<9) Macpherson.— COSTAS DE LA. PENÍNSULA IBÉRICA. 163 lo que resulta que ambos vienen á converger y á formar un ángulo entrante a l S . de la paramera de Avila. Si se fija el observador en la estructura geológica del país verá que este áng-ulo se halla precisamente en la prolongación al ESE. de una de las más importantes líneas de fractura de la Península, y que sin interrupción se traza desde las costas de Galicia y Portugal hasta este sitio; estructura que en cierta manera repite el fenómeno y a citado en el golfo de Gascuña. La manera como este cambio de dirección se verifica en las masas gneísicas es en harto grado curiosa. Si tomamos, por ejemplo, la banda gneísica del Escorial, se verá que el contacto entre el granito y el gneis que viene normalmente arrumbado de SO. á NE. al llegar á una de las numerosas fallas (como tendré ocasión de hacer ver en breve), •orientadas de ONO. á ESE. que transversalmente' corta esta masa montañosa forma un brusco recodo y el contacto se dirige N.-S. hasta que al llegar á otra de aquellas fallas vuelve otra vez á tomar la dirección SO., y así sucesivamente hasta que la dirección N.-S. se hace predominante. De lo expuesto se deduce un hecho que me parece dé importancia y que es necesaria consecuencia de las condiciones del sistema de líneas de menor resistencia que hemos considerado, hecho que puede formularse con las sig-uientes palabras :, Que en una masa rígida atravesada por líneas dé menor resistencia rectangulares entre sí, cuando ésta se halle sometida á efectos de tensión y de flexión en una ó en otra dirección la fractura se verificará en dos direcciones rectangulares y los vértices de los ángulos entrantes estarán siempre opuestos á la mayor resistencia; mientras los ángulos salientes por el contrario lo estarán al cruce de las líneas en que la tensión se verifique, siendo las componentes inversas, para una misma dirección en la tensión á ambos lados de la resistencia. Considerando la Península Ibérica en su conjunto, podrán verse numerosas peculiaridades en su estructura, que parecen ser la- necesaria consecuencia de esa disposición en sus líneas de fractura. Con efecto, no sólo el ángulo saliente del promontorio g a -