Reyes de Judá - iglesiaemanuelsion.org

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LOS REYES
DE JUDÁ
DR. BRIAN J. BAILEY
Título original
The Kings of Judah
Título en español
Los Reyes de Judá
Primera impresión abril del 2005
Copyright © 2005 por Brian J. Bailey
Todos los derechos reservados bajo convenios internacionales
Traducción y edición: Equipo de traducción IBJ Guatemala
Las referencias bíblicas en este libro fueron tomadas de la versión
Reina-Valera, revisión de 1960,
© 1960 Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que
se indique lo contrario.
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida,
almacenada en un sistema de recuperación,
o transmitida por cualquier vía o bajo ninguna forma:
electrónica, mecánica, fotocopiado,
grabado o cualquier otra, sin la autorización escrita
que exprese el consentimiento del autor.
Primera edición en español, noviembre del 2006.
Segunda edición en español, diciembre del 2007.
Segunda impresión septiembre 2009
Zion Christian Publishers
P. O. Box 70
Waverly, New York 14892
ISBN # 1-59665-244-6
AGRADECIMIENTO
Al equipo de trabajo de Instituto Bíblico Jesucristo Guatemala, por su labor en la traducción y edición de la
edición en castellano.
Al equipo editorial de ZCP: Carla Borges, Suzette Erb,
Mary Humphreys, David Kropf, Justin Kropf, Sarah Kropf,
Raquel Pineda, Caroline Tham y Suzanne Ying.
Queremos hacer extensiva nuestra gratitud a estas
queridas personas, porque sin ellas, y sin sus muchas
horas de invaluable ayuda, este libro no habría sido
posible. Estamos realmente agradecidos por su diligencia,
creatividad y excelencia en la compilación de este libro
para la gloria de Dios.
CONTENIDO
Prefacio
7
Introducción
9
Parte 1: El Primer Período
17
Roboam, el rey que no guardó la Ley
19
Abías, poderoso pero inaceptable
35
Asa, un buen comienzo pero un mal final.
43
Parte 2: La Época de las Alianzas Incorrectas.
51
Josafat, el rey justo cuya falta arruinó a una nación. 53
Joram, un hombre no deaseado.
65
Ocozías, destruído por los malos consejos.
67
Atalía, una malvada consejera.
71
Parte 3: Tiempo de Restablecimiento (Prosperidad) 73
Joás, aquél que no pudo permanecer solo.
75
Amasías, el rey que se apartó.
81
Uzías, un rey presuntuoso.
89
Jotam, el rey que preparó su camino delante del Señor 95
Parte 4: El Apóstata
97
Acaz, el rey cobarde.
99
Parte 5: El Reinado de Justicia
107
Ezequías, un preciado hijo de Sion
109
Parte 6: La Gran Apostasía
123
Manasés, el hombre malvado que encontró
arrepentimiento
125
Amón, el rey que desechó al Señor
135
Parte 7: El Gran Avivamiento
Josías, el rey de corazón tierno
Parte 8: El Reino Desaparece.
Joacaz, el rey ungido que murió en Egipto
Joacim, el rey que despreció la Palabra de Dios
Joaquín, el rey en quien Dios no se complació
Sedequías, el rey que perdió su visión
139
141
159
163
165
169
175
Conclusión.
181
7
PREFACIO
En este libro titulado “Los Reyes de Judá”, hemos
tratado de extraer verdades sobre la vida de ellos, las
cuales nos van a capacitar para evitar las trampas de la
vida, así como también a encontrar y permanecer en el
camino de la vida eterna.
Es digno de mencionar que nuestro bendito Señor Jesús
habló más en Sus enseñanzas de los peligros y sufrimientos
del infierno, que de los placeres y recompensas del cielo.
Él habló del camino ancho (con todas sus tentaciones), el
cual lleva a la destrucción. Del mismo modo, se nos
advierte de los peligros del pecado en los primeros nueve
capítulos del libro de los Proverbios, éste es una
recopilación hecha por el rey Salomón sobre las enseñanzas
que recibió de su padre David.
En la misma idea, estos estudios de los reyes destacan
la vida de los malvados y sus errores, más que las
virtudes de los justos. El Rey Sabio nos dice: “un
pecador destruye mucho bien” (Ec. 9:18). En estos
estudios veremos cuán cierto es esto. Para muchas
generaciones, algunos de estos reyes fueron
responsables de la destrucción de su nación. Las
consecuencias del pecado son eternas. Durante nuestra
vida, podemos ser responsables de volver a muchos a
la justicia y de impactar a las siguientes generaciones
con nuestro ejemplo. Lamentablemente, también
podemos hacer que muchos no den en el blanco, para
su perdición eterna y para nuestra eterna mortificación.
8
Antes de morir, Moisés clamó a los hijos de Israel en los
campos de Moab: “a los cielos y a la tierra llamo por
testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la
vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues,
la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Dt. 30:19).
Que por la gracia de Dios, también nosotros escojamos el
camino de la vida y evitemos los errores de la iniquidad de
algunos de estos reyes de Judá.
9
INTRODUCCIÓN
Solamente tres reyes gobernaron sobre el reino unificado
(que comprendía las doce tribus de Israel): el rey Saúl, el
rey David y el rey Salomón.
Como veremos, el rey Salomón fue sucedido por su hijo
Roboam. Durante el reinado de Roboam, el reino se
dividió en dos: Israel (el reino de Norte) formado por
diez tribus, y Judá (el reino del Sur) formado por dos
tribus. Roboam continuó reinando en el reino del sur y
fue el primero de los veinte reyes que se sentó sobre el
trono de los reyes de Judá.
En este libro trataremos de examinar el carácter de estos
reyes del Sur, con el propósito de instruir a todos aquellos
que estudian sobre la vida de ellos. Antes de empezar a
ver la vida de estos reyes de Judá, sería conveniente
examinar brevemente el trasfondo de los tres reyes
anteriores, quienes reinaron sobre las doce tribus de Israel.
El rey Saúl
El primero en reinar sobre el reino unificado fue el rey
Saúl, de la tribu de Benjamín. Fue ungido dos veces. Hay
tres etapas en nuestra caminata con el Señor: ser llamados
de Dios, ser escogidos por Dios y ser hallados fieles. El
Señor nos unge antes de cada etapa. Por lo tanto, el
significado de que Saúl fuera ungido solamente dos veces
es que fue llamado y escogido por Dios, pero no fue hallado
fiel. Saúl llegó a ser un apóstata. Se apartó del Señor y al
10
Los Reyes de Judá
final, murió por su desobediencia. Las Escrituras dicen
en 1 Crónicas 10:13-14: “Así murió Saúl por su rebelión
con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de
Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una
adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató,
y traspasó el reino a David hijo de Isaí”.
Ahora, veremos brevemente la vida de David, abuelo de
Roboam y la de Salomón, su padre, para tener un mejor
entendimiento de la vida de este primer rey de Judá, y el
legado espiritual que heredó.
El rey David
El Señor reemplazó a Saúl con el rey David, quien era de
la tribu de Judá. Era conocido como profeta, sacerdote y
rey. David fue ungido tres veces, indicando que no sólo
fue llamado y escogido, sino también fue hallado fiel.
En Hechos 13:22, el Señor dijo de David: “He hallado a
David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien
hará todo lo que yo quiero”. David siguió al Señor con
todo su corazón y no se apartó ni a derecha ni a izquierda,
excepto en el caso de Urías heteo, en el que cayó en pecado
de adulterio y asesinato (1 Reyes 15:5). David se arrepintió
completamente por estos pecados, aceptó los juicios de
Dios y fue completamente restaurado.
David se convirtió en el patrón por el cual todos sus
descendientes fueron medidos. Hasta nuestro Señor
Jesucristo se humilló a Sí mismo, permitiendo ser llamado
Hijo de David. Como resultado de su obediencia y su
Los Reyes de Judá
11
caminata con Dios, David recibió una maravillosa promesa
de Dios. El Señor prometió ser un Padre para los hijos de
David, no solamente para su descendencia directa, sino
para su linaje completo.
Esta promesa se encuentra en 2 Samuel 7:12-15, donde el
Señor dice a David: “Y cuando tus días sean cumplidos,
y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a
uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y
afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo
afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él
padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le
castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de
hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como
la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti”.
El rey Salomón
El rey David fue sucedido por su hijo Salomón.
Tristemente, Salomón (hijo de David con Betsabé) fue
ungido sólo dos veces, indicando así que fue llamado y
escogido, pero no fue hallado fiel.
Cuando era joven (2 S. 12:24-25), Salomón fue llamado
Jedidías (que significa amado del Señor). Cuando llegó a
ser rey, buscó al Señor. El Señor se encontró con Salomón
y le dio sabiduría como nunca antes ni después tuvo
hombre alguno, y fue tal, que todas las naciones buscaban
oír sus palabras. Dios confió a Salomón el diseño para
construir el templo que sería la habitación del Señor. Hasta
hoy, nada en la tierra ha igualado al templo en su esplendor,
majestuosidad y el hecho que la gloria de Dios habitó allí.
12
Los Reyes de Judá
Lamentablemente a pesar de haber sido el rey más rico y
más sabio, Salomón no obedeció las reglas que Moisés había
dado para los reyes. Una de esas reglas era que un rey no
debía tener muchas esposas. Salomón tuvo 700 esposas y
300 concubinas, y muchas de ellas no eran de las tribus de
Israel sino de naciones paganas de alrededor (1 R. 11:3).
Esto fue así a pesar de que Dios había advertido a Su pueblo
a no unirse en matrimonio con los paganos (Ex. 34:14-16).
El resultado fue (como Dios ya le había advertido
claramente a Moisés), que ellas ciertamente apartaron el
corazón de Salomón de seguir a Dios.
Leemos en 1 Reyes 11:1-4: “Pero el rey Salomón amó,
además de la hija de Faraón, a muchas mujeres
extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom,
a las de Sidón y a las heteas; gentes de las cuales Jehová
había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas,
ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán
inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues,
se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres
reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron
su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres
inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no
era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su
padre David”.
Por cuanto el corazón de Salomón se había apartado,
podían encontrarse alrededor de los montes de Jerusalén,
templos paganos dedicados a fuerzas demoníacas. Esto
era contrario a la intención original de Dios, de tener una
adoración espléndida a través de Su templo.
Los Reyes de Judá
13
Salomón había recibido del Señor una profecía, que
declaraba que si obedecía al Señor, Dios lo establecería a
él y a sus descendientes en el trono de Israel por siempre.
Sin embargo, si elegía desobedecer al Señor, Israel sería
cortada de la Tierra Prometida.
En 1 Reyes 9:4-7, el Señor le dijo a Salomón: “Y si tú
anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre,
en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas
las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos
y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel
para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo:
No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel.
Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y
vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis
estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que
fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis; yo
cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he
entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre,
yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio
y refrán a todos los pueblos”.
Por cuanto la vida de Salomón fue tan diferente a la de
David, su padre, el Señor hizo que el reino se dividiera
después de su muerte. Salomón llegó al trono a los 19
años, reinó durante 40 años y fue sucedido por Roboam.
(Para un estudio más amplio, por favor lea nuestro libro
titulado Estudio de las Vidas de David y Salomón). En la
siguiente página hay un cuadro que muestra los reyes de
Judá en el tiempo y fecha de su reinado.
14
Los Reyes de Judá
REYES DEL REINO UNIFICADO
DE ISRAEL
REY
Saúl
David
Salomón
AÑOS DE REINADO
FECHA
40
1050 - 1010 a.C.
40
1010 - 970 a.C.
40
970 - 930 a.C.
EL REINO SE DIVIDE
REYES DE JUDÁ
REY
AÑOS DE REINADO
FECHA
Roboam
17
930 - 913 a.C.
Abías (Abiam)
3
913 - 910 a.C.
Asa
41
910 - 869 a.C.
Josafat
25
872 - 848 a.C.
Joram
8
848 - 841 a.C.
Ocozías
1
841 a.C.
Atalía (reina)
6
841 - 835 a.C.
Joás
40
835 - 796 a.C.
Amasías
29
796 - 767 a.C.
Uzías
52
792 - 740 a.C.
Jotam
16
750 - 735 a.C.
Acaz
16
732 - 715 a.C.
Ezequías
29
715 - 686 a.C.
Manasés
55
697 - 642 a.C.
Amón
2
642 - 640 a.C.
Josías
31
640 - 609 a.C.
Joacaz
3 meses
609 a.C.
Joacim
11
609 - 598 a.C.
15
Los Reyes de Judá
COMIENZA EL EXILIO
REY
Joaquín
Sedequías
AÑOS DE REINADO
3 meses
11
FECHA
598 - 597 a.C.
597 - 586 a.C.
JERUSALÉN ES DESTRUIDA EN EL 586 a.C.
16
Los Reyes de Judá
I PARTE
El Primer Período
19
ROBOAM
El rey que no guardó la Ley
(2 Crónicas 10-12; 1 Reyes 25:1-19)
A los 41 años, Roboam sucedió a su padre, Salomón, como
rey de Judá. Comprender la vida de David y Salomón nos
ayudará, en gran manera, en nuestro estudio de la vida de
Roboam.
Roboam vivió todo el período que su padre estuvo en el trono.
Había jugado sobre las rodillas de su abuelo David.
Tristemente, en lugar de imitar a David, o aun de reflejar los
primeros pasos de Salomón en su caminata con Dios, él tomó
la naturaleza que Salomón, su padre, desarrolló en su vejez.
En Eclesiastés 4:3-14, Salomón escribió lo siguiente, y se
cree que lo hizo refiriéndose a sí mismo en su ancianidad:
“Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y
necio que no admite consejos; porque de la cárcel salió
para reinar, aunque en su reino nació pobre”.
Durante los últimos 20 años de su reinado, Salomón tuvo
consejeros pero no los escuchó. Aunque les dijo a los demás
lo que debían hacer, no siguió sus propios preceptos. Hay
muchas personas que, como él, no caminan en los preceptos
que enseñan. Salomón estableció en Eclesiastés 11:3: “…en
el lugar que el árbol cayere, allí quedará”, esto significa
que, como nos hallemos al morir, así quedaremos para la
eternidad. Nuestro final es más importante que nuestro
comienzo.
20
Los Reyes de Judá
Cuando Roboam llegó al trono, había una cobertura sobre
él. Este manto era el del rey David: Dios prometió corregir
y castigar a los hijos de David si ellos se apartaban de los
caminos de Dios (2 S. 7:12-15).
Sin embargo, Roboam recibió otra profecía sobre él. Salomón
caminó de forma opuesta a David su padre, y no siguió al
Señor con todo su corazón. Como resultado, de acuerdo a las
profecías en 1 Reyes 9:7-8 y 1 Reyes 11:31-36, Dios le iba a
quitar diez tribus a Roboam, el hijo de Salomón.
Leemos en 1 Reyes 11:31-36 la profecía que se le dio a
Jeroboam, quien iba a ser rey del reino del norte de Israel:
“Y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos;
porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo
rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez
tribus; y él tendrá una tribu por amor a David mi siervo,
y por amor a Jerusalén, ciudad que yo he elegido de todas
las tribus de Israel; por cuanto me han dejado, y han
adorado a Astoret diosa de los sidonios, a Quemos dios
de Moab, y a Moloc dios de los hijos de Amón; y no han
andado en mis caminos para hacer lo recto delante de
mis ojos, y mis estatutos y mis decretos, como hizo David
su padre. Pero no quitaré nada del reino de sus manos,
sino que lo retendré por rey todos los días de su vida,
por amor a David mi siervo, al cual yo elegí, y quien
guardó mis mandamientos y mis estatutos. Pero quitaré
el reino de la mano de su hijo, y lo daré a ti, las diez
tribus. Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo
David tenga lámpara todos los días delante de mí en
Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner en ella
mi nombre”.
21
Roboam
Respuesta de Roboam
Como Salomón en su vejez, Roboam fue necio y rechazó la
corrección. Vemos que Roboam rehusó seguir el consejo sabio.
Después de la muerte de Salomón, Roboam fue a Siquem,
cerca del pozo de Jacob, y toda Israel estaba reunida para
hacerlo rey. Leemos acerca de esto en 1 Reyes 12:1-5:
“Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había venido
a Siquem para hacerle rey. Y aconteció que cuando lo oyó
Jeroboam hijo de Nabat, que aún estaba en Egipto, adonde
había huido de delante del rey Salomón, y habitaba en
Egipto, enviaron a llamarle. Vino, pues, Jeroboam, y toda
la congregación de Israel, y hablaron a Roboam, diciendo:
Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora disminuye tú
algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado
que puso sobre nosotros, y te serviremos”.
Recuerde lo que Salomón dijo: “… el rey viejo y necio
que no admite consejos” (Ec. 4:13). El pueblo se reunió y
dijo, “tu padre puso sobre nosotros mano dura y nos cargó
con impuestos y nos hicimos pobres. Si tú reduces esos
impuestos y disminuyes el yugo, te serviremos; si no, te
abandonaremos”.
En 1 Reyes 12:6-8 leemos: “Entonces el rey Roboam pidió
consejo de los ancianos que habían estado delante de
Salomón su padre cuando vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejáis
vosotros que responda a este pueblo? Y ellos le hablaron
diciendo: Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo
sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares,
ellos te servirán para siempre. Pero él dejó el consejo que
22
Los Reyes de Judá
los ancianos le habían dado, y pidió consejo de los jóvenes
que se habían criado con él, y estaban delante de él”.
Roboam tenía consejeros sabios y ancianos y los buscó.
Ellos aconsejaron a Roboam que le hablara amablemente
al pueblo y que alivianara el yugo, para que le sirvieran
con gozo. Entonces, buscó a los hombres jóvenes y les
pidió consejo.
1 Reyes 12:9-11 declara: “Y les dijo: ¿Cómo aconsejáis
vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha
hablado diciendo: Disminuye algo del yugo que tu padre
puso sobre nosotros? Entonces los jóvenes que se habían
criado con él le respondieron diciendo: Así hablarás a
este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre
agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les
hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que
los lomos de mi padre. Ahora, pues, mi padre os cargó de
pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os
castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones”.
Continúa en 1 Reyes 12:12-14 y 16: “Al tercer día vino
Jeroboam con todo el pueblo a Roboam, según el rey lo
había mandado, diciendo: Volved a mí al tercer día. Y
el rey respondió al pueblo duramente, dejando el
consejo que los ancianos le habían dado; y les habló
conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre
agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo;
mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré
con escorpiones… Cuando todo el pueblo vio que el
rey no les había oído, le respondió estas palabras,
diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David? No
Roboam
23
tenemos heredad en el hijo de Isaí. ¡Israel, a tus tiendas!
¡Provee ahora en tu casa, David! Entonces Israel se fue
a sus tiendas”.
Así, vemos que Roboam, sin sabiduría, tomó el consejo
de los jóvenes y causó que las tribus del norte se apartaran.
¿Por qué escogió Dios a Roboam?
La Palabra de Dios nos dice que la pérdida de las tribus
del norte fue de acuerdo con la voluntad de Dios. Dios
había pronunciado juicio sobre Salomón, acerca de que
el reino sería dividido. Para lograrlo, Él necesitaba a un
rey que tomara una decisión insensata. En Romanos 13:1
leemos: “…no hay autoridades sino de parte de Dios,
y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Por la
forma que eligieron a su sucesor, podemos ver esto
tanto en la vida de David como en la de Salomón.
Aunque los dos tuvieron muchos hijos, el mayor no
siempre fue quien heredó el trono. Por ejemplo, al
momento en que David debía elegir a su sucesor, su
hijo mayor con vida era Adonías, no Salomón. Sin
embargo, Dios escogió a Salomón para que fuera el
próximo rey. De la misma forma, Dios hizo que
Roboam fuese elegido sobre los otros hijos de
Salomón, porque Él sabía que el malvado corazón de
Roboam iba a cumplir Su voluntad. Además, Roboam
debe haber sido el favorito de Salomón, estando éste en
condición descarriada.
Qué trágico es que Roboam haya cumplido lo que el rey
Salomón dijo en Eclesiastés 2:18-19: “Asimismo aborrecí
24
Los Reyes de Judá
todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual
tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. Y ¿quién
sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo
mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del
sol mi sabiduría?”
Roboam fue necio y perdió la mayor parte de la tierra que
había heredado. Que Dios permita que nuestro trabajo sea
confiado a alguien que lo dirija sabiamente, de manera
que nuestro trabajo y fruto permanezcan, para que nuestras
obras nos sigan (Ap. 14:13).
Maldiciones generacionales
Como mencionamos anteriormente, nuestros
antepasados pueden afectar nuestra vida, y esto lo
podemos ver en la vida de Roboam. Venía de una línea
piadosa, pero su madre era de los amonitas, quienes eran
paganos. Los amonitas venían de la relación de incesto
que Lot tuvo con su hija menor (Gn. 19:30-38). Esta
nación atormentó a Israel continuamente durante los
siglos siguientes. La importancia que tenía el hecho que
la madre de Roboam fuera amonita era que ella, como
reina madre, iba a ejercer una grande y malvada
influencia sobre su hijo, el rey. De este modo, en el
interior estaba esa lucha por hacer el mal. Obviamente
la madre era mala, pero la línea paterna, yendo atrás
hacia David, era buena.
A continuación hay unos ejemplos de personas cuyos
pecados dieron como resultado una maldición sobre la vida
de sus descendientes:
Roboam
25
1. Elí, el sumo sacerdote, fue juzgado por Dios por darle
más honor a sus hijos que a Él. El Señor rechazó a Elí y lo
reemplazó con Samuel, un hombre piadoso y digno del
sacerdocio.
En 1 Samuel 3:13, vemos que el Señor también pronunció
juicio sobre sus descendientes: “Y le mostraré que yo
juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe;
porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha
estorbado”. Así, los descendientes de Elí fueron quitados
del sacerdocio.
Esto sucedió en los días de David. El rey Salomón sacó
del sacerdocio a Abiatar, un descendiente de Elí, porque
tomó una mala decisión al final de su vida, cuando decidió
seguir al rebelde Adonías en lugar de seguir a Salomón.
1 Reyes 2:27 dice: “Así echó Salomón a Abiatar del
sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra
de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo”.
2. El rey Ezequías fue un rey piadoso. Tristemente, después
de experimentar las bendiciones de Dios, se volvió muy
orgulloso. Como resultado, Dios le dijo a Ezequías: “Y de tus
hijos que saldrán de ti, que habrás engendrado, tomarán, y
serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia” (2 R. 20:18).
Ese hijo fue Manasés, el cual heredó el orgullo de Ezequías,
caminó de manera impía y, finalmente, fue llevado por el
Señor a cautividad en Babilonia.
Sin embargo, cuando Manasés se humilló delante del
Señor, Él, en Su gran misericordia, lo llevó de regreso a
Jerusalén (2 Cr. 33:11-13). Pero, por cuanto Manasés había
26
Los Reyes de Judá
llenado Jerusalén con sangre, Dios declaró que toda la
nación de Judá iría en cautividad bajo los babilonios.
La maldad de Manasés afectó a su nieto, Josías. Josías fue
un rey muy piadoso, pero no pudo darle a la nación una
bendición eterna, ya que Dios había declarado lo que iba a
suceder como resultado de la maldad de Manasés.
2 Reyes 23:25-26 dice de Josías: “No hubo otro rey antes
de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de
toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley
de Moisés; ni después de él nació otro igual. Con todo eso,
Jehová no desistió del ardor con que su gran ira se había
encendido contra Judá, por todas las provocaciones con
que Manasés le había irritad”.
Bendiciones generacionales
Por otro lado, la piedad de nuestros antepasados trae
bendición a nuestra vida. Por ejemplo, David les dejó
una gran bendición a sus hijos, y su nieto Roboam la
heredó. Vemos esta bendición en acción cuando Dios
extendió Su misericordia a Roboam en el caso de Sisac,
rey de Egipto.
Roboam había caminado en oposición a Dios, al permitir la
idolatría y consentir que los sodomitas construyeran sus casas.
Esto trajo la ira y el juicio de Dios sobre él, y Dios levantó a
Egipto para que atormentara a Judá y asolara Jerusalén.
Leemos en 2 Crónicas 12:1-2: “Cuando Roboam había
consolidado el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel
27
Roboam
con él. Y por cuanto se habían rebelado contra Jehová, en
el quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto
contra Jerusalén”.
Entonces, Roboam se humilló, y debido a su humildad,
Dios invocó la bendición de David sobre él y le dijo: “Se
han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve,
y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de
Sisac” (2 Cr. 12:7).
Cada rey de Judá fue medido en base a la vida de David.
Lo importante es que, gracias a su piedad, David pudo
dejar una bendición, y Dios pudo invocar esa bendición
como la razón por la que Él no destruyó a algunos reyes de
Judá que fueron muy malos.
La clave para tratar con
las maldiciones
Si estamos bajo una maldición por causa de nuestros
antepasados, esto no significa que no podamos hacer algo
al respecto.
Estando en Kenya hace muchos años, estaba predicando
en la esquina de una calle cuando un keniano vino hacia
mí y dijo: “estamos bajo maldición porque descendemos
de Cam, al cual Noé maldijo”. Le dije que lo que me decía
era verdad, pero que si ellos se acercaban a Cristo, esa
maldición que había sobre se vida sería rota. Podemos estar
bajo maldiciones heredadas de nuestros antepasados, pero
por la gracia de Dios, éstas pueden ser rotas. La clave está
en buscar al Señor.
28
Los Reyes de Judá
Debido a que Roboam era malo, Dios lo eligió para
cumplir la advertencia que le había dado a Salomón. En
2 Crónicas 12:14, leemos la razón por la cual él era malo:
“He hizo lo malo; porque no dispuso su corazón para
buscar a Jehová”.
Tenemos una naturaleza que viene de los lados paterno y
materno de nuestra familia. Quizá tengamos antecesores
piadosos. Me contaron que, por parte de mi madre, mi
bisabuela siempre oraba, y que cuando tenía cuatro años
me ponían en su regazo y me leía historias de la Biblia.
Obviamente, heredé las bendiciones que venían por parte
de mi bisabuela.
De mi padre heredé justicia, pues era un hombre muy
bueno. Sin embargo, en mi vida también había cosas que
no eran buenas. Con todo, Dios me preservó y me limpió:
la clave está en buscar a Dios.
Todos los reyes que buscaron al Señor —Josafat, Ezequías
y Josías— recibieron reconocimiento porque hicieron lo
que su padre David hizo (ver 2 Cr. 17:3; 29:1-2; 34:2).
Recibieron las múltiples bendiciones que Dios había
concedido a David.
Otros reyes tales como Salomón, Roboam, Jeroboam y
Joram, no caminaron como David. Aun así, el juicio que
merecían no siempre vino sobre ellos porque Dios dijo:
“Por amor a David mi siervo, los preservaré” (1 R. 11:34;
15:1-5; 2 Cr. 21:5-7).
Roboam
29
La clave para soportar la presión
En 2 Crónicas 13:7, vemos que generaciones posteriores
meditaron acerca de la decisión de Roboam. Lo que ellos
dijeron, pone la decisión de Roboam bajo una luz muy
interesante: “Y se juntaron con él hombres vanos y
perversos, y pudieron más que Roboam hijo de Salomón,
porque Roboam era joven y pusilánime, y no se defendió
de ellos”. Dijeron que Roboam no pudo resistir el consejo
malvado de los jóvenes.
Los ancianos y sabios le habían aconsejado que debía ser
un siervo. Escuchar el consejo de la gente mayor es
sabiduría. Lastimosamente, Roboam no pudo soportar la
presión de los jóvenes y escogió el consejo malvado de
ellos. Uno se pregunta cómo un hombre que vivió durante
todo el reinado de Salomón y las glorias de su reino, pudo
cometer un error así. En el liderazgo, uno debe soportar la
presión. Harry Truman, el 33º presidente de los Estados
Unidos dijo: “Si usted no puede soportar el calor, sálgase
de la cocina”. (Harry Truman le atribuyó esta perla de
sabiduría a su amigo Harry Vaughan). Un líder no debe
rendirse ante la presión, sino debe mantenerse firme. Hay
una presión tremenda para bajar las normas, para volvernos
como el mundo. Sin embargo, si lo hacemos, el mundo
entrará a la Iglesia y no tendremos unción, ni estándares,
ni mensaje.
Roboam no pudo resistir la presión porque no buscó al
Señor. En 2 Crónicas 12:14 leemos acerca de Roboam:
“E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar
a Jehová”.
30
Los Reyes de Judá
La fuerza para hacer lo correcto no proviene de
nosotros mismos; más bien, viene del Señor. Conforme
buscamos al Señor, leemos Su Palabra y oramos, nuestra
mente se hace fuerte. Nuestro discernimiento se vuelve
verdadero. El apóstol Pedro dijo: “Por tanto, ceñid los
lomos de vuestro entendimiento…” (1 P. 1:13).
Asa fue el nieto de Roboam.
Mientras libraba cierta batalla,
Conforme
experimentó tal presión que
buscamos al
acudió a un rey pagano por ayuda.
Señor, leemos Su
Como vemos en 2 Crónicas 16:7,9
Palabra y
fue reprendido por un profeta:
oramos, nuestra
“En aquel tiempo vino el
mente se hace
vidente Hanani a Asa rey de
fuerte
Judá, y le dijo: Por cuanto te
has apoyado en el rey de Siria,
y no te apoyaste en Jehová tu
Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado
de tus manos… porque los ojos de Jehová contemplan
toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que
tienen corazón perfecto para con él. Locamente has
hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más
guerra contra ti”.
Dios anhela mostrar Su fuerza a nuestro favor, para
que podamos soportar la maldad de este tiempo. Él no
quiere que seamos como Roboam, quien no pudo
soportar la presión que ejercían los de su generación.
Dios quiere que en esta vida seamos fuertes, que
tomemos el consejo de los que son sabios y que
hagamos lo correcto.
Roboam
31
Noé es un ejemplo de alguien que se mantuvo firme. En los
días de Noé, la violencia cubría la tierra, había iniquidad por
todas partes y los pensamientos del corazón de los hombres
eran continuamente malvados (Gn. 6:11-13, Mt. 24:37-38).
Eran tan violentos e impíos que Dios destruyó a toda una
generación, a excepción de Noé. Él buscó a Dios y fue
uno de los hombres más justos que jamás haya vivido. El
resultado fue que pudo soportar ileso en medio de su
generación, cuando otros a su alrededor habían caído.
Es importante que nos mantengamos bajo la cobertura de
las alas de Dios. No podemos mantenernos solos. Nuestra
propia naturaleza, tal vez de parte de nuestro padre, madre
o abuelos, puede ser mala y motivarnos a hacer el mal.
¿Cómo vamos a soportar estas fuerzas? Volviéndonos al
Señor y orando: “Dios líbranos”.
Si tan sólo Roboam hubiese buscado al Señor, Él se habría
mostrado fuerte a favor de Roboam, porque el Señor se
muestra fuerte a favor de aquellos cuyo corazón es perfecto
para con Él.
Roboam pudo haber tomado la decisión correcta. Había
vivido durante 40 años del reinado de Salomón, y debió
haber visto cómo se fue degenerando el corazón de
Salomón. Es asombroso ver cómo este hombre joven de
20, 30 y 40 años de edad, resplandeciente de gloria, que
vio a su padre caer cada vez más bajo, escogió, aun así, ser
como él. Si hubiese escogido buscar al Señor, pudo haber
sido como su abuelo, David. Si hubiese hecho eso, nunca
habría existido una nación dividida. En cambio, siguió los
pasos de su padre, Salomón.
32
Los Reyes de Judá
En estos tiempos, existen abundantes tentaciones para los
jóvenes. A menudo son controlados por las presiones de
grupo, siendo tentados a ser como sus amigos en acciones,
ropa y actitudes. Son tentados a dedicar su valioso tiempo
a ver películas y televisión y a ir a lugares profanos. Pero
Dios dice que donde abunda el pecado, la gracia sobreabunda
(Ro. 5:20). Por lo tanto, hay mucha más gracia disponible
para esta generación que la que hubo para mí generación,
porque las tentaciones del presente son mucho mayores.
Resistimos estos caminos malvados en el poder del Señor.
Roboam no pudo resistir las presiones y se rindió a los
consejos malvados, por lo tanto, perdió diez tribus. No
queremos condescender, ser uno más del grupo y seguir a
la multitud para hacer cosas profanas. Queremos
“atrevernos a ser un Daniel y atrevernos a permanecer
solos”. No existe nada que agrade más el corazón de Dios
que Sus hijos puedan “…resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estar firmes” (Ef. 6:13).
A pesar de estas grandes tentaciones que enfrentamos, es
posible permanecer firmes. Si preparamos nuestro corazón
para que busque al Señor, podemos resistir las presiones y
ser una antorcha que alumbra. Jesús dijo de Juan el
Bautista: “El era antorcha que ardía y alumbraba; y
vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz”
(Jn. 5:35). Debemos brillar por aquello que es correcto.
Debemos recordar que los ojos del Señor nos cuidan y que
Él nos da fortaleza. La bendición del Señor estará sobre
nosotros, el cielo se abrirá para nosotros y seremos capaces
de llevar a muchos a la justicia (Dn. 12:3). La vida del rey
33
Roboam
David permitió que Dios bendijera y preservara a todo
su linaje. En Isaías 55:3, leemos la promesa que dio Dios:
“Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra
alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias
firmes a David”. Dios nos cuidará, castigará y guardará para
Su reino eterno. ¡Amén!
Dios nos cuidará,
castigará y
guardará para Su
reino eterno.
¡Amén!
35
ABÍAS (ABIAM)
Poderoso pero inaceptable
(2 Crónicas 13; 1 Reyes 15:1-8)
Un reino dividido
Abías (o Abiam) sucedió a su padre Roboam, el primer
rey de Judá, después de que el reino fue dividido en Judá e
Israel. Vamos a ver esta división, porque contiene muchas
verdades que hoy, pueden aplicarse a nosotros.
Las semillas que dividieron el reino, fueron sembradas
muchos años antes de que realmente sucediera la
división. Se sembraron en tiempos de la casa de David
y la casa de Saúl. Por ejemplo, vemos que la casa de
Israel necesitó otros siete años para poder sujetarse al
reinado de David en Hebrón, favoreciendo con esto a la
línea de Saúl (2 S. 2:1-11; 3:1).
A menudo, cosas que vemos hoy tienen sus raíces muy
atrás en la historia. Estudiar el pasado es un beneficio para
las generaciones presentes y futuras. Los acontecimientos
del pasado quedan registrados para nuestra instrucción. Aun
el apóstol Pablo nos dice en 1 Corintios 10:11 que, el viaje
del pueblo de Israel ciertamente fue realizado para nuestro
aprendizaje. Por esto, la historia realmente es muy
importante. Revela los éxitos y fracasos de hombres y
mujeres del pasado, para que podamos entender sus
recompensas, y también, para que podamos ser advertidos
36
Los Reyes de Judá
de vivir en la luz. Detrás de nosotros hay 6,000 años que
nos enseñan cómo vivir. La Biblia está llena de historia.
De hecho, el conocido físico británico Michael Faraday
dijo: “¿Cómo pueden descarriarse las personas si tienen
este Libro bendito para guiarlas?” La respuesta es que no
están leyendo su Biblia.
Al estudiar los reyes, encontramos que en las Escrituras
existen básicamente dos relatos acerca de la vida de ellos.
Uno está en 1 y 2 de Reyes, y el otro en 1 y 2 de Crónicas.
Es verdaderamente extraordinario ver cómo, en algunos
casos, estos relatos difieren uno de otro; pero, como
veremos en la vida de Abías, necesitamos ambos relatos
para obtener la descripción completa de un hombre o de
una mujer.
Propósito de la división
Detengámonos por un momento y consideremos la división
del reino entre los hijos de Dios. Fue una división hecha
por Dios Mismo, para separar lo bueno de lo malo.
Básicamente, las diez tribus del Norte eran malvadas y
cayeron en idolatría. Hicieron cosas que Judá, el reino del
sur, no hubiera tolerado. Atacaban a Judá sin cejar.
Al principio, Roboam, rey de Judá, quiso atacar a
Jeroboam y a las diez tribus del Norte después de que
éstas se habían apartado, pero Dios dijo: “No vayáis, ni
peleéis contra vuestros hermanos los hijos de Israel;
volveos cada uno a su casa, porque esto lo he hecho
yo…” (1 R. 12:24). A los piadosos se les enseña a no
atacar a aquellos que se han apartado, a aquellos que
Abías
37
siguen un camino diferente. Sin embargo, más adelante
Jeroboam vino en contra de Roboam y después en contra
de Abías (1 R. 14:30; 2 Cr. 13). En la historia, esto se repite
muy a menudo: aquellos que han dejado el camino de la
justicia, atacan a los que permanecen. Así, está registrado
que continuamente hubo guerras entre Jeroboam y Abías.
Abías conduce a Judá a la victoria
en contra de Israel
En 2 Crónicas 13 se describe una batalla en particular,
en la que el ejército de Israel se levantó en contra de
Judá. Abías dijo a Jeroboam y a Israel: “¿No habéis
arrojado vosotros a los sacerdotes de Jehová, a los hijos
de Aarón y a los levitas, y os habéis designado
sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras,
para que cualquiera venga a consagrarse con un
becerro y siete carneros, y así sea sacerdote de los que
no son dioses? Mas en cuanto a nosotros, Jehová es
nuestro Dios, y no le hemos dejado; y los sacerdotes
que ministran delante de Jehová son los hijos de Aarón,
y los que están en la obra son levitas, los cuales queman
para Jehová los holocaustos cada mañana y cada tarde,
y el incienso aromático; y ponen los panes sobre la mesa
limpia, y el candelero de oro con sus lámparas para
que ardan cada tarde; porque nosotros guardamos la
ordenanza de Jehová nuestro Dios, mas vosotros le
habéis dejado. Y he aquí Dios está con nosotros por
jefe, y sus sacerdotes con las trompetas del júbilo para
que suenen contra vosotros. Oh hijos de Israel, no
peleéis contra Jehová el Dios de vuestros padres, porque
no prosperaréis” (2 Cr. 13:9-12).
38
Los Reyes de Judá
Debido a que Abías puso su confianza en Dios, Dios le dio
una extraordinaria victoria sobre Jeroboam, quien se había
levantado en contra de él junto con las diez tribus apóstatas.
Siempre hay conflicto entre aquellos que dejan la senda
de la justicia y aquellos que permanecen. No obstante, los
justos no deben tocar a los que se han apartado de la senda.
Esto se puede ver en el caso de David y Saúl. David era el
ungido; Saúl había perdido la unción. Saúl atacó
constantemente a David, pero éste fue muy cauteloso en
no hacer daño a Saúl.
En 1 Samuel 24:6, cuando se le presentó a David la
oportunidad de matar a su señor Saúl, les dijo a sus
hombres, “Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi
señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra
él; porque es el ungido de Jehová”. Aun después de que
Saúl murió, sus sucesores trataron de atacar de nuevo a
David, pero el Señor hizo que la casa de Saúl se fuera
debilitando cada vez más (2 S. 3:1).
Las obras sin carácter
no significan nada
Debido al relato anterior sobre la victoria de Abías,
podríamos tener la tentación de concluir que él fue un
poderoso hombre de Dios. Sin embargo, veremos que su
carácter estaba lejos de ser deseable.
Abías era lujurioso. Leemos en 2 Crónicas 13:21: “Pero
Abías se hizo más poderoso. Tomó catorce mujeres, y
engendró veintidós hijos y dieciséis hijas”. También
39
Abías
encontramos que caminó en los pecados de su padre:
idolatría y sodomía. 1 Reyes 15:3 dice: “Y anduvo en todos
los pecados que su padre había cometido antes de él; y no
fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el
corazón de David su padre”. Así, hay dos ilustraciones
diferentes del mismo hombre: una describe a un hombre
que era poderoso y que confiaba en Dios durante la batalla,
la otra describe a un hombre que era extremadamente
lujurioso y que practicaba el mal.
Aquí hay otra lección que debemos aprender. La obtenemos
de Proverbios 16:32: “Mejor es el que tarda en airarse
que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el
que toma una ciudad”. Abías realizó grandes hazañas, pero
no caminó en los preceptos de Dios. De este modo, la
poderosa victoria registrada en Crónicas, palidece hasta
ser insignificante cuando consideramos 1 Reyes 15:3.
En realidad, en su corazón, Abías era un apóstata. Tenemos
que ser muy cuidadosos para darnos cuenta que las obras
extraordinarias que realicemos o los éxitos que logremos,
no suplen la condición de nuestro corazón. Por esto,
ciertamente es muy importante que veamos cómo evalúa
Dios a una persona. Ahora, consideremos a otros hombres
notables de la Palabra de Dios.
Otros hombres con obras
poderosas pero sin carácter
Saúl obtuvo poderosas victorias sobre los enemigos de
Judá y Dios estuvo con él (1 S. 11 y 14), pero lo que
Dios vio acerca de él fue que era malvado (1 S. 15). Se
40
Los Reyes de Judá
volvió a la adivinación y no obedeció la voz de Dios
(1 S. 15:22-23). Por lo tanto, Dios lo mató.
Jehú fue un rey de Israel a quien Dios le dio una gran
promesa: “Y Jehová dijo a Jehú: Por cuanto has hecho
bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, e hiciste a la
casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón,
tus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta
generación” (2 R. 10:30).
Sin embargo, se nos da otra opinión acerca de Jehú:
“Mas Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios
de Israel con todo su corazón…” (2 R. 10:31). Jehú
anduvo en maldad y pecado. Por un lado, Jehú cumplió
la voluntad de Dios y destruyó a toda la simiente de
Acab, ese rey perverso. Por el otro, no prestó atención a
la Ley de Dios. Por eso, aun habiendo realizado acciones
extraordinarias como lo hizo Saúl, no lo vamos a
encontrar en el reino celestial.
Judas es otro ejemplo. Se nos dice que Judas fue ungido
por Dios. Realizó milagros y predicó el Evangelio.
Tristemente, al final su vida fue un desastre; él se suicidó.
El Señor dio esta severa advertencia en Mateo 7:21-23:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino
de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad”.
41
Abías
Grandeza en el Reino de Dios
Por lo tanto, el hecho de que Dios use a una persona, no es
criterio para emitir un juicio acerca del carácter de ésta, o
de determinar si esa persona es llamada “grande” en el
reino celestial. ¿Quién es llamado grande en el reino del
cielo? Mateo 5:19 dice: “De manera que cualquiera que
quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y
así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en
el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los
enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos”.
Aquellos que guardan los mandamientos de Dios y los
enseñan, serán llamados grandes en el reino celestial, y
los otros, si llegan allá, serán llamados muy pequeños.
Estos otros son aquellos que no guardan los mandamientos
y solamente enseñan ciertas partes de la Escritura. Así es
como Dios evalúa a una persona. Por lo tanto, guardemos
y enseñemos Sus mandamientos: todo el consejo de Dios
(Hch. 20:27).
Resumiendo la vida de Abías, vemos que Crónicas y Reyes
proporcionan diferentes criterios. A menudo, consideramos
la vida de una persona y decimos: “¡mire lo que hace!”
Entonces, tenemos la opinión de Dios que dice: “Sí, pero
él no guarda Mi ley. No camina en Mis preceptos. Aunque
lo estoy usando, lo he rechazado”. Que no seamos hallados
con Abías, en esta categoría.
Una vez, tuve una visión de un misionero que estaba siendo
usado por Dios grandemente en una convención. Sin
embargo, yo (y muchos más), sabíamos que no era un
42
Los Reyes de Judá
hombre justo. Entonces, Dios me dio una visión de una
cerca de estacas puntiagudas, hecha con hermosos tableros
blancos, sin embargo, algunos tableros estaban torcidos.
Lo que el Señor quería mostrar era que, aunque Él usaba
a alguien, esto no hacía que esa persona fuera recta o
aceptable a Sus ojos. Seamos justos e íntegros, para que
podamos ser usados por el Señor y aceptados por Él.
Seamos justos e
íntegros, para que
podamos ser
usados por el
Señor y aceptados
por Él.
43
ASA
Un buen comienzo
pero un mal final
(2 Crónicas 14-16; 1 Reyes 15:9-34)
El prometedor comienzo de Asa
Ahora llegamos a otro rey: Asa. Era hijo de Abías, y se nos
dice que hizo lo recto ante los ojos del Señor, como David
su padre.
¡Verdaderamente, Asa fue todo un personaje! Aprenderemos
varias lecciones de la vida de este hombre. Como leemos en
1 Reyes 15:11-16, Asa tuvo un comienzo muy prometedor:
“Asa hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su
padre. Porque quitó del país a los sodomitas, y quitó todos
los ídolos que sus padres habían hecho. También privó a su
madre Maaca de ser reina madre, porque había hecho un
ídolo de Asera. Además deshizo Asa el ídolo de su madre, y
lo quemó junto al torrente de Cedrón. Sin embargo, los lugares
altos no se quitaron. Con todo, el corazón de Asa fue perfecto
para con Jehová toda su vida. También metió en la casa de
Jehová lo que su padre había dedicado, y lo que él dedicó:
oro, plata y alhajas. Hubo guerra entre Asa y Baasa rey de
Israel, todo el tiempo de ambos”.
Es interesante notar que las heridas y las ofensas perduran
generación tras generación. Las generaciones del presente
asumen las ofensas de las generaciones pasadas. Por esto,
44
Los Reyes de Judá
las divisiones entre el pueblo de Dios son muy serias. Los
hijos de aquellos que se habían apartado de la verdad,
estaban cargando con las ofensas de sus padres y atacaban
a los piadosos. Hubo constantes guerras entre Israel y Judá,
pero Dios permitió que esta separación ocurriera, a causa
de las diferencias en el corazón de los pueblos.
Leemos en 2 Crónicas 14:2-6: “E hizo Asa lo bueno y lo
recto ante los ojos de Jehová su Dios. Porque quitó los
altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las
imágenes, y destruyó los símbolos de Asera; y mandó a
Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese
por obra la ley y sus mandamientos. Quitó asimismo de
todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes;
y estuvo el reino en paz bajo su reinado. Y edificó ciudades
fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y
no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque
Jehová le había dado paz”. La justicia de Asa trajo
prosperidad a la tierra de Judá.
La batalla en contra de los etíopes
Sin embargo, en medio de la prosperidad de Judá, el ejército
etíope vino en contra de ellos. 2 Crónicas 14:9 establece:
“Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de un
millón de hombres y trescientos carros; y vino hasta
Maresa”. Los etíopes contaban con un gran ejército de un
millón de hombres. Avanzaron a través de Egipto hacia
Palestina y, ciertamente, llegaron a Judá.
El ejército de Asa tenía una desventaja de por lo menos
dos a uno, pero él escogió animar al pueblo y simplemente
45
Asa
oró en 2 Crónicas14:11: “Y clamó Asa a Jehová su Dios, y
dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar
ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos,
oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en
tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres
nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre”.
En 2 Crónicas 14:12-15 vemos el resultado de esta
asombrosa batalla: “Y Jehová deshizo a los etíopes delante
de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes. Y Asa, y
el pueblo que con él estaba, los persiguieron hasta Gerar;
y cayeron los etíopes hasta no quedar en ellos aliento,
porque fueron deshechos delante de Jehová y de su ejército.
Y les tomaron muy grande botín. Atacaron también todas
las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror de Jehová
cayó sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, porque
había en ellas gran botín. Asimismo atacaron las cabañas
de los que tenían ganado, y se llevaron muchas ovejas y
camellos, y volvieron a Jerusalén”. Asa venció porque Dios
hirió a los etíopes.
Palabra profética para Asa
Más tarde, el profeta del Señor vino al encuentro de Asa y
le dijo: “Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis
con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si
le dejareis, él también os dejará” (2 Cr. 15:1-2). Esta
profecía nos da a entender que Dios conocía el futuro de
este piadoso hombre.
Asa sirvió a Dios con un corazón perfecto, no confió en el
brazo de la carne y tuvo mucha confianza al marchar en
46
Los Reyes de Judá
contra de un millón de hombres. Se le dio una admirable
victoria y aun así se encontró con el profeta que dijo: “Jehová
estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él”.
Si yo hubiese recibido una profecía con palabras como “si
vosotros estuviereis con Él”, me habría postrado sobre mi
rostro, clamando al Señor que protegiera mi corazón, pues
Dios todo lo conoce. Estas palabras podrían ser una
indicación de que Dios ve algo en mí que podría hacer que
me apartara de Él. Sin embargo, Asa se emocionó con esa
profecía, y espiritualmente, se confió demasiado. Entonces
hizo con Judá un pacto de buscar al Señor. Así, nuevamente
hubo paz en la tierra (2 Cr. 15:12-15).
Recordemos que permanecemos por la fe. Caminemos en
el temor del Señor, pues el orgullo viene antes de la caída.
La batalla con el reino del norte: Israel
Asa reinó durante 41 años. En el año 36 de su reinado
(quedándole solamente cinco años de vida), una
coalición dirigida por Baasa vino en contra de Israel.
Leemos en 2 Crónicas 16:1: “En el año treinta y seis del
reinado de Asa, subió Baasa rey de Israel contra Judá, y
fortificó a Ramá, para no dejar salir ni entrar a ninguno
al rey Asa, rey de Judá”. Baasa comenzó a edificar una
ciudad para evitar que cualquiera entrara o saliera del reino
de Judá, dañando, obviamente, el comercio del país.
¿Qué hizo el piadoso Asa? Al recordar, él vio la
extraordinaria forma en que Dios lo había librado, animado
y dado una maravillosa victoria sobre los etíopes. Él pudo
47
Asa
ver todas aquellas maravillosas cosas y el gozo de su
pueblo en servirlo. Ahora, Asa afrontaba una situación
mucho menos amenazante que la de los etíopes.
Lamentablemente, en lugar de depender del Señor, se
apoyó en el reino del norte e hizo alianza con un rey
pagano, Ben-adad.
2 Crónicas 16:2-3 registra este evento: “Entonces sacó
Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y
de la casa real, y envió a Ben-adad rey de Siria, que estaba
en Damasco, diciendo: Haya alianza entre tú y yo, como
la hubo entre tu padre y mi padre; he aquí yo te he enviado
plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que
tienes con Baasa rey de Israel, a fin de que se retire de
mí”. Envió grandes tesoros a Ben-adad, pidiéndole que lo
salvara de Baasa.
El Señor reprende a Asa
Asa, quien había actuado sabiamente en el caso de los
etíopes, se estaba volviendo ahora a un rey pagano para
que lo ayudara en contra de las diez tribus apóstatas. Benadad lo escuchó y marchó en contra de Baasa, forzándolo
a cesar la edificación. Sin embargo, un profeta del Señor
vino a Asa diciendo: “En aquel tiempo vino el vidente
Hanani a Asa rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has
apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu
Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de
tus manos” (2 Cr. 16:7).
Entonces, este profeta cita uno de los versículos más
extraordinarios de la Palabra de Dios, “Porque los ojos
48
Los Reyes de Judá
de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su
poder a favor de los que tienen corazón perfecto para
con él” (2 Cr. 16-9).
En otras palabras, el profeta estaba diciendo: “mira lo que
Dios hizo contigo en contra de los etíopes. Tu corazón era
perfecto y Dios se mostró fuerte y los derrotó. Luego, en
el caso de Baasa, te volviste a los sirios, siendo esto mucho
menos atemorizante que la amenaza de los etíopes”.
Asa había buscado la ayuda de los asirios en vez de
buscar al Señor, porque su corazón se había vuelto
confiado. Su vida carecía de unción y de fervor. Ya no
buscaba más a Dios. Esto quedó muy claro, porque
cuando escuchó esa profecía, no se arrepintió, sino
encarceló al profeta (2 Cr. 16:10). Entonces, se llenó de
ira. No permitió que el Señor hiciera una obra continua en su
vida; así, en la medida en que envejecía, su corazón se
endurecía. Ya no era más el hombre cuya caminata era perfecta
delante de Dios, como David. Era un hombre diferente.
No obstante esto, en Su bondad, Dios procuró que al final
de su vida Asa regresara a Él y permitió que una enfermedad
afectara sus pies. Sin embargo, 2 Crónicas 16:12 dice: “…y
en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos”.
Siempre resulta trágico cuando una persona comienza tan
bien, pero tiene un final miserable.
Lo que cuenta es el final
He conocido a personas que durante años han servido a
Dios, y que luego, al final, ya no fluyen en el ministerio.
Asa
49
¡Qué triste es esto! Como claramente lo declara la Escritura:
“…en el lugar que el árbol cayere, allí quedará” (Ec. 11:3).
Queremos que nuestro final sea mejor que nuestro
comienzo.
¡Asa fue tan fervoroso en el comienzo, y recibió tan grande
reconocimiento! Un corazón perfecto, como el de David.
David fue la plomada para medir a todos los reyes de Judá.
Algunos fueron reconocidos porque caminaron en los
caminos de David. Otros, fueron condenados porque no
lo hicieron.
Al haber estudiado la vida de Asa y la de otros reyes, he
podido sentir el corazón de Dios hacia ellos. La tristeza
me abrumó, estas personas, a quienes Dios les había dado
el reino y maravillosas oportunidades, Lo habían
decepcionado. A menudo, Dios menciona esto a algunos
de estos reyes: “los he levantado del polvo, y les he dado
el reino. ¿Qué han hecho con las oportunidades que les he
dado?” (1 R. 14:7-9). Ciertamente, la historia de Asa me
entristeció, porque su final fue deplorable.
Estamos esperando un avivamiento y que Dios nos
aliente. En el pasado, he visto tanto a jóvenes como a
ancianos ser tan vivificados por el poder de Dios, que he
pensado: “ellos van a ser antorchas que ardan, como Juan
el Bautista. Van a fundirse en un esplendor de gloria”.
Luego, muchos años después, he visto cómo estas
personas terminan como Asa. Están llenas de ira, llenas
de amargura, rechazando las reprimendas y el consejo de
Dios. Queremos que nuestro fin sea más glorioso que
nuestro comienzo.
50
Los Reyes de Judá
Nuestro clamor debería de ser: “Señor, ¿hay algo muy
difícil para ti? Crea en mí un corazón limpio, como el del
rey David, que haga toda Tu voluntad”. Jeremías 32:17
dice: “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y
la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni
hay nada que sea difícil para ti”. Esta visión debe envolver
y controlar nuestra alma y nuestro espíritu.
Aunque vamos a enfrentar problemas, no debemos
permitir que nuestro corazón se vuelva como el corazón
de Asa: confiado, duro y amargado. En lugar de eso,
deberíamos decir: “Señor, voy a creer lo que dijo el profeta:
‘Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra,
para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón
perfecto para con él’”.
Amados, si hacemos esto, no llevaremos al corazón del
Señor tanta tristeza como lo hicieron estos reyes que
tuvieron tan maravillosas oportunidades y, aun así, le
fallaron a Dios. A cambio, seremos testigos ardientes,
brillando intensamente para Jesús, y llevando gozo al
corazón del Señor.
Queremos que nuestro fin sea más
glorioso que nuestro comienzo.
II PARTE
La Época de las Alianzas
Incorrectas
53
JOSAFAT
El rey justo cuya falta
arruinó a una nación
(2 Crónicas 17 – 20; 1 Reyes 22)
El sucesor de Asa fue Josafat, su hijo. Era el año 800 a.C.,
la época del Reino Dividido: en el sur, Judá (el reino justo)
y en el norte, Israel (el reino idólatra). Josafat, un rey justo,
fue el cuarto rey de Judá. En ese tiempo, gobernaba sobre
Israel el rey Acab, una de las personas más malvadas que
hayan existido. Ambos reyes son una advertencia y un
aliciente para nosotros; la vida de ellos revela verdades
que, ciertamente, debemos entender.
Primero, consideremos a Josafat. La Escritura dice acerca
de él, en 1 Reyes 22:41-43: “Josafat hijo de Asa comenzó
a reinar sobre Judá en el cuarto año de Acab rey de Israel.
Era Josafat de treinta y cinco años cuando comenzó a
reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre
de su madre fue Azuba hija de Silhi. Y anduvo en todo el
camino de Asa su padre, sin desviarse de él, haciendo lo
recto ante los ojos de Jehová…”
Josafat vivió 60 años. En otras palabras, fue una persona que
vivió la vida a plenitud. En 2 Crónicas 17:3-4, leemos: “Y
Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros
caminos de David su padre, y no buscó a los baales, sino que
buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y
no según las obras de Israel”. Josafat anduvo en todos los
caminos de su padre David, quien fue un hombre justo.
54
Los Reyes de Judá
Josafat buscó al Señor y no anduvo como lo hicieron los hijos
de Israel: en idolatría y desobediencia. Él caminó con Dios, y
no se volvió ni a derecha ni a izquierda, sino que hizo lo correcto
a los ojos de Dios. En 2 Crónicas 17:5 leemos: “Jehová, por
tanto, confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat
presentes; y tuvo riquezas y gloria en abundancia”.
Josafat no fue justo solamente en su persona, sino también
fue un hombre que se preocupó mucho por la espiritualidad
de su pueblo. Por esto, estableció y envió por todo su reino,
maestros de justicia para que proclamaran la ley de Dios.
Según 2 Crónicas 17:7-9: “Y enseñaron en Judá, teniendo
consigo el libro de la ley de Jehová, y recorrieron todas
las ciudades de Judá enseñando al pueblo”.
Estamos ante un hombre maravilloso, un hombre que
ciertamente temía a Dios. Más adelante leemos, en
2 Crónicas 17:10-12: “Y cayó el pavor de Jehová sobre
todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de
Judá, y no osaron hacer guerra contra Josafat. Y traían
de los filisteos presentes a Josafat, y tributos de plata.
Los árabes también le trajeron ganados, siete mil
setecientos carneros y siete mil setecientos machos
cabríos. Iba, pues, Josafat engrandeciéndose mucho; y
edificó en Judá fortalezas y ciudades de
aprovisionamiento”. El Señor puso Su pavor sobre Judá
y sobre las naciones de alrededor.
Durante su reinado, Josafat también fortificó las
ciudades. En 2 Crónicas 17:19, se nos dice que él puso
guarnición en ciudades fortificadas por todo Judá. Cuidó
mucho de los muros y las puertas. Según Isaías 60:18,
55
Josafat
los muros hablan de “salvación” y las puertas hablan de
“alabanza”. Espiritualizando esto, Josafat fortaleció la
nación contra el mal. El reino de Judá reposaba, y parecía
que todo iba bien.
La alianza incorrecta
entre Josafat y Acab
En 1 Reyes 22:44 vemos el inicio de los problemas: “Y
Josafat hizo paz con el rey de Israel”. La situación se aclara
en 2 Crónicas 18:1, “Tenía, pues, Josafat riquezas y gloria
en abundancia; y contrajo parentesco con Acab”. Mientras
Josafat hizo lo que era recto, también hizo las paces con el
reino impío de Israel, gobernado por Acab, uno de los
hombres más malos de la historia.
En cierto sentido, la paz es muy importante. Pero
tenemos que tener cuidado con quién hacemos la paz,
porque la paz también significa unidad: uno queda unido
a la otra persona.
Acab, el rey de Israel, había recibido un poderoso
testimonio de Elías, un gran profeta de Dios. Junto con
Moisés, Elías será uno de los dos testigos de los últimos
tiempos (Ap. 11:3-12) y es uno de los dos ungidos que
están delante del Señor de toda la tierra (Zac. 4:14). Vez
tras vez, Acab fue advertido por este gran hombre con
respecto a sus malos caminos.
Una de las razones por las cuales Acab fue tan malo, fue
porque se había casado con Jezabel, la hija del rey de Sidón,
un país pagano. Ella no solamente había introducido la
56
Los Reyes de Judá
adoración pagana a Israel, sino que había incitado a su
esposo a hacer aquello que era malo. Leemos sobre esto
en 1 Reyes 16:30-31: “Y reinó Acab hijo de Omri sobre
Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri
hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los
que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar
en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por
mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue
y sirvió a Baal, y lo adoró”.
Al continuar, veremos cuán importante es estar rodeado
de buenos consejeros. Casándose con Jezabel, Acab hizo
más maldad que cualquier otro rey.
Cuando Josafat descendió a visitar a Acab, se dio cuenta que
Dios estaba con Josafat. Vio la prosperidad que Josafat había
logrado, las cosas maravillosas que Dios había hecho por el
reino de Judá. Entonces, Acab inició una alianza con Josafat,
sobre la que leemos en 2 Crónicas 18:3: “Y dijo Acab rey de
Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo contra
Ramot de Galaad? Y él respondió: Yo soy como tú, y mi pueblo
como tu pueblo; iremos contigo a la guerra”. Josafat hizo
una declaración asombrosa, porque, en esencia, este hombre
justo le estaba diciendo al hombre malo: “nos parecemos”.
Micaías y los 400 profetas
Por cuanto Josafat era piadoso, buscó consejo en ese
momento, queriendo escuchar la palabra del Señor.
“Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas,
y les preguntó: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de
Galaad, o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque
Josafat
57
Dios los entregará en mano del rey” (2 Cr. 18:5). Aunque
estos 400 profetas dijeron lo mismo, el justo Josafat no se
sentía bien. Cuando una persona es justa, Dios le otorga
la capacidad de discernir.
En 2 Crónicas 18:6-7 leemos la respuesta de Josafat: “Pero
Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, para
que por medio de él preguntemos? El rey de Israel respondió
a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el cual podemos
preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me
profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías
hijo de Imla”. Por lo tanto, Micaías verdaderamente era un
profeta de Dios, pues reprendió al malvado rey Acab.
Entonces, Josafat pidió que trajeran a Micaías delante de
ellos; y lo trajeron del lugar en donde está la mayoría de
los profetas: la cárcel. El mensajero que había sido enviado
a sacar a Micaías dijo: “He aquí las palabras de los
profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas; yo, pues,
te ruego que tu palabra sea como la de uno de ellos, que
hables bien” (2 Cr. 18:12).
Como respuesta a la pregunta de Acab de si debía ir o no a
Ramot de Galaad, Micaías comenzó diciendo
(sarcásticamente): “Subid, y seréis prosperados, pues serán
entregados en vuestras manos” (2 Cr. 18:14). Acab sabía
que esto no era cierto; por eso le dijo al profeta de Dios:
“¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el nombre de
Jehová que no me hables sino la verdad?” (2 Cr. 18:15).
Micaías respondió, “He visto a todo Israel derramado por los
montes como ovejas sin pastor; y dijo Jehová: Estos no tienen
58
Los Reyes de Judá
señor; vuélvase cada uno en paz a su casa … Yo he visto a
Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos
estaba a su mano derecha y a su izquierda. Y Jehová preguntó:
¿Quién inducirá a Acab rey de Israel, para que suba y caiga
en Ramot de Galaad? Y uno decía así, y otro decía de otra
manera. Entonces salió un espíritu que se puso delante de
Jehová y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué modo?
Y él dijo: Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de
todos sus profetas. Y Jehová dijo: Tú le inducirás, y lo
lograrás; anda y hazlo así. Y ahora, he aquí Jehová ha puesto
espíritu de mentira en la boca de estos tus profetas; pues
Jehová ha hablado el mal contra ti” (2 Cr. 18:16, 18-22).
Ahora, Micaías le dijo la verdad a Acab. El rey se enfureció
(así como también lo hicieron los demás profetas), y dio
orden que Micaías fuera puesto nuevamente en prisión
hasta que él regresara de Ramot de Galaad en paz.
Entonces, Micaías respondió: “Si tú volvieres en paz,
Jehová no ha hablado por mí” (2 Cr. 18:27).
La batalla en Ramot de Galaad
Ahora, Josafat discernió que era Micaías y no los 400
profetas, quien hablaba la palabra de Dios. ¡Aun así,
decidió ir a la batalla junto con Acab!
En la batalla, la estrategia es atacar el portaestandarte.
Hablando en general, cuando éste es destruido, el ejército
está vencido. Sabiendo eso, Acab decidió protegerse y le
dijo a Josafat: “Yo me disfrazaré para entrar en la batalla,
pero tú vístete tus ropas …” Entonces, se fueron a la
batalla (2 Cr. 18:29).
59
Josafat
Mientras subían, el rey de Siria había ordenado a sus
soldados que destruyeran solamente a Acab (lo cual es
exactamente lo que Micaías dijo). Entonces, cuando los
soldados sirios vieron a Josafat, creyeron que era Acab, y
buscaron matarle. Pero Josafat clamó al Señor. Entonces,
el capitán se dio cuenta que no era Acab y regresó. En
realidad, un soldado mató a Acab a cierta distancia, con
una flecha dirigida por Dios (2 Cr. 18:30-34). Es
sorprendente ver cómo Dios estaba en ambos lados,
orquestándolo todo. Fue Él quien inspiró al rey de Siria a
dar la orden, protegió a Josafat y trajo juicio sobre Acab.
Josafat regresó a Jerusalén en paz, pero un profeta vino
a él y dijo: “¿Al impío das ayuda, y amas a los que
aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la presencia de
Jehová ira contra ti por esto” (2 Cr. 19:2). Josafat era
muy noble y se humilló. Aceptó el juicio y, de nuevo,
salió por la nación de Judá con sus maestros y
sacerdotes, conduciendo al pueblo de regreso a Jehová
(2 Cr. 19:4-11).
El matrimonio entre el hijo de
Josafat y la hija de Acab
A pesar de la experiencia anterior sobre alianzas
incorrectas, Josafat cometió otro trágico error con el
matrimonio de su hijo Joram, permitiéndole casarse con
Atalía, la hija de Acab y Jezabel. Para Judá, Atalía (mitad
pagana en cuanto a nacionalidad y completamente pagana
en espíritu) representaba a su madre, Jezabel. Como
veremos después, ella ejerció una influencia desastrosa
sobre Joram.
60
Los Reyes de Judá
La batalla en contra de Moab y Amón
Dios probó a Josafat mientras aún estaba en el trono. Un
poderoso ejército de Moab y de Amón vino contra él. Josafat
clamó al Señor, y Dios le envió un profeta que dijo: “No
temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande,
porque no es vuestra la guerra, sino de Dios … No habrá
para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos,
y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y
Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra
ellos, porque Jehová estará con vosotros” (2 Cr. 20:15, 17).
Josafat animó al pueblo diciendo: “Creed en Jehová
vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y
seréis prosperados” (2 Cr. 20:20).
Durante la batalla, el pueblo de Judá salió y los cantores
iban delante de las tropas, alabando al Señor en la belleza
de Su santidad. Mientras hacían esto, Dios hizo que los
ejércitos que venían contra ellos comenzaran a pelear entre
ellos. En 2 Crónicas 20:22 leemos: “Y cuando comenzaron
a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos
de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de
ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los
unos a los otros”. Después de la victoria, el ejército de
Judá pasó tres días reuniendo los despojos en el valle de
Beraca. Hubo gran regocijo y mucha prosperidad en la
tierra (2 Cr. 20:23-28).
Josafat hace alianza con el hijo de Acab
Luego de esta maravillosa victoria, Dios volvió a probar a
Josafat en el área de las alianzas incorrectas. Tras la muerte
Josafat
61
de Acab, su hijo Ocozías, quien también era muy malo, buscó
a Josafat. Ya sabemos que un profeta había amonestado a
Josafat por caminar con los impíos y que había visto el juicio
de Dios sobre Acab. A pesar de esa reprensión, Josafat no
solamente permitió que su hijo se casara con la hija de Acab,
sino también hizo alianza con Ocozías, permitiendo que sus
naves fueran juntas a Tarsis. El resultado fue que Dios
destruyó esas naves y volvió a enviar a Su profeta para
amonestar a Josafat (2 Cr. 20:35-37).
Así, hubo tres situaciones en las cuales Josafat falló.
Primero, escogió subir con Acab a Ramot de Galaad;
después, su hijo se casó con una mujer malvada. Por último,
consintió en ayudar al hijo de Acab.
Las consecuencias de las alianzas
de Josafat con Acab
Las alianzas de Josafat con la malvada casa de Acab
produjeron consecuencias desastrosas. Cuando Josafat murió,
su hijo Joram se convirtió en el rey. Anduvo en todos los
caminos de Israel, debido a que su esposa Atalía, era la hija
de Acab. Esto tuvo como resultado toda clase de inmoralidad.
Ocozías, el hijo de Joram y Atalía, era el siguiente en la
línea sucesoria. Cometió iniquidad porque su madre era la
hija de Acab. Aun más, él escuchó a los príncipes de Israel.
Dios provocó una batalla y mató a todos los príncipes que
habían aconsejado a Ocozías a hacer el mal. Luego, Ocozías
mismo fue muerto (2 Cr. 22:8-9). Es muy interesante que
él muriera en el mismo lugar que Acab, subiendo a Ramot
de Galaad, con el nuevo rey de Israel.
62
Los Reyes de Judá
Después de la muerte de Ocozías, Atalía, quien era la reina
madre y el poder detrás del trono, destruyó junto con todo
su séquito, a la simiente real de David. Hubo una
excepción, un pequeño bebé que fue escondido y
preservado (2 Cr. 22:10-12). Regresando al malvado rey
Omri, el linaje de Acab gobernaba en Judá. El linaje satánico
gobernaba sobre el linaje piadoso, todo porque Josafat tuvo
esa falla terrible en su carácter: hizo alianza con los impíos.
Lecciones de la vida de Josafat
Josafat mismo fue un maestro de justicia. Se apegó a la
Ley. Temió a Dios y fue grandemente bendecido por Él.
Sin embargo, destruyó a la nación porque cometió uno de
los peores errores que puede cometer un hombre o una
mujer: hizo una alianza incorrecta. Obviamente, este
principio es verdad para el matrimonio. Aun más, vemos
que estos reyes escucharon a los consejeros equivocados.
El resultado fue que su vida fue desgraciada. Tanto Joram
como Ocozías murieron jóvenes, después, una reina ocupó
el trono por seis años y no hizo nada más que llenar la
nación con toda clase de idolatría, trayendo abajo la casa
del Señor. Fue una situación trágica.
Es importante que aprendamos de estos sucesos. Llamamos
“historia” a los eventos que han quedado registrados para
nosotros. Winston Churchill estaba de visita en los Estados
Unidos cuando tenía 80 años de edad. Un joven de 18 años
llamado James Humes, quien luego escribiría discursos
para los presidentes de Estados Unidos, se le acercó y le
preguntó: “Señor Churchill, ¿qué consejo le daría a un
hombre joven como yo?” El señor Churchill se volvió y
Josafat
63
le dijo: “Estudie historia. Estudie historia. En la historia
se encuentran todos los secretos del arte de gobernar”.
Se dice que, aunque muchas personas estudian historia,
muy pocas aprenden de ella. Sin embargo, nosotros
podemos ser diferentes.
El Espíritu Santo ha registrado cuidadosamente todos estos
eventos para nosotros, como advertencia. Al estudiar la
Palabra de Dios uno se da cuenta que, en realidad, la Palabra
de Dios fue escrita antes de la creación del mundo. Dios, en
Su presciencia, lo sabía todo. Por lo tanto, Él planeó la
Palabra de antemano. De hecho, el Señor Jesucristo Mismo
es llamado la Palabra (ver Juan 1:1-15). La Palabra es eterna.
Una de las lecciones más importantes que podemos aprender
de la vida de Josafat, es que tenemos que tener mucho
cuidado de a quién escogemos como amigo. No basta con
ser justos. Josafat era muy noble. Era íntegro. Era alguien
que buscaba al Señor y deseaba que los caminos de Dios
fueran enseñados en su reino, porque quería que el pueblo
siguiera a Dios. Uno no podría criticar su vida, era perfecta.
Sin embargo, lo malo fue que él era un hombre de paz. La
paz es buena, pero debemos tener cuidado de que nuestra
paz sea con Dios. Aun cuando debemos ser pacíficos y
procurar la paz, nunca debemos hacer las paces con los
malvados, o hacer alianza con aquellos que Dios ha
separado de nosotros, o hacer alianza con el mundo.
Esta situación fue muy trágica. La falla de carácter de
Josafat de hacer alianzas incorrectas, a pesar de las
advertencias de Dios, arruinó la obra de toda una vida
64
Los Reyes de Judá
(durante la cual él procuró guiar a Judá de regreso a Dios).
Los 25 años de trabajo fueron destruidos en pocos años, o
quizás, en menos tiempo. Su hijo Joram introdujo la
idolatría. Ambos, Joram y después su hijo Ocozías, fueron
aconsejados por la malvada Atalía. Ella fue el resultado
de las alianzas incorrectas de Josafat con Acab.
Que Dios permita que aprendamos de la historia: si hacemos
una mala alianza (tal como un mal matrimonio o amistad),
ésta puede destruir a toda nuestra familia y a futuras
generaciones. También puede destruir toda una nación,
como fue el caso de Josafat. De no haber sido por la
intervención de Dios, todo el linaje de David hubiese sido
destruido, y todo lo que David soportó hubiese sido en vano.
Con cuánta angustia leemos que, hacia el final de su reinado,
Josafat aún no había aprendido la lección sobre las alianzas
incorrectas. Lastimosamente, Josafat declaró a Joram, el
malvado hijo de Acab, que él subiría también en contra de
Moab diciendo: “Yo soy como tú; mi pueblo como tu
pueblo” (2 R. 3:7). Allí en el desierto, estos tres reyes de
Edom, Judá e Israel fueron librados de la falta de agua por
un milagro de Eliseo. Eliseo hizo esto solamente por la
justicia de Josafat. Aun así, Josafat hizo alianza con estos
tres malvados reyes de Israel: Acab, Abías y Joram, aunque
el Señor lo había amonestado dos veces por hacerlo.
No basta con ser justos. Debemos ir un paso más adelante
y asegurarnos que estamos rodeados de personas justas,
consejeros justos y que caminamos con Dios en la senda
recta y angosta. No debemos llevar con nosotros personas
que no caminan rectamente.
65
JORAM
Un hombre no deseado
(2 Crónicas 21; 2 Reyes 8)
Joram, el hijo del justo Josafat, fue hecho rey por su padre,
no por méritos, sino porque era su primogénito. Recibió
su nombre en honor al hijo del rey Acab de Israel, debido
a la afinidad entre estos dos reyes. Joram se casó con Atalía,
la hija de Acab y Jezabel. Jezabel era hija de Etbaal, rey de
los sidonios. Acab adoraba a Baal, y edificó una casa para
este dios pagano en Samaria, la capital del reino del norte.
Al ascender al trono después de la muerte de su padre,
Joram primero se fortaleció. Luego, mató a sus hermanos,
probablemente instigado por su esposa Atalía. Esta asesinó
a toda la simiente real cuando llegó a ser reina debido a la
muerte de su esposo y de su hijo.
En 2 Crónicas 21:6-7 leemos: “Y anduvo en el camino de
los reyes de Israel, como hizo la casa de Acab; porque tenía
por mujer a la hija de Acab, e hizo lo malo ante los ojos de
Jehová. Mas Jehová no quiso destruir la casa de David, a
causa del pacto que había hecho con David, y porque le
había dicho que le daría lámpara a él y a sus hijos
perpetuamente”. En este versículo, queda claro que el mal
que Joram hizo se le atribuye a ella. Sin embargo, y debido
al pacto de Dios con David, Él no destruiría su casa.
La inmoralidad entró a la tierra a través de los lugares de
adoración paganos, y Joram hizo que el pueblo fornicara.
66
Los Reyes de Judá
Más tarde, debido a que Joram había matado a sus
hermanos (los cuales eran mejores que él) y por haber
llevado a la nación a fornicar, Elías emitió, por escrito,
el juicio de Dios sobre Joram. Por dos años, él fue
castigado con una terrible e incurable enfermedad que
le causaría la muerte: “con enfermedad de tus intestinos,
hasta que se te salgan a causa de tu persistente
enfermedad” (2 Cr. 21:12-15).
Aun más, el Señor incitó a los edomitas, a los filisteos y a
los árabes en contra de Joram. Se dice que Joram “murió
sin que lo desearan…” (2 Cr. 21:20). ¡Qué epitafio para
un rey! Cuando algunas personas mueren, nadie siente
tristeza por su partida. Este fue el caso de Joram. Fue un
hombre muy malo.
La vida de Joram destaca las terribles consecuencias que
se produjeron por la afinidad entre Josafat y Acab. No
afectó solamente a su hijo sino a toda la nación piadosa
de Judá, no sólo en el tiempo de Joram, sino por varias
generaciones, como veremos después.
Debe ser una advertencia para nosotros ver cómo el justo
pudo engendrar un hijo que fue asesino, inmoral e idólatra.
Es primordial que, antes de traer hijos al mundo, le
pidamos al Señor misericordia para producir una simiente
piadosa. También debemos preguntarnos a nosotros
mismos cómo queremos ser recordados después de morir.
Que no se diga que nosotros morimos sin ser deseados.
67
OCOZÍAS
Destruído por malos consejos
(2 Crónicas 22; 2 Reyes 8-9)
Ocozías tenía 22 años cuando comenzó su reinado; por lo
tanto, nació cuando su padre Joram tenía solamente 18
años. No obstante, era el hijo menor de su padre.
Ocozías reinó sólo un año y anduvo en todos los caminos
malvados de la casa de Acab. La explicación que la
Escritura da para su maldad es simplemente, que su
consejera era su madre Atalía, y ella era hija de Acab y
Jezabel. 2 Crónicas 22:3 establece: “El anduvo en los
caminos de la casa de Acab, porque su madre le aconsejaba
a que actuase impíamente”.
La influencia de una mujer malvada no debe ser subestimada.
Personalmente, he visto cómo muchos hombres se han
vuelto corruptos por ser incitados a hacer el mal y a escoger
caminos pecaminosos, por la influencia de sus esposas.
Amados, tengan mucho cuidado con quién se casan y
pongan atención a las advertencias que da David en
Proverbios 2:13-22, acerca de aquellos que abandonan la
dirección que recibieron en su juventud para caminar en
caminos de oscuridad: “Que abandonan las sendas
derechas para andar en caminos tenebrosos, que se
alegran haciendo el mal y que se gozan en las
perversidades del mal, cuyos senderos son torcidos y
perversos sus caminos. Te librará de la mujer ajena, de la
68
Los Reyes de Judá
extraña que halaga con sus palabras, que abandona al
compañero de su juventud y se olvida del pacto de su Dios.
Ciertamente su casa se hunde hacia la muerte, y sus sendas
hacia los muertos. Todos los que con ella tengan relaciones
no volverán, ni lograrán alcanzar los senderos de la vida.
Hará que andes por el camino de los buenos y guardes las
sendas de los justos. Porque los rectos habitarán la tierra,
y los íntegros permanecerán en ella. Pero los impíos serán
exterminados de la tierra, y los traicioneros serán
desarraigados de ella”.
Al andar en los caminos de la casa de Acab, Ocozías fue
atraído a pelear junto con el rey Joram, el hijo de Acab.
(No se le debe confundir con el hijo de Josafat, Joram).
Pelearon contra Jehú, quien en realidad, había recibido
de parte de Dios, la orden de destruir a la casa de Acab.
Ambos reyes murieron por la expresa voluntad de Dios.
En 2 Crónicas 22:7-9, leemos sobre este suceso:
“Pero esto venía de Dios, para que Ocozías fuese
destruido viniendo a Joram; porque habiendo venido,
salió con Joram contra Jehú hijo de Nimsi, al cual
Jehová había ungido para que exterminara la familia
de Acab. 8 Y haciendo juicio Jehú contra la casa de
Acab, halló a los príncipes de Judá, y a los hijos de
los hermanos de Ocozías, que servían a Ocozías, y los
mató. 9 Y buscando a Ocozías, el cual se había
escondido en Samaria, lo hallaron y lo trajeron a Jehú,
y le mataron; y le dieron sepultura, porque dijeron:
Es hijo de Josafat, quien de todo su corazón buscó a
Jehová. Y la casa de Ocozías no tenía fuerzas para
poder retener el reino”.
69
Ocozías
Pongamos atención a las promesas contenidas en
Salmos 1:1-3, para los rectos que no andan en el consejo
de los impíos, “Bienaventurado el varón que no anduvo
en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni
en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la
ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de
noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de
aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y
todo lo que hace, prosperará”.
Recuerden, nuestros consejeros y amistades, pueden
determinar nuestro destino eterno. Rodeémonos de los que
son sabios y de los que caminan en el temor del Señor,
porque los que caminan con los sabios, serán sabios. La
sabiduría nos adornará de gracia y nos dará una corona de
gloria (Pr. 4:9).
Rodeémonos de los
que son sabios y de
los que caminan en
el temor del Señor,
porque los que
caminan con los
sabios, serán sabios
71
ATALÍA
Una malvada consejera
(2 Crónicas 22-23; 2 Reyes 11)
Después de la muerte de Ocozías, por seis años, el reino
de Judá cayó bajo el reinado de la reina Atalía. Fue la reina
madre de Ocozías y también, la esposa de Joram. Al mismo
tiempo, fue hija de Acab y Jezabel, quienes fueron los
malvados gobernadores de Israel. Así, tenemos un entorno
en donde la idolatría y el paganismo reinaron sobre el
pueblo elegido de Dios: Judá. El templo se había
deteriorado y había colapsado parcialmente. Había ídolos
en todas partes.
Leemos en 2 Crónicas 22:10: “Entonces Atalía madre de
Ocozías, viendo que su hijo era muerto, se levantó y
exterminó toda la descendencia real de la casa de Judá”.
Atalía tuvo éxito al dar muerte a la simiente real, con
excepción de Joás.
Como lo registra el versículo 11, Joás fue escondido
por su tía: “Pero Josabet, hija del rey, tomó a Joás
hijo de Ocozías, y escondiéndolo de entre los demás
hijos del rey, a los cuales mataban, le guardó a él y a
su ama en uno de los aposentos. Así lo escondió
Josabet, hija del rey Joram, mujer del sacerdote Joiada
(porque ella era hermana de Ocozías), de delante de
Atalía, y no lo mataron”. Josabet era hija de Joram.
Es interesante que esta hermana fuera también la
esposa de un fiel sumo sacerdote, Joiada. Ellos libraron
72
Los Reyes de Judá
a este niño y después lo sacaron adelante. Mientras
crecía, Joás siguió los mandamientos de Dios.
Cuando Joás tenía cerca de siete años, Joiada llamó a
los levitas de toda la nación. Los convocó a ir a
Jerusalén y escogió hombres fieles para que lo
acompañaran (2 Cr. 23:1-2). Entonces, mostró a Joás:
“Entonces sacaron al hijo del rey, y le pusieron la corona
y el testimonio, y lo proclamaron rey; y Joiada y sus hijos
lo ungieron, diciendo luego: ¡Viva el rey!” (2 Cr. 23:11).
Cuando Atalía oyó esto, entró corriendo al patio del templo
y gritó: “¡Traición, traición!”. El resultado fue que el sumo
sacerdote Joiada dio la orden que la sacaran y la mataran
(2 Cr. 23:12-15).
Si vemos el reinado de Atalía, parecería que la adoración
verdadera había desaparecido completamente de Judá. Sin
embargo, en medio de la terrible oscuridad de la apostasía,
Dios siempre Se ha reservado para Sí, un remanente fiel,
aquellos que brillan como las estrellas en la oscuridad y
guían a otros al Puerto del Reposo: a Dios, el Señor.
Aquí, el remanente fiel se reunió alrededor de Joiada y su
esposa Josabet. Durante la vida de Joiada, Joás hizo lo
que era recto a los ojos del Señor. Así, vemos que Joiada
tuvo un tremendo impacto sobre el joven Joás. Por lo tanto,
seamos una luz que brilla en medio de la oscuridad del
pecado y llevemos a otros a la senda de la justicia.
La malvada Atalía, hija de Jezabel, al haber sido
asesinada por los justos, sufrió el mismo destino que su
madre (ver 2 R. 9:30-37; 2 Cr. 23:12-15).
III PARTE
Tiempo de Restablecimiento
(Prosperidad)
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JOÁS
Aquel que no
pudo permanecer solo
(2 Crónicas 24; 2 Reyes 11-12)
En el capítulo anterior vimos que Joás llegó al trono cuando
apenas era un niño de siete años. Al crecer, dio la orden de
renovar el templo y de recaudar dinero para este propósito
(2 Cr. 24:4)
Leemos en 2 Crónicas 24:8-11: “Mandó pues el rey que
hiciesen un arca, la cual pusieron fuera á la puerta de la
casa de Jehová; e hicieron pregonar en Judá y en
Jerusalem, que trajesen á Jehová la ofrenda que Moisés
siervo de Dios había impuesto á Israel en el desierto. Y
todos los príncipes y todo el pueblo se holgaron: y traían,
y echaban en el arca hasta henchirla. Y como venía el
tiempo para llevar el arca al magistrado del rey por mano
de los Levitas, cuando veían que había mucho dinero,
venía el escriba del rey, y el que estaba puesto por el
sumo sacerdote, y llevaban el arca, y vaciábanla, y
volvíanla á su lugar: y así lo hacían de día en día, y
recogían mucho dinero”.
Así, las personas dieron dinero al Señor voluntaria y
abundantemente. El dinero ni siquiera se contaba, pues
estaba en manos de gente fiel. Hubo un gran avivamiento.
76
Los Reyes de Judá
Joás es probado después
de la muerte de Joiada
Dios permitió que Joás reinara por 40 años, él tenía una
tía muy piadosa llamada Josabet. Ella estaba casada con
el sumo sacerdote, y ambos tenían una gran influencia
sobre Joás. Es maravilloso tener parientes piadosos,
especialmente si son hermanas. La piadosa hermana del
padre de Joás fue quien preservó el reino.
Mientras vivió su tío, el sumo sacerdote, Joás anduvo en los
caminos de Dios. Muchas personas caminan de determinada
forma si están en un ambiente determinado. Obviamente, el
ambiente tiene un gran impacto sobre una persona. El
proverbio se cumple: “El que anda con sabios, sabio será;
Mas el que se junta con necios será quebrantado” (Pr. 13:20).
Cuando Moisés llevó al pueblo de Israel al monte Sinaí —
la presencia misma de Dios— Israel vio el poder de Dios.
Sin embargo, Dios quería ver qué había en el corazón de
ellos. Por esto, los guió al desierto para examinarlos y
probarlos, para saber si iban a seguirlo voluntariamente y
si guardarían Sus mandamientos (Dt. 8:2).
De forma similar, aquellos que estuvieron en el avivamiento
carismático y en la bendición pentecostal, experimentaron el
poder de Dios. Pero Dios ansiaba más: ver qué había en el
corazón de ellos. Y así fue con Joás. Dios quería probarlo para
ver qué había en su corazón (como lo había hecho con Ezequías).
A la edad de 130 años, Joiada murió. El pueblo lo lamentó
en gran manera. Sin embargo, tan pronto murió Joiada,
Joás cayó bajo la influencia de príncipes con ideas paganas,
77
Joás
éstos, que habían sido influenciados por la malvada reina
Atalía y por el paganismo de Israel, le hicieron a Joás una
petición: que los ídolos fueran reinstalados.
Leemos en 2 Crónicas 24:17-22: “el rey los oyó. Y
desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y
sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes
esculpidas. Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y
Jerusalén por este su pecado. Y les envió profetas para
que los volviesen a Jehová, los cuales les amonestaron;
mas ellos no los escucharon. Entonces el Espíritu de Dios
vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada; y puesto
en pie, donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: Así
ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos
de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por haber
dejado a Jehová, él también os abandonará. Pero ellos
hicieron conspiración contra él, y por mandato del rey lo
apedrearon hasta matarlo, en el patio de la casa de Jehová.
Así el rey Joás no se acordó de la misericordia que Joiada
padre de Zacarías había hecho con él, antes mató a su
hijo, quien dijo al morir: Jehová lo vea y lo demande”. Se
descubrió el verdadero corazón de Joás; era pagano hasta
la médula. Por lo tanto, no dudó en asesinar a su primo, el
profeta Zacarías, hijo de Joiada.
Dios Juzga a Joás
El resultado fue que Dios incitó a un pequeño grupo de sirios
a que se levantaran en contra de Joás. Leemos en 2 Crónicas
24:23-24: “y vinieron a Judá y a Jerusalén, y destruyeron
en el pueblo a todos los principales de él, y enviaron todo el
botín al rey a Damasco. Porque aunque el ejército de Siria
78
Los Reyes de Judá
había venido con poca gente, Jehová entregó en sus manos
un ejército muy numeroso, por cuanto habían dejado a
Jehová el Dios de sus padres. Así ejecutaron juicios contra
Joás”. Este grupo de sirios fue usado por Dios para tener
una poderosa victoria sobre Judá, dando como resultado que
todos los principales que habían sido responsables de
asesinar a los piadosos, fueran a su vez asesinados.
Luego, en 2 Crónicas 24:25, leemos el destino de Joás: “Y
cuando se fueron los sirios, lo dejaron agobiado por sus
dolencias; y conspiraron contra él sus siervos a causa de
la sangre de los hijos de Joiada el sacerdote, y lo hirieron
en su cama, y murió. Y lo sepultaron en la ciudad de David,
pero no en los sepulcros de los reyes”. Joás fue asesinado
por sus propios siervos.
Lecciones de la vida de Joás
El pensamiento que quiero enfatizar es este: es
verdaderamente maravilloso tener parientes piadosos y
estar en un ambiente piadoso. Sin embargo, llegará el día
en que Dios causará separación para que usted tenga que
pararse solo, sobre sus dos pies. Dios va a probarlo para
conocer su corazón, para ver si usted es justo o malvado.
Puede ser difícil discernir quiénes son los justos y quiénes
son los malos, especialmente en tiempos de avivamiento.
Esto es confirmado en la parábola del trigo y la cizaña
(Mt. 13). En esa parábola, el enemigo entró a los campos
de un padre de familia y sembró mala semilla (que produjo
cizaña) entre la semilla buena (que produjo trigo). Cuando
los siervos le preguntaron al padre de familia si quería que
Joás
79
arrancaran la cizaña, respondió
en Mateo 13:29-30: “El les dijo:
Dios va a
No, no sea que al arrancar la
probarlo para
cizaña, arranquéis también con
conocer su
ella el trigo. Dejad crecer
corazón, para
juntamente lo uno y lo otro
ver si usted es
hasta la siega; y al tiempo de la
justo o
siega yo diré a los segadores:
malvado.
Recoged primero la cizaña, y
atadla en manojos para
quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.
Puede ser difícil discernir entre el trigo y la cizaña cuando
están creciendo. Sin embargo, en el tiempo de la cosecha,
la diferencia entre el trigo y la cizaña es patente.
Asimismo, en el avivamiento, al estar con gente justa en
la presencia de Dios, mientras están en crecimiento, es
difícil saber quiénes son el trigo y quiénes la cizaña. Pero
en tiempos de cosecha, cuando ambos han alcanzado la
completa madurez, podemos ver claramente la diferencia.
Es en tiempos como estos, que Dios provoca la separación.
Es obvio quién es el trigo y quién la cizaña, no se cometerá
el error de arrancar el trigo junto con la cizaña.
Por lo tanto, recuerden a Joás. Siendo joven, aparentaba
ser un hombre justo y piadoso bajo la influencia del devoto
sumo sacerdote. Sin embargo, cuando se quedó solo,
manifestó lo que en realidad era: cizaña. Pidamos a Dios
que examine nuestro corazón y pruebe nuestros caminos
(Sal. 139:23-24) para que podamos permanecer fieles hasta
el final, y lleguemos a ser una espiga fructífera.
81
AMASÍAS
El rey que se apartó
(2 Crónicas 25:1; 2 Reyes 14:1-20)
El siguiente rey fue el hijo de Joás: Amasías. Empezó su
reinado haciendo lo recto a los ojos de Dios.
Lamentablemente, tal como sucedió con muchos reyes que
comenzaron bien y terminaron mal, veremos que Amasías
no terminó bien. La Escritura registra en 2 Crónicas 25:2:
“Hizo él lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no de
perfecto corazón”.
El siguiente versículo contiene una verdad muy importante:
“Y luego que fue confirmado en el reino, mató a los siervos
que habían matado al rey su padre” (2 Cr. 25:3). Los que
ejecutaron el juicio del Señor en Joás, fueron asimismo
asesinados.
Otro ejemplo de esto es Asiria, la cual fue llamada “vara
del furor de Dios” (Is. 10:5). Aunque Dios la levantó para
juzgar a Judá, con todo, Asiria fue juzgada junto a su rey
Senaquerib, quien fue asesinado por sus hijos. La historia
nos dice que aquellos a quienes Dios usa para ejecutar
juicio sobre otros, no terminan bien. A menudo Dios usa
a los malos para juzgar a los malos.
La batalla contra Edom
Todos los reyes de Judá tienen eventos destacados en su
vida. Amasías tuvo que pelear contra Edom, quien vino
82
Los Reyes de Judá
en contra de él. Levantó un ejército de 300,000 del reino
de Judá, pero también contrató a 100,000 soldados del
pagano reino de Israel.
“Mas un varón de Dios vino a él y le dijo: Rey, no vaya
contigo el ejército de Israel; porque Jehová no está con
Israel, ni con todos los hijos de Efraín. Pero si vas así, si
lo haces, y te esfuerzas para pelear, Dios te hará caer
delante de los enemigos; porque en Dios está el poder, o
para ayudar, o para derribar” (2 Cr. 25:7-8).
En otras palabras Dios estaba diciendo: “Si incorporas
ayuda del mundo, no pelearé por ti”. Amasías obedeció la
palabra de Dios y envió de regreso a los soldados de Israel
(enojando grandemente a Israel), fue a la guerra en el Valle
de la Sal, y mató a 20,000 soldados de Edom. ¡Esto fue
asombroso! Dios le había dado la victoria sobre Edom.
Una persona normal habría regresado y se habría regocijado
ante Dios. ¡Pero no Amasías!
Leemos en 2 Crónicas 25:14-16: “Volviendo luego Amasías
de la matanza de los edomitas, trajo también consigo los
dioses de los hijos de Seir, y los puso ante sí por dioses, y los
adoró, y les quemó incienso. Por esto se encendió la ira de
Jehová contra Amasías, y envió a él un profeta, que le dijo:
¿Por qué has buscado los dioses de otra nación, que no
libraron a su pueblo de tus manos? Y hablándole el profeta
estas cosas, él le respondió: ¿Te han puesto a ti por consejero
del rey? Déjate de eso. ¿Por qué quieres que te maten?...”
Lamentablemente, Amasías se postró ante los ídolos de la
nación que había vencido. Un profeta vino y lo amonestó,
Amasías
83
pero el corazón de Amasías se había desviado, se había
endurecido. El Señor había puesto al profeta como
consejero del rey pero, aun así, Amasías no lo escucharía.
Cuando se negó a escuchar, el profeta le dijo: “… Yo sé
que Dios ha decretado destruirte, porque has hecho esto,
y no obedeciste mi consejo” (2 Cr. 25:16).
La mezcla que había en Amasías
Amasías tenía en su vida una mezcla peculiar. Obedeció
la palabra profética que se le dio y Dios le dio la victoria,
pero después, se postró ante los ídolos de Edom. Sirvió a
Dios, desafortunadamente, no con un corazón perfecto
(2 Cr. 25:2).
Después, Amasías estaba tan satisfecho con la victoria
sobre Edom, que quiso continuar al norte, a Israel. Vino
en contra del rey de Israel, quien respondió, “El cardo que
estaba en el Líbano envió al cedro que estaba en el Líbano,
diciendo: Da tu hija a mi hijo por mujer. Y he aquí que las
fieras que estaban en el Líbano pasaron, y hollaron el
cardo. Tú dices: He aquí he derrotado a Edom; y tu corazón
se enaltece para gloriarte. Quédate ahora en tu casa.
¿Para qué provocas un mal en que puedas caer tú y Judá
contigo?” (2 Cr. 25:18-19). Amasías se movió con
presunción. Esto fue determinado por Dios, pues Él quería
destruir a Amasías por haber ido tras los dioses de Edom.
Dios le dio a Israel una poderosa victoria, pero también le
concedió gracia a Amasías, quien vivió aproximadamente
15 años más que el rey de Israel. Desafortunadamente,
durante esos 15 años, Amasías se alejó del Señor. Leemos
84
Los Reyes de Judá
en 2 Crónicas 25:27: “Desde el tiempo en que Amasías se
apartó de Jehová, empezaron a conspirar contra él en
Jerusalén; y habiendo él huido a Laquis, enviaron tras él
a Laquis, y allá lo mataron”. Amasías no aprendió de la
vida de su padre Joás; en realidad, siguió sus pasos.
La clave está en nuestro corazón
Tanto Joás como Amasías caminaron rectamente al
principio. Obedecieron los preceptos y mandamientos de
Dios, pero solamente por un tiempo.
La vida es como una carrera. Si bien es importante la
manera en que comenzamos, lo más importante es cómo
terminamos nuestra carrera. ¿Vamos a caminar por la
senda de la justicia por un tiempo, para apartarnos después?
Al principio, Joás y Amasías estuvieron dispuestos a seguir
a Dios, hasta que vino la prueba, y se alejaron de Él. ¿Por
qué? No habían cuidado el jardín de su corazón, y en ese
jardín, había cosas que los apartaron. Ambos endurecieron
su corazón contra Dios, y el resultado fue que el final de
su vida fue desastroso. La clave está en la condición de
nuestro corazón.
Lo que cuenta es el final
Una vez, mi esposa tuvo una visión de una banda sin fin,
con imanes colocados encima. Mientras que el material
pasaba por la banda, los imanes quitaban las
imperfecciones. Todos los imanes estaban ajustados de
diferente manera, para atraer diferentes metales. Dios le
habló a mi esposa y le dijo: “En la vida hay imanes, y si
Amasías
85
hay algo en el corazón que responda a estos imanes, éstos
atraerán al corazón y lo desviarán de la senda de Dios”.
Hay distintos imanes. Hay imanes de idolatría, televisión,
inmoralidad, placeres mundanos y muchos más.
Si no escuchamos la enseñanza acerca de Joás y Amasías,
seremos desviados. Los hijos de Israel tuvieron que
atravesar el desierto para ser examinados y probados. Esta
es la razón para el desierto: ver si escogeremos seguir a
Dios o no. Por lo tanto, habrá pruebas y tentaciones. Dios
creará situaciones para examinarnos, para conocernos y
para ver si en nuestro corazón hay algo que Él necesite
refinar (Dt. 8:2).
El Señor Jesucristo dijo, “… viene el príncipe de este
mundo, y él nada tiene en mí.” (Jn. 14:30). Debemos clamar
a Dios diciendo: “Oh Señor, crea en mi un corazón limpio,
un corazón que no responda a estas otras cosas, un corazón
que no sea desviado”.
Mi esposa tenía una voz preciosa. Estando al final de su
adolescencia, formó un trío junto a dos amigas. Las tres se
miraban iguales; llenas del gozo del Señor. Todas tenían
una voz hermosa e iban de iglesia en iglesia en esa zona.
Eran muy cotizadas, todos querían escuchar a este trío de
muchachas jóvenes. Cantaban juntas en la radio. De ellas
se decía: “¡Qué muchachas tan prometedoras!”
Cuando las tres estaban juntas, se animaban unas a otras.
Tenían la unción de Dios, profetizaban y, aparentemente,
eran modelos a seguir para otras niñas. Sin embargo, llegó
el tiempo de la separación.
86
Los Reyes de Judá
Mi esposa se fue a Europa, mientras que las otras dos se fueron
y se casaron. Ellas llevaron una vida sórdida. ¡Una de ellas
hasta fue detenida en un aeropuerto llevando un arma! Se
divorciaron y se volvieron a casar. No sé cuál fue su fin, pero
creo que no regresaron al Señor. Por otra parte, mi esposa dio
en el blanco al continuar en la senda de Dios toda su vida. No
es el comienzo lo que importa, sino el final.
Aprendamos de Amasías, rey de Judá. No es suficiente
tener un buen comienzo y estar rodeados de buenas
personas. Debemos pedirle a Dios que nos muestre nuestro
corazón. El rey David dijo en Salmos 139:23-24:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y
conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de
perversidad, y guíame en el camino eterno”.
En esta vida, viajaremos por esa banda sin fin. Si no hemos
tratado con las diferentes áreas en nuestra vida, un “imán”
nos apartará de la senda de justicia. Sin embargo, queremos
permanecer en la banda sin fin de la vida, y ser como el
rey David, quien obtuvo un lugar glorioso en el cielo.
Muchos de los otros reyes no lo lograron; pongamos
atención a la historia.
Deberíamos clamar: “¡Señor, pruébame y mira (antes que
venga la prueba) si en mí hay caminos malos que me puedan
apartar!” Diligentemente, debemos aplicar para nosotros
mismos, lo que ha sido enseñado, porque vendrá un tiempo
de separación y prueba. Los hermanos serán separados, los
amigos serán separados. Entonces, Dios nos llevará a un
lugar en donde Él probará nuestro corazón. Si no hemos
sido diligentes, nos desviaremos, como muchos otros.
87
Amasías
Que Dios conceda que seamos diligentes y pidámosle a
Dios que cree en nosotros un corazón limpio y que nos
cuide, para que, como lo hizo mi esposa: podamos dar en
el blanco. ¡Entonces permaneceremos y triunfaremos!
“Examíname, oh Dios, y conoce mi
corazón; Pruébame y conoce mis
pensamientos; y ve si hay en mí camino
de perversidad, y guíame en
el camino eterno”.
Salmos 139:23-24
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USÍAS
Un rey presuntuoso
(2 Crónicas 26:1; 2 Reyes 15:1-7)
En la Palabra de Dios encontramos mucho más acerca de
la vida de los malvados que de la vida de los justos.
Viendo la vida de tres reyes: Usías, Jotam y Acaz,
encontramos que mucho se ha escrito sobre Usías y Acaz,
ambos fallaron. Pero encontramos muy poco sobre el rey
que triunfó, Jotam. La lección que debemos aprender es:
Dios desea que aprendamos de las personas que han
fracasado, para que no sigamos sus pasos.
Inicio del reinado de Usías
Usías subió al trono a los 16 años y reinó por un largo
período de 52 años. El comienzo de su reinado fue
realmente glorioso.
Usías fue rey en una época en la que tanto Israel como
Judá habían decaído considerablemente. Sin embargo,
Usías buscó al Señor, y el Señor lo prosperó grandemente.
Leemos sobre esto en 2 Crónicas 26:5: “Y persistió en
buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en
visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová,
él le prosperó”. Nuevamente podemos observar que un
rey era prosperado siempre que caminara en el consejo
de un hombre bueno.
90
Los Reyes de Judá
Usías prospera
Usías también fue un genio militar. En esos días las ciudades
estaban fortificadas con grandes muros, y según ellos, éstos
no podían ser franqueados por el ejército enemigo. Usías
inventó la catapulta de honda, no la que se podía sostener
con una mano, sino una gran estructura, una enorme
construcción capaz de lanzar una gran piedra a cientos de
metros de distancia (2 Cr. 26:15) para que golpeara el muro
de la ciudad que querían conquistar. Después de estar tirando
estas piedras por cierto tiempo, caerían los muros de la
ciudad, aquéllos que ellos pensaban eran imposibles de
penetrar. En ese momento, Usías y su ejército entrarían a
través de las aberturas del muro. El resultado fue que Usías
fue haciéndose más y más poderoso, volviendo a conquistar
todas las posesiones de Judá.
Tuvo tanto éxito que fue reverenciado no solamente en
Judá, sino su nombre fue conocido por todas las naciones
vecinas: “Y dieron los amonitas presentes a Uzías, y se
divulgó su fama hasta la frontera de Egipto; porque se
había hecho altamente poderoso” (2 Cr. 26:8).
Usías había sido levantado por Dios para ser un poderoso
rey y general. Como podemos ver en 2 Crónicas 26:10,
Usías también tenía otros intereses: “Asimismo edificó
torres en el desierto, y abrió muchas cisternas; porque
tuvo muchos ganados, así en la Sefela como en las
vegas, y viñas y labranzas, así en los montes como en
los llanos fértiles; porque era amigo de la agricultura”.
Usías fue un granjero que amaba el ganado. Uno de sus
proyectos fue cavar pozos por todas partes para sus
91
Usías
grandes hatos de ganado. Prosperó no solamente como
un genio militar, sino también como granjero.
Fue un rey muy estimado, guiado por las palabras de Dios
a través del profeta Zacarías. Más aun, fue alguien que
buscó al Señor en su corazón. Por lo tanto, el Señor lo
prosperó tanto como genio militar y como granjero. Se
volvió extremadamente rico. Triunfó poderosamente en
estas áreas: como soberano, como general y como
agricultor. Esas fueron las áreas que Dios había establecido
para él, por lo tanto, Dios lo bendijo en ellas.
Usías excede sus límites
Desafortunadamente, a Usías todo el éxito se le fue a la
cabeza. A menudo, cuando una persona ha tenido éxito en
un área de su vida, busca tener éxito en otra área para la
cual no ha sido llamado. Necesitamos entender la función
en la vida para la cual Dios nos ha llamado. Necesitamos
conocer las habilidades que Dios nos ha dado para que
concentremos todo nuestro esfuerzo en el camino que
Él ha ordenado para nosotros.
Había un área que Dios no le había dado a Usías, el
servicio en el templo, y fue en esta área en la que él
excedió sus límites.
En el avivamiento carismático de la década de 1960 a
1970 podemos ver un ejemplo más reciente acerca de
exceder los límites de Dios. Durante ese avivamiento,
Dios se movió con abundante gracia entre la clase media
de profesionales y empresarios, quienes prosperaron
92
Los Reyes de Judá
tanto en lo espiritual como en lo natural. Nació la
Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios del
Evangelio Completo; comenzaron a evangelizar por
todo el mundo. Condujeron a muchos a Cristo. Dios los
bendijo grandemente en sus negocios y llegaron a tener
grandes fortunas.
Sin embargo, muchos de ellos no estaban conformes.
Miraban a sus pastores, pensando que todo lo que un pastor
hacía era pararse detrás del púlpito a predicar. Habiendo
triunfado en los negocios, dando testimonio y levantando
grupos por todas partes, pensaron que también podían
triunfar si entraban al ministerio pastoral.
Así, algunos de estos empresarios trataron de pasar al
púlpito, con la actitud de que eran iguales al pastor. Al
hacerlo, la unción los dejó y empezaron a tener un problema
tras otro. Mientras ellos fueron bendecidos en ciertas áreas,
Dios le dio el ministerio pastoral a otros, no a ellos.
Así fue con Usías. Había prosperado en todo, y entonces
empezó a buscar que más podía hacer. Miró hacia el
sagrado Templo de Salomón y si dijo: “Los sacerdotes
ofrecen sacrificios. Miren mis éxitos, puedo hacer lo
mismo”. En esa época, el pueblo y el rey estaban limitados
a que otros ofrecieran sacrificios por ellos en el Atrio
Exterior. Si embargo, Usías tomó un incensario y entró al
Lugar Santo (2 Cr. 26:16).
Leemos en 2 Crónicas 26:17-18: “Y entró tras él el
sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová,
varones valientes. Y se pusieron contra el rey Uzías, y le
Usías
93
dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar
incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón,
que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario,
porque has prevaricado, y no te será para gloria delante
de Jehová Dios”. Llegó el sumo sacerdote junto a otro
sacerdote, y le ordenó a Usías que saliera. Sin embargo, él
era el rey y estaba determinado a ofrecer ese incienso, a
pesar de que estaba en un lugar que Dios no había ordenado
para él. El orgullo había vencido en su corazón.
Encontramos cuál fue el resultado de esto en los versículos
siguientes: “Entonces Uzías, teniendo en la mano un
incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su
ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente,
delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al
altar del incienso. Y le miró el sumo sacerdote Azarías, y
todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su frente;
y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él
también se dio prisa a salir, porque Jehová lo había
herido” (2 Cr. 26:19-20).
Después que Usías ofreció el incienso, Dios lo hirió en su
frente con una terrible lepra. Fue tan mala y surgió tan
rápido que, mientras los sacerdotes lo apresuraban a salir,
Usías huía también. Sucedió instantáneamente. Por el resto
de su vida tuvo que vivir en una casa separada, lejos de
Jerusalén. Fue un leproso, herido por Dios.
Los primeros años de Usías fueron maravillosos, fue
bendecido en todo. Pero, tomó aquello para lo cual Dios
no lo había designado. El orgullo lo venció. Murió cerca
de los 68 años. Cuando murió, no fue enterrado junto a los
94
Los Reyes de Judá
otros reyes, porque Dios lo había herido con lepra. Esto
nos da una idea de cómo es su eternidad. Que Dios nos
conceda no llenarnos de orgullo como Usías, y tocar algo
que no nos ha sido dado.
Necesitamos conocer
las habilidades que
Dios nos ha dado
para que
concentremos todo
nuestro esfuerzo en el
camino que Él ha
ordenado para
nosotros
95
JOTAM
El rey que preparó su
camino delante del Señor
(2 Crónicas 27; 2 Reyes 15:33-38)
Jotam fue muy diferente a su padre, Usías. Tenía 25 años
cuando comenzó a reinar. Reinó por un corto período de
16 años.
No se registra mucho sobre Jotam, solamente que fue un
hombre justo y que no anduvo en el pecado de su padre.
2 Crónicas 27:2 establece: “E hizo lo recto ante los ojos
de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho
Uzías su padre, salvo que no entró en el santuario de
Jehová. Pero el pueblo continuaba corrompiéndose”. En
otras palabras, Jotam se dio cuenta del error de su padre y
se guardó de no cometerlo. Reflexionemos acerca de
nuestros padres. Si tienen pecados recurrentes, busquemos
a Dios con insistencia, para que esos pecados no nos
agobien y nos gobiernen sino que, más bien, podamos
ser liberados de su influencia.
2 Crónicas 27:6 dice: “Así que Jotam se hizo fuerte, porque
preparó sus caminos delante de Jehová su Dios”. Recibió
la aprobación de su Dios (lo cual es lo más importante) y,
ciertamente, prosperó porque preparó sus caminos delante
de Jehová su Dios. No hay ninguna palabra de corrección
acerca de Jotam. La Escritura simplemente registra que
fue justo, que buscó al Señor y que fue poderoso, aunque
no como lo fue su padre. El resultado fue que llevó una
96
Los Reyes de Judá
vida ejemplar. A pesar de esto, no tuvo la misma influencia
que tuvieron otros reyes, porque, aunque caminó
rectamente, se nos dice: “Pero el pueblo continuaba
corrompiéndose”. El liderazgo es muy importante.
Sin embargo, fue un rey fiel que fue sepultado con los
otros reyes en la ciudad de David. Aquí hay una lección
para nosotros. Como dijo el rey David en el Salmo 84:10:
“Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
que habitar en las moradas de maldad”. Es mejor ser un
hombre justo y pobre, que ser promovido a lugares de
prominencia y tener un final desastroso.
Desde nuestra perspectiva, la verdad importante de la
vida de Jotam que debemos aplicar a nuestra vida es
que si buscamos al Señor, seremos prosperados mientras
hacemos aquello que es recto a Sus ojos. La promesa
del Salmo 1:1-3 dice: “Bienaventurado el varón que no
anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de
pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley
medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto
a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su
hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”.
IV PARTE
El Apóstata
99
ACAZ
El rey cobarde
(2 Crónicas 28; 2 Reyes 16)
Acaz sigue los caminos de
los reyes de Israel
Mucho se ha escrito acerca del siguiente rey, Acaz. Tenía
20 años cuando comenzó a reinar y, como su padre Jotam,
también reinó por 16 años.
Tristemente, en lugar de andar en los caminos de su
padre Jotam y de su abuelo Usías, Acaz se apartó y
anduvo en los caminos de los reyes de Israel. ¿Cuáles
fueron los caminos de los reyes de Israel? Como
Jeroboam I, cayeron en idolatría y en todo pecado que
se pueda imaginar.
La Palabra de Dios dice mucho acerca de la idolatría.
El apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 10:19-20: “¿Qué
digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que
se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los
gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a
Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con
los demonios”. En otras palabras, los que adoran ídolos
adoran demonios. Hay poder en los ídolos.
100
Los Reyes de Judá
Nos convertimos en
aquello que adoramos
Una vez, estando en Inglaterra, tuve una visión sobre Sri
Lanka. Fui transportado en el Espíritu a esa isla, mucho
tiempo antes de saber que un día iba a tener el privilegio
de ministrar allí. Estando allí, en el Espíritu, ví un ídolo.
La gente estaba alrededor del ídolo en un semicírculo. Se
postraban ante este ídolo, y yo me preguntaba por qué.
Entonces vi que un enorme demonio con muchas manos
salía de éste. Sus manos iban hacia la cabeza de aquellas
personas y hacía que se inclinaran.
La Palabra de Dios dice en el Salmo 115:4-8: “Los ídolos
de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen
boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen,
mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen,
mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con
su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, y
cualquiera que confía en ellos”. Los que adoran ídolos son
como ellos; por lo tanto, nos convertimos en aquello que
adoramos. Es por esto que la idolatría es tan terrible.
En la India, literalmente hay miles de ídolos. De hecho,
una ciudad tiene 1,000 templos. Debido a que adoran
demonios, en esa ciudad hay inmoralidad y violencia
absolutas. Los demonios tienen en Satanás la fuente de su
poder. Ellos buscan adoración, y quieren que las personas
adquieran sus características. Los demonios tienen
atributos malignos, y esos atributos pasan a quienes los
adoran. Dios quiere que lo adoremos, para que seamos
como Él.
101
Acaz
La alabanza es maravillosa; ensalza y exalta al Señor. No
obstante, la alabanza es la que transforma a la persona a
la semejanza de lo que adora. 2 Corintios 3:17-18 nos da
una buena ilustración de esto: “Porque el Señor es el
Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay
libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor”.
Las consecuencias de
la idolatría de Acaz
Acaz constantemente erigió ídolos por todas partes. Obtuvo
estos ídolos de los templos paganos de otras naciones y
quemaba incienso ante ellos. Ponía en el templo de Dios
imágenes e ídolos esculpidos. En otras palabras, se burlaba
del Dios Vivo. En consecuencia, Dios levantó a muchos
enemigos en contra de él, con el propósito no solamente
de castigar a Acaz, sino de acercarlo al Dios Vivo.
Leemos en 2 Reyes 16:5: “Entonces Rezín rey de Siria
y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron a
Jerusalén para hacer guerra y sitiar a Acaz; mas no
pudieron tomarla”. ¿Cuál fue la actitud de Acaz? En
lugar de volverse al Dios Vivo, se volvió al rey de Asiria
y a un dios pagano. El rey de Asiria, Tiglat-pileser III,
era muy poderoso. “Entonces Acaz envió embajadores
a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo
y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y
de mano del rey de Israel, que se han levantado contra
mí” (2 R. 16:7). ¡Qué terrible cosa para decirle a un rey
102
Los Reyes de Judá
de Asiria! “Yo soy tu hijo y tu siervo”. En otras palabras,
Acaz estaba diciendo: “quiero ser como tú. Ven y
ayúdame”.
Dios da una señal a Acaz
Tiglat-pileser III vino en contra de Siria, la nación que estaba
atacando a Judá en esa época. Leemos en 2 Reyes 16:9: “Y
le atendió el rey de Asiria; pues subió el rey de Asiria
contra Damasco, y la tomó, y llevó cautivos a los
moradores a Kir, y mató a Rezín”. Tiglat-pileser destruyó
Damasco y tomó la ciudad. Había quebrantado el poder
de los sirios.
Lo asombroso es que Acaz subió a Damasco a ver a Tiglatpileser. “Después fue el rey Acaz a encontrar a Tiglatpileser rey de Asiria en Damasco; y cuando vio el rey Acaz
el altar que estaba en Damasco, envió al sacerdote Urías
el diseño y la descripción del altar, conforme a toda su
hechura” (2 R. 16:10).
Básicamente, Acaz le dijo al sacerdote Urías: “Cópialo y
haz uno idéntico en Jerusalén”. Siria era un país que
acababa de ser derrotado y, aun así, Acaz copió su ídolo.
Si el ídolo no pudo defender a los sirios de Asiria, ¿qué
iba a hacer por él? ¡Acaz estaba tan torcido!
En tiempos de Acaz hubo un profeta, Isaías. Dios había
levantado naciones en contra de Acaz, e Isaías fue
instruido por Dios para ir y hablar con el rey Acaz. En
esta época en particular, Dios quería que Acaz supiera
que Él era Dios y que todo había sido ordenado por Él.
Acaz
103
Así que Isaías trajo un mensaje que decía que el rey de
Israel no iba a llegar cerca de Jerusalén (Is. 7:5-7).
Entonces Isaías dijo: “Pide para ti señal de Jehová tu
Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o
de arriba en lo alto” (Is. 7:11). Dios le estaba diciendo a
Acaz que pidiera una señal que confirmara que lo que el
Señor había hablado iba a cumplirse.
Vemos en Isaías 7:12-14: “Y respondió Acaz: No pediré, y
no tentaré a Jehová. Dijo entonces Isaías: Oíd ahora, casa
de David. ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, sino
que también lo seáis a mi Dios? Por tanto, el Señor mismo
os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a
luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.
Dios estaba sumamente airado contra Acaz, porque le había
dado la oportunidad de pedir una señal para saber si Dios
lo iba a proteger en esta batalla en particular, y Acaz la
rechazó. A pesar de esto, Dios dio una señal: es una de las
Escrituras más famosas de todos los tiempos y, de hecho,
es uno de los fundamentos de la fe cristiana: “He aquí que
la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su
nombre Emanuel”. Esa profecía le fue dada a uno de los
reyes más malvados que hayan existido. Fue una profecía
con doble cumplimiento. El cumplimiento histórico
inmediato fue cuando Isaías tuvo un hijo de su esposa
(también una profetisa). El segundo cumplimiento fue el
nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
El punto que debemos recordar es que, por medio de
Sus profetas, Dios llega a extremos tremendos con los
malos, para tratar de persuadirlos de volverse a Él de
104
Los Reyes de Judá
todo corazón. En este caso, el Señor usó a Isaías.
También el Señor tuvo al poderoso Elías ministrando
en la época de uno de los reyes más malvados que jamás
viviera: Acaz (1 R. 17-21).
Isaías registra en Isaías 8:11-14: “Porque Jehová me dijo
de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no
caminase por el camino de este pueblo, diciendo: No
llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo
llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis
miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él
vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será
por santuario…”. El pueblo estaba asustado de la alianza
de Israel con Siria, quienes planeaban ir en contra de
Jerusalén. Se le dijo a Isaías que no temiera a estas dos
naciones, sino que pusiera su confianza en el Señor. El
Señor prometió ser su refugio y su fuerza.
Acaz cayó en toda clase de iniquidades. En su tiempo,
constantemente hubo guerras y rumores de guerras, pero
el profeta Isaías daba tanta luz. De hecho, en los días de
Acaz, Isaías habló acerca de la luz que brillaría en Galilea,
refiriéndose al Señor Jesucristo (Is. 9:1-2). Dios se
manifiesta en tiempos de oscuridad y es asombroso qué
profecías son dadas. Si estamos viviendo donde Isaías
vivía, bajo la sombra de Sus alas, entonces a nuestro lado
caerán mil y diez mil a nuestra diestra, mas a nosotros
nada llegará (Sal. 91:7). Debemos habitar en el lugar
correcto: con el Altísimo.
Acaz no tuvo fuerza en tiempos de aflicción. Era cobarde
y temblaba delante del enemigo porque había puesto su
105
Acaz
confianza en los ídolos. A diferencia de Acaz, Isaías el
profeta justo, era tan valiente como un león, porque su
confianza estaba en el Señor.
Aprendamos del contraste entre estos dos hombres, los
justos son fuertes y no temen al enemigo, los malvados
son cobardes y tiemblan en tiempos de adversidad.
“Huye el impío sin que
nadie lo persiga; Mas el justo
está confiado como un león”.
Proverbios 28:1
V PARTE
El Reinado de Justicia
109
EZEQUÍAS
Un preciado hijo de Sion
(2 Crónicas 29-32; 2 Reyes 18-20)
El rey Ezequías fue uno de los más preciados hijos de Sion
que jamás hayan vivido. La Escritura da reconocimiento a
este piadoso hombre diciendo: “En Jehová Dios de Israel
puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro
como él entre todos los reyes de Judá” (2 R. 18:5). Esta es
una gran aprobación de los labios de Dios; ningún otro rey
de Judá fue como él. El anduvo en todo los caminos de su
padre David.
En estos días de inminente oscuridad y juicio, es bueno
recordar que el justo se salvará por la justicia. Por lo tanto,
un estudio del justo rey Ezequías será muy fructífero y
beneficioso para todos nosotros.
Ezequías introduce el avivamiento
Ezequías comenzó a reinar en el año 728 a.C., a la edad de
25 años, y reinó por 29 años (2 Cr. 29:1). Tan pronto llegó
al trono, volvió a abrir la casa de Jehová y mandó que
fuese limpiada. Aunque Ezequías era hijo del malvado rey
Acaz, fue muy piadoso. Fue conocido por su bondad,
gentileza y por ser un hombre determinado a hacer toda la
voluntad de Dios.
Él fue un hombre notable, que siguió al Señor
completamente y que trajo el más grande avivamiento que
110
Los Reyes de Judá
registra la Escritura. En los primeros años de su reinado
decretó una Pascua, la cual fue la más excelente Pascua que
Judá experimentara jamás. Leemos en 2 Crónicas 30:26:
“Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde
los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había
habido cosa semejante en Jerusalén”.
Honró la Palabra de Dios, al ser el instrumento para
compilar un 20% del libro de Proverbios. Los capítulos 25
al 29 del libro de Proverbios, fueron investigados y
recopilados por los escribas de Ezequías. Los capítulos 1
al 9 registran lo que el rey David le dio a Salomón y los
capítulos 10 al 24 fueron registrados por los escribas de
Salomón. Ezequías fue también un rey que enseñaba, uno
que animó a los levitas a que enseñaran la Palabra de Dios,
hablando “al corazón de todos los levitas …” (2 Cr. 30:22).
Ezequías adoró en espíritu y verdad (Jn. 4:23). Tenía
inclinaciones musicales y reestableció la verdadera
adoración, reuniendo todos los instrumentos de David,
entonando el Cántico de Jehová. El Cántico de Jehová es
un canto inspirado por el Espíritu Santo durante la
adoración. Leemos en 2 Crónicas 29:27-28: “Entonces
mandó Ezequías sacrificar el holocausto en el altar; y
cuando comenzó el holocausto, comenzó también el cántico
de Jehová, con las trompetas y los instrumentos de David
rey de Israel. Y toda la multitud adoraba, y los cantores
cantaban, y los trompeteros sonaban las trompetas; todo
esto duró hasta consumirse el holocausto”.
Limpió la casa de Jehová (2 Cr. 29:18). La nación fue
purgada y todos los ídolos fueron removidos. Ezequías
111
Ezequías
envió a sus mensajeros por toda la nación de Judá y de
Israel, hasta el otro lado del río Jordán, para proclamar la
adoración al Señor y una fiesta para Él. Todos los que
fueron animados y que dispusieron su corazón para seguir
al rey, vinieron a glorificar a Dios (2 Cr. 30:5-11).
Sin embargo, aunque fue un hombre muy conocido, fue
como el oro que tenía que ser probado en el fuego. “Yo te
aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego,” es una
advertencia que da el Señor mismo en Apocalipsis 3:18. El
oro representa muchas cosas en la Palabra de Dios. Puede
hablar de la deidad, de nuestra fe (1 P. 1:7), o de los
preciados hijos de Sion (Lm. 4:2). Ahora, debemos ver las
dos grandes pruebas que Ezequías tuvo que experimentar
para poder ser como el oro que ha sido probado.
La sanidad de Ezequías
y la señal milagrosa
En la Palabra de Dios, grandes milagros fluyen en tiempos de
gran tensión y, generalmente, están asociados con grandes
hombres de Dios. Por ejemplo, las diez plagas siempre se
asocian con Moisés, un hombre que fue fiel en toda su casa
(He. 3.5). Josué es conocido por decir, “sol detente” (Jos. 10:12).
Samuel fue capaz de provocar truenos y lluvia para destruir
toda una cosecha (1 S. 12:17). Podríamos continuar, pero
ahora veamos uno de los milagros más notables que hayan
sucedido en la tierra, durante el reinado de Ezequías.
Primero, en el 14º año de su reinado, cuando Ezequías
tenía aproximadamente 39 años, enfermó de muerte. El
112
Los Reyes de Judá
profeta Isaías, contemporáneo de Ezequías, le dijo: “Jehová
dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás”
(Is. 38:1). Eso nos desanimaría a la mayoría de nosotros,
pero Ezequías se postró en su cama y empezó a clamar a
Dios, para que Él recordara que corta había sido su vida y
le añadiera más años. Isaías todavía no había salido del
patio del rey cuando le habló el Señor: “Vé y dí a Ezequías:
Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración,
y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince
años” (Is. 38:5). Esta extensión de su vida dio como
resultado que Ezequías muriera a los 54 años.
Isaías regresó con el rey y le dijo que Dios lo sanaría.
Ezequías pidió una señal, y entonces, entre estos dos
hombres, se dio la más notable conversación (alrededor
del año 714 a.C.). Está registrada en 2 Reyes 20:9-11:
“Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que
hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez
grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió:
Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no
que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta
Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los
grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez
grados atrás”.
Ellos creían plenamente en la grandeza de Dios. Ezequías
dijo que era fácil que el sol declinara diez grados; por esto,
pidió que el sol retrocediera diez grados. Isaías salió y le
pidió al Señor que moviera el sol, y Él lo hizo.
Dios le dijo a Ezequías que pusiera una masa de higos
sobre la llaga y que subiera a la casa de Jehová en el tercer
Ezequías
113
día. Entonces sucedió la famosa sanidad (2 R. 20:7). Un
preciado hijo de Sion estaba enfermo de muerte, y había
sido alguien que había recibido la aprobación de Dios sobre
su vida. Se aferró a la visión y a la Ley de Dios, y trajo a
Judá de regreso a Dios. Esta primera gran prueba de su
vida fue una preparación para una prueba mayor que
vendría y que involucraba al rey de Asiria.
El Señor libera a Judá de Senaquerib
Específicamente, hubo tres naciones que vinieron en contra
de Judá e Israel. La primera fue Egipto bajo Sisac, durante
el reinado de Roboam. Las otras dos fueron Asiria y
Babilonia. Los asirios fueron los responsables de arrasar
con las diez decadentes tribus del norte de Israel,
principalmente bajo Sargón, quien acampó alrededor de
Samaria, y bajo el mando de Salmanasar V, quien conquistó
Samaria. Luego se levantó uno de los más malvados y crueles
reyes de Asiria, Senaquerib, quien empezó a moverse en
contra de Judá. Fue acerca de Senaquerib de quien Dios
habló en Isaías 10:5, diciendo que era la vara de Su furor.
Dios levantó a Senaquerib y lo envió en contra del pueblo
hipócrita. Esto se menciona en Isaías 29:13: “Dice, pues, el
Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y
con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y
su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres
que les ha sido enseñado”. Dios iba a tratar con estos
hipócritas. Bien dice Isaías 33:14: “Los pecadores se
asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los hipócritas.
¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor?
¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas?”.
114
Los Reyes de Judá
A Ezequías no le fue fácil lidiar
con el pueblo al tratar el asunto
Los muros de
de Senaquerib. Aunque
salvación se
Ezequías era un hombre muy
fortalecen al
piadoso, e Isaías, uno de los más
obedecer la
grandes profetas, también lo era,
Palabra de Dios
el pueblo no estaba caminando
y Sus estándares
rectamente. Una visión había
definido el liderazgo del rey
Ezequías y el del profeta Isaías,
pero los príncipes de Judá querían ir a Egipto y a Babilonia
a buscar ayuda (Is. 30:1-3). Ellos se conformaron con un
estándar inferior y no pusieron su confianza en Dios como
lo hicieron Ezequías e Isaías. Algunos incluso comenzaron
a usar ropa egipcia y babilonia, poniendo de manifiesto lo
que había en su corazón.
Este es uno de los problemas más comunes que enfrenta el
liderazgo. Por un lado, Dios ha capturado el corazón del
líder, demandando un nivel más alto. Por el otro, hay tanta
gente que se conforma con un nivel más bajo. Así, se da
un terrible conflicto.
Cuando Ezequías se dio cuenta que Senaquerib, rey de
Asiria había comenzado a moverse en contra de Judá, se
reunió con sus líderes. Entonces, empezó a fortalecer los
muros que lo defenderían del enemigo, los cuales ya habían
sido derribados. También restringió el agua en Jerusalén,
para que no fluyera hacia los enemigos (2 Cr. 32:1-5).
De esto podemos aprender importantes verdades
espirituales. Para el mundo vienen tiempos de tinieblas,
Ezequías
115
y para la Iglesia tiempos de gloria. El principio espiritual
es que cuando Dios comienza a hablar de problemas por
venir, debemos comenzar a fortalecer nuestros muros de
salvación (Is. 60:18), los cuales nos protegen del enemigo.
Los muros de salvación se fortalecen al obedecer la
Palabra de Dios y Sus estándares, en medio del tiempo
que estamos viviendo.
Restringir el agua y no permitir que ésta fluya hacia el
enemigo habla de preservar nuestros pozos de agua viva.
Espiritualmente, esto habla del fluir del Espíritu Santo, y
asegura que existe un libre mover del Espíritu a través de
la alabanza y la adoración. En Efesios 5:18-19, Pablo
exhorta a la iglesia de Éfeso: “Sed llenos del Espíritu,
hablando entre vosotros con salmos, con himnos y
cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en
vuestros corazones”.
En referencia al tiempo en el que Jerusalén iba a ser
destruida, Ezequiel 14:14 dice: “Si estuviesen en medio
de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su
justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice
Jehová el Señor”. El estándar para ser preservados es
mucho más alto en tiempos de juicio que durante un período
de calma.
Senaquerib comenzó a moverse, conquistando nación tras
nación, ciudad tras ciudad. Luego llegó a Judá y empezó a
capturar pueblo tras pueblo, abatiéndolos. Uno de los
monumentos más grandes de Nínive era un mosaico, el
cual muestra cómo el rey de Asiria tomó la ciudad de
Laquis. Hoy, está en la Galería de Laquis, en el Museo
116
Los Reyes de Judá
Británico. Los asirios conquistaron ciudades construyendo
montículos de tierra y rampas que subían a los
inexpugnables muros de las ciudades, los cuales,
supuestamente, nadie podía escalar. Cuando la rampa
llegaba al tope del muro, los ejércitos se precipitaban a
entrar y tomaban las ciudades.
Cuando los asirios llegaron a las afueras de Jerusalén,
Ezequías estaba rodeado por 185,000 soldados asirios.
Estos eran expertos en la guerra, y estaban bajo el mando
del Rabsaces, el general de Senaquerib. Él tenía un mensaje
para que Ezequías y el pueblo salieran y se rindieran: “No
escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria:
Haced conmigo paz, y salid a mí, y coma cada uno de su
vid y de su higuera, y beba cada uno las aguas de su pozo,
hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra,
tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra
de olivas, de aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis. No
oigáis a Ezequías, porque os engaña cuando dice: Jehová
nos librará” (2 R. 18:31-32). Los cobardes seguramente
se habrían entregado.
La vida cristiana es de batalla espiritual. Aunque la tendencia
de muchos es rendirse, el Señor dijo en Mateo 10:22: “mas
el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. Ezequías
era un hombre piadoso que había experimentado una
sanidad maravillosa. Ahora, había venido otra prueba.
¡Cómo son probados los preciados hijos de Sion en el
cuerpo y en las circunstancias!
En Isaías 36:8, Rabsaces, el general, presentó su reto a
Ezequías: “yo te daré dos mil caballos, si tú puedes
Ezequías
117
dar jinetes que cabalguen sobre ellos”. Así, vemos que
en realidad, Ezequías tenía muy pocos soldados,
ciertamente no eran suficientes para defender Jerusalén
por mucho tiempo. Las probabilidades eran totalmente
contrarias a él. Sin embargo, en lugar de ver a los 185,000
hombres, prefirió ver a Dios.
Ezequías le dijo a sus emisarios que se encontraran con el
general en el muro: “No le respondáis” (2 R. 18:36). En
otras palabras, Ezequías no quiso que su pueblo entablara
diálogo con el enemigo. Estos hombres estaban llenos del
demonio y se burlaban de Dios. El enemigo y el demonio
nunca pueden ser convencidos. El diablo no se puede
convertir y, algunas veces, cuando la gente se abre a otros
espíritus, la actitud sabia a tomar es simplemente
permitirles hablar y que sea Dios El que responda. Eso fue
exactamente lo que Ezequías hizo.
Rabsaces también escribió una carta retando a Ezequías
y a los habitantes de Jerusalén, tratando que ellos se
volvieran en contra de Ezequías y se rindieran. Ezequías
tomó la carta del Rabsaces y la puso delante del Señor,
en la casa de Jehová, y dijo: “Jehová Dios de Israel, que
moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos
los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra.
Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus
ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha
enviado a blasfemar al Dios viviente. Es verdad, oh
Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones
y sus tierras; y que echaron al fuego a sus dioses, por
cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de
hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron.
118
Los Reyes de Judá
Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego,
de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra
que sólo tú, Jehová, eres Dios” (2 R. 19:15-19).
Es muy interesante que Rabsaces supiera que el Dios de
Judá había enviado a lo asirios para a pelear contra ellos.
El dijo: “¿Acaso he venido yo ahora sin Jehová a este
lugar, para destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta
tierra y destrúyela” (2 R. 18:25). Debemos entender que
Dios controla ambos bandos. Dios había levantado la vara
de Su furor, Asiria, para que fuera contra la hipócrita
nación de Israel.
Senaquerib le dijo a Ezequías: “tu Dios me ha enviado”.
Aunque esto era cierto, Dios no había determinado
destruir Jerusalén. Senaquerib fue demasiado lejos y
atribuyó su poder a sus dioses, burlándose del Dios
Verdadero de Judá. Mucha gente va demasiado lejos en
lo que dice y cruza la línea al atacar a los piadosos. Al
hacerlo, sufren grandemente.
Dios habló por medio del profeta Isaías refiriéndose al
rey de Asiria: “No entrará en esta ciudad, ni echará
saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni
levantará contra ella baluarte. Por el mismo camino
que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice
Jehová. Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla,
por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo”
(2 R. 19:32-34). Dios estaba determinado a defender
Jerusalén por medio de un ángel, y no por simples
soldados. Es tan consolador sentir la presencia de
ángeles cuando los enemigos nos rodean.
Ezequías
119
Mientras dormían, el ángel del Señor hirió a los 185,000. A
la mañana siguiente, cuando Israel despertó, los cadáveres
de los asirios yacían por todas partes (2 R. 19:35). Dios
también había dicho que Senaquerib se iría de la misma
forma que llegó. 2 Reyes 19:36 registra: “Entonces
Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive…”. Vemos
que Senaquerib era feroz cuando era impulsado por su fuerza,
pero cuando Dios se la quitó, simplemente escapó y entró a
la casa de su dios. Con un vuelco, este violento rey quedó
sin fuerza. Dos años después, sus dos hijos lo mataron.
Lecciones de la vida de Ezequías
Las dos principales pruebas en la vida de Ezequías son un
tipo de las pruebas comunes en el liderazgo. A menudo
debemos enfrentar una enfermedad física que precisa de
la mano sanadora de Dios de una manera muy específica.
También, enfrentamos la fuerte presión de circunstancias
que requieren que no cedamos y que esperemos la
liberación, a la manera de la maravillosa provisión de Dios.
Pone a prueba la firmeza de nuestro carácter para que
confiemos en Dios y que no seamos desviados por la
presión de gente que desea que nos volvamos al mundo y
a sus métodos de liberación.
Ezequías pasó por estas severas pruebas. Dios no intentaba
destruirlo, sino más bien llevarlo a lugares más altos. Dios
quería magnificar a Ezequías y a su pueblo delante de todas
las naciones, y así lo hizo (2 Cr. 32:23).
Después de estas pruebas, todas las naciones del mundo
conocido en ese tiempo vinieron a Ezequías. El preciado
120
Los Reyes de Judá
oro fue probado en el fuego para ser purificado y
Ezequías emergió fiel. Siempre hay una recompensa
para el fiel. Cuando Dios visita una iglesia y una nación,
éstas son magnificadas por Su presencia.
Si usted está pasando por el fuego puede ser que,
simplemente, usted sea oro. A diferencia de los metales
preciosos, los metales no preciosos no pueden ser probados
porque cambian su composición con el fuego, pero el oro
no pierde sus cualidades; cada vez se refina más. El fuego
purifica el oro, porque separa el oro de todo lo demás. El
último metal que se separa es la plata; al contrario del oro,
no puede soportar la ferocidad del fuego. ¡Qué seamos
encontrados fieles a través del fuego!
Hoy, nuestro enemigo no es el rey de Asiria, pero puede
ser igual de poderoso, ya sea en forma de enfermedades,
circunstancias o seres queridos. Cuando pasamos por
la prueba y permanecemos, confiando en el Señor y
aceptando cuán débiles somos, vendrá un tiempo en el
que Dios quitará el poder del enemigo. Nuestras pruebas
sólo van a durar el tiempo que Dios lo permita.
Saldremos victoriosos, con una nueva unción y gozo.
Es importante recordar que no podemos vencer al
enemigo por nosotros mismos, y que tampoco podemos
batallar ni disputar con él.
¿Qué debemos hacer mientras estamos siendo probados?
Ezequías había preparado su corazón mediante la verdadera
alabanza, el estudio de la Palabra y el ánimo recibido de
maestros de justicia. Tuvo cuidado en decidir qué o a quién
escuchaba. Quitó mucha adoración babilónica y egipcia.
Ezequías
121
Durante el reinado de Ezequías prevaleció en el reino la
verdadera adoración, en espíritu y verdad.
Quiero animarlos a creerle a Dios para recibir la liberación de
cualquier circunstancia en la que se encuentren. No es bueno
enfocarse en el enemigo, porque éste parece ser más grande
que nosotros. Debemos mirar al Señor y creerles a los profetas.
Debemos creer en las promesas que Dios nos ha dado.
Lo maravilloso de Ezequías fue que estuvo preparado para
estas pruebas. Llegó con un corazón determinado a hacer
toda la voluntad de Dios, a defender la Ley y a hacer
gloriosa la casa de Jehová. Para él no bastaba con que fuera
bueno, quería lo mejor para Dios. Es por esto que Ezequías
fue tan grande. No bajó los estándares de Dios: los sostuvo.
Cuando Cristo elevó los estándares (ver Juan 6), mucha
gente Lo abandonó. Aun así, Jesús no los bajó. Él servía
al Padre. Les preguntó a Sus discípulos, “¿Queréis
acaso iros también vosotros?” (Jn.6:67). Los discípulos
servían a Dios de todo corazón y decidieron sostener
Sus estándares.
Una vez hubo una discusión entre pastores y teólogos
acerca de si se debían bajar los estándares de Dios para
atraer a la gente o si se debían mantener. Alguien dijo:
“No hemos sido llamados a ser exitosos, sino a ser
fieles”. Que por la gracia de Dios sea este nuestro deseo.
Son los fieles los que reciben las coronas.
Jesús dijo: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos
atraeré a mí mismo” (Jn. 12:32). Queremos que Jesús sea
122
Los Reyes de Judá
levantado en nuestra vida, nuestro hogar y en la Iglesia.
Cuando Dios sea levantado, atraerá hacia Él a todos los
hombres, y veremos a las personas entrar.
Somos establecidos para glorificar a Dios, y lo haremos
por medio de Su gracia y Su misericordia. Debemos elevar
los estándares. Al hacerlo, tendremos con nosotros a Aquel
que es mucho más grande que carne o sangre. Estará con
nosotros el Dios Todopoderoso, Creador del cielo y la
tierra, que es llamado Santo, Santo, Santo. Deseamos por
la gracia de Dios, ser preciados hijos e hijas de Sion, que
saldrán puros como el oro.
VI PARTE
La Gran Apostasía
125
MANASÉS
El hombre malvado que
encontró arrepentimiento
(2 Crónicas 33:1-20; 2 Reyes 21: 1-18)
Continuando con nuestro estudio acerca del carácter de
los reyes de Judá, llegamos a uno que verdaderamente nos
da mucha esperanza: Manasés. Al estudiar los reyes, es
importante ver su genealogía. La persona clave en la
genealogía de Manasés es su destacado padre, Ezequías.
Los defectos en la vida
del padre de Manasés
Ezequías tuvo unas extraordinarias visitaciones de Dios.
Estaba enfermo de muerte, y el profeta Isaías le dijo:
“Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás” (Is. 38:1).
Aun así, pudo postrarse en su lecho de enfermo y clamar
a Dios, como lo registra 2 Reyes 20:2-3: “Entonces él
volvió su rostro a la pared y oró a Jehová y dijo: Te ruego,
oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado
delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he
hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con
gran lloro”.
El relato continúa en 2 Reyes 20:9-11: “Respondió Isaías:
Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto
que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o
retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa
126
Los Reyes de Judá
es que la sombra decline diez grados; pero no que la
sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta
Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los
grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez
grados atrás”. Esta sanidad fue tan extraordinaria, que
fue conocida no solamente entre los guardias del palacio,
sino que llegó hasta Babilonia. El rey de Babilonia envió
a Ezequías a sus ilustres principales con grandes regalos,
para felicitarlo por su notable sanidad.
Este milagro debió haber obrado la hermosa virtud de la
humildad, y debió haber hecho que Ezequías se regocijara
al ver que Dios vino a él de forma tan extraordinaria
dándole otros 15 años de vida. Tristemente, no fue así.
Antes de este milagro, Ezequías se encontraba en muy mala
situación, pues su país estaba siendo invadido por Senaquerib.
Judá era cada vez más pobre. De hecho, antes de eso, él le
había dado a los reyes de Asiria el oro de los tesoros como
tributo monetario (2 R. 18:13-16). Así que, para ser un rey,
fue un hombre muy pobre hasta que Dios realizó ese milagro.
El resultado fue que Ezequías llegó a ser muy rico.
Es muy importante la forma como valoramos las cosas
en la vida. El asunto no es la grandeza de la casa que
Dios le da a una persona, sino el valor que el hombre
le da. Aparentemente, estas casas de tesoros, que habían
resultado de la notable sanidad, hicieron que Ezequías
volviera su atención a ellas y se alejara de Dios. El
Señor lo había bendecido tanto, que uno podría pensar
que Ezequías iba a estar muy agradecido y muy
quebrantado por el hecho que Dios había retrocedido el
Manasés
127
sol por él. En cambio, Ezequías volvió su atención a los
regalos, al oro, la plata y las piedras preciosas que las
personas le habían llevado.
Dios lo había sacado a un lugar espacioso y, aun así,
Ezequías no se rindió ante Dios por todos los beneficios
que Él le había dado (2 Cr. 32:25). En lugar de eso se
llenó de orgullo, junto a los habitantes de Jerusalén. Se
regocijaban por lo que Dios había hecho, pero de la forma
incorrecta: ensalzándose a sí mismos.
Entonces, llegaron los principales de Babilonia. “Y se
regocijó con ellos Ezequías, y les mostró la casa de su
tesoro, plata y oro, especias, ungüentos preciosos, toda
su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros;
no hubo cosa en su casa y en todos sus dominios, que
Ezequías no les mostrase” (Is. 39:2). Ezequías debió
haberles mostrado todas estas cosas de tal forma, que debió
parecer idólatra porque atrajo la ira de Dios hacia sí.
Cuando Dios nos bendice, debemos tener mucho
cuidado de recordar las angustias y las penas.
Lamentaciones 3:19-20 dice: “Acuérdate de mi aflicción
y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel; lo tendré aún
en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí”.
Jeremías recordaba sus penas; por lo tanto, era humilde.
Lamentablemente, la actitud orgullosa de Ezequías no
solamente trajo la ira de Dios sobre él y los habitantes de
Jerusalén, sino muchas cosas más. Dios, quien puede ver
el pasado, el presente y el futuro, vio hacia abajo y le
habló a Ezequías por medio del profeta Isaías:
128
Los Reyes de Judá
“Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le
dijo: ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde
vinieron a ti? Y Ezequías le respondió: De lejanas
tierras han venido, de Babilonia. Y él le volvió a decir:
¿Qué vieron en tu casa? Y Ezequías respondió: Vieron
todo lo que había en mi casa; nada quedó en mis tesoros
que no les mostrase. Entonces Isaías dijo a Ezequías:
Oye palabra de Jehová: He aquí vienen días en que
todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres
han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin
quedar nada, dijo Jehová. Y de tus hijos que saldrán
de ti, que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos
en el palacio del rey de Babilonia. Entonces Ezequías
dijo a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado,
es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y
seguridad en mis días” (2 R. 20:14-19).
Ezequías adoptó una actitud difícil de comprender. Dijo:
“está bien conmigo; voy a tener paz y verdad durante mi
vida”. ¿Cómo pudo un hombre tan piadoso estar
satisfecho, sabiendo que les pasaría a sus hijos una
herencia tan espantosa? Es desalentador, pero cierto, saber
que una persona que una vez fue piadosa, puede tener un
defecto que afecte a las siguientes generaciones.
El impacto que tuvo en
Manasés el error de Ezequías
Manasés llegó al trono a los 12 años de edad. Enfrentó
muchos obstáculos espirituales al haber nacido en una
época en la que la vida de su padre estaba llena de mucho
Manasés
129
orgullo, apostasía e idolatría. Ezequías había sido culpable
de idolatría porque se había gloriado en los tesoros
terrenales. Sin embargo, es insensatez gloriarse en
cualquier cosa que no sea Dios (1 Co. 1:31). Solamente
tenemos lo que Dios nos ha dado, y podemos lograr
solamente aquello que Dios ha propuesto que hagamos.
Juan el Bautista dijo en Juan 3:27: “No puede el hombre
recibir nada, si no le fuere dado del cielo”. No podemos
hacer nada sin la autorización y la bendición de Dios.
Hay un anuncio publicitario para un famoso reloj suizo.
Dice así, “Es suyo sólo por un tiempo”. En otras palabras,
es tan valioso que se lo hereda a su hijo, y luego, a su
nieto. Se supone que este reloj debe durar muchas
generaciones. Usted lo tiene por un tiempo, pero al morir,
lo hereda. De la misma manera, realmente no hay nada
material que podamos llevarnos al morir. Heredaremos a
otros lo que tenemos.
Manasés nació en una época de idolatría. Aunque su padre
y el pueblo de Judá se habían arrepentido, con todo, esa
inclinación a la idolatría brotó en Manasés. Esto es muy
importante. Dios mira las circunstancias de nuestra vida,
incluyendo los obstáculos espirituales que enfrentamos,
y trata con nosotros conforme a éstas.
Otro punto es el hecho que Manasés llegó al trono a la
temprana edad de 12 años. Una herencia obtenida de
forma rápida no será al final bendecida (Pr. 20:21). No
fue mucho después que Manasés estaba induciendo a
toda la nación a cometer idolatría. Hasta levantó ídolos
en los dos atrios del Señor: en el Atrio Exterior donde
130
Los Reyes de Judá
iba el pueblo, y en el Lugar Santo, donde sólo los
sacerdotes podían entrar. Había ídolos por todas partes.
También se nos dice en 2 Reyes 21:16: “Fuera de esto,
derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera,
hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo; además de
su pecado con que hizo pecar a Judá, para que hiciese lo
malo ante los ojos de Jehová”. La sangre fluía por las calles
de Jerusalén; sin embargo, este fue el hijo de uno de los
reyes más piadosos que registran las Escrituras.
Manasés no solamente practicó una terrible idolatría y
mató al inocente, también hizo toda clase de
abominaciones tales como espiritismo, astrología y mucho
más. De hecho, Manasés practicó todo lo que se oponía a
un Dios Santo.
Dios castiga y restaura a Manasés
Uno podría pensar que Dios lo habría matado, considerando
que muchos de los otros reyes malvados fueron muertos
por sus sirvientes y por otros ejércitos. Sin embargo, Dios
había hablado a Ezequías diciendo: “Y de tus hijos que
saldrán de ti (aquellos que habían de nacer, incluyendo a
Manasés), que habrás engendrado, tomarán, y serán
eunucos en el palacio del rey de Babilonia” (2 R. 20:18).
Esta profecía se cumplió cuando el rey de Asiria descendió
y tomó cautivo a Manasés y lo llevó hasta Babilonia.
Allí, con grillos y arduas labores, Manasés recapacitó y
empezó a clamar a Dios. Leemos en 2 Cr. 33:12-13: “Mas
luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios,
Manasés
131
humillado grandemente en la presencia del Dios de sus
padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios
oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino.
Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios”.
Después de esto, Manasés fue una persona diferente. Se
convirtió en una persona piadosa y comenzó a quitar los
ídolos. Empezó a llevar al pueblo de regreso a Dios.
¿Cómo podemos explicar que un hombre tan malvado
obtuviera misericordia?
En Su presciencia, Dios sabía cómo sería Manasés. El
Señor escogió mostrarle misericordia porque sabía que si
llevaba a Manasés a lo profundo de la cautividad
babilónica, se convertiría. Desde la cúspide, como rey de
Judá, Manasés descendió hasta lo profundo, como
prisionero en Babilonia, con grilletes y todo. No pudo
haber caído más bajo. La gente de Judá comenzó a
escuchar a Dios cuando Manasés regresó de su cautividad
babilónica, cambiado totalmente por el Señor.
Miqueas 7:18-19 dice: “¿Qué Dios como tú, que perdona
la maldad, y olvida el pecado del remanente de su
heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se
deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia
de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en
lo profundo del mar todos nuestros pecados”.
Manasés significa “Dios hace olvidar”. Dios perdonó y olvidó
sus pecados y lo restauró. Sin embargo, el punto crucial fue
que, debido a toda la sangre que había derramado, las futuras
generaciones cayeron bajo esta espantosa profecía:
ciertamente, Dios destruiría Jerusalén (Jer. 15:1-4).
132
Los Reyes de Judá
Manasés reinó por un largo período de 55 años. Tenía 67
cuando murió. Ésta era una edad muy avanzada en esos
días. El rey David murió a los 70, Salomón murió a los 59
y ninguno de los otros reyes llegó a los 70 años. En su
vejez, Manasés fue piadoso.
A diferencia de los reyes anteriores, tuvo un buen final a
pesar de su pobre comienzo. Esto se debió a que adoró a
un Dios compasivo y misericordioso, tardo para la ira.
Lecciones sobre la vida
de Manasés y su padre
Ezequías fue un hombre piadoso al que Dios abandonó por
un tiempo, para ver qué había en su corazón. “Mas en lo
referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia,
que enviaron a él para saber del prodigio que había
acontecido en el país, Dios lo dejó, para probarle, para hacer
conocer todo lo que estaba en su corazón” (2 Cr. 32:31).
Quedaron de manifiesto mucho orgullo e idolatría. Cuán
importantes eran para él sus tesoros.
Más aun, Ezequías no tuvo una buena actitud en
relación al juicio que Dios había decretado sobre él en
2 Reyes 20:14-19. Solamente se sintió aliviado porque
el juicio no lo afectó. No lamentó lo que pudiera pasarle a
sus hijos.
Una herencia es muy importante. No queremos que quede
en nosotros ninguna falta que pueda apartar del camino a
las siguientes generaciones. Ciertamente, no debemos
desear que Dios se aparte de nosotros para ver qué hay en
Manasés
133
nuestro corazón. Debemos clamar como David: “Crea
en mí, oh Dios, un corazón limpio” (Sal. 51:10). No
queremos que haya en nuestro corazón ni una sola falta
que pueda afectar a futuras generaciones.
Debido a las faltas en el carácter de Ezequías, éste
engendró un hijo que fue malvado. Fue solamente por la
misericordia de Dios que Manasés encontró
arrepentimiento y salvación al final.
Verdaderamente, Manasés da esperanza a cada uno de
nosotros de que el Señor es lo que Él dice ser: “Y pasando
Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová!
fuerte, misericordioso y
piadoso; tardo para la ira, y
grande en misericordia y
No queremos que
verdad;
que
guarda
haya en nuestro
misericordia a millares, que
corazón ni una
perdona la iniquidad, la
sola falta que
rebelión y el pecado, y que
pueda afectar a
de ningún modo tendrá por
futuras
generaciones
inocente al malvado; que
visita la iniquidad de los
padres sobre los hijos y
sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta
generación” (Ex. 34:6-7). El Señor muestra misericordia
a quien Él muestra misericordia (esto es explicado con más
detalle en el reinado de Amón). En Su presciencia, Dios
sabía que Manasés se arrepentiría y regresaría.
Al mismo tiempo, debemos recordar que lo que hagamos
afectará a nuestras futuras generaciones. Debido a la
134
Los Reyes de Judá
maldad de Manasés, Dios trajo juicio sobre Jerusalén y
fue destruida años después, en las generaciones de sus
descendientes. Gálatas 6:7-8 establece claramente: “No
os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que
el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que
siembra para su carne, de la carne segará corrupción;
mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará
vida eterna”.
135
AMÓN
El rey que desechó al Señor
(2 Crónicas 33:21-25; 2 Reyes 21: 19-26)
Amón, el hijo de Manasés, fue el siguiente en ascender al
trono. Había sido bien instruido por Manasés su padre, quien
probablemente le enseñó algo como esto: “Ezequías, tu
abuelo, fue un hombre maravilloso, pero yo no seguí sus
pasos. De hecho, caí en idolatría, tengo sangre inocente en
mis manos. Provoqué que toda la ira de Dios cayera sobre
Judá, tanto así, que se extenderá a otras generaciones. En
Su misericordia, Dios me llevó a la cautividad babilónica y
allí recapacité; ¡me humillé, oré y Dios me restauró! Traté
de llevar a la nación de regreso a Dios. Ahora, Amón,
recuerda lo que tu padre te dice. Pequé; Dios trató
severamente conmigo; regresé. ¡No juegues con Dios!”
Se nos dice que Amón se apartó del Señor, lo que significa
que, en sus primeros años, debió haber seguido al Señor.
Sin embargo, al ascender al trono, no anduvo en los
caminos del Señor, sino en la maldad de los primeros años
de Manasés, su padre.
Al estudiar las Escrituras, encontramos que a menudo, Dios
es muy paciente con los primogénitos de una familia; en
este caso lo fue con Manasés.
El relato de Belsasar y Nabucodonosor es otro ejemplo.
Nabucodonosor fue el rey de Babilonia que había sido
levantado por Dios para castigar a Su pueblo. Se llenó de
136
Los Reyes de Judá
orgullo y cometió grandes maldades. Sin embargo, en Su
longanimidad y paciencia, Dios hizo que, por medio de la
instrucción de Daniel, Nabucodonosor se postrara. Por un
período de siete años, Dios humilló a Nabucodonosor
convirtiéndolo en una bestia salvaje y quitándole el trono.
Entonces Nabucodonosor dijo: “Ahora yo Nabucodonosor
alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque
todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él
puede humillar a los que andan con soberbia” (Dn. 4:37).
Nabucodonosor nunca fue a la guerra por los siguientes
20 años; históricamente, no se sabe nada sobre él.
En el linaje de Nabucodonosor hubo un hombre llamado
Belsasar, quien más tarde llegó a ser rey de Babilonia.
Aunque Belsasar conocía todo acerca de los tratos de Dios
en la vida de su tatarabuelo, él los ignoró y, voluntariamente,
cayó en profundo pecado y blasfemia. Por lo tanto, estas
palabras fueron escritas en el encalado de la pared del palacio
del rey: “MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN” (Dn. 5:25).
Daniel da la interpretación en Dn. 5:26-28: “Esta es la
interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y
le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y
fuiste hallado falto. PERES [o UPARSIN]: Tu reino ha
sido roto, y dado a los medos y a los persas”. A Belsasar
no le fue mostrada ninguna misericordia, porque tuvo ante
sí mismo una lección objetiva y clara: Nabucodonosor.
La misericordia de Dios
Dios ama la misericordia y desea mostrar misericordia.
Sin embargo, debemos tener en mente que la misericordia
Amón
137
es prerrogativa única de Dios. Dios dijo en Éxodo 33:19:
“tendré misericordia del que tendré misericordia”. No
debemos tomar a la ligera la misericordia de Dios.
Indudablemente, Dios sopesó lo que había sido concebido
en Manasés. Sopesó lo que Ezequías había puesto dentro
de él: el amor por los tesoros y la idolatría. Deseando
mostrar misericordia, Dios fue indulgente con Manasés
durante los años que obró con maldad. Dios lo humilló
llevándolo a Babilonia y, cuando clamó, Dios lo restauró.
Al mismo tiempo, el Señor siempre recordó la iniquidad
de Manasés, y fue ésta la razón principal que Dios dio
para destruir el templo en Jerusalén (Jer. 15:1-4). Debemos
equilibrar estas verdades cuidadosamente.
En contraste, tenemos a Amón, quien en realidad contó
con la instrucción de su padre todos los días de su vida.
Tristemente, Amón hizo lo malo, hizo sacrificio a imágenes
talladas y aumentó el pecado más y más. Aunque había
sido advertido por los profetas, no se humilló. Por esto,
reinó solamente dos años (de los 22 a los 24 años).
Entonces, sus sirvientes conspiraron en contra de él y lo
mataron, probablemente porque había sido muy cruel con
ellos (2 Cr. 33:21-25). Él había jugado con Dios.
Debemos recordar que no es el principio lo que cuenta; es
el final. “En el lugar que el árbol cayere, allí quedará”
(Ec. 11:3). Veremos a Manasés en el cielo. No veremos a
Amón en el cielo.
VII PARTE
El Gran Avivamiento
141
JOSÍAS
El rey de corazón tierno
(2 Crónicas 34-35; 2 Reyes 22:1 a 23:30)
El avivamiento precede al juicio
Como vamos a ver, el reino de Judá tuvo un poderoso
avivamiento durante el reinado de Josías; pero 23 años
después del fin de su reinado, Jerusalén y el templo fueron
completamente destruidos.
Los avivamientos preceden al juicio, especialmente en lo
que se refiere a Jerusalén. Este tema fluye a través de toda
la Palabra de Dios. En el Antiguo Testamento, podemos
citar a Ezequías quien, durante el primer año de su reinado,
tuvo un gran avivamiento centrado en la Fiesta de la Pascua.
Luego, en el 14º año, llegó el juicio en la forma de
Senaquerib, rey de Asiria. Los ejércitos de Senaquerib
rodearon Jerusalén y sitiaron la ciudad.
En el Nuevo Testamento, Dios derramó Su Espíritu Santo
con el poder de un gran avivamiento en Pentecostés,
probablemente alrededor del año 30 d.C. Sin embargo,
después del avivamiento siguió el juicio, a través de la
destrucción de Jerusalén y del templo, en el año 70 d.C.
En los últimos días, estamos esperando la Fiesta de
Tabernáculos, la gran lluvia tardía en la que el Señor ha
prometido derramar Su Santo Espíritu sobre Su pueblo en
una medida más grande. Joel 2:23-24 dice: “Vosotros
142
Los Reyes de Judá
también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro
Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y
hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía
como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los
lagares rebosarán de vino y aceite”. En lo natural, la lluvia
tardía era mayor que la lluvia temprana. Era la lluvia tardía
la que maduraba la cosecha, lo que habla de la Iglesia
siendo llevada a la madurez en este gran avivamiento.
De acuerdo a Joel 3:1-2, la gran lluvia tardía será
seguida por el cuarto y último sitio de Jerusalén,
cuando las naciones de la tierra se reunirán en contra
de Jerusalén. Es un sitio en el cual vendrá el Señor
Mismo, levantando Su espada, diciendo: “Vivo yo para
siempre” (Dt. 32:40). Los defensores de Sion clamarán,
“Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios,
le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien
hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en
su salvación” (Is. 25:9).
Las profecías que
gobernaban la vida de Josías
Regresando a Josías, hubo dos profecías fundamentales
que gobernaron su vida. Primero, en 1 Reyes 13:2, un
hombre de Dios llegó al abominable altar que Jeroboam I
había edificado en Bet-el, y dijo: “Altar, altar, así ha dicho
Jehová: He aquí que a la casa de David nacerá un hijo
llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes
de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre
ti quemarán huesos de hombres”. Esta profecía fue dada
300 años antes del nacimiento de Josías.
Josías
143
La otra profecía la encontramos en 2 Reyes 21:11-15: “Por
cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas
abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que
hicieron los amorreos que fueron antes de él, y también
ha hecho pecar a Judá con sus ídolos; por tanto, así ha
dicho Jehová el Dios de Israel: He aquí yo traigo tal mal
sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le
retiñirán ambos oídos. Y extenderé sobre Jerusalén el
cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab; y
limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega
y se vuelve boca abajo. Y desampararé el resto de mi
heredad, y lo entregaré en manos de sus enemigos; y serán
para presa y despojo de todos sus adversarios”. Por los
pecados de Manasés, el abuelo de Josías, Dios dijo que Él
iba a juzgar Jerusalén.
Venciendo características heredadas
por medio de la gracia de Dios
A menudo decimos que la genealogía es muy importante;
heredamos nuestra naturaleza de nuestros padres. Sin
embargo, contemplando una vez a una pareja, me
preguntaba cómo serían los hijos que iban a tener, tomando
en cuenta su naturaleza rebelde. Entonces, vino sobre mí
el Espíritu de Dios de una forma poderosa, y todo lo que
Él dijo fue: “Amón”. Por supuesto, yo sabía lo que Él quiso
decir. Amón fue uno de los más malvados reyes que hayan
vivido, y de él vino uno de los hombres más piadosos que
hayan vivido: Josías. Dios puede hacer las cosas mucho
más abundantemente, más allá de todo lo que podemos
esperar (Ef. 3:20). ¡Anímese! Aun si sus padres no han
sido tan gloriosos como debían, y le han heredado toda
144
Los Reyes de Judá
clase de características negativas, usted sólo tiene que decir:
“Amón”. Simplemente recuerde que Josías, este
maravilloso hombre, vino de Amón.
Josías comienza a buscar al Señor
Se dice de Josías: “Para justicia reinará un rey” (Is. 32:1).
Ascendió al trono a la temprana edad de ocho años.
Obviamente, había autoridades detrás del trono que
gobernaban en su lugar pero, pese a todo, él era el rey.
Josías comenzó a buscar al Señor a los 16 años, el 8º de su
reinado. Es muy interesante ver cómo números específicos
tienen significado en su reinado. Ocho es el número de
nuevos comienzos. Hubo un nuevo comienzo cuando
Josías llegó al trono, y también lo hubo en su propia vida,
cuando empezó a buscar al Señor.
Dios prepara el escenario
político para el avivamiento
Cuando Josías llegó a ser rey, la situación era muy interesante.
Antes de su ascenso al trono, el imperio asirio había sido
muy dominante. Toda la tierra de Israel había sido tomada
bajo Senaquerib, rey de Asiria. Después de la muerte de
Senaquerib, Esarhadón y Asurbanipal llevaron a cabo grandes
deportaciones de israelitas, a quienes gobernaban. Por lo tanto,
Asiria gobernaba en esa parte del mundo, encerrando a Judá.
Sin embargo, Dios empezó a levantar a los babilonios en
el este. Se estaban rebelando en contra de los asirios. Por
Josías
145
lo tanto, los asirios retiraron sus tropas de Israel y las
reunieron alrededor de Nínive, la cual cayó en el año 612
a.C. El resultado de que los asirios retiraran sus tropas fue
que, eventualmente, Josías fue capacitado para ser rey de
todo el territorio de Israel, más allá del mar de Galilea.
Así, el poder político fue debilitado para que este gran
avivamiento pudiera abarcar a todo Israel, no solamente a
Judá. De la misma manera, hoy podemos ver el espectro
político debilitándose, lo cual hará que suceda el
avivamiento de Dios.
La destrucción de los altares paganos
Josías comenzó a asumir su poder de soberano y a dar
órdenes en el 12º año del reinado (12 es el número de
gobierno). Por cuatro años, su corazón había sido preparado
y parecía que ahora la unción de Dios estaba viniendo sobre
él, junto con la autoridad de su posición. Empezó a tener
cumplimiento la profecía que había sido dada 300 años
antes. Él daba una orden y se aseguraba que fuera cumplida.
La orden fue que debían ser derribados todos los altares
hechos para deidades paganas. Josías empezó a hacer esto
y fue por toda la tierra, asegurándose que sus órdenes
fueran obedecidas. Fue a los lugares más distantes del
reino y vigiló que los altares fueran derribados en su
presencia. Aquí, el orden es muy interesante: primero,
fue al campo (2 Cr. 34:6-8). Esto es lo que Salomón
manda en Proverbios 24:27: “Prepara tus labores fuera,
y disponlas en tus campos, y después edificarás tu casa”.
El pensamiento o la verdad es que vemos que nuestra gente,
nuestro personal y la congregación están felices; y sólo
146
Los Reyes de Judá
entonces, se presta atención al edificio. Esto hizo Josías,
porque no reedificó el templo por otros seis años.
La reedificación del
Templo en Jerusalén
En el año 18º. de Josías, cuando tenía alrededor de 26 años,
regresó a su ciudad capital, Jerusalén, después de
asegurarse de que todos los ídolos habían sido derribados
y el país estaba listo. El número 18 significa fuerza, ya
que los pilares del Templo de Salomón tenían 18 codos, y
sus nombres (Boaz y Jaquín) hablan de fuerza. Fue
entonces que dio la orden para la reedificación de la casa
de Dios.
Retirando los juicios de Dios
Cuando ponemos nuestros pies sobre cierto camino, habrá
una continua revelación y encuentro con Dios. Josías
recibió revelación de Dios para dar la orden de la
reedificación de Su casa. Reyes anteriores habían destruido
el Libro de la Ley, pero una copia del mismo fue
encontrada. Fue llevada ante el rey y se la leyeron. Fueron
leídos ante el rey todos los juicios de Dios (encontrados
en la ley) que iban a venir, debido a la maldad de sus
antepasados.
La respuesta de Josías se encuentra en 2 Crónicas 34:19:
“Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus
vestidos”. Después, envió a buscar exactamente lo que
Dios quería decir al respecto. En Jerusalén había hombres
Josías
147
y mujeres piadosos como Hilcías, el sumo sacerdote y
Hulda, la profetisa. Ella confirmó que vendría juicio a causa
de la maldad del abuelo de Josías, Manasés. Pero también
dijo en 2 Crónicas 34:27-28: “Y tu corazón se conmovió,
y te humillaste delante de Dios al oír sus palabras sobre
este lugar y sobre sus moradores, y te humillaste delante
de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia,
yo también te he oído, dice Jehová. He aquí que yo te
recogeré con tus padres, y serás recogido en tu sepulcro
en paz, y tus ojos no verán todo el mal que yo traigo sobre
este lugar y sobre los moradores de él. Y ellos refirieron
al rey la respuesta”.
Tenemos, en toda su fuerza, la hermosa ilustración de
Josías, humillándose delante del Señor y recibiendo la
promesa que los juicios de Dios serían retirados. Por lo
tanto, si nos humillamos, los juicios de Dios pueden ser
retenidos y no venir sobre nosotros.
Podemos ver esta verdad en Acab, rey de Israel, quien fue
uno de los reyes más malvados que jamás haya existido. El
poderoso profeta Elías había decretado muchos juicios
terribles en contra de Acab, pero
cuando éste escuchó la palabra
Cuando ponemos
del Señor, se arrepintió. Acab
nuestros pies
escogió caminar ante Dios
sobre cierto
apacible y humildemente, vestido
camino, habrá
de cilicio (1 R. 21:27). Después,
una continua
en 1 Reyes 21:29, vino a Elías
revelación y
palabra de Jehová: “¿No has
encuentro con
visto cómo Acab se ha humillado
Dios
delante de mí? Pues por cuanto
148
Los Reyes de Judá
se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus
días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa”.
Así podemos ver que, a causa de sus actitudes, tanto un
rey piadoso como un rey malvado, aplazaron los juicios
de Dios. Ciertamente, nuestra actitud en estos tiempos del
fin es muy importante. Puede que no podamos aplazar los
juicios universales, sin embargo, con la actitud correcta,
podemos proteger a nuestra familia y a nosotros mismos.
Es una actitud de humildad y mansedumbre, caminando
apaciblemente delante del Señor. Verdaderamente, esto es
muy importante. Sofonías 2:3 dice: “Buscad a Jehová todos
los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su
juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizás seréis
guardados en el día del enojo de Jehová”.
El avivamiento bajo Josías
Muchas cosas sucedieron en el 18º año del reinado de
Josías. Había terminado de tratar con la idolatría de todo
el país, derribando los altares. Luego, regresó para edificar
la casa de Dios. El Libro de la Ley fue encontrado; y luego,
decretó una Pascua, la cual se convirtió en avivamiento.
Este fue el más grande avivamiento que Judá e Israel
jamás experimentaran. La gente venía de todo Israel:
las diez tribus descarriadas renunciaron a su gente y
vinieron a Jerusalén. Los profetas Jeremías y Sofonías,
junto con Josías, fueron los tres jóvenes que encabezaron
este gran avivamiento.
Indudablemente, este es un tipo de lo que va a suceder
en estos tiempos del fin, cuando Dios usará hombres y
Josías
149
mujeres jóvenes, para extender este poderoso
avivamiento alrededor del mundo. Veremos el gozo de
los justos que han esperado y clamado por avivamiento,
aferrándose al Señor.
También vamos a ver que vendrán los de Tirsa, la capital de las
tribus del norte. Espiritualmente, los de Tirsa representan a los
descarriados. En el Cantar de los Cantares 6:4, se hace una
referencia al ejército de Dios siendo como Tirsa y Jerusalén.
En otras palabras, este ejército estará lleno de los que se han
descarriado, así como de los que son justos. De esta y otras
escrituras (tales como 2 Crónicas 30:11, en donde en los días
de Ezequías, descendientes de las tribus de Aser, Manasés y
Zabulón se humillaron y vinieron a Jerusalén), sabemos con
seguridad que habrá una poderosa cosecha entre aquellos que
se han apartado de Dios. No todos, pero sí muchos, regresarán
al Señor. ¡Qué esto nos anime grandemente!
El pueblo hace un pacto con Dios
Israel y Judá fueron a Jerusalén a celebrar la Pascua de
siete días y la fiesta de los Panes sin Levadura. Más aun,
Josías hizo un pacto con Dios y con el pueblo de caminar
en todos Sus caminos. El rey los condujo a este pacto.
El liderazgo es muy importante. Determina hacia dónde
vamos. He visto a uno de los líderes de la televisión
cristiana defendiendo la inmoralidad. Lo hizo de una
manera tan intensa, que causará que miles se descarríen.
Dios levanta líderes justos pero también levanta otros que
predican de acuerdo a los deseos de la gente. Las personas
toman la decisión de a quién van a seguir.
150
Los Reyes de Judá
Lecciones del avivamiento
Al ver la vida de Josías vemos que a los 16 años, cuando
determinó buscar a Dios, entró a un nuevo comienzo en su
vida. Josías se encontró con Dios; por lo tanto, tuvo un
patrón para su vida. Fue la revelación de lo que Dios declaró
que Él haría y así, Él había preparado el corazón de Josías.
Hablando a los jóvenes, Eclesiastés 12:1 dice: “Acuérdate
de tu Creador en los días de tu juventud”. Es tan importante
buscar al Señor en nuestra juventud. Las semillas que
sembramos a una temprana edad pueden quedarse con
nosotros por el resto de nuestra vida.
Tuve el privilegio que Dios me sanara a los seis años.
Cuando tenía nueve años, vi un ángel que me dijo los planes
de Dios para mi vida. Ambas experiencias causaron un
gran impacto en mí.
Dios anhela visitar a los jóvenes. Un alto porcentaje de
misioneros escuchan la voz de Dios y Su llamado cuando
son jóvenes.
El año 18º. del reinado de Josías habla de fuerza. Josías
recibió fuerza derribando todos los ídolos y yendo por toda
la nación cumpliendo la profecía. Josías llegó a ser tan
poderoso, que hizo que toda la nación de Israel anduviera
en los caminos de Dios.
Si hacemos lo que es correcto, seremos fuertes. De los
hijos de Israel podemos aprender quiénes no hicieron lo
correcto en las diez pruebas. Fallaron las primeras nueve,
y su registro permaneció desalentador. Después, fallaron
151
Josías
la décima prueba. Cuando vencemos prueba tras prueba,
somos fortalecidos para las demás. Llegará a ser una forma
de vida para nosotros.
Josías y el faraón Necao
Josías reinó durante 31 años, y hay un período de 13 años
entre el 18º y el 31º año de su reinado (el número 13 habla
de rebelión). Al final de este período de 13 años, en el año
31º de su reinado, leemos sobre una situación muy
angustiante.
2 Crónicas 35:20-21 establece: “Después de todas estas
cosas, luego de haber reparado Josías la casa de Jehová,
Necao rey de Egipto subió para hacer guerra en
Carquemis junto al Eufrates; y salió Josías contra él. Y
Necao le envió mensajeros, diciendo: ¿Qué tengo yo
contigo, rey de Judá? Yo no vengo contra ti hoy, sino
contra la casa que me hace guerra; y Dios me ha dicho
que me apresure. Deja de oponerte a Dios, quien está
conmigo, no sea que él te destruya”.
Carquemis, en el río Eufrates, estaba en manos de los asirios,
y los babilonios iban a atacarla. Obviamente, los asirios
habían pedido ayuda al faraón Necao. Entonces Josías, rey
de Judá, salió a pelear en contra del faraón Necao. Aunque
Necao era un rey pagano, le dijo a Josías claramente que
Dios lo había enviado a pelear en contra de los babilonios.
Instó a Josías a no oponérsele, para que Dios no lo destruyera.
Josías, un hombre piadoso, sensible al Espíritu de Dios,
debió haber sabido que el faraón Necao ciertamente estaba
152
Los Reyes de Judá
hablando en nombre de Dios. Desafortunadamente, leemos
en 2 Crónicas 35:22: “Mas Josías no se retiró, sino que se
disfrazó para darle batalla, y no atendió a las palabras
de Necao, que eran de boca de Dios; y vino a darle batalla
en el campo de Meguido”. Josías no prestó atención a la
advertencia de Dios y recibió del Espíritu Santo una
sorprendente condenación en su 31º año.
Mientras que las Escrituras registran cuidadosamente lo
que sucedió en ciertos años de su reinado, nada se dice
sobre Josías durante este período de 13 años. Pareciera
que durante ese tiempo Josías ya no escuchaba la voz de
Dios, lo cual explica por qué falló en discernir a Dios
hablando a través del faraón Necao.
Dios puede usar a cualquier vaso
Del encuentro de Josías con el faraón Necao, podemos ver
claramente que Dios escoge Sus vasos, y habla por medio
de toda clase de vasos. Otro ejemplo de esto está en
Números 22:22-35, cuando Dios usó a un asna para que
hablara al profeta Balaam. También es asombroso que
algunos de los reyes de Asiria dijeran que Dios les había
dicho que fueran en contra de Jerusalén (lo cual era cierto).
Isaías confirmó esto, llamando a Asiria “la vara del furor
de Dios” (Is. 10:5-6).
Más adelante, el gobernante de los babilonios, el rey
Nabucodonosor, fue usado por Dios para juzgar y castigar
a Su pueblo. El Señor dice en Jeremías 25:9: “He aquí
enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová,
y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré
Josías
153
contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas
estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré
por escarnio y por burla y en desolación perpetua”.
Hace muchos años tuve una experiencia cuando mi esposa
y yo estábamos clamando a Dios que nos hablara. Él dijo
que iba a hablarnos en la siguiente ciudad. También nos
dijo que no miráramos el vaso que Él iba a usar.
Fuimos a la siguiente ciudad, a una iglesia en donde el
pastor tenía un fuerte manto profético, y estábamos seguros
que Dios nos hablaría por medio de él. Justo antes del
servicio, conocimos a un hombre que me incomodó con
sus extrañas doctrinas. Durante el servicio, estábamos
sentados al frente mientras el piadoso pastor predicaba.
Me preguntaba cuándo se levantaría y nos profetizaría.
Hubo un momento de alabanza y de pronto hubo un
disturbio atrás. Alguien movía sillas para salir y llegar al
frente. ¡Era el mismo hombre que me había incomodado
con sus extrañas doctrinas! Para mi horror, impuso manos
sobre nosotros y profetizó. Sin embargo, todas las palabras
que profetizó eran verdad. No pasó nada más.
Nos fuimos a dormir, preguntándonos cuando iba a
profetizar el pastor. En la mañana, el Señor me despertó y
dijo: “¿No dije que iba a hablarles y que no debían mirar
el vaso? Ese fue el vaso que Yo escogí.” Tuve que
humillarme rápidamente y tratar de recordar lo que el
hombre había dicho.
154
Los Reyes de Judá
No pelee las batallas equivocadas
Es muy importante mantener nuestros oídos abiertos al
Señor, aun cuando pensamos que es imposible que Dios
use a una persona en particular para hablarnos. Esto nos
mantendrá alejados de envolvernos en batallas que no son
del Señor.
Debemos ser muy cuidadosos para reconocer contra quién
peleamos. ¿Estamos peleando en contra hombres o en
contra Dios? La Biblia dice que Josías no prestó atención
a las palabras de Necao, y éstas venían de la boca de Dios.
Es una triste verdad que, a menudo, cuando Dios habla no
escuchamos.
En una ocasión, Dios me advirtió de no pelear una batalla
en particular. Había recibido una llamada telefónica de un
pastor que me dijo que alguien de su congregación había
tenido un sueño relacionado conmigo. En ese sueño, yo
iba en un vehículo por un camino, y allí había un cachorro
de oso herido. Siendo pastor, yo quería salir y ayudar al
osezno, pero todos los que iban en el carro me recordaron
que había una madre osa y que si llegaba a interponerme
en medio del cachorro y de la madre, estaría en problemas.
En el sueño, respondí que Dios iba a hacerse cargo de la
situación. Cuando salí y puse mis brazos alrededor del
osezno para cuidarlo, la madre llegó y me despedazó.
La interpretación del sueño fue que yo iba a ayudar a
alguien a quien no debería ayudar. Después de orar, el Señor
me reveló una situación. Tenía que apartarme y quitar mis
manos de ese caso en particular. Agradecí a Dios por Su
155
Josías
gracia, sin la cual yo habría quedado hecho pedazos. La
situación se veía tan bien, y yo solamente iba a ayudar a
alguien. Sin embargo, la voluntad de Dios no era que yo
ayudara, sino dejara a esa persona a Su cuidado. Si yo
hubiese pasado por alto la advertencia y hubiese tocado a
esa persona, me habría enfrentado a una fuerza contra la
cual no habría podido pelear. Dios no hubiese estado
conmigo, porque no era Su voluntad.
Lecciones de la vida de Josías
El Señor ha dicho que debemos tener mucho cuidado en lo
referente a las batallas. No debemos enfrentarnos contra
alguien a quien Dios ha levantado. Dios estaba con el faraón
Necao; por lo tanto, Josías no debió haberlo tocado. Josías no
escuchó lo que el Señor le hablaba a través del faraón Necao.
Se involucró en la batalla equivocada y, como resultado, murió
en el valle de Meguido, el cual es Armagedón.
Leemos en 2 Crónicas 35:24: “Entonces sus siervos lo
sacaron de aquel carro, y lo pusieron en un segundo carro
que tenía, y lo llevaron a Jerusalén, donde murió; y lo
sepultaron en los sepulcros de sus padres. Y todo Judá y
Jerusalén hicieron duelo por Josías”. El hecho que Josías
fuera sacado del primer carro y colocado en el segundo, es
una señal que él había sido degradado en el reino de los
cielos. Josías había perdido el supremo llamamiento de
Dios y no recibió lo mejor del Señor para él, por cuanto su
vida terminó prematuramente.
Teniendo en mente que la Biblia fue escrita por la Deidad,
2 Crónicas 35:25 es un versículo muy interesante: “Y
156
Los Reyes de Judá
Jeremías endechó en memoria de Josías. Todos los
cantores y cantoras recitan esas lamentaciones sobre
Josías hasta hoy; y las tomaron por norma para endechar
en Israel, las cuales están escritas en el libro de Lamentos”.
El libro de Lamentaciones fue compilado después de la
caída de Jerusalén, y se basó en el error de Josías de no
prestar atención a la voz de Dios.
En los tiempos del fin, aparentemente los santos reunirán
ejércitos para pelear en contra del Anticristo. Sin embargo,
no debemos estar en ninguno de esos ejércitos, porque Dios
dice que el Anticristo prevalecerá por tres años y medio
(ref. Dn. 7:25, Ap. 13:7).
Debemos ser cautelosos y darnos cuenta que los caminos
de Dios no son nuestros caminos. Sus caminos son más
altos que los nuestros, tal como los cielos son más altos
que la tierra (Is. 55:9). Debemos caminar en humildad y
escuchar lo que Dios dice; y también escuchar a cualquiera
a través del cual Él escoja hablar.
Cuando somos jóvenes y llamados por Dios, vienen las
pruebas para ver si vamos a seguir a Dios o no. Después
hay pruebas en la mitad de nuestra vida, cuando somos
escogidos por Dios, como fue el caso del rey David.
También hay pruebas al final de la vida, para ver si somos
encontrados fieles. El Señor desea saber si lo estamos
siguiendo de todo corazón, caminando humildemente y
escuchando Su voz.
Josías tenía un corazón tierno, y caminó muy cerca de Dios
en sus primeros años. Él fue usado para traer un gran
Josías
157
avivamiento y, aun así, al acercarse a sus últimos años, no
continuó dependiendo humildemente en Dios.
Estamos en una carrera, una carrera en la que se debe correr
con más fuerza al final. Todas nuestras energías deben
concentrarse en el final de la carrera. Muchos de los reyes
de Judá, tales como Asa, Usías, Ezequías y Josías, hicieron
lo bueno al principio, pero su corazón se exaltó al hacerse
poderosos.
La historia de Josías, en 2 Crónicas 35:27 dice: “Y sus
hechos, primeros y postreros, he aquí están escritos en el
libro de los reyes de Israel y de Judá.”. Queremos que
nuestras últimas obras sean mejores que las primeras.
Lamentablemente, con Josías sucedió lo contrario. Su
última acción cortó su vida y lo que Dios había ordenado
para él.
Cuando estemos ante el trono de juicio de Dios, tendremos
que dar cuenta de lo que hemos hecho y de si dimos en el
blanco o no. En ese momento, no vamos a querer haber
realizado menos que lo mejor para Dios. No queremos ir
en el segundo carro, sino en el primero.
Lo triste es que los cuatro reyes que sucedieron a Josías,
todos fueron malos. Tal vez, si Josías hubiera vivido, la
historia hubiera sido diferente. Nunca lo sabremos, porque
no escuchó la voz de Dios en su tiempo.
El avivamiento está por venir. ¡Tenemos razón de
regocijarnos grandemente, porque Dios se manifestará de
una forma maravillosa! Sin embargo, cuando el
158
Los Reyes de Judá
avivamiento venga, que Dios permita que caminemos
apaciblemente ante Él, que seamos guiados por el Espíritu
y que le demos a Él la gloria por lo que ha hecho. Si
hacemos estas tres cosas, el avivamiento no nos destruirá.
VIII PARTE
El Reino Desaparece
161
Los Reyes de Judá
LOS ÚLTIMOS CUATRO
REYES DE JUDÁ
Introducción
Estos cuatro reyes eran descendientes de uno de los
hombres más justos que jamás han vivido: Josías, rey de
Judá. Sin embargo, fueron los responsables del declive
final y de la caída de la monarquía en ese tiempo.
-
Joacaz: fue hijo de Josías, y tenía 23 años cuando
comenzó a reinar. Debió haber nacido cuando su
padre tenía solamente 16 años; el nombre de su
madre fue Hamutal.
-
Joacim (o Eliaquim): el faraón Necao reemplazó
a Joacaz por Eliaquim, otro hijo de Josías
(llamándolo Joacim). Tenía 25 años; por lo tanto,
cuando nació, Josías no pudo haber tenido más
de 14 años.
-
Joaquín: Joacim reinó durante 11 años, y fue
reemplazado por su hijo Joaquín, quien reinó por
tres meses y luego fue llevado cautivo a Babilonia.
En Jeremías 22:24, Joaquín es llamado también
Conías.
-
Sedequías: el rey de Babilonia nombró rey a
Matanías, hermano del padre de Joaquín, y le
cambió el nombre a Sedequías. Sedequías tenía
162
Los Reyes de Judá
21 años cuando comenzó a reinar. Josías, su padre,
habría tenido cerca de 29 años cuando Sedequías
nació. Su madre también fue Hamutal.
Sin excepción, todos estos reyes fueron malvados y su
final ciertamente fue trágico. La vida de ellos está
entrelazada con la del profeta Jeremías, el fiel atalaya a
quien ellos equivocadamente no siguieron. Vivieron en
los días de la decadencia de la monarquía, y contribuyeron
en gran manera a ese declive.
Los Últimos Cinco Reyes de Judá
Josías
(640 - 609 a.C.)
Joacaz
(609 a.C.)
(3 meses)
Joacim
(Eliaquim)
(609 - 598 a.C.)
Joaquín
(Conías)
(598 - 597 a.C.)
(3 meses)
Sedequías
(Matanías)
(597 - 586 a.C.)
163
JOACAZ
El rey ungido que murió en Egipto
(2 Crónicas 36:1-3; 2 Reyes 23:31-34)
Al morir Josías, el pueblo de la tierra ungió como rey a Joacaz
(2 Reyes 23:30). Joacaz fue el primer hijo de Josías en reinar
en Jerusalén sobre Judá, el reino del sur. 2 Reyes 23:31
establece: “De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó
a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. El nombre de su
madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna”. Mucho
fue escrito en el libro de Jeremías sobre Hamutal (vamos a
estudiar sobre ella cuando lleguemos a su segundo hijo,
que también llegó a ser rey).
Joacaz hizo lo malo a los ojos de Jehová, conforme a todas
las cosas que sus padres hicieron (2 Reyes 23:32). Por
supuesto, estos “padres” no se refiere a Josías, sino a Amón
y a Manasés, abuelo y bisabuelo respectivamente, quienes
fueron verdaderamente malvados.
Entonces, el faraón Necao, quien había subido a
Carquemis a ayudar a los asirios en contra de los
babilonios, tomó a Joacaz, lo ató en Ribla, en la tierra de
Hamat y lo llevó a Egipto. Este mismo faraón había
matado a Josías (su padre), quien presuntuosamente había
peleado en contra de él, a pesar de la advertencia de Dios
de no hacerlo (2 Cr. 35:21-22).
Una de las asombrosas lecciones que debemos aprender
es que el destino de Joacaz había sido establecido desde
164
Los Reyes de Judá
que era muy joven; porque Dios vio y reconoció la
inclinación de su corazón hacia el mal. Por lo tanto, no se
le dio oportunidad para arrepentirse.
Leemos en 2 Reyes 23:34: “De veintitrés años era Joacaz
cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén.
El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de
Libna”. Joacaz murió en la tierra de Egipto, lejos de la
tierra de su heredad (Judá), y no fue sepultado con los
reyes. Su parte estaba en Egipto, que habla del mundo, y
su final en el infierno (Ez. 31:1-18). Ezequiel 32:18
establece claramente: “Hijo de hombre, endecha sobre la
multitud de Egipto, y despéñalo a él, y a las hijas de las
naciones poderosas, a lo profundo de la tierra, con los
que descienden a la sepultura”.
Así, de la vida de Manasés, Amón y Joacaz volvemos a
aprender que Dios muestra misericordia a quien Él
muestra misericordia. Sin embargo, Dios no practica
Su misericordia de forma arbitraria. Él muestra
misericordia a aquellos a quienes Él sabe que, usando
su libre albedrío, responderán de forma favorable a Su
misericordia por medio del arrepentimiento. Joacaz no
fue uno de éstos. La lección para nosotros es que, como
hemos leído en Eclesiastés 12:1 13-14, “Acuérdate de
tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan
los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No
tengo en ellos contentamiento… El fin de todo el discurso
oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;
porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá
toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta,
sea buena o sea mala”.
165
JOACIM
El rey que despreció
la Palabra de Dios
(2 Crónicas 36:4-8; 2 Reyes 23:30 a 24:6)
El siguiente rey que el faraón designó en el lugar de Joacaz,
fue su hermano Eliaquim, cuyo nombre fue cambiado a
Joacim, como registra 2 Crónicas 36:4: “Y estableció el rey
de Egipto a Eliaquim hermano de Joacaz por rey sobre Judá
y Jerusalén, y le mudó el nombre en Joacim…” Vino al faraón
Necao pagando tributo y puso sobre la tierra un impuesto
muy alto, conforme al mandamiento del faraón. Considere el
costo que tuvo la desobediencia de Josías. El faraón impuso
impuestos muy altos sobre el pueblo, algo que no habría hecho
si Josías no hubiera peleado en su contra. ¡Oh, la pena y carga
que nos traen los pecados de nuestros antepasados!
2 Crónicas 36:5-6 dice: “Cuando comenzó a reinar Joacim
era de veinticinco años, y reinó once años en Jerusalén; e
hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios. Y subió contra
él Nabucodonosor rey de Babilonia, y lo llevó a Babilonia
atado con cadenas”. Joacim tenía este testimonio (al igual
que sus otros familiares): “hizo lo que era malo a los ojos
de Jehová”. Por esta razón, se convirtió en siervo de
Nabucodonosor por tres años. Joacim fue llevado a
Babilonia con cadenas.
Sobre Joacim se pronunciaron muchos juicios solemnes.
Sus pecados son comparados con las buenas obras de su
166
Los Reyes de Judá
padre Josías, y se registran en los siguientes versículos:
“¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin
equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole
el salario de su trabajo! Que dice: Edificaré para mí casa
espaciosa, y salas airosas; y le abre ventanas, y la cubre
de cedro, y la pinta de bermellón. ¿Reinarás, porque te
rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, e hizo juicio
y justicia, y entonces le fue bien? El juzgó la causa del
afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es
esto conocerme a mí? dice Jehová. Mas tus ojos y tu
corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar
sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio”
(Jer. 22:13-17).
Joacim no tenía temor de Dios
En el siguiente episodio podemos ver la raíz del problema
de Joacim. El profeta Jeremías fue el fiel atalaya durante
esta época. Profetizó acerca de los juicios venideros sobre
Jerusalén, y Baruc escribió la profecía “en un rollo de
libro” (Jer. 36:4).
Este rollo fue llevado a Joacim. En Jeremías 36:21-24
leemos sobre su respuesta: “Y envió el rey a Jehudí a que
tomase el rollo, el cual lo tomó del aposento de Elisama
secretario, y leyó en él Jehudí a oídos del rey, y a oídos de
todos los príncipes que junto al rey estaban. Y el rey estaba
en la casa de invierno en el mes noveno, y había un brasero
ardiendo delante de él. Cuando Jehudí había leído tres o
cuatro planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de
escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero,
hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en
Joacim
167
el brasero había. Y no tuvieron temor ni rasgaron sus
vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas
palabras”.
Por consiguiente, del anterior registro escritural sobre la
vida de Joacim, podemos ver que era un hombre avaro
que no temía al Señor ni a Sus juicios y que no respetaba
Su Palabra. Aunque había estado en prisión en Babilonia,
su corazón no era tierno ante Dios. Joacim trató de matar a
Jeremías, pero el Señor lo escondió.
Más aun, cuando el profeta Urías profetizó en contra de la
ciudad, Joacim trató de matarlo. Urías huyó a Egipto, pero
el rey envió hombres para que lo trajeran de regreso: “los
cuales sacaron a Urías de Egipto y lo trajeron al rey
Joacim, el cual lo mató a espada, y echó su cuerpo en los
sepulcros del vulgo” (Jer. 26:23).
Jeremías 22:18-19 dice: “Por tanto, así ha dicho Jehová
acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo
llorarán, diciendo: ¡Ay, hermano mío! y ¡Ay, hermana! ni
lo lamentarán, diciendo: ¡Ay, señor! ¡Ay, su grandeza! En
sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y
echándole fuera de las puertas de Jerusalén”. El final de
Joacim fue que él fue un hombre no deseado. Ninguna
lamentación se pronunció por él. En lugar de eso, fue
enterrado en la sepultura de un asno, arrastrándole y
echándole fuera de las puertas de Jerusalén.
Los versículos referentes a su bisabuelo Manasés, están
ligados al juicio sobre Joacim. Luego de su encarcelamiento
en Babilonia, Joacim se rebeló en contra de
168
Los Reyes de Judá
Nabucodonosor: “Pero Jehová envió contra Joacim
tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y
tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para
que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que
había hablado por sus siervos los profetas. Ciertamente
vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para
quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y
por todo lo que él hizo; asimismo por la sangre inocente
que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente;
Jehová, por tanto, no quiso perdonar” (2 Reyes 24:2-4).
El Señor tuvo que destruir Jerusalén. Debido a esto, eligió
a los que caminarían en los caminos de Manasés, para
poder llevar a cabo Sus juicios predeterminados.
Verdaderamente, Joacim cumplió con este papel. El linaje
de Judá comenzó con el Rey Roboam, quien permitió que
se dieran las circunstancias que cumplirían el juicio en
contra de Salomón (la división del reino). Cuánto debemos
orar para que podamos ser vasos usados para que se
cumplan las bendiciones de Dios sobre Su pueblo y no
Sus juicios.
Debemos orar
para que
podamos ser
vasos usados para
que se cumplan
las bendiciones de
Dios sobre Su
pueblo y no Sus
juicios
169
JOAQUÍN
El rey en quien
Dios no se complació
(2 Crónicas 36:9-10; 2 Reyes 24:8-16, 25:27-30)
Joacim fue sucedido por Joaquín, también conocido como
Conías. En 2 Reyes 24:8-9 dice: “De dieciocho años era
Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres
meses. El nombre de su madre fue Nehusta hija de Elnatán,
de Jerusalén. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová,
conforme a todas las cosas que había hecho su padre”.
La presciencia de Dios
El Señor hizo declaraciones asombrosas en contra de
Joaquín. Jeremías 22:24-30 dice: “Vivo yo, dice Jehová,
que si Conías hijo de Joacim rey de Judá fuera anillo en
mi mano derecha, aun de allí te arrancaría. Te entregaré
en mano de los que buscan tu vida, y en mano de aquellos
cuya vista temes; sí, en mano de Nabucodonosor rey de
Babilonia, y en mano de los caldeos. Te haré llevar cautivo
a ti y a tu madre que te dio a luz, a tierra ajena en que no
nacisteis; y allá moriréis. Y a la tierra a la cual ellos con
toda el alma anhelan volver, allá no volverán. ¿Es este
hombre Conías una vasija despreciada y quebrada? ¿Es
un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él
y su generación, y echados a tierra que no habían
conocido? ¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová.
Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este
170
Los Reyes de Judá
hombre privado de descendencia, hombre a quien nada
próspero sucederá en todos los días de su vida; porque
ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono
de David, ni reinar sobre Judá”.
Aquí se pronuncia claramente el juicio: que Joaquín (quien
solamente tenía 18 años cuando fue hecho rey, y reinó por
tres meses únicamente) iría a la cautividad babilónica, donde
pasaría el resto de sus días. Dios ve claramente la semilla, y
sabe qué fruto producirá. Esta verdad se ve con más claridad
en el caso de dos hermanos: Esaú y Jacob. El apóstol Pablo
escribió acerca de ellos en Romanos 9:11-13: “(Pues no
habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal,
para que el propósito de Dios conforme a la elección
permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se
le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A
Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”.
La grandeza del conocimiento de Dios no solamente abarca
cómo responderá alguien en el futuro, sino que va más
allá, incluyendo cómo habría uno respondido si hubiera
tenido ciertas oportunidades. El Mismo Señor pudo decir
con respecto al juicio eterno en Mateo 11:21-22: “¡Ay de
ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en
Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos
en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en
cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del
juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón,
que para vosotras”.
De igual forma, con respecto a Sodoma el Señor dijo: “Y
tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el
Joaquín
171
Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran
hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría
permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en
el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra
de Sodoma, que para ti” (Mt. 11:23-24).
En los tiempos del fin Dios juzgará a las personas,
comenzando con Su pueblo. Al examinar nuestras obras,
el Señor mira qué hemos hecho, y la cantidad de luz
que se nos ha dado. Basado en su presciencia, también
toma en cuenta cómo habrían respondido otros que no
recibieron la misma luz. Nosotros, que hemos recibido
más luz que los santos de la antigüedad, haríamos bien
en prestar atención a esto. Leemos en Lucas 12:48: “…
porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho
se le demandará; y al que mucho se le haya confiado,
más se le pedirá”.
Los higos buenos y los higos malos
Regresando a la vida del rey Joaquín, hay otras verdades
extraordinarias que debemos vislumbrar de la vida de este
rey. Se encuentran en la visión de las dos cestas de higos,
en Jeremías 24. En esta visión, una cesta tenía higos muy
buenos y la otra tenía higos que no podían comerse. La
interpretación de los higos buenos fue que éstos eran
aquellos que habían sido llevados cautivos por
Nabucodonosor, junto con Jeconías (Joaquín o Conías).
Eran los príncipes, artesanos y herreros (Jer. 24:1).
Luego, Dios dio esta promesa refiriéndose a ellos en
Jeremías 24:6-7: “Porque pondré mis ojos sobre ellos para
172
Los Reyes de Judá
bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los
destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Y les daré
corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me
serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se
volverán a mí de todo su corazón”.
Aquí vemos que son los higos buenos los que son llevados
al cautiverio, y son los higos malos los dejados en la tierra.
De la misma manera, el cautiverio espiritual no
necesariamente debe ser tomado como una señal de la
desaprobación de Dios sobre nuestra vida. A menudo, el
Señor lleva a Sus siervos más selectos a través del
cautiverio, para que sean refinados y moldeados a Su
imagen.
En la vida de Joaquín, esto provocó una serie de eventos
muy interesante. Lo vemos al seguirlo en su cautiverio
babilónico. El relato está en Jeremías 52:31-34: “Y sucedió
que en el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín rey
de Judá, en el mes duodécimo, a los veinticinco días del
mes, Evil-merodac rey de Babilonia, en el año primero de
su reinado, alzó la cabeza de Joaquín rey de Judá y lo
sacó de la cárcel. Y habló con él amigablemente, e hizo
poner su trono sobre los tronos de los reyes que estaban
con él en Babilonia. Le hizo mudar también los vestidos
de prisionero, y comía pan en la mesa del rey siempre
todos los días de su vida. Y continuamente se le daba una
ración de parte del rey de Babilonia, cada día durante
todos los días de su vida, hasta el día de su muerte”.
Es necesaria una explicación de este pasaje para que
comprendamos estos eventos en la vida de Joaquín.
Joaquín
173
Durante su reinado, Nabucodonosor, rey de Babilonia, tenía
su corazón lleno de orgullo. En consecuencia, se cumplió
la advertencia que un año antes había recibido de los
vigilantes santos (un consejo de ángeles en el cielo que,
bajo las órdenes de Dios, determina eventos).
Fue quitado y, por siete años, le fue dado el corazón de
una bestia. Durante este tiempo permaneció en el huerto
del rey, en los terrenos del palacio. Su hijo, Evil-merodac,
reinó durante este período. Sin embargo, reinó cruelmente,
y cuando su padre recobró sus facultades, éste puso en
prisión a su hijo, entre los cautivos del rey. Fue aquí donde
Evil-merodac conoció a Joaquín y se hizo su amigo.
Al morir Nabucodonosor, Evil-merodac recuperó el trono,
después de lo cual mostró misericordia a su amigo judío.
Fue, sin embargo, bondad de Dios porque, 37 años antes,
Joaquín había ido voluntariamente al cautiverio babilónico
junto con los buenos higos. Entre paréntesis, sus súbditos
siempre lo aceptaron como rey de Judá por derecho, y el
linaje de Cristo fluye a través de él.
No obstante, y comparado con el fin de su sucesor, el fin
de Joaquín, aunque largo y penoso, fue preferible (como
veremos). Sedequías eligió no escuchar la voz de el profeta
Jeremías, y rehusó someterse al yugo de Nabucodonosor,
rey de Babilonia.
La lección que aprendemos de la vida de Joaquín es que el
Señor reprende a quienes ama. El Señor le dijo a la iglesia
de Laodicea en Apocalipsis 3:19: “Yo reprendo y castigo
a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.”. Tal
174
Los Reyes de Judá
reprensión puede venir en la forma de cautiverio espiritual
o de otros límites que Él pone en nuestra vida. Tal como
lo hizo Joaquín, al someternos a los tratos del Señor en
nuestra vida en lugar de resistirlos, eventualmente
participamos de Su misericordia.
“No menosprecies, hijo mío,
el castigo de Jehová, Ni te fatigues
de su corrección; Porque Jehová
al que ama castiga, como el padre al hijo
a quien quiere”.
Proverbios 3:11,12
175
SEDEQUÍAS
El rey que perdió su visión
(2 Crónicas 36:11-21; 2 Reyes 24:17-20, 25:1-7)
Hay mucho escrito sobre la vida del 20º y último rey de
Judá. Su vida, al igual que la de sus predecesores, fue
resumida en un versículo conciso: “E hizo lo malo ante
los ojos de Jehová su Dios, y no se humilló delante del
profeta Jeremías, que le hablaba de parte de Jehová”
(2 Cr. 36:12).
La razón por la que hay mucho registrado sobre la vida de
Sedequías, es el hecho que Jeremías tuvo muchas más
ocasiones para hablar con él, que con los otros reyes que
reinaron después de la muerte del piadoso rey Josías.
Sedequías, el hijo de Josías, era hermano de padre y madre
de Joacaz (su madre fue Hamutal), a quien faraón llevó
cautivo a Egipto.
La influencia de Hamutal
La importancia de esta relación materna se desarrolla en
todo un capítulo (Ezequiel 19). Se refiere a esta madre
que tuvo dos cachorros de león que reinaron en Judá. La
madre está claramente identificada teniendo un hijo que
fue llevado cautivo a Egipto y otro que fue llevado a
Babilonia. Por supuesto, esta madre es Hamutal; su hijo
Joacaz fue cautivo a Egipto, y Sedequías fue llevado a
Babilonia en cadenas. Esta reina madre, que tenía una
posición elevada entre las mujeres de esa nación llegó a
176
Los Reyes de Judá
ser, en palabras de Ezequiel, una viña derribada en tierra.
Su fruto se secó y fue plantada en tierra seca y árida.
Ezequiel 19:14 dice de Hamutal: “Y ha salido fuego de la
vara de sus ramas, que ha consumido su fruto, y no ha
quedado en ella vara fuerte para cetro de rey. Endecha es
esta, y de endecha servirá”. Su vida será recordada como
lamento y advertencia para todas las mujeres ambiciosas
y malvadas, que buscan exaltar a sus hijos y llevarlos a
hacer iniquidad para su propia exaltación.
Dios da a Judá líderes sin experiencia
Retornando a nuestro estudio sobre la vida de Sedequías,
notamos que tenía 21 años cuando ascendió al trono. De
hecho, los últimos reyes, de Manasés en adelante, todos
fueron jóvenes. Esto en sí es juicio de Dios, porque Él dijo
por medio del profeta: “Y les pondré jóvenes por príncipes,
y muchachos serán sus señores” (Is. 3:4).
Al escoger líderes, siempre es sabio ir con el hombre de
mayor edad. ¿Por qué? Porque él tiene lo que la juventud
no puede dar: experiencia. Otro axioma es: no puede
colocar una cabeza vieja sobre hombros jóvenes.
Proverbios 20:21 dice: “Los bienes que se adquieren de
prisa al principio, No serán al final bendecidos”.
Tanto Saúl como Salomón ascendieron rápido al trono, y ambos
fueron fracasos lamentables. David, que llegó a través de mucha
tribulación, triunfó al final. Por lo tanto, estos jóvenes príncipes
eran una señal del inminente juicio para la nación y,
lamentablemente, este fue el caso. Los príncipes no pusieron
atención a todas las advertencias del piadoso profeta Jeremías.
177
Sedequías
Como ya dijimos anteriormente, en estos estudios de la
vida de los reyes de Judá, Dios levanta grandes testigos
en tiempos de gran oscuridad. Ciertamente, ésta fue la
situación en estos últimos días de monarquía. Los profetas
Jeremías y Sofonías estaban en Judá, mientras Ezequiel y
Daniel proclamaron fielmente la palabra de Dios desde
Babilonia. Los judíos también tenían las advertencias de
años pasados, especialmente por medio del piadoso Isaías.
Isaías profetizó durante el tiempo de Ezequías, pero fue
martirizado por su malvado hijo Manasés.
La importancia de
encontrar el favor de Dios
Regresando a los discursos y palabras proféticas que el Señor
le dio a Sedequías a través de Jeremías, uno de los más
importantes es el siguiente: “Y a este pueblo dirás: Así ha
dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino
de vida y camino de muerte. El que quedare en esta ciudad
morirá a espada, de hambre o de pestilencia; mas el que
saliere y se pasare a los caldeos que os tienen sitiados, vivirá,
y su vida le será por despojo” (Jer. 21:8-9).
El rey anterior, Joaquín, salió a los caldeos, y su vida
fue preservada junto con todos los que estaban con él,
pero Sedequías escogió otra cosa. Esto fue de acuerdo a
la palabra de Jehová que Él había hablado en Jeremías
21:7: “Después, dice Jehová, entregaré a Sedequías rey
de Judá, a sus criados, al pueblo y a los que queden de
la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad,
en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, en mano
de sus enemigos y de los que buscan sus vidas, y él los
178
Los Reyes de Judá
herirá a filo de espada; no los perdonará, ni tendrá
compasión de ellos, ni tendrá de ellos misericordia”.
Fue Dios Quien determinó que no se le mostraría ninguna
misericordia a Sedequías. Así, Dios endureció el corazón
de Sedequías para que el rey no hiciera la elección correcta.
Es importante que, de forma personal, nos demos cuenta
que tenemos que encontrar favor a los ojos de Dios, para
poder recibir gracia para hacer las elecciones correctas
en esta vida.
Debido a sus malos caminos, Dios determinó que
Sedequías y sus seguidores fueran al cautiverio: “Y como
los higos malos, que de malos no se pueden comer, así
ha dicho Jehová, pondré a Sedequías rey de Judá, a sus
príncipes y al resto de Jerusalén que quedó en esta tierra,
y a los que moran en la tierra de Egipto. Y los daré por
escarnio y por mal a todos los reinos de la tierra; por
infamia, por ejemplo, por refrán y por maldición a todos
los lugares adonde yo los arroje. Y enviaré sobre ellos
espada, hambre y pestilencia, hasta que sean
exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres”
(Jer. 24:8-10).
Este principio también está claramente mostrado en
Jeremías 27:5-11, donde el Señor deja claro que Él creó
la tierra, el hombre y la bestia, y Él los da a quien Él
quiere. Para ese tiempo, Él había determinado entregar
todas las naciones en manos de Nabucodonosor. Dios iba
a permitir que permanecieran en sus tierras las naciones
que pusieran su cuello bajo el yugo de Babilonia.
Después, Él le repitió a Sedequías que también traería su
Sedequías
179
cuello bajo el rey de Babilonia. Aunque Sedequías y los
habitantes de Jerusalén iban a vivir, no iban a encontrar
favor para tomar la decisión correcta.
En la tierra también hubo muchos falsos profetas que
declaraban que el yugo de Babilonia sería quebrantado,
dando falsas esperanzas a los habitantes de Judá y
Jerusalén.
Por ejemplo, vemos que Hananías, el hijo del profeta Azur,
había estado engañando al pueblo al decirles: “… Así ha
dicho Jehová: De esta manera romperé el yugo de
Nabucodonosor rey de Babilonia, del cuello de todas las
naciones, dentro de dos años…” (Jer. 28:11). En respuesta,
el profeta Jeremías dio palabra de Jehová con respecto a
esta profecía diciendo: “… Ahora oye, Hananías: Jehová
no te envió, y tú has hecho confiar en mentira a este
pueblo” (Jer. 28:15). Así, hubo confusión.
Respecto a Sedequías, él fue un gobernante débil. Sedequías
dijo a los príncipes que querían matar a Jeremías: “He aquí
que él está en vuestras manos; pues el rey nada puede hacer
contra vosotros” (Jer. 38:5). Sin embargo, después el rey le
perdonó la vida a Jeremías, cuando se enteró que Jeremías
estaba sumido en el cieno de la cárcel. Sin embargo, en una
ocasión anterior, Sedequías puso a Jeremías en prisión
porque había dicho que el rey iba a ser llevado a Babilonia.
No obstante, el Señor tuvo compasión de Sedequías, al
decir en Jeremías 34:3-5: “Y no escaparás tú de su mano,
sino que ciertamente serás apresado, y en su mano serás
entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia,
180
Los Reyes de Judá
y te hablará boca a boca, y en Babilonia entrarás. Con
todo eso, oye palabra de Jehová, Sedequías rey de
Judá: Así ha dicho Jehová acerca de ti: No morirás a
espada. En paz morirás, y así como quemaron especias
por tus padres, los reyes primeros que fueron antes de
ti, las quemarán por ti, y te endecharán, diciendo, ¡Ay,
señor! Porque yo he hablado la palabra, dice Jehová”.
Su vida fue preservada porque él había preservado la
vida del profeta.
El fin del asunto fue que el rey de Babilonia mató a los
hijos de Sedequías delante de sus ojos y después le sacó
los ojos a Sedequías. Ciego, fue llevado cautivo a
Babilonia, donde murió.
Este castigo simbolizó el estado espiritual de Sedequías:
ciego espiritualmente, como la iglesia de Laodicea.
Tristemente, este último monarca es una solemne
advertencia para la Iglesia en estos últimos tiempos. El
Señor le dijo a la iglesia de Laodicea en Apocalipsis 3:1719: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y
de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres
un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por
tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en
fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para
vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez;
y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y
castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete”. Prestemos atención a la advertencia de
nuestro Señor de ungir nuestros ojos (por el Espíritu
Santo), para que podamos ver y comprender los caminos
de Dios y caminar en ellos.
181
CONCLUSIÓN
¿Qué lecciones podemos aprender del estudio de los reyes?
Principalmente, que la justicia exalta a un hombre o a una
nación, mientras que el pecado los degrada.
Si tenemos el cuidado de vivir la vida que profesamos creer,
vamos a encontrar favor a los ojos de Dios, porque Él
gobierna en los asuntos del hombre, aquí en la tierra como
en el cielo. Por lo tanto, debemos pasar nuestra vida en la
tierra buscando a Dios.
En el caso de Josías, leemos: “¿No comió y bebió tu
padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien? El
juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces
estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? dice Jehová”
(Jer. 22:15-16). Clamemos a Dios para que nuestro fin
sea mucho mejor que nuestros primeros años.
Como ministros tenemos una enorme responsabilidad. Si
vamos a estar en el consejo de Dios y hacer que la gente
escuche Sus palabras, entonces ellos se volverán del mal
camino y de la maldad de sus obras (Jer. 23:22). Prestemos
atención a esta piadosa advertencia.
Somos llamados a ser reyes y sacerdotes, gobernando en
esta vida por medio del Señor Jesucristo, ofreciendo a Él
nuestra vida en olor grato. Por la gracia de Dios, ¡queremos
ser preciados hijos e hijas de Sion, que saldrán tan puros
como el oro!
BIBLIOGRAFÍA
- La Santa Biblia, versión Reina-Valera en su revisión
de 1960.
- http://www.brainyquote.com/
- http://www.valleychristiancenter.org/Biblical.html
- http://www.wiseoldsayings.com/wosdirectory.htm
Libros por el Dr. Brian J. Bailey
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El libro de lamentaciones
El carro del trono de Dios: Una exposición del libro de
Ezequiel
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Profetas Menores I: La restauración de los caídos (Oseas)
Profetas Menores II: Joel – Sofonías
Profetas Menores III: Hageo – Zacarías
El Evangelio de Mateo
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