306 EL MUNDO ILUSTRADO. también elegancia exquisita, riqueza en los pormenores, abundancia sin ostentación, sin estrépito, sin el aparatoso boato del siglo xviri/ Este estilo presta ocasión al artista de talento para acomodarlo á las exigencias de las modernas costumbres. Los motivos de decoración que en él se emplean pueden con relativa facilidad armonizarse con los sentimientos y los gustos del dia y con los sentimientos y gustos del dueño de la estancia y de la casa. Cabe en los estilos del Renacimiento imprimirles toda suerte de aspectos sin falsear su carácter distintivo. Los artesonados, verbigracia, pueden trazarse con mayor ó menor variedad de líneas, mayor ó menor juego de plafones, molduras, pinjantes, mayor ó menor variedad en el decorado por medio del oro y de los colores, con lo cual se obtiene á la vez que el salón ó gabinete presente un aire más ó menos severo, más ó menos regocijado según fuere el uso á que haya de dedicarse ó según fueren las aficiones de quien ó de quienes deben ocuparlos. Lo que se dice de los artesonados se aplica igualmente á las paredes, arrimaderos, chimeneas, muebles, etc. En otro lugar dimos el trasunto de una habitación alemana del siglo xvi á que al principio hemos hecho referencia y ahora lo incluimos de una sala del Renacimiento en Bélgica, según el estilo dominante en los últimos años de la mencionada centuria. El Renacimiento en la Flandes y en España presenta muchos puntos de semejanza y se comprende fácilmente que así sea por las relaciones que existían entre ambos países. La sala, pues, cuya vista copiamos (figura 29), tiene diversos trozos, idénticos á los muchos que se ven todavía en la península española en antiguos palacios y moradas señoriales. El techo dividido en grandes compartimientos, el arrimadero de madera enfeamblada con resabios de alfarjía, la chimenea lindamente esculturada y el cuerpo superior que la enriquece y que enriquece asimismo la pieza prestando ocasión para que en los intercolumnios se pongan los retratos de los dueños ó de ilustres antepasados suyos, parecen otros tantos elementos decorativos arrancados de algunos de los aristocráticos palacios de Guadalajara, Toledo, Valladolid, Burgos, Salamanca y de otras monumentales ciudades de España. Contemplando alguno de esos verdaderos restos del arte decorativo de los siglos xvi y xvii no se le ocurre duda alguna á la persona dotada de mediano talento que pueda ser venero riquísimo de donde sacar motivos á propósito para la decoración de habitaicioncs del siglo xix, siempre y cuando, como hemos dicho y repetiremos, el artista sepa apropiarlos bien 4 las necesidades de hoy sin quitarles tampoco su carácfter genuino. ' singularísimo talento. Mas aquí, como al hablar del estilo del Renacimiento, se ocurre la misma dificultad. Es cierto, muy cierto que la arquitectura ojival se amolda perfectamente á los sentimientos de los pueblos nacidos al calor del cristianismo, pero hoy su estilo viene á ser como lengua muerta para nuestros artistas. Cuando tratan de emplearlo en sus obras pecan siempre por dos extremos contrarios: ó por afán de darle severidad lo hacen pesado é insulso, ó por deseo de imprimirle esbeltez y riqueza lo adelgazan ridiculamente ó lo recargan de adornos sin pies ni cabeza, ni razón de existencia. De aquí ese gótico que se ha motejado con el nombre de gótico de quinquillería, estilo que pondría los pelos de punta á un arquitecto ó artífice de los siglos xiv y xv si por malos de sus pecados hubiese de contemplarlo puesto en obra. La distancia que nos separa de los siglos medios, no sólo en número de años sino también, y como dato de mayor importancia, en disparidad de opiniones y de sentimientos, hace más difícil la asimilación á nuestras moradas del estilo ojival tal como se entendió y se practicó en sus buenas épocas. Arquitectos hay que sabrán trazar con celebrable acierto una iglesia ó una capilla gótica y no alcanzarán igual fortuna al proyectar un palacio ó una modesta casa de idéntico estilo. Por este motivo sin desdeñarlo nunca, se ha de ir con muchísimo tiento al emplearlo. Este tiento ha de tenerse también tratándose del estilo decorativo románico, si bien algunos de sus temas aprovechados con buen criterio Se prestan quizás más á ser modernizados como también se prestan á ello los estilos hispanoarábigo y mudejar, con cuyo estudio y uso algunos arquitectos y pintores contemporáneos han logrado lisonjeros resultados. F. MiQUEL T BADÍA. (OOHauttari), HIGIENE Y MEDICINA DOMÉSTICAS, FOB KL OOCIOB D. JOSÉ COROMINAS- Y SABATER. (aOSTINDAOlOB}. IV. LACTANCIA MATERNA. Según vimos en el artículo anterior, la leche no sólo .. Astinto fuera ahora de pasar al siglo xviii y examinar es el mejor, sino que debe ser el exclusivo alimento del qué estilos, entre los que brillaron entonces, son apro- niño durante sus primeros meses. A este modo de alivechables en el dia. Antes de hacerlo hemos de recoger mentación se le da el nombrede lactancia. Pero la leche puede proceder de orígenes diversos: de alguaos. cabos sueltos que se nos han escapado en el curso de estas brevas observaciones. Nada hemos dicho la madre, de una nodriza ó de un animal, y el niño puede de ios estilos de la Edad Media, entre los cuales ocupa tomarla de diferentes modos: mamando, con el biberón lugar señalado el ojival, é,importa que apuntemos algo ó acucharadas, ó de ambos modos á la vez, y de aquí acerca de ellos. En Iiíglateíra y en Alemania se han que la lactancia se apellide respectivamente: materna, constfüido. casas de'estilo gótico,\ajuatando rigurosa- por nodriza Ó animal; natural, artificial ó mixta. métite asa'traza, el decoíaáo ta^ior, niobiliario, etc. ¿Cuál de esos géneros de lactancia es más conveniente Fugin, famoso crítico inglés, en sus acabados estudios al niño? La materna. sobre el Arte gótico ú ojival, que con ambos nombres Ante la armónica relación que hay entre la existencia fe designaremoá indistintamente, afirma que en aquel del niño dentro y fuera de la madre y el establecimiento estilo deben inspirarse los arquitectos cristianos, ya y desarrollo respectivamente de la secreción láctea, es traten de levantar la Casa del Señor, ya se limiten & tan natural la contestación, que al sentido común le étiyic^i.C^yM de Concejo, palacios y habitaciones de han de parecer superfinos todos los razonamientos desmodestos ciudadanos. Ningún estilo, dice Pugin, res- tinados á demostrar tan palmaria verdad. No obstante, ponde mejor que el ojival á los sentimientos del hombre ó este sentido tiene muy poco del adjetivo que lleva ó cristiano, aserto que prueba con numerosos datos y con hay poderosísimas causas que facilitan la contravención