El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en el imaginario de Sabaneta de jujure: 1807) Emad Aboaasi El Nimer* Resumen En el presente trabajo se evalúa un caso de concubinato entre dos primos hermanos ocurrido en 1807, en Sabaneta de Jujure (hoy Municipio Turén, estado Portuguesa), en el cual se evidencia la lucha entre la iglesia y la corona española por vigilar las conductas individuales y sociales en dicha población, a principios del siglo XIX. Palabras clave: Sabaneta de Yujure, Turén, Concubinato, Iglesia, Poder Secular. THE GOD’S POWER OR THE FLESH’S STRENGTH. (THE DIVINE AND THE EARTH IN THE IMAGERY OF SABANETA OF JUJURE: 1807) Abstract This paper evaluates a case of cohabitation between two cousins occurred in 1807, in Sabaneta de Jujure (now Municipality Turen, Portuguesa), which is evident in the struggle between the church and the Spanish crown to monitor individual behavior and social conditions in this population, early nineteenth century. Key words: Sabaneta de Yujure, Turen, Concubinage, Church, Secular Power. * Lic. en Historia, Lic. en Educación: Mención Historia, Abogado, Dr. en Historia. Profesor de la Escuela de Historia (U.L.A.). E-mail: emaboasi@hotmail.com Recibido: marzo 2010 Aceptado: abril 2010 255 El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en el imaginario de Sabaneta de jujure: 1807) Emad Aboaasi El Nimer PP 255-270 1.- Preliminar Desde el mismo proceso colonial hispánico, en América –y particularmente en Venezuela- los pecados de la carne y las uniones ilícitas fueron vistos como males que acechaban a los individuos de distintos estratos sociales, conminándolos a subvertir las normas que los reprimían, generando dolores de cabeza a las autoridades eclesiásticas y civiles encargadas de vigilar los cuerpos para evitar que se desbordaran de pasión. En ese periodo colonial, la única forma de pareja aceptada por las leyes divinas y terrenales, entre un hombre y una mujer, era la del matrimonio. Una de las maneras de vulnerarla era a través del concubinato o amancebamiento, que consistía en que un hombre y una mujer llevaran una relación íntima “(...) sin haber cumplido con el rito ni con las formalidades impuestas por la iglesia católica”1. Por tanto, el amancebamiento era considerado una transgresión social que minaba las normas eclesiásticas y las buenas costumbres; y en la sociedad, era visto con vergüenza por su carácter ilegal y pecaminoso, pues llevaba implícita la práctica del sexo, que no se concebía fuera del lecho nupcial; por cuanto sólo debía ser realizado entre cónyuges. El concubinato, entonces, era escandaloso –y más– cuando la pareja unida tenía lazos de consanguinidad de segundo grado, es decir, eran primos hermanos. Ello en virtud de que por mandato legal, no podían unirse –ni casarse– por tener Impedimentos impedientes2, salvo que obtuviesen dispensa expresa del Obispo Diocesano. Ante esta realidad socio-jurídica, hubo hombres casados que quebrantaron la norma, 1 Victoria E. Pawels T. “El Destierro en la Colonia”. Boletín de Historia, pág. 104. 2 Impedimentos impedientes son los obstáculos que prohibían la realización del matrimonio sin previa autorización de la Iglesia. Era ésta quien otorgaba la dispensa de acuerdo a las leyes eclesiásticas e indianas. Pero si el matrimonio ya se hubiese contraído, no se anulaba, quedaba legalizado como tal. En el caso de los primos hermanos sólo se dispensaba bajo ciertas circunstancias consideradas por la Iglesia. Vid: Avendaño Cerrada, Elizabeth y Rodríguez, Cerrada Marisela. Los Impedimentos al Matrimonio en la Diócesis de Mérida 1802-1812, págs. 48-53. 256 Revista Mañongo Nº 34, Vol. XVIII, Enero-Junio 2010 PP 255-270 sosteniendo –paralelamente– una relación de amancebamiento, que al ser descubiertos, fueron objeto de sanción legal, religiosa y pública. En este sentido, en las páginas subsiguientes, se pretende hacer una lectura inductiva a un caso de concubinato entre los primos hermanos Juan Sosa y Matea Sosa, a fin de comprender la lucha suscitada entre la iglesia y la corona española por controlar los comportamientos individuales y sociales, la cual nos permitirá acercarnos al imaginario colectivo de Sabaneta de Jujure de principios del siglo XIX. 2.- Narración del hecho delictuoso El 31 de marzo de 1807, Andrés de Los Ríos, Capellán de Sabaneta de Jujure3, (hoy día, Villa Bruzual, capital del Municipio Turén, estado Portuguesa), dirigió un Escrito de Queja ante el Teniente Justicia Mayor, Don Alonzo Luis Escalona, informándole que bajo sus instrucciones, el Comisionado de Justicia interino procedió a llevar a prisión a Juan Sosa, con la custodia necesaria y a la disposición del Tribunal, por el delito de concubinato que éste, desde hacía varios años, mantenía públicamente con su prima hermana Matea Sosa4, pese a ser un hombre casado. Ello en atención a que según las Siete Partidas de Alfonso el sabio, yacer con una parienta 3 D. Joseph Luis De Cisneros, en su obra Descripción exacta de la Provincia de Benezuela (pág. 130), la denomina Yugure; el Obispo Mariano Martí en Documentos relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas: 1771-1784. Libro Personal (Vol. 96, T. II, Pág. 585) la llama Jujure, alias Turén; el Hermano Nectario María en Historia del estado Portuguesa (Pág. 41) la denomina San Antonio de Yujure, y nos informa que el pueblo de Sabaneta es el nombre originario de Villa Bruzual, la capital del actual Municipio Turén, estado Portuguesa. Álvaro García Castro, en “Centros poblados”, Apéndice 1 del Diccionario de Historia de Venezuela, de la Fundación Polar (Vol. 4, 2da. Edición, 1997, págs. 446-449) nos dice que el pueblo de indios San Antonio de Padua de Jujure de Turén, fundado en 1724 por Fray Francisco de Campillo, corresponde al actual Municipio Turén; y luego nos informa que el pueblo de indios Sabaneta de Turén o Jujure, fundado en 1797 por Juan de Alhama, actualmente es Villa Bruzual. Este nombre se debe al valiente sin miedo Ezequiel Bruzual, quien durante la guerra federal acampó en sus predios y desató la batalla de El Guasdual en 1861. A partir de 1864, con la Ley de división político territorial de ese momento se le cambió el nombre a Sabaneta por el de Villa Bruzual, nombre que aún lleva actualmente. 4 El documento analizado no señala la edad de los concubinos, ni la clase social. Sin embargo, presumimos que eran mayores de edad y posiblemente pertenecían a la clase criolla o peninsular. 257 El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en el imaginario de Sabaneta de jujure: 1807) Emad Aboaasi El Nimer PP 255-270 hasta el cuarto grado de consanguinidad era considerado pecado, y por ende, incestuoso: Yacer ome con su parienta, ó cuñada, es pecado que pesa mucho á Dios, é que tienenn los omes por muy gran mal, é llamando en latin incaestus, que quiere tanto decir, como pecado que es fecho contra castidad, é cae en este pecado el que yace a sabiendas con su parienta fasta el cuarto grado, ó con su cuñada que fuesse muger de su pariente hasta en esse mesmo grado5. (Negritas nuestras). Además, le informó que aun y cuando hizo todo lo posible para que Juan se encarrilase en su vida nupcial, sus “(...) requerimientos y amonestaciones amorosas, las reprensiones verbales de la justicia y tiempo demasiado que se le ha concedido para efectuar ó practicar las diligencias concernientes á6 su matrimonio”7 fueron infructuosas. Debido a que Juan le hizo caso omiso a todas sus reprimendas y siguió manteniendo su relación concubinaria con Matea. Obviamente, el Pastor actúa “(...) con oportunos remedios a tan grave mal; (...) (para extinguir tal) excomunión, (...)”8, porque según el Concilio de Trento, Sesión XXIV, referente al Decreto de Reforma sobre el Matrimonio, Capítulo VIII, en el procedimiento eclesiástico contra las uniones ilícitas, si después de ser amonestados tres veces por el Ordinario –aun de oficio– no se apartasen de su concubina los mal entretenidos; se les debía seguir reprendiendo hasta que obedecieran la corrección que se les hubiese impuesto9. 5 Don Joseph Berni y Catalá. Apuntamientos sobre las leyes de Partida al tenor de leyes recopiladas, Autos acordados, autores españoles y practica (sic) moderna, que escribe el doctor Don Joseph Berni, y Catalá, Abogado de los Reales Consejos, y de pobres en esta ciudad de Valencia con dos copiosos indices, (sic) uno del texto, y otro de los Apuntamientos. Partida VII, págs. 86-87. 6 Se ha de advertir que se utilizaron las normas de Transcripción de Washington de 1961, respetándose en términos generales la ortografía original del documento analizado y citado, despejándose las abreviaturas. 7 Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. “Carta enviada por el Bachiller Andrés de Los Ríos al Teniente Justicia Mayor Don Alonzo Luis Escalona”, folio 1, fte. 8 Sacrosanto, Ecuménico y General Concilio de Trento. El Sacramento del Matrimonio, Sesión XXIV, VIII celebrada en tiempo del sumo Pontífice Pío IV en 11 de noviembre de 1563. Doctrina sobre el Sacramento del Matrimonio, Cánones del Sacramento del Matrimonio, Decreto de Reforma Sobre el Matrimonio. 9 Idem. 258 Revista Mañongo Nº 34, Vol. XVIII, Enero-Junio 2010 PP 255-270 Al mismo tiempo, resaltó que el día Viernes Santo, a las once de la noche, dicho Comisionado de Instancia de Sabaneta de Jujure, verificó la prisión de los mencionados primos hermanos a quienes sorprendió “(...) durmiendo ya baxo un mismo techo, en un mismo aposento, y con tal reposo y tranquilidad, como si aquella su exêcrable criminal union la hubiese aprobado la Yglesia, (...)”10. Razón por la cual, se alarmó tanto que los sermoneó seriamente, porque consideraba que con tal delito criminal y público, de transgresión sexual, estaban desafiando la misericordia del Todopoderoso, y obviamente, vulnerando el orden del comportamiento social impuesto por la Iglesia a sus feligreses. No olvidemos que: Los Curas o Presbíteros encargados de velar por las ovejas del rebaño del Señor, estaban pendientes de todas las irregularidades que se daban en sus jurisdicciones eclesiásticas, tratando de poner “a buen vivir” a las parejas que por ciertas circunstancias no habían podido hacer vida matrimonial según los preceptos de la Madre Iglesia11. Por tanto, (...) tenían el objetivo de fomentar el estudio y predicar la doctrina católica con el objeto de actuar sobre la conciencia colectiva, por medio de la creación de preceptos morales coercitivos y condicionantes de las actitudes de los pobladores para impedir el relajamiento sexual de los diversos estratos sociales12. En tal sentido, Andrés de Los Ríos, al notar que los infractores se habían unido carnalmente en la festividad de la Semana Santa sin la preocupación del castigo de Dios, los reprendió para que tuviesen 10 Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 1, fte. 11 Vid: Avendaño Cerrada, Elizabeth y Rodríguez, Cerrada Marisela. Op. Cit., pág. 67. 12 Jenifer Piñerúa N. “De casorios y conveniencias. Transgresiones sexuales, leyes divinas y terrenales”. Tierra Firme, pág. 219. 259 El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en el imaginario de Sabaneta de jujure: 1807) Emad Aboaasi El Nimer PP 255-270 conciencia de la hondura de su pecado y supieran del sacrilegio cometido, “(...) y hecholes ver la enormidad de su delito, cometido publicamente sin temor de Dios, ni respeto á aquel dia tan sagrado; (...)”13. Pues, según la Iglesia Católica, se debía guardar abstinencia sexual porque se rememoraba con dolor, la crucifixión de Jesucristo. Ninguna ovejita cristiana debía fornicar. El Capellán indicó que luego de que Juan y Matea fueron aprehendidos, él confirmó las formalidades legales que exigía el caso, tales como: la privación de libertad para Juan, así como la pena pecuniaria en su contra mediante el embargo de sus bienes; y el depósito de Matea en casa de familia honesta, tal como lo ordenaba el Sínodo Diocesano. Este tipo de castigo es: (...) una muestra (...) del poder que impone el hombre como ser dominante de la sociedad. A la mujer que lleva una vida de ‘escándalo’ y alegre se le aparta de la sociedad14. En este caso, Matea quedó aislada, recayendo todo el peso de la ley sobre ella, porque luego, Juan fue puesto en libertad15. Cuando en realidad la Ley III, del Título XVIII de la VII Partida de Alfonso el sabio, merecía una pena más severa. Leamos: E por si aventura alguno cassase á sabienda con su parienta quel perteneciesse fasta el grado sobredicho, ó fe ayuntasse á ella carnalmente, si fuere ome honrado debe perder la honra, é el lugar que tenia, é ser desterrado para siempre en alguna isla. E si fijos non oviere legitimos de otro casamiento, deven ser todos sus bienes de la Camara del Rey: fueras ende, si tal casamiento como este fuesse otorgado por dispensacion del Papa, é si aquel que ficiesse el casamiento fuere ome vil, devenle dar açotes publicamente, é después destarrarlo para siempre, (…)16. 13 Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 1, fte. 14 Oscar Hernando Guarín. “La prostitución en la Colonia”. Boletín de Historia, pág. 96. 15 Hasta los momentos no nos ha sido posible hallar el expediente judicial instruido contra estos infractores, por tanto, no tenemos mayor información sobre el destino de María, los bienes embargados a Juan, el nombre de su esposa e hijos, el número de hijos, entre otros datos que cualquier lector quisiera tener presentes a los efectos de seguir ampliando su visión acerca del desarrollo de este caso en el contexto histórico. 16 Doctor Don Joseph Berni y Catalá. Op. Cit., pág. 87. 260 Revista Mañongo Nº 34, Vol. XVIII, Enero-Junio 2010 PP 255-270 El anterior procedimiento no le fue aplicado a Juan, pues no perdió la honra, ni fue desterrado. Ante esta realidad jurídica cabe preguntarse: ¿Acaso la justicia fue indulgente con Juan porque era hombre? ¿O porque era casado y así, quizás podía regresar a su hogar nupcial? ¿Quién aseguraba que no siguiera buscando a otra prima hermana –o cualquier otra– para conminarla a fusionar su pasión con la de él?.. 3.- Escarmiento público contra la deliberada sexualidad… Evidentemente, la actitud indulgente de la justicia terrena –nefasta a los ojos de la Iglesia– molestó al representante de la Iglesia Católica de Sabaneta de Jujure, Capellán Andrés de Los Ríos. Por lo que se quejó al considerar que esa unión carnal pervertía los sanos hábitos del entorno y debía ser castigada notoriamente. Así lo expresa textualmente en su Escrito de Queja: Quando yo y todo el mundo esperaba que Vuestras Mercedes en vista de la delinqüencia de éstos reos (tanto mas porque quanto mas contumaces y escandalosa) y en desempeño de la recta administración de justicia que se lo ha confiado, hubiese procedido á la corrección de ellos para dar una publica satisfacción á este vecindario altamantemente escandalizado con sus delitos, y que sirviere de escarmiento á los demás, (...)17. Nótese que, “(...) la mayor condena social era originada en el escándalo público y no en la transgresión por sí sola”18. Porque (...) el problema moral de la sociedad no radica en el delito por sí mismo, sino en el hecho de hacerse público (...)”19. El rumor que se generaba en la calle era lo que hacía actuar a las autoridades, porque se sentían burladas. Cuando la relación pasional de dos seres no se ceñía al corpiño de la exigencia 17 Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 1, vto. 18 Jenifer Piñerúa N. Art. cit., pág. 217. 19 Ibidem, pág. 221. 261 El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en el imaginario de Sabaneta de jujure: 1807) Emad Aboaasi El Nimer PP 255-270 social, quedaba oculto en lo privado; y tal vez no tenía trascendencia. Por la sencilla razón de que al hacerse: (...) públicos los adulterios, amancebamientos y concubinatos las autoridades se constituyen en protectoras de la moral colectiva, pero mientras estos permanecen en lo subterráneo de las relaciones no causan estupor, se podría decir que las autoridades se cuidan más de ejercer un poder de facto que de administrar una justicia correctiva; para la justicia, su rectitud y moralidad no pueden quedar en entre dicho, y se convierte así en una institución reguladora de las necesidades sociales y de las necesidades morales20. Entonces, se recurría al sermón de desaprobación pública para amonestar y corregir la deliberada sexualidad extramarital. Porque el sexo no se concebía fuera del lecho nupcial; sólo debía ser realizado entre cónyuges. También, se aplicaba el castigo por fuerza de ley, a través de los funcionarios de justicia de la realeza española. Con la severa sanción, la autoridad laica cooperaría más en el control social, estaría informada de los vecinos mal entretenidos poniéndoles mano dura. Así las cosas, quien tenía urgencia de unirse en cuerpo y alma a otra persona, debía hacerlo mediante el patrón eclesiástico y legal, y en consecuencia, que viviera –de modo notorio y público–, su relación de pareja, pero casado. Así no tendría que estar propiciando encuentros a hurtadillas, poniendo en entredicho a las autoridades que tanto vigilaban estas conductas. Además, “(...) se consideraba que por medio del matrimonio se desterraba la sexualidad pecaminosa, ya que la finalidad del matrimonio era la procreación sin placer, ni deseo”21. Concebir el sexo sin el patrón nupcial, era una evidente y expresa contravención al orden social. Amén de ser objeto de intolerancia religiosa. Por cuanto, “(...) una transgresión sexual implicaba delito y pecado a la vez, lo que quiere 20 Oscar Hernando Guarín. Art. cit., pág. 96. 21 Jenifer Piñerúa N. Art. cit., pág. 221. 262 Revista Mañongo Nº 34, Vol. XVIII, Enero-Junio 2010 PP 255-270 decir que ningún cuerpo legal de la época aceptaba la sexualidad fuera del matrimonio”22. En este orden de ideas, Andrés de Los Ríos, al ver que la autoridad secular no fue severa con Juan Sosa, se alarmó de que la decisión siguiera dando pie a la corrupción de la carne, pervirtiendo así, los principios de la moral cristiana en cuanto a la sagrada unión del hombre y la mujer en matrimonio, como una manera de glorificar a Dios en el propio cuerpo, huyendo de la fornicación23. Por tanto, cree que la actitud tan permisiva de la autoridad secular, podía ser una tácita aprobación a tales excesos contra la natura nupcial, única forma de unión lícita. Por ello, increpó lo siguiente: (…) solo veo que se recibe con la mayor indiferencia un asunto de tanta gravedad por su naturaleza y circunstancias, el reo en libertad burlado el Ministro que representa aquí la persona de Vuestra Merced, infructuosas mis instancias, desatendidos mis clamores, y una tacita aprobación o salvo conducto á estos y demas delinquentes para que continuen en sus crímenes y exêsos24. El Capellán no exige de la autoridad Real “(...) represión del desorden, (...) (sino una) mejoría ordenada de las fuerzas colectivas e individuales (...) es decir, no el rigor de una prohibición sino la necesidad de reglamentar el sexo mediante discursos útiles y públicos”25. Porque ello fungiría de moraleja a los vecinos de Sabaneta de Jujure. Serviría de lección para el colectivo y sería el mejor premio para quienes creían en la continencia de la práctica sexual extramarital, como sinónimo de orden y respeto por las normas de Dios y del hombre. 22 Ibidem, pág. 218. 23 Vid: La Santa Biblia. Primera Epístola del Apóstol San Pablo a los Corintios, Capítulo 6, Versículo 18, pág. 1057. 24 Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 1, vto. 25 Michel Foucault. Historia de la sexualidad. Vol. 1: La voluntad de saber, pág. 34. 263 El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en el imaginario de Sabaneta de jujure: 1807) Emad Aboaasi El Nimer PP 255-270 4.- La preocupación del Capellán Andrés… La preocupación del Capellán Andrés, en el Escrito de Queja del 31 de marzo de 1807, dirigido al teniente Justicia Mayor, Don Alonzo Luis Escalona, se evidencia a través de tres inquietudes. La primera, que su trabajo no fuese cumplido a cabalidad y sus sermones no llegasen a incitar al buen comportamiento de su feligresía en Sabaneta de Jujure. Por ello, invocaba el castigo como único medio para imponer el orden en la sociedad: “(...) Si estos no se castigan ¿De qué servirá que yo declame vivamente contra ellos desde la Catedra del Espiritu Santo? (...)”26 La segunda inquietud recae en la falta de ayuda de los funcionarios de justicia de la Corona española, para controlar y castigar las violaciones a las normas sociales y morales. Entonces, con súplicas de un pastor de iglesia preocupado ante el descarrío de sus ovejas, expresó: (...) ¿De que aprovecharán mis paternales exortaciones, si los Padres de la Patria los toleran? ni de que mis débiles amenazas si viven satisfechos de que todos mis esfuerzos serán inútiles, y que sus delitos quedarán impunes? Si no se hace un exemplar, si no se les persigue con el mayor andar (...)27. (Subrayado nuestro). Es necesario abrir un paréntesis discursivo para resaltar un elemento sumamente curioso presente en la anterior cita del documento en estudio. A tres años del inicio de la gesta emancipadora, el Capellán Andrés utiliza la nomenclatura: “los Padres de la Patria”, para referirse a los funcionarios del orden civil colonial establecido. ¿Acaso el ambiente prebélico había generado el empleo de estas categorizaciones? De ser así, la frase se utilizó en un contexto para evocar otros significados distintos al que se ha utilizado luego de la guerra de independencia. 26 Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folios 1, vto. 27 Ibidem, folios 1, vto. y 2, fte. 264 Revista Mañongo Nº 34, Vol. XVIII, Enero-Junio 2010 PP 255-270 Ahora bien, retomando el orden discursivo, señalaremos que el Capellán manifiesta como tercera y última inquietud, la zozobra ante la inestabilidad social y familiar a la que podía conllevar el descarrío de las ovejitas en Sabaneta, que pública y escandalosamente viven su ardiente relación. Así lo reflejó, cuando en la misiva en estudio, le preguntó a Don Alonzo: “(...) ¿quando se persuade Vuestra Merced que una multitud de infelices que viven aquí revolcandose públicamente en el cenagal de sus impurezas dexarán sus escandalos? (...)28 Además, se observa que pese a su labor de mantener –desde su ministerio– el control sexual del colectivo en Sabaneta de Jujure, devela intranquilidad por la impunidad que estaba notando ante este tipo de conductas pasionales fuera de orden, que ponían en jaque a la institución matrimonial. Recuérdese que la Ley I, del Título II de la IV Partida del Rey Alfonso X, señala que el matrimonio es el: “ayuntamiento de marido et de muger fecho con tal entencion de vevir siempre en uno, et de non se partir guardando lealtad cada uno dellos al otro”29. Por su parte, el Concilio de Trento, en su Sesión XXIV, referente a Cánones del Sacramento del Matrimonio, Canon II, condenaba las relaciones ilícitas en los términos que siguen: “(...) Si alguno dijere, que es lícito a los cristianos tener a un mismo tiempo muchas mujeres, y que esto no está prohibido por ninguna ley divina; sea excomulgado” 30. Por tal motivo, el Capellán exigió al Teniente Justicia Mayor mano dura para frenar el numeroso descarrío de los cristianos de su jurisdicción, pues consideraba que de no corregirse estas actitudes de hombres casados y mal entretenidos, se socavaría más la relación nupcial, sin la esperanza de que los Donjuanes retornasen a su hogar a atender a su cónyuge e hijos. Muestra a la mujer como un alma débil, digna de ser consolada y protegida. Amén de decir que, si la justicia terrenal no resultaba ser el eficaz remedio social, entonces, ¿sería por obra de Dios? Por tanto, arguyó textualmente: 28 Ibidem, folio 2 fte. 29 Don Joseph Berni y Catalá. Op. Cit. Partida IV, págs. 86-87. 30 Sacrosanto, ecuménico y general Concilio de Trento… Doc. Cit… 265 El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en el imaginario de Sabaneta de jujure: 1807) Emad Aboaasi El Nimer PP 255-270 ¿quando volverá aquel casado malentretenido á atender á sus obligaciones, y consolar á su pobre consorte, é hijos muchos tiempos há abandonados? ¿quando cesarán los suspiros y el llanto de aquella madre desconsolada que no puede contener los excêsos de sus hijas, porque teme (y con razon) las violencias y furores de los complices de ellas que la amenazan? ¿Quando?; quando...? Si la justicia no trata de poner el remedio, quando Dios obre estos milagros31. Culminó su misiva expresándole al Teniente Justicia Mayor, que aun y cuando –en este caso– la decisión judicial había sido endeble ante los pecados de la carne, él –en su obligación como Pastor– continuaría lidiando por combatir los pecados del cuerpo social, sobre todo, los que fuesen notorios y públicos. Y si el orden laico menguase su rectitud, él redoblaría sus cuidados y pediría nuevos remedios legales: Señor Teniente: Yo no puedo oír sin dolor las justas quexas de mis feligreses, ni dexar de horrorizarme en vista de la seguridad con que viven estos delinqüentes en medio de sus escandalos: yo no puedo dexar de cumplir con una de mis principales obligaciones: yo debo esforzarme hasta lo último para que se eviten los pecados, y mucho mas los pecados publicos; y así no extrañe Vuestra Merced que yo haga esta demostración, ni cese de levantar la voz hasta que logre en lo posible su total exterminio. Solo deseo que me diga, si Vuestra Merced continuará oyendo con la frialdad e indiferencia que hasta aquí mis reclamos, no para desmayar en la empresa, antes bien para redoblar mis cuidados, y solicitar nuevos remedios. Suplicº á Vuestra Merced se digne contestarme: Deseo á Vuestra Merced la mas cumplida salud, y que Nuestro Señor le guarde muchos años. 32.- Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 2, fte. 266 Revista Mañongo Nº 34, Vol. XVIII, Enero-Junio 2010 PP 255-270 Queda de Vuestra Merced afectuosísimo Segurº Servidor Capellán que besa sus manos. (Firmado y rubricado) Bachiller Andres de Los Ríos32. 5.- Finalmente... Ante situaciones de delito por concubinato público y notorio, como la de Juan Sosa y Matea Sosa, era necesario imponer una pena y un castigo como demostración de que cualquier alteración del orden social y sexual era sumamente abominable, y la vulnerabilidad institucional se hacía respetar. El Capellán de la Iglesia Católica de Sabaneta de Jujure, Andrés de Los Ríos, así lo denunció en su Escrito de Queja de 1807, donde exhortó al buen comportamiento y a las buenas conductas individuales en el entorno social. El escarmiento público le permitiría a la iglesia garantizar el miedo hacia los castigos de Dios. De lo contrario, no habría legitimidad en el imaginario colectivo. El escudo eclesiástico era la palabra de Dios, y debía respetarse. Subvertirla era pecado. Para el orden Real era delito. Indiscutiblemente, se palpa la disputa entre el poder de la Iglesia versus la justicia terrenal… La autoridad Real se legitima mediante el castigo al infractor del orden moral, por contravenir la conducta del eros. Cuando dicha autoridad se hacía de la vista gorda –en casos pasionales– y su actuación se hacía un tanto blandengue, molestaba a la iglesia. La transgresión ante la realidad colectiva en torno a la expresión deliberada de los instintos carnales, generaba conflictos entre el orden religioso y los funcionarios de la realeza en materia criminal33, porque si se vulneraba la norma era por falta de autoridad, y tal vez un tácito consentimiento del desorden. 32 Ibidem, folio 2, vto. 33 Para la época en estudio (1807), el concubinato era considerado delito de carácter criminal, nomenclatura que hoy día llamaríamos delito penal. 267 El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en el imaginario de Sabaneta de jujure: 1807) Emad Aboaasi El Nimer PP 255-270 Es obvio que estamos en presencia de un ambiente donde se socava el orden social impuesto por la iglesia y que requiere de la autoridad de la realeza española, porque en los (...) casos de transgresiones los dos entes regidores podían actuar conjuntamente para castigar al pecador”34. Y cual “policía del sexo”35, podían poner coto a las actitudes libidinosas consumadas. El sexo era visto como asunto realizado entre marido y mujer. Por tanto, “Romper con las leyes del matrimonio o buscar placeres extraños significaba, (...) condenación”36. Se debía acatar lo impuesto en las normas eclesiásticas y seculares como una muestra de que: “Todos los poseedores de una parte de autoridad están en un estado de alerta perpetua, reavivado sin descanso por las disposiciones, las precauciones y el juego de los castigos y las responsabilidades”37. Finalmente, el Escrito de Queja de 1807 del Capellán Andrés, permite hallar ciertos elementos para comprender el discurso de este eclesiástico en torno al descarrío sexual suscitado a principios del siglo XIX en Sabaneta de Jujure; además, devela la función de la justicia en el plano terrenal y la función de la iglesia en el ámbito divino por controlar los comportamientos individuales y sociales, donde el miedo a la furia de Dios debía ir acompañado del castigo al delito entre los hombres. Así entonces, se infiere que la fragilidad de la carne es vista como de humanos, y la tentación como acción del demonio, que la fe en Dios calma... FUENTES CONSULTADAS Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. “Carta enviada por el Bachiller Andrés de Los Ríos al Teniente Justicia Mayor Don Alonzo Luis Escalona”. Sabaneta, 3 de marzo de 1807. Sección: Turén, Carpeta: Parroquias 169. 34 Jenifer Piñerúa N. Art. Cit., pág. 219. 35 Esta nomenclatura es usada por Michel Foucault, al referir que: “En el siglo XVIII el sexo llegó a ser asunto de policía”. Cfr. Su libro: Historia de … Op. cit., pág. 34. 36 Michel Foucault. Op. cit., pág. 26. 37 Ibidem, pág. 38. 268 Revista Mañongo Nº 34, Vol. XVIII, Enero-Junio 2010 PP 255-270 Avendaño Cerrada, Elizabeth y Rodríguez, Cerrada Marisela. Los Impedimentos al Matrimonio en la Diócesis de Mérida 18021812. Memoria de Grado presentada para optar al Título de Licenciadas en Historia en la Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. 2000. (Trabajo disponible en la Biblioteca de Humanidades y Educación de la U.L.A. - Mérida). Berni y Catalá, Joseph. Apuntamientos sobre las leyes de Partida al tenor de leyes recopiladas, Autos acordados, autores españoles y practica moderna, que escribe el doctor Don Joseph Berni, y Catalá, Abogado de los Reales Consejos, y de pobres en esta ciudad de Valencia con dos copiosos índices, uno del texto, y otro de los Apuntamientos. Partida VII. En Valencia: por los herederos de Jerónimo Conejos. MDCCLIX. Cisneros De, Joseph Luis. Descripción exacta de la Provincia de Benezuela. Reproducción de la edición de Valencia, MDCCLXIV. Librería General de Victoriano Suárez, editor, Madrid, 1912. (Colección de Libros raros o curiosos que tratan de América, Tomo XXI, Segunda Serie. Foucault, Michel. Historia de la sexualidad. Vol. 1: La voluntad de saber. España, Siglo XXI editores, 1987. Guarín, Oscar Hernando. La prostitución en la Colonia. Boletín de Historia. Departamento de Historia y Geografía. Facultad de Ciencias Sociales y educación. Pontificia Universidad Javeriana. 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