La guerra de las monedas puede amenazar la reactivación global

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17 OCT 2010 10:49h
La guerra de las monedas puede amenazar la
reactivación global
La presión de EE.UU. para que otros países revalúen sus divisas aumenta el riesgo
de proteccionismo comercial.
PorJULIO SEVARES
jsevares@clarin.com
Claramente está comenzando a circular la idea de que las monedas pueden ser
empleadas como un arma de política (monetaria)", alertó el director gerente del FMI,
Dominique Strauss-Kahn. Al mismo tiempo, el secretario del Tesoro estadounidense,
Timothy Geithner, dijo que la responsabilidad de ese enfrentamiento era de los países que
tienen grandes superávits comerciales, que deben dejar que sus monedas se aprecien
para evitar una ronda destructiva de devaluaciones competitivas.
The Economist compartió esta opinión sosteniendo que "el mundo estaría mejor servido"
si se "recalibran las políticas económicas", lo cual incluye que los países ricos avancen
cuidadosamente en la consolidación fiscal y las economías emergentes permitan que sus
monedas se aprecien más".
Esta corriente de opinión remite, implícita y en algunos casos explícitamente, a la ola de
devaluaciones competitivas de los años treinta, en la cual Estados Unidos tuvo una
participación destacada, y que tuvo efectos desastrosos para la economía mundial en
depresión.
Desde otra vereda, el ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, también sostuvo
que "estamos en una guerra cambiaria internacional", pero acusó a las potencias
centrales de querer debilitar sus monedas para minar la competitividad brasileña.
Bien mirado, el escenario se parece más al descripto por Mantega que al de los
representantes de los países centrales: actualmente no hay devaluaciones competitivas
sino intentos de varios gobiernos de evitar una mayor revaluación de sus monedas para
no perder competitividad.
Este mes, el yen llegó a su máxima valuación con relación al dólar desde 1995; el euro
está más barato que hace un año, pero en los últimos seis meses se revaluó casi un 10%
en relación con el dólar. En el último año, el won coreano se revaluó un 3%; la rupia india,
un 4%; el renminbi chino, un 2,6% y el real, 7% (Currency Converter de The Economist La
escalada discursiva se explica, en primer lugar, por el interés de Estados Unidos de
devaluar su propia moneda frente a sus socios comerciales, lo cual, como el dólar no
puede devaluarse con relación a sí mismo, requiere una revaluación de las monedas
ajenas.
En segundo lugar, por la resistencia de países como China y Brasil a tolerar una mayor
apreciación de sus monedas, movimiento que puede afectar su frente externo y su ritmo
de crecimiento. En el caso de China, el peligro externo no es grande porque tiene un
elevado superávit en cuenta corriente, pero Brasil lo tiene en la zona roja desde hace más
de dos años.
A esto se suma el dilema cambiario de la eurozona y las sombras que proyecta sobre la
solidez del euro (ver "Eurolandia ...").
Los movimientos cambiarios se deben a factores reales, como los desequilibrios entre
balances de cuenta corriente de las principales economías, y a la fuerza que tienen las
grandes corrientes de capital para mover a las divisas por encima o por debajo de lo que
debería determinar la economía real.
Desequilibrios y tipo de cambio Estados Unidos tiene, desde la década del setenta, una
historia de déficit en cuenta corriente que pudo financiar por detentar el "exorbitante
privilegio", como lo llamara Charles De Gaulle, de emitir su propia moneda.
En los años previos a la crisis ese déficit había bajado, pero luego aumentó hasta un 3,4%
del PBI, lo que representa más de la mitad de los déficits acumulados en todo el mundo.
En la vereda de enfrente, China tiene un superávit de 2,2% del PBI; Alemania, del 4,7%;
Japón, 3% y Corea del Sur, 4%. Pero en la lista de los "enemigos cambiarios" está
también Brasil, con un déficit de cuenta corriente del 1,5% de su PBI, lo cual, desde el
punto de vista de la teoría neoclásica, lo habilitaría no sólo para evitar la apreciación de su
moneda, sino también para devaluar.
Según esa teoría, en un mercado libre, los déficits en cuenta corriente, deberían dar lugar
a un "ajuste natural" consistente en el realineamientos de monedas revaluación de los
superavitarios y viceversa hasta llegar a un equilibrio.
Pero esto no sucede por diversos motivos: uno, porque Estados Unidos puede emitir la
moneda de reserva internacional y es considerado un refugio de última instancia para los
capitales, aun cuando está en crisis, lo cual le permite sostener en el tiempo déficits
elevados.
Otra razón es que los países que tienen grandes ingresos de capital acumulan reservas,
reduciendo las presiones para una apreciación de sus monedas que provocaría una
mayor salida de divisas por importaciones.
Como sostiene Martin Wolf en el Financial Times (4-10-10), "el ajus- te natural sigue
viéndose frustrado por la acumulación de reservas en moneda extranjera. Estas sumas
representan una salida de capitales oficiales".
Entre enero de 1999 y julio de 2008, las reservas oficiales mundiales aumentaron de
1,615 billones de dólares a 7,534 billones -- un impresionante aumento de 5,918 billones
(millones de millones).
Este aumento fue, se podría decir, una forma de autoseguro (de los países que
acumularon reservas) después de las crisis anteriores.
Un tercer factor es que los ingresos de capital en muchos países tienen lugar por razones
financieras. La apreciación de monedas de países emergentes y el temor de que esta
tendencia se profundice se debe, precisamente, a un fuerte aumento de los ingresos de
capital de esa zona Economia.
El Institute of International Finance (IIF), que reúne a las principales entidades financieras
del mundo, calcula que este año los ingresos de capital de los países emergentes
aumentarán un 25% y el año próximo un 5%, y la salida será menor que el ingreso, por lo
que el grupo aumentará su superávit en cuenta corriente. "Los capitales --dice José María
Fanelli, del CEDES-- vuelan como aviones uscando donde aterrizar" (iEco 10-10-10).
Los capitales vuelan al mundo emergente, que representa el 40% del PBI mundial,
(China, 9%), atraídos por el crecimiento y las oportunidades de inversión real, pero en
algunos casos también por las altas tasas de interés que mantienen para contener la
inflación, como sucede en Brasil.
En estos casos, la política antiinflacionaria produce un círculo vicioso de atracción de
capitales y pérdida de competitividad en los sectores menos basados en recursos
primarios que puede conducir a la primarización de las economías. En Brasil, economistas
heterodoxos, como Luiz Carlos Bresser Pereira, advierten desde hace años sobre esta
amenaza.
Controlando al capital Numerosos países, incluyendo Chile y Colombia en los años
noventa, tomaron medidas para desalentar el ingreso de capitales especulativos y
combatir la revalorización de la moneda. En estos días los controles y las medidas
antirrevaluación se extienden.
China controla su tipo de cambio y cuando lo necesita, utiliza el poderoso caudal de
reservas que equivalen al 30% del total mundial.
El Banco Central de Japón acaba de bajar las tasas de interés a casi cero, anunció que
las mantendrá en ese nivel y realizó compras de dólares para revaluar su moneda.
El Ministerio de Finanzas nipón advirtió que tomará "medidas decisivas" para frenar la
apreciación del yen, incluida la intervención en el mercado cambiario.
Brasil y otros países emergentes, o no tanto, de América Latina y Asia utilizan impuestos
a los ingresos de capitales de corto plazo y operaciones de compra de dólares para
balancear la corriente de oferta. Estas políticas tienen un costo porque, para contrarrestar
la emisión que realizan, deben esterilizar reabsorber-- parte del dinero lanzado al mercado
colocando títulos de deuda por los que deben pagar intereses. Pero el costo de la
apreciación es considerado mayor.
Las recetas del "doctor dinero" El Fondo Monetario, y la economía ortodoxa estuvieron
generalmente en contra de las medidas contra los capitales de corto plazo. Pero en
febrero de este año, en una nota sobre política económica, el organismo financiero
sostuvo que los controles sobre ingresos de capital pueden ser convenientes cuando
están implementados correctamente con otras políticas.
Y recientemente, durante la reunión anual del FMI, Nicolás Eyzaguirre, director del
Departamento del Hemisferio Occidental del organismo y ex ministro de Hacienda de
Chile, defendió las medidas para contener los ingresos de capital como instrumento para
evitar el recalentamiento de las economías en Sudamérica.
Las presiones para que los países emergentes revalúen sus monedas se debe a que,
dados los compromisos asumidos en la Organización Mundial de Comercio (OMC), los
países tienen más dificultades para resolver sus problemas externos con lo que en los
Estados Unidos del pasado se denominaba "el remedio casero de los republicanos", a
saber, el proteccionismo.
No obstante, el remedio --aunque en dosis menores-- sigue aplicándose y las dosis
pueden aumentar si las medidas antivalorización tienen éxito.
Como muestra gratis, la Cámara de Representantes de Estados Unidos acaba de aprobar
una ley por la que se pueden imponer aranceles punitorios a las importaciones desde
China. La situación parece seria: desde su habitual columna del Financial Times , Martin
Wolf gritó dramáticamente: "¡El mercantilismo vive!".
China suele responder a estas amenazas con su propio proteccionismo encubierto, como
lo sabe la Argentina, que sufrió una restricción a sus exportaciones de aceite como
contestación a una serie de medidas antidumping aplicadas por el país a productos
chinos.
El tema de la supuesta guerra de divisas y de las tensiones comerciales fue planteado en
la reciente reunión del FMI y el G-7, pero no se llegó a un acuerdo y se derivó en
problema a la reunión del G-20 que se realizará en Seúl en noviembre próximo.
En la política económica internacional, como en otros campos, la alternativa a la
cooperación es la guerra, en este caso de divisas o comercial. Y debido a la gravedad de
los problemas de las economías como consecuencia de la crisis y al inestable equilibrio
de fuerzas en la arena de la economía internacional, las posibilidades de un acuerdo son
reducidas (Ver columna) Observando este panorama, el ya citado Martin Wolf se lamenta:
"me gustaría ser optimista. Pero no lo soy, es muy poco probable que un mundo con
políticas de `empobrecer a tu vecino’ termine bien".
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