LISIAS. EN DEFENSA DE LA MUERTE DE ERATÓSTENES FRAGMENTOS PAEUG TRADUCIDOS (Trad. José Luis Calvo Martínez de la Biblioteca Clásica Gredos) I 2-3 Este delito se considera igual de grave en los distintos regímenes políticos perˆ toÚtou g¦r mÒnou toà ¢dik»matoj kaˆ ™n dhmokrat…v kaˆ Ñligarc…v ¹ aÙt¾ timwr…a to‹j ¢sqenest£toij prÕj toÝj t¦ mšgista dunamšnouj ¢podšdotai, éste tÕn ce…riston tîn aÙtîn tugc£nein tù belt…stJ· oÛtwj, ð ¥ndrej, taÚthn t¾n Ûbrin ¤pantej ¥nqrwpoi deinot£thn ¹goàntai. Cosa que no se reconocería así solamente entre vosotros, sino en toda la Hélade: éste es el único crimen por el cual los más débiles reciben la misma satisfacción que los más poderosos en democracias y oligarquías. El más villano obtiene la misama que el más noble. Hasta tal punto, señores, consideran todos lo hombres que esta ofensa es la más terrible. I 4-5 El marido engañado presenta la acusación ¹goàmai dš, ð ¥ndrej, toàtÒ me de‹n ™pide‹xai, æj ™mo…ceuen 'Eratosqšnhj t¾n guna‹ka t¾n ™m¾n kaˆ ™ke…nhn te dišfqeire kaˆ toÝj pa‹daj toÝj ™moÝj Éscune kaˆ ™mł aÙtÕn Ûbrisen e„j t¾n o„k…an t¾n ™m¾n e„sièn, kaˆ oÜte œcqra ™moˆ kaˆ ™ke…nJ oÙdem…a Ãn pl¾n taÚthj, oÜte crhm£twn ›neka œpraxa taàta, †na ploÚsioj ™k pšnhtoj gšnwmai, oÜte ¥llouj kšrdouj oÙdenÕj pl¾n tÁj kat¦ toÝj nÒmouj timwr…aj. Juzgo, señores, que mi obligación es, precisamente, demostrar que Eratóstenes cometió adulterio con mi mujer y que la corrompió; que cubrió de baldón a mis hijos y me afrentó a mí mismo invadiendo mi propia casa; que no teníamos él y yo ninguna clase de desavenencia, excepto ésta, ni lo he realizado por dinero –a fin de verme rico de pobre que era– ni por ganancia alguna como no sea la venganza que la ley me otorga. I 5 Eufileto se dispone a exponer todo lo ocurrido ™gë to…nun ™x ¢rcÁj Øm‹n ¤panta ™pide…xw t¦ ™mautoà pr£gmata, oÙdłn parale…pwn, ¢ll¦ lšgwn t¢lhqÁ· taÚthn g¦r ™mautù mÒnhn ¹goàmai swthr…an, ™¦n Øm‹n e„pe‹n ¤panta dunhqî t¦ pepragmšna. Os mostraré, por consiguiente, desde el principio todas mis circunstancias sin omitir nada y diciendo la verdad. Ésta es la única salvación para mí, según creo: si consigo relataros absolutamente todos los sucesos. I 6 Eufileto expone su comportamiento en los primeros años de su matrimonio 'Egë g£r, ð 'Aqhna‹oi, ™peid¾ œdoxš moi gÁmai kaˆ guna‹ka ºgagÒmhn e„j t¾n o„k…an, tÕn młn ¥llon crÒnon oÛtw dieke…mhn éste m»te lupe‹n m»te l…an ™p' ™ke…nV eŁnai Ó ti ¨n ™qšlV poie‹n, ™fÚlattÒn te æj oŒÒn te Ãn, kaˆ prose‹con tÕn noàn ésper e„kÕj Ãn. Yo, atenienses, cuando decidí matrimoniar, y llevé mujer a casa, fue mi disposición durante casi todo el tiempo no atosigarla ni que tuviera excesiva libertad de hacer lo que quisiera. La vigilaba cuanto me era posible y no dejaba de prestarle atención como es natural. I 6-7 En un principio Eufileto confiaba plenamente en su mujer ™peid¾ dš moi paid…on g…gnetai, ™p…steuon ½dh kaˆ p£nta t¦ ™mautoà ™ke…nV paršdwka, ¹goÚmenoj taÚthn o„keiÒthta meg…sthn eŁnai· ™n młn oân tù prètJ crÒnJ, ð 'Aqhna‹oi, pasîn Ãn belt…sth· kaˆ g¦r o„konÒmoj dein¾ kaˆ feidwlÕj [¢gaq¾] kaˆ ¢kribîj p£nta dioikoàsa· Pero cuando me nació un hijo ya confiaba en ella y puse en sus manos todas mis cosas, pensando que ésta era la mayor prueba de familiaridad. Pues bien, en los primeros tiempos, atenienses, era la mejor de todas: hábil y fiel despensera, todo lo administraba escrupulosamente. I 7-8 Eufileto cuenta cómo Eratóstenes conoció a su mujer ™peid¾ dš moi ¹ m»thr ™teleÚthse, ¿ p£ntwn tîn kakîn ¢poqanoàsa a„t…a moi gegšnhtai. ™p' ™kfor¦n g¦r aÙtÍ ¢kolouq»sasa ¹ ™m¾ gun¾ ØpÕ toÚtou toà ¢nqrèpou Ñfqe‹sa crÒnJ diafqe…retai· Pero cuando se me murió mi madre, cuya muerte fue la culpable de todas mis miserias *** pues mi mujer fue a acompañarla en su entierro y fue vista en la comitiva por este hombre, y se dejó corromper con el tiempo. I 9-10 Eufileto explica a los jueces por qué eventualmente su mujer vivía en el androceo Prîton młn oân, ð ¥ndrej, (de‹ g¦r kaˆ taàq' Øm‹n dihg»sasqai) o„k…dion œsti moi diploàn, ‡sa œcon t¦ ¥nw to‹j k£tw kat¦ t¾n gunaikwn‹tin kaˆ kat¦ t¾n ¢ndrwn‹tin. ™peid¾ dł tÕ paid…on ™gšneto ¹m‹n, ¹ m»thr aÙtÕ ™q»lazen· †na d m», ÐpÒte loàsqai dšoi, kinduneÚV kat¦ tÁj kl…makoj kataba…nousa, ™gë młn ¥nw diVtèmhn, aƒ dł guna‹kej k£tw. Bien, para empezar, señores, pues esto también tengo que decíroslo, poseo una casita de dos plantas iguales por la parte del gineceo y del androceo. Cuando nos nació el niño, lo amamantaba la madre. Y, a fin de que ésta no corriera peligro bajando por la escalera cuando hubiera que lavarlo, vivía yo arriba y las mujeres abajo. I 10-11 Eufileto afirma ante los jueces que nunca sospechó de su mujer kaˆ oÛtwj ½dh suneiqismšnon Ãn, éste poll£kij ¹ gun¾ ¢pÇei k£tw kaqeud»sousa æj tÕ paid…on, †na tÕn titqÕn aÙtù didù kaˆ m¾ bo´. kaˆ taàta polÝn crÒnon oÛtwj ™g…gneto, kaˆ ™gë oÙdšpote Øpèpteusa, ¢ll' oÛtwj ºliq…wj dieke…mhn, éste õmhn t¾n ™mautoà guna‹ka pasîn swfronest£thn eŁnai tîn ™n tÍ pÒlei. Era ya algo tan habitual, que muchas veces mi mujer bajaba para dormir abajo junto al niño por darle el pecho y que no llorara. Durante mucho tiempo iban así las cosas y yo jamás di en sospechar. Al contrario, tan inocente estaba yo, que pensaba que mi mujer era la más discreta de toda Atenas. I 11-12 Eufileto cuenta cómo un día regresó antes de lo habitual a casa ProŽÒntoj dł toà crÒnou, ð ¥ndrej, Âkon młn ¢prosdok»twj ™x ¢groà, met¦ dł tÕ de‹pnon tÕ paid…on ™bÒa kaˆ ™duskÒlainen ØpÕ tÁj qerapa…nhj ™p…thdej lupoÚmenon, †na taàta poiÍ· Ð g¦r ¥nqrwpoj œndon Ãn· Ûsteron g¦r ¤panta ™puqÒmhn. Pasado un tiempo, señores, me presento un día inesperadamente del campo; después de la cena chillaba el niño y alborotaba importunado a propósito por la esclava para que lo hiciera. (Y es que el hombre estaba dentro, que luego me enteré de todo.) I 12-13 Eufileto se enfada porque su mujer no atiende con rapidez al niño kaˆ ™gë t¾n guna‹ka ¢pišnai ™kšleuon kaˆ doànai tù paid…J tÕn titqÒn, †na paÚshtai kl©on. ¹ dł tÕ młn prîton oÙk ½qelen, æj ¨n ¢smšnh me ˜wraku‹a ¼konta di¦ crÒnou· ™peid¾ dł ™gë çrgizÒmhn kaˆ ™kšleuon aÙt…ka ¢pišnai, «†na sÚ ge« œfh «peir´j ™ntaàqa t¾n paid…skhn· kaˆ prÒteron dł meqÚwn eŒlkej aÙt»n«. Conque ordené a mi mujer que saliera a dar el pecho al niño para que dejara de llorar. Al principio ella se negaba, como si estuviera complacida de verme llegar después de un tiempo. Y cuando, ya encolerizado, le ordené que se marchara, dijo: “Sí, sí, para que tienes aquí a la mozuela, que ya antes la has arrastrado estando ebrio.” I 13-14 La mujer de Eufileto echa el cerrojo al salir. k¢gë młn ™gšlwn, ™ke…nh dł ¢nast©sa kaˆ ¢pioàsa prost…qhsi t¾n qÚran, prospoioumšnh pa…zein, kaˆ t¾n kle‹n ™fšlketai. k¢gë toÚtwn oÙdłn ™nqumoÚmenoj oÙd' Øponoîn ™k£qeudon ¥smenoj, ¼kwn ™x ¢groà. ™peid¾ dł Ãn prÕj ¹mšran, Âken ™ke…nh kaˆ t¾n qÚran ¢nšJxen. ™romšnou dš mou t… aƒ qÚrai nÚktwr yofo‹en, œfaske tÕn lÚcnon ¢posbesqÁnai tÕn par¦ tù paid…J, eŁta ™k tîn geitÒnwn ™n£yasqai. Echéme a reír, y ella se levantó y, alejándose, cerró la puerta simulando juguetear, y echó la llave. Yo que nada de esto imaginaba ni sospechaba nada, dormía placer, llegado como estaba del campo. Y cuando ya se acercaba el día, se presentó ella y abrió la puerta. Como yo le preguntara por qué hacían ruido de noche las puertas, contestó que se había apagado el candil de junto al niño y lo había vuelto a encender en casa de los vecinos. I 15 Se acerca una anciana a Eufileto Met¦ dł taàta, ð ¥ndrej, crÒnou metaxÝ diagenomšnou kaˆ ™moà polÝ ¢poleleimmšnou tîn ™mautoà kakîn, prosšrceta… mo… tij presbàtij ¥nqrwpoj, ØpÕ gunaikÕj Øpopemfqe‹sa ¿n ™ke‹noj ™mo…ceuen, æj ™gë Ûsteron ½kouon· aÛth d Ñrgizomšnh kaˆ ¢dike‹sqai nom…zousa, Óti oÙkšti Ðmo…wj ™fo…ta par' aÙt»n, ™fÚlatten ›wj ™xhàren Ó ti e‡h tÕ a‡tion. Señores, tras estos hechos pasó un tiempo, y yo me encontraba muy ignorante de mis propios males, cuando me vino un vieja esclava, enviada por una mujer con la que aquel cometía adulterio, según oí después. Encontrábase irritada ésta y se consideraa ultrajada, porque ya no visitaba su casa con la misma frecuencia, y se puso al acecho hasta que descubrió cuál era el motivo. I 16-17 La anciana da a Eufileto el nombre del adúltero «œsti d'« œfh «'Eratosqšnhj 'OÁqen Ð taàta pr£ttwn, Öj oÙ mÒnon t¾n s¾n guna‹ka dišfqarken ¢ll¦ kaˆ ¥llaj poll£j· taÚthn g¦r [t¾n] tšcnhn œcei«. taàta e„poàsa, ð ¥ndrej, ™ke…nh młn ¢phll£gh, ™gë d' eÙqšwj ™tarattÒmhn, kaˆ p£nta mou e„j t¾n gnèmhn e„sÇei, kaˆ mestÕj Ãn Øpoy…aj, ™nqumoÚmenoj młn æj ¢peklÇsqhn ™n tù dwmat…J, ¢namimnVskÒmenoj dł Óti ™n ™ke…nV tÍ nuktˆ ™yÒfei ¹ mštauloj qÚra kaˆ ¹ aÜleioj, Ö oÙdšpote ™gšneto, œdoxš tš moi ¹ gun¾ ™yimuqiîsqai. Es, continuó, Eratóstenes de Oe quien lo hace. No sólo es el corruptor de tu mujer, sino de muchas otras. Ése es el oficio que tiene.” En diciendo esto, señores, se alejó y yo, al pronto, quedéme aturdido. Pero todo me vino a la cabeza y estaba lleno de sospechas: pensaba, de un lado, que había quedado yo cerrado con llave en la habitación y, además, recordaba que aquella noche hicieron ruido las puertas del patio y de la casa –cosa que jamás había sucedido– y me había parecido que mi mujer tenía la cara pintada. I 18 Eufileto propone a la criada dos alternativas ™lqën dł o‡kade ™kšleuon ¢kolouqe‹n moi t¾n qer£painan e„j t¾n ¢gor£n, ¢gagën d' aÙt¾n æj tîn ™pithde…wn tin¦ œlegon Óti ™gë p£nta e‡hn pepusmšnoj t¦ gignÒmena ™n tÍ o„k…v· «soˆ oân« œfhn «œxesti duo‹n ÐpÒteron boÚlei ˜lšsqai, À mastigwqe‹san e„j mÚlwna ™mpese‹n kaˆ mhdšpote paÚsasqai kako‹j toioÚtoij sunecomšnhn, À kateipoàsan ¤panta t¢lhqÁ mhd n paqe‹n kakÒn, Llego a casa y ordeno a la sirvienta que me acompañe al mercado. Pero la conduje a casa de uno de mis amigos y le manifesté que estaba enterado de todo lo que sucedía en mi casa. Conque, “puedes elegir –le dije– lo que prefieras: o caer en el molino molida a azotes y verte envuelta sin cesar en males parecidos, o, si me cuentas toda la verdad, no sufrir daño alguno I 20-21 La criada cuenta a Eufileto todo lo que sabe kathgÒrei prîton młn æj met¦ t¾n ™kfor¦n aÙtÍ pros…oi, œpeita æj aÙt¾ teleutîsa e„sagge…leie kaˆ æj ™ke…nh tù crÒnJ peisqe…h, kaˆ t¦j e„sÒdouj oŒj trÒpoij prosie‹to, kaˆ æj Qesmofor…oij ™moà ™n ¢grù Ôntoj õceto e„j tÕ ƒerÕn met¦ tÁj mhtrÕj tÁj ™ke…nou· kaˆ t«lla t¦ genÒmena p£nta ¢kribîj dihg»sato. Comenzó a incriminarle, en primer lugar, que se había acercado a ella después del entierro; posteriormente, que ella había terminado por pasarle el recado, y que aquélla con el tiempo se había dejado persuadir. También señaló de qué modo conseguía la entrada y cómo en las Tesmoforias, mientras estaba yo en el campo, había acompañado al templo a la madre de aquél. En fin, me relató con detalle todo lo sucedido. I 22 Eufileto cuenta lo que pasó el día de autos kaˆ met¦ taàta diegšnonto ¹mšrai tšttarej À pšnte, ... æj ™gë meg£loij Øm‹n tekmhr…oij ™pide…xw. prîton dł dihg»sasqai boÚlomai t¦ pracqšnta tÍ teleuta…v ¹mšrv. Sèstratoj Ãn moi ™pit»deioj kaˆ f…loj. toÚtJ ¹l…ou dedukÒtoj „Ònti ™x ¢groà ¢p»nthsa. Conque transcurrieron cuatro o cinco días después de esta conversación *** como yo os demostraré con pruebas contundentes. Pero primero quiero relataros lo sucedido el último día. Sóstrato es pariente y amigo mío. Encontréme con éste después de la puesta del sol, cuando venía del campo I 23-24 La criada le avisa de que el adúltero está dentro de la casa Ð d' 'Eratosqšnhj, ð ¥ndrej, e„sšrcetai, kaˆ ¹ qer£paina ™pege…ras£ me eÙqÝj fr£zei Óti œndon ™st…. k¢gë e„pën ™ke…nV ™pimele‹sqai tÁj qÚraj, katab¦j siwpÍ ™xšrcomai, kaˆ ¢fiknoàmai æj tÕn kaˆ tÒn, kaˆ toÝj młn <oÙk> œndon katšlabon, toÝj dł oÙd' ™pidhmoàntaj háron. Conque entra Eratóstenes, señores, y la sirvienta me despierta enseguida y me comunica que está dentro. Entonces le dije a ésta que se ocupara de la puerta, y bajando en silencio salí y me llegué a casa de fulano y mengano. A unos los encontré en casa y otros me enteré de que no estaban en la ciudad. I 24-25 Los adúlteros son pillados in fraganti êsantej dł t¾n qÚran toà dwmat…ou oƒ młn prîtoi e„siÒntej œti e‡domen aÙtÕn katake…menon par¦ tÍ gunaik…, oƒ d' Ûsteron ™n tÍ kl…nV gumnÕn ˜sthkÒta. ™gë d', ð ¥ndrej, pat£xaj katab£llw aÙtÒn, kaˆ të ce‹re periagagën e„j toÜpisqen kaˆ d»saj ºrètwn di¦ t… Øbr…zei e„j t¾n o„k…an t¾n ™m¾n e„sièn. Cuando empujamos la puerta del dormitorio, los primeros en entrar logramos verlo todavía acostado junto a mi mujer; los últimos, en pie desnudo sobre la cama. Yo, señores, lo derribo de un puñetazo y, mientras llevaba sus brazos hacia atrás y lo ataba, le pregunté por qué me ultrajaba entrando en mi propia casa. I 29 Eufileto quiere que se cumpla la ley por encima de todo OÙk ºmfesb»tei, ð ¥ndrej, ¢ll' æmolÒgei ¢dike‹n, kaˆ Ópwj młn m¾ ¢poq£nV ºntebÒlei kaˆ ƒkšteuen, ¢pot…nein d' ›toimoj Ãn cr»mata. ™gë dł tù młn ™ke…nou tim»mati oÙ sunecèroun, tÕn dł tÁj pÒlewj nÒmon ºx…oun eŁnai kurièteron, kaˆ taÚthn œlabon t¾n d…khn, ¿n Øme‹j dikaiot£thn eŁnai ¹ghs£menoi to‹j t¦ toiaàta ™pithdeÚousin ™t£xate. No discutía, señores, sino que reconocía su agravio y me rogaba y suplicaba no morir; y estaba dispuesto a compensarme con dinero. Pero yo no me avine a la compensación y exigí que la ley del Estado impusiera su vigor. En fin, me tomé el castigo que vosotros habéis impuesto a quienes cometen tales acciones por considerarlo el más justo. I 31 El legislador considera este delito sumamente grave kaˆ oÛtw sfÒdra Ð nomoqšthj ™pˆ ta‹j gameta‹j gunaixˆ d…kaia taàta ¹g»sato eŁnai, éste kaˆ ™pˆ ta‹j pallaka‹j ta‹j ™l£ttonoj ¢x…aij t¾n aÙt¾n d…khn ™pšqhke. ka…toi dÁlon Óti, e‡ tina eŁce taÚthj me…zw timwr…an ™pˆ ta‹j gameta‹j, ™po…hsen ¥n. Y con tanto énfasis ha considerado el legislador que ello es justo en el caso de las mujeres casadas, que incluso con las concubinas, inferiores en estimación, ha impuesto la misma pena. Claro que es evidente que si tuviera un castigo mayor que éste para con las casadas, lo habría impuesto. I 35 Todas las ciudades establecen leyes para usarlas en caso de problemas ™gë młn g¦r oŁmai p£saj t¦j pÒleij di¦ toàto toÝj nÒmouj t…qesqai, †na perˆ ïn ¨n pragm£twn ¢porîmen, par¦ toÚtouj ™lqÒntej skeyèmeqa Ó ti ¹m‹n poihtšon ™st…n. oátoi to…nun perˆ tîn toioÚtwn to‹j ¢dikoumšnoij toiaÚthn d…khn lamb£nein parakeleÚontai. Yo, desde luego, creo que todos los Estados imponen sus leyes con este fin: para que acudamos a ellas y consideremos qué habremos de hacer en los asuntos en que tenemos problemas. Ahora bien, éstas aconsejan que, en tales casos, los agraviados se tomen este castigo. 1 37-38 Eufileto se defiende de la acusación sobre la orden que él dio a su sirvienta kathgoroàsi g£r mou æj ™gë t¾n qer£painan ™n ™ke…nV tÍ ¹mšrv metelqe‹n ™kšleusa tÕn nean…skon. ™gë dš, ð ¥ndrej, d…kaion młn ¨n poie‹n ¹goÚmhn ñtinioàn trÒpJ tÕn t¾n guna‹ka t¾n ™m¾n diafqe…ranta lamb£nwn· e„ młn g¦r lÒgwn e„rhmšnwn œrgou dł mhdenÕj gegenhmšnou metelqe‹n ™kšleuon ™ke‹non, ºd…koun ¥n· Pero considerar esto, señores: me acusan de que aquel día ordené a mi sirvienta que fuera en busca del jovenzuelo. Yo, señores, pensaría que obraba justamente, cualquiera que fuera el modo de sorprender a quien corrompía a mi mujer. Pues si le hubiera mandado a buscar por conversaciones habidas, pero no por actos realizados, habría incurrido en falta; I 39-40 Eufileto no maquinó nada con Sóstrato al invitarle a cenar ™moˆ g£r, ð ¥ndrej, Óper kaˆ prÒteron e pon, f…loj ín Sèstratoj kaˆ o„ke…wj diake…menoj ¢pant»saj ™x ¢groà perˆ ¹l…ou dusm¦j sunede…pnei, kaˆ ™peid¾ kalîj eŁcen aÙtù, ¢piën õceto. ka…toi prîton mšn, ð ¥ndrej, ™nqum»qhte· [Óti] e„ ™n ™ke…nV tÍ nuktˆ ™gë ™peboÚleuon 'Eratosqšnei, pÒteron Ãn moi kre‹tton aÙtù ˜tšrwqi deipne‹n À tÕn sundeipn»sont£ moi e„sagage‹n; Pero ved que incluso aquí miente. Y lo sabréis fácilmente por lo que sigue. Como antes dije, señores, Sóstrato, que es amigo mío y está conmigo en términos familiares, encontróme viniendo del campo a la puesta del son y conmigo cenó. Y cuando le pareció bien, se retiró para marcharse. Pues bien, considerad esto lo primero, señores: si aquella noche andaba yo maquinando contra Eratóstenes, ¿acaso no me habría sido más ventajoso cenar con aquel en otro lugar que hacerlo entrar en mi casa para cenar conmigo? I 41 Eufileto dice que no realizó nada premeditadamente œpeita, ð ¥ndrej, oÙk ¨n dokî Øm‹n to‹j ™pithde…oij meq' ¹mšran paragge‹lai, kaˆ keleàsai aÙtoÝj sullegÁnai e„j o„k…an <tou> tîn f…lwn tîn ™ggut£tw, m©llon À ™peid¾ t£cista ÆsqÒmhn tÁj nuktÕj peritršcein, oÙk e„dëj Óntina o‡koi katal»yomai kaˆ Óntina œxw; En segundo lugar, ¿os parece que habría despedido a mi comensal y me habría quedado solo, en vez de invitarle a que se quedara para ayudarme a castigar al adúltero? Finalmente, señores, ¿no os parece que habría hecho mejor en avisar de día a mis parientes, e instarles a que se reunieran en la casa más próxima de mis amigos, en vez de andar corriendo por la noche tan pronto como me enteré, sin saber a quién iba a encontrar en casa y a quién fuera? I 47-48 Eufileto advierte a los jueces de que aplicó tal castigo porque así lo determina la ley 'Egë młn oân, ð ¥ndrej, oÙk „d…an Øpłr ™mautoà nom…zw taÚthn genšsqai t¾n timwr…an, ¢ll' Øpłr tÁj pÒlewj ¡p£shj· oƒ g¦r t¦ toiaàta pr£ttontej, Ðrîntej oŒa t¦ «qla prÒkeitai tîn toioÚtwn ¡marthm£twn, Âtton e„j toÝj ¥llouj ™xamart»sontai, ™¦n kaˆ Øm©j Ðrîsi t¾n aÙt¾n gnèmhn œcontaj. Por consiguiente, señores, considerad que ésta no es una venganza privada en mi propio beneficio, sino en el de todo el Estado. Pues quienes se disponen a realizar tales acciones, cuando vean qué recompensa les aguarda por tales crímenes, estarán menos inclinados a atentar contra los demás si ven que también vosotros tenéis la misma opinión.