RLF-2013 CARACTERÍSTICAS DE GÉNERO DEL TEATRO El teatro es la representación en vivo en forma de diálogo directo entre personajes de acciones que van creando una trama, feliz o desgraciada, ante el espectador, cuya finalidad esencial es su representación ante el público. El teatro es una manifestación artística compleja, suma de texto literario y elementos escénicos. Así, aunque el teatro pueda ser leído, el único lugar en que el drama existe plenamente, es en el escenario teatral. El teatro conjuga texto y espectáculo, y ambas facetas son estudiadas. La parte literaria suele designarse con el término dramaturgia; los elementos relativos a la puesta en escena (vestuario, iluminación, escenografía, música, decorados…) se engloban bajo el concepto de escenificación. Los elementos o ingredientes principales de una obra teatral son: LA ACCIÓN TEATRAL.La acción dramática es el conjunto de acontecimientos que suceden en escena durante la representación relacionados con la actuación y las situaciones que afectan a los personajes; es decir, el argumento que se desarrolla ante nuestros ojos cuando asistimos a una representación teatral. Conviene distinguir entre acción representada (ocurrida en escena) y acción narrada (sucesos que ocurren fuera de escena y que llegan al espectador contados por un personaje o por un narrador o voz en off). La acción dramática se estructura de dos formas: la estructura interna y la estructura externa. La estructura interna está relacionada con la tensión dramática que es la mayor o menor intensidad con que se manifiestan los conflictos en cada momento: así, distinguimos momentos clímax (puntos de mayor tensión, que generalmente coinciden con el final de cada acto) y momentos de anticlímax (situación que rebaja la tensión). Teniendo en cuenta su estructura externa, la obra teatral se divide en grandes apartados denominados actos, normalmente tres, que, a su vez, se dividen en cuadros (cuando hay cambio de escenario) y estos en escenas (cada vez que entra o sale un personaje del escenario). El número de actos de las obras teatrales ha variado a lo largo de la historia. La preceptiva clásica prefería los cinco actos, mientras que el teatro áureo español tendió masivamente a las tres jornadas que repartían la acción en: presentación, nudo y desenlace. LA PALABRA En el teatro, toda la acción verbal del drama es dialéctica, es decir, dialogada. Existen varias formas de organizar y presentar la palabra en la escena. La más habitual es el diálogo entre dos personajes. Por lo general, un diálogo de intervenciones breves y encadenadas suscitará en el espectador mayor sensación de dinamismo, mientras que las intervenciones más extensas suelen desacelerar la escena y aportan mayor información y reflexión. Un recurso teatral típico es el monólogo, el parlamento que un personaje pronuncia para sí mismo, sin más testigos que el público .El más famoso es el de Segismundo en La vida es sueño de Calderón de la Barca. El monólogo resulta un modo eficaz de presentar los pensamientos y sentimientos de un personaje concreto. Otro recurso dramático de gran rendimiento es el aparte, es decir, las palabras que un personaje dice para el público aparentando que otros personajes que están en escena no lo oyen. Los autores dramáticos no suelen limitarse a escribir el texto que los actores deben pronunciar. Por lo general añaden ciertas indicaciones sobre el modo en que debería llevarse a obra a las tablas. Esas indicaciones, llamadas acotaciones, contienen información sobre la entrada y salida de personajes, indumentaria, acciones que realizan, etc. TIEMPO El tiempo teatral es siempre un tiempo concentrado porque la representación transcurre en un tiempo real, ante los ojos del espectador. Es conveniente distinguir entre el tiempo de la representación, el tiempo de la acción dramática (tiempo interno) y el tiempo o época en que ocurren los hechos (tiempo externo) La misma compartimentación de la obra teatral en actos (o jornadas, como también se los llamaba en el Siglo de Oro) es una forma de ordenar y facilitar el paso del tiempo. Cada acto tiende a suceder a lo largo de un tiempo lineal. Entre el final de un acto y el inicio de otro suele transcurrir un lapso temporal; ese tiempo que no se representa resulta imprescindible para el avance de la acción. Este elemento nos lleva a las unidades clásicas: la concentración temporal y espacial del teatro, el hecho de que la obra deba transcurrir ante un público, en un aquí y ahora, explica la importancia histórica del llamado modelo de las tres unidades dramáticas. Esta caracterización se remonta a Aristóteles y consiste en una serie de normas muy sencillas para evitar la dispersión del tiempo, el espacio y la acción. Los hechos presentados en el drama sólo pueden desarrollarse a lo largo de un día (unidad de tiempo), en un mismo espacio (unidad de lugar) y no pueden disgregarse en episodios secundarios (unidad de acción). La comedia del Siglo de Oro no tuvo inconveniente en transgredir los preceptos dramáticos para alcanzar mayor éxito de público. Los autores neoclásicos, en cambio, respetaron escrupulosamente las tres unidades ( El sí de las niñas de Moratín). El Romanticismo arrinconó nuevamente las reglas clásicas, y el siglo XX ha sido testigo de todo tipo de actitudes. ESPACIO El espacio dramático es el lugar o lugares en los que se desarrolla la acción dramática. Se construye a través de las acotaciones escénicas y de las indicaciones indirectas que dan los personajes en sus intervenciones. No debe confundirse con el espacio escénico que es el espacio físico por el que se mueven los personajes. PERSONAJES Son los seres reales o ficticios que realizan la acción dramática. Según el grado de importancia se dividen en principales y secundarios. Dentro de los primeros, en la Antigüedad Clásica se subdividían en protagonista (desempeña el papel principal) y antagonista (el que se opone a sus actos en el avance de la acción). La condensación característica del teatro impide profundizar en la psicología de todos los personajes. Los secundarios del drama no suelen tener gran densidad, pues apenas hay tiempo para caracterizarlos. A veces, incluso los protagonistas son meros representantes de un modelo de comportamiento humano, son prototipos: el celoso, el gracioso, el galán, el progresista, el conservador… Si este personaje tipo está individualizado, puede definirse como un carácter (por ejemplo la mujer sabelotodo, presente en muchas comedias del siglo XVII), como un rol o papel convencional (compañero de protagonista) o como una función de la acción (portador de noticias). En todos estos casos, el personaje carece de facetas individuales y se comporta según lo que se espera del estereotipo que representa. Para que la construcción de los personajes sea verosímil es preciso que exista el decoro, de manera que la condición social de los personajes, su lenguaje y su carácter resulten acordes y coherentes. Entre los tipos más característicos del teatro del Siglo de Oro se encuentran el galán y la dama, el padre y el hermano de la dama, guardianes de su reputación en los dramas de honor. Tanto o más característicos que estos es el gracioso, de baja extracción social, ingenioso, que crea un interesante contraste con la acción seria. Desde el Romanticismo hasta nuestros días, se ha considerado primordial ahondar en el carácter de los personajes y presentar en escena a criaturas que evolucionan en profundidad, como los personajes atormentados (teatro de Lorca). COMPONENTES ESCÉNICOS.Para que el argumento dramático sea creíble, los directores teatrales recurren a una serie de recursos auxiliares que contribuyen al espectáculo y que constituyen la escenificación. Los más importantes son: un vestuario acorde con la época en que se sitúa la obra, la música de fondo o de acompañamiento, una iluminación adecuada a cada momento, y una escenografía adaptada a la obra en cuestión, que suele estar a cargo del director de escena. En cuanto a la escenografía, cabe recordar que los elementos de decorado utilizados en el teatro español han ido variando con el tiempo. En el siglo XVII, el espacio de representación más habitual es el corral de comedias, un teatro con una distribución escénica bastante sencilla: un tablado donde interpretan los actores, dos puertas al fondo para las entradas y salidas, y un piso superior con ventanas y un balcón. La mayor parte del presupuesto de las compañías teatrales se invertía en el vestuario. A partir de Calderón de la Barca se produjo un mayor desarrollo de efectos especiales y una escenografía mucho más compleja. El teatro moderno cuenta con los medios necesarios para realizar los montajes más complejos. Hoy en día, el exceso o la ausencia de escenografía dependen de las decisiones del director de escena antes que de limitaciones técnicas. LOS GÉNEROS DRAMÁTICOS.Desde la Antigüedad griega, los dos principales géneros teatrales han sido la tragedia y la comedia, que se diferencian sobre todo por su final y por las características de sus personajes. La tragedia concluye siempre con la muerte de uno o varios personajes. Los personajes trágicos no son gente común, sino reyes, nobles o héroes: son seres superiores a nosotros, pero no tan distintos como para que no sintamos simpatía por ellos y lamentemos su triste final. Es habitual en las tragedias que el destino desempeñe un papel destacado: los protagonistas tratan de luchar contra la fatalidad que los persigue. No abunda la tragedia pura en el teatro clásico de los siglos de Oro, entre las más conocidas destaca La Numancia de Cervantes. La comedia representa el polo opuesto a la tragedia: suele tener un comienzo conflictivo, caracterizado por la aparición de un problema que se supera a lo largo de la obra para alcanzar un final feliz. Los personajes de la comedia suelen ser gente del pueblo, personajes cotidianos no muy distintos de nosotros. La comedia busca nuestra complicidad a través de la risa. Una espléndida comedia de Lope de Vega es El perro del hortelano. Existe un tercer subgénero, la tragicomedia, que se caracteriza por hallarse a medio camino entre la comedia y la tragedia. Suelen ser tragicomedias aquellas obras de final desafortunado en las que aparecen elementos cómicos y personajes de distinta extracción social. Dentro del drama de tendencia religiosa, el auto sacramental alcanzó en España durante el siglo XVII un importante desarrollo. El maestro del género fue Calderón de la Barca. Junto a las obras teatrales de gran extensión ha existido siempre un teatro menor, de corta duración, cómico y a menudo costumbrista. Estas piezas breves solían representarse en los entreactos de las comedias, como distracción para el público que esperaba la reanudación de la obra principal. Destacan: - el paso, pieza breve y cómica, popularizado por Lope de Rueda. - El entremés, pieza en un solo acto, cómica y con personajes populares, siempre magistral en manos de Cervantes. - El sainete, obra popular independiente, en uno o más actos, que alcanza sus mejores momentos con Ramón de la Cruz y Carlos Arniches. - El “astracán”, deformación grotesca de la realidad con finalidad cómica: Pedro Muñoz Seca con La venganza de don Mendo.