EL PODER a) Concepto: ¿Que es el poder?. La respuesta puede contener muchos elementos filosóficos, teológicos, sociológicos, jurídicos, psicológicos y económicos. Pero desde la perspectiva de una teoría con la aceptación que hemos aceptado del término, vamos a tratar de movernos en el campo de lo sociológico y eventualmente de lo jurídico, sin perjuicio de que al estudiar otros temas de la materia - que responde a la pretensión de brindar una visión de conjunto - se encuentren respuestas a la pregunta expresada desde otros ángulos.El estudio del poder político en la ciencia política es relativamente reciente. A comienzos de este siglo XX, autores norteamericanos como Charles Merriam y mas recientemente Harold Lasswell, entre tantos otros, plantean el estudio del poder realizando interesantes análisis sobre el tema. En la ciencia política francesa merece citarse a Bertrand de Jouvenel que ha trabajado específicamente sobre esta cuestión. Max Weber - el sociólogo alemán de comienzos de siglo - ha trabajado intensamente sobre este concepto, y sobre los conceptos relacionados al mismo de “autoridad” y “denominación”.Como primera aproximación debemos reconocer que se trata de un concepto ambiguo, amplio, rico, pero a veces inasible. Parece paradoja, que siendo el tema central de la ciencia política, no haya una respuesta unívoca, e incluso que los estudios no estén en un grado lo suficientemente avanzados que nos permitan trabajar con una conceptualización del “poder” lo suficientemente operativa, y que explique la múltiple realidad que bajo este nombre se esconde para asegurar un bien cierto y futuro.Hobbes fue el primero que en la historia del pensamiento político planteó realistamente el “poder” como un hecho de dominación. Pero esa definición es muy amplia y a la vez muy reducida. Es muy amplia porque entre los “medios presentes para asegurar un bien cierto y futuro” se encuentra la riqueza, resultando difícil delimitar la frontera entre ésta y el poder, no distinguiendo lo político de lo económico, aunque ambos fenómenos estén entrecruzados y muy ligados como - cada uno desde su perspectiva - lo han señalado Max Weber y Karl Marx.Dijimos también que la definición hobbesiana es también muy reducida, y lo es porque en ella se hace referencia al poder como una cosa que puede ser “poseída”, ya que expresa que es “el conjunto de medios presentes”. Aparece, entonces, el poder como una “cosa” que puede ser “poseída” por los hombres, y que al “detentarla” hace que los hombres “tengan” poder, lo que significa reducirla a una cosa objeto de posesión.El poder, como dice Friedrich, no es sólo una cosa que puede ser poseída, sino primariamente es una relación. Lo que le da sentido “relacional” al poder es el hecho de que en un extremo está en que “tiene” poder, pero en el otro extremo debe estar quien obedece, pues si no hay obediencia - no interesa por ahora que la misma se logre con la razón o con la fuerza - tampoco hay poder. Por eso es que Friedrich dice: “ El poder es, en cierta medida una posesión, y en gran medida una relación”.Friedich mantiene, en consecuencia, la idea de que el poder es una “cosa” a poseerse y lo hace porque precisa que el poder a institucionalizarse, conlleva una serie de cargos, roles y atributos que son “poseídos” por quien manda; por ejemplo: el bastón y banda presidencia, el edificio en que está su despacho, las armas y medios represivos, etc..Nosotros creemos que esto es poner demasiado el acento en lo “formal” en la “posesión” de los instrumentos viables para ejercer el poder, y lo substancial es la relación mando - obediencia, como se desprende de la propia definición de poder de Friedrich que dice: “el poder es aquella relación entre los hombres que se manifiesta como una conducta de seguimiento”. Es decir, que Friedrich pone énfasis en la relación que establece, en la que se advierte que hay un conjunto de conductas que siguen y obedecen a alguien o a algunos.¿Porque hay seguimiento?. ¿Porque hay acatamiento?. Se acata por el “consentimiento” (consenso de voluntad) o por la “coerción”. Esta división es meramente didáctica porque en la realidad social se obedece por consentimiento y coerción.La coerción - dice Friedrich puede tener tres formas. “Una inspección de la escena política permite descubrir tres formas primarias de coerción: la física, la económica y la psicológica.a) En la coerción física aparece incita la idea de la posesión de los medios capaces de obtener directa y efectivamente, aplicando la fuerza, la conducta que se desea. Se manifiesta, por ejemplo, a través de la policía y las fuerzas armadas; b) En la coerción económica implica la utilización de medios económicos a través de los cuales y de una manera indirecta, se coacciona a los individuos para obtener las conductas deseadas. Marx asigna capital importancia a este aspecto en su concepción del Estado como aparato de dominación de la clase dominante.c) Así como la coerción económica es un condicionante de tipo externo y estructural sobre el comportamiento, la coerción psicológica supone un condicionamiento “interno”. A simple vista, nadie aparece ordenado o pretendiendo obediencia. En su grado más puro la coerción psicológica se da en el manejo de las técnicas de propaganda.Si bien la coerción se puede dar en cualquiera de esas tres formas que tienen el potencial coercitivo necesario para asegurar la efectividad de la relación de poder, ello no quiere decir que necesariamente se pueda dar en una forma con exclusión de las otras; por el contrario, las tres se necesitan y complementan mutuamente.Ahora bien, cabe preguntarse si la “conducta de seguimiento” se obtiene por la coerción o por el consentimiento y la coerción, aunque en medida y proporciones diferentes según la realidad a que se haga referencia.Max Weber, por su parte, en famosa obra “Economía y Sociedad”, procura efectuar algunas precisiones que, por su utilidad conceptual, vamos a explicar a continuación. Para el sociólogo alemán poder “significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad”. Este concepto es demasiado amplio, sociológicamente “amorfo” dice Weber, porque “todas las cualidades imaginables de un hombre y toda suerte de constelaciones posibles, pueden colocar a alguien en la posición de imponer su voluntad en una situación dada”. Es por ello que este autor procura encontrar otro concepto que sea más especifico del tipo de relación que nos ocupa, y propone el concepto de dominación.Por dominación entiende “la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas”. La situación de dominación está unida necesariamente o bien a la existencia de un cuadro administrativo, o bien a una asociación. Es decir que la situación de dominación requiere esencialmente la presencia de alguien mandando eficazmente a otro, pero de hecho, esta unida a situaciones que la facilitan, como las dos mencionadas.“Poder, para Weber, equivale a ejercer cualquier tipo de “influjo” sobre otros hombres. “Dominación”, en cambio, apunta a la “probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (o para toda clases de mandatos)”, la que puede descansar en diversos motivos de sumisión tales como la habituación inconsciente en un extremo, hasta las consideraciones puramente racionales en la consecución de fines determinados, en el otro extremo; generalmente se añade otros motivos, afectivos, adhesión a valores, la costumbre y la situación de intereses. Pero la dominación busca fundamentos de allí que se agrega otro factor: la creencia en la legitimidad.Finalmente, cabe distinguir dos “tipos” o “modos” de dominación. A) El tipo de dominación mediante constelación de intereses, que encuentra su forma más pura en lo que se denomina “las situaciones de monopolio en el mercado”, o sea, que se trata de un concepto netamente económico; se impone y domina no porque hay el deber de obedecer, sino porque a través de los intereses que se controlan - o constelación de intereses -se obliga a actuar en un sentido; se puede no obedecer, nadie va a poder apelar al deber de obedecer, pero las circunstancias del mercado constriñen a ello. B) El otro “tipo” es el de dominación mediante la autoridad, en el que se apela al deber de obediencia; es la autoridad del padre de familia, del príncipe, del soberano, del funcionario. Aquí es donde se da la dominación como, al decir Weber, “un estado de cosas por el cual una voluntad manifiesta (mandato del dominador o de los dominadores), influye sobre los actos de otros (dominado o dominados), de tal suerte que en un grupo socialmente relevante, estos actos tienen lugar como si los dominadores hubieran adoptado por sí mismos y como máxima de su obrar, el contenido del mandato”; es decir, la obediencia, lo que plantea el ya mencionado problema de la legitimidad que desarrollaremos más adelante.En síntesis, el “poder” es un término genérico, difuso en todo tipo de relación social; por ejemplo; el profesor que enseña tiene poder; el médico que preceptúa “no fumar” y es acatado, tiene poder, el deportista que es emulado, tiene poder. Dominación es un concepto especifico cuyas notas han sido dada más arriba, y de entre sus tipos nos interesa la dominación como poder de mando autoritario, que en definitiva, es la dominación política.b) Aspectos sociológicos del Poder En realidad, al tratar la problemática conceptual del poder en las paginas anteriores, hemos abordado distintos aspectos sociológicos del poder. Completaremos ahora los mismos, con el desarrollo de los caracteres específicos del poder (o de la dominación si utilizamos el lenguaje weberiano) que le atribuye Maurice Duverger.- En primer término, nos dice Duverger que el poder es un fenómeno biológico con lo que quiere decir que las relaciones de poder se dan en todo grupo humano, cualquiera sea él y en todo momento histórico. Inclusive alude a la necesidad de estudiar fenómenos de poder entre seres animales. A pesar de esto, entendemos que la connotación biologicista es inconveniente, por lo que preferimos decir que es un “fenómeno humano” para afirmar la sencilla tesis de que “ en todo grupo humano habrá siempre relaciones de poder”. Naturalmente que esta afirmación no es compartida por todas las corrientes del pensamiento ya que, por ejemplo, el marxismo y el anarquismo parten del supuesto de que en determinado momento de la evolución de las sociedades éstas presentan una carencia de esta relación de mando - obediencia, y que luego de un determinado proceso de desarrollo revolucionario de la sociedad, el poder desaparecerá. Estas escuelas estiman, pues, que las relaciones de poder no son sino manifestaciones superestructurales de un determinado estado del desarrollo de las fuerzas productivas.En segundo lugar, Duverger dice que el poder es un fenómeno de coerción. La idea es que siempre está presente la coerción en esa relación, es decir, la posibilidad de hacer cumplir el mandato venciendo las resistencias que al mismo pueden presentarse. Naturalmente que la coerción se presenta en grado diferente según los casos y, como lo hemos expresado ut - supra, no implica necesaria ni exclusivamente la coerción física, pues a través de los mecanismos económicos y psicológicos también se manifiesta.Algunos autores señalan que la coerción está en relación inversa con el consentimiento; de allí la tan conocida fórmula que dice: “ a mayor consentimiento (obedezco porque lo creo conveniente), menor necesidad de coerción, viceversa”. Pero pareciera que esa relación no es tan simple; por ello el profesor argentino Natalio Botana dice: “en el fenómeno del poder, la coerción y el consentimiento están siempre presentes, aunque en grado diverso; y no puede definirse el consemiento como la ausencia de coerción, porque incluso ésta puede generar consentimiento”. En efecto, conceptualmente pueden hacerse muchos esfuerzos para distinguir la coerción psicológica especialmente del consentimiento, pero en la concreta vida social dirigida no solamente a hacerse obedecer sino a que se acepte el mandato de propio grado.En tercer lugar dice Duverger que “el poder es un fenómeno de especial naturaleza psíquica. Acá - como en la primera característica - estimamos que la terminología utilizada es inconveniente porque pareciera expresar que el poder es “algo psíquico”. Lo que en realidad Duverger ha querido decir - como él mismo lo explica - es que el poder como relación, no sólo busca que el mandato se cumpla sino que se lo acepte como legítimo, es decir, que se mande y que sólo se obedezca, sino que se crea en la necesidad de obedecer. Como dice Duverger, “no es lo mismo obedecer por imposición - aunque en el plano biológico es lo mismo: el señor me manda y yo obedezco porque me lo impone -a que obedezca porque lo acepto, porque lo creo legítimo, justo, etc. O sea que los hombres buscamos racionalizar nuestra obediencia. Esto plantea el problema de legitimidad.c) La legitimidad, concepto y alcances Más arriba hemos llegado y tocado tangencialmente el concepto de legitimidad, el que debemos precisar para luego explicar los tipos de poder, o denominación como les llama Max Weber, en función precisamente de los tipos de legitimidad.Lo primero que debemos entender es que la legitimidad no se confunde con otros dos aspectos que a simple vista pueden resultar similares pero que son distintos. Estos son el de legalidad y el de justificación del poder. Mientras que la legitimidad es un problema sociopolítico, la legalidad es un problema jurídico, y la justificación del poder un problema filosófico - valorativo.Cuan do el mandato se ajusta al cuadro jurídico normativo (Constitución) de la comunidad política, hay legalidad. El Derecho Constitucional establece los criterios para considerar legal o ilegal el mandato de los gobernantes.Por su parte, el hacer referencia al fundamento último de por que unos mandan u otros obedecen y porque algunos deben mandar y otros deben obedecer plantea la problemática de la justificación del poder, propia de la filosofía política, habiendo sido numerosas las corrientes del pensamiento que han propuesto respuestas a este arduo problema.El de la legitimidad es un problema sociopolítico que se refiere a los fundamentos por los cuales dentro de un régimen político los gobernantes aceptan mayoritariamente que los gobernantes actúan dentro de las reglas de juego comúnmente aceptadas por esa sociedad. Se entiende que el sentido y el contenido del mandato coincide con las metas, los objetivos y los procedimientos que esa comunidad estima valiosos. En un palabra, “se cree en esos gobernantes y en sus mandatos”.Preci samente porque la aceptación se da en el seno de cada régimen político, advertimos que no hay “una legitimidad” sino “legitimidades”. Es decir, que en cada momento histórico y en cada pueblo se gesta un particular sistema de creencias sobre el cual reposará la legitimidad de su particular régimen político.Se advierte fácilmente que el principio de legitimidad necesita que tanto los gobernantes como los gobernados actúen en concordancia con el sistema de creencias, pues de lo contrario el régimen político comienza a perder legitimidad y entra en crisis. Por ello Botana dice que “un sistema de poder es legitimo, si el principio de legitimidad que los justifica es capaz de vivir en el consentimiento de los gobernados, y en el respecto que los gobernantes deben a las reglas aceptadas e interiorizadas por todos los factores pertenecientes al régimen”.Nuestro siglo es espectador de profundas transformaciones en curso en numerosos estados, que han erosionado el sistema de creencias que nace en la Revolución Norteamericana de 1776 y en la Revolución Francesa de 1789 y que se había impuesto en gran parte del mundo occidental. Es la crisis de la legitimidad demoliberal. Si, por hipótesis, el Partido Comunista de la Unión Soviética resolviera iniciar un proceso de reversión al capitalismo, estaría atentando contra los principios de la legitimidad socialista.No cabe duda que en la República Argentina existe una “crisis de legitimidad política”. Nuestro sistema de creencias políticas establece que la base que sustenta las relaciones de poder es el pueblo como origen de la autoridad y su expresión mediante el mecanismo de democracia representativa con un sistema de partidos políticos. Existen, sin embargo, circunstancias objetivas que dificultan u obstruyen el desarrollo de las reglas de juego que supone el sistema de creencias, lo que va erosionando las convicciones. En el apéndice de este capitulo reproducimos el artículo del Dr. Natalio Botana titulado “La crisis de legitimidad en Argentina y el desarrollo de los partidos políticos” publicado por la Revista “Criterio”, con el que el estudiante podrá relacionar eficazmente la conceptualización vista en este capitulo con nuestro régimen político.DISTINTOS TIPOS DE DOMINACIÓN LEGITIMA Vamos a distinguir tres tipos de dominación política legítima, siguiendo a Weber en su obra “Economía y Sociedad”: a) la dominación de carácter racional; b) la de carácter tradicional; y c) la de carácter carismático. Antes de desarrollar cada una de ellas, debemos recordar que estos tres tipos no se dan históricamente en forma pura, sino que se entrecruzan y combinan entre sí.a) La dominación racional también llamada legal con administración burocrática, “descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad (autoridad legal)”. En este caso, se obedece a “ordenaciones impersonales y objetivas legalmente estatuidas y las personas por ellas designadas en mérito éstas de la legalidad formal de sus disposiciones dentro del circulo de sus competencias”. O sea que no importa quién manda en cuanto a su identidad personal, sino en cuanto haya sido elegido de conformidad con el ordenamiento vigente, y es aceptado todo funcionario que actúa exclusivamente en el ordenamiento legal.El tipo mas puro de dominación legal es lo que Weber denomina “dominación legal con administración burocrática”, que es la forma de administración especifica moderna. En este tipo, la administración burocrática representada en los funcionarios, es la encargada de hacer llegar la orden de quien manda a quien obedece y de lograr su cumplimiento. Quienes lo obedecen, no lo hacen por su carisma o aptitudes, sino en tanto y en cuanto los funcionarios actúan en atención a la ordenación impersonal (orden jurídica) cuya creencia sustentan los primeros.Weber dice que la dominación legal descansa en la validez de las siguientes ideas: 1) “que todo derecho pactado u otorgado pueda ser estatuido de modo racional, racional con arreglo a fines, o racional con arreglo a valores, con la pretensión de ser respetados, por lo menos, por lo miembros de la asociación y también regularmente por aquellas personas de dentro del ámbito de poder de la asociación realizan acciones sociales, etc.”. Es decir que esta primera la afirmación apunta a que todo derecho puede ser estatuido de modo racional, lo que supone que tiene que haber una creencia compartida para ello sea posible.Agrega Weber, “... segundo, que todo derecho, según su creencia, es un cosmo de reglas abstractas por lo general estatuidas impersonalmente; que la judicatura implica la aplicación de estas reglas al caso concreto; y que la administración supone el cuidado racional da los intereses previstos por las ordenaciones de la asociación, dentro de los límites de las normas jurídicas...”.Y concluye diciendo “... tercero, que el soberano legal típico, la “persona puesta a la cabeza”, en tanto que ordena y manda, obedece por su parte al orden impersonal por el que orienta su disposiciones. Es el llamado “gobierno de la Ley”. Porque si bien es cierto que como decía el profesor parisiano George Burdeau, en definitiva detrás de todo el juego de conceptualizaciones “el poder, en la realidad, son hombres”, y que en definitiva es esta obedeciendo a hombres, el sentido que se le debe dar a la caracterización weberiana es que no está obedeciendo al hombre en sí, sino en tanto y en cuanto el hombre encarna ese sistema impersonal en el cual se crea y se respeta.La administración burocrática típica del Estado Moderno, es un orden impersonal de funcionarios que se mueve dentro de un juego de competencias. El burócrata es respetado en la medida en que funciona dentro de su órbita, y es retribuido en función de su cargo; a) La dominación de carácter tradicional “descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempo y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad (autoridad tradicional)”. El fundamento no es la legalidad de las ordenaciones sino la tradición y su santidad. Agrega Weber que “se obedece a la persona del Señor llamado por la tradición y vinculado por ella (en su ámbito) por motivos de piedad, en el círculo de lo que es consuetudinario”. O sea que se obedece por tradición, se obedece al padre, porque es padre y no porque posea ningún don extraordinario; y se lo obedece en el círculo de lo consuetudinario, es decir de lo que la tradición ha ido forjando.El soberano es un Señor Personal, y quienes están ligados al lado de él y ayudan a que realice e integre la relación mando - obediencia, no son funcionarios, sino servidores del señor, a quienes el señor designa por razones de linaje, regalo u obsequio.Las formas más primitivas de organización pertenecen a este tipo. Son la gerontocracia y el patriarcalismo originario. La primera consiste en que la autoridad en la asociación la ejercen lo más viejos por ser los mejores conocedores de la tradición. El patriarcalismo es la situación que se da en una asociación primariamente económica o familiar en la que ejerce la dominación una sola persona de acuerdo a las reglas hereditarias. A veces coexiste con la gerontocracia. Los derechos de gerontes y patriarcas son propios, impuestos por la tradición, aunque son reconocidos como preeminentes entre iguales y en interés de todos.Ambos casos refieren a organizaciones en las que el señor carece de un cuadro administrativo propio.- Cuando surge el aparato administrativo (burocrático y militar) personal del señor, la dominación tradicional tiene al patrimonialismo, cuyo caso extremo es el sultanato. Dice Weber que la dominación tradicional es “toda dominación primariamente orientada por la tradición, pero ejercida en virtud de un derecho propio; y es sultanista la dominación patrimonial que se mueve, en la forma de su administración, dentro de la esfera del arbitrio libre, desvinculado de la tradición”. Y agrega que la distinción es completamente fluida. Los derechos se ejercen sobre “súbditos”, y se tiene como algo propio, apropiado como cualquier otro objeto de posesión. El mando patrimonial se apoya exteriormente en esclavos, colonos o súbditos oprimidos, y en ejércitos mercenarios. La relación es ampliada a toda una comunidad política.El feudalismo, ¿es un tipo tradicional de dominación?. Weber lo analiza al estudiar la dominación tradicional; y es de este tipo pero de una forma diferente, de tal modo que hasta sugiere un tipo distinto de dominación.Es la dominación estamental - patrimonial, en la cual el cuadro administrativo constituido por una asociación o una categoría de personas determinadas se apropia de determinados poderes de mando y sus correspondientes probabilidades económicas, que es lo que caracteriza al feudalismo, llamado por algunos autores poliarquía, precisamente por el fraccionamiento del poder.c)La dominación de carácter carismático “descansa en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas (autoridad carismática). La palabra carisma - que Weber toma de la teología bíblica - tiene un sentido de “don” que es poseído por una persona. Este tipo de legitimidad se funda en la creencia de que un hombre o grupo de hombres, posee determinados atributos excepcionales. Agrega Weber que en este caso “se obedece al caudillo carismáticamente calificado por razones de confianza personal en la revelación, heroicidad o ejemplaridad, dentro del círculo en que la fe en su carisma tiene validez”.El “cuadro administrativo” del líder carismático es elegido también por cualidades carismáticas: el profeta tiene sus discípulos, el príncipe de la guerra su “séquito”, el jefe sus “hombres de confianza”. Hay “misioneros”, no magistrados; hay creaciones de derecho caso por caso, no preceptos jurídicos abstractos. La dominación carismática es revolucionaria en el sentido de que no s guía por las tradiciones e incluso subvierte el pasado. Rige solamente en cuanto es corroborada, reconocida, por los seguidores.- En su forma pura, la dominación carismática es de carácter extraordinario y fuera de lo cotidiano, se da en una relación rigurosamente personal en la medida en que hay corroboración. Cuando se dice duradera se racionaliza o tradicionaliza o ambas cosas. Es lo que se ha dado en llamarse la rutinización del carisma. El liderazgo se institucionaliza. Ello se ve claramente cuando se busca un orden de sucesión para este tipo de liderazgo, sin duda, la fe no se apoyará más en cualidades personales del sucesor, sino en la adquisición legítima de su cargo en virtud del orden sucesorio aceptado por razones tradicionales o legales. RICARDO DEL BARCO