UNA PIEDRA LABRADA, DESCUBIERTA EN LARACHE 293 VII UNA PIEDRA GRABADA, DESCUBIERTA EN LARACHE Encargado por el señor Director de informar á la Academia acerca de dos improntas de una piedra grabada y una interesante carta con que favoreció á la Corporación el poseedor de la piedra original D. Adriano Rotondo Nicolau, debo cumplir ante todo el triste deber de dar cuenta del fallecimiento, recientemente ocurrido de este entusiasta investigador, dignísimo individuo del Cuerpo Consular. Larache, punto importante de nuestra zona de influencia en Marruecos, situado en la costa occidental de África, donde estuvo la colonia romana de Lixtis, perteneciente á la Mauritania Tmgitana, desde la modificación administrativa de Diocleciano, formó parte de las diócesis de España. El Sr. Rotondo, durante su permanencia en aquel país, hizo algunas investigaciones y reunió varias antigüedades. Fruto de estos desvelos fué un artículo que escribió con el título de Colonias prehistóricas en Marruecos, publicado en La Ilustración Española y Americana (i), y en el cual discurre acerca de ciertas piedras simbólicas, de amuletos y de inscripciones en letras desconocidas, como asimismo respecto de las colonias libio jónices, á cuyo tiempo pudieran ser atribuidas muchas de esas antigüedades que designa como anterromanas. En la carta por él dirigida á nuesto Director, al enviar en calidad de donativo á la Academia las dos improntas de la piedra grabada, manifiesta que ésta fué hallada en Larache, «en el sitio llamado El S/temis», «Por la prohibición del Sultán de hacer excavaciones—dice—no pude, cuando estuve de Cónsul de España en dicha población, realizar lo que tanto hubiera deseado, para haber remitido á la docta Corporación... prueba de las diversas (1) Tomo 1, de 1910, págs. 58 y 59. 294 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA D E LA HISTORIA razas que han debido pasar por el mencionado sitio, al que Ha. man Jardín de las Hespérides, y del cual se han recogido ya n o pocos objetos, que indudablemente habrán pasado al extranjero ó desaparecido.» Añade que esa zona española en Marruecos es muy digna de ser explorada, «hoy mejor que mañana», para que no se «dejen perder más objetos de los que allí se están encontrando, con motivo de la extracción de piedra, por una Sociedad alemana, para la construcción del muelle». Muy oportuno es este aviso acerca de lo que, tocante á las ciencias históricas, puede y debe hacer España en el suelo africano, como lo han hecho y hacen arqueólogos franceses y alemanes en Argelia, y sería conveniente que la Academia tomase alguna iniciativa en tal sentido. La mitología griega designa, en efecto, esta región como encantadora residencia de las Hespérides, hijas de Atlas, de quienes conquistó Hércules las manzanas de oro, pasando en su expedición para tal empresa por nuestra Península, donde venció á los hijos de Gerion, y plantando en el Estrecho, por testimonio de su paso, una columna en cada continente. Este mito, como otros varios referentes á expediciones aventureras, acaso oculta bajo la ficción poética un remoto pasado, del que dan, sin duda, testimonio las antigüedades anterromanas que llamaron la atención del Sr. Rotondo. Pensaba él, y lo indica en la citada carta, que uno de esos indicios arqueológicos debía ser la piedra grabada, cuyo original me mostró. Es un entalle ó grabado en hueco, en cornelina, de forma rectangular, con los ángulos robados, de 0,021 por 0,015. Su asunto es un busto de perfil, hacia la izquierda, de un dios marino, barbado y con melena, cuyos rizos desordenados se Entalle griego escapan de un caracol que ciñe su cabeza á modo de Larache. de yelmo. En cuanto á qué dios sea el representado, sus caracteres convienen menos con los del Poseidon griego, y Neptuno romano, que pudieran convenir con los de Nereo, el viejo • profético del mar, ó como conjeturaba el poseedor de la piedra, con los de UNA PIEDRA LABRADA, DESCUBIERTA EN LARACHE 295 Consus, antigua divinidad latina, de un cierto carácter misterioso, identificada en Roma con Neptuno. Esta cuestión iconográfica se relaciona, sin duda, con los caracteres artísticos del entalle. La piedra, por su forma, difiere de j a o-eneralidad de las antiguas, que son ovales ó circulares. En cuanto al estilo del grabado, aun habida cuenta de que, como dice un experto conocedor, M. Babelon (i), fué tal el espíritu de imitación de los artistas del Renacimiento italiano, «que á veces es imposible distinguir sus obras de las que nos ha legado la Antigüedad», además de que solían retocar las piedras antiguas, creemos reconocer en ella caracteres de autenticidad. Antiguo parece el trabajo y su estilo, su acento, la expresión grave del rostro y el modo como están tratados los revueltos mechones de barba y melena, está todo ello en relación con el estilo helenístico, tan señalado en la Escultura con las producciones de las escuelas de Pérgamo y de Rodas por los siglos ni y n antes de nuestra Era. Menester es tener en cuenta también que la glíptica fué en los tiempos clásicos un arte esencialmente griego. Griegos fueron sus mejores cultivadores en Roma, quienes, como es consiguiente, reproducían, por lo general, los tipos preconcebidos y sancionados. De manera que., trátese de una obra helenística ó hecha por recuerdo de este estilo en época romana, será acertado tenerla por producción de un artista griego, que debió copiar un tipo . tradicional de dios marino, el cual, probablemente, es Nereo. Este dios primitivo del mar, á quien Hesiodo en la Theogonia nos presenta como un ser bondadoso que á nadie engaña, figura como personaje episódico en la citada leyenda de la expedición de Hércules á la Lybia, pues á él arrancó el héroe el secreto del lugar misterioso en que se escondían las Hespérides. No es pues de extrañar, ni debe considerarse como cosa puramente casual, la presencia del viejo Nereo en el sitio que ocupó Lixus^ hoy Larache. Hay un detalle en la piedra, que tendría grandísima impor(ii La gravare en fierres fines carnees eí intailles. París, 1894, pág. 128. 296 . BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA tancia si no se advirtiese bien pronto que es una adición hecha con intento de avalorar el objeto. Es una inscripción grabada al pie del busto y que simula ser firma del más afamado grabador griego; Pyrgóteles. Pero es el caso que de este grabador, al que Plinio proclama el más hábil de todos los tiempos, colocándole á la altura de los mejores escultores y pintores, y á quien honró Alejandro, ordenando que nadie más que él tuviese derecho de reproducir su imagen en piedras preciosas, como Lysipo en la Escultura y Apeles en la Pintura, no se conserva obra alguna que con certidumbre le pueda ser atribuida, siquiera se considere que de tal imagen deben proceder ciertos entalles y camafeos con el busto de Alejandro, existentes en las colecciones; y en el caso presente, mal podría atribuírsele este entalle, cuyo estilo es evidentemente posterior al del siglo iv. Por otra parte, la inscripción misma, por su incorrección lexicográfica, no abona su autenticidad, pues por lo menos algunas de sus letras son latinas. Literalmente, y tal como la vemos en las improntas, ó sea en sentido inverso á conforme está grabada, como en todo entalle destinado á sellar, es así: PYPGOTELE en vez de nYPrOTEAHS. No es nuevo el caso de un nombre de artista famoso grabado en alguna obra antigua, por darle valor. Desde el Renacimiento* se practicó este género de fraudes, un tanto inocentes, que hoy se registran en las colecciones. En la de esculturas antiguas de nuestro Museo del Prado se lee opits Praxiteles en una hermosa estatua de mármol, que lejos de tener relación alguna con las del famoso escultor ático del siglo iv, es una excelente copia antigua del Diadamenos, de Policleto, el jefe de la escuela argiva del siglo v. En suma, la piedra cuyas son las improntas, es un entalle griego, de estilo helenístico, que debió formar parte de un anillo signatorio, de uso personal, acaso de algún viajero ó traficante que se confiaba á la protección de los dioses del mar, y que UN DOCUMENTO ANTIGUO 297 debió adquirió á Larache antes de la dominación romana, 6 durante ella, si como objeto religioso ó recuerdo familiar de tiempo pasado lo conservaba. Madrid, 30 de Enero de 1914. JOSÉ RAMÓN MÉLIDA. VIII UN DOCUMENTO ANTIGUO D. Claudio Sanz Arizmendi, docto catedrático de la Universidad de Sevilla, me remite con atenta carta copia de un privilegio de Alfonso X, por el cual concedió aquel rey á la villa de Arcos la celebración de un mercado semanal. El documento lleva la fecha de 26 de Marzo de la Era 1306, que corresponde al año 1268. Avaloran la. importancia del mismo, escrito en letra gótica, sobre pergamino, la circunstancia de que, al parecer, no ha sido citado ni dado á luz, pues aunque son conocidos otros dos privilegios del mismo rey, se refieren: el primero, fechado en Segovia en 13 de Junio de 1256 (Memorial histórico, tomo 1, página 86) á la concesión á los vecinos de la villa citada de el fuero de Sevilla, y el segundo, de 27 de Enero de 1268 (Memorial histórico ¡ tomo 1, pág. 240) á los caballeros de linaje, á quienes concede los privilegios de los fijos-dalgo de Toledo y las franquezas de los ciudadanos de Sevilla. Como puede observarse, el remitido ahora, en copia, por el Sr. Sanz Arizmendi, cuyo original se conserva en el archivo del monasterio de San Clemente el Real, de Sevilla, es posterior á ambos, y muestra el empeño del rey en favorecer á Arcos, y en verdad que bien lo merecía por su situación y por los riesgos á que se habían expuesto sus moradores, y por los que era de presumir que habían de correr nuevamente, en aquellos tiempos en que aún no derrocados los árabes, ó, por mejor decir, los mahoTOMO LXIY. 30