación. Por otro lado, debemos tener en cuenta también que es necesario claridad y transparencia en la utilización de dichos recursos y, en todo caso, las fuerzas armadas deberían establecer sus prioridades y ponerlas a consideración de las autoridades pertinentes y la ciudadanía. Según el analista Fernando Palomino Milla, la asignación del presupuesto al sector defensa depende desde hace muchos años directamente de la decisión política del gobierno de turno, con lo cual creemos que difícilmente se pueden concretar objetivos sectoriales de mediano y largo plazo. En todo caso la tan anunciada reforma del Estado debería tener en cuenta que una política de defensa no es una cuestión coyuntural, sino que debe ser la expresión de la visión y las metas de los tres institutos que integran nuestras fuerzas armadas, las cuales deben guardar coherencia con los objetivos nacionales. Enlaces: http://www.caretas.com.pe/2004/1834/articulos/mar.html http://www.idl.org.pe/idlmail/boletines/378.htm http://www.upaz.edu.uy/informes/otros/armasalat.htm http://www.ndu.edu/chds/journal/PDF/2002-3/Moron-Eduardo.pdf