La importancia del Ahorro en la Economía Alberto Huidobro Ortega Diciembre 1995 Serie Documentos de Trabajo Documento de Trabajo No. 62 Índice Introducción 1 I. Principales Enfoques Teóricos Relativos al Ahorro 2 II. El Ahorro en el Mundo 5 III. Comportamiento del Ahorro Interno en México 10 IV. Comparación del Ahorro Interno en México y Otros Países 16 El Sector Asegurador como Generador de Ahorro Interno 20 V. Conclusiones 23 Anexo I 26 Anexo II 27 Notas 28 La importancia del Ahorro en la Economía Alberto Huidobro Ortega* Introducción El ahorro interno juega un papel clave en el desarrollo de los países ya que constituye la principal fuente de recursos para el financiamiento de la inversión y para la generación de proyectos de reforma estructural que promuevan el desarrollo económico y social. Así, el ahorro, la educación y el progreso tecnológico se encuentran entre los principales factores que estimulan el crecimiento económico. Por otra parte, el ahorro es el proceso mediante el cual una economía reserva parte de su producto y lo utiliza para generar ingresos en el futuro. Las unidades familiares guardan dinero para adquirir una casa y para la jubilación. Las empresas acumulan utilidades para construir nuevas fábricas, y los gobiernos acumulan activos en sistemas de pensiones e infraestructura. El ahorro agregado constituye la principal limitación al gasto en inversión y, por lo tanto, desempeña un papel macroeconómico crucial. Debido a que el gasto en inversión proporciona un vínculo clave que conduce a la productividad y el crecimiento del ingreso real, para que la economía avance a un ritmo aceptable se requiere una adecuada oferta de ahorro. Ante la gran necesidad de inversiones que se observa en la actualidad, especialmente en las economías en desarrollo y entre los países que se hallan en transición después de abandonar regímenes de planificación centralizada, surge naturalmente el interrogante de si la oferta de ahorro será suficiente para financiar los proyectos de desarrollo en todo el mundo. Ello responde a que, para elevar los niveles de bienestar y financiar la formación de capital que ello implica, se ha desatado una mayor competencia por el ahorro mundial. Por otra parte, desde principios de los años ochenta, se ha incrementado marcadamente la absorción del ahorro del sector privado por parte de los gobiernos y en algunos países industrializados ha comenzado a aumentar rápidamente la población en edad de jubilarse. Este problema se ha agudizado en virtud de que, en las próximas décadas, la población en edad de retiro probablemente generará menores tasas de ahorro y mayores déficit fiscales sobre todo en lo que se refiere a los pagos de pensiones y servicios de salud. Al mismo tiempo, a mediados de los años noventa, las tasas mundiales de interés real son elevadas si se les compara con los niveles históricos. Estos factores, entre otros, subrayan la importancia de tomar acciones tendentes a reducir la dependencia del ahorro externo y, al mismo tiempo, promover el ahorro interno. El del ahorro es un tema extraordinariamente complejo y muchos aspectos del proceso aún no se comprenden en su totalidad. Tampoco existe consenso sobre la definición básica del ahorro y existen un sinnúmero de problemas con respecto a los datos. La mayoría de las definiciones, por ejemplo, consideran al ahorro como un concepto residual, o sea, ingreso menos consumo, o en un contexto internacional, como la demanda de inversiones menos la afluencia neta de capitales. En consecuencia, las medidas del ahorro pueden variar notablemente debido a diferencias tanto en definiciones como en la medición de conceptos difíciles de cuantificar. Además, muchos 1 supuestos que son necesarios para verificar algunas hipótesis clave acerca del ahorro, como los supuestos de mercados financieros flexibles o que los mercados mundiales están bien integrados, simplemente pueden no estar justificados. El presente documento tiene como objetivo mostrar la importancia que el ahorro tiene sobre la inversión y producción de la economía. En este contexto, se aborda el tema de la evolución del ahorro en el mundo y en México, y se intenta mostrar el peso de la actividad aseguradora como fuente generadora de ahorro interno. Así, la primera sección se dedica a abordar los aspectos teóricos que explican la generación de ahorro. La segunda se aboca a describir el comportamiento del ahorro en el mundo durante la mayor parte del siglo. La tercera sección versa sobre el ahorro interno en México durante las últimas décadas y el papel que ha jugado en el financiamiento de la formación de capital y el crecimiento económico. En la cuarta sección se realiza una comparación internacional del ahorro en México y otros países. La sección cinco del documento presenta las posibilidades del sector asegurador mexicano para contribuir a generar ahorro nacional. Finalmente, se presentan algunas conclusiones. I. Principales Enfoques Teóricos Relativos al Ahorro Se han expresado diferentes puntos de vista teóricos fundamentalmente distintos acerca de la motivación básica del ahorro: Hipótesis Keynesiana del ingreso absoluto: (John Maynard Keynes). Keynes establece que, en equilibrio de corto plazo, con expectativas cumplidas y expectativas de largo plazo dadas por la estructura de los bienes de capital, el principal factor determinante del ahorro es el nivel absoluto del ingreso corriente, es decir, a mayor ingreso se genera mayor ahorro. Según este punto de vista, el ahorro y la inversión se equilibran principalmente mediante movimientos en el ingreso, y la tasa de interés tiene un efecto menor. Hipótesis del ingreso relativo: (Duesenberry y Samuelson) El espíritu de la hipótesis del ingreso relativo está en el análisis de posiciones de corto plazo o desviaciones de coyuntura en relación con el equilibrio de largo plazo. De esta forma hay una tendencia a mantener los hábitos de consumo cuando se reduce el ingreso y a imitar modelos de consumo de grupos de alto nivel social debido a la propaganda comercial. Con respecto al primer factor, cuando el ingreso disminuye, la gente intenta mantener sus anteriores niveles de consumo reduciendo su ahorro. Así, en caso de una considerable caída del ingreso estaría dispuesta a desahorrar (endeudarse). Por otro lado, en caso de un significativo crecimiento del ingreso no reaccionaría modificando sus hábitos de consumo de manera inmediata, por lo que la respuesta sería aumentar sus niveles de ahorro. Con respecto al segundo factor, el modelo establece que la utilidad del consumidor no depende tanto de su nivel de consumo absoluto como de la relación entre su consumo y el de las personas con quienes compite social y económicamente. Desde la perspectiva de la distribución del ingreso, este modelo sostiene que las mejoras en la distribución del ingreso aumentan el ahorro. 2 Hipótesis del ingreso permanente: (Milton Friedman) Este punto de vista híbrido se basa primordialmente en la idea de que el consumo corriente de las personas, y por lo tanto el ahorro, es una función no del ingreso corriente (como en la hipótesis Keynesiana) sino en parte del ingreso permanente o el ingreso futuro esperado y en parte del ingreso transitorio o ganancias no esperadas. Esto implica que un aumento en el ingreso de las personas se divide de una manera distinta entre consumo y ahorro según sea percibido como ingreso permanente o transitorio. De esta manera, si la gente considera que mantendrá una tendencia creciente en su ingreso en forma permanente en los próximos años, entonces incrementará sus niveles de consumo. Así, el ahorro es considerado como una opción entre el consumo presente y futuro. Las personas comparan su tasa de preferencia con la tasa de interés y distribuyen uniformemente su consumo en el curso del tiempo para maximizar su utilidad. La tasa de interés es el principal mecanismo mediante el cual se equilibran el ahorro y la inversión. Hipótesis del ciclo vital: (Franco Modigliani) La hipótesis del ciclo vital establece que las personas planean su vida de manera tal que pueden mantener una cierta corriente de consumo a lo largo del tiempo. Para ello, la gente requiere de la acumulación de suficientes ahorros durante los años de trabajo para poder mantener los mismos niveles de consumo al retirarse de la vida laboral, lo que implica que no dejan herencia. Esto explicaría el hecho de que sociedades jóvenes como la mexicana, y en general las latinoamericanas, tienden a tener un ahorro inferior al de sociedades cuya edad promedio es mayor, como podrían ejemplificarlo los países europeos. La amplia bibliografía existente sobre los determinantes del ahorro todavía está sujeta a importantes interrogantes, tales como si efectivamente existe un sustancial ajuste intertemporal del consumo ante cambios en el ingreso permanente, o si el consumo (y por ende el ahorro) está determinado principalmente por el ingreso corriente. El espinoso tema de la causalidad entre el crecimiento del ingreso y la tasa de ahorro tampoco se ha resuelto. Por su parte, el impacto de la variación de la tasa de interés real sobre el ahorro es teórica y empíricamente ambiguo: se produce a la vez un efecto-sustitución positivo y un efecto-ingreso posiblemente negativo (si el alza de la tasa de interés origina una caída en el crecimiento del producto), y los estudios empíricos encuentran en general que estos efectos son escasos.1 Las investigaciones empíricas han tendido a rechazar la noción de que ante los cambios en la posición fiscal del Estado se produce una reacción equivalente en el ahorro privado (la llamada equivalencia ricardiana) tanto en los países industrializados como en los países en desarrollo. Como resultado típico, la reacción que se produce contrarresta la mitad de los cambios, aunque algunos investigadores encuentran una proporción mayor en los países que registran tasas particularmente elevadas de desahorro público.2 Por otro lado, en la bibliografía se detecta un impacto negativo de la liberalización financiera sobre el comportamiento del ahorro, aunque puede tratarse de un efecto transitorio.3 Sin embargo, es posible que a partir de la liberalización surjan nuevos destinos para el ahorro financiero y que éstos alienten el ahorro en general, pero, al menos en el corto plazo, la eliminación gradual de limitaciones a la obtención de préstamos suele considerarse el factor más importante que reduce el ahorro. 3 Además, se ha encontrado un efecto ambiguo de la tributación sobre el comportamiento del ahorro debido a que los impuestos y subsidios al ahorro operan a través de la tasa de interés. Sin embargo, como ya se mencionó líneas arriba, empíricamente el ahorro muestra ser poco sensible a las fluctuaciones de la tasa de interés real.4 Por otra parte, los efectos del ahorro sobre determinados grupos de edad son, en general, significativos. El modelo del ciclo de vida, que considera que el ahorro es una previsión para la jubilación, predice que la tasa de ahorro descenderá a medida que aumente el número de jubilados. Este efecto a menudo se extiende también a la población que por su edad aún no es económicamente activa y, como resultado general, al aumentar el número de dependientes se reduce la tasa de ahorro. Por último, se considera que una mejora temporal de la relación de intercambio de un determinado país eleva la tasa de ahorro porque es indicio de un incremento del ingreso transitorio. Este efecto puede ser muy acusado si son amplias las fluctuaciones en los términos de intercambio. Por ejemplo, las crisis petroleras de los años setenta representaron un cambio masivo en la relación de intercambio en favor de los países exportadores de petróleo y provocaron un marcado incremento, aunque temporal, de la tasa de ahorro mundial. Los recursos masivos que colmaron las arcas de los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) no llegaba a gastarse a la misma velocidad con la que ingresaban.5 En el caso de los países en desarrollo hay otros factores determinantes del ahorro. Las posibilidades de colocar el ahorro financiero son más limitadas porque las imperfecciones de los mercados de capital están más extendidas, los mercados financieros son menos desarrollados, parece existir falta de confianza en el sistema bancario y las tasas de interés tienden a estar muy reglamentadas.6 Por consiguiente, y debido a las limitaciones de liquidez y a la necesidad de cubrir los gastos de subsistencia, el efecto de la tasa de interés sobre el ahorro tiende a ser menor.7 Este efecto también puede variar con el nivel de ingreso y de riqueza y, en el caso de los países cuyo ingreso per cápita es muy próximo al nivel de subsistencia, pueden estar en peores condiciones para la sustitución intertemporal. Si bien el ahorro externo puede fomentar el crecimiento al elevar el ahorro total disponible para invertir, puede reemplazar parcialmente al ahorro nacional al elevar el consumo interno. De hecho, en ciertas regiones en desarrollo se han encontrado pruebas empíricas de que existe una relación negativa entre el ahorro interno y el ahorro externo. Algunos estudios sugieren que, en promedio, la afluencia de capitales a los principales países latinoamericanos ha reducido los coeficientes nacionales de ahorro. En contraparte, la evidencia indica que la afluencia de capitales a los países asiáticos de alto crecimiento ha incrementado el ahorro nacional y la inversión global. En el caso de los países en desarrollo más pobres, una fuente importante de ahorro externo lo constituye la asistencia externa. La evidencia empírica sobre el impacto de la asistencia externa sobre el ahorro es variada, aunque tal impacto parece ser negativo. Los estudios realizados recientemente sugieren que un promedio de alrededor del 40% de la asistencia externa se dirige al consumo, lo que refleja el hecho de que en la mayoría de los casos se orienta hacia países en los que el ingreso per cápita es bajo y la necesidad de cubrir los gastos de subsistencia domina las decisiones acerca del ahorro. Un estudio del Fondo Monetario Internacional ha verificado la forma en que estos factores pueden influir en la tasa de ahorro privado.8 En él se utilizaron series de tiempo y de corte 4 transversal para 21 países industrializados y 64 países en desarrollo en el periodo 1971-1993. El análisis demostró que la mayoría de las variables económicas usuales tienen signo correcto y en general son significativas. Un mayor crecimiento del producto, tasas de interés reales más altas y mejores términos de intercambio tienden a incrementar la tasa de ahorro privado. En contraparte, aumentos en el superávit del gobierno, un mayor nivel de riqueza, un mayor ingreso per cápita en relación con Estados Unidos, y una mayor fracción de jóvenes y viejos, sugieren tasas de ahorro privado más bajas. En términos generales, el estudio halló pocos elementos que respaldaran las teorías más comunes sobre el ahorro en los países en desarrollo, quizás debido a la existencia de datos menos confiables. Una de las principales conclusiones del estudio se refiere a que los cambios en la posición fiscal del gobierno parecen provocar una reacción sólo parcial en el ahorro privado. El promedio simple de los resultados de los países industrializados y en desarrollo sugiere un valor de alrededor de tres quintos, valor considerablemente por debajo de la unidad como se postula en la plena equivalencia ricardiana, y resulta similar a otras estimaciones contenidas en la bibliografía. Otra conclusión es que los efectos demográficos son significativos y en general han contribuido a incrementar las tasas de ahorro durante los últimos 25 años. Una tercera observación es que parece existir una asociación positiva entre el crecimiento del PIB y la tasa de ahorro. Además, existen indicios de que la tasa de ahorro puede haberse estabilizado o incluso disminuido en los países con altos niveles de ingreso per cápita. En el estudio también se encontró que los cambios en los términos de intercambio tienen un fuerte efecto positivo sobre el ahorro y que, en los países en desarrollo, el ahorro externo reduce el ahorro privado, pero aumenta el volumen total de ahorro disponible para inversión. II. El Ahorro en el Mundo Los datos históricos sobre los patrones de ahorro sugieren que, antes de los años veinte, la mayoría de los países industrializados, incluyendo Australia, Canadá, Francia, Japón y el Reino Unido, mostraban tasas de ahorro nacional muy reducidas, del orden del 10 al 15% del PIB. A través de varias décadas, las tasas de ahorro se han incrementado hasta el 20% prácticamente en todos los países industrializados y los países en desarrollo de crecimiento acelerado. Pocos países como Japón, China y algunas de las economías asiáticas de industrialización reciente han registrado tasas superiores al 30 por ciento. La tasa de ahorro mundial aumentó en forma constante durante los años sesenta, estimulada en parte por el rápido incremento de la tasa de ahorro de Japón. Posteriormente registró dos valores máximos durante las dos alzas del precio del petróleo en los años setenta y se ha reducido notablemente desde 1980. Las pruebas estadísticas muestran evidencias de cambios estructurales en el nivel y la tendencia de la tasa mundial de ahorro después de 1972 y nuevamente después de 1980,9 de manera que resulta conveniente observar el comportamiento del ahorro a lo largo de tres periodos: los años anteriores a las crisis petroleras, 1960-1972; el periodo de ajuste a la misma, 1973-1980; y el periodo posterior de 1981 hasta el presente. Haciendo esta distinción, la tasa de ahorro mundial registró un promedio del 23% en el primer periodo, se incrementó al 25% en el periodo de la crisis, y luego decreció al 22.5% en el periodo más reciente. En 1992 y 5 1993, los últimos años para los que se dispone de información histórica, la tasa de ahorro mundial alcanzó un promedio de apenas el 21.7%, o sea, dos puntos porcentuales por debajo de la registrada a fines de los años sesenta y setenta. Desglosando los datos sobre el ahorro interno en los principales países industrializados (que representan alrededor de la mitad del ahorro mundial) en ahorro público y privado, puede verse que prácticamente toda la disminución se produjo en el ahorro del sector público. En esos países, la tasa de ahorro privado registró un promedio del 20% en los periodos 1960-1972 y 1981-1993. Sin embargo, la tasa de ahorro público se redujo del 4% del PIB en el periodo 1960-1972 a solamente 0.5% en el periodo 1981-1993. Así, en los principales países industrializados, excepto en Japón, se observa una disminución de la tasa de ahorro público. A diferencia de los países industrializados, la tasa promedio de ahorro interno de los países en desarrollo ha mostrado una marcada tendencia ascendente pasando de alrededor del 19% del PIB en 1970 al 27% en la actualidad. Gran parte de este incremento se debe a los países asiáticos: la tasa de ahorro de las economías en desarrollo de Asia creció más de 10 puntos porcentuales, pasando del 21% en 1969 a más del 31% en 1993, debido principalmente al incremento de las tasas de ahorro privado. Por otro lado, en algunos países en desarrollo que han logrado mantener altas tasas de crecimiento, las tasas de ahorro se han duplicado en los últimos 20 años (Chile, Corea, Malasia y Tailandia, entre otros). En contraste, se observa una disminución en la tasa de ahorro de África, misma que puede atribuirse en gran medida a la disminución de la tasa de ahorro público. En los países en desarrollo de América, la tasa agregada de ahorro creció durante los años setenta, pero ha venido decreciendo desde 1989, debido principalmente a la disminución de las tasas de ahorro privado. Entre los factores que produjeron la caída de la tasa de ahorro de esos países figura la afluencia de capitales y la liberalización financiera, que dieron como resultado un mayor acceso a los préstamos internos y externos.10 Las tendencias del ahorro en muchos países en transición de Europa oriental son difíciles de analizar debido a la limitación de los datos disponibles. En esos países, las tasas de ahorro eran elevadas antes de la transición al capitalismo debido principalmente a que las escasas oportunidades de consumo conducían al llamado ahorro forzoso. Se estima que durante la primera fase de la transición las tasas de ahorro privado probablemente hayan decrecido ya que las unidades familiares sufrieron una fuerte contracción en su ingreso, reduciéndose al mismo tiempo el ahorro empresarial. Sin embargo, la limitación de datos dificulta la cuantificación de tales descensos. La mayoría de estos países también ha experimentado un significativo desahorro del Estado, del orden del 5 al 15% del PIB por año. Existen pocas dudas de que las tasas agregadas de ahorro de estos países sean muy inferiores a las que existían antes de la transición. La evolución descrita evidencia que existe un problema de insuficiencia en el ahorro mundial. Ningún indicador individual demuestra esta conclusión, pero existe una diversidad de pruebas que apuntan en esa dirección, incluso la existencia de tasas mundiales de ahorro y de inversión relativamente bajas, tasas relativamente elevadas de rendimiento en los mercados financieros y un crecimiento relativamente bajo de la producción mundial, en comparación con lo acontecido antes de 1973. El periodo comprendido entre 1960 y 1972 constituye un periodo de referencia interesante: durante el mismo se registró un vigoroso crecimiento del PIB, la razón inversión/PIB era elevada, el comportamiento de la productividad fue notable y se registró un saludable aumento 6 del ingreso real. En comparación con ese periodo, actualmente las tasas reales de interés son significativamente más altas y la razón inversión/PIB es menor. Adicionalmente, el rendimiento real de los mercados financieros fue casi dos veces más alto en el periodo 1981-1993 que en 1960-1972, lo que sugiere una mayor escasez relativa de capital.11 Nuevamente, la causa básica de la desaceleración del ahorro parece ser la drástica disminución de la tasa de ahorro público mundial registrada desde 1980. Por su parte, el ahorro privado se ha mantenido relativamente constante en el orden del 20% durante la mayor parte de las últimas cuatro décadas. El incremento de la deuda pública ha sido el factor clave que ha contribuido al aumento de las tasas mundiales de interés real desde los años sesenta. El costo económico de este hecho es sustancial. Según el Fondo Monetario Internacional, el costo de este menor ahorro, mayores tasas de interés y menor inversión representa una pérdida permanente de aproximadamente 2% en el consumo mundial.12 Aspectos Relacionados con la Evolución del Ahorro De lo analizado hasta este punto se pueden deducir varios aspectos relacionados con la evolución del ahorro. Por un lado, las tasas de ahorro interno tienden a aumentar marcadamente a medida que se incrementa el ingreso per cápita, si bien se nivelan o incluso decrecen un poco en las economías de alto ingreso. Las tasas muy bajas de ahorro se observan con mayor frecuencia en los países que tienen un ingreso per cápita bajo, debido en parte a que prácticamente todo el ingreso se dedica a cubrir los gastos de consumo. En segundo lugar, en países de ingreso medio se observa una tendencia ascendente de sus tasas de ahorro, particularmente en las economías asiáticas de reciente industrialización, mientras que la tendencia a la nivelación (o incluso la disminución) es más notable en países de elevado ingreso per cápita, tales como Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido. Tercero. Si se considera la oferta global de ahorro para satisfacer la demanda mundial de inversiones, lo que interesa es el volumen efectivo de ahorro, su capacidad para desplazarse a través de las fronteras internacionales y su estabilidad. Respecto al primer aspecto, como era de esperarse, los mayores proveedores de ahorro son las economías más grandes. Japón y las economías asiáticas de reciente industrialización proveen proporcionalmente más ahorros que lo que podría sugerir la magnitud de su PIB, mientras que Estados Unidos lo hace en menor proporción. El hecho de que los países industrializados provean alrededor de la mitad del ahorro mundial sugiere una posible sobreestimación de su verdadero peso en la oferta de ahorro ya que la mayoría de los países en desarrollo y en transición aún no están completamente integrados a los mercados financieros mundiales. Sin embargo, los países industrializados siguen dominando los mercados mundiales de capital. Un elemento que las estadísticas rara vez destacan es la calidad o estabilidad del ahorro. Es claro que los proyectos relacionados con cambios estructurales en la economía requieren de largos plazos de maduración; por lo tanto, la disponibilidad de fuentes de financiamiento acorde con dichas necesidades constituye un elemento importante en la factibilidad financiera de dichos proyectos. 7 Por otro lado, una de las más notables constantes de los datos comparativos entre países es la relación que existe entre la tasa de ahorro y el crecimiento del producto. Por lo general, los países que generan altos niveles de ahorro crecen más rápidamente que aquéllos en los que el nivel de ahorro es menor. Durante el periodo 1983-1993, 14 de las 20 economías de crecimiento más rápido mostraron tasas de ahorro superiores al 25% y ninguna de éstas registró una tasa de ahorro inferior al 18%. Por su parte, 8 de las 20 economías de crecimiento más lento del mundo registraron tasas de ahorro de menos del 10%, y 14, tasas inferiores al 15%. Sin embargo, la vinculación entre el ahorro y el crecimiento económico no es rigurosa. Algunos países han mostrado tasas muy elevadas de ahorro y, comparativamente, un bajo crecimiento económico (por ejemplo Suiza), mientras que otros han experimentado un vigoroso crecimiento económico a pesar de tener una tasa de ahorro relativamente baja, por lo menos durante un determinado periodo. El PIB real de Chile, por ejemplo, ha registrado un crecimiento promedio de más del 6% anual en los últimos 10 años y su tasa de ahorro se ha mantenido en un promedio de apenas 16%, aunque con tendencia ascendente. Otro punto de interés lo constituye el hecho de que la dirección de la causalidad que existe entre el ahorro y el crecimiento es difícil de establecer. En efecto, existen razones para creer que se producen efectos positivos en ambas direcciones. El efecto positivo del ahorro sobre el crecimiento es el más directo: un mayor nivel de ahorro incrementa la tasa de crecimiento del producto al producir una acumulación más rápida de capital. La tradicional recomendación de política que se desprende de este punto de vista es que para aumentar el ritmo del crecimiento económico, los países deben pensar primero en estimular el ahorro para incentivar la formación de capital. De manera similar, la evidencia empírica sugiere que el crecimiento del ingreso también ejerce un efecto positivo sobre el ahorro. El examen de los datos de los países de elevado ahorro y alto crecimiento de Asia oriental, por ejemplo, sugiere que tales países experimentaron un elevado crecimiento antes de que se incrementaran sus tasas de ahorro. De hecho, el aumento de las tasas de ahorro de Japón y Corea se produjo años después del incremento de las tasas de crecimiento del PIB. Posteriormente, el menor ritmo de crecimiento de Japón, a fines de los años sesenta, fue seguido por una disminución de la tasa de ahorro. Las investigaciones recientes se orientan cada vez más a sugerir que la vinculación se produce desde el crecimiento hacia el ahorro. La experiencia de los países industrializados, en los que las tasas de ahorro se redujeron ante el lento crecimiento del producto y la productividad después de 1973 también es congruente con este punto de vista.13 Si bien tales estudios pueden no ser totalmente concluyentes, los datos sugieren que puede existir un círculo virtuoso entre el crecimiento y el ahorro. Los aumentos en el crecimiento elevan la tasa de ahorro, lo que a su vez se traduce en un mayor crecimiento. Este hecho puede tener amplias ramificaciones. Una hipótesis interesante la constituye el sugerir que la aceleración del crecimiento en los países en desarrollo es posible incluso en ausencia de un aumento inicial del ahorro si, digamos, el estímulo proviene de la transferencia de tecnología. Un último aspecto interesante es que si bien el ahorro excesivo es teóricamente posible en una economía cerrada, en un mundo de mercados abiertos a los flujos de capital el exceso de ahorro en un país podría canalizarse e invertirse en otros países. Teóricamente, estos últimos se verán beneficiados de las menores tasas de interés y de la mayor formación de capital que tales flujos generan y, en consecuencia, disfrutaran de un mayor crecimiento económico. Sin 8 embargo, una situación de este tipo también podría caracterizarse por desequilibrios en las cuentas externas y provocar presiones sobre los mercados financieros sin obtener ningún beneficio en términos de elevadas tasas de crecimiento del producto.14 Por lo tanto, en la práctica pueden existir limitaciones a la capacidad de acumulación de activos externos por parte de algún país.15 Perspectivas del Ahorro Mundial Respecto a la posible trayectoria del ahorro mundial en los próximos 15 ó 20 años, las perspectivas no son necesariamente sombrías, especialmente si puede mantenerse el crecimiento en los países de ahorro interno elevado. La clave será lo que ocurra con el ahorro público ya que las tasas de ahorro privado han permanecido prácticamente estables durante las últimas tres décadas y probablemente no experimenten desplazamientos ascendentes o descendentes en las próximas dos décadas. Sin embargo, la tasa de ahorro público mundial cayó marcadamente después de 1980 y constituyó la principal causa de la disminución general de la tasa de ahorro mundial durante el periodo 1981-1993.16 Sorprendentemente quizá, cabe esperar que las tendencias demográficas mundiales no tengan fuertes repercusiones generales en la tasa mundial de ahorro privado durante los próximos 20 años. En los países industrializados se producirá una disminución gradual de la tasa agregada de ahorro privado como consecuencia del constante aumento de su coeficiente de dependencia. Según proyecciones demográficas de las Naciones Unidas, en promedio, el coeficiente de dependencia se incrementará en los países industrializados de alrededor del 66% en 1995 (su nivel mínimo) a un nivel cercano al 70% para el año 2015, lo que tendería a reducir la tasa de ahorro de los países industrializados en menos de un punto porcentual. En Japón, el efecto será mucho más notable: su coeficiente de dependencia se incrementará aproximadamente 20 puntos porcentuales, lo que hará que su tasa de ahorro se reduzca alrededor de tres puntos porcentuales, o sea, del 33 al 30% del PIB, si las demás condiciones se mantienen iguales. La caída en la tasa de ahorro privado de los países industrializados probablemente sea compensada por el constante decremento de los coeficientes de dependencia en los países en desarrollo. Después de alcanzar un máximo de más del 120% en 1970, el coeficiente promedio de dependencia de los países en desarrollo ha experimentado una constante disminución y es probable que continúe decreciendo por lo menos durante los próximos 20 años. En efecto, se estima que entre 1995 y el año 2015, el coeficiente de dependencia se reducirá de alrededor del 90% a aproximadamente un 70%, lo que podría incrementar en cerca de tres puntos porcentuales la tasa de ahorro privado de los países en desarrollo. Dado que los países en desarrollo representan alrededor de un tercio del PIB incremento debería compensar casi por completo la disminución del ahorro países industrializados. Además, la participación de los países en desarrollo en probablemente aumente sustancialmente durante los próximos 20 años y este impulsaría la tasa mundial de ahorro. mundial, dicho privado de los el PIB mundial hecho también Resulta difícil predecir qué países crecerán con mayor rapidez, pero es probable que el rápido crecimiento económico y el incremento en el ahorro de países como Brasil, China, India o Indonesia compensen o incluso superen la contracción del ahorro en países como Japón o Francia. 9 El factor clave que influirá en la oferta futura de ahorro mundial es el saldo fiscal de los gobiernos. Suponiendo que los gobiernos de los principales países industrializados reducen sus déficit e incrementan sus tasas de ahorro a la mitad de la tasa observada durante el periodo 1960-1972, o sea al 2%, se generaría un aumento de alrededor de 1.5 puntos porcentuales del PIB en la tasa de ahorro público (en el periodo 1981-1993, la tasa promedio de ahorro fue de 0.5% del PIB). Suponiendo que el desahorro privado compensa aproximadamente la mitad de este aumento, se obtendría un incremento de alrededor de 0.75 de punto porcentual en la tasa de ahorro mundial. Por otro lado, supongamos que los gobiernos incrementan sus tasas de ahorro público hasta llegar a la tasa promedio del 4% del PIB registrada en el periodo 1960-1972. Ello representaría un incremento de 3.5 puntos porcentuales en el ahorro del Estado, que después de la compensación del ahorro privado incrementaría la tasa mundial de ahorro aproximadamente 1.75 puntos porcentuales. Si el ahorro en los países en desarrollo aumentase en forma vigorosa y si las tasas de ahorro público en los países industrializados retornasen a los niveles registrados en los años sesenta y principios de los setenta, las tasas mundiales de interés real podrían disminuir notablemente. En contraparte, el Fondo Monetario Internacional plantea la posibilidad de que se presente un escenario pesimista, caracterizado por estancamiento en el crecimiento de los principales países en desarrollo y por la existencia de déficit fiscales aún mayores en los países industrializados. Bajo estos supuestos, la tasa de ahorro podría reducirse otros dos o tres puntos porcentuales en los próximos 15 a 20 años. Todo lo anterior conduce a deducir que, en última instancia, la oferta futura de ahorro mundial depende de dos variables cruciales: el ritmo de crecimiento económico de los países en desarrollo y el volumen de desahorro público de los países industrializados. III. Comportamiento del Ahorro Interno en México A continuación se presenta una descripción del comportamiento del ahorro interno en México durante los últimos 35 años con especial énfasis en lo ocurrido en los años más recientes. Se define al ahorro interno como la diferencia entre la inversión bruta doméstica y el ahorro externo, es decir, el negativo del déficit en cuenta corriente. De esta forma se evitan los problemas que surgen de utilizar las cifras del Sistema de Cuentas Nacionales y se facilita la comparación entre países. El ahorro privado se define como la diferencia entre el ahorro interno y el ahorro público. En el comportamiento del ahorro en México se observa una relación inversa entre el ahorro interno y el externo, estableciendo una relación de sustitutos en lugar de la deseada relación de complementariedad. Así, por muchos años el ahorro externo ha sustituido, en mayor o en menor medida, al ahorro interno en el financiamiento de la inversión. Únicamente en la década de los ochenta, cuando el país tuvo restringido el acceso a los créditos externos, el ahorro interno excedió el monto de inversión doméstica y México se convirtió en exportador neto de capital. Entre 1960 y 1994, el ahorro interno en México registró un nivel promedio superior al 18% del PIB. Sin embargo, de 1992 a 1994, se observó un descenso que lo llevó a fluctuar alrededor 10 del 15% del PIB. Además, desde 1988 ocurrió un cambio en la composición del ahorro en el país. El ahorro del sector público elevó su participación mientras que el del sector privado disminuyó, aún cuando más recientemente se revirtió dicha tendencia. Ahorro e Inversión En los sesenta el ahorro interno registró un promedio anual de 17% del PIB. Posteriormente se observó una tendencia ascendente al promediar 18% del PIB en los setenta. Por su parte, la inversión doméstica también se incrementó de un nivel promedio de 19% en los sesenta a 21% del PIB en los setenta. Gráfica 1 La gráfica 1 muestra que la estrecha relación entre el ahorro total de la economía y la formación bruta de capital se mantiene al atender a sus respectivas tasas de crecimiento real. En ella también destacan los descensos observados en ambas variables en 1983, 1986 y 1993. El ahorro interno mexicano promedió un 21% del PIB en los años ochenta. Sin embargo, entre 1982 y 1987, la inversión se contrajo como proporción del PIB y, por primera vez desde los años cincuenta, el ahorro interno fue mayor que la formación bruta de capital, resultando en un superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Con la adopción del programa de estabilización económica, a partir de 1988 la inversión se recuperó, pero el ahorro interno tendió a disminuir, por lo que el país recurrió nuevamente al ahorro externo. 11 Gráfica 2 En la gráfica 2 se muestra la creciente importancia del ahorro externo en el financiamiento de la inversión del país, particularmente desde los últimos años de los ochenta y hasta 1994. Para 1992 el ahorro interno había caído a poco menos de 16% del PIB debido principalmente a la reducción del ahorro privado. Este último registró niveles de 13 y 16% del PIB en los sesenta y setenta, respectivamente, así como incrementos reales en ciertos años durante los ochenta, ayudando a compensar la baja del ahorro público. La gráfica 3 muestra cómo el ahorro privado ha compensado las disminuciones en el ahorro público en diferentes momentos, destacando los años de 1976, 1981, 1988 y 1994. Gráfica 3 12 Ahorro Público El ahorro público se incrementó sustancialmente a fines de la década de los setenta hasta alcanzar poco menos de 6% en 1980. Durante la década de los ochenta se presentaron fluctuaciones importantes en el ahorro público, promediando un nivel cercano al 3% del PIB y llegando a casi 12% en 1990, el valor más alto en el periodo considerado. A partir de este año, se empezó a mostrar una tendencia descendente que lo llevó a poco más del 0.2% del PIB en 1994. No obstante ello, el promedio del ahorro público se ubicó en más de 4% del producto en el periodo 1991-1994, la cifra más alta de las últimas tres décadas. La tasa de ahorro interno cayó en 1994, como reflejo de la reducción en el ahorro del sector público, de más de 5 puntos del PIB. Esto último se asocia con un relajamiento en la disciplina fiscal observada durante la mayor parte de la década de los noventa. Ahorro Privado El ahorro privado declinó de manera continua de un nivel cercano al 21% del PIB en 1988 a menos de 7% en 1990, pero se recuperó significativamente en 1994 superando el 14% del PIB. Varios factores parecen haber influido en la reducción en el ahorro privado, siendo algunos de los más importantes: 1. El incremento en el ingreso futuro esperado por los agentes privados. El éxito de las reformas estructurales emprendidas en la segunda mitad de los ochenta pudo haber apoyado dicha percepción y fomentado un mayor consumo en relación con el ingreso corriente. Así, entre 1990 y 1992, el consumo per cápita creció a tasas más altas que las de producción. 2. El consumo privado quizás respondió a un “efecto riqueza”, el cual pudo haber hecho que los agentes económicos tendieran a reducir la proporción de sus ingresos corrientes destinados al ahorro. Desde finales de los ochenta y hasta 1993, hubo un auge en los mercados accionario y de bienes raíces, lo que revaluó los activos en manos del sector privado. Ello elevó la riqueza de los particulares y favoreció un mayor consumo, a costa de un menor ahorro. 3. El mayor consumo del sector privado, particularmente de bienes duraderos, ocurrió después de un largo periodo en el que las compras de estos bienes se mantuvo muy reducida debido a los problemas económicos de los años ochenta. Una proporción considerable de los bienes duraderos se depreció durante este periodo y no pudo ser reemplazada, por lo que su stock se encontraba por debajo del nivel de equilibrio. A medida que las condiciones económicas mejoraron, las compras de bienes durables crecieron considerablemente y ello tuvo un efecto negativo sobre el ahorro. 4. Aparentemente, el fortalecimiento de las finanzas públicas tuvo alguna influencia sobre la caída del ahorro privado. El balance económico del sector público pasó de un déficit de 14% del PIB en 1987, a un superávit de 1.6% en 1992. El mayor ahorro público pudo haber generado la expectativa de una menor carga tributaria en el futuro, induciendo menos ahorro y más consumo presentes.17 Además, parte del superávit fiscal fue usado para cancelar deuda pública en manos de los bancos. Los recursos así obtenidos por la banca, junto con aquellos asociados con la entrada de capitales, fueron empleados para responder a la demanda de crédito por 13 parte del sector privado. Ello permitió que el crédito al consumo mostrara una significativa expansión entre 1989 y mediados de 1993. 5. La liberación de los mercados financieros que tuvo lugar a finales de 1988 y principios de 1989 significó para el sector privado, y sobre todo para los consumidores, un acceso más fácil al crédito. El crédito a este sector estuvo muy limitado entre 1983 y 1988, con un crecimiento virtualmente nulo en este periodo. La mayor disponibilidad de crédito bancario a partir de 1989, permitió a los consumidores comprar bienes durables y redujo la necesidad de ahorrar para adquirirlos.18 Gráfica 4 La gráfica 4 muestra que, en efecto, a partir de la corrección en las finanzas públicas y, sobre todo a partir de la liberalización financiera, el sector privado, señaladamente las familias, tuvieron mayor acceso al crédito bancario. 6. Los grandes montos de capital captados por México en los últimos años significaron una expansión de la disponibilidad de fondos prestables. Por lo tanto, dicha entrada de capitales relajó la restricción presupuestal tanto de empresas como de individuos y favoreció el rápido incremento en los gastos de inversión y consumo. 14 Gráfica 5 La gráfica 5 muestra la distribución del ahorro externo por sector receptor del mismo. Es importante notar que en el caso del sector público los recursos recibidos se integran por colocación de papel de deuda en los mercados internacionales, contratación de deuda con organismos internacionales y por ingresos provenientes de privatizaciones (como en el caso de TELMEX). 7. La baja en el ahorro privado se puede asociar también con la apreciación real que el peso observó entre 1987 y finales de 1994. La sobrevaluación del peso redujo el precio de los bienes importados, alentando un mayor consumo de bienes importados. 8. La apertura de la economía al comercio exterior probablemente originó una elevación del ingreso en favor de los consumidores. Ello se debe a que, la disponibilidad de productos elaborados en el exterior presionó a la baja los precios de sus sustitutos de producción nacional, lo que equivale a un aumento en el ingreso real de los consumidores. Asimismo, la mayor competencia entre empresas del país y del extranjero redujo los márgenes de ganancia de las compañías mexicanas, llevándolas a ahorrar menos. La naturaleza de todos estos factores, los cuales han contribuido a la caída en el ahorro privado, permiten pensar que tal disminución es temporal. La evolución del ahorro privado en 1993 y 1994, cuando éste se recuperó en cierta medida, apoya esa idea. Sin embargo, para fortalecer el ahorro privado, es fundamental establecer condiciones de estabilidad macroeconómica y de precios. En la medida en que estas condiciones prevalezcan y desaparezca la influencia de los factores que contribuyeron a su caída, es de esperarse que el ahorro privado continúe la recuperación iniciada en 1993. 15 IV. Comparación del Ahorro Interno en México y otros Países En esta sección se compara la tasa de ahorro interno de México con el de varios países para el periodo 1983-1993. Latinoamérica En dicho periodo, el ahorro interno en México promedió 19.4% del PIB, cifra ligeramente superior al promedio de los países considerados de América Latina. De la comparación individual resulta que el ahorro en México fue superior en 3.5 y 3.1 puntos porcentuales del PIB respecto a Argentina y Chile, respectivamente. El nivel de ahorro de éste último país se vio influido por bajas tasas de ahorro en los primeros años de la década pasada. De los países examinados, Brasil y Venezuela presentaron porcentajes promedio de ahorro más altos que México. Colombia, por su parte, en varios años registró tasas de ahorro más altas que México (particularmente en 1986, 1988 y 1990). Norteamérica Destaca el hecho de que durante el periodo bajo estudio, el nivel promedio del ahorro interno mexicano fue superior al observado en países como Canadá y los Estados Unidos, cuyos porcentajes promedio fueron de 17.8 y 15.7% del PIB, respectivamente. En este punto conviene destacar que, en contraste con lo ocurrido en México, donde las finanzas públicas se fortalecieron hacia el final del periodo considerado, los niveles de ahorro en ambos países son consecuencia del desahorro público combinado con bajas tasas de ahorro privado. OECD En el periodo 1983-1993, la tasa promedio de ahorro interno en México fue inferior en 1.2 puntos porcentuales del PIB a la observada en el conjunto seleccionado de países miembros de la OECD. No obstante, dicho porcentaje fue superior al observado en Reino Unido (13.4%), Grecia (15.8%), Bélgica (16.1%), Dinamarca (16.5%), Suecia (17.7%), Irlanda (18.4%) e Islandia (18.7%). 16 Cuadro 1 Ahorro Interno en México y algunos países seleccionados (1983-1993). (Porcentajes del PIB) 1983 1986 1988 1990 1993 1993-93 1/ México 25.7 17.4 19.0 18.8 16.8 9.6 América Latina Argentina Brasil Colombia Chile 2/ Venezuela 18.5 13.7 12.2 4.2 18.3 14.8 17.6 19.1 12.2 17.1 17.4 24.0 21.4 22.1 18.3 17.2 22.1 19.9 22.6 27.3 15.4 20.4 n.d. 21.4 14.3 18.5 15.9 25.0 18.4 16.3 20.5 Países de la OECD Alemania Australia Austria Bélgica 2/ Canadá Dinamarca España Estados Unidos Finlandia Francia Grecia Irlanda 2/ Islandia Italia 2/ Japón Noruega Nueva Zelanda 2/ Países Bajos Portugal 2/ Reino Unido Suecia Suiza 21.2 19.1 22.4 15.1 19.8 13.5 19.7 17.1 22.8 18.9 16.5 13.5 19.6 22.0 29.8 28.2 23.9 22.1 21.4 19.1 16.6 25.2 24.1 21.5 23.7 17.9 18.3 16.1 21.7 15.9 22.2 20.0 15.6 12.7 17.4 21.4 32.1 23.0 22.4 23.6 26.4 16.6 17.6 29.5 24.3 22.7 24.6 20.5 20.0 16.6 22.6 15.8 24.0 20.9 17.5 15.8 19.5 20.7 33.4 22.7 19.7 24.3 27.3 9.2 19.3 32.7 24.5 19.5 25.9 23.2 16.8 18.4 22.1 15.3 23.0 21.0 14.6 20.9 18.3 19.5 34.0 24.3 20.4 25.3 28.8 8.9 19.8 32.3 17.8 17.8 23.7 n.d. 14.5 17.7 19.5 14.8 12.0 18.5 18.3 n.d. 16.0 n.d. 33.5 22.0 n.d. 22.8 n.d. 11.1 13.6 28.7 20.8 22.3 20.3 24.3 16.1 17.8 16.5 21.1 15.7 20.4 19.9 15.8 18.4 18.7 20.4 32.8 24.8 21.5 23.8 25.9 13.4 17.7 30.6 Asia Corea Indonesia Tailandia 2/ 26.8 21.3 18.7 32.9 23.4 22.4 38.8 29.9 29.9 36.1 33.3 32.6 34.5 31.2 n.d. 31.7 33.6 28.8 32.8 1/ Los promedios corresponden únicamente al de los países mostrados. 2/ Promedio 1983-1992. n.d. = No disponible. Fuente: Elaboración propia con datos del Fondo Monetario Internacional, Banco de México e INEGI. 17 Asia Al comparar a México con algunos países asiáticos resulta que el ahorro interno de nuestro país fue considerablemente inferior entre 1983 y 1993. De hecho, los países asiáticos de reciente industrialización registran las tasas de ahorro más altas en el mundo. Dicho porcentaje de ahorro sólo es comparable con el generado por Japón y Suiza (32.8 y 30.6% en 1983-1993, respectivamente). Gráfica 6 Conviene recordar que, entre 1988 y 1993, México recibió importantes sumas de ahorro externo, por el equivalente al 4.4% del PIB en promedio. Dicha cifra fue la más alta entre los países seleccionados para la presente comparación, con excepción de Tailandia y Reino Unido, cuya captación promedio de ahorro del exterior ascendió a 5.6 y 7.8% del PIB, respectivamente. Reflexiones en torno a la Comparación del Ahorro Interno en México y otros Países Como ya se mencionó en la sección II de este documento, a nivel mundial se encuentra evidencia de que con mayor ahorro se promueven más inversiones y, por ende, un mayor crecimiento económico: países con tasas crecientes de ahorro, tales como Chile en América Latina y las economías recientemente industrializadas de Asia, han experimentado incrementos importantes en sus niveles de producción. La gráfica 7 muestra que México no escapa a esta constante a nivel internacional. Lo anterior reafirma la estrecha relación entre ahorro y crecimiento económico. 18 Gráfica 7 En las estadísticas referentes al porcentaje que el ahorro interno representaba del Producto Interno Bruto en 1993, países como Corea, Japón, Indonesia y Suiza reflejan los niveles más altos de la muestra. Entre los países latinoamericanos, Chile representa el mayor nivel; muy por arriba de los porcentajes logrados por México y Argentina.19 Una revisión de la evolución del ahorro interno en algunas de las principales economías de la región latinoamericana muestra interesantes resultados: En Argentina, por ejemplo, el ahorro interno decreció entre 1970 y 1986 como consecuencia de un ambiente hiperinflacionario y de alta inestabilidad política. A partir de 1989, el ahorro interno se ha mantenido sobre niveles ligeramente superiores al 15% como porcentaje del PIB. En Brasil, la indización de la economía así como el alto desarrollo electrónico de su sistema financiero han permitido que el ahorro interno se mantenga relativamente estable a pesar del ambiente inflacionario prevaleciente en este país. En el caso de Chile, el ahorro interno experimentó una caída dramática como consecuencia del colapso financiero de 1981-1982. A partir de la instrumentación de su plan privado de pensiones, sustentado sobre la base de cuentas individualizadas, el ahorro interno chileno ha mostrado una tendencia creciente en su participación dentro del PIB. Este resultado resulta más destacado si se considera que el crecimiento económico de ese país se ha mantenido en porcentajes superiores al 5% durante los últimos años Destaca el desempeño que ha tenido el ahorro interno en Venezuela, la alta dependencia de este con respecto a la evolución de los precios internacionales del petróleo es evidente. De 1970 a 1980, la evolución de dichos precios le permitió un abrupto incremento en las exportaciones, lo que se tradujo en un crecimiento del ahorro interno. Sin embargo, la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos en 1982, y posteriormente en 1986, afectó el nivel que representaba el ahorro interno como porcentaje del producto. 19 El caso colombiano muestra una mayor estabilidad ya que su ahorro interno ha fluctuado sobre niveles cercanos al 20%. Sin embargo, la evolución del ahorro interno en los países latinoamericanos ha sido efecto de causas fortuitas como variaciones en los precios de hidrocarburos, de metales y de otras mercancías de exportación, más no como resultado de una política permanente de fomento al ahorro. Situación de excepción, como ya se dijo, la representa Chile a partir de 1982, a través de un mecanismo de aliento a su sistema de pensiones. Respecto a México, en 1983 se observa un egreso neto de recursos, mismo que se prolonga hasta 1985 y reaparece en 1987. Es a partir de este año que la mayor apertura a la inversión directa y de portafolio incrementa la participación del ahorro externo hasta alcanzar niveles máximos que representaron hasta el 7.7% del producto en 1994. Al comparar el comportamiento del ahorro en Chile y en México se evidencian diferencias importantes: mientras que en México el comportamiento es errático y fluctúa entre 14 y 24%, en Chile se mantiene en una tendencia creciente, comenzando en 4% en 1983 y terminado en más de 21% del PIB en 1993. Por otra parte, en México el ahorro externo muestra una tendencia creciente a partir de 1987, en tanto que en Chile sólo al final del periodo se observa una tendencia definida de crecimiento en esta variable. Ello refleja el extremo de dos modelos de desarrollo. El Chileno, sustentado fundamentalmente en una política interna de largo plazo que promueve el ahorro interno, y el modelo mexicano que, ante la carencia de una política definida de promoción del ahorro interno, mantuvo un comportamiento errático y tuvo que recurrir al ahorro externo como fuente de financiamiento de los proyectos productivos. Finalmente, en México aproximadamente el 80% de los activos monetarios y financieros en poder del público son denominados de corto plazo (menos de un año). En consecuencia, en las condiciones actuales son muy limitadas las posibilidades de financiar proyectos que involucren un largo periodo de maduración. El caso de Chile y Estados Unidos dan una muestra clara de lo importante que es para una economía la estabilidad del ahorro que genera. Ambos son de los pocos países en el mundo que cuentan entre sus activos financieros con instrumentos de deuda con plazos de emisión de treinta años, lo que amplia la factibilidad financiera de los principales proyectos de desarrollo e imprime una robusta estabilidad a su sistema financiero. De esta manera, aún cuando la tasa de ahorro interno estadounidense (14.8% en 1993) es inferior a la de México (16.8%), la calidad de éste es muy superior a la del mexicano. V. El Sector Asegurador como Generador de Ahorro Interno En México, el sector asegurador ha tenido y seguirá teniendo un importante papel que jugar en la generación y canalización de ahorro interno. Por ello, conviene atender a la manera en que la actividad aseguradora se inserta en la estrategia de crecimiento trazada para los próximos años. 20 Contribución del sector asegurador en la generación de ahorro interno El sector asegurador capta una parte importante del ahorro de la sociedad. En los primeros nueve meses de 1995, la emisión de primas directas ascendió a N$16.7 millones, el 29.8% del flujo de ahorro financiero (definido como el agregado monetario M4 menos billetes y monedas en poder del público) generado en la economía y significó 4.2 puntos porcentuales más que en el mismo periodo de 1994. Gráfica 8 De hecho, en la gráfica 8 se observa que las primas directas de seguros han venido representando porcentajes crecientes en el flujo de ahorro financiero a partir de 1987. Dicho crecimiento fue más notorio en los primeros nueve meses de 1995. Por otra parte, la participación del seguro en la generación de ahorro interno también se incrementó en cerca de 8 puntos porcentuales entre 1981 y 1994. Finalmente, su participación en el PIB aumentó de 1.15% en 1990, a 1.64% en 1994. Gráfica 9 21 Sin embargo, medir la importancia del sector asegurador atendiendo a su participación dentro del PIB resulta en una subestimación de su verdadera dimensión. Tomando en cuenta las sumas aseguradas, entre 1990 y 1994, la penetración del sector asegurador se elevó de 170 a 230% del PIB. Las empresas aseguradoras apoyan la eficiencia de la economía al concentrarse en la previsión, protección y reasignación de riesgos. Consecuentemente, al proporcionar a los distintos agentes económicos una mayor certidumbre en sus operaciones, conducen a una mejor y más eficiente asignación de los recursos disponibles, contribuyendo a incrementar la inversión y el crecimiento económico. Adicionalmente, los volúmenes de fondos que administran las aseguradoras a través de la inversión de sus reservas, proveen de una liquidez significativa, estable y permanente al sistema financiero. Al ampliarse la cobertura de seguros, se generan mayores recursos disponibles para los demandantes de crédito. Es aquí donde radica la relevancia del sector como promotor de ahorro interno Aún existen significativas oportunidades para ofrecer una gama más amplia de instrumentos y servicios que fomenten el ahorro de la población y propicien una canalización de recursos más eficiente y oportuna hacia los sectores productivos. El gran reto del sector asegurador radica en ampliar su cobertura incorporando a segmentos no atendidos de la población. En este contexto es conveniente evaluar las aplicaciones que pueden encontrar las Unidades de Inversión (UDI´s) en las actividades del sector asegurador. Por su naturaleza, algunos ejemplos de los seguros que podrían ser denominables en UDI´s son los siguientes: - Seguros de vida individual a largo plazo Planes de pensiones individuales Seguros colectivos de deudores Seguros colectivos ordinarios de vida También conviene, en los casos de seguros de Daños, incluir al sistema de UDI´s las cláusulas de revalorización por inflación de la suma asegurada. Sistema de Seguridad Social Un elemento destacado en la modernización y desarrollo de las instituciones de seguros es el diseño y manejo de contratos de seguros que tengan como base planes de pensiones de jubilación y retiro, complementarios a los que ofrece la seguridad social. La operación de este rubro significa una fuente importante de ahorro a largo plazo. En virtud de que muchos trabajadores no alcanzan la edad establecida para incorporarse a los beneficios del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), la industria aseguradora podría ofrecer productos similares a este esquema y que ayuden a las familias que pierden a su sostén económico a resarcirse de la pérdida. De esta manera, el sector asegurador puede profundizar su participación en impedir pérdidas del patrimonio familiar. Lo mismo aplica para las finanzas gubernamentales al evitar, en caso de siniestros, la necesidad de recurrir a recursos fiscales para solventar los daños que la población resienta. En este sentido, los seguros proporcionan un beneficio de alto contenido social. 22 Finanzas Públicas Sanas A lo largo de la historia, los procesos económicos de nuestro país se han visto afectados por acontecimientos naturales y sociales que de forma inesperada han generado elevadas pérdidas a los agentes económicos. Entre éstos, los terremotos son potencialmente los más destructivos. El ejemplo más notorio es el terremoto ocurrido en 1985, en donde se estima que las pérdidas pudieron haber ascendido a unos 20,000 millones de dólares, de los cuáles, sólo el 1.4% fue absorbido por el sector asegurador y reasegurador.20 La existencia de pérdidas no esperadas en la infraestructura, industria y vivienda, junto con la necesidad de una pronta reactivación económica tras la ocurrencia de alguna catástrofe genera en numerosas ocasiones cambios en la política fiscal y monetaria del gobierno. Por todo lo anterior, al otorgar protección ante eventos inesperados, el sector asegurador contribuye a evitar el desvío de los presupuestos público y privado, lográndose una mejor programación y asignación de los recursos disponibles en el tiempo. Conclusiones De la evidencia histórica internacional, parece existir una asociación positiva entre el crecimiento del PIB y la tasa de ahorro. Además, existen indicios de que la tasa de ahorro puede haberse estabilizado o incluso disminuido en los países con altos niveles de ingreso per cápita. Los cambios en los términos de intercambio tienen un fuerte efecto positivo sobre el ahorro y que, en los países en desarrollo, el ahorro externo reduce el ahorro privado, pero aumenta el volumen total de ahorro disponible para inversión. La evolución descrita evidencia que existe un problema de insuficiencia en el ahorro mundial. Ningún indicador individual demuestra esta conclusión, pero existe una diversidad de pruebas que apuntan en esa dirección, incluso la existencia de tasas mundiales de ahorro y de inversión relativamente bajas, tasas relativamente elevadas de rendimiento en los mercados financieros y un crecimiento relativamente bajo de la producción mundial. La causa básica de la desaceleración del ahorro parece ser la drástica disminución de la tasa de ahorro público mundial registrada desde 1980. Por su parte, el ahorro privado se ha mantenido relativamente constante en el orden del 20% durante la mayor parte de las últimas cuatro décadas. El incremento de la deuda pública ha sido el factor clave que ha contribuido al aumento de las tasas mundiales de interés real desde los años sesenta. Asimismo, las tasas de ahorro interno tienden a aumentar marcadamente a medida que se incrementa el ingreso per cápita, si bien se nivelan o incluso decrecen un poco en las economías de alto ingreso. Las tasas muy bajas de ahorro se observan con mayor frecuencia en los países que tienen un ingreso per cápita bajo, debido en parte a que prácticamente todo el ingreso se dedica a cubrir los gastos de consumo. Sin embargo, la evolución del ahorro interno en los países latinoamericanos ha sido efecto de causas fortuitas como variaciones en los precios de hidrocarburos, de metales y de otras mercancías de exportación, más no como resultado de una política permanente de fomento al 23 ahorro. Situación de excepción, como ya se dijo, la representa Chile a partir de 1982, a través de un mecanismo de aliento a su sistema de pensiones. Por otro lado, en los países en desarrollo las posibilidades de colocar el ahorro financiero son más limitadas porque las imperfecciones de los mercados de capital están más extendidas, los mercados financieros son menos desarrollados, parece existir falta de confianza en el sistema bancario y las tasas de interés tienden a estar muy reglamentadas. Asimismo, el ahorro externo puede fomentar el crecimiento al elevar el ahorro total disponible para invertir, pero puede reemplazar parcialmente al ahorro nacional al elevar el consumo interno. Algunos estudios sugieren que, en promedio, la afluencia de capitales a los principales países latinoamericanos ha reducido los coeficientes nacionales de ahorro. En contraparte, la evidencia indica que la afluencia de capitales a los países asiáticos de alto crecimiento ha incrementado el ahorro nacional y la inversión global. Por lo general, los países que generan altos niveles de ahorro crecen más rápidamente que aquéllos en los que el nivel de ahorro es menor. Sin embargo, la vinculación entre el ahorro y el crecimiento económico no es rigurosa. Algunos países han mostrado tasas muy elevadas de ahorro y, comparativamente, un bajo crecimiento económico, mientras que otros han experimentado un vigoroso crecimiento económico a pesar de tener una tasa de ahorro relativamente baja, por lo menos durante un determinado periodo Otro punto de interés lo constituye el hecho de que la dirección de la causalidad que existe entre el ahorro y el crecimiento es difícil de establecer. En efecto, existen razones para creer que se producen efectos positivos en ambas direcciones. El efecto positivo del ahorro sobre el crecimiento es el más directo: un mayor nivel de ahorro incrementa la tasa de crecimiento del producto al producir una acumulación más rápida de capital. Las investigaciones recientes se orientan cada vez más a sugerir que la vinculación se produce desde el crecimiento hacia el ahorro. Una hipótesis interesante la constituye el sugerir que la aceleración del crecimiento en los países en desarrollo es posible incluso en ausencia de un aumento inicial del ahorro si, digamos, el estímulo proviene de la transferencia de tecnología. En la bibliografía se detecta un impacto negativo de la liberalización financiera sobre el comportamiento del ahorro, aunque puede tratarse de un efecto transitorio. Sin embargo, es posible que a partir de la liberalización surjan nuevos destinos para el ahorro financiero y que éstos alienten el ahorro en general, pero, al menos en el corto plazo, la eliminación gradual de limitaciones a la obtención de préstamos suele considerarse el factor más importante que reduce el ahorro. Los cambios en la posición fiscal del gobierno parecen provocar una reacción sólo parcial en el ahorro privado. El promedio simple de los resultados de los países industrializados y en desarrollo sugiere un valor de alrededor de tres quintos, valor considerablemente por debajo de la unidad como se postula en la plena equivalencia ricardiana, y resulta similar a otras estimaciones contenidas en la bibliografía. Otra conclusión es que los efectos demográficos son significativos y en general han contribuido a incrementar las tasas de ahorro durante los últimos 25 años. Si se considera la oferta global de ahorro para satisfacer la demanda mundial de inversiones, lo que interesa es el volumen efectivo de ahorro, su capacidad para desplazarse a través de las fronteras internacionales y su estabilidad. 24 Así, se pueden identificar algunas características deseables con las que debe cumplir el ahorro interno. En primer lugar, el ahorro debe ser primordialmente privado, de manera que su evolución no sea determinada por ningún factor de tipo político. En segundo lugar, debe ser de largo plazo a fin de hacerlo compatible con los plazos requeridos de financiamiento en los proyectos productivos y de infraestructura. Por último, debe ser productivo, es decir, debe ser canalizado al financiamiento de proyectos rentables que incrementen la riqueza de la economía y promuevan el crecimiento del ingreso y el empleo. Así, para que el ahorro se traduzca en un mejor nivel de vida se requiere canalizarlo hacia la inversión productiva. Respecto a la posible trayectoria del ahorro mundial en los próximos 15 ó 20 años, las perspectivas no son necesariamente sombrías, especialmente si puede mantenerse el crecimiento en los países de ahorro interno elevado. La clave será lo que ocurra con el ahorro público ya que las tasas de ahorro privado han permanecido prácticamente estables durante las últimas tres décadas y probablemente no experimenten desplazamientos ascendentes o descendentes en las próximas dos décadas. Sorprendentemente quizá, cabe esperar que las tendencias demográficas mundiales no tengan fuertes repercusiones generales en la tasa mundial de ahorro privado durante los próximos 20 años. En los países industrializados se producirá una disminución gradual de la tasa agregada de ahorro privado como consecuencia del constante aumento de su coeficiente de dependencia. La caída en la tasa de ahorro privado de los países industrializados probablemente sea compensada por el constante decremento de los coeficientes de dependencia en los países en desarrollo. De esta forma, un factor clave que influirá en la oferta futura de ahorro mundial es el saldo fiscal de los gobiernos. Todo lo anterior conduce a deducir que, en última instancia, la oferta futura de ahorro mundial depende de dos variables cruciales: el ritmo de crecimiento económico de los países en desarrollo y el volumen de desahorro público de los países industrializados. En el comportamiento del ahorro en México se observa una relación inversa entre el ahorro interno y el externo, estableciendo una relación de sustitutos en lugar de la deseada relación de complementariedad. Las estadísticas muestran una estrecha relación entre el ahorro total de la economía y la formación bruta de capital. Asimismo, muestran la creciente importancia del ahorro externo en el financiamiento de la inversión del país, particularmente desde los últimos años de los ochenta y hasta 1994. La tasa de ahorro interno cayó en 1994, como reflejo de la reducción en el ahorro del sector público, de más de 5 puntos del PIB. Esto último se asocia con un relajamiento en la disciplina fiscal observada durante la mayor parte de la década de los noventa. El ahorro privado declinó de manera continua de un nivel cercano al 21% del PIB en 1988 a menos de 7% en 1990, pero se recuperó significativamente en 1994 superando el 14% del PIB. Varios factores parecen haber influido en la reducción en el ahorro privado. Sin embargo, la naturaleza de éstos permiten pensar que tal disminución es temporal. 25 Para fortalecer el ahorro privado, es fundamental establecer condiciones de estabilidad macroeconómica y de precios. En la medida en que estas condiciones prevalezcan y desaparezca la influencia de los factores que contribuyeron a su caída, es de esperarse que el ahorro privado continúe la recuperación iniciada en 1993. En México, el sector asegurador ha tenido y seguirá teniendo un importante papel que jugar en la generación y canalización de ahorro interno. Los volúmenes de fondos que administran las aseguradoras a través de la inversión de sus reservas, proveen de una liquidez significativa, estable y permanente al sistema financiero. Al ampliarse la cobertura de seguros, se generan mayores recursos disponibles para los demandantes de crédito. Es aquí donde radica la relevancia del sector como promotor de ahorro interno. Aún existen significativas oportunidades para ofrecer una gama más amplia de instrumentos y servicios que fomenten el ahorro de la población y propicien una canalización de recursos más eficiente y oportuna hacia los sectores productivos. El gran reto del sector asegurador radica en ampliar su cobertura incorporando a segmentos no atendidos de la población. En este sentido, el sector asegurador se ha fortalecido en aspectos de suma relevancia como son la comercialización de nuevos productos y servicios, el manejo más adecuado de los recursos financieros afectos a sus reservas técnicas, el uso de la tecnología para eficientar la operación de las empresas y el incremento en su capacidad de retención de las mismas en el país. Anexo I. Ahorro Interno Total, Privado y Términos de Intercambio en México, 1985-1994. Gráfica 10 26 Gráfica 11 Anexo II. Ahorro Interno Total y Tasa Real de Interés en México, 1981-1994 Gráfica 12 27 Notas * Las opiniones expresadas en este documento son del autor y no necesariamente coinciden con las de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Se agradece el apoyo brindado por Gerardo Lozano en la recopilación de datos y bibliografía. 1 Véase: Fondo Monetario Internacional, Perspectivas de la Economía Mundial, Capítulo V, mayo de 1995. 2 Fondo Monetario Internacional, op. cit. 3 Véase: Bayoumi, Tamim, “Financial Deregulation and Household Saving”, The Economic Journal, No. 103, November 1993. 4 Corbo, Vittorio and Klaus Schmidt-Hebbel, “Public Policies and Saving in Developing Countries”, Journal of Development Economics, No. 36, 1991. 5 En el caso de México también se encuentra una relación directa y relativamente estable entre la variación en los términos de intercambio y el crecimiento en el ahorro interno total y privado. Véase el Anexo 1 de este documento. 6 A la combinación de estos factores se le suele denominar como una situación de “represión financiera”. 7 La experiencia mexicana evidencia una estrecha relación entre el ahorro interno total y la tasa real de interés. Véase el Anexo 2 de este documento. 8 Masson, Paul, Tamim Bayoumi y Hossein Samiei, “Saving Behavior in Industrial and Developing Countries”, Staff Studies for the World Economic Outlook, International Monetary Fund, 1995. 9 Fondo Monetario Internacional, op. cit. 10 Véase Masson, Et. Al., op. cit. 11 Fondo Monetario Internacional, op. cit. 12 Fondo Monetario Internacional, op. cit. 13 Véase: Mankiw, Gregory, David Romer and David Weil, “A Contribution to the Empirics of Economic Growth”, The Quarterly Journal of Economics, May 1992. 14 Considérese, por ejemplo, la experiencia mexicana en el periodo 1990-1994. 15 A este respecto resulta interesante atender al enfoque empleado en un viejo trabajo de Stephen Goldfeld y Alan Blinder: “Some Implications of Endogenous Stabilization Policy”, Brooking Papers on Economic Activity, No. 3, 1972. 16 Véase: Fondo Monetario Internacional, op. cit. 28 17 Fondo Monetario Internacional, op. cit. Ya anteriormente en este documento se ha comentado sobre la validez de la equivalencia ricardiana a la luz de la evidencia empírica. De hecho en Buira, op. cit. se encontró que, para el caso mexicano, a un incremento de 1% en el ahorro público corresponde una reducción de 0.56% en el ahorro privado. Para mayores detalles sobre la equivalencia ricardiana véase Barro, Robert, “Are Government Bonds Net Worth?”, Journal of Political Economy, Vol. 72, No. 6, 1974. 18 Existen diversas dificultades en estimar el ahorro en México dependiendo de la fuente consultada. Algunos de estos problemas son: 19 Véase: Buira, Ariel, "The Main Determinants of Savings in Mexico", Federal Reserve Bank of Dallas, March, 1994. 20 Ya anteriormente en este documento se ha comentado sobre la validez de la equivalencia ricardiana a la luz de la evidencia empírica. De hecho en Buira, op.cit. se encontró que, para el caso mexicano, a un incremento de 1% en el ahorro público corresponde una reducción de 0.56% en el ahorro privado. Para mayores detalles sobre la equivalencia ricardiana véase Barro, Robert, Are Government Bonds Net Worth?", Journal of Political Economy, Vol. 109, February, 1994. 21 Este resultado es consistente con lo encontrado por Japelli, T. and M. Pagan, “Saving Growth and Liquidity Constraints”, Quarterly Journal of Economics, Vol. 109, February, 1994. 22 Véase: Illanes Díaz Rivera, Emilio. "Ahorro Interno", Ponencia IMEF, 1995. 23 Gutierrez-Engelmann, Octavio, Fondo Mexicano para la Atención de Catástrofes (FOMAC): Análisis Económico del Mercado de Seguros Catastróficos en México. Tesis de Licenciatura en Economía, ITAM, 1995. 1. Sistema de Cuentas Nacionales 1.a. Los datos del Sistema de Cuentas Nacionales de México para el periodo 1960-1979 se basan en la matriz insumo-producto de 1970, mientras que las cifras de los años posteriores se basan en la matriz insumo-producto de 1980. 1.b. En algunos años, el rubro "cambio en inventarios" fue incluido en el consumo privado y en otros fue considerado como parte de la inversión privada. 1.c. El Sistema de Cuentas Nacionales considera los gastos en bienes durables como consumo corriente (excepto la construcción residencial). Sin embargo, estrictamente debería considerarse como consumo únicamente a la parte efectivamente consumida de los mismos. 1.d. El Sistema de Cuentas Nacionales no toma en cuenta las operaciones realizadas en los mercados "informales". 2. Estadísticas de Balanza de Pagos 29 2.a. No se cuenta con una estimación apropiada para la tenencia de bonos, acciones y bienes raíces propiedad de mexicanos en el extranjero. En consecuencia, no es posible estimar adecuadamente el ingreso proveniente de activos ubicados en el exterior. 2.b. La metodología empleada para estimar las remesas de trabajadores en el exterior estará subestimada hasta 1988. Las ganancias de capital no son ajustadas por inflación. 2.c. 3. Cuentas Fiscales 3.a. Algunos conceptos de las cuentas fiscales son considerados como gastos de capital aún cuando deberían clasificarse como gastos corrientes. Tales conceptos incluyen gastos militares y algunas transferencias. 3.b. La pérdida de valor real de la deuda pública interna y externa, debido a la inflación, no es tomada en cuenta al estimarse el ahorro público. El llamado balance operacional hace el correspondiente ajuste en la deuda interna, pero no lo hace con la externa. 3.c. Las estadísticas de las finanzas públicas no ajustan por inflación al valor de los pasivos monetarios del sector público. Véase: Banco de México. The Mexican Economy, June, 1995. 30