¿CALIDAD EDUCATIVA VERSUS CALIDAD DE VIDA? “Ay Utopía incorregible; que no tiene bastante con lo posible. Ay Utopía; que levanta huracanes de rebeldía... Sin utopía, la vida sería un ensayo para la muerte. .Gracias utopía porque alumbras los candiles del nuevo día” (J.M. Serrat) CALIDAD es la palabra de moda en nuestra sociedad actual, todos la buscamos, en especial cuando compramos algún objeto. Hoy se la pide a los sujetos, desde los simples trabajadores hasta el gerente de “más alto nivel”, calidad total, calidad necesaria, calidad. Y no faltaba más; a la educación también se le pide calidad, y la moda de medir los procesos educativos tomando como parámetros los criterios de los procesos empresariales, hacen que se busque los certificados “Iso 9000-2000”, etc, para decir que los planteles están dando educación de calidad. ¿Qué queremos decir cuando usamos la palabra calidad? ¿qué es lo que realmente buscamos? ¿es extrapolable usar la metodología de calidad empresarial, cuyo fin es el éxito y el rédito? Claro que todos queremos el éxito pero en educación ¿el éxito se mide por simples indicadores de gestión? ¿por desarrollar la persona gerente, tecnócrata o más bien por desarrollar la persona humana integral? Y en educación popular el problema es más complejo, pues ¿qué parámetro de gestión mide nuestra propuesta educativa de calidad? ¿no será integrar al excluido, al que tiene menos posibilidad de éxito y de desarrollo? ¿no será que el sujeto de nuestra acción no es el individuo más competitivo sino el desarrollo de la comunidad donde se encuentra el centro educativo popular, y así obtener personas más creativas y humanas? La cruda realidad: los periódicos nos “informan” cada fin de año sobre los resultados que los alumnos que desean entrar a la universidad alcanzan en los famosos exámenes de ingreso, dice un artículo en un diario de la capital de los ecuatorianos: “De 2 921 bachilleres solo 477 aprobaron su ingreso a la Escuela Politécnica Nacional, los de más alta puntuación y porcentaje en el ingreso lo alcanzaron los colegios Montúfar y Benalcázar le sigue dos colegios religiosos de varones y dos fiscales de otra ciudad” (Diario El Comercio, miércoles 16 de julio de 2003, C2). ¿Qué indicador de calidad me revelan esos datos? Solo 477 de 2921 son competitivos, capaces del éxito a la primera, indicador de haber sido bien formados? ¿qué tipo de profesionales suelen salir con estos parámetros, es ya conocida la frase que nuestras universidades forman profesionales altamente exitosos para sociedades profundamente fracasadas. La educación privada, dice que lo bueno cuesta y si quieres calidad debes pagar más y hay unos costos educativos sumamente altos para dar educación de calidad a tus hijos, hablo de hasta 200 dólares mensuales de pensión, como mínimo, sus indicadores son alumnos por aulas no más de 25 a lo mucho o menos, que salgan hablando inglés, manejando bien la computadora, que tenga todas las comodidades para el deporte y si es posible que tengan a los chicos y chicas el mayor número de horas en el centro educativo. ¿Qué diría la educación popular? El P. José maría Velaz, fundador del Movimiento Fe y Alegría nos decía: “la controversia entre cantidad y cualidad es meramente teórica. A nosotros el crecimiento que ha sido muy trabajoso y heroico a veces, nos ha demostrado que es integral y en todas las dimensiones. Por eso nuestro aporte consiste en la reflexión constante, en el estudio y en las decisiones humanas y cristianas que FE Y ALEGRIA tiene que tomar para dar educación a las mayorías empobrecidas” (Cartas del Masparro, Venezuela, 1985, p. 45) La consecuencia de esta filosofía es que nuestras aulas suelen tener muchos alumnos, muchos más problemas y desafíos, y que nuestro indicador de lo cualitativo es el desarrollo integral de la persona y su comunidad. Nuestra opción es sacar a la educación de la pura esfera técnica –como si ella no tuviera concepciones del conocimiento que la subyacen (epistemología), como si no tuviera contextos específicos en los cuales realiza su actividad (recontextualización); como si su resolución metodológica no fuera un juego de poderes (empoderamiento), como si sus participantes fueran solo alumnos y no sectores sociales (redemocratización social) desde aquí debemos buscar la verdadera educación de calidad que no puede contraponerse a una calidad de vida, y vida digna y plena para todos. Los indicadores de la educación de calidad serán aquellos que nos permitan integrar estos aspectos y más, que nos den la capacidad de “invertir la realidad” y en este mundo de desencantos y pragmatismos, donde la utopía no tiene cabida, la educación popular asume el desafío de decir que podemos seguir soñando, que el pobre es sujeto de desarrollo y no objeto, que el sujeto es colectivo y no solo individual y que “es posible otro mundo”, otro estilo de negociación sobre lo que afecta a nuestras vidas, que es posible cambiar a realidad y dar educación de calidad con equidad y de vida a las mayorías. FE Y ALEGRIA – ECUADOR presenta hoy un esfuerzo significativo con este número de nuestra revista “Horizonte” sobre el tema de la calidad en la educación, junto con aportes de la reflexión de lo que venimos haciendo en nuestra cotidiana tarea. Gracias a todos aquellos que hacen posible este espacio compartido para buscar y hallar aquello que más nos conduce a la vida plena y digna. Por Fabricio Alaña E, sj Director Nacional.