UNIVERSIDAD FRANCISCO GAVIDIA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES ESCUELA DE DERECHO MONOGRAFÍA LOS LIMITES A LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL PARA OPTAR AL TÍTULO DE LICENCIATURA EN CIENCIAS JURÍDICAS ELABORADO POR FLOR DE MARIA PARADA GÁMEZ ALEX ARMANDO SORTO CAPACHO ASESOR LICENCIADO JOSÉ ÁNGEL PÉREZ CHACÓN JUNIO DE 2004 SAN SALVADOR, EL SALVADOR, CENTRO AMÉRICA INDICE TEMÁTICO INTRODUCCIÓN CAPITULO I LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL DE ACUERDO A LOS SISTEMAS DE CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD VIGENTES EN EL SALVADOR 1. Sistemas de Control 1.1. Sistema de Control Concentrado 1.2. Sistema de Control Difuso 2. Generalidades sobre el principal Tribunal encargado del Control Concentrado de Constitucionalidad 2.1. Composición del Tribunal 2.2. Requisitos para ser Magistrado de la Sala 2.3. Forma de Elección de los Magistrados de la Sala 2.4. Sistema de Votación del Tribunal CAPITULO II LOS LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL CONCENTRADA EJERCIDA POR LA SALA DE CONSTITUCIONAL A PARTIR DE LOS CRITERIOS DE DISTRIBUCIÓN DE COMPETENCIA 1. El Concepto de Competencia y los Criterios que sirven para distribuirla 2. Análisis de los límites de la jurisdicción constitucional que ejerce la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia a partir de los criterios distributivos de la competencia 2.1. Competencia Material de la Sala de lo Constitucional 2.1.1. Con referencia al Proceso de Inconstitucionalidad 2.1.2. Con referencia al Proceso de Amparo 2.1.3. Con referencia al Proceso de Habeas corpus 2.2. 2.3. 2.4. 2.5. Competencia Territorial de la Sala de lo Constitucional 2.2.1. Con referencia al Proceso de Inconstitucionalidad 2.2.2. Con referencia al Proceso de Amparo 2.2.3. Con referencia al Proceso de Habeas corpus Competencia de la Sala de lo Constitucional por razón del Grado 2.3.1. Con referencia al Proceso de Inconstitucionalidad 2.3.2. Con referencia al Proceso de Amparo 2.3.3. Con referencia al Proceso de Habeas corpus Competencia Funcional de la Sala de lo Constitucional Competencia de la Sala de lo Constitucional por razón de la Cuantía CAPITULO III DELIMITACIÓN DE LAS FRONTERAS DE LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL CONCENTRADA A PARTIR DE PROBLEMÁTICAS PLANTEADAS EN LA JURISPRUDENCIA 1. Con relación al proceso de Inconstitucionalidad: sobre la existencia de un bloque de constitucionalidad que incluya tratados internacionales sobre derechos humanos. 2. Con relación al proceso de Amparo: La aplicación del artículo 13 de la Ley de Procedimientos Constitucionales que contiene los llamados “asuntos de mera legalidad” 3. Con relación al Habeas Corpus: la particularidad de la detención ilegal como determinación de la competencia de la Sala ¿ilegalidad o inconstitucionalidad? INTRODUCCIÓN La presente monografía se titula “Los Límites a la Jurisdicción Constitucional en El Salvador”. Por ende, el objeto de la misma se circunscribe al estudio de los contornos que delimitan la actividad de los entes encargados de ejercer la función jurisdiccional del Estado con competencia en materia constitucional. Para ese efecto, en el primer capítulo se abordan los diferentes mecanismos que integran los sistemas de control de constitucionalidad vigentes en El Salvador, que son los que determinan la existencia de las dos especies de jurisdicción constitucional en nuestro país. Por un lado, la jurisdicción concentrada que se manifiesta principalmente a través de la actividad que desarrolla la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia al conocer y resolver los procesos constitucionales. Por otro, la jurisdicción constitucional difusa, cuyo ejercicio corresponde a todos los tribunales de la República a través del mecanismo de la inaplicabilidad de las leyes. En ese primer capítulo se ha considerado pertinente abordar brevemente cada uno de los mecanismos que integran ambos sistemas de control al efecto de que el lector tenga una perspectiva panorámica de los mismos. Sin embargo, para evitar sacrificar la profundidad del estudio por la extensión del mismo, a partir de ese mismo capítulo se ha preferido hacer énfasis en la jurisdicción constitucional concentrada, puesto que, por la jerarquía propia del principal tribunal encargado de ejercerla, resulta más importante en nuestro ordenamiento jurídico. De ahí que se incluyan algunas generalidades propias sobre la Sala de lo Constitucional desde el punto de vista orgánico, como entidad titular, casi exclusiva, de la jurisdicción constitucional concentrada. En el segundo capítulo se ha considerado pertinente realizar un análisis de los límites al ejercicio de la jurisdicción que ejerce la Sala de lo Constitucional a partir de los diversos criterios de distribución de competencia. Así, se analizan desde el ordenamiento jurídico nacional las competencias por razón de la materia, del territorio, de la función, de la cuantía y del grado que son propias de ese Tribunal, de modo tal que, desde la perspectiva procesal, se delimiten con claridad las fronteras de actuación que el sistema normativo vigente en El Salvador prescribe para el principal ente encargado del ejercicio de la jurisdicción constitucional. Finalmente, en el tercer capítulo, se realiza el abordaje de algunas problemáticas que en los procesos de inconstitucionalidad, amparo y habeas corpus se han planteado a nivel jurisprudencial, principalmente desde la frontera de la competencia material de la Sala de lo Constitucional, al efecto de poner en práctica los conocimientos adquiridos mediante el presente estudio y de adoptar una posición en torno a cada uno de los espinosos temas ahí descritos. Esperamos que la lectura de este pequeño aporte satisfaga al menos algunas de las inquietudes que puedan plantearse a quien pretenda acercarse al tema de los límites de la jurisdicción constitucional en El Salvador. Ese, simplemente, es nuestro genuino deseo. CAPITULO I LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL DE ACUERDO A LOS SISTEMAS DE CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD VIGENTES EN EL SALVADOR 1. Sistemas de Control En nuestro país coexisten dos tipos de Sistemas de Control de Constitucionalidad. Por un lado se prescribe la potestad para declarar la inconstitucionalidad de las leyes, de los actos de aplicación de la Constitución y además de los actos de autoridad en general de modo reservado para una sola entidad: la Sala de lo Constitucional. Por otro, se posibilita que todos los funcionarios públicos puedan ejercer el control de constitucionalidad de leyes o de cualquiera otra clase de actividad decisora de carácter público, con especial énfasis en la facultad que en ese sentido ha sido conferida a los tribunales de la República. En tal sentido, puede señalarse que la jurisdicción constitucional en El Salvador puede dividirse en dos grandes ramas, de acuerdo a cada uno de los Sistemas de Control de Constitucionalidad: la jurisdicción constitucional concentrada –reservada principalmente a la Sala de lo Constitucional– y la jurisdicción constitucional difusa –depositada por el normador primario en todos los tribunales de la República–. Ambas son ejercidas por entidades investidas de la potestad de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado que aparece en el artículo 172 de la Constitución de la República; sin embargo, la especialidad en la materia primaria y la concentración en el conocimiento de los procesos constitucionales por parte la Sala, es lo que marca la diferencia entre ambas. Para determinar con mayor claridad cuáles son las actividades que realizan cada uno de los sujetos que están investidos de función jurisdiccional y que tienen competencia en materia constitucional, es indispensable hacer una reseña de los Sistemas de Control de Constitucionalidad que existen en El Salvador, a fin de comenzar a perfilar los límites de la jurisdicción competente en dicha materia. 1.1. Sistema de Control Concentrado La primera de las potestades enunciadas en el primer párrafo del presente Capítulo se ejercita en el marco del sistema de protección concentrada de la Constitución. Éste se caracteriza porque, generalmente, es un solo organismo del Estado el que tiene la potestad de actuar como juez constitucional, quien tiene el poder exclusivo de conocer y decidir en esta materia. En otras latitudes, como es el caso de los países ubicados en la Europa Continental, este sistema es el más importante y se le ha denominado, en abierta alusión a Kelsen, el Sistema Austriaco, también llamado Concentrado o Continental. En nuestro país, el sistema de protección concentrada de la Constitución se manifiesta a través de los mecanismos de control concentrado de constitucionalidad: los procesos de Amparo, Inconstitucionalidad y Habeas Corpus. En la República, dicho sistema es ejercido por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y, en el caso del Habeas Corpus, también por las Cámaras competentes en Materia Penal ubicadas fuera de la circunscripción territorial de la capital. Los fundamentos jurídicos de cada uno de los mecanismos que integran este sistema de control se encuentran ubicados en los artículos 11 y 247 inciso 2° para el caso del Habeas Corpus; 149, 174 y 183 en relación a la Inconstitucionalidad y, 247 inciso 1° de la Constitución en referencia al proceso de Amparo. Así ubicados en la topografía constitucional, conviene realizar, en apretado resumen, una breve descripción de cada uno de ellos. En relación al proceso de inconstitucionalidad, el artículo 183 de la Constitución nos plantea: “La Corte Suprema de Justicia por medio de la Sala de lo Constitucional será el único tribunal competente para declarar la inconstitucionalidad de las leyes, decretos y reglamentos, en su forma y contenido, de un modo general y obligatorio, y podrá hacerlo a petición de cualquier ciudadano.” Asimismo en su artículo 174 establece: “La Corte Suprema de Justicia tendrá una Sala de lo Constitucional, a la cual corresponderá conocer y resolver las demandas de inconstitucionalidad de las leyes, decretos y reglamentos, los procesos de amparo, el habeas corpus, las controversias entre el Órgano Legislativo y el Órgano Ejecutivo a que se refiere el Art. 138 y las causas mencionadas en la atribución 7ª del Art. 182 de esta Constitución. A partir de la jurisprudencia, la ley y la propia Constitución, podemos definir al proceso de inconstitucionalidad como aquel mecanismo procesal de control que está constituido por un análisis lógico-jurídico que busca desentrañar el sentido intrínseco de las disposiciones constitucionales propuestas como parámetro, así como el sentido general y abstracto de los diversos mandatos que se puedan contener en las disposiciones objeto de control, para luego verificar que exista conformidad de las segundas con las primeras y, si como resultado de dicho juicio de contraste, las disposiciones inferiores aparecieran disconformes con la Ley Suprema, decidir su invalidación, es decir, su expulsión del ordenamiento jurídico. El proceso de inconstitucionalidad es un mecanismo de control concentrado a posteriori, que tiene por objeto restauran el orden constitucional alterado con motivo de la norma inconstitucional, con posterioridad a su vigencia; el cual, de conformidad a la naturaleza del vicio del acto que se controla, puede clasificarse en: (a) formal, que controla el procedimiento de formación y validez de la norma; y (b) material, que controla el contenido de la misma. Este mecanismo de control concentrado se inicia por medio de una demanda de inconstitucionalidad en ejercicio de una acción que es catalogada como popular, pues no esta sometida a condiciones particulares de legitimación que sean distintas de la mera calidad de ciudadano. Precisamente, el artículo 183 ya mencionado señala que la declaratoria de inconstitucionalidad puede decretarse “a petición de cualquier ciudadano”, pues el ciudadano no necesita una legitimación específica – como el agravio en el caso del Amparo– para poder interponer una demanda de inconstitucionalidad ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. No hay restricciones, salvo el mismo carácter de la ciudadanía. En ese orden de ideas, el artículo 73 de la Constitución establece en su ordinal segundo, como uno de los deberes políticos del ciudadano, cumplir y velar por que se cumpla la Constitución de la República. Ese deber es el que provee la legitimación activa de cualquier ciudadano en el proceso de inconstitucionalidad, por cuanto esta clase de procesos tiene como objeto mediato la defensa del orden constitucional cuando se considera vulnerado por la emisión de una disposición, un cuerpo normativo o un específico acto de aplicación directa de la norma primera, y en ese sentido, el ciudadano que pretende una declaratoria de inconstitucionalidad, al configurar la pretensión, pretende en el fondo el restablecimiento de tal orden constitucional supuestamente afectado, cumpliendo de esa manera con el deber antes dicho. Por otra parte, es necesario señalar que el proceso de inconstitucionalidad tiene dos componentes fundamentales. Al ser un juicio de contraste de normas, la jurisprudencia constitucional ha denominado a los componentes, por un lado, parámetro de control y, por otro, objeto de control. El primero es la norma jurídica contenida en la Constitución cuya infracción se alega. El segundo es el acto normativo o de aplicación directa de la Constitución cuya invalidez primaria se argumenta. En tal sentido, la decisión que ha de adoptar la Sala de lo Constitucional al emitir una sentencia de inconstitucionalidad debe versar sobre la incompatibilidad o no de la segunda norma frente a la primera, de tal modo que si son incompatibles se declara la inconstitucionalidad de la segunda, y si por el contrario no son incompatibles, se declara que no existe la inconstitucionalidad alegada. En ambos casos ello debe realizarse independientemente de los casos particulares en que se haya aplicado la norma. Por eso se dice que el proceso de inconstitucionalidad es un mecanismo de control abstracto. Para finalizar la breve reseña a este mecanismo de control concentrado vale la pena hacer mención de los tipos sentencia y sus efectos. Se distinguen dos tipos de sentencias: la sentencia estimatoria de la pretensión y la sentencia desestimatoria, también de la pretensión. La primera produce efectos anulatorios de la norma impugnada, la cual a partir de tal declaratoria pierde vigencia; en ese sentido, los efectos de la declaratoria de inconstitucionalidad son ex nunc, es decir, efectos futuros, y por tanto no incide en los actos realizados en aplicación de la norma declarada inconstitucional. Además, posee efectos erga omnes, es decir, es “obligatoria de un modo general para los órganos del Estado, para sus funcionarios y autoridades y para toda persona natural y jurídica”, de conformidad al artículo 10 de la Ley de Procedimientos Constitucionales. Sobre la segunda es indispensable señalar que, no obstante la disposición recién citada establece como efecto de la sentencia desestimatoria la imposibilidad de plantear nuevamente la pretensión de inconstitucionalidad respecto de la misma ley, decreto o reglamento, es imprescindible subrayar que el pronunciamiento respecto de una norma no excluye que se vuelva a plantear pretensión de inconstitucionalidad respecto de otras normas que formen parte de la ley, decreto o reglamento en que aquella se encuentre contenida, y además, que la sentencia desestimatoria no impide que se vuelva plantear pretensión de inconstitucionalidad respecto de la misma norma, desde luego, atacando su inconstitucionalidad por otros motivos o alegando vicios de otra naturaleza. Además del proceso de inconstitucionalidad, de carácter abstracto, en el sistema de control concentrado encontramos dos procesos de tipo concreto. Uno de ellos es el proceso de amparo. Este puede definirse como un mecanismo de satisfacción de pretensiones y de control concentrado de constitucionalidad, que tiene la finalidad de proteger los derechos fundamentales reconocidos a la persona por la Constitución. El Artículo 247 de la normativa primaria lo consagra a ese nivel de las fuentes de derecho, y literalmente señala: “Toda persona puede pedir amparo ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia por violación de los derechos que otorga la presente Constitución”. De acuerdo a la disposición citada, el proceso de amparo tiene como principal objeto de protección los derechos fundamentales, mas éstos no son los únicos cuya tutela abarca. De hecho, de conformidad a la jurisprudencia de la Sala de lo Constitucional, este proceso tiene la característica de proteger, no solo las categorías denominadas en puridad derechos, sino también algunas categorías denominadas ”categorías subjetivas protegibles” reconocidas como tales por la Sala de lo Constitucional y siempre contenidas en el texto o el trasfondo constitucional. Entre estas encontramos principios y valores que pueden ser atribuibles a la esfera jurídica de los sujetos protegidos por la Constitución, sean personas naturales o jurídicas. Para el caso, es menester citar al ilustre Doctor Roberto Enrique Rodríguez, quien ha señalado que existen, a su juicio, cinco grandes valores en nuestro ordenamiento fundamental: dignidad de la persona, justicia, igualdad, libertad y seguridad jurídica1. Ellos integrarían la esfera jurídica de los individuos, y como tales deben ser objeto de protección del proceso de amparo. Además, existen principios como el de legalidad penal, de juez natural, de irretroactividad de las leyes, de prohibición de doble persecución, etc. que también han sido conectados por la jurisprudencia constitucional a la esfera jurídica de los individuos, posibilitando su protección a través de este mecanismo de control concentrado. En el proceso de amparo el objeto de control de constitucionalidad son actos de autoridad, es decir, manifestaciones de las entidades públicas o privadas que, en ejercicio de poder y en relación de supra a subordinación, realizan una actividad 1 El autor citado señala: “Mi personal consideración es que la Constitución salvadoreña está estructurada sobre la base de cinco valores fundamentales: Dignidad de la persona humana, justicia, libertad, igualdad y seguridad jurídica”. En Rodríguez Meléndez, Roberto Enrique, El Fundamento Material de la Constitución: una aproximación a la idea de valor, principio y norma constitucional, en colectivo Teoría de la Constitución Salvadoreña; Proyecto para el Fortalecimiento de la Justicia y de la Cultura Constitucional en la República de El Salvador-CSJ; San Salvador; 2000. dañosa para la esfera jurídica constitucional del sujeto reclamante. Por tal razón en el proceso de amparo es indispensable que concurra el requisito del agravio de trascendencia constitucional para que el sujeto que dice haberlo sufrido tenga la real y válida posibilidad de iniciar este mecanismo de control de constitucionalidad. En tal sentido, el proceso de amparo sirve al individuo para invalidar y remediar las actuaciones que pudieron haberle perjudicado una o varias categorías subjetivas protegibles, llámense valores, principios o derechos, atribuibles a su esfera jurídica. A diferencia del proceso de inconstitucionalidad, el proceso de Amparo tiene la característica de ser concreto, en la medida en que el pronunciamiento que realiza el Tribunal Constitucional, es decir, la Sala, se refiere a un caso especifico, a un caso particular. Así pues el pronunciamiento que realiza el tribunal sobre aquello que se convierte en el objeto de control en el Amparo es de carácter especifico, no abarca a la generalidad, como sí ocurre en el mecanismo de control abstracto de constitucionalidad. Las consecuencias inmediatas de la estimación de la pretensión en el proceso de Amparo fundamentalmente se refieren o están destinados a anular la actuación de autoridad que ha ocasionado perjuicio a los demandantes. En esa medida, el efecto de una sentencia estimatoria, circunscrito al caso particular, estará orientado a restituir en la medida de lo posible los derechos, principios o valores que pudieran habérsele vulnerado al individuo. Ahora bien, si el acto reclamado se hubiere ejecutado en todo o en parte, de un modo irremediable, habrá lugar a la iniciación de un proceso civil de indemnización por daños y perjuicios contra el responsable personalmente y en forma subsidiaria contra el Estado. El otro mecanismo del control concreto de constitucionalidad que también es objeto de conocimiento de la Sala de lo Constitucional, y en esa medida también constituye parte del sistema del Control Concentrado, es el proceso de Habeas Corpus. Este proceso encuentra fundamento en el Art.11 inc. 2° de la Constitución de la República. Al igual que el Amparo, protege derechos fundamentales reconocidos por la Constitución a los individuos; sin embargo, los derechos que el Habeas Corpus protege son muy específicos. El Artículo mencionado señala que serán de objeto de protección por vía del Habeas Corpus el derecho a la libertad, a la dignidad y a la integridad física, psíquica o moral de las personas detenidas. La disposición mencionada señala a la letra: “Toda persona tiene derecho al Habeas Corpus cuando cualquier individuo o autoridad restringida ilegal o arbitrariamente su libertad. También procederá el Habeas Corpus cuando cualquier autoridad atente contra la dignidad o integridad física o moral de las personas detenidas”. Además de la competencia que la Sala de lo Constitucional tiene para conocer de Habeas Corpus, ocurre que el Constituyente consagró la posibilidad de que las Cámaras de Segunda Instancia con competencia en materia penal también puedan conocer de esta clase de procesos. Así lo señala el Artículo 247 inciso 2° de la Constitución. La disposición mencionada a la letra dice: “ El Habeas Corpus puede pedirse ante la Sala de la Corte Suprema de Justicia o ante las Cámaras de Segunda Instancia que no residan en la capital. La resolución de la Cámara que denegare la libertad del favorecido podrá ser objeto de revisión, a solicitud del interesado, por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia”. El proceso de Habeas Corpus, como es natural requiere la existencia de un agravio en contra de la persona, que le ocasione restricciones de la libertad, dignidad o de la integridad física, psíquica o moral de los detenidos. Los casos típicos de Habeas Corpus son aquellos que se encuentran vinculados con la protección del derecho a la libertad, pues de hecho es aquel cuya tutela es más frecuentemente solicitada por lo justiciables. El proceso de Habeas Corpus pretende tener un tramite que en la medida de lo posible sea rápido, a fin de que se restituyan con agilidad los derechos que a los individuos se les pueden haber vulnerado. La fórmula con la que la Sala decide generalmente los procesos de Habeas Corpus se circunscribe a determinar si el sujeto debe continuar en la detención en la que se encuentra o si, ipso facto, debe ponérsele en libertad. En todo caso los procesos de Habeas Corpus tienen un carácter concreto, pues sus efectos están circunscritos al caso particular, al igual que el Amparo. Entonces, como ya se dijo, es un mecanismo de control concreto y en ningún caso pueden extenderse los efectos de las sentencias que en él se pronuncien a la generalidad de los sujetos, como sí ocurre con el proceso de inconstitucionalidad. Es indispensable señalar que todos los mecanismos que integran el sistema de control concentrado de constitucionalidad -Inconstitucionalidad, Amparo y Habeas Corpus-son formas de control a posteriori. Esto significa que siempre cada uno de estos mecanismo va hacer utilizado para ejercer un control una vez que la disposición o el acto de autoridad ha nacido a la vida jurídica. Vale la pena mencionar que además de los mecanismos descritos, la Constitución ha previsto un mecanismo de control concentrado a priori, que aparece en el Artículo 138 de la Constitución de la República y que está conferido a la Corte Suprema de Justicia. En otras palabras, dentro del sistema de control concentrado antes descrito existe una modalidad de control previo en el proceso de formación de ley. Como ya sabemos, el Órgano encargado de la atribución de dictar normas secundarias es el Legislativo. En tal sentido el artículo 121 de la Constitución señala: “La Asamblea Legislativa es un cuerpo colegiado compuesto por Diputados, elegidos en la forma prescrita por esta Constitución, y a ella compete fundamentalmente la atribución de legislar”. Ahora bien, el Presidente de la Republica tiene la facultad de sancionarlas, promulgarlas y publicarlas. Por ello el artículo 135 de la Constitución establece: “Todo proyecto de ley, después de discutido y aprobado, se trasladará a más tardar dentro de diez días hábiles al Presidente de la República, y si éste no tuviere objeciones, le dará su sanción y lo hará publicar como Ley.” En virtud de lo dicho se confiere el poder de veto al Presidente de la República y cuando este considera que existe un defecto de carácter constitucional en el proyecto de ley, y que éste es de carácter remediable, lo devuelve a la Asamblea Legislativa a fin de que subsane lo pertinente. Sin embargo, si esto no ocurriere el Constituyente ha previsto lo siguiente en el artículo 138 de la normativa primaria: ”Cuando la devolución de un proyecto de ley se deba a que el Presidente de la República lo considera inconstitucional y el Órgano Legislativo lo ratifica en la forma establecida en el artículo que antecede, deberá el Presidente de la República dirigirse a la Corte Suprema de Justicia dentro del tercer día hábil, para que ésta oyendo las razones de ambos, decida si es o no constitucional, a más tardar dentro de quince días hábiles. Si la Corte decidiere que el proyecto es constitucional, el Presidente de la República estará en la obligación de sancionarlo y publicarlo como ley. Pese a la prescripción constitucional, por la rareza de su acaecimiento y de acuerdo a nuestra investigación, de este tipo de controles previos de carácter concentrado solo han existido cuatro entre los años 1983 y 19972. 1.2. Sistema de Control Difuso Relacionados los mecanismos que a nuestro juicio integran el sistema de control concentrado de constitucionalidad, que precisamente es el marco de actuación de la jurisdicción constitucional concentrada, es indispensable hacer una reseña de los mecanismos que integran el sistema de control difuso, a fin de cimentar la idea de la existencia de una jurisdicción constitucional difusa, manifestada a través del mecanismo de la inaplicabilidad de las leyes. Este sistema puede definirse como el conjunto de mecanismos prescritos por la Constitución para su autoprotección, que están diseminados en los diferentes órganos e instituciones mediante los cuales se ejerce el poder público en El 2 En Anaya Barraza, Salvador Enrique, La Jurisdicción Constitucional en El Salvador, en colectivo La Jurisdicción Constitucional en Iberoamérica; Dykinson, S. L. - Ediciones Jurídicas Lima - Editorial Jurídica E. Esteva Uruguay – Editorial Jurídica Venezolana; Madrid; 1997. Salvador. Entonces, ante la posibilidad de que el resto de entidades públicas distintas de la Sala de lo Constitucional realicen una actividad contralora de la validez primaria de normas jurídicas y actos de autoridad, se erige el sistema de control difuso de constitucionalidad, en el que se encuentra enclavada la jurisdicción constitucional difusa. El Sistema de Control Difuso, es una garantía para preservar la supremacía de la Constitución. Esta supremacía está consagrada en el artículo 246 que literalmente reza: “Los principios, derechos y obligaciones establecidos por esta Constitución no pueden ser alterados por las leyes que regulen su ejercicio. La Constitución prevalecerá sobre todas las leyes y reglamentos. El interés público tiene primacía sobre el interés privado.” Este sistema se manifiesta a través de los mecanismos de la inaplicabilidad de las leyes y del deber de no aplicación, cuya ubicación en la topografía constitucional aparece en los artículos 149 y 185, la primera, y 235, la segunda. El primero es un mecanismo eminentemente jurisdiccional y el segundo está dirigido más bien a las entidades no jurisdiccionales. La inaplicabilidad es una potestad conferida a todo órgano jurisdiccional, es decir, a los Jueces de Paz y de Primera Instancia, a las Cámaras de Segunda Instancia o a cualquiera de las Salas de la Corte Suprema de Justicia, quienes están autorizados para inaplicar una ley cuando ella esté en desacuerdo con nuestra Constitución. En otras palabras, este mecanismo de control está a cargo de todos los Tribunales de la República. Cuando uno de ellos observe, en su estudio y aplicación del derecho, alguna falta de concordancia con la Constitución, tiene que inaplicar la ley de que se trate. En tal caso, los operadores de justicia tendrán que resolver que esa ley es inaplicable por ser contraria a la Constitución, de manera que, ab initio es considerada nula y sin valor para el caso concreto3. 3 Igualmente ocurre en países como Colombia: “Cuando se habla de control difuso de la Constitución, se quiere significar que ese control no se concentra en un solo órgano jurisdiccional, sino que por el contrario corresponde a todas las autoridades judiciales del país, que tienen el poder implícito de desaplicar o inaplicar las leyes que se consideren inconstitucionales en los casos concretos, puestos Y es que, para ejercer este control difuso necesariamente tiene que existir un proceso de cualquier clase en el tribunal que hace uso de la potestad inaplicadora, es decir, un caso particular, lo que se colige del sentido literal del artículo 185 de la Constitución que nos plantea: “Art. 185.- Dentro de la potestad de administrar justicia, corresponde a los tribunales, en los casos en que tengan que pronunciar sentencia, declarar la inaplicabilidad de cualquier ley o disposición de los otros Órganos, contraria a los preceptos constitucionales”. Este control difuso de la constitucionalidad de las leyes está generalizado para cualesquiera procesos y tribunales; es decir, es un deber dirigido a todos los entes jurisdiccionales de dar preferencia a la Constitución en cualquier caso concreto de que se trate, a fin de garantizar el carácter supremo de la misma. Ahora bien, es indispensable hacer una breve reseña de los elementos esenciales que se encuentran integrados en el contenido del Artículo 185 de la Constitución. En tal sentido, es indispensable hacer notar la que la facultad de inaplicar no solo deben ejercerla los tribunales cuando van a dictar sentencia definitiva, puesto que la literalidad del Artículo pareciera referirse a ese punto de manera tal que, únicamente en esa fase, los jueces y magistrados están en el deber de utilizar ese mecanismo de control. Sin embargo, el uso del mismo no esta reservado únicamente para la fase decisoria final del proceso, ya que los jueces perfectamente pueden utilizar la facultad de inaplicar que señala el Artículo 185 de la Constitución para ejercer un control de constitucionalidad sobre las leyes, decretos y reglamentos en cualquier estado del proceso, inclusive cuando van emitir resoluciones interlocutorias o decretos de sustanciación. Por otra parte, es indispensable subrayar que el mecanismo de la inaplicabilidad de la ley no debe ser utilizado arbitrariamente por jueces y bajo su conocimiento y decisión”. En Caballero Sierra, Gaspar, y Anzola Gil, Marcela, Teoría Constitucional, Editorial Temis S. A., Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1995. magistrados, puesto que, justamente a la par de esta potestad especial conferida por la Constitución para ellos, también aparece el deber de motivar sus decisiones. Lo dicho significa que los tribunales, cuando van a ejercer la potestad de inaplicación de normas jurídicas de carácter general para un caso particular, deben exponer en su decisión todos los fundamentos que posibiliten al destinatario de su decisión, o a cualquier interesado, conocer las razones por las cuales han inaplicado la disposición de que se trate, de manera que puedan advertirse las motivaciones que les han llevado a adoptar una decisión en ese sentido. Siguiendo con el tema de Control Difuso de Constitucionalidad, el deber de no aplicación aparece contemplado en el Artículo 235 del código constitucional. Esta disposición está redactada de tal modo que incluye a los jueces, aunque no se les menciona expresamente como tales, ya que la disposición mencionada señala: “Todo funcionario civil o militar antes de tomar posesión de su cargo, protestará bajo su palabra de honor, ser fiel a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución, ateniéndose a su texto cualesquiera que fueren las leyes, decretos, órdenes o resoluciones que la contraríen, prometiendo, además, el exacto cumplimiento de los deberes que el cargo le imponga, por la cuya infracción será responsable conforme a las leyes”. Advertimos entonces que dentro de esta disposición aparecen obligados a no acatar actos inconstitucionales tanto los funcionarios civiles como los militares. Como es lógico, los jueces aparecen dentro de la categoría de funcionarios civiles. Sin embargo, el constituyente pareció haber querido enfatizar la potestad de inaplicar leyes que se reconoce a la jurisdicción, ya que, de acuerdo a la finalidad de este deber de no aplicación, hubiera sido suficiente el establecer la norma que contiene el Artículo 235 y no prescribir una potestad especifica conferida a los jueces mediante el Artículo 185. Pese a lo dicho, el constituyente pretendió que quedara muy claro que los jueces tienen la potestad de ejercer control de constitucionalidad independientemente del grado o del rango que tengan, siempre y cuando cuenten con la investidura que los acredita como funcionarios dedicados al ejercicio de la función jurisdiccional en El Salvador. De hecho, es tal el énfasis puesto por el normador primario, que es un verdadero deber judicial hacer uso de dicha potestad. Finalmente, es indispensable hacer referencia a la posibilidad de ejercer un control difuso sobre los tratados internacionales. El artículo 149 de la Constitución de la República prescribe que serán los tribunales los que puedan inaplicar tratados internacionales, pues el inciso 1° a la letra señala: “la facultad de declarar la inaplicabilidad de las disposiciones de cualquier tratado contrarias a los preceptos constitucionales se ejercerá por los tribunales dentro de la potestad de administrar justicia”. En tal sentido, la disposición mencionada y citada establece la posibilidad de que los mismos jueces puedan realizar un control sobre los tratados internacionales, algo que no necesariamente se prescribe para todos los funcionarios en el caso del artículo 235 de la Constitución, que contiene el deber de no aplicación, pero que, pese a ello, se colige. En virtud de todo lo expuesto en relación a los dos sistemas de control vigentes en El Salvador, tratadistas como Nestor Pedro Sagüés han catalogado que la coexistencia de ambos ha dado paso a una suerte de híbrido que podría denominarse sistema de control mixto, cuestión que se deja al lector para su conocimiento y reflexión. Para concluir este punto, es indispensable señalar que el El Salvador existen dos sistemas de control de constitucionalidad, de donde surgen las dos clases de jurisdicción constitucional existentes. Una ejercida principalmente por la Sala de lo Constitucional y la otra por los demás tribunales de la República. Como se ha adelantado, en el presente trabajo se busca identificar más precisamente los límites a la jurisdicción constitucional que ejerce la Sala de lo Constitucional de modo concentrado. 2. Generalidades sobre el principal Tribunal encargado del Control Concentrado de Constitucionalidad Como ya se acotó en la Introducción a la presente monografía, a partir de acá se profundizará sobre los límites de la jurisdicción constitucional concentrada. Por ello, en este punto se desarrollarán algunas características propias de la Sala de lo Constitucional, como principal tribunal que ejerce dicha jurisdicción, a fin de ubicar al lector en los aspectos orgánicos y funcionales del mismo. Como es lógico, en el presente apartado se hará una amplia referencia a las normas jurídicas que sustentan cada una de las generalidades que se tratarán. 2.1. Composición Del Tribunal La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia está constituida por cinco Magistrados elegidos por la Asamblea Legislativa para ocupar específicamente esos cargos. Ellos son las primeras magistraturas de la Corte Suprema, incluyendo al Presidente de la Sala –designado especialmente por el Órgano Legislativo–, quien también lo es de la Corte misma y del Órgano Judicial en su totalidad. Dicho funcionario será elegido por la Asamblea Legislativa cada vez que corresponda elegir Magistrados de la Corte Suprema de Justicia. La composición del tribunal está prescrita en el artículo 174 de la Constitución, que señala ”La Sala de lo Constitucional estará integrada por cinco Magistrados designados por la Asamblea Legislativa. Su Presidente será elegido por la misma en cada ocasión en que le corresponda elegir Magistrados de la Corte Suprema de Justicia; el cual será Presidente de la Corte Suprema de Justicia y del Órgano Judicial”. La Sala de lo Constitucional tiene cinco Magistrados Suplentes que de igual forma son elegidos por la Asamblea Legislativa. Esto se encuentra regulado por el Artículo 11 de la Ley Orgánica Judicial, que a letra señala “La Corte Suprema de Justicia tendrá Magistrados Suplentes en número igual al de los Magistrados Propietarios, y serán elegidos por la Asamblea Legislativa así: cinco de ellos exclusivamente para la Sala de lo Constitucional; y los restantes para suplir indistintamente a cualquiera de los Propietarios de las otras Salas del Tribunal. -- Los Suplentes serán elegidos para un período de cinco años, cuyo comienzo y terminación será al mismo tiempo que el de los Magistrados Propietarios; e igual que estos últimos, por ministerio de ley, continuarán por períodos iguales, salvo que al finalizar cada uno de dichos períodos, la Asamblea Legislativa acordare lo contrario, o fueren destituidos por causas legales. -- Los Magistrados Suplentes deberán tener las mismas cualidades requeridas para ser Magistrado Propietario, y mientras sustituyan a éstos no podrán ejercer la abogacía ni desempeñar empleos o cargos de los otros órganos, salvo si hubieren sido llamados para conocer exclusivamente en uno o varios asuntos determinados. -- Lo dispuesto en el artículo 31 de la Ley Orgánica Judicial y será aplicable a los Suplentes únicamente por el tiempo en que ejerzan funciones de Magistrado. Por consiguiente, al cesar en dichas funciones, los Suplentes podrán volver al desempeño de sus respectivos empleos o cargos.” 2.2. Requisitos para ser Magistrado de la Sala De conformidad al Artículo 176 de la Constitución de la República, para poder optar el cargo de Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, y por ende, de la Sala de lo Constitucional, se necesita ser salvadoreño por nacimiento, del estado seglar, ser mayor de cuarenta años, Abogado de la Republica, de moralidad y competencia notorias, asimismo haber desempeñado una Magistratura de Segunda Instancia durante seis años o una judicatura de Primera Instancia durante nueve años o haber obtenido la autorización para ejercer la profesión de abogado por lo menos de diez años antes de su elección como Magistrado estar en el goce de los derecho de ciudadano y haberlo estado en los seis años anteriores al desempeño de su cargo4. 2.3. Forma de Elección de los Magistrados de la Sala Como ya lo mencionamos la Sala de lo Constitucional estará conformada por el Presidente de la Corte Suprema de Justicia y cuatro Vocales designados por la Asamblea Legislativa, lo que encuentra asidero legal en el Artículo 4 inciso 2º de la Ley Orgánica Judicial. Estos Magistrados, de acuerdo al Artículo 186 de la Constitución, serán elegidos por la Asamblea Legislativa para un período de nueve años. Podrán ser reelegidos y se renovaran por terceras partes cada tres años. Podrán ser destituidos por la Asamblea Legislativa por causas especificas, previamente establecidas por la Ley. Tanto para la elección como para la destitución deberá tomarse con el voto favorable de por lo menos de dos tercios de los diputados electos. Además la disposición mencionada señala que esta elección “se hará de una lista de candidatos, que formará el Consejo Nacional de la Judicatura en los términos que determinará la ley, la mitad de la cual provendrá de los aportes de las entidades 4 Ya la doctrina salvadoreña ha realizado algunas brevísimas reflexiones en torno a los requisitos que establece el artículo 176 de la Constitución: “Al respecto la disposición citada establece como requisitos, a saber: (1) Nacionalidad. Ser salvadoreño por nacimiento. Este es el único caso en el que la Constitución, al regular lo relativo a los requisitos subjetivos para optar a la judicatura y magistratura, exige nacionalidad por nacimiento; (2) Estado. Estado seglar. Este requisito es una concreción de las garantías subjetivas de la jurisdicción: la independencia e imparcialidad del juez. “Al exigir este requisito se procura la separación de los asuntos del Estado de los de la Iglesia;”; (3) Edad. Mayor de cuarenta años. Este no es un requisito autónomo, pues además de tener la mencionada edad, se vuelve necesaria, ya sea la experiencia judicial y profesional; (4) Técnico. Abogado de la República. Este requisito es una manifestación del principio de juez técnico. Y es que la función juzgadora debe de ser realizada con sujeción al derecho objetivo y por tanto debe ser el juez un profesional con conocimientos técnicos en éste; (5) Morales. Moralidad y competencias notorias; (6) Experiencia profesional o judicial. Haber desempeñado una Magistratura de Segunda Instancia durante seis anos o una judicatura de Primera Instancia durante nueve, o haber obtenido la autorización para ejercer la profesión de abogado por lo menos diez anos antes de su elección; (7)Goce de derechos. Estar en el goce de los derechos de ciudadano”. En Montecino Giralt, Manuel Arturo, Defensa de la Constitución, en colectivo Teoría de la Constitución Salvadoreña; Proyecto para el Fortalecimiento de la Justicia y de la Cultura Constitucional en la República de El Salvador-CSJ; San Salvador; 2000. representativas de los Abogados de El Salvador y donde deberán estar representados las más relevantes corrientes del pensamiento jurídico”. 2.4. Sistema de Votación del Tribunal El Sistema de votación en los procesos dictados por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia funciona del siguiente modo, de acuerdo al Artículo 14 de la Ley Orgánica Judicial: “en los procesos de inconstitucionalidad de leyes, decretos o reglamentos, o en las controversias y causas como la que plantea el artículo 138, 182, atribución séptima, ambos de la Constitución, para pronunciar sentencia, sea ésta interlocutoria o definitiva, se necesita por lo menos cuatro votos conformes. En los procesos de Amparo o de Hábeas Corpus, para dictar sentencia definitiva o interlocutoria, se necesitan por lo menos tres votos conformes”. CAPÍTULO II LOS LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL CONCENTRADA EJERCIDA POR LA SALA DE CONSTITUCIONAL A PARTIR DE LOS CRITERIOS DE DISTRIBUCIÓN DE COMPETENCIA En el presente capítulo se abordará de la siguiente manera: en primer lugar, se definirá qué es la competencia, y para tal efecto se incorporarán algunas nociones doctrinarias acerca del mencionado concepto. En la segunda parte se analizarán, a partir de los diversos criterios distributivos de la competencia, los límites de la jurisdicción que ejerce la Sala de lo Constitucional. 1. El Concepto de Competencia y los Criterios que sirven para distribuirla La doctrina ha sido bastante uniforme al señalar las nociones que definen el concepto de competencia. Ugo Rocco precisa la competencia señalando que “es aquella parte de jurisdicción que corresponde en concreto a cada órgano jurisdiccional singular, según ciertos criterios a través de los cuales las normas procesales distribuyen la jurisdicción entre los distintos órganos ordinarios de ella”. Monroy Cabra puntualiza que “La Jurisdicción compete a todos los jueces, mientras que la competencia es la jurisdicción que en concreto esta atribuida por la ley a cada juez”5. A nivel nacional, para Canales Cisco, “La Competencia es un límite de la jurisdicción, pues es inconcebible que todos los juzgadores conozcan de todos los conflictos de intereses simultáneamente en el territorio nacional sobre todas las materias sin distinción alguna, lo anterior produciría un desorden en la administración 5 Ambas citas tomadas de Monroy Cabra, Marco Gerardo, Principios de Derecho Procesal Civil, Tercera Edición, Editorial Temis S.A. Bogota-Colombia. 1998. de justicia, provocando que varios jueces conozcan a la vez sobre un mismo conflicto de interés, resultando en el peor de los casos sentencias contradictorias; por otra parte, es imposible que el juzgador posea conocimientos amplios de toda la legislación nacional y las ciencias jurídicas; esto se debe a la especialización de cada ciencia jurídica exigen a cada momento un mayor estudio por los entendidos sobre la materia. -- Es por las razones antes expuestas y como otras de orden práctico que la legislación y la doctrina considera la necesidad de delimitar la función jurisdiccional por medio de competencias, atendiendo a criterios definidos, con la finalidad de obtener una administración de justicia eficaz"6. Para Cabanellas, la competencia es la “Controversia que se suscita entre dos o más autoridades judiciales, de igual o distinto fuero, acerca de a cuál le corresponde conocer y resolver sobre una materia; en cuyo caso es abreviación de conflicto o cuestión de competencia”7. Esta definición se refiere más a los conflictos de competencia, y no al concepto de la misma como tal, por ende debe soslayarse al momento de emitir nuestra consideración particular al respecto. Y es que, por todo lo dicho, puede decirse entonces que la competencia es el límite que, a través de diversos criterios, el legislador impone a cada órgano jurisdiccional para el ejercicio de la función de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado que tienen encomendada. La doctrina ha señalado que los criterios distributivos que limitan la competencia de cada tribunal son cinco: materia, cuantía, grado, función y territorio. En tal sentido, de acuerdo a cada uno de los criterios dichos se llevará a cabo el análisis de los límites de la jurisdicción que ejerce la Sala de lo Constitucional, en virtud que aquellos precisamente son instrumentos idóneos para determinarla. 6 7 Canales Cisco, Oscar Antonio, Derecho Procesal Civil Salvadoreño I, S.E., 2001. Cabanellas Guillermo, Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual Tomo II 2. Análisis de los límites de la jurisdicción constitucional que ejerce la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia a partir de los criterios distributivos de la competencia 2.1. Competencia Material de la Sala de lo Constitucional Según Juan José Sánchez Vásquez la competencia material se realiza “tomando en cuenta la división del trabajo, atribuye el conocimiento a Jueces diferentes y especializados sobre materia civil, mercantil, penal, laboral agrario, etc.”. Así pues, la competencia por razón de la materia es un criterio distributivo que obedece a la existencia de distintas ramas del derecho material. En términos generales, la Sala de lo Constitucional tiene competencia en materia constitucional. Ello se deduce del artículo 174 de la Constitución de la República, puesto que, a nivel jurisdiccional, le corresponde conocer sobre asuntos de eminente contenido primario. El proceso de inconstitucionalidad, de acuerdo al artículo 183 de la norma suprema, como su nombre lo indica y como lo hemos descrito en el presente trabajo, está orientado a determinar la compatibilidad de las normas inferiores con la Constitución. El proceso de amparo, de acuerdo al 247 inciso 1º, tiende a la tutela de los derechos fundamentales de los individuos. El habeas corpus, de conformidad al artículo 11 inciso 2º, a la protección de los derechos de libertad, dignidad e integridad física y moral. Inclusive, la solución de controversias a que se refiere el artículo 138 de la Constitución, esbozado como una especie de control previo y concentrado, tiene como objeto de análisis la constitucionalidad o no de las normas que pretenden incorporarse al ordenamiento jurídico. Debe recordarse que las normas constitucionales se dividen en dos clases: dogmáticas y orgánicas. Las primeras son aquellas que contienen los valores, derechos, garantías y principios que integran la esfera jurídica reconocida tácita y expresamente a las personas. Las segundas, son las que determinan la distribución de las funciones esenciales del Estado, la integración de los órganos fundamentales, sus atribuciones y competencias; en otras palabras, son aquellas orientadas a definir la organización del aparato de gobierno del Estado y el ejercicio del poder público. Así, dependiendo del tipo de normas, es que se determina la materia propia que es objeto de conocimiento de la Sala de lo Constitucional en relación a cada proceso de que se trate. 2.1.1. Con referencia al Proceso de Inconstitucionalidad Con respecto a la Inconstitucionalidad, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia es la única para conocer y declarar la inconstitucionalidad de las leyes, decretos y reglamentos, en su forma y contenido, de un modo general y obligatorio, todo de conformidad al artículo 183 de la Constitución. Dado que el constituyente no ha realizado distinción alguna respecto de la clase de normas constitucionales cuya tutela le corresponde al proceso de inconstitucionalidad, es menester señalar que tanto normas dogmáticas como las orgánicas son objeto de tutela a través de este mecanismo de jurisdicción constitucional concentrada. 2.1.2. Con referencia al Proceso de Amparo La Sala de lo Constitucional tiene competencia para conocer de los casos que vulneren los derechos fundamentales de los ciudadanos que le otorga la Constitución, articulo 247 inciso 1°, es decir, las categorías jurídicas subjetivas protegibles de rango constitucional. Así las cosas ya sabemos que el proceso de amparo pretende tutelar la esfera de normas dogmáticas constitucionales reconocidas a favor de la esfera jurídica de cada uno de los individuos, con la salvedad de los derechos de libertad, dignidad e integridad física y moral, cuya protección corresponde al habeas corpus. 2.1.3. Con referencia al Proceso de Habeas corpus Con relación al Proceso de Habeas Corpus, a través de este proceso, la Sala de lo Constitucional y las Cámaras de Segunda Instancia que no residan en la capital tienen competencia para conocer de las violaciones a normas dogmáticas concretas. Específicamente al derecho de libertad, a la dignidad, a la integridad física, psíquica y moral de las personas detenidas, ya sean cometidas por una autoridad o individuo particular. 2.2. Competencia Territorial de la Sala de lo Constitucional Para Monroy Cabra, la competencia territorial es el “Territorio donde el juez ejerce su jurisdicción”8. Según Moreno Catena, “habida cuenta de que generalmente existen un buen número de tribunales del mismo tipo (...) la predeterminación del juez ordinario (...) exige una mayor concreción hasta llegar con exactitud y fijeza a precisar el Juzgado llamado a resolver en primera instancia(....). La atribución del conocimiento del proceso a un determinado órgano jurisdiccional de los varios existentes del mismo tipo se lleva a cabo precisamente mediante la aplicación de las normas de competencia territorial, que no depende la competencia objetiva, sino que, juntamente con ella y en paridad, permiten fijar el tribunal competente”9. Por su parte, Lino Enrique Palacio, al proferir opinión relacionada al tema ha dicho “que la competencia se determina por el lugar que las partes han elegido para el cumplimiento de sus obligaciones (forum solutionis), principio que concuerda con las razones de comodidad de los litigantes en que primordialmente se funda la 8 Monroy Cabra, Marco Gerardo, Principios de Derecho Procesal Civil, Tercera Edición, Editorial Temis S.A. Bogota-Colombia. 1998. 9 Moreno Catena, Victor, Derecho Procesal Civil, Segunda Edición, Editorial COLEX, Madrid, España, 1997. competencia territorial”10. Otros definen que la competencia territorial diciendo que “La función jurisdiccional se ejerce sobre las personas domiciliadas en determinado territorio y sobre las cosas ubicadas dentro del mismo”11. Es indispensable señalar que en El Salvador solo existe un Tribunal encargado de realizar el control de constitucionalidad concentrado. Esta afirmación es válida para los casos de inconstitucionalidad y amparo, mas no para el habeas corpus, como a continuación veremos. 2.2.1. Con referencia al Proceso de Inconstitucionalidad En relación al proceso de Inconstitucionalidad, cabe hacer notar que por la especial materia que corresponde controlar a la Sala de lo Constitucional a través de dicho mecanismo, es decir, la constitucionalidad de las leyes de la República, o en general de todos los cuerpos normativos que se emiten por parte de los entes que tienen tal potestad en El Salvador, es claro que territorialmente el tribunal es competente para conocer y resolver sobre todas las demandas que se presenten contra esas clases fuentes de derecho en El Salvador. Esto se debe a que la Constitución tiene vigencia únicamente para el territorio de la República. De igual manera, las leyes emitidas por la Asamblea Legislativa están destinadas a surtir efectos también en el territorio de la Nación, independientemente de que algunos tengan un eminente contenido regional –como las tarifas de arbitrios decretadas para los Municipios-, y esto supone que el pronunciamiento que el tribunal ejerza se realiza o tenga un efecto sobre las normas jurídicas que tienen vinculación en el territorio nacional. Por ende, la Sala de lo Constitucional será la única autoridad competente para conocer la circunscripción territorial de El Salvador de las demandas de inconstitucionalidad que se plantean, por supuesto, contra leyes o normas en general que surtan efectos en dicho territorio. 10 Palacio, Lino Enrique, Manual de Derecho Procesal Civil Decimoséptima Edición Actualizada. Lexis Nexis, Abelado Perrot, 2003. 11 Sánchez Vasquez, Juan José, Apuntes sobre Derecho Procesal Civil 2.2.2. Con referencia al Proceso de Amparo. En el caso del proceso de amparo, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de justicia es el órgano jurisdiccional encargado de sustanciar todos los asuntos vinculados con la violación de derechos fundamentales ocurridas en la esfera jurídica de los particulares o de las entidades susceptibles de tener esa esfera, siempre que tales vulneraciones hayan ocurrido en el territorio de la República. Es decir, en cualquier lugar en que ocurra una violación a derechos fundamentales, siempre que sea en el territorio de la República, será competencia de la Sala conocer sobre tal asunto y pronunciarse si existió o no la transgresión constitucional y, por ende, si hay lugar o no al amparo a favor del sujeto reclamante. 2.2.3. Con referencia al Proceso de Habeas corpus En el caso del Habeas Corpus los supuestos se ven modificados respecto de los otros procesos. La Sala de lo Constitucional es competente para conocer de las peticiones de habeas corpus formuladas y presentadas ante el tribunal, que obedezcan a violaciones a los derechos que tutela que hayan sido realizadas en todo el territorio de la República. Sin embargo existe en este caso una competencia concurrente con las Cámaras que conocen en materia penal y que residen fuera de la capital. En tal sentido es claro que la Sala de lo Constitucional, en lo que se refiere a San Salvador, tiene exclusiva competencia para conocer de las demandas o peticiones de habeas corpus que ahí se plantean. Sin embargo, la competencia concurrente que se ha mencionado precisamente encaja en los casos en que este proceso se inicie o se haya motivado por actuaciones realizadas fuera de la circunscripción territorial de la capital de El Salvador. En tales casos, tanto las Cámaras de segunda instancia con competencia en materia penal, como la misma Sala de lo Constitucional, tienen una competencia para conocer sobre las demandas o las peticiones de habeas corpus. Lo dicho encuentra fundamento en el Artículo 247 Inciso 2° de la Constitución, el cual a la letra establece “El habeas corpus puede pedirse ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia o ante las Cámaras de Segunda Instancia que no residen en la capital. La resolución de la Cámara que denegare la libertad del favorecido podrá ser objeto de revisión, a solicitud del interesado por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.” Así pues concluimos que en los procesos de amparo y de inconstitucionalidad, el único tribunal competente para conocer sobre tales asuntos en el territorio completo de la República de El Salvador es la Sala de lo Constitucional. Sin embargo, en el caso del proceso de habeas corpus, aparte de la competencia que tiene la Sala de lo Constitucional para conocer y resolver sobre el mismo ante peticiones que provengan de todo el territorio de la República, es menester señalar que la competencia territorial que ella posee es exclusiva para el caso de la capital San Salvador, y es de carácter concurrente con las Cámaras de segunda instancia que tienen competencia en materia penal que residen fuera de la capital en todos los casos de peticiones que provengan del interior de la República. 2.3. Competencia de la Sala de lo Constitucional por razón del Grado En nuestra República de El Salvador, solo existe un grado de conocimiento para los procesos de Amparo e Inconstitucionalidad, ya que únicamente es un Tribunal, la Sala de lo Constitucional, la que está habilitada para pronunciarse sobre los extremos fácticos y jurídicos de las respectivas pretensiones y resistencias. Con respecto al Habeas Corpus ocurre distinto debido a la competencia territorial concurrente que antes se ha señalado, posibilitada por el inciso 2º del artículo 247 de la Constitución. A continuación pasaremos a detallar más precisamente las afirmaciones dichas. 2.3.1. Con referencia al Proceso de Inconstitucionalidad El artículo 10 de la Ley de Procedimientos Constitucionales nos dice que la sentencia pronunciada en un proceso de inconstitucionalidad no admite ningún recurso. La disposición en comento plantea: “Art. 10.- La sentencia definitiva no admitirá ningún recurso y será obligatoria, de un modo general, para los órganos del Estado, para sus funcionarios y autoridades y para toda persona natural o jurídica”. En tal sentido, en lo que a este proceso se refiere, luego del pronunciamiento definitivo del tribunal no existe ninguna otra oportunidad de que un ente distinto de la Sala de lo Constitucional, conociendo en un segundo grado de conocimiento, emita una decisión distinta de la que ella haya proferido respecto de los extremos fácticos y jurídicos de la pretensión y resistencia de las partes. 2.3.2. Con referencia al Proceso de Amparo El artículo 86 de la Ley de Procedimientos Constitucionales establece: “Fuera del caso contemplado en el inciso segundo del artículo 72 de esta Ley, la sentencia no admite recurso alguno, quedando los funcionarios que las pronuncien, sujetos a las responsabilidades correspondientes”. Esta disposición está enclavada en el Título Final de la mencionada ley “Disposiciones Generales”. Por ende, su contenido aplica al proceso de amparo y a los procesos de habeas corpus que resuelva la Sala de lo Constitucional en primer grado de conocimiento, ya que, por una parte, como ya se dijo, el proceso de inconstitucionalidad cuenta con una norma específica –el artículo 10 de la misma Ley- que veda la posibilidad de hacer uso de recurso alguno contra la sentencia; y, por otra, los artículos 247 inciso 2º de la Constitución y 72 de la Ley de Procedimientos Constitucionales posibilitan el planteamiento del recurso de revisión contra las sentencias de habeas corpus pronunciadas por las Cámaras de Segunda Instancia con competencia en material penal residentes fuera de la capital. En tal sentido, la competencia de la Sala de lo Constitucional, en cuanto al proceso de amparo se refiere, es única desde la perspectiva del grado, en la medida que los extremos fácticos y jurídicos en que se fundan la pretensión y resistencia no pueden ser conocidos por un tribunal distinto. 2.3.3. Con referencia al Proceso de Habeas Corpus En el Proceso de Habeas Corpus o exhibición de persona, el ordenamiento jurídico sí admite recurso, siempre y cuando el proceso se haya incoado ante una de las Cámaras de Segunda Instancia competentes en Materia Penal y residentes fuera de la capital y mediare pronunciamiento denegando la libertad del favorecido. De este modo el solicitante del Habeas corpus puede interponer el Recurso de Revisión dentro de los cinco días siguientes al de la notificación de la sentencia que le desfavorece, ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Esto nos lo plantea el artículo 72 inciso 2º de la Ley de Procedimientos Constitucionales: “Si la resolución fuese denegando la libertad del favorecido y hubiese sido pronunciada por una Cámara de Segunda Instancia, el favorecido o quien hubiese solicitado la exhibición, podrá interponer dentro de los cinco días hábiles siguientes al de la notificación de aquélla, recurso de revisión para ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, la que lo resolverá con sólo la vista de los autos. Para este efecto, la Cámara retendrá el proceso, si lo hubiere pedido, durante el plazo indicado en este inciso. Si la Cámara denegare la admisión del recurso, el interesado podrá recurrir de hecho, conforme a las reglas generales.” El recurso de revisión es aquel “por medio del cual se procura, por excepción, rescindir sentencias pasadas en autoridad de cosa juzgada, cuando se verifica fehacientemente que alguno de los elementos que le dieron fundamento es falso o distinto, de manera tal que pudo conducir al error judicial” 12 . Por ende, la Sala de lo Constitucional, al conocer y pronunciarse sobre el recurso de revisión a que se ha hecho referencia, puede pronunciarse sobre los fundamentos fácticos y jurídicos de 12 Monografía Recursos Procesales la pretensión y resistencia de las partes, constituyendo un segundo grado de conocimiento. En conclusión, la Sala de lo Constitucional es competente en primer grado cuando a ella se le plantea la solicitud de habeas corpus, imposibilitándose el planteamiento de recurso alguno contra la decisión dicha, de conformidad al artículo 86 de la Ley de Procedimientos Constitucionales. A la vez, dicho tribunal es competente en segundo grado cuando conoce y resuelve los recursos de revisión que se plantean contra las decisiones desestimatorias que se pronuncien en los procesos de habeas corpus que hubieren sido sustanciados y decididos por las Cámaras de Segunda Instancia competentes en materia penal y residentes fuera de la capital. 2.4. Competencia Funcional de la Sala de lo Constitucional Este tema será tratado en un solo apartado, debido a que es una sola la disposición que establece, funcionalmente, la competencia de la Sala de lo Constitucional en lo que se refiere a vías procesales de carácter y naturaleza constitucional. A nuestro juicio, la competencia funcional y la competencia por razón del grado son complementarias. Para algunos autores se identifican como una sola cosa. Por ejemplo, Moreno Catena señala que “la diversidad de tipos de tribunales del orden jurisdiccional civil hace posible estructurar un proceso que se desarrolle en una dualidad de instancias y establecer además un recurso de casación. Los recursos devolutivos, junto con otras circunstancias, comportan que en un mismo proceso van a intervenir (o cabe que intervengan) distintos órganos jurisdiccionales. Precisamente a esta consideración responde el concepto de competencia funcional, criterio por el que se determinar cuales sean en concreto los tribunales que han de conocer a lo largo de un proceso civil en curso. -- La nota más significativa de la competencia funcional es su carácter derivado. En efecto, para fijar la competencia funcional hay que partir siempre de la pendencia de un proceso, iniciado ante un determinado órgano jurisdiccional y sustanciado por unos específicos trámites; únicamente de estos dos datos: órgano de la primera instancia y cauce procedimental, deriva la competencia funcional, y de ningún otro. No puede hacerse depender, por tanto, de la competencia objetiva o territorial, que son los criterios que determina el órgano competente para la primera instancia”13. Sin embargo, decimos que a nuestro juicio se complementan en la medida en que la competencia funcional se refiere, precisamente, a la predeterminación que hace el ordenamiento jurídico a las diversas entidades jurisdiccionales para conocer y resolver procesos a través de determinadas vías. A diferencia de la competencia por razón del grado, que se refiere a la posibilidad de emitir un pronunciamiento sobre los fundamentos fácticos o jurídicos de la pretensión o resistencia por parte de un tribunal específico, la competencia funcional se refiere a que esos pronunciamientos se originan de la sustanciación de vías procesales concretas predeterminadas por el ordenamiento jurídico para cada entidad jurisdiccional. En tal sentido, funcionalmente, las vías procesales cuya sustanciación y decisión le corresponde a la Sala de lo Constitucional, en lo que se refiere al ejercicio de la jurisdicción constitucional de la que está investida, son los procesos de amparo, inconstitucionalidad y habeas corpus, de acuerdo al artículo 174 de la Constitución, ya citado en parágrafos precedentes; y los procedimientos que le corresponde tramitar de acuerdo a cada vía procesal aparecen: para la inconstitucionalidad, del artículo 6 al 11 de la Ley de Procedimientos Constitucionales; para el amparo, del artículo 12 al 37 del mismo cuerpo normativo; y, para el habeas corpus, del artículo 38 al 77 de la misma Ley. 13 Moreno Catena, Victor, Derecho Procesal Civil, 2º Edición, Editorial COLEX, 1997. 2.5. Competencia de la Sala de lo Constitucional por razón de la Cuantía La competencia por razón de la cuantía se basa “en el valor o cuantía del objeto litigado, se atiende el valor económico dado al bien, o el monto de la obligación exigible judicialmente”14 Para la Sala de lo Constitucional es indistinto que la pretensión que una persona presente, no es necesario o no hay parámetros que rigen si tiene que existir una cuantía o no, por esta razón la Sala no tiene ni un limite ni un máximo, es decir, la competencia es ilimitada en razón de la cuantía. Reflexivamente, puede decirse que no podemos ponerle un valor determinado a una garantía constitucional. Es incoherente quererle poner una tabla de valores a los derechos y garantías fundamentales consagradas en la Constitución. El Doctor Mario Solano nos plantea: “Cada ser humano tiene o acepta una tabla de valores, que en conjunto pueden ser una mezcla de números, en cuanto lo que valen las cosas, un sentido religiosos, en cuanto alcanzar la santidad, un sentido de lo estético, en cuanto alcanzar la belleza, y en cuanto equilibrio, a la justicia. Estas tablas de valores no siempre son perseguidas por todos los sujetos, habrán unos que sus valores estarán en la maldad y no en la santidad, en la fealdad y no en la belleza y en injusticia y no en la justicia. Estos nos dice que los seres humanos tiene diferentes tablas de valores, que los seres humanos priorizan algunos, por multitud de circunstancias que no vienen en este momento discutirlas. Y que en síntesis los valores representan diferentes mundo, lo individual, lo que percibo desde la propia individualidad personal; al mismo tiempo los valores esbozan colectividad y un interés general.” 15 La competencia de por razón de la cuantía de la Sala de lo Constitucional está determinada por un factor fundamental. Y es que, para determinar una estratificación 14 15 Canales Cisco, Oscar Antonio, Derecho Procesal Civil Salvadoreño I, S.E., 2001. Solano Ramírez, Mario Antonio, Estado y Constitución, Corte Suprema de Justicia, 2001. de los procesos constitucionales a partir del valor de la cosa u objeto litigioso que se disputa en sede constitucional, es necesario reparar en un tema que sin duda alguna tiene algún grado de dificultad. Este es el que se refiere al valor de las normas Constitucionales. Se ha dicho que las normas Constitucionales pueden clasificarse en dogmáticas y orgánicas. Las primeras contienen el catálogo de valores, principios y derechos reconocidos a favor de los individuos por la Constitución de la República. Las segundas, son aquellas diseñadas para organizar y distribuir el ejercicio del poder público. En tal sentido habrá de reparar si existe alguna clase de valor pecuniario que pueda atribuírseles a las normas orgánicas y dogmáticas. En principio podría decirse que las normas Constitucionales en general no son susceptibles de ser sometidas a una cuantificación pecuniaria. Sin embargo, ello se plantea de una manera más difícil cuando se realiza la clasificación que se ha indicado, puesto que dentro de las normas dogmáticas aparecen como ya dijimos tres categorías distintas: valores, principios y derechos. Desde la perspectiva de la abstracción y de la omnipresencia en el texto en la Constitución, los valores son aquellos que aparecen con una mayor diseminación en la topografía Constitucional. Los principios, en cambio, son normas jurídicas derivadas de los valores, que se refieren o consisten en criterios de coordinación del sistema fuentes de derecho y de la actuación de los poderes públicos. Ambos inciden e integran de algún modo la esfera jurídica de los justiciables. Sin embargo, entre las tres categorías dogmáticas, son los derechos aquellos que constituyen de manera esencial tal esfera. Dicha subclasificación, en la medida en que existe una distinción dentro de las normas dogmáticas de la Constitución, podría generar una inferencia destinada a cuantificar o a darle un mayor valor a alguna de esta clase de normas. Por ejemplo, los valores tendrían una posición jerárquica superior a los principios y derechos. De hecho, existe una postura que así lo maneja. Los principios por ser menos abstractos que los valores y sin embargo más abstractos que los derechos, estarían ubicados en una segunda posición; y los derechos serían aquellos que, por su especificación y menor abstracción, estarían ubicados en un tercer nivel, muy a pesar de que son los que se anidan en la esfera jurídica de los sujetos de modo más palpable. Esto generaría que, cuantitativamente, las normas que contienen valores pudieran estimarse pecuniariamente más valiosas que las otras, y que las que contienen principios fueran más onerosas que los derechos. Pese a todo, la tesis de una mayor jerarquía o mayor valor entre las normas que integran la parte dogmática de la Constitución se ha descartado. Por ello, dentro de los procesos constitucionales, independientemente que se trate de la tutela de normas dogmáticas como en los casos de Amparo y de Habeas Corpus o de normas dogmáticas y orgánicas como en el caso del proceso de Inconstitucionalidad, no existe la posibilidad de establecer criterios de cuantificación del valor del derecho u objeto litigioso que se disputa o que se tutela. Por lo expuesto hasta acá, puede decirse con toda certeza que en el esquema de la jurisdicción constitucional actual no existe un criterio de distribución de competencia por razón de la cuantía. En todo caso, es indispensable hacer notar otro factor que también determina la inexistencia de criterios de distribución de competencia de la jurisdicción constitucional por razón de la cuantía. Este factor es la existencia de un solo Tribunal. Fundamentalmente en los casos de Inconstitucionalidad y Amparo, solo la Sala de lo Constitucional puede conocer y decidir tales asuntos. En ese sentido, la inexistencia de varios tribunales competentes para sustanciar esa clase de procesos implica que deviene en inocua una división o una estratificación por razón de la cuantía, como bien ocurre en materia civil, en la que un juez es competente en mayor o menor cuantía, dependiendo del valor de la cosa litigada y de la jerarquía en que se ubique el tribunal. En el caso del Habeas Corpus, si bien es cierto existen dos Tribunales que pueden conocer e inclusive -por razón del grado-, uno que puede pronunciarse con una jerarquía superior -la Sala de lo Constitucional- por sobre lo que haya decidido uno de jerarquía inferior -las Cámaras de Segunda Instancia con competencia en materia penal residentes fueras de San Salvador-, hay que recordar que el objeto litigioso el derecho o la cosa sigue siendo el mismo, independientemente de la jerarquía del Tribunal. Por ende, en lo que respecta del criterio de competencia por razón de la cuantía, podemos decir que no existe diferenciación alguna, ni teniendo como parámetro los procesos mismos ni el grado en que pueden ser conocidos. Esto es así, porque el objeto litigioso de los procesos constitucionales no es susceptible de una cuantificación pecuniaria que sea relevante a nivel del ejercicio de la facultad jurisdiccional que ejercen los Tribunales encargados del control constitucionalidad concentrado. Ahora bien, queda planteada una cuestión: ¿qué ocurre en el caso de los procesos concretos como el Amparo y el Habeas Corpus, que posibilitan, ante una sentencia estimatoria, la eventual iniciación de un proceso de indemnización por daños y perjuicios? ¿será acaso conveniente que se establezca una cuantificación que el sujeto estime como el valor del agravio que se le ha ocasionado en el proceso correspondiente para que ulteriormente sirva de guía para el reclamo de los daños y perjuicios? La respuesta es quizá más sencilla de lo que parece. En vista que los procesos constitucionales no están destinados a determinar con exactitud cuál es el valor del agravio que se le ocasionó al individuo, la incorporación de dicho componente en el planteamiento de una pretensión de Amparo o de Habeas Corpus deviene en irrelevante, pues hay que recordar que el objeto principal del ejercicio de la función jurisdiccional de ambos procesos implica desentrañar si en la esfera jurídica del individuo, y particularmente en el derecho que invoca, ha existido un perjuicio que sea de trascendencia constitucional; es decir, la actividad procesal tiende a desenmascarar si una actuación dictada en ejercicio de poder y en relación de supra a subordinación ha vulnerado una categoría de rango primario. En esa medida, como ya se adelantó, devendría irrelevante el planteamiento o la incorporación de dicha cuantificación en la demanda de Amparo o de Habeas Corpus. Y es que, dicha cuantificación en verdad tiene relevancia en el proceso común en el que se va a determinar si existieron o no daños y perjuicio en contra del sujeto y la cuantía de los mismos. En verdad, solo es ante la jurisdicción común que resulta relevante incorporar el valor al que el sujeto estima ha llegado la violación constitucional que se le a provocado, puesto que solo es el Juez de lo Civil quien tiene la verdadera competencia para pronunciarse sobre la cuantificación específica de aquello de lo que asciende dicha vulneración más no la Sala de lo Constitucional. Así pues, para concluir, es indispensable señalar que el criterio de la cuantía no es un límite a nivel de la jurisdicción constitucional, sino en cuanto que no debe incorporarse dentro de las pretensiones constitucionales la cuantificación o la determinación del valor a que asciende el perjuicio que supuestamente se ha ocasionado al ordenamiento constitucional, en su caso, o a la esfera jurídica de lo justiciables, en el otro. CAPITULO III DELIMITACIÓN DE LAS FRONTERAS DE LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL CONCENTRADA A PARTIR DE PROBLEMÁTICAS PLANTEADAS EN LA JURISPRUDENCIA 1. Con relación al proceso de Inconstitucionalidad: sobre la existencia de un bloque de constitucionalidad que incluya tratados internacionales sobre derechos humanos. Antes que nada es necesario describir brevemente la problemática: en materia de los procesos de inconstitucionalidad se han planteado varias demandas en las que se solicita, con abundancia de argumentos, que la Sala de lo Constitucional utilice como parámetros de control de inconstitucionalidad los tratados internacionales sobre derechos humanos, en virtud que supuestamente los mismos integran un bloque de constitucionalidad con el cuerpo normativo primario. Sin embargo, dicho tribunal ha sostenido una línea jurisprudencial que deniega el reconocimiento de tal bloque de constitucionalidad16. Esto, como es fácilmente advertible, se convierte en un problema de competencia material de la Sala de lo Constitucional y, por ende, un problema de los límites del ejercicio de la jurisdicción constitucional. Para adoptar una posición al respecto, en primer término debemos señalar que la Constitución en su Artículo 246 Inc. 2 nos manifiesta que tiene el rango de 16 Ejemplo de ello son las decisiones proveídas en los siguientes procesos de inconstitucionalidad: (a) sentencia de las once horas del día veintiséis de septiembre de dos mil, Inconstitucionalidad 24-97/2198; (b) auto de admisión de las ocho horas del día cinco de septiembre de dos mil uno, Inconstitucionalidad 18-2001; (c) auto de admisión de las diez horas con once minutos del día dieciocho de junio de dos mil dos, Inconstitucionalidad 32-2001, y en el mismo sentido los autos de admisión de los procesos de Inconstitucionalidad del 3-2002 al 27-2002, ambos inclusive; y, (d) más recientemente en la sentencia de la Ley Antimaras, procesos 52-2003/56-2003/57-2003, pronunciada a las quince horas del día uno de abril de dos mil cuatro. supremacía sobre el resto del ordenamiento jurídico, subordinado así bajo su fuerza normativa, a tratados Internacionales y esto esta establecido en los Artículos 145 y 149 de la Constitución. El Salvador es un Estado parte de muchos convenios internacionales sobre derechos humanos y tiene la obligación de respetar y garantizar los derechos humanos de todas las personas sujetas a su jurisdicción. Ello quiere decir que los tratados sobre derechos humanos no pueden ser abordados con los mismos cánones o criterios con los que se trata al resto del Derecho Internacional. Los tratados de derechos humanos no son tratados multilaterales de tipo tradicional, concluidos en función de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de los Estados contratantes, sino que su objetivo y propósito son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como frente a los otros Estados contratantes. Esto coincide con la parte dogmática de la Constitución, la que contiene valores, principios y derechos fundamentales. En el ámbito de la Constitución salvadoreña, el artículo 144 nos establece la ubicación del derecho internacional en el sistema de fuentes del ordenamiento nacional, destacando que los tratados al entrar en vigor son leyes de la República, que imponen su contenido en contra de las demás leyes secundarias cuando hay contradicción. Como ahí lo señala el constituyente, cuando se trata de contradicción entre la Ley y el Tratado prevalecerá el Tratado. Este es un mecanismo de solución de antinomias incorporado en el ordenamiento constitucional que se denomina criterio de prevalencia. Entonces podemos decir que el Tratado Derecho Internacional de Derechos Humanos es un parámetro de control de la ley, pero sólo al efecto de determinar si es oportuno aplicar el Tratado por sobre la ley en un caso particular17. Jamás puede ser un parámetro de control abstracto de Constitucionalidad, ya que en todo momento esos instrumentos internacionales están subordinados al contenido de la Constitución de la República. Así pues, podemos afirmar que el Tratado Internacional de Derechos Humanos no conforma un bloque de constitucionalidad junto al texto normativo de la Constitución, ya que si bien es cierto existe una vinculación entre la parte dogmática de ella y los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, esto no equivale a una integración normativa entre ambos en una sola categoría constitucional. Y es que los instrumentos internacionales no tienen rango Constitucional, por lo cual no conforman un bloque constitucionalidad con la Ley Suprema (La Constitución). En conclusión, nosotros creemos que si bien es cierto no existe un bloque de constitucionalidad entre Tratados de Derechos Humanos y Constitución en virtud que existe un rango jerárquico que hace prevalecer las segunda por sobre los primeros, éstos si pueden ser un parámetro de control de las leyes que sirva para determinar si las mismas resultan aplicables a los casos particulares o no, ya que, por el criterio de prevalencia, los Tratados cuando entrar en vigor son leyes de la República y por lo tanto El Estado Salvadoreño debe respetar, garantizar y hacer que se Cumplan dichos tratados por sobre leyes que los contradigan. 17 Para ilustrar mejor lo dicho, podemos hacer referencia en la Sentencia de fecha 14-II-1997, pronunciada en el Proceso de 15-96 por Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia la cual dice: “Se afirmó que si tratado y ley gozan del mismo rango jerárquico-Artículo 144 Inc. 1 de la Constitución, la solución a un conflicto entre tales clases de normas no puede ser jurisdiccionalmente resuelta en abstracto, si no únicamente en un caso concreto sobre el que conozca cualquier tribunal, incluida esta Sala. Aun más, si no obstante se entendiera que la normativa internacional está posicionada en un rango jerárquico superior a la ley, el enfrentamiento entre tales normas no significaría ser una inconstitucionalidad. Dicho de otra manera, la no-concordancia entre normas de distinto rango jerárquico no implica por si una violación a la Constitución de la República de El Salvador”. 2. Con relación al proceso de Amparo: La aplicación del artículo 13 de la Ley de Procedimientos Constitucionales que contiene los llamados “asuntos de mera legalidad” A manera de breve descripción, es necesario señalar que el problema que se plantea en torno a este punto se circunscribe a la determinación clara de qué es lo que se va a considerar un asunto de mera legalidad. Como es sabido, el ordenamiento constitucional se encuentra conectado con casi todas las ramas del derecho material. De hecho, es su fuente de creación y validez. En esa medida, es indispensable desentrañar en qué casos es que nos encontramos en presencia de un asunto de mera legalidad y de uno que verdaderamente tiene trascendencia constitucional. Por eso es necesario destacar qué es lo que la ha entendido por los primeros, al efecto de caracterizarlos y no confundirlos con los segundos. Para ello es necesario señalar que el amparo es un mecanismo procesal constitucional, extraordinario en su materia, que tiene por objeto la protección reforzada de los derechos constitucionales de los gobernados, frente a los actos de autoridad -tanto formales como materiales- que impliquen violación u obstaculización de su ejercicio. La incoación de todo proceso de amparo viene determinada por la presentación de una demanda, que es el acto procesal de postulación que lleva implícita una pretensión de naturaleza constitucional, la cual condiciona la iniciación y eventualmente -ante el efectivo cumplimiento de los requisitos legales y jurisprudenciales, la tramitación del proceso. 18 El Artículo 13 de la Ley de Procedimientos Constitucionales reza: “El juicio de amparo es improcedente en asuntos judiciales puramente civiles, comerciales o laborales, y respecto de sentencias definitivas ejecutoriadas en materia penal.” Esto 18 Inadmisibilidad en el proceso de amparo del 17/V/1999. Ref. 318-99 significa que en los procesos de amparo es improcedente el conocimiento y decisión de Asuntos de Mera Legalidad, es decir, de aquellas pretensiones cuyos fundamentos jurídicos sean de carácter infraconstitucional, dicho de otro modo, jerárquicamente inferiores a la Constitución. La jurisprudencia constitucional nos señala que: “El objeto del proceso de amparo es que se imparta al quejoso la protección jurisdiccional contra cualquier acto de autoridad que estime inconstitucional, y que específicamente viole los derechos que la Constitución consagra, y no la revisión de las actuaciones de autoridades o funcionarios que actúan dentro de su competencia. -- El objeto del proceso de amparo viene dado por la pretensión deducida por el impetrante, en virtud del agravio que le ocasiona el acto de autoridad contra el que reclama”.19 La línea jurisprudencial establecida por el Tribunal Constitucional también nos ha planteado una definición de tales asuntos: “Los asuntos de mera legalidad son todos aquellos que por no ser propios de la materia constitucional, quedan circunscritos en cuanto a su regulación y determinación a la normativa de la legislación secundaria. Típicos casos de estos y así lo dice la ley, lo constituyen el planteamiento de asuntos puramente judiciales, ya sea civiles mercantiles, familiares, laborales de inquilinato o administrativos. Claro está que ello no implica el divorcio absoluto y desatinado de estas materias con la constitucional. Se trata más bien de garantizar y respetar, frente a la jurisdicción constitucional ejercido por la Sala de lo Constitucional, la ordinaria que ejercen los jueces. -- Son asuntos de mera legalidad aquellos que corresponde juzgar con exclusividad al juez ordinario y que por lo tanto no pertenecen a la jurisdicción constitucional. Aquellos que no obstante estar vinculados con la normativa constitucional, por estarlo todo el ordenamiento del país, deben juzgarse por y ante juez natural. Este, a diferencia de uno constitucional, 19 Improcedencia en el proceso de amparo del 14/I/1999. Ref. 15-99 tendrá la facultad no sólo de juzgar y conocer el fondo de lo reclamado, sino realizar un control difuso respecto a la constitucionalidad de las normas”. 20 La misma Sala de lo Constitucional ha señalado también que “Cuando en el amparo las afirmaciones de hecho se reducen al planteamiento de asuntos puramente judiciales o administrativos consistentes en la simple disconformidad con las actuaciones o el contenido de las decisiones dictadas por las autoridades dentro de su respectiva competencia, esto constituye un asunto de mera legalidad, lo que se traduce en un vicio de la pretensión que imposibilita su conocimiento por este Tribunal. Desde el punto de vista de la competencia material de esta Sala, la proposición de lo que la Ley de Procedimientos Constitucionales y la jurisprudencia han calificado de forma genérica, como asuntos de mera legalidad, se interpreta como un defecto absoluto en la facultad de juzgar, lo que representa un óbice para enjuiciar el fondo de la queja planteada, ya que este Tribunal se halla normativamente impedido para conocer aquellas cuestiones que, por su naturaleza, tienen un exclusivo fundamento infraconstitucional, lo que motiva el rechazo de la pretensión por falta de competencia objetiva sobre el caso.” 21 Para concluir, debe señalarse que los Asuntos de Mera Legalidad no son competencia de la Sala en los procesos de amparo porque este proceso esta encaminado, desde la perspectiva material, a conocer sobre agravios, violaciones a los derechos fundamentales que nos plantea la Constitución que tiene por objeto la protección robustecida de los derechos constitucionales de los ciudadanos, frente a los actos de autoridad. Así, la Sala de lo Constitucional no tiene competencia para conocer de lo civil, mercantil, laboral, penal etc. pues existen tribunales a los que la ley les otorga competencia para conocer de tales asuntos que pertenecen a las diversas ramas del derecho material. Así pues, en los procesos de Amparo debe 20 Sentencia de Amparo del 4 de enero de 2000. Ref.60-98 - Sentencia de Amparo del 14 de febrero de 2000. Ref.88-2000 - Sentencia de Amparo del 3 de abril de 2000. Ref. 197-99 21 Improcedencia de Amparos ref. 482-2001 de fecha 13 de Agosto de 2001 plantearse una pretensión constitucional, fundada exclusivamente en normas jurídicas primarias que consagran derechos a favor de los individuos. 3. Con relación al Habeas Corpus: la particularidad de la detención ilegal como determinación de la competencia de la Sala ¿ilegalidad o inconstitucionalidad? Siguiendo la lógica de los parágrafos precedentes, explicaremos primero en qué consiste la problemática esbozada: la parte primera del inciso 2º del artículo 11 de la Constitución señala que “La persona tiene derecho al habeas corpus cuando cualquier individuo o autoridad restrinja ilegal o arbitrariamente su libertad”. Sin embargo, desde el punto de vista material se ha dicho que la Sala de lo Constitucional únicamente es competente para conocer de asuntos que tengan asidero en la normativa primaria. Entonces, si de acuerdo a la disposición citada el Habeas corpus está previsto para cuando existan detenciones ilegales, ¿será que la Sala de lo Constitucional es competente para examinar el cumplimiento de la legalidad ordinaria cuando se le solicite un Habeas corpus? Así pues, es menester desentrañar la particularidad de la detención como determinación de la competencia de la Sala. Si aquella debe ser ilegal o inconstitucional. En tal sentido, debemos comprender que pretendió decir el constituyente cuando se estableció la palabra “ilegal”. La Constitución de la República, al señalar como habilitante del habeas corpus la existencia de una “detención ilegal”, ha utilizado una expresión sumamente amplia, de la que podemos colegir dos elementos que son el fáctico y el jurídico. El primero se refiere a la existencia o amenaza de limitación a la libertad individual; y el segundo, que dicha limitación se suscite en ocasión o con violación de la normativa constitucional o legal. Sobre este punto existe una grave confusión, pues entendemos que el Habeas Corpus es procedente solo cuando se ha violentado un derecho fundamental consagrado en la Constitución de la República como lo es la libertad de transitar en cualquier parte del Territorio Nacional, la dignidad de la persona humana o la integridad psíquica, física o moral de las presonas detenidas. Por lo tanto, se puede decir que el mismo solo es procedente cuando se está en presencia de una violación de la norma Constitucional y no de La Ley Secundaria. Sin embargo, para poder establecer con más precisión si el Habeas corpus es procedente cuando se está en presencia de una violación constitucional y no de la Ley secundaria, en el Artículo 60 del Anteproyecto de la Ley Procesal Constitucional pretende esbozar un límite, pues dicha ulterior disposición legal reza lo siguiente: “ Procede el Habeas Corpus cuando exista restricción o amenaza de restricción a la libertad personal producida por particular o autoridad, que contiene:-- a) Apartamiento de las normas que habiliten tal restricción o violaciones al debido proceso”. Entonces podemos decir que este futuro artículo en su literal A, nos da a entender que la normativa secundaria debe ser o lo que pretende es deslindar a ambos campos de la violación de los derechos fundamentales, sea de contenido legal o constitucional. Así pues, solo le compete a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia expresar liminarmente si es o no inconstitucional el agravio o violación del derecho que le fue trasgredido a la persona, como lo es la privación de libertad de la persona ya sea esta por un funcionario público o un cuerpo de seguridad pública o particulares. En tal sentido, si la violación es de trascendencia constitucional, debe acceder a conocer de la petición de Habeas corpus, si es de ley secundaria, debe denegar el conocimiento del asunto que se plantee. En conclusión, podemos decir que la ilegalidad y la inconstitucionalidad en la detención ilegal debe ser determinada por la Sala cuando la infracción cometida dentro de los parámetros constitucionales, afecte, viole o altere algún derecho constitucional, rechazando o accediendo al conocimiento del asunto de que se trate dependiendo del fundamento de la petición, si es la ley o la Constitución. Es aquí, entonces, donde la Sala divide la ilegalidad y la inconstitucionalidad de la detención. BIBLIOGRAFÍA García Belaunde, D.- Fernández Segado, F. Coordinadores, La Jurisdicción Constitucional en Iberoamerica Anaya Barraza, Ediciones Jurídicas Lima, Dykinson, S.L. Madrid, Editorial Jurídica Venezonalana, Editorial Jurídica E. Esteva, Uruguay, 1997 Solano Ramírez, Mario Antonio, Estado y Constitución, Corte Suprema de Justica, 1998 Hernández Valiente, Rene, coordinador, Rodríguez Meléndez, Roberto, Rafael Benìtez Giralt, compiladores, Líneas y Criterios Jurisprudenciales de la Sala de lo Constitucional, Corte Suprema de Justicia, 2000 Hernández Valiente, Rene, coordinador, Majano. Celia, Motta, Lissett, compiladores Líneas y Criterios Jurisprudenciales de la Sala de lo Constitucional, Corte Suprema de Justicia, 2001 Monroy Cabra, Marco Gerardo, Principios de Derecho Procesal Civil, Tercera Edición, Editorial Temis S.A. Bogota-Colombia. 1998. 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