Características políticas, sociales y económicas del Antiguo Régimen.

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HISTORIA DE ESPAÑA
2º BACHILLERATO
TEMA 1
Características
políticas, sociales y
económicas del
Antiguo Régimen.
I. Características políticas, sociales y económicas del Antiguo Régimen
1. Concepto
El término Antiguo Régimen surgió de las cortes de la Francia revolucionaria, para contraponer
la nueva situación tras la revolución con las circunstancias anteriores a la misma. Se puede
definir como el sistema sociopolítico existente en Europa durante los siglos XVII y XVIII,
caracterizado por una economía de predominio agrario, una sociedad estamental basada en
los privilegios de las elites, y una estructura política de tipo absolutista, con el poder de una
sola persona, que al final se matizará con el Despotismo Ilustrado. De manera contradictoria
las propias ideas de la Ilustración, basadas en la razón, llevarán a las revoluciones liberales.
2. Organización política: Absolutismo.
La característica política más importante de este período es la aceptación general del poder
absoluto del jefe del Estado. Dos teorías políticas apoyan ese poder absoluto; por un lado, el
absolutismo se funda en la doctrina cristiana del origen divino de la autoridad, sobre los
planteamientos que desarrolla Bossuet, quien afirma que ese poder lo recibe el rey
directamente de Dios. Es ante Dios y no ante la sociedad, por tanto, ante quien el monarca ha
de rendir cuenta y en quien únicamente puede hallar cortapisas a su propio poder. Por otro,
desde las ideas ilustradas, el británico Hobbes sostiene que es necesario un pacto entre las
personas, en el que éstas ceden voluntariamente el poder para crear un poder superior y
absoluto capaz de solucionar los conflictos que surgen entre los individuos debido a la propia
naturaleza humana. No olvidemos la frase “El hombre es un lobo para el hombre”.
Este principio del poder absoluto, sin embargo, se ve en la práctica incumplido por la misma
estructuración corporativa del conjunto social: la asignación de funciones a cuerpos concretos,
con estatutos jurídicos privativos, los hace de hecho moral y prácticamente independientes de
la autoridad del monarca a partir de determinados límites. Esto se refleja en el respeto a las
tradiciones estamentales, en los impuestos y en la autonomía de la justicia.
El Absolutismo en España lo establecieron los Borbones. La política centralizadora de Felipe V
retirando autonomía a los diferentes reinos (Decretos de Nueva Planta), no convocando las
cortes, creando instituciones para controlar todo el poder (capitanías generales sustituyendo
las figuras de los virreyes), controlando las provincias con la figura del intendente.
En el contexto de la Ilustración, el Absolutismo, al aplicar la razón, se convierte en Despotismo
Ilustrado. Éste constituyó durante el siglo XVIII una forma de gobierno que trataba de conciliar
el absolutismo con las ideas de la Ilustración. Algunos de los monarcas ilustrados fueron
Carlos III de España, Federico II de Prusia y Catalina II de Rusia.
3. Sociedad estamental
La sociedad estamental se dividía en dos grupos: los privilegiados, no tenían que pagar
impuestos y estaba formado por la nobleza y el clero, y los no privilegiados, al que pertenecía
la mayoría de la población, desde pobres campesinos hasta ricos burgueses y comerciantes
que, con sus impuestos, sostenían el funcionamiento administrativo del país.
- El poder económico y político del país estaba en manos de la nobleza y del clero, pues
poseían la mayor parte de las tierras: “manos muertas” (propiedad de la Iglesia, nobleza,
ayuntamientos). La nobleza estaba formada por unos 500.000 personas: desde los hidalgos
más pobres que prácticamente lo único que tienen es su título nobiliario, hasta la alta nobleza,
grandes de España, que vivían en la corte y compartían con la corona gustos y aficiones.
El clero, es decir, la Iglesia mantenía una influencia tremenda. Pero no todos los miembros de
la Iglesia formaban parte de la rica jerarquía. La mayor parte eran sacerdotes que vivían en las
ciudades con sueldos bastante bajos y las órdenes religiosas además estaban en clara
decadencia. Ni el clero ni la nobleza estaban dispuestos a renunciar a sus privilegios, por sus
privilegios, por lo que la entrada de las ideas ilustradas, en el caso de España, tuvo un gran
freno en estos dos grupos sociales. Además en España casi no existe una clase media
adinerada y, cuando existe, se encuentra demasiado atada a las tradiciones y a los privilegios.
- Las capas más bajas de la sociedad, campesinos y artesanos, constituían el grueso de la
población. La mayoría trabajaba unas tierras que no eran suyas, y, además de pagar la renta al
propietario, su economía estaba gravada por el diezmo eclesiástico, los tributos estatales, y el
sometimiento a los derechos inherentes de los señoríos jurisdiccionales.
La mayoría de ellos eran analfabetos cuya única formación (si la habían tenido en algún
momento de sus vidas) había llegado a través de la Iglesia. Poco interés tenían por la cultura o
las reformas que se planteaban desde una corte que está a años luz de sus intereses. Por ello
los ilustrados centraban parte de su interés por las reformas en la instrucción, es decir, en la
educación y en la formación de las personas.
4. Economía
- La economía del Antiguo Régimen se basa fundamentalmente en la agricultura. Una
agricultura con gran atraso técnico, con escasos rendimientos, que tenía como consecuencia
las frecuentes crisis de subsistencias. Este atraso está relacionado con un régimen de
propiedad de la tierra en el que la propiedad de la tierra se concentra en pocas manos, y la
mayoría de la población, campesina, trabaja unas tierras que no son suyas. La propiedad
estaba amortizada o vinculada, es decir, no se podía comprar ni vender, pero eso sí,
regularmente, sus propietarios recibían sus rentas. Mayorazgos, señoríos, propios y baldíos
son ejemplos de este tipo de propiedad. Este sistema impedía la movilidad económica, pues la
nobleza terrateniente dominaba completamente la agricultura, viviendo de las rentas y sin
invertir en mejorar el rendimiento de sus tierras.
- En cuanto a la producción artesanal, estaba sometida a la estructura gremial, con las rígidas
reglamentaciones de precios, cantidades, que impedían la competencia. Hay que hablar de las
manufacturas como forma de producción capitalista, en las que hay división del trabajo y
técnica artesanal, y los trabajadores son explotados por el capital comercial.
- El sector comercial se caracterizaba por una excesiva dependencia de la exportación a
América. El comercio interior era débil, por la escasa capacidad de consumo, los peajes y
aduanas y la vieja red de caminos.
La doctrina económica imperante en estos momentos era el mercantilismo, caracterizado por
una fuerte injerencia del Estado en la economía, y por la creencia de que la riqueza y el poder
de un país dependían de la cantidad de metales preciosos que hubiera acumulado. Pero
empiezan a aparecer otras teorías que se oponen a ésta: la fisiocracia, surgida en Francia en el
siglo XVIII y la primera que aplicó el método científico a la economía. Quesnay la difundió en
Francia y Jovellanos en España. Para los fisiócratas la fuente primordial de la riqueza es la
agricultura y el Estado debe procurar que la tierra esté en manos de agricultores libres. De las
teorías fisiocráticas se irá pasando, a lo largo de la segunda mitad del siglo, a la idea del
Liberalismo económico: Adam Smith en su tratado “La riqueza de las naciones” (1776),
defiende la plena libertad individual en todos los órdenes de la economía y la no intervención
del Estado en la vida económica, reduciendo su papel al de mero árbitro. La defenderán en
España: Campomanes, Jovellanos, Cabarrús.
En España, los Ilustrados eran conscientes de las necesidades de nuestro país, por lo que era
necesario poner en marcha un plan de reformas. Carlos III busca el equipo de personas
apropiado para acometer estas reformas, Floridablanca, Campomanes, Olavide, Jovellanos,
quienes, como paso previo, realizan toda una serie de estudios encaminados a dar las
soluciones, mediante recetas económicas, a "nuestros males". Entre ellos destaca el "Informe
sobre la Ley Agraria", de Jovellanos, quien defiende que era necesaria una distribución más
equitativa de la propiedad de la tierra.
Sin embargo había dificultades para llevar a cabo las reformas ilustradas: la mentalidad
nobiliaria impregnaba toda la sociedad, el desprecio por el trabajo manual, considerado
deshonesto por los privilegiados, retrasó y dificultó la iniciativa empresarial. Carlos III intentó sin conseguirlo- que esta nobleza ociosa impulsara la economía española al dignificar los
oficios, para acabar con el viejo concepto de "la deshonra legal del trabajo" -Real Cédula de 18
de marzo de 1783- y se dieron facilidades a los inversores.
Entre la labor reformista, por iniciativa real, destacamos: la industria de algodón en Ávila, la
Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro y la Real Fábrica de Cristales de La Granja. Creció
también la industria naval -de guerra y mercante-, fundamental para defender nuestro
comercio colonial. En el terreno de las obras públicas, el Canal Imperial de Aragón y el plan de
caminos reales, con carácter radial desde Madrid a Valencia, Andalucía, Cataluña y Galicia.
Pero nada tiene que ver con la iniciativa privada propia del liberalismo económico.
II. El reformismo político-administrativo de los Borbones
Carlos II muere sin descendencia y deja los reinos españoles a Felipe de Anjou, nieto de Luis
XIV de Francia y Felipe IV. Otro candidato era el archiduque Carlos de Habsburgo, hijo del
emperador de Alemania y nieto de Felipe IV.
Holanda y Gran Bretaña recelan de que los borbones gobiernen Francia y España, permitiendo
a Francia controlar las colonias españolas en América y poniendo por ello en peligro sus
intereses.
Felipe de Anjou llega a Madrid en 1701 para tomar posesión; los Habsburgo, Holanda ( Las
Provincias Unidas) e Inglaterra constituyeron una Gran Alianza antiborbónica a la que se
unieron Portugal, Prusia y Saboya, dando lugar a la Guerra de Sucesión de España (1701-1715).
La guerra comienza siendo un conflicto internacional.
La armada inglesa tomó Gibraltar (1704) y Menorca (1708). En 1705 la Gran Alianza
antiborbónica recibió el apoyo de Valencia. Desde allí ocuparon Cataluña que también les
apoyó, Aragón y Mallorca. La guerra se convirtió en civil. Carlos de Habsburgo llegó a ocupar
Madrid en dos ocasiones.
Castilla se alineó con los Borbones, pues los Habsburgo la habían arruinado y esperaban
mejorar con el cambio. A pesar de esto la nobleza recelaba de la política absolutista de estos
en Francia.
Las tropas de Felipe V obtuvieron importantes victorias en Almansa y Brihuega, tras las
cuales solo Cataluña y Baleares quedaron en contra del rey.
En 1711, Carlos de Habsburgo hereda el trono imperial. Gran Bretaña y Holanda tampoco
quieren que los Habsburgo vuelvan a gobernar el Imperio Germánico y la Monarquía
Hispánica; por otro lado Felipe V renunció a sus derechos al trono de Francia, lo que condujo a
negociaciones de paz.
La Paz de Utrech ( tratados de Utrech en 1713 y Rastadt en 1714) puso fin al conflicto
internacional, pero Cataluña y Baleares siguieron luchando contra Felipe V. Las consecuencias
de la paz fueron:
- La consolidación del Reino Unido como potencia naval y comercial. Inglaterra se quedaba con
Gibraltar y Menorca y adquiría diversos privilegios en el comercio americano: el navío de
permiso, asiento de negros.
- La consolidación de los Habsburgo en Austria que obtuvieron Flandes. También se
apoderaron de Nápoles, Sicilia y parte del Milanesado.
- Portugal adquirió la colonia de Sacramento (Uruguay) muy importante para el contrabando
de portugueses y británicos en la América española.
Desde este momento la política exterior de España tendió a recuperar los dominios perdidos
buscando el apoyo de los Borbones franceses. La nueva dinastía era francesa, así como lo eran
los consejeros de Felipe V, y en consecuencia en España se impuso el modelo del absolutismo
francés.
1.- El reinado de Felipe V:
Felipe V incapaz de desempeñar sus funciones (1700-1746), delegó en validos como el
cardenal Alberoni o el barón de Rippedá, sustituidas después por una burocracia española
absolutista y reformista entre los que destacó José Patiño. Su reinado estuvo interrumpido por
un breve reinado de su hijo (1724) Luis I.
1.1. Centralización: el objetivo era, siguiendo el modelo francés, la uniformización y la
centralización.
a) Creación de una nueva Administración central: el sistema de consejos fue relegado, pero
no suprimido. El Consejo de Castilla pasó a serlo de todo el reino, y el más importante.
Los secretarios se transformaron en técnicos con gran poder de decisión en sus ámbitos y se
convierten en un antecedente del cargo de Ministro: las cinco secretarías más importantes
eran la de Estado, de Guerra, de Marina e Indias, de Gracia y Justicia y de Hacienda.
b) El nuevo orden territorial: los Decretos de Nueva Planta: estos decretos se aplicaron a
Valencia y Aragón en 1707, a Mallorca en 1715 y a Cataluña en 1716, y suprimían no solo los
fueros y las instituciones de estos reinos, sino que imponían las leyes, los cargos y las
instituciones de Castilla.
Los virreyes fueron suprimidos, el catalán fue relegado de los tribunales, se suprimieron las
aduanas y puertos secos entre reinos que obstaculizaban el comercio, se les impuso un nuevo
sistema tributario con un impuesto único.
A pesar de todo, la uniformidad no fue total. En los reinos de la corona de Aragón
conservaron buena parte de su derecho civil y el reclutamiento de tropas no pudo llevarse a
cabo por la oposición popular. El País Vasco y Navarra, por su parte, conservaron sus fueros y
aduanas. En el caso de Navarra eso implicaba mantener sus Cortes y el Virrey.
Las Cortes pasaron a ser únicas (con la excepción de Navarra) y casi no se convocaron: sólo
en tres ocasiones en todo el siglo con motivo de la jura del heredero al trono.
1.2. Reformas administrativas: Felipe V impuso una nueva administración territorial en
todo el reino. Como hemos visto, los virreinatos desaparecieron y el territorio se dividió
administrativamente en provincias y capitanías generales.
Se adoptó el cargo de Intendente, que ya existía en Francia, como representante real para
dirigir cada uno de ellos una provincia en cuya capital residían. Son antecedente de los
Gobernadores Civiles del siglo XIX. Sus funciones eran amplias y variadas: recaudación de
impuestos, reclutamiento de tropas, el orden público, vigilancia de las autoridades locales,
supervisión de las obras públicas y el fomento de la producción en su provincia.
Los Capitanes Generales se nombraron para territorios “más delicados” (por ejemplo en los
reinos de la antigua corona de Aragón) se nombraron, en lugar de intendentes, capitanes
generales que reemplazaron a los virreyes. Tenían funciones militares y judiciales, pues
generalmente presidían la Audiencia correspondiente.
También hubo cambios importantes en la organización del ejército: ya durante la Guerra de
Sucesión se suprimieron los tercios, sustituidos por una nueva unidad de combate, el
regimiento. El objetivo era la creación de un ejército permanente mediante un triple
reclutamiento:
- voluntarios, sobre todo extranjeros.
- levas obligatorias de vagos y maleantes.
- La quinta o quintas, reemplazo de varones de todos los pueblos que suponían una quinta
parte del ejército.
Era precisa también una poderosa Armada, para defender los intereses españoles en las
Indias y el mediterráneo. Se fundaron tres departamentos marítimos: El Ferrol, Cartagena y
Cádiz, donde se construyeron astilleros.
1.3. El regalismo*: al igual que en Francia, los Borbones aplicaron una política regalista que
culmina con el concordato de 1753 que concedía el derecho de patronato universal y que
estuvo vigente hasta el siglo XIX: el rey presentaba al Papa sus candidatos a obispo y otros
cargos. Además, el Estado ingresaba en sus arcas las rentas de los obispados que quedasen
vacantes en lugar de enviarlas al papado.
2. Reinado de Fernando VI: los proyectos reformistas del Marqués de la Ensenada.
Fernando VI, indolente como su padre, dejó el gobierno en manos de competentes consejeros
españoles, entre los que destacaron el marqués de la Ensenada y José de Carvajal.
El principal artífice de la política del periodo fue el Marqués de la Ensenada, que permaneció
once años en el poder reuniendo las secretarías de Hacienda, Indias, Guerra y Marina, lo que
permitió coordinar con mayor eficacia las medidas de gobierno. Su propósito fue mejorar la
prosperidad del país administrando adecuadamente los territorios americanos y para ello
reorientar la política exterior hacia el Atlántico, incrementar los ingresos del Estado para
reforzar la Marina y el Ejército. Para ello defendió la neutralidad de España para permitir la
reconstrucción interior, lo que no consiguió del todo por los compromisos del IIº Pacto de
Familia. Esta neutralidad exigía defender su independencia frente a Francia con un ejército
moderno, aunque los proyectos de Ensenada en este sentido no pudieron realizarse del todo
hasta el reinado de Carlos III.
Un proyecto también muy importante del marqués de la Ensenada fue el de tratar de
implantar en castilla una contribución única, proporcional a la riqueza, eliminando los antiguos
impuestos difíciles de recaudar e intentando establecer una fiscalidad más justa. Para ello
mandó hacer el conocido como Catastro de Ensenada (1750) que fue un amplio estudio de los
pueblos y ciudades de Castilla para la evaluación de la riqueza de cada uno y recaudar en
consecuencia los impuestos. Finalmente la contribución única no pudo ser aplicada por la
oposición de los privilegiados, aunque las mejoras que se introdujeron en la organización de
Hacienda mejoraron la recaudación a favor de la corona de cinco a veintisiete millones de
ducados anuales.
Otros aspectos del programa reformador de Ensenada fueron:
- Un amplio programa de obras públicas: un plan de construcción de carreteras de carácter
radial partiendo de Madrid del que se construyó la carretera a La Coruña y el Canal de Castilla
dentro de un plan para hacer navegable la red fluvial y mejorar los regadíos. Buena parte de
estos planes se acabarán en periodos posteriores.
- Concordato con la Santa Sede: de carácter regalista permitía el derecho de patronato
universal para los altos cargos de la Iglesia reforzando el poder real.
Finalmente, las intrigas diplomáticas hicieron caer a Ensenada que fue destituido
fulminantemente y desterrado a Granada por unos supuestos planes del marqués de guerra
contra Inglaterra.
3. El reinado de Carlos III:
A la muerte de Fernando VI accedió al trono su hermano Carlos III. Venía de Nápoles, donde
había reinado desde 1739, impulsando con sus colaboradores un conjunto de reformas muy
marcadas por los elementos de racionalización y progreso ilustrados.
Carlos III significó para España la experiencia del despotismo ilustrado. Esta corriente
reformista utilizaba el poder absoluto de los reyes para llevar adelante algunas de las reformas
propugnadas por la Ilustración. Esta combinación de autoridad y espíritu de progreso fue más
necesaria en España, ya que los ilustrados eran un grupo pequeño cercado por los intereses de
los nobles o por la ignorancia de las clases populares. A pesar de todo, los ilustrados no eran
revolucionarios, si quieren mejorar la situación del pueblo y limitar los privilegios es como
condición para alcanzar su principal objetivo: fortalecer al Estado y el poder de los reyes. En
todo caso no estaban dispuestos a cuestionar los principios básicos sobre los que se asentaba
el Antiguo Régimen.
3.1. Fase reformista o de despotismo ilustrado.
Carlos II mantuvo a los secretarios de su hermanastro Fernando VI, aunque puso a un
italiano, el marqués de Esquilache, al frente de hacienda. Además ascendió a políticos de la
baja nobleza como Campomanes y Floridablanca. Los nuevos ministros querían poner en
marcha un programa de reformas que modernizase el país y para ello, en sus informes, critican
la amortización de las tierras, los privilegios fiscales de nobleza e Iglesia y las trabas existentes
al comercio. Así, comenzaron a tomar medidas, como recuperación de señoríos para la corona
y de nuevo estudiaron la introducción de un impuesto único. En 1765 se decretó la libertad
del precio del trigo con el propósito de incrementar la competencia y la producción, pero la
medida coincidió con una mala cosecha, lo que provocó especulación, aumento de precios y
escasez. El descontento subsiguiente fue aprovechado por los que se oponían a las reformas
dando lugar al conocido como Motín de Esquilache en marzo de 1766.
Este motín es una revuelta popular contra la carestía de alimentos y contra las medidas
tomadas por el ministro Esquilache: limpieza urbana, alumbrado público, prohibiciones sobre
el juego y sobre el uso de armas, como también sobre los sombreros gachos o inclinados y las
capas largas. Sofocado el alzamiento, el rey continuó (auxiliado por Campomanes, Aranda y
Floridablanca) el programa de reformas. Además, para reafirmar su autoridad decidió la
expulsión de los jesuitas, acusados de haber instigado la revuelta.
3.2. Giro conservador.
A partir de 1766, Carlos III dio un giro conservador a su orientación política confiando el
gobierno a hombres que evitaran cambios radicales y mantuvieran la paz social. Durante 10
años el conde de Aranda gobernó de forma moderada, con reformas superficiales tendentes a
reforzar el poder del Rey y el mantenimiento del imperio colonial. A Aranda le sucedió
Floridablanca en 1776, pero éste había abandonado su posición reformista y adoptó cada vez
más una postura conservadora. Los partidarios de cambios más radicales como Olavide o
Jovellanos, vieron como se abandonaban algunos proyectos de reforma.
En general hubo un abismo entre el análisis de las reformas que eran necesarias en el país y
las medidas que se llevan a cabo. En la agricultura, durante todo el reinado se habló de la
necesidad de reforma agraria, incluso hay un informe brillante de Jovellanos que denunciaba
los perjuicios de la amortización de la tierra, pero los privilegiados se opusieron a cualquier
intento de reforma que atentase contra sus privilegios y el Rey tampoco estaba dispuesto a
ello, por lo que finalmente hubo pocos cambios sustanciales.
En cuanto a las manufacturas, se aumentó la producción de los astilleros y las fábricas de
armas, y se continuó la producción de las manufacturas reales, las reales fábricas, grandes
talleres que querían ser modelo a imitar por la industria privada, que fuesen rentables y cuyos
productos pudieran exportarse. En general fabricaban productos de lujo destinados al rey y a
la corte. La producción privada siguió concentrada en los talleres gremiales, con la excepción
de Cataluña. La única medida significativa fue que en 1783 se declararon honestas todas las
profesiones.
En 1778 un decreto amplió el libre comercio colonial a la mayor parte de los puertos
españoles, lo que benefició a la industria barcelonesa sobre todo.
Para reorganizar las finanzas se emitieron vales reales (al 4% anual) y se creó el Banco de San
Carlos.
La idea central de los ilustrados españoles fue elevar la cultura del país, como elemento
indispensable para superar el atraso y poder prosperar. Hombres como Feijoo, Jovellanos y
sobre todo Carlos III y sus ministros, se esforzaron (en contra de los jesuitas) por imponer una
enseñanza útil y práctica e incluso obligatoria en los primeros niveles para ambos sexos.
También propugnaron una reforma profunda de la enseñanza universitaria: nuevos temarios
que daban importancia a las ciencias de aplicación práctica (biología, física, geología…), la
concesión de becas para estudiar en el extranjero y la unificación de la enseñanza bajo el
control del Estado.
4. La evolución de la política exterior en Europa:
Tras la pérdida del Imperio en Europa, la política internacional se centró en dos objetivos
principales:
• Recuperar lo perdido en la paz de Utrech.
• Defender el imperio español de ultramar.
Ante la imposibilidad de conseguirlo sola, España buscó alianzas internacionales, sobre todo
con Francia.
4.1. Las relaciones con el emperador.
En la primera mitad del siglo XVIII los intentos de romper los acuerdos de Utrech se
mezclaron con las ambiciones en Italia de Isabel de Farnesio (segunda esposa de Felipe V). La
defensa del acceso del futuro monarca Carlos III de España, hijo de FelipeV, al trono de
Nápoles, Toscana y Parma condujo a conflictos militares con Austria. Los primeros intentos se
saldaron con un estrepitoso fracaso: formación de la Cuádruple Alianza (Inglaterra, Francia,
Saboya y el emperador) y derrota de España: Tratado de Cambrai de 1724 en el que se firma la
paz sin que España obtenga nada.
4.2. Las relaciones con Francia: Pactos de Familia.
Los lazos familiares y el poderío francés llevaron a España a buscar la alianza con Francia a
través de los Pactos de Familia.
• 1733: Primer Pacto de Familia: España apoyó a Francia contra Austria y Rusia en el conflicto
sobre la sucesión polaca y le ofreció el status de nación favorecida en el comercio. A cambio
Francia garantizó a España algunas posesiones italianas y su apoyo en caso de conflicto con
Gran Bretaña. Como consecuencia Carlos fue proclamado rey de las Dos Sicilias ( Sicilia y
Nápoles).
• 1743: Segundo Pacto de Familia: relacionado con la guerra de Sucesión austríaca, que
enfrentó a Austria y Gran Bretaña con Francia y Baviera. La contrapartida fue el ducado de
Parma (1748) para Felipe, el segundo hijo de Isabel de Farnesio y Felipe V.
• 1761: Tercer Pacto de Familia: obligó a España a luchar con Francia en la Guerra de los Siete
Años (1756-1763) frente al Reino Unido y Portugal. Se trataba de intentar frenar la expansión
británica en América del Norte. El resultado fue un desastre: La Habana y Manila cayeron en
manos de los Británicos, aunque en el tratado de París (1763) fueron cambiadas por Florida
que pasó a manos del Reino Unido. Francia compensó a España con la Luisiana.
La Guerra de Independencia de las trece colonias británicas en América del Norte (17751783) fue la oportunidad para recuperar frente a los británicos Florida y Menorca. No se pudo
recuperar Gibraltar.
5. La Ilustración en España:
La difusión de las ideas ilustradas en España fue lenta y probablemente tardía, sin embargo
presenta esencialmente los mismos rasgos que en el resto de Europa. Los ilustrados fueron
siempre una minoría escasa entre la población española y su acción fue más bien teórica que
práctica. Aun con todo, llamaron la atención sobre los grandes problemas y no fueron ellos los
culpables de la inexistencia de una burguesía potente, capaz de asumir sus ideas.
Los rasgos característicos de esta ideología son los siguientes:
• Empleo de la razón y de la crítica como método de análisis y mejora de la realidad social:
rechazaban todo lo que juzgaban pernicioso o inútil: algunos espectáculos, prácticas
religiosas, instituciones, etc.
• Fomento de la economía nacional como algo necesario para la transformación social,
mejorar el bienestar de la sociedad y el poder de la monarquía.
• Desarrollo del conocimiento científico y de la educación como base del progreso técnico y
económico. La creación artística y literaria deben tener un fin educativo.
• Difusión entre el mayor número posible de individuos del progreso y la felicidad, meta última
de la teoría y la práctica reformista e ilustrada.
Esta corriente pretendía reformar el sistema económico, social y político del Antiguo
Régimen; lo que consiguieron fue crear ideas y programas que, ya en el siglo XIX, acabarán con
las ideas ilustradas. El fracaso de la ilustración fue, que lo que planteaban reformar, implicaba
a los intereses de los privilegiados de Antiguo Régimen. Los ilustrados no quisieron o no se
atrevieron a llevar sus ideas hasta el final. Lo harán los liberales del siglo XIX, y con ello
pondrán fin al Antiguo Régimen.
Los primeros ilustrados españoles (Feijoo, Olavide), preocupados profundamente por la
decadencia de España, se preguntan sobre sus causas y lanzan sus primeras ideas sobre la
necesidad de reforma. Las décadas de 1730-1740 abren paso a la nueva generación de
ilustrados, ahora más en contacto con las ideas extranjeras y sólidamente ayudados por Carlos
III.
La idea central de los ilustrados españoles fue elevar la cultura del país, como elemento
indispensable para superar el atraso y poder prosperar. Hombres como Feijoo, Jovellanos y
sobre todo Carlos III y sus ministros, se esforzaron (en contra de los jesuitas) por imponer una
enseñanza útil y práctica e incluso obligatoria en los primeros niveles para ambos sexos.
También propugnaron una reforma profunda de la enseñanza universitaria: nuevos temarios
que daban importancia a las ciencias de aplicación práctica (biología, física, geología…), la
concesión de becas para estudiar en el extranjero y la unificación de la enseñanza bajo el
control del Estado.
Los ilustrados, para mejorar la situación económica del país, encontraron nuevas formas para
el estudio y propuesta de reformas: Las academias, Sociedades Económicas de Amigos del País,
los consulados.
La más interesante fue la de las Sociedades de Amigos del País. La primera de estas
sociedades surgió a iniciativa de un noble vasco (Javier María Munibe). En 1765. En 1765,
Peñaflorida y quince nobles vascos consiguen licencia para establecer una organización oficial:
la Sociedad Vascongada de Amigos del País. El gobierno de Carlos III y su ministro
Campomanes fueron defensores decididos de estas sociedades que podían estudiar en qué
situación se encontraban las provincias y qué clase de industria les convenía.
Inmediatamente surgieron sociedades económicas en la mayoría de las provincias. En su
interior no se admitían distinciones sociales y su misión era fomentar la agricultura, el
comercio y la industria, traducir y publicar libros extranjeros, impulsar la enseñanza de las
ciencias con aplicación práctica. Por medio de estas sociedades se difundieron las ideas
fisiócratas y liberales que se aplicaron en algunos aspectos hacia la mitad de siglo.
* El regalismo es el conjunto de teorías y prácticas sustentadoras del derecho privativo de los
soberanos sobre determinadas regalías (derechos y prerrogativas exclusivas de los reyes,
inherentes a la soberanía). Especialmente de las que chocaban con los derechos del Papa.
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