AFORTUNADAMENTE TENEMOS TEATRO

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‘AFORTUNADAMENTE TENEMOS TEATRO’ Los
referentes políticos en la escena actual | SRA
El teatro debe mantenerse lo más cerca posible de las subjetividades de este nuevo siglo, se expresó en un foro
político que se realizó en el marco del Festival Experimental de Teatro de Quito (y Guayaquil) FITQ-G, en el que
intervinieron, para dar cuenta de sus propios procesos, Santiago García y Patricia Ariza de la Candelaria de
Colombia, Patricio Vallejo del grupo Contraelviento de Ecuador, Rosana Pineda y Joel Sáenz del colectivo Estudio
Teatral de Santa Clara de Cuba, Juan Carlos Moyano de Teatro Tierra de Colombia, Francisco Denis director del
grupo Río Teatro Caribe de Venezuela, Raquel Carrió dramaturga y asesora del grupo Buendía de Cuba, Jaime
Alfonso Lizarazo del Festival de Teatro Santander en Escena, Lola Proaño y Héctor Herrera Director de la Revista
Trama de la Universidad Veracruzana de México.
¿De cualquier subjetividad? Porque se habló de la vieja y actual creación colectiva, de su vigencia y validez; y se
hizo memoria compartida, considerando la necesidad de determinar también un sujeto desde la perspectiva
histórica del hecho escénico, que pueda manifestarse en el presente desde un proyecto político y artístico
distintos, que sea al mismo tiempo “épico y apasionado” en el sentido que se propicien ahora, diferentes
rompimientos mentales y estéticos.
Prevalece en el teatro latinoamericano lo experimental como constante del trabajo de los grupos, frente al
concepto aparentemente gastado de “vanguardia” con el que se justificaron, con y sin razón, muchos
espectáculos pero sobre todo, muchas posturas políticas e ideológicas engañosas.
Y de modo muy certero Rosana Pineda puso en el tapete del diálogo dos términos (políticos) importantes para el
análisis: “resistencia” y “ruptura” que entrelazan los procesos que vive el arte y la cultura. Un proceso interno del
teatro que, según Santiago García pretende darle importancia a la persona del actor y por lo mismo, la creación
colectiva fue y sigue siendo una actitud y un punto de vista. (“La creación colectiva tiene que ser un invento y no
un sistema. Así se construyó la obra A título personal que nos permitió entender el arquetipo colectivo, el que
inventa”.) Y un proceso externo del teatro que se refiere al “compromiso”, es decir, a las posiciones del teatro y
sus creadores, sobre todo las posturas de cambio, que también hablan de la crisis del pensamiento “occidental”.
Pineda y Sáenz hablaron de un debate necesario: “Reinventar un teatro”. La intención fue recuperar la pasión,
encontrar qué es lo esencial y qué es lo superfluo con un teatro de entrega física y emocional. Por ejemplo, en
1989, cuando Cuba había comenzado a perder su capacidad económica, se produjo el rechazo a un tipo de teatro.
“Estábamos tocando fondo. La resistencia (a ese teatro de la palabra) fue un diálogo con nosotros mismos para
entender qué lugar tenemos en el mundo”. Ese fue un proceso de búsqueda para encontrar nuevos referentes
que enriquecieran esos puntos de vista.
Patricia Ariza señaló que “cuando cayó el muro de Berlín todas las burguesías nacionales emergieron con una
soberbia sin límites. La creación colectiva entró en un momento difícil, de sospecha. Nos hemos mantenido como
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un laboratorio. Somos capaces de ponernos nosotros mismos como conejillos de indias. Yo trabajo en una
extensión de La Candelaria en otros ámbitos. En este octubre, por ejemplo, se cumplen 20 años de Mujeres en
escena siempre en el contexto de lo que pasa en Colombia donde impera un cierto modelo de democracia.
“Todo es ‘perfecto’ –ironiza- y sin embargo hubo más muertos y desaparecidos en la era Uribe que durante la
dictadura de Pinochet. Esto influye en el teatro. He buscado contaminarme de todo lo que ocurre. Luchar por la
paz”.
“No se puede ser ajeno a lo que está sucediendo”, acota Juan Carlos Moyano. Crearon (o descubrieron) en su
grupo, un concepto distinto de participación, el teatro tierra, que significaba dedicarle más tiempo al trabajo en las
regiones del Caquetá en el Magdalena medio, atrapadas por la violencia, “con una idea de teatralidad ligada a la
memoria de la gente. A la historia de la gente, no de los historiógrafos. Que no sea ajeno a sus emocionalidades.
El río Magdalena es la fosa común más grande del mundo. Recogimos la historia de las matanzas desde la mirada
de las madres y los niños. Esta actitud de trabajo fue una herencia de la creación colectiva”.
Decir las cosas a pesar de todo, combatir el silencio y la mordaza. Así surgió la obra El evangelio según María,
que cuenta la historia de un hijo secuestrado por los irregulares. Está el contexto cultural y las costumbres
arraigadas en las gentes. La superstición prevalece en estas regiones al lado de un luto y duelo permanentes. “A
tal extremo –insiste Moyano- que hay pescadores que se ‘especializan’ en rescatar partes de cuerpos, adosarlas
a otras extremidades para vendérselos a las mujeres como si fueran sus hijos. No hay espacio para el olvido y el
teatro ha contribuido a esto. La fiesta y la muerte. Una auténtica tragedia griega. Y está la capacidad de expresar
esa hecatombe, de expresar el despojo, el desarraigo. Afortunadamente tenemos teatro”.
En Venezuela, el desarrollo del teatro tiene sus particularidades, según Francisco Denis: “El movimiento teatral
tiene poca presencia en la sociedad. Solo se hace la temporada y no se difunden las obras. Impera el comercio.
Sin embargo existen varias agrupaciones con las cuales hemos hecho el ‘Sistema Nacional de Teatro’. Logramos
convenir con el estado, que se puedan crear políticas autónomas, propias. El estado define el trabajo del teatro
venezolano y eso significa una escasa incidencia en los hechos que ocurren en el país”.
Patricio Vallejo hizo una brevísima reseña de la situación del teatro en el Ecuador, poniendo el acento en que se
afronta la comprensión de la realidad desde “el estigma de ser una isla de paz”. Se refirió al sin número de
eventos y festivales de teatro, danza y música (más de noventa) que se cumplen bajo el patrocinio del Ministerio
de Cultura.
Al término de la cita prevaleció la sensación de que no se puede hablar del futuro si no se habla primero del
pasado y de que toda fuente de predicción o de cambio, solo tiene sentido cuando se reconoce un camino
transitado.
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