HAFIZ, EL MEJOR REPRESENTANTE DE LA POESÍA SUFI* N A S R O L L A H S. F A T E M I budismo, cristianismo e Islam, pueden ser mejor apreciados en el sufismo, "testimonio de la experiencia en constante profundización del alma de los creyentes que se vuelcan sinceramente a D i o s " . E l sufismo ha sido definido como " l a aprehensión de las realidades divinas" y también como " u n mensaje universal de amor, hermandad y unidad del hombre". N o se trata de una religión, n i significa una nueva iglesia o secta, e intenta, en palabras de R u m i , " e l i m i n a r los conflictos, enemistades y luchas, para unificar a la gente en amor y armonía". E l sufismo es un idealismo panteísta que presenta dos aspectos: uno filosófico y otro místico. Los sufis tratan con D i o s directamente. Él es la Verdad absoluta, el B i e n absoluto y la Belleza absoluta. Su naturaleza divina puede ser descubierta a través de la meditación trascendental, la negación de sí mismo, el amor a la humanidad, la gnosis y el altruismo. E l objetivo de los sufis es introducir el espíritu ecuménico, así como espiritualizar y purificar el sistema islámico desde dentro, para otorgarle profundidad mística e infundir en todas las religiones el espíritu de amor y libertad. Estas ideas elevadas fueron diseminadas especialmente a través de la poesía persa y árabe. E l sufismo produjo grandes nombres y famosos oradores-poetas en una vasta área del mundo, desde España a Indonesia. N o m b r e s tales como A l - G h a z a l i , R u m i , A l Junayd, Ibni A r a b i , D h u l N u n , H a f i z , Sadi, M a n s u r al Hallaj, N i z a m i , Ornar K h a y y a m y K h a l i l Jaobran e Iqbal son conocidos más allá del mundo islámico. LOS E L E M E N T O S C O M U N E S A L JUDAÍSMO, * Las versiones al inglés de los poemas de Hafiz han sido tomadas de Fifty P o e m s of Hafiz, Texts and translations collected and made, introduced and annotated by Arthur J. Arberry, Cambridge, The University Press, 1953. (N. d e l T . ) 584 HAFIZ: POETA SUFI 585 Cada nación tiene una literatura peculiarmente propia, incluso si ha recibido influencias del exterior. T a l como e l imperio universal persa fue fundado sobre las ruinas de monarquías anteriores, reuniendo en las salas de los palacios los restos de las naciones conquistadas, así su literatura fue enriquecida por la filosofía, la ciencia, la poesía y la mitología de sus predecesores. L a mentalidad de Persia fue, desde el comienzo, universal. C i r o el Grande, el fundador del i m p e r i o , reinó basándose en la tolerancia y el respeto por otras culturas y religiones. E l florecimiento del misticismo persa y de las ideas universales puede ubicarse alrededor del siglo V a. C. S i n embargo, la edad de oro de la literatura y la poesía persas comienza en el siglo IX d. C. Los persas de este período parecen haber nacido con una canción en los labios, ya que los poetas sufis destacados son muchos, y sus contribuciones filosóficas, místicas y espirituales son cuantiosas. E l verdadero sueño de los sufis fue expresado p o r R u m i : " N o favorecer, sino cicatrizar el cisma provocado por las disputas entre las numerosas sectas musulmanas, cristianas y judías". Esta esperanza de reconciliación fue incluida en los dogmas sufis: 1 . N o hay D i o s , sino Dios, el Misericordioso y Compasivo. 2 . Los caminos para llegar a la Verdad (Dios) son tantos como el número de seres en la superficie de la tierra. H a y una forma de alcanzar la Verdad: la aniquilación del falso orgullo y el ego, a través del desinterés y el altruismo. 3 . Existe una Ley: la ley de reciprocidad. U n a vida apacible y armoniosa entre los hombres sólo puede lograrse cuando el sentido de justicia se despierta en una mente perfectamente ecuánime, libre de la arrogancia del poder, la riqueza, el d o m i nio, el nacimiento y la jerarquía. E l mundo es feliz y armonioso cuando la justicia es el poder dominante. 4 . Existe una H e r m a n d a d : la hermandad humana, que une a todos indiscriminadamente bajo la paternidad de Dios. 5. Existe una M o r a l : el amor, que brota en la negación de sí m i s m o y florece en la devoción de servicio hacia la humanidad. E l amor es como un médico, capaz de curar las heridas y reconciliar a los enemigos. Su compasión vuelve amigos a quienes están enfrentados, y santos a los pecadores. 586 ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 6. Existe una Verdad: el auténtico conocimiento de nuestro ser, por dentro y por fuera. Conócete a ti m i s m o y conocerás a Dios. Es el conocimiento de sí m i s m o el que conduce a Dios. E n H a f i z , el gran poeta místico persa, encontramos las mejores manifestaciones de las ideas sufis. H a f i z , poeta del s u f i s m o Shams u d - D i n M o h a m m e d H a f i z nació en Shiraz a c o m i e n zos del siglo X I X d. C. H a b i e n d o muerto su padre cuando él contaba cinco años, su educación quedó en manos de su madre, quien le dio lo mejor que se podía encontrar en Shiraz. Siendo estudiante, H a f i z se distinguió en filosofía y teología islámicas, en literatura persa y árabe, por lo cual muy pronto se ganó el reconocimiento de sus maestros y mecenas. U n o de estos últimos, Q a v u m u d - D i n , fundó para H a f i z una escuela de teología en Shiraz en la que éste impartía clases de teología e ideas islámicas. Su sabiduría, elocuencia y conocimientos le ganaron la reputación de L e n g u a de ¡os I n v i s i b l e s e Intérprete de M i s t e r i o s , títulos con que se lo denominaba. Shiraz, a quien H a f i z amaba entrañablemente, era la capital del reinado de Muzafferi, y un centro de enfrentamientos y discordia civil. Pero a pesar de las vicisitudes políticas, el estado de la cultura en Persia era tan alto y la fama de H a f i z tan extendida, que todos los partidos enfrentados le reservaban su respeto y honor. Poco se conoce de la vida personal de H a f i z , aparte de las historias tradicionales relacionadas con ciertos versos de sus poemas, y las anécdotas de algunos poetas contemporáneos suyos. D e los siguientes poemas concluimos que H a f i z estaba casado con una joven de nombre Shakh Nabat (azúcar de cristal) y que tenía un hijo que murió cuando todavía él era joven: Esta casa ha sido un lugar donde las hadas moran, como los inmortales, pura de cabeza a pies. Fue ella quien permaneció entre nosotros un pequeño espacio. Entonces, cuando fue encontrada, siguió su camino en inmortal viaje. HAFIZ: POETA SUFI 587 C o n motivo de la muerte de su hijo. H a f i z escribió los siguientes versos: O h , corazón, has visto lo que ese inteligente hijo experimentó bajo la cúpula de este panteón multicolor. E n lugar de una pizarra de plata en sus manos el Hado colocó una lápida de piedra en su cabeza. Pequeño durmiente, la primavera está aquí; los tulipanes y las rosas han vuelto. Sólo tú en la tierra permaneces durmiendo, querido. Pequeño durmiente, la primavera está aquí; yo, como una lluviosa nube de abril, me inclino en vano sobre tu tumba, llorando, querido. Pequeña flor, la primavera está aquí; qué sería si mis lágrimas no fueran en vano; qué si ellas te trajeran otra vez, pequeña flor. La mayoría de los poemas de H a f i z fueron escritos en sus últimos años de vida, y en ellos hay continuas referencias a su vejez, lamentando los desatinos de una cabeza tan vieja asediada por pasiones tan jóvenes. Los nombres de algunas de sus amantes aparecen ocasionalmente en Diván — S e l m a y Ferrukh, por ejemplo—, aunque no nos ha llegado ninguna historia relacionada con ellas. Las rosas fueron olvidadas. Sólo se recuerda al ruiseñor. T a l como en el caso de Ornar K h a y y a m , la cuestión de los significados literales o simbólicos del epicureismo de H a f i z ha sido por supuesto planteada y resuelta de la m i s m a forma. Algunos sostendrán que el vino de H a f i z era el vino del espíritu, y el amor que el celebra, el amor a Dios. H a y quienes prefieren interpretar las obras maestras de este modo — i n t e ligencias abstractas, con un horror sagrado por la sangre y la carne, que gustan deshumanizar 'la literatura y mostrar a nuestros grandes clásicos como criptogramas de filosofía fantástica o especulativa—. S i n ir más lejos, tomemos el caso de la Biblia como ejemplo. A l abrirla en la más grande canción de amor de la literatura universal — l a de S a l o m ó n — leemos: 588 ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 Alza la voz mi amado y me dice: Levántate, amada mía, hermosa mía, ven. Porque, mira, ha pasado el invierno, ha cesado la lluvia y se ha ido. H a n nacido las flores en la tierra, ha llegado el tiempo de la poda. Ya la voz de la tórtola se siente en nuestra tierra. Echa la higuera las yemas de sus higos; las viñas en flor exhalan su perfume. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven!* Los persas tradicionalistas consideran a los poemas de H a f i z de la misma forma en que los cristianos ortodoxos consideran a la Canción de Salomón. H a y numerosos persas que guardan por H a f i z la misma veneración que por u n profeta. Su libro ha sido canonizado y se encuentra en todos los hogares junto al Corán. Los teólogos que en la actualidad admiran a H a f i z son diferentes de sus predecesores, que lo consideraban su enemigo y trataron de excomulgarlo. A su muerte, hicieron todo lo posible porque no se lo enterrara con ritos religiosos, acusándolo de hereje y libertino. Anticipándose a esta situación desagradable, H a f i z había advertido a sus enemigos: Eviten asistir al funeral de Hafiz; porque, aunque él es un perenne pecador, irá al Cielo. L a creencia de H a f i z en la libertad intelectual era profunda. Fue leal a la verdad y un enemigo declarado de la hipocresía. E n una época en que la ortodoxia y el fanatismo prevalecían en el mundo, H a f i z definió a " l a tela de la convención" como " l a imbecilidad de los que la tejen". C o m o H o m e r o compartió su desprecio por los oportunistas * La versión española de este fragmento de "El Cantar de los Cantares" ha sido tomada de La Santa Biblia, Madrid-Bilbao-Bogotá-Buenos Aires-Caracas-MéxicoSantiago-Córdoba, Ediciones Paulinas, p. 791- ( N . d e l T . ) HAFIZ: POETA SUFI 589 sin principios: "Sostengo que un hombre que dice una cosa mientras en su corazón se oculta otra es tan odioso como las puertas del Infierno". Cuando Mubarizud D i n , que gobernó en Fars desde 1353 hasta 1357, clausuró las tabernas de Shiras y prohibió la venta de vino, H a f i z protestó enérgicamente: Oh, ¿será que reabrirán las puertas de las tabernas, y aflojarán los nudos de nuestros enmarañados asuntos? H a n cerrado las puertas de las tabernas de vino. Oh, Dios, no sufras, pues ellos abrirían las puertas del engaño y la hipocresía. Si las han cerrado a causa del fanático egoísta ten ánimo, porque a causa de Dios las volverán a abrir. Cuando Shah Shuja sucedió a su padre, M u b a r i z u d D i n , suavizó las restricciones opresivas de su predecesor y ordenó la reapertura de las tabernas. E l acontecimiento fue celebrado por H a f i z con los siguientes versos: E n la madrugada de una voz celestial buenas nuevas llegaron a mi oído: Ésta es la era de Shah Shuja; bebe abundante vino, que ha pasado el tiempo en que los perspicaces estaban apartados con miles de palabras en sus mentes y sus labios callados. A l sonido del arpa contaremos aquellas historias y al oírlas hervirá la caldera de nuestros pechos. O t r o poema hace referencia a los líderes religiosos, los cuales, después de la muerte de Mubarizud D i n , cambiaron su orientación, siguiendo a Shah Shuja en sus medidas liberales y anticlericales: Juro por la gloria, el honor y la elevada jerarquía de Shan Shuja que con nadie disputó por posesiones o posiciones. Vean cómo aquel que en el pasado no permitía escuchar música ahora danza a los acordes del arpa. E n otro poema, H a f i z ataca al líder religioso de su época, Imadi Fagih, cuyas falsedades habían tenido tanta resonancia 590 ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 que sus seguidores llegaron a afirmar que hasta a su gato le había enseñado a recitar oraciones. Esta historia era considerado por los adherentes de Imadi como un milagro, p e r o para H a f i z no pasaba de ser pura charlatanería: E l asceta hizo un despliegue de virtudes y comenzó sus halagos; él inició su intriga con los engañosos cielos. O h , perdiz de grácil movimiento que caminas con aire de confianza, no te engañes porque el gato del asceta ha dicho sus oraciones. E l desdén de H a f i z por los cortesanos y los líderes religiosos irritó al gobernante quien, como poeta mediocre, sentía celos de su fama y éxito literario. E n una ocasión, Shah Shuja dijo a H a f i z que sus poemas eran misteriosos, vagos y oscuros. "Ningún motivo te inspira —dijo el príncipe—. P o r m o m e n tos eres místico, y en otros, erótico y blasfemo. U n a s veces serio y espiritual, y otras, impertinente, desdeñoso, sarcàstico y seductor." "Es verdad —respondió H a f i z — , pero a pesar de tu crítica la gente desde Fars hasta la India conoce, a d m i r a y repite mis versos, mientras que los poemas de otros nunca van más allá de la puerta de entrada a Shiraz." H a f i z gozó del respeto y los honores no sólo de los gobernantes de Shiraz. Muchos otros príncipes buscaron la amistad del poeta y el placer de su compañía. E l Sultán A h m a d , gobernante de Bagdad y a su vez buen poeta, músico y p i n t o r , invitó a H a f i z a visitar su corte, pero éste se rehusó: El céfiro de Musolla y el arroyo de Ruknabad no me permiten viajar o vagar lejos. M a h m u d Shah, de Deccan, en la India, mecenas liberal de poetas, invitó a H a f i z a su tierra y le envío dinero para el viaje. Antes de abandonar Shiraz, el poeta repartió parte del dinero entre sus amigos y discípulos, y al arribar, a Lar, en su camino al G o l f o Pérsico, se encontró con un amigo necesitado a quien le dio el resto. D o s mercaderes ricos que viajaban con H a f i z le ofrecieron pagarle sus gastos y acompañarlo hasta la corte en Deccan. Viajaron juntos hasta H u r m u z , donde un barco los esperaba para llevarlos a la India, pero en el momento de HAFIZ: POETA SUFI 591 embarcarse, una tempestad hizo que H a f i z se asustara y abandonara su viaje para regresar a Shiraz. A l Sultán de Deccan le envió los versos siguientes: Bien fácil parecía el tormento del mar aliviado por la esperanza de una recompensa: demasiado rápido voló la esperanza. Cien perlas fueron una pobre compensación, no valían el estallido. La corona del sultán, adornada de invaluables joyas, cerca el miedo a la muerte y el constante terror. Mucho se desea ese tocado y, sin embargo, ¿estás seguro que vale la furia en la cabeza? Sería mejor que escondieras tu rostro de aquellos que te anhelan: el premio del conquistador no compensa las interminables penas del ejército, merece fuego y espada. A h , busca el tesoro de una mente serena y guárdala en las arcas de la Tranquilidad; N o merecen ni un corazón leal, ni un tranquilo pecho, todas las riquezas de tus tierras y mares. A h , desprecia, como Hafiz, las delicias de la tierra, no pidas ni un grano de favor a lo bajo, doscientos sacos de joyas no valían la desgracia de tu alma. Tomando en cuenta la fina sensibilidad y las agudas sutilezas que irradia la poesía de H a f i z , es notable cómo este poeta humano y liberal preservó la fuerza y serenidad de su imaginación en tiempos signados por eventos sangrientos. T o d a Per¬ sia se hallaba convulsionada. Fars y Shiraz no escapaban a la caótica situación. H a f i z fue testigo del asesinato de reyes, devastación de ciudades, enfrentamientos de ciudades, enfrentamientos religiosos, guerras fratricidas, disputas entre padres e hijos, todo lo cual él consideró, desde una perspectiva espiritual, como pequeñas olas en el océano. Su mirada parecía estar puesta más bien en la unidad del océano, en la naturaleza, significado y propósitos del mundo. Su esperanza, oraciones y objetivos estaban dirigidos a salvar al hombre de la estupidez, los conflictos y la autodestrucción. Más aún, confiaba en que D i o s está en nosotros en cada momento. Es nuestro orgullo, indiferencia e ignorancia lo que nos aliena de la verdad y lo que nos lleva a la destrucción. H a f i z creía que el hombre es un animal racional cuya misión 592 ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 apunta a construir, ayudar, armonizar, y llevar alegría y felicidad a sus semejantes. Pero cuando observaba los acontecimientos de su época, sólo veía u n mundo hundido e n la crueldad, el conflicto, la persecución y la opresión: ¿Qué turba el tiempo? ¿ N o hay, pues, más amistad? ¿Qué ha sido de los amables días antiguos? Alguna vez el mundo pareció tan cálido y seguro con amigos, nuevos hombres, nuevos modos. E l agua de la vida está barrosa y brota amarga, clara como del pozo inmortal solía ser. Que las rosas marchiten y se aplaquen las brisas. ¿Qué duele?: yo. Y cuando las rosas florecen, florecen solas, sin ruiseñores. N o puedo comprender: ¿Qué significa esta mancha mortal sobre la tierra? Alguna vez el mundo fue cuna de grandes reyes y había música y muchos amores; pero ahora Venus ha quemado su laúd, y asesinado sus palomas: Nadie se emborracha y nadie canta; un mundo melancólico, Hafiz, no es un mundo para ti. E l flujo y reflujo de los asuntos humanos entristecían a H a f i z , aunque siempre regresaba a la ecuanimidad, buscando la paz del corazón y de la mente, en u n mundo caótico y confuso. A lo largo de guerras violentas y disputas dinásticas, se mantuvo calmo, dedicado a sus principios. H a f i z habló de todo ello tan escueta, aunque bellamente, que su influencia en el pensamiento y estilo de los escritores persas ha llegado hasta nuestros días: E n el jardín del mundo, una rosa para mí es suficiente; muchas, una más bella en ese jardín crece: la bella mía es suficiente. Fuera, en el prado, toda la sombra que pido cae del ciprés que llamo mío. Oh, hipócrita Sufi, no nos reprendas: déjanos solos. De peso es tu asunto, pero nosotros encontramos la materia, muy doctos sabios, en este corpulento frasco que pesa suficiente. HAFIZ: POETA SUFI 593 A h , no me eches, Amado, de tu puerta con duro desaire; ¿Acaso no sabes que tu umbral es mi casa? N o me envíes a algún lejano reino de felicidad: nada anhelo del mundo porvenir, porque de este mundo que es nunca puedo tener yo suficiente. Unirme a ti. N o en otra cosa pienso. E n el mercado del cielo ningún deseo quiero comprar. Aquí puedo ver y tocar lo que he comprado no así la mercancía arcoiris de aquel cielo. H a f i z raramente caía en la adulación y en el defecto de la exageración. Se trataba de u n auténtico maestro de elocuencia, simplicidad, franqueza, honestidad y decencia. Odiaba el dogmatismo y la hipocresía. Para los que andaban sumergidos en los vericuetos del fanatismo religioso, H a f i z era un hereje, y su poesía considerada como las fanfarronadas de un extraviado. A todo ello H a f i z respondía como él sabía hacerlo: N o : llama el ministro. Así, con lira y flauta, rosas y muchachas, muchachas, y canciones y canciones. Puedo, a la larga, usar mi atesorada virtud, ah, tanto tiempo atesorada. Pues estoy enfermo hasta la muerte de y ahora que, al fin, estoy un rato libre de la sabiduría de los tontos, ah, total ventaja.de ello sacaré, y mi sed más profunda de belleza y de vino por una vez, al menos, yo aplacaré. N o me hables del libro del pecado, pues, amigo, a decir verdad. en ese libro inscrito yo estaría. Tan lleno está de juventud. todas Y señálame, amigo, cuando en el día del juicio los libros negro y blanco abra allá el ángel, a la luz de Alá, para que todos lean lo que ha sido escrito; nada más mira cuán solo el libro blanco estará. Pero al libro negro, donde mi nombre está escrito — m i nombre, mi vergüenza, mi f a m a acosado lo veo por afanosos lectores, sí, casi deshojado. Tan interesante está. las escuelas 594 ESTUDIOS D E ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 C o m o todos los hombres íntegros, de ideas elevadas, H a f i z se sintió en más de una ocasión un extraño entre su gente, entre sus iguales y superiores. Acusado por los hipócritas y vilipendiado por los bajos y viciosos mercaderes, continuó su misión con resolución y firmeza: Predicador, es en vano que para mí prediques, es sólo asunto mío dónde he pecado y cuál mi fin será. Dos litros de vino añejo, y dos viejos amigos que conozcan el mundo y entre sí se conozcan, un rincón del prado, un viejo libro, el fluir de un río: Así de simple comienza y termina todo lo que íe pido a Dios; quédense con el resto, el lujoso mundo, y déjenme a mí este verde rincón: yo me quedo con lo mejor. Para un mundo azotado por la guerra, atosigado por la sobrepoblación, arruinado por la contaminación y afligido por la pobreza y alienación de las masas, H a f i z tiene un mensaje de esperanza y consuelo: Es éste un inestable mundo: todo se deshace y se desliza y con seguridad se funde y desvanece; aun como el engañoso viento vamos y venimos, como el arrasante flujo y reflujo de un naufragio: estorbadas playas de guijarros, movedizas mareas, olvidadas como la iridiscente espuma. Saki (cantinero), soy el sirviente de ese hombre que ante nadie se arrodilla bajo el azul del cielo, pero que firme en espíritu, deja el mundo pasar. Ven, lléname la copa, extrañas noticias tengo para ti. Cómo diré lo que aconteció anoche aquí, en esta apestosa taberna, borracho, insomne, estúpido con vino añejo. "Hafiz, renuncia al mundo", oí que los ángeles cantaban. Novia de mil novios ha sido ella, esa vieja mujer maquillada; la misma mentira ha dicho a todos, ni siquiera en algo HAFIZ: POETA SUFI 595 ha conservado fe; no esperes constancia, enamorado ruiseñor, de semejante rosa. Pocos son los poetas orientales que han gozado, como H a f i z , de las alabanzas de los sabios occidentales. R a l p h W a l d o E m e r s o n escribió: Hafiz es el príncipe de los poetas persas. Sus dotes extraordinarias añaden a algunos de los atributos de Píndaro, Anacreontes, Horacio y Burns la penetración mental del místico, lo que a veces confiere a su mirada una naturaleza aún más profunda que la de estos bardos. Él aborda todos los tópicos con ligera audacia. Se trata de una mente fluida en la que cada pensamiento y emoción afloraban espontáneamente a los labios. "Desata los nudos del corazón —decía—. Absorbemos suficientes elementos, pero carecemos de hojas y pulmones para sudar saludablemente y crecer". Hafiz poseía la gran facultad de la libertad intelectual, lo que prueba la profundidad de su pensamiento. "Aceptamos la religión y la política ciegamente, y sólo pocos espíritus tienen la capacidad de ver que la tela de la convención es la imbecilidad de k>s que la tejen, que la mente no tiene en sí misma religión o imperio". E l respeto por la verdad absoluta se muestra en el USO CJUC se hace de los símbolos más estables y venerados, lo cual siempre provoca la acusación de irreligiosidad. La hipocresía es el blanco permanente de las flechas de Hafiz. L a franqueza y el valor de H a f i z sorprendieron tanto a E m e r s o n como a Goethe. E n una época de fanatismo e intolerancia religiosa, H a f i z le dice a su esposa que n i el hombre sagrado, n i el monje, sino el amante es quien atesora en su corazón el espíritu que hace al asceta y al santo. Ciertamente, no son los ropajes y el ceremonial, sino la mirada de la amada la que le confiere el fuego y la virtud necesarios para la autonegación. " U n a ley o un estatuto son para H a f i z lo que un muro para un escolar: la tentación de saltar." Respondiendo a los líderes religiosos H a f i z dice: " N o haremos otra cosa que el bien, pues de otra manera la vergüenza se abatiría sobre nuestra alma". Para H a f i z no hay límites a la libertad de pensamiento. Su integridad, independencia e individualidad no conocen fronteras. A f i r m a que sus ideas son la manifestación de la dignidad humana, dedicación, amor y bondad. "Ellas nacen en la inspiración del Cielo, y su objetivo es poner en alerta a la humani- 596 •ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 dad contra la codicia y ambición de poder, el dinero y la explicación humana". L a misión del hombre es servir y evitar hacer daño a los semejantes: ¿Dónde está el piadoso hacedor?; y yo, el extraviado, ¿dónde? Contempla cuán grande es la distancia de aquí a su seguro hogar. Oscuro es el pedregoso desierto, sin huellas, vasto y sombrío. ¿Dónde está la rectora luz de la esperanza? ¿Dónde la estrella de la fe, tan clara? M i corazón voló del claustro y del canto del himno monacal. ¿ D e qué me sirven santidad, ayuno y oración puntual? ¿Cuál es la verdad que habrá de iluminarme el camino directo hacia el cielo? ¿Hacia dónde, oh corazón, te apresuras? Detente y ten cuidado Mira qué aventura de amor es tu interminable búsqueda. Llena de qué mortal peligro. Colocada en qué invisible trampa. D i no, un amigo a Hafiz, "aquiétate ahora y descansa". Calma y contento, ¿donde están? Paciencia y paz, oh, ¿donde? Cada canción de H a f i z muestra la poca importancia que le daba al éxito mundano. E n f atiza la dignidad del hombre, así como las virtudes de la compasión y la decencia, como dos elementos superiores. A un hombre rico que regresaba de una peregrinación a la Mecca, le dice: " N o te jactes irreflexivamente de tu fortuna. T u has visitado el templo, pero yo he visto al Dios del templo". Con frecuencia lo he dicho, lo digo una vez más: Y o , un vagabundo, no me extravío de mi mismo. Soy una especie de loro; el espejo está colgado a mí; lo que dice el maestro de la eternidad, tartamudeando lo repito. A h , Sufi, puedes tú soñar que abandonaré un amor como éste por un piadoso lugar común. Oh, deja de exprimir la uva en la copa. Yo, el Sufi, puedo estar equivocado, quizás tengas razón: HAFIZ: POETA SUFI 597 Hafiz debe andar el camino que se ha señalado y en los rojos labios de ella encontrar su celestial comida. Si debes hablar, habla otro día: mas no esta noche. Amado, no lo culpes si, buscando alivio, el santuario de su corazón en ruinas, que protege el precioso tesoro de su pena, a la bondadosa taberna Hafiz trae; por otra parte, no está avergonzado Hafiz de su vergüenza; que si el mundo tuviera un nombre inmaculado Hafiz, en verdad, estaría avergonzado de usarlo. Llámalo bebedor de vino y adúltero. Continúa. ¿Qué más? N o te dirá que no. El amor es un mar que no tiene orillas y en ese mar sin límite no hay ayuda alguna. Quien zarpa nunca más pone sus ojos en la tierra; y, sin embargo, feliz estoy de ir en este viaje, porque, ah, qué bueno es navegar en ese mar. Qué importa que el más largo de los viajes al final termine. Que importa que el más orgulloso de los barcos deba hundirse. M i amor está conmigo en el mismo inmenso barco, y cuando ella se ahogue, yo también me ahogaré. Las ideas místicas de H a f i z influyeron considerablemente sobre Goethe. Después de concluir los Sonetos y la novela D i e W a h l v e r w a n d s c h a f t e n (Las afinidades electivas, 1809) su fuente de inspiración se había casi secado. Durante cinco años prácticamente no produjo ningún trabajo significativo, y se mantuvo a la búsqueda de nuevas experiencias lo suficientemente poderosas como para "acelerar otra vez su fuerza creativa, algo que sacudiera su espíritu y su corazón". L a fuente de inspiración para su cerebro gigante provino de u n desconocido: H a f i z . E n su juventud Goethe había mostrado un gran interés por la tradición e ideas islámicas. Había estudiado el Corán con bastante detenimiento, definiendo a M a h o m a como genio religioso. Pero su entusiasmo por la cultura islámica se desvaneció cuando sus experiencias en Italia hicieron de la antigüedad griega su norma máxima. 598 .ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 A fines de 1814, Goethe tuvo acceso a la primera traducción al alemán de las Odas de H a f i z , vertidas libremente por Joseph V o n H a m m e r - P u r g s t a l l , de V i e n a . U n nuevo mundo se abrió ante Goethe. "Tengo que responder produciendo — e s c r i b i ó porqué de otro modo no podría resistir su figura i m p o n e n t e " . Esta inesperada inspiración inauguró un nuevo período de creatividad en el poeta, que se sentía envejecer. ¿Cuán próxima a las ideas de H a f i z estaba la madura mente de Goethe? M u y cerca: U n hombre anciano ha compuesto estos poemas; ellos muestran los colores oscuros de un amor tardío y la búsqueda luminosa de una alegría vital que se basa en la tranquilidad de la sabiduría madura y la piedad libre. Además de compartir actitudes espirituales y morales, ambos poetas experimentaron un destino histórico común. Mientras los reinos sucumbían y proliferaban los usurpadores, H a f i z cantaba serenamente a los ruiseñores y las rosas, al vino y al amor. Esta poesía era como u n espejo que reflejaba la propia situación de Goethe. A n t e él se alzaba el ejemplo de un gran poeta que surgía de los caóticos eventos de su época para elevarse hacia valores espirituales superiores. Goethe siguió el ejemplo de H a f i z : Norte y Oeste y Sur se están quebrando, tronos estallan, reinos se estremecen: Vuela, entonces, hacia el esencial Oriente donde en el aire del Patriarca te deleitarás. Allá amar y beber y cantar, sacando juventud de la primavera de Khizr. Puro y correcto allá rastrearé hasta su fuente a la raza humana, primera de naciones, cuando cada verdad celestial en terrenal discurso todavía por Dios era dada: cerebros humanos no atormentados ni partidos. Cuando rindieron honor a sus ancestros, a extrañas doctrinas sus puertas cerraron. HAFIZ: POETA SUFI 599 Joviales vínculos serán mi orgullo, mi pensamiento estrecho, mi fe amplia. Y todo lo que encontraré será la señal querido, porque es una palabra hablada. Mezclado con cabreros en secos parajes, buscando refresco en los oasis cuando con caravanas viajo. Chales cafés, y máscara mi utensilio, cada camino y paso exploro, desiertos, ciudades y playas. Sagrado Hafiz, te recordaré en todos los baños y tabernas, cuando la amada levanta su velo, Ambar sus rizos exhalan. Más: la canción de amor del poeta debe aplacar a las huríes, remover su deseo. Ahora, deberías envidiarle esto, lo bastante como para perturbar tal felicidad, palabras de poeta, te hubiera hecho sabes; alrededor de la puerta del Edén fluir golpeando suavemente y sin descanso, la perpetua vida, su búsqueda. Goethe, en su Westóstlicher D i w a n (Diván occidentaloriental), al igual que H a f i z , escapa del doloroso mundo e n conflicto para ensalzar el amor y la esperanza. A d m i t e que su conocimiento de H a f i z y su filosofía le permitieron rejuvenecer. E l poema con que comienza el Diván de Goethe se denomina "Hégira", en referencia al viaje que hizo M a h o m a de la Mecca a Medina. E l viaje de Goethe no fue " u n viaje al exilio: u n hombre atraído por la grandeza busca condiciones que le permitan llevar a cabo su trabajo". Su huida de u n presente desmoralizador fue también una hégira. Goethe siempre buscó la verdad, por lo que no es sorpresa para nadie que el Poeta de Occidente, el continuador de H o m e r o y Platón, estuviera dispuesto a buscar nuevas ideas en el Oriente, " l a tierra de la fe y las revelaciones, las profecías y las promesas". Goethe encontró aceptable la filosofía del poeta persa a causa de su profunda y básica sinceridad: las odas y las ideas de H a f i z no tienen nada que ver con los deseos muelles y pasivos. 600 ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 Goethe estudió las odas de H a f i z en u n momento en que no se sentía conforme con el mundo y con lo que sucedía a su alrededor. E l poderoso lenguaje de las odas de H a f i z mostraba la madurez, la riqueza intelectual y el universalismo de una cultura noble y antigua. E l estímulo vigorizante del encuentro con H a f i z derivó en la aparición de una nueva juventud y en la producción de una obra, Diván, que " n o es meramente u n libro de sabiduría lírica, sino u n compendio de poesía de amor tardío". Goethe, el viejo maestro, muestra completo control de su arte y de su vida interior. Sus emociones y pensamientos son expresados en u n estilo relajado, casi coloquial: Cuando el amanecer llamea sobre las montañas, alegrador de todo, alegremente te doy la bienvenida, Y cuando el puro cielo se arquea sobre nosotros ampliador de todo corazón yo sé que por ti respira. Si algo aprendo por mi sentido interno o externo, maestro omnisciente, lo aprendo todo a través de ti, y cuando nombro los cien nombres de Alá, allá resuenan con cada uno de tus nombres. Como en el día que te trajeron a esta tierra el sol estaba en conjunción con las estrellas, así, tú estás modelado por las leyes del cielo que marcan tus rutas y caminan contigo desde tu nacimiento. Así estás marcado: por ti mismo no puedes volar. Eso dijeron las sibilas, así hablaron los profetas. N i el vasto tiempo ni poder alguno puede romper la forma viviente que crece eternamente. Por fin llega. Del cielo cae, bailando, adonde voló desde el antiguo caos. Alrededor flota, ahora cerca, y luego parte. Ventila la frente y el pecho a través del día de primavera, levantando vagos anhelos por lo Justo y la Verdad. Mientras muchos corazones se desvanecen, sueltos, solos, el más noble es devoto de uno. E l Diván de Goethe recibió la inspiración y el nombre del Diván de H a f i z , y fue publicado en 1819, cuando el maestro contaba setenta años. " U n hombre viejo a quien el vigor HAFIZ: POETA SUFI 601 primaveral le había sido momentáneamente restaurado escribió el Diván. U n hombre cansado de la vida pero no descorazonado, un hombre sagaz, cuyo interior recóndito no se ha vuelto escéptico, habla e n él. Inesperadamente, la vida regresa y le concede una última gratificación. U n a vez más el a m o r y el sentimiento de una existencia plena lo elevan a un estado e n que la sabiduría devota y el fuego de la pasión se interpenetran y alcanzan una unidad total y saludable." Goethe llama a esta parte de su vida el resurgimiento del pasado exaltado por el presente. E l espíritu es una clara fuerza de amplitud cósmica, y no de racionalidad práctica, ni de especulación metafísica. H a f i z proporcionó a Goethe u n espíritu de prescindencia y libertad soberana. Éste admiró en la poesía de H a f i z el vuelo supremo del alma, "donde la tensión entre la ansiedad y la resignación es resuelta en la unificación de los opuestos: algo que el hombre sólo puede lograr en muy pocos momentos de su vida". Goethe describe así a H a f i z : "Contento e n la rectitud, feliz y sabio, tomando sólo lo que le corresponde de la abundancia del mundo, mirando desde lejos los secretos de Dios, pero rechazando la práctica religiosa y el placer sensual: el intenso deleite de la vida evita que e l espíritu se vuelva pesado y triste". Para Goethe, los poemas del amor de H a f i z siempre gozan de racionalidad y de una perfección que es la "expresión simbólica del hecho de que la unión de la conciencia y la pasión ha sido consumada". H a f i z , según Goethe, produjo una obra de singular abundancia y sublimidad. "Sabiduría y piedad, gozo de los sentidos y del corazón, amor y belleza, juego divino del espíritu y sacrificio reverente están combinados e n una imagen de perfección." Gertrude L . Bell, orientalista que tradujo al inglés varios poemas de H a f i z , a fines del siglo X I X , hace una evaluación crítica, objetiva y maestra de H a f i z y su obra: Para Hafiz [...] las instancias modernas no tienen valor: la historia contemporánea es un episodio bastante insignificante como para ocupar su pensamiento. Durante su vida, la ciudad que amó, quizá tanto como Dante amó a Florencia, fue situada y ocupada cinco o seis veces. Con mayor frecuencia aún cambio de manos. Fue bañada de 602 ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XVIII: 4, 1983 sangre por un conquistador, convertida en lugar de placer por otro y sometida a la dura norma del ascetismo por un tercero. Uno tras otro, Hafiz vio c ó m o reyes y príncipes subían al poder o desaparecían "como la nieve en la faz polvorienta del desierto". Tristes tragedias y grandes regocijos, caída de reyes y fragor de batallas, todo esto había visto y oído. Pero ¿cuál es el eco en sus poemas? Casi ninguno. Alguien sentirá que la aparente indiferencia de Hafiz le da a su filosofía una calidad que Dante no posee. E l italiano está cercado por los límites de su filosofía. Su teoría del universo tiene más o menos su misma edad, y lo que para él fue muy real, para muchos es meramente una imagen bella o terrible. E l cuadro que Hafiz pinta representa un paisaje más amplio, aunque el primer plano no sea especialmente diferente. Es como si su ojo mental, dotado de una maravillosa agudeza perceptiva, hubiera penetrado en aquellas provincias del pensamiento que nosotros, en una edad posterior, estamos destinados a habitar. Podemos perdonarle no habernos dejado una representación de su propia época y de la vida del hombre en la misma, porque lo encontramos formulando ideas tan profundas como la advertencia de que no hay músico a quien tanto el borracho como el sobrio lo puedan bailar. M i pecho se adorna con cada flor alegre tomo el cuenco, mi ninfa en regocijo. E l monarca del mundo en aquella hora es sólo un esclavo comparado conmigo. Entonces no dejes que los momentos se vayan sin tu amante y tu vino. Las flores de la primavera florecen para marchitarse y la juventud brilla sólo para nuestra vejez. E n ocasiones, en los versos de H a f i z se nota la v o z del escepticismo y la resignación, el lamento porque la mayor parte de la abundancia de la vida le ha sido arrebatada. D e ahí su pregunta: ¿qué es lo que puede hacer la vida más grata? L a respuesta es: Ideas y A m o r . Una lamentable locura avergüenza mis sesenta años: M i cabeza blanca está enamorada de una verde doncella. Guardo el secreto en mi corazón, pero al fin soy traicionado. Como un simple niño caí en la trampa. M i estúpido corazón siguió a mis estúpidos ojos, y, sin embargo, cuando era joven —en edades pasadasera tan sabio. HAFIZ: POETA SUFI 603 ¡Ah, siempre estuvo con nosotros quien cantaba! Niños de fantasía, estamos bajo el poder de cualquier sueño, y a merced de una simple flor. Sin embargo, Hafiz, aunque muchas cosas tontas atraparon tu corazón con maravilla, nunca fuiste esclavo de la imaginación como ahora eres. N o olvides, oh, corazón mío, tus antiguos amigos: los dulces, viejos y confiados rostros de los muertos. Viejos encuentros y viejas despedidas: todo acaba, tan amado, tan vivido y tan desvanecido. N o olvides, oh, corazón mío, tus antiguos amigos los tiempos son sin fe, pero recuerda tú aquellos que te han amado, aunque no amen más. Ahora para ellos está apagado y distante; sigúelos amando por el amor que antes te dieron; los tiempos son sin fe, pero recuerda tú. Hafiz, anímate, el amor es un doloroso señor; pero este será siempre el credo del amante, bajo la verdadera sombra de la espada del amante ni acto suave, ni dulce acción falla en su recompensa. Bien, Hafiz, la vida es un enigma. Déjala, no hay respuesta a ella salvo esta copa. Hafiz, cree, al fin te hiciste viejo: Amar y beber era antes fácil en tus días un poderoso mujeriego fuiste, Pero ahora en ambas cosas eres un perfecto imbécil. Ahora tu alma está seca, fría tu sangre caliente. Y todo tu espíritu devastado por completo. Traducción del inglés: MARIELA ALVAREZ Y GUILLERMO QUARTUCCI