Las aportaciones del arte contemporáneo 6

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Las aportaciones del arte contemporáneo
JORGE GIMENO SANZ
CONCEPCIÓN CEBRIÁN GARCÍA
Puede decirse, sin temor a dudas, que casi la totalidad del
patrimonio artístico generado a lo largo de las diferentes
épocas y estilos en la comarca de Campo de Cariñena se
debe a encargos de origen eclesiástico. A nivel nacional,
los porcentajes no son tan abultados, pero, en cualquier
caso, son mayoritarios. Los únicos reductos que generan
un arte de temática o uso civil o profano son los círculos de la corte y la nobleza, a los que se incorpora a lo
largo del siglo XVIII una pujante burguesía. En el ámbito de las pequeñas ciudades provincianas y en el propiamente rural, tan solo algún encargo de las corporaciones e instituciones escapa al patrocinio eclesiástico. La estética que se asocia a
esta cambiante sociedad burguesa es la neoclásica, de la que la comarca carece de
ejemplos claros.
La Guerra de la Independencia
(1808-1812) supuso un colapso en
todos los órdenes y sus consecuencias fueron nefastas en el terreno artístico. La desolación económica imposibilitó nuevos
encargos, mientras que el patrimonio anterior fue brutalmente
saqueado, en lo tocante a pintura,
escultura y orfebrería, o bien destruido, en el caso del patrimonio
arquitectónico.
El siglo XIX marca el declive del
potencial económico de la Iglesia
y de su papel de patrocinio artístico. Las luchas contra los france-
Muel. Ermita de la Virgen de la Fuente.
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ses tuvieron para esta institución fatales consecuencias. Tras el conflicto, la Iglesia vive un cierto resurgir durante los primeros años del reinado de Fernando VII.
Con la desamortización de los bienes eclesiásticos ordenada por Álvarez de Mendizábal entre 1834 y 1854, que arrebató a la Iglesia la mayor parte de su patrimonio y de los recursos que desde antaño había dispuesto, su capacidad económica
quedó arruinada, aunque su influencia social siguió siendo notable.
La nueva sociedad liberal, más laica y pragmática, se plantea otras prioridades y
desvía sus recursos hacia otras direcciones. La producción artística cambia de promotores y de objetivos; nuevas técnicas y tipologías constructivas se desarrollan al
compás de actividades y necesidades novedosas. Dentro de las artes plásticas, la
pintura se vuelca en una temática profana; la escultura, menos evolucionada, arrastra hasta las puertas del siglo XX la estética casi neoclásica; mientras que la arquitectura toma dos vertientes: una historicista de raíz neoclásica y ecléctica, similar
a la escultura, y otra de enfoque más práctico, donde la funcionalidad y la utilización de los nuevos materiales abre las puertas a los usos actuales. Fábricas, pabellones, estaciones o viaductos polarizan la atención y la actividad de la arquitectura contemporánea.
La actividad artística en el Campo de Cariñena no es ajena al marco general planteado y su desarrollo resulta de sumo interés por ser una de las primeras comarcas en desarrollar una importante industria agropecuaria en torno a los cereales y
la vid, completadas con unas comunicaciones ferroviarias que abren temprano su
economía al exterior. Este impulso se apoya en una activa burguesía local.
Las artes en el ámbito religioso
El siglo XIX va a comenzar con proyectos que siguen las pautas de un barroco final
con aportes neoclásicos. De los primeros años de este siglo son el proyecto del
chapitel para la torre de la parroquial de Cariñena, diseñado por el arquitecto Pascual Jordán, pero no ejecutado, y la realización para la misma iglesia del retablo
de la Inmaculada Concepción, que acabó consagrado a Nuestra Señora de los Dolores, y de la pila bautismal, ambos del escultor Tomás Llovet, a comienzos del XIX.
Arte sacro en el tránsito del siglo XVIII al siglo XIX
En la pila bautismal de Cariñena, realizada por Tomás Llovet en 1807, se diferencian dos partes: la arquitectónica, de escaso interés, compuesta por la pila propiamente dicha, a modo de brocal de pozo con decoración de franja vegetal, la
tapa y la barandilla que la enmarca y separa del conjunto del templo. Y la parte
escultórica, situada en la parte superior. Destaca el grupo escultórico de la Fe, como
una doncella vestida con túnica y amplio manto, flanqueada por un dragón en huida
que representa el pecado y un ángel portando el libro de los siete sellos del Apo228
Comarca de Campo de Cariñena
calipsis. En la parte inferior representa a dos
ángeles niños. Se trata de tallas de madera
pintadas en blanco imitando mármol.
En la tapa de la pila se representa en relieve el Bautismo de Cristo en el río Jordán
que, en opinión de Wifredo Rincón, sirvió de
modelo para los medallones efectuados por
este escultor en el retablo de San Miguel de
Alfajarín. Según Belén Boloqui, el modelo es
una imitación del que realizara el escultor Joaquín Arali Solans en la pila bautismal de la
Seo zaragozana.
El retablo de Nuestra Señora de los Dolores, también obra de Tomás Llovet, se
pensó en un primer momento en consagrarlo
a la Inmaculada Concepción; de hecho, se
conserva de él un primer boceto en el museo
parroquial de Cariñena. Más adelante, el modelo originario fue sustituido por el actual.
En este nuevo retablo Tomás Llovet solo realizará la mazonería, ya que la imaginería es
posterior.
Cariñena. Iglesia parroquial. Pila bautismal,
obra del escultor Tomás Llovet.
El arte religioso tras la Guerra de la Independencia
Los encargos son escasos y de poca entidad, a excepción de la reconstrucción del
santuario de Nuestra Señora del Águila, destruido en la contienda, y las dos nuevas iglesias de Alfamén. El convento de Santa Catalina queda abandonado tras la
desamortización de Mendizábal.
Pese al declive del arte sacro, aún se constatan pequeños encargos, en su mayoría retablos escultóricos, como los del Santo Cristo de
la Peña y San Valero en Cariñena, Santa Quiteria en Paniza y San Sebastián en Aguarón.
Interesantes también son los dos lienzos de
la capilla de la Virgen del Mar en Encinacorba, realizados por Mercadal en el año
1887.
Otro aspecto interesante de la imaginería comarcal es la construcción de numerosos pa-
Cariñena. Detalle de la pila bautismal de
la parroquial.
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sos procesionales para la Semana Santa. Con frecuencia son de tosca factura, o reutilizan esculturas ya existentes, como es el caso de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén de Cariñena,
obra de los hermanos Albareda (principios del
XX), o el Cristo Camino del Calvario de Encinacorba, obra de Buenaventura Saldés (1897).
La arquitectura civil e industrial
Hasta finales del siglo XIX la arquitectura preindustrial de la zona consistía en pequeños edificios que acogían molinos, tejerías u hornos de
pan. De gran interés son también las neveras,
que se construyeron en gran parte de los municipios de la sierra para acumular y conservar
nieve para el verano.
A finales del siglo XIX el sector vitivinícola recibe un importante impulso a raíz de la crisis vivida
en Francia como consecuencia de la filoxera. El
Campo de Cariñena va a conocer una época de gran esplendor en el cultivo de la
vid, que dará pie a la construcción de numerosas bodegas en la zona. Podemos destacar la de Casimiro Lobera, actual sede del Museo del Vino y de la Denominación de Origen Cariñena. Se trata de una magnífica muestra de la arquitectura industrial de comienzos del siglo XX, rehabilitada en 1996. Su fachada, muy interesante,
es de corte modernista, inspirada en motivos de la tradición local; está dividida en
dos pisos separados por un friso decorado con los escudos de los pueblos integrados en el Consejo Regulador
de la Denominación de Origen Cariñena. La planta baja
se articula en torno a un gran
portón central en forma de arco rebajado y ventanas adinteladas, en tanto que el piso
superior, de bella factura,
cuenta con una serie de vanos
corridos en arco de medio
punto, al modo aragonés, y
balcones con forjados. El alero volado se rompe por la
proyección del muro en dos
remates semicirculares que
coronan el conjunto.
Villanueva de Huerva. Nevera.
Paniza. Santuario de la Virgen del
Águila.
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Comarca de Campo de Cariñena
Además de las bodegas se
crean en la zona otras industrias relacionadas con el sector
vitivinícola. Así, vemos nacer
alcoholeras o fábricas de licores
y destilados, de las que pueden
servir de ejemplo la de Francisco Díaz y Cía y la de Suso y
Pérez, ambas en Cariñena.
Fuera del sector también se
cuenta con instalaciones textiles
y harineras, entre las que destaca la de Marcos Vicente, levantada junto a la estación de
ferrocarril en Cariñena.
Cariñena. Antigua bodega (1918), hoy Museo del Vino y
sede la Denominación de Origen Cariñena.
La pujanza del sector vitivinícola, motor de una importante
corriente exportadora, promueve a finales del siglo XIX la construcción de una línea
de ferrocarril que comunica Cariñena con Zaragoza, que en la década de 1920 será
sustituida por la actual línea férrea. De esta última destacan las estaciones de Muel,
Arañales, Longares, Cariñena y Encinacorba, obras todas ellas del arquitecto
Secundino Zuazo Ugalde, que se basó «en la arquitectura popular de Aragón en
armonía con la construcción corriente de los pueblos respectivos y utilizando en
lo posible los materiales del país». Son construcciones marcadamente horizontales,
adaptadas a la fisonomía del paisaje y dotadas de porches resueltos con amplios
arcos de medio punto.
Dignas de mención son las escuelas públicas de Cariñena que datan de 1931,
la estación enológica, de
1933, y el cine-teatro Olimpia, construido en 1930 por el
arquitecto zaragozano Francisco Albiñana Corralé, autor de la
fachada del Centro Mercantil y
de la restauración del teatro
Principal y del teatro Circo en
Zaragoza.
Completan este interesante patrimonio una serie de residencias familiares levantadas al amparo de la bonanza económica
de comienzos del siglo XX. El
mejor exponente de esta arquitectura lo encontramos en
Encinacorba. Estación de ferrocarril.
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Casa Tejero, en Cariñena. Se trata de un edificio que imita al exterior los antiguos palacios renacentistas aragoneses, mientras que al interior sigue modelos modernistas. Destacan su preciosa escalera imperial y el salón-comedor completamente
decorado por columnas de hierro fundido.
La pintura actual
La principal aportación comarcal a la pintura contemporánea viene de la mano de
Luis Marín Bosqued (1906-1987). Originario de Aguarón, desarrolla su carrera en
París y Méjico, país donde se instala tras la Guerra Civil y realiza el grueso de su
producción artística. Cultiva fundamentalmente el retrato, de trazo vigoroso y colorista, de gran fuerza expresiva y con ciertas improntas impresionistas, fruto de
su formación parisina. Utiliza magistralmente la técnica del óleo sobre lienzo y el
dibujo en papel en las series de retratos de indígenas mejicanos y desnudos femeninos, considerados lo mejor de su obra. En 1972 regresa a Zaragoza con el reconocimiento general; quizás el más entrañable sea el que le brinda su pueblo natal,
que desde 1993 honra su memoria con la creación del Museo Marín Bosqued, sede
permanente de la obra monográfica del pintor. Sus fondos alcanzan las ciento cincuenta obras, de las que, aproximadamente, una tercera parte se exhibe en tres de
Aguarón. Museo Marín Bosqued.
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Comarca de Campo de Cariñena
sus salas, mientras que una cuarta está dedicada a exposiciones temporales y otros
eventos culturales.
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