EL BOLETO DE COMPRAVENTA Por Gabriel B. Ventura ∗ SUMARIO INTRODUCCIÓN. I- EL PROBLEMA DE LA NATURALEZA JURÍDICA DEL BOLETO. II- LA POSESIÓN POR BOLETO DE COMPRAVENTA. III- OTROS BOLETOS QUE NO SON DE COMPRAVENTA. IV- LA ACCIÓN DE ESCRITURACIÓN (ARTÍCULO 1185 DEL COD. CIVIL). V- LOS BOLETOS REGISTRABLES. A) VENTA DE LOTES A PLAZO; b) VENTA DE FUTURAS UNIDADES AFECTADAS A PREHORIZONTALIDAD. INTRODUCCIÓN Es costumbre en los negocios inmobiliarios la celebración previa de un boleto. Ocurre que frecuentemente quedan por arreglar, en el momento de la concreción del negocio, algunas cuestiones relativas a las deudas por tributos que pueda presentar la propiedad, a la liberación de impuestos ante la AFIP por tratarse de la sustitución de la única vivienda (art. 14 ley 23905), consultas, planos y otras cuestiones que imposibilitan la celebración del contrato de compraventa, permuta, etc. en el instante mismo de tomada la decisión de compra. Para más, cabe agregar que los mismos trámites notariales y registrales previos, cuando no la confección de planos de mensura, unión o subdivisión; autorizaciones administrativas o judiciales, según los casos, insumen un tiempo considerable que va desde una semana hasta varios meses. Resultaría todo un incordio exigir a las partes directamente la celebración de la escritura traslativa. Académico de número. Profesor Titular de Derechos Reales de la Universidad Nacional de Córdoba; Profesor Titular de Derecho Notarial de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Universidad Católica de Córdoba; Director de la Carrera de Notariado de la Universidad Nacional de Córdoba. Si bien es cierto que el negocio bien puede celebrarse directamente en escritura pública, dejar el compromiso previo librado a la prueba de un simple contrato verbal, según lo preceptuado por el art. 1188 del Código Civil, no sería, sin dudas, lo más conveniente1. EL PROBLEMA DE LA NATURALEZA JURÍDICA DEL BOLETO Ya es toda una tradición la disputa entre quienes sostienen que el boleto de compraventa inmobiliario es un contrato de compraventa y quienes entienden que se trata de otra figura. El tema se encuentra íntimamente relacionado con la interpretación que demos a las normas referidas a las formas2. De nuestra parte opinamos que cuando una norma requiere una forma con carácter “ad solemnitatem”, en nuestro caso la exigencia de la escritura pública por el art. 1184, inciso 1º, el incumplimiento de la misma obsta a la plena validez del contrato. Luego de ello deberemos analizar si la exigencia lo es de manera absoluta o relativa, ya que si la exigencia formal lo es con carácter absoluto y no se cumple, el contrato no valdrá lisa y llanamente, sin producir siquiera algún otro efecto. Mientras que si la exigencia lo es con carácter ad solemnitatem relativo, aun incumplido el recaudo formal, el contrato generará la obligación de cumplir con la forma exigida3. A nuestro entender el asunto surge muy claro de las normas implicadas en nuestro razonamiento, que son los arts. 975, 976, 977, 978, 1184 y 1187 del Código Civil. No dudamos que el boleto de compraventa (o cualquier promesa - salvo la donación – sobre traspaso dominial de inmuebles) constituye un contrato, ya que encaja perfectamente en el concepto que brinda el art. 1137 del Código Civil. Sin embargo no puede definitivamente ser un contrato de compraventa, porque no hace nacer las obligaciones que tipifican a esta figura negocial. Adviértase que la definición legal del contrato de compraventa, contenida en el art. 1323 del Código Civil, dice que “Habrá compraventa cuando una de las partes se obligue a transferir la propiedad de una cosa, y ésta se obligue a recibirla y a pagar por ella un precio cierto en dinero”. En efecto, por imperio de esta norma sustancial, y 1 KIPER, Claudio M. “Juicio de Escrituración”, Ed. Hammurabi, Bs.As. 1999, pág. 48. Excedería la finalidad de esta monografía hacer un desarrollo de todas las posturas doctrinarias respecto a la naturaleza del boleto. Para ello recomendamos MORELLO, Augusto M. “El boleto de compraventa inmobiliaria”; 2º Ed. LEP, La Plata, 1975.; ETCHEGARAY, Natalio P. “El boleto de compraventa inmobiliaria”, Ed. Librería Jurídica, La Plata, 1975, Tomos I y II; MOSSET ITURRASPE, Jorge y NOVELLINO, Norberto J. “La obligación de escriturar”, Ed. La Rocca, Bs.As. 1994; KIPER, Claudio M. Ob.Cit. 3 CIFUENTES, Santos; “Negocio Jurídico”, Ed. Astrea, Bs.As. 1986, pág 204 y ss. 2 considerando que el principal efecto de los contratos es hacer nacer obligaciones, el contrato de compraventa debe generar para el vendedor la obligación de entregar la cosa vendida, y correlativamente la acción, a favor del comprador, de exigir esa entrega4, la llamada “actio emptio” de los romanos. En tanto que al comprador le debe hacer nacer la obligación de pagar el precio, con la correlativa acción del vendedor de exigírselo. Téngase presente que en los efectos contractuales que estamos enunciando nos estamos ateniendo al concepto legal del contrato de compraventa contenido en el art. 1323 del Código Civil. Pues bien, el boleto de compraventa no generará ni para el comprador ni para el vendedor ninguno de esas acciones. Las partes deberán previamente cumplir con la obligación del otorgamiento de la forma, exigida con carácter relativo, en el art. 1184 inc. 1º del Código Civil. Hasta tanto esa forma no se cumpla ni el vendedor podrá exigir el precio ni el comprador la entrega de la cosa. Podría ocurrir, incluso, que el contrato de compraventa no pudiera celebrarse por no resultar factible la concreción de la escritura traslativa del dominio5. Imaginemos, a manera de ejemplo, un boleto de compraventa referido a un inmueble sujeto a subdivisión, y que la autoridad administrativa no apruebe la misma por considerar que se vulnera la ley de parcelamiento mínimo o la unidad económica mínima prevista en la zona (art. 2326 del Código Civil). En tales casos no sería dable el cumplimiento del pago del precio ni la entrega de la cosa, sencillamente porque el contrato de compraventa no pudo tener lugar. Repetimos que para nosotros la conclusión es irrebatible; sin embargo el debate, que lleva ya muchos años, hoy continúa y probablemente no concluirá jamás; pues se han introducido lamentablemente en el tema, también incumbencias profesionales y funcionales que impiden pronunciamientos puramente científicos y desprovistos de intereses sectoriales. 4 KIPER, Claudio M. “Juicio de Escrituración”, Ed. Hammurabi, Bs.As. 1999, pág. 55, 56. Cada vez que usamos la expresión “escritura traslativa del dominio”, recordamos a LOPEZ DE ZAVALÍA, Fernando J. en su “Curso Introductorio...” Ob.Cit., pág. 347. El prestigioso jurista tucumano ironiza expresando: “[...] la llamada escritura traslativa (que, por supuesto, no traslada nada: art. 577, C.Civil).” De nuestra parte estimamos que le asiste razón, en cuanto a que por sí sola la escritura traslativa no opera la mutación; sino que integra uno de los elementos constitutivos al dar la forma apropiada a la causa o título. Pero remarcamos que si no fuera traslativa, ni aun seguida de la tradición (art. 577 citado por el autor) se generaría dicho efecto. Por ello, cuando analizamos el art. 2602 del Código Civil que alude al “título suficiente”, hacemos hincapié en la idoneidad de la causa (que tenga efecto traslativo), compraventa, donación, permuta, dación en pago, etc. y a su forma apropiada (en este caso escritura pública). Ello autoriza pues, en nuestra opinión, a pesar de la ironía de López de Zavalía, a referirse a esa instrumentación como escritura traslativa. 5 LA POSESIÓN POR BOLETO DE COMPRAVENTA Otro tema, y muy interesante por cierto, es la calificación de la posesión del adquirente por boleto de compraventa. En este caso la polémica tiene su causa en el poco feliz agregado efectuado por la ley 17.711 al art. 2355 del Código Civil, que determina el primer escalón en la clasificación de la posesión: posesión legítima e ilegítima. Se generaron sobre el punto diversas posturas doctrinarias. De nuestra parte, opinamos contundentemente que el poseedor de un inmueble mediante boleto de compraventa es un poseedor ilegítimo, de mala fe simple (no viciosa), conforme a las normas que regulan la clasificación de la posesión, contenidas en los arts. 2355, 2356 y 2364 del Código Civil. El agregado al art. 2355 del Código Civil, motivo de la controversia doctrinaria, establece que: “...Se considera legítima la adquisición de la posesión de inmuebles de buena fe, mediando boleto de compraventa”. Creemos, tal como explica Moisset de Espanés6, que la norma ha querido legitimar la situación de dicho adquirente confiriéndole las máximas protecciones legales, sin reparar en el tecnicismo de las expresiones empleadas. Sin embargo, a fuerza de ser precisos e interpretar la norma acorde a su entorno, no podemos negar que el poseedor por boleto de compraventa carece de título, pues el boleto no cumple con todos los recaudos formales que el mismo art. 2355 exige para otorgar al poseedor la calidad de legítimo. Le falta el título suficiente, la “causae idoneae ad tranferendum dominium”. El concepto de título suficiente abarca tanto la forma (el instrumento idóneo) cuando el contenido (causa idónea) y que no sólo reporta suficiencia al propio título, sino que su acción legitimadora involucra también al modo, conforme al art. 2602 del Código Civil que establece que, para que la tradición haga adquirir el dominio, es necesario que lo sea por un título suficiente o en cumplimiento de un título suficiente. Si ese título no existe o no es suficiente, (en cuanto a materia y forma) aun cuando se hubiere entregado la cosa, esa entrega no constituye la tradición traslativa del dominio (art. 2601 al 2603 del Código Civil), pues para el Código, también el modo exige la causa idónea. Tampoco podría considerarse al poseedor por boleto como de buena fe, calificativo que pareciera querer asignarle el agregado al art. 2355 del Código Civil, ya que, por concepto, la buena fe posesoria radica en la creencia sin duda alguna (art. 4006 del 6 MOISSET DE ESPANES, Luis; “Clases de Derechos Reales”, Ed. Advocatus, Córdoba, 1998, pág. 85 a 87. Código Civil), por parte del poseedor, fundado en un error de derecho (art.2356), de ser el propietario de la cosa7. Desconocer la necesidad de la forma impuesta, escritura pública, para los actos traslativos de inmuebles, es error de derecho y no es excusable, según lo preceptuado por el art. 923 del Código Civil. En definitiva, ya lo habíamos adelantado, conforme a las normas implicadas del Código y haciendo una interpretación rigurosa de sus dispositivos, el adquirente por boleto no tiene ni título ni modo. Por ello no sería posible jamás considerarlo un poseedor legítimo. El único poseedor legítimo es el que posee como titular de un derecho real, y no cualquier derecho real, sino uno de aquellos que confieren el “ius possidendi” (derecho de poseer): dominio, condominio, propiedad horizontal, usufructo, etc. Tampoco podría pretenderse aplicar respecto de él la calificación de buena fe, ya que su ignorancia o error lo es de derecho y éstos son inexcusables “ignorantia legis neminem excusat” (art. 20 del Código Civil). Por ello la doctrina, conciliando lo irreconciliable, prefirió hacer una interpretación lógica de la norma en todo su entorno y rescatar de la literalidad del dispositivo (nos referimos al agregado al art. 2355) que el mismo no alude a la posesión cuando se refiere al calificativo de legítima, sino al acto de adquisición. Esta es la interpretación que prima en la doctrina8. Pero siendo así es poco lo que aporta el agregado citado para modificar esta situación, ya que nadie consideró jamás que el adquirente por boleto hubiera adquirido su posesión ilegítimamente. No abordaremos esta temática por estimar que el tema excedería el marco de esta monografía9. 7 No debe confundirse la buena fe creencia, típica de la calificación de la posesión, a la que alude el art. 2356 del C.C. con la buena fe “probidad”, aquella referida al obrar sin ánimo de causar perjuicio de la que nos habla el art. 1198 del Código Civil cuando regula sobre la celebración, interpretación y ejecución de los contratos. 8 Así puede verse en HIGHTON, Elena I. “Derechos Reales”, Ob.Cit. Vol. 1, pág. 50; que “La ley 17711 considera legítima ‘la adquisición de la posesión de inmuebles de buena fe, mediando boleto de compraventa’... y no califica como legítima a la posesión adquirida”. 9 Sobre el punto pueden consultarse, entre otros muchos autores, LOPEZ DE ZAVALIA, Fernando J.; “Derechos Reales”, Ed. Zavalía, Bs.As. 1989, Tomo 1, pág. 418 y ss.; MUSTO, Néstor J. “Derechos Reales”, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1981, Tomo I, pág. 236, 237; MARIANI de VIDAL, Marina; “Curso de Derechos Reales”, Ed. Zavalía, Bs.As. 1997, tomo I, pág. 140, 141. HIGHTON, Elena; “Derechos Reales – La Posesión”, Ed. Ariel, Bs.As. 1979, Vol.1, pág. 48 a 50. OTROS BOLETOS QUE NO SON DE COMPRAVENTA Si bien el caso más corriente es el boleto de compraventa, no debemos limitar sólo a esa causa de adquisición la previsión de la norma. Por ello cuando hablábamos de la anotación de los boletos aclarábamos que no nos referíamos sólo a los de compraventa. Sin dudas el artículo 2, inc. c) de la ley 17.801, también alude, aunque no directamente, a los otros boletos con vocación traslativa. Casi todas las causas constitutivas o modificatorias de derechos reales, admiten la posibilidad de acudir a estos boletos y por ende pueden considerarse inmersas en la regulación del art. 1185 y su correlativo 1187 del Código Civil, excepción hecha de las donaciones que, por la prohibición expresa contenida en el art. 1810 del Código Civil, bajo pena de nulidad, si no fueren hechas en escritura pública no generarán acción alguna10. El art. 1810 “in fine”, en párrafo agregado por ley 17.711, expresamente excluye de aplicación el art. 1185 del Código Civil para los casos de promesas de donación de inmuebles o donaciones de inmuebles concretadas en instrumentos privados, y va con dicha exclusión la propia del art. 1187 que consagra la acción de escrituración11. En relación a los derechos que se constituyen o modifican, también hay variedad, pues el propietario pudo comprometer (por no cumplir con la forma apropiada), la escritura de afectación a propiedad horizontal, la de constitución de usufructo, servidumbre, etc. y todos estos casos quedarían comprendidos en el supuestos normado. LA ACCIÓN DE ESCRITURACIÓN (ARTÍCULO 1185 DEL COD. CIVIL) Si las partes no cumplen con la obligación de escriturar, la misma podrá ejecutarse judicialmente y será el Juez, en última instancia quien ejecutará la prestación, sustituyendo al deudor remiso (sea vendedor o comprador). 10 CIFUENTES, Santos; “Negocio Jurídico”, Ed. Astrea, Bs.As. 1986, pág. 205, 206. El autor explica que conforme a la moderna clasificación de las formas, la exigida para la donación de inmuebles, constituiría lo que se denomina una “forma absoluta”, cuya característica radica en que cuando se omite, “[...]ese vicio priva a los negocios de sus efectos propios y de todo otro efecto civil[...]” (lo resaltado es nuestro). 11 El art. 6 de la ley 19.836 que regula el régimen de las fundaciones, formula a su vez otra excepción a la ya establecida por la norma del art. 1810, ya que expresa que “La fundación tendrá todas las acciones legales para obtener el cumplimiento de tales promesas, a las que no serán oponibles excepciones fundadas en los artículos 1793 y 1810 del Código Civil”. Estimamos que esta última afirmación surge de una interpretación amplia y armónica del art. 505 inc. 2º del Código Civil, que establece que el efecto de las obligaciones respecto del acreedor es justamente hacerse procurar la prestación por otro a costa del deudor. El principio general consagrado en este dispositivo es aplicable a todos los supuestos en que la posibilidad de sustitución sea posible12. En el caso de la escrituración, por ser una obligación de hacer, según la previsión expresa de los arts. 1185 y 1187 del Código Civil, como regla general podrá operarse la sustitución establecida en el art. 630 del mismo cuerpo y de ahí surge la coherencia con el inciso 2º del art. 505, según decíamos. Obviamente en los casos en que no pueda efectivizarse la sustitución por circunstancias especiales, como pueden serlo la falta de cumplimiento con dispositivos administrativos de parcelamiento mínimo o trámites catastrales, la existencia de medidas cautelares impedientes (prohibición de innovar, de disponer), etc. el pronunciamiento judicial, con el apercibimiento de firmar el juez en sustitución, no podrá paliar ese impedimento13. El supuesto se podría presentar también cuando en el boleto respectivo hubiese un saldo de precio que el adquirente, según previsión contractual, se hubiere obligado a garantizar con hipoteca a favor del transmitente. La norma expresa del art. 3128 del Código Civil y la especial prohibición contenida en el art. 3115 del mismo y su nota, eliminando las llamadas hipotecas judiciales, ha hecho decir a alguna doctrina que no puede haber “promesa de hipoteca”14 en los términos del art. 1184 y 1187 del Código Civil. Sin embargo algunos opinan que la posibilidad sentada por el art. 3128 del Código, cuando establece que también puede constituirse hipoteca “[...] por documentos, que 12 RAMACCIOTTI, Hugo; “Compendio de Derecho Procesal Civil y Comercial de Córdoba”, Ed. Bs. As. 1980, T 2, pág. 538; dice: “[...] supuesto que la sentencia haya impuesto una obligación de hacer alguna cosa [...]. Postulado fundamental en esta materia es el cumplimiento en especie de la obligación por parte del deudor compelido a ella, salvo que fuese necesario emplear violencia contra su persona, en cuya situación, y si no se tratara de un hecho personalísimo del obligado, el acreedor puede optar por hacerlo ejecutar por otro por cuenta y a cargo de deudor, o bien, en una última alternativa, reclamar los daños y perjuicios consiguientes [...]” 13 “El apercibimiento contenido en el art. 512 del Código Procesal no puede ser interpretado como de aplicación mecánica e irracional, aun cuando la sentencia condene a escriturar, pues debe examinarse la naturaleza de la obligación reconocida: siendo inaplicable el otorgamiento de la escritura por el juez cuando por las circunstancias del caso éste no puede sustituir válidamente al obligado. En tal sentido, si se encuentra pendiente la realización de trámites administrativos previos como la redacción del reglamento de copropiedad y administración y la subdivisión del inmueble, estos actos exceden el marco de actuación supletoria del juez prevista en aquella norma por lo que la pretensión del accionante de efectivizar el apercibimiento allí previsto, deviene improcedente”. (Cámara Nacional Civil, Sala F, del 5 de octubre de 1987, ED. 127-329). 14 SALVAT, Raymundo M. “Derechos Reales”, Ed. TEA, Bs.As. 1960, Tomo IV, pág. 127. PEÑA GUZMÁN, Luis A.; “Derecho Civil – Derechos Reales”, Ed. TEA, Bs.As. 1973, Tomo III, pág. 358 “Los requisitos de forma que el Código establece son requeridos ad solemnitatem, esto es, que su inobservancia acarrea la nulidad absoluta de la hipoteca [...]”. MUSTO, Néstor J.; “Derechos Reales”, Ed. Rubinzal Culzoni, Sta. Fe, 1989, pág. 68. sirviendo de títulos al dominio o derecho real, estén expedidos por autoridad competente para darlos, y deban hacer fe por sí mismos”, radicaría justamente en que el Juez instrumente el título15. Téngase presente que el propio artículo 1184 del Código Civil, que enumera los actos para los cuales se exige la forma “ad solemnitatem” escritura pública, efectúa la excepción respecto de los actos que fuesen celebrados en subasta pública. Por ello, si nos colocamos en esta tesitura, cuando la hipoteca garantice un saldo de precio por la compra en subasta pública, podría hacerse aplicable el supuesto. Por nuestra parte opinamos que, amén del caso relacionado de la compra en subasta con garantía hipotecaria por saldo, en el que el instrumento de la hipoteca será autorizado por el juez, pueden presentarse otros casos en los que siendo el instrumento escritura pública, la suscripción de la misma la efectivice el juez ejecutando la obligación de escriturar surgida de una promesa de hipoteca por aplicación de los artículos 1185 y 1187 del Código Civil. Consideramos que esa situación no le da carácter de hipoteca judicial lo que reñiría de manera manifiesta con el art. 3115 del Código Civil. El instrumento pues será notarial y consistirá en la ejecución forzosa de la voluntad ya expresada por el condenado en el contrato respectivo. De la misma manera que la escritura de compraventa en los casos de ejecución referidos al art. 1187 del Código Civil no es compraventa judicial, sino que el juez sustituye la voluntad de las partes remisas, también reemplaza al deudor reticente cuando suscribe la escritura de hipoteca en cumplimiento de una promesa surgida de un instrumento privado (art. 1184, 1185 y 1187 del Código Civil). Highton, refiriéndose al supuesto, expresamente manifiesta “Que la forma del contrato de hipoteca sea ad solemnitatem no impide el funcionamiento del contrato de promesa que es distinto de éste y no constituye derecho real alguno. Si se promueve pleito y se condena a suscribir la escritura, bajo apercibimiento de ley, la sentencia no constituirá una hipoteca judicial, pues ésta surge por voluntad de los interesados que se han comprometido a ello. Las cláusulas no incluidas en la promesa, serán las de estilo”16. En algunos casos la jurisprudencia ha ido aún más lejos apartándose hasta de los casos de subasta, en los que se aplica la excepción prevista en el art. 1184 del Código 15 HIGTHON, Elena I. “Juicio Hipotecario”, Ed. Hammurabí, Bs.As. 1993, Tomo 1, pág. 111. Dice “[...] pensamos sin lugar a dudas que podría constituirse hipoteca por actuaciones en expediente judicial [...]”. 16 HIGTHON, Elena I.; “Derechos Reales”, Ed. Ariel, Bs.As., 1980, Vol 6, pág. 116. Civil, y ha resuelto, por ejemplo, en aplicación de lo que sosteníamos en el párrafo precedente, la validez del título hipotecario garantizando un acuerdo concursal17. Si bien no creemos que la sustitución del deudor remiso por parte del Juez exceda de la previsión normada en los arts. 505 inc.2, 630 y 1187 del Código Civil, debemos reconocer que el tema no fue pacífico en un primer momento. Se debatió ampliamente y determinó un pronunciamiento plenario con fecha 3 de octubre de 195118, en el que se resolvió que en el juicio de escrituración el juez puede firmar la escritura traslativa si no lo hiciere el demandado; procediendo o no, según los caso, la reparación de los perjuicios 19. En Córdoba el tema también generó polémica y fue resuelto por las Cámaras Civiles en Pleno en el año 1966. Desde entonces, la jurisprudencia ha aceptado la posibilidad de sustituir la firma del remiso por la del juez sin mayores dificultades20. 17 “La constitución por el Juez de una hipoteca destinada a garantizar un acuerdo logrado en un concurso comercial no es figura de ningún modo viciosa, porque el art. 3128 del Código Civil concibe la constitución de hipoteca por documentos distintos de la escritura pública”. (Cám. Nacional Civil, Sala D, del 22/12/1980, en LL, 1981-C-112). “El documento por el cual se reconoce una deuda y se establece que se constituirá hipoteca dentro del plazo de treinta días a contar de la fecha del mismo, y que de no llevarse a cabo la constitución de ésta el acreedor podrá ejercer todas las acciones que estime corresponder para el cobro de la deuda que se reconoce, debe interpretarse de buena fe, por lo que se ajusta al texto del instrumento la pretensión del acreedor de que se constituya la garantía hipotecaria vencido el plazo establecido para ello sin que se hubiera constituido. (Cám. Nac. Civil, Sala C, 27/2/75, ED., 63-458). En contra de la posibilidad de suscripción por parte del Juez se ha dicho que “La disposición del art. 512 del Cód. Procesal establece que si el obligado no cumpliere dentro del plazo fijado, el juez suscribirá la escritura por él y a su costa. La escritura que debe suscribir el juez es una escritura de compraventa, mientras que la hipoteca como garantía del saldo de precio constituye en definitiva un contrato de mutuo garantizado de esa manera, que deberá ser celebrado por las partes, pero que el juez no está autorizado a suscribir en su nombre en virtud de disposición legal alguna”. (Cám. Nac. Civil, Sala F, 7/8/70, LL. 143-638). 18 Plenario de la Cámara Civil, Capital Federal, en autos “Cazes de Francino, Amalia c/ Rodríguez Conde, Manuel”, La Ley, T 64, pág. 476: “[...] atañe al juez firmar la escritura si no lo hace el obligado [...] se trata simplemente de la forma y modo de hacer efectiva la sentencia que condena a escriturar” (Voto del Dr. J. Ramiro Podetti). 19 MOSSET ITURRASPE, Jorge y Norberto J. NOVELLINO. “La Obligación de Escriturar”, Ed. La Rocca, Bs.As. 1994, pág. 179. SPOTA, Alberto G.; “Instituciones de Derecho Civil. Contratos”, Ed. Depalma, Bs.As. 1980, Vol III, pág. 164. 20 “Los jueces están autorizados a otorgar escritura pública en los casos en que el condenado a escriturar, no lo realice en tiempo propio. La obligación de escriturar que establece el art. 1187 del Código Civil será juzgada como obligación de hacer, debiéndose estar a lo prescripto en dicho cuerpo legal al efecto, y entre ellas la regla del art. 630, de poder ejecutar el hecho por otro, ya que el consentimiento del obligado ha sido sustituido por la sentencia (Cámaras Civiles en Pleno, Córdoba 26 de mayo de 1966 en Comercio y Justicia de Córdoba, 3/7/66). “Tratándose de la escrituración de inmuebles puede el fallo ejecutarse y el juez, ante la expresa disposición del art. 512 del Código de rito, firmar la escritura, siendo menester para ello que el expediente se encuentre en condiciones para tal fin”. (Cám. Nac. Civil, Sala G, 23/2/88. ED, 129-135). “Si bien el art. 512 del Código Procesal dispone que en el supuesto de incumplimiento de la obligación de escriturar el instrumento lo suscribirá el juez sin posibilidad de que un tercero cumpla con dicho trámite en su nombre, conclusión corroborada por el texto del art. 34, inciso 1º, párr.1º in fine del ritual, cuando el escribano designado en el boleto de compraventa es titular de un registro de distinta jurisdicción de la del juzgado, cabe admitir que se delegue la suscripción de la escritura al magistrado de turno de la jurisdicción correspondiente”. (Cám. Nac. Civil, Sala E, 2/8/84. ED, 111-179). En seguimiento de estos principios el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación establece en el art. 512 que “La sentencia que condene al otorgamiento de escritura pública, contendrá el apercibimiento de que si el obligado no cumpliere en el plazo fijado, el juez la suscribirá por él y a su costa [...]”. Otro tanto establece el Código Procesal Civil y Comercial de Córdoba en el art. 817 cuando determina que “Si el condenado a escriturar no cumpliere la sentencia en el plazo fijado, la escritura pública será suscripta por el juez a costa de aquél y se otorgará ante el escribano convenido, o en su defecto ante el que proponga el ejecutante. El tribunal ordenará las medidas complementarias que correspondan”. LOS BOLETOS REGISTRABLES Aun cuando el artículo 2 inciso c) de la ley 17.801, prevé la registración de otros instrumentos que no sean los enumerados en el inciso a) referidos a los actos de mutación sobre inmuebles, ni los consignados en el inciso b), relacionados a las medidas precautorias, será necesario que para que trabaje este dispositivo se hará menester que una ley, sea Nacional o Provincial, prevea su anotación. Así, en el ámbito nacional aparecen dos leyes que prevén el registro de los contratos privados con vocación traslativa. Se trata de la ley 14.005 que regula la transferencia de lotes a plazo en el marco de los loteos y la ley 19.724 reguladora de los supuestos de Prehorizontalidad, cuando un bien que se va a afectar a Propiedad Horizontal y las unidades funcionales se van a comercializar antes de cumplir dicho recaudo. a) VENTA DE LOTES A PLAZO: El título completo de la ley 14.005 de 1950, que regula estos supuestos es “Venta de inmuebles fraccionados en lotes pagaderos a plazo” y regula de aquellos casos en que el objeto del boleto sea un inmueble afectado a loteo. Ocurre que en la normal contratación sobre inmuebles, se labra la escritura instrumentando la venta, se entrega el precio por el comprador y se hace tradición del inmueble transferido por el vendedor. El contrato queda así finiquitado y no genera riesgos para ninguna de las partes ya que cada una incorpora al patrimonio lo recibido en la prestación, el dinero uno y el inmueble el otro. Pero cuando se deciden a una venta sometida a pago en cuotas, el tema cambia radicalmente. Por un lado el vendedor no querrá, y con justicia, suscribir la escritura traslativa dado que, si lo hace, habría dado cumplimiento a todas las obligaciones de su parte emergentes del contrato de venta, mientras que el comprador aún quedaría adeudando parte del precio. Por ello se vería justo, entonces, que el vendedor no otorgase el instrumento definitivo para tener, por así decir, una ventaja sobre el comprador en caso de que éste incumpla con la obligación a su cargo (arg. de los arts. 510 y 1201 del Código Civil). Pero así fácilmente se advierte que el comprador tampoco queda muy asegurado en su posición si el vendedor no otorga la escritura traslativa, aun cuando le hubiese entregado la posesión del bien, pues frente a la falta de instrumentación exigida (art. 1184 inc. 1 del C.C.) y la consecuente registración de su derecho (el futuro dominio), el bien queda expuesto a múltiples riesgos. El vendedor podría, obviamente de mala fe, enajenarlo nuevamente y hasta podrían los acreedores de éste embargarlo válidamente ya que el bien integra sustancial y registralmente su patrimonio. Ello sumado a la posibilidad de hacer aplicación del pacto comisorio cuando el deudor se atrase en algunas cuotas, hace que esta situación se preste a los más injustos abusos por parte de los loteadores. Para más corresponde remarcar que quienes acceden a la compra de lotes a plazo suelen ser las personas más carenciadas, justamente aquellas a las que la ley debe tutelar principalmente. Por ello con buen criterio social el legislador instauró el sistema regulado por la ley 14.00521. Quien adquiere un inmueble sometido a ese régimen, contará con una publicidad de su contrato o boleto y de esta manera los terceros tendrán un conocimiento cierto de la obligación que ha asumido el vendedor. Al mismo tiempo la ley 14.005, en su art. 10 autoriza la cesión del boleto exigiendo que el transmitente haga anotar también la cesión en el registro. 21 El problema comenzó a advertirse en el proceso de urbanización que se produjo a partir de 1935 en las zonas cercanas a la ciudad de Buenos Aires, y aun dentro de los límites de la Capital Federal, según comenta KIPER, Claudio M. en su “Juicio de Escrituración” Ob.Cit. pág. 183. Con esta sola registración ya bastaría para tutelar los intereses del comprador o cesionario, dado que, por el juego armónico de la ley registral y los dispositivos del Código Civil en el art. 594, cuando el vendedor venda nuevamente el bien a un tercero, por imperio de la registración y su efecto publicitario, ese tercer adquirente será también de mala fe, dado que conoció o debió conocer la doble venta, y la adquisición que hubiere efectuado, aunque se le hubiere hecho tradición, sería inoponible al primer adquirente por boleto22. En el art. 2 de la ley 14.005 se exige que el propietario que decida vender un inmueble fraccionado en lotes pagaderos en cuotas, haga anotar en el Registro dicha voluntad. Para ello deberá presentar su declaración por escrito, a la que se agregará certificación del notario actuante sobre la legitimidad del título. En realidad la norma habla sólo de la legitimidad extrinseca; pero no dudamos en asignarle una responsabilidad mucho más sustancial al notario actuante. En definitiva, en toda actuación, aunque la ley no lo diga, este funcionario está obligado a efectuar un análisis del título como causa, en sus dos aspectos, tanto formal cuanto material, a los fines de verificar que se trata del título suficiente conceptuado en el art. 2602 del Código Civil. Por ello, en el art. 3 de la 14005, prohíbe la registración de la afectación cuando el bien se encontrare gravado o su propietario no estuviese en condiciones de disponer. Si la norma quiere que pueda disponerse válidamente, supone que el título del dominus no sólo deba analizarse extrínsecamente, sino también sobre sus aspectos materiales cuyas falencias suelen ser de consecuencias aún más gravosas. Amén de este recaudo se exige acompañar a la presentación el plano de subdivisión que, obviamente, deberá estar aprobado por las autoridades catastrales con competencia en la materia. Se trata de una ley imperativa que no pretende regular una facultad del propietario que enajena los lotes a plazo, sino que impone su contenido de manera coercitiva, por lo que genera una sanción al incumplidor consistentes en una multa equivalente al importe total del impuesto inmobiliario del año en curso, sobre todos los inmuebles que comprendan el loteo. 22 La prudencia con que Vélez previó el supuesto de la doble venta, aparece en su plenitud en la norma del art. 594 y en la condena a quien de mala fe pretende ampararse en una publicidad registral errada; igualmente surge ese concepto de la bellísima nota al art. 3136 del C.C. referido a la hipoteca. Véase nuestro “La comunicación de subasta y el tercero registral”, Lexis Nexis Córdoba, Nro. 7, 2006, pág. 663. Sin dudas la tutela al particular adquirente de lote a plazo, se lleva a cabo fundamentalmente por la registración de los boletos de venta y es en este punto en el que el sistema se relaciona con la norma registral que estamos analizando. Es a causa de esta publicidad que el sistema genera sus principales efectos. El art. 4 regula al respecto y, amen de detenerse en el contenido obligatorio del mismo, lo que será evaluado y calificado por el registrador conforme al art. 8 y 9 de la ley 17.801, establece que deberá ser registrado provisoriamente dentro de los treinta días de su celebración en el Registro de Propiedades. A los fines de su eficacia el legislador establece, en el art. 14, que se trata de una ley de orden público. Como sabemos ello significa que su contenido no puede verse modificado por pactos particulares entre el loteador y los adquirentes sucesivos, las cláusulas que pretendan modificarla serán nulas de nulidad absoluta, según lo preceptuado en el art. 21 del Código Civil23. Una vez registrada la voluntad de afectar el bien al sistema de la ley 14005, el propietario se encontrará inhibido de disponer del mismo (art. 5); es decir que no podrá ni enajenarlo, ni hipotecarlo, ni constituir sobre él ningún gravamen; salvo que lo desafecte previamente, para lo cual deberá acreditar que no ha enajenado ninguna fracción. Si la venta o el gravamen se hiciese sin atender a esta exigencia no sería oponible a los adquirentes por boleto. Obviamente, con el consentimiento de éstos quedaría sorteado el obstáculo, dado que ya no existiría el interés tutelado por la norma. En caso de entrar en conflicto los adquirentes por boleto y los acreedores del propietario del inmueble, el art. 6 de la ley 14005 brinda una solución estableciendo que: “[...] 1. El comprador que tuviere instrumento inscripto será preferido a cualquier acreedor para la escrituración de la fracción adquirida; 2. Los embargos e inhibiciones contra el 23 Es la sabia regla de Papiniano (uno de los cinco grandes jurisconsultos romanos titulares del “ius respondendi”) “ius publicum privatorum pactis non potest”. Ver sobre el tema del orden público en los derechos reales GATTI, Edmundo; “Derechos Reales – Teoría General”, Ed. Lajouane, Bs.As. 2006, pág. 119-121. ALLENDE, Guillermo L., “Panorama de Derechos Reales”, Ed. Perrot, Bs.As. 1967, pág. 66. Igualmente HIGHTON, Elena I. en su “Lineamiento de derechos reales”, Ed. Ad-hoc, Bs.As. 1991, pág. 45; expresa: “[...] el régimen legal de los derechos reales está dominado por el orden público, mientras que el de los derechos personales está basado en la autonomía de la voluntad. De ello se desprende que la reglamentación del código civil en materia de derechos reales es inderogable y que, por el contrario, en cuanto a derechos personales, es supletoria”. El propio Vélez Sársfield en una parte de la nota al art. 2828 dice: [...] Los actos y contratos particulares no podrían derogar la disposición del artículo, porque la naturaleza de los derechos reales, [...] está fijada en consideración al bien público y al de las instituciones políticas, y no depende de la voluntad de los particulares”. De nuestra parte analizamos la máxima latina en nuestro “Algunos aspectos de la usucapión en la Propiedad Horizontal”, en “Prescripción”, Ed. Alveroni, Córdoba, 2005, pág. 219. vendedor, ulteriores a la fecha del otorgamiento del instrumento prenotado, sólo podrán hacerse efectivos sobre las cuotas impagas”. Conforme a lo establecido en el art. 7 de la ley 14.005, una vez que el comprador hubiere abonado el veinticinco por ciento del precio de la fracción tendrá derecho a exigir la escrituración del bien a su nombre, la que deberá concretarse dentro de los treinta días de la intimación. Esta norma remarca innecesariamente a nuestro entender que todo pacto en contrario sería nulo. Decimos que sobreabunda en ese sentido dado que ya, como expresáramos, el art. 14 declara en forma expresa el carácter de orden público de todo el sistema, en razón de lo cual, atendiendo a la finalidad de la ley que es otorgar fundamentalmente protección a los intereses de los adquirentes, no sólo el art. 7, sino cualquier otra norma que tutele la situación de éstos, tendrán el carácter de irrenunciables (art. 21 del Código Civil). Como decíamos al comienzo de este título, la inscripción de los boletos confiere un elemento más de juego dentro de las prioridades. Así entre dos adquirentes uno con boleto inscripto y otro con boleto no inscripto, aún cuando éste tenga la posesión a su favor, prevalecerá el que tenga el boleto inscripto; salvo obviamente, no está demás remarcarlo otra vez, que el adquirente, aún con posesión, tuviera conocimiento del compromiso anterior del vendedor24. Esto último por aplicación del art. 594 del Código Civil que, expresamente no ha sido derogado por las leyes que prevén la registración, dado constituye aplicación del principio de buena fe debe imperar en todo orden jurídico justo, siguiendo el brocárdico romano “malitatis hominium non est indulgendum”. El art. 20 de la ley 17.801 hace también su aporte, a este respecto, cuando impide que quien tuviere conocimiento de la verdadera situación pueda prevalerse de la falta de registración25. b) VENTA DE FUTURAS UNIDADES AFECTADAS A PREHORIZONTALIDAD De igual manera que para la venta de lotes a plazo, el legislador instrumentó un sistema de tutela para los adquirentes de parcelas horizontales cuando el edificio que contenga las unidades funcionales aún no estuviere terminado o, estando terminado, el mismo se comercializará antes de haberse afectado. En estos casos no puede haber una 24 KIPER, Claudio M.; “Juicio de Escrituración”, Ob. Cit., pág. 198, 199. VENTURA, Gabriel B. “Tracto abreviado Registral”, Hammurabí, Bs. As. 2005, pág. 81. También en “La comunicación de subasta…” Ob.Cit. 25 compraventa común dado que la cosa (la propiedad horizontal) aún no existe como tal en su individualidad. El sistema, aunque la ley que lo regula no lo diga expresamente, es de orden público, lo que significa que las partes no pueden variar sus exigencias con pactos particulares (art. 21 del Código Civil). La ley 19.724 de 1972 es la que pretende regular el supuesto; pero fue muy criticada y aún lo es. El sistema resulta demasiado cargado de formalidades para ser tan sólo un paso previo, por ello se ha dicho que resulta complicado y costoso26. Quizás se deba a eso el hecho de que sean muy pocos los edificios en los que se ha aplicado, a pesar de las graves sanciones que se imponen al vendedor en caso de incumplimiento de sus dispositivos. Se parte de una declaración de voluntad de afectar al sistema para comercializar las unidades funcionales antes de concluida la afectación a propiedad horizontal (art.1). Dicha voluntad debe efectuarse por escritura pública, a la que se prevé un contenido obligatorio y específicamente determinado por ley y debe ser registrada (art. 4, primer párrafo) para su conocimiento por terceros y oponibilidad a los acreedores del propietario. Esta afectación, además, inhibe al dueño del inmueble general para todo acto de disposición diferente al de la enajenación de las distintas unidades a los adquirentes por boleto (art. 4, segundo párrafo). Igualmente, como dijimos, merced a la registración se hace oponible a los acreedores del dueño. Quien tenga intención de comercializar un inmueble en propiedad horizontal, deberá previamente declarar su voluntad de hacerlo, en acto unilateral formalizado en escritura pública, la que deberá anotarse en el Registro de Propiedades. De igual manera cada compromiso de venta de futura unidad de propiedad horizontal, deberá registrarse. De esta manera los adquirentes de parcelas cuentan, igual que lo decíamos para los adquirentes de lotes a plazo, con una publicidad que tutela su expectativa, puesto que cualquiera que contrate con el propietario del edificio, deberá conocer tanto la afectación general como las parcelas que ya se encuentran comprometidas en venta. Esta ley no se aplica por excepción expresamente establecida en la ley aclaratoria 20276 (art.1) a los siguientes casos: 1) A la adjudicación de unidades particulares en 26 HIGHTON, Elena I.; “Derechos Reales – Propiedad Horizontal y Prehorizontalidad”, Ed. Ariel, Bs.As. 1979, Vol. 4, pág. 334. inmuebles, que se haga a los condóminos, comuneros, socios o asociados, por partición o división de condominio, comunidad hereditaria, sociedad o afectación; 2) a la adjudicación o enajenación de unidades particulares en inmuebles del dominio privado del Estado nacional, provincial o municipal; 3) tampoco a la adjudicación o enajenación de unidades particulares en inmuebles cuya construcción se realice con préstamos de organismos oficiales nacionales, provinciales o municipales, cuando de las condiciones del mutuo con garantía hipotecaria resulte que la celebración de los contratos con los futuros adquirentes queda a cargo exclusivo del ente financiador y los propietarios otorgaren a tal fin poder irrevocable a favor de dicho ente. Cumplidos los recaudos legales por el propietario queda protegido el adquirente, dado que ni el dueño ni los acreedores de éste podrían ir en contra de las pretensiones de cada adquirente de futura unidad de propiedad horizontal. Si el propietario comercializa las futuras unidades sin haber afectado a prehorizontalidad, las sanciones están previstas en el art. 12 de la ley y consiste en que en que el adquirente estará autorizado a no cumplir con lo que resten de sus prestaciones adeudadas, no así el propietario a quien el adquirente podrá exigir todas las que estuvieren a su cargo. Este art. 12 fue enriquecido luego por la jurisprudencia, entre ellas el fallo plenario dictado por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo civil, en autos “Cotton, M. y otros c/ Tutudjian, S.”27 en el que se resolvió que las normas de la ley 19.724 son de orden público y por ello irrenunciables por los adquirentes en los boletos y que la mora en el cumplimiento de las obligaciones del vendedor de afectar a prehorizontalidad se produce automáticamente sin necesidad de que el comprador lo intime. 27 En LL – 1979 – A – 528.